Teoría Institucional vs. Teoría Ontológica del arte o Pierre Menard autor de dicotomías
- Introducción
I: ¿Qué está primero; la obra de arte o la
teoría? - Introducción
II: La Teoría Institucional sobrevuela la obra de
arte. - Introducción
IV: Glosa sobre cierto quijotismo del arte. - Bilbiografía.
Introducción
I: ¿Qué está primero; la obra de
arte o la
teoría?
A la pregunta de si ¿fue primero la obra de arte o el
discurso de
las razones en producciones como las del pop, por ejemplo?, acaso
ambas teorías: la Institucional y la
Ontológica responderían que primero hubo una obra
que parecía caer fuera del linde del canon de lo
artístico, y luego un contexto de justificación; no
obstante, siempre hay algún caldo de cultivo
idiosincrásico, del que se puede o no ser conciente. Desde
el momento en que se produjeron obras que eran indiscernibles de
meras cosas, el peso de la explicación teórica
quedó en manos de receptores idóneos
(críticos, filósofos, curadores, etc.), y no ya, en la
de los agentes del arte.
El arte representativo de los sesenta fue el pop, que
era popular en un doble sentido: en la medida en que era
consumido por un público que en el pasado había
supuesto que el arte era un empresa elitista,
y porque, sus temas, eran signos que
todo el mundo, en la cultura
superior o inferior, reconocía instantáneamente, en
tanto definían a la cultura común: rostros de divas
del cine,
estrellas políticas
-desde John Kennedy hasta Mao Tsé Tung-, íconos del
supermercado, fetiches de los dibujos
animados, etc. A esta lista hay que agregar las producciones de
Marcel Duchamp, que en la década del veinte, fue el
primero que trocó objetos banales tales como: peines,
botelleros, urinarios, ruedas de bicicletas invertidas, palas de
nieve, etc., en obras de arte.
Cuando un mingitorio o una caja de jabón son expuestos
como obras de arte en conocidas galerías, parece que
comienza a ser urgente la pregunta: ¿qué hace que
algo sea una obra de arte?
La respuesta que da Arthur Coleman Danto es ontológica,
idealista y genealógica; la respuesta que da George
Dickie, discípulo díscolo del primero, es cultural,
sociológica y externalista a las características
intrínsecas de la obra de arte.
La primera, es decir la Teoría Ontológica,
afirma que un a obra de arte tiene, al menos, dos
características adicionales que la clase de cosas
que no son obras de arte, aún cuando sean homólogos
indiscernibles a nivel retiniano: a) ser acerca de algo, y b)
encarnar ese sentido. La Teoría Institucional, resabio de
la propuesta que ofrece Hume en la Norma del Gusto -1757-, dice
que algo es una obra de arte cuando los expertos así lo
prescriben.
La Teoría Institucional da cuenta de la promoción del objeto a obra de arte, pero,
según Danto, deja sin explicar por qué el resto de
sus pares, cuando es el caso de homólogos indiscernibles,
como la Brillo Box de Andy Warhol, no ha tenido tal
prebenda.
Nos proponemos, por un lado, mostrar los argumentos
principales de ambas teorías (en el caso de Danto, no
siempre es fácil adscribir, o ver, siquiera, las
propiedades semánticas que supone tienen las obras
de arte), y por el otro defender la tesis de que
las dos teorías no son incompatibles o excluyentes, como a
veces se da por sentado, sino que funcionan en dos momentos
explicativos diferentes y, en consecuencia, tratan de aspectos
distintos de las obras de arte. Serían entonces, entre
sí, diacrónicas y disímiles respecto a su
temporalidad y tematicidad, puesto que la Teoría
Institucional actúa en la instancia de legitimación, mientras que, la
Teoría Ontológica busca explicar lo que aquella
debe dar por sentado o bien negar: que algo es arte cuando tiene
ciertas propiedades de las que carece algún objeto del que
puede ser indistinguible.
Introducción
II: La Teoría Institucional sobrevuela la obra de
arte.
George Dickie, aparece en la escena de la filosofía del arte en 1969, con la obra:
Defining Art; desde entonces, la mayor parte de su
producción teórica ha consistido en
reformulaciones de la versión temprana de su T. I., que
con mayor o menor éxito
ha logrado sobrevivir a las críticas que recibiera de
autores preocupados por las características inherentes de
las obras de arte (Danto, Goodman, Wolheim, etc.) El
artículo que inspira a Dickie para crear la teoría
es The Art Worl (1964) de Arthur C. Danto. La pregunta
motriz de aquél trabajo era:
¿Qué hace de la Brillo Box una obra de arte
cuando los objetos a los que se parece exactamente, al menos bajo
un criterio perceptivo, son meras cosas, o, al menos, meros
artefactos? Parte de la respuesta podía encontrarse en las
frecuentes alusiones de Danto al marco institucional del mundo
del arte, como un conjunto de convenciones más o menos
concretas, más o menos teóricas, que operan
validando y promoviendo ciertos objetos a la condición de
arte, al tiempo que les
niegan de manera explícita o velada esta misma
categoría a otros. Pero la respuesta no se agotaba
ahí; estaban ya en germen las propiedades
semánticas de los objetos artísticos que exigen del
sujeto perceptor una actitud
cognitiva. Danto, se balanceaba -y sigue haciéndolo- entre
el historicismo y el esencialismo con respecto a la
definición de las obras de arte.
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