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Aborto y sociedad



  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Desarrollo
  4. Conclusiones
  5. Referencias
    bibliográficas

Resumen

La practica de la enfermería ginecoobsterica esta
sujeta como todas las ramas de las ciencias médicas a los
principios básicos de la bioética para el correcto
desempeño de la misma. Pero no es menos cierto que hay
aspectos de la práctica en enfermería que son
más controversiales que otros en este caso esta el aborto.
El presente trabajo valora los aspectos históricos y
sociales del aborto y su evolución hasta la actualidad
además de Contribuir al derecho libre y responsable de la
mujer ante la decisión de un aborto. Para esto se llevo a
cabo una extensa revisión bibliográfica.
Demostrando que El aborto continua siendo un dilema social para
la humanidad y que el sistema nacional de salud en Cuba cuenta
con las condiciones necesarias para evitar el aborto como
método anticonceptivo. Y garantiza disminuir los riesgos
de esta práctica invasiva.

Introducción

Para muchas personas, tener hijos es un accidente
fortuito, resultado del encuentro casual de un espermatozoide y
un óvulo; entre sábanas de seda o en un
jergón raído, en noches de fiesta o bajo la amenaza
de un bombardeo, el amor, el deseo, la costumbre o simplemente la
vida tienen exigencias inevitables. Para otros, los hijos deben
ser concebidos en el momento más oportuno; cuando se creen
maduros para asumir nuevas responsabilidades; cuando el nivel
económico y social permite enfrentar nuevos gastos sin
grandes sacrificios; o cuando se ha logrado la estabilidad
física, intelectual y emocional, y se puede dedicar todo
el empeño a la formación y educación de un
nuevo ser, un hijo puede ser una bendición o un castigo,
según haya sido concebido. Para los que durante
años desesperaron por conseguirlo es un regalo del destino
o de Dios, pero quien enfrenta una vida de penas y privaciones
podrá dudar entre el infanticidio o el
abandono.

La práctica del aborto era ya conocida muchos
siglos antes de nuestra era. En los pueblos primitivos, de
patriarcado absoluto, el jefe de la familia podía vender e
incluso matar a sus hijos, aún antes de nacer. En esas
circunstancias, el aborto no tenía carácter
punible. Se pensaba que el feto pertenecía al cuerpo
femenino, a sus entrañas; y dado que la mujer tenía
un estado de minoridad, el padre o el jefe de la familia
ejercía absolutos derechos sobre el fruto de la
concepción. .

El cristianismo se instaló con una
apreciación rigurosa en este sentido. Doscientos
años después de Cristo, se promulgaron medidas
rigurosas contra la mujer sujeta a esta acción, incluyendo
la pena de muerte, castigos corporales y el exilio. Este criterio
se basaba en que la mujer no tenía derecho a arrebatarle
al marido su descendencia, la esperanza de la
posterioridad

En Cuba, la ley más antigua sobre el aborto es el
código penal de 1870 que señalaba que el aborto,
intencionalmente provocado, pero amparado por una causa
establecida legalmente, sería considerado lícito
(para salvar la vida de la madre o para evitar grave daño
en su salud, violación, rapto, evitar la trasmisión
de una enfermedad hereditaria).

Durante los primeros años después de 1959,
no se realizaban abortos debido principalmente al éxodo de
médicos especializados, y a que aumentó de forma
vertiginosa el número de embarazos que exigían al
máximo las capacidades médicas existentes.
Además, no se tenía un concepto claro de la
necesidad y la importancia de la planificación familiar
como derecho individual de la población.

Como consecuencia, se observó que la cifra de
mortalidad materna por aborto ilegal y debido a maniobras
autoinfringidas aumentaban considerablemente, al mismo tiempo que
bajaban las demás causas de mortalidad. Hubo que tomar
medidas efectivas para garantizar que la mujer hiciera uso del
derecho humano elemental de decidir sobre el número de
hijos que deseaba tener. Se decidió crear en 1965 las
condiciones necesarias de institucionalización del aborto
por el Sistema Nacional de Salud.

Es importante considerar que el principal objetivo de
nuestro actuar como profesionales de la salud no es el de limitar
el acceso al aborto, prohibirlo o ejercer presión sobre la
mujer que lo solicite, pues el derecho tiene que respetarse, es
inviolable. Nuestra obligación es disminuir la incidencia
de este mediante la implantación de medidas educativas
coordinadas y combinadas con la accesibilidad a una amplia gama
de métodos anticonceptivos para toda la población.
La situación actual constituye un reto para nuestro
Sistema Nacional de Salud.

OBJETIVOS

General:

Reseñar el manejo ético en la
práctica del aborto

Específicos:

Valorar los aspectos históricos y
sociales del aborto y su evolución hasta la
actualidad.

  • Contribuir al derecho libre y responsable de la
    mujer ante la decisión de un aborto.

Desarrollo

El aborto, o sea, la expulsión del producto de la
concepción cuando todavía no es capaz de sobrevivir
fuera del seno materno, es tan antiguo como la propia humanidad,
y ha sido permanente objeto de estudio desde diferentes puntos de
vista.

Estudios estadísticos realizados han reflejado
que, de cada 10 embarazos, 1 se pierde bajo la forma de aborto.
(Aborto Espontáneo), con una morbilidad muy baja y una
mortalidad prácticamente nula. Se considera que su
etiología fundamental es la malformación del nuevo
ser que va a nacer, convirtiéndose de esta forma en un
hecho deseable, pero lo que hace a la interrupción del
embarazo tema de discusión diaria en los diferentes
medios, es la posición que se asume ante el aborto
terapéutico y el que se hace por
petición.

A pesar de que algo se avanza para atenuar la pena por
aborto, en 1588 el Papa Sixto V proclama en una de sus decisiones
(Bula Effraenautum), que todos los abortos son crímenes
que se castigarían con la excomunión. Esta Bula no
tuvo mucha repercusión, pero en Francia se
endureció de nuevo el régimen en relación
con esta práctica, y Enrique II promulgó una
ordenanza donde revivía la pena capital para la mujer que
abortara voluntariamente.

Los objetivos esperados no fueron logrados, el
Pontífice Gregorio XIV adopta nuevamente el criterio de la
animación y el alma. Posteriormente, el Papa Pío
IX, suprime la distinción entre el aborto en la primera
fase del desarrollo del embrión y el realizado
después, promulgando la excomunión
automática para toda mujer que abortara
voluntariamente.

Luego en 1930, Pío XI dijo que la vida de la
mujer y del feto eran igualmente sagradas, que nadie tenía
el poder ni la autoridad para destruirlas. Pío XII
refrendó esta argumentación dándole normas a
la rigidez de la iglesia frente a este asunto del niño por
nacer. Pablo VI en 1968, confirmó la misma
concepción, y Juan XXIII recordó que la vida humana
es sagrada desde su origen.

A fines del siglo XVIII y principios del XIX se propone
la exclusión del aborto como una práctica punible.
Los países abanderados fueron Francia y Alemania y se
reactualizó el viejo concepto de la mujer en cuanto a
disponer de sí misma, negándole autonomía al
feto. En general, los principios igualitarios fueron influyendo
para que la sanción fuera más racional y
humanitaria, y las leyes tendían a ser menos severas. Un
antecedente a este relajamiento de la severidad punible frente al
aborto está dado en 1602, cuando el jurista español
Tomás Sánchez, en su Tratado de Moralidad Sexual y
Matrimonial, justificó la excepcionalidad abortiva en el
caso de la mujer violada y embarazada.

Los ordenamientos jurídicos existentes en
relación con el aborto se sitúan dentro de tres
modelos:

  • Legislaciones totalmente permisivas, que lo
    consideran un asunto privado y, por ello, no requieren
    ordenamiento jurídico; de esta manera se desentienden
    del problema.

  • Legislaciones restrictivas, que prohíben el
    aborto y penalizan su práctica. Se les critica por
    resultar ineficaces, pues no evitan el aborto, son
    discriminatorias y crueles, e imponen soluciones cruentas a
    situaciones personales complejas.

  • Legislaciones liberalizadoras, que permiten el
    aborto en determinadas situaciones y lo penalizan en
    otras.

Dentro de las muy restrictivas se encuentran, por
ejemplo, Chile, Haití, Panamá y Suriname, donde el
aborto es ilegal en todo sentido, y también Honduras y
Ecuador, países en los que la legislación es
restrictiva, pero ambivalente en relación con el derecho a
la vida de la mujer. Estas legislaciones establecen una barrera
jurídica que muchas mujeres se ven obligadas a emigrar,
arriesgando su integridad física y su vida.

Un tema tan polémico y debatido como este no
llega a un acuerdo y continúa la variedad de criterios al
respecto. En los años 80, la discusión sobre el
aborto en Estados Unidos originó fuertes controversias
públicas.

Las posiciones eran tres.

1- Los que deseaban desterrar al aborto en cualquier
circunstancia (caso del movimiento en Defensa de la
Vida);

2- Los que estimaban que el aborto debería
practicarse a instancias de cualquier mujer embarazada
(opinión del grupo favorable a la libre
elección)

3- Los que restringirían la práctica del
aborto a determinadas situaciones, como el riesgo grave para la
salud de la madre, o cuando el embarazo fuera el fruto de la
violación o el incesto.

El criterio liberal estima que el estado no tiene
derecho a limitar la libertad de elección de la madre
gestante. El conservador afirma que el estado no tiene derecho a
secundar la destrucción del feto, implantando la
legislación del aborto. Los que se hallan en una postura
intermedia, pretenden que la ley arbitre garantías que
impidan la práctica "irresponsable" del aborto .Estos
movimientos elaboraron sus proposiciones y axiomas fundamentados
sobre la base de sus ideales los cuales defendieron apoyados por
personas de otros grupos religiosos, así como otras que no
profesaban de ninguna religión.

El movimiento en Defensa de la Vida
plantea
:

  • Todos los seres humanos, incluso el feto que se
    halla en el vientre de la madre, reciben directamente de Dios
    el don de la vida.

  • La vida humana comienza en el momento de la
    concepción.

  • El aborto, en cualquier fase de la gestación,
    equivale a quitar la vida a un ser inocente.

El Movimiento en pro de la libre elección
plantea
.

  • Nadie tiene obligación de ser madre a la
    fuerza.

  • No hay que dar a luz a hijos no deseados.

  • La prepotencia masculina es la causa del rigor y la
    estrechez de las leyes regulares del aborto.

  • La libertad de la mujer depende, en última
    instancia, de que sea ella la que tenga pleno y libre control
    de su vida procreadora.

Un aborto puede provocar afectaciones psíquicas,
más si su origen estriba en los aspectos frustrantes
(temor a que la falta o la presencia de un hijo interfieran en la
relación, dudas por la salud física y
psíquica del hijo concebido, así como temor al
dolor o a la muerte por el embarazo o el parto. El aborto es
equivalente, en el riesgo preconcepcional, a una salida de
incendios en un local inseguro: una vía de escape ante una
urgencia que pone en riesgo la vida, no una solución
definitiva.

Ahora bien, analizar, opinar, determinar a favor o en
contra de un hecho tan maravilloso como es la procreación,
no solo debe basarse su análisis desde el punto de vista
biológico y social, pues se hace necesario para dar
continuidad a la especie humana, sino también desde el
punto de vista espiritual o sea su repercusión en la
esfera psicológica, esto requiere de mucha
fundamentación y de la aplicación de la ciencia y
el derecho humano.

Todas las personas y todas las parejas tienen el derecho
de decidir libre y responsablemente la cantidad y el
espaciamiento de sus hijos y de disponer de la
información, la educación y los medios de hacerlo,
pero dar cumplimiento a esta regularidad en muchos países
se hace difícil y a veces imposible pues, existen
obstáculos culturales, económicos e institucionales
que se oponen al libre ejercicio de los derechos de
reproducción de las mujeres y los hombres, el desarrollo
de métodos anticonceptivos modernos, aceptables y
más seguros ha posibilitado un mayor grado de libertad
individual y de opción para hombres y mujeres y ha
realzado su capacidad para optar en materia de
procreación. Los que, conscientemente, aspiran a la
paternidad, se cuidarán de seguir los consejos del
médico, escucharán las opiniones de los que por
edad y experiencia se creerán facultados para
permitírselas, acudirán a todas las consultas, se
angustiarán si algo no anda bien y suspirarán con
alivio cuando, por último, les informen que un niño
sano ha nacido y que la madre está fuera de peligro.
¡Cuántos sustos y problemas se evitarían si
siempre se pudiera planificar a los hijos!; esto se exclama a
menudo, como si tal cosa no fuera posible. Solo el ser humano es
capaz de tropezar dos veces con la misma piedra. La modernidad (o
la negligencia) hace olvidar la experiencia práctica que
legaron los antepasados, quienes con menos conocimientos y
recursos supieron intuir los principales aspectos del riesgo
preconcepcional.

En un número considerable de mujeres existe una
posición un tanto ambigua en cuanto al aborto y los medios
anticonceptivos, pues los utilizan indistintamente para el
control de la fertilidad, lo que establece mayor posibilidad de
riesgo.

No obstante, esos métodos de planificación
de la familia siguen siendo inaccesibles para muchas personas que
los necesitan, tanto mujeres como hombres. Se estima que al menos
350 millones de parejas en el mundo carecen de acceso a una gama
completa de métodos seguros y eficaces de
planificación de la familia. Un grupo importante de riesgo
lo constituye los adolescentes, debido a su falta de
información y de acceso a los servicios correspondientes.
Las mujeres y los hombres de edad también tienen
necesidades peculiares en materia de salud de la
reproducción y sexual, a las que con frecuencia no se
responde en forma adecuada, todo esto contribuye al incremento
del numero de aborto realizados en malas condiciones, lo que
representa una grave amenaza para la salud de la
reproducción. Según estudios realizados por la
Organización Mundial de la Salud, se estima que cada
año pierden la vida unas 70,000 mujeres como resultado de
abortos en malas condiciones, casi todas ellas en países
en desarrollo, en encuestas realizadas en más de 60
países en desarrollo indican que hay más de 100
millones de mujeres que desearían aplazar el nacimiento de
su próximo hijo o dejar de tener hijos, pero no
están utilizando actualmente un método
anticonceptivo, si carece de acceso a la gama completa de
anticonceptivos modernos y seguros, una mujer no puede ejercer el
derecho a decidir libre y responsablemente el número y el
espaciamiento de sus hijos, y tampoco puede salvaguardar su salud
y la de sus hijos. Si se respondiera a esta "demanda
insatisfecha" de servicios de planificación de la familia,
se podría satisfacer los deseos de cada mujer y cada
hombre en materia de reproducción.

"Los derechos humanos de la mujer y de las niñas
y muchachas son parte inalienable, integral e indivisible de los
derechos humanos universales. (Principio 4 del Programa de
Acción de los Derechos Humanos).En defensa de Promover la
equidad y la igualdad de los sexos y los derechos de la mujer,
así como eliminar la violencia de todo tipo contra la
mujer y asegurarse de que sea ella quien controle su propia
fecundidad.

En muchos países Africanos, más de la
mitad de las mujeres ya han tenido su primer hijo antes de
cumplir 20 años, otras han fallecido en el intento de
librarse de un embarazo usando como método los abortos en
malas condiciones y ocultos, lo propio ocurre con un tercio de
las mujeres en América Latina. En los Estados Unidos, cuya
tasa de embarazo en la adolescencia es la más alta de los
países desarrollados, una de cada cinco mujeres ya tiene
un hijo antes de llegar a los 20 años.

Tradicionalmente, la mujer ha sido vista como objeto
reproductivo, y se ha

disfrazado este sentido discriminatorio con el pretexto
de la respetabilidad, en

nombre de una doble moral que la tiraniza. Muchos
maridos piensan que pueden lograr las relaciones sexuales y la
procreación por la fuerza, por eso

violan a la esposa o asumen como un deber la
satisfacción sexual contra su

propia voluntad. El esposo puede creerse con el derecho
de prohibir a la esposa el uso de anticonceptivos y obligarla a
tener los hijos que él quiera, por lo que la lleva a
realizar la planificación a escondidas.

Para un gran número de médicos, la
atención preconcepcional debe estar dirigida a evitar la
concepción de pacientes con riesgo. Esta primera
posición se basa en un criterio benéfico, que
considera la necesidad de proteger a la paciente, pero su
aplicación indiscriminada limita la acción del
médico a promover la anticoncepción, sin tener en
cuenta las necesidades de la pareja o de la paciente, lo que
establece una contradicción con los derechos reproductivos
y tal vez origine violaciones del principio de equidad con
carácter individual. Esta ha sido una frecuente
acusación a los servicios de planificación
familiar.

Cuando una persona decide asumir, contra toda
lógica, un embarazo de alto riesgo, lo hace al amparo de
los derechos reproductivos, que si bien se pueden subrogar por
interés social, no establecen discriminación por
razón de salud, y corresponde la decisión a la
pareja. Esto puede ser socialmente reprobable, pero se debe
reconocer que la vida no es un valor absoluto. Una actitud
intransigente y represiva no mejorará las condiciones de
la paciente, al contrario aumentará el estrés y los
riesgos. Si existe la posibilidad de planificar acciones, se
intentará atenuar los posibles daños o
disminuirlos.

Los profesionales de la salud al atender la gestante que
se ha decidido interrumpir su embarazo ya sea por causas
terapéuticas o a petición deben procurar en su
accionar el cumplimiento de los principios bioéticos de
beneficencia, no maleficencia, autonomía y justicia, los
cuales deben ser aplicado no solo para el tratamiento al
equilibrio biológico sino también mantener la
integridad del paciente, pues el mantenimiento a la esfera
psicológica tiene un significado importante en la
atención al individuo.

La interrupción de embarazo puede estar originada
de causa espontánea, para prever enfermedades
hereditarias, o por planificación familiar que atribuye el
derecho a la mujer de decidir tener hijos o no, estas
situaciones, aunque con algunas similitudes, indican una
expectativa diferente en la atención profesional, informar
detalladamente sobre los riesgos, beneficios y derechos atribuye
gran responsabilidad al equipo de salud y en especial al personal
de enfermería como ente activo del proceso de
comunicación, que es precisamente por el cual una persona
transmite a otras sus pensamientos, sentimiento e ideas,
después de haber realizado una valoración constante
de la sociedad, facilita que una persona comprenda a otra, el
sujeto acepte a los demás y sea aceptado, transmitir y
recibir información, aceptar órdenes,
enseñanzas y aprender .

Este proceso en el paciente adquiere no solo un valor en
el orden social sino también un valor terapéutico.
La esencia del que hacer de enfermería se resume en la
satisfacción de las necesidades del hombre. Nadie puede
ser feliz en la ignorancia y mucho menos de lo que acontece con
su propia salud, el paciente solo estará satisfecho cuando
conozca todo cuanto desee de su salud ó su
enfermedad.

Es importante hacer uso del concepto de
autonomía y consentimiento informado, la responsabilidad
real es informar claramente sobre el proceder que se le va a
realizar, sus beneficios o perjuicios así como las
ventajas o desventajas de hacerlo o no hacerlo.

En nuestro país un ejemplo evidente
de esto lo constituye el accionar para la prevención de
las enfermedades hereditarias, que actualmente se realiza por dos
métodos: la consulta de consejo genético (que
termina muchas veces en la aplicación de medidas
anticonceptivas) y el diagnóstico pre-natal (que lleva en
ocasiones a la interrupción del embarazo). En ambos casos
el genetista y la enfermera están en la obligación
de ofrecer a la pareja toda la información necesaria, de
manera clara y en forma oportuna, haciendo énfasis en los
beneficios, riesgos y costos de cada una de las conductas
posibles, recomendando la que a su juicio sea la mejor; pero en
cualquier caso corresponde a la pareja, única y
exclusivamente, el derecho y deber de expresar, sin
compulsión alguna, la conducta que han elegido.

Si bien en Cuba se detectan la
mayoría de los defectos del cierre del tubo neural por la
determinación de los niveles de alfafetoproteínas
en la sangre materna o el líquido amniótico; y es
también posible el diagnóstico de la anemia
falciforme, el síndrome de Down y otras malformaciones,
sólo corresponde a la pareja el decidir si se hacen o no
las pruebas diagnósticas, una vez recibida la

correspondiente información acerca
de los beneficios que ello entraña. Tanto el realizar la
prueba diagnóstica sin el consentimiento de la pareja,
como el utilizar algún método compulsivo para
lograr su aquiescencia, sería una flagrante
violación de carácter ético, al desconocer
la autonomía de la pareja, es decir, su derecho a elegir
libremente la conducta a seguir.

En muchos países, el convenio
médico-paciente se ha convertido en un contrato, la
profesión se ha vuelto un negocio y los pacientes no son
más que estructuras biológicas que provocan un
flujo de dinero, pero muchos profesionales continúan
colocando los intereses de los pacientes por sobre el
interés financiero propio y desean ver los logros
médicos mejor distribuidos en la sociedad. Los valores
sociales determinan los valores del profesional

Un gran problema es la comunicación, la
relación interpersonal entre médicos y pacientes,
ya que algunos profesionales intentan influir sugestivamente
sobre el paciente, o tratan de hacerle aceptar de forma pasiva
los elementos que consideran prudente exponer, sin valorar el
derecho que tiene a emitir su propio criterio y discutir
opiniones, lo que significa un reto a la autonomía de las
pacientes. Otros se limitan a informar los riesgos y dejan a la
persona asumir por sí sola la decisión, lo que es
propio del modelo defensivo anglosajón, al que no se
considera válido de acuerdo con los intereses de la
sociedad.

La mediación es una negociación asistida,
en la cual se persigue que las partes entiendan el proceso y
participen de él por medio del consentimiento informado.
La mediación interviene más en la conducta de los
actores, que sobre la estructura del conflicto. Los pacientes
deben conocer sus derechos, y exigir que los servicios y
prestadores de salud los respeten en cualquier circunstancia.
Esto resulta dilemático cuando se trata de personas
aquejadas de retraso mental o enfermedades psiquiátricas,
en los cuales deberá definirse la capacidad para tomar
decisiones, como elemento determinante a la hora de seguir una
conducta, por encima de cualquier consideración social o
familiar.

La justificación primaria del consentimiento
informado está en el principio de la autonomía. Hay
un deber moral de obtener el consentimiento válido porque
la parte consentidora es una persona autónoma. Nadie tiene
derecho a decidir por ella, ni en nombre de posturas
paternalistas y mucho menos autoritarias.

El personal de salud jerarquiza, desde tiempos de
Hipócrates, los principios de no dañar y de
beneficencia en su ejercicio profesional, sin embargo, a partir
de la década de los años setenta con el aporte de
Potter, y posteriormente Beauchamp y Childress, se han
incorporado elementos nuevos en las reflexiones de
carácter ético, especialmente relacionados con los
dos principios que incorpora la Bioética: la
autonomía y la justicia.

Respecto al primero, la autonomía, cierto es que
su concepto varía en relación con las posiciones
filosóficas que adopte, tanto el sujeto que la ejerce o
defiende su derecho a ejercerla como el que le reconoce el
referido derecho. De ahí que autonomía pueda
definirse como libertad de elección; derecho o capacidad
de elegir por uno mismo; derecho a crear la propia
posición moral, aceptar la responsabilidad de su actuar,
Ahora bien, la autonomía o libertad de la persona puede
entrar en contradicción, en algún momento, con la
de la familia a la cual pertenece, o con la de la comunidad de la
cual forma parte, e incluso con la de la sociedad en su conjunto.
En estos casos resulta útil recordar que la libertad tiene
límites, tanto para los filósofos idealistas (el
límite lo establece Dios) como para los materialistas (el
límite lo establece el derecho de los otros a ejercer su
propia libertad y el respeto al bien de la comunidad) y en
correspondencia con esos límites establecidos por la
religión o la sociedad se podrá enfocar el
análisis ético del problema en
cuestión.

En la mayoría de los casos, al analizar esta
problemática, se coloca el filósofo o el
profesional de la salud ante una categoría más
abarcadora aún que la autonomía, que es la
integridad del paciente, la cual incluye el respeto a su
individualidad y a su derecho de libertad de opción; pero
en este caso está obligado a reconocer la existencia de la
integridad del paciente y también del profesional de la
salud actuante, en nuestro caso de la enfermera, y que tanto el
paciente como la enfermera son personas que tienen sus propios
patrones morales, elaborados a partir de sus propias posiciones
filosóficas.

Estos aspectos realmente no se cumplen en algunas
sociedades donde el ejercicio de la medicina tiene un
carácter mercantil, pues los factores económicos y
sociales son elemento limitante para la atención
médica a las mayorías, no siendo así en
nuestra sociedad donde el hombre es el centro de los problemas y
objetivo de todas las acciones, la medicina tiene un
carácter humanista y todas las condiciones existen para
que se respeten estos principios.

Se consideró un progreso para la mujer el hecho
de que en nuestro país se incluyera El aborto en el
código penal (1870) que señalaba que el aborto,
intencionalmente provocado, pero amparado por una causa
establecida legalmente, sería considerado lícito,
esto contribuyo a disminuir la culpabilidad de la mujer, pero a
los efectos biológicos y de integridad los resultados no
satisfacen la expectativa femenina como ser social.

Hoy afortunadamente en nuestro país, gracias a
los programas de la revolución en función de la
salud del pueblo tenemos un programa Materno Infantil que dentro
de sus principales controles y consultas tiene la de
planificación familiar a la que el derecho es colectivo y
gratuito, y por consiguiente la aplicación de los
métodos incluidos en esta forma de organización de
la procreación, así como la atención al
adolescente y la aplicación intersectorial en
función del mejor estado de salud de la población,
no obstante por los resultados obtenidos con relación al
numero de aborto y causa correspondiente, consideramos que
continúa siendo utilizado incorrectamente como un
método de control de la natalidad, por lo que debemos
continuar e incrementar la promoción de salud, trabajar en
función de la educación de la población y
mas específicos en la mujer en edad fértil, para
evitar el uso del aborto como un método anticonceptivo,
pero a su ves tener todas las condiciones creadas tanto en
recursos materiales, institucionales y de recursos humanos
preparados científica y moralmente para enfrentar aquellas
ocasiones en que el aborto esté plenamente justificado, ya
sea por razones biológicas, psicológicas o
sociales. Sobre la base de diagnósticos más
científicos de la salud femenina y el respeto a los
derechos reproductivos, que son equiparables a los principios de
dignidad individual, equidad y no-discriminación,
participación y solidaridad.

Los principios éticos implican obligaciones
concretas por parte de los profesionales, las personas y grupos
de población. La libertad de elección, como se ha
señalado en repetidos ocasiones, constituye el elemento
central en las decisiones ante el riesgo preconcepcional, ya que
demuestra respeto por la dignidad e intimidad de la pareja, y
permite obtener el consentimiento informado de acuerdo con las
normas éticas.

Corresponde a los profesionales de la salud hacer que se
cumpla los aspectos éticos legales que se han puesto de
manifiesto en relación al aborto, uno de los dilemas que
más afectan a la mujer a nivel mundial por su
repercusión psico- social, en Cuba donde la
interrupción de la gestación en el primer trimestre
solo se encuentra limitada a los deseos y libertad de la pareja
en la planificación de su descendencia, el éxito
está, en la continuidad de las acciones establecidas y
orientadas en función de la cultura sanitaria de la pareja
y en especial a la mujer en materia de planificación de la
familia y de la atención integral de la misma, con un
mayor nivel de conocimientos e incorporación a la
sociedad, será capaz de tomar decisiones mas responsables
con relación al uso de esta practica , las cuales
serán respetadas como resultado de un proceso de
intercambio sistemático, sobre la base de los principios
éticos – bioéticos y revolucionarios en los
que somos formados los profesionales de la medicina
Cubana.

Conclusiones

El aborto continua siendo un dilema social para la
humanidad No se incluye legalmente en todos los países. La
iglesia mantiene una postura absoluta en contra del aborto. El
sistema nacional de salud en Cuba cuenta con las condiciones
necesarias para evitar el aborto como método
anticonceptivo. garantiza disminuir los riesgos de esta
práctica invasiva, y autoriza el aborto en la
planificación familiar y con fines terapéuticos
logrando disminuir la incidencia de morbimortalidad materna –
infantil. Se hace uso inadecuado del aborto como medio de
regulación de la natalidad. No en todos los casos se hace
uso correcto los aspectos éticos y bioéticos con
relación a la práctica del aborto, lo que
interfiere en la integridad de la mujer.

Referencias
bibliográficas

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  • 9. Principios de la Ética Médica.
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  • 11. Taver Eduardo. Ética y
    Bioética. Mhtml:filo//C:/Windows/Temp./Etica y
    Bioética. MHT.

 

 

Autor:

Olga Lidia González
Rodríguez

Midiala Amador Toledo

Yoanna Blanco Beato

Grisel Cruz Casanova

*Prof. Msc. Lic en
Enfermería

** Prof. Msc. Lic. en
Enfermería

*** Prof. Msc. Lic. en
Enfermería

**** Lic. en Enfermería

FACULTAD DE CIENCIAS MÉDICAS
ARTEMISA

ARTEMISA

2012

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