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El injerto herbáceo en las cucurbitáceas: una alternativa para el manejo integrado de plagas del suelo



    Resumen.

    En la actualidad las áreas destinadas para
    cultivo protegido de hortalizas en Cuba son las más
    afectadas por nematodos y enfermedades del suelo. Estos
    organismos causan considerables pérdidas en los
    rendimientos en este tipo de instalaciones. Numerosas
    alternativas de manejo han sido empleadas con éxito en el
    mundo, entre ellas, el injerto es una práctica cultural,
    que constituye un importante componente de los sistemas de manejo
    integrado de plagas en el cultivo protegido en cultivos como el
    tomate (Solanum lycopersicum L.), pepino (Cucumis
    sativus L.), pimiento (Capsicum annuum L.),
    berenjena (Solanum melongena ), melón
    (Cucumis melo L.) y sandía (Citrullus
    lanatus
    ,Thunb). Esta técnica también es
    utilizada para conferirle a las plantas una mayor tolerancia
    frente a los factores abióticos (temperatura, salinidad,
    estrés hídrico, etc.). En países como
    España, Italia, Japón y Holanda se producen cerca
    de 30 – 40 millones de plántulas injertadas por
    año. En Cuba el Instituto de Investigaciones
    Hortícola ¨Liliana Dimitrova¨, comienza en el 2001
    la transferencia e investigación de la tecnología
    del injerto herbáceo como alternativa al uso de bromuro de
    metilo. Teniendo en cuenta estos antecedentes el objetivo del
    trabajo, es realizar un análisis de la información
    disponible sobre injerto herbáceo en cucurbitáceas,
    para la preparación de técnicos y profesionales en
    esta técnica que se ha empleado en otras partes del mundo
    y que para ser explotada eficientemente en los sistemas de
    producción protegidos de hortalizas en Cuba debe ser
    estudiada y enriquecida con el trabajo conjunto de centros
    científicos y entidades productivas del
    país.

    Palabras claves: Injerto
    herbáceo, cucurbitáceas, nematodo, enfermedades del
    suelo.

    1.
    Introducción.

    Las plántulas injertadas son utilizadas desde el
    1920 en Japón, (Sakata et al.,
    2008), con el fin de conferir resistencia a enfermedades y
    nematodos, en solanáceas y cucurbitáceas,
    constituye una alternativa al uso de bromuro de metilo para
    desinfectar el suelo (Besri, 2003; Stephen et al., 2004;
    Pérez, 2004). Además esta técnica es muy
    utilizada, para aumentar la tolerancia de las plantas a factores
    abióticos como son; temperatura, salinidad, estrés
    hídrico, etc. (González, et al., 2003) y
    un mayor aprovechamiento de la nutrición, (Angela et
    al.,
    2008).

    Al comienzo esta técnica fue muy cuestionada
    debido al costo de las plántulas injertadas, pero al
    comparar estos con la disminución del gasto por el uso del
    bromuro de metilo como desinfectante del suelo, así como
    todas las cualidades que confiere esta práctica a las
    plantaciones, hubo una rápida aceptación y
    desarrollo de esta tecnología por parte de los productores
    (Taylor et al., 2006); llegando en la actualidad a
    injertarse en España alrededor de 30 millones de
    plántulas de sandía por año, en Italia 20
    millones de plántulas de sandía, y 5-6 millones de
    melón por año. Se estima que en Honduras más
    del 30 % de las áreas plantadas de los cultivos de
    melón y sandía (2500 ha) son de plántulas
    injertadas, algo similar sucede en Guatemala la cual cuenta con
    un área aproximada de 1050 ha, para el trasplante de estos
    cultivos según Angela et al., 2007.

    En Cuba desde el año 2001 el Instituto de
    Investigaciones Hortícola ¨Liliana Dimitrova¨
    (IIHLD), en colaboración con el Centro Nacional de Sanidad
    Agropecuaria, comienza la transferencia e investigación de
    la tecnología del injerto herbáceo como alternativa
    al uso de bromuro de metilo, lográndose buenos resultados
    con el uso de los portainjertos LAO 7002, LAO 7003 y Solanum
    torvum
    en el cultivo de tomate, así como con el uso
    del la variedad de pimiento LINEM como portainjerto, frente a
    nematodos (Casanova, et al., 2007; González
    et al., 2008).

    Se han realizado algunos ensayos en
    cucurbitáceas, utilizando como portainjeto Benincasa
    hispida
    , el estudio del comportamiento del injerto en esta
    familia aun no está ampliamente desarrollada en nuestro
    país, (González, 2008).

    Mediante el proyecto ¨Alternativa al Uso de Bromuro
    de Metilo¨, de la ONUDI, que lidera el Instituto de
    Investigaciones de Sanidad Vegetal (INISAV) con la
    participación del IIHLD, el apoyo del Grupo Empresarial
    Citrícola y unidades de cultivos protegidos del MINFAR,
    MININT, y otras, se inició en el primer trimestre del 2009
    el montaje de ocho unidades de injerto herbáceo en
    diferentes localidades del país, con el objetivo de
    satisfacer paulatinamente las necesidades de transplante con
    plantas injertadas en áreas afectadas con nematodos en
    sistemas de cultivo protegido de hortalizas. Las unidades son las
    siguientes (Pérez, 2009).

    · La Habana (Empresa Cítrico
    Ceiba, IIHLD, y Plan 160)

    · Ciudad Habana ( Granja
    Atabey)

    · Matanzas (Empresa Cítrico
    Victoria de Girón),

    · Cienfuegos (Empresa Cítrico
    Arimao).

    · Villa Clara (AGROFAR).

    · Ciego de Ávila (Empresa
    Cítrico Ceballos).

    Teniendo en cuenta estos antecedentes el objetivo del
    trabajo, es realizar un análisis de la información
    disponible sobre injerto herbáceo en cucurbitáceas,
    para la preparación de técnicos y profesionales en
    esta técnica que se ha empleado en otras partes del mundo
    y que puede ser explotada eficientemente en los sistemas de
    producción protegidos de hortalizas en Cuba.

    2. Importancia
    alimenticia y económica de los cultivos: sandía y
    melón.

    Entre las cucurbitáceas la sandía y el
    melón son las más cultivadas y demandadas a nivel
    mundial. Esto se debe a su alto contenido en agua (90% de su
    estructura), esta característica las convierte en una
    fruta refrescante y apetecible para los meses del verano cuando
    el calor más aprieta. Ambas son muy bajas en
    calorías a causa precisamente de este alto contenido en
    líquidos, lo que las convierte en alimentos muy
    recomendados en dietas de adelgazamiento, (Agqnutricion.
    2009).

    A la hora de hablar de los beneficios nutricionales las
    diferencias son mayores. La sandía por ejemplo es un tipo
    de fruta que tiene más agua en su composición y muy
    poco azúcar. Destaca su alto contenido en vitamina C y A y
    en minerales como el potasio que se encargan de regular nuestro
    organismo. Frente a esto el melón también contiene
    altas dosis de ambas vitaminas, concretamente en lo que se
    refiere a la vitamina C tiene mucha más cantidad que la
    sandía, y es que el melón puede ayudarnos a
    conseguir la mitad de la cantidad de vitamina C que nuestro
    cuerpo requiere cada día, (Zonadiet, 2010).

    La sandía es una fuente importante de licopeno,
    un potente antioxidante que ayuda a nuestras células a
    permanecer jóvenes por más tiempo. El melón
    en cambio contiene otras vitaminas y elementos que en la
    sandía se encuentran en cantidades menos, como es el caso
    de las vitaminas del grupo B, esenciales para mantener nuestros
    tejidos jóvenes por más tiempo. Ambos nutrientes
    son necesarios para lograr un buen funcionamiento del organismo,
    (Weblogs, 2009).

    La producción de melón y sandía
    esta generalizada en todas las regiones del mundo, entre los
    principales países productores se destacan China, con un
    39% (63.000.000 t) de la producción total mundial, seguida
    de Turquía con un 9%, Estados Unidos con un 6%, y
    España e Irán con un 5% cada uno de ellos.
    España obtuvo en el 2008 una producción de
    sandía y melón de 715.900 t, con una superficie de
    15.302 ha, (Fruit Logística, 2009).

    En América las mayores producciones de
    melón se concentran en México, USA y Costa Rica.
    México y USA son los países que dedican mayores
    superficies a este cultivo con 52 000 y 42 000 ha
    respectivamente, mientras que los mayores
    rendimientos se obtienen en USA con 23
    t.ha-1 y Costa Rica con 20
    t.ha-1. Dentro del área del
    Caribe se obtienen producciones en República Dominicana,
    Guadalupe y Martinica, siendo República Dominicana el
    país que más superficie destina a esta hortaliza y
    que mayor producción alcanza, en el orden de las 35 000 t,
    los mayores rendimientos por su parte se alcanzan en Martinica
    con 16 t.ha-1 y
    Guadalupe con 13 t.ha-1 a pesar
    de que dedican áreas más pequeñas para
    el cultivo (FAO, 2008).

    En Cuba, las provincias de Ciego de Ávila y
    Matanzas son las que más se destacan en la
    producción de sandía y melón en condiciones
    de cultivo protegido, con una superficie de 1,944 ha y 0, 54 ha
    respectivamente, (MINAG, 2010). Bajo condiciones protegidas la
    producción de estas cucurbitaceas es de 40 – 50
    t.ha-1 para el cultivo del
    melón y 45 – 55 t.ha-1
    para el cultivo de la sandía, (Casanova
    et al., 2007).

    En las regiones del Caribe, el melón y la
    sandía presentan serias dificultades para su desarrollo a
    cielo abierto, debido a la alta humedad relativa imperante, que
    favorece la aparición de enfermedades severas en el
    follaje, como el mildiu velludo (Pseudoperonospora
    cubensis),
    que constituye la limitante fundamental de la
    producción de melón en esta región, ya que
    provoca una defoliación total en las plantas mucho antes
    que el cultivo concluya su ciclo de vida, (Lozano y
    Schawrtz, 1981).

    Según estudios realizados por Gómez et
    al.,
    2009, Señalan que Meloidogyne spp.
    constituye la principal limitante para la producción de
    melón y tomate en condiciones de cultivo protegido en
    Cuba, seguido de plagas insectos y fitopatógenos varios.
    Es por esto la necesidad de buscar alternativas capaces de
    mitigar los daños causados por este endoparásito,
    entre las cuales se encuentra el injerto
    herbáceo.

    3. Historia del
    injerto herbáceo.

    El injerto en plantas leñosas fue conocido por lo
    chinos desde 1000 años antes de J.C. El primero en dejar
    plasmado en sus obras descripciones de los injerto fue
    Aristóteles, (Lee, 2003a). El injerto de
    aproximación fue el primer método practicado, ya
    que éste se observaba con facilidad en los árboles,
    cuando se unían dos ramas por accidente y se unían
    sin intervención del hombre, luego se comenzaron a
    realizar nuevos métodos, que durante la época del
    imperio romano ya eran muy populares (Sakata et al.,
    2006). Durante el Renacimiento hubo un interés renovado
    por las prácticas del injerto lo que aumentó el
    desarrollo de nuevas técnicas y métodos de injertar
    plantas del tipo leñosa. El uso de esta técnica se
    generalizó en muchos países y se conocía la
    importancia de hacer coincidir las capas de cambium,
    aunque no se conocía la función de este tejido. En
    el siglo XVII, Duhamel estudió la unión de injertos
    leñosos. Continuó sus trabajos Vochting a finales
    del XIX. (Kacjan y Osvald, 2004).

    El desarrollo de la técnica del injerto
    herbáceo comenzó alrededor del 1920,
    practicándose por primera vez en el cultivo de
    sandía en Japón, con el fin de prevenir el
    Fusarium (Kubota et al., 2008) El empleo de
    esta técnica es reconocida con amplia difusión a
    partir de 1970 en España, Francia, Italia y Japón,
    siendo éstos los países con alto desarrollo en esta
    temática, donde se estima una producción de 651
    millones de plantas injertadas por año, para una
    superficie de 30 000 ha a pleno campo y 15 000 ha en
    invernaderos (Hoyos, 2007).

    4. Finalidad del
    injerto herbáceo.

    La principal finalidad del injerto en hortalizas es
    obtener resistencia a enfermedades del suelo, utilizando patrones
    que confieran tolerancia a dichos patógenos (Camacho y
    Fernández, 2002; Lin, 2004; Angela et al., 2007).
    Debido a los buenos resultados que se han obtenido utilizando el
    injerto en las diferentes hortalizas, es empleado como medida
    alternativa al uso del bromuro de metilo, (Leoni et al.,
    2004; Mitidieri et al., 2005).

    También constituye una medida de lucha contra el
    síndrome del colapso, según algunos autores su
    resistencia a este síndrome está motivada por la
    diferencia del flujo de savia existente entre ambas estructuras
    fisiológicas, (Lobo, 1990; Escudero et al.,
    2003).

    Otra de sus finalidades es concederle a los cultivos una
    mayor resistencia y tolerancia a factores abióticos tales
    como: la temperatura, salinidad, sequía, etc. (Privitera y
    Sirvero, 1999; Liu, et al., 2003a; Liu, et al.,
    2004b; Shishido et al., 2006). Otras
    finalidades de su uso pueden ser:

    v Obtener formas especiales de
    crecimiento.

    v Incremento de la absorción de
    minerales y fertilizantes.

    v Incremento de la calidad y cantidad de
    frutos.

    v Acelerar la madurez reproductora de
    selecciones de plántulas obtenidas por
    hibridación.

    5. Enfermedades
    que se previenen con el uso del injerto herbáceo en las
    Cucurbitáceas.

    Las enfermedades que se previenen con el uso del injerto
    son aquellas cuyo inoculo permanece en el suelo, provocando
    alteraciones en la zona radical y en tallo de las plantas. En la
    Fig. 1 se muestran las principales alteraciones provocadas por
    las enfermedades del suelo.

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    Figura 1: Fases de desarrollo de una plántula
    y localización de las principales alteraciones provocadas
    por las enfermedades del suelo (Blancard et al.,
    1993).

    1. Inhibición de la
    germinación de la semilla (G).

    2. Ataque al hipocótilo
    (H).

    3. Alteración de la raíz
    principal.

    4. Necrosis de las raíces y/o del
    cuello (C).

    5. Alteraciones de las raíces y/o
    del cuello y/o de la parte baja del tallo.

    5.1. Fusarium oxysporum f. sp. cucumerinum
    Oven (FOC).

    Este hongo infecta al cultivo del pepino, penetrado por
    las raíces y se localiza en los vasos leñosos de
    las raíces y del tallo, siendo la causa de la
    obturación de los conductos de agua y nutrientes hacia las
    hojas. En las plantas adultas se produce un marchitamiento de
    brotes y hojas, que posteriormente se hacen persistentes y afecta
    a las ramas o a la planta entera, la cual llega a morir antes que
    los frutos alcancen el tamaño y la calidad comercial
    adecuados, (Fig. 2). Las plántulas si son plantadas en un
    suelo fuertemente infestado mueren antes de llegar al estado
    adulto (Lin, 2004).

    Esta especie de fusarium como otras de
    Fusarium oxysporum, puede mantenerse en el suelo durante
    muchos años (10-15) gracias a sus clamidosporas cuya
    espesa pared les permite resistir las condiciones más
    diversas en el suelo. Se difunde sobre los tallos formando
    chancros que se cubren de numerosos conidióforos y
    esporas.

    Estas se dispersan fácilmente a favor del viento
    y de salpicaduras. Los sustratos contaminados transmiten la
    enfermedad, así como las máquinas de
    laboreo, (Blancard et al.,
    1993).

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