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El perroflauta que escuchaba a Wagner.Episodios Nacionales de Angelillo de Uixó



Partes: 1, 2

  1. I
    jornada. La ecoaldea de Vall d' Uixó y la ciudad
    gitana de Texas
  2. II
    jornada. Despertares del perroflauta
    Sigfrido
  3. III
    jornada. De como el perroflauta Sigfrido encuentra a su
    perro
  4. IV
    jornada. Luna, espuelas, muerte y gitanos

I jornada. La
ecoaldea de Vall d' Uixó y la ciudad gitana de
Texas

Luna redonda sobre el establo. Cielo
parpadeante y encendido de astros cubiertos por el suave manto
algodonero de nube siniestra y rasgada que oscurece la luz
candelera. Transciende su romántico brillo a rostros
iluminados por antorchas y hoguera. En la tierra bailan y brincan
la amorosa humanidad campestre de Vall d' Uixó.
Algarrobales solitarios sobre bancales muestran sus
raquíticas ramas donde acoge su nido, la rata. Las vainas
esperan colgantes la mano calorra que agarre su misero fruto.
Oliveras, esparraguera, zarza moras, zarzaparrilla, pinares
caóticos y curvos por las lomas, el terreno: piedras
rodeno. Alrededor de estos bancales pagolas y caravanas de la
ecoaldea. Tras la loma donde se esconden, cargada de cruces
cristianas que recuerdan a los caídos por Dios y por
España, camino al pueblo de Vall d'Uixó, pintado y
esculpido en rocas y arboles propaganda de España 2000 que
anuncia la proximidad de las casa chavoleras del barrio marginal
de Texas. Por ahí andan los perros maltratados, los gatos
colgados de los alambres de las ventanas donde se tiende la ropa,
y los cadáveres de los gorriones en sus nidos picados por
los gallos. Se amontona el criollaje calorro- faccioso de barrio
reproducido en masa y en serie por madres solteras abandonadas, o
de matrimonios de conveniencia, Al monte escalan las voces
quinquilleras y drogadas cantando "hosanna en los cielos" , dan
palmas violentas cargadas de bronce cómo campanas de
catedral. Bailan los delincuente de navaja, bastón y
jeringuilla ofreciendo sus cuerpos cubiertos por camisa de
volantes al señor. Los paganos gitanos evangelistas dan
aleluyas camaronicas al señor de los flamencos: Jesucristo
el canibalizado. Terminadas las abluciones y el baño de
hierbabuena, en un rincón de la esquina del templo, el
encuentro con la joven de piel cobriza. Acaba con sangre de bella
en la mano y su labio partido. Es preñada la preciosilla
por el calorro cristiano que le clava su viril espada bajo la
falda. Olor a blancos claveles sobre sus pechos. Los seres de luz
de la ecoaldea, al otro lado de la civilización, separados
por una pequeña colina cargada de cruces y historia de
muertes, alrededor de la hoguera, la amorosa humanidad celebra la
cosecha abundante de 5 kilos de romolacha, 2 de berenjenas y
cuatro de tomates ecológicos. Varios pepinos adornan el
orgulloso mantel donde se extienden los frutos. En el establo, la
vaca Luciana espanta las moscas con el rabo, danzan
aéreas, suena la épica música de las
fanfarrias de Wagner.

Cerca del altavoz del transistor un joven
tirado sobre las balas de paja de la vaca luciana suspira y
llora. La sublime y magistral música wagneriana evoca al
rey Arturo, el grial, blancas armaduras, nobles caballeros,
princesas, honor, honra y espadas que chirrían en bosque
de robles, oscuros, fríos envueltos en nieblas y
misterios. Los lamentos del joven desesperado y cautivo de su
situación de miseria salen por la ventana y se cuela en el
bello oído de la sin par bella Mari que baila la danza del
amor brujo de Manuel de Falla. Sus preciosos ojos de princesa
verdes turquesa dirigen una profunda mirada cargada de
melancolía y empatía hacia el establo. Su mirada es
capaz de hacer morir de deseo a cualquier hombre o mujer, pues la
belleza sin par de Mari atrae hacia si a todo ser vivo y planta
existente en la tierra.

-Sigfrido me necesita- exclama con su voz
de dulce sirena en la ecoaldea.

La danza se para, los rostros bellos y
elficos de los seres de luz se sobrecogen ante el rubor de bella
Mari, y la percepción de que la infelicidad existe en la
tierra. Se abre paso entre el coro de bohemios que destrozan el
anillo que forman sus cuerpos. El infinito se deshace en la
cuadratura del circulo. El lamento y suspiro del joven Sigfrido
hiela el fuego de la hoguera que baila mecida por el
cálido poniente. La hoguera chirría con pena y
arroja incandescente ascuas que caen sobre la huella leve que ha
dejado en la bendita tierra Bella Mari. Gaya, la madre tierra,
que es lesbiana y feminista, besa las palmas del pie desnudo y
cargado de cascabeles de bella Mari, la más bella criatura
que vive en la tierra. Venus, con su luz blanquecina sigue
encelada los pasos de la joven. Sus cabellos rubios y largos le
caen hasta la cintura, son mecidos por el viento. Una suave
melodía de violines wagnerianos, el poema musical del
encuentro de Isolda con Sigfrido da la bienvenida al establo a
Bella Mari. Muge Luciana que mira con deseo a bella. Una suave
mano, dulce, blanca, pura, femenina, adornada de cascabeles,
pulseras de colores con estrellas y delfines, toca amorosa el
hermoso y ario cuerpo de Sigfrido, cuya figura y pose es la de un
adonis apolinio extendido desnudo sobre la paja. Sus muslos
musculosos y fibrosos, tersos, indefensos en esa posición
de adolescente desconsolado reciben la caricia de su bella
hermana. Repliega la pierna derecha ante el tacto suave y
cálido. Se vuelve y mira con sus ojos azules y profundos
el rostros de su hermana que le habla arrodillándose
frente a él.

-Sigfrido, hermano, no te lamentes de este
destino, vive en paz y amor con nosotros, ama la tierra, a la
madre gaya. Disfruta del ocio, del baile. Olvida tu anterior vida
de asalariado.

-Oh hermana- le dice el rubio Sigfrido de
largos cabellos vikingos ondulados y dorados besando
ardorosamente la mano de su hermana. La desliza hacia sus
turgentes pechos envueltos en una gasa transparente mientras con
la otra agarra a la bella arrodillada sobre él. La conduce
a su ancho y fornido pecho donde puede escuchar los latidos de su
herido corazón. La cervatilla bella Mari descansa sobre
Sigfrido. Los dos hermosos cuerpos arios yacen juntos y
ardorosos. Se posa un rayo de luna que ilumina sus puros rostros
repletos de inocencia y palabras de consuelo capaces de
enternecer hasta a un judío.

  • Hermana, mi querida hermana, se que me
    ayudas acogiéndome en la ecoaldea, en estos momentos
    en que me han embargado el piso, el coche, la moto,la barca a
    motor, la vídeo consola, pero he de confesarte que
    sufro de ver tanto desorden, miseria y estar rodeado de gente
    sin iniciativa. Mari, yo no se vivir sin ambiciones, el ocio
    me aburre tanto cómo el trabajo. Mi futuro de rascar
    las hierbas del campo sin jornal es para mi un infierno. No
    siento la misma alegría ante un tomate maduro que tu,
    ni tus compañeros, ni me felicito de vender 5 kilos de
    melones en un mercadillo agroecológico. Oh, Mari,
    Mari, el encuentro de ayer cuando me explicaron y
    enseñaron vuestro mundo fue traumático.
    ¿ Por qué el chaman de la ecoaldea no me hace
    caso sobre mi proyecto de cultivar con tractores, contratar
    peones inmigrante para que labren todas las tierras y plantar
    miles de hortalizas y vender a gran escala? Luego con los
    beneficios podemos comprar deuda soberana y bonos del estado
    a un 7% de beneficio. Con eso podría pagar mis deudas,
    recomprar mi piso a bankia. Hermana, debemos tener
    ambiciones- Sigfrido besa la mano de la bella Mari, la paja
    pegada en sus cuerpos y cabellos les da el aspecto de
    adolescentes despreocupados de los sucios interese de un
    mundo gobernado por el inferior judío mercader cuya
    coronilla se adorna por una kipa y tienen nombres
    cómo: Rodrigo Rato, Rajoy , Rubalcaba y Juan Carlos.-
    ! Qué Dios, Ala, el 15-M, el tribunal supremo, los
    anarquistas, UPYD, las asociaciones de consumidores, y los
    ecologistas acaben pronto con ellos!

  • Bella Mari , cuya mejilla derecha
    recibe un haz de luna besa a su hermano en la boca
    horrorizada de escuchar tales palabras. Mari nacida para amar
    y servir al amor, incapaz de tener una conversación
    que haga contrariar a nadie y le haga sufrir, besa con sus
    carnosos rojos labios el cuerpo de su hermano que suspira
    extasiado y erecto. Levanta Sigfrido la túnica de
    vestal de su hermana. La muchacha piadosa, devota y beata se
    coloca sobre él, santificando su hermoso cuerpo
    desnudo al verdadero amor al prójimo. Baila Bella Mari
    sobre el cuerpo de su hermano. Desde la ventana del establo
    varios perroflauta contemplan la escena con alegría y
    felicidad. Los lamentos de Sigfrido desaparecen, ya pueden
    bailar y danzar de nuevo alrededor de la hoguera que
    súbitamente prende su fatua llama repleta de
    espíritus del bosque del secano de algarrobos y
    oliveras de Vall d' Uixó. Prende hasta los 20 metros
    de altura. Los seres mágicos y luminosos de la
    ecoaldea van quitándose la ropa y tirándola a
    las llamas para desprenderse de la propiedad y la brutalidad
    del capitalismo. La sin razón de los prejuicios son
    purgados cómo los herejes en la inquisición.
    Hacen el amor los perroflautas en una hermosa orgía de
    hombres con hombre, mujeres con mujeres, hombres con perros,
    perros con gatos, el gallo del corral con un rosal, inclusive
    los hay que practican el convencionalismo aburrido y
    decadente de hombre con mujer. Venus sonríe
    triunfadora, las fanfarrias de Wagner con trompetas y
    violines se mezclan con profundos suspiros, jadeos, cuerpos
    que chocan unidos. Los cascabeles del tobillo de bella Mari
    suenan en percusión sobre sus nalgas y por la
    vibración del movimiento que agita su concupiscente
    carne al ritmo del sube y baja, armoniza la sinfónica
    metálica con su melodía de suspiros y jadeos de
    placer ghospel y soul entrecortados de: ahhh, ahhh,ahhh,
    aaaaahhhhhhh y uhhhh, ayy, uhhh,ahhhhh. El grillo
    chirría del calor y el sapo solitario,
    melancólico y noctambulo croa entre la hierba
    húmeda. Los gitanos y quinquilleros de vall d'
    Uixó, violentos y asesinos salen en busca de chatarra.
    En el pueblo de Uixó, en sus barrio céntricos
    de la milenaria judería poblada de blancos
    decrépitos, ancianos pensionistas de raza latina y
    habla valenciana, quedan recogidos en sus casa visionando el
    tiempo por la televisión. El toro embolado corre por
    las calles maltratado y apaleado por los gachupines que hacen
    méritos de valientes para conquistas a una golfa en
    pantalones cortos y escotada de menos de 15 años que
    se vende por cocaína. Los caciques desde las
    balconadas de las calle más anchas, acompañados
    de autoridades, curitas, monjas y sus mujeres viejas,
    aristocráticas, feas, engalanadas con mantón de
    manila, peineta y blusones de falleras, se exhiben
    autoritarios, competente y plenipotenciados junto la bandera
    nacional atada a los hierros forjados del balcón. En
    las calles los trabajadores parados, serviles, batuecos y
    tradicionales acuden al toro.

  • Bella Mari colmada de orgasmos, al
    terminar , coloca su trasparente y sacra túnica de
    seda sobre su hermoso cuerpo. Su hermano queda tendido,
    desnudo y bañado por la luz de la luna sobre la paja.
    La luna huye, huye, cargada de deseo, de amor y de muerte.
    Carne negra de toro en el pueblo de vall d' Uixó al
    terminar la orgía en la ecoaldea le apunta con sus
    aspas menguantes. La legua morada de la bestia sobre la
    tierra. Unos gachupines le arrancan las pezuñas y el
    carnicero afilando los blancos aceros se acerca. La luna se
    ha ido.

II jornada.
Despertares del perroflauta Sigfrido

El sol amarillea los corazones en la
mañana, las plantas marchitas de falta de agua en los
campos que rodean la ecoaldea, la tierra envejecida y cansada,
polvorienta, hambrienta de amor y de azada. El gallo
chigón y despierto, sonámbulo de la noche y del
día, pica una lombriz y canta: kikiriki, kikiriki. Un
perroflauta o quizás un perro levanta la oreja, amontados
en una pagola decorada las paredes de duendes, elfos, pitufos;
yacen cuerpos desnudos estampa viviente de reencarnaciones de
Bacos. Sombreados por el cañizo del techo, roncan y
suspiran los nacidos para el amor, la felicidad y el festival del
rototom, ángeles frágiles, neuróticos,
elegidos por un Dios justo, descansan hasta el medio día
con sus imperfecciones.

A Sigfrido se acerca la vaca Luciana
necesitada de ser sus ubres exprimidas. Muge suave sobre su
oído.

-Muuuuu, muuuuu, muuuuu- le dice
luciana.

  • aparta bicho, ¿no te das cuenta
    que soy infeliz?- le dice el noble y hermoso Sigfrido con una
    mirada de pena.

  • Muuu, muuu, muuu- le contesta
    impertinente Luciana con dolor en las ubres y sudores tan
    fuerte cómo una mujer lactante que no tiene un
    cachorro que le desahogue, gotean unas gotas blanca por el
    establo.

Sigfrido se pone unas mallas y sale a la
calle, observa con dolor las cinco pagolas, la casa de paja, las
tres caravanas, dos furgonetas y las tiendas de campaña
que forma la ecoaldea. Escucha maldecir a la vaca Luciana, una
vaca que ríe cuando se acuerdan de
ordeñarla.

Da una vuelta por el caos. Encuentra telas
de colores por el suelo, pucheros con restos de comida donde
brincan las ratas y meten el hocico los perros, tropieza con un
trozo de manguera y cae . Raudo se levanta esperando no haber
sido visto. Una gota de lagrima resbala sobre su porcelanica
mejilla. De sus labios temblorosos se desprende un lamento
desgarrador, posa su mano en su suave y tersa frente para
comprobar si tiene fiebre:

-Oh dios mio, destino aciago ¿por
qué me dejas caer en tal infortunio? No me saque el FP de
electrónica, ni trabaje durante tantos años en
Porcelanosa para acabar convertido en perroflauta- el noble
Sigfrido mira las eras, tras ellas el pueblo de Vall d'
Uixó oculto para ellos, despierta resacoso de la fiesta de
toros, sangre y batuecos. Sigfrido entra en una caravana y busca
el consuelo de los brazos de su hermana.

-Hermana, hermana, Bella Mari- susurra
Sigfrido avanzando en la oscuridad chamanica y perfumada de
incienso vigilado por la mirada mística de estatuillas de
panzudos budas, mascaras africanas. Vislumbra con dificultad
colillas, objetos de madera indefinidos, cucharones, pucheros de
bruja y caperuzas negras, sandalias, tangas, pantalones,
lagartijas que corretean cazando mosquitos. En el fondo de la
caravana, en un colchón redondo, encuentra varios cuerpos
amontonados que palpa. Una mano se enlaza con la suya, suave,
aterciopelada, le guía hacia sus senos. Sigfrido los toma,
une sus labios a la desconocida. Cuando termina sale. Un perro se
acerca a olerle y saludarle, le ofrece un hueso que deja a sus
pies y que esquiva Sigfrido sin olerlo. En el establo aun
está su maleta sin abrir. Saca colonia, desodorante,
cuchillas de afeitar y un pequeño espejo. Hace varias
muecas practicando la operación de cirujano de abrirse las
venas. La vaca luciana embiste dolorida por la falta de
ordeño. Sudores y acaloramientos cómo de
menopausica intimidan a Sigfrido que despavorido se aleja. La
vaca resopla, muge y se tumba en la paja inquieta, nerviosa. El
noble caballero cuya neceser y maleta quedan junto a luciana,
hace un intento de recupera las cosas. La vaca al verle mueve la
cola contenta y señala sus ubres sin que Sigfrido lo
entienda. Este salta y acapara lo que puede. Se aleja de la
maroma del animal cuya pezuña a lo Atila furiosa se
arrastra por el suelo. Sigfrido de la maleta saca el retrato de
Hitler enmarcado, y lo cuelga de una pared del establo para darle
calidez de hogar. Algo más sosegado y tranquilo se asea.
Enciende su pequeño transistor a casete y escucha a
Wagner. Una vez rasurado su rostro, axila, pubis, se deja caer
aburrido sobre la paja, esperando los acontecimientos. Luciana lo
llama: muuuu, muuu, muuuu. Sigfrido la mira y llora bajo la
mirada de Adolfito.

Dos cabezas rastafaris se cuelan por la
puerta del establo, una es un perro de lanas y otra un engendro
ennegrecido, barbudo, alto, de largas melenas pringosas donde las
moscas que se posan se quedan pegadas. Al ver a Sigfrido le lanza
saludo budista y los respeto a Gaya. Sigfrido le devuelve el
saludo con tímido: hola. El rastafari escucha
místico la música desconocida, contempla el
garabato al oleo de Hitler pintado por un artistas ambulante de
Malí residente en Minglanillas. Luciana suplica que la
ordeñen, el perro ladra al ver una rata, y el rastafari se
sobrecoge asustado al observarse en el pequeño espejo y
ver unas tijeras, una cuchilla de afeitar y espuma para la barba.
Luciana desesperada, ardiendo de calentores cómo una monja
tras la regla en semana santa tira de la maroma y golpea con los
cuernos las paredes del establo que retumba. Sigfrido sale
detrás del perroflauta despacio y curioso sin comprender
que le pasa. En la ecoaldea se empiezan a levantar los seres de
luz con los estómagos rampantes, hambrientos y sedientos.
Acuden a los restos de vino don Simón y se desayunan
ponche con marihuana entre abrazos y miradas de amor. Unos
niños semidesnudos, descalzos, se acercan a Sigfrido
atraídos por su aspecto diferente.

  • Hola niños.

  • Hola, ¿nos das clase?- le dice
    un niño de hermoso colores por la vida
    campestre.

  • No soy maestro- le responde Sigfrido
    extrañado de la pregunta de ese proyecto de futuro ser
    humano.

  • Cualquiera puede ser maestro, toda
    persona puede enseñarnos y formarnos cómo
    personas libres. La semana pasada nos dio clase un camarada
    anarquista que se refugio con nosotros unos días tras
    pedir derecho de auxilio en la ecoaldea. Estaba perseguido
    por el sistema represivo capitalista. Nos enseño a
    hacer cócteles molotov- le dice el más mayor
    del grupo de 5 churumbeles.

  • !Qué ricura!- cínico
    responde Sigfrido que mira cómo los rastafaris le
    miran y hablan de él. El nuevo inquilino para
    deshacerse de semejantes engendros molestos les manda con las
    autoridades en las que recae la tutela : ¿por
    qué no vais con vuestros padres y que os
    enseñen ellos?

  • En posición socratica, bohemia
    de 12 años y humanista precoz, una niña
    mellada, hermosa, larguirucha con trenzas rubias y la ropa
    sucia con descaro de Pipi Calzas Largas responde:

  • No podemos hacer eso, no sabemos
    quienes son nuestros verdaderos padres, la madre paridera
    aquí nunca denuncia al padre, ni tiene método
    de cual de todos ha sido. Cuando nacemos ella renuncia a
    nosotros para que toda la comunidad nos cuide. En la ecoaldea
    vivimos en hermandad y en cualquier casa en la que entremos
    se nos cuida y hacen de papa y mama. Tu eres nuestro padre
    putativo ahora.

  • El resto de chamacos con sus ojillos
    diminutos, rostros de felicidad, labios sucios de nocilla,
    asienten con sus cabecitas peludas e idealistas a la
    disertación marxista- froidiana- feminista de la
    superdotada precoz. Extienden sus manitas pringosas para que
    juegue con ellos. El hermoso ario Sigfrido siente su
    corazón sobrecogido, se deja caer en una roca y
    llora:- Oh Dios mio,Dios mio,¿Donde me ha metido mi
    hermana? Maldita crisis económica. El albergue para
    desahuciados era mejor que esto, Dios mio, Dios mio, ayudame,
    no me dejes caer en el mal y la inmoralidad. Los niños
    le abrazan y aprenden la lección del día
    entusiasmados. Sigfrido hace la señal de la cruz, los
    niños sin bautizar le imitan. Varios rastafaris que se
    han metido en el establo para ver el espejo y las cuchillas
    de afeitar salen cómo una manada de potros. Luciana
    desesperada muge. Bella Mari hermosísima, bohemia,
    venusiana, con aroma a sexo va al encuentro de su hermano. Es
    portadora del aura del amor y el deseo. Los niños que
    abrazan a su hermano abrazan a la doncella cuando llega.
    Agarra entre sus brazos al más pequeño que
    juega con sus enormes pechos tersos terminados en unos
    pezones sonrosados y grandes, el más mayor besa su
    delgado viente y Bella Mari le sonríe candorosa y
    maternal. Poco a poco los niños amorosos y
    aleccionados se van retirando en busca de nuevos aprendizajes
    paulovianos en la escuela de la gusanera de la
    vida.

  • Hermano ¿Cómo te
    encuentras?- le dice acariciando su melena rubia que
    besa.

  • Mal Mari,no soporto este
    lugar.

  • Ya te acostumbraras.

  • No, no creo.

  • ¿Y qué harás?
    Somos el futuro los alternativos, la economía ha
    quebrado, no hay trabajo, te han embargado el piso, el coche,
    la moto, las cuentas bancarias. Vivir en una ecoaldea es la
    única alternativa que te queda.

  • Oh, Mari, Oh- suspira vencido Sigfrido
    por los argumentos de su hermana que atraviesa cómo un
    alfiler su corazón de seda. Su bella hermana al verlo
    sufrir sintiéndose culpable por haber hecho un
    comentario tan cruel e inhumano se lanza ardorosa y santa a
    los pies del mártir Sigfrido, lo besa y cómo un
    trapo acepta las caricias, los besos, con el pensamiento ido
    en sus desgracias.

Un turbante reverencial que envuelve el
cráneo más preparado de la ecoaldea se hace paso
desde la pagala presidencial. El rajá Parua, el ayatola de
los perroflautas se acerca a Sigfrido y Bella Mari.

Hace saludo santón de pacha mama,
besa la tierra polvorienta y muerde unos granos de polvo que
escupe entre toses bendiciendo la tierra que queda pegada a sus
burbujas blanquinosas y espesas de saliva.

Sigfrido saluda a la autoridad que no ha
sido elegida y aceptada por el grupo debido al verbo hecho Parua
que entiende de todo: el cosmos, el espíritu y el
aire.

-Santificado sea tu nombre, hágase
tu voluntad en los cielos cómo en la tierra Gran Parua- le
dice el rubio Sigfrido al moreno de turbante y ojos de
salmonete.

-Paz y amor hermano Sigfrido, llegado del
mundo convencional- contesta reverencial el santón con dos
bachoquetas en a mano y un manojo de perejil que muerde con sus
potente dientes de roedor.

  • Deseo por gaya que tu noche en el
    establo haya sido dichosa.

  • Por Jupiter y Saturno que lo ha sido –
    le contesta improvisando el santoral perroflauta
    Sigfrido.

  • Bella Mari que atiende el dialogo es
    feliz escuchando cómo las dos criatura hijas de un
    Dios múltiple y de diferentes pensamientos se unen en
    el respeto a la humanidad.

  • El santón ofrece perejil
    Sigfrido, mira a su hermana que le hace señales para
    que muerda.

  • Sigfrido toma el perejil y come, se
    escuchan en la tribu aplausos y oles.

  • Dentro de unos días te
    construiremos una tienda siux, podrás elegir la
    muchacha o muchacho que desees para que pase contigo el ciclo
    lunar. De momento debes iniciarte con Luciana.

  • Gracias maestro- le responde el apache
    Sigfrido.

  • Una pregunta- le dice Parua al girarse
    cuando se marcha, al entrar en el establo he visto un retrato
    muy extraño, el de un hombre con bigote corto y
    uniforme, he sentido ante su presenciarse malas vibraciones,
    cómo el de alguien capaz de matar a un perro
    ¿es acaso un dios o profeta tuyo traído del
    mundo convencional ?

  • Si Parua, es un icono de mi mundo. Le
    prometo que no tengo conocimiento de que matará a
    ningún perro, de lo contrario, le juro que
    quemaría el retrato- le responde Sigfrido.

  • ¿ Se puede saber quien era?- le
    pregunta curioso Parua que nacido en los años 60 en un
    poblado hippie de Ibiza desconocía la
    civilización occidental.

  • Si maestro- responde Sigfrido- fue el
    último cruzado antes de la llegada del gran Bin Laden.
    Se llamaba Hitler. En los años cuarenta del pasado
    siglo se dedico con sus caballeros oscuros a buscar el grial,
    una copa en la que bebió Cristo en su última
    cena, tiene el poder de dar la eterna juventud y traer la paz
    universal a los hombres. Hitler era ademas un
    discípulo de Platón que creía en el
    gobierno de los justos, una especie de elegidos, los
    más aptos para gobernar, en su caso casualmente
    serían él y unos amigos suyos de un partido
    político que se montó. En definitiva gran
    Parua, buscaba lo que tu y las buenas gentes de aquí
    buscamos: otro mundo posible, por qué este es un
    desastre.

  • ¿ Y que le paso?- pregunta Parua
    y varios perroflautas que se han acercado y tumbados escuchan
    atónitos el relato fantástico.

  • Sigfrido le contesta escéptico
    con el mundo:

  • Al final paso lo de siempre, sufrieron
    unas conspiración del resto del planeta que deseaban
    que las cosas quedarán cómo hasta entonces,
    especialmente los americanos y los judíos que no les
    interesa el cambio, los asesinaron a todos.

  • Oh, oh- exclamaron todos los
    perroflautas sobrecogidos con la leyenda espirituosa del
    santo grial. Los niños tan inocente cómo hitler
    y sus caballeros, idealistas platónicos que
    pretendían cambiar las cosas gritan: podemos llamar a
    la ecoaldea Hitler cómo ese santón espiritual
    que quería cambiar el mundo.

  • Votemos, votemos levantando las manos,
    moviéndolas- exclama Parua eufórico.

III jornada. De
como el perroflauta Sigfrido encuentra a su
perro

  • Bueno hermanos y ¿para ganarse
    la vida, que hacemos? ¿ trabajamos o qué?-
    pregunta ambicioso Sigfrido pensando en pagar sus deudas,
    desde la factura de vodafon, al espejo de agua de su
    embarcación motora atracada en el puerto de burriana y
    precintada por la caja rural San Isidro.

Los perroflautas se miran unos a otros
desconcertados.

-Va muy rápido el nuevo- responde un
camarada pelirrojo con cierto parecido a Asterix.

  • Suena a capitalismo, a estrés ,a
    locura pro sistema- maldice por lo bajini una joven
    perroflauta.

  • ¿De que va ese?- pregunta un
    moreno rastafari indignado y violento pensando que su mundo
    tranquilo se acaba.

La voces van subiendo de tono al sentirse
intimidados por la divagación anti espiritual y redentora
del trabajo que contradice el espíritu de la ecoaldea y su
única pancarta publicitaría colgada en la entrada
del poblado, reza el manifiesto perroflauta: El trabajo no hace
libres. Parua cómo chaman de la paz y garante de la ley,
el orden y el estilo de vida perroflauta manda una misión
de forma inteligente al caballero Sigfrido para que se despeje y
se aclare las ideas.

  • Joven, veo que no tienes perro
    ¿no es así?

  • Cierto, no tengo- responde
    Sigfrido.

  • Pues hoy tu trabajo consistirá
    en buscar un perro, no debes vivir sin perro que te
    acompañe. Nosotros hoy tenemos mercado de baratijas,
    ya lo veras más adelante. Primero tocaremos el tam tam
    para atraer clientes ,y después les venderemos petacas
    de lana, pulseras curativas, piedras sanatorias y piedras
    normales. Participaras dentro de poco, conforme te integres.
    No sufras que tendrás tu oportunidad de vender.
    Primero empezarás vendiendo por las casas con plantas
    que repelen mosquitos,biblias rastafaris y pulseritas- Parua
    hace una mueca de dicha ante sus experiencias sobre el placer
    del parloteo de la venta ambulante en la calle repletas de
    transeúntes, el correr acera arriba y abajo gritando:
    venga nenas que me lo quitan de las manos. El ver las
    viviendas de los proletarias, donde los esclavos de clase
    obrera están encadenados a la rueca del sistema
    capitalista, mientras ellos, los perrofluatas gozan de la
    vida goliarda, y hoy están aquí mañana
    allá, viviendo aventurasen esta perra vida.

  • ¿ Iré entonces a
    comisión?- pregunta Sigfrido haciendo cabalas sobre
    los beneficios libres de impuestos y cambiables por bonos u
    otras mercancías.

  • ¿Qué es comisión?-
    pregunta Parua subiendo el unicejo y el tercer ojo hasta la
    tela del turbante.

  • Un incentivo sobre la ventas, un valor
    que me quedo de la plusvalía de la mercancía
    por el trabajo de la intermediación.

Los perroflautas se miran
jeroglíficos intentando descifrar el significado de las
palabras, Parua por decir algo amable le responde con un: Si, eso
mismo, y luego lo ponemos todo a la caja común.

-¿ Y tenéis caja
común?- pregunta interesado Sigfrido.

-Claro, allí guardamos dinero,
garbanzos, lentejas y los cachorros recién paridos, ahora
nos vamos a buscarnos la vida. Ve y encuentra tu perro
Sigfrido.

El joven caballero sale solo de la ecoaldea
galopando con una cadena, un collar, un puñado de frutos
secos y una calabaza con agua. Bella Mari le desea suerte. Camina
por los campos estériles de Vall d' Uixó donde la
sombra de Caín y del calorro, del merchero, del chulito de
falange y el batueco son una amenaza y una maldición para
vida. Anda colina abajo entre pedregales, al este el azul del mar
y la Meca. Pequeños aguiluchos sobrevuelan su cabeza.
Encuentra una calavera de perro.

  • Debo estar cerca de alguno- se dice
    Sigfrido contemplando las cuencas vacías de los ojos y
    los marfílicos colmillos del cráneo de un
    perro.

Bajo una higuera escucha el bramar a unos
cobrizos. Sigfrido por precaución les esquiva sin darse
cuenta de que mientras pinchan con un palo los higos más
altos,las criaturas que nacen del clavel y el charol le echan el
ojo avizor.

Cerca del barrio de texas, en Vall d'
Uixó, escucha ladrar a una jauría de perros. Acude
hacía allí. Los gachupines deambulan entre
charrara, de los coches viejos sale música reguetom y
ballenato, en los asiento esnifan jóvenes. Las fuentes de
agua no paran de chorrear y al chorro acuden una nube de avispas
sedientas.

-Hola guapo- le dice una adolescentes
esplendida, melosa y candorosa, de larga melena, tatuajes y
morena- Si me invitas a cocaína te hago lo que
quieras-

  • No gracias- le responde Sigfrido
    mirando los perros que deambulan con pinta de maltratados y
    abandonados.

Bajo de un furgoneta cargada de melones
encuentra los restos de lo que fue un enorme perro de presa cuyas
costillas asoman por la piel, sus terribles filas de dientes,
poderosas en otros tiempo le hacen parecer algo ridículo.
Tiene el cuerpo lleno de bocados de otros perros y bastonazos con
vara de abedul han dejado la sombra de sus golpes en
rosáceas cicatrices, las mismas marcas que esconden
avergonzadas y sumisas la mayoría de mujeres de
Texas.

-Vaya amigo, que aspecto más
lamentable tienes. Estás de suerte, vas a tener un hogar-
le dice conmovido Sigfrido. Se agacha y escucha por si no respira
el monigote. Acaricia al agotado animal que lame su mano con su
lengua reseca. Sigfrido saca la cartera y camina en
dirección al ultramarinos. Comprar unos huesos y una
botella de agua que da al animal. Sale de debajo de la
furgoneta.

El perro de presa sigue a Sigfrido que
vuelve a la ecoaldea junto a su nuevo amigo.

Sus compañeros ya están
apalancados acariciando a su hermana y a otras bellas
hembras.

-¿ Ya estáis aquí?-
pregunta Sigfrido-¿ no ibais a vender al
mercado?

Si- responde un perroflauta estirando las
piernas y bebiendo sangría.

-¿ habéis terminado ya?-
pregunta perplejo Sigfrido mirando el reloj del móvil sin
saldo y viendo que no ha pasado ni hora y media desde que se
fue.

-Si- responde una joven desnuda que le hace
cucamonas al perro de presa y le da besos en el hocico mientras
este le mueve el rabo.

-Vaya- dice Sigfrido cada vez menos
sorprendido, tomando asiento y aceptando sangría que le
ofrecen a él y al perro.

-Es muy bonito, te traerá fortuna
tío -le dice un rastafari que se echa a dormir.

-Eso creo, eso creo- responde Sigfrido
estirando los pies y colocando sobre su fornido pecho a una moza
que pasa vestida únicamente con una pluma en la
cabeza.

IV jornada. Luna,
espuelas, muerte y gitanos

La tarde cae cenicienta, marchita y triste
sobre la patria latina en crisis. En la ecoaldea de Vall d'
Uixó , la ciudadanía apátrida, ajenos a la
situación nacional, los corazones rebosan de
alegría y dicha, alguna planta muere por falta de
cuidados, y las eras se van dejando por falta de rentabilidad que
se suple con la reventa de bisutería made in china a los
civilizados funcionarios power flowers de las
ciudades.

La siesta se prolonga en las horas
tórridas hasta la caía del sol, al igual que el
resto de nacionales que sufren por los recortes y por la
prima.

A la caída del sol unas guitarras
despiden a los hijos del junco y del clavel que suben monte
arriba cantando: "verde que te quiero verde" músculos de
mulo varonil, puñales en el bolsillo, cruces de oro del
cuello, cristos resplandeciente, pañuelos con la bandera
de España. El criollaje gachupín de texas,
malparidos del calorro e inmigrante de la mancha, raza
esperpéntica, batueca y farandula camina entre
esparraguera, zarzales y oliveras. Son cabestros hijos del cuerno
cómo el toro bravo, apestan a sudor rancio de
tradición, a gueto marginal, a semen y cristianismo.
Avanzan los bárbaros bajo un cielo parpadeante de luna
siniestra que se va a llevar muchas vidas. Croa el sapo desde la
roca devorando caracoles y caracolas. Un caballo relincha y
golpea con sus cascos la tierra de la que brota sangre negra. Los
Camborios, los Heredia, ,los Montoya, siempre con el
puñal, con la espuela asesina en la bota, con el Cristo
sangrante ahorcado del cuello. Por los campos de aceitunas, de
almendros, de algarrobos, todo marchito y silencioso, entre
bancales, nobles trincheras republicanas, caminan homicidas,
acechando, buscando venganza. Llegan a las afueras a la ecoaldea,
las teas están encendidas y danzan lo mejor de la especie
humana. Los ojos de los quinquis brillan de maldad. La muerte
está con ellos. Sus cuerpos llenos de cicatrices,
deformados por el alcohol, las drogas y las enfermedades
venéreas reposan tras el escuálido tronco de los
almendros. Escuchan la música hobbit irlandesa. Los
hobbits de la comarca brindan con cerveza desde la pagola bar,
bailan encima de las mesas desenfrenados el " a galopar, a
galopar hasta tirarlos a la mar" de Paco Ibañez. Los
más veteranos en un rincón fuman en pipa hablando y
exhalando humo blanco de los nuevos tiempos y las amenazas
futuras. Los perros ladran, la vaca luciana que sigue sin ser
ordeñada, dolorida muge con todas sus fuerzas, y Parua, el
gran chaman cuyos pelos se erizan cuando un perro lobo
aullá. Pide silencio:

-Algo oscuro y siniestro se acerca
cabalgando a lomos de luna negra- les dice a sus
compañeros.

El grupo conmocionado silencia y se dirigen
a las primeras líneas de caravanas oteando el horizonte
boscoso.

Juan de Dios con fusta de avellano en la
mano llama a los dos adúlteros mercheros que estaban en la
higuera buscándose la vida.

-Lenteja, manteca- les dice.

Los dos muchachos miran a la autoridad
calorra asustados.

-No seáis cagados- venir que quiero
garrurale con vosotros- les dice Juan de Dios a los chavales que
obedecen.

  • Largar gachipe bien el suceso.¿
    Han encarrujado al caimán aquí?- pregunta Juan
    de Dios no muy convencido de esas gentes hayan
    sido.

  • Si Juan de Dios, lo juramos por Cristo,
    que muramos si mentimos- le dicen los muchachotes medio
    cobrizos, medio blancos que nadan entre dos agua, tantean
    España 2000 y el mundo de las azucenas, navajas y
    castañuelas, desde los pisos de protección
    oficial en barrios marginales el gitano es un
    disléxico en su identidad racial.

  • Juan de Dios saliendo de un alcornoque
    da voces:

  • Ye, ye, payos, quiero hablar con
    vosotros, no temáis aporreamiento.

  • ¿ Qué pasará?- se
    preguntan incrédulos los perroflautas. Intuitivamente
    Parua algo confuso por las formas les invita gritando al
    vacío oscuro:- Seáis quienes seáis sed
    bienvenidos hermanos, nosotros no negamos a nadie el acceso.
    ¿Qué significa payo? Nosotros somos hijos de la
    tierra, no somos hijos del Dios Payo.

Juan de Dios hace un gesto brusco y bajo la
noche encendida de estrellas fugaces que se llevan las vidas
avanzan por las sombras bajo la protección de la luna
lunera sedienta de amores. Frente a frente queda Juan de Dios,
con sus anillos de oro en los dedos brillando, sus labios gruesos
de sapo, crueles cómo los de dictador y con la mirada
siempre verde de sangre. Parua enfrente, con ojos de cordero no
entiende nada, tiene un mal fario por qué el pelo
está erizado.

  • Nos habéis hecho una
    fullería grande- dice el patriarca al Raja.

  • No te comprendo- le dice subiendo los
    hombros Parua, hace gesto de más idiota que de
    costumbre.

  • Juan de Dios llama a unos críos
    graduados en la Esso con suficiente y solo dos amonestaciones
    de la guardia civil y el tribunal de lo penal de Nules por
    lesiones. Hacen de traductores.

  • El patriarca dice que alguien se ha
    llevado un perro de nuestro territorio- le dice chulesco
    Pablito.

  • Es absurdo- balbucea atónito
    Parua- si nosotros no creemos en la propiedad ¿ por
    qué íbamos a hurtar un animal?

Juan de Dios le dice unas cosas a los
chavales, traducen:

-Queremos registrar vuestro poblado para
ver si está el perro, y dame la cartera- saca el mocoso
Pablito un cortaplumas navaja y amenaza chungo a
Parua.

-Bueno entrar- les dice Parua, saca la
cartera y se la da al churumbel que se cabrea al
registrarla.

-Tío aquí no hay nada
más que el carnet de la biblioteca– Parua hace una mueca
de idiota.

Los calorros y quinquis entran, se quedan
atónitos ante bella Mari, la mirada verde de todos ellos
se clava ante su cuerpo trémulo de pavor. Está
bellísima al tener aspecto del ángel indefenso, su
larga melena rubia, sus facciones puras de Vírgen
Santísima, tan diferente a los colores sucios de olivaceos
y ocres de las gachupinas pendejas latinajas y calorras de Vall
d´ Uixó. La superioridad de Bella Mari se amplifica
cargada de adornos exóticos cómo cascabeles, sus
piernas largas, sedosas, cubiertas por unas medias de rejilla
negras delicadamente sujetas con cintas y lazos de un liguero,
les hace palidecer y violentarse, sentir el deseo de unirse a
ella, de devorarla cómo hacen con cristo, engullirla,
matarla a golpes, violarla, amarla y venerarla muerta, moribunda,
cómo a la madre de Dios. Aparece junto a Sigfrido en la
otra punta del poblado el perro de presa.

-Juan de Dios mire usted: el caimán,
el caimán, lo habían robado- gritan unos quinquis
con el perro de presa cogido con una cadena. Se resiste
cómo puede a salir de la pagola la pobre
bestia.

-Por favor, por favor, lo vais a matar-
gritan los perrafluatas exaltados.

  • Zairo, zairo, a machete, venga las
    facas y a pinchar, nadie se ríe de Juan de Dios-dice
    sádico el dictador patriarca.

Los gitanos, criollos, marginales y
falangistas morenos de cante flamenco y guitarreos de Paco de
Lucia del barrio de Texas, asesinos de palomas y victimas de los
gavilanes del inem, el Ayuntamiento, las ETT , el fracaso
escolar, la genética de sus padres de la mancha , pinchan
varios vientres de hierbas, los corazones de lechuga se derraman
gritando: love, amor, ay, ay, love. Un adolescente gitano que aun
no se ha estrenado en el amor, coge a Bella Mari del cuello y la
tumba a patadas al suelo, abre sus pechos con las mano mientras
ella suplica indefensa con la mirada. Toma el calorro desvirgado
su boca seca que parece de difunta. La penetra. El joven Sigfrido
con una hoz corta la cabeza del batueco de Texas que
rueda.

-Corre hermana, ponte a salvo- Sigfrido
lleva a su hermana por la calle de las pagolas abriéndose
paso con la guadaña. Parua cae abatido por varias navajas
que forman un abanico sobre su pecho. La vaca luciana sin
ordeñar y dolorida consigue escapar. En embestida agarra a
varios quinquis cuyos cuerpos sangrantes quedan abandonados a los
perros que lanzan colmilladas extirpando a bocados la carne del
mal de los calorros y quinquilleros.

Sigfrido intenta desesperadamente llamar a
la guardia civil, pero la falta de saldo no se lo permite, lo
intenta con el 123 de vodafón.

-pague usted la factura- le repite la
telefonista con voz de loro.

Partes: 1, 2

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