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Lesiones quirúrgicas de vía biliar




Enviado por pablo



    INTRODUCCION

    Las lesiones iatrogénicas de las vías
    biliares (LIVB) son una contingencia infrecuente, con
    repercusiones clínicas, económicas, judiciales,
    laborales y sociales muy importantes. Esto hace imperativo tener
    un concepto muy claro sobre su presentación
    clínica, su diagnóstico, clasificación,
    complejidad y su tratamiento adecuado; pero sobre todo, la manera
    de prevenirlas.

    En esta patología las decisiones y tratamientos
    inadecuados pueden desencadenar resultados desastrosos para la
    salud del paciente a corto y largo plazo. Esta
    complicación puede presentarse en el transcurso de
    múltiples procedimientos quirúrgicos, siendo
    los más frecuentes durante la
    colecistectomía, exploración de vía biliar,
    anastomosis biliodigestiva, gastrectomía, cirugía
    hepática, colónica.

    Durante la presente década, la difusión de
    la colecistectomía laparoscópica se ha
    correlacionado con un incremento en la incidencia de
    las mismas por lo cual se ha renovado el interés por este
    tema.

    En los últimos tiempos ha cambiado
    de manera notable su diagnóstico, tratamiento
    y por lo tanto su pronóstico.

    El desarrollo actual de diferentes modalidades
    diagnósticas y fundamentalmente terapéuticas es el
    motivo de nuestro trabajo.

    Finalmente analizaremos una breve casuística,
    donde se destaca el diagnóstico como su tratamiento
    adaptados a nuestro medio, experiencia y recursos
    económicos.

    DEFINICIONES Y
    DELIMITACION DEL TEMA

    Se define la lesión quirúrgica como la
    obstrucción (ligadura, clipado o estenosis cicatrizal)
    sección parcial o total de la vía biliar principal
    o de conductos aberrantes que drenan un sector o segmento
    hepático.

    Traverso8 la define como el desgarro o sección de
    la misma con o sin fuga biliar y con o sin estrechez.

    Otros autores9 la definen como la interrupción de
    las mismas en algún punto de su recorrido.

    No solo debemos de considerarlo como una
    complicación sino como una nueva
    patología.

    Tal vez es la complicación más importante
    de la cirugía biliar y sobretodo durante la
    colecistectomía abierta o laparoscópica.

    Dada la complejidad del tema, me
    limitaré a analizar las lesiones que se
    producen fundamentalmente durante la
    colecistectomía.

    Sabiendo además que dicho procedimiento es la
    causa en más del 80% de las lesiones de vía biliar
    principal 2,8.

    RESEÑA
    HISTORICA

    La primera colecistectomía planificada la
    realizó Carl Langenbuch, el 15 de julio de 18823. En 1891
    Sprangel comunica la primera anastomosis coledocoduodenal para
    tratar una sección de vía biliar principal; un
    año después Doyen repara en forma terminoterminal
    otra sección de colédoco20. En esa época el
    tratamiento quirúrgico de la litiasis biliar era
    excepcional, practicamente confinado a casos muy
    seleccionados.

    Posteriormente en 1899 y 1905 Kehr realizaba dos
    reparaciones cabo a cabo sin tubo tutor, con buen
    resultado3.

    Kocher19 en su libro de "Operaciones Quirúrgicas"
    (1907), ya alerta sobre la necesidad de una técnica
    minuciosa para la colecistectomía. Negri pone
    énfasis en las distintas variedades anatómicas que
    se observan en el pedículo hepático y enumera por
    separado las distintas formas que adoptan los conductos
    cístico, hepático común y
    colédoco.

    Couinaud (1954) describió la placa hiliar y la
    trayectoria de conductos biliares extrahepáticos, aspectos
    de gran importancia en la cirugía de las vías
    biliares.

    La primera reparación biliar utilizando el
    conducto hepático izquierdo fue realizada en el Hospital
    Bichat en 1956 y fue comentada en un informe por Hepp y
    Couinaud1.

    Los aportes de Terblanche44 sobre el riego arterial al
    árbol biliar fueron básicos al momento del manejo
    quirúrgico de la misma para la realización de
    diferentes procedimientos.

    En 1965 Hallenbeck44 propuso una nueva técnica
    para el tratamiento de la estenosis biliares, basado en estudios
    animales, en los cuales crea un estoma cutáneo del asa de
    yeyuno en Y de Roux como acceso para el manejo de la
    hepaticoyeyunoanastomosis.

    En 1973 Raúl Praderi47 publica una
    modificación técnica del asa
    Hivet-Warren.

    El primer informe de la colecistectomía asistida
    por el laparoscopio fue presentado en una reunión
    quirúrgica alemana en abril de 1986 por Eric Muhe, de
    Boblingen quien la había realizado en setiembre de 1985,
    si bien en la literatura existen informes que Phillippe Mouret la
    realizó por primera vez en marzo de 19874 . Hoy en
    día es la vía de elección en el manejo de la
    patología litiásica biliar. Sin embargo su
    introducción se ha visto asociada a un aumento de lesiones
    de vía biliar principal debido a múltiples factores
    que luego desarrollaremos.

    ALGUNOS
    COMENTARIOS MEDICOLEGALES

    Ultimamente se han visto un incremento de las demandas
    judiciales dentro de las cuales se encuentran aquellas debidas a
    las complicaciones de la colecistectomía
    laparoscópica.

    El término iatrogenia deriva de "iatros" que en
    griego significa médico y de "genia", génesis, que
    expresa derivado, producido, engendrado. Por lo
    tanto significa engendrado o producido por el
    médico.

    Lo que se desea destacar es que el cirujano ha generado
    con su intención pretendidamente terapéutica, una
    nueva situación patológica. Por ello se habla de
    Enfermedad Iatrogénica. Es conveniente aclarar desde ya
    que el cirujano no siempre es el único
    responsable de la lesión. La propia
    predisposición, constitución del paciente,
    variaciones anatómicas, contribuyen a
    desencadenarla5.

    Todo profesional está expuesto a un
    riesgo, inherente a la acción como
    médico, que dependerá de las circunstancias en que
    se actúa por un lado y de cómo se lleva a cabo por
    otro.

    La responsabilidad profesional deriva en la
    inmensa mayoría de los casos de una
    situación culposa originada a partir de tres situaciones
    diferentes:

    1- de las características del acto
    médico,

    2 – de las condiciones psicofísicas
    que pueda ostentar el profesional actuante en un momento dado
    y

    3- de las condiciones institucionales
    generales en las cuales se realiza la
    atención médica.

    De una o más de las condiciones anteriores y
    observando una actitud imprudente, negligente o imperita se
    llegará al fin no deseado que puede implicar una falta
    médica .

    Los factores que pueden explicar el incremento de las
    demandas se relacianan con: pérdida económica
    importante para el paciente, ya que la misma acontece durante un
    período de actividad laboral pleno,
    generación de disfunción orgánica mayor y
    trastorno corporal global, incapacidad permanente o
    muerte.

    ASPECTOS
    ANATÓMICOS A TENER EN CUENTA

    Es imprescindible el conocimiento de la anatomía
    de las vías biliares y sus variantes para la
    realización de una cirugía de bajo
    riesgo.

    Debe recordarse el desarrollo
    embriológico, siendo este punto de partida de alteraciones
    anatómicas.

    Algunos conceptos del desarrollo
    embriológico:

    Tanto el hígado como la vía
    biliar se originan a partir de una evaginación
    sólida en forma de un rudimento situado en la pared
    ventral del intestino anterior primitivo, próximo a
    la entrada en el tallo vitelino. El esbozo hepático (pars
    hepatis) aparece en la cuarta semana de gestación como un
    divertículo duodenal. La porción
    craneal sólida del divertículo
    hepático acaba desarrollando el tejido hepático
    glandular y conductos hepáticos intrahepáticos; la
    porción caudal (pars cystica) se convierte en la
    vesícula biliar, conducto cístico y el
    colédoco.

    Este proceso de desarrollo proporciona en
    múltiples oportunidades formación de
    anomalías en los diversos estadíos.

    Las variaciones de la vía biliar
    principal según Lassau poseen una
    explicación embriológica y se relacionan con una
    teoría hemodinámica de la segmentación
    hepática, lo que significa una mayor variación en
    los conductos derechos34.

    La vesícula biliar está
    ausente de forma congénita en un 0,1% de la
    población.

    Algunas anomalías son extremadamente
    raras como el conducto hepático desembocando
    en la vesícula, continuándose el conducto
    cístico como colédoco. Lo cual se acompaña
    en la mayoría de los casos durante el acto
    quirúrgico de la sección del conducto
    hepático6.Conductos accesorios persistentes (fetal) entre
    el hígado y la vesícula se presentan entre un
    8,7-28 %7.

    Variaciones en la anatomía de la
    vía biliar extrahepática y arteria hepática
    ocurre en más del 50% de los casos8. En una
    revisión de Andrén-Sandberg15 anomalías
    anatómicas se presentaron en 16 de 55 casos
    de lesiones de vía biliar.

    Conductos cistohepaticos o
    colecistohepático fueron visibles en 3-5,2%
    de las autopsias7

    La anatomía de las vía
    biliares extrahepáticas puede considerarse en 3
    niveles:

    1- Superior: convergencia biliar en la placa hiliar. El
    conducto hepático derecho resulta de la confluencia del
    paramediano que drena los segmentos V y VIII y del conducto
    lateral que drena los sectores distales VI y VII.

    El conducto hepático izquierdo representa un
    tronco en común que reúne los conductos de los
    segmentos II y III. Sobre este tronco convergen casi en
    ángulo recto los conductos de los segmentos I y IV. La
    reunión de los hepáticos derecho e izquierdo se
    realiza en el hilio hepático, lo que constituye la
    confluencia biliar superior. El hepático izquierdo se
    dispone horizontalmente, siendo este el de mejor accesibilidad
    quirúrgica. En cambio el derecho es corto y se dispone
    verticalmente en el eje del conducto hepático
    común.

    Con respecto a la constitución de la confluencia
    biliar es muy variable: solo en un 57 % es modal.

    En un 40% de los casos el conducto derecho está
    ausente: los dos sectoriales derechos se reúnen en el
    conducto izquierdo, denominado trifurcación biliar o bien
    un conducto sectorial aboca aisladamente en el
    conducto hepático común o hepático
    izquierdo.

    En un 3 % los sectoriales forman
    directamente la convergencia. Con respecto a las relaciones
    vasculares cabe destacar la vinculación con
    la rama derecha de la arteria hepática, que cruza la
    vía biliar por detrás. Pero debemos tener en cuenta
    que en un 13 % este cruce se realiza por delante.(figura
    1)

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    2- Medio: representada por la vía
    biliar accesoria que desemboca en la vía biliar principal.
    Las modalidades de desembocadura del cístico son
    variables, pudiendo desembocar en cualquier lugar de la
    vía biliar principal.

    Lo más frecuente es su desembocadura formando un
    ángulo agudo con la vía biliar principal, lo cual
    nos permite describir el triángulo de la
    colecistectomía, descrito por Calot en 1891 conformado por
    el cístico, el borde derecho del conducto hepático
    y la arteria cística.

    Budde describió otro triángulo conformado
    por el conducto cístico, el borde derecho del conducto
    hepático y el borde inferior del
    hígado. El mismo contiene el pedículo
    cístico.

    Goor clasifica 11 tipos de anomalías en la
    terminación del conducto cístico7.

    En ocasiones la desembocadura se produce en un sector
    más abajo del aparente presentando un trayecto adosado, en
    "caño de

    escopeta". Más raramente el cístico rodea
    la vía biliar principal por detrás o por delante
    para desembocar en su borde izquierdo. Cerca del 2 % de los casos
    el cístico desemboca en el conducto hepático
    derecho o en el conducto lateral derecho, constituyendo
    conductos hepatocísticos (figura 2) que
    drenan la totalidad del hígado derecho o el sector lateral
    derecho.

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    Excepcionalmente existe ausencia del
    conducto cístico, en donde el cuello vesicular se abre
    directamente en la vía biliar principal. Así como
    también su duplicación.

    Queremos destacar que la disección innecesaria
    alrededor de los conductos biliares principales durante la
    colecistectomía puede seccionar o lesionar sus arterias
    principales, que corren en las posiciones de las
    tres y las nueve del reloj (figura 3), estas arterias axiales
    brindan sangre a los conductos supraduodenales, proveniente en un
    60% de la arteria gastroduodenal, y en un 38% de la arteria
    hepática.

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    3-Inferior: Dado por una porción retroduodenal y
    la porción pancreática. En un 60 % de los casos
    desemboca en la parte media de la segunda porción
    duodenal. A su vez la desembocadura común del
    colédoco con el wirsung en un solo conducto se da en
    un 60% de los casos. Como doble cañón
    a nivel de la carúncula mayor en un 38% y por separado en
    un 2%.

    INCIDENCIA

    En forma global la frecuencia de lesiones de vía
    biliar oscila entre un 0,1 a 0,6 %
    2.

    Estas lesiones son entre tres a cuatro veces más
    frecuente durante la colecistectomía laparoscópica
    (0,3-0,6%) que la abierta (0,1-0,3%).

    A esto se suma el hecho de su mayor
    gravedad, al tratarse de lesiones más altas
    en su localización, con afectación de conductos
    biliares intrahepáticos y con frecuente resección
    de sectores 10

    En una revisión realizada en el
    Reino Unido11 la prevalencia de lesiones de la VBP
    en 66.163 colecistectomías vía abierta fue de
    0,2% mientras que en 11.978 colecistectomías
    laparoscópicas fue del 0,3%.

    Son varios los estudios que han sugerido el
    aumento de la frecuencia desde la introducción de la
    colecistectomía laparoscópica.

    Uno de los primeros estudios multicéntricos
    publicados en la literatura médica informó 7
    lesiones en 1518 pacientes con un porcentaje de 0,5%.

    La revisión de Strasberg 12
    es muy significativa, ya que en 124.433 pacientes
    estudiados en 22 series de casos se informa un porcentaje de 0,52
    con un rango de 0 – 2,35%. Shea13 en 1998 realiza un
    metaanálisis que comparó 78747
    colecistectomías laparoscópicas contra 12973
    abiertas y encuentra también diferencia
    estadísticamente significativa (0,36-0,47 contra 0,19
    – 0,29%).

    En Uruguay no se conoce la frecuencia de este problema,
    ya que no existen estudios de consenso, así como la
    condición humana del cirujano que lleva a ocultar esta
    eventualidad, sobre todo cuando la lesión se
    identifica durante el intraoperatorio y el tratamiento
    quirúrgico se efectúa en ese momento.

    ETIOPATOGENIA

    Tanto la naturaleza como las consecuencias de las
    lesiones durante la colecistectomía varían
    ampliamente, así como su pronóstico.

    Catell20 encuentra que en el 75% de sus casos la
    lesión fue debida a fallas técnicas durante la
    colecistectomía.

    Mecanismo de las lesiones:

    Sabemos que son múltiples pero señalaremos
    los más frecuentes que nos enfrentamos durante la
    práctica quirúrgica. Lo que nos
    podrá ayudar a identificar donde se puede generar el
    problema para intentar evitarlo, teniendo como objetivo principal
    el tratar de abolir la morbimortalidad de nuestros
    pacientes.

    Las causas se pueden clasificar de la
    siguiente manera:

    1- vinculadas a la disposición
    anatómica,

    2- condicionadas por la patología local
    y

    3- factores técnicos puros y por lo
    tanto dependientes del cirujano actuante.

    Las primeras ya fueron desarrolladas en
    aspectos anatómicos.

    En segundo lugar factores patológicos:
    colecistitis aguda que enmascara tanto estructuras biliares
    así como vasculares, lipomatosis, vesícula
    escleroatrófica, sindrome de Mirizzi, hemorragia local,
    fístulas colecisto-digestivas, cirrosis hepática,
    hipertensión portal.

    Las dificultades de la hemostasia de la arteria
    cística pueden llevar a las mismas consecuencias, ya que
    en el intento de pinzar el elemento que sangra se
    generan las lesiones del hepatocolédoco.

    En tercer lugar los factores técnicos. Maingot9
    dice: "la colecistectomía fácil y un cirujano
    carente de adecuado entrenamiento quirúrgico,
    constituyen una combinación siniestra".

    La mayoría de las lesiones durante la
    colecistectomía se produce por confundir la vía
    biliar principal con el conducto cístico. Sobre
    todo cuando la vía biliar principal es fina,
    facilitada por la tracción excesiva de la vesícula
    sumado a la presencia de un conducto cístico corto. Esta
    confusión puede llevar a la sección parcial,
    ligadura, laceraciones, quemaduras térmicas y su
    ulterior evolución a la estenosis así como a la
    resección parcial de la VBP.(figura 4)

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