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Discurso y dispositivo en M. Foucault (página 2)




Enviado por Pablo Julián Hupert



Partes: 1, 2

"Se trata de determinar… el régimen de poder-saber-placer que sostiene al discurso sobre
la sexualidad";
p. 18. Dicho de otro modo: como fuimos viendo en nuestra lectura, el
discurso tiene y produce materialidad, el discurso actúa y
no sólo habla, porque se sostiene en (o es) un
dispositivo.

·                    
Discurso vale para todo recurso
simbólico de ordenamiento de las prácticas: desde
prohibiciones hasta recomendaciones, pasando por
anécdotas, enseñanzas, modelos,
identificaciones, códigos éticos de una
profesión u oficio, enojos, bromas, elaboración de
conceptos, premios y castigos, teorías, etc. Un discurso es un
sistema
simbólico de ordenamiento de las
prácticas
.[2]

Dispositivo
y técnica – dispositivo y discurseo.

·                    
Se lee en la p. 32 que "se ha construido un artefacto para
producir discursos
sobre el sexo,
susceptibles de funcionar y de surtir efecto en su economía misma". El dispositivo es un
artefacto con efectos en lo (su)[3] real.
También se lee que un dispositivo es un vínculo
entre el (su) discurso y lo (su) real. En este sentido, el
dispositivo es un lazo social concreto,
histórico. El dispositivo puede ser llamado artefacto pues
consiste en un conjunto de técnicas o
mecanismos que producen la vinculación y la
efectuación del discurso en lo real (pp. 32 y 33).

·                    
He leído que un dispositivo es un vínculo entre el
discurso y lo real. Pero también he leído que un
discurso puede ser un vínculo entre un dispositivo y su
real. ¿Vincula el discurso o vincula el dispositivo? Esta
ambigüedad no es probablemente deficiencia de la lectura
sino un rasgo intrínseco del trabajo
foucaltiano. Los dispositivos discursean y los discursos
disponen. "El sexo se ha convertido… en algo que debe ser
dicho, y dicho exhaustivamente según dispositivos
discursivos
diversos"; p. 43, subrayado mío. Lo
importante es que el discurso y el dispositivo se son mutuamente
imprescindibles; que disponer es vincular unas prácticas
(que incluyen discurrires) a lo real y que para lograr la
vinculación son necesarios tanto el discurso como el
dispositivo. Así como no hay poder sin discurso, tampoco
hay discurso sin dispositivo.

·                    
En un dispositivo, las operaciones (las
prácticas) están codificadas: en esto consiste una
técnica, en una práctica codificada; p. 82. Ahora
bien, no puede haber codificación de las prácticas sin
trabajo discursivo sobre las mismas y en las mismas. Así
comprendimos que lo que en la página 34 se presenta como
una "técnica del poder" en la página 36 sea
llamado "discurso". Luego, decir que un dispositivo es un
conjunto de técnicas es como decir que es un conjunto de
discursos.

·                    
Uno creería que una técnica puede no ser
discursiva. El trabajo
foucaltiano evita la cuestión: Foucault
sólo trabaja con técnicas discursivas. En el
trabajo foucaultiano, todo discurso es técnica de poder y
toda técnica es discurso productor. A la vez, una
técnica no discursiva sería un contrasentido, pues
una técnica es una práctica codificada. Si las
hubiere, las prácticas no codificadas no ameritan estudio.
La pregunta que queda rondando es qué ocurre con las
operaciones que no están codificadas.

·                    
Parece necesario usar el neologismo "discursear" para
diferenciarlo del aceptado verbo "discurrir". Discursear es un
verbo transitivo; con él decimos que hay un discurrir
productor de poder, de prácticas, de objetividad, de
subjetividad. El discursear sería un discurrir que tiene
un régimen, un discurrir vinculado y vinculante a lo real.
El discursear sería una operación o práctica
(el discurrir) codificada discursivamente (otro modo de entender
la identificación entre discurso y técnica). Luego,
el discurso es esa actividad aquí llamada discurseo que
codifica las prácticas convirtiéndolas en
técnicas; tiene entonces un rasgo y un rango especial,
pues es en sí mismo una práctica codificada a la
vez que codificadora de prácticas. El discurso discursea
en la medida en que su actividad es discurseada.

·                    
Otra diferencia entre discurrimiento y discurso. "El discurso es
una violencia, una
práctica, que les imponemos a las cosas" (Foucault,
El orden del discurso, Tusquets, Buenos Aires,
1992, p. 44). "El crecimiento de las perversiones no es un tema
moralizador [victoriano]. Es el producto real
de la interferencia de un tipo de poder sobre el cuerpo y sus
placeres" (p. 62). El discurrir queda asociado al habla que puede
exagerar o negar una realidad, pero sin modificarla, mientras que
el discurso es una actividad capaz de producir esa realidad y/o
efectuarse en ella. "Si la sexualidad se constituyó como
dominio por
conocer, tal cosa sucedió a partir de relaciones de poder
que la instituyeron como objeto posible" (p. 119).

·                    
El discurso sería entonces un discurrir gobernado por un
régimen. No debe escapársenos, al afirmar esto, el
hecho de que no sólo hay discurso donde hay discurrires
instituidos. Como se infiere de la confusión entre
técnica y discurso, hay discurso dondequiera que haya
codificación. Allí donde vemos practicar
establemente unas prácticas, donde vemos que se les ve un
sentido intrínseco, es decir, donde haya prácticas
codificadas (no importando en tal sentido si son prácticas
discurrentes o de las otras), allí hay discurso
-allí hay prácticas dispuestas por un dispositivo.
Luego, cuando decimos que el discurso es un discurrir regido, no
decimos que el discurso sea, o que el discursear se ejerza, en
forma de palabras. Tal vez sea más claro, aunque
más incómodo, decir que un discurso es un practicar
sistemáticamente discurrido. Lo que trato de decir es que
toda operación codificada, toda práctica (se trate
de palabras o de hechos) con sentido dado, es parte y
actualización de un discurso, es ejercicio de un
discurseo.

·                    
Creo que podría resumir todo esto así. En un
discurso hay organización / codificación de
palabras, de hechos, de subjetividad, en suma, de
prácticas discursivas; incluso, hay organización /
codificación de la misma actividad de organización
/ codificación. Un dispositivo es, por un lado, el sistema
resultante de todas esas organizaciones, a
la vez que, por otro, lo que las sistematiza y reproduce de forma
más o menos estable. Del primer lado, el dispositivo es
dispuesto por las prácticas discursivas; del segundo, el
dispositivo dispone las prácticas
discursivas.

Dispositivo, técnica, mecanismo,
operación.

·                    
En la página 36, se enumeran prácticas o
técnicas con las que un dispositivo (ahí, el de
sexualidad) vincula el discurso a lo (su) real: campañas
sistemáticas, exhortaciones morales, medidas
fiscales… incluso el Estado y el
individuo.

Resulta ser que desde el punto de vista de un dispositivo
cualquiera (en el texto, el de
sexualidad), otros dispositivos, como el Estado,
la familia o
el individuo, pueden resultar técnicas. Desde el punto de
vista del poder de vinculación del dispositivo que se
estudia, importan las técnicas que hay a mano que puedan
servir como recursos de
poder, sin importar si son técnicas "simples" o
"compuestas" de otras técnicas.

Medicina, pedagogía, familia,
psiquiatría, didáctica, moral
ejemplar, literatura son discursos o
mecanismos o técnicas del dispositivo de sexualidad; p.
39. "Se trata menos de un discurso sobre el sexo que de
una multiplicidad de discursos producidos por toda una serie de
equipos que funcionan en instituciones
diferentes"; pp. 44-5, subrayado en el original. Es decir que el
discurso de un dispositivo (en el texto, el "discurso de
sexualidad") es ¿una abstracción? hecha por el
análisis que se forma a partir de la
intersección / convergencia estratégica de varios
discursos distintos probablemente utilizados en otras estrategias de
poder. Nos volvemos a encontrar con la complejidad de cada
técnica: lo que para un dispositivo es una técnica
simple, en otro dispositivo es un conjunto de
técnicas.

·                    
No hay un poder maquiavélico que planifica por doquier;
sí hay discursos / dispositivos / técnicas /
mecanismos que usan a otros como su condición. El obrero
de Lapcourt "fue dado a conocer al mundo científico
mediante un análisis pormenorizado. Se puede apostar que
en la misma época el maestro de Lapcourt enseñaba a
los pequeños a pulir su lenguaje y a
no hablar de todas esas cosas en voz alta. Pero ésa era
una de las condiciones para que las instituciones de saber y de
poder pudieran recubrir ese pequeño teatro cotidiano
con sus discursos solemnes."; p. 43.

·                    
No queda muy claro cómo se articulan estos y aquellos
diversos focos discursivos.[4]

·                    
Lo que se ve claramente es que las técnicas de un
dispositivo no son claras y distintas. Entre ellas hay
encabalgamientos, encadenamientos, retroalimentación, solapamientos,
dispersión, mezcla. Tomo como ejemplo la
individualización, que en el libro es una
técnica o procedimiento del
poder moderno; tal procedimiento o técnica es efectuado
por otras técnicas; entre éstas, la
confesión es central (p. 74); pero también es
cierto que la técnica de la confesión recurre a
otras técnicas y que, entre éstas, la
individualización es central… Generalmente no se
pueden identificar las diversas técnicas si no es en su
interacción y confusión. La
importancia de distinguirlas para una "analítica del
poder" (como se la llama en la p. 100), según El orden
del discurso
, es doble: en el enfoque que Foucault llama
crítico, permiten caracterizar la forma de poder que
ejerce el dispositivo; en el que llama enfoque
genealógico, permiten caracterizar una discontinuidad y
una serialidad en el ejercicio de la forma de poder (pp.
49-57).

·                    
Todos esos mecanismos o técnicas son mecanismos o
técnicas discursivos de vinculación. Cuando
decimos vinculación decimos no sólo
vinculación del dispositivo con un real sino
también producción del mismo real con el que el
dispositivo se vincula (y que por eso es su real). Lo que
es como decir que esos mecanismos discursivos son mecanismos de
"puesta en discurso" y de producción de aquello que se
pone en discurso. Así, la puesta en discurso de un real es
una actividad que consiste en vincular ese real con el discurso y
determinarlo como real (por lo tanto, como real de ese
discurso)[5]. Si esos mecanismos son internos al
discurso, luego, lo real también lo
es.

Régimen de discurso. Exclusión
inclusiva.

·                    
Un régimen de discurso se compone de modos de decir;
incluye qué se dice, quién lo dice, a quién,
desde dónde, para qué, qué se calla y su
funcionamiento conjunto; supone una calificación de los
locutores, una cifra de los contenidos, unos puntos de
"implantación" o efectuación (p. 37). Con la
noción de régimen de discurso, se sigue precisando
la idea foucaultiana de un discurso que es actividad codificada y
codificante. En cuanto a lo que se calla, "el propio mutismo, las
cosas que se rehúsa decir… son menos el
límite absoluto del discurso que elementos que funcionan
junto a las cosas dichas, con ellas y a ellas vinculadas en
estrategias de conjunto" (ibíd.). El discurso no
sólo discurre; también enmudece. Los silencios de
un discurso contribuyen a una estrategia del
dispositivo (a la misma que sus palabrerías). "Los
silencios son parte integrante de estrategias que subtienden y
atraviesan los discursos"; p. 37.

·                    
Así, al encontrarnos ante regímenes de discurso,
nos encontramos ante regímenes de exclusión
inclusiva: lo que un dispositivo excluye cumple una función
interna dentro de ese dispositivo. La exclusión inclusiva
-o domesticación- es la forma de dominación
inherente a los dispositivos modernos de poder y, según el
Grupo doce, al
Estado-nación.[6] En el dispositivo
de sexualidad, por ejemplo, "más que un mecanismo negativo
de exclusión, se trata del encendido de una red sutil de
discursos… de procesos que
lo diseminan [al sexo]…, que lo excitan, lo manifiestan y
lo hacen hablar, lo implantan en lo real y lo conminan a decir la
verdad"; p. 91. Se trata de un tipo de "poder destinado a
producir fuerzas, a hacerlas crecer y ordenarlas más
que obstaculizarlas
"; p. 165, subrayado mío. El poder
moderno no domina negando, ignorando o reprimiendo (o no
principalmente), sino domesticando, incluyendo de manera
controlada.

Discurso-prácticas-subjetividad.
Vinculación.

Al niño "se le imponía cierto discurso
razonable, canónico y verdadero sobre el sexo -una especie
de ortopedia discursiva"; p. 39. Con esta metáfora se
aclara qué es vinculación del discurso a su
real: generar determinadas prácticas (que
considerará rectas). Se ve qué clase de
efectos un dispositivo intenta producir: efectos
prácticos, efectos en lo practicado, en lo que se hace. El
dispositivo sería un artefacto que une lo que se dice y lo
que se hace, entre otras cosas.

El dispositivo ciñe a los (sus) sujetos a sus
discursos; es decir, los vincula a sus discursos; es decir, les
configura sus prácticas; es decir, vincula las
prácticas de sus sujetos al discurrir del dispositivo; es
decir, discursea a los sujetos. Por lo tanto, el dispositivo
configura la subjetividad de sus sujetos. Búscase
"ceñir a los niños
en una trama de discursos que tan pronto se dirigen a ellos como
hablan de ellos"; p. 40. Y una de las operaciones por las que
hacen eso es discurrir de determinada manera sobre ellos (o
haciéndolos discurrir); es decir, discursear, poner en
discurso, determinar como realidad, a los sujetos (que así
produce como suyos). Así es que donde funciona un discurso
funciona una sujeción, una dominación, un poder
(incluso, o especialmente, cuando el discurso es uno de verdad y
liberación), y, viceversa, donde hay sujeción hay
discurso funcionando.

Discurso-real-subjetividad.
Revinculación.

·                    
La discursividad foucaltiana es una discursividad práctica
-practicada. Los discursos practican y las prácticas
discursean. El discurso se realiza; lo real discursea.

·                    
El discurso no representa lo real ni su real sino que lo produce
según sus exigencias internas (por ejemplo, exigencias de
verdad), según su economía; p. 86.
("Economía del discurso" supone su tecnología
intrínseca + sus necesidades internas de funcionamiento +
tácticas que acciona + estrategias y efectos de poder que
lo subtienden y que conlleva; ibíd.)

·                    
El discurso (¿o el dispositivo?), al hablar de un real,
convierte ese real en objeto de saber, convierte ese real en
objeto de poder (de un poder que puede encerrarlo, medirlo,
estudiarlo, interrogarlo, etc.). (Caso del pervertido obrero
agrícola de Lapcourt).

·                    
En el dispositivo de sexualidad (y seguramente en cualquier
dispositivo de biopoder), hay tres movimientos. Por un lado, la
objetivación de lo (su) real en discursos racionales. Por
otro lado, la incitación a que el individuo discurra sobre
ese real. Pero también está, por último, el
movimiento de
ajuste entre el primero y el segundo, un ajuste que logra que el
discurrir del individuo forme parte del discurso del dispositivo.
Del movimiento de ajuste, da una muestra la
técnica de la confesión (pp.77-8). Tenemos
aquí más vinculación entre el discurso o el
dispositivo y lo (su) real, pero presentada con más
complejidad: había, primero, una vinculación entre
real y discurso; hay, ahora, una segunda entre el discurso
realizado (en la primera vinculación) y sus sujetos (p.
45).[7]

El mecanismo
"desmultiplicación".

Por un lado, esta palabra y su familia de palabras es poco
usada en el libro (en las pp. 58, 61, 63, 67 y no muchas
más), pero, cuando aparece, parece importante. Por otro
lado, se habla de que el dispositivo de sexualidad desmultiplica
la sexualidad y se habla a la vez de que el dispositivo
multiplica sexualidades dispares. Ambos hechos me han inducido a
detenerme en la noción.

Primera constatación de la lectura: hay
desmultiplicación por especificación y hay
multiplicación por especificación; ambas son
efectos del mismo mecanismo de poder.[8] La
segunda constatación aclara un poco más: "el poder
procede por desmultiplicación de las sexualidades
singulares" (p. 61); el poder multiplica la disparidad sexual
(pp. 56-7); "el poder produce y fija la disparidad sexual" (p.
62). Lo que pude descifrar es que la desmultiplicación
opera como condición lógica
y práctica de la multiplicación y que ambas son
aspectos de la técnica de especificación.

La desmultiplicación pone la siguiente condición
para la especificación: no es una división, una
disminución de la cantidad de elementos, sino la
condición misma de que existan elementos; la
"desmultiplicación" aborda lo real (ese real amorfo y
plural que todavía no es el real del dispositivo) y lo
"des-multipliza". La desmultiplicación o
"des-multiplización" es la condición lógica
y ontológica de la multiplicación: pone unidades
elementales donde hay multiplicidad; permite así la
proliferación ordenada de los casos particulares de una
generalidad "sabible" (las "sexualidades singulares" de la
página 61 no eran sabibles antes de ser fijadas como
unidades distinguibles, antes de pertenecer a una generalidad).
La desmultiplicación resulta ser, pues, una
operación discursiva clave para los dispositivos de
saber-poder.

Poder y estrategias de poder.

Un poder que no
reprime.

·                    
Una forma de poder no es benigna o maligna, suave o dura. O,
sencillamente, no es eso lo que importa. Lo importante es
entender cómo domina y cómo surge su
dominación; no, si domina despótica o
paternalmente. "La más desarmada ternura, así como
el más sangriento de los poderes, necesitan la
confesión"; p. 75. Las técnicas modernas de
dominación son utilizadas tanto por la vertiente
democrática como por la vertiente tiránica de la
forma moderna de poder.

Otra manera de decirlo es que "lo importante no reside en el
nivel de indulgencia o represión, sino en la forma
de poder que se ejerce"; p. 54, subrayado mío. Tesis: una
forma de poder dispone, y es dispuesta por, un dispositivo.

·                    
La forma de poder de la que habla Foucault al hablar del
dispositivo de sexualidad es adjudicable, grosso modo, a los
dispositivos modernos en general. Este poder funciona "con cuatro
operaciones muy diferentes de la simple" represión:

-Multiplicación de las "líneas de
penetración". El dispositivo pone en discurso para tener
donde apoyarse: así, por ejemplo, "el "vicio" del
niño no es tanto un enemigo como un soporte"; p. 55. De
tal modo, el poder se hunde en lo real, "multiplicando sus
estaciones de enlace"; p. 56.

-"Especificación" de lo real e "incorporación".
El dispositivo puede más (tiene más poder) cuanto
más cobertura tiene su discurso (atención: "cobertura" de una realidad que
va creando al "incorporarle" lo que de ella "especifica", y no de
una preexistente). "La mecánica del poder que persigue toda esa
disparidad [las conductas sexuales "desviadas"] no pretende
suprimirla sino dándole una realidad analítica,
visible y permanente… Se trata de sembrarlas en lo real y
de incorporarlas al individuo"; p. 57-8. La incitación al
discurso queda, por este procedimiento, asimilada a la
extensión del poder (también, p. 40, en que se
asocian "una intensificación de los poderes y una
multiplicación de los discursos"). Dicho de otro modo, el
dispositivo de sexualidad no funciona con o para una teoría
sino contando por uno cada minucia: se incita a hablar de sexo
"no tanto en forma de una teoría general de la sexualidad,
sino en forma de análisis, contabilidad,
clasificación y especificación" (p. 33); "el sexo
no es cosa que sólo se juzgue, es cosa que se administra"
(p. 34).

-Reforzamiento mutuo entre placer y poder. El poder es
sensualizado (por el placer que persigue) al tiempo que el
placer es anclado (por el poder que lo describe, o ante el que se
rebela); pp. 58-9.

-"Saturación", por ejemplo, sexual. Se trata de
dispositivos prácticos o técnicos que incitan y
multiplican lo especificado (en el de sexualidad, las
sexualidades dispares), multiplicando los puntos de poder / apoyo
del poder. Por ejemplo, "las proximidades que se dan como
procedimientos
de vigilancia y que funcionan como mecanismos de
intensificación" de lo especificado; p. 60.

Un poder que procede así, un poder que funciona
así, una forma de poder así, en suma, "no tiene ni
la forma de la ley ni los
efectos de la prohibición… no fija fronteras a la
sexualidad; prolonga sus diversas formas… no la excluye,
la incluye en el cuerpo…; no intenta esquivarla, atrae sus
variedades mediante espirales donde placer y poder se refuerzan;
no establece barreras, dispone lugares de máxima
saturación. Produce y fija la disparidad sexual"; p. 61-2.
Aquí, Foucault habla de lo que los procedimientos de esta
forma de poder hacen con la diferencia sexual; no
deberíamos creer que lo hacen o hicieron exclusivamente
con ella; por ejemplo, la diferencia de clase ha sido
profusamente especificada, incorporada y fijada por instituciones
estatal-nacionales como el sindicato, la
fábrica, la estandarización o la
aristocratización del consumo, la
propiedad, las
ciencias
sociales, el sistema
educativo, etc.; algo puede decirse en igual sentido de la
diferencia etaria y la niñez.

·                    
Toda la idea es que el poder no reprime ni oprime;
determina
, constituye (discurseando, disponiendo); en fin,
que el poder domina / determina pudiendo más, y no
impidiendo que lo dominado pueda. "Proliferación de las
sexualidades por la extensión del poder; aumento del poder
al que cada una de las sexualidades regionales ofrece una
superficie de intervención"; p. 63. Pareciera enunciarse
una ley de proporción directa: A más sexualidades
(léase: a más determinación discursiva de lo
real por parte del poder), más poder, y viceversa. El
poder determina lo que se puede; es decir, determina lo que
pueden tanto los "poderosos" como los "débiles".

·                    
Esta ley se constata sólo si hay un dispositivo en
funcionamiento: es el dispositivo, sus mecanismos, lo que dispone
las cosas para que se den esa proporcionalidad tanto como sus
proporciones. "Poder y placer no se anulan… Se encadenan
según mecanismos complejos y positivos de
excitación e incitación"; p. 63.

Claves de
inteligibilidad del poder. Estrategia, regularidad,
ejercicio.

·                    
El poder: un ejercicio. Cuando se dice poder se dice ejercicio de
poder, con lo que también se dice que el poder es
producido "a cada instante, en toda relación de un punto
con otro" (p. 113).

·                    
El poder: una regularidad. "Y "el" poder, en lo que tiene de
permanente, de repetitivo, de inerte, de autorreproductor, no es
más que el efecto de conjunto que se dibuja a partir de
[muchísimas] movilidades, el encadenamiento que se apoya
en cada una de ellas y trata de fijarlas"; p. 113. Hay cierta
reciprocidad: La regularidad es el efecto global de una
dispersión, efecto que a la vez se monta sobre esa
dispersión para fijarla en sus efectos de regularidad
global. En la p. 121 esta reciprocidad es denominada "regla del
doble condicionamiento" entre tácticas locales y
estrategia global. No habría, pues, sistema de
poder; habría efecto de sistema producido por el
relacionamiento entre relaciones de poder, efecto que a su vez
sistematiza este relacionamiento.

·                    
El poder: una complejidad estratégica. "El" poder es una
situación estratégica compleja y no una
institución; p. 113. No hay correspondencia
biunívoca entre redes de poder y aparatos
institucionales, a pesar de que (justamente porque) las primeras
atraviesan los segundos; p. 117.

·                    
Similarmente, anoto de paso, el dispositivo no es un aparato ni
una institución; es aquello que dispone las cosas -las
prácticas- de modo tal que se cumpla una estrategia.
Dispositivo es, así, una función: todo lo que
tiende al cumplimiento de una estrategia o un conjunto de
estrategias. Una estrategia es ese conjunto de operaciones que
busca organizar o integrar o estabilizar o hegemonizar la
multiplicidad inestable de relaciones de fuerza (por
supuesto, una estrategia es lograda siempre parcial y nunca
totalmente). Ejemplos que da Foucault: "guerra",
"política";
ejemplos que podemos agregar: "economía", "ciencia",
"sexualidad", "clase". P. 114.

·                    
El poder foucaultiano tiene muchos otros rasgos explicitados en
el apartado 2 del capítulo III. No hay notas mías
en los márgenes de esas páginas. Colijo que no las
hay porque allí se enuncian esos rasgos de un modo formal
y referirlos sería redundar.

Estrategias globales y
parciales. Estrategia-dispositivo.

No hay una única estrategia global para toda una
sociedad o
para todo un dispositivo, aplicada uniformemente sobre toda ella
o todo él; p. 126. Así, por ejemplo, en el
dispositivo de sexualidad, se desarrollan cuatro grandes
estrategias "que despliegan a propósito del sexo
dispositivos específicos de saber y poder"; pp. 126-7.
Así, pues tenemos: múltiples estrategias que se
articulan en un dispositivo (ahí, el de sexualidad).
Múltiples dispositivos específicos que se articulan
en un dispositivo o que trabajan sobre un dominio (ahí, el
de la sexualidad). A la vez, vemos correspondencia entre
dispositivo y estrategia específicos. Nos encontramos con
la paradoja de estrategias globales parciales. De todos modos, se
ve que alcanzan el estatuto de globales porque engloban
relaciones de poder locales. A la vez, se lee que unas
estrategias globales parciales pueden ser englobadas por otra
estrategia global o "dispositivo global" (ahí, el de
sexualidad).

Este último rasgo de la noción de dispositivo no
aparece explícitamente en ninguna página de
Historia de la sexualidad. Este rasgo, sin embargo, es
explicitación del hecho de que, en su capítulo III
y en muchas partes más, donde se habla de estrategias
(así, en plural), se hable en singular de "el" dispositivo
de sexualidad.

Poder y discurso se suponen mutuamente.

El discurso y el poder no se confunden -lo cual, en Foucault,
suele significar que hay confusión[9]. Sin
embargo, ambos son inmanentes respecto de ambos: para resistir o
para dominar, el discurso es inherente al poder. El discurso
transporta y produce poder; p. 123. "Entre técnicas de
saber y estrategias de poder no existe exterioridad alguna"; p.
119. Saber y poder se articulan en el discurso; p. 122. El poder
aparece pues como un régimen discursivo, y el discurso,
como un régimen de dominación.

Que el poder puede, que el poder domina, es como decir que el
discurso discursea. "Y tales discursos sobre el sexo no se han
multiplicado fuera del poder o contra él sino en el lugar
mismo donde se ejercía y como medio de su
ejercicio
"; p. 44, subrayado mío (también, p.
40). Convergentemente, se lee que para Foucault no existe
discurso contrahegemónico o contradiscurso; p. 124. Toda
oposición es interior, y el contradiscurso está
sometido al régimen de discurso del dispositivo en el cual
aparece, está discurseado por el discurso del
dispositivo.

Así, pues, es inherente al trabajo foucaltiano la
siguiente ambigüedad: ¿el poder coacciona gracias al
discurso que lo efectúa o el discurso coacciona gracias al
poder que lo sostiene? En rigor, pareciera que el primer tomo de
Historia de la sexualidad no admitiría semejante
pregunta (esencialista y que pide antecedencias) pues en su
trabajo no hay poder sin discurso ni discurso sin poder. En
rigor, después del paso de Foucault por la cultura, no
podemos decir que un poder sostiene a un discurso ni que un
discurso vehiculiza un poder; después de Foucault, poder y
discurso se implican mutuamente: por un lado, un discurso
foucaultiano, como hemos anotado en otra de estas notas, es
siempre un régimen dictado a las prácticas en
general y a la del discurrir en particular, y en este sentido, es
íntimamente un poder; por otro lado, un poder foucaultiano
es una actividad de ordenamiento simbólico de las
prácticas, un discursear, y en este sentido, es
íntimamente un discurso. Abreviando, discurso y poder se
solapan e intrincan por completo, pero permanecen diferenciados
como dos dimensiones de lo mismo -el dispositivo.

El dispositivo foucaultiano se nos presenta aquí como
lo que organiza y configura el discurrir como discurso y las
relaciones sociales como poder; y como lo que, a la vez, organiza
y configura ambas organizaciones como una amalgama estable de
discurso y poder, o sea, como dispositivo. Debo admitir que he
escrito una circularidad (el dispositivo se organiza como…
dispositivo), e ignoro si se debe al texto foucaultiano o a una
deficiencia de mi lectura; espero tener oportunidad de
discernirlo.[10]

Dos efectuaciones del
poder: posibilitación cultural y hegemonía.

·                    
El poder foucaltiano es, en su uso, un verbo más que un
sustantivo, una actividad más que una cosa. Lo venimos
notando de múltiples maneras (al ver que produce,
discursea, conoce, reproduce, ordena, continúa,
refuncionaliza, rompe…). En las páginas 167 y
siguientes, vemos otra. Allí se lee que un poder, una
forma de poder, determina lo que se puede. "El cuidado puesto en
esquivar la muerte
está ligado… al hecho de que los procedimientos de
poder no han dejado de apartarse de ella", pues son
procedimientos de "biopoder", de control y
administración de la vida. "Ahora es en la
vida y a lo largo de su desarrollo
donde el poder establece su fuerza; la muerte es su
límite, el momento que no puede apresar; se torna el punto
más secreto de la existencia, el más "privado"."
Formalizando la idea: una cultura puede lo que puede su forma
dominante de poder. Puede lo que puede su poder. Si su poder no
puede sobre, por ejemplo, la muerte, esa cultura, tampoco.

·                    
Un dispositivo de poder-saber produce efectos (efectos objetivos: la
sexualidad, por ejemplo, pero puede ser cualquier otro dominio)
que utiliza para reforzarse, extenderse, etc., en suma, para
hegemonizar. "El poder habla de la sexualidad y a
la sexualidad; no es marca o
símbolo, es objeto y blanco… El poder la dibuja la
suscita y utiliza como el sentido proliferante que siempre hay
que mantener bajo control para que no escape; es un efecto con
valor de
sentido
"; p. 179, subrayados en el original (una cita similar
puede verse en la p. 36). El objeto, eso que en un dominio
detenta, por obra del dispositivo, el sentido de las
prácticas que allí se despliegan, es lo que induce
la sujeción de estas mismas prácticas, el control
de éstas, su disposición regular, su
hegemonización.

·                    
Colijo de las dos notas previas que el título bajo el que
las agrupé cuenta dos efectuaciones donde hay una sola.
¿Puede distinguirse la posibilitación cultural de
la hegemonización? Depende de cuál de dos
operaciones distintas de hegemonía se hable. Una tiene una
connotación cercana a la etimología militar de la
palabra, pues consiste en una estrategia englobadora, en una
operación de dominación de las posibilidades
culturales creadas por la forma de poder, y por lo tanto debe
distinguirse. La otra tiene un sentido tal vez más
gramsciano y consiste en la producción misma de la cultura
y sus posibilidades[11] y no puede
distinguirse.

Estrategias, poder y dominación.

El poder
y la estrategia de las estrategias. Dominio.

·                    
Qué es dominar. En las pp. 82-5, Foucault enumera y
caracteriza procedimientos o técnicas de
"cientifización", digámoslo así, de la
confesión. La primera de esas técnicas es "una
codificación clínica del "hacer hablar"". Esta
técnica se sirve de muchas otras, como "el interrogatorio,
el cuestionario
apretado, la hipnosis, las asociaciones libres: otros tantos
medios para
reinscribir el procedimiento de la confesión en un
campo de observaciones científicamente aceptables
"
(subrayado mío). El discurso que lleva la voluntad de
saber como su norte y esencia crea un dominio que le es propio
(aquí, el dominio científico). Aquí lo hace
discurseando a los hablares (léase: dándole un
régimen al discurrir) de modo tal que los
homogeneíza con las operaciones inherentes a ese dominio,
los convierte en parte de ese dominio. Yo diría que esto
es dominar -constituir o producir dominio, y no oprimir
una esencia pura y amenazante del status quo.

·                    
Sentido estratégico de las estrategias: producción
de dominio. "¿De qué se trata en tales
estrategias?", se autopregunta Foucault. No se trata de
orientaciones decididas por algún sujeto de poder
más o menos maquiavélico en pos de adueñarse
de un objeto de poder (como sería, por caso, la
sexualidad), manipularlo, conquistarlo, etc., sino "de la
producción misma de la sexualidad" o, más
formalmente, de la producción misma de aquello que dentro
de un determinado dispositivo funciona como objeto de poder y
discurso; pp. 128-9. Una estrategia (esa efectuación como
globalidad de una dispersión de relaciones de poder que
busca a su vez efectuarse en los puntos locales de la
dispersión[12]) se efectúa como
producción del objeto que domina, y no principalmente (ni
mucho menos primeramente) como su apropiación.

La
sexualidad: dominio producido.

La "sexualidad": es el real del dispositivo de sexualidad
(su real), "correlato de esa práctica discursiva
que es la scientia sexualis" (p. 86). Dicho de otra
manera, la sexualidad es eso que "funciona como dominio de una
verdad específica", como dominio de saber para un discurso
o práctica discursiva; pp. 86-7.

Así, "sexualidad" no es otra cosa que "el nombre que se
puede dar a un dispositivo histórico: no una realidad por
debajo en la que se ejercerían difíciles
apresamientos, sino una gran red superficial donde la
estimulación de los cuerpos, la intensificación de
los placeres, la incitación al discurso, la
formación de conocimientos, el refuerzo de los controles y
las resistencias
se encadenan unos con otros según grandes estrategias de
saber y poder"; p. 129. Cientifizando la confesión,
saturando de sexualidad sus lugares, sabiendo la disparidad
sexual y demás, el dispositivo de sexualidad dispone las
cosas, las prácticas, de tal modo que produzcan su
dominio. En el mismo sentido, "la "sexualidad" es el conjunto de
los efectos producidos en los cuerpos, los comportamientos y las
relaciones sociales por cierto dispositivo dependiente de una
tecnología política compleja"; p. 154.

Sexo:
real producido.

·                    
En las páginas 185 y siguientes, podemos ver cómo
el dispositivo de sexualidad produce lo real del dispositivo: el
sexo, su real. "¿El "sexo", en la realidad, es el
ancoraje que soporta las manifestaciones de la "sexualidad", o
bien, una idea compleja, históricamente formada en el
interior del dispositivo de sexualidad?" De hecho, "desde el
siglo XIX, vemos elaborarse la idea de que existe algo más
que los cuerpos, los órganos, las localizaciones
somáticas, las funciones, los
sistemas
anatomofisiológicos, las sensaciones, los placeres; algo
dotado de propiedades intrínsecas y leyes propias: el
"sexo""; p. 185.

·                    
Así, la intervención de Historia de la
sexualidad
dibujó dos posiciones desde las cuales
suponer o pensar (según la posición de que se
trate) el sexo. En una primera posición, desde dentro del
dispositivo de sexualidad, el sexo es una realidad, esa que hay
que discursear para saberla y apoderársela, esa donde
ancla el discurso de sexualidad. En una segunda posición,
desde lo que Foucault llama una analítica del poder,
"sexo" es una idea producida por ese discurseo en el
funcionamiento estratégico del dispositivo de sexualidad;
es un "punto imaginario fijado" (p. 189) y el más interior
(p. 188). "No hay que referir a la instancia del sexo una
historia de la
sexualidad", lo cual pertenecería a la primera
posición, "sino que mostrar cómo el "sexo" se
encuentra bajo la dependencia histórica de la
sexualidad"; p. 190, subrayado mío.

·                    
Parece haber una confusión. Si el sexo es un "punto
imaginario fijado", ¿cómo puede considerarse un
"real producido"? Es que lo imaginario y lo real dejan de tener
estatutos ontológicos distintos desde el momento en que lo
imaginario queda fijado por un discurso -por unas
prácticas- y lo real es producido por un discurso -por una
prácticas-. Despejar la confusión no sólo
servía para despejar posibles suspicacias sino, más
importante, para desmistificar tanto lo dado y natural de lo real
como lo etéreo e irreal de lo imaginario.

Dispositivos y vías subjetivas.

Poder y
producción de subjetividad: subjetivación o
sujeción.

·                    
La concepción foucaltiana del poder acarrea un efecto que
no había visto hasta leer la página 150. Todo el
proceso de
erección del dispositivo de sexualidad y
sus técnicas no estuvo destinado a limitar "el placer de
los demás por parte de lo que era tradicional denominar
las "clases dirigentes". Parece más bien que lo ensayaron
primero en sí mismas… pareciera tratarse de nuevas
técnicas para "maximizar" la vida… Hay que
sospechar en ello la autoafirmación de una clase
más que el avasallamiento de otra… Fue un arreglo
político de la vida, y se constituyó en una
autoafirmación de sí, no en el sometimiento de
otro"; pp. 149-50. Se ve la implicancia de la concepción
foucaltiana: si la dominación (o el poder) no reprime sino
que constituye, la dominación puede ser (o siempre es) una
vía autoafirmativa, constituyente de subjetividad o
subjetivante, cohesiva. ¿Puede ser o siempre es? Dicho
más justamente: la autoafirmación subjetiva es
siempre una formación de poder (al menos, eso es lo que
Historia de la sexualidad permite inferir), aunque la
inversa (una forma de poder habilitando una vía
autoafirmativa) no se constata sino muy raramente. Se puede decir
de otra forma, con términos de El orden del
discurso
: la mayor parte del tiempo, cuando una forma de
poder se ha convertido en una regularidad, constituye una forma
de sujeción; muy puntualmente, cuando una forma de poder
hace su aparición en ruptura, como acontecimiento, puede
constituir una vía de subjetivación. Dicho de otro
modo aun: el poder puede en su dominio si puede sobre sí
(sobre sus prácticas). Cuando una forma de poder
está muy afianzada, cuando su construcción de la realidad y de los
sujetos está muy y sólidamente codificada, ese
poder ya no puede sobre sí sino sólo sobre su
dominio -no le queda más camino que autosujetarse a su
propia sujeción.

·                    
Esto nos introduce en un problema que llevó a Foucault a
reorientar todo su proyecto de
historia de la sexualidad para los tomos II y III: "cómo
el individuo puede hacer la experiencia de sí mismo, como
sujeto de una "sexualidad"" (Historia de la sexualidad. El uso
de los placeres
, p.9) o, meramente, como sujeto -del
dispositivo que fuera. O: cómo el sujeto queda, en una
vertiente, sujetado a un código
o dispositivo normalizador, o, en otra vertiente, constituido por
unas prácticas de subjetivación (E. Castro,
desgrabación de la clase del 28/5/99). De este problema no
hacemos más que apuntarlo (pues su presentación en
el tomo I es errática y de sobrevuelo) y anotar lo que el
tomo I sí indica sobre él, sobre todo respecto de
la primera vertiente, que por comodidad podríamos llamar
"autosujeción" del sujeto a la norma.

·                    
Así, por ejemplo, el tomo I indica a partir de
establecidas qué condiciones históricas en el siglo
XIX el dispositivo de sexualidad pudo servir, ya no como
dispositivo de subjetivación de la clase burguesa, sino
como dispositivo de control que disponía la subjetividad
de las clases dominadas en la primera vertiente de la constitución subjetiva, o sea, como
subjetividad sujetada. "Para que el proletariado apareciera
dotado de un cuerpo y una sexualidad… se necesitaron
conflictos (en
particular a propósito del espacio urbano: contaminación, epidemias…); fueron
necesarias urgencias económicas (…obligación
de lograr regulaciones demográficas); fue finalmente
necesaria la erección de toda una tecnología de
control que permitiese mantener bajo vigilancia ese cuerpo y esa
sexualidad (la escuela, la
política habitacional, las instituciones de socorro y
seguro, la
medicalización general de las poblaciones -en suma, todo
un aparato administrativo y técnico permitió llevar
a la clase explotada, sin peligro, el dispositivo de
sexualidad…)"; pp. 153-4.

·                    
Pero, sobre todo, el tomo I indica algo de la primera vertiente
de la constitución subjetiva al proporcionarnos la clave
de la sujeción de la subjetividad a la sexualidad por
parte del dispositivo de sexualidad: el sujeto está
sujetado porque se desconoce (= desconoce cómo "su"
sexualidad obra en él) y porque sólo es cognoscible
por obra de otro que sabe; p. 88. No podemos desconocer esta
pista que el tomo I ofrece: es, a la vez, una de sus tesis
centrales.

Resulta ser, pues, que un peligro es una operación de
dominación. El señalamiento del peligro que algo
trae aparejado aparece como una técnica discursiva que
incita a hablar de ese algo. Los focos que entraron en actividad
para suscitar discursos sobre el sexo (medicina,
psiquiatría, justicia
penal, controles sociales que filtraban la sexualidad de las
parejas, los padres y niños y los adolescentes)
"irradiaron discursos alrededor del sexo, intensificando la
conciencia de un
peligro incesante que a su vez reactivaba la incitación a
hablar de él."; p. 41.

En la misma vertiente -la autosujeción como vía
de constitución subjetiva-, encontramos otra nota relativa
a una función del "sexo" que "atraviesa a las otras y las
sostiene. Papel más práctico que teórico
esta vez. Es por el sexo por lo que cada cual debe pasar para
acceder a su propia inteligibilidad…, a la totalidad de su
cuerpo…, a su identidad… De ahí el hecho de que
haya llegado a ser más importante que nuestra alma…
El sexo bien vale la muerte"; p. 189. Esta función
eminentemente práctica del sexo sujeta al sujeto al
instinto de muerte: "el punto ficticio del sexo, establecido por
el mismo dispositivo, ejerce sobre todos bastante
fascinación como para que aceptemos oír cómo
gruñe allí la muerte"; p. 190. El sexo tiene aun
otra función que garantiza aquélla. "Al
crear… "el sexo", el dispositivo de sexualidad
suscitó uno de sus más esenciales principios
internos de funcionamiento: el deseo del sexo… Y esa
deseabilidad del sexo nos fija a cada uno de nosotros a la orden
de conocerlo… y nos hace creer que afirmamos contra todo
poder los derechos de nuestro sexo";
ibíd.

De modo general, en este tomo de Historia de la
sexualidad
, los sujetos se autosujetan al dispositivo por las
astucias que éste despliega en ellos: "todas esas
astucias con las cuales, desde hace varios siglos, se nos ha
hecho amar el sexo…; con las cuales, también, se
nos incitó a desplegar todas nuestras habilidades para
sorprenderlo, y se nos impuso el deber de extraer la verdad; con
las cuales se nos culpabilizó por haberlo ignorado tanto
tiempo"; p. 193.

Debo anotar que estas notas no nos deben hacer
sobredimensionar el espesor que en el primer tomo de Historia
de la sexualidad
tiene el trabajo sobre cómo el
individuo se autosujeta a un dispositivo. Según el
Foucault del segundo tomo, el principal obstáculo que en
ese sentido encontraba el primero era la aceptación
aproblemática de la idea de sujeto deseante, que
conducía a no pensar cómo se formaba como deseante
el sujeto del dispositivo de sexualidad y se reconocía
como tal (Historia de la sexualidad II, p. 8).
Consecuentemente, el primer volumen no
exhibía la diversidad y complejidad de los mecanismos de
autosujeción (o de subjetivación, según el
caso) que encontramos luego en el segundo. Allí no se
apreciaba la pluralidad de "maneras en que el individuo debe dar
forma a tal o cual parte de sí mismo como materia
principal de su conducta moral",
o, lo que es lo mismo, los "muchos puntos en que pueden apoyarse
las diferencias" en los procesos de "determinación de la
sustancia ética"
(Historia de la sexualidad II, p. 27).

·                    
Al anotar más arriba "sujeción de la subjetividad a
la sexualidad por parte del dispositivo de sexualidad", me
encontrado con la necesidad de anotarle algo a esa nota. Existe,
por un lado, la sexualidad y, por otro, el dispositivo de
sexualidad. Así, resulta que, si bien es el dispositivo de
sexualidad el que crea la sexualidad (o, más bien,
porque la crea), la sexualidad aparece como algo
independiente, natural, que se dona por sí solo,
independiente de todo dispositivo cultural. La lectura de
Historia de la sexualidad I permite afirmar que es
de este modo como el dispositivo de sexualidad sujeta (= produce
sus sujetos): produciendo la sexualidad (vale decir,
metaforizando, los grillos) como algo no producido sino dado (y
dado como peligroso y como liberador), exterior al dispositivo
mismo. Luego el dispositivo de sexualidad no se presenta como tal
sino como método de
acercamiento a la verdad de sus sujetos (verdad que ha sido
constituida en deseable para éstos) y de
realización de su deseo. En el trabajo foucaultiano, la
verdad aparece como el nombre histórico de una forma de
poder. Dicho más precisamente: donde se produce verdad,
hay dominación. El saber no sólo conoce la verdad;
al conocerla, la produce; p. 73. "La confesión es un
ejemplo", con su astucia interna: "nos parece que la verdad
sólo "pide" salir a la luz" (p. 76), "y
allí donde nosotros vemos hoy la historia de una censura
difícilmente vencida" con el trabajoso decir la verdad de
nuestro sexo, allí donde hoy vemos que esa (su) nuestra
verdad se nos escurre por oscura y que por lo tanto conocerla
requiere de una disciplina
científica (p. 83), allí "se reconocerá
más bien el largo ascenso de un dispositivo" propio de una
forma de poder (p. 192 y pássim).

·                    
Una nota sobre la relación entre verdad y
(auto)sujeción. En el trabajo foucaultiano, la verdad
aparece como el nombre histórico de una forma de poder.
Dicho más precisamente: donde se produce verdad, hay
dominación. El saber no sólo conoce la verdad; al
conocerla, la produce; p. 73. "La confesión es un
ejemplo", con su astucia interna: "nos parece que la verdad
sólo "pide" salir a la luz" (p. 76) "y allí donde
nosotros vemos hoy la historia de una censura difícilmente
vencida" con el trabajoso decir la verdad de nuestro sexo,
allí donde hoy vemos que esa (su) nuestra verdad se nos
escurre por oscura y que por lo tanto conocerla requiere de una
disciplina científica (p. 83), allí "se
reconocerá más bien el largo ascenso de un
dispositivo" propio de una forma de poder (p. 192 y
pássim). En breve, el dispositivo de sexualidad produce la
verdad produciendo dos verdades: por un lado, la del sexo
(producción por desciframiento); por otro, la del sujeto
(producción por liberación); p. 88.

Dispositivo y Estado.

La norma desbarata la
soberanía. Incompatibilidad entre biopoder
y Estado.

"Los nuevos procedimientos [se refiere Foucault a los
procedimientos modernos] de poder funcionan no ya por el derecho
sino por la técnica, no por la ley sino por la normalización, no por el castigo sino por
el control, y se ejercen en niveles que rebasan el Estado y sus
aparatos"; p. 109. "Se trata de pensar el sexo sin la ley y, a la
vez, el poder sin el rey"; p. 111.

Entiendo esto del siguiente modo. El poder moderno, el
normativo, el disciplinario, el cognoscente, el que puede sobre
las funciones vitales del individuo y de la especie, ese poder
poco tiene que ver con la soberanía (y en Historia de
la sexualidad
, decir soberanía es hablar del atributo
de uno solo, el soberano, sea regio o de otro tipo).
Primeramente, la soberanía del soberano
(arquetípicamente, del rey) consiste en "dejar vivir o
hacer morir" a los súbditos; el poder del biopoder, en
cambio,
consiste, digámoslo jugando con las palabras de Foucault,
en hacer vivir y dejar morir. En segundo término, la
soberanía consiste en legislar o, podríase decir,
en distribuir binariamente las prácticas sociales,
mientras que el poder consiste en normarlas discursivamente,
distribuyendo las prácticas humanas de un modo harto
más complejo, más "polimorfo", que el simple par
permitido-prohibido (lo que venimos viendo de procedimientos de
poder como la especificación y la proliferación de
la disparidad dan una somera sensación de toda esa
complejidad). Terceramente, las realizaciones de la
soberanía se toman como eso: realizaciones de ideas y
planes del soberano (arquetípicamente, el rey, pero puede
tratarse de un ente soberano cual podría considerarse el
Estado moderno). La dominación soberana es vista
así como un plan más o
menos maquiavélico pergeñado por el emperador, el
rey o el deus ex máchina que solía verse en
el Estado. Así convergen dominación y
legislación en un sujeto soberano individual o colectivo.
Al contrario, como fuimos viendo en notas anteriores, la
dominación biopotente es mucho menos identificable con un
sujeto, un plan o unos grupos
dominantes; en primer lugar, porque domina tanto sobre los
"débiles" como sobre los "fuertes"; y especialmente,
porque, si domina globalmente, lo hace sin plan previo ni central
ni voluntad sino como efecto de una dispersión al
principio inorgánica de relaciones locales de poder, un
efecto y no una realización de movida
intencional,[13] que las organiza, dándoles
estabilidad y reproduciéndolas.[14] Si
debiéramos resumir una y otro, diríamos que la
soberanía es un concepto
clásicamente moderno: un atributo del Hombre, vale
decir, del sujeto consciente, único, etc.; y que el
biopoder tiene un funcionamiento y una concepción propia y
enriquecedora de las "contraciencias humanas", como las llamaba
Foucault, del siglo XX.[15]

El
"enredamiento" de elementos sueltos y la "puesta en sistema".
¿Retorno del Estado?

·                    
Suena extraño, debo decirlo, que los dispositivos que
encarnan en instituciones como la prisión, la escuela, el
manicomio, la familia o el hospital sean presentados como
disociados del Estado. La extrañeza parte de una
constatación: al menos cronológicamente, el proceso
de desarrollo de la forma biopoder coincide con el del desarrollo
de los Estados nacionales. Estas notas pretenden ponderar el
alcance de esa separación.

·                    
Foucault está debatiendo con la concepción
estatalista y estática,
superestructural, radial y embriológica del poder. El
Estado en que está pensando Foucault cuando disocia Estado
y dispositivo es un Estado soberano, jurídicamente
definido. Ese Estado, así concebido, detenta el poder;
así concebido, el poder es un sustantivo que anida en un
aparato y no una actividad que se produce en el relacionamiento
entre prácticas; así concebido, el poder es
más intenso en un centro y se irradia hacia la periferia
de modo tal que el apresamiento del centro aseguraría el
dominio de la periferia; así concebido, el poder -que en
esta concepción es prácticamente lo mismo que el
Estado-, se mantiene separado y por encima del tejido social.

·                    
En la página 170, la disociación entre Estado y
dispositivo, o entre aparato de Estado y tejido social, se hace
explícita: "si el desarrollo de los grandes aparatos de
Estado, como instituciones de poder, aseguró el
mantenimiento
de las relaciones de producción, los rudimentos de
biopolítica, inventados como técnicas de
poder presentes en todos los niveles del cuerpo social…
actuaron en el terreno de los procesos económicos"
(subrayados en el original). Así, pues, Foucault reproduce
insensiblemente la concepción soberana del Estado: aparato
estático, central, no siempre concentrador pero sí
superior, aparato de un poder en última instancia
represivo, no siempre supremo pero sí separado. Me parece
que Foucault tenía un motivo estratégico para
prolongar esta separación; la prolongaba insensiblemente
por hacerlo indolentemente; la intención de Historia de
la sexualidad
es aprovechar la separación para su
estrategia general de concebir un poder no necesariamente
represivo, no necesariamente aparatoso, no necesariamente
maquiavélico, no necesariamente inerte y jamás
separado o autónomo de las relaciones sociales.
Historia de la sexualidad prolonga la separación
entre aparato estatal y sociedad para ocuparse de la segunda
región habilitada por esa separación, la de las
relaciones y las estrategias de poder múltiples y
móviles, los discursos biopoderosos y demás,
conceptualizada así como esfera del biopoder.

Como táctica para desmarcarse de la concepción
represiva del poder parece y fue adecuada. Logrado el desmarque,
inscripto Foucault en la reflexión política,
resulta forzado y maniqueo suponer que la esfera del aparato del
Estado es necesariamente estática, institucional,
maquiavélica, represiva, concentradora del poder, aunque
sí se distinga por su organización centralizada. El
aparato estatal moderno fue condición de posibilidad del
desarrollo y la reproducción de los dispositivos de
biopoder.[16]

·                    
El Estado puede concebirse de otro modo. Si pensáramos en
un Estado definido como función de reproducción
social y no como conjunto de instituciones, podríamos
definir un Estado consustancial con los "nuevos [modernos]
procedimientos de poder". Cumpliría función de
Estado todo lo que Foucault llamaría "estrategia global de
poder": todo aquello que efectúa como sistema unas
relaciones de poder y que perpetúa y estabiliza ese efecto
de sistema. Aventurándome un poco más, diría
que el Estado moderno es aquella estrategia global de poder que
se monta sobre la generalidad de las estrategias globales de
poder dentro de un territorio nacional (o, más
seguramente, produciendo un territorio nacional como parte de su
estrategia englobadora). De hecho, según el Grupo doce, el
Estado moderno ha sido una "paninstitución" donadora de
sentido para las demás instituciones modernas (y de la
estabilidad que era condición para
ello).[17]

·                    
Más arriba (en la nota 4, había surgido la pregunta
sobre cómo se articulaban distintos focos de discursos
(allí, focos de discurseo del sexo). En el dispositivo de
sexualidad, se trataba "de una multiplicidad de discursos
producidos por toda una serie de equipos que funcionan en
instituciones diferentes"; pp. 44-5. Sobre la articulación
de estos diversos focos, sólo se hace una vaga
mención a un "despliegue complejo de la red que los
enlaza" (p. 45). Creo que se puede abonar esta hipótesis muy vagamente sugerida por
Historia de la sexualidad precisando que se articulan o se
enredan en y por el Estado, e incluso conformándolo. (En
otra nota he copiado unas líneas de Historia de la
sexualidad
[18] que acompañan la
hipótesis.) Más: dudosa viabilidad tendría
un dispositivo moderno, un dispositivo de biopoder, si no se
sirviera del dispositivo estatal.

Una nota historiográfica.

Continuidades y
rupturas.

·                    
En los cambios y formas de operar del poder que relata
Historia de la sexualidad no hay necesariedad. Lo que se
dio, se dio (y también se dio que se enlazó de
determinada manera con otros elementos que se dieron), sin causa
relatada. El poder tiene "una vida" propia, y no depende de otros
procesos. Y, en el relato del segundo capítulo del primer
tomo de Historia de la sexualidad, ni siquiera depende de
formaciones de poder previas, aunque use (como se muestra en
capítulos siguientes) alguno de sus elementos. Por esto,
"una vida" va entre comillas: no hay un poder que se
despliegue en sucesivas formas (al estilo de la infraestructura
económica marxista). Hay poderes, "formas de poder"
(pássim), sin continuidad formal, histórica, causal
o lógica entre sí.

·                    
Las continuidades que muestra Historia de la sexualidad a
través de diversas formas de poder -sobresaliendo, la de
la confesión, pero también la de la familia-, son
inmanentes, internas: por un lado, se trata de continuidades de
elementos, "recuperaciones" que obedecen a necesidades de la
forma de poder actual, que los toma de las formas previas con una
función y significación nuevas (en las
páginas 132 a 139, por ejemplo, se muestra la
refuncionalización del dispositivo o técnica
llamado familia); por otro lado, se trata de continuidades no
necesarias y que no transcurren sobre un mismo suelo o en una
misma sustancia, temporal o humana o la que fuera (así, en
el capítulo quinto, la forma de poder soberana no es una
configuración histórica de la misma sustancia, el
poder, que la forma de poder moderna habría configurado de
otro modo: pareciera que en Foucault lo sustantivo es la
forma).

En breve, en el trabajo foucaltiano, las continuidades
existen, pero quedan subordinadas a las rupturas. Leemos las
páginas 142-3: en "el control de las relaciones
conyugales, cuyo examen la penitencia cristiana había
perseguido con tanta obstinación", encontramos una
"continuidad visible, pero que no impide una
transformación capital: la
tecnología del sexo, a partir de ese momento [segunda
mitad del siglo XVIII], empezó a responder a la
institución médica, a la exigencia de normalidad, y
más que al problema de la muerte y el castigo eterno, al
problema de la vida y la enfermedad." Las continuidades de uno
que otro elemento muestran variación funcional del
elemento e incluso mutación del elemento mismo.

·                    
Así, en la historia foucaultiana, la discontinuidad puede
darse por resignificación / refuncionalización
tanto como por invención, como es el caso del placer por
la verdad del placer (p. 89). Pero "vida propia" vale, no en el
sentido unificador de una vida, sino en el siguiente
sentido: el poder tiene su propia economía (p. 86), su
modo de funcionamiento independiente lógicamente de otras
"instancias" sociológicas. Esto lo constata "el hecho de
que tantas cosas hayan podido cambiar en el comportamiento
sexual sin que se haya realizado ninguna de las condiciones
políticas que Reich consideraba
necesarias"; p. 159.

·                    
El método foucaltiano no supone un objeto esencial,
siempre presente a lo largo de la historia, presuntamente, el
poder. Todo ese método es necesario, "no por opción
especulativa o preferencia teórica", sino porque la
sociedad moderna desarrolló unas tecnologías de
poder (vale decir, un poder) extrañas al poder
"jurídico-discursivo" propio de la monarquía absolutista; p. 124-5.

C. Anotaciones a las
primeras anotaciones.

El contenido de la
forma.

·                    
"En Foucault lo sustantivo es la forma" dejé caer en la
nota anterior. Es una afirmación demasiado fuerte como
para dejarla perdida entre unos paréntesis y quisiera
darle un poco más de entidad aquí. Tomo la forma de
poder "jurídica-discursiva" y la forma de poder moderna.
Nombradas de este modo, parecen ser dos manifestaciones de una
misma sustancia, pues en nuestra gramática lo sustantivo está en el
sustantivo. Así, el poder tomaría formas varias a
lo largo de la historia. No es esto lo que encontramos en
Historia de la sexualidad. No hay continuidad sustancial
entre el clásico tándem rey-ley (que allí
resultan epítomes del poder soberano) y el moderno
dispositivo-norma. Las continuidades de elementos (pero no de sus
funciones) no dejan pensar que exista continuidad sustancial de
uno a otro, pues esos elementos adquieren su función, su
efecto, su valor, dentro de la forma que los toma. Es la forma de
poder la que determina el funcionamiento del poder, la que
determina las prácticas de poder, la que determina el
significado de "poder"; luego, la forma es el poder. La
historia foucaultiana es una contraciencia humana que
actúa en uno de los escenarios finales de la filosofía, el de la historia
adjetiva[19]. La primera consecuencia que llego a
ver de esta tesis es que debemos cuidarnos de buscar rasgos y
funciones en un objeto de estudio o en un campo de
intervención a partir del supuesto de que estamos ante una
variación local de una misma y antigua sustancia. Nada
asegura que toda forma de poder sea una variación de un
poder que ante todo es "derecho de captación" (como
caracteriza Foucault a la forma soberana de poder en la p. 164),
sino más bien lo contrario -cada forma de poder determina
el rasgo característico de lo que es poder-; nada asegura,
tampoco, que toda forma de poder intente administrar las
funciones vitales de sus sujetos, sino más bien lo
contrario -cada forma de poder determina qué debe intentar
para ser poder-; nada asegura que toda forma de poder se sirva de
la astucia de discursear, como si fuera una vía de
liberación, lo discurseado como secreto y liberador, sino
más bien lo contrario; nada asegura que toda forma de
poder haga que el poder tenga su condición absoluta de
posibilidad y ejercicio en el discurso y sus regímenes;
etc.

·                    
Todo esto está bastante claro en el mismo análisis
comparativo que hace Foucault de los rasgos de la forma de poder
soberana y los de la moderna. Nos toca (por la circunstancia
contemporánea) aclarárnoslo respecto de las
diferencias entre el poder moderno y el ¿poder?
contemporáneo. Pues no parece que el actualmente dominante
capital financiero necesite de normas que
disciplinen las prácticas, de una realidad estable sabible
y sabida, de dispositivos uniformes como la escuela, la familia o
el manicomio, etc. Puede ser que el aumento constante de la
sensación de inutilidad de la escuela, o del desquicio de
la familia, o de la satisfacción por la
desmanicomialización de la locura no sean procesos a
condenar o celebrar sino una pérdida de la funcionalidad
de las instituciones tradicionales de biopoder para el capital
financiero actualmente dominante.

La forma del
concepto.

A lo largo de todo Historia de la sexualidad, hay
"equivalencias" entre términos (por cómo funcionan
o se definen en el texto o en nuestra lectura de él) por
doquier: dispositivo  discurso  forma de poder
 régimen discursivo  estrategia 
técnica  procedimiento  práctica
 dominio  objeto. ¿Qué significa?
Uno (o, mejor, el racionalista) quisiera poder establecer una
jerarquía categorial más o menos así: que
forma de poder abarcara estrategias que abarcaran dispositivos
que abarcaran discursos que abarcaran dominios técnicas
que abarcaran prácticas que operaran sobre objetos que
cubrieran lo real, etc. Pero no hay tal jerarquía y
distinción lógicas. Más de un párrafo
y más de una nota de estas notas hubo que dedicar a
despejar la confusión que provocaba la intercambiabilidad entre los conceptos
foucaultianos (¿discurso o poder?,
¿vinculación por el discurso o por el dispositivo?,
¿el dispositivo dispone un dispositivo?, etc., etc.,
etc.).

¿Estaremos ante un tipo de monismo? Lo cierto es que en
todas las "instancias" y todos los "niveles" hay lo mismo y sus
recombinaciones: relaciones entre prácticas (de poder / de
discurso) y sus efectos. Todas esas nociones no categoriales son
dimensiones del análisis, y no de la materia de estudio; y
son dimensiones de un análisis que, con su indolente
tratamiento de las relaciones entre los conceptos que usa, se
hace cargo de ello.

Saber: su lugar en estas notas y su
estatuto en Historia de la sexualidad I.

·                    
Releyéndolas, advierto que en mis anotaciones he dado poca
importancia al saber, tópico sin embargo omnipresente en
todo comentario foucaultiano. Creo que no se debe a una
negligencia en la lectura sino a la estrategia de ésta.
Siendo dicha estrategia el formalizar algunas nociones de
Historia de la sexualidad de modo de hacerlas utilizables
en otros dominios, y ocupando el puesto más
estratégico dentro de la estrategia las nociones de
dispositivo y discurso, pasa a primer plano la noción
formal de régimen de discurso, y no sus casos. En efecto,
el trabajo foucaultiano muestra el saber como un
régimen de discurso históricamente dado. Para
convertir dispositivo en una noción utilizable,
resulta estratégico ver la indisociabilidad entre
dispositivos y discursos, entre formas de poder y
regímenes discursivos. La tesis formal foucaultiana a que
pudimos arribar es: un dispositivo domina porque discursea -y el
saber es, al menos teóricamente, sólo uno de tantos
regímenes discursivos posibles, ese que discursea de tal
modo las prácticas que les produce su verdad produciendo
recíprocamente la verdad en general.

·                    
"Al menos teóricamente": en la práctica, la
noción foucaultiana régimen de discurso no
abarca a la noción foucaultiana saber sino que es
sinónima de ésta. De modo un tanto análogo a
lo que ocurría con las categorías marxistas modo
de producción
y modo de producción
capitalista
, la noción más general es
construida ad hoc para un caso sui géneris.
Como en la teoría marxista, en cuyo inicio los modos de
producción "precapitalistas" no son más que
ejemplos que no tienen más fin que el de mostrar la
historicidad del modo de producción capitalista, en
nuestra lectura del trabajo foucaultiano régimen de
discurso
no tiene otro fin que mostrar que para Foucault el
discurrir es regido y regidor. Basamos esta analogía
(limitada analogía) en que no hemos encontrado en el
trabajo foucaultiano otro régimen de discurso que no sea
el del saber y la voluntad de verdad. El hecho es que -la
práctica es que-, si es cierto que la tesis más
formal extraíble de Historia de la sexualidad es
que un dispositivo domina porque discursea, también es
cierto que no hay históricamente dispositivos que no sean
normativos ni discursos que no sean sabedores. El hecho es que la
noción teóricamente general régimen de
discurso
tiene un solo caso, saber.

·                    
¿Qué consecuencia se extrae de este hecho? Que
discurso y dispositivo son nociones válidas para la era
industrial, moderna, burguesa o estatal-nacional
(llámesela como se quiera) y que está por verse si
tienen validez (léase utilizabilidad) en la ¿era? a
cuyo comienzo estamos asistiendo, la del capital financiero o del
mercado
radicalizado o posestatal (bautícesela como se quiera). La
pregunta sería: agotado el Estado-nación,
¿qué forma de poder se ejerce actualmente?,
¿esa forma toma forma en dispositivos y discursos?, y, en
caso negativo, ¿se puede seguir diciendo que lo que se
ejerce es una forma de poder, o tan siquiera un
poder?

Saber y biopoder: su lugar en la circunstancia
actual. Una nota que en realidad es una pregunta.

La apuesta foucaultiana es pensar el poder sin el rey y el
sexo sin la ley. Foucault se ha inscripto en la cultura como el
que detecta que la representación occidental del poder
continuaba constreñida por la forma de ejercicio y de
reflexión sobre el poder fundados en la que él
llama época clásica (laxamente hablando, los siglos
XVI a XVIII). Las prácticas de poder ejercidas en los
siglos XIX y XX, detecta Foucault, son de otro tipo, y sin
embargo se continúa pensándolas
clásicamente, regia, suprema y legalmente. Lo que Foucault
pudo pensar es que el poder de los siglos XIX y XX se
ejercía de otro modo -dispersa, profunda y
normativamente.

La pregunta que quisiera apuntar podría plantearse del
modo siguiente, en un par de párrafos. Si el
régimen de discurso de los siglos XIX y XX ha sido el
saber, hoy diríamos que es la información. Pero deberíamos
preguntarnos si la información es un régimen
discursivo. El objeto arquetípico del saber es el libro;
el de la información, la red informática. El saber tiene forma textual;
la información, forma hipertextual. El saber está
siempre en falta respecto del Saber; la información
está siempre en exceso. El saber busca la verdad; la
información no dice qué busca, salvo informar.
Diríamos que hoy el proyecto enciclopedista ha sido
consumado, pues todo el saber de la humanidad ha sido escrito y
sigue escribiéndose a medida que aumenta, pero a la vez
diríamos que la consecución del enciclopedismo no
tiene forma de enciclopedia sino que parece un desmadre no
recorrible de modo ordenado (pues no hay un índice de
internet:
internet no sabe lo que sabe). En breve, es dudoso que la
información tenga un régimen.

Ahora bien, hemos visto que saber y biopoder han sido
consustanciales: el poder no hubiera podido administrar la vida
si no la hubiera convertido en objeto y blanco de saber. Esta
amalgama entre saber y biopoder se plasmaba en el dispositivo. Si
el saber ha caído y si no ha sido reemplazado por un nuevo
régimen de discurso sino por un desquicio del discurso,
deberíamos por lo menos preguntar: ¿Y si el
concepto de dispositivo no sirviera para pensar la falta de
códigos entre criminales ni la ausencia de responsabilidad de policía en la
policía[20] ni la carencia de racionalidad
política en los políticos ni el aumento constante
de la inutilidad de la educación formal o
del desquicio de la familia?, ¿si no sirviera, en suma,
para pensar la "incodificación" actual de las
prácticas? Así como hubo que pensar el poder sin el
rey, ¿no necesitamos pensar el poder sin dispositivo?,
¿y seguiría siendo poder? Claramente, sería
otra forma de poder; luego sería, por lo menos, otro
poder, distinto al biopoder.

"Ese bio-poder fue, a no dudarlo, un elemento indispensable en
el desarrollo del capitalismo;
éste no pudo afirmarse sino al precio de la
inserción controlada de los cuerpos en el aparato de
producción y mediante un ajuste de los fenómenos de
población a los procesos económicos"
(p. 170). Ahora bien, el capitalismo actual exhibe un cambio
radical respecto del aquél del que habla Foucault en la
cita. Aquél era un régimen económico con
dominancia del capital productivo. A lo que asistimos actualmente
es a la égida del capital financiero, ése que en
antes era "mero epifenómeno" de la esfera de la
producción. Asistimos con ello a la impredicibilidad
intrínseca del curso de la economía: si el capital
productivo tenía un modo de producción, el
financiero sólo tiene un objetivo de inversión que lo hace inevitablemente
especulativo; si el capital productivo requería y
producía estabilidad, el capital financiero requiere y
produce fluidez. El capital financiero no echa raíces, no
(como se decía) "se atornilla al piso", sino que se
transfiere de inversión en inversión (bonos,
fábricas, licencias o tierras o marcas son
indistintas desde su punto de vista), presto a abandonarlas tan
pronto dejen de resultar rendidoras.[21] En la
época del capital productivo, "la invasión del
cuerpo viviente, su valorización y la gestión
distributiva de sus fuerzas fueron indispensables" (p. 171). Es
dudoso que lo sigan siendo en la época del capital
financiero, sobre todo porque el valor de los cuerpos humanos
para el proceso económico es radicalmente aleatorio, como
el de bonos, fábricas o tierras o marcas. A esta actual
prescindibilidad del individuo biológico se la ha llamado
"condición superflua".[22]

Si, desde el siglo XVIII, con la secular tendencia a la
disminución del hostigamiento de la muerte sobre la vida,
el poder "ya no tuvo que vérselas sólo con sujetos
de derecho, sobre los cuales el último poder del poder es
la muerte, sino con seres vivos, y el dominio que pudiera ejercer
sobre ellos debió colocarse en el nivel de la vida
misma"[23], desde fines del siglo XX, no parece
que haya un poder ni un capital que deba a largo plazo
vérselas con nadie en especial.

Tal vez así se pueda sugerir que, así como una
"consecuencia del desarrollo del bio-poder fue la creciente
importancia adquirida por el juego de la
norma a expensas del sistema jurídico de la ley" (p.174),
la actual creciente irrelevancia de la norma es una consecuencia
del desarrollo del juego del capital financiero.

Autor:

Pablo Hupert

pablohupert[arroba]yahoo.com.ar

www.pablohupert.com.ar

Seminario de grado dictado por el Dr. Edgardo
Castro

Primer cuatrimestre de 1999

Facultad de Filosofía y Letras

L.U. 22675665/91 Carrera: Historia

[1]                     
A menos que lo indiquemos, todas las citas pertenecen a
Foucault, M., Historia de la sexualidad. La voluntad de
saber, editado por Siglo XXI en 1998 en México. Por comodidad de la escritura
y del lector, aquí refiero ese volumen escribiendo
Historia de la sexualidad, a secas. Por lo mismo, todos los
números de página refieren a la paginación de ese tomo a menos que se
aclare lo contrario explícitamente.

[2]                     
En este sentido, "discurso", en tanto que orden
simbólico, resuena a la "Ley" de la que habla el
sicoanálisis. Historia de la sexualidad se aparta
contundentemente de esta asimilación, sobre todo
porque la ley tiene una naturaleza
binaria que no puede dar cuenta de la complejidad de la norma
disciplinaria propia de los dispositivos discursivos. P. 32:
"Se ha conectado el discurso con el sexo mediante un
dispositivo complejo y de variados efectos, que no puede
agotarse en el vínculo único con una ley de
prohibición". Cf. especialmente el cap. V, "Derecho de
muerte y poder sobre la vida".

[3]                     
Más abajo hay una nota que discierne el sentido de
este "su". El que esté entre paréntesis no le
quita importancia.

[4]                     
La nota 19 vuelve sobre el asunto.

[5]                     
Sobre la determinación como real de un real, aporta
algo más una nota sobre la desmultiplicación
que se lee más abajo.

[6]             
Grupo doce, Del fragmento a la situación. Notas sobre
la subjetivación de la subjetividad
contemporánea, Buenos Aires, 2000.

[7]             
En la nota 9 Un poder que no reprime., volvemos sobre la
producción de subjetividad.

[8]                     
El mecanismo especificación se trata nuevamente en la
nota "un poder que no reprime".

[9]             
Una nota del apartado C vuelve sobre la cuestión.

[10]                   
Una nota del apartado C lo intenta.

[11]                   
Cf. Laclau y Mouffe, Hegemonía y estrategia
socialista. Hacia una radicalización de la
democracia
, Siglo XXI, Madrid,
1987.

[12]                   
La nota 10 Claves de inteligibilidad del poder. Estrategia,
regularidad, ejercicio. expande un poco esta idea.

[13]                   
Tampoco es necesariamente plenamente inconsciente. Pero esto
ya es harina de otro costal. Lo importante aquí es que
lo global no es el resultado de un primigenio plan
global.

[14]                   
Este párrafo es una torpe síntesis del cap. V, al que pertenecen
las frases citadas al principio de este grupo de notas, y de
menciones aisladas al problema diseminadas por todo el
volumen.

[15]                   
Castro, E., clase del 9 de abril de 1999 y otras.

[16]                   
Grupo doce, íd.

[17]            
Íd. Las expresiones "paninstitución" e
"instituciones modernas" son del Grupo. Uso la segunda
expresión como aceptablemente sinónima de
dispositivo; uso la primera por ser razonablemente
autoexplicativa.

[18]                   
Las líneas extraídas de las pp. 153-4 de
Historia de la sexualidad que aparecen en la página
 de este trabajo.

[19]            
E. Castro, Clase del 9 de abril de 1999.

[20]            
La película El bonaerense (Argentina, 2002)
dirigida por Pablo Trapero me ha mostrado esta
circunstancia.

[21]                   
Cfr. Ballester, Cantarelli y Lewkowicz, Pausa, Buenos Aires,
2002.

[22]                   
Íd.

[23]            
P. 172 (idea desarrollada en las pp. 171-6).

Partes: 1, 2
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