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¿ Política cuestión de ética? función de la ética en la política boliviana




Enviado por marvin



Partes: 1, 2, 3

  1. Introducción
  2. Política en la Historia de la
    Filosofía
  3. Política, ¿Cuestión de
    Ética?
  4. Función de la Ética en la
    Política Boliviana
  5. Conclusión
  6. Bibliografía
  7. Anexos

Introducción

El presente trabajo monográfico tiene el objetivo
de analizar la situación socio-política de nuestro
país, a partir de la concepción de la
política como aquello que busca el "bien
común
". De ahí que nuestro objetivo final sea
trazar un tipo de ética que sirva al devenir de nuestro
pueblo en su lucha por liberarse de las lacras que hoy lo tienen
sumido en la opresión y el subdesarrollo. Intentaremos dar
algunas respuestas prácticas y científicas a los
problemas políticos a partir de la concepción
aristotélica en cuanto como la "búsqueda del
bien común"
enmarcado en los lineamientos de la
ética y la moral propuesta desde Cristo como fuente de
todo bien.

  • 1. Vemos hoy, que el pueblo lucha, y lucha
    porque quiere dirigir sus problemas, sus destinos el
    día de mañana; no por el poder, sino por la
    justicia; no por la política, sino por la moral; no
    por la dominación de su país, sino por su
    grandeza. Todos tenemos un cierto conocimiento previo del
    régimen político dentro del cual vivimos. En
    tanto ciudadanos de este país, integrantes activos o
    pasivos, sabemos por observación, por experiencia, por
    inmersión, una seria de cuestionamientos de nuestra
    democracia aparente y enferma. Por ello, queremos plantearnos
    como línea conductor de la presente monografía,
    concepciones ético-políticos en los diferentes
    autores que nos han precedido y sobre todo a la luz de la
    enseñanza de la iglesia, establecer pautas y algunas
    bases sencillas para una auténtica renovación
    de la actividad política en nuestro país con el
    afán de moralizar y revestir de ética las
    acciones políticas. A esto intentaremos llegar por la
    vía del análisis reflexivo que nos
    permitirá ver los aspectos positivos y negativos de
    las concepciones político-éticos en las
    diferentes etapas y autores de la historia de la
    filosofía, además, ver el sistema
    democrático, con el afán de percibir las
    limitaciones que presenta en el contexto nacional y sobre
    todo, ver la situación ético-moral de la
    política nacional en cuanto a sus actores que impulsan
    medidas de cambio.

  • 2. Hay la Necesidad de hacer un alto para
    analizar la realidad nacional a la luz de los acontecimientos
    actuales, si tenemos la intención de cambiar debemos
    introducir la moral y ética como una norma de conducta
    en la actividad política, los actos de
    corrupción son actos reñidos contra la moral y
    la ética y son estos últimos los que deben
    reproducirse y no así la corrupción. La
    actividad política ha sufrido una serie de
    distorsiones producto de las ambiciones de grupos de poder en
    el que últimamente se mezclan con interrelaciones
    familiares, estos grupos de poder tienen una cabeza que da
    los lineamientos para su accionar; esta cabeza está
    ubicada en la embajada de los Estados Unidos de Norte
    América y en el supuesto poder creciente de Venezuela
    y Cuba. Hace falta hacer una profunda reflexión acerca
    del significado de soberanía y dignidad nacional, si
    aún tenemos elementos que caracterizan nuestra
    identidad como bolivianos. Tenemos una necesidad por
    demás importante, esto es que nosotros debemos ser los
    protagonistas de nuestro país, y no terceros
    países que tienen una ambición muy grande y
    esto es, el de darnos recetas médicas que no curan
    nuestra enfermedad de pobreza, de opresión, sino
    simplemente nos sirven como de adormecimiento para hacernos
    olvidar las grandes diferencias que existe entre los
    bolivianos. Por ello, sentimos la necesidad imperiosa de dar
    algunas pautas a la luz del mensaje de Cristo y de la Iglesia
    para moralizar la política boliviano en cuanto
    concierne a sus actores con el fin de revestir de
    ética la política nacional.

Por tanto el presente trabajo monográfico
está enmarcado en tres espacios o momentos que tiene como
fin un análisis reflexivo de la coyuntura nacional: la
primera parte tiene como fin el entendimiento central de la
política-ética a partir de los filósofos que
han tocado en profundidad el tema en cuestión, es decir,
desde la concepción política en la pensamiento
antiguo, medieval, moderno y contemporáneo; luego nos
centraremos en abordar las relaciones entre ética y
política y a la vez las grandes diferencias y antagonismos
que hay entre estos temas en cuestión de análisis;
finalmente se tocará el problema en cuestión que
aqueja a nuestra sociedad, es decir, las implicancias que tienen
las acciones de los políticos nacionales y regionales que
a primera vista no vemos las connotaciones de una actividad que
esté enmarcado por las directrices que nos enmarca el que
hacer de la vida moral y ética.

Los grandes problemas que aquejan al país,
serán analizados minuciosamente, para luego dar algunas
pautas y no recetas para poder llegar a cambios estructurales en
lo que nos concierne y ello es, moralizar nuestra política
desmoralizada, esto en el marco de las dos visiones de
país que se proclaman en los últimos tiempos; la
visión de país que hace la oposición y la
visión de país del oficialismo. Un estado
social-comunista-democrática o sencillamente un estado
nación capitalista-neoliberal-democrático. Un
estado autonómico en tanto descentralizado o un estado que
simplemente acapara todo el poder, un estado
centralista.

Política
en la Historia de la Filosofía

La política: "búsqueda
del bien común para la sociedad en general y tiene como
fin último la felicidad de los ciudadanos de cada estado,
nación, país"
(Aristóteles)

1.1.- POLÍTICA EN LA
FILOSOFÍA ANTIGUA

1.1.1.- ARISTÓTELES

Desde Aristóteles podemos decir que la
política es una síntesis de las reflexiones de toda
una vida[1]de los estados, ciudades etc. Tal como
en Platón, la ética y la política
sólo se diferencian en el objeto de aplicación y
esto es el hombre aislado y la sociedad. Tal vez es justo darle
esta concepción en tanto que la ética hace
más referencia el hombre como sujeto y la política
a la sociedad en su conjunto. El hombre tiene un fin y un supremo
bien hacia el que encamina su actuación y esta es su
"FELICIDAD"; que es la posesión de la
virtud que debe tener el hombre para alcanzar este estado de vida
y ello sólo es posible en el marco de la sociedad como
ente regulador de los actos conformes a la ética y a la
moral, regidos por la política. Como el hombre es un
animal político, es decir, social, "el bien supremo no lo
puede alcanzar aislado, sino dentro del estado que es la sociedad
por excelencia"[2].

El hombre tiene la necesidad de tender hacia la
felicidad, pero hay tres formas de vida: del placer, de ciencia y
de virtud. La vida de placer, que no conduce a la felicidad y
esta lo escogen sólo los libertinos, los vulgos; nuestra
vida no puede consistir en el placer, ya que también esto
lo pueden alcanzar los animales y tampoco sólo en el honor
y la riqueza. La vida de ciencia, esto es una tendencia natural
que tiene el hombre, porque el hombre es un ser racional, su
recta razón es la norma moral y lo que repugna a la
razón es malo. La vida de virtud, esta cosiste en el
dominio de la razón sobre las emociones y pasiones y solo
es posible regular nuestras acciones en cuento seamos libres.
"Nadie por su naturaleza es bueno o malo sino que se hace por sus
obras y por la costumbre"[3]. De ahí, la
importancia de la educación y la ley.

Aristóteles se ocupó a fondo de los
problemas de Estado, de la sociedad en su obra magistral la
política. Para él la sociedad es algo natural y no
una mera ley de convencionalismo como concebían los
sofistas. Su idea recta es que la sociedad es naturaleza y no
sólo convención, por tanto algo inherente al hombre
mismo. Toda sociedad o comunidad tiende a un bien y las acciones
políticas en sociedad tiene que estar en vista de un bien
y un bien común. La sociedad tiene origen en la casa o la
familia, de la unión de varias familias, nace la aldea y
de la unión de varias aldeas, se forma la ciudad que es la
forma suprema de la comunidad. El fin de la familia es
simplemente vivir, de la aldea es vivir bien y el de la ciudad
perfeccionar a la comunidad en tanto un bien común. Por
tanto todo aquel que está en la sociedad, tiende a este
bien común y se identifica con los objetivos y el que no
puede vivir en sociedad, o es un dios o es una bestia dice
Aristóteles. En cuanto a la naturaleza social del hombre,
el lenguaje se convierte en instrumento elemental, pero
más que lenguaje, la palabra que tiene la función
de manifestar lo útil o lo perjudicial, lo justo o lo
injusto. "El hombre es un animal que habla y el hablar es una
función social"[4] nos dice
Aristóteles. Por eso el hombre tiene la necesidad de vivir
en sociedad y su ser político se funda en ser elocuente.
"El hombre perfecto es el mejor de los animales, así
también cuando se aparta de la ley y de la justicia, es el
peor de todos"[5] y a partir de esta
afirmación podemos decir, que el hombre es digno de ser
hombre en la medida en que perfecciona sus actos conforme al bien
y de la misma manera cuando se aparta de esos cánones, se
convierte en un ser indigno y el peor de los animales.

El Estado en su naturalidad existe como un bien supremo
del hombre, su vida moral e intelectual, es decir, son estos las
finalidades de un estado, lograr en honor al hombre la felicidad
como fin último. El Estado tiene la función
política de servir al fin del hombre, conduciéndole
al vivir que más le conviene, es decir, al logro de la
felicidad. El Estado existe para el bienestar temporal
de sus ciudadanos, esto es para el logro de algo
positivo.

En cuanto a la organización del Estado, nos dice
que toda forma de gobierno es buena si tiende al bien de la
comunidad y mala, solo cuando mira su propio interés.
Respecto de la forma del régimen o constitución, no
cree que haya de ser forzosamente única. Considera tres
posibles puras de formas de gobierno, regidas por el
interés común. Estas tres formas degeneran si los
gobernantes se dejan llevar por interese personales. Los
regímenes buenos son: monarquía, aristocracia y la
democracia. Las formas degeneradas son: tiranía,
oligarquía y demagogia.

1.2.- POLÍTICA EN LA FILOSOFÍA
MEDIEVAL

1.2.1.- SANTO TOMÁS

1.2.1.1.- TEORIA MORAL

En cuanto a su ética y política al igual
que San Agustín, Santo Tomás, admite la libertad de
la voluntad para poder enjuiciar moralmente las acciones humanas,
cuya bondad se produce cuando coinciden con los preceptos
divinos. En cuanto al estado, su misión es la
educación del hombre para una vida virtuosa; en este
afán, la Iglesia juega un papel muy importante y ello es
la de preparar a los ciudadanos para la unión con Dios.
Define la ley como la "ordenación de la razón para
el bien común, promulgada por el que está al frente
de la comunidad"[6]. Los hombres participan de la
ley divina por medio de la ley natural que Dios ha impreso en el
corazón de cada uno. La aplicación práctica
de la ley, se hace por medio de la conciencia, que es la norma
subjetiva de nuestro obrar.

Tomás de Aquino, ha sido el promotor del
pensamiento aristotélico. Aristóteles en su
ética a Nicómaco, argumenta que "todo agente obra
por un fin y que el agente humano obra por encontrar su
felicidad, con vistas de la adquisición de este estado de
vida, esta felicidad"[7] dice Aristóteles,
"ha de consistir en una actividad primordial que perfecciona la
más alta de las facultades del hombre, dirigida a los
objetos más elevados y nobles"[8]. En este
sentido, esta actividad noble (felicidad), está dirigida a
la contemplación del motor inmóvil y en palabras de
ST, DIOS. ST habla de que la contemplación de Dios, es una
actividad racional libre y como tal, "esos actos humanos proceden
de la voluntad y el objeto de la voluntad, es el bien", es Dios,
"la perfecta felicidad, el fin último, que no ha de
buscarse en ninguna cosa creada, sino solamente en Dios, el bien
supremo e infinito"[9].

Haciendo una comparación diferenciada al
respecto, podríamos decir que: "lo que en
Aristóteles se llama felicidad es en ST felicidad
imperfecta o felicidad temporal, o la felicidad que puede
alcanzarse en esta vida y Tomás de Aquino ve esa felicidad
imperfecta como ordenación a la felicidad perfecta, que
sólo puede alcanzarse en la vida futura y que consiste
principalmente en la visión de Dios"[10].
Lo que notamos es que Aristóteles nos plantea una
felicidad aquí y ahora y partiendo de ello, ST nos plantea
una felicidad en el más allá, en la
contemplación de Dios, y ello sólo es posible
después de una transición, es decir, después
de la muerte. Aristóteles nos ofrece una
preparación para una felicidad temporal presente y ST nos
prepara para un felicidad futura y en el más allá.
Conviene decir que ST nos plantea una felicidad después de
la separación de cuerpo y alma, en este sentido, el alma
será quien contemple a Dios. Así pues, "la voluntad
desea la felicidad, la beatitud, como su fin y los actos humanos
son buenos o malos en la medida en que son o no son medios para
el logro de dicho fin"[11], aquel fin que
perfecciona al hombre como tal, es la racionalidad, racionalidad
que le diferencia de la animalidad. Para que el hombre logre esta
beatitud plena, esta felicidad en el más allá, es
medio es la religión que a la vez es la virtud por la cual
los hombres tributan el culto y reverencia a Dios. Dios en tanto
"primer principio de la creación y del gobierno de todas
las cosas"[12]. Sólo el hombre virtuoso en
tanto dependiente e independiente puede llegar a la felicidad
temporal y sobrenatural. Para Aristóteles el hombre
virtuoso es el más independiente de los hombres y para
Santo Tomás es el más dependiente de los hombres,
es decir, aquel hombre que reconoce y expresa verdaderamente su
relación de dependencia respecto de Dios.

1.2.1.2.- TEORÍA
POLÍTICA

Santo Tomás concibe la política como un
saber filosófico práctico, un saber moral. Tomando
en cuenta a Aristóteles, decimos que el Estado
tenía que satisfacer idealmente todas las necesidades de
los hombres, pero Santo Tomás refuta a Aristóteles
diciendo y tomando en cuenta el fin sobrenatural del hombre y es
la Iglesia y no el Estado la que provee a dicho fin. En lo que
coinciden los dos pensadores, es que el Estado es una
institución natural y fundamental en el que hacer del
hombre natural y el hombre por naturaleza es un ser social o
político, que ha nacido para vivir en comunidad con otros
hombres. "La sociedad es pues, natural al hombre. Pero, si la
sociedad es natural, también lo es el
gobierno"[13]. Aristóteles había
dicho que el hombre es un "animal
político"[14] y Santo Tomás nos dice
que el hombre es por naturaleza un "animal
social"[15]. El Estado es una sociedad perfecta,
es decir, tiene a su disposición todos los medios
necesarios para la consecución de su propio fin, el "bonum
commune" de todos los ciudadanos; la consecución del bien
común exige en primer lugar la paz dentro del Estado; en
segundo lugar la dirección unificada de las actividades de
los ciudadanos; en tercer lugar que se provea adecuadamente a las
necesidades de la vida. El gobierno tiene su fin en satisfacer
las necesidades de la vida, las condiciones necesarias para el
bien común.

El Estado concebido por Santo Tomás, no es un
Estado caótico, sino regido por leyes. Nos presenta cuatro
clases de leyes que rigen los comportamientos de los gobernantes
y gobernados, ellas son: a) la ley eterna, b) ley natural, c) ley
divina positiva, d) ley humana positiva. La ley divina positiva
es la ley de Dios revelada por Cristo, la ley humana positiva es
la ley del Estado. La función del legislador es aplicar la
ley natural, hacer efectiva en su cumplimiento. Partiendo de esto
podemos decir que la ley humana positiva se deriva de la ley
natural. El gobierno no tiene derecho de promulgar leyes que
vayan en contra de la ley natural. Toda ley puede ser injusta por
ser contraria a la consecución del bien común, por
haber sido promulgado con un fin particular privado; a estas
leyes no hay por qué acatarlas, más bien frente a
ellas, es conveniente la resistencia del conjunto de la sociedad.
"En cuento a las leyes que sean contrarias a la ley divina, nunca
es lícito obedecerlas, puesto que debemos obedecer a Dios
antes que a los hombres"[16].

Santo Tomás nos dice que el gobierno es el
representante del pueblo y no posee el poder legislativo sino en
la medida en que representa al pueblo y la soberanía del
gobernante viene de Dios por vía del pueblo. La
soberanía del gobierno tiene el fin de buscar el bien
común de todo el pueblo. En este sentido, ST sigue los
pasos de Aristóteles en cuanto la clasificación de
las formas de gobierno. Nos dice que hay tres tipos de gobiernos
buenos y ellos son: a) monarquía, b) aristocracia, c)
democracia observante de la ley; hay tres formas de gobiernos
degenerados y ellos son: a) democracia demagógica e
irresponsable, b) oligarquía, c) tiranía. La
tiranía es la peor de las formas degeneradas y la
monarquía es la mejor de las buenas formas de gobierno,
porque proporciona una unidad más estricta y conduce a la
consecución de la paz, además es más
natural, por ser análoga al gobierno de la razón
sobre las demás funciones del alma y del corazón
sobre los otros miembros del cuerpo. La tarea primordial del
gobernante, es el de promover el bien público y para esto
ha de promover el bienestar económico de los ciudadanos.
Por tanto podemos decir que la teoría política de
ST, "se caracteriza por la moderación, el equilibrio y el
sentido común […]"; ST nos dice que "ninguna
criatura racional tiene derecho a ejercer una autoridad
ilimitada, caprichosa, arbitraria, sobre ninguna otra criatura
racional" […] nos dice también respecto de la ley
que se define "una ordenación de la razón para el
bien común, hecha y promulgada por quien tiene el cuidado
de la comunidad"[17].

1.3.- POLÍTICA EN LA FILOSOFÍA
MODERNA

1.3.1.- NICOLÁS MAQUIAVELLO (1469 –
1527)

Podemos mencionar una de sus obras y reconocidas como
las más importantes, El "Príncipe". El contexto
histórico de esta obra: Italia un territorio totalmente
fragmentado con reinos por doquier, luchas internas, prima la ley
del más fuerte, y esto conduce al debilitamiento del
poder. Por la situación que pasa Italia, Maquiavelo tiene
una aspiración y es la de unificar al Estado fragmentado.
Maquiavelo considerado como el padre de la política,
define esto como el arte de gobernar, saber gobernar, poner
atención a las circunstancias que se me presentan. La
política comienza a ser ciencia, cobra el carácter
de ciencia, porque requiere de un saber determinado, requiere de
conocimiento. Maquiavelo afirma que sólo la fuerza o la
violencia pueden obligar a los hombres a una convivencia ordenada
en el estado. Señalaba: Italia gobernada por Papas y
extranjeros, ha perdido su orgullo nacional. En este sentido
afirma que "El Príncipe debe dirigir sólo por la
razón de estado y no preocuparse por la moral alguna y en
una sociedad inmoral, es imposible gobernar
moralmente"[18]. Sobre la cuestión moral,
volveremos a tratarlo más allá. También nos
menciona que la mejor forma de gobierno es la república
con varios partidos en el gobierno. Maquiavelo escribe para la
realidad que está viviendo; señala: "el hombre que
quiere en todo de hacer profesión de bueno, ha de
arruinarse, en medio de tantos que no lo son"[19].
En referencia al Príncipe expresa que este ha de ser
más temido que amado; al respecto queremos mencionar lo
que dice en su obra:

"[…] si vale ser más amado que temido, o
temido que amado. Nada mejor que ambas cosas a la vez; pero,
puesto que es difícil reunirlas y que siempre ha de faltar
una, declaro que es más seguro ser temido que
amado"[20] (Cap. XVII).

En cuanto a los problemas manifiesta que lo peor de todo
son las soluciones a medias, el vacilar entre el bien y el mal,
el derecho y la fuerza. Esto que señala Maquiavelo, pone
en cuestión al catolicismo que mirado desde este punto de
vista político, con sus ideales de paz, mansedumbre y
humildad, resulta poco trágico e irrealizable. Lo que se
desea es la religión de los antiguos romanos que
concebían a un Dios fuerte que es la única
deseable.

Mencionábamos anteriormente la cuestión
moral ético y podemos notar la ruptura entre la
ética y la política. En una concepción
clásica de la ética, podemos afirmar de ella que es
la ciencia que subyace toda actividad humana.
¿Ética en la política?, para el griego era
imposible pensar una ética sin la política y una
política sin la ética, por tanto, el hombre es
visto como "animal político" (Aristóteles) y como
"animal social" (santo Tomás). En este sentido, queremos
hacer mención a la justicia y la justicia es dar a cada
uno lo suyo en término platónicos.
¿Cómo es uno justo?, haciendo lo que tiene que
hacer, de ahí el dicho "zapatero a tu zapato". La justicia
en sentido estricto, es eminentemente ético. Para
Aristóteles la política es una ciencia delicada y
sublime por el hecho de buscar el bien común. Maquiavelo
señala que los griegos nos han hecho creer que la
ética y la política van juntas. Esto no puede ser
nos dice, ya que la praxis política va en contra del
carácter ético. La función de la
ética es buscar el bien y la de la política es la
búsqueda y aumento de poder.

Por lo dicho, Maquiavelo es considerado a-moral y no
inmoral y esto hay que dejar claro. Pensamos que la sociedad y el
Estado, requieren de normas morales, ya que un pueblo inmoral
está destinado a desaparecer. Según Maquiavelo, el
ejercicio político obra al margen de lo ético, por
eso afirma que el "fin justifica los medios". El fin es la
conservación y aumento de poder, razón de Estado y
el medio para esto todo lo que está al alcance del
"Príncipe". Para llegar ha dicho fin, no importan los
medios que se tenga que utilizar. El método de Maquiavelo
es lo empírico, en tanto lograr los fines que se tiene. Su
método empírico es la razón de su triunfo,
su interés por la praxis más que por la
teoría.

1.3.2.- JUAN JACOBO ROUSSEAU (1712 –
1778)

Estamos en el periodo de la Ilustración, siglo
XVIII, es el periodo de las luces. Se da énfasis a la
razón humana. Se da el desarrollo de las ciencias, se
tiende a una mayor especialización, tecnificación;
de la mano del concepto de progreso viene el concepto de
civilización. Rousseau critica la civilización
porque esta viene de los mayores vicios de humanización, a
mayor civilización, mayores vicios, mayor
degeneración humana. Los males sociales se aumentan con el
adelanto de las ciencias; el nacimiento de esta se ubica en los
vicios humanos. La civilización es eminentemente
artificial marcado de racionalista, el cual ha llevado al hombre
a una paulatina corrupción.

Como consecuencia de ello, nace la desigualdad y al
respecto Rousseau trata de hacer una hermenéutica social y
el modo es de carácter retrospectivo. La mirada al momento
del origen de la sociedad, nos permitirá entender mejor el
presente. Mirar el origen de la sociedad, es mirar al hombre en
su estado natural, es decir, antes de la formación de la
sociedad política. Quitando los males juntados de la
civilización, nos quedamos con el hombre en estado natural
(este estado natural que plantea, pudo o no ser un hecho
histórico). Nos quedamos con un hombre en total
armonía con la naturaleza, no hay trabajo, libre, feliz,
igual a los otros, fraterno, etc. El hombre en estado natural es
sano-robusto. La naturaleza le ofrece un tipo de propiedad
colectiva, una satisfacción de necesidades en la justa
medida. El hombre es libre, la libertad es su nota esencial que
le diferencia de los animales. Tiene conciencia de ser libre,
reconoce al otro como ser libre.

El paso que se da de un estado natural a un Estado
Social, se da por la aparición de la propiedad privada y
el título de esta propiedad es el trabajo. La propiedad
privada es signo de desigualdad de intolerancia (todo para
mí). Esto provoca en la aparición de la vida
social, mediatizado por la aparición del estado de guerra,
por la ambición de querer más; esto da origen a los
pactos. En el primer Pacto Social (llegar a acuerdos
transcendentales a favor de una sociedad, el Pacto es una
convención humana), se instituye la sociedad
política que nos remite a la lección del gobierno
con sus leyes, lo cual nos ha llevado a un proceso de
institucionalización de la desigualdad. Se justifica la
instauración del pacto o CS entre los hombres, a partir de
la libre decisión de las voluntades humanas de someterse a
tal acto: "Encontrar una forma de asociación que defienda
y proteja de toda fuerza común a la persona y a los bienes
de cada asociado, y gracias a la cual cada uno, en unión
de todos los demás, solamente se obedezca a sí
mismo y quede tan libre como antes […] Cada uno de
nosotros pone en común su persona y todo su poder bajo la
suprema dirección de la voluntad general, recibiendo a
cada miembro como parte indivisible del todo
[…][21]. El pacto expresa la
voluntad del soberano y la ley expresa la voluntad del soberano
que en el fondo tiene poder, producto de la convención
humana. El pacto es una convención humana.

La desigualdad se institucionaliza porque la ley no mide
con la misma vara a todos, se consideran los delitos de "cuello
blanco". La consecuencia de este pacto es la abolición de
la libertad natural, hombre esclavo del hombre. Esto no soluciona
los problemas, por tanto se plantea es segundo pacto social o
contrato social. El Contrato Social (regulación
del ordenamiento jurídico de un Estado, por ejemplo, C. P.
E.), comienza haciendo mención a la libertad y
servidumbre. El hombre nace libre, es su valor absoluto, esto en
su estado natural. Para que la sociedad política tenga
legitimidad, tenemos que el hombre sea libre como en su estado
natural. La legitimidad nos conduce a otro contrato social, que
no es fruto de la fuerza. La violencia no otorga legitimidad.
Este nuevo Pacto Social toma en cuenta la libertad individual del
hombre social y que es mayor que la libertad natural. Del
resultado de este nuevo Pacto, nace un nuevo ente, la persona
pública, donde todos participan. En este sentido el
gobierno sólo se limita al poder ejecutivo y legislativo y
es limitado y regulado por la Asamblea Soberana. Nace el Soberano
de este Pacto, que es la persona pública; el Soberano es
el pueblo y el pueblo es la Asamblea General, por tanto, el
soberano es "box populi". En cuanto al legislador nos dice que es
aquel que hace leyes no con poder propio ni siquiera delegado,
sino quien ayuda al pueblo con sus mayores conocimientos y que es
sus leyes plasma el bien común y el bien común es
la Voluntad General.

1.3.3.- TOMÁS HOBBES

Tomás Hobbes uno de los grandes pensadores que ha
teorizado sobre cuestiones políticas y con su obra el
"Leviatán", es como una expresión del ansia de paz
en la Inglaterra de entonces. Según este pensador, "el
hombre es naturalmente egoístas, siempre busca el placer y
el poder […] el hombre es el lobo del
hombre"[22]. De esta situación de
enfrentamiento y del hambre de poder de los hombres, nace el
Contrato Social, por el cual renuncian a sus derechos y hacen una
transferencia al Estado. El Estado tiene su finalidad de
existencia en tanto que tiene que garantizar la necesidad de
seguridad entre los ciudadanos y ante el extranjero, por tal
motivo, el estado tiene el poder absoluto. De esa forma el Estado
se convierte en el Leviatán que es considerado como un
monstruo que se traga todos los derechos de los ciudadanos. En
este sentido, el rey es el que tiene todo el poder y frente a
ello el individuo no tiene derecho alguno. Pero sobre todas las
cosas, lo más importante es la seguridad del Estado y
será bueno aquello que manda y malo aquello que
prohíbe. Por tanto decimos que la ley del estado, es la
propia conciencia del ciudadano. El Estado considerado como el
Leviatán que se traga todos los derechos, es temible y
tiene la última palabra inobjetable. En cuanto a la
religión, afirma Hobbes que nace del miedo a poderes
desconocidos. Dentro del Estado, el rey es considerado como
príncipe temporal y a la vez sacerdote.

El Leviatán de Hobbes, en la primera parte habla
acerca del hombre en cuanto bueno y malo, en cuanto al Estado de
guerra en que se encuentra, una guerra de todos contra todos,
citamos textualmente lo que señala al respecto:

"Así, es cosa manifiesta que durante el tiempo en
que los hombre viven sin un poder común que los tengan a
todos a raya, se hallan en la condición de vida que se
llama guerra; y una guerra tal, que es la te todos contra
todos"[23] (Cap. XIII).

En la segunda parte de su obra habla acerca del Estado
como el único camino para construir el poder común,
capaz de defenderlos contra la invasión de los
extranjeros. El Estado es la comunión de todas las
voluntades, es decir, al que depositan todos, absolutamente todos
sus poderes relativas y con eses poderes, el Estado se convierte
en el poder absoluto. En cuanto al gobierno nos dice que el
que:

"Intenta deponer a su soberano es muerto o castigado por
él a causa de tal intento, […] y cuando algunos
hombres han pretendido, por su desobediencia a su soberano, un
nuevo pacto, haciéndolo no con los hombres, sino con Dios,
eso también es injusto, pues no existe pacto con Dios sino
por mediación de alguien que representa la persona de
Dios: lo cual no lo hace sino el representante de Dios, que tiene
su soberanía bajo Dios mismo"[24](Cap.
XVIII).

El quehacer político no es simple teoría,
sino es una ciencia eminentemente práctica, es decir la
practicidad de la política en el quehacer
social.

Política,
¿Cuestión de Ética?

"la función de la ética
es problematizar la política" "hay que moralizar las
acciones políticas"

2.1.- ADELA CORTINA: ACTUALIDAD DE LA ÉTICA Y
LA POLÍTICA

Creemos que es importante comenzar este apartado
haciendo un análisis de la actualidad de la ética y
política tomando en cuenta a Adela Cortina que nos hace
aterrizar en una dimensión de ver en los mínimos la
importancia del que hace ético y político. Con
Cortina tomamos partido por el Sí al comunitarismo
Aristotélico que dice: "en la comunidad los individuos
cobran identidad y aprenden a desempeñar un papel que
llena de sentido sus vidas y dirección a sus
virtudes"[25]. Cortina nos presenta cuestiones que
hacen y están presentes en el hombre sea político o
no, como las preguntas "[…] por la felicidad, por la
justicia y por la legitimidad del poder. A estas tres
cuestionantes, en las que se confunden la filosofía moral,
jurídica y política, trató de responder la
filosofía del ser, cuando el ser era el objeto de la
filosofía […]"[26], estas
cuestionantes merecieron tratarlos en su sentido más
amplio y objetivo en cuanto al que hacer de la actividad
política y ética.

En esta actualidad del que hacer filosófico, "la
moral, el derecho, la política y la religión son,
pues, dimensiones de este ámbito filosófico que se
les ha reflexionado con la felicidad y la justicia, con la
legitimidad y la esperanza"[27], cuatro
términos que según nuestra opinión son el
reclamo de los ciudadanos de los Estados del mundo entero. Buena
muestra de ello es que, a pesar de nuestra voluntad tolerante,
somos intolerantes con la "tortura, con la calumnia y la
opresión, mientras exigimos sin admitir voz contraria
alguna, que se respete y potencie la libertad y la
igualdad[28]aunque esto parezca paradójico,
pero eso es lo que pide y se piensa, sin hacer una
autorreflexión de las acciones políticas que
estás fueran de los cánones de perfeccionamiento
que nos presenta la ética.

Adela Cortina nos plantea una cuestión muy
importante dentro del quehacer político
democrático, el cual es la acción comunicativa y
esto lo hace valiéndose de Habermas quien dice que es la
"capacidad de servirse de la competencia interactiva para una
solución consciente de conflictos de acción,
relevantes en perspectiva moral"[29]; esto creemos
que algo trascendental dentro de una vida democrática
política, ya que la capacidad de comunicarnos nos lleva a
poner sobre el tapete lo que consideramos pro medio del
diálogo las diferencias, son el afán de buscar el
bien común de la sociedad. En este sentido, la misma moral
tiene que tender hacia una ciencia dialógica que
desemboque en la praxis como la realización de los
convenios a los cuales se ha arribado por medio de la capacidad
comunicativa.

Es verdad que vemos en la realidad, acciones concretas
dentro de la praxis política, pero estas acciones no
siempre están dentro del ordenamiento jurado y fuera de
los cánones de perfeccionamiento ético-morales, por
tanto, es necesario ir a la raíz de estas acción
para determinar, por qué se actúa de esa forma; no
conviene enjunciar aquellos actos sino sabemos el raíz,
por ello "enjunciar actos sin preguntar de qué actitud
proceden, de qué modo de enfrentarse a la vida son
expresivos, carece de sentido"[30].
¿Quién se preocupa por quién? "¿A
quién le preocupa en nuestra sociedad cómo
responder a la vida individual o colectivamente de un modo
genuinamente humano?"[31]; si hablamos en
términos de quien tiene mayor responsabilidad sobre la
preguntada lanzada, pues tendríamos que poder en el primer
lugar a los que gobiernas los países, porque la
responsabilidad de buscar y responder a la sociedad en su
necesidades primarias, están ellos y en alguna medida,
todos tendríamos que buscar responder a la cuestión
con nuestro trabajo y aporte al Estado que nos cobija.

No podemos y no nos pueden obligar en comulgar lo que
comulgan los otros, me refiero, a la ideología, por ello,
"pretender que todos comulguen en las mismas metas es pedir lo
imposible, incluso lo indeseable, porque ello supondría el
retorno al tan denostado monismo moral, al código
único"[32] y esto simplemente es imposible,
ya la Declaración de los DD. HH., nos otorga el privilegio
de disentir, de pensar diferente. Adela Cortina, nos
enseña realizar un reconocimiento auténtico de los
derechos comunes; una humanidad responsable que hace su propia
historia y aprecia su proyecto.

Pero también nos muestra la realidad de que los
hombres quieren ser dios para los hombres. Esto es la lucha de
aquellos que piensan ser libres, pero que en el fondo nos son
más que esclavos, "se trata […] de teorías
segregadas por una moral de esclavos resentidos
[…]"[33], o como aquellos concepciones
marxistas que se jactan de que el "hombre hace la
religión; la religión no hace al
hombre"[34], es como decir, "si Dios no existe,
todo está permitido"[35], y creemos que es
esta la concepción que se tiene hoy por hoy; ya que Dios
no existe para los políticos, entonces hay que hacer todo
enmarcado dentro del carácter amoral e inmoral, y menos
hacer el bien y buscar el bien común. En esta realidad que
nos presenta Adela Cortina, no se ven presagios de esperanza, no
se anuncia una nueva aurora, "ni se advierte el
superhombre"[36] dicho nicheanamente.

Es necesario trabajar en pos de un pacto
estratégico, que nos permita jalar el carro para el mismo
lado, esto será posible en el marco del mutuo
entendimiento otorgado por la capacidad comunicativa y
dialógica que se pueda tener y como consecuencia de ello,
se notará una concordia de aires nuevos y de esperanza.
Esto también repercutirá en la justicia social "que
tiene por objeto la estructura básica de la
sociedad"[37]. De lo dicho surgen dos preguntas:
"¿se ha producido la transformación política
y económica esperada, que debería trasformar a su
vez las necesidades humanas? ¿Es superflua la moral del
deber porque los hombres disfrutamos de nuestras relaciones
mutuas, sin someterlos al juego mercantil del cálculo y la
estrategia, sino al juego placentero, desinteresado? La respuesta
a tales preguntas no pude ser sino negativo: ni la
revolución espera ha venido ni parece está por
venir"[38]. Esa es la realidad que nos plantea
Cortina y por ello, el sistema en que nos ha tocado vivir, no
parece colmar las expectativas que todo tenemos, es cual es, la
vida feliz, la vida digna, la búsqueda del bien
común para todos.

2.2.- POLÍTICA Y ÉTICA

Lo que tenemos claro es que la política goza de
una autonomía, pero esto no quiere decir que no haya una
profunda relación entre ética y los comportamientos
políticos. La política es una dimensión y
muy importante de la actividad humana. Debe tender siempre una
referencia a la ética, ya que la política abarca
todo el universo personal. No solo se queda en el área de
los medios, sino que está enmarcada dentro de los fines.
Al ser la política una actividad humana, debe expresar y
compartir la dimensión ética. La política no
puede ser humana sino está sometida a las normas
trascendentales de la moralidad. La política está
encuadrada dentro del universo de los valores que rigen la vida
humana. No puede existir conflicto objetivo entre los valores
éticos y la auténtica vida política. La
ética, hunde sus raíces en la política y su
función es de problematizar la política.
La política no es una teoría y nada más, es
sobre todo una acción de la praxis en el que hacer de la
vida pública y privada y más que privada
pública; en consecuencia vemos los deberes ético
tanto de los gobernantes como de los gobernados.

2.3.- DEBERES ÉTICOS DE LOS
GOBERNANTES

Destacamos los criterios que han de regir la
relación entre autoridad y obediencia según la
doctrina de la Iglesia. El ejercicio de la autoridad
política tiene legitimidad ética cuando: a) si
lo ejerce dentro de los límites del orden moral

(orden moral establecida por la Declaración Universal de
los DD. HH., "que afirma el principio de: la dignidad humana de
todos los miembros de la familia; la no discriminación
presente en todas las declaraciones de los derechos; la sociedad
democrática como único espacio en que es posible el
goce de los DD. HH."[39]; b) si, en
último término, se busca el bien común
;
c) si se actúa dentro del orden jurídicamente
establecido
. A este legítimo ejercicio de autoridad,
corresponde la debida obediencia. Cuando el ejercicio de la
autoridad no tiene legitimidad ética, tienen el derecho a
la resistencia los gobernados. Para fortalecer lo dicho nos
apoyamos en la formulación del Concilio Vaticano II que
dice: "cuando la autoridad pública, rebasando sus
competencias, oprime a los ciudadanos, estos no deben regir a las
exigencias objetivas del bien común; les es lícito,
sin embargo, defender sus derechos y los de sus conciudadanos,
contra el abuso de tal autoridad, guardando los límites
que señala la ley natural y la evangélica

[…]"[40]. La política debe tender
hacia una detención ética, sin embargo, ha sido
considerada como lugar de la mentira, del engaño, de la
corrupción, de la hipocresía, etc. Son muchos
quienes piensan que la política es la instancia más
contraria a una conciencia limpia de la moral. A
continuación anotamos las posiciones de aquellos quienes
opinan que la política debe ser una realidad ajena a la
ética y que por lo tanto no debe estar sometida o regulada
por ella.

2.3.1.- DEFENSORES DEL REALISMO
POLÍTICO

Para quienes propugnan el realismo o el pragmatismo
político, la ética y la política son dos
realidades totalmente distintas e irreconciliables. Estos son los
discípulos de Maquiavelo, para quien la política es
totalmente autónoma. Ella es la norma de sí misma.
La pretensión de una ciencia política regida
únicamente por leyes estrictamente técnicas, que
configuran las proposiciones del realismo político se
encuentran muy presentes en los actuales gobiernos de
América Latina de tendencia socialista.

2.3.2.- EL EVASIONISMO RELIGIOSO

Partes: 1, 2, 3

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