Quizás esto plantea esa pregunta que nadie hace, la
pregunta acerca de la noción de información, cuyo éxito
es tan retumbante que puede decirse que penetra a la ciencia toda.
Estamos en el nivel de la información molecular del gen y
los enrollamientos de las núcleo-proteínas
en torno a los ejes
de ADN, enrollados a
su vez unos con otros, todo esto ligado por lazos hormonales:
mensajes que se emiten, se graban, etc. Nótese que el
éxito de esta fórmula tiene como fuente
indiscutible una lingüística que no es sólo
inmanente; por el contrario, está claramente formulada. En
fin, esta acción
se extiende hasta el fundamento mismo del pensamiento
científico, al articularse como neguentropía.
¿Es eso lo que yo, desde otro lugar, en mi
lingüistería, recojo, cuando empleo la
función
del significante?
¿Qué es el significante?
El significante -tal como lo promueven los ritos de una
tradición lingüística que no es
específicamente saussuriana, pues se remonta hasta los
estoicos desde quienes se refleja en San
Agustín- debe estructurarse en términos
topológicos. En efecto, el significante es primero aquello
que produce efectos de significado, y es importante no elidir que
entre ambos hay una barrera que franquear.
Jacques Lacan: Seminario 20:
Aún
Clase 2. A.
Jakobson. 19 de Diciembre de 1972
Desarrollos de estudios biológicos acerca de la
incidencia del sistema nervioso
en las conductas humanas y específicamente en lo atinente
a la actividad sexual, vienen poniendo énfasis
últimamente en una supuesta alternativa binaria
excluyente: se trataría de establecer si la conducta sexual
es libre o está determinada. Una respuesta que suele
darse, es que está determinada ya que obedecería a
programas
genéticos. Los experimentos
permiten establecer que determinadas conductas se corresponden
con la excitación de determinados circuitos
neuronales, atribuyéndoseles a estos últimos el
lugar de la causa última de las conductas registradas.
Estas conclusiones mono-deterministas por exclusión,
parecen inscribirse en oposición a una supuesta teoría
antigua que sostendría la creencia en la libertad
humana. El hecho de poder
registrar el correlato neurológico de las conductas haga
creer en un determinismo biológico, revela que estos
biólogos tienen una idea espiritualista de la libertad que
se correspondería con la prescindencia del cuerpo como
tal, o mejor dicho, de un cuerpo subordinado al psiquismo,
entendiendo por éste a las representaciones concientes de
un individuo.
Poder registrar las excitaciones neuronales, ha dado lugar a una
inversión causal según la cual, la
mente se encontraría subordinada a la biología.
Nos parece que resulta de sumo interés,
para el psicoanálisis, intentar dar cuenta del
lugar que ocupa el sistema nervioso
en la economía libidinal del ser hablante y dar
razones que vayan más allá de esta dicotomía
excluyente que se plantea entre psique y soma.
Partimos de sostener lo que nos enseña la experiencia
del Inconsciente, respecto de la dependencia absoluta que tiene
la criatura humana durante los primeros años de vida, que
hace que su desarrollo
biológico dependa de los cuidados recibidos y de como
hayan sido administrados por los encargados de su crianza (padres
u otros) y de cómo el pequeño ser en
cuestión reaccione ante los estímulos internos y
externos. De ello resulta que el ser hablante no presente
homogeneidad respecto de sus congéneres en los modos de
experimentar su cuerpo y las relaciones con los otros. A
diferencia de lo que pasa en los animales existen
en los humanos múltiples formas de gozar y desear. Esta
influenciabilidad en la biología humana, que Freud
postuló hace más de un siglo, se ha visto
comprobada por los últimos estudios llevados a cabo por
medio de estudios por imágenes
que realizan científicos, médicos y
biólogos. Estos suelen decir que la biología se ve
afectada por el medio social y cultural en que el individuo se
halla inmerso. Lo que no alcanza para dar cuenta de la
multiplicidad de efectos distintos producidos en cada humano
proveniente de un mismo contexto social, cultural y familiar.
Las experiencias relatadas por Spitz[1] acerca de niños
abandonados, criados en hospitales, que morían o
sufrían grandes perturbaciones en su desarrollo (psicosis,
autismo, etc.)
confirman lo que el trabajo
analítico enseña. Que en el humano la
biología se halla muy sobredeterminada por factores no
naturales. Como decíamos antes, necesita de algún o
algunos otros, interesados muy especialmente en la criatura por
nacer y recién llegada al mundo. El deseo y el goce del
Otro primordial es causa necesaria para la puesta en marcha y
sostén del desarrollo biológico, que a su vez
pondrá sus límites a
los deseos y goces referidos. Incluso podríamos pensar a
la biología heredada, como influenciada por el
asentamiento en ella de las huellas dejadas por las experiencias
de los antepasados, como nos lo enseñan los llamados
fenómenos psicosomáticos. Postulamos, como
también lo hacen neurobiólogos de la talla del
premio Nobel Eric Kandel, la necesidad de renunciar a concebir la
biología como separada del psiquismo. Nos referimos con
éste, al funcionamiento del ser hablante por
sobredeterminación de sus registros Real,
Simbólico e Imaginario, su producción inconsciente de neo formaciones
con la función de sostén principal del actuar
humano. La Cultura, es su
realización. Formalmente constante en su estructura,
cambiante en sus producciones. Con estos tres registros y su hijo
fundamental (el Inconsciente) y los complejos bioquímicos,
moleculares, genéticos, neuronales y gliales, se hallan en
constante interrelación e influencia mutua.
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