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Mis camelias (página 3)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

ésta fue una de las enfermedades de Paula cuando
era aún bebé, la primera, fue por eso que nos
alarmamos tanto, o yo, por lo menos. Ver nuestro bebé con
los ojos llenos de lágrimas, con dolor de oídos,
sin sonreír e batir los brazos, como siempre hacía
cuando nos veía, con los mocos[48] colgando
de su nariz, era una simple catástrofe Más tarde,
estábamos habituados a los resfriados, a las otitis, y
otras enfermedades que pasaron a ser el hecho  cotidiano de
nuestras vidas. Vidas pasadas entre el aire caliente de
la casa y el aire frío del exterior. No existe país
que no haya estado 
la familia
Iturra, que no pasara a ser el símbolo de enfermedad e ir
al médico, era una constante procesión, un calvario
para todos. Los médicos ya no crían en nosotros. No
olvido el día en que una médica de nuestro centro
de salud,
surgery en inglés,
me gritó: "There is not one single day in the week that
we do  not  have an Iturra amongst us. Either you do
not know how to take care of your children, or you are
hypochondriacs
". Como es evidente, salí avergonzado y
comenzamos a tomar cuenta de las niñas nosotros mismos.
Comenzábamos a aprender. Estábamos habituados a ir
al médico por todo o por nada, especialmente por tener
médicos dentro de la familia. Debo
decir también, que entre la burguesía chilena, ir
al médico, era parte de la clase social:
los más pobres del país, estaban siempre enfermos,
los más ricos, era…  elegante, era una forma de
distinción. Los chilenos viven con el médico y los
profesionales fomentan esta dependencia, porque así ganan
mucho dinero. No hay
conversación que no haya tenido en Chile, en que no se
hable de médicos, de enfermedades, es una dependencia
cultural, que nos parece natural. En Europa es al
contrario: de lo que se trata en este Continente Viejo, es
libertar a las personas de su adicción preferida, la
consulta médica, o de su tema habitual, enfermedades,
así como de enseñar a todos como las personas deben
tratar su cuerpo. Es un problema social para los Estados Europeos
que, recientemente, en el Siglo XXI, han comenzado a hacer de las
farmacias un sitio privado y muchas de las medicinas  son
vendidas en los supermercados, como otro producto
comestible. He leído sobre esto en el texto citado
al pié de esta página[49].

No resisto lanzar un reto, en esta parte de mi texto sobre
nuestras hijas, que estamos a volver para atrás en la vida
social. En estos días que escribo este texto, celebramos
34 años de un Portugal sin dictadura.
Sólo que no es en la enfermedad o en la salud, es en el
tratamiento de nuestras personas. En el Siglo XVIII, el
filósofo escocés, Adam Smith[50],
había escrito un libro sobre un
texto denominado: Una encuesta sobre
la razón y las causas de la riqueza de las naciones
,
que se intitula en inglés, de la forma referida en la nota
de pié de página. La obra abre
así   lo que hoy en día es denominado la
teoría
liberal de la economía, es decir, una competencia entre
los seres humanos para ver quién era más rico, al
saber invertir su dinero en bienes que
rindan más bienes y como era obligación del ser
humano trabajar para  progresar él propio y
así hacer progresar a su país.[51].
Karl Marx[52] usa mucho el libro de A.
Smith[53], para discutir el concepto de
mercancía, de dinero, de plusvalía, especialmente
de acumulación, acumulación primitiva y el concepto
de que és el dinero
invertido lo que produce dinero, o la fórmula conocida
como MDM1= MDM2, así como émile
Durkheim[54], de ideología Socialista en su interacción social y en su ciencia de
Sociología, combate el texto y a la
ideología liberal, al decir, en sus tesis de
doctorado de la Escuela Normal de
París, después libro, al decir que Smith se
había engañado al no decir que la riqueza viene del
trabajo, lo
que Durkheim
encuentra, pero que existe, dentro del trabajo que reproduce a la
sociedad, una
división social entre todos sus miembros, división
no sólo entre la Propiedad de
los bienes que crean riqueza, bien como en las habilidades de
cada miembro de la sociedad para aportar bienes, según su
propia forma de contribuir, con su habilidad, a la
creación de bienes de consumo y
bienes de producción, idea retirada de los
volúmenes de Karl Marx, El
Capital
, ya citado antes. Todos ellos concuerdan en el hecho
de que para reunir capital, es
necesario trabajar en los bienes de producción y reproducción de otros, y que el cuerpo del
individuo,
como el de su familia, debe estar sano para que no les sea
descontados los días sin trabajo, en esos años sin
Seguro Social
Obligatorio, apenas con la Mutualidad[55] que los
obreros habían creado para defenderse en caso de necesidad
y sobre la cual Durkheim se extiende largamente en su libro sobre
la división social del trabajo, que después
Mauss[56] iba a desarrollar y comparar en su texto
sobre sociedades por
él denominadas, arcaicas. 

Grande vuelta que he dado en este texto que narra
historias de vida. La cuestión debatida es que, hoy en
día, la salud es tan importante como era antiguamente,
para poder trabajar
y ganar la vida. Era, talvez, ese el motivo de nuestra
preocupación por la salud de nuestras hijas, por causa del
neoliberalismo
actual, en las ideas sociales, necesitar de gente sana para poder
trabajar. Hoy en día, en el siglo XXI, adherimos, lo
queramos o no,  a las ideas del Siglo del feudalismo, muy
basado en las ideas del neo-liberalismo
Freedmanista, analizado por mí en muchos libros. Pero
no puedo dejar de reproducir un texto net, que habla claramente
del mundo en el cual vivimos: "Hoy vamos a recordar la figura
de una persona que nos
dejó recientemente: Milton Friedman. No quiero
engañar a nadie, yo no soy ese tipo de personas que
piensan que debe hablar bien de alguien por el simple hecho de
habernos abandonado. Lo único bueno que se puede decir de
este señor es que ganó el premio Nóbel de
economía en 1976, pero creo que esto habla peor de este
premio que bien del personaje, claro que eso, contado así,
no es más que una mera opinión.
Hablar de Friedman es hablar de la "escuela de Chicago" ya que
él fue su máximo exponente y sus teorías
económicas guiaron a gobiernos como el de Richard Milhous
Nixon, Margaret Thatcher, Ronald Reagan y Augusto Pinochet, que
bajo sus auspicios borraron todo rastro de política
económica keinesiana. En pocas palabras, Milton
Friedman es el padre del neoliberalismo económico que
promulga la diferenciación social entre los sometidos a
las multinacionales y un mundo pario que no merece ningún
respeto. Por
supuesto que esto no se formula así en sus teorías.
Friedman, y en general la escuela de Chicago, retorna a las ideas
esenciales de Adam Smith,
sin embargo, la teoría de la mano invisible se fue
desmoronando conforme evolucionó la
globalización. Tarde, muy tarde se descubrió la
máxima de que "la riqueza ni se crea ni se destruye,
sólo cambia de manos". Cuando no tenía un conocimiento
global los mercados se
autorregulaban y compensaban solos, pero ahora vemos que para
producirse esa regulación debe crearse un nuevo flujo de
recursos
mercantiles desde otro lugar que descompensan en origen y a su
vez se regula con recursos de otro lado, etcétera. Los
flujos de compensación se globalizan, pero cuando en un
punto se concentran varios flujos de compensación, se
produce una crisis, esta
crisis impide que los recursos de compensación fluyan de
la forma necesaria y eso extiende la crisis de mercado en
mercado buscando una mano invisible que los compense y si esa
mano no llega aparece una crisis global. El mejor ejemplo de este
tipo de crisis fue el de los "tigres
asiáticos" y en el fondo de esta crisis el error de la
escuela de Chicago.
La teoría neoliberal no es una teoría real, lo
cierto es que no es más que una burda excusa para que las
grandes empresas puedan
seguir sus formulas fagocitarías de mercados. El
neoliberalismo se resume en una frase: "lo que es bueno para
la empresa es
bueno para todo". Creo que la palabra Irak ya lo
dice todo. Pero el neoliberalismo olvida también la parte
más trabajada del discurso de
Adam Smith cuando intenta definir en que consiste la mano
invisible. Según Smith la mano invisible es producto del
egoísmo de los mercados, no dejaba de fascinarle como una
ciudad como París (enorme ya en aquella época) se
autoabastecía con productos que,
en ocasiones, venían desde muy lejos. Smith explicaba como
algunos comerciantes eran capaces de traer los recursos desde muy
lejos en busca de su beneficio económico…
París era el mercado. Pero en la actualidad quien comercia
son las grandes empresas y el egoísmo no está en
ese ser jurídico e impersonal, sino en sus ejecutivos y
accionistas. Ahora el mercado ya no se abastece de lo que este
necesita sino que el comprador debe aceptar lo que a las empresas
les produzca mayor beneficio. Cualquiera puede decir que los
mercados tienen más variedad de productos de los que ha
habido nunca, pero si nos fijamos esto es una falacia, lo que
realmente tenemos es una enorme variedad de productos elaborados
con un número de productos muy reducido y , entre tanto,
gran variedad de productos base están desapareciendo. Un
ejemplo claro: hace cien años se producían cerca de
diez mil vegetales comestibles, en la actualidad a duras penas
llegamos a trescientos.
Así pues, en la sociedad empresarial de hoy día,
los movimientos económicos se mueven bajo los
dictámenes del egoísmo de directivos y accionistas.
Pero podemos eliminar a los accionistas ya que el pequeño
accionista no cuenta, solo cuentan los grandes que a su vez
vuelven a ser empresas y, por tanto, dominadas por otros
ejecutivos. Esto convierte a esos ejecutivos en los seres
más poderosos del mundo, sin embargo, eluden las
responsabilidades que ese poder implica. En los años
setenta, el neoliberalismo paternizó a unas
multinacionales verdaderamente poderosas e irresponsables y el
mundo cambió hasta que la crisis del petróleo le puso freno. Para sobrevivir (la
empresa era la
única importante) las empresas de la época
despidieron empleados a manta… solo una gran empresa
japonesa de ámbito tradicional plantó cara a esa
tendencia: Toyota. Toyota mantuvo a sus empleados a pesar de
perder casi todo su mercado, cosa que tiene merito especial
porque la automoción fue uno de los mercados más
afectados. Cuando a finales de esa década la OPEP
accedió a aumentar la producción, las empresas de
automoción tardaron en recuperar su ritmos de
producción, salvo Toyota, que en nueve meses paso del
quinto al primer lugar entre las empresas japonesas de
automoción y del dieciocho al tercero en el mundo, fue
entonces cuando accedió a fabricar vehículos Honda
en sus factorías, salvando a esta compañía
que, poco tiempo
después, inició su expansión por todo el
mundo.
Pero si hablamos del triunfo de una empresa no
neoliberal también podemos hablar del fracaso de grandes
empresas neoliberales en el sentido puro y duro: ENRON y
Pan-Am.
Pero no todo en Milton Friedman fue neoliberalismo. Partiendo de
su crítica
a Keynes
explicó los efectos inflacionistas de la sociedad del
bienestar, sin embargo, en lugar de intentar compensarlos,
prefirió atacar directamente al estado del bienestar
preconizado la ley de la
oferta y la
demanda libre.
Fruto de esta teoría Gran Bretaña desmontó
su sistema de
seguridad
social por otro más parecido al norteamericano en
manos privadas. Originalmente los británicos salieron
beneficiados con el cambio al
eliminar las corruptelas funcionariales, pero en la actualidad,
años después, sufren la eliminación
paulatina de servicios para
mantener el beneficio que la empresa privada exige.
Friedman también actualizó la teoría
cuantitativa de la moneda y defendió un sistema socialista
de impuestos
donde el que más ganaba debía aportar mayor
porcentaje a las arcas del Estado para pagar un sistema social,
esto es algo que el nuevo neoliberalismo más salvaje no ha
seguido y es algo que el denunció, porque su máxima
aportación a la economía fue la aportación
de ideas y teoría para salvar las crisis económicas
y ya hemos visto como la espiral egoísta es la fuente
principal de estas crisis.
Pronto sabremos si su muerte abre la
puerta a un neoliberalismo más salvaje o el retorno a las
economías sociales. Porque Milton Friedman, a pesar de su
avanzada edad, era escuchado por todos los líderes de la
economía
mundial y su desaparición traerá cambios en las
políticas económicas de las naciones
más poderosas así como en la OMC, el FMI y el BM.

APéNDICE


Aunque algunas personas con poder pretendan, desde hace mucho,
hacernos creer que la libertad
económica es buena ,lo que es una falacia. Como
también es un engaño el término liberal en
Europa. Véase la matización, dado que en el viejo
continente y en el nuevo no significa lo mismo. Mientras en
Europa es la tendencia económica que promueve la
liberación de los mercados, en América
se refiere a las personas de mentalidad abierta, por lo que
siendo poco estrictos, podríamos decir que son
definiciones antagónicas. En Europa, ese liberalismo
sería algo similar al libertarismo, pero sin sus matices
anarquistas. Esa es la razón de utilizar el término
neoliberalismo acuñado, creo, por Georges Soros. La
libertad de mercados implica la libertad para establecer
monopolios y la libertad para que el que tiene más dinero
imponga sus normas, por eso
los mercados deben estar regulados. De hecho existen muchos
grados de liberalismo, pues bien, la escuela de Chicago
estaría con aquellos más alejados de las ideas de
Keynes y de
Galbraith. Esta escuela ha dominado la economía mundial
desde finales de los sesenta, pero a raíz de la crisis de
los tigres asiáticos y el fracaso de su aplicación
en Argentina, se ha iniciado un proceso de
crisis. En trabajos recientes se ha demostrado que muchos de los
trabajos de esta escuela y en especial de Friedman estaban
realizados en un proceso inverso, es decir, primero se ideaba lo
que se quería hacer y luego se creaba un estudio en el que
se demostraba la validez de esas acciones, si
algo fallaba después, siempre se podía culpar a
factores externos. Eso pudo servir para Rusia y
Argentina como explicación, pero cuando China se
negó a seguir los consejos del FMI y contrato a sus
propios economistas (la mayoría keynesianos) y
salió fortalecida de la gran crisis asiática, el
castillo de naipes neoliberal se vino abajo. En nuestro
país hay grandes seguidores de Friedman, a pesar de las
evidencias,
pero además tienen un poder político y sobre
los medios de
comunicación tan grande como para censurar las
teorías que no les son afines. De hecho en España
existen grandes economistas de raíces
socialdemócratas pero que tienen verdaderos problemas para
publicar sus trabajos, mientras entidades como FAES publican los
trabajos, incluso inacabados o probadamente erróneos, de
"economistas" neoliberales. Respecto a los parias… quienes
ha visto un paria gobernando una empresa de alto nivel, la
oligarquía dominante tiene asegurado esos puestos, si
quieres dejar de ser paria solo puede ser servil adlátere
de segunda
".

Publicado por Khamykhaze en 12:38 
[57]

Decía yo, grande vuelta he dado, por causa de nuestras
hijas estar enfermas muchas veces durante el año.
Sabíamos como cuidarlas, pero no curarlas… ¡antes
supiéramos! Porque si las supiéramos curar,
estaríamos ciertos y seguros de
tenerlas siempre con nosotros.

Para seguir una cierta cronología, es necesario decir
que la época del neoliberalismo había
comenzado[58]. Nuestras hijas nacieron en la
época previa a la denominada globalización de la
economía[59], es decir, cuando la
teoría que orienta nuestras inversiones y
nuestro mercado de trabajo, pasa a ser, mas una vez, de
autoría de los propios propietarios de los medios de
producción, que se apoderan cada vez más de la
circulación de los bienes. No es extraño encontrar
propietarios de empresas de teléfonos celulares que no
sean también dueños de mercados. La riqueza, en la
globalización, como había sido debatido por
Marx en su
libro histórico El Capital, ya citado y referido
antes, se concentra cada vez más en las manos de una
minoría. No es extraño que haya acontecido la ya
referida guerra contra
los Sunitas de Irán,
cuando Saddam Hussein[60] quería controlar
el
petróleo, para su familia y amigos, de Irán,
Irak y otros sitios del Golfo Pérsico y así dominar
el mundo al ser propietario de una empresa única de la
fuerza motora
de las empresas, de la alimentación y del
resguardo del frío y otras necesidades básicas. Al
camino salió de inmediato otro controlador del petróleo
del mundo, los Estados Unidos de
América, y la familia que, para dominar el
petróleo, conquista la
Presidencia de la
República Norteamericana, La familia Bus y sus aliados se han
apoderado de todo el petróleo al conquistar Irán
por guerra y mantener allí sus tropas, deshiladas
permanentemente por los Sunitas y los Shiitas, con apoyo de los
propietarios de petróleo Árabes del Golfo
Pérsicos. Encontró aliados poderosos en Europa,
como el Gobierno de Gran
Bretaña[61] y de Alemania,
"colgados" a los Norteamericanos para tener un costo de vida
más barata, lo que resultó en la 
caída  del Primer Ministro Blair y del Partido
Demócrata Alemán. Pero la Alianza comienza a caer,
como está referido en el texto on line, referido al
pié de página[62] La impopularidad
de Bush hijo es muy grande en el mundo entero.

éste es el mundo dentro del cual nuestras camelias
deben vivir y criar a sus hijos. Es, también, la
razón por la cual nos preocupábamos tanto de su
salud, sabiduría e inteligencia,
bien como de cultivar su espíritu aventurero y de saber de
ciencia. Ellas iban a vivir en un mundo permanentemente en
cambio, como yo lo había pensado y escrito en mi tesis en
la Universidad de
Edimburgo[63].

La primera enfermedad de nuestras hijas, parece ser del
cuerpo, pero, al llegar a esta parte de la historia de ellas, pienso
que era más social de que biológica. Las
biológicas existían y grandes sustos tuvimos con la
adquirida por Paula en Vilatuxe, Galicia, esa de una meningitis
viral, adquirida dentro de los establos de vacas, donde jugaba
con sus amigas y que nos la iba matando. O la de Camila, una
neumonitis, que la llevó al Hospital, cuando Gloria y yo
paseábamos, para enamorar un poco, en París. Mal
supimos la noticia, volamos al primer avión y corrimos a
Cambrige. Lo que será narrado en el Capítulo
siguiente.

Este quería acabarlo apenas con una idea: la enfermedad
social causada por el capitalismo y
la corrida a la guerra para ganar apoyo en inversiones y alianzas
con otros países, deseosos de riquezas que no tienen, pero
que, con el poder de las armas,
podían tomar. Es la mayor enfermedad que ellas tuvieron
que vivir, explicada por nosotros de la forma más calma y
simpática posible, para la edad de ellas: Paula
tenía 9 meses a su llegada a Londres primero y desde
allí, a Edimburgo. Camila, tres, a su llegada a Londres,
para ir a Sussex y Cambridge, dos sitios que, mas tarde,
serían la base de su saber y su trabajo y de su
reproducción.

Queda para el próximo recuerdo.

4. – Necesidad de
agua

Este recuerdo de necesidad de agua, nace de
un problema que tuvimos con una nuestra Paula de un año,
cumplidos en nuestra casa de 7 Carelton Terrace. Tuvimos
muchas visitas para esa celebración. ¡Era el primer
año de vida de nuestra primogénita viva!
Había otro antes, Diego, que se perdió. La fiesta
debía ser grande. Era, para nosotros, una grande
celebración. La habíamos esperado con la
desesperación de los padres que pierden el
primogénito, ella era ahora nuestra primogénita y
única hija en esos días. No solo hija, como una
dedicada compañera de familia, no teníamos a nadie
en Escocia, excepto esta familia de tres, un pequeño brote
de nuestra familia alargada. Pero
[64]también habíamos hecho familia,
con los amigos de la alegría, los Gáudio, ya
narrados antes… No sólo ellos, eran también Peter
y Diane Wass, nuestra casi familia. Peter era el orientador de mi
tesis en la Universidad de Edimburgo, gran amigo mío, me
confiaba sus intimidades  y vice-versa.  Era una gran
amistad que nos
unía que, por estar ya narrado en otro libro mío,
no digo nada más. Excepto talvez que hay una cierta manera
británica de amar a los amigos, que pasa muy cerca del
deseo. Era lo que acontecía entre Peter y yo. Definidos
heterosexuales como éramos, él quería que
siempre me sentara a su lado en su automóvil, tocaba mis
piernas o me tomaba de la mano, y, a veces, hasta me daba un beso
en la mejilla. Cuando fuimos a la Universidad de Liverpool, para
un curso de Ciencias de la
Educación durante una semana, no había noche
que no viniera a mi habitación, se sentara sobre mi cama y
hablábamos, hablábamos por la noche dentro, y
bebíamos de una botella de güisqui que yo
había comprado. Conversaciones excitantes sobre ciencia,
sobre las culturas de otros pueblos, sobre cómo
amábamos nuestras mujeres, los amigos y sobre nosotros
mismos. Era casi una relación homosexual, satisfecha
apenas con conversaciones y referencias a las formas homosexuales
de ser de… otros. Esa forma de cariño, aún cuando
era muy permitida, era casi un permanente flirteo masculino. Los
dos amábamos a nuestras mujeres y hablábamos de
ellas, lo que sólo acontecía cuando
estábamos solos. Era una  amistad con amor,
cariño, confianza, seducción ética e
intelectual. Ese cariño íntimo entre hombres. Los
Wass eran convidados permanentes de nuestra casa, no
podíamos estar sin ellos, iban siempre iban a visitarnos,
las conversaciones improvisadas se alargaban y comían con
nosotros. Como acontecía con los Gáudio. Los Wass,
para retribuir nuestros encuentros en Carelton Terrace, nos
convidaban a su cottage en las, por ellos llamadas, High
Mountains, o cerros altos o montaña, al lado del
único lago que es denominado como tal, el Lake of
Mantith[65]. Gloria y yo nos reíamos,
habituados como estábamos a las grandes montañas de
la Cordillera de los Andes, especialmente el monte
Aconcágua[66], con los Gáudio,
cuando también iban a esos paseos. Ellos también
reían de las Altas Montañas Escocesas. Ellos eran
de Argentina, compartíamos la misma Cordillera de Cumbres
Altas, la de los Andes. Pero, por respetar a los Wass, solo
contábamos la historia de la Cordillera, sin
reírnos de sus Tierras Altas. Quién hacía
más bromas, era el propio Peter, que bien sabía
como eran las montañas de Chile y Argentina. Sin embargo,
estaba orgulloso de tener un sitio tranquilo y reposado en el
único lado del Reino de Escocia[67]. Eran
días lindos y agradables, en la primera de la juventud de
todos nosotros, con hijos pequeños a llorar en las noches,
sin embargo: el de ellos, el pequeño Pete de Diane e
Peter, Santiago de los Gáudio, y nuestra Paula.

Esa Paula que causó todos estos comentarios que
desgarran el texto, como puedo apreciar. Celebramos ese
día 26 de Junio su cumpleaños, convidamos a todas
las persona antes mencionadas, con la presencia de esa santa
Señora, mi suegra Doña Amanda. Ella no hablaba
inglés, pero Peter y ella se entendían a las mil
maravillas, cada uno en su lengua. El
día del aniversario fue muy celebrado, con comidas
especiales que mi suegra sabía hacer y que Paula no
comía aún, por ser muy pequeña.

Ese
ser pequeña, fue lo que causó que la noche acabara
en el Hospital de urgencias del
Royal Victoria
Hospital [68] 

 . Había comida la típica comida de
bebé, filetes de pescada congelados y mojados en harina de
pan, que ella gustaba tanto. En el medio de la noche, nos
despertó con vómitos que no
paraban. No había taxis, tuve que correr a casa de los
Gáudio y pedir a Ricardo que nos llevara, lo que hizo de
inmediato, tan alarmado como nosotros. Mal llegamos al Hospital,
lo primero que hicieran fue llenar una ficha de
inscripción. Enervado como estaba, no hablé,
grité que la niña debía ser atendida primero
y que después íbamos llenar la ficha. Como nadie me
oía, tomé a Paula de los brazos de su madre,
entré a la sala de urgencias y pedí un
médico de inmediato. Detrás de nosotros
venía la enfermera, a la que mandé a buena parte:
Paula era para ser la primera atendida, envuelta y todo como
estaba en su frazada amarilla, que, como ya he dicho antes, ella
llamaba yagua,  y los papeles serían llenados y
firmados después. ¡Conseguí! Paula y Gloria
entraron a la sala de urgencias, la niña estaba
deshidratada, precisaba de agua, precisaba de suero, precisaba de
ser hidratada. Nuestra hija  había sido muy esperada,
era nuestra y debíamos tomar cuenta de ella y salvarla a
correr. Nunca he olvidado esa noche de locos que vivimos.
Quedé en el Hospital con ella, Gloria fue con Ricardo y
vino a substituirme al día siguiente. Paula quedó
en el Hospital algunos días. Cuando volvimos con ella a
casa, había perdido varios quilos. Gloria, en su
prudencia, me pedía para me calmar, le pregunté si
ella estaba calma, confesó que no, pero supo como 
mantenerse serena, por lo menos exteriormente. Esa serenidad yo
no sabía encontrar, esa calma recuperada cuando llevamos a
la pequeña de vuelta a casa y comenzó a comer de
nuevo, vorazmente. Como cuando era bebé y tuvo su primera
enfermedad, no me separé de ella un instante. De hecho,
Paula, en pequeña, tuvo enfermedades violentas, que
precisaban de mucho agua siempre, como esa meningitis que solo
podía ser tratada con penicilina y mucho suero, mucho,
mucho, suero. Desde muy pequeña, Paula tenía
nuestras vidas suspensas de un hilo.

Fue así la infancia de
nuestra Paula. Infancia simpática y divertida, pero con
muchas enfermedades. Simpática e divertida porque
sabía reír y hacernos reír. Vivía
mucho en el medio de nosotros, sus padres y amigos, en Escocia y
en Inglaterra. En
Galicia, su vida pasó a ser diferente. Tenía muchas
amigas de su edad que hablaban su lengua. Los períodos en
Londres y en Edimburgo fueron siempre muy cortos para aprender la
lengua celta del inglés escocés. En Edimburgo
tenía acompañantes adultos o niños
pequeños que aún no sabían hablar. La
conversación de los adultos es supuesta ser una manera de
transferir ideas y palabras. Nuestras conversaciones eran siempre
de palabras duras, bien pronunciadas, pasando rápidamente
de una a otra lengua con facilidad. O hablábamos en
inglés, o en castellano, pero
con hablantes del castellano que pronunciaban de otra manera.
Hablar con los Gáudio, era una forma casi imposible para
ella de aprender, los acentos están colocados en otros
sitios. Fuera de ellos, no había nadie más que
hablara nuestra lengua, excepto nuestra amiga arquitecta Jean
Laing, hija de padre escocés y madre chilena.

Creo que cometí un error con Paula. Siempre fui de la
opinión de que a los niños se les debía
hablar como se habla con los adultos, con palabras llenas y bien
pronunciadas. En ese tiempo de mis veinte y lgunos años,
aún no había descubierto lo que hoy denomino la
mente cultural[69]. Hubiera sabido
esto antes, Paula habría aprendido a hablar mucho antes.
En la realidad de la vida social, existe lo que se denomina el
baby-talk, o forma de hablar como bebé, de parte
del adulto, que imita palabras dichas por un niño o
niña pequeños. Ese hablar de bebé, o hablar
de guagua[70], como se denomina a los bebes en
Chile, es muy practicado por los adultos cuando ven a una
criatura nueva. Son sonidos que nacen de la emoción, del
cariño, no de conceptos o definiciones o explicaciones.
Pienso, por lo que he visto en mi vida, de que los adultos
mayores lo practican con más frecuencia que los adultos
jóvenes. Ese mimimimi, poipoipoipoi, o decir
a una bebé: Tá? Nohtá, repetidas
veces, tapándose la cara con un pañuelo o
escondiéndose detrás de una silla o mueble, y
aparecer de repente, hace que el niño-niña se
rían y entiendan las palabras por la mímica de la
acción.
Hoy en día, muy al contrario de lo que era mi
opinión antiguamente, hasta recomiendo que se hable de esa
manera con los niños. En mi arrogancia paterna,
pretendía que nuestra hija hablase como "debía
ser", desde su más tierna edad. Recuerdo, y si yo no
recuerdo bien, Gloria me corregirá, que Paula
comenzó a hablar apenas a los nueve meses de edad, apenas
con sones emitidos por ella. Típico era: "papapapa", o,
jugar en silencio con sus muñecas, entrando y saliendo de
nuestra sala, su casa encantada, donde solo ella existía
con sus bebés, dándoles de comer, alimento que ella
también engullía, imitando a su madre a darle de
comer, comiendo su madre también. Era una pequeña
muñeca ella misma, siempre vestida en trajes de lana azul
oscuro, esa especie de uniforme que Gloria había tejido
para ella en su máquina de tejer en Chile, hechos para
crecer junto con ella, heredados más tarde por Camila.

Eran días lindos y tranquilos en nuestras dos casas
sucesivas de Edimburgo. Cuando Paula comenzó a aprender a
hablar y jugar, a los casi dos años de edad, le gustaba
salir sola al patio de enfrente de nuestra segunda casa de
Edimburgo, en Carelton Terrace, nos mandaba entrar dentro de casa
para no tener personas para testimoniar sus juegos,
especialmente a sus padres, llamaba a las personas que pasaban
por la calle, con su pequeña voz, diciendo: "Hey, Mister,
look…", se bajaba los calzones y les mostraba su gordo trasero
a los puritanos presbiterianos escoceses que pasaban por la
calle. Nosotros, los papás, muertos de la risa, la
veíamos en estas actividades eróticas para su edad
y no sabíamos muy bien si era correcto o no. Quien
mandó allí fue ella. Cuando finalmente, un
día, se despojó de los calzones y se levantaba la
falda para mostrar su vientre, pensamos que era necesario
distraerla. Nunca la avergonzamos o castigamos, siempre le
dábamos una alternativa para ella realizar. Normalmente,
dulces o comida. Porque, aún  delgada como ella era y
es hoy en día, era muy buena, como se dice en el chileno
castizo, muy buena, repito, para el diente[71].
Con la comida, la distraíamos de sus naturales juegos con
otros seres humanos que ella no conocía. Hubo, sin
embargo, un día en que tuvimos que encerrarla en casa con
una cierta fuerza. Había pasado una señora muy
presbiteriana, que tocó el timbre de la casa y nos dio una
lección de que a los hijos había que criarlos de
otra manera. La lección la oí yo, pedí a
Gloria y Paula para entrar dentro de nuestro departamento y fue
un debate de casi
una hora. Fue preciso pensar de nuevo antes de permitir a nuestra
hija exhibir su cuerpo enfrente de las personas. No fue
difícil, duró esta tendencia una semana y
después, se olvidó. No era difícil olvidar,
ella no recibía azotes en las nalgas, que excitan a los
niños pequeños, como comenta Alice Miller en una de
sus obras[72] y comenta Tom Johnson  en su
texto que cito al pié de página[73].
Nuestra hija no era castigada, no era batida en parte alguna de
su cuerpo, por lo que se sentía libre de exhibirlo. No
estoy, con esta frase, a aconsejar castigos, pero sí,
educación.
Normalmente, los analistas tratan de los problemas y no
enseñan como  los padres se deben comportar con sus
hijos, de forma habitual y por costumbres culturales cada
país. Ahí, los Etnopsicólogos estamos en
ventaja, al comparar las varias formas de comportarse con los
niños entre las diversas culturas del mundo, los
más nuevos  de nuestra generación.
Castigar[74] es difícil, pienso yo, pero es
aún más difícil, criar a la infancia de
forma de darle a entender lo que pasa en la vida real. Por otras
palabras si castigar es difícil e me parece una infamia de
los adultos, es más difícil, sin embargo, 
formar el pensamiento,
tentar organizar esa cabeza nueva que está a comenzar a
adquirir conceptos, ese receptáculo denominado por
mí mente cultural, bien como saber transferir pensamientos
positivos para estructurar los sentimientos de los
pequeños.

Talvez, una digresión no haga mal. Los niños son
como las plantas que
necesitan ser regadas. El problema de todo jardinero es saber
cuánta agua debe ser colocada en cada planta y qué
plantas deben de ir al lado de las otras para que las plantas que
precisan de mucho agua no maten a las que precisan de poca, o las
que precisan de mucha, no ahoguen a las otras. Ser jardinero, es
un saber delicado, normalmente adquirido con experiencia y con
práctica. La diferencia entre plantas y niños, es
muy grande. Para criar plantas, se puede experimentar; para criar
niños, experimentar es un peligro muy grande. Es por eso
que todo padre nuevo necesita el apoyo de los más viejos
de la familia, que ya tienen pasado por el proceso material y
ritual, de enseñar niños, de criar. La
creación de nuevos seres es un problema sujeto a debate.
Y, de hecho, el debate está siempre en abierto. Como ya
comenté antes, saber ser papá y mamá, es un
saber que se adquiere con el tiempo, con la experiencia. Hay
grupos de
padres que se juntan solo para debatir la cuestión de
cómo educar a los descendientes, porque los analistas,
decía antes, solo apuntan el dedo a los problemas de los
pequeños. Hasta el día de hoy, todo lo que he
leído, está lejos de ser una premonición,
una orientación. A quién más consulto, es a
Alice Miller, o Mélanie Klein y, como es evidente, Sigmund
Freud. Nunca
quedo satisfecho con lo que dicen. He llevado los textos de ellos
para mis estudiantes de Etnopsicologia de la Infancia y discutir
los asuntos con esos adultos que son padres y que también
estudian. Las experiencias son diversas. No hay padre o madre que
no haya sido siempre muy bueno con sus hijos, ninguno confiesa la
forma de ser que tienen con sus hijos. Entre los autores de
nuestra plaza intelectual, a quién más he
leído es a mi amigo, como estimo yo, Daniel
Sampaio[75], y al psicólogo de la infancia,
Eduardo Sá[76]. Los títulos de sus
obras revelan de inmediato su manera de abordar los asuntos de
enseñar. O la Socióloga de la Infancia, Maria
Manuela Ferreira. Es decir, tenemos en casa una cantidad de
personas que dedican su tiempo a las formas  tradicionales
de enseñar y que, no contentos con esa investigación, comparan sus formas de
analizar el presente con las formas de vida del pasado. Esa
comparación, diría yo, es casi obligatoria, no por
metodología, bien como porque el
crecimiento de la infancia obliga a comparar, están
siempre a cambiar, a mudar para formas diferentes. Hablaba
aún hoy con un amigo, que ha sido un fiel amigo y
discípulo, Ricardo Vieira, con una inmensa obra sobre
Antropología de la Educación, y
refería que interrumpía su trabajo de dar aulas,
para ir a buscar a su hijo Pedro de 10 años al Colegio, y
tomar onces juntos-lanchar os dois, decía
él- un ritual que lo alivia de la sobrecarga de trabajo
que tiene todos los días. Sin saber, Ricardo Vieira me
estaba a dar una idea de que hay rituales entre padres e hijos
que hace bien para los dos, cumplir siempre: es el único
momento del día que tienen para convivir y hablar de otras
cosas que no sea trabajo. Esta digresión tiene que ver con
nuestra propia experiencia de criar a nuestras hijas. Una forma
de indicar esa educación, es haber escrito, hasta ahora,
sobre sus enfermedades y sus formas de relacionarse con otros.
Pero hay mucho más que aprendimos al criar nuestras hijas.
Una de las más importantes era nunca castigarlas, al mismo
tiempo que inventábamos juegos para que comieran su
comida: era siempre ese avión que aterrizaba en su boca,
con la cuchara llena de comida, lo que las hacía
reír y olvidarse de la "lata", como es dicho en chileno
normal, de tener que masticar, estar sentada tanto tiempo en la
silla con esa pequeña mesita al frente. Las dos
niñas, en sus diferentes edades, hacían lo mismo,
trataban de salir de la silla con mesa. Camila era campeona para
escabullirse por debajo de es pequeña mesa, no sé
cómo, porque era muy fuerte y gorda: tuvimos que aceptar
el hecho y pasó a comer a la mesa con nosotros.
Ciertamente, ella quería comer con todos, Paula
tenía ya seis años y comía con los
papás, Camila debe haber sentido que era excluida de la
reunión familiar al comer sola y después, dormir la
siesta. Con el tiempo, aprendimos que la niña comía
mejor en el medio de todos, en la mesa familiar, hasta que
aprendió la "maña" de querer comer sola, lo que
demoraba mucho las comidas. Paula comía muy rápido
para ir a jugar con sus amigas, pero si Paula salía de la
mesa, Camila también quería y el almuerzo siempre
acababa con una Paula muy aburrida sentada en la mesa a la espera
de que su famosa hermana acabase de comer. Fue como Camila
aprendió que podía controlar a la familia y
demoraba su comida para nos tener a todos juntos al lado de ella.
Nuestra salvación, como siempre, fue la llegada de la
abuela Amanda, que tenía el placer de sentarla en su
falda, hablar en pequeñito, como si fuera otra
niña, y en decir: "Mi linda, mi cariño,
huainecita[77], mi reina" y otras palabras dulces-
forma de hablar que pasó a ser nuestra para pacificar a
nuestro indómito
retoño- palabras todas que hacían la delicia de
nuestra pequeña hija, que trataba a la abuela, a su vez,
como un juguete, lo que Doña Amanda aceptaba, adoraba ser
besada y recibir cariños de su nieta, esa novedad para
ella, en los días que nos fue a visitar a Vilatuxe, en
Galicia. Siempre llena de regalos, de historias, de mimos,
nuestras hijas la adoraban. Lo que mi suegra no adoraba, era la
casa en la cual vivíamos, casa de aldea, hasta que se
acostumbró, como mi mujer, que hizo
de la casa un paraíso. Creo que de las más de
treinta casas en que hemos vivido, la de Vilatuxe debe haber sido
la mejor, la más calma, la más acogedora. Gloria
estaba serena y feliz, la familia aparecía, su madre, su
prima María Teresa, hija del tío Higinio, con
nuestros amigos de Uruguay, el
psicólogo  Jorge Fernández y Nelly, su mujer.
Más tarde,  fue la llegada de mi hermana, su marido y
su pequeño bebé, Blanquita, Miguel y Alejandra de
tres meses. Para Camila fue una sorpresa ver en casa un
bebé tan pequeño, era su muñeca viva. Esa
Camila quién, como he narrado en otro texto, andaba
siempre tras de mí, lo que yo adoraba. Si Paula en
pequeña en Edimburgo, andaba tras de su madre, ella en
Vilatuxe, siempre estaba detrás de su Dad. O
papá, dependía del sitio que estuviéramos
para nos recordar la lengua que hablábamos. Para Paula,
sin duda, yo era el "papaíto", forma de referir al padre
en la lengua luso-galaica, que rápidamente aprendió
en Galicia, junto con esa forma española de hablar
castellano, como he contado ya.

Con todas estas personas aprendimos que no era difícil
criar niños. Había que entenderlos antes y la
comprensión venía sola desde esa mente cultural.
Estoy seguro que la
jovialidad de mi suegra Amanda, fue la que más nos
enseñó a tratar a los niños, las
niñas nuestras y a los otros: cariño, saber decir
no en el momento cierto si hay un riesgo de caer o
hacer una yaya[78], nunca corregir la forma de
hablar, porque los niños adquieren vergüenza de
hablar. Me hace recordar mi propia infancia, cuando mi padre un
día me preguntara: "¿Para donde va, joven?.
Distraído en mis cinco años de edad,
respondí de forma muy chilena, en cuanto leía un
libro: "P"allá" ¡Bueno! Mi padre me
llamó y dijo: "¿Joven no sabe que se dice para
allá? Para que no se olvide nunca, diga cien veces: para
allá, para acá, y para que la lección no se
olvide, cada palabra las debe decir moviendo la cabeza de derecha
a izquierda". Rápidamente lo hice, estaba más
interesado en acabar el libro que en castigos. Y, por hacerlo
rápido, él, que contaba las veces que yo
decía las palabras, al acabar, me dijo: "Bueno, bueno,
¿el niño es mañoso no?. Hágalo todo
otra vez, pero con lentitud y calma. Perdí una hora de
lectura de mi
libro especial. Lección que no he olvidado en toda mi vida
porque me enseñó cómo y por qué no se
debe castigar a un niño de forma tan estúpida.
Nunca lo hicimos con nuestras hijas. Era más una manera de
saber criar.

Bueno, el desgarro del texto ha sido grande. Quería
relatar de forma breve, lo que aconteció con Paula en
Vilatuxe y nuestra fama de no ser padres que supieran cuidar a
sus hijos. Nuestro médico estaba en Lalín, el
Médico Jesús Tancredo, al que llevábamos a
las niñas porque sí o porque no. El no se quejaba,
recibía dinero… Pero un día dijo que ya estaba
cansado de atender a nuestras hijas, no estaban enfermas y
nosotros temíamos mucho. Ya con mi hermana en casa,
llegó el día en que debía dar una conferencia en la
escuela, en Noviembre de 1975, con ese frío terrible de
las llamadas en Gallego Rías Altas, o la parte de la
cordillera de Pontevedra, en dónde estaban Vilatuxe
Parroquia y Lalín, Consejo. Paula tenía dolor de
cabeza y de cuello y comenzó a subir su temperatura.  Fui informado de este estado
cuando estaba a dar mi conferencia, que cerré de
inmediato. Solicité a mi amigo Maestro, como llaman
allí a los Profesores Primarios, para llevarme a
Lalín, ese elegante y lindo y muy señor, Manuel
Pichel González, casado con una linda muñeca, una
de las varias niñas de ojos celtas, azules, pero muy
deprimida  Maria de la Flor González, o Mariflor,
como ella gustaba de ser llamada, de la casa de Barrosos, como
son conocidas las persona por allí, por el nombre de la
casa y no por el nombre de las familias propietarias o que las
habitan. En otro texto, refiero la llegada de amigos míos
a Vilatuxe, preguntaran dónde era la casa del Dr.
Raúl Iturra, nadie sabía, la casa del Señor
Iturra, también nadie sabía, exasperado ya,
preguntó el jefe da la familia que nos visitaba, Milan
Stuchlick, la casa de Don Raúl, también no
funcionaba, hasta decir él, que era un señor con su
mujer y dos hijas y que usaba pelo largo, amarrado como cola de
caballo. ¡Ah!, Habrían exclamado todos, ¡la
casa del Chileno! Y fue así que me ellos dieron con
nuestro paradero, yo quedé a saber el sobrenombre por el
cual éramos conocidos, ellos  encontraran nuestra
casa y también recuperé mi nombre. Supe así
también que las casas no son conocidas por el nombre de
los propietarios o de sus habitantes, bien como por una
característica diferente, que destaque al individuo de ese
conglomerado sitio llamado aldea, donde todos hacen las mismas
cosas, al mismo tiempo. Los grupos precisan de saber las
características individuales para diferenciar el
día de la noche, el cielo del infierno, para desorganizar
la rutina que los hace un colectivo de personas y no un grupo de
individuos, como acontece o en las ciudades o en los medios donde
el capital identifica rápidamente: quién tiene,
quién nada posee. Esta forma de estructurar la identidad
colectiva, había sido explicada a nosotros por varios,
pero cuando se vive el hecho, es que, finalmente, se entiende.
Así fue en nuestra primera visita de los años
setenta, bien como en el  reestudio que hice en los
años 90, mas exactamente en 1997[79].
Así conocí a los Medela, que en el reestudio me
dieran albergue, y a ese mi amigo Manuel o Manolo, como se llama
en España a los que poseen el nombre de Manuel, Manolo,
esa metáfora de esquivar, como en la plaza de toros, una
manolada, cuando se pasa el paño rojo en frente de los
ojos del toro. Ese mi amigo, a quién siempre preguntaba yo
si querían hijos o no, porque ya estaban casados hace
muchos años. Su respuesta fue rápida: que querer
tener niños, él adoraba, pero después,
tomando mis manos, casi a llorar, me explicó que el horno
de hacer niños estaba muy frío, motivo por el cual
su semilla no cuajaba, una forma elegante de decir problemas
íntimos que nunca hasta hoy, he revelado. Esa intimidad
inexistente, era aliviada por mi amigo en otras relaciones en su
Parroquia original de Anseán, limite de la nuestra de
Vilatuxe e de sus familias. Eran primos directos y él
pensaba ser ese el motivo para no tener hijos. Fue necesario que
yo le  explicara que el matrimonio entre
primos no estaba prohibido, que el Derecho Canónico
había cambiado, como explico especialmente en un texto
mío, editado en Gran Bretaña y traducido al
francés, citación que hago para no dar tantas
vueltas al asunto del casamiento y los hornos
fríos[80]. La explicación hecha para
ahorrar  que no era ese el motivo, sino más bien el
otro, ese de la frialdad de su mujer. Me parecía
también que andaban otros amores por el medio, pero, como
la historia ano es mía, nada más digo.

Las emociones pueden
ser muy frágiles y muy poco culturales, eventualmente. En
una parroquia pequeña, devota de la Iglesia
Católica, acontecen  relaciones conocidas por todos,
pero nunca dichas o comentadas, o, entonces, comentadas en
silencio con un picar de ojo y entre personas de confianza. Era
el problema de mi amigo, quién normalmente
desparecía un día entero y volvía a casa
feliz y sonriente. Más de una vez lo
acompañé a su aldea de nacimiento, y pude observar
sus reacciones frente a otras persona, el fuego de su mujer se
había apagado, llegué a la conclusión,
porque el fuego de mi amigo ardía de otra manera, de una
forma que él entendía y su mujer, no, ni
quería saber. Del asunto nunca más hablamos, hasta
encontrarlos otra vez en mi citado reestudio de la Parroquia de
Vilatuxe, que a nada llevó, excepto a saber que Mariflor
tenía una casa de lujo. Su madre había muerto, su
padre estaba viejo y con la mente perdida. Mariflor usó su
nuevo poder adquirido para realizar las obras que ella deseaba
hacer en su casa. Bien me recuerdo del día en que nos
enseñó, a Gloria y a mí, su casa por fuera,
ella no aceptaba la realidad de ser de la vida rural y tener una
casa de piedra. Gloria y yo nunca fuimos convidados a entrar,
Mariflor admiraba la forma en que Gloria había arreglado
nuestra casa rural, para nosotros una casa pobre, pero para ella,
con el ansia de tener todo nuevo, todo pintado de blanco dentro
de casa, paredes, techo, puertas color chocolate,
rascuñadas  con un instrumento de metal, los manteles
de mesa en batic", era una novedad para nuestra amiga. En mi
reestudio, observé que había convertido la casa de
piedra antigua, en una fortaleza preciosa y muy bien decorada,
toda pintada de blanco mate, con cortinas de velo, sobre cortinas
de blanco amarillo y el piso todo alfombrado con tejido de lana
con pelos blancos. Era como entrar en una casa japonesa: yo me
reía por dentro, estaba todo copiado de los gustos de mi
mujer, de los que ella había anotado todo y así
rehizo su casa. Me reía, decía yo, porque cuando
llegué a almorzar, antes de saludarme, corrió y me
dijo: "espera, espera, espera", agitando las manos, pensaba yo de
alegría por ver, 24 años después, a un amigo
íntimo. Pero, ¡ay de mí!, No, era para
pararme en la puerta, descalzarme los zapatos, sucios como
estaban con el natural barro de greda de la calle  siempre
mojada por la eterna lluvia gallega, calzarme unas pantuflas,
tirar mi poncho chileno, y, ¡señor lector, no puedo
dejar de reír cuando escribo esto!, Sentí que era
condicionalmente bienvenido. Mariflor había invertido su
ardor en…  arreglos de casa aprendidos de mi mujer y sus
elegantes amigas de Santiago de Compostela, que tenían
casas de palacio… Cuando  Manolo llegó a almorzar,
saludó con respeto pero con un ojear distante:
había problemas en la escuela al quejarse los padres de
los niños, estudiantes de Manolo, de no estar muy atento a
su crecimiento, o que interfería mucho en el crecimiento
de los jóvenes, quejas que causaban problemas para
él y para los vecinos, que los habían aislado,
porque el Maestro no sabía enseñar o sabía
mucho y decía lo que no era conveniente y adecuado a esos
jóvenes, y por el llamado nariz respigado de Mariflor, que
no hablaba con sus vecinos. Después de una hora de
almuerzo, dónde todo me era preguntado, volví a
casa para descansar, mis hospedes Medela me contaron historias de
esa pareja que, por simpatía para ellos, no cuento, para
que el papel no se rasgue de tanta vergüenza. Fue esa
historia que me llevó a diseñar mi propia pedagogía y mi relación con
nuestras, como se dice en lengua luso-galaica, catraias o
hijas. Fue lo que me hizo pensar que debe haber una cierta
distancia entre las intimidades de los más jóvenes
y las nuestras, aunque sean nuestros hijos.. Nos vimos dos horas,
con un hombre muy
envejecido, el padre de Mariflor, José Gonzáles,
con el apodo de El Barrocal, que nos regalaba leña en los
años setenta para calentar nuestra fría casa,
visité la habitación del segundo piso, donde Manolo
había sido segregado a una habitación solitaria, y
nunca mas los vi. Esos amigos que, prácticamente,
vivían en nuestra casa en los años 70, que nuestras
mujeres salían juntas para Compostela e nosotros, para las
aldeas que Manolo me explicara siempre. Talvez, era conveniente e
adecuado decir que aprendí no apenas esas ideas de
intimidad y distancia, bien como pensé que debía
evitar amigos de conveniencia.

Bien, el desgarro del texto ha sido grande. Aún no he
llegado al relato final de la meningitis de Paula. O, talvez,
quiera evitarlo. Me siento… culpable…  El trabajo era
mío y quién estaba a pagar por la
investigación, era nuestra hija mayor, porque Gloria
ya estaba habituada a nuestra forma de vida en la aldea y no
quería irse de vuelta al Reino Unido, en  el
día en que debíamos partir. Es evidente que la
enfermedad de Paula atrasó la partida. Pero no
causó alegría en ninguno de nosotros el hecho de
demorarla, por causa del motivo de la tardanza. Aún
más, debíamos partir porque, como he narrado en
otro libro mío, tenía un  pasaporte temporal,
de corta duración, dado por el ciudadano Español,
Cónsul de Chile en el Puerto de Vigo, por simpatía
para nosotros, perseguidos como estábamos en todo el
mundo, por la Dictadura de Chile. El Cónsul que
había sido Republicano en sus tiempos, otorgó una
visa de dos meses, en Noviembre de 1975, que expiraba a finales
de Enero de 1976. Y la enfermedad de Paula fue en Noviembre. Nos
sentíamos acosados por todos los sitios. Cuando
reparé en la enfermedad de Paula, fui de inmediato a
nuestro pedíatra de Lalín, quien nos dijo que no
debía ser nada. Yo insistí mucho, relaté con
el mismo fervor que había hablado en el Hospital de
Edimburgo sobre el envenenamiento alimentar de Paula, pero un
tuve éxito,
el médico ya estaba habituado que por todo o por nada,
estábamos en su consultorio. Me dijo que me fuera a casa o
llevara a la niña, a las dos, porque si era lo que yo
decía que parecía ser, una meningitis, había
peligro de contagio para nuestra hija más pequeña.
Repliqué de inmediato que por causa del frío, no
las podía llevar a la calle, él, irónico,
dijo que si era como yo decía, mucha fiebre, la nieve
haría bajar la temperatura. Como no tenía
alternativa e era un Viernes y los médicos no trabajan
durante el fin de semana, me sentí desesperado y las fui a
buscar. El médico las revisó, dio su diagnóstico y decidió, en su
médica sabiduría,  que la niña
tenía solo un catarro con otitis. Nada contento,
volví con ellas a nuestra casa de la aldea. Esa noche fue
en vela. Paula paseaba sonámbula por la casa, con nosotros
sin saber qué hacer. Después, comenzó a
dormir y tenía el cuello tieso. De madrugada, ese
Sábado que nunca olvidaré, fui a correr al
médico, ya estaba a preparar todo para volver a su casa de
Compostela, pero al oír mi relato, dijo: "Bueno amigo, yo
lo llevo, su casa, me queda en el camino a Santiago". No
abrí la boca para que no se fuera a arrepentir. En vista
de mi silencio, él fue cantando y yo, muy herido con todo,
ni lo miraba. Bajamos en casa, entró, mal vio a la
niña en la cama, la auscultó y dijo: "Joder, Ud.
tenía toda la razón, parece ser meningitis, el
problema es saber el tipo, si es de bacteria o de virus y
sólo será posible saber si vamos a la
Clínica y es allí analizada. Hay dos tipos, la que
mata y la que lesiona, es decir, de batería o de
vírus". Yo tenía todo, excepto dinero. Pero nuestra
hija, como hace cantare Mozart en su
Ópera Cosi fan tutte[81] que
las personas amadas por nosotros, valen un Perú, es decir,
una referencia a la estimada riqueza de oro de la hoy
República del Perú. No pensé ni un minuto,
pregunté cuál era la mejor Clínica de
Compostela. Era, por supuesto, La Rosaleda, la mejor y la
más cara. Pero los padres no nos fijamos en gastos en estos
casos, por la que a La Rosaleda, nos dirigimos de inmediato. Para
no quedar solos, llamamos a nuestros amigos Xosé Manuel
Beiras y, en ese tiempo, su mujer, Teresa García Sabell.
Corrieron a la clínica. Xosé Manuel decía:
"Es que no es posible, no puede ser. La meningitis es
endémica en Galicia y justo tenía que acontecer a
la familia más sacrificada, mas entregada a la
investigación de campo, eso que nosotros nunca hemos
podido hacer", y, con desesperación, se paseaba por los
corredores en cuanto la niña era examinada, agarrando la
cabeza con dos manos. De padre sufriente y acongojado, tuve que
pasar a ser amigo que apoyaba, marido que apoyaba, paciente que
apoyaba a un médico arrepentido por no haberme
creído a tiempo, por haber desconfiado de nosotros. Ese
apoyo me salvara de perder la cabeza y de entregarme, yo mismo, a
la desesperación, porque, desesperado, eso estaba yo.
Sabía también que un padre que pierde la cabeza
nada puede hacer, ni salvar a su hija, que era lo que
pretendíamos. La meningitis había sido adquirida
por Paula en sus costumbres de jugar con sus amigas entre las
vacas de los establos, o cortes, como se dice en luso galaico, y
que los gallegos republicanos y contra Franco, aún vivo y
dictador, hacían bromas: "Las cortes de Franco
tienen…vacas y están llena de bostas". Tenía la
esperanza de que fuera una meningitis bacteriana e no viral. La
bacteriana es curable, la viral deja secuelas o
mata.[82]. ¡Nunca en nuestra vida
habíamos estado pendientes del color,excepto en el
batic´ de Gloria, como esta vez, de una enfermedad! Si el
líquido raquídeo era negro, entonces era viral y
mata; si el líquido fuera blanco, era de bacteria, posible
de curar de inmediato. Cuando Angel Pensado el médico
salió del quirófano, donde estaba Paula, ese sitio
que, en la infame práctica de los médicos no nos
dejan entrar para estar con las personas que más amamos,
dijo por suerte el líquido es de color blanco… 
Como en el nacimiento de Paula, que no me fue permitido entrar al
quirófano de dar a luz, como he
referido en otros libros míos. Cuando Ángel
salió, decía, venía aliviado: el
líquido era blanco, era bacteria que, con penicilina
sódica, podía ser curada. ¡Bueno, bueno,
bueno! La niña estaba a ser salvada. Como es posible
imaginar, no abandoné ni un momento a nuestra hija.
Nuestra suerte era que mi hermana Blanquita, mi cuñado
Miguel y la hija de ellos, Alejandra, de tres meses, estaban en
nuestra casa de la aldea, para cuidar a nuestra Camila, que no
podía entender en sus cortos año y medio de edad,
lo que pasaba en casa, por qué los papás no
estaban, especialmente su Daddy, o así lo quiero recordar
yo y así quiero pensarlo. Gloria dormía en casa de
los Beira, ese nuestro hogar en Compostela, y yo, en el Hospital.
Cuando Paula estaba mejor, fui de inmediato a Vilatuxe para traer
a la más nueva, Camila…  quién… no
quería ir. ¡Ella adoraba estar con sus recién
conocidos tíos! Tuve que dejarla en su santa libertad, lo
que era menos un peso para nosotros.  No sabía lo
famosos que éramos, pero, como siempre se dice, los amigos
se conocen en la cárcel y en las deudas, agrego, y
también en la enfermedad. Fue lo que pasó con
nosotros, era un desfile de gallegos de Compostela y de Vilatuxe,
para saber como estaban Paula y sus papás. Hasta dinero
nos querían ofrecer… Especialmente nuestra amiga monja,
Carmen Cervera, esa monja madrileña que, como relato en
otro libro mío, me dijo que había dejado su
Convento sin monjas, porque había hablado allí
sobre nuestro internacional movimiento de
Cristianos para el Socialismo.
Agradecí el dinero, pero no lo acepté, antes
pedí que, como era una persona creyente y de fe, que fuera
a orar por nuestra hija, por causa de las posibles secuelas de la
enfermedad[83].

Eran las consecuencias lo que más temíamos. Un
problema es curar la enfermedad, el otro, lo que pueda suceder
después. Esa era nuestra mayor preocupación. En
esos días, lo más importante era mejorar a nuestra
hija y no pensábamos mucho en el futuro. Más bien,
no había tiempo para pensar: con una hija siempre a
dormir, tres días sin conciencia, a
tentar adivinar lo que decía, oír sus pesadillas,
sus gritos día y noche, o por causa de la fiebre, o por
causa de los dolores que causa la inflamación de las meninges, ese delicado
tejido que envuelve el cerebro y la
médula espinal. El problema nuestro era si hubiese o no
consecuencias poco simpáticas. Los mayores problemas que
causan una enfermedad, no son sólo las consecuencias
directas de la enfermedad, pero sí los bien intencionados
comentarios que acaban por meter miedo a quien tiene un brote de
pasión, con esa dolencia. Los comentarios y los
sentimientos de alerta ofrecidos gratuitamente por personas
amigas, son, normalmente, la peor parte social de toda
enfermedad. Nunca faltan las personas comedidas que nos dan
consejos y no saben callar su boca. Desde que he sido padre de
hijas que han tenido enfermedades causadas por virus o bacterias, he
aprendido a visitar sin preguntar nada y esperar que las personas
acongojadas hablen primero y, nosotros, callar lo más
posible, hasta el punto de la descortesía. Quién
tiene un vástago con una enfermedad grave, lo que menos
desea oír son consejos de cómo tratar a la persona
doliente. Para eso existen médicos. Nosotros, en La
Rosaleda, teníamos los mejores. Pero en la aldea, mal
aparecí yo, fui abordado por los vecinos que,
prácticamente, me daban palabras de pésame, como si
nuestra hija hubiera muerto. Por ser enfermedad endémica
de la población, era, la famosa meningitis, una
enfermedad social. Las personas tienen miedo de estar con
nosotros, piensan que estamos contagiados y podemos transmitir la
enfermedad.

Fue en esos días que aprendí que toda enfermedad
puede tener dos aspectos: el biológico, y el social. El
primero, es tratado por otros en el lugar que corresponde, en el
hospital, sea la Clínica Miraflores en Viña del
Mar, Chile, el ya referido de Edimburgo, en La Rosaleda en
Compostela, Galicia, o Adenbrooks, en Cambridge, Reino Unido. Las
personas saben, las personas pretenden saber los secretos de la
de las dolencias. Nunca me olvido como Elida de Varela, llamada
la bruja, vino a recitar plegarias e sahumerios cuando Paula
estaba aún en casa, sin hablar y con mucha fiebre.
Tenía toda la fe que recitar un Padrenuestro de
atrás para adelante, o al revés, curaba no solo a
las personas bien como a los animales. Cuando
nuestro amigo y vecino Eduardo Fernández y
Encarnación Ramos, su mujer, estaban a perder una causa de
parto, la
última persona a la que recurrieron, fue al veterinario,
normalmente gratis, quien pagaba era la Empresa Nestlé,
para quien ellos trabajaban en sus tierras y con sus vacas. Si
para nosotros la enfermedad de Paula era un problema afectivo,
Para Eduardo y Encarnación una vaca a morir era un
problema de sobre vivencia: menos una vaca, y no podían
vender todos los días los litros necesarios para mantener
su trabajo en marcha, más una vaca, y no la podían
mantener. Tenían lo que he llamado lo justo para su sobre
vivencia como labradores Los "bichitos", como mi amigo Eduardo
los llamaba, "los bichitos, Don Raúl, necesitan comidas
especiales y sin esa comida, no dan leche.
¡Los bichitos son caros, Don Raúl… !
"[84]. Fue por eso que mandó llamar a
Elida, él era católico romano y se ufanaba de
serlo, pero tenía las formas de ser de lo que denomino en
otros textos míos, ya citados en éste, la mente
cultural. Elida trató con el Padrenuestro al contrario, y
como la vaca no paría, al día siguiente
estábamos ahí todos otra vez para rezar las
letanías de San Antonio.
Porque la falta de esa vaca causaba un problema financiero para
ellos. Y del problema financiero, pasaba al problema emocional.
Eduardo y Encarnación amaban a sus vacas, vivían de
ellas, pero también vivían para ellas. Las sacaban
a pastar en el fresco de la tarde, para limpiar las cortes de las
vacas. Este trabajo de producir leche, les tomaba todo el
día y todo el año. Para nuestros vecinos de
Vilatuxe, los animales y los niños eran iguales, los
trataban con el mismo cariño, aunque siempre
observé que era más el cariño a las dadoras
de leche, que el cariño a los niños. Es natural,
los niños aparecían y era una mala inversión, las vacas eran compradas con el
crédito
que daba la empresa que era, para decirlo así, la
propietaria de hecho de los animales y de la tierra.

No me fue, extraño, en consecuencia, que Elida, sin ser
llamada, apareciera en nuestra casa para "desembrujar" a Paula y
curarla. Lo que ella hacía era tan convincente, entraba en
trance y pedía para que el dolor y la enfermedad pasaran
para ella y que la niña, como la vaca enferma, sanaran.
Dirán que comparar una hija con un animal es una
tontería, yo diría que no, la naturaleza es
todo y una misma cosa, seres humanos y animales se confunden,
unos dependen de los otros. El problema era que Paula no era
"útil", porque su padre no tenía vacas para cuidar,
donde Paula, si mejoraba, fuera necesaria. La forma de cuidar a
la infancia estaba enredada con la forma de tomar cuenta de los
animales. Estaba todo unido, era una forma recíproca de
comportamiento: los "bichitos" daban el dinero
para alimentar a la familia, la familia, por su parte, cuidaba de
los animales de los que dependían para comer y vestirse.
¿Que todo era una ilusión? En cierto modo, o de
cierta manera. Porque ellos pagaban impuestos por las tierras y
los animales productivos, pero quien administraba todo era la
empresa suiza que les compraba, o no, dependía de la
oferta y la demanda, esa famosa ley definida por el referido Adam
Smith, que apenas la constató y retiró de la
actividad comercial de la realidad británica y de otros
países con influencia en el comercio de
ultramar.

¿Es ésta la meningitis de Paula? Era parte. Las
vacas, como en la India, eran
sagradas, los niños un poco menos. Las vacas criaban
bacterias y virus que los niños, y a veces, los adultos,
contraían como enfermedad. Pero, como eran animales
mimados y el pan de la casa, las vacas eran más
importantes que  Los seres humanos dependían de
ellas. Nunca olvido el día en que con mi viejo amigo
Eladio Fernández Ferradás, a quién yo
había ayudado a tramitar su jubilación y me quiso
pagar muchas pesetas por el trabajo hecho a máquina por
mí y que no acepté, ese mi amigo y yo,
estábamos a conversar. Pero, como con cualquier vecino
mío, la conversación iba siempre para las vacas.
Ese día de 1975, estábamos a pastorear un 
vaca, amarrada por una cuerda al pescuezo para que no comiera
donde  no debía. Lo que no debía, era comer en
la hierba de la finca, o belga en portugués, por
pertenecer a otros vecinos, derecho muy respetada entre los
gallegos que tanto habían sufrido para ser propietarios
desde el Siglo XIX en adelante. Pero, como estábamos a
conversar, nos distraíamos y la vaca iba a comer en la
finca de otro, lo que no era permitido, era un robo castigado con
falta de reciprocidad en los trabajos. La devoción no es
solo porque el animal da dinero, lo que a Eladio no le faltaba,
es también porque la vaca, como después
entendí, es el símbolo de la paz entre los
gallegos.[85]. La devoción a las vacas es
tan grande, que me impedía obtener todo lo que yo
quería saber para saber de la historia de la aldea, de
la memoria
viva más vieja de la Parroquia, que entre él y su
mujer Margarita Dobarro, componían. Eran mis mejores
informantes, especialmente a las horas de almuerzo, esos
almuerzos de los Domingos, donde los cuatro Iturra íbamos
a la casa más pequeña de la aldea, en el lugar da
La Carretera, donde vivíamos. Casa pequeña para
albergar a tanta gente: Eladio, Margarita, su hijo Luis y
la mujer de
él, María de la Fé  y los, en ese
tiempo, cuatro hijos de ellos. Esa Margarita Dobarro Silva, que
venía de la aldea vecina de La Varela, donde su hermano
mayor, Serafín, había heredado la mayor parte de la
tierra con
todos los "bichitos", un Serafín que era uno de los
mejores productores de leche del sitio. Ese tipo de herencia que
Margarita, aún lúcida, aborrecía y hablaba
mal del sistema, al decir que eran todos iguales, todos hermanos,
todos hijos del mismo padre y madre, en fin, todos iguales,
deberían heredar también de forma igual, pero por
le ley de costumbre cultural del patruciado, ya explicada antes,
toda la tierra y todos los bichitos, habiendo heredado ella
apenas un cuarto de hectárea de tierra, lo que ella no
perdonaba de tal manera, que amable y dulce como era, no se
hablaba con su hermano. Conversación que estaba siempre,
hasta en nuestros almuerzos de los Domingos, casi todas las
semanas. Todo el mundo sabía que Margarita, en su casi
setenta años, era una especial hospede, mientras
más gente dentro de su casa pequeña, más
feliz ella quedaba. Conseguía llevarla al tema de las
familias de la Parroquia, pero, apenas tocábamos el tema
de quién había adquirido tierra y cuánto y
cómo, ella sabía muy bien quien era patrucio 
y quién había emigrado para comprar. Y,
Serafín, su hermano, salía otra vez al baile de las
familias, como si fuera su obsesión… No podía
olvidar ni perdonar a su familia.  Todo lo que yo
quería obtener era información sobre historias de vida, sobre
las familias, y no podía: o era siempre interrumpido por
las quejas de Margarita, o por la preocupación de Eladio
de pastorear su única vaca. Es necesario decir que las
mujeres, excepto nuestra vecina, Maria de las Nieves Arca
Taboada, por ser la mayor propietaria de tierras en la Parroquia,
tienen un papel muy secundario entre la población. La Ley
del Patruciado, ya definida por mí en este texto, como en
otros libros, definía quién sería cabeza de
familia, especialmente por corresponder a él o ella,
heredar la mayor parte de los bienes. Era su deber administrar la
llamada compañía familiar gallega, para que a nadie
le faltara nada, para que ninguno de ellos quedara pobre o mal
parado. Compañía familiar, es una empresa, ya
definida por mí en este texto y en otros
citados[86]. Eladio no sólo cuidaba de que
no comiera dela la hierba del vecino, bien como decía que
no tenía necesidad de vacas, pero el problema era lo
qué podía hacer sin una vaca en casa, porque estos
"bichitos", como Eduardo Fernández y otros decían,
todo les daban el apodo de "bichito", un nombre cariñoso,
esos bichitos, decía Eladio, solo traen paz a la casa.

O ciertas intranquilidades. Todo era administrado por la
denominada Compañía Familiar Gallega, formas de
trabajo muy antiguas pero redefinidas
recientemente[87], por lo que, como digo al
pié de página, la lucha de Margarita era casi
imposible, especialmente en una sociedad de vínculos
masculinos, donde la persona cabeza de familia es, generalmente,
un hombre, denominado El Cabezoleiro.

Así fue como, poco a poco, me fui enterando de
costumbres por mí antes desconocidas, bien como por varios
de mis colegas de la Universidad de Compostela, que precisaban de
agua, de mucho agua, para poder engullir el bolo de la realidad
que les presentaba, de su sociedad y que nuestras hijas
sabían de memoria, tanto
había entrado en ellas las formas de ser de la cultura
gallega.

Vamos a ver lo que eso valió para su crecimiento.
Comenzamos a usar agua en Escocia y continuamos en… Vilatuxe o
Villa del Tojo, esos arbusto que, junto con el llamado de
Giesta[88], que tiene flor amarilla, son
enterrados durante un año, con bosta de vaca, para
podrecer, usando el resultado  como abono natural para la
tierra que se va a cultivar.  Pero hay también el
arbusto Xesta[89], más usado para el
cultivo de la tierra, porque no es venenoso como la Gesta.

Es de estas formas y maneras que fuimos aprendiendo a vivir
entre extraños, que, al final, eran todos nuestra familia.
No era solo amistad, era cariño de cada generación
a la suya. Es así como Paula y Camila, con su prima
Alejandra, crecieron juntas y, hasta el día de hoy, son
como hermanas.

Fue así también como adquirí muchos
discípulos de Galicia, los mejores doctores de hoy, ya
catedráticos varios de ellos, y que aprendí ese
derecho a la igualdad
reclamado por Babeuf en el Siglo XVIII. Los habitantes de
Vilatuxe y los de Escocia eran muy clanicos. Nosotros, pasamos,
hasta el día de hoy, a ser parte de ese clan, con los
mejores amigos del alma. Nunca
más fuimos extraños. Somos… familia.

5. – El
Crecimiento.

Es más de que conocida esa idea cultural, de que los
hijos no escogen a los padres que tienen[90]. Esa
idea está en todos los pensamientos, especialmente entre
los hijos de familias con problemas domésticos dentro de
casa. Cuando crecen, se apartan de sus padres para tener vidas
autónomas e independientes. Esa idea es casi un proverbio,
especialmente en los países latinos, donde los
papás están siempre detrás de los hijos,
cono si ellos aún no hubieran crecido, como si no fueran
ciudadanos autónomos, con soberanía. Ser padre o madre, sin embargo,
no es sólo una relación biológica, es una
relación social. Esa relación que define de
quién se es hijo, cual la situación social, los
interdictos y prohibiciones para casar, para hacer hijos, para
los deberes de alimentar a la descendencia, de educarlos y
cuidarlos en cuanto no son autónomos. Es un hecho social,
del tipo definido por Durkheim en 1893[91], en su
texto conocido como la División Social del Trabajo.
Hecho social, pero también legal[92],
como  he referido tres líneas atrás. Es casi
redundante decir hecho social y también legal, porque si
no hubiera una relación social entre quienes pueden
casarse y quienes no, quienes pueden casar con quien y con quien
no, no sería un hecho social, que debe ser legislado, como
el propio Durkheim refiere en su texto de 1893 y yo comento en
varios de mis libros. 

De hecho, la relación entre padres e hijos es una
relación de Derecho, ese juego de
palabras que gusto usar, entre hecho y derecho, como es el juego
de ser padres y tener obligaciones
con los hijos, que pueden ser muy pesadas muchas veces. Al
comienzo, es el romance de la paternidad de dos enamorados que se
quieren profundamente y que, como resultado de su pasión,
nacen niños que se enferman, que lloran, que tienen que
ser operados, o que, cuándo crecen, acaban por tener
dificultades en la manutención de su familia, familia
hecha siempre por medio de una relación contractual, al
estar definida no apenas en el texto citado del Código
Civil, como también en los textos de varias religiones,
consideran sagrados, es decir, respetables y deben ser
obedecidos.

Creo que, antes de pasar a los comentarios de los textos,
querría hacer un comentario sobre el hecho de la
paternidad. Normalmente, las personas amamos tener hijos que nos
llenen de alegría y sean nuestra paz en el día de
ellos tener su descendencia. Siempre he pensado que el estatuto
de abuelo-abuela, es el mejor galardón para un padre y una
madre que se han preocupado con sus hijos de todas las maneras
posibles y con todas sus energías, que deben aceptar las
reglas que nos imponen cuando los descedientes están a
criar a sus propios hijos. Lo que menos desean es
intromisión de sus adultos del día de ayer, los
viejos del día de hoy, porque lo que para nosotros los
adultos mayores es una delicia, para los nuevos jóvenes
adultos acaba por ser una imposición, o, pero aún,
una intromisión. Recuerdo, cuando yo era adulto joven,
haber impuesto leyes de visita a
nuestra casa a mis padres y a mi suegra. Mis padres tenían
la costumbre de entrar en la casa de sus hijos casados,
cuándo querían y a su conveniencia. Es necesario
confesar que nunca venían con las manos vacías,
siempre había regalos, como mi mujer y yo hacemos hoy, al
visitar la casa de nuestros hijos y los hijos de ellos. Hoy en
día, puedo advertir que era una intromisión en la
vida de los que nos tenían criado con  grande
esfuerzo y mucha paciencia. Quién me enseñó
a hacer como debía ser, fue la madre de mi mujer: siempre
estaba presente, de forma discreta, casi en silencio, siempre a
ayudar en los quehaceres domésticos, cariñosa con
sus nietas, sin nunca interferir en nuestra especial forma de
educación, con mucha gente en casa, con visitas de las
amigas de nuestras hijas y con un profundo sentido de la
maternidad. Ese sentido de maternidad que la
acompañó hasta su último día,
heredado por sus hijas y sus nietas.

Hijas y nietas que han aprendido a controlar las incursiones
de sus padres, especialmente las mías, dentro de sus vidas
de adultos, particular y privada. Particular, porque piensan de
otra manera, piensan de forma británica: toda persona es
autónoma, libre e independiente, especialmente si los
padres son padres gallinas, que están siempre a querer
saber lo que se pasa con sus hijos y con sus nietos, o quieren
ayudar cuando no es necesario, como piensan y creen en su
entendimiento de padres jóvenes. La madre de mis hijos
aprendió rápidamente que era mejor dejar solos a
los hijos y a sus descendientes y preguntar sólo cuando
ellos llaman. Las preocupaciones de nuestros hijos, las hablamos
entre ella y yo. Es decir, cuando ella quiere hablar, que ni
siempre es el caso, por ser una mujer prudente. La madre de
nuestros hijos ha pasado también, por el hábito y
las costumbres, a pensar y actuar como la cultura
británica manda, en lo que tiene mucha razón, de
otro modo no sobreviviría en una cultura ajena a nuestros
hábitos y costumbres, al nuestro tipo de pensamiento, que
es eso mismo, como mi suegra, de tentar cobijar sobre sus alas a
toda las descendencia. Los hijos lo quieren ser solo cuando
buscan el afecto y el apoyo de su madre, porque nosotros, los
padres latinos, seguimos dentro del montón de
información de los que desean saber sobre el
comportamiento, salud, aventuras y desventuras de nuestros
descendientes. Los padres latinos, somos ¡montoneros! No es
un movimiento, es otro hecho social, como está definido
por Durkheim, citado antes.  Montoneros del tipo Manuel
Rodríguez, el patriota chileno que he citado en otro libro
mío, pero que no puedo resistir colocar otra vez dentro
del texto, para que mis descendientes sepan quién era el
héroe que ayudó a  consolidar nuestra independencia
como colonia de la Monarquía Española en 1810-1819:
Héroe militar Coronel Manuel Rodríguez
Ordoíza

Su vida pública comenzó el 11 de mayo de 1811,
al ser nombrado Procurador de la ciudad de Santiago por el
Cabildo Metropolitano. El 4 de septiembre de 1811, fue elegido
Diputado al Congreso por la ciudad de Talca. El 15 de noviembre
de 1811, fue elegido Diputado por la ciudad de Santiago. El 16 de
noviembre de 1811, fue nombrado Secretario de Guerra. La fuente
de la información es el
periódico del Sacerdote denominado el Padre de la
Buena Muerte, Camilo Henríquez, fundador y Director del
primer periódico
chileno, La Aurora de Chile[93] . Era llamado de la Buena Muerte,
debido a que la Orden de la cual era parte, estaba formada para
asistir a los más enfermos, por un lado. Por otros, Camilo
Henríquez se había librado de las investigaciones y
reglas de comportamiento social mandadas por la
Inquisición Española, de muy buena salud en la
Colonia de Chile. La denominada Santa Inquisición, que, de
Santa, solo tenía el nombre, porque mataba paganos de toda
suerte, definiendo pagano como todos aquellos que no
cumplían los mandatos que "La Santa" iba creando, esta
Santa lo perseguía por causa de sus escritos subversivos y
en pro de la Independencia de la Colonia, llamada en ese tiempo
El Reyno- la palabra no es una falta de ortografía, era así que se llamaba
la Colonia hasta su emancipación en 1810 y pasó a
ser República, el  día 12 de fevereiro de
1818, en un acta firmada por el Director Supremo en el
aniversario de la Batalla de Chacabuco, en que habían
corrido con los españoles monárquicos. O'Higgins
fue nombrado Director Supremo y, en el día 12 de fevereiro
de 1818, primer aniversario de la Batalha de Chacabuco, declara
formalmente la independencia de Chile, que se confirmaría
con la victoria del ejército chileno en la Batalha de
Maipú, el 5 de abril del mismo año. El original de
este texto está escrito en portugués, pero lo
traduje de forma libre, texto completo con copia del Acta,
 en la cita de la nota al pié de
página[94]

Había aún batallas para ganar y dejar el
país libre de  conquistadores. Aún cuando la
batalla de Chacabuco, llamada así por haber sido peleada
en esa encuesta de la Cordillera de los Andes, parte chilena,
había acabado casi con el ejército de los
españoles, con la colaboración del General 
argentino José de San
Martín, quién estaba advertido de los
movimientos de las fuerzas realistas que lo esperaban del otro
lado de la cordillera, por los informes que
le hacían llegar patriotas que permanecían en
Chile, como Manuel Rodríguez y Camilo Henríquez
entre otros, enviados personales y guerrillas locales que
hostigaban a los invasores. La información  aparece
en la ligación que cito al pié de
página[95]: 

Pero aún había batallas necesarias de ganar. No
es por acaso que el Acta de la Independencia hubiera sido
redactada, escrita y proclamada en la, en ese tiempo, Villa de
San
Agustín de Talca, después de haber ganado las
batallas contra las tropas realistas en los capos de fuera de la
Villa, hoy ciudad, de  Lircay y de Cancha Rayada, en Talca,
una batalla que los Chilenos iban perdiendo pero la
intervención del pueblo de la Villa, y la llegada de
refuerzos traídas por el General Freire, desde
Concepción, salvó la Patria, como aún se
dice en el lenguaje
cotidiano de los chilenos, y Chile pasó a ser
independiente. Salvar la Patria es usado como forma de hablar
común cuando hay una catástrofe de cualquier tipo y
se recupera lo perdido. Como ese día de los años 90
del Siglo XX, cuando perdí mi cartera con documentos y
tarjetas de
banco, en el
terminal de buses que me transportaba desde Valparaíso
hasta Talca. Llamé de inmediato por teléfono a mi hermana en Talca desde el
terminal en que estaba y le pedí que mandara cancelar mis
tarjetas. Para mi alivio, cuando dejé de hablar con ella,
la cartera había sido encontrada por una señora que
preguntaba: ¿De quién es esta cartera?. Bueno, mi
alivio fue inmenso. Llamé de inmediato a mi hermana, que,
sabiendo lo despistado que yo soy y lo cuidadoso con mis asuntos
bancarios, aún nada había dicho al Banco, en ese
Viernes de Enero de 1999, a las 12 del día. La
llamé de nuevo, con mi hermana María de los
Ángeles
que me acompañaba, le dije. "Linda, ya la
encontré", ella respondió: "Yo sabía, por
eso no he llamado al Banco. Tú eres muy cuidadoso como
para perder algo de tanta importancia. Salvaste la patria,
hermano…"

Camilo Henríquez fue otro héroe de la
Independencia de Chile. Como estas palabras son para mis
descendientes, educados lejos de la memoria de  no puedo
dejar de colocar dentro del texto, quién era Camilo
Henríquez y cómo fue héroe de la
Independencia de Chile. El texto, retirado de la
información en línea, llamada Memoria de Chile,
dice: Haciendo de la pluma una espada

Camilo Henríquez nació el 20 de julio de 1769 en
Valdivia. A los catorce años de edad fue enviado a Lima
(Perú) por sus padres, para que continuara sus estudios
básicos. En esta ciudad estuvo bajo la tutela de su
tío materno, el Padre González, quien lo
matriculó en el convento regido por la Orden de San Camilo
de Lellis o de la Buena Muerte.
Fue durante los años de convento que Camilo
Henríquez se consolidó como hombre de letras. En
este lugar tuvo la posibilidad de conocer un mundo culto e
ilustrado, además de tener contacto con hombres doctos y
eruditos. Asimismo, fue allí donde asumió su
discurso ideológico en pro de la libertad e independencia
de las colonias del Nuevo Mundo.
Regresó a Chile en 1810, motivado por el movimiento
emancipador que se estaba gestando, deseoso de transmitir sus
ideas revolucionarias. Se entregó por entero a la causa de
la Independencia y escribió una de sus mayores obras a
favor de la libertad: La Proclama de Quirino Lemáchez, en
1811. Ese mismo año, redactó otro de sus famosos
discursos,
Sermón en la instalación del Primer Congreso
Nacional con ocasión de la inauguración del Primer
Congreso Nacional en Chile.

Tras la llegada de  la imprenta a
Chile en 1812, Camilo Henríquez fundó el primer
periódico de la nueva nación
independiente, la Aurora de Chile. [96]

Esta publicación fue la que colaboró a informar
lo que pasaba en Chile, significó una decisiva herramienta
para este hombre de letras, quien se desempeñó,
tras ser designado por la Junta de Gobierno, como uno de sus
principales redactores.
Con la aparición de este primer periódico, el
pueblo chileno pudo conocer los ideales republicanos de Camilo
Henríquez, lo cual se evidenció desde la
publicación del primer número, el 12 de febrero de
1813. Este número modelo,
recibió el nombre de Prospecto, y en éste Camilo
Henríquez señaló en forma clara los objetivos de
La Aurora de Chile: construir los valores de
la nueva nación
chilena y configurar su identidad.

Esa Independencia ganada por nuestras descendientes en su edad
adulta, que estamos  obligados a respetar.

Esta publicación no solo ayudaba a dar
información, bien como era más una manera de
entender lo que pasaba entre uno y otro lado de la Cordillera,
ayudando así, Camilo Henríquez, a Salvar
Patria.

Esta información no es toda mía, está
retirada de varias fuentes de la
historia  de la República de Chile en línea,
que se encuentra en los sitios que voy a definir en breve. La
Independencia de Chile no fue fácil de alcanzar. Al
contrario, es hasta extraño que haya sido posible, porque
había muchas derrotas y muchos desastres. Las fuerzas
españolas sabían lo que debían hacer, las de
los chilenos, ciudadanía creada apenas en 1829 por
O"Higgins, antes de abandonar el poder y el mando y refugiarse en
el Perú.

Chile entró en un período de inestabilidad,
porque era muy difícil organizar un país habituado
a ser gobernado desde afuera, Normalmente, la
administración era hecha a partir de Madrid, con la
intermediación del creado virreinato del Perú. No
había experiencia de auto gobierno. Lo que existía
era una manera de ser sometidos a las leyes no sólo del
Reino de España, sino que también a lo que los
condes y barones, o la aristocracia llamada criolla, mandaba,
especialmente si esa aristocracia era capaz de mandar por poseer
todas las tierras y los medios de trabajo y producción. La
población nativa y la mestiza era mucho mayor que la
población de propietarios. Siempre he dicho que Chile es
un país de mestizos, solo que, me parece, nadie quiere
creer. Como he dicho en varios libros míos, la Historia de
Chile contada por Jaime Eyzaguirre[97] y por
Francisco Encina[98], acaba por ser una
vergüenza. Ambos aseguran en sus textos de que Chile es de
Raza Hispánica, como está definido hasta en las
Enciclopedias de todo tipo, entre las cuales la Wikipédia,
escrita por alguien que ha pensado en lo que no debe y ha escrito
lo que es más conveniente, pero nada adecuado, esas
palabras mías definidas en mi libro del año 2000,
O saber sexual da crianças. Desejo-te, porque te
amo
. Libro en el que defino el origen de Chile y de los
chilenos, texto ofrecido por mí a las Universidades
Chilenas, pero que nadie quiere traducir porque las persona
estiman que son muy españoles. Como Eyzaguirre y Encina,
cuyos nombres y prosapia indican de inmediato que no hay
relación de sangre entre sus
familias y los denominados criollos de Chile. Es como si el
cordón umbilical a la, denominada en Chile, la Madre
Patria, el Reino de España, aún no se hubiera
cortado. Hasta existe un día especial, el 12 de Octubre de
cada año, que es fiesta y día feriado, llamado el
Día de la Hispanidad, desde 1971, porque hasta el
Presidente Allende lo que
se celebraba era el Día de los Descubrimientos, idea
ridícula de celebrar la muerte de
tantas etnias naturales del continente americano, desde México,
duro, peor aún en el Perú, y en Chile, de la forma
que he narrado y probado en otros libros míos. En ese
día se conmemora el descubrimiento de lo que, en
esos  tiempos del Siglo XIV, más precisamente en
1492, Cristóbal Colón denominó las Indias
Orientales, que pasó a ser, aún en vida de
Colón, América o las tierras de Américo
Vespucio, un asistente del Descubridor, que tuvo la idea de hacer
un mapa de toda lo que es hoy, América Latina. Lo de
latina, es lo que no entendemos por qué, si los romanos
nunca estuvieron en el llamado hoy, Nuevo Continente. Talvez el
nombre haya sido inventado para separar los dominadores de los
dominados, todos dentro del Nuevo Continente. Asunto que se puede
pensar al saber que partes de lo que era México, como
Texas y otras provincias, don hoy de los Estados Unidos de
América y no de la República de Estados Unidos de
México.[99] Ese  día de la
Hispanidad, en mi manera de pensar, debía ser cambiado y
mudado para otro tipo de nombre: el día de la esclavitud, el
día de la invasión, todo, excepto el día de
la Hispanidad. Ha sido cambiado también, en el caso de
Chile, para el Dia de la Raza.[100]

No puedo olvidar cuando discutía con un señor
que decía que se sentía muy Español, y yo,
al ver su cara color de cobre, con un
mentón cuadrado, muy típico de los Mapuche, le
pregunté cuál había sido el oficio de sus
padres y el me respondió, barqueros que guiaban barcos
desde el río Maule hasta el mar, porque conocían
toda la parte baja del curso del río: Dónde
había bancos de arena,
dónde se podía pasar sin peligro, dónde
había rocas que
debían ser evitadas, un tipo de saber que había
encontrado yo entre el clan Picunche de la Etnia
más conocida de Chile, los Mapuche. Es por eso que me
pregunto qué celebraba en el día de la Raza, si los
mismos chilenos hijos de nativos, se creen ser españoles y
blancos. Siempre he dicho que mi gran pena es ser descendiente de
Españoles y no tener nada en mi rostro que revele que soy
diferente. En Chile no sólo se celebra el día de la
Raza como día de España-como mi madre
española decía a mi padre descendiente de vascos
por muchos siglos: "Nosotros vinimos para tirar las plumas de tu
cabeza, si no fuera por nosotros, aún andabas con plumas,
como Lautaro, Colo-Colo, Galbarino…" Evidente era que lo
hacía por simpatía. Nuestra madre era solidaria con
las desgracias de los chilenos pobres, que eran muchos. Es esa
batalla peculiar en Chile, quién es más blanco y
más español… Peculiar, por la vergüenza de
poder, eventualmente tener algún ancestro nativo en su
genealogía.[101].

No es bien claro que es lo que se celebra en el denominado
día de la raza, porque hay los que dicen Hispanidad, otros
de Genocidio, otros de cuál raza, todos se preguntan por
qué. Pero hay un asunto que es cierto: el día de la
Raza fue creado por motivos políticos, que voy a
citar[102]. Estoy cierto de mis descendientes,
cuándo lean estas dudas del abuelo, en los hechos, las
dudas del  Opa Daddy para los de Holanda, o
Grand-Pa para los del Reino Unido o Inglaterra, como ese
Reino Unido o Comunidad de
Riqueza, en inglés Commonwealth, se dice en Chile,
como si el Reino Unido fuera apenas Inglaterra, dejando fuera la
autonomía de otro reino que está dentro de la
Commonwealth, como Escocia, o el Principado de Gales, para
mí el País de Gales, la aún en guerra y
luchando por su autonomía, Irlanda del Norte, esa
denominada Provincia de Ulster, que paso a dar pistas para que
mis descendientes sepan dónde está y lo que en ella
acontece,[103], los países del
Canadá Inglés, Australia toda y otros territorios,
como las Islas Malvinas
de Argentina, denominadas Falkland Islands por los
británicos, el morro ibérico o Giblartar, de
soberanía británica. Para no incurrir en errores,
voy a citar lo que se entiende por Reino
Unido[104]. Es necesario definir también
cómo y por qué este Estado  es parte de la
soberanía del monarca inglés, esa comunidad de
bienes,[105]entre la antigua Inglaterra de Isabel
I de Windsor que conquistó el mundo, incluyendo a Escocia.
Abandonada por su corte e sus apoiantes, Mary Stewart, o Maria
Estuardo en Castellano, que había sido reina de Francia, antes
de Escocia desde los 9 meses de edad, teniendo como Regente a un
tío suyo, Robert de Bruce, fue escogida por Maria de
Guisa, reina de Francia, para ser la mujer del Delfín o
heredero de la Corona de Francia, Francisco II, muero muy joven
de cólera,
vuelve a una Escocia dividida entre protestantes y
católicos. Fervorosa Católica, no sabe qué
partido tomar y acepta la ejecución de católicos
como de protestantes. Es obligada a casar, como cuenta la
historia que, en parte reproduzco al pié de
página[106]. La historia de la llamada
Reina de los Escoceses, está narrada por Stefan
Zweig[107], en un libro que leí desde
niño y que, entre tanta mudanza de país, he
perdido. Maria de Escocia fue acusada del crimen de adulterio con
su Secretario privado, David Ricio, como consta en los libros de
Historia[108].

Ha sido ese mi habitual desgarro del texto central, para
indicar a mis descendientes para dónde mirar si quieren
saber más. Porque el texto central habla sobre el
crecimiento de nuestros descendientes y no he escatimado texto
ninguno  para referir las historias más amadas por
mí y que leía a nuestras pequeñas hijas
siempre que podía, sólo que eran libros en
inglés, la lengua que ellas debían hablar dentro de
la vida social con interacción entre británicos.
Solo la madre de mis hijas es quién hablaba siempre en
Castellano, quedando así bilingües desde su
más tierna infancia. Debe ser esa la razón por la
cual, hoy en día, hablan tantas lenguas.
Habitualmente, los colonizadores ingleses sabían apenas su
lengua, hasta el día de hoy. Nuestros descendientes hablan
el inglés sin ninguna dificultad, hijas, yernos y
nietos.

 De alguna manera el crecimiento de ellas fue siempre muy
apreciado por nosotros, sus padres. Muy cuidadoso, diría
yo. Camila era la más difícil de educar. Como
pasaba con una hermana nuestra, madre de cuatro, habuela de
muchos más y bisabuela a los 45 años, que desde muy
niña, esa hermana Flor María, inventaba
enfermedades para no ir al colegio, Camila también:
¡hasta parecía genético! No había
día que no tuviera rabia de ser despertada a las 
siete de la mañana, para ir a su escuela, a media cuadra
de casa. Siempre había un problema. Ya no sabía si
creer o no. Normalmente, y contra la opinión de mi mujer,
no le creía, lo que hacía de la ida a la escuela un
suplicio que, con mucha paciencia, yo iba aguantando. Un
día, dijo que no podía andar, que le dolía
el estómago en la parte derecha del mismo y cojeaba.
Quedé en la duda, pero no tuve  ninguna
compasión y la llevé a la escuela. Fui llamado de
inmediato desde la Escuela a mi Departamento de
Antropología en Cambridge porque la niña vomitaba.
Corrí en mi bicicleta, en esos jóvenes 33
años, legué a la escuela en medio minuto – en
Cambridge es un amontonamiento de sitios de uso social, todas las
estructuras
convenientes, estaban al lado de la otra, eso sí, dentro
de la Universidad. Al verla, estaba pálida y lloraba de
dolor. Así de inmediato le llevé al Centro de Salud
nuestro o Surgery en inglés, la vio nuestro
médico y diagnosticó una apendicitis aguda que
debía ser operada en ese mismo día y hora. En la
bicicleta la llevé al Hospital de la Universidad,
Addenbrook"s, donde, en el día y hora que escribo esta
parte de este libro, ella también se encuentra, por
motivos mucho más tristes y pesados, horas del luto de
ella y su hombre, por la pérdida de un niño,
noticia que espero saber a todo minuto, pero que me han prohibido
preguntar porque interrumpo. Más un problema de las
culturas diferentes entre padres e hijos: la lengua, el
pensamiento, las ideas y las costumbres. Camila adulta,
está sola a perder su bebé con su hombre, mi mujer
es la paloma mensajera que me ha prohibido preguntar hasta ella
no me decir alguna cosa, sin Dios ni Ley. Cuando era el padre
joven que la llevó al Hospital y quedó internada,
de inmediato llamé a mi mujer que estaba en trabajos en
Norwich, ciudad cercana, pero distante de la nuestra.
Llegó de inmediato, como buena madre que ha sido siempre,
cuándo la niña estaba a ser operada. Lloró,
traté de consolarla levemente, no may mejor alivio que
llorar en esas situaciones, la acaricié para provocar
más llanto, y esperamos, esperamos, esperamos. La
operación era arriesgada y debía ser todo limpio
porque el apéndice se había reventado. No puedo
olvidar, dentro de su dolor, la mirada triunfante de Camila que
me encaró y me dijo: "Wel, then, Dad, ¿was"nt
I  sick?
". Estaba orgullosa de su reivindicación.
La tomé en mis brazos, a esa mi niña querida, la
acuné y le dije que lamentaba tanto no haberla
creído, que había colocado su vida en peligro y que
lo lamentaba. Yo estaba deshecho, por no haber creído,
pero sí por su enfermedad, que ella no entendía.
Camila sólo quería tener razón y mostrar a
su padre que era injusto con la hija. Al salir del
quirófano, ese theatre en inglés, que en
Castellano sería Teatro, el drama
comenzó. La médica que la había operado me
encargó que ese día solo podía beber agua y
ser alimentada por suero. Cuando pasó de nuevo, tarde ya,
me recomendó que debía caminar lo más
posible para mejorar el período post operatorio. Al
día siguiente la levanté de su cama de hospital
temprano y caminó, para su disgusto. Ella estaba…
¡Enferma! Le hacía perder su gran triunfo sobre
mí, ese creer ella que yo no tenía confianza en sus
palabras. Mi mujer llegó más tarde y al verla
caminar, se enojó y me dijo, Raúl. Por Dios, como
te atreves, ¡la niña no está bien! Bueno, era
lo que Camila esperaba, ese apoyo de enfermedad que su madre
siempre le daba. Eran dos especialistas en la materia.
Camila comenzó a cojear de inmediato y me lanzó una
mirada muy perturbadora. Con mi calma habitual, expliqué a
Gloria que la médica había dicho que debía
andar para mejorar. Gloria dijo, qué saben estos
médicos, si ni papás son. La tomó en sus
brazos, la metió en la cama, comenzó a acariciarla
y yo me separé con tristeza, la enfermedad iba a ser
más prolongada de esa manera. La médica
pasó, y dijo que hacía esa niña en la cama,
si ya estaba sana. Por prudencia callé, no quería
abrir brasas otra vez y le pedí que hablara con mi mujer.
Ella, en su buena voluntad, la oyó, dijo, bueno si es
así, yo la hago andar. Pero fue con su madre que anduvo,
conmigo no quería nada, era la perfecta hija de una madre
perfecta. Le entregué el turno a ella, me fui a buscar a
Paula que había quedado en casa de amigos, la llevé
a la nuestra y dejé a madre e hija regalona, por cuenta de
ellas. Yo era un estorbo en dos sentidos: para ellas, y, lo que
era peor, para la mejoría de nuestra bien amada hija. Y a
en casa, la enfermedad de Camila se prolongó por muchos
días. ¡Paciencia! Esa era nuestra realidad. Como la
de hoy, que treinta años después, se repite. Voy a
parar un poco. Es una forma de escribir sobre hechos pasados que
me duelen profundamente. Frente a las mujeres de mi casa nunca
tuve razón, ni antes, ni treinta y muchos años
después. Mi ideal de familia estaba, como hoy, destrozada.
Me había preparado toda la vida, para… nada… y la cosa
ninguna, como acostumbra decir

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