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Bioética, Derechos Humanos y pobreza



  1. Introducción
  2. Presupuestos
    teóricos de la bioética, principios y
    tendencias
  3. Definición
  4. Principios
  5. Tendencias de la
    bioética
  6. La dimensión
    social de la bioética
  7. Dignidad humana.
    Preocupación bioética por la
    pobreza
  8. Presupuestos
    teóricos de la pobreza
  9. Conclusiones
  10. Referencias
    bibliográficas

Introducción

La bioética como una nueva disciplina se interesa
por los problemas de la vida que afecta la dignidad humana. Esta
claro que la pobreza constituye una carencia que limita a las
personas en su realización y por consiguiente inciden en
el derecho fundamental de la vida, al no disponer de los recursos
necesarios para su sobrevivencia. De tal manera que se lesionan
los derechos humanos consagrados en la Carta de Naciones Unidas.
Se requiere pasar del discurso a la acción, por lo que la
Bioética interesa desarrollar acciones en tal sentido. El
presente trabajo constituye una antesala de los presupuestos de
la bioética, los derechos humanos y la pobreza. En este se
dan los conceptos fundamentales que pueden servir de hilo
conductor a ampliar el conocimiento de esta nueva
disciplina.

Presupuestos
teóricos de la bioética,
principios y
tendencias

Las primeras declaraciones de bioética surgen con
posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, tras el descubrimiento
de los experimentos llevados a cabo por lo médicos
hitlerianos en seres humanos y más adelante, con las
investigaciones para el tratamiento de determinadas enfermedades
sin el conocimiento de los pacientes.

El surgimiento y principales tendencias se enmarca en la
década de los setenta del siglo XX, derivado de los
acelerados avances logrados en la revolución
científica-técnica, la intromisión de la
ciencia en la vida y los condicionamientos sociales por los
derechos humanos, que exigen una reflexión del lugar de la
moral y la ética ante los nuevos problemas surgidos.
(Delgado, 2010)

La bioética compromete una amplia gama de significados
que van desde su interpretación como una nueva palabra,
una disciplina académica y un nuevo discurso, por lo que
distintas especialidades acogieron el término para
incorporar en él, su propia conceptualización.
(Vidal, 2009)

Según Jonsen (1998) el termino bioética, fue
introducida en el campo de las ciencias de la salud por Daniel
Callahan y por Van Rensselaer Potter. Otros autores aluden el uso
del término a un artículo publicado en 1927 por el
teólogo protestante y filósofo Fritz Jahr.

A la medicina, sin embargo, se le atribuye el papel primordial
en el surgimiento de la bioética en su intento por adecuar
la ética médica tradicional a los complejos
desafíos que impusieron las tecnologías emergentes,
cuando en 1971 el oncólogo norteamericano Van Rensselaer
Potter publicó su libro "Bioethics: brigde to the future",
en el que define la bioética como una disciplina de
encuentro de saberes y de unión entre las ciencias y las
humanidades.

De acuerdo con Potter (1971), la teoría original de la
supervivencia requería del mantenimiento y desarrollo de
un sistema ético basado en la bioética global, en
la que se establece un enlace entre la ética medica y
medioambiental, la que denomina bioética puente, y alcanza
su máxima expresión con la inclusión de las
teorías de Hans Kung, Whitehouse y de Sakamoto, dando paso
a la bioética profunda. (Acosta, 2009)

La propuesta de Potter que concibió la bioética
como una ética ambientalista donde la salud y
supervivencia de la especie humana no pueden verse de forma
aislada, se antepuso la posición del gineco obstetra de
origen holandés André Hellegers, que centró
su atención en una ética aplicada limitada a los
problemas que el desarrollo tecnológico había
provocado en el uso de la biología y los peligros que ello
representaba. (Acosta, 2009)

Desde su surgimiento la bioética ha enfrentado enconado
debate acerca de su estatuto epistemológico reflejo de la
conflictiva situación por la que atravesaba el mundo en
los años 60 y 70, la lucha de las minorías por sus
derechos, la reacción de la sociedad ante las revelaciones
de investigaciones no éticas y el reclamo de los pacientes
a intervenir en las decisiones que atañen a su vida.

Existe un desacuerdo acerca del dominio apropiado para la
aplicación de la ética en los temas
biológicos e innovación tecnológica. Algunos
investigadores se inclinan por un visión más amplia
en la que incluyen las acciones que puedan ayudar o dañar
a todos los organismos capaces de sentir miedo y dolor.

Definición

La Enciclopedia of Bioethics (1995) la define como: "Estudio
sistemático de la conducta humana en el área de la
ciencias de la vida y la atención a la salud, en tanto
dicha conducta es examinada a la luz de los principios y valores
morales". En la segunda edición revisada, la propia
Enciclopedia redefine la visión epistemológica de
la manera siguiente: Estudio sistemático de las
dimensiones morales -incluyendo la visión moral, las
decisiones, las conductas y las políticas– de las ciencias
de la vida y el cuidado de la salud, adoptando diversas
metodologías éticas y en un contexto
interdisciplinario.[1]

Según Wilkler (1995) se distingue cuatro fases en el
desarrollo de la bioética: la primera que consistió
en la implementación de los códigos de conductas
profesionales, donde la bioética más bien se
acercaba a la "ética médica"; la segunda, en donde
las relaciones médico – paciente, adquieren un
significado trascendental; la tercera, relacionada con la
estructura, funcionamiento y organización de los servicios
médicos, la cual requería de la aplicación
de los criterios de la justicia distributiva; y una cuarta y
actual fase, donde se aprecia la salud como un fenómeno
multidimensional, cuyo foco de atención requiere de
establecer prioridades, incluyendo a todos sin exclusión
pero con énfasis en los más desfavorecidos.

El modelo del Estado de Bienestar se erige bajo la creencia de
que el crecimiento económico sería suficiente y el
Estado podía y debía proteger a todos los
ciudadanos en salud y su situación social. Desde esta
perspectiva el derecho a la salud se planteó como un
derecho fundamental, sin embargo el modelo keynesiano que
pretendía dar seguridad ante las contingencias de la vida
(vejez, enfermedad, desempleo, entre otras) dejo al descubierto
su carácter utilitarista.

La ética capitalista, plantea Potter (2001),
«exige que la filosofía de libre mercado sea un
instrumento para un desempeño social bueno, mediante la
así llamada mano invisible del auto interés, que
Adam Smith, un economista escocés describió en
1776…es la mano rapaz la que opera en el libre mercado de
una economía global que reduce la selva tropical y que
vacía el mar de sus peces. La ética, así
como es, no ha podido resolver el dilema de la simple justicia
que equilibra los derechos humanos contra la ganancia
máxima de una minoría» [2]

A finales de la década de 1980 el gasto militar
alcanzó cifras sin precedentes, los conflictos
bélicos en diversas regiones se incrementaron y el mundo
se vio avocado a un neoliberalismo desenfrenado arrastrando con
ello mayores niveles de pobreza, inseguridad, desigualdad y
desempleo, entre otras calamidades. La desigual
distribución de la riqueza, el número de pobres que
conforma las cuatro quintas partes del planeta y de ella la
quinta parte en extrema pobreza, marcó un giro en el
análisis de los problemas éticos-morales.

En estas condiciones el hombre se ha visto obligado a
enfrentar el cuestionamiento moral de la ciencia, la
tecnología y la vida no sólo como resultado del
daño ocasionado del uso de la ciencia con fines
políticos, ideológicos y militares contrarios a los
designios humanistas y la imposibilidad de encontrar respuestas
moralmente precisas, en los límites del bien y el mal;
sino también, con los graves problemas que enfrenta en sus
condiciones de vida.

Principios

Los principios éticos de Georgetown, más
conocidos como el Informe Belmont, emergieron para fundamentar la
moral en salud como normas éticas de nivel medio en un
contexto social beligerante entre los derechos humanos que se
exigían frente al antecedente de Tuskegee y los valores
religiosos que se esgrimían ante las investigaciones con
embriones. (Tealdi, 2005)

En el Informe Belmont (1978) publicado por la
Comisión Presidencial de Estados Unidos que trató
el tema de los ensayos clínicos realizados en humanos,
quedó establecido los principios éticos que se
resumen esencialmente en tres: respeto a las personas,
beneficencia y justicia. Para 1979, con la participación
de Childress de conjunto con Beauchamp se perfeccionó la
propuesta original, ampliando los principios a cuatro y
delimitando la beneficencia de la no maleficencia. Las
características esenciales de los principios son las
siguientes:

a) Autonomía o respeto a las personas. Se define
como capacidad de las personas de deliberar sobre sus fines
personales y de obrar de acuerdo con sus normas y valores, a no
ser que éstas sean claramente perjudiciales para terceros.
Todas las personas cuya autonomía está disminuida
tienen derecho a la protección. En el ámbito
médico, el consentimiento informado es la máxima
expresión de este principio.

b) Beneficencia. Obligación de no hacer
daño; promover el bienestar o el mejor interés de
una persona o la colectividad. Prevé el mayor de los
beneficios posibles y la disminución de los probables
daños para el paciente. Un obstáculo de este
principio, es que desestima la opinión de la persona
involucrada en la situación, sin embargo las preferencias
del médico y del paciente en el ámbito de la
medicina o de una autoridad en relación con los
ciudadanos, pueden discrepar respecto a que es perjudicial o
beneficioso, para uno u otro.

c) No maleficencia. (Primum non nocere) Se relaciona con
la máxima de no hacer daño; sustenta reglas morales
específicas que impone límites a la
autonomía profesional y del paciente. Abstenerse
intencionadamente de realizar acciones que puedan causar
daño o perjuicio a otros. En medicina, sin embargo, este
principio debe encontrar una interpretación adecuada pues
a veces las actuaciones médicas dañan para obtener
un bien.

d) Justicia. Tratar a cada uno como corresponda, con la
finalidad de disminuir las situaciones de desigualdad, se
pretende que todos sean menos desiguales, por lo que se impone la
obligación de tratar igual a los iguales y desigual a los
desiguales para disminuir las situaciones de desigualdad. En
Bioética la justicia distributiva se basa en la equidad en
la distribución de cargas y beneficios. Para excluir
cualquier tipo de arbitrariedad, es necesario determinar que
igualdades o desigualdades se van a tener en cuenta para
determinar que tratamiento se va a seguir en cada
caso.

Los principios constituyen un instrumental para la
actuación en caso de conflictos o dilemas, por lo que los
mismos no tienen carácter vinculante y se
privilegiará la precedencia en dependencia de los hechos,
por tanto no hay prioridad declarada, lo que manifiesta su
posición utilitarista. Sin embargo, en su
aplicación en el contexto anglo-norteamericano, ha
prevalecido el principio de la autonomía debido a la
peculiaridad de dicho pensamiento a la exaltación de la
individualidad.

Los principios de no maleficencia y justicia son la
expresión bioética de los llamados deberes
perfectos y la autonomía y la beneficencia con los deberes
imperfectos, por lo que los primeros en casos de conflictos,
siempre tendrán prioridad sobre los segundos. (Gracia,
1999)

En el debate de la prioridad de los principios hay un
nivel moral público dado que se vive en sociedad, por lo
que hay ciertos preceptos que no se aplican a todos por igual. En
este nivel se encuentran los principios de no maleficencia y
justicia, que en caso de conflictos, tendrán prioridad
sobre los de autonomía y beneficencia, que están
comprendido el nivel privado.

La bioética de los principios tuvo mayor
aceptación en los países de habla inglesa, pero no
resulto aceptable para todo el mundo. En Europa continental, la
apelación a los derechos en general tuvo mayor acogida,
dado que la moral de los derechos humanos era suficiente para
universalizar buena parte de los contenidos religiosos, mientras
que su inversa por definición no era posible (Tealdi,
2005)

Según Canonaco (2004), el modelo bioético
personalista supera el principialismo dado que los principios
guardan una relación coherente con una visión
antropológica del hombre que centra su atención en
el bien integral de la persona. Estos principios son: la defensa
de la vida física; por encima de este valor fundamental
solo existe el bien total y espiritual de la persona; la libertad
y responsabilidad; la totalidad o principio terapéutico y
finalmente, la sociabilidad y subsidiariedad, la comuna debe
ayudar más donde mayor es la necesidad.

La concepción fundamentalista de los principios
subordina los derechos humanos a los principios éticos y
minimiza las valoraciones en el contexto socio-cultura, entre
otros supuestos. La consecuencia de esta concepción es la
exaltación de la moral individualista, el menosprecio a
los contextos históricos, el paternalismo moral ilustrado
y la pretensión de convertir los principios en un
imperialismo moral. (Tealdi, 2005)(Garrafa,2005)

Tendencias de la
bioética

La diversidad de enfoque se concentra en tres corrientes
fundamentales: anglosajona, europea y latinoamericana.

a) Estados Unidos. Está marcada por el
pragmatismo filosófico anglosajón, enfatizando en
las alternativas más adecuados para resolver los
problemas, tomando decisiones en relación con
procedimientos concretos (casuístico), en este sentido se
pronuncia por un utilitarismo acentuado. En opinión de
Jaime Salazar los conceptos de autonomía, beneficencia, no
maleficencia y justicia son considerados más como ideales
máximos de una actitud prudente que como principios
propiamente dichos. Otros autores consideran con acierto, que la
jerarquía que se adopta en las decisiones tiene que ver
más con la defensa del principio de la autonomía y
por consiguiente como instrumental básico el
consentimiento informado.

b) Europa. Es más teórica, se preocupa por
las bases fundamentales y la consistencia en los principios
filosóficos del actuar humano en los hábitos
(virtud) y de actitudes (carácter), todo procedimiento
debe estar bien fundamentado y todo fundamento debe poder dar
resultados de procedimientos ágiles y correctos. Drane
plantea que la bioética europea es más
teórica en contraposición al estilo
pragmático de la corriente americana, no obstante,
considera que ambos enfoques pueden complementarse.

c) Latinoamericana. La visión latinoamericana conjuga
los enfoques del pragmatismo anglosajón y la europea; sin
embargo, para algunos autores como Ferres Loues, la influencia de
la bioética norteamericana es considerable. Como resultado
de los procesos sociales e históricos, la sociedad
latinoamericana se encuentra dividida en los que comparten los
problemas bioéticos más cercanos a los
países del Primer Mundo y que disfrutan de niveles
semejantes de una minoría burguesa; y los que
mayoritariamente están marginados, excluidos y sumidos en
la pobreza, cuyo problema se centra en la justicia y la
distribución. (Gracia, 1998)

La visión limitada del modelo epistemológico
propuesto por Hellegers y sus seguidores, se mostró
incapaz de dar respuesta a los conflictos éticos que
emergen de la salud y condiciones de vida de los países
subdesarrollados. Para Potter (2001), «La Ética
Social se reduce a una búsqueda de soluciones al conflicto
entre los más privilegiados y los menos
privilegiados… Muchos países grandes en Asia y
África parecen los ejemplos más remoto de un grupo
reducidos de privilegiados que ignora las necesidades
básicas de alimentación, abrigo, educación,
empleo y dignidad humana para la multitud menos
privilegiada….»

Según Acosta (2009), los problemas éticos
y morales de la mayoría de los países de
América Latina, giran no tanto en cómo se emplean
los recursos, la tecnología, en particular la
médica, sino quiénes tienen acceso a ella;
"…El mayor apremio ético de nuestro continente no
es cómo se muere, sino cómo se
vive".[3] Seguidamente, cuestiona:

"… ¿Cómo pretender centrar la
discusión bioética sobre cuestiones de
autonomía cuando no se tiene garantía de acceso a
los servicios de salud y cuando diversas amenazas hacen muy
inestable el equilibrio de los ecosistemas? Por tanto, los
orígenes de la bioética en Latinoamérica
están signados en los conceptos de justicia, equidad y
solidaridad que ocupan un lugar preponderante.

La bioética de intervención se presenta
como la corriente latinoamericana más radical, impulsada
por Volnei Garrafa y Dora Porto (2002). Con la aprobación
de la Declaración Universal sobre Bioética y
Derechos Humanos de la UNESCO, la bioética que hasta
entonces tenía un direccionamiento preferentemente
biomédico, incorpora definitivamente los temas sociales.
En este contexto surge la bioética de intervención.
[4]

Ese mundo desigual en que algunos tienen la posibilidad
de sentir el placer mientras que a otro solo le resta estar
sumergidos en el sufrimiento, configura el panorama que justifica
una bioética de intervención…reorientado en
la búsqueda de equidad entre los segmentos de la
sociedad… y asumir un consecuencialísimo solidario
que encuentre la superación de las desigualdades.
(Garrafa, 2002)

Las metas de la bioética se resume en un
imperativo articulado por comprender la situación de
manera realista, tal como se presenta, tomar las decisiones
necesarias de manera oportuna y encargarse de ella, como debe ser
asumiendo las responsabilidades. La responsabilidad debe ser
asumida por los individuos, las instituciones gubernamentales y
no gubernamentales, públicas y privadas. El Estado tiene
responsabilidades indelegables con respecto a respetar las
diferencias, proteger a los débiles y regular a los
fuertes para que no lleven adelante abusos con el poder que
cuentan. (Cortina, 1996)

La
dimensión social de la bioética

Susana Vidal (2009) y otros autores como, Garrafa y
Porto (2003), Kottow (2001) y Tealdi (2008) comparten la
opinión de que la raíz más genuina de la
bioética se enmarca en los juicios de Nüremberg y la
Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU
(1948) por lo que se produce una ruptura en los paradigmas que
rigieron la ciencia y la sociedad hasta el momento, sin embargo
en ese contexto se consolidó el paradigma principialista
propuesto en el Informe Belmont (1978) el cual se fue
configurando en un "nuevo fundamentalismo moral", por
extensión "imperialismo ético".

A la luz de los conflictos éticos de la vida y la
salud enmarcados en la realidad política económica
y cultura de la Latinoamérica, se opone un discurso contra
hegemónico de la bioética cuyo presupuesto parte de
que los problemas que golpean la conciencia de la humanidad son
principalmente la pobreza, la desigualdad y la exclusión
«La pobreza, es parte de una trama social que
desafía en sí misma a una ética de la
vida» (Fabri Dos Anjos, 2000)

A los fines de la presente investigación se asume
la propuesta de redefinición de la bioética de
Vidal (2010), teniendo en cuenta que ella refleja de forma
acertada los requerimientos para una bioética realista.
"La bioética es una reflexión crítica sobre
los conflictos éticos que emergen de la vida y la salud
humana".

Con ello se logra incluir los problemas de la vida y la
salud humana no solo desde el desarrollo tecnológico sino
los derechos humanos en la que la dignidad y el valor de la
persona humana, constituye el eje fundamental, teniendo en cuenta
los determinantes histórico-sociales de los
fenómenos de salud enfermedad.

Dignidad humana.
Preocupación bioética por la
pobreza

La dignidad intrínseca es invocada en todas y
cada una de las declaraciones universales, y muy
señaladamente en las que competen a la bioética y
aprobadas por la UNESCO como la Bioética y Derechos
Humanos, que ocupa un lugar central en las reflexiones
éticas actuales y en la consideración de la
naturaleza humana.

La Carta de las Naciones Unidas –afirma
categóricamente – que "Todos los seres humanos nacen
iguales en dignidad". Esto significa que la dignidad no la poseen
unos hombres y otros no; ella tiene validez ontológica, es
definitoria del "ser" hombre y cuenta por igual,
independientemente de todas las diferencias, históricas,
culturales, físicas, psicológicas, sociales o
morales.

La dignidad del hombre implica que todo ser humano sea
fin en sí mismo, insustituible, nunca intercambiable ni
tomado como objeto o cosa, como instrumento o mercancía.
La dignidad humana debe ser interpretada a la luz de los
requerimientos de la libertad, la solidaridad y la justicia. La
libertad implica de hecho la responsabilidad y con ella el
cuidado del otro y en la justicia tener en cuenta que ciertamente
aunque somos iguales como seres humanos, existen diferencias en
cuanto a cargas, distintas discapacidades y situaciones de salud
que conllevan a la necesidad de una ayuda que no pueden esperar
otras personas.

En la Declaración de los Derechos del Hombre y el
Ciudadano esta presente la preocupación por responder a la
indigencia mediante el trabajo y no las limosna; así como
también la idea de que la asistencia es un derecho que la
sociedad debe proveer al impedido. Esto responde al derecho de
cada hombre a vivir del trabajo propio, e insertarse en la
sociedad a partir de la utilidad general.

La Declaración del II Congreso Mundial de
Bioética en el 2002 reafirma que la plena dignidad humana
es un atributo y un reconocimiento al derecho fundamental, por lo
que todo ser humano tiene la obligación ética no
sólo de asumir la defensa de la dignidad de la persona
sino la obligación de velar y denunciar los atentados
contra la misma. La dignidad individual y colectiva es ficticia
sino se impide los millones de personas en estado de pobreza, las
enfermedades de la pobreza, el hambre, la exclusión de las
gentes y la no protección de los grupos denominados
vulnerables como los ancianos, mujeres y niños.

La Bioética tiene la responsabilidad ética
y moral de poner al descubierto todas las formas en que se
manifiesta la pobreza, sus causas y posibles soluciones, mediante
el debate plural y tolerante de todos los actores e involucrados,
de manera tal que se propicien las condiciones para las
decisiones efectivas de las políticas
públicas.

Presupuestos
teóricos de la pobreza

La pobreza como fenómeno social se ha
desarrollado en correspondencia con las transformaciones
económicas, políticas, y sociales, y con las
tendencias de desarrollo predominantes en los países,
agudizadas en los últimos tiempos por las políticas
neoliberales implementadas.

Si bien la pobreza no es en modo alguno un
fenómeno nuevo, sino que ha acompañado a los seres
humanos desde la más remota prehistoria, el interés
por su estudio, con miras a su enfrentamiento y potencial derrota
perspectiva, sí puede decirse que es un hecho muy
contemporáneo.

La pobreza y la miseria es una situación o forma
impropia de vida y que la actual crisis global económica y
financiera puede conducir aún más gente hacia la
pobreza y el hambre, revelando que la pobreza afecta a los
colectivos más frágiles (mujer, ancianos,
discapacitados, etc.) y muy especialmente a los
niños.[5] (SIBI, 2009)

Los pobres representan el 80 % de la población
mundial y tienen el 20 % o menos de la riqueza, de acuerdo con el
informe del Banco Mundial.[6] Según
estimaciones 800 millones de personas padecen hambre en el
planeta,

América Latina es la región que tiene el
45% de su población en situación de pobreza y un
20% en situación de indigencia; el 10% de la
población está en situación de extrema
pobreza. Debido a la crisis económica, se prevé en
los próximos años un incremento de la pobreza, de
los desocupados y la indigencia; así como de la
mendicidad, en particular en los países con extrema
pobreza.[7]

La etimología de pobreza se remite a la palabra
"paupertas" que significa parir o engendrar poco; se aplicaba al
ganado y por derivación a la tierra infértil o de
poco rendimiento. Tempranamente, al concepto de pobreza se
antepuso el de la riqueza, por lo cual su fundamento
eminentemente económico, se articula con la esfera de la
política, social, biológica, psicológica y
ética, entre otras.

Existen numerosas interpretaciones de la pobreza, siendo
la del Banco Mundial (1992), la más conocida que la define
como la «imposibilidad de alcanzar un nivel de vida
mínimo» y entre las segundas, la de la CEPAL que
destaca el carácter multidimensional de la pobreza y su
asociación con situaciones de infraconsumo,
desnutrición, malas condiciones sanitarias, precarias
condiciones de vivienda, bajos niveles educacionales,
inserción laboral inestable y baja integración
social, entre otras. (Zabala, 2010)

El enfoque de pobreza de Amartya Sen, premio Nobel, se
inspira en la acepción primigenia, como la falta de
capacidad de producir o de realizar su potencial productivo.
«La característica definitoria de un pobre es que
tiene posibilidades muy limitadas de tratar de lograr su
bienestar…. o, como dice Sen, "la imposibilidad de las
capacidades básicas para alcanzar determinados niveles
mínimamente aceptables» (OACDH, 2004)

Ferriol plantea (2004), que la pobreza, «En
general se refiere a una situación de privación o
carencia en alguna de las necesidades básicas determinadas
en la sociedad. Históricamente la pobreza la sido
entendida como insuficiencia o carencia en los ingresos o el
consumo, pero el concepto se ha
ampliado»[8]

Según Adam Smith, «Por mercancías
necesarias entiendo no sólo las indispensables para el
sustento de la vida, sino todas aquellas cuya carencia es,
según las costumbres de un país, algo indecoroso
entre las personas de buena reputación, aún entre
la clase inferior»[9]

La pobreza se asocia con una privación o con la
insuficiencia en el nivel de vida de las personas, que se
manifiesta a su vez en bajo consumo, desnutrición,
precarias condiciones de vivienda, bajos niveles educacionales,
inserción deficiente en las estructuras productivas,
actitudes anómicas y deficiente integración social
(Ramos, 2000).

La pobreza sintetiza elementos nocivos para el proceso
salud-enfermedad de índole sociopsico-biológicos,
medio ambiental y médico-sanitaria y no solo es
expresión de la precariedad de los ingresos y el consumo;
es una permanente amenaza a la estabilidad social y la paz del
mundo y los países. (Aldereguía, 1996) «La
pobreza se cierne como el mayor obstáculo hacia el logro
de la salud»…(PNUD, 1998)

Las enfermedades relacionadas con la pobreza afectan
casi exclusivamente a las personas que viven en condiciones y
espacios de insalubridad, tales como: indígenas,
indigentes en barrios pobres, campesinos, mendigos, niños
pequeños, personas institucionadas en hospitales,
encarcelados y portadores pobres de VIH/SIDA. (Storino,
2002)

La mayoría de los expertos reconocen el
carácter complejo y multidimensional de la pobreza
expresado en el orden material y espiritual, así como la
resultante de múltiples causales que involucra diferentes
aristas de la realidad. Aunque la pobreza, en términos
socioeconómicos, se ha definido de distintas maneras ha
habido más interés por encontrar formas de medirla
que por conceptualizarla.

En general, se distinguen dos enfoques que se utilizan
para definir y medir la pobreza: el absoluto y el relativo, los
que aún suscitan enconadas polémicas entre los
expertos. El enfoque de pobreza absoluta tiene su origen en
Rowntree (1941) que considera la deprivación –
insatisfacción de las necesidades mínimas-
independientemente del contexto cultural o social. En cambio, la
pobreza relativa, de acuerdo con el criterio de Townsend (1979),
comprende la naturaleza social e histórica de las
necesidades humanas, y a partir de ello su variabilidad en el
tiempo (períodos históricos) y el espacio (entorno
geográfico) (Zabala, 2010)

Entre los estudios más conocidos acerca de la
pobreza, se consideran los realizados por Oscar Lewis (1966)
entre los años 40 y 60 del siglo XX. Lewis desarrolla el
concepto "cultura de la pobreza" como una reacción de los
pobres ante su situación de resignación, pasividad,
ausencia de planes futuros, etc. Dicho comportamiento lo
caracterizan como un marginal; no obstante, Lewis distingue entre
empobrecimiento y cultura de la pobreza «no todos los
pobres viven ni desarrollan necesariamente una cultura de la
pobreza»

La tesis de Lewis ha recibido múltiples
críticas, pues en general no revelas las causas sociales y
económicas de la pobreza y en última instancia
responsabiliza a los pobres por su situación. El mayor
aporte de Lewis consiste en que propone un estudio intensivo de
las familias que viven en situación de pobreza.

Según Padrón (2010), el francés
Bourdieu considera que estudiar las prácticas cotidianas
de las personas pobres y excluidas tiene el valor de permitir
conocer las arbitrariedades culturales que se producen en una
sociedad, así como los procesos de subjetivación de
la pobreza. La exclusión social al igual que la pobreza se
realiza también en lo simbólico, en los usos,
oportunidades y apropiaciones del sujeto.

Menjívar y Feliciani (1995) se plantearon superar
la visión meramente biológica y economicista sobre
la pobreza, mediante la utilización del concepto de
"exclusión social", entendida como «un proceso
debido a un conjunto de dinámicas de
descalificación primaria, que margina a las personas del
acceso a las oportunidades humanas, impidiéndole el
ejercicio de sus derechos» (Zabala, 2010)

La existencia de diversas formas de exclusión o
marginación social constituyen el centro de
controversiales debates acerca de las causas de estos
fenómenos, aunque existe consenso en que la pobreza y la
exclusión social son fenómenos recurrentes del
desarrollo económico, no todos los enfoques se detienen
analizar las verdaderas raíces del problema.

La pobreza y la miseria, las necesidades y la escasez de
medios representan limitaciones del principio de
autonomía, aminoran la libertad individual, lesionan la
dignidad de la persona e imponen condicionamientos severos a la
posibilidad de decidir y de obrar en el marco individual y
social. (Wester, 2002) La pobreza constituye uno de los
fenómenos que más intensamente está
afectando por lo que su abordaje es vital ya que la ética
en las relaciones interpersonales en el sistema familiar,
comprende la búsqueda de la justicia, la equidad, la
reciprocidad y la responsabilidad mutua. (Zabala,
2010)

Según González (2010), es necesario hacer
una distinción entre la pobreza y la miseria; la primera,
no solo incluye la escasez de recursos para satisfacer las
necesidades de la vida, sino que es compatible con la moralidad
de las costumbres y la dignidad del alma; por el contrario la
miseria añade a la pobreza, la degeneración
física y moral, a causa de la pérdida y abuso de
fuerzas corporales, las enfermedades, el desaliento y abandono de
si mismo, y sobre todo la degradación moral, revelada y
representada por los vicios y el embrutecimiento.

A fines del siglo XX se destacan al menos tres
teorías éticas sobre la responsabilidad en contexto
de pobreza, entre las que se encuentran la de Hans Jonas y la de
Dussel (1998). Este último, parte de la realidad de la
pobreza y la exclusión planteando que la responsabilidad
es la respuesta a quienes sufren y necesitan de nuestra ayuda por
lo que debe ser el a priori de toda conciencia reflexiva.
(Wester, 2002)

Conclusiones

En la actualidad, la pobreza y la miseria alcanza
niveles alarmantes y junto a ello el crecimiento del desempleo
dada por la persistente crisis económicas, los bajos
salarios que no permiten satisfacer las necesidades esenciales,
las migraciones sucesivas del campo a la ciudad en busca de
mejores posibilidades, el envejecimiento de la población y
otros males sociales, que se vienen complementado como la
prostitución, la droga, el tráfico humano y la
violencia.

La Bioética tiene la responsabilidad ética
y moral de poner al descubierto todas las formas en que se
manifiesta la pobreza, sus causas y posibles soluciones, mediante
el debate plural y tolerante de todos los actores e involucrados,
de manera tal que se propicien las condiciones para las
decisiones efectivas de las políticas
públicas.

"(…) no es nada menos que un criminal
quién ve la pobreza, y puede ayudarla, y no la
ayuda"[10]. José Martí

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Autor:

Lic. Rafael Martínez Cobas

[1] W.T.Reich. Introducción. En: WT
Reich (editor) enciclopedia of Bioethics. Tomo I. New York
Simon and Schstes Macmillan., 1995: xxi

[2] Acosta Sariego, J.R. (2009). Los
árboles y el bosque. Texto y contexto bioético
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[3] Acosta Sariego, J.R. (2009). Los arboles
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[4] Volnei Garrafa; Dora Porto.
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Acosta, (editor científico) Bioética para la
sustentabilidad. 1ra. Edición, La Habana, Publicaciones
Acuario, Centro Félix Varela, 2002. 200

[5] SIBI (2009) VI Congreso Mundial de
Bioética. Declaración de Gijón contra el
hambre y la pobreza. España del 18 al 21 de mayo de
2009.

[6] RELATORIO da FAO, In: Jornal A Tarde,
18/9/99, página 20.

[7] Informe 2011 Panorama Económico
Social en Latinoamérica. CEPAL

[8] Dicho concepto fue elaborado por un
colectivo de autores INIE-ONE, 2003

[9] Smith, Adam: La riqueza de las
naciones.

[10] Martí, José Obras
Completas 2:374 “Otro cuerpo del Consejo” Patria.
Edición 72 Nueva Cork, julio 29 de 1893

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