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El sexo más allá de la muerte



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

  1. Palabras del traductor
  2. Primeros pasos
  3. Ella
  4. Sexo
  5. Avante
  6. El
    valle
  7. Más allá del
    valle
  8. La
    puerta
  9. En el
    valle del mal
  10. Las
    sombras del pasado
  11. Lecciones desconocidas
  12. Los
    hombres
  13. En
    marcha
  14. Sombras del pasado
  15. En el
    valle de la muerte
  16. Aun
    en el valle
  17. El
    sanatorio
  18. La
    enfermería
  19. Otros
    enfermos
  20. Para
    el frente
  21. Interrogando
  22. Flores y plantas
  23. Estudiando
  24. El
    regreso
  25. La
    tierra
  26. Útiles
    esclarecimientos
  27. Irradiaciones
  28. El
    sueño de Elmiro
  29. En el
    umbral del submundo
  30. Karla
  31. La
    japonesa
  32. Los
    visitantes
  33. El
    drama
  34. Perversión sexual
  35. Nexos
    del pasado
  36. Consideraciones finales
  37. En el
    Reino de Tamerlán
  38. Complemento del libro
  39. Consideraciones. Finales

Palabras del
traductor

Apreciados lectores:

Después de encontrar este precioso libro titulado
Sexo Después De La Muerte, de Raniere, de
manera virtual y en idioma portugués, habiéndolo
leído y analizado, pensamos que valía la pena
contribuir con la difusión, traduciéndolo al
español a partir del 1 capítulo hasta el
capítulo XXXVII, además de agregar tres
capítulos sustraídos de otros tres libros, como
son: Y La Vida Continua, de Chico Xavier y Andre Luiz, Sexo y
destino,
de Waldo Vieira y Chico Xavier, Cristo Espera
por Ti,
de Waldo Vieira, dictado por Balzac. Todos
los temas traducidos al español y organizados a nuestro
estilo literario, tratando de que sean comprendidos al
máximo; esto nos obliga a hacer giros literarios,
acotaciones y variación en la puntuación,
también el cambio de vocablos que son contradictorios al
léxico de nuestro idioma que es tan exigente. Sin embargo,
nuestro propósito es el de no dejar perder en lo
mínimo la idea y el contenido del mensaje por la cual fue
lanzada esta extraordinaria obra.

Ahora, armando un maravilloso compendio para el deleite
y aprendizaje de aquellos estudiosos cuyo raciocinio esté
preparado para semejantes enseñanzas, más en estos
difíciles momentos del caos moral en que
vivimos.

También nos estimuló a la
traducción de los textos, el hecho de corroborar en parte
la temática de nuestro libro recién escrito
titulado, Sexo En Dos Mundos, de la
autoría de Libartm. Son nuestras
experiencias como mediumns proyectivos, que también
consideramos los tiempos llegados para ese tipo de revelaciones,
que necesitó de romper esquemas y exponerse a la
crítica de aquellos que aún no están
preparados para esta importante y valiosa literatura, tan
metafísica como esotérica y dentro del contexto
Espirita. Esa obra ya se encuentra navegando por Internet en
español.

LIBARTM

CAP. I

Primeros
pasos

Mis incursiones en el mundo espiritual se realizaban de
tiempos atrás. Me acostumbraba a abandonar el cuerpo al
caer de la noche. Mi guía espiritual me aguardaba siempre
para el paseo nocturno.

Desprenderme de los ligamentos del organismo
físico se tornaba asunto resuelto, así no sea
fácil en el campo de la consciencia pura.
Inconscientemente, millares de seres dejan el cuerpo todas las
noches y deambulan por el mundo de los Espíritus. Empero,
conscientemente y con pleno conocimiento, son pocos quienes
identifican esa situación; se complacen en esperar la
caída de la noche para sumergirse en el otro lado de la
vida. Vagan a cálculo o buscan deliberadamente
determinados locales donde satisfacen sus necesidades o
pasiones.

En aquella noche, estábamos citados para una
visita especial.

Eleuterio fuera designado para acompañarme. Me
preocupaba últimamente el desenlace final o la vuelta al
mundo espiritual, y percibiendo tal vez mi inquietud los amigos
de planos superiores me atendieron el justo deseo de
aprendizaje.

Percibí que Eleuterio vestía ropaje de
tonalidad verde oscuro, al contrario de la túnica luminosa
de los Espíritus superiores. Era en la realidad como yo,
una persona normal. Nada indicaba que él viniese de esfera
diferente.

– Vamos – me dice el mensajero. Como debe saber
recibí órdenes de acompañarlo y orientarlo
en este lado de la vida. ¡Quiero cumplir fielmente mi
misión!

Diciendo eso sonrió
significativamente.

– Hoy visitaremos algunos amigos que sufren el dolor de
las pasiones sin remedio.

Observe a Eleuterio sorprendido.

– ¿Cómo?, ¿Aquí
también hay pasiones sin remedio?

– Si, aquí es donde las pasiones no tienen
remedio, dice él. Aquellos que se quieren
desesperadamente, buscan encontrarse a cualquier precio; y
generalmente se topan, cuando vibran en el mismo plano.
Aquí es más fácil vencer las convenciones
sociales.

– Entonces, ¡vamos! — manifesté
alegremente. Hay mucho deseo por conocer a aquellos que viven una
vida diferente.

Alzamos vuelo silencioso con el simple deseo de partir.
En realidad nos deslizamos en el espacio. Las cosas quedaron
atrás sin que las percibiésemos detalladamente. Nos
parecía un filme que se desenvolvía en nuestra
mente.

En breve, penetramos en agitada avenida de la Capital
bandeirante, suntuoso edificio, palacete de ricos, y buscamos la
alcoba de respetable matrimonio. En el lecho, dos cuerpos
reposaban y su respiración anhelante mostraba que algo
especial estaba ocurriendo con ellos.

– Nos sintieran la presencia – explicó Eleuterio,
y por eso se afligen debido a nuestra
aproximación.

Matrimonio relativamente joven. Ella con unos treinta y
cinco años y él con 45 aproximadamente.

– Busquemos al marido primero – esclareció el
guía.

Observé que diciendo eso, Eleuterio tomaba en las
manos con mucho cuidado, un hilo oscuro que partía de la
cabeza, ligada a otro que salía del ombligo del
hombre.

Los examinó y dijo:

– Sigamos en esta dirección – Lo
acompañé intrigado.

Alcanzamos en breve extraño burdel, repleto de
humo y bebidas, en donde criaturas decaídas se
sumergían en el desvarío de las pasiones más
infelices.

En una mesa, sentado con una mujer horrible, el hombre
se entregaba a las más bajas y torpes
actitudes.

Me asusté al verificar sus rostros desfigurados y
decadentes. Los ojos un poco cerrados, las carnes del rostro
flácidas, en fin, en completa y suprema decadencia moral.
La mujer era una de esas infelices que aparecen en las calles de
París, mendigando un poco de sexo.

– ¿Está viendo? – preguntó
Eleuterio. Ese desdichado pasa la vida de esa manera. Durante el
día es figura decente y respetable de la Sociedad
Paulista, pero en la noche busca lugares como este para dar
vía libre a su impulso de deseos y
desórdenes.

Nos aproximamos a los dos para escuchar lo que
hablaban.

– Como usted sabe – decía el hombre – mi vida con
ella es muy desdichada. Es una mujer buena, mas no me ama ni me
comprende. Durante toda mi juventud, después del
matrimonio que se efectuó hace más de diez
años, me negó el cariño y el afecto sexual.
En los primeros tiempos reaccioné mucho y me
esforcé por mantener una actitud compatible con mi
posición social. Sin embargo, el hambre de sexo me conduce
poco a poco a estos lugares, donde de alguna manera encuentro el
placer y la alegría que ella me niega. ¿Qué
debo hacer yo? traicionarla públicamente, no puedo. Me
falta coraje para desafiar a la Sociedad. Aún allá
respeto a los hombres. Vengo pues para esta región, donde
las mujeres como usted me satisfacen las emociones de la
animalidad.

Vi. que el hombre lloraba, tal vez tocado por las
vibraciones de nuestra presencia. La mujer, mentalmente inferior,
no comprendía bien el drama del hombre y
respondió:

-No lo hace mal, ¡déjala allá! Yo
estoy aquí para consolarle y darle aquí lo que
necesitas!

Parece que el hombre en lo íntimo, se
rebeló con la naturaleza de la mujer, porque la
apartó con un gesto brusco y salió de allí
tambaleante por la puerta hacia afuera.

– Volvamos – comunicó Eleuterio. Él ahora
buscará la casa y retornará a las fajas del cuerpo
físico.

No demoró y retornamos al interior del Palacete
donde la señora dormía en paz silenciosamente. El
hombre retomó el cuerpo con violencia y despertó
asustado como quien presintiese a alguien en el cuarto, empero no
tuvo coraje de despertar a la esposa. La observó y
retornó al sueño, en adelante menos
agitado.

-¿Y ahora que ocurrirá con él? –
Interrogué.

– Nada, quedará en el propio cuerpo hasta
despertar en definitivo – explicó el amigo espiritual;
todavía, mi estimado, busquemos conocer los caminos de la
mujer.

Dijo eso y salimos.

CAP. II

Ella

En breve alcanzamos una zona más escampada. En lo
alto de pequeña colina, se erguía majestuoso
edificio, antiguo colegio de monjas carmelitas, que pasaran la
vida encarceladas en silenciosos cubículos, olvidadas del
mundo.

Extrañé el lugar. Eleuterio, sin embargo
me alertó.

– Aquí aún permanecen muchos
Espíritus de monjas que continúan practicando el
ayuno, el celibato, y los sacrificios inútiles, aliados a
una renunciación ahora incomprensible para todos. Se
prenden a formas de pensamientos estereotipadas, por la voluntad
de alcanzar al Cristo por la renunciación mal orientada, y
con eso logran lo contrario de la elevación
espiritual.

Se estacionan en el tiempo como prisioneras comunes que
se arrestasen por si mismas.. Jamás en esa
pretensión alcanzarán el paraíso que
sueñan.

Entramos. A nuestro paso, muchas de ellas se espantaban
sorprendidas con nuestra presencia, que les parecía
completamente incomprensible. Otras, nada percibían, tan
embebidas estaban en sus oraciones. Figuras encorvadas y su piel
sin color, amarillentas tal vez por el tiempo. Algunas trabajaban
andando de un lado para el otro, conduciendo objetos caseros. En
el salón principal de alimentación, naturalmente,
lugar animado en otrora por aquellas que eran las servidoras de
las encarceladas, encontramos bella figura de mujer doblada sobre
pequeño mueble que simbolizaba una mesa, vestida de
blanco, con sencilla ropa de Hermana de la caridad.
Mantenía el pensamiento distante, tal vez en larga
oración.

– No está orando, dice el benefactor. Está
meditando, preocupada por el marido.

Evidentemente la manifestación de espanto
expresada en mi rostro, recordó a Eleuterio que yo
necesitaba de mejores esclarecimientos.

– Mí apreciado, este Espíritu es apenas la
esposa de aquel hombre que visitamos. En las horas más
silenciosas de la noche, deja el cuerpo y busca este recinto,
donde en otrora practicó como Hermana Carmelita la
más terrible renunciación. Ahora casada, no
consigue aceptar al marido sexualmente, y éste, que en
realidad le tiene profundo amor, empero que, por lo tanto,
aún siente el hambre sexual propia de aquellos que se
estacionan en ciertas fajas vibratorias, busca espiritualmente
los prostíbulos y se sumerge en la lama oscura de los
desvíos más terribles

– ¿Y ella? ¿No tiene responsabilidad
Espiritual?

__Sí, tiene responsabilidad Espiritual muy
grande. En el ministerio de evaluaciones los asentamientos
relativos a ella son muy extensos. Espíritu
antiquísimo, ella viene de la Grecia del Dios Orfeo y de
los misterios de las más puras Sibilinas. En Roma
vistió la túnica de las Vestales. De hecho, posee
un pasado de pureza sexual y moral de enorme respetabilidad. A
pesar de todo, asumió el compromiso de ayudar
espiritualmente al compañero y defenderle la honra. Y eso
solo ella podría hacerlo evitando que él venga a
caer en tentación en la carne perdiéndose
así. A su vez, él, Espíritu de prodigiosa
fuerza de carácter, forjado en los circos de Roma, y en
las luchas de los ejércitos Romanos, él mantiene en
el mundo la apariencia de hombre correcto y honesto. En la noche,
ya libre de los lazos que lo prenden a la carne, busca las
satisfacciones más fáciles, al lado de
compañías despreciables.

– ¿Y en el retorno a la carne? –
interrogué. ¿El no guarda recuerdos?

– Guarda vivos recuerdos. Al despertar a veces recuerda
muchos pasajes de sus orgías nocturnas, empero los toma
como sueños o pesadillas. Es lógico que en la vida
común de relaciones, los problemas sexuales le vengan al
pensamiento, y la presencia femenina siempre lo perturba un
poco.

Observé a la joven y nos aproximamos.

Un aura de relativa tranquilidad le envolvía el
pensamiento. Pese a eso, cierta aprensión le dominaba el
espíritu.

Eleuterio y yo, no éramos percibidos, pues nos
manteníamos invisibles para ella, por última
decisión del amigo espiritual. Este le aplicó pases
magnéticos.

Le habíamos dado nueva dirección a
nuestros pensamientos y a las fajas vibratorias de nuestro
Espíritu.

Pareció sentirse bien, enseguida
identificó nuestra presencia. Eleuterio le hace un gesto
significativo, y ella permaneció donde estaba, aguardando
tal vez sin saber nuestro pronunciamiento.

– Querida hermana – le dice él, – aquí
estamos en visita fraternal.

– Pues – nos respondió educadamente
– No es la primera vez que benefactores de lo alto nos visitan.
¡Estoy acostumbrada a identificar a los áAngeles del
Señor!

Me impresionó el lenguaje que usaba.
Intentó besar las manos de Eleuterio, mas éste se
esquivó. Ella, sin embargo insistió:

– Estoy acostumbrada a besar las manos de nuestro
obispo.¿Por qué, señor, no me permite ese
gran honor?

– Somos criaturas como usted, querida amiga, y no vemos
motivo para permitir tal cosa.

Humildemente pareció aceptar la
situación.

– ¿A qué debo la honra de la visita,
entonces? Quiero saber.

– Estamos en un paseo de estudio – afirmó
Eleuterio- Somos aprendices de las leyes de Dios y vinimos a
visitar este Colegio donde tantas hermanas practican la
renunciación.

Agradeció con una mirada.

– Nos parece a pesar de todo, expresó Eleuterio,
que algunas monjas llevan muy lejos la
renunciación…

– ¿Cómo así? Preguntó
tímidamente. ¿No somos perfectas?

– No digo eso, empero noto que algunas como usted
aún

permanecen ligadas en la tierra a compromisos
ineludibles.

– Realmente, eso es verdad – confirmó ella. –
¿Mas, qué vamos a hacer si cometemos un terrible
error en nuestra vida?. Si no puedo deshacer los lazos que me
ligan al hombre con quien me casé, procuro sin embargo
huir de él para que no se consumen los actos indignos
presididos por lo maligno!

Diciendo esas palabras, sus rostro se inflamara y sus
ojos se fogueaban.

– ¿Entonces, usted no admite la necesidad sexual
de aquellos que permanecen en la carne?

-¡No, no, y no! – golpeó ella con las manos
y con los pies en una actitud enérgica de rechazo.¡
No acepto!

Eleuterio volvió a la carga.

– Mi amiga, el acto sexual entre los esposos es ley de
Dios y nadie puede contrariar la naturaleza sin incurrir en
penalidades rigorosas impuestas por la propia ley de
evolución. Usted será llamada dentro de poco
tiempo, si no en esta misma vida terrena, a rescatar con dolores
su fuga.El sexo es sagrado y respetable. Nada hay que impida su
pleno ejercicio dentro del sagrado instituto de la familia. Fue
Dios quien creó el sexo para alegría de las
criaturas y para que el propio hombre gestase las otras formas
que deben habitar la tierra, colaborando de ese modo con la
maravillosa obra de Dios. Nadie debe tomar como inmundo aquello
que Dios santificó. ¿No fueron esas las palabras
dictadas al apóstol?.

Ella se silenció pensativa. Después
volvió a decir:

– Infelizmente, no puedo comprender eso. Si la
virginidad y la pureza son atributos Divinos, el sexo para mi es
apenas una inmundicia.

– Bien, empero usted pone en riesgo la respetabilidad de
su compañero, Espíritu que reencarnó con
determinado compromiso de elevado tenor espiritual y que por su
falta de comprensión en el campo sexual, podrá
también en la carne volver a la compañía de
antiguas amistades que yacen en el fondo de los
milenios..Despierto para otros amores, podría perderse a
sí mismo y entonces, mi apreciada, ¡esa
responsabilidad recaería sobre usted en la totalidad ya
que lo abandonó a su propia suerte! –

– ¡Ah, eso no! cada uno responde por sus propios
actos. Si él practica el mal, que él responda por
sus propios actos. No tendré que ser yo, quien venga a ser
responsabilizada por lo que él hace.

– Usted está muy engañada –
reafirmó el Guía. – Su responsabilidad en este caso
es de las mayores. ¿Usted ya se olvidó de los
compromisos que asumió para con él? Uno de esos
compromisos justamente es el de defenderlo de las fuerzas
inferiores que buscaran atraerlo para su radio de actividades
pecaminosas, desviándolo de los sagrados compromisos con
Jesús.

Ella se silenció al escuchar el nombre de
Jesús.

– Está bien. Lo voy a pensar,
¡todavía continuo creyendo firmemente que el sexo es
inmundicia!

Nos despedimos, y Eleuterio golpeando levemente en mis
hombros insinuó:

– No siempre la ley que nos gobierna es la ley de Dios.
Ella huye de una ley, mas caerá en el dominio de otra
más rigorosa. Aquellos que huyen de los compromisos de la
Divina ley se precipitan vertiginosamente en los brazos del
dolor, que es ley de hierro

CAP. lll

Sexo

Evidentemente, yo fui despertado para el estudio del
problema sexual en aras de la espiritualización.
¡Cómo sería considerado en el plano Superior
y simplemente en el plano Espiritual, el sexo?

Mis pensamientos me dominaban intensamente la casa
mental. En realidad, el problema de aquellos cónyuges tal
vez fuese apenas el problema de todos…

Eleuterio, Espíritu de cierta envergadura,
probablemente me leía el pensamiento. Porque,
repentinamente me habló:

– El problema sexual no se restringe solamente a la
esfera de la carne o al mundo de la tierra. El va más
allá del común entendimiento humano. Sexo, en las
esferas espirituales no significa apenas macho y hembra,
órganos femenino y masculino, relaciones sexuales. En
nuestras esferas sexo significa un conjunto de cualidades y
características femeninas o masculinas, positivas o
negativas, o neutras, si así se puede decir. El acto
sexual se puede procesar en otro campo de vibraciones resultado
de transferencias que el hombre común todavía no
conoce, en el campo del amor. Es natural que en la esfera de la
carne entienda el hombre que sexo sea apenas una relación
macho y hembra, de modo que todo termine en relación
sexual. En tanto, en nuestro Plano, sexo significa más:
buscamos la identificación de las almas y la unión
de los corazones. Puede haber en el mundo sexo sin amor, en tanto
que aquí, generalmente en las mentes más
evolucionadas existe amor sin sexo, considerando el sexo como
órganos sexuales. Eso no quiere que las almas aquí
no porten los órganos sexuales. Por muchos milenios
todavía ostentarán el emblema de
Adán.

Sonreí ante la apreciación de Eleuterio.
¡Emblema de Adán! Solo un Espíritu de tal
quilate daría ese nombre a los órganos
masculinos.

CAP. IV

Avante

Las palabras de Eleuterio aún repercutían
en mis oídos y mi ansiedad de saber más, se
tornó insoportable. Sin embargo él
agregó:

– Mi hijo, la verdad debe ser dosificada…fuera de
eso, nos arriesgaremos a establecer el desorden en la casa de
Dios.

Me conformé con la enseñanza. ¿Pues
qué podía hacer?

– No debemos dar más de lo que la mente humana
puede contener – esclareció el gran amigo.— No solo
usted o yo; sino millones de criaturas en el mundo, ansían
conocer más verdades, sin embargo, aún,
desdichadamente, no tienen condiciones mentales para saber
más. Somos obligados a aguardar el futuro. El campo
sexual, desde el punto de vista espiritual, es tierra virgen; a
pesar de todo, debemos ir despacio…

Proseguimos. Eleuterio me convidó a visitar
desagradable colonia de mujeres perdidas.

– ¿Mas, existe eso? – me
sorprendí.

– Existe mucho más de lo que usted piensa. El
mundo de la muerte es apenas el mundo de la vida. ¿No es
igual? y allí como aquí los sentimientos son los
mismos. Nadie alcanza la santidad por el simple hecho de haber
desencarnado. La muerte solamente despoja al hombre de la ropa de
la carne. La santificación es obra de cada uno. Oremos, mi
hijo, la oración es señal para caminos mejores. Y
pidamos a Dios que no nos deje caer en
tentación.

Pronunciando esas palabras, Eleuterio emitía
extraña luminosidad exteriorizada en pleno pecho como
estrella de la mañana.

Comprendí la elevación de su pensamiento y
me admiré de que apenas en pleno siglo humano de la
astronáutica viniesen los Espíritus Superiores a
instruirnos sobre sexo.

La marcha se hacía ahora por región oscura
y las vibraciones que llegaban hasta nosotros eran inquietantes.
Yo ya había sentido cosas semejantes y hasta peores en
otra oportunidad. Por lo tanto, la naturaleza de estas nuevas
vibraciones me inquietaba. A mi mente comenzaban a llegar
imágenes de mujeres semidesnudas, como si mi mente fuese
una pantalla de televisión…Me asusté y
procuré armarme con las defensas mentales constituidas por
el acerbo de sentimientos cristianos que me animaban. Solo el
Cristo sería capaz de salvarme, pues en verdad yo me
sentía ligado prodigiosamente al campo sexual, como si
allí mi Espíritu hubiese sufrido a través de
los tiempos las más duras pruebas.

– "Yo tengo una espina en la carne que me fue dada por
Satanás para abofetearme."

Eleuterio pronunció esas palabras del
apóstol Pablo con la intención de instruirme. Las
recibí con inmensa humildad y
consolación

Si Pablo sentía en la carne violentamente la
espina del sexo, él, que fuera apóstol del
Señor y si la sintió después de haber
conocido a Jesús, pues qué podría esperar
yo, viejo Romano de las luchas más terribles del Imperio,
y griego dedicado a la sensualidad del arte
Helénico.

Es lógico que mi pensamiento aún en lucha
con el sexo se armarse de la mejor buena voluntad para resistir
el asedio de las sombras.

CAPT. V

El
valle

Caminábamos al margen de extenso
valle limitado por una cerca aparentemente igual a los alambrados
que demarcan los campos de deporte, con todas las apariencias de
una frontera común y natural.

Ante nuestra expresión de asombro
Eleuterio esclareció:

– El parque está encerrado al estilo de las
cercas comunes de la Tierra, en tanto que el material usado es
otro. Es necesario eso, para que las mujeres que aquí
habitan no intenten salir. El terror a la trasgresión de
las normas de la Institución les acarrea intensos
sufrimientos.

Aquí, como en el Mundo, criaturas de ese nivel
espiritual difícilmente pueden comprender el amor. Por
eso, son disciplinadas aún por el terror. En la
antigüedad se decía que "el temor de Dios es el
principio de toda la Sabiduría" , así hoy nosotros,
estamos luchando para que "el amor de Dios sea el principio de
toda la Sabiduría". Del uno al otro la distancia es muy
grande. Solo el tiempo conseguirá hacer que la mente
humana acepte las reglas de Jesús. Los Espíritus
endeudados luchan siempre contra la aplicación y la
vivencia de la Ley de Dios. En las fajas de los sub-mundos
espirituales, vivir la ley es un problema complicado.

Eleuterio se silenció y nosotros comprendimos que
llegaba la hora de atravesar los portones de la
Institución. Allá adentro nos esperaban los
Espíritus de las mujeres perdidas, recluidas allí
por amor de algunos.

Aún no esbozaba bien ese pensamiento, cuando vi.
a una mujer desgreñada que corría hacia nosotros.
Cabellos largos desordenados sobre los hombros, vestido sucio,
descalza… se agarró a la cerca y observó con
mirada de fuego, llena de sensualidad tan poderosa, que sentimos
que sus vibraciones nos alcanzaban vertiginosamente.
Acompañándonos, al ritmo que andábamos,
agarrada a la cerca, retorciéndose en manifestaciones
sensuales indescriptibles, y de repente, antes de que
pudiésemos prever o suponer, nos hizo un gesto grosero y
violento poniendo las manos en sus órganos genitales, en
una exhibición de tremenda repercusión.

Nos sonrojamos de vergüenza. Ella, sin embargo, nos
sonrió como un animal desesperado que se ofrece. La furia
del sexo brillaba en su mirada y el deseo más intenso se
expresaba en sus manos crispadas.

Sin embargo, no tuvo el coraje de atacarnos, empero nos
acompañó.

Eleuterio nos enseñó:

– Mí apreciado, prepárese para lo
peor.

De hecho, una multitud de mujeres de aquel tipo
asomó, surgiendo del pajonal o de los pequeños
matorrales, y vinieron a saludarnos con demostraciones de
sensualidad. Casi todas jóvenes y algunas realmente
bonitas, exhibiendo piernas, senos y cuerpos capaces de despertar
en el sexo opuesto deseos desesperados. Lo que sin embargo,
más me impresionaba eran las emisiones de vibraciones en
catapulta, que les surgían del organismo exaltado viniendo
hacia nuestra dirección. ¿Como huirle a la
carga?

– Ore intensamente, aconsejó
Eleuterio.

Oramos. A pesar de todo, las fuerzas de esas vibraciones
eran poderosas, inmensamente poderosas. Solo Eleuterio puede
impedirnos de caer en tentación, colocando sus manos
luminosas sobre nuestra cabeza y nuestro corazón.
Imágenes de orden Superior pasaron a brillar en nuestra
mente y entonces un fenómeno de profundo significado se
desencadenó en nuestra casa mental. Todas aquellas mujeres
lascivas y sensuales a nuestros ojos, se transformaban como por
encanto y pasamos a verlas como hermanas bienamadas.

Un extraño coraje nos dominó el
Espíritu. Nos aproximamos a ellas y conversamos con
aquella mujer que nos devoraba momentos antes con la
mirada.

– Mi hija – le hablamos cariñosamente. Usted es
tan bella y tan pura – y diciendo eso, le alisamos los cabellos
desgreñados. Tal vez tomada por aquella vibración
que venía de Eleuterio a través de nosotros, se
calmó, empero respondió:

-¿Usted no me reconoce? ¿No, aún no
me reconoce?

La miré confuso y ella
esclareció:

– Yo soy Zaira, la Judía que se perdió en
Roma, en el reinado de Cesar Augusto, a quien usted
recibía muchas veces, en el palacio Imperial! Desde
aquella época usted me rechaza. ¡Ya deseaba ser
Santo!

Antes que yo pudiese prever, completamente loca,
emitió una terrible carcajada y escapó de nuestras
manos:

– ¿Santo? ¿Quién es usted para ser
Santo? ¡Todavía hoy anda detrás de ese
Jesús que el Cesar Nerón persiguió hasta los
confines del mundo! ¡Déjese de eso, usted no
llegará a la santidad! ¡Y yo no quiero verlo
más! ¡Estoy enojada! Hace milenios me niega el
cuerpo y el alma!

Gritó tan fuerte y con expresiones tan violentas,
que nos dejó profundamente conmovidos por dentro, en la
intimidad de nuestro corazón. ¡Pues qué
hacer! No nos recordábamos absolutamente de lo que ella
decía, ni los acontecimientos referidos despertaban en
nosotros cualquier recuerdo.

– ¿Y ella?- pregunté al Guía,
¿cómo puede ella recordar cosas que yo no
recuerdo?

– Esas criaturas – me respondió el amigo
espiritual – traen de manera aguda los recuerdos de los
acontecimientos que más les preocupan. Viven día y
noche rumiando el pasado. Sufren desesperadamente y se entregan a
la furia sexual como si fuera tal vez, la única puerta
abierta capaz de contenerlas para que no se precipiten en abismos
más oscuros. Tanto aquí como en el mundo, el sexo
funciona más allá de sus funciones normales, como
freno de otras pasiones y violencias peores. Las almas incapaces
de contener las fuerzas de las desgracias que las rodean, muchas
veces se agarran en la satisfacción sexual con verdadero
delirio y con eso, peores crímenes son
evitados.

Eleuterio sonrió.

– El sexo en esas criaturas funciona como la
válvula en la olla de presión… sino tuviese
la válvula, ¡la olla explotaría!

Observamos al Espíritu con admiración.
Nunca pensamos que la sabiduría de Dios controlase las
fuerzas desenfrenadas de los Espíritus Inferiores, en
parte a través del sexo, que mucha gente consideraba"
patrimonio inmundo"

CAPT. VI

Más
allá del valle

Ahora las mujeres continuaban siguiéndonos a la
distancia.

El parque se extendía por entre los
árboles, matorros y pajonales verdes. Sin embargo, ellas
no nos perdían de vista y de repente, noté un hecho
extraño: más allá de la cerca por el lado de
afuera, multitud de hombres, algunos vestidos, pero la
mayoría semidesnudos, se prendían a la cerca con
desespero.

-¿Que es aquello? – pregunté
sorprendido.

– Son Espíritus encarnados, mi hijo – dice
Eleuterio – que en la noche dejan el cuerpo en el mundo, y vienen
desesperados hasta aquí con el ansia incontenible de
encontrarse con esas mujeres….

Frente a mi admiración, Eleuterio
complementó

– Aquí, difícilmente consiguen un
encuentro para el intercambio sexual de las energías, pero
más allá del valle donde no hay ningún
control, ellos consiguen su objetivo. Allá, donde la
vigilancia de la Espiritualidad Superior aún no puede
existir, estos viven en manifestaciones realmente de bajo tenor
vibratorio; ¿quiere ir más allá del
Valle?

Recibí la pregunta sorprendido e
interesado.

– ¿No vine aquí para aprender? –
respondí.

– Evidentemente, todo lo aprendido hoy es patrimonio
para el mañana. Y todo conocimiento hoy es tesoro para el
futuro. Espero, apenas, que usted pueda equilibrarse estudiando
los desequilibrios ajenos. El peligro de ir más
allá del valle es el riesgo de que nosotros también
caigamos en tentación… raros son los
Espíritus que renaciendo en la tierra, por más
elevados que sean, no se sienten tentados aquí o
allí. El mundo es de pruebas y
tentaciones…

Observé a Eleuterio con cariño. Yo
también poseía aún un cuerpo de carne que
permanecía en el mundo como receptor y emisor de mis
pobres energías.

Eleuterio prosiguió:

– El cuerpo funciona a veces como amplificador o caja de
resonancia de nuestros sentimientos. Otras veces nos sirve de
fortaleza defensiva. En el, los sentimientos de orden terrestre
vibran siempre con gran intensidad. No hay ninguna inmundicia en
el sexo. Patrimonio Sagrado de los Espíritus y de la
humanidad, lo que a veces existe es solamente desequilibrio. Y
este debe ser disciplinado por nosotros con el fin de que un
día alcancemos la serenidad del reequilibrio. El
Espíritu retorna siempre al reequilibrio de la ley, para
que así en adelante el pueda recorrer rutas desconocidas y
desconcertantes. Vivir la Ley no es fácil, aquella ley que
nosotros llamamos por una cuestión de entendimiento Ley de
Dios. El ser estará siempre viviendo en el dominio de una
ley, porque el universo se rige por leyes inexorables. Cuando
salimos de una, caemos en el dominio de otra. Lo que existen son
leyes de equilibrio y leyes de desequilibrio. Leyes de asenso y
leyes de descenso. Leyes que indican que el Espíritu sube,
o leyes que indican que el espíritu desciende. Leyes que
muestran que el Espíritu apenas marcha durante siglos en
una misma faja, o leyes que nos esclarecen que el Espíritu
apenas se estaciona en el tiempo. Leyes de integración y
leyes de desintegración. El universo de Dios es un
universo de leyes, o sea de hechos y fenómenos que marchan
en una o en otra dirección. Una especie de grandes fuerzas
vivas que orientan la marcha viva de todo lo que existe. Todo en
el Universo mi hijo, es ley. Nos acostumbramos a conocer por ley
de Dios la ley del Amor. En la realidad todo es Ley de Dios. Las
fuerzas universales establecen ritmos tan exactos, precisos,
inexorables, que paso a llamar esos acontecimientos como
ley.

Eleuterio se calló y vi. que su cerebro en
aquella hora estaba profundamente iluminado.

Extraña admiración me tomó el
Alma.

– ¿Quién sería Eleuterio? Su
simplicidad no indicaba creer a primera vista que era el sabio
que demostraba ser.

Percibiendo mis indagaciones más íntimas
prosiguió:

– ¡Mi apreciado, aún son tan grandes mis
imperfecciones que permanezco caído en la Tierra, junto
con todos los pecadores!

Comprendí la actitud de humildad del amigo y para
no perturbarlo en sus más vivos sentimientos,
expresé:

– ¿Iremos más allá del
Valle?

– Iremos – respondió él. – ¡Espero
que nosotros los dos podamos resistir el
espectáculo!.

CAPT. VII

La
puerta

El camino que seguíamos conducía a
pequeña puerta que nos parecía a la distancia
situada sobre la cerca. Descendía ahora el terreno y
oíamos cantar y susurrar las aguas de un riachuelo que
corría entre el follaje.

–¿Esas mujeres reciben aquí algún
tratamiento? – procuré información.

— Por ahora el tratamiento de ellas consiste en vivir
en plena naturaleza, apartadas un poco del mundo sexual. Es un
proceso de enfriamiento… —explicó Eleuterio.
Después, en instituciones más elevadas reciben
tratamiento psicoterapéutico más adecuado. Quede
bien claro, mi amigo, que nosotros apenas procuramos rectificar y
reajustar al ser a una actividad sexual sana La Espiritualidad
Superior no busca eliminar o destruir el sexo. La sexualidad es
un estado necesario del Alma humana en determinadas fajas del
Universo. Ley de la vida, puerta abierta a la
reencarnación o instrumento para la "fabricación de
formas", ¿entendió?

Sonreí debido a la última expresión
de Eleuterio.

– ¿Entonces Dios tiene una fábrica de
formas?

– En último análisis, así es –
afirmó él.– Los mundos del tipo de la Tierra
exigen formas, con el fin de que los Espíritus reencarnen
y Dios hace al hombre y a la mujer con la posibilidad de
reproducir las formas, de manera que a través de ellas
reencarnen los Espíritus y pueda funcionar la ley de Amor.
Así, mi estimado, fue Dios quien hizo el sexo. No hay
inmoralidad alguna en el uso de los órganos sexuales. Lo
que hay es uso indebido, con riesgo de perturbación al
desenvolvimiento natural del ser. La humanidad está
dejando un estado de completo atraso y va entrando en el campo
científico y real de grandes conocimientos. Cuando el
hombre conquista el espacio es porque ya alcanzó el
derecho de libertad cósmica y evidentemente no
podría continuar viviendo dentro de conceptos, muy buenos
en el pasado, pero que ahora no se identifican con el avance de
su inteligencia

Caí en profundo cisma. La puerta se aproximaba y
nosotros veíamos a "los hombres" que estaban más
allá del valle. Fisonomías trasformadas, miradas de
cupidos, sensuales, muchos de ellos se agarraban a la cerca en el
desespero de ver a las mujeres.

Pregunte:

– Me admiro de que una simple cerca pueda impedir a las
mujeres de pasar para allá, o a los hombres de venir para
acá.

Eleuterio comprendió mi pensamiento y me
orientó:

– Mi amigo, no se trata propiamente de una cerca. Lo que
sucede es que aquí nosotros tenemos un campo
magnético diferente que las aprisiona. Son
Espíritus cautivos, no tienen condiciones de salir porque
están sometidos a fuerzas de magnetismo que es propio de
una esfera de tratamiento. La Ciencia Espiritual también
está muy adelantada. A pesar de eso, no se eluda, de vez
en cuando algunas de ellas huyen y se pierden en medio de los
hombres, más allá del valle. Transcurren
días o años sin retornar. Ahí, mi amigo, los
hombres las persiguen como fieras y hacen con ellas todo lo que
quieren, hasta que cansadas, determinan volver, locas,
desesperadas, para refugiarse entre las
compañeras.

– ¿y los hombres no se cansan
también?

– Es más difícil, empero se cansan. Para
ellos también existe local adecuado para tratamiento. Son
criaturas más difíciles.

Comprendí la explicación. Pasamos
más allá de la cerca. Vinieron ellos en carrera
hacia nosotros. La mayoría semidesnudos. Eleuterio se
iluminó intencionalmente, obligándolos, por el
temor, a permanecer a distancia. Desconfiados, aterrados, nos
contemplaban con curiosidad.

Muchos exhibían órganos sexuales
descomunales, enormes. Cargaban aquello como si fuesen pesados
instrumentos que los incomodaban brutalmente, mal podían
andar con sus aberraciones. Otros mostraban millones de
gérmenes o microbios de formato extraño que les
cubrían los órganos

– Son enfermos, esclareció Eleuterio. Permanecen
a través de los siglos tan fijados en los asuntos
sexuales, que crean esas vibraciones que atraen y crían
los microorganismos del sexo.

Quedé asombrado.

Jamás hubiera escuchado tal cosa. No sabía
que la sensualidad por la fijación mental de la criatura,
crease o atrajese formaciones de miasmas y
microorganismos.

-¿Y cuál es la función de esos
seres microscópicos?-Acláreme esto.

– Exaltan la sexualidad enfermiza del ser. Para
liberarse de ellos, el ser necesita rectificarse mental y
espiritualmente durante milenios, procurando vivir el Bien, la
Verdad y el verdadero Amor. Esto, mis hijos, son aberraciones del
sexo mal orientado.

Miré los hombres que ahora se constituían
en millares, todos de pie, ojos fogosos, como una tribu de indios
de mal aspecto.

– El tiempo que llevaron para caer será la medida
del tiempo que llevarán para subir o recuperarse, – dice
el Espíritu – El remedio siempre es el mismo: obedecer las
determinaciones de las leyes morales, buscando el verdadero amor,
la armonía interna, la verdad a todo costo, la
renunciación y el entendimiento. Solo esas reglas
permitirán al ser equilibrarse en el panorama
cósmico. Fuera de eso, solo el mal nos arrastrará.
El sexo no es un mal, el mal está en la orientación
o conducción mala de los instintos sexuales

CAP. VIII

En el valle del
mal

Aquella multitud de Espíritus
dominados por el ansia sexual nos seguían a la distancia.
Verdadero mar de conciencias en delirio.

Sus mentes despedían vibraciones
sexuales que nos alcanzaban dolorosamente. Me era difícil
soportar el ambiente mental. Sentí que una fuerza oculta,
desconocida, comenzaba a penetrarme en lo íntimo y
verifiqué que una gran euforia despertaba en mi interior.
Vi formas de mujeres semidesnudas que danzaban ante mis ojos,
hombres y mujeres que rodaban en la grama. Brazos sensuales que
me abrazaban, labios de fuego que me besaban. El valle de repente
se tornara a mis ojos lleno de belleza sensual. Por otro lado
parece que yo mismo me dejaba llevar por aquellas visiones de
belleza helénica. Jovencitas de una belleza envolvente
venían a sonreírme en el Alma…

De súbito, sentí fuerte choque.

– ¡Despierte! ¡Despierte! – Oí
poderosa voz que me llamaba. — ¡No se deje envolver por la
ilusión del Valle!

Desperté. Era Eleuterio que me llamaba a la
realidad. Torné a observar aquellas caras sensuales que me
miraban con profunda ironía. Una de ellas
gritó:

– El de atrás no es ángel, ¡no!
¡es como nosotras! ¡Vamos a arrebatarlo! ¡Vamos
a arrebatarlo!

A ese grito, millares de gritos ensordecedores
retumbaron por el valle y la turba avanzó hacia nosotros
con las manos crispadas. Les sentí las garras feroces en
los pies y en las manos. Eleuterio, sin embargo extendió
la diestra y expidió fulgurantes rayos de zafirina luz que
las detuvo aterrorizadas, como si la fuerza poderosa de aquellas
vibraciones las inmovilizase a todas.

Respiré profundamente. Aún oí voces
que murmuraban bajito:

– ¡Aquel no es ángel! ¡Aquel no es
ángel! ¡Es igual que nosotras!

Comprendí mi inferioridad moral y me
avergoncé de mí mismo. En verdad, lo que yo
merecía era estar entre ellas, en el infierno de la
sensualidad atormentada.

Eleuterio, sin embargo, leyéndome los
pensamientos me abrazó y dice:

– No es verdad, usted no es uno de ellos. Usted
está buscando conducirse a través del sexo
disciplinado y orientado en el casamiento y en el hogar. Ya lucha
consigo mismo para no volver a las fajas
Inferiores…

Este Valle, mi hijo, todavía es una de las
regiones en donde impera el pensamiento sensual, y son pocos los
que pueden atravesarlo sin sentir desmayos, atracciones de
delirio…no piense que estamos estudiando apenas el sexo en
su forma equilibrada. Nuestro viaje es apenas una visión
panorámica de la sensualidad en el mundo espiritual,
noticia que hasta hoy los hombres nunca tuvieron. Es la primera
vez que el mundo terrestre recibirá información de
este tenor y nosotros nos estamos limitando a presentar apenas
algunos fragmentos…

Partes: 1, 2, 3, 4, 5

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