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El alcoholismo: una mirada actual



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Concepto de Alcoholismo
  3. Consideraciones generales sobre el
    alcoholismo
  4. Síndrome de Dependencia del
    Alcohol
  5. Diagnostico
  6. Consecuencias del consumo excesivo de
    alcohol
  7. Consecuencias sociales
  8. Conclusiones
  9. Referencias
    Bibliográficas

RESUMEN

Actualmente se reporta una alarmante incidencia mundial
de pacientes alcohólicos, considerándose esta
patología como uno de los principales problemas de Salud
Pública y constituye una amenaza al bienestar y la
estabilidad de la humanidad. El alcoholismo es una
drogodependencia, definida por un patrón de uso compulsivo
que lleva a la persona a consumir cantidades mayores y por
periodos prolongados acompañado de un sentimiento de
necesidad irresistible de consumo. Numerosos factores de riesgo
predisponen al alcoholismo, que provoca daños serios de
índole social, familiar y en la salud psicológica y
biológica de los consumidores, reduciendo hasta en 10 o 15
años sus expectativas de vidas. En Cuba ha existido un
creciente consumo de alcohol en los últimos 15
años, situación a la que no está ajena la
provincia de Matanzas. Los patrones de consumo inadecuados y la
proporción de bebedores de riesgo es cercana al 10%, lo
que condiciona la ejecución de un programa nacional para
su prevención y control. Sin embargo es destacable que no
se reportan muchos estudios sobre esta patología en el
territorio. En el municipio Ciénaga de Zapata, esto
constituye un problema de salud, por lo cual el propósito
de este trabajo fue realizar una actualización sobre esta
temática. Se revisaron numerosos trabajos
científicos obtenidos a través de revistas
extranjeras y otros; procedentes de centros asistenciales de
salud. Este análisis ha permitido profundizar sobre
aspectos conceptuales, clasificatorios y psicosociales para poder
contribuir con estos conocimientos a elevar la calidad de la
atención médica a los pacientes.

Palabras clave: alcoholismo,
drogodependencia, bebedores de riesgo.

SUMMARY

I.
Introducción

Actualmente se reporta una alarmante incidencia mundial
de pacientes alcohólicos. Tal es así que el
alcoholismo se considera universalmente como uno de los
principales problemas de la salud pública en todo el
mundo, y constituye además una gran amenaza al bienestar y
la estabilidad de la humanidad. Debido a esto, en la actualidad
muchos países dedican cuantiosos recursos financieros a su
investigación. En la lucha contra esta adicción las
instituciones estatales de salud, entre otras, y la
población en general, cumplen una importante
función para prevenir y controlar esta enfermedad
1.

Desde la antigüedad se conocen los efectos nocivos
del uso y abuso en el consumo de bebidas alcohólicas. Su
utilización por el hombre, en forma de brebaje, se supone
que data de los albores de la humanidad. La ingestión
inicial vinculada con actividades religiosas dio paso a su
consumo colectivo. Desde entonces se distinguieron dos grandes
categorías de consumidores, aquellos que beben dentro de
las normas sociales de responsabilidad, y los que
desafortunadamente pierden el control y se convierten en
bebedores irresponsables 1,2,3 ,4,5.

"Una de las aceptadas internacionalmente es la propuesta por
la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1976, con el
término "síndrome de dependencia es un estado
psíquico y físico, que conduce compulsivamente a
ingestas excesivas de alcohol con respecto a las normas sociales
y dietéticas de la comunidad, de manera repetida, continua
o periódica con objeto de experimentar efectos
psíquicos y que acaban interfiriendo en la salud y en las
funciones económicas y sociales del bebedor"
6,
7.

El alcoholismo es un tipo de drogodependencia, lo que
define la dependencia de alcohol y otras drogas es la presencia
de un patrón de uso compulsivo, que lleva a la persona a
consumir cantidades mayores o durante un periodo de tiempo
más prolongado de lo que esa persona pretendía, y
que se puede acompañar de un sentimiento de "necesidad
irresistible" de consumo. Existe una pérdida de control
sobre la cantidad a consumir una vez iniciado el consumo, lo que
se manifiesta por intoxicaciones no buscadas. Además, la
persona dependiente sigue consumiendo y es incapaz de mantenerse
abstinente a pesar de reconocer la implicación del alcohol
en distintos problemas somáticos, mentales o sociales, y
suele expresar un deseo persistente de disminuir o abandonar el
consumo, con una historia de intentos previos infructuosos de
llevarlo a cabo8.

La reanudación del consumo, tras períodos
más o menos largos de abstinencia, es la norma en las
personas dependientes, y en poco tiempo se vuelve a consumos
excesivos y a la reaparición de las complicaciones
asociadas a los mismos. A este fenómeno se le denomina
recaída y su presencia es el indicador más claro de
la existencia de una dependencia.

En Cuba, el alcoholismo no constituye aún un
problema muy serio de salud. Se reporta que el 45,2% de la
población mayor de 15 años consume bebidas
alcohólicas, con un índice de prevalencia de
alcoholismo entre el 7 y el 10 %, uno de lo más bajo en
Latinoamérica, con predominio en edades comprendidas entre
los 15 y 44 años. No obstante, se señala que en los
últimos 15 años el consumo ha aumentado
notablemente en nuestro país. El 90,4% de la
población inicia la ingestión del tóxico
antes de los 25 años y que la mayoría de los
bebedores problema se encuentra entre 25 y 42 años. Se
calcula que el alcoholismo puede incidir hasta en el 40% en los
ingresos de los servicios de urgencia y que el 2% de los enfermos
que ingresan en los servicios médicos hospitalarios sufren
de una enfermedad causada o agravada por el abuso de alcohol
9,10,11. Investigaciones sobre el alcoholismo demandan grandes
gastos, sin embargo, en el país se realizan innumerables
esfuerzos para el estudio y tratamiento de los pacientes
alcohólicos. Es evidente la necesidad de desarrollar
acciones de prevención y promoción encaminadas a
reducir los patrones de consumo alcohólico excesivo y sus
consecuencias sanitarias y sociales, conjuntamente con el manejo
multidisciplinario de estos enfermos, con la participación
de todos los niveles de salud a partir del médico de la
familia.

La provincia de Matanzas no está ajena a la
situación que con respecto al alcoholismo se observa en el
país. De ahí que se realizan grandes esfuerzos por
trabajar en la prevención de este mal, así como en
la rehabilitación de pacientes
alcohólicos.

II. Concepto de
Alcoholismo

El alcoholismo se caracteriza por la dificultad para
controlar el consumo de bebidas alcohólicas. El deterioro
en la capacidad de controlar el consumo de alcohol puede ser
intermitente y muy ligero, en las fases iniciales de la
enfermedad, pero puede llegar a ser continuado e intenso,
más adelante, y conducir a una "robotización"
progresiva de la conducta de auto-administración de
alcohol y a una pérdida de control tan grave como la de
cualquier otra drogodependencia por vía
intravenosa12.

Cuando una persona ha desarrollado una grave dependencia
del alcohol no podrá retornar a un consumo moderado y
cuando pruebe de tomar bebidas alcohólicas volverá
a experimentar las mismas dificultades para controlar su consumo.
Por este motivo, el objetivo ideal sería que el paciente
alcohólico se mantuviera sin tomar bebidas
alcohólicas, de manera continuada, sin embargo, lo
más probable es que su actitud ante tal objetivo sea
bastante ambivalente y ello puede contribuir a que su
evolución curse con la alternancia de períodos de
remisión de la enfermedad y períodos de
recaída, en los que su vida se desorganiza y puede llegar
a estar fuera de control12.

III. Consideraciones
generales sobre el alcoholismo

Diversas y numerosas son las cuestiones que han ocupado
a profesionales, científicos y estudiosos, sobre
alcoholismo, tratando de dar solución a distintas
inquietudes y preguntas que han surgido acerca de las mismas.
Debido a su rápida expansión y a sus terribles
efectos sobre el individuo que consume, en particular, y sobre la
sociedad que lo vive, en general. Es una enfermedad
crónica, progresiva y fatal, caracterizada por tolerancia
y dependencia física y por cambios orgánicos
patológicos. Existe predominio del sexo masculino de esta
afección, aunque es cada vez mayor su adición por
el sexo femenino y en jóvenes en general , se observa en
más del 16 % de las personas mayores de 65 años y
se reporta una alarmante incidencia mundial1, 5.

El consumo excesivo de alcohol es una de las causas
más frecuentes de transgresiones sociales como violaciones
y riñas, práctica de sexo sin medios de
protección, abandono familiar y laboral. Se vincula
mundialmente con el 50 % de las muertes ocurridas en accidentes
de tránsito y el 30 % de los homicidios y arrestos
policiales. Reduce de 10 a 15 años la expectativa de vida
y determina el 30 % de las admisiones psiquiátricas y el 8
% de los ingresos por psicosis. También se ha
responsabilizado con casi la mitad de los condenados por faltas y
delitos tan graves como asesinatos. En este medio se relaciona
con la tercera parte de los hechos delictivos y violentos y entre
el 20 y el 25 % de las muertes por accidentes 5, 9,
13.

Los alcohólicos tienen, como grupo social, uno de
los porcentajes más altos de separación matrimonial
y de divorcio. Sin embargo, en estudios realizados en el
país se ha encontrado que alrededor de la mitad de las
personas que ingieren bebidas alcohólicas logran mantener
vínculo marital por mucho tiempo 9, 10, 14, 11.

Muchos autores han estudiado la dinámica familiar
en el hogar de procedencia del alcohólico y señalan
su coincidencia con la llamada "crisis familiares no
transitorias" (divorcio, enfermedades crónicas o muerte en
uno o ambos padres, hostilidad excesiva, violencia
doméstica, pérdida de la estimación hacia el
bebedor, descuido de los hijos, situaciones judiciales, actos
deshonrosos, malas relaciones interpersonales, entre otras). Esta
situación se considera que condiciona un trastorno del
aprendizaje en una población específica de
niños que se ha denominado "niños con incapacidad
para aprender" con inteligencia normal, que no presentan el
perfil característico de retraso mental y en los que se
invocan un déficit cognoscitivo específico para el
aprendizaje 1, 15, 16, 17, 18. Los resultados de otros autores
muestran que no existen diferencias significativas entre los
controles y los niños de alcohólicos severos y
antisociales o de alcohólicos deprimidos o de familia con
historia positiva de alcoholismo. Por esta razón,
concluyen que el desarrollo mental global no está asociado
con el alcoholismo en los padres. Esto eleva la posibilidad de
que los problemas posteriores en estas áreas puedan
reflejar procesos cognitivos más específicos o el
impacto de problemas conductuales y familiares entre esos
niños8, 15, 17.

Salvo algunos países de cultura hindú o
islámica donde el consumo de alcohol es menor como
consecuencia de tradiciones o influencias religiosas, alrededor
del 70 % de la población, por encima de los 15
años, ingiere alcohol en determinada cantidad, del 3 al 5
% son dependientes y, de ellos, el 10 % se convertirán en
bebedores problemas en algún momento de su vida.
Actualmente España ocupa el 4to lugar mundial en el
consumo de alcohol después de Francia, Luxemburgo y
Alemania. Cada español consume por término medio
108 litros de alcohol al año, casi el 4 % de la
población española (1 600 000 personas) consume
diariamente más de 100 g. Se considera que existe un
incremento de consumo de alcohol de alrededor del 30 % en los
países desarrollados durante los últimos 20
años, índice muy superior al esperado por el
aumento de la población en esta etapa.

Síndrome de
Dependencia del Alcohol

Para la CIE-10 el Síndrome de Dependencia
consiste en un conjunto de manifestaciones fisiológicas,
comportamentales y cognoscitivas en el cual el consumo de alcohol
adquiere la máxima prioridad para el individuo, mayor
incluso que cualquier otro tipo de comportamiento de los que en
el pasado tuvieron el valor más alto. Dos síntomas
característicos son la sensación de deseo o
necesidad (que pueden llegar a tener una gran intensidad) de
beber alcohol y también la disminución de la
capacidad para controlar la ingesta de alcohol 19,20.

El Síndrome de Dependencia Alcohólica ha
demostrado ser un diagnóstico independiente de la otra
categoría diagnóstica relacionada con el consumo de
alcohol, el Consumo Perjudicial de alcohol 21, 22, 23, 24. El
Síndrome de Dependencia Alcohólica presenta una
elevada concordancia diagnóstica entre las clasificaciones
diagnósticas CIE y DSM 24 y predice con gran fiabilidad la
presencia de problemas relacionados con el alcohol en aquellas
personas que cumplen los criterios diagnósticos frente a
aquellas otras que no los cumplen, aunque es necesario indicar
que la intensidad de los síntomas y de los problemas
derivados de ellos es fluctuante21, 22, 23, 24.

El desarrollo del síndrome de dependencia del
alcohol puede ser más lento que el de otras drogas, por
ello sus consecuencias aparecen más tarde, en torno a los
40-45 años. Sin embargo, cambios en las pautas de consumo
y el consumo previo o simultáneo de otras sustancias
pueden favorecer un desarrollo más rápido y
contribuir a una dependencia más severa del
alcoholismo25.

Grado de recomendación B: Los términos
más adecuados para describir los problemas relacionados
con el consumo de alcohol son: consumo de riesgo, consumo
perjudicial y dependencia alcohólica. Dado el importante
problema que supone el consumo excesivo de alcohol en la
población general sería conveniente la
detección sistemática de bebedores de riesgo en el
sistema sanitario y, en especial, en la Atención Primaria
de Salud. Sin embargo, las tasas de detección actuales de
bebedores de riesgo en la Atención Primaria son muy bajas
25, 26. Se puede sospechar el diagnóstico de consumo
perjudicial o dependencia del alcohol ante personas que viven en
condiciones de aislamiento social; cambian de domicilio, trabajo
y relaciones con frecuencia; se encuentran en situaciones de
conflicto familiar constante; se quejan de: nerviosismo,
irritabilidad, insomnio, depresión y amnesia; hacen quejas
suicidas; acuden de forma frecuente a puntos de urgencia con
quejas inespecíficas; han tenido repetidos accidentes o
traumatismos; presentan síntomas gastrointestinales,
trastornos cardíacos inexplicables, crisis convulsivas de
aparición tardía, hipertensión moderada o
grave; abusan de otras sustancias como nicotina; presentan
disfunción sexual; tienen tos crónica,
náuseas o vómitos matutinos 27, 28.

Resulta muy útil buscar fuentes alternativas de
información colateral, procurando hablar siempre con los
familiares o las personas que conviven con el paciente. A
continuación se presentan los aspectos básicos a
recoger en la historia clínica:

Antecedentes familiares: Antecedentes de consumo de
alcohol, presencia de enfermedades orgánicas y / o
trastornos psiquiátricos.

Antecedentes personales: Enfermedades y tratamientos
previos y actuales, antecedentes escolares, laborales, sociales y
forenses.

Patrones de consumo de alcohol: Evolución del
consumo de alcohol y de los problemas relacionados con el mismo,
reconstrucción de un día típico de bebida
reciente (actividades y consumos de alcohol detallados),
reconstrucción del consumo a lo largo de una semana
reciente, influencia actual del alcohol en la personalidad del
paciente y en sus actividades.

Periodos previos de abstinencia: Duración,
motivo, métodos empleados para conseguirlo.
Motivación del paciente para dejar de beber.

Grado de recomendación C: La entrevista
clínica semi-estructurada debe ser utilizada como
herramienta diagnóstica de los problemas relacionados con
el alcohol en todos los ámbitos clínicos, siempre
que se disponga de al menos 15 minutos para
realizarla.

Diagnostico

Desde el punto de vista médico, existen dos
sistemas empleados casi en paralelo para diagnosticar el
alcoholismo. En Europa son más aceptados los de la OMS
(Décima Edición de la Clasificación
Internacional de Enfermedade-CIE-10-1982); mientras que en
Norteamérica, los plasmados en el Manual de
Diagnóstico y Estadística (DSM IV 1994). La CIE-10
define el sistema de dependencia alcohólica como un
trastorno, no una enfermedad; mientras que el DSM IV plantea que
la dependencia a sustancias psicoactivas, extensivo al alcohol,
es un patrón desadaptativo de consumo, que se manifiesta
por la presencia de consecuencias adversas significativas y
recurrentes y que conlleva a un deterioro o malestar
clínicamente significativo26.

Los principales criterios empleados en ambas son: el
excesivo consumo de alcohol, la repercusión física
y psíquica que produce y los conflictos psicosociales,
legales, laborales y familiares que crea. Para el pesquisaje
masivo y clasificación de los alcohólicos se
utilizan cuestionarios establecidos mundialmente (Cuestionarios
de Identificaciones Diagnósticas (CID), el CAGE, entre
otros) 29.

El criterio determinista es uno de los empleados para el
diagnóstico. Este se refiere a los mecanismos
básicos de la ingestión nociva del alcohol, o la
incapacidad del paciente para tomar la decisión de no
beber, o su ineptitud para decidir hasta cuándo tomar.
Esto se expresa en la práctica por los siguientes patrones
de consumo29.

No poder mantenerse 2 días seguidos sin
beber.

No poder controlarse cuando se comienza a
beber.

Necesitar el alcohol para enfrentar las exigencias de la
vida.

Además de lo planteado anteriormente, para
valorar un individuo como alcohólico se tiene en cuenta
que cumpla los criterios tóxico y determinista,
considerándose esto como alcoholismo primario, que es la
entidad clínica que se caracteriza por la incapacidad del
paciente de evitar esta conducta nociva. La línea que
separa la normalidad de la enfermedad se encuentra entre el
bebedor social y el bebedor abusivo sin dependencia, y
después la cuantía y frecuencia de la
ingestión, las deficiencias nutricionales
acompañantes, que lo lleva a una desnutrición
energético proteica grave, por desequilibrio y
disminución de la ingestión de nutrientes, las que
conformarán las restantes posibilidades evolutivas que se
muestran a continuación26.

Abstinente total: que nunca bebe.

Bebedor excepcional: bebe ocasionalmente en cantidad
limitada (1 o 2 tragos) y en situaciones muy especiales (menos de
5 veces al año).

Bebedor social: sujeto que bebe sin transgredir las
normas sociales (no satisface los criterios tóxico y
determinista, pues el alcohol no le produce efectos
biológicos y psicosociales nocivos y mantiene su libertad
ante este.

Bebedor moderado: consume alcohol hasta tres veces a la
semana en cantidades menores que ¼ de botella de ron, 1
botella de vino o 5 medias botellas de cerveza de baja
graduación. Hasta menos de 12 estados de embriaguez ligera
al año.

Bebedor abusivo sin dependencia: sobrepasa la cantidad
anterior, ingiere más de 20 % de las calorías de la
dieta en alcohol (bebedor problema).

Dependiente alcohólico sin complicaciones: se
establece la dependencia física cuya manifestación
clínica está dada por la aparición en
períodos de abstinencia de temblores severos, nerviosidad,
insomnio, cefalea y sudoración. Pueden aparecer diarreas,
subsaltos musculares o cuadros de delirium subagudo26.

Dependiente alcohólico complicado: además
de lo anterior presenta complicaciones psíquicas como el
delirium tremens, la alucinosis alcohólica y la psicosis
de Korsakov, o aparecen complicaciones somáticas como
polineuropatía, esteatosis hepática, cirrosis
hepática, cardiomiopatías y gastritis26.

Dependiente alcohólico complicado en fase final:
es notable el deterioro físico y psíquico, y su
comportamiento social. Se caracteriza por la reducción de
la tolerancia al tóxico y la aparición ocasional de
cuadros convulsivos. Los pacientes presentan severos cuadros de
desnutrición, puede aparecer cáncer del subsistema
digestivo, entre otras26.

Para lograr una correcta clasificación del
paciente se debe hacer una historia del consumo crónico o
excesivo del alcohol. Si la persona afectada es incapaz de
contestar a las preguntas, estas deben ser realizadas a la
familia. Además de la historia del paciente, un examen
médico puede posibilitar la identificación de
problemas físicos relacionados con el consumo de alcohol.
Respecto a los exámenes histopatológicos y/o de
laboratorio, debe señalarse que a pesar de tratarse de una
enfermedad sin marcadores específicos en este sentido;
existen múltiples marcadores biológicos para la
exploración indirecta del consumo de etanol, y
éstos son de gran utilidad en el diagnóstico y
tratamiento de las patologías derivadas del consumo
crónico26.

Existe una gama de síntomas que pudieran servir
como referencia para el diagnóstico. Entre estos se
encuentran: tolerancia a los efectos del alcohol, necesidad
diaria o frecuente de alcohol para su función,
pérdida de control con incapacidad de interrumpir o
reducir el consumo de alcohol, dar excusas para beber, episodios
de pérdida de memoria y violencia asociados al consumo de
alcohol, deterioro en las relaciones sociales y familiares
así como irresponsabilidad laboral que incluye el
ausentismo, inexplicable mal genio, conducta que tiende a
esconder el alcoholismo, hostilidad al hablar de la bebida,
negarse a la ingesta de alimento, negar la apariencia
física, nauseas, vómitos, vacilación por las
mañanas, dolor abdominal, calambres, entorpecimiento y
temblores, enrojecimiento y capilares de la cara dilatados,
confusión, temblores e incontroladas sacudidas del cuerpo,
cansancio y agitación, insomnio, confusión,
alucinaciones, taquicardia, sudores, convulsiones, problemas en
la lengua, lagrimeo y desvanecimiento26.

Consecuencias del
consumo excesivo de alcohol

El consumo excesivo de alcohol puede causar o exacerbar
hasta 60 enfermedades diversas30.

Consecuencias físicas

A continuación se presenta una lista de
alteraciones físicas relacionadas con un consumo
perjudicial de alcohol (en negrita las más significativas)
y que todo profesional sanitario debe tener en cuenta dada su
elevada frecuencia y su relación con numerosos ingresos e
intervenciones de urgencia, tal y como han demostrado numerosos
estudios epidemiológicos 31, 32, el riesgo para la mayor
parte de estos trastornos presenta una relación
dosis-efecto, es decir que aumenta de forma proporcional a la
intensidad del consumo de alcohol, sin que exista una dosis
umbral 32 y con diferentes riesgos en función del sexo,
vulnerabilidades individuales, el riesgo cardiovascular y la
edad33:

Alteraciones Digestivas: Alteraciones hepáticas
(esteatosis hepática – hepatitis
alcohólica– cirrosis alcohólica),
pancreatitis (aguda y crónica), alteraciones
gástricas (gastritis y ulceras pépticas),
malabsorción intestinal, síndrome de Mallory
– Weiss. Existe una intensa asociación entre el
consumo de alcohol y la cirrosis – para varones fallecidos
entre 35 y 69 años el riesgo de muerte por cirrosis era de
5/100.000 en los abstemios y de 41/100.000 en los bebedores de 4
o más bebidas al día26. No sólo los niveles
de consumo sostenido de alcohol influyen en la aparición
de una cirrosis alcohólica ya que sólo un 20% de
las personas con dependencia al alcohol la desarrollan, existen
diversos factores genéticos que aumentarían el
riesgo, de hecho la concordancia en gemelos monocigóticos
para la cirrosis alcohólica es del 15% frente al 5% de
concordancia en gemelos heterocigóticos. Determinados
polimorfismos en las enzimas hepáticas metabolizadoras del
alcohol y en los antígenos HLA determinan un mayor riesgo
de presentar una cirrosis. La presencia del VHC, el consumo
alcoholes alifáticos, presentes en destilados caseros, o
ser mujer implican un mayor riesgo para el desarrollo de cirrosis
alcohólica34.

Alteraciones Musculoesqueléticas: Gota,
osteoporosis (el consumo de alcohol se asocia al riesgo de
osteoporosis y fracturas, en hombres y mujeres, de forma dosis
dependiente, miopatía35.

Alteraciones Endocrinas: Hipogonadismo masculino
y alteraciones en el ciclo hormonal reproductivo femenino
produciendo infertilidad 36,37 y síndrome
metabólico38.

Alteraciones Cardiovasculares: Arritmias y muerte
súbita. La fibrilación atrial es el tipo de
arritmia que se asocia con más frecuencia al consumo
abusivo, crónico o agudo, de alcohol. De un 15-30% de los
casos de fibrilación atrial se relacionan con el consumo
de alcohol. Hipertensión arterial (entre el 5% y el 30% de
los casos de hipertensión pueden estar en relación
con un consumo de riesgo de alcohol) el alcohol aumenta la
presión arterial de una forma dosis-dependiente, Accidente
Cerebro Vascular (ACV) el alcohol aumenta de riesgo de padecer un
ACV isquémico o hemorrágico de forma dosis
dependiente. Consumos episódicos de grandes cantidades de
alcohol son un importante factor de riesgo para padecer un ACV en
la adolescencia o inicio de la vida adulta. Otra consecuencia
cardiovascular importante es la
cardiomiopatía39.

Existe hoy en día una cierta controversia con
respecto a si el consumo de alcohol reduce o no el riesgo de
enfermedad coronaria, consumido a dosis moderadas. Este es un
tema importante ya que los pacientes con frecuencia preguntan
sobre ello o piden la opinión del profesional sanitario.
Las revisiones de los estudios mejor realizados indican un riesgo
relativo de 0.8 para los consumidores de 20 gramos de alcohol al
día frente a 1 en abstemios. La mayor parte de la
reducción del riesgo se produce con el consumo de 10
gramos cada 48 horas. A partir de 20 gramos de alcohol al
día el riesgo de padecer una enfermedad coronaria aumenta
sobrepasando el riesgo de un abstemio cuando se superan unos
niveles de consumo de 80 gramos al día. El efecto
beneficioso no se produce cuando el consumo es ocasional33. Este
efecto protector es superior para proteger de ataques coronarios
no mortales, es superior en hombres comparado con mujeres y para
personas que viven en países mediterráneos. Este
consumo protector del alcohol sólo es relevante en
población de más de 45 años donde el riesgo
de enfermedades coronarias es más alto. El efecto
beneficioso de las bebidas alcohólicas, mediado por el
etanol y los polifenoles presentes en todas ellas, se produce a
través de un incremento, con el consumo crónico, de
las lipoproteínas de alta densidad y también
gracias a una reducción del riesgo de embolia, con el
consumo agudo, a través de mecanismos
anticoagulantes26.

Estos datos deben considerarse con prudencia, ya que el
efecto protector de este consumo de alcohol se obtiene a
través de estudios transversales y cuando se considera el
consumo a lo largo de los años se descubre que muchas
personas, que en algunos momentos de su vida han consumido o
consumen esta cantidad de alcohol, en otros momentos han
consumido cantidades superiores, por lo que al tener esto en
cuenta el valor del alcohol como agente protector de enfermedad
coronaria disminuye 39. También hay que tener en cuenta
otros factores: las poblaciones de bebedores moderados,
según las encuestas, realizan más ejercicio
físico, su dieta es más saludable y monitorizan
mejor su estado de salud aunque el efecto protector del etanol ha
demostrado ser independiente de la edad, el género, el
consumo de nicotina y el índice de masa corporal; por otro
lado hay que recordar que el consumo de alcohol se asocia al
consumo de nicotina, claro factor de riesgo para padecer
enfermedades cardiovasculares33.

Alteraciones Respiratorias: Neumonía y
tuberculosis. La elevada comorbilidad entre el consumo de alcohol
y el tabaco, se estima que un 90% de los pacientes con
dependencia al alcohol fuman tabaco, y tener dependencia a la
nicotina multiplica por 2.7 el riesgo de padecer una dependencia
al alcohol40. Es por esta codependencia que el consumo de alcohol
se relaciona en estudios epidemiológicos con alteraciones
respiratorias y, en especial, con el cáncer de
pulmón41.

Alteraciones Metabólicas: Hipoglucemia,
cetoacidosis, hiperlipidemia. Con respecto al Síndrome
Metabólico (presentar tres o más de las siguientes
condiciones: obesidad abdominal, hipertensión arterial,
hipertrigliceridemia, bajos niveles de HDL o hiperglucemia) hay
que indicar que el consumo moderado de alcohol parece tener un
discreto efecto protector a la hora de padecerlo33.

Alteraciones Hematológicas: Anemia con
macrocitosis, ferropenia, neutropenia,
trombocitopenia.

Alteraciones Neurológicas: Crisis
convulsivas, neuropatía periférica (que afecta
principalmente a las piernas), alteraciones cerebelosas,
ambliopía y encefalopatía
alcohólica.

Alteraciones Cutáneas: Psoriasis,
eczema.

Traumatismos – Accidentes- Alteraciones del
nivel de Conciencia:
Existe una relación causal entre
el consumo de alcohol y el riesgo de sufrir un accidente, mortal
o no. Un consumo puntual de más de 60 gramos de alcohol
multiplica por 10 en mujeres y por 2 en hombres el riesgo de
padecer un accidente en las 6 horas siguientes al consumo42.
Consumos inferiores a esta cantidad, pero muy frecuentes,
también implican un alto riesgo. El alcohol incrementa de
una forma dosis dependiente el riesgo de acudir a urgencias43.
Las alteraciones en el nivel de conciencia provocadas por el
consumo de alcohol pueden crear complicaciones en las
intervenciones quirúrgicas de urgencia incrementando el
riesgo de muerte 44.

Cánceres: El alcohol incrementa de forma
importante el riesgo de padecer cánceres en la boca,
esófago, laringe, hígado y mama (en mujeres; sobre
todo si tienen antecedentes familiares de neoplasia de mama y/o
tratamientos hormonales sustitutorios) y, en menor medida,
aumenta también el riesgo de padecer cánceres de
estómago, colon y recto. El riesgo anual de padecer este
tipo de tumores para varones fallecidos entre 35 y 69 años
se sitúa en 14/100.000 para los abstemios y en 50/100.000
para los consumidores de más de 40 gramos de alcohol al
día45.

Recomendación B: La exploración de
los hábitos de consumo alcohólico debe ser
rutinaria en la práctica médica diaria, tanto
hospitalaria como ambulatoria45.

Consecuencias
neuropsiquiátricas

El consumo excesivo de alcohol puede provocar o
precipitar los siguientes cuadros46:

Trastornos Psicóticos: Alucinaciones
transitorias, alucinosis alcohólica, intoxicación
con síntomas psicóticos, celotipia.

Trastornos del Comportamiento:
Intoxicación patológica.

Trastornos del nivel de Conciencia: Delirium
Tremens, Síndrome de Wernicke.

Trastornos Cognitivos: Amnesia (episódica
o persistente como en el Síndrome de Korsakoff), deterioro
cognitivo y demencia (tóxica alcohólica o por
déficit vitamínico). Existe una clara
relación entre el consumo de alcohol y el deterioro
cognitivo, las personas que consumen entre 70-84 gramos de
alcohol por día durante un periodo prolongado de tiempo
presentan algunas disfunciones cognitivas; consumos de 98-126
gramos de alcohol por día durante un periodo prolongado de
tiempo implican alteraciones cognitivas leves, y, consumos
iguales o superiores a 140 gramos de alcohol por día
durante un periodo prolongado de tiempo implican alteraciones
cognitivas moderadas. El consumo abusivo de alcohol produce una
atrofia cerebral, más intensa en los lóbulos
frontales, detectable a través de pruebas de neuroimagen.
Esta atrofia se asocia a las alteraciones cognitivas y es parcial
o totalmente reversible si la persona mantiene la abstinencia de
alcohol durante un periodo prolongado de tiempo. El consumo de
alcohol durante la adolescencia puede alterar el desarrollo
cerebral y en especial afectar al hipocampo, estructura
fundamental en los procesos de memorización y
aprendizaje47, 48.

Consecuencias
sociales

Este tipo de complicaciones son las que más se
relacionan con los efectos agudos del alcohol, existiendo una
relación proporcional entre los niveles de consumo de
alcohol y la aparición de estos problemas. Además,
este tipo de complicaciones son las que más se asocian con
un daño a otras personas. Durante los estados de
intoxicación aguda se produce una desinhibición de
respuestas sexuales y agresivas, con más probabilidades de
tener relaciones sexuales no planificadas, un mayor riesgo de
contagio de enfermedades de transmisión sexual (SIDA,
hepatitis víricas), mayores tasas de violencia y
comportamientos más desadaptados32.

Existen múltiples evidencias que confirman que el
abuso de alcohol puede tener un papel causal en la conducta
violenta. Tomar más de 5 consumiciones por ocasión
aumenta la probabilidad de que una persona se vea implicada en un
acontecimiento de violencia (violación, agresión,
robo con lesiones, violencia doméstica, etc.), bien sea
como agresor o bien como víctima. La probabilidad de
agresión es 8 veces mayor en los días que el hombre
ha bebido, en comparación a los que no ha tomado bebidas
alcohólicas. El alcohol es la sustancia más
frecuentemente asociada a los homicidios49.

Por otro lado es también un factor importante en
el incesto, abuso sexual de niños, abuso de la esposa y
otros tipos de violencia dentro de la familia. Entre el 48% y el
87% de agresiones de la pareja se producen tras haber tomado
bebidas alcohólicas. La prevalencia de violencia hacia la
pareja, perpetrada por hombres alcohólicos que entran en
tratamiento, es casi seis veces mayor que entre los que no
presentan alcoholismo. Sin embargo, en aquellos que consiguen
abandonar el consumo de alcohol, la violencia hacia su pareja se
reduce hasta ser comparable a los hombres que no presentan
alcoholismo. Pero la agresividad descontrolada, debido a la
intoxicación alcohólica aguda puede dirigirse
también contra uno mismo y pasar a la auto-lesión y
al suicidio. En un estudio efectuado en personas muertas por
suicidio el 28"8% de las autopsias encontraron la presencia de
etanol43.

Problemas familiares: Maltrato y abandono. El
consumo de alcohol es uno de los principales factores de riesgo
para la aparición del maltrato familiar. Existe una
relación directa entre los niveles de consumo de alcohol y
la gravedad del acto violento cometido. Se estima que en un 30%
de los casos de violencia familiar el agresor estaba bajo los
efectos del alcohol. El maltrato familiar abarca tanto a la
pareja como a los hijos. Además, el consumo de alcohol
aumenta el riesgo de separación y divorcio26.

Problemas laborales: El consumo abusivo de
alcohol aumenta las tasas de absentismo, bajo rendimiento y
accidentes laborales32. Existe una clara relación entre el
consumo de alcohol y un mayor riesgo de accidente laboral26. De
hecho, la siniestrabilidad laboral en España se encuentra
entre las más elevadas de toda Europa.

Problemas judiciales:

Conductas violentas: Se estima que entre un 40 y
un 50% de los crímenes violentos implican a personas que
han consumido alcohol, sobre todo en el caso de los homicidios y
las agresiones sexuales. El consumo episódico excesivo,
las cantidades y la frecuencia de consumo se asocian de forma
independiente con el riesgo de agresión, tanto con el
riesgo de ser el agresor como con el de ser el agredido49 el
contexto en el que se consume el alcohol, las expectativas del
consumo unidos a los efectos desinhibidores de la
intoxicación alcohólica favorecen esta respuesta
violenta 25.

Conducción bajo los efectos del alcohol:
El riesgo de accidentes de circulación aumenta de forma
proporcional al número de ocasiones en que se consume
alcohol de forma abusiva y a las cantidades de alcohol
consumidas. Se estima que una alcoholemia de un 0.5 g/l
incrementa en un 38% el riesgo de accidentes y niveles de 1 g/l
incrementarían el riesgo en un 50%. Entre los 5745
conductores que fallecieron por accidente de tráfico en
España, desde enero 1991 hasta diciembre de 2000, un 50,1%
habían tomado algún tipo de sustancia psicoactiva,
siendo las bebidas alcohólicas la más frecuente
(43,8%)43, 49.

Conclusiones

El consumo excesivo de alcohol puede tener efectos
tóxicos sobre el organismo y puede causar o exacerbar
hasta 60 enfermedades diversas. Además constituye un
factor determinante de incidentes de violencia familiar y de
género, accidentes laborales y de
circulación.

Se considera consumo de riesgo de alcohol aquel que
supera los límites del consumo moderado (o prudente) y que
aumenta el riesgo de sufrir enfermedades, accidentes, lesiones,
trastornos mentales o del comportamiento.

Beber hasta la embriaguez produce un efecto de deterioro
de la capacidad de razonamiento, la toma de decisiones y la
capacidad de auto-control del comportamiento. En tal estado, la
persona presenta desinhibición de impulsos sexuales y
agresivos que favorecen la aparición de discusiones,
peleas, agresiones, relaciones sexuales no planificadas o abuso
sexual, de los cuales puede ser tanto el agresor como la
víctima. Además, el deterioro de la
coordinación motora puede ser la causa de accidentes y
lesiones, incluso por caídas en la calle, en el trabajo o
en el propio hogar.

El alcoholismo se caracteriza por la dificultad para
controlar el consumo de bebidas alcohólicas.

El deterioro en la capacidad de controlar el consumo de
alcohol puede ser intermitente y muy ligero, en las fases
iniciales de la enfermedad, pero puede llegar a ser continuado e
intenso, más adelante, y conducir a una
"robotización" progresiva de la conducta de
auto-administración de alcohol y a una pérdida de
control tan grave como la de cualquier otra drogodependencia por
vía intravenosa.

Cuando una persona ha desarrollado una grave dependencia
del alcohol no podrá retornar a un consumo moderado y
cuando pruebe de tomar bebidas alcohólicas volverá
a experimentar las mismas dificultades para controlar su consumo.
Por este motivo, el objetivo ideal sería que el paciente
alcohólico se mantuviera sin tomar bebidas
alcohólicas, de manera continuada.

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