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Cine Cubano, Sociedad y Revolución



Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Métodos de Investigación del
    nivel teórico
  4. Comienzos y evolución del
    cine
  5. Breve
    reseña histórica del cine
    cubano
  6. Nuevo
    cine cubano: impacto social a través de las
    décadas
  7. Conclusiones
  8. Bibliografía
  9. Anexo

Monografias.com

¨ En nuestra filmografía el público
cubano encuentra su propia imagen

Alfredo Guevara

Resumen

El cine es un instrumento social y el cineasta es una
persona con la responsabilidad de usarlo en beneficio de su
gente. El cine es un objeto artístico que, además
de proporcionar placer estético, sirve al espectador como
medio de percepción y análisis de la realidad,
llegando incluso a definirse a partir de su función
social. En el caso de la historia del cine cubano se evidencia su
evolución hacia una propuesta cinematográfica cada
vez más revolucionaria, que ha jugado un papel fundamental
en la educación y el mejoramiento de la sociedad cubana,
sin apartarse de su idiosincrasia, costumbres, valores, en fin,
fomentando el fortalecimiento de la identidad cultural
nacional.

Abstract

Cinema is a social tool and the filmmaker is a person
responsible of using it to the benefit of his/her people. Film is
an artistic object that besides providing aesthetic pleasure,
works as a means of perception and analysis of reality for the
audience. It is even defined from its social function. In the
case of the Cuban film history its evolution towards an
increasingly revolutionary film is evident. It has played a key
role in education and improvement of Cuban society, without
detracting from its idiosyncrasy, customs and values. In other
words, it encourages the strengthening of national cultural
identity.

Introducción

El cine es un medio de expresión artística
en el cual se transmiten emociones e ideas que llegan a las masas
populares a través de narraciones que, en su
mayoría, le llevan al espectador un sentimiento de
identificación, pues se puede ver el reflejo de la
Historia o la vida cotidiana que está conformado por medio
de códigos y de costumbres del país al que
pertenezcan.

El lenguaje del cine ha ido evolucionando acorde al
tiempo, provocando así una mayor libertad de
expresión en cuanto al contenido narrativo y a las
imágenes, incitando a que este tenga una amplia
visión del mundo y de esa manera pueda transformarlo
según la ideología de quien lo
transmite.

El cine es arte, pero también es industria, una
industria de entretenimiento que dentro de una sociedad
excesivamente informada, mecanizada y globalizada, busca
conservar su esencia, aunque el consumo le acerque cada vez
más al comercio y le limite como manifestación
artística.

A principios el siglo XIX, el cine llegó a Cuba,
por tanto la isla arribó temprano a las producciones
cinematográficas, rodando antes del triunfo de la
Revolución unos ochenta largometrajes, de los cuales la
mayoría, salvo raras excepciones, eran melodramas que no
decían nada de la realidad del país.

El sueño de muchos de los cineastas precursores,
que a lo largo de los años se debatieron para conseguir la
fundación y el desarrollo de una industria
cinematográfica cubana, se materializó con la
fundación del Instituto Cubano de Arte e Industria
Cinematográficos, bajo la ley 169 del gobierno
revolucionario.

Con la fundación del ICAIC se produjo el
nacimiento de una cinematografía de nuevo carácter,
sin precedentes ni tradiciones, en medio de una realidad
extraordinariamente rica en hechos y circunstancias, lo que
significó un reto para los nuevos directores de cine que
con una mirada nueva y gran libertad creativa enfrentaron temas
que aparecían por primera vez con un espectro amplio y
diverso.

Desde sus inicios, el ICAIC asumió la
producción, distribución y exhibición de un
nuevo cine representativo de una expresión
cinematográfica verdaderamente nacional.
Reseñó los cambios operados en el país,
evaluándolos, polemizando con ellos, reflejando dignamente
el pasado y el presente, rompiendo tabúes y proponiendo
soluciones a los conflictos más
disímiles.

El Cine cubano como medio audiovisual y en la lucha
contra el proceso de globalización cultural es una
poderosa herramienta para el trabajo político
ideológico y la formación de valores en la
población, ya que nuestra cinematografía promueve
la cultura y la identidad nacional y en ella están
presentes de una forma u otra todas las raíces que nos
definen como cubanos.

Tomando como base lo ya expresado se plantea el
siguiente problema de investigación:

¿Cómo el cine cubano ha contribuido al
desarrollo de una sociedad mejor desde el triunfo de la
Revolución hasta la actualidad?

Objetivo General:

Valorar teórica e históricamente el cine
revolucionario cubano y sus aportes al desarrollo de la
sociedad.

Objetivos
Específicos
:

  • 1. Argumentar la historia del cine
    como herramienta de análisis sociocultural.

  • 2. Caracterizar las principales
    etapas del cine cubano.

  • 3. Valorar el trabajo realizado
    por el cine revolucionario en función del mejoramiento
    de la sociedad cubana.

Métodos de
Investigación del nivel teórico

Histórico – lógico: sistematización
de los principales elementos relacionados con el origen y
evolución del propósito planteado, así como
de algunos fenómenos asociados, de modo que permita una
mayor comprensión de su realidad y tendencias
actuales.

Análisis – síntesis: Búsqueda
analítica con carácter selectivo, de aquellos
criterios teóricos que fundamentan los conceptos y aristas
del fenómeno abordado en dicho trabajo.

Inductivo – deductivo: establecimiento de conclusiones
en la medida en que se encuentran datos relevantes relacionados
con los casos a comprender integralmente, así como aporte
de pequeñas teorizaciones valiosas.

De lo abstracto a lo concreto: sirvió para
sistematizar los conceptos de cultura, industria cultural y cine,
para su mayor comprensión en aras de acrecentar los
valores positivos que posee dicho movimiento.

Epígrafe 1.

Comienzos y
evolución del cine

  • Historia del Séptimo Arte.

El cine (abreviatura de cinematógrafo o
cinematografía), es la técnica de proyectar
fotogramas de forma rápida y sucesiva para crear la
impresión de movimiento, mostrando alguna película,
o video. La palabra cine designa también las salas o
teatros en los cuales se proyectan las películas.
Etimológicamente, la palabra cinematografía fue un
neologismo creado a finales del siglo XIX compuesto a partir de
dos palabras griegas. Por un lado ???? (kiné), que
significa "movimiento"; y por otro de ??afó?
(grafós). Con ello se intentaba definir el concepto de
"imagen en movimiento". (Victoria, 2008)

Surge el cine por la necesidad del ser humano de
registrar en imágenes y sonidos su historia e identidad.
Es considerado el séptimo arte después de la
arquitectura, la música, la escultura, la pintura, la
danza y la poesía, y a través de los años se
ha nutrido de todas ellas pero con un lenguaje propio que le
diferencia e identifica. La realización
cinematográfica requiere de un equipo técnico
constituido por una unidad de producción, de
dirección, de guión, de fotografía, de
montaje, de dirección de arte y muchas otras.

El 28 de diciembre de 1895 comienza la historia del
cine, cuando los hermanos Lumière públicamente
proyectaron la salida de los obreros de una fábrica
francesa en Lyon, la demolición de un muro, un barco
saliendo del puerto y la llegada de un tren. Este invento tuvo
éxito inmediato, no sólo en Francia, sino
también en toda Europa y América del
Norte.

Los hermanos Lumière creaban más de 500
películas al año, caracterizadas por la ausencia de
actores y los decorados naturales, la brevedad, la ausencia de
montaje y la posición fija de la cámara. Por lo
monótono de las tomas los espectadores acabaron
aburriéndose. George Méliès fue quien por
primera vez contó historias de ficción y
comenzó a desarrollar las nuevas técnicas
cinematográficas, sobre todo en 1902 con Viaje a la
luna
y en 1904 con Viaje a través de lo
imposible
, aplicando la técnica teatral y creando los
primeros efectos especiales y la ciencia-ficción
filmada.

Desde ese momento la cinematografía no hizo
más que avanzar y surgieron grandes directores como Ernst
Lubitsch, Alfred Hitchcock, Fritz Lang, o Charles Chaplin que
mantuvieron en constante evolución la técnica hasta
que en 1927 se estrena la primera película con sonido
El cantante de jazz, a partir de la cual el cine tal y
como se conocía dejó de existir y se impusieron
guiones más complejos que se alejaban de los
estereotipados personajes que la época muda había
creado.

Fue en ese mismo año 1927 cuando la Paramount
Pictures crea la técnica cinematográfica conocida
como doblaje.

Al paso de los años la técnica
permitió la incorporación del color, llegando en
1935 con La feria de las vanidades de Rouben Mamoulian,
aunque artísticamente consiguió su máxima
plenitud en 1939 con Lo que el viento se llevó.
El color tardó más en ser adoptado por el cine. El
público era relativamente indiferente a la
fotografía en color opuesta al blanco y negro. Pero al
mejorar los procesos de registro del color y disminuir los costos
frente al blanco y negro, más películas se filmaron
en color, asegurando su lugar en sucesión al cine
clásico y también su proximidad al postmodernismo.
(Sadoul, 1972)

1.2 ¿Arte o
Industria?

Hace unas décadas, la cultura era una exquisitez
apreciada por unos pocos privilegiados, mientras que hoy en
día constituye una de las principales industrias de la
economía mundial, hay que entenderla como conjunto de un
universo simbólico, decodificable por una red de
significaciones que una comunidad porta en un contexto
histórico-social determinado y cambiante. El concepto de
cultura, con todos sus valores, se dibuja en principio, ajeno al
concepto de industria que evoca montajes, reproducción en
serie, circulación extensa y comercial de objetos
convertidos en mercancía. Sin embargo, es la historia la
que posibilita la unión entre contrarios. (Basail y
Álvarez, 2006)

La Industria cultural se podría definir como el
conjunto de empresas e instituciones cuya principal actividad
económica es la producción de cultura con fines
lucrativos. En el sistema de producción cultural pueden
considerarse: la televisión, la radio, los diarios y
revistas, industrias cinematográficas,
discográficas, las editoriales, compañías de
teatro o danza, las distribuidoras, etc., creando mecanismos que
buscan a la vez aumentar el consumo de sus productos, modificar
los hábitos sociales, educar, informar y, finalmente,
transformar a la sociedad, por tanto abarca todos los
ámbitos de la sociedad e intenta incluir a todos los
individuos sin excepción.

Hoy la industria cultural marca de forma decisiva la
estructura mental de las personas, y en consecuencia su forma de
sentir, aprender, y en definitiva, vivir. Sin embargo, esta
industria no es más que un subsistema, inmerso en otro
sistema de índole superior, el capitalista.

En ese sistema se potencia que las obras de arte no
tengan valor en sí mismas. Se ha sustituido su valor de
uso, por un valor de cambio. No importa la obra en sí,
sino lo que pueda conseguirse mediante el intercambio de la
misma. Lo que valora las obras, no es la experiencia
estética, ni su misma recepción, sino lo que se
produce mediante el intercambio: el ascenso del reconocimiento
social.

La expresión "industria cultural" fue empleada
por primera vez por los teóricos de la Escuela de
Frankfurt, que intentaban recoger así el cambio radical
que se estaba produciendo tanto en la forma de producción
como en el lugar social ocupado por la cultura. Theodor Adorno y
Max Horkheimer, en el libro Dialéctica de la
ilustración
, profundizan sobre la cultura y los
procesos industriales, afirmando que dada la inserción del
cine en la industria cultural, nunca podría constituirse
en una esfera autónoma a semejanza de las demás
artes; no puede ser considerado arte pues sus materiales
sólo pueden ser leídos en función de la
cultura.

En el momento en que se escribe Dialéctica de
la ilustración
, no es un error afirmar que el cine no
es un arte, ya que entonces no lo era. Lejos de haber atravesado
un proceso de autonomización que lo constituyese como tal,
hasta 1940 el cine solo pretendió "disfrazarse de arte",
tal cual señalan los autores con envidiable acierto.
(Adorno y Horkheimer, 1994, p.165)

Es necesario resaltar que el cine se convirtió en
industria debido a que las películas resultaban caras, por
lo que tuvieron que ser industrializadas para que, al llenarse
los cines, pudieran financiarse próximas
producciones.

Resulta casi paradójico que todo el mundo
esté convencido de que el cine es una industria, cuando
casi todos los países del mundo hacen o intentan hacer
cine y sólo existe una industria con mayúscula, la
hollywoodense; y en el resto del mundo sólo manufacturas
con una producción inestable y éxito regional,
independientemente de su calidad. Industria al fin, el cine ha
estado mezclado desde su nacimiento a la historia
económica de cada pueblo que lo ha acogido y por sus
cualidades comunicativas, artísticas o
propagandísticas, tal vez más que ninguna otra
industria.

En definitiva, el cine es una industria muy importante,
que mueve mucho dinero y da trabajo a miles de personas, y
también existe el cine que es arte. Pero no todo cine es
arte, aunque sí todo el cine tiene una identidad cultural.
Películas malas, regulares o buenas son una
representación simbólica que nace de una
interpretación particular del mundo.

Por tanto, se trata de hacer cine, y a su vez de llenar
salas. En el cine, sólo una de cada diez películas
logra el éxito, por ese motivo se hacen filmes muy
comerciales para obtener la mayor audiencia posible. Es por ello
que el cine actual no es más que un arte industrializado
en la era de la globalización, del consumismo más
feroz y de la inmediatez en la que vivimos. Pero todavía
no ha perdido ese halo exquisito que le protege y le consuma como
el séptimo arte que es.

"La actuación de los intérpretes, la
construcción de decorados, la variedad de los trajes, la
calidad de la fotografía, la humanidad de los relatos, la
perfección de la técnica, la verdad y la
poesía de la escenificación, la realidad de los
sentimientos, la armonía de la música, pueden
lograr un filme tan valioso como las grandes obras del
género humano." (Sadoul, 1972, p.12)

Epígrafe 2.

Breve
reseña histórica del cine cubano

2.1 Cine prerrevolucionario: intentos de crear una
cinematografía nacional.

La llegada del cine a Cuba ocurrió el 24 de enero
de 1897, con el arribo a La Habana, proveniente de México,
del representante de la casa Lumiére de París
Gabriel Veyre, y la filmación de la primera obra
cinematográfica hecha en Cuba Simulacro de
Incendio
, filmada el 7 de febrero de 1897. El primer film
hecho por un cubano es el cortometraje publicitario El brujo
desapareciendo,
realizado por el actor y empresario
José Casasús en 1898.

Rápidamente vendría a demostrarse que el
cine desde sus comienzos, ha estado muy relacionado a la historia
del país. En 1898 se filman las escenas del Maine hundido
y los marines muertos en el sabotaje. Estos filmes unidos a otros
como: Cuban refugees waiting for rations referentes a la
reconcentración de Weyler, fueron exhibidos y manipulados
en Estados Unidos de Norteamérica, por quienes
pretendían la anexión de Cuba a los propios Estados
Unidos, con el fin de obtener de su congreso la
autorización para la intervención en la Guerra
Hispano-Cubana, y frustrar así los legítimos deseos
del pueblo cubano de obtener una república libre e
independiente.

No obstante a ello, la esporádica
producción cinematográfica durante las dos primeras
décadas del siglo tuvo un carácter marcadamente
patriótico y nacionalista. Su principal exponente fue
Enrique Díaz Quesada, considerado por muchos
críticos e historiadores del cine cubano como "el padre de
la cinematografía nacional", desde 1906 no se detiene en
la creación de documentales o cortos de actualidad y
combina éstos con largos de ficción o
históricos, entre los que se destacan las vistas del
entierro de Máximo Gómez, Un duelo a orillas
del Almendares
(1907), El rescate de Sanguily
(1907) y Manuel García o el rey de los campos de
Cuba
(1913). Muere en 1923, año en que un incendio
destruye a excepción del corto El Parque del
Palatino
todos los negativos de las películas
realizadas por él, perdiéndose así la mayor
parte del cine de la etapa silente.

La proyección de filmes franceses, italianos y
daneses sostenía el negocio de la exhibición en
Cuba. La producción nacional no podía competir con
los filmes europeos, debido a que era muy pobre.

En la etapa de la república neocolonial, Estados
Unidos aprovecha su dominio económico en el país
para ir penetrando de manera gradual en el ámbito cultural
e ideológico. El cine norteamericano desplaza al europeo
del lugar privilegiado que gozaba en la isla.

Después de la Primera Guerra Mundial, Europa
queda desvastada y la cantidad de películas que
producía el cine europeo disminuye considerablemente.
Hollywood se convierte en la más grande fábrica
productora de películas del mundo, por tanto invade las
pantallas cubanas, además de que comenzaron a manejar todo
el negocio cinematográfico, los filmes europeos y los
pocos cubanos eran vistos en tandas alternativas. De esta forma
el cine norteamericano pasa a ser una industria cultural
explotadora de valores, con un cine netamente manipulador y
estereotipado, imponiendo patrones consumistas diferentes a los
forjados en la nación cubana. (Agramonte, 1966)

Aunque desde 1920 hasta 1922 hubo un aumento de la
producción nacional, esta era de baja calidad
técnica y escasos valores artísticos. El realizador
Ramón Peón, con su filme La Virgen de la
Caridad,
estrenado en 1930, vino a salvar un poco esta
etapa, marcando el fin del período silente. Esta cinta es
la única que se conserva completa en la Cinemateca de
Cuba, al contrario de lo hecho en esos años se interesa
por la realidad cubana, y especialmente por las duras condiciones
de vida del campesinado. De ella ha dicho el prestigioso
historiador del cine Georges Sadoul: "…un filme que a
pesar de la ingenuidad de su guión fue notable en su
puesta en escena, sus actores, sus tipos nacionales bien
situados. Este fue el último filme cubano mudo de valor".
(1972, p.381).

En el año 1932 se introduce el cine sonoro, el
primer corto filmado fue Maracas y bongó, de Max
Toquilla y en 1937 Ernesto Caparrós realiza el primer
largometraje de esta etapa titulado La serpiente roja
basado en los episodios radiofónicos del detective Chan Li
Po, escritos por Félix B. Caignet.

A lo largo de veinte años la música, el
canto y el baile cobran más importancia que la trama,
dando a la producción un carácter superficial,
imitando a los folletines radiales y el melodrama mexicano,
quedando representada la expresión de nacionalidad por lo
más pintoresco y externo. Los filmes eran protagonizados
por estrellas de la radio y del teatro Vernáculo como Rita
Montaner y Maria de los Ángeles Santana para atraer al
público, ejemplos de lo antes expuesto son: Romance
del palmar
(1938, Ramón Peón) y Estampas
habaneras
(1939, Jaime Salvador).

En esta etapa es importante destacar la fundación
de la campaña Cuba Sono Film, en 1938, la cual
filmó con regularidad el Noticiero Periódico
Hoy
, numerosos documentales y dos cortos de ficción.
Esta compañía contó con la
colaboración de Alejo Carpentier, Juan Marinello y Mirta
Aguirre. Este noticiero tubo un carácter histórico
pues dedicó grandes espacios a la historia del movimiento
sindical y obrero cubano y a denunciar y testimoniar su
lucha.

A partir de la década del 40 Cuba solo
servía como escenario natural a las baratas coproducciones
con México. Sólo escapan a la mediocridad reinante,
Siete muertes a plazo fijo (1950) y Casta de
roble
(1953), ambas dirigidas por Manuel Alonso.

Frente a la imposibilidad de los cubanos de desarrollar
un cine de valor se creó en 1951 la Sociedad Cultural
Nuestro Tiempo
, incluyendo a varios artistas e intelectuales
de los que luego fundarían el Instituto Cubano del
Arte e Industria Cinematográficos
. En 1955, Julio
García Espinosa con la colaboración de Tomás
Gutiérrez Alea, Alfredo Guevara y José Massip,
realizó el cortometraje El Mégano,
reflejando críticamente las condiciones a que estaban
sometidos los campesinos de La Ciénaga de Zapata,
preparando el camino a seguir para un cine auténtico que
comenzó a producirse en Cuba a partir del triunfo de La
Revolución. (Douglas, 1997)

2.2 Cine revolucionario: esencias y
proyecciones.

Con el triunfo de la Revolución, el 1 de enero de
1959, ocurren grandes cambios en el cine Cubano. Se crea la
Dirección de Cultura del Ejército Rebelde. En su
sección de cine se filman dos documentales los cuales
termina posteriormente el ICAIC: Esta tierra nuestra, de
Tomás Gutiérrez Alea y La vivienda de
Julio García Espinosa, insertos ambos en el problema de la
tierra, el desalojo campesino, y la vivienda en
general.

La mayoría de los jóvenes que
venían tratando de abrirse camino en el ámbito
cinematográfico desde los cine clubes, la crítica o
alguna producción independiente como fue El
Mégano
, habían intervenido de alguna forma en
la lucha contra la tiranía batistiana, por lo que
sólo tres meses después, el 24 de Marzo, amparados
por la Ley No. 159 (la primera creada por el nuevo
gobierno en el ámbito de la cultura) fueron los
encargados, bajo la dirección de Alfredo Guevara, de la
creación del Instituto Cubano del Arte y la Industria
Cinematográfica (ICAIC); institución que ha guiado
los destinos del cine cubano hasta nuestros
días.

Estos jóvenes, que habían sido reprimidos
como críticos y rechazados como creadores en la etapa
anterior, siempre en espera de la película que redimiera
el cine cubano y diera pie al comienzo de un cine más
digno; cuando tuvieron en sus manos la posibilidad de decidir el
destino del nuevo cine cubano optaron por partir de cero,
rechazando todo lo establecido para llevar a la pantalla el nuevo
repertorio temático, que según el acta fundacional
del ICAIC, además de conservar su condición de
"arte noblemente concebido" debía ser "un instrumento de
opinión y formación de la conciencia colectiva que
contribuya a hacer más profundo y diáfano el
espíritu revolucionario…". (Anexo 1)

Surgió así la perspectiva de que el cine
no sólo tuviera valor artístico y cumpliera una
función social, sino que se convirtiera en uno de los
productos de la nueva cultura, con el objetivo no sólo de
entretener, sino como medio de instrucción.

En diciembre de 1960 el ICAIC estrenó su primer
largometraje de ficción Historias de la
Revolución
de Tomas Gutiérrez Alea, quien se
transformaría en el más destacado realizador
cubano, transitando de lo épico a lo íntimo y a la
sátira crítica en Las doce sillas, La
muerte de un burócrata y Memorias del
Subdesarrollo
.

En sus comienzos, el cine cubano se agrupaba en tres
vertientes: didáctico, documental y de ficción,
aparte del departamento de dibujos animados, creado en 1960. Por
lo general, los cineastas, a fin de aprender el oficio, pasaban
del género didáctico al documental y de ahí
a la ficción. Paralelamente, llegaban al país
numerosas personalidades del cine mundial, muchas de las cuales
realizaron aquí importantes obras como: Roman Karmen,
Chris Marker, Joris Ivens, Mijail Kalatozov, Agnes Varda, Cesare
Zavattini, entre otros.

Las primeras producciones de los años sesenta, en
su mayoría cortometrajes y documentales se realizaron
sobre la realidad histórica, política y social, con
un profundo sentido popular, buscando las raíces
más auténticas de nuestro pueblo, de nuestra
cultura, proyectada artísticamente en una constante
preocupación y lucha por la calidad.

El ICAIC, además de asumir la producción
de filmes nacionales, dedicó grandes esfuerzos a exhibir
obras de la cinematografía mundial con el objetivo de
elevar el nivel cultural del espectador y poco a poco lograr la
transformación de un gusto deformado por décadas.
Se creó la Cinemateca de Cuba que amplió el
espectro de exhibición al concebir una programación
a partir de muestras, semanas de cine y ciclos de cine
internacional. Editó textos teóricos y
técnicos para elevar el nivel de sus profesionales y
fundó la revista Cine cubano diferente de las
anteriores publicaciones dedicadas al cine, que respondían
a criterios comerciales. En Cine Cubano se
debatía sobre el nuevo cine nacional y latinoamericano y
se exponía la nueva política cultural en un marco
verdaderamente interesante para la polémica y la
creación.

El noticiero ICAIC Latinoamericano se transmitió
desde el 6 de junio de 1960 y hasta 1990, se encargó de
narrar los principales acontecimientos ocurridos en el
país y el extranjero, constituyendo una importante fuente
de conocimiento para las presentes y futuras generaciones. Su
director, el maestro del cine documental Santiago Álvarez,
tuvo el acierto de reportar con gran puntería los momentos
y lugares donde se vislumbraba un camino mejor y más
luminoso para la humanidad.

Visitó más de noventa países
haciendo su cine documental, fue corresponsal de guerra en
Vietnam, Kampuchea, Chile y Angola, tuvo la oportunidad de
conocer personalmente y entrevistar a Fidel, el Che, Ho Chi Min,
Salvador Allende y Agostinho Neto. Con su impecable olfato
periodístico, Santiago Álvarez vino a ser, durante
cuatro décadas, el cronista mayor. El Noticiero ICAIC
Latinoamericano, del cual dirigió más de 400
ediciones, no solo sentó cátedra y fundó
escuela, también redactó la historia de un
país en Revolución.

Entre las grandes creaciones del ICAIC es importante
destacar al Cine Móvil, nacido en la Cinemateca el 2 de
enero de 1961 y más tarde dirigido desde el Departamento
de Divulgación. Para impulsar este movimiento cultural
masivo fue necesario el equipamiento de un gran numero de
camiones, lanchas e incluso arrias de mulas, con todo lo
necesario para realizar proyecciones a lo largo y ancho del
país, en todos aquellos lugares donde no llegaba el cine
ni la televisión por no haber luz eléctrica. Esta
fue una tarea hermosa para quienes la llevaron a cabo, y muy
agradecida por los miles de cubanos que nunca habían visto
una película.

Otro hecho relevante que ocurrió gracias al
surgimiento del ICAIC es la fundación en 1969 del Grupo de
Experimentación Sonora por Alfredo Guevara, y bajo la
guía de Leo Brouwer. Se propuso el
estudio-investigación-desarrollo-creación del
problema musical, pero no solo insertado en el cine. Su objetivo
esencial era crear música para las producciones cubanas.
El grupo exhibe en la historia de la cultura cubana, una
importancia que va más allá del cine porque al
margen de los muchos logros en este campo constituyó la
génesis de uno de los más significativos
fenómenos de la música popular cubana: el
Movimiento de la Nueva Trova. A la vez dotó de un
método, una actitud ante la música y el arte, a un
grupo de los más importantes compositores y músicos
en general, que se mezclaron en torno suyo: Silvio
Rodríguez, Pablo Milanés, Noel Nicola, Eduardo
Ramos, Martín Rojas, Pablo Menéndez, Sara
González, Emiliano Salvador y Sergio Vitier.

Con el ICAIC se hizo realidad el sueño de los
cineastas precedentes que dedicaron su vida a la lucha para
conseguir la creación de una cinematografía
totalmente cubana. Como medio de comunicación dio un
viraje en su esencia, se llenó de significado
político y con un sentido nuevo fue utilizado para
propagandizar lo sucedido día a día en el
país. Como proyecto ha sentado pautas en la cultura
nacional, logrando la transformación del público
cubano de un sujeto deformado y alienado a un espectador activo,
capaz de valorar críticamente el cine, a lo que tanto ha
contribuido la celebración desde 1979, del Festival
Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.

Otro acierto de esta política fue la Escuela
Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los
Baños, fundada en 1986 por la Fundación del Nuevo
Cine Latinoamericano, la cual tuvo a Gabriel García
Márquez como primer presidente y gran apoyo. En esta
escuela se han graduado un sinnúmero de jóvenes,
como futuros directores, guionistas, fotógrafos y editores
del cine latinoamericano e incluso de muchas otras regiones del
mundo. (Díaz y del Río, 2010)

Epígrafe 3

Nuevo cine
cubano: impacto social a través de las
décadas

3.1 Época dorada.

En el desarrollo del cine cubano revolucionario cada
década ha tenido su significación como ente propio
de la vida del hombre, siendo reflejo de la historia, cultura e
identidad.

Al período comprendido entre 1959 y 1969, muchos
críticos cinematográficos lo bautizaron como la
época de oro del cine cubano, generalmente por la
producción de los llamados cuatro clásicos:
Aventuras de Juan Quin Quin (1967), Memorias del
subdesarrollo
(1968), Lucía (1969) y La
Primera carga al machete
(1969).

La más extraordinaria, libre y sugestiva etapa
del cine cubano se caracteriza por la promoción y
desarrollo, la formación de artistas, la
confrontación de destruir y rehacer todas las estructuras
para gestar una cultura nueva al servicio de la educación
del pueblo.

Los más disímiles temas son tratados en
los filmes de esta etapa, desde los más relevantes sucesos
de nuestra historia, hasta la problemática social y el
diario devenir del cubano más humilde, que se veía
retratado en el celuloide, sobre todo en el documental, que por
razones económicas, estratégicas e incluso
políticas fue el género más promovido por el
ICAIC en estos primeros años.

Tal fue el éxito alcanzado por el documental y
tanto su influjo, que podría decirse que la mayor
influencia que recibe el cine de ficción en su etapa de
consolidación proviene de estos documentales con una
marcada intención artística, como ejemplo de esto
vale mencionar los documentales de Santiago Álvarez
Hasta la Victoria Siempre (1967) sobre la
repercusión de la desaparición física del
Che y Now (1965), considerado por algunos
críticos como el primer video clip de la historia por su
montaje de imágenes que muestran la discriminación
racial en los Estados Unidos en ininterrumpida secuencia con la
canción de la cantante afro norteamericana Lena
Horne.

En el caso del cine de ficción se destacan
algunos títulos memorables que pueden ilustrar su
significación analizado desde el plano histórico,
cultural y social. La autora no puede dejar de mencionar
películas como: Las 12 sillas (1962) y La
muerte de un burócrata
(1966), dirigidas por
Tomás Gutiérrez Alea, que tratan los
problemas que crea la burocracia y Manuela (1966,
Humberto Solás), que muestra el tema de la esclavitud y la
vida colonial.

Son muchos los filmes que abordan la temática
histórica, pero ninguno tan magistralmente como
Lucía (1968), pieza antológica de Humberto
Solás. Seleccionado entre los diez mejores filmes
Iberoamericanos, el largometraje reúne tres cuentos de
amor. En el primero se recrea el romanticismo del siglo XIX y la
vivencia de una mujer acosada por la guerra y la traición;
en el segundo el encanto de los años treinta, donde una
muchacha se debate entre la pasión y la muerte en medio de
una convulsa situación política; en el
último, los años sesenta sirven de referencia a una
joven campesina que defiende sus derechos frente a los celos
enfermizos de su esposo. No es solamente un fresco sobre la mujer
cubana a través de la historia, es también el
cuadro de una ética, sus valores y patrones de conducta
que a la larga han moldeado la idiosincrasia del cubano y por
tanto inciden en su modo de ver el mundo y en las condiciones
actuales de su personalidad.

Otra joya histórica es La primera carga al
machete
(1969, Manuel Octavio Gómez). Ambientada en
los orígenes de la Guerra de los Diez Años, cuenta
la legendaria toma y defensa de Bayamo por los insurgentes. Para
reconquistar la ciudad, el gobernador español envía
una columna de 700 hombres. Éstos son derrotados por los
cubanos que, a las órdenes del General Máximo
Gómez, caen sobre ellos con sus machetes. El filme utiliza
técnicas del documental y del cine-encuesta, con
entrevistas a los integrantes de ambos bandos, sonido directo y
tomas de las batallas como si la obra se hubiese filmado en el
momento que sucedieron los hechos. Las canciones de Pablo
Milanés comentan los sucesos narrados de principio a
fin.

La Cuba pre-revolucionaria es llevada al cine por Julio
García Espinosa en Aventuras de Juan Quin Quin en
Pueblo Mocho,
basada en la novela homónima que el
escritor cubano Samuel Feijóo publicó en 1964. Juan
Quin Quin es un astuto campesino que no se conforma con su
suerte, desafía a su patrón y a la sociedad que lo
oprime, uniéndose a la guerrilla en su lucha contra
Batista. Con altas dosis de surrealismo y una delirante mezcla de
estilos, se convirtió en una de las películas
más populares de la historia del cine cubano. El carisma
del protagonista y la escasez de héroes infantiles
nacionales tuvieron mucho que ver con esa aceptación del
público

Memorias del subdesarrollo (1968, Tomás
Gutiérrez Alea), basada en la novela del mismo
nombre de Edmundo Desnoes, es la primera película que
introduce el tema de la emigración. Sergio, representante
de la burguesía, se niega a acompañar a su familia,
que parte a los Estados Unidos. El desmoronamiento de su mundo le
impide integrarse al proceso revolucionario en plena Crisis de
Octubre. El personaje es un exiliado en su propio país,
desterrado por su propia soledad. Seleccionada entre las 100
mejores películas de todos los tiempos por la
Federación Internacional de Clubes de Cine,
Memorias, trata un problema moral y social que golpea a
muchos intelectuales en un mundo cambiante, de ahí su
valor, vigencia y universalidad. (Douglas, 1997)

  • Años grises.

Con la creación del Ministerio de Cultura en 1976
finaliza lo que se conoce como quinquenio gris de la cultura
cubana (1971-1976), llamado así por ser un período
difícil para la producción cultural en
Cuba.

Las primeras películas de esta década se
aferran a las experiencias culturales y existenciales del pasado
y en lo artístico al barroquismo visual y conceptual. Esta
sería la década más inclinada al cine
histórico a través de filmes como:
Páginas del diario de José Martí
(José Massip), Los días del agua (Manuel
Octavio Gómez), Una pelea cubana contra los demonios,
La última cena
y Los sobrevivientes
(Tomás Gutiérrez Alea), Maluala, El
otro Francisco
y Rancheador (Sergio Giral),
Mella (Enrique Pineda Barnet), El hombre de
Maisinicú
(Manuel Pérez) y El
brigadista
(Octavio Cortázar).

Sin embargo, no faltan ejemplos de películas
críticas y más contemporáneas, que se
proponen reflexionar sobre la práctica del socialismo en
nuestro país desde una perspectiva de introspección
y cuestionamiento. Tal es el caso de Un día de
noviembre,
(Humberto Solás), Ustedes tienen la
palabra,
(Manuel Octavio Gómez) y De cierta
manera,
(Sara Gómez).

Se llegó a la cúspide del cine
histórico en 1979 mediante el largometraje de dibujos
animados Elpidio Valdés, el filme cuenta los
inicios de la Guerra de Independencia. Se desarrolla casi
totalmente en 1895. Elpidio es un coronel del Ejército
Libertador cubano que lucha por la independencia de la Patria
frente al colonialismo español, al mando de un
escuadrón de caballería junto a sus
compañeros María Silvia, Pepe El corneta, Eutelia,
Marcial, y su bravo caballo Palmiche, entre otros.

El popular personaje de historietas infantiles cubanas,
creado el 14 de agosto de 1970 por el caricaturista, ilustrador,
historietista y guionista Juan Padrón fue pensado en un
inicio como una historieta para ser publicada en la Revista
Pionero con el objetivo de entretener y educar a los
pioneros cubanos pero debido a su popularidad saltó al
cine en 1974, en el dibujo animado Elpidio Valdés
contra el tren militar
, realizado por Padrón,
José Reyes y producido por el Instituto Cubano de Cine e
Industria Cinematográficos (ICAIC).

Elpidio Valdés ha alcanzado la
categoría de tradición cultural entre generaciones
de niños y jóvenes que han disfrutado de sus
aventuras como expresión de la nacionalidad cubana. Ahora,
gracias a él los cubanos conocen mejor su propia
historia.

Entre los principales temas sociales tratados en esta
época sobresale la emancipación de la mujer,
representada principalmente como luchadora contra el machismo, se
vuelve fuerte, independiente y libre de participar en la obra de
la Revolución. Esto es ejemplificado en Retrato de
Teresa
(1979, Pastor Vega). La protagonista lucha sin cesar
por la igualdad femenina en la participación en el trabajo
y se rebela contra las actitudes machistas que su marido
Ramón tiene en casa. Teresa busca el apoyo de su marido
para compartir responsabilidades en el hogar, así ella
puede participar más fácilmente en la sociedad
socialista como madre, esposa, estudiante, trabajadora,
activista, pero, sobre todo, con una base de igualdad en aspectos
materiales y humanos, sin género alguno. Este filme lleva
consigo una expresiva definición de la necesidad de
evolución del comportamiento de la pareja como
condición del cambio social y en ello radica su
originalidad y validez, no sólo como cine cubano sino como
hispanoamericano también.

  • A favor de la taquilla.

El Cine Cubano arriba a los 80 con un promedio de tres
largometrajes de ficción al año, baja cifra de
producción entre otras razones motivada por la muy
prolongada y costosa realización del largometraje
Cecilia (1981-1982, Humberto Solás).
Título polémico que generó opiniones
encontradas de la crítica tras su estreno, sobre todo a
partir de la muy libre interpretación del realizador sobre
una novela mitológica y símbolo de la
cubanía.

Esta película, además de romper con los
esquemas de organización de la producción, pues se
plantea nuevamente el concepto de coproducción,
aspiró a rescatar el alto nivel de creatividad que se
había perdido en el cine cubano debido al proceso de
institucionalización y los principios de rentabilidad
económica y productividad aplicados a la esfera del
cine.

Con respecto al público, Cecilia fue
para una buena parte de la concurrencia un fenómeno de
incomunicación artística. Por otro lado la
crítica arremetió con saña contra la
película, cuestionando sus postulados estéticos y
aún sus gastos; lo que dejaba entrever más un
ataque contra el poco poder que aun tenía el ICAIC, que un
análisis justo de la obra.

Esta situación al parecer ya insostenible trajo
consigo la retirada de Alfredo Guevara, en julio del propio
año, quien fue sustituido por Julio García
Espinosa.

Partes: 1, 2

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