Monografias.com > Historia
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Historia de la Cultura Cubana (1838-1878) (Parte 1)




Enviado por Ramón Guerra Díaz



  1. La
    radicalización
  2. De las reformas a la
    identidad: el pensamiento político y
    filosófico

La
radicalización

A partir de 1820 la burguesía liberal
española comienza un proceso de desmontaje de la
infraestructura creada por los criollos, su objetivo es someter
la economía de la isla a los intereses de la
burguesía periférica española, proceso que
alcanza su punto más álgido con la muerte de
Fernando VII y la llegada al trono de Isabel II aupada por la
burguesía liberal que nombra a Miguel Tacón como
Capitán General de Cuba e implanta las facultades
omnímodas

El desplazamiento de la oligarquía criolla del
poder real en la isla se produjo durante el gobierno del
Capitán General Miguel Tacón y Rosique(1834-1838),
quien alejó del palacio a los poderosos hacendados
criollos al tiempo que aumenta la influencia del grupo de
comerciantes peninsulares, muchos de ellos contrabandistas de
esclavos.

En España la burguesía española
consolida paso a paso la integración de la economía
peninsular en un solo sistema nacional que le permitió
crear un mercado interno que servía a sus intereses y en
el que Cuba era un agente extraño, con una
producción exportadora que no iba dirigida al mercado
español, ni era manejada por capital español, sino
que iba encaminada al mercado de la Estados Unidos e Inglaterra y
estaba en manos de la oligarquía criolla.

Su solución fue poner trabas al desarrollo
económico y comercial de Cuba y para ello crearon las
"Leyes Especiales" que es un proyecto de concesiones y
restricciones que intenta frenar el impetuoso desarrollo
dependiente de Cuba con respecto a su mayor mercado, los Estados
Unidos de Norteamérica.

Durante este gobierno se produjo un abierto
enfrentamiento entre la burguesía criolla, encabezados por
la intelectualidad más radical y los sostenedores de una
política colonial más rígida, liderados por
los comerciantes españoles radicado en La Habana,
beneficiados con el contrabando de esclavos y la usura, y la
burguesía comercial en la península, interesados en
poner la economía de la isla en función de sus
intereses.

Solo el gran crecimiento económico de Cuba,
basado en la producción azucarera, logró atenuar
las tensas relaciones entre criollos y peninsulares, frenando por
el momento la radicalización política de los
isleños.

Si en el quinquenio 1831-35 se reportó cerca de
39 millones y medio de arrobas de azúcar, el quinquenio
siguiente 1836-40 eleva estas cifras hasta 50 742 000 arrobas. En
igual medida se comporta el café, el tabaco, la
ganadería, todas producciones de amplio crecimiento en
estos años.

Los ingenios se extendían a todo lo largo de
occidente de la isla buscando las fértiles llanuras de
Colón, la zona de Trinidad en el centro y la
cercanía de los puertos, a los que la introducción
del ferrocarril en 1837 había hecho más cercanos.
Los cafetales también crecieron, tanto en las zonas
orientales de Guantánamo y Santiago de Cuba, como en
Trinidad y Pinar del Río, impulsados por la experiencia
productiva y el capital de los emigrados
franco-haitiano.

La base para esta expansión era la mano de obra
esclava, sustento de prosperidad que alcanza su tope en el
quinquenio 1840-45 cuando la población esclava era de 436
500 personas, el 43,3 % (1841), del total de la población
de Cuba.

En los primeros años de la década del
cuarenta se produce un auge en el movimiento abolicionista,
alentado por Inglaterra y los sentimientos antiesclavistas
presentes en el país. Inglaterra nombra es este
período como cónsules en Cuba a dos reconocidos
abolicionista, Richard Madden(1836-1840) y David
Turnbull(1840-1850), que mantuvieron en jaque constante a los
"negreros" y su productivo negocio de la trata
clandestina.

En 1843 se produjeron algunas importantes sublevaciones
de esclavos que atemorizaron a la clase dominante criolla y se
organiza una dura represión que culmina en el Proceso de
la Escalera (1844), donde el temor de la oligarquía
criolla blanca se convierte en motivo de persecución
contra la pequeña burguesía de color, que alcanza
un cierto auge en esta etapa y que es acusada de encabezar la
conspiración.

Luego de estos sucesos, el espanto de la
burguesía criolla fue muy grande, el fantasma de lo
ocurrido en Haití a principios del siglo XIX, manejado
políticamente muy bien por el gobierno colonial
español, hace que toda idea de separarse de España
sea desechada y se piense en la solución de obtener
reformas de la metrópoli que permitieran la prosperidad y
mantenimiento del status esclavista, sin afectar sus intereses
vitales o anexarse a los estados sureños de los Estados
Unidos para mantener sus intereses basados en la mano de obra
esclava. De todas formas la tensa situación los lleva a
maquillar la situación del esclavo con reformas que
alejara el peligro de la abolición o la sublevación
y promover la entrada de braceros chinos para trabajar
"contratados" en la industria azucarera.

También debe señalarse la decadencia de la
producción cafetalera a partir de la década del
cuarenta y acentuada en la de los cincuenta a causa de la
política arancelaria de España y el proteccionismo
de los Estados Unidos.

La oligarquía criolla cae en una profunda
contradicción que lo lleva a pensar en la anexión a
los Estados Unidos como la solución de sus problemas. Por
una parte temen a la enorme masa de esclavos que existe en el
país, acepta a regañadientes la supresión de
la trata, pero temen que Inglaterra presione a España para
lograr la abolición y ante esta alternativa muchos llegan
a pensar que la solución no está en las reformas
que pueda hacer la metrópoli, sino en la anexión a
los Estados Unidos, el principal socio comercial con un
régimen democrático que les agrada y con un "sur"
donde impera la esclavitud como sistema.

En movimiento anexionista comienza a manifestarse a
mediados de la década del cuarenta y se mantiene latente
hasta la siguiente década, apoyado por los hacendados y
visto con desconfianza por algunas figuras intelectuales como
José Antonio Saco, quien argumenta razones
históricas y culturales para oponerse a esa
idea.

El gobierno español viendo el peligro de la
anexión inicia una política conciliadora y
reformista, aplicada por los Capitanes Generales que gobernaron
en el período 1855-1867: Serrano y Dulce, quienes
traían instrucciones de atraer a los disgustados
hacendados criollos, concediéndoles algunas libertades
para evitar la radicalización de su actitud.

El segundo momento reformista parte de una
reorientación de la burguesía criolla, lastrada por
la esclavitud que le impide desarrollarse como clase. Se crea el
Partido Reformista y se funda el periódico El
Siglo
(1861), como órgano de estas inquietudes. Sus
líderes fueron Francisco de Frías, Conde de Pozos
Dulces, el intelectual habanero José Morales Lemus y el
rico hacendado Miguel Aldama. El partido creó un programa
acorde a los intereses de los influyentes propietarios
criollos[1]y con el pretendían superar los
graves problemas de la isla.

Los sectores criollos ahogados por las cargas
tributarias reciben un duro golpe con la crisis económica
mundial de 1857 que hizo disminuir bruscamente los precios del
azúcar, lo que trajo el endeudamiento de muchos
propietarios criollos a manos de los acreedores, en su
mayoría comerciantes españoles y quedan hipotecados
las ? partes de los ingenios de la isla.

En la parte oriental, la burguesía criolla
sufrió más duramente el embate de la crisis: sin
dinero para modernizar sus ingenios, orientados para producir
para el mercado internacional, como toda la economía de
Cuba, y con el pesado fardo de las imposiciones fiscales, se
mantuvieron al borde de la ruina y la bancarrota.

En noviembre de 1865 España convoca una Junta
de Información
sobre las reformas que debían
implantarse en Cuba y Puerto Rico. Formada por 22 comisionados
elegidos por los ayuntamientos de las dos islas, más los
senadores que la representaban, miembros elegidos entre los ex
gobernadores de esas colonias y otros designados por el gobierno
español. Ocho meses duraron las reuniones en Madrid en las
que se discutieron problemas económicos, políticos
y sociales.

A la Junta los representantes criollos llevan su
programa y luego de tensas negociaciones las autoridades
coloniales rechazan las demandas de los caribeños y en
cambio aumentan los gravámenes con un nuevo impuesto del
10 % sobre la renta, sin conceder nada a cambio.

Los sectores más radicales de la burguesía
criolla no estaban dispuestos a soportar esta última
humillación, las contradicciones colonia-metrópoli
habían llegado al límite. El 10 de octubre de 1868
en la región oriental, un hacendado cubano, Carlos Manuel
de Céspedes inicia la revolución independentista de
Cuba, en ese primer día de rebeldía dio la libertad
a sus esclavos e instó a los demás complotado a
imitarlo.

La contienda se extendió durante diez años
(1868-1878) y en ella los dos principales objetivos eran lograr
la separación de España y la abolición de la
esclavitud. Fue una dura lucha a la que no se unió la
poderosa oligarquía criolla de occidente, que se
dedicó todo el tiempo a tratar de llegar a un
entendimiento con la metrópoli y presionarla para que le
concediera reformas económicas y políticas a cambio
de permanecer fieles a la corona española.

Los esfuerzos de este influyente grupo de propietarios
criollos se encaminaron por el camino de la
contrarrevolución, procurando aislar al movimiento
revolucionario del oriente y centro del país, impedir su
avance hacia occidente y poner a salvo sus interese
económicos concentrados en esta parte de la
isla.

La Revolución Independentista se dio a la
organización de una República en Armas con todos
los atributos de la democracia burguesa, pero en realidad un
mecanismo inoperante en medio de la situación
bélica que enfrentaba. Este mecanismo aunque bien
intencionado se convirtió en un freno para el desarrollo
de la guerra, desgastando el ímpetu de los insurrectos en
luchas caudillistas y regionalista que fueron minando el papel
dirigente de la burguesía como líder de la
Revolución, rol que fueron asumiendo las clases populares
que veían en la lucha, no solo el logro de la
independencia, sino la emancipación de los esclavos y la
mejoría de su situación socio
económica.

Por temor a este liderazgo y desgastados por las luchas
intestinas, los sectores más conservadores del
independentismo deciden pactar la paz con las autoridades
coloniales, que habían designado al general Arsenio
Martínez Campos para intentar las negociaciones de una
tregua pero sin conceder las principales demandas de los cubanos.
El Pacto del Zanjón (febrero de 1878) firmado por el
gobierno de la República en Armas, daba por terminada la
guerra sin alcanzar los anhelados objetivos de independencia y
abolición de la esclavitud, apenas logrando una vaga
promesa de restitución de propiedades y de los derechos
civiles de los implicados.

Solo el gesto viril del Mayor General Antonio Maceo
Grajales, prestigioso oficial negro, salido de las filas de la
pequeña burguesía oriental, dignifica este receso
en la guerra por la independencia, al dejar sentado que los
sectores populares no se conformarían con menos que la
independencia y la abolición de la esclavitud.

De las reformas a
la
identidad: el pensamiento político y
filosófico

La crisis ideológica de la burguesía
criolla se expresa en este período en sus temores de
perder la base de sus riquezas que no era otra cosa que el
sistema esclavista, al que necesitaban tanto como temían.
La agresividad política de los británicos y los
fluctuantes cambios de la política de España, les
dieron fuerza a un movimiento anexionista que tiene mucho
más de económico que de
patriótico.

Los historiadores distinguen en la isla tres focos
fundamentales de esta tendencia anexionista, el más
poderoso se desenvolvió en La Habana y sus alrededores, se
le llamó "Club de La Habana" integrado por grandes
propietarios de la isla que veían en la anexión un
modo de salvar el sistema esclavista.

Otro grupo importante se radica en la región
central de la isla, con similar motivación que el grupo
occidental, con fuerte presencia en Trinidad,
Sancti-Spíritus y Cienfuegos muy relacionados con las
actividades de Narciso López[2]

El tercer grupo de importancia era el de Puerto
Príncipe (Camagüey), integrado por terratenientes que
querían alcanzar un desarrollo capitalista para Cuba con
la anexión a los Estados Unidos.

Los miembros del Club de La Habana gestionaron la compra
de Cuba por los Estados Unidos, incluyendo su posible ayuda
monetaria par la transacción.

Narciso López organizó varias expediciones
hacia Cuba para promover la separación violenta de la
misma sin alcanzar el apoyo de la población cubana en sus
intentos.

El núcleo principeño liderado por Gaspar
Betancourt Cisneros (1803-1866), El Lugareño, no aboga por
la defensa de la esclavitud sino por la prosperidad de la isla
bajo la égida de Estados Unidos. Este grupo está
formado por liberales criollos que no creen en la capacidad del
cubano para gobernarse y por eso apuestan por la
anexión.

Como adversario ideológico de Saco en su lucha
contra la anexión a los Estados Unidos, sobresale El
Lugareño
, quien defiende la anexión, no para
salvar el régimen esclavista, del que no era partidario
sino por el sistema democrático de la nación
norteña, sus logros y desarrollo, lo que él
creía podría alcanzar Cuba en caso de unión
con esa nación.

El creía que la base económica de la isla
debía ser la pequeña y mediana propiedad agraria y
era partidario de prestar una mayor atención a la
educación, a la que consideraba un pilar de la sociedad
que soñaba, basada en el contrato social y el derecho
natural.

Su visión de la anexión la expresa en sus
escritos para el periódico La Verdad (1848) "Cuba
anexada adquiriría riquezas sólidas, sin
escrúpulos, zozobras, ni peligros. Los (…)
advenedizos (…) no serían (…) salvajes
africanos, malayos, e indios, que es la gente que los cubanos
pueden esperar que les permita traer el gobierno de España
para cruzar y perfeccionar su noble raza, sino serán
(…) yankees, alemanes, franceses, suizos, belgas, diablos
y demonios, pero diablos y demonios blancos, inteligentes,
industriosos y además con maquinarias, instrumentos,
industrias, métodos,
capitales"[3]

A estas ideas de desaliento y entreguismo se le
opondrá el criterio claro y sincero de José Antonio
Saco quien replica a estos criterios con el contundente argumento
de que esa unión con los Estados Unidos
significaría la perdida de la identidad de Cuba o sus
aspiraciones a tenerla: "(…) la nacionalidad es la
inmortalidad de los pueblos y el origen más puro del
patriotismo (…) no seamos el juguete desgraciado de
hombres que con sacrificios nuestros quisieron apoderarse de
nuestra tierra, no para nuestra felicidad, sino para su
provecho"[4]

Al Lugareño escribe José Antonio Saco en
marzo de 1848 preocupado por la posición del mismo en
defensa de la anexión de Cuba a los Estados Unidos, en su
misiva refuta los argumentos del hacendado criollo, primero por
lógica de cubano convencido de que la anexión se
convertiría en absorción de la isla por la
nación norteña, tras la llegada de miles de sus
ciudadanos a estas tierra poco pobladas y en segundo
término defiende el derecho de los nacidos en la isla de
ser libres algún día. Su vibrante carta se resume
en su contundente argumento de que estaba seguro de que
"Cuba, nuestra Cuba adorada, sea Cuba algún
día"

José Antonio Saco continúa siendo desde su
exilio en Madrid, la principal voz del reformismo burgués
de los criollos durante la década del 40 y buena parte de
la posterior, concentrando sus trabajos críticos contra la
trata de esclavos, que él considera peligrosamente nociva
para Cuba y más tarde contra el anexionismo indirectamente
estimulado por la inestabilidad y debilidad política de
los gobiernos peninsulares, que hacen temer a los oligarcas de la
isla por el mantenimiento del sistema esclavista, base de sus
riquezas.

Saco combate con energía la posible
anexión a los Estados Unidos, por considerarla antinatural
para el país, nocivo para la ya desarrolla identidad de
los criollos que tiene muy poco que ver con la nación
norteña, argumentos que sostiene en su libro, "Ideas
sobre la incorporación de Cuba a los Estados Unidos"

(1848). Su oposición a estas ideas anexionistas, que
tienen más de intereses económicos que sociales, y
su prolongado destierro en España lo hicieron menos
influyentes en la ideología de las clases dominantes
criollas, no obstante durante el período 1854-1868 sus
escritos se ocuparon de temas como el absolutismo político
y sus consecuencias para la isla y tras el inicio de la guerra de
independencia, se dedicó a enjuiciar el movimiento
separatista, al que no auguraba perspectivas por considerarlo
prematuro y no viable en la situación de Cuba.

Su muerte ocurrió en 1879, apegado a sus ideas
reformistas, sin fe en la independencia, pero defensor de la
insipiente nacionalidad cubana; liberal en sus concepciones
políticas y enemigo de toda forma de anexión de la
isla.

Su legado bibliográfico es amplio, teniendo en la
prensa su medio de expresión por excelencia. En vida suya
se publicaron tres tomos de sus trabajos, "Colección
de papeles, históricos, políticos y de otros ramos
sobre la isla de Cuba, ya publicados, ya inéditos"

(1858-1859), luego de su muerte Vidal Morales añade un
cuarto tomo en 1881.

Era un gran polemista, de clara exposición,
comprometido solo con sus ideas y su nacionalidad, que
manejó muy variados temas, usando estadísticas para
demostrar sus tesis de forma clara y directa. Su estilo no es
brillante, pero se destaca por la madurez, firmeza y
sobriedad.

Con el resurgimiento del reformismo en Cuba en la
década de los sesenta, aparece una nueva corriente de
pensamiento conservador en el ámbito político
criollo. Eran los partidarios de la abolición escalonada e
indemnizada para los dueños de esclavos.

El líder de esta nueva corriente reformista fue
Francisco Frías, Conde de Pozos Dulces (1809-1877), quien
desde el periódico El Siglo, difunde la idea de un
país de pequeños propietarios agrícolas
blancos, cuya emigración consideró imprescindible
para eliminar el sistema esclavista. A pesar de sus buenas
intenciones la solución propugnada por el Conde de Pozos
Dulces, era un retroceso en medio del auge económico de la
isla.

En educación el Conde de Pozos Dulces era
partidario de una enseñanza con énfasis en la
industria y la economía, a la vez que abogaba por una
agricultura científica pero con pequeños
propietarios.

En lo político abogó por la idea de un
gobierno local para la isla que se ocupara de los problemas
internos, pero dentro de la Monarquía Española, al
tiempo que apoyaba una rebaja de los aranceles que gravaban el
comercio.

Otra de las personalidades del movimiento reformista de
los sesenta, lo fue José Morales Lemus (1808-1870),
más imbuido de las ideas de la oligarquía criolla y
por ello más pragmático. Su influencia fue
importante en la dirección de los comisionados cubanos a
la Junta de Información (1867) y en la elaboración
del proyecto que presentó este grupo al gobierno
español y donde se pedía autonomía,
abolición de la esclavitud indemnizada, derogación
de los impuestos y creación de uno solo sobre la renta.
Todo esto fue desoído por el gobierno español, que
por el contrario creó un impuesto nuevo sobre los
existentes.[5]

Es necesario señalar que en la década del
sesenta del siglo XIX bajo el régimen de apertura y
"cambios" de política de la metrópoli se produce en
Cuba la fundación de la Logia Gran Oriente de Cuba y las
Antillas, creada por el médico cubano Vicente Antonio de
Castro, quien regresa a Cuba en 1861 beneficiado por la
amnistía dictada por la Corona.

La Logia del Gran Oriente… tenía un
carácter secreto y un proyecto patriótico,
democrático, laico y republicano, por lo que las ideas
políticas ocupaban un lugar importante en los estatutos de
esta Logia, lo que difiere de la generalidad de las Logias
Masónicas que no se ocupan de política.

El Gran Oriente… pronto se extendió por
toda la isla convirtiéndose en la base para la
difusión de las ideas del bien público, la igualdad
social y la defensa de la soberanía del pueblo, del
sistema republicano del estado democrático y laico, la
libertad de conciencia; tenía un fuerte contenido
anticlerical y su lema se basaba en la triada de la
revolución Francesa: Libertad, Igualad,
Fraternidad.[6] De estas Logias saldrían
los futuros líderes de la Revolución
Independentista de 1868.

Con el inicio de la guerra separatista en 1868 se abren
paso las ideas independentistas influidas por el liberalismo de
la Revolución Francesa, arraigado en la América a
través de sus luchas por la independencia y la
creación de las Repúblicas inspiradas sobre esos
principios.

Las ideas independentistas habían estado relegada
en la ideología de la burguesía criolla y ahora
tras el fracaso reformista de la Junta y la difícil
situación económica por la que pasaba el
país renace para hacerse la opción principal en el
sector de la burguesía más afectado por la crisis y
relegados como fueron las oligarquías criollas del Oriente
y el Camagüey, a la que se unirá una parte de esos
sectores en el centro del país y una juventud liberal del
Occidente que jugarán un papel determinante en la
conformación del pensamiento constitucional de la
revolución independentista.

Entre los hombres que inician la lucha armada se da el
independentismo en diversos grados de radicalidad, de acuerdo con
la situación de la guerra y el origen social de los
líderes del movimiento.

De forma general desde los inicios prima en el
movimiento revolucionario, el principio republicano, la
separación de poderes, respeto a las libertades
individuales y a la propiedad privada.

Las dos grandes figuras en los inicios del movimiento
revolucionario fueron: Carlos Manuel de Céspedes y Quesada
(1814-1874) e Ignacio Agramonte Loynaz (1841-1873), quienes
representan sectores diferentes de la burguesía criolla,
con objetivos comunes ante los cuales sacrificaron diferencias de
criterios para llegar a puntos concordantes.

La Asamblea Constituyente de la República en
Armas, celebrada en el poblado de Güaimaro, en abril de
1869, enfrentó ambas formas de pensar y significó
el triunfo de las ideas más progresistas, frente a las
más pragmáticas.

Céspedes era partidario convencido de la
independencia, aunque al principio del movimiento asume
posiciones conservadoras para tratar de atraer a la
burguesía del resto del país, como fue el auto
titularse Capitán General y defender una abolición
de la esclavitud gradual e indemnizada, aunque él
personalmente le dio la libertad a los esclavos de su propiedad;
respeto de la propiedad de los españoles residentes en la
isla si permanecían neutrales y su posición frente
a los Estados Unidos y la Iglesia. Estaba convencido de la
necesidad del mando único para la conducción de la
guerra.

Ignacio Agramonte mantenía posiciones más
radicales, influido por su formación liberal y el apoyo de
los revolucionarios del Camagüey, Las Villas y los
jóvenes liberales habaneros participantes en la Asamblea
de Güimaro.

Defendía la abolición total de la
esclavitud, pagando indemnización cuando se pudiera y el
establecimiento de una república democrática,
basada en la separación de poderes, civil y militar. Esta
idea estaba encontrada con las sostenidas por Céspedes y
demostraba la radicalidad de este grupo, pero al mismo tiempo su
falta de objetividad, por lo inoperante en una situación
de guerra.

En cuanto a las relaciones con los Estados Unidos, ambos
bloques manejaron la posibilidad de la anexión, teniendo
en cuenta las instituciones democráticas de ese estado. El
desarrollo de los acontecimientos y la indiferencia
norteamericana por los destinos de Cuba, radicalizaron la
posición de los insurrectos hacia la independencia
total.

La Asamblea enfrentó ambas corrientes de
pensamiento, triunfando por mayoría la posición de
Agramonte, frente al sentido común y las más
conservadoras ideas de Céspedes.

Agramonte dirigió la redacción de la
Constitución de Cuba, en ella los seis primeros
artículos reglamentan el funcionamiento de la
Cámara de Representantes, integrada por igual
número de miembros por los cuatro departamentos de la
isla: Oriente Camagüey, Las Villas y Occidente; la
Cámara nombraría al Presidente de la
República en Armas y al General en Jefe, quien
estaría subordinado al Ejecutivo.

En la Constitución se proclama libre a todos los
ciudadanos del país, sin mencionar nada sobre la
esclavitud, se proclama la libertad de culto, imprenta,
reunión y enseñanza.

La falta de unidad de los dirigentes de la guerra, la
inoperancia de la organización de la insurrección,
la muerte de las dos principales figuras de la Revolución,
Céspedes y Agramonte, el regionalismo acrecentado con la
prolongación de la guerra, fue debilitando el papel
dirigente de la burguesía criolla, que fue cediendo ante
el empuje combativo, prestigio político y madurez de
líderes populares que hicieron suyos los objetivos
principales de la Revolución. Tales son los casos de
Máximo Gómez Báez, dominicano y el cubano
Antonio Maceo Grajales, negro; hombres que emergen de esta
contienda con el prestigio de representar los ideales de todo un
pueblo.

Antonio Maceo será el encargado, con su digna
"Protesta de Baraguá" (marzo de 1878), de dejar sentado
que el Pacto del Zanjón, negociado a espaldas del pueblo
insurrecto, era una tregua y no la liquidación definitiva
de la independencia.

Antonio Maceo (1845-1896) fue el eje del proceso de
radicalización que se desarrolló en el transcurso
de la revolución Independentista Cubana.

Su ideario estaba basado en un independentismo radical,
negado a todo arreglo de anexión o reforma; profundo credo
republicano que incluía una consecuente defensa de la
Constitución y de la legalidad, contrario a toda
sedición o intriga política; abolicionista radical
y en consecuencia antirracista.

Mantuvo una activa lucha por la unidad del pueblo en
armas, sin predominio de una clase en detrimento de otra y
mantuvo una posición anticlerical

De las ideas filosóficas la principal figura del
período fue José de la Luz y Caballero (1800-1862),
discípulo de Varela y continuador de su legado educativo.
Sus ideas están dispersas en múltiples
artículos periodísticos, producto de
polémicas que sostuvo con los que pretendían
introducir concepciones reaccionarias en el campo de la
filosofía.

Luz y Caballero sostenía una línea de
pensamiento sensualista[7]de tendencia
materialista partiendo del carácter primaria de la
naturaleza con respecto a las ideas. El hombre es el objetivo
central de su filosofía, al entenderlo como un todo
integral y armónico por su cuerpo, alma y sensaciones,
todo eso desarrollándose en la naturaleza.

Hombre de sólida cultura, sus ideas están
basadas en filósofos como Bacón, Descarte, Locke y
los sensualistas franceses; conoce del naturalismo iluminista
francés y la obra de los clásico alemanes Hegel y
Kant.

Puso mucho énfasis en la educación y la
influencia de esta en la formación del hombre, libre de
dogmatismo y apoyado en el estudio de la realidad. Estudiar las
leyes de la naturaleza y de la vida humana fueron postulados de
su doctrina; revolucionó en la isla las ideas cognoscitiva
al llevar a la práctica en su escuela el postulado de la
experimentación como principio del conocimiento partiendo
de que el hombre conoce a través de sus
sensaciones.

Rechaza la existencia de ideas innatas y sostiene que la
razón encontrará la verdad si se da en la
experiencia. Su agnosticismo está presente en el concepto
de que el hombre no es capaz de conocer la esencia de las cosas,
pero si lo necesario para poder organizar su vida con criterios
científicos.

Su pensamiento social está influenciado por el
liberalismo burgués de su tiempo, sosteniendo que no
había contradicción entre el deber y la utilidad,
considerando que lo bueno era útil para la mayoría
de la sociedad. En lo político compartió las ideas
de José Antonio Saco y no era partidario de la
independencia.

En educación preveía la creación de
escuelas técnicas y de maestros que preparasen a la
población para la abolición de la esclavitud.
También era partidario de los estudios de ciencias
naturales, para garantizar una sociedad rica en la que la
propiedad privada fuera un derecho inalienable del hombre, basada
en los principios del deber y la utilidad.

José de la Luz y Caballero sostuvo una
polémica entre 1838 y 1840 que tenían como tema
aspectos fundamentales de carácter científico,
filosófico y moral, con un trasfondo marcadamente
político. Fue un acontecimiento que expresó la
pugna entre liberales e integristas en la colonia de Cuba. Al
calor de la polémica Luz desarrolló ampliamente sus
concepciones filosóficas y políticas.

Su contraparte en la polémica fueron los hermanos
Manuel (1808-1884) y José Zacarías (1820-1851)
González del Valle, introductores del espiritualismo
francés de Víctor Cousin, que sostenía la
teoría de que la atención del hombre debía
concentrase en el conocimiento de su mundo interior, poniendo el
sentido común frente a la experiencia y el uso de la
razón. Con estas ideas conservadoras los hermanos
González del Valle atacaron la ideología de la
Francia del siglo XVIII y en particular al materialismo
francés.

Calificaron a los sensualistas como reaccionarios y
enemigos del progreso porque eran gentes que vivían
entregados a todos los placeres y ellos pretendían, con la
ideas de Cousin salvar al pensamiento filosófico
cubano.

La posición de Luz y Caballero fue de
oposición a estas ideas por considerarlas perjudiciales
para la juventud por alejarla del progreso social y en contra del
desarrollo científico que necesitaba el país. En lo
político el acatamiento de las ideas de Cousin
tendían al acatamiento de la situación colonial de
la isla, asumiendo una actitud contemplativa ante ella. En sus
réplicas, seguidas con interés por la prensa de
criolla de la época, Luz proclamó su deseo de
consagrarse a la formación de los jóvenes y
educarlos en el espíritu de cubanismo y
protegiéndolos de la "doctrina farsante" de Cousin y sus
seguidores e incorporarlos al estudio de las ciencias positivas y
de la filosofía verdadera.

José de la Luz y Caballero, que no fue
partidarios de una filosofía "pura", ni de una ciencia de
gabinete, se propuso enseñar a los jóvenes cubanos
el papel que la filosofía debía desempeñar
en la vida social, por eso acepta que su posición es
política en tanto trata de que sus discípulos
puedan discernir sobre esa filosofía prostituida que se
pone al servicio de intereses políticos dañinos a
la patria y a la sociedad en que se desarrolla, en alusión
clara a las ideas retrogradas que los hermanos González
del Valle difunden para servir a la perpetuación del
colonialismo español.

La continuidad del pensamiento filosófico
está representada por José Manuel Mestre
(1832-1886), quien mantiene en las aulas universitarias el
pensamiento de José de la Luz y Caballero, del cual
pretendió mantenerse en un punto intermedio entre el
sensualismo materialista y los espiritualistas representados por
los hermanos González del Valle. En política fue
antiesclavista y reformista, aunque en su momento profesó
el anexionismo considerándolo en base al beneficio que el
reportaría al país. Su trabajo más destacado
fue el discurso inaugural de la cátedra pronunciado en
1861, "De la filosofía en La Habana", en el que resume sus
ideas sobre el desarrollo de la filosofía en Cuba y sus
criterios.

 

 

Autor:

Ramón Guerra
Díaz

[1] El programa incluye la petición de
la eliminación de los impuestos arancelarios y
fijación de un único impuesto del 6 % sobre la
renta; aplicación a Cuba del status de provincia
española y abolición gradual y progresiva de la
esclavitud.

[2] Un antiguo oficial de España de
origen venezolano que lideraría varios intentos de
invasión de la isla para anexarla a los Estados Unidos y
que terminó hecho prisionero y condenado a muerte.

[3] Citado por José Antonio
Fernández de Castro: Medio siglo de institución
colonial. La Habana, 1923, pp. 103-107 tomado de Cuba: El
sueño de lo posible. Tabloide Universidad para todos.
2003

[4] José Antonio Saco:
Colección de Papeles Científicos,
Históricos, Políticos y de otros ramos, ya
publicados ya inéditos. Tomo II. La Habana, 1923: 324
citado e, Cuba: El sueño de lo posible. Tabloide
Universidad para todos. 2003

[5] El programa incluye la petición de
la eliminación de los impuestos arancelarios y
fijación de un único impuesto del 6 % sobre la
renta; aplicación a Cuba del status de provincia
española y abolición gradual y progresiva de la
esclavitud

[6] Cuba: el sueño de lo posible.
Tabloide de Universidad Para Todos. 2008

[7] Doctrina filosófica que pone
exclusivamente en los sentidos el origen de las ideas

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter