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Fundamentos de Sociología General: Durkheim, Weber y Marx (página 2)




Enviado por Alejandro Genni



Partes: 1, 2

La segunda crítica está referida a la idea de
exterioridad de los hechos sociales. Argumentan sus
críticos que como la sociedad está formada por
individuos, la vida social tiene el fundamento de la conciencia
individual. En defensa de su idea, Durkheim argumenta que como la
sociedad constituye una síntesis sui generis (de
naturaleza propia) que genera nuevos fenómenos que le son
propios (diferentes de los que tienen lugar en las conciencias
individuales), entonces esos hechos residen en la sociedad que
los produce y no en sus partes miembro. Es decir que son
exteriores en cuanto exceden al individuo particular.

En lo referente al último punto, las críticas se
centraron en torno al modo en que el autor estableció la
identificación propia del hecho social, a saber: la
capacidad que tienen de ejercer sobre las conciencias
particulares una influencia coercitiva. Aquí, Durkheim es
categórico. Argumenta su simple intención de
identificar a los hechos sociales a partir de esta
característica exterior de los mismos. Si bien puede haber
otras propiedad distintivas, considera que para delimitar el
campo científico ésta es la mejor
característica observable en el objeto de estudio.

En el capítulo 3 se hace una distinción entre lo
normal y lo patológico. Explica que la ciencia debe
contener valoraciones ya que de ésta manera se fijan fines
y por tanto es posible determinar los medios más
apropiados para llegar a ellos.

Argumentará que en tanto la salud es buena y deseable
para los individuos, así ocurre también con la
sociedad. Por tanto el medio para alcanzar dicho fin debe ser el
de encontrar un criterio objetivo, inherente a los hechos mismos
que permita distinguir científicamente la salud de la
enfermedad en los diferentes órdenes de los
fenómenos sociales.

Se comienza por distinguir las formas normal y
patológica de los fenómenos sociales. Las formas
normales son aquellas generales en toda la extensión de la
especie y se encuentran prácticamente en todos los
individuos de la especie. Por su parte, las formas
patológicas están referidas a las desviaciones de
casos respecto de la media que es posible trazar de las formas
normales. Dichas desviaciones son minoritarias y por lo general,
excepcionales.

Además debe enmarcarse lo que se considera normal en
una cierta fase del desarrollo de la especie social.

Por último, el autor nos habla de aquello que
denominamos especie social (a lo que aplicamos la
clasificación de normal o patológico). Para
definirla se tomarán  características
esenciales de la especie. Estas características deben
buscarse en las partes constitutivas de la sociedad, es decir en
sociedades más simples. Desagregando se llegará a
la sociedad simple, constituida por un segmento único, que
no presenta rasgos de segmentación anterior (la HORDA
responde a esta definición). La horda es la matriz de
donde han salido todas las especies sociales.  De esta
manera se tiene un punto de apoyo para construir la escala
completa de los tipos sociales. Se distinguirán tantos
tipos sociales como combinaciones diferentes de hordas que den
lugar al nacimiento de nuevas sociedades, y a la
combinación de éstas entre sí. De las
primeras combinaciones resulta lo que se llama sociedades
polisegmentarias simples, y de las combinaciones entre sociedades
constituidas resultan sociedades polisegmentarias simplemente
compuestas. Por último de la fusión de éste
último tipo de sociedades encontramos las sociedades
polisegmentarias doblemente compuestas, lo que sería el
caso de una ciudad.

Cuando se intenta explicar los hechos sociales se tiende a
incurrir en el error de explicarlos en base a su función,
sin embargo Durkheim hace una relevante distinción entre
las causas y los efectos de los mismos. Según el autor, la
sociología debe buscar ésta relación de
causalidad, sin perder de vista sus causas originarias.

La metodología a utilizarse para este estudio, no debe
ser ni finalista ni esencialmente psicológica como
hicieron sus predecesores, tanto Comte  como Spencer. Sin
embargo la metodología psicológica introducida no
tiene validez: si los hechos sociales son superiores a las
conciencias individuales, éstas deben ser dejadas de lado
a la hora de buscarse las causas de los mismos. Estos, recordando
explicaciones anteriores, poseen una naturaleza propia. Y en este
segmento de su obra postulará una regla clara sobre el
presente tópico: las causas de los hechos sociales deben
buscarse en hechos sociales precedentes y no en las conciencias
particulares.

Como complemento esencial de esta primera formulación,
dirá Durkheim que el origen de todo proceso social de
cierta importancia debe ser buscado en relación directa
con la constitución del medio social. Dicho medio
está compuesto por: cosas y personas, siendo en
éstas últimas en donde debe buscarse las
explicaciones del curso de los fenómenos sociales. Sobre
el medio humano existen dos factores que intervienen de manera
directa sobre dicho curso: número de unidades sociales
(volumen de la sociedad) y el grado de concentración de la
masa (densidad dinámica) referida a las unidades en
constante interacción entre sí. De esto concluye el
autor que todas las causas de los fenómenos sociales son
internas a la sociedad.

Como es lógico, en consonancia con lo anterior,
Durkheim establece la manera de demostrar la relación
causal entre fenómenos sociales: se deben comparar los
casos en los que ambos están simultáneamente
presentes o ausentes y averiguar si las variaciones que se
presentan en esas diferentes combinaciones de circunstancias
demuestran que uno depende del otro.

Sobre este tema es fundamental reproducir la siguiente ley
enunciada por el autor: a un mismo efecto corresponde una misma
causa. Su justificación no es menos interesante que el
enunciado: como la relación resulta de la naturaleza de
las cosas, por tanto un mismo efecto sólo puede mantener
esa relación con una única causa, ya que no puede
expresar más que una naturaleza.

Sobre el  método comparativo descripto más
arriba, ese es el que le compete a la sociología ya que el
observador no podrá utilizar el método de la
experimentación desde el momento en que los hechos
sociales no pueden ser producidos por el observador. Para entrar
en precisiones recomienda usar el método de variaciones
concomitantes: utilizar el simple paralelismo de valores por los
que pasan dos fenómenos para dilucidar si existe una
relación entre ellos.

En el final del libro, Durkheim esbozará una
conclusión que incluirá los rasgos fundamentales
del método por él propuesto:

1) El método es independiente de toda
filosofía:  ya no le compete pertenecer a ninguna
corriente filosófica sino ser "sociología a secas".
Asimismo debe mantener igual independencia respecto a las
doctrinas prácticas que no buscan explicar los hechos
sociales (verdadero fin de la sociología) sino
reformarlos.

2) Es un método objetivo en el que deben eliminarse las
prenociones del observador. Por ello argumenta sobre la idea de
tratar a los hechos sociales como cosas.

3) Rasgo de ser exclusivamente sociológico: esto es
más que nada de lo que se trata la presente reseña,
es decir, un hecho social sólo puede ser explicado por
otro hecho social, teniendo en cuenta el medio interior en donde
se produce.

M. Weber

Weber abarcará varias líneas argumentales para
describir su concepción sobre la formulación y el
tratamiento de los hechos enmarcados en lo que llama las ciencias
de la cultura. Intentará combatir la concepción por
completo unificada del Materialismo Científico de que las
causas únicas de la realidad cultural (y también de
la historia misma) está determinada por motivos
económicos. Asimismo se concentrará en la idea de
una ciencia subjetiva en la elección de su objeto de
estudio, altamente condicionada por su entorno de valoraciones
culturales definidas. Por último en su análisis
subjetivista de las ciencias de la cultura establecerá la
funcionalidad de las leyes generales y el fin al que debe tender
la explicación científica de los hechos.

Comenzaremos por el enfrentamiento que Weber tiene con la
concepción del Materialismo Histórico de la
ciencia. Según  esta postura los determinantes
últimos y verdaderos del desarrollo histórico de la
cultura (y por ende explicativos de la realidad cultural)
están en las fuerzas económicas. Sin embargo el
autor cree en la multiplicidad de causas que condicionan la
realidad de los hechos. No cree en la circunscripción de
éstas causas a una sola dimensión.
Argumentará que todos aquellos hechos de la realidad que
el Materialismo Histórico toma como accidentales para
restarles importancia explicativa a favor de las fuerzas
económicas, en realidad pueden ser vistas sus
significaciones particulares en base a condiciones
históricas ciertamente accidentales. El enfoque inverso.
Sin embargo este método no será desechado por Weber
en tanto establezca conexiones valiosas para la imputación
causal de los procesos históricos. La unilateralidad de
los factores explicativos no es apoyada por el autor, quien
establece que los hechos de las ciencias sociales tomados de
manera individual deben ser considerados en sus conexiones
universales, y por tanto condicionados de ésta manera.

Habiendo dicho esto estamos en condiciones de explicar de
manera más clara la concepción subjetivista que
plantea Weber. Los fenómenos culturales tienen una
relación directa con las ideas de valor. Esto se debe a
que la cultura misma es un concepto de valor. Para ser más
precisos: la realidad empírica es para nosotros cultura en
tanto abarca aquellas ideas de valor que vuelven significativa
esa cuota de realidad. Por tanto al ser seres culturales,
entendemos el mundo desde ésta posición de nuestras
ideas de valor y estamos en condiciones de movernos a partir de
juicios de valor para determinar los fenómenos sociales
que serán para nosotros significativos. De esta manera se
evidencia la subjetividad en la elección de los objetos de
estudio científico en tanto son significativos en base a
nuestras ideas. Dicha crítica técnica subyace en
toda investigación científica de los hechos
culturales.

Por último resulta esencial mostrar el lugar que las
leyes generales tienen para el autor así como el fin
buscado por la explicación científica. Weber no
considera a las leyes causales como el fin mismo del estudio
científico, sino como un medio que facilita la
imputación causal de los componentes de los
fenómenos culturales individuales. Y se agrega que las
leyes generales en cuanto están remitidas a niveles altos
de abstracción nos desvían de la realidad por lo
que son menos valiosas cuanto más generales sean.

Por lo tanto el fin al que debe tender la explicación
es al de imputaciones causales y sus conexiones individuales que
permitan comprender la porción de la realidad que se ha
seleccionado para el análisis.

En esta última parte de su texto, Weber centrará
su atención en dos puntos esenciales: en primer lugar en
una crítica al intento de las ciencias sociales de
asemejarse a la tipología de las ciencias naturales.
Luego, y esto resulta lo más relevante, explicará
la caracterización y la función de las
construcciones típico-ideales como parte de las ciencias
de la cultura.

Existía, según el autor, una fuerte
propensión a volcarse a un tratamiento de los hechos
sociales en base al método aplicado por las ciencias
naturales. Esto es, el descubrimiento de leyes generales, donde
los casos particulares sólo entraban como representantes
ilustrativos de dichas leyes. De forma análoga, se
creía en la construcción de un sistema de
proposiciones abstractas como medio para el conocimiento de la
realidad social. A su vez, resultaba de gran apoyo para este
propósito, el uso de axiomas psicológicos, es decir
la explicación de las conductas a raíz de
"impulsos" específicos del hombres (como ser el
afán de lucro).

Sobre esto Weber criticará la ahistoricidad de esta
postura, al no tomar en cuenta los componentes históricos
en las explicaciones. Asimismo, y esto resulta relevante, no
pretenderá deducir las instituciones a partir de leyes
psicológicas ni explicarlas a partir de fenómenos
psicológicos elementales. Planteará otro
camino.

Weber propondrá para el tratamiento de los hechos
sociales, construcciones típico-ideales. Dichas
construcciones no constituyen la exposiciones de la realidad,
aunque sí medios para representarla. Por tanto la
formación de tipos ideales abstractos no serán una
meta sino un medio para el conocimiento. Y su importancia radica
en su aporte en cuanto a la medida en que la realidad se acerca o
se aleja de ese cuadro ideal. Sin embargo, sobre este punto, el
autor será cuidadoso al señalar una posible
complicación en el análisis al juzgar dichas
comparaciones valorativamente, algo que debe evitarse.

El autor presentará dos consideraciones de importancia
sobre dichas construcciones. La primera está referida a
las relaciones que por lo general existen entre la idea en el
sentido de una orientación práctica o
teórica de pensamiento y la idea en el sentido de tipo
ideal de una época. Es decir que existe una fuerte
relación entre el tipo ideal de una determinada
situación social y el ideal por alcanzar de manera
práctica para los contemporáneos de esa
época. La segunda consideración, lo lleva a Weber a
establecer que las ideas de una época determinada
sólo pueden ser aprehendidas con precisión
conceptual bajo la forma de un tipo ideal. Esto es debido a la
diversidad de forma, contenido y sentido con que se presentan
esas situaciones durante aquella época.

Por otra parte hace mención a la posibilidad de
caracterizar a los conceptos de género (tanto como a los
tipos individuales constituyentes del género) como
construcciones típico-ideales útiles para el
método a desarrollar. Además mencionará la
complicación que tiene el uso de conceptos colectivos, al
ser extremadamente imprecisos en su contenido, para el desarrollo
de planteos correctos en las ciencias sociales.

Finalmente, para Weber las ciencias de la cultura se deben
ocupar de manera continua del ordenamiento conceptual de los
hechos a través de la formación de conceptos. Pero
como según este autor, existe una orientación de la
observación hacia la cuota de realidad significativamente
cultural, cuando la situación cambia apoyada en nuevas
ideas de valor, la ciencia deberá cambiar su
posición formando nuevos conceptos y renovando de manera
continua su aparato conceptual.

K. Marx

En los textos que se explican a continuación, su autor,
Karl Marx hace referencia a algunos aspectos que resultan
cruciales para el desempeño profesional del
sociólogo. Mediante la ilustración de los
conflictos teóricos existentes en su época, Marx
nos mostrará en primer lugar la tendencia a la
naturalización de las relaciones sociales. Posteriormente
establecerá el método que cree conveniente para el
estudio científico.

Sobre el primer punto a desarrollar, el autor tomará a
los economistas clásicos (Smith y Ricardo) como exponentes
máximos de la naturalización del sistema social
existente en la época; esto es, un predominio claro del
orden burgués. Responsabiliza a los economistas de imponer
una idea del desarrollo de las relaciones burguesas de
producción como un desarrollo natural sobre el que se crea
la riqueza y se desarrollan las fuerzas productivas. Se establece
que éstas, son las leyes naturales (sin influencia del
tiempo) que deben rigen para siempre a la sociedad.

Sin embargo, el autor intentará rebatir esta idea,
utilizando en su argumentación las relaciones
históricas de producción. En principio establece la
existencia de producción en cualquier época
histórica que se tome. Ahora bien, no siempre las
relaciones sociales que se desarrollaron junto con la
producción fueron iguales. En éste sentido,
dirá que la producción debe tomarse en base a una
determinada época histórica. Y aquí se
presenta una gran diferencia que intentará desnaturalizar
las relaciones burguesas de producción: mientras que en
épocas lejanas de la historia, el individuo productor era
dependiente y formaba parte de un grupo mayor,  sólo
al llegar al siglo XVIII y en sus conexiones sociales es que
tiene lugar un desarrollo del individuo tendiente al logro de sus
objetivos privados. Esto último define en gran medida las
relaciones capitalistas donde se imponen las relaciones burguesas
de producción, mostrando importantes diferencias con el
devenir histórico.

El segundo tema al que se refiere el autor en esta seguidilla
de textos es al método científico. Lo primero que
debe decirse es la relación que resulta del presente punto
con el anterior: la naturalización del objeto de estudio
es problemático ya que este método no contempla la
problemática histórica que constituye al objeto
bajo estudio.

Es clara su "cruzada" contra los empiristas y los califica de
ingenuos al tomar como objeto científico a lo "real" en su
totalidad concreta. Si se comienza por la totalidad, dirá
Marx, se tendrá una representación caótica
del conjunto. De esta manera se necesitará llegar
analíticamente a conceptos cada vez más simples.
Según el autor, éste es el método
científico adoptado por la economía
política, y es incorrecto.

Analizando los hechos de manera inversa, se debe partir de las
determinaciones más simples, y relacionarlas de manera que
se disponga ya no de un conjunto caótico, sino de
múltiples determinaciones y relaciones que nos expliquen
el objeto científico analizado. En este sentido, Marx
argumenta que lo concreto es concreto por ser la síntesis
de múltiples determinaciones, por lo que éstas
últimas en su carácter simple y las relaciones que
entre ellas existan deben ser el punto de partida del
método científico.

 

 

Autor:

Alejandro Genni

Partes: 1, 2
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