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Turismo y medioambiente (página 2)



Partes: 1, 2

A pesar de que el turismo es una causa
importante del deterioro ambiental, es muy poco lo que se ha
estudiado, en comparación con otros problemas de
mucha menor importancia, y cuando se relaciona con el medio
ambiente, se abordan aspectos marginales, como el ecoturismo,
que todavía es un mercado
incipiente y poco consolidado. Existe una complacencia
acrítica, y en la mayoría de las publicaciones y
páginas en los grandes medios de
comunicación supuestamente de periodismo
ambiental se promociona esta industria que
tanto afecta de forma negativa a la naturaleza, ya
sea para captar publicidad o
nuevos lectores ansiosos de emplear su dinero y su
tiempo
desplazándose a nuevos lugares o descubrir una nueva ruta
que recorrer, tras desplazarse en automóvil.

Muchas de las campañas de promoción del turismo supuestamente
sostenible son meras y hábiles operaciones de
imagen, pues
el derribo de un hotel obsoleto,
un carril bici, la recogida selectiva de residuos o algún
equipamiento para ahorrar energía o agua, o lavar
menos veces las toallas, no evitarán las graves
repercusiones insostenibles del turismo. En primer lugar por los
desplazamientos en modos motorizados y todo lo que ello supone,
desde infraestructuras (aeropuertos, autovías,
aparcamientos, puertos deportivos, carreteras de todo tipo,
funiculares, trenes de alta velocidad) a
las emisiones a causa del consumo de
combustible, más cuando los turistas se desplazan miles de
kilómetros en avión. Y en segundo lugar, por las
repercusiones en el lugar de acogida, desde la infraestructura de
alojamiento, al consumo de agua, energía y otros recursos,
ruido y
contaminación.

La mayor parte del turismo no es sostenible, y lo más
sostenible es lo que aparentemente no lo es. Benidorm, con la
gran concentración de hoteles, apartamentos y cerca de medio
millón de turistas en el mes de agosto en apenas 12
kilómetros de costa, es mucho más sostenible que
ese mismo número de turistas de forma dispersa (el llamado
turismo de calidad)
afectando a decenas de kilómetros de costa. Puestos a
destruir el litoral, cuanto menos se destruya mejor, y las altas
densidades permiten reducir los desplazamientos y acometer las
inversiones
adecuadas en depuración de aguas y tratamiento de
residuos.

Lo ecológico son los rascacielos. Cuanto más
altos mejor, como en la película de Bigas Luna localizada
en Benidorm, y lo antiecológico son los chalés y
las urbanizaciones dispersas con jardín y piscina
individual. Lo más insostenible es ese supuesto turismo
rural y de aventura en vehículos 4×4, degradando las zonas
que aún no lo están y con los mayores consumos de
recursos per cápita, cierto ecoturismo a países
lejanos o ese turista del mundo rico que no quiere ser
considerado turista, sino viajero o aventurero, como si
estuviésemos en la época de Orellana o de Marco
Polo, que recorre miles de kilómetros en avión (el
modo de transporte con
mayores emisiones y consumo de energía por viajero-km)
para pasar un par de semanas o el mes de vacaciones en Vietnam,
Zimbabue, Namibia, Irán o
China.

La mayor parte de la población de los países en desarrollo
aún no participa de los flujos turísticos, salvo
las élites, pero las cosas empiezan a cambiar en muchos
lugares, y se abrirán nuevos mercados en
Asia y
Latinoamérica para las nuevas clases
medias. En 1999 Francia fue el
destino más visitado del mundo (70 millones), seguido por
España
(51 millones), y Estados Unidos el
país que registró más ingresos por
turismo internacional, mientras que España ocupa un cuarto
lugar (unos 30.000 millones de dólares). Los doce primeros
países por ingresos turísticos en 1998,
según la OMT, fueron los siguientes: Estados Unidos,
Italia, Francia,
España, Reino Unido, Alemania,
China, Austria, Canadá, Australia, Polonia y México.

La participación de América
Latina en el turismo mundial es aún pequeña,
pero crece rápidamente. Cuba ha
duplicado el número de turistas desde 1995, aunque
México es el primer destino turístico. La
región mediterránea, con 46.000 km de costa, es el
principal destino turístico mundial, con cerca de 180
millones de turistas y 6 millones de camas hoteleras, y es
también donde se registra un mayor deterioro ambiental. En
Italia el 43% del litoral está totalmente urbanizado y el
28% parcialmente.

El turismo en
España

España es la cuarta potencia
turística mundial por ingresos de divisas y segunda
por número de visitantes, y probablemente la primera en
ingresos netos de divisas. En 1999 hubo 51 millones de turistas
extranjeros propiamente dichos, más que habitantes.
Según la OMT siete de cada 100 turistas eligieron
España como destino. Somos la California de Europa, estamos
al lado del mayor mercado emisor (el 70% de los turistas
internacionales son europeos), la accesibilidad es cada vez mejor
por avión y en automóvil privado, y los
competidores se ven amenazados por el integrismo (Egipto,
Argelia.), la inestabilidad y la seguridad
ciudadana (casi toda África,
algunos países latinoamericanos y asiáticos) o los
conflictos
civiles. El único gran competidor en el turismo de sol y
playa es el Caribe. La fórmula española se basa en
las cinco eses: sun, sex, sea, sand y sangría. Para el
2020, según la OMT, España recibirá 71
millones de turistas, un 40% más que en 1999, ocupando
según las previsiones de la OMT el cuarto lugar mundial,
tras China (137 millones), EE UU (102,4 millones) y Francia
(93,3) y por delante de Italia, Reino Unido, México,
Rusia y
la
República Checa.

El número de establecimientos hoteleros en
España asciende a 13.800, con un total de 569.802
habitaciones que suponen 1.087.529 plazas hoteleras,
aproximadamente el 4,7 por ciento de la oferta
mundial. España cuenta con 226.081 bares y
cafeterías, 58.886 restaurantes, 13.800 establecimientos
hoteleros, 125.000 apartamentos turísticos, 2.992
centrales de agencias de viaje con un total de 3.574 sucursales,
1.171 cámping, 226 puertos deportivos, 176 campos de golf,
112 estaciones termales y 28 estaciones de esquí. Y la
oferta sigue aumentando cada año.

El modo de transporte más utilizado por los turistas
internacionales que nos visitan fue el avión (71%),
seguido del transporte por carretera (25%), y el resto
llegó por vía marítima o ferrocarril.
Además de los visitantes extranjeros, hay que destacar que
la mayoría de los españoles pasan sus vacaciones en
España. En 1999 España ingresó por turismo 5
billones de pesetas, mientras que los gastos de los
españoles en el exterior no llegaron al billón; los
ingresos netos fueron por tanto de más de 4 billones de
pesetas (cerca de 23 millardos de dólares).

El turismo interior y exterior representa el 11% del Producto
Interior Bruto (PIB), y aporta
cerca de 1,6 millones de empleos (el 11% de la población
ocupada total). El 80% del turismo se dirige a la costa, lo que
convierte a las playas en uno de los pilares básicos de la
economía española, frente al 20% del
interior. Muchas playas pueden desaparecer por el cambio
climático.

La ecotasa y el
turismo sostenible

El desarrollo turístico debe ser sostenible a largo
plazo, viable económicamente y equitativo, desde una
perspectiva ética y
social para las comunidades locales. El turismo más
sostenible es el que se hace en casa, leyendo un libro, delante
del televisor o conectado a Internet, o paseando por el
barrio. Pero como en el mundo real el turismo es un
fenómeno de masas, que responde a necesidades reales y
creadas, y que cada vez tendrá más importancia, por
el aumento del nivel de renta y de tiempo libre, y además
las poblaciones beneficiadas necesitan fuentes de
ingreso y empleo,
conviene encauzarlo y regularlo, con el fin de reducir sus
repercusiones globales (emisiones del transporte aéreo y
por carretera) y locales (pérdida de biodiversidad,
degradación de recursos) y asegurar su sostenibilidad.

La búsqueda de rentabilidades inmediatas, permitiendo
la masificación y la destrucción de los recursos
que atraen al turista (playas, paisajes, naturaleza, monumentos o
cultura
local), deteriora en unos pocos años la fuente de
ingresos, como han empezado a comprender en Baleares, donde
la
administración regional quiere implantar una ecotasa o
impuesto
ecoturístico, que gravará, previsiblemente a partir
del año 2001, las estancias en hoteles y apartamentos de
los 10 millones de turistas con un impuesto diario de 2 a 0,25
euros (de 333 ptas a 42 ptas).

La ecotasa prevé recaudar 12.000 millones de pesetas al
año y servirá para que el gobierno balear
financie la mejora de zonas turísticas y la
recuperación de espacios rurales y naturales. El PP y los
principales empresarios y turoperadores rechazan la ecotasa.

Las ecotasas turísticas, si se destinan a solucionar
los problemas
ambientales que causa el turismo (impuesto finalista), puede
tener efectos positivos en el empleo y en el medio ambiente,
según la Unión
Europea. A largo plazo, si no se frena la degradación
ambiental, se acabará con el propio turismo, y de
ahí la tristeza que produce la campaña
demagógica lanzada por el Partido Popular y algunos
empresarios del sector contra la ecotasa. Las ecotasas son uno de
los principalers instrumentos para asegurar la sostenibilidad del
propio fenómeno turístico.

La ecotasa puede frenar el crecimiento de la oferta
turística, ante las consecuencias de la
masificación, fenómeno que ya afecta a la mayor
parte del norte del litoral mediterráneo. Baleares, con
una población estable de 797.000 habitantes, cuenta con
390.000 plazas turísticas y recibe anualmente diez
millones de turistas, casi todos por avión, el modo
más contaminante. Se ha recomendado introducir el concepto de
capacidad de carga en la industria turística, limitando su
número, especialmente en las zonas sensibles, como parques
nacionales y reservas protegidas. El Ministerio de Medio Ambiente
debería preparar un auténtico Plan de Turismo
Sostenible, que vaya más allá de un catálogo
de buenas intenciones.

Las repercusiones globales del turismo se pueden reducir
aumentando la fiscalidad ecológica sobre los combustibles,
especialmente el queroseno (combustibles de los aviones), el
gasóleo
y la gasolina y otros recursos, como el suelo, el agua o los
residuos que se vierten. El medio ambiente con precios entra,
y sin instrumentos fiscales no se cumplen los fines.

A nivel local se pueden formular las siguientes
recomendaciones:

1. Promover la producción local y ofrecer alimentos de la
zona, a ser posible ecológicos y sin productos
químicos (plaguicidas, abonos químicos, aditivos),
así como elaborar menús regionales.

2. Reducir y minimizar la generación de residuos:
elegir envases retornables, rechazar productos con envoltorios
superfluos y destinar los residuos orgánicos a la producción de compost. Utilizar papel
reciclado y blanqueado sin cloro en los folletos
turísticos, eliminar el PVC y organizar la
separación en origen, la recogida selectiva y el reciclaje.
Aumento de los impuestos sobre
los envases.

3. El turista medio en España consume 440 litros
diarios de agua, que llegan a 880 litros en los hoteles de lujo,
y además este consumo se produce en los meses más
secos. La importancia de ahorrar agua es clave. Utilizar
tecnologías eficientes en grifos y retretes, construir
instalaciones para recoger el agua de lluvia, cambiar las toallas
y sábanas sólo cuando sea necesario, usar plantas
autóctonas en los jardines e informar a los clientes sobre la
necesidad de ahorrar agua.

Paralizar la construcción de nuevos campos de golf.
Promover pocas y grandes piscinas públicas frente a muchas
pequeñas piscinas individuales, con una política de precios
del agua que grave los consumos excesivos.

4. Depurar las aguas residuales y reutilizarlas para el riego
del césped o la agricultura,
tal como hace Benidorm, por ejemplo. No abusar de los detergentes
de limpieza con agentes químicos y fosfatos. Nuevos
impuestos sobre los productos tóxicos.

5. Ahorrar energía: usar paneles solares para calentar
el agua sanitaria y energías renovables (eólica,
minihidráulica, fotovoltaica) para producir electricidad.
Optar por electrodomésticos y bombillas fluorescentes
compactas de bajo consumo y vigilar el correcto aislamiento
térmico y acústico de los edificios. Prioridad a
los ventiladores frente a los despilfarradores aparatos e
instalaciones de aire
acondicionado.

6. Construir de manera ecológica y respetuosa con el
paisaje y el medio ambiente. Hacer uso de materiales
locales de producción propia, no tóxicos y aptos
para el reciclaje. Adaptarse a la arquitectura
tradicional. Promocionar la arquitectura bioclimática, y
la alta densidad con
mezcla de actividades frente a la urbanización dispersa.
Urbanismo, viviendas y materiales deben igualmente adaptarse al
clima local,
reduciendo, por ejemplo, los consumos de electricidad en refrigeración en los meses punta de julio y
agosto. El arbolado, las
ventanas pequeñas, el uso de persianas y contraventanas,
los patios interiores con fuente, el encalado de fachadas, el
aislamiento térmico y acústico o los muros gruesos,
aseguran el confort térmico sin requerir aparatos de
aire
acondicionado, que son enormes devoradores de electricidad. Una
política de precios altos de la electricidad, con una
fiscalidad ecológica, eliminaría el
despilfarro.

7. Evitar el tráfico de vehículos privados.
Promover el transporte público, el senderismo, el uso de
bicicletas y el montar a caballo. Fomentar la
peatonalización de los cascos urbanos. Reducir el ruido, y
obligar a cumplir la normativa a bares y discotecas. Y por encima
de todo reducir la distancia de los desplazamientos en transporte
aéreo y en vehículo privado. Promocionar el turismo
local frente al internacional, y procurar que los desplazamientos
en modos motorizados sean lo más cortos posible. Una
política
fiscal que grave la gasolina, el gasóleo y el
queroseno, ayudarán a cumplir estos fines.

8. Respetar la cultura local. Preservar los monumentos,
tradiciones, artesanía y la fauna y flora.
Proteger y regenerar los espacios naturales. Frenar la
especulación urbanística y la construcción
de grandes infraestructuras, como autovías, embalses,
puertos deportivos o aeropuertos.

9. Evitar las actividades de ocio que sean nocivas para la
naturaleza, como las motos de trial, los 4X4 y las ruidosas,
peligrosas y contaminantes motos acuáticas. Promover las
excursiones que permitan conocer mejor la flora y la fauna y los
paisajes locales. No comprar animales o
plantas como recuerdo.

10. Respetar a la población autóctona. Facilitar
el contacto entre los viajeros y la población receptora.
Rechazar los guetos turísticos. Planificar para que el
turismo beneficie a toda la población local.

Referencias

1. PNUMA. Development of National Parks and Protected Areas
for Tourism. Stationery Office. Nairobi,
1993.

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Tourism. Londres: Earthscan, 1997.

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Washington: Island Press, 2000.

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1998.

5. McLaren, D. Rethinking Tourism and Ecotravel. Kumarian
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6. Lane B. y Bramwell, B. Sustainable Tourism: Principles and
Practice. Wiley, 1998.

7. UICN, Tourism, Ecotourism and Protected Areas. IUCN,
1996.

8. Fernández Fuster, L. Teoría
y técnica del turismo. Madrid:
Editora Nacional, 1971.

9. Díaz Alvarez, J.R. Geografía del
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1993.

10. Pearce, D. Tourism Today: A geographical analysis.
Longman, 1987.

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12. Frangialli, F. Sustainable Tourism. WTO (OMT), Madrid,
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13. Amigos de la Tierra
(FOE). Sustainable tourism in the Mediterranean. CEAT. Bruselas,
1999.

14. Pérez de las Heras, M. La guía del
ecoturismo, o cómo conservar la naturaleza a través
del turismo. Madrid, Mundi-Prensa, 1999.

15. Holden, A. Environment and Tourism. Routledge. Londres,
2000.

 

 

 

Autor:

José Santamarta Flórez

Director de World Watch

URL: www.nodo50.org/worldwatch/

Partes: 1, 2
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