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Eutonia y movimiento orgánico en la formacion personal y profesional del musico



  1. Eutonía
  2. Movimiento orgánico

Eutonía

Etimológicamente, la palabra eutonía
procede del griego eu (bueno, óptimo,
armónico) y tonus (tensión muscular). Por
consiguiente, el concepto de eutonía,
quiere definir la tensión justa, equilibrada y
armónica que la actividad humana requiere en cada
acción y situación, postura y
movimiento.

El tono, por su parte, se asocia en un
sentido más amplio, no solo con la tensión muscular
sino con la energía vital de todo el organismo.
Está ligado, tanto con los procesos fisiológicos
más primarios, como con el movimiento y las acciones
voluntarias. Constituye la masa plástica donde se asientan
las emociones. Configura la actitud y la gestualidad
personal de cada uno. Está presente en toda acción
y situación, interna y externa, respecto a uno mismo y a
las relaciones con el entorno y las personas. Representa tanto el
grado de la tensión muscular como su calidad, ligada
más al psiquismo, cualidad difícilmente
mensurable.

Gerda Alexander acuñó ese
término para denominar la metodología corporal que
durante décadas se dedicó a elaborar mediante una
continua investigación y experimentación consigo
misma, con sus alumnos y con los pacientes afectados de diversas
dolencias, a los que atendió.

Nació en Wuppertal (Alemania) a principios del
siglo XX y murió en los últimos años del
siglo que ha finalizado, en Dinamarca, país en el que
vivió la mayor parte de su vida. De niña
estudió piano y danza. Fue discípula de la
Escuela de Rítmica de J. Dalcroze
empezando a trabajar con niños a los 18 años.
Aparte de sus preocupaciones pedagógicas, pues luchaba por
desarrollar en sus alumnos el movimiento natural, tenía
sus preocupaciones personales a causa de una enfermedad detectada
precozmente: reumatismo articular con la agravante de una
endocarditis. Por esta causa vio truncada su carrera como
bailarina. Los médicos le aconsejaron mucho reposo,
así como no realizar movimientos violentos. Sin embargo,
éste hecho fue el origen de su metodología, ya que
se dedicó a investigar en sí misma el tipo de
movimientos que podría hacer utilizando el menor gasto de
energía, las formas de estimular su tono y de ser
plenamente activa sin dañarse.

Al corresponder su apellido con el de Mathias Alexander,
autor de la "Técnica Alexander", ambos sistemas son
confundidos a menudo, pero en su esencia son completamente
distintos, aunque puedan existir algunas coincidencias
teóricas. Gerda A. promulgó en alguna
ocasión que su sistema no era una técnica, sino un
método pedagógico y terapéutico, " una
actitud nueva ante los seres y ante la vida",
que
"permita a la persona sentirse para poder ser ella
misma".
Quizá en ese enunciado queden establecidas
las diferencias entre un Alexander y "otra" según mi forma
de interpretarlo.

Movimiento
orgánico

Movimiento Orgánico es sinónimo de
Movimiento Natural, ambos términos los utilizamos
independientemente. Podíamos describirlo como el
movimiento fluido, armónico, libre y equilibrado. El
movimiento propio de un cuerpo sano, libre de tensiones e
inhibiciones. La manifestación de un cuerpo flexible,
sensible y expresivo que actúa ajustándose a las
leyes naturales.

Sobre estas leyes hemos desarrollado la
metodología denominada MOVIMIENTO ORGÁNICO (M.O.)
cuyo objetivo general es potenciar, mantener y restablecer en el
ser humano los factores naturales del
movimiento.[1]

Origen, Escuela y derivaciones.

Las raíces del M.O. como metodología, hay
que buscarlas en la Escuela Alemana de principios del siglo XX,
en los nombres de Rudoph Bode y Heinrich Medau
entre otros, de los cuales carecemos de toda referencia
bibliográfica. Ligados con esta escuela, sobre la que
ejercieron gran influencia, aparecen también los nombres
más conocidos de Rudolf V. Laban, Isadora Duncan,
Mary Wigman, Kurt Jooss
y su alumna Pina
Bausch,
impulsores de la danza expresiva
contemporánea. También estuvo estrechamente
relacionada y ejerció una gran labor la Escuela de
Rítmica de Emile Jaques Dalcroze,
quien
creó una nueva educación corporal e implantó
el ritmo en las escuelas, como base del desarrollo integral del
niño. Discípulas directas o ligadas a estas
escuelas fueron Rosalía Chladek, Elsa Gindler o Yvonne
Berge, que desarrollaron métodos propios de
relajación, consciencia corporal o movimiento y Gerda
Alexander, creadora de la Eutonía.

Sin entrar en comparaciones ni calificaciones,
después de hacer esa breve reseña histórica,
intentaré exponer de la forma más concreta y clara
posible, los aspectos en que la Eutonía y el Movimiento
Orgánico pueden ser de gran ayuda para los músicos.
Ambas tienen muchos puntos en común.

Englobaré esos aspectos en tres objetivos
escalonados sin que nunca dejen de conformar una unidad. Los
definiré basándome en los intereses y
preocupaciones concretas de los músicos, y de otro tipo de
colectivos y personas, con una terminología
asequible.

1.- Adquirir la postura
óptima;

2.- Sacarle el máximo partido al
instrumento; y

3.- Lograr la comunicación con el
público.

A continuación explicaré más
ampliamente todo cuánto esto significa.

La buena postura, ya sea sentado o de pie, es tanto el
resultado como la condición para no sufrir dolores ni
tensiones musculares o articulares y evitar la fatiga y cansancio
excesivos, cuando se está tocando el instrumento.
Prevenir, además, el desgaste prematuro de todo el
organismo, las desviaciones de columna, la artrosis, la
tendinitis, las dolencias crónicas derivadas del
desarrollo de la profesión, que exige permanecer gran
parte del día a lo largo de toda la vida
expresándose mediante el instrumento musical.

Estos son logros pertenecientes a la salud física
con implicaciones siempre en la esfera
psíquica.

Dicho en otros términos, la postura óptima
se consigue, afinando y regulando el tono, -una de las
leyes naturales del movimiento-, la tensión que cada parte
del cuerpo soporta al estar tocando el instrumento. Cada parte
del cuerpo ha de tener la tensión justa
según su distinta función lo requiere dentro de la
unidad corporal. Así, unas zonas pueden encargarse de
sostenernos; otras de moverse, actuar, tocar; otras más,
pueden permanecer en un cierto grado de relajación, pero
todas actúan en común interrelación en la
búsqueda de la armonía de la unidad corporal.
La postura correcta significa el equilibrio corporal:
tónico, muscular, óseo, articular, orgánico
e incluso psíquico.

Pero para llegar a éste resultado que supone una
auténtica transformación personal, no valen
recetas, ni consignas mágicas, ni oraciones, ni
sugestiones, únicamente es posible, como propicia la
Eutonía, mediante una profunda educación de la
sensibilidad y la percepción corporales que desemboca en
una toma de consciencia del propio cuerpo.

Aprender a sentir y conocer el propio
cuerpo.
Sentir cómo responde a los
estímulos, cuáles son sus recursos, cuáles
sus dificultades, sus inhibiciones, sus bloqueos.

Despertar al cuerpo, hacerle sensible, flexible,
receptivo, disponible, abierto
. Capaz de responder y
adaptarse a las más diversas acciones y situaciones.
Posibilitando el libre fluir de la energía y del
movimiento a través de los canales óseo –
musculares del conjunto del cuerpo.

Sentir conscientemente, en todo momento,
en la inmovilidad y en el movimiento, cada una de las partes del
cuerpo, no de forma segmentada, sino formando una unidad
de acción, postural y de movimiento,
de apoyos,
de fuerzas, de equilibrios, de relaciones, de transmisiones. No
meramente una unidad física, sino una unidad
psicofísica, en la que esas fuerzas, órganos y
músculos son portadoras de sensaciones, contienen un
significado emocional. Entonces, nuestro cuerpo
está "presente" en nosotros, en nuestra conciencia,
está vivo, está habitado
.

Sin embargo, nuestro cuerpo no vive aislado en una urna
de cristal dentro de un espacio ingrávido, vive sobre la
tierra dependiendo de ella y su fuerza de gravedad, sobre las
cuales se ha ido conformando nuestro organismo, se ha ido
desarrollando el movimiento y el tono, adaptándose a
ellas.

Hay que sentir y tomar consciencia de cómo
nuestro cuerpo se relaciona con la tierra,
de
cómo esa relación tiene que ver a la vez con
nuestra estructura física y
psíquica
, con nuestra forma de ser y de
estar.

La calidad del movimiento de nuestros brazos depende de
nuestros apoyos. Nuestros miedos, dudas e
inseguridades también dependen de ello.
Metafóricamente, nuestro cuerpo es como un árbol:
cuánto más fuerte y profundo sea su enraizamiento
en la tierra, más amplias y frondosas serán sus
ramas.

Por otro lado, "tener los pies en la tierra" significa
estar en la realidad. Estar bien asentados significa tener buena
estabilidad; tener recursos para adaptarse a las contingencias;
conocer nuestras posibilidades y nuestros límites. Si
andamos flotando, si andamos por las nubes, puede ser muy bonito
en un instante, pero a la larga podemos darnos muchos golpes, la
ensoñación puede acabar convirtiéndose en
pesadilla.

Adquirir la postura correcta implica
necesariamente tener consciencia de nuestro cuerpo y de su
relación con la tierra, estar equilibrado física y
mentalmente.

Tanto la Eutonía como el Movimiento
Orgánico desarrollan la consciencia de cada parte del
cuerpo, de la estructura ósea, del espacio interno, de la
respiración, de la envoltura externa: – la piel -, de la
unidad corporal en la postura y en el movimiento, así como
su relación con la gravedad y su apoyo sobre la tierra.
Solamente a través de la consciencia podemos transformar y
mejorar el funcionamiento total del cuerpo.

Nuestro cuerpo vive y crece además en otra
realidad ineludible: el espacio. El espacio no es
algo abstracto, es real. Se puede sentir y tocar. Es el lugar que
ocupa nuestro cuerpo, el lugar donde respiramos y nos movemos.
Ofrece una resistencia determinada a nuestro cuerpo que
éste ha de vencer. Es el medio en el que nos encontramos
con los demás, donde intercambiamos experiencias,
palabras, gestos, sonidos. Donde nos relacionamos, nos expresamos
y nos comunicamos con las demás personas. Es el medio en
el que utilizamos las herramientas con las que trabajamos, los
objetos de los que nos servimos. Es un medio real que nos exige
conocerlo, adaptarnos a él, organizarlo y organizarnos
corporal y mentalmente respecto a él. Es un medio lleno de
connotaciones afectivas y simbólicas. Puede despertar
alegría y placer o temor, inseguridad y
angustia.

Todos tenemos un espacio propio, personal, más
allá del contorno real de nuestro cuerpo, similar a un
aura que llevamos siempre con nosotros, dónde solo dejamos
entrar a personas de confianza, personas queridas, con las que
nos place compartir nuestras vivencias. Ese espacio
necesita también ser sentido, vivido y habitado, ser
plenamente consciente
de él, de las sensaciones
que nos suscita, de lo que significa.

El espacio personal e íntimo del músico
abarca y se confunde con el espacio del instrumento que toca.
Rodeándole hay un espacio más amplio cuyo
límite se encuentra allí donde llegan
perceptiblemente las ondas sonoras, el espacio de sus oyentes, a
los que tanto su propia sensibilidad como la fuerza emocional y
expresiva de los sonidos, permiten que penetren en su cuerpo y
espíritu, que vibren y se emocionen con ellas. Es el
espacio de la comunicación en este caso.

Antes de seguir, vamos a hablar un poco respecto a
"tocar". En español se dice: "tocar el instrumento", al
acto de hacer música con él. Pero en realidad, ese
hecho es mucho más que tocar. En otros idiomas se expresa
como "jugar", "ponerlo en marcha", o "hacerlo funcionar". Tampoco
proporcionan la dimensión justa de su
significado.

El concepto de tocar significa ejercer el sentido del
tacto. A través del tacto sentimos nuestra piel, nos
sentimos a nosotros mismos y sentimos las cualidades de los
objetos de nuestro entorno: formas, texturas, tamaños,
consistencias, temperaturas, pesos, etc. El tacto
desempeña tanto funciones fisiológicas, como
afectivas, como cognitivas.

Cuando hablamos de "tocar" un instrumento no nos
referimos a desarrollar la función del tacto. Queremos
expresar que se está haciendo "hablar" a ese instrumento,
extrayéndole sonidos con timbres e intensidades
diferentes, más rápidos o más lentos,
encadenados, formando melodías que nos transmiten
sensaciones y estados de ánimo. No es solo el acto de
tocar, sino frotar, vibrar, percutir, rascar, acariciar… Para
ejercer esta segunda labor es esencial la modulación del
tono muscular, corporal y emocional, pero tampoco podría
ejercerse sin el tacto. Tono y tacto van unidos. Ambos son
imprescindibles para la vida, pero el tacto quizá sea
más primitivo, mientras que la modulación del tono
es una tarea más elaborada y compleja.

Cualquiera que sea el instrumento utilizado, sea su
apoyo el suelo o el propio cuerpo del músico, éste
ha de sentir su instrumento, su forma, su textura, su peso, su
volumen… Sentir su espacio. Acoplarse con él en ese
espacio, incorporarlo al propio cuerpo. Esto le proporciona una
relación más profunda y
auténtica.

Las manos, independientemente de su papel de sostener o
de tocar, deben saber registrar los más variados y
ricos matices del tono.
Saber utilizar la tensión
justa
en cada momento, de la que dependen la variedad y
calidad de los movimientos
, la flexibilidad, la
precisión, la fuerza, la rapidez, la
independización, la disociación, la
coordinación, etc., capacidades necesarias tanto
para poder extraer al instrumento los sonidos de más
variados y ricos matices y las melodías más
sublimes, como para no sufrir calambres, tendinitis, tensiones ni
fatigas innecesarias. La calidad del tono, por otra parte, se
relaciona directamente con las emociones y los sentimientos. Es
lo que posibilita que la música tenga vida y transmita
pasiones. El tono es el medio fundamental de expresión de
las emociones a través de la actitud corporal, el gesto y
el movimiento. Para el músico, su medio de
expresión es el instrumento, a él llegan sus
emociones a través de su tono y de él salen
convertidas en arte.

Tanto la estimulación y educación del
tacto, como del tono
, según los variados aspectos
enumerados anteriormente, conforman los objetivos prioritarios de
la Eutonía.

Falta para concluir, uno de los conceptos
pedagógicos más originales e interesantes de la
Eutonía y quizá, el fundamental: el
contacto
.

Si con el tacto percibimos las cualidades de los objetos
y de nuestra piel, con el contacto penetramos en su esencia. Con
el tacto permanecemos en la superficie, mediante el
contacto traspasamos conscientemente el límite visible,
penetramos en el interior.
Nuestro cuerpo está
pleno, habitado por nuestra conciencia y a la vez se hace
disponible y permeable al exterior. Se fusiona con el
instrumento, éste es una prolongación del propio
cuerpo. El espacio se llena de la irradiación y la
energía corporal así como de la conciencia. No
puede haber contacto sin que participen el cuerpo y la mente.
Cuerpo, instrumento y espacio se sienten habitados y
presentes.

"No sólo estoy yo en ellos, sino que ellos
están en mí. A la vez que mi cuerpo, mis
sensaciones y mi consciencia se proyectan fuera de mí
hacia el entorno próximo, incorporo a mi consciencia las
cualidades del espacio y de los objetos y siento en mí a
las personas que me rodean, que me escuchan o que me ven. Siento
su tono, su actitud, su disposición, sus dudas o recelos.
Mi cuerpo se abre a los demás. Estoy presente en mí
y siento a los otros simultáneamente. Yo salgo hacia ellos
para que ellos vengan a mí."

Conseguir que nuestro cuerpo tenga
"presencia", que esté vivo ante los
demás, que irradie un magnetismo, que atraiga, que seduzca
incluso, depende de la fuerza y de la integridad con que sentimos
nuestro propio cuerpo y de la capacidad de que esa fuerza
interior se transmita a las demás personas que nos
rodean.

"Para que los demás me sientan tengo que
haber desarrollado previamente la capacidad de sentirme a
mí mismo y proyectar mi imagen hacia los demás con
la fuerza adecuada
. Para yo sentir a los demás
tengo que tener el deseo y la capacidad de captar su imagen, su
energía, su sentimiento. De la misma manera que mi cuerpo
se hace presente para mí porque lo siento profundamente y
soy consciente de ello, para estar presente ante los demás
he de sentir el espacio, mi espacio y el de los otros, espacio
compartido, espacio de comunicación
o de contacto, he
de sentir a los otros en ese espacio. Comparto la presencia de
los otros sin inmolar la propia. Soy consciente de mí y
de ellos
. Estoy con ellos sin dejar de ser yo. Soy yo sin
imponerme a ellos. Para estar presente y ser sentido, no necesito
gritar, ni gesticular, ni hacer movimientos amplios y
ceremoniosos, ni ponerme una ropa llamativa, ni un perfume
excitante. Puedo ser yo y estar presente ante los demás
con toda mi fuerza interna, en la inmovilidad, en el silencio, en
la humildad."

Algunas personas parecen tener este don innato. Son los
artistas y los genios. La mayoría -incluidos los genios-,
han de cultivarla permanentemente. A esto nos ayuda la
Eutonía.

Alguien puede tocar una melodía a la
perfección pero dejarnos completamente fríos,
indiferentes, sin transmitirnos nada. Quizá alabemos su
destreza virtuosa. Nada más. Otros artistas no son
perfectos ni virtuosos, sin embargo, su sola entrada en escena ya
nos emociona. No necesita ninguna arrogancia ni extravagancia. Su
silenciosa presencia irradia a todo el espacio, su modo de tocar
nos levanta del asiento, nos conmociona. Son los que están
en profundo contacto consigo mismos; los que han podido lograr
que el instrumento forme parte de ellos y se convierta en el
medio de expresar lo que ellos son. Los que han desarrollado la
capacidad de sentir y estar con los demás, los que
están en contacto con su público.

Por otra parte, el contacto con el propio cuerpo
proporciona seguridad, la seguridad de sentirse y "serse",
sin dejar de ser consciente de los temores, las dudas y las
dificultades que la presencia ante los demás suscita, que
las demandas de los demás exigen.

Esto no corresponde a ninguna filosofía
exotérica. Significa estar en contacto con la realidad.
Contacto con nuestro cuerpo, con sus apoyos en la tierra,
con lo que hacemos, con el instrumento que tocamos, con quienes
nos comunicamos.
Es ser un organismo vivo que se siente
a sí mismo y siente a los demás, como corresponde
al ser humano. Que está en comunicación con los
demás, dando y recibiendo. Y que en esa medida es sentido
por los demás.

Son estas actitudes, fundamentalmente, las que la
Eutonía y el Movimiento Orgánico ayudan a
desarrollar a través de una ejercitación y
experimentación múltiple, profunda y rigurosa,
consigo mismo, con los objetos y con otras personas.

 

 

Autor:

Joaquín Benito
Vallejo

(Madrid, Marzo de 2000, revisado en Julio
de 2012)

[1] Cuerpo en armonía –Leyes
naturales del movimiento- J. Benito Vallejo. INDE Publicaciones
Barcelona 2001

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