- ¿Qué es la
ética? - ¿Qué es conciencia
moral? - ¿Qué es la
moralidad? - ¿Qué es una filosofía de
la cultura? - ¿Qué es la
cultura? - Reflexiones finales
- Referencias
bibliográficas
¿Qué es la
ética?
Definir el vocablo ética, en contraste con la
teoría–praxis del mismo, siempre ha presentado distintas
acepciones según la dimensión en qué lo
manejemos. La ética es lo que mis sentimientos me inducen
a lo que es correcto; esta definición muy manejada crea
problemas cognoscitivos de interpretación, puesto que no
es un estándar fijo de aplicación universal por el
ser humano.
Ahora bien, en el marco educativo, en el proceso de
formación y desarrollo del continuo humano como ser
social, la concepción de ética debe significar
estándares aceptados en términos de bienestar
social tanto individual como colectivo; lo que uno cree que es
correcto. Pensar y actuar de esta manera, en un momento
coyuntural específico, nos obliga a plantearnos la
siguiente interrogante ¿Existe la posibilidad de haber
sido mal orientados o no haber tenido la preparación
suficiente? Cada uno de nosotros pensamos que conocemos lo que es
ético, pero diferimos. Al respecto Velásquez (2008)
se plantea ¿Cómo puede uno saber, quien tiene la
razón? De pronto, parece que la concepción de
ética muestra a nivel universal un carácter de
aplicación relativa, en el sentido de lo que es malo para
unos para otros es bueno.
¿Qué es conciencia
moral?
Todos los actos conductuales del ser humano, en cierta
forma, están regidos por la conciencia moral, y en esencia
son arbitrados por el mismo individuo. En la conciencia moral,
podemos apreciar: a) acto del hombre y acto
humano. No siempre somos conscientes del sentido de
nuestros actos; cuando actuamos sin conciencia del bien o del mal
moral de nuestros actos, realizamos actos del hombre, cuando
somos conscientes, realizamos actos humanos; b)
Ignorancia: invencible o vencible. Muchas
personas prefieren ignorar todo para no asumir responsabilidades.
Nadie puede alegar que por ignorancia entró en un banco
para robar. La ignorancia invencible cuando es superior a
nuestras posibilidades: a veces nos faltan medios, capacidad
entre otros aspectos, para llegar a ser del todo consciente,
Hernández (2004). Pero también, tenemos la
ignorancia vencible que todos estamos obligados a superar: por
ejemplo algunos accidentes de tránsito se evitarían
por conocer ciertas cosas: límites de velocidad, espacio
que necesita el vehículo para detenerse, etc. Sea cual
fuera el grado de ignorancia o in-consciencia, existe la
responsabilidad material, la responsabilidad concreta de quien
atropella a alguien o le causa un daño. Entonces el
responsable debe asumir los hechos y las circunstancias derivadas
de éstos.
Dentro de la conciencia moral, encontramos
también ¿Y la intención?, a
veces queremos justificar algo haciéndonos estas preguntas
¿Y sí hago algo con buena intención y a
pesar de ello perjudico? ¿Ignoro la intención
sabiendo que voy a causar daño? En cualquier caso, la
conciencia tiene una función autocrítica:
actúa como un juez que alaba-justifica algunas de nuestras
acciones y desaprueba otras, castigándola con el
remordimiento. Por eso se habla de examen de conciencia:
es la necesidad de revisar la propia vida para dirigirla en un
sentido humanizador, Hernández (2004).
¿Qué es la
moralidad?
De lo anterior, puede deducirse que "la ética es
el estudio de la moralidad". Nos interesa entonces definir que la
"moralidad es la materia prima que la ética investiga"; y
ésta viene a constituir los estándares o normas que
un individuo o grupo posee acerca de lo positivo o negativo de
sus actuaciones conductuales en sociedad, de lo que es correcto o
incorrecto o lo que es bueno o malo. La moralidad como materia
prima de la ética circunscribe en su ámbito de
estudio: estándares no morales y morales; los primeros son
los que nos permiten determinar juicios sobre la manera correcta
o incorrecta de hacer las cosas o juicios de las cosas que son
buenas o malas; los segundos, los vamos a considerar en
atención a determinados atributos que caracterizan a los
estándares morales. Y para ello presentamos (cuadro 1),
según sugerencias de los éticos, cinco aspectos que
ayudan a precisar la naturaleza de los estándares
morales:
Cuadro 1. NATURALEZA DE LOS
ESTÁNDARES MORALES
en una teoría general sobre la educación
en valores. Y para la c Bien importante considerar, que los
atributos descritos para realizar una objetiva
discriminación de los estándares morales, al mismo
tiempo, nos permite establecer una diferencia con los
estándares no morales. En educación, la
implementación y el sostenimiento de los atributos de los
valores morales implicaría el desarrollo integral del ser
humano, es decir, su evolución pneumabiosicosocial
(Pereira, 2009) donde se toman en cuenta las tres dimensiones del
hombre (espíritu, alma y cuerpo) en un medio socio
cultural determinado (metaentorno cultural). No podemos olvidar
que la persona es un sujeto cognitivo-racional,
afectivo-emocional y volitivo-conductual (Zubiri, 1992). Este
triple filtro ha de ser necesariamente integrado ual tomaremos en
cuenta, brevemente, las siguientes consideraciones
teóricas sobre la educación en valores:
Educar en valores es proporcionar aquel tipo de
aprendizaje humano que permita apreciar los valores.
Consecuentemente, la educación en valores debe
procurar un deuteroaprendizaje, un aprender a aprender. Para
ello, el docente y el profesorado en general, deben propiciar
condiciones que favorezcan tal aprendizaje en valores y no
tan sólo enseñar valores.Las personas no podemos ser interpretadas, ni
tampoco nuestro proceso de construcción, a
través del conductismo o del psicoanálisis, por
lo menos desde nuestro punto de vista, pero, sin embargo, nos
comportamos en no pocas ocasiones y respondemos al medio
interno y/o externo como si el conductismo o el
psicoanálisis tuvieran razón o como
mínimo, una parte de razón.Entre los procesos educativos que afectan a la
persona y que posibilitan su optimización, algunos
afectan unas dimensiones de la persona y otros, a otras. En
nuestra perspectiva teórica sobre la educación
(ver cuadro 2), retomamos las cuatro dimensiones, propuestas
por Martínez (1998), en el comportamiento de los
sistemas inteligentes de optimización humana o cuatro
dimensiones de la persona que en su proceso de
construcción son activadas con mayor o menor
intensidad.
Cuadro 2. NIVELES DE
OPTIMIZACIÓN HUMANA
Dimensiones del ser humano en su | Niveles de optimización | |
1ra. Optimización | Hace referencia a nuestras capacidades para captar | |
2da.Dimensión Adaptativa | Hace referencia a la conducta y formas de | |
3ra.Dimensión Proyectiva | Permite al ser social, además de adaptarse | |
4ta. Dimensión | Además de crear patrones o valores, permite |
Las dimensiones proyectivas e introyectivas están
impregnadas de valores: la primera, porque es la capacidad para
crear patrones y organizar nuestro entorno; la segunda, porque es
la capacidad para ser conscientes de que nosotros somos los que
creamos los patrones. Nociones como las de imputabilidad y
responsabilidad (H.Jonas,1979), tan demandadas socialmente en la
actualidad, hacen referencia a capacidades íntimamente
relacionadas con ellas. Social y culturalmente nuestra sociedad
necesita personas hábiles en la construcción de
valores, en saber organizar su mundo para ser los protagonistas,
y hábiles para ser conscientes de que son ellas las que
están decidiendo sobre su comportamiento.
Las dimensiones proyectiva e introyectiva, de alguna
manera han sido dejadas de lado en función de privilegiar
la información, la comunicación y el desarrollo de
destrezas
Para establecer una voluntad recreadora de nuestro
metaentorno, es imprescindible un cambio en las formas de planear
la educación y en las condiciones que hacen posible y
eficaz la función de la escuela en sociedades que poseen
información y tecnologías como la nuestra. La
opción es clara: a favor de una educación
abarcativa que desarrolle al máximo las potencialidades
individuales, que seguro son diferentes, de manera que esta
sociedad de la información lo sea del conocimiento y que
las tecnologías sean un factor de desarrollo y de
comunicación para todos y todas, o a favor de una sociedad
elitista donde solo los mejores sean capaces de transformar
información en conocimiento y de utilizar las
tecnologías. Si optamos por la primera vía, la
urgencia en incrementar la inversión en educación y
en mejorar la autoestima del profesorado es evidente. Pero
además es necesario cambiar la mirada del profesorado, lo
que supone ofrecerle recursos adecuados, estrategias oportunas y
conocimientos para entender que su función no es tan
sólo la de enseñar, sino, sobre todo, la de hacer
posible aprender, Martínez (1998).
¿Qué es una filosofía de
la cultura?
La filosofía de la cultura no puede ser sino una
filosofía de los valores: una
teoría de la concepción del mundo y de la vida, o,
como quizás todavía con más profundidad se
declara una teoría de la cultura. La filosofía en
general, y en particular la ética, no pretende inventar la
cultura, extraer de la nada nuevos ideales y nuevos imperativos
para la humanidad; en su postura científica, tan
sólo quieren describir y explicar desde su punto de vista
teorético el factum de la cultura, Larroyo
(1959),
¿Qué es la
cultura?
La cultura es exclusivamente el producto
de nuestra singular forma de conocer, sentir y actuar en la
existencia. La cultura tiene un carácter comunal, en y por
el contacto de las generaciones se crea y se difunde. De este
carácter participa sobre todo el territorio de la cultura
llamado moralidad: el acto ético se define sólo en
función de la universalidad de personas; y la
ética, que es la ciencia filosófica que estudia
este territorio, no puede partir sino de tal hecho. Quien habla
de una ética individual frente a una ética social
no sabe lo que dice; la ética no puede ser sino
ética social.
En este mismo orden de reflexión, la
cultura es un conjunto de ideas. Según Edward
Taylor (1832-1917), las ideas serían los átomos de
la cultura, a partir de los cuales se generaría cualquier
producción material de objeto, pero la cultura es
intangible, que no puede ser directamente aprehendida ni siquiera
por los mismos individuos que participan en ella: uno puede ver
ciertas producciones, pero no ver una cultura, que es
directamente inobservable. Por eso la conducta la
estudiarían los psicólogos, y la cultura los
antropólogos.
La cultura es un conjunto de productos.
Según Leslie White, la cultura consiste en todos aquellos
modos de vida que dependen de la simbolización y a los que
consideramos en un contexto extrasomático. Pero
también, hay quienes conceptúan la cultura como
ideas y productos: Franz Boas (1858-1942) define la cultura como
"la totalidad de las reacciones y actividades físicas y
mentales que caracterizan la conducta de los individuos que
comparten el grupo"
Los contenidos expuestos están relacionados
directamente con la ética y la educación en
valores, los mismos son tomados como basamento teórico,
para una propuesta de educación en valores en el sistema
educativo venezolano. La cual no consiste sólo en proponer
qué valores queremos enseñar. Consiste sobre todo
en proponer qué condiciones ha de reunir, en este caso el
subsistema de educación universitaria, por supuesto, no
restándole importancia al subsistema de educación
básica, para ser un escenario óptimo en el que las
personas que en ella aprenden, puedan desarrollar todas las
dimensiones humanas que les permitan apreciar, valorar, aceptar y
construir singularmente sus valores.
Retomando lo planteado, damos inicio a considerar una
serie de aspectos que deben tomarse en cuenta para abordar una
educación en valores, sabemos que es imposible determinar
un modelo o una propuesta universal para todas las culturas; pero
si podemos crear un entorno donde se puedan brindar las
condiciones para desarrollar las dimensiones de
optimización del ser humano:
Educar en valores requiere también
desarrollar en la persona valores morales que le permitan
asumir y comprender la sociedad como pluralista y
democrática. Esto es posible cuando la persona cree y
actúa conforme a sus principios éticos de
interacción social comunitaria, dando origen, en
atención a su interrelación comunicacional
dialogante: recrear valores y generar formas nuevas para
resucitar valores ya existentes. Esta manera de actuar
permite el crecimiento ontológico del ser humano tanto
individual como colectivamente.Promoción, defensa y recuperación de
una educación en valores mínimos. Los valores
mínimos son los que contemplan las cartas magnas de
las sociedades democráticas, no sólo formal
sino vivencialmente, y las declaraciones de los derechos
humanos o de la infancia en particular. Son valores morales;
dependen de la libertad humana, contribuyen a hacer
más humana nuestra convivencia social. Nos referimos a
valores como libertad, justicia, solidaridad, igualdad y
honestidad, de acuerdo con Adela Cortina (1996).
También importante mencionar los valores
organizacionales: responsabilidad, liderazgo, solidaridad,
democracia y lealtad, Pereira (2009), los cuales deben
incorporarse en las instituciones de los subsistemas para
secundar la educación en valores.El currículum debe elaborarse tomando en
cuenta la doble transversalidad de los valores éticos
con respecto a los contenidos programáticos del mismo.
En primer término se da la transversalidad porque
afecta al conjunto de las áreas curriculares, y por
otra parte afecta los tres tipos de contenidos de
aprendizaje: los que permiten conocer; aprender a
aprender y hacer; y aprender a vivir juntos y a ser.
Esto es una justificación para promover en nosotros
(los profesores) el modo de abordar la integración de
la educación en valores éticos en el
currículum escolar. El currículum debe estar
orientado a la construcción de personas competentes,
no sólo en su parte académica profesional sino
en su forma de ser y vivir, guiados por criterios de valores
éticos individuales y organizacionales. La escuela
sería entonces un laboratorio ético vivencial
presta para el desarrollo del juicio moral y la capacidad
dialógica.El profesional de la docencia, dentro del plan de
formación académica de la universidad que lo
diploma, debe desarrollar (por iniciativa propia o guiada)
competencias generales de actuación en relación
a sui campo de acción. Entendemos por
competencia general: aquellas habilidades que
nos ayudan a mejorar continuamente el desempeño y que
son independientes de las competencias específicas de
la profesión docente. Por ejemplo, la habilidad
de gestión, entendiendo como tal el
desarrollo de una actitud proactiva, con capacidad para
resolver problemas, tomar decisiones según el nivel de
influencia en el interior de la organización
educativa.Junto a las competencias, la perspectiva educativa
señala la necesidad de considerar las
actitudes, las que constituyen un objetivo en
la educación universitaria. Una actitud es una
disposición personal permanente para actuar de
determinada manera. En una actitud deben intervenir algunos
valores y otros elementos no fáciles de discernir.
Para que los valores se expresen como actitud, se requiere
motivación para actuar de acuerdo con ellos.Las actitudes son las que hacen a una persona
confiable o no en toda circunstancia, adecuada o no para
ciertos trabajos, predecible o no en sus acciones, es decir,
constituyen aquello que en definitiva una persona resulte
atractiva en el mediado plazo. Por ello, entre las actitudes
que pueden caracterizar a un docente, tenemos: la
responsabilidad frente a las funciones que le corresponde
asumir; de reconocimiento y compromiso con la propia
institución educadora; el conocimiento y sus
aplicaciones; de respeto a la equidad y justicia. Las formas
de conducir la docencia y de evaluar resultados, así
como las actividades ofrecidas a los discentes deben ser
diseñadas para inducir a esas actitudes.
Reflexiones
finales
a) Considerando lo que dice José Toro, en su
artículo "Educación para la Democracia, la
educación existe porque el saber es un producto,
porque el conocimiento es artificial. En sentido estricto los
Ministerios de Educación son los responsables del saber de
cada sociedad. El saber de una sociedad puede ser de buena o mala
calidad; y esto debido a que puede producirse en mucha o baja
cantidad, puede ser pertinente o no serlo, puede acumularse
adecuadamente o inadecuadamente, puede reproducirse y
distribuirse bien o mal.
Ahora bien, el saber reúne todas las
características de un producto. Y como producto, el saber
tiene todos los problemas de un producto: hay que preguntarse
cómo producirlo, cómo acumularlo, cómo
distribuirlo y cómo reproducirlo.
Por eso, el proceso de reproducción de
conocimiento, representado en el saber de una sociedad, indica a
grandes rasgos: formar equipos de formación docente para
producir el saber tanto académico como cultural, el cual
no debe perderse, sino más bien, acumularse adecuadamente
y reproducirse a gran escala para proyectar la esencia del factum
cultural de una sociedad. Este proceso, por supuesto, implica en
el fondo la formación y desarrollo pneumabiosicosocial del
ser humano en las dimensiones epistemológica
(distinción entre conocimiento tácito y
explícito) y la ontológica que se centra en los
niveles de las entidades creadoras de conocimiento (individual,
grupal, organizacional e interorganizacional).
b) La educación en valores éticos no debe
verse como una forma para resolver conflictos morales reconocidos
y clasificados como tales. La educación en valores deber
ser una forma de abordar el conjunto de la educación
orientada a la construcción de personas competentes; donde
se brinde un modo ético de aprendizaje de crecer y vivir
tanto en la comunidad de su metaentorno como en las
organizaciones educativas.
c) El conocimiento ético a crear e implementar en
todos los niveles educativos deben estar en correspondencia
directa con los programas curriculares de educación
básica, universitaria o entes especiales de aprendizaje.
Esta correspondencia debe ser biunívoca, enfocada a una
formación y desarrollo académico-cultural del ser
humano y de la sociedad enmarcado en la perspectiva
política-jurídica de una visión
estadal.
d) Como lo tratamos en el literal (a): el saber es un
producto; en esencia es un producto ético-curricular,
sugerimos que el mismo sea introducido en la sociedad bajo los
principios básicos de la democracia. Primeramente,
aclaremos la concepción de democracia: no es un partido,
no es una religión, ni es una ciencia. La
democracia es una forma de ver el mundo: es una
cosmovisión.
Las democracias de algunos países están
mal orientadas o mal implementadas, pues sus principios no
concuerdan con la realidad objetiva de aplicación, pues
confunden: hacer transformaciones en educación no
significa, con frecuencia, hacer nada nuevo, lo que significa es
darle una perspectiva distinta a las mismas cosas que se hacen y
en eso consiste la transformación, Toro
(2004).
Según la afirmación anterior, los
objetivos prioritarios de todo gobierno deben ser la
promoción de la participación activa y reflexiva de
los ciudadanos en la vida pública y el compromiso de los
responsables de la política social y educativa con la
defensa y el cultivo de un modelo de educación orientado,
principalmente, a dotar a las personas que aprenden de los
recursos que les permiten una construcción autónoma
y dialógica de valores que garanticen la libertad y la
solidaridad, la convivencia en democracia y en el respeto a la
diferencia, y la implicación activa en proyectos de
interés común, Martínez (1998).
Para finalizar, nos preguntamos ¿Es posible
concebir una educación en valores en un Estado que se hace
llamar democrático? Responder a esta interrogante no es
nada fácil. En primera instancia, la democracia nadie se
la pueda dar a una sociedad. La democracia es una decisión
que toma la sociedad. En segunda instancia, si la democracia es
una cosmovisión, o sea una forma de ver el mundo
¿La comprensión del concepto de democracia puede
cambiar la educación totalmente? En efecto, si una
sociedad se decide por la democracia, debe preguntarse
cómo tiene que concebir la educación, cómo
tiene que diseñar las escuelas, lo allí ocurre,
qué transformaciones hay que hacer para formar ciudadanos
con carácter ético democrático para promover
su cultura: formas democráticas de pensar, sentir y
actuar, lo que se conoce también como el Ethos
Democrático. Una forma de contribuir a dar una respuesta
"democrática" a la pregunta inicial es, que toda sociedad
que se hace llamar democrática, en su proceso
cosmovisión, debe conocer y manejar los principios
básicos de la democracia para fijar el norte de su
verdadero factum culturae, el cual, bien dirigido
determinará la mejor y mayor suma de felicidad posible
para sus ciudadanos. Seguidamente mencionamos los principios
básicos de la democracia, aunque sencillos y obvios no son
comunes en las reflexiones sobre la sociedad; dejamos al lector
hacer sus propias conjeturas al respecto:
1. Principio de Secularidad. Todo orden social es
construido. El orden social no es natural, por eso son posibles
las transformaciones en la sociedad. La democracia no es natural
al ser humano. La democracia es un invento. Y por ser invento,
una creación, es necesario enseñarla y es necesario
aprenderla.
2. Principio de Autofundación. La
democracia es un orden que se caracteriza porque las leyes y las
normas son construidas o transformadas por los mismos ciudadanos
que las van a vivir, cumplir y proteger. Este principio significa
que la libertad siempre requiere del orden
(autofundado).
3. Principio de Incertidumbre. No existe un
modelo ideal de democracia que podamos copiar o imitar, a cada
sociedad le toca crear su propio orden democrático. Y ese
orden democrático sólo es posible concebirlo en una
escuela democrática, es decir, en una escuela que forme
ciudadanos con una misma visión, misión y valores
éticos sociales.
4. Principio Ético. Aunque no existe un
modelo ideal de democracia, todo orden democrático
está orientado a hacer posibles los derechos humanos y a
cuidar y proteger la vida.
5. Principio de Complejidad. El conflicto, la
diversidad y la diferencia son constitutivos de la convivencia
democrática. Para la democracia la paz no s la ausencia de
conflictos. La paz es el resultado de una sociedad que es capaz
de dirimir el conflicto sin eliminar al otro, ni física,
ni sociológica ni psicológicamente. En la
democracia no existen los enemigos, sino opositores: personas que
piensan distinto, quieren distinto, tienen intereses distintos
que colisionan con los míos, pero con los cuales puedo
concertar futuros comunes.
6. Principio Público. Lo público es
aquello que conviene a todos de la misma manera para su dignidad.
Una de las grandes tareas de la democracia es hacer de la
educación un bien público: mientras una sociedad
acepte que existe una educación privada de una calidad y
una educación oficial de otra calidad, nunca habrá
educación pública. Sólo cuando la
educación que se imparta en las escuelas pequeñas
de los barrios o en sa instituciones de élite, sea de
igual calidad, entonces podemos decir que en esa sociedad existe
la educación pública. Lo que hace público a
un sistema de educación es que la educación que se
imparta en las instituciones educativas (privadas u oficiales),
sea en igualdad de condiciones, sin ningún tipo de
discriminación de los miembros de la sociedad. Sólo
así, contribuirá a la dignidad del ser
humano.
Los principios descritos, nos permiten ubicarnos
objetivamente en cómo es manejado nuestro sistema
educativo, pienso que estamos bastante lejos de hablar de un
Estado Democrático, pues nuestra realidad presenta un
hecho cultural distorsionado con respecto a la educación.
En la medida que pensemos, seriamente, en construir nuestra
democracia con los citados principios, en ese mismo camino
estaríamos sembrando una educación en
valores.
Referencias
bibliográficas
Cortina, Adela (1994). Educación en Valores desde
una ética cívica. San Sebastián, Editorial
Universidad del país vasco.
Hernández, Carlos (2004). Pedagogía de la
Ética Social para una formación en Valores.
México, Editorial Trillas.
Larroyo, Francisco (1957). Los Principios de la
Ética Social: concepto, axiología, vigencia y
realización de la moralidad. México, editorial
Porrúa, S.A.
Martínez, Miquel (1998). Democracia, Desarrollo e
Inteligencia. Argentina, Editorial Troquel.
Velásquez, Manuel (2000). Ética en los
negocios: conceptos y casos. México, Pearson
Educación.
Zubiri, Xavier, (1992). Sobre el Sentimiento y la
Volición. Madrid, Alianza Editorial.
funredes.org/funredes/html/castellano/…/educdemo.htm |
Autor:
Álvaro Enrique
Pereira
REPÚBLICA BOLIVARIANA DE
VENEZUELA
UNIVERSIDAD RAFAEL BELLOSO
CHACÍN
VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN Y
POSTGRADO
DECANATO DE INVESTIGACIÓN Y
POSTGRADO
POSTDOCTORADO EN GERENCIA DE LA
EDUCACIÓN SUPERIOR
Maracaibo, agosto de 2011