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Réplica de Simón Royo a "Filosofía para una nieta" (de Manuel Rojo). Simón Royo- La Caverna de Platón


Partes: 1, 2

    Comentarios a las opiniones del sr. Manuel Rojo acerca de
    la Filosofía.

    I.

    Lo primero que se aprende en la escuela la
    primera vez que se reciben unas clases de Historia de la
    Filosofía es que Platón
    distinguía entre ideas y opiniones, entre doxa y
    episteme, así como entre apariencia y realidad. El
    señor Rojo aporta humildemente sus opiniones, solicitando
    el parecer de otros al respecto, y sin embargo, en lo que sigue,
    procuraré responderle no ya tanto con mis opiniones, sino
    también con algunas ideas, no adoctrinando a nadie, sino
    realizando un diagnóstico de un problema, una cartografía, un mapa imperfecto que
    podrá servir de orientación a quien no conozca
    directamente y mejor que la topografía presente los caminos que
    ésta traza; aun a sabiendas de que ningún mapa
    más que el que propiamente se trace tras familiarizarse
    con tal arte podrá
    ser de utilidad.

    Es un problema muy difícil y complejo el responder a la
    pregunta ¿qué es la filosofía? Proporcionar
    una respuesta teórica resulta una tarea titánica
    porque se trata de un asunto que se lleva discutiendo durante
    alrededor de dos mil quinientos años y no voy a abordarlo
    sino, colateralmente, en la presente ocasión. Porque si
    nos fijamos en su dimensión y delimitación ya no
    teorética sino pragmática, eso nos puede arrojar
    bastante luz. Al abordar
    el problema desde la pregunta ¿qué es filosofar?, y
    no ¿qué es la filosofía?, encontramos algo
    más que dificultades insoslayables. Esta pregunta
    colateral nos lleva, inmediatamente, a contestar que filosofar es
    aquello que hacen los filósofos, que filosofar es hacer
    filosofía y que filósofo es quien hace
    filosofía. Dimensión práctica tratada
    someramente por Wittgenstein y relacionada, como veremos, con la
    producción de conceptos o ideas: "Die
    Philosophie ist Keine Lehre, sondern eine Tätigkeit"
    (Tractatus Logico-Philosophicus 4.112). Si hacer
    filosofía es lo que, indudablemente, han hecho gentes
    como, por ejemplo: Platón[i][i], Aristóteles[ii][ii], Tomás de
    Aquino[iii][iii], Spinoza[iv][iv], Kant[v][v],
    Hegel[vi][vi],
    Husserl[vii][vii], Sartre[viii][viii], Wittgenstein[ix][ix] o
    Heidegger[x][x], por poner unos nombres de los que
    nadie discutiría el calificativo de "Filósofos",
    entonces quienes queramos "hacer filosofía", aun sin
    responder a la pregunta "¿qué es la
    filosofía?", lo que tendremos que hacer es tomar como
    modelos a los
    grandes filósofos y encaminarnos hasta llegar a hacer lo
    que ellos han hecho, hasta llegar a la filosofía pura y al
    manejo de conceptos al más alto grado de
    abstracción, que es el núcleo de lo que han hecho y
    sobre lo que gira el resto de su producción literaria. De
    ahí que la familiaridad con al menos un filósofo,
    el convertirse en especialista del mismo y, al tiempo, el
    hacerse su amigo tomándolo por maestro socrático,
    pueda ayudar a comprender cómo se hace la
    filosofía. Esto es, a partir de un modelo
    preclaro, junto a otros requisitos, podría llevarnos esa
    mímesis y ese empeño, con el tiempo, la
    disciplina y
    el esfuerzo, a convertirnos en filósofos nosotros
    mismos.

    A causa de que la frontera entre
    la filosofía y la literatura sea a veces
    confusa, (pues existe la literatura filosófica: Voltaire,
    Séneca, Sartre en sus obras literarias, Rousseau, etc,
    lo que Unamuno llamaba nivolas para distinguirlo de las
    novelas); y de
    que exista algún rudimento de filosofía en la mejor
    literatura, pues los mitos
    homéricos y hesíodeos contienen ya el germen de la
    filosofía. Y además, como en las distintas
    disciplinas científicas también se aprecia la
    configuración de un saber racionalmente ordenado, ya en la
    geometría, la física o la biología, pero
    también en la historiografía, la filología
    (o incluso la música y el deporte), parece, por todo ello,
    que todo es filosofía y que todo homo sapiens
    sapiens
    es filósofo. Pero no debemos confundir la
    cuestión de la génesis de la filosofía con
    la cuestión de la estructura y
    quehacer propiamente filosóficos, aunque responder a la
    pregunta ¿cómo se llega a ser filósofo?
    tiene algo que ver con responder a la pregunta
    ¿cómo surgió la filosofía?

    Como Platón y Aristóteles no tenían
    más filósofos anteriores a ellos que los
    presocráticos, tuvieron la suerte de no tener que estudiar
    demasiada historia de la
    filosofía. Ambos, mucho más el segundo, sin
    embargo, estaban familiarizados con todo el saber de su tiempo.
    Los griegos no padecieron hasta la época del helenismo la
    enfermedad histórica o vicio del eruditismo extremo, sin
    embargo, todos estaban familiarizados, al menos, con la poesía
    homérica y con las obras de teatro
    (épica, tragedia y comedia), lo cual les proporcionaba una
    sólida formación de base, unos cimientos nobles
    sobre los que asentar el edificio de la filosofía.

    El filósofo Friedrich Nietzsche nos
    puede orientar en nuestra disquisición actual, pues
    criticó duramente a la llamada filosofía
    académica o universitaria[xi][xi], que no es, en sentido
    estricto, más que la profesión de profesor e
    historiógrafo de las ideas filosóficas, aunque como
    cualquier otra profesión o circunstancia vital que lo
    permitan, es una profesión plenamente compatible con la
    posibilidad de llegar a hacer filosofía. No hay que
    olvidar que, respecto a las profesiones o circunstancias vitales
    y materiales,
    los filósofos no vivían del aire sino que
    eran: Platón y Aristóteles (terrateniente el
    primero y el segundo preceptor); Epicteto (esclavo); Marco
    Aurelio (emperador romano); San Agustín y Santo
    Tomás (eclesiásticos); Spinoza (pulidor de lentes);
    Descartes
    (mercenario); Maquiavelo
    (secretario de la cancillería de Florencia); Leibniz
    (diplomático); Bacon (canciller de Inglaterra);
    John Locke
    (médico); Rousseau (copista de música); Marx (pensionado
    de Engels y periodista), Stuart Mill (diputado del parlamento
    británico y comerciante), Nietzsche (profesor y rentista
    con una baja permanente por enfermedad proporcionada por el Estado
    prusiano), etcétera, etcétera. Aunque a partir de
    la modernidad, la
    profesión de profesor universitario se haya impuesto como la
    más frecuente en los filósofos, Schopenhauer,
    Kant, Fichte, Hegel, Heidegger, Habermas, Gadamer, Derrida,
    Foucault,
    Deleuze, etcétera; que en raras ocasiones logran dedicarse
    exclusivamente de la
    investigación, estudio, reflexión y
    producción de pensamiento.

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