¿Estáis orgullosos de ser gusanos? Algo sobre diversidad animal.
En busca de información para completar los
conocimientos que intento transmitir a los alumnos que reciben (y
soportan) mi docencia,
encontré un artículo escrito por el Dr. Owen S.
Wangensteen que, de forma directa, me impactó. Desde la
primera lectura que
realicé del mismo, la idea y necesidad de transmitirlo a
compañeros de grupo de
investigación, a alumnos de mis asignaturas
y a cualquier biólogo o no biólogo de mi entorno,
no dejaba de rondar por mi cabeza. En un pequeño instante
de inspiración, pasó la figura de
Monografías.com como una vía adecuada para
acabar con el desasosiego creado por la necesidad antes
aludida.
Finalmente, incluso contacté con el Dr.
Wangensteen con la finalidad de solicitarle el permiso para
realizar una versión propia de su artículo
"Orgulloso de ser un gusano" (Owen S. Wangensteen,
1999). Si bien, no dejo de recomendar la lectura del
artículo original, a continuación os presento una
versión adaptada del mismo.
¿Cuántas especies distintas de
animales existen?
El aspecto más impresionante del mundo animal es su
diversidad. En animales con
reproducción sexual es difícil
encontrar dos individuos idénticos; tampoco existen dos
poblaciones, dos especies o dos taxones superiores
idénticos. El
conocimiento sobre la biodiversidad,
en la que se incluye la diversidad animal, ha ido creciendo
exponencialmente durante los últimos 200 años.
Desde los viajes de
exploración y el trabajo de
exploradores a título individual, cuyas observaciones
revelaron diferencias, clasificaron y enumeraron diferentes
faunas de todo nuevo territorio. Hasta los recientes inventarios sobre
las profundidades oceánicas, que nos están
mostrando la verdadera dimensión, aún por
descubrir, de la biodiversidad o diversidad mensurable;
dimensión que alcanza más allá incluso de
las fantasías más temerarias de los biólogos
amantes de las especulaciones numéricas (el ilustre Dr.
Edward O. Wilson ya lo comentaba por 1992: "El bentos abisal
es un mundo mitigado y miniaturizado. No hay manera de adivinar
el número de especies presentes..").
La única respuesta, sin lugar a dudas, realista y
válida a la pregunta que encabeza este epígrafe es:
"No lo sabemos" (una pregunta derivada de esta respuesta es
¿Nos preocupa este desconocimiento?, pero dejemos estos
temas para otros escritos). Dicho de otro modo, cualquier
respuesta debe estar basada necesariamente en estimaciones,
puesto que es logísticamente imposible ponerse a contar
todos y cada uno de los animales diferentes que podemos encontrar
en la naturaleza, al
menos, mientras no aumente sustancialmente el presupuesto para
investigación en biodiversidad, lo que no parece muy
probable en un futuro próximo.
Considerando las distintas estimaciones que han dado los
biólogos en los últimos tiempos, éstas
varían entre 3,5 millones y más de 100 millones de
especies diferentes. En 1952, el Dr. Curtis Sabrosky fue uno de
los pioneros en atreverse a lanzar una hipótesis numérica. Basándose
en la avalancha de nuevas especies que continuamente llegaban a
los museos, emitió la posible cifra de 10 millones de
especies de Artrópodos por descubrir. No obstante, desde
principios de
los ochenta (exactamente desde 1982), la revolución
en la estimación del número de especies de animales
vivas está asociada al nombre de Terry Erwin. El Dr.
Erwin, del que se podría escribir unas cuantas
páginas pero que, entre otros, se puede resaltar (por
decir algo) su reciente dirección de la Fundación "All
Species Foundation" (http://www.all-species.org/), multiplicó
por tres la cifra anterior, al estimar que el número de
especies de Artrópodos debía estar sobre los 30
millones de especies (¡Qué locura!…).
Pero, ¿realmente pueden existir 30 millones de especies
de Artrópodos? La hipótesis del Dr.
Erwin se basaba en la exquisitez que presentan la mayoría
de insectos en lo referente a su lugar de residencia y
reproducción (host specifity, en términos
anglosajones) y en un planteamiento experimental que muchos
consideraron poco fiable. De forma resumida, su estudio se
centró en las copas de árboles
de las pluviselvas, fumigó con insecticida unos cuantos
ejemplares de una especie concreta de árbol tropical (del
género
Ficus si no recuerdo mal), recogió todos los
insectos que caían, los catalogó determinando las
especies conocidas y halló el porcentaje de las nuevas
especies que surgieron.
Después, extrapoló para el número de
especies de árboles tropicales, considerando que un
porcentaje de insectos es específico de un árbol
concreto y el
resto son cosmopolitas. La idea parece fácil o simple, sin
embargo, llevarla a la práctica es una tarea muy
complicada si se desea ser exhaustivo. ¡No se utilice mi
simpleza a la hora de explicarla para criticarla!, piense el
lector que, a modo de ejemplo, para la tarea de
clasificación de las especies fue necesario un trabajo de
colaboración de numerosos entomólogos expertos en
diferentes grupos y horas,
horas y horas. comparando los especímenes recogidos con
los catálogos de las especies ya descritas, con la
finalidad de asegurar el hallazgo de nuevas especies.
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