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Réplica de Simón Royo a "Filosofía para una nieta" (de Manuel Rojo). Simón Royo- La Caverna de Platón (página 2)



Partes: 1, 2

Como hemos visto con el ejemplo de Nietzsche, el
filósofo condena al erudito y su febril detallismo
historiográfico, pues la proximidad de los árboles
le impiden a menudo ver el bosque, motivo por el cual Schopenhauer
dijera que no le importaba morir y ser devorado por una
miríada de gusanos, pero que le horrorizaba que cuando
muriese una miríada de catedráticos de universidad se
pusieran a roer su obra. Y desde luego que, de los aficionados no
se preocupaba, pues no los consideraba capaces de hincarle el
diente a su Die Welt als Wille und Vorstellung[xii][xii].
Pero si bien vemos que hay que tener cuidado con que la
cercanía del árbol te impida ver el bosque,
también habrá que tener cuidado también con
lo contrario, con que la distancia del bosque no deje ver la
fauna y la flora
que lo habitan Pero el propio Nietzsche no sólo era un
gran erudito en la filosofía clásica sino que se
familiarizo enormemente con una serie de pensadores, con los que
llegaría a dialogar y discutir: "Cuatro parejas de hombres
no han rechazado mis sacrificios: Epicuro y Montaigne, Goethe y
Spinoza, Platón y
Rousseau,
Pascal y
Schopenhauer" (Nietzsche Humano demasiado humano II.
Miscelánea de opiniones y sentencias,
§408).

II.

Respecto a la Filosofía se puede ser autodidacta y
lector procaz o tardío, erudito o/y profesional,
especialista o generalista, e incluso Filósofo. En
sí mismas todas esas formas de relacionarse con la
filosofía nada tienen de indigno y mucho de meritorio. Un
gran erudito como Werner Jaeger, escritor de la monumental
Paideia, merece los más grandes respetos, elogios y
agradecimientos, también el aficionado o el joven cuando
se inician en la reflexión y se encaminan sinceramente
hacia la filosofía, realizando entonces ejercicios que
pueden compartir con los demás y que son como una antesala
más de la filosofía, pero no creemos que nadie
discuta que Platón,
el filósofo, es más estimable que John Burnet, el
gran especialista en Platón (aunque el segundo sea muy
respetable también), que Hegel, el
filósofo, es más estimable que Jean Hyppolite, el
gran especialista en Hegel, o que Nietzsche, el filósofo,
sea más estimable que Andrés Sánchez
Pascual, el gran especialista en Nietzsche. Los especialistas en
un autor suelen ser, además, traductores del mismo, como
los citados con anterioridad, e incluso hay muchos casos en los
que los trabajos de especialista y la condición de
filósofo coexisten, ya que por poner un ejemplo
clarísimo, el filósofo Heidegger era
un especialista magnífico en el filósofo Nietzsche,
aunque no lo leyera sólo como especialista sino
también como pensador que dialoga con otro pensador para
desarrollar su propio pensamiento.
En España
el filósofo Agustín García Calvo es,
además o previamente, un gran erudito y filólogo, y
vive de dar clases de latín en la Universidad.

Por todo lo antedicho, vemos que el interés
por decantar la reflexión de estilo filosófico del
lado del amateur en contraposición a la fiebre erudita
del profesional parece ser siempre, tan sólo, una
necesidad psicológica de quien quiere hacer
filosofía y nunca ha podido poner los medios
formativos necesarios para su ejercicio. Pero en tales casos un
estudio sistemático de alguno de los autores que les
interesan a los aficionados o amateurs no estaría nada
mal, para orientarse en el pensamiento y poder darse
cuenta de que no todo es relacionable con todo, que Russell y
Hesse apenas en ciertos aspectos políticos se
podrían conjuntar, mientras que el autor de:
¿Por qué no soy cristiano?, no puede ser
más que enemigo y antagonista, en la guerra
(pólemos) no sangrienta pero también
decisiva de las ideas, respecto del autor de
Siddharta.

Célebre autodidácta es, por ejemplo, el
lucidísimo Rafael Sánchez Ferlosio, eso si
entendemos por autodidácta quien nunca ha cursado unos
estudios oficiales ni obtenido unos títulos
académicos, pero el caso que mentamos no es en absoluto el
de alguien que no haya pasado por la disciplina de
la sistematicidad, erudición, rigor kantiano, de un modo
mucho más firme que muchos académicos, simplemente
lo ha pasado por su cuenta, transitando por otras vías los
mismos caminos y adquiriendo por otros medios las mismas
aptitudes y capacidades. Luego el señor mayor que nos
interpela con su escritura
tiene razón en que no es absolutamente imprescindible el
paso por unos cursos y titulaciones, pero carece de ella cuando
minusvalora o desprecia lo que unos estudios en regla pueden
aportar, no mostrándose dispuesto a adquirirlo por otros
medios, o lo que es peor, pensando que eso no tiene importancia.
O que cualquiera que tenga mucho corazón y
se ponga frente a un libro
será capaz de entenderlo y cualquiera que se ponga frente
a una página en blanco será capaz de escribir. Hace
falta como mínimo estar alfabetizado para poder leer y
escribir, pero mucho más que estar alfabetizado para poder
leer y escribir filosofía. No es lo mismo leer el Marca que leer a
Aristóteles y la diferencia entre ambos
lectores estriba en que no todo lector del Marca puede entender a
Aristóteles, mientras que todo lector de
Aristóteles, no tendrá ninguna dificultad en
entender el Marca. En fin, ¡qué gran ocasión
nos brinda el sr.Rojo para el debate y la
reflexión! (al menos en eso le tendremos que estar
agradecidos).

Respecto al texto que nos
brinda Manuel Rojo el problema es que no ejemplifica lo que
critica, como hace un texto de Séneca, aquél en el
que el sabio estoico criticaba la erudición, pero
demostrando dominarla y hallarse, por así decirlo, por
encima de ella[xiii][xiii], (como hiciera Nietzsche en su
juventud al
criticar a los filólogos); pero el sr. Rojo no está
por encima de lo que condena y su filosofía es mundana sin
sobrepasar ni superar a la académica, con lo cual su
crítica
no viene desde arriba sino desde abajo y carece de fuerza, aunque
tenga motivación e ilusión.

M.Rojo dice que es aficionado a la filosofía como lo es
a la Astronomía. Distingue entre aficionados y
profesionales, pero no establece mayores distinciones. Aficionado
a la astronomía soy yo, profesional, quien trabaja en el
observatorio de Tenerife, pero astrónomo, astrónomo
sólo lo son gentes como Copernico, Kepler y Galileo. Yo
también soy aficionado a la astronomía, de
pequeño me compré una carta celeste y
un pequeño telescopio porque quería ser
astrónomo, pero luego descubrí que para ser
astrónomo había que aprender muchas matemáticas y, con el absurdo modelo de
ciencias o
letras (en lugar de ambas) me decanté finalmente por las
humanidades, donde acabé aprendiendo que si para ser
astrónomo hacen falta las matemáticas para ser
filósofo hacen falta también algunas cosas
especializadas, aunque no lo parezca, como conocimientos en
ciertas lenguas,
familiaridad con la historia de la
filosofía, corrientes, autores y doctrinas, así
como un largo ejercicio de las reglas del razonamiento
lógico. A quien no haya tenido tiempo hasta
el momento de adquirir tales medios sólo puede
recomendársele que sin tardanza los adquiera, bien
mediante unos estudios reglados, bien mediante otras vías
más personalizadas, pero no podremos alentar el que se los
desprecie por no poseerlos.

En mi caso particular, respecto a lo de convertirme en
filósofo, sólo puedo decir que sigo en ello (que
mis estudios y escritos son ejercicios encaminados a convertirme
en Filósofo) pero que, con todo ello, se puede convertir
uno en un erudito, no en un filósofo; siendo cierto que
precisamente eso mismo necesario para llegar a hacer
filosofía puede llegar a ser lo que más la
entorpezca, pero siendo igualmente cierto también, que sin
ello, sin pasar por ello e intentar ir más allá de
ello, no hay filosofía que valga.

La visión del señor Rojo de la Filosofía
es muy frecuente y está muy extendida y por eso es muy
digna de atención. Da la pauta de un sentir general,
en la línea de El Mundo de Sofía, aunque
quedarse allí y no ir más allá no me motiva
mucho, por más que pueda llegar a entender, si me esfuerzo
un poco, su relevancia social y cultural como medio de
divulgación.

Esa visión es un signo, no obstante lo antedicho, de
la lectura y
el estudio encaminado a justificar nuestros propios prejuicios
(creemos verdadero lo que nos place y falso lo que nos duele), en
lugar de la lectura y el
estudio encaminados a arrancar de raíz nuestros
prejuicios. Spinoza insta a pensar sin dejarse influir por las
pasiones, y lo cree posible; Nietzsche, sin embargo,
considerará eso imposible y nos advertirá contra el
embrujo hedonista del conocimiento,
instándonos a buscar las verdades duras, dolorosas, como
prueba de que no sea el placer el que nos influya en el
asentimiento. Pero no basta sentir dolor (o placer) leyendo un
libro de filosofía para ser filósofo, filosofar no
es sentir, tampoco el sólo razonar (algo más amplio
y que es propio de todos los seres racionales). Luego algo
distinto a sentir y razonar ha de ser el filosofar.

El título de la Carta: "Filosofía para una
Nieta", es muy bonito, pero es el de aquel que se considera
Filósofo (sin seguramente ser capaz de dar la referencia
de las citas que pone, ni distinguir entre conceptos como los de
sentir, razonar, filosofar: no es lo mismo comprender a
Séneca que disfrutar leyendo a Séneca, (y no es lo
mismo leerlo en español
que leerlo en latín) pues muchas personas disfrutan
leyendo la Biblia pero ¿la comprenden?), la Carta
habría mejor que titularse: "Carta a una Nieta sobre la
Filosofía", lo cual no daría lugar al
equívoco de una concepción tan laxa de lo que es la
filosofía y lo que es filosofar.

Lo que Voltaire
dijese de Platón siempre será irónico, como
en su cuento Le
songe de Platon
, pero en la cita que se nos propone en la
Carta da la impresión errónea de que Voltaire
estaría de acuerdo con la inmortalidad del alma, cosa
falsa, luego el abuelo engaña a la nieta si es que llega a
sugerir tales cosas. Respecto a algunas recomendaciones a la
Nieta, también dejan mucho que desear, al menos
pedagógicamente, como la de que: "Tú tienes que
estar siempre satisfecha de ti. Si no es así es que no
actúas de acuerdo con tus deseos, y eso no debes hacerlo
jamás". (Con razón luego en clase no se
les puede enseñar nada, pues es "contra sus deseos"). Y
que conste que ya no trabajo como
profesor, sino
como vigilante nocturno (mi profesión, de lo que me
alimento y pago el alquiler) y que poca gente hay tan
crítica como yo con las instituciones
de enseñanza secundarias o
terciarias[xiv][xiv]. Sin embargo, siempre he estado en
contacto con esas instituciones y con quienes las frecuentan.
¿Por qué? Pues porque pese a todos sus defectos es
en esas instituciones donde se puede encontrar a otros ciudadanos
con los mismos intereses que los tocados por el afán de la
reflexión. Porque pese a la corrupción de la universidad o la locura de
la secundaria, en la primera se pueden llegar a adquirir unos
conocimientos propedéuticos indispensables para la
filosofía y en la segunda se puede llegar a enseñar
el amor a una
disciplina pese a lo aburrido y pesado que pueda ser el absorber
sus rudimentos.

Si Fidias es escultor y arquitecto y no albañil, Séneca es filósofo y
no charlatán y Galileo es astrónomo y no contable,
ya sabemos de algún modo lo que sería ser escultor,
filósofo o astrónomo, sería ser como
Fídias, como Séneca o como Galileo. Luego estoy de
acuerdo con el sr. Rojo en que "la capacidad de expresar la
belleza y la verdad son solo el privilegio de algunos", aunque
bien pudiera ser el privilegio de muchos, o no ser siquiera un
privilegio, sino un derecho y una necesidad social,
explicación a mi juicio de lo que se ha llamado el milagro
griego y que no tiene nada de milagroso, pues depende tan
sólo del ocio, renta y formación con que cuenten
los ciudadanos[xv][xv].

En lugar de la metafora griega de "ver" para conocer, el sr.
Rojo emplea la semítica de "oir, escuchar", otorgando a su
texto un aire más
mesiánico que filosófico. Tras lo que sigue la
minusvaloración propia: "Los demás no somos capaces
de captar tanta grandiosidad como no sea a través de sus
palabras". ¿Y entonces? ¿Para qué leer a
Séneca si no es para convertirse en un Séneca?
¿Las palabras del sr. Rojo son incapaces? ¿Es falsa
modestia? ¿A través de las suyas, qué
pretende?.

Ahora sí que ejemplifica lo que critica, pues
así como Séneca ejemplificaba la virtud de la
erudición al tiempo que la criticaba al haber llegado
más allá, el señor Rojo ejemplifica el vicio
del doctrinarismo al tiempo que condena todo adoctrinamiento.

En su texto, como en toda aquella parte del estoicismo que
alimentó al cristianismo,
alienta la soteriología y el mesianismo salvífico.
Pero su texto, pese a emular en el plano formal (Carta dirigida
al lector) la escritura del príncipe del estoicismo,
finalmente no está muy lejos del Más
Platón y menos Prozack
o de los manuales de
autoayuda.

Al final nos encontramos realizando una réplica al Sr.
Rojo, cuyo único delito parece ser
el de haber realizado una bonita carta para su
pequeña nieta y hacer gala de una bondad que carece
de espinas (Nieta que espero que se trate de alguien de ocho o
diez años y no de dieciocho, porque si le habla en ese
tono y le explica de esa manera a alguien de 18, el infantilismo
crónico que puede provocar es de espanto). Pero la
réplica nos viene exigida por su noción de
Filosofía, su crítica al profesional y la
pretensión contradictoria de emular a Séneca en
forma y contenido (logrando la fácil forma pero no
alcanzando el difícil contenido) mientras se mantiene, al
mismo tiempo, que emular a Séneca no es posible, pues
ya lo ha dicho todo. ¡No señor! Séneca
no lo ha dicho todo, sus textos, como los de Voltaire y tantos
otros son sin duda magníficos, pero nadie lo ha dicho ya
todo y, es más, todos los textos son discutibles y
criticables, al menos en alguna de sus partes. El seguir ciega y
absolutamente a un autor u otro no es propio de quien reflexiona
sino de quien se deja manipular, como el religioso, como quien
necesita sacerdotes, directores espirituales, adoctrinadores. El
buen brahmín podría enseñar a la vieja
ignorante a dudar, pero para esa enseñanza no
habría estado nada mal que le hiciese aprenderse lo de la
duda metódica cartesiana o el significado de la
palabra griega epoché en el escepticismo.
Distinguimos por tanto, aquí, entre aficionado a la
filosofía, profesional de la historia de la
filosofía y filósofo. Pues ya decía Heráclito que: "Una gran erudición
(polimathes) no enseña (didasko) la inteligencia
(nous)" (22DK40). Pero como no todo está dicho
allí, en el fragmento citado de Heráclito,
habría que añadir: no, no la enseña, pero
puede ayudar a desarrollarla
. ¿O acaso se desarrolla
por ciencia infusa
o aparición del espíritu
santo?

Finalmente, respecto a este apartado, recomendar a todo
aficionado que se especialice en cierta medida y se
interdisciplinarice en lo posible, al menos lo suficiente como
para poder subir la escalera que lleva del aficionado, pasando
por el especialista polivalente, hasta llegar al maestro ya
filósofo. Pues hay inevitable y generalmente que pasar del
filo-sophos al mathematicus y de éste, al
sophos. Aunque puedan haber excepciones de forma
extraordinaria.

III.

Tonio Kröger, el escritor trasunto del propio Thomas Mann
y reflejo biográfico de todo auténtico pensador,
nos explica muy bien el problema cuyo diagnóstico intentamos aquí
pronosticar. El artista, el creador, el filósofo, lo es en
la medida en que su vida está primordialmente orientada
hacia el arte, la
creación y la filosofía. Su anomalía, su
locura[xvi][xvi] le sitúa en una espantosa soledad, en un
aislamiento insoportable que rompe cuando se integra entre las
personas, en la normalidad, porque ¡también
él es una persona!, aunque
haya llegado a ser algo más terrible y extraño, un
engendro al que ya no se le puede denominar persona. El
filósofo se ha esforzado por quitarse las máscaras
y lo ha logrado en mayor medida que los oi polloi, y,
sobre todo, se ha quitado esa máscara de los muchos, si
bien a veces descansa, al ponérsela, de la tensión
de afrontar el viento con su cara desnuda. No se puede ser
artista, creador o filósofo los fines de semana. No es un
pasatiempo ni una cuestión al alcance inmediato de la
mano. El sentimiento de las personas lleva, en el mejor de los
casos, a la empalagosa, inoportuna y trivial filosofía,
propia del aficionado: "Nosotros los artistas no
desdeñamos a nadie tanto como al aficionado, al ser
viviente que cree que por encima de todo puede llegar a ser
ocasionalmente un artista. Le aseguro, Lisaveta, que esta clase
de desdén corresponde a mi temperamento más
íntimo. Me encuentro en una sociedad de
gentes de buena familia; comemos,
bebemos y conversamos; reina la máxima
compenetración y me siento muy contento de poder pasar
inadvertido durante un rato en medio de un grupo de
personas sin importancia y completamente «normales»
como si fuese uno de los suyos. De repente (esto ya me ha
ocurrido más de una vez) se levanta un oficial del
Ejército, un teniente, por ejemplo, un muchacho guapo y
apuesto, al que nadie hubiera sospechado nunca capaz con su
uniforme de proceder sin serenidad, y con palabras humildes
solicita permiso para leernos unos cuantos versos que ha
compuesto (…). Su trabajo trata de música y de amor; en una
palabra, unas líneas tan profundamente sentidas cuanto
desprovistas de interés (…). Lo primero que
impresiona mi conciencia es
sentirme partícipe en la responsabilidad que a todos nos atañe, por
la perturbación que aquel joven poco reflexivo ha
provocado en la reunión, y ¡qué duda cabe!,
también en mí, puesto que ha osado tocar mi oficio
con sus manos de chapucero para mejor atormentarme. Y lo segundo,
que aquel hombre, ante
cuya personalidad y
ante cuya existencia yo sentía momentos antes el
más profundo respeto, se hunde
de repente ante mis ojos, se rebaja y se envilece. Me invade
entonces cierta benevolencia compasiva. Me acerco a él,
tal como lo hacen otros caballeros de buen corazón y harto
complacientes, y le dirijo la palabra. <Le felicito -me oigo
decir-, señor teniente… ¡Qué gran
talento! Realmente ha sido maravilloso…>. Y falta muy
poco para que le dé unos golpecitos en el hombro
(…). ¡Su culpa! Allí estaba (…) el
error de suponer que está permitido coger una hojita, una
sola hojita, del laurel del arte sin pagar por ella con toda su
vida" (Thomas Mann Tonio Kröger. Editorial Plaza
& Janés. Barcelona 1984, cap.IV, 
pp.174-176).

Pero consagrar la vida entera al estudio no es, sin
más, equivalente a consagrar la vida a la
filosofía: "Un gran erudito y una gran cabeza vacía
-son cosas que más fácilmente pueden encontrarse
bajo un mismo sombrero" (Friedrich Nietzsche De la utilidad y los
inconvenientes de la historia para la vida
. Cap.6).
¡Hace falta algo más que técnica! Lo cual
puede constatarse muy claramente en el mundo de la música.
Hay entre los músicos muy buenos ejecutantes, personas que
dominan, por ejemplo, la técnica de tocar el piano al
máximo nivel. Pero no son más que ejecutantes y de
entre ellos, destaca un Horowitz, porque además de dominar
también la técnica a la perfección tiene
algo más, algo propio y de lo que carecen los otros, tiene
estilo. La construcción del estilo es lo más
difícil y surge siempre tras el dominio de la
técnica, nunca antes. El gran estilo es lo propio
de los creadores, artístas y filósofos, valgan aquí las
redundancias. No vale nada el pintor que realiza arte abstracto
por su incapacidad y falta de dominio del arte figurativo sino
aquel que dominando a la perfección el arte figurativo
experimenta las imposibilidades y limitaciones que tal medio de
expresión conlleva, volcándose entonces sobre la
transgresión de tales impedimentos y abriendo nuevos
caminos. Por eso, en la filosofía igualmente, para pensar
en filosofía
contemporánea es imprescindible haber pasado por la
filosofía clásica, no siendo el que quiere estar a
la última y no lee ningún libro que no se acabe de
publicar sino el seguidor de una moda.

El erudito, el profesor, el doctor, el hombre
cultivado o docto, es a menudo un hombre que parece sabio sin
serlo, es un fraude y en
realidad, un ser mediocre: "El docto tiene también, como
es obvio, las enfermedades y defectos de
una especie no aristocrática" (Nietzsche Más
allá del bien y del mal
, §206). ¿No es
esquizoide la duplicidad filósofo y funcionario?
¡Si, claro que lo es! Como esquizoides son la
mayoría de las circunstancias vitales de la sociedad
moderna respecto a la realización de cualquier tarea
artística o filosófica. La duplicidad trabajo
asalariado vs. trabajo libre nos atrapa hoy a todos, estamos
divididos, pero unas duplicidades pueden ser menos onerosas que
otras, siendo la consecución del verdadero ocio, de las
tres cuartas partes de la jornada para el trabajo
activo, libre y en ningún modo perezoso, de la
creación, una necesidad para poder llevar a cabo cualquier
pensamiento que se pueda ganar tal nombre, más allá
de la opinión. Se me dirá que no se ha tenido
tiempo pero responderemos con Séneca que no vive
más quien vive más largamente o con Epicuro que
nunca es pronto ni tarde para hacerse con la filosofía.
Pero cuidado con esas hojitas del arte de las que hablaba
Kröger: "Mucho se ha conseguido cuando a la gran masa (a los
superficiales, a los intestinos veloces de toda especie) se le ha
infundido por fin el sentimiento de que a ella no le es
lícito tocar todo; de que hay vivencias sagradas ante las
cuales tiene que quitarse los zapatos y mantener alejada su sucia
mano. A la inversa, respecto a los denominados hombres cultos, en
los creyentes de las «ideas modernas», acaso ninguna
otra cosa produzca tanta náusea
como su falta de pudor, su cómoda insolencia de ojo y de
mano, con la que tocan, lamen, palpan todo". (Nietzsche
Más allá del bien y del mal, §263). El
atrevimiento es necesario pero sin olvidar el pudor y la
humildad. No ha de llevar la última al menosprecio ni el
primero a la vanidad, sino que con respeto y arrojo al mismo
tiempo hay que caminar sin descanso por las escarpadas sendas que
conducen a la filosofía.

 

 

 

 

Autor:

Simón Royo

[i][i] Eminentemente en diálogos como La
República
; El Sofista; El
Parménides
; Las Leyes….

[ii][ii] Eminentemente en obras como su
Metafísica; el De anima; la
ética a Nicómaco….

[iii][iii] Eminentemente en la Summa
Theologica

[iv][iv] Eminentemente en su Ethica demostrata more
geometrico

[v][v] Eminentemente en sus tres críticas,
destacando su Crítica de la razón
pura

[vi][vi] Eminentemente en su Fenomenología del
Espíritu
; en la Ciencia de la
Lógica
; en su Lógica y en la
Enciclopedia

[vii][vii] Eminentemente en sus Investigaciones
Lógicas

[viii][viii] Eminentemente en su El Ser y la Nada,
y en su Crítica de la razón
dialéctica

[ix][ix] Eminentemente en el Tractatus y en las
Investigaciones filosóficas

[x][x] Eminentemente en su obra Ser y
Tiempo

[xi][xi] Cfr. Friedrich Nietzsche Nachgelassene
Fragmente
, 1873, 29 [56].

[xii][xii] Libro clásico del que sin embargo no
contamos en español con una traducción aceptable.

[xiii][xiii] Séneca Sobre la brevedad de la
vida
13.1-7 (y cfr. ss) Trad.
Diálogos. Editora Nacional:
"13.1.
Es largo enumerar uno por uno a aquellos cuya vida
consumió el juego de
los latrunculi, la pelota o el afán por tostar
su cuerpo al sol. No son ociosos aquellos cuyos placeres
suponen mucho trabajo. En efecto, nadie duda de que
estén atareadísimos aquellos que se entregan al
estudio inútil de las letras; éstos son ya
ejército nutrido también entre los romanos. 2.
Propia de los griegos fue esta
enfermedad
: investigar qué número
de remeros tenía Ulises, si se escribió antes
la
Ilíada o la Odisea, y
además si son del mismo autor; en fin, otras cosas de
ese mismo tipo que, en caso de que se guarden para uno mismo,
de nada sirven a un conocimiento interior, en caso de que las
manifiestes, no pareces más sabio, sino más
impertinente. 3. He aquí que también ha
invadido a los romanos el afán por aprender cosas
superfluas (*).

Estos días he oído a una persona que contaba
qué cosas había hecho por primera vez cada uno
de los generales romanos: Duilio (**) el primero
venció en una batalla naval, Curio Dentato el primero
introdujo elefantes en una celebración de triunfo. y
todavía estas cosas, aunque no tienden a una gloria
verdadera, por lo menos, tratan de ejemplos de cuestiones
cívicas. Una ciencia así no va a servir de
nada, pero es tal que nos atrae con la vana apariencia de los
hechos. 4. Por eso, dejemos en paz también a los que
investigan quién convenció por primera vez a
los romanos de que subieran a una nave (fue Claudio, llamado
Caudex por la siguiente razón, porque la unión
de varias tablas antiguamente se llamaba caudex, de
ahí que las tablillas oficiales se llaman codices;
ahora incluso, las naves que transportan mercancias por el
Tíber se llaman codicarae) (***); 5. aceptemos
que también esto es importante: que Valerio Corvino
sometió el primero Mesana y el primero de la familia
de los Valerios fue llamado Mesana por adoptar para él
el nombre de la ciudad tomada y, poco a poco, al cambiar las
letras el vulgo, se le dijo Mesala. 6. ¿acaso
también permitirás a alguien que se preocupe de
que L. Sila, el primero, ofreció en el circo leones
sin atar (siendo así que en otros lugares se
ofrecían atados) y que fueron enviados por el rey Boco
flecheros para acabar con ellos?. Dejemos también
pasar esto, ¿acaso también va a servir de algo
bueno que Pompeyo, el primero, ofreciese en
espectáculo en el circo la lucha de dieciocho
elefantes contra hombres inocentes, siguiendo la costumbre de
las batallas?. El hombre más destacado de la ciudad, y
entre los más destacados de la Antigüedad,
según cuenta la fama, consideró un tipo de
espectáculo destinado a recordar su enorme bondad el
acabar con los hombres por un sistema
nuevo. ¿Luchan hasta el final? Es poco; ¿se
desgarran? Es poco. Que sean aplastados bajo el inmenso
cuerpo de los animales. 7.
Mejor sería dar esto al olvido, para que ningún
hombre poderoso aprendiera después y sintiera envidia
ante acción tan poco humana.
¡Qué bruma arroja sobre nuestras inteligencias
una gran felicidad! El creyó que estaba por encima de
la naturaleza
cuando podía arrojar montones de desdichados a fieras
nacidas en otros lugares, cuando podía provocar una
guerra entre animales tan distintos, cuando podía
derramar abundante sangre en
presencia del pueblo romano, él, que iba a obligar a
derramar luego más. En cambio,
él mismo, engañado después por la
perfidia alejandrina se ofreció al último de
los esclavos para que lo traspasara, dándose cuenta,
al fin entonces de la estúpida jactancia de su nombre
(****)".

NOTAS DE LA NOTA:

(*) A partir de aquí, con el pretexto
de ejemplificar la vaciedad de algunos conocimientos,
Séneca hace un verdadero alarde de
poseerlos
. Que tal pasión por dominar
cuestiones futiles estaba de moda, nos lo confirma Suetonio
refiriéndose a Tiberio (Tib. 70,3); también
hablan de ello Juvenal (7,232 y ss.) Y Aulo Gelio (XIV 6). En
este último un capítulo entero está
dedicado a ejemplificar esa manía en un personaje
concreto,
amigo suyo. Al hablar de "si se escribió antes
la
Ilíada o la Odisea, y además si son del
mismo autor" se está enunciando el tema denominado
La cuestión homérica, que desde
la antigüedad venía debatiéndose. En el
siglo XIX surgirían las dos posturas aún
vigentes respecto al problema, la de los analíticos
y los unitarios
, defendiendo el joven Nietzsche la
segunda, en su disertación inaugural como
catedrático de Basilea, desde unos postulados
románticos y al estar contra la
erudición
(filológica e
historiográfica); pero precisamente, al igual que
Séneca, estando en contra de la erudición por
haberla rebasado con mucho, y ejemplificando poseerla en
cada momento de criticarla
, (lo que se refleja
también en la segunda de sus Consideraciones
Intempestivas
). Sobre la "cuestión
homérica
" cfr. Web
Ideasapiens: Las fuentes
escritas de Grecia.

http://www.ideasapiens.com/antropologia/fuentesescritas_%20degrecia.htm

(Diciembre de 2001).

(**) Cesón Duilio Nepote fue efectivamente el
primer general romano que venció en una batalla naval
(Mylae) a loscartagineses, en el año 260 a. C. La
columna rostral, llamada de Duilio, nos da cuenta
precisamente de esa batalla (CIL 1225). Cicerón lo
cita (Orator 153) a propósito de la transición
fonética Duellium > Bellium.

(***) Apio Claudio Caudice (cónsul 264 a. C.), hijo
de Apio Claudio el Ciego. Venció a Hierón II ya
los cartagineses en los inicios de la primera guerra
pÚnica. La intervención tuvo como pretexto el
acudir en ayuda de los mercenarios mamertinos que estaban
bloqueados en Mesina por cartagineses y griegos, estos
últimos al mando de Hierón II, rey de Siracusa.
Suetonio (Tib. 2,1) lo cita como el primero que cruzó
el estrecho con una flota y expulsó a los cartagineses
de Sicilia.

(****) Magno.

[xiv][xiv] Educación contra mercado:
La filosofía y la formación política de la
ciudadanía
. http://www.filosofia.net/materiales/num/num11/num11s1.htm

[xv][xv] GLOBALIZACIÓN. Revista
Web Mensual de Economía, Sociedad y Cultura
http://www.rcci.net/globalizacion/index.htm

FEBRERO DE 2001: Comunidades de hombres
frente a sociedades
de mercancías
:
http://www.rcci.net/globalizacion/2001/fg160.htm

[xvi][xvi] Platón Fedro 245a: "El tercer
grado de locura y de posesión viene de las Musas,
cuando se hacen con un alma tierna e implacable,
despertándola y alentándola hacia cantos y toda
clase de poesía, que al ensalzar mil hechos de
los antiguos, educa a los que han de venir. Aquel, pues, que
sin la locura de las Musas acude a las puertas de la
poesía, persuadido de que, como por arte, va a hacerse
un verdadero poeta, lo será imperfecto, y la obra que
sea capaz de crear, estando en su sano juicio, quedará
eclipsada por la de los inspirados y posesos".

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