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El sexo más allá de la muerte (página 3)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

También vi que el corazón del joven se
presentaba parcialmente manchado y que las corrientes vibratorias
que allí deberían presentar un colorido nuevo,
bonito, por el contrario, en la parte que se veía buena,
también eran de color apagado, dando la impresión
de que el resto del corazón marchaba para la
paralización completa.

— Difícilmente – explicó Albino. – el
corazón se salva en los excesos sexuales. De manera
general, toda emoción negativa también afecta el
corazón. Renacerá con esa deficiencia. No es tan
fácil recuperar el tejido de los órganos del cuerpo
periespiritual, solo el amor verdadero y el servicio
desinteresado al prójimo, durante milenios, hará
que el Espíritu recupere el órgano del sentimiento.
Las repercusiones producidas por la sexualidad en el
corazón alcanzan proporciones inimaginables. Sexualidad es
Ley Divina, pero dentro del equilibrio – Volvió a repetir
Albino.

Diana y Eleuterio, silenciosos, acompañaban las
explicaciones del médico. Se mantenían
respetuosamente oyendo y con el mismo interés de
nosotros

Albino se alejó del local, y nosotros dejamos
aquella figura iluminada sobre la mesa.

-¿Qué es lo que él está
haciendo allí? – fue nuestra pregunta.

-Está preparado para ser examinado y sometido a
impulsos mecánicos que puedan mejorar un poco sus
condiciones vibratorias – consideró el médico. – Es
nuestro proceso habitual. Ellos aquí son reorientados a
renacer de acuerdo con las orientaciones superiores, y nosotros
los convencemos de retornar a la tierra, porque la mayoría
no quiere reencarnar.. Prefieren este mundo. .Pero la ley es la
de la reencarnación

– Usamos diversos sistemas, desde el convencimiento
amigable, hasta la reencarnación compulsoria.

– Evidentemente, aquí no es el Ministerio de la
Reencarnación. A pesar de todo cooperamos para que
humildemente, y en breve, estén ellos en condiciones de
aceptar de una manera o de otra, las determinaciones del
Ministerio.

– Tenemos diversos aparatos que aplicamos de muchas
maneras.

De pronto, colgado del techo de la sala, divisamos
enorme burbuja de vidrio, en donde una criatura en
posición fetal, dormía profundamente. Era un
hombre.

– Ese que está ahí entró en estado
de hibernación.—dice Albino. No sabe nada de lo que
le rodea. Fuimos obligados a eso, porque aunque allá en el
valle demostrase mejoría, llegando aquí, dio
demostraciones de locura sexual. Para no perturbar a los otros
pacientes nosotros lo metimos en ese recipiente que lo
guardará por algunas semanas. Recibió choques que
conducen a la inconsciencia completa. Choques
electromagnéticos que no producen ningún dolor y
también le aplicamos algunos medicamentos.
Retornará más calmo. Como pueden observar nuestros
procesos son muy parecidos a los aplicados en la
Tierra.

Albino sonrió y nosotros también. Y de
nuevo observamos a ese hombre que parecía un niño a
punto de nacer.

– ¿El que haría? – Me hice la pregunta. No
tuve el coraje de interrogar al médico.

Eleuterio, como respondiendo a mi pregunta,
esclareció:

— Ese ciudadano, desde la antiguedad Griega y Romana,
hasta en los tiempos modernos, mantuvo casas de
prostitución y burdeles lujosos. En realidad, siempre
reencarnó sin las funciones sexuales, era como se puede
decir, eunuco. Mas no era eunuco por el Reino de Dios, pero si
por el reino de la tierra. Promocionaba la perversión
sexual por dinero. Y servia a reyes y príncipes. Empero
también sirvió a la escoria más baja de
Paris y del mundo. En verdad hijo, él siempre fue
loco.

CAPITULO XX

Interrogando

Eleuterio nos habló y nos encaminamos para
espacioso templo que se situaba al lado del laboratorio. El
asunto nos interesaba profundamente

El instructor reanudo la narrativa:

El hombre mantenía en sus negocios las fuerzas
asalariadas del mal. Organizaba encuentros clandestinos entre
mujeres de la sociedad y hombres malintencionados. Trataba de
convencer a personas que nunca se arriesgaban fuera de su
matrimonio, y buscaba todos los recursos con el fin de que
alguien se perdiese. Durante siglos reencarnó en esas
condiciones y fue cayendo hasta llegar al campo incontrolable de
la locura y de la inconciencia. Perdido en el valle,
mostró los primeros síntomas de mejoramiento,
deseando subir de nuevo. Nosotros lo amparamos, y sin embargo, es
tan precaria su condición interior que fuimos obligados a
tenerlo en ese recipiente. Sirve, por otro lado, de ejemplo para
los demás.

Sexo, hijo mío, es instrumento peligroso que
Dios colocó en nuestras manos, así en adelante sea
una de las más importantes expresiones de la vida; es
también delicado aparato, como usted ya viene
aprendiendo.

Mis ojos contemplaban estáticos al hombrecillo
que se encontraba en esa capsula como un enorme feto

¡Cómo era la vida de misteriosa y
fantástica! Pensé, sumergido en un abismo de
interrogantes sin fin. Dios en su omnisciencia aglutinará
en su Universo las más variadas e inimaginables
expresiones de su sabiduría. ¿Qué
estaría ocurriendo con el sueño aparente del
paciente?

— Nada – dice Eleuterio – él apenas duerme y
sueña. Es la hibernación espiritual. Igualmente que
en la Tierra, cuando el hombre es sometido a cualquier proceso de
hibernación, bien sea por medicamentos o por lo que fuese;
aquí nosotros también aplicamos esos procesos,
¿no es verdad Albino?

El médico confirmó con un movimiento de
cabeza.

Un olor fuerte de flor perfumaba ahora el ambiente y
ahora una luz verdoso claro oscilaba en el espacio.

— Esas son ondas de inmunización –
explicó Albino. – esterilizamos el ambiente a
través de la inmunización combinada con vibraciones
electromagnéticas de flores cultivadas en nuestros
jardines

-¿Flores? – Me extrañé
sorprendido.

–Si, flores – reafirmó el instructor –
infelizmente, en la Tierra, el hombre todavía no explora
ese patrimonio formidable, que son las flores. Ofrecen ellas
tesoros maravillosos en el campo de los medicamentos y de la
salud. Cuando la humanidad comprenda eso y la ciencia se encamine
en ese sentido, tendremos muchas novedades en los tratamientos en
el sector de la salud humana, en el combate de muchas dolencias y
en la alimentación. Las flores tienen cualidades
superiores que el hombre aún no percibe. Poseen
vibraciones elevadas que merecen ser aprovechadas. Esperemos el
futuro.

La mirada del médico instructor estaba enclavada
en el infinito y yo lo acompañaba. Delante de mi delicada
visión brillaban las más delicadas y suaves flores,
y ese jardín que yo contemplaba se extendía hasta
el infinito.

-¿Son las flores? – quise saber.

– No solamente las flores, también las plantas
ornamentales.–, explico Albino.

CAPITULO XXI

Flores y
plantas

Mi pensamiento oscilaba en el aire. Sorprendido con la
revelación, volví a los tiempos de infancia, cuando
con profundo amor, cultivaba plantas y jardines. Nadie me
comprendía y mi madre me decía:

–No sé con quien ese niño aprendió
a plantar! Se aficionó a las flores…

Que sería del mundo sin las plantas y las flores?
Jesús en su sabiduría dijera: "En verdad os digo
que ni Salomón en toda su gloria se viste como una de
ellas.".

También habló de los lirios del campo que
ni trabajan ni cosechan.

Ahora venia la revelación de que hay tesoros de
medicamentos en las flores y en las plantas
ornamentales.

Eleuterio me toma por el brazo y me dice:

– Si – mi hijo – las flores serán el
último reducto de las esperanzas humanas en el tratamiento
clínico de algunos enfermos. En ellas reposan las
posibilidades de la farmacia moderna. El tenor vibratorio de las
flores es fuente inagotable de energías, y hay medicamento
en ellas para el sistema nervioso de la humanidad, especialmente
para el hígado, riñones, estomago, corazón y
hasta para el cerebro; el hombre ha pretendido usar las flores
con ese fin, mas no ha aprendido a aprovechar de ellas el
máximo rendimiento. Apenas algunas flores han merecido su
atención.

Eleuterio hizo un descanso y yo le
pregunté:

–¿Por qué la espiritualidad no orienta al
hombre en ese sentido, diciéndole en qué flores se
encuentran los medicamentos?

— El Mundo sigue una marcha cierta dentro de la Ley que
lo creó y a nosotros no nos es permitido adelantar o
retardar esa marcha. La inteligencia humana sabrá
descubrir en el momento en que la humanidad estuviere en
condiciones de recibir esos beneficios. Es al hombre a quien le
compete encontrar el remedio para sus propios males.

— ¿Y la bondad y la misericordia de Dios? –
exclamé..

CAPITULO -XXII

Estudiando

Proseguimos. El sanatorio de vastas proporciones
abrigaba a millares de enfermos y a cada paso
encontrábamos los más intrincados problemas
sexuales en el campo del Espíritu.

– El sexo, en último análisis
explicó Albino, se radica en el Alma. Sexualidad es una
condición intrínseca del Espíritu,
así como lo es la masculinidad y la feminidad. El
Ángel, evidentemente, no posee sexo como nosotros en la
tierra lo entendemos. La Angelitud es el escalafón del
espíritu que ya alcanzó altísima posibilidad
de entendimiento con Dios

Eleuterio, que oía serio,
observó.

– En esas condiciones, llega un punto en que el
Espíritu ya no puede ser calificado como hombre o como
mujer. Entra en una faja de equilibrio donde ya no existe
inclinación por ninguno de los dos géneros. Campo
neutro del Espíritu. Anuladas las pasiones, dominado el
odio y la rebeldía, y establecido el amor, el ser pierde
la característica que la animalidad expresa como macho o
hembra; en realidad esto es un verdadero ascenso. Las fuerzas que
gobiernan al Espíritu son inmensamente poderosas. La
contención sexual es apenas medida disciplinaria de
defensa del organismo animal, inclusive periespiritual. Es
lógico, que se refleje de manera ponderable en el
desenvolvimiento espiritual de la criatura. Dios no condena a
nadie por el uso inmoderado de las fuerzas sexuales, es el propio
ser que se desgasta a sí mismo con el uso inmoderado de
sus fuerzas y eso da como resultado el internado, en ocasiones en
hospitales como este, o por lo menos el estacionamiento en
lugares como el Valle Libre.

El uso inadecuado o inmoderado de esas fuerzas
también puede conducir al Espíritu a la locura o a
la inconsciencia.

El desgaste alcanza siempre de manera directa al cerebro
a través de la corriente periespiritual, que en la tierra
estructura la sangre.

Eleuterio se calló y Albino le agradeció
la intervención.

De todos modos nosotros contemplábamos a
Eleuterio con inmenso respeto. Es cierto que estábamos
delante de una elevada entidad espiritual de profundos
conocimientos y de gran vivencia espiritual.

Eleuterio sonrió con humildad y leyéndome
el pensamiento que expresaba tanta admiración,
dice:

–Mi apreciado: Los que en otras épocas cayeron
como yo, tienen el deber de retornar para ayudar. El misterio de
la vida en El Universo es el misterio de Dios. Tan variadas son
las formas por las cuales Dios manifiesta su bondad, que le basta
a la criatura observar el cielo estrellado para comprender que el
Orden que gobierna al Cosmos, es la Suprema Inteligencia y la
Suprema Bondad del Universo Mi hijo, es simple comprender a Dios.
Le basta al ser, tener oídos para escuchar y cabeza para
razonar.

Vi que Eleuterio se iluminara gradualmente y que un
chorro de zafirina luz salía de su corazón de
manera radiante.

Todos estábamos contentos y tuvimos la
intuición de que un Ángel se encontraba entre
nosotros.

CAPITULO XXIII

El
regreso

Dejamos el sanatorio. Nuestro grupo se encaminó
para otro salón del hospital, y Albino, después de
servirnos una bebida que parecía té, se
despidió de nosotros. Nos imaginamos que allí
habrían otros locales para tratamientos, empero no tuvimos
coraje para solicitar inspección.

— Realmente – esclareció Eleuterio. – Hay
aquí enfermos en estado gravísimo. A pesar de todo
no hablaremos aquí por ahora de ellos. Su viaje, esta vez,
mi hermano, tiene por finalidad recibir las primeras
informaciones.

Convine con Eleuterio. De hecho, ya había sido
avisado de que me seria concedida la oportunidad de ver algunas
cosas, y conocer noticias de menor profundidad. El hombre
necesita saber que después de la muerte y también
en el desprendimiento del cuerpo físico, recorre aquellos
lugares, dominados por el pensamiento sensual y que en los planos
más allá de la vida física el hambre por el
sexo les dominaba la mente con intensidad. Dolencia y
desequilibrio nos esperan después de nuestros goces
carnales, aunque el sexo sea instrumento de la vida
inmortal.

Comprendí la gravedad del asunto y la
responsabilidad que se me colocaba sobre mis frágiles
hombros. ¿Seria comprendido? Por cierto, no. La humanidad
no acepta bien aquello que trata de sus errores, y también
comprendí que eso era natural.

Eleuterio me tocó el hombro y Diana me
sonrió

– Regresemos de aquí – dijo ella Esta. vez usted
no puede pasar. Tenemos que cumplir el reglamento.

Así, retornamos al valle donde los
Espíritus que venían de la Tierra con diferentes
motivaciones, se encontraban con los desencarnados afines para
mitigar el ansia sexual,

Por eso la tesis de que estaban imantados por el
pensamiento, lo iríamos a comprobar en breve.

Una brisa fresca nos acariciaba la frente, y un perfume
sensual oscilaba en el aire Mi pensamiento de nuevo empezaba a
ser dominado por la ansiedad sexual, y mujeres desnudas danzaban
por la retina de mis ojos.

Eleuterio, sin embargo, me abrazó. Y Diana hace
un gesto en el espacio como lo hacen los hierofantes.
Percibí que de nuevo volvía a la realidad. El
sueño, allí, envuelve de prisa a los seres menos
prevenidos, y el amor sexual es así como el crepitoso vino
que nos embriaga insensiblemente.

De hecho, amar es una de las cosas más bellas de
la naturaleza.

— En el amor físico – habló Diana,
leyéndome el pensamiento – no hay propiamente pecado o
crimen, lo que puede suceder es el sumergimiento en la
materialización demorada de los sentimientos y la
permanencia en la carne por mucho tiempo. La carne permite otras
oportunidades de manifestación en el campo físico..
Ya repetimos que sexo no quiere decir acción en los
órganos físicos. Sexo es un conjunto de cualidades
masculinas y femeninas, negativas como positivas. Lo que
caracteriza al Espíritu sexualmente es su modo de ser y no
el hecho de poseer órganos de determinado tipo

Diana habló y yo quede nuevamente pensativo. Nos
abrazó y dice:

— Hasta aquí mi compañía.
Eleuterio les acompañará por más tiempo; sin
embargo espero nueva visita en breve tiempo.

De nuevo me abrazó con cariño y me
besó en las mejillas. Le correspondí sonrojado,
sintiendo también, que ella era un Ángel, aunque
ostentaba el aspecto maravilloso de mujer.

Diana sonrió y había en ella una mirada
profunda y de comprensiva ternura.

CAPÍTULO XXIV

La
tierra

Eleuterio me condujo a las fajas más
próximas a nuestro pensamiento en la superficie. Todos los
otros habían desaparecido, y solo nosotros
caminábamos ahora por entre los edificios de una gran
Ciudad. La neblina de la madrugada cubría todo con su
lienzo blanco y frió; pocas personas caminaban a esas
horas. Uno u otro acostado en los predios denunciaban la
presencia de la vida humana. Sabíamos, por lo tanto, que
dentro de las casas y en los hogares, personas llenas de
problemas vibraban intensamente.

De repente, vimos un hombre que caminaba con lentitud,
rodeado de Espíritus femeninos, criaturas livianas con
maquillaje sensual y cabelleras fosforescentes. Reían y se
carcajeaban, besándolo y abrazándolo de manera
desvariada, El les registraba la presencia y hasta los apretones
que le daban. No las veía, mas la sensación que
experimentaba era normal. Para él, eran mujeres
verdaderas. Entró en una casa modesta y le
acompañamos. Se quitó la ropa, se acostó en
la cama y ellas lo hicieron de igual manera. Una lo abrazó
y empezó a sostener relaciones sexuales con el hombre.
Contemplamos aquella extraña simbiosis de encarnado con
desencarnada, como si fuese un matrimonio normal en el acto
más sagrado de la vida. Empero no era así.
Allí estaba un hombre que se dejó envolver
demasiado por el pensamiento sensual, y mujeres perdidas, que
viviendo en el otro lado de la vida sentían la misma
necesidad sexual de aquellos que estaban en la carne. Él a
su vez, se complacía en sus relaciones. Extraño
placer lo dominaba y lo retenía horas allí en la
cama, bajo el dominio de las mujeres que se relevaban. Una tras
otra lo tomaban para el relacionamiento sexual, con la misma
intensidad que algunas parejas lo hacen en la Tierra. Lo besaban,
lo abrazaban, en una verdadera orgía como lo hacen en la
Tierra, succionándole las energías. Sin embargo,
¡cosa extraordinaria! Percibí que en el intervalo de
una y otra, él parecía recuperar las fuerzas
perdidas.

Eleuterio me comprendió las indagaciones
íntimas, porque me habló en voz baja:

– Ese hombre se sumergió en las corrientes
vibratorias del sexo sin esperanza. Retira fuerzas de si mismo y
de otras personas.

— ¿De los Espíritus que lo
rodean?—exclamé.

–No – respondió el instructor – retira fuerzas
de personas que lo rodean, familiares, amigos, etc. y hasta de
personas afines que se encuentren a kilómetros de
distancia.

-¿Eso puede suceder?

– Sucede. Criaturas que poseen determinado tenor
mediumnico- vibratorio pueden extraer fuerzas de otras criaturas.
Los grandes mediums lo hacen, especialmente los de
psicografía, que son alimentados por la vibración
presente o remota de amigos. Para el Espíritu no hay
distancia, todo está cerca, y todo está
presente.

Miré a Eleuterio con sorpresa. Nuevamente
teníamos una enseñanza desconocida para la
humanidad.

– Mi amigo, las criaturas se alimentan vibratoriamente
unas de otras y los mediumns de cierto potencial retiran
inconscientemente energías de sus amigos, de aquellos que
se afinen con ellos. Si así no fuese, no tendrían
el combustible para la producción de sus obras. Por eso,
la aproximación de los buenos y los grandes mediumns no
podrá nunca ser permanente. Si lo fuese, uno de ellos
quedaría destruido

Evidentemente, la mayor aproximación se pude dar
entre los grandes mediumns y personas que en adelante teniendo la
energía para disponer y producir, no precisan de ella en
el campo de la mediumnidad. Es el alimentador humano de las obras
Espiritas. De ahí cierta incomprensión en torno de
las amistades de determinados mediumns. Difícilmente, y
solamente de manera excepcional, dos grandes mediumns se
podrán mantener juntos. Si eso sucede se devorarán
mutuamente. Tenemos el poder de devorar energías. La mente
humana absorbe y expele fuerzas que serán o no
aprovechadas. Eso funciona tanto en el campo superior como en el
inferior. La regla es la misma. El caso de este joven es singular
más no es el único en la historia espiritual del
mundo. Le agrada el funcionamiento de la mediumnidad.
Tímido, avergonzado, no teniendo coraje al principio para
buscar las mujeres del mundo, pasó a mentalizar las
mujeres bonitas que conocía. Y esas le venían al
encuentro atraídas por el poder mental, pues ese mozo en
otras épocas fue poderoso hipnotizador, a pesar de todo,
como no gustaban de él, le huían a la
atracción. Por eso, Espíritus como esos, ligados a
los burdeles donde por fin él fue en algunas ocasiones,
vinieron a buscarlo, y entonces él pasó a verlas a
través de la casa mental. Al principio evitaba pensar en
ellas, y transfería su pensamiento para las
vírgenes y las puras, como las niñas con las que el
jugaba, puras e inocentes. Percibiendo que estas no venían
más, se entregó al placer de convivir sexual y
espiritualmente con esas pobres criaturas que lo quieren a su
manera.

Eleuterio se silenció y yo quedé
sorprendido con la avalancha de nuevas enseñanzas que
fluían de sus labios. Sin embargo el mozo, en el calor de
querer no nos percibía la presencia ni las indagaciones.
Labios adheridos a los labios de las mujeres, pecho sobre pecho,
brazos y piernas entrelazados, era un verdadero fauno en la
locura del sexo. Eleuterio me tomó del brazo y me
convidó para afuera. Poco a poco clareaba el día en
el horizonte y el sol preanunciaba la resurrección de la
vida en el Mundo.

CAPITULO XXV

Útiles
esclarecimientos

Sorprendido con los hechos que presenciara me preguntaba
a mi mismo sobre los terribles problemas espirituales que
asolaban a la humanidad. Evidentemente ese joven estaba bajo el
dominio de fuerzas irresistibles.

¿Cómo podría él
liberarse?

Eleuterio me oyó los pensamientos y
aflicciones.

– Mi estimado, ese caso es el peor de las obsesiones,
porque tiene la dulzura de la miel. Hay placer en el asunto. Ese
individuo difícilmente se liberará de esas y de
otras mujeres; se imantó a esos seres porque le dan
placeres. Es lógico que muchas de esas entidades se liguen
a él por los lazos milenarios del pasado. Criaturas que ya
fueron sus amantes o esposas. Empero eso no importa. Lo que
importa es que él está prisionero del sexo
incontrolado.

¿Él tiene todas las sensaciones con ellas,
como un hombre puede tener con una mujer encarnada?

Si! tiene todas las sensaciones inclusive le siente el
peso y el calor. Le agrada por eso lña convivencia; son en
realidad sus amantes.

_ ¿No serían de cierta manera, vampiros
espirituales?

– No dejan de ser porque le roban las fuerzas y las
energías. El camino para la liberación sería
el autodominio, oraciones y meditaciones, pases y talvez una
charla de alguien más elevado con esos
Espíritus.

Sin embargo todo eso, dependería del joven. El ya
se ha esforzado en ese campo. Más, sucede que en cuanto
conscientemente afirma que desea liberarse de ellas,
inconscientemente se entusiasma en continuar con su
contacto.

– ¿Pero, cómo puede el subconsciente
dominarlo contra el deseo del consciente?

– Ese es el problema común y corriente mi amigo.
El inconsciente siendo la vasta red de todas las vidas anteriores
del Espíritu es en realidad la fuerza mayor. Imaginemos un
enorme observatorio constituido de la mayor maquinaria del mundo.
Decenas de operadores, cabina de control, computadores, radio
etc. etc. y al lado de eso el acto de observación por el
lente del telescopio donde el astrónomo coloca la mirada
para ver el cielo estrellado. Aquella ventanita que le permite
ver el firmamento y las galaxias más distantes es en
verdad muy poca cosa comparada con la inmensa maquinaria que la
soporta. ¿Entendió ahora?

– Yo nunca había pensado en aquello y mi
comprensión se abrió a una visión nueva. De
hecho, un observatorio no se constituye solamente con el acto de
mirar el firmamento. Cuando se llega a esto, antes había
mucho trabajo realizado

– En esa misma relación está el consciente
y el inconsciente. El inconsciente de hecho es lo que nosotros
somos, el consciente apenas es la ventanita del
alma…

Miré a Eleuterio lleno de admiración y
respeto. El buen amigo sonrió.

– Mañana estudiaremos mejor el caso que merece
estudio más profundo.

El movimiento de la ciudad se tornó más
intenso y nosotros buscamos un parque en donde nos
pudiésemos abrigar.

Eleuterio me esclareció.

– Es hora de retornar a su vehículo
físico. Descansaremos un poco en el bosque y usted
después volverá.

Me sentí entristecer. La vuelta al organismo
físico era para mí una gran dificultad. A veces
retornaba con horror, otras veces con alegría. Por eso,
allí me dominaba la satisfacción de la presencia de
Eleuterio. Me golpeó amigablemente la espalda.

– Nadie puede huir a la ley. Luego nos
reencontraremos.

Escuché sus últimas palabras porque
perdí la consciencia. El cuerpo me llamaba con su intenso
poder.

CAPT. XXVI

Irradiaciones

Reencontré a Eleuterio en la siguiente noche, en
el mismo sitio. Los árboles amigos se esparcían
sobre la grama y el Espíritu descansaba sobre un
flamboyant gigante.

Era una bella figura de trazos maravillosos. Me
abrazó.

Mi pensamiento continuaba ligado al joven que
estudiábamos. Eleuterio me tomó del brazo y
habló:

–Usted sabe que todos los seres tienen irradiaciones
que proceden o no impulsadas por la mente; en el caso del ser
espiritual que ya alcanzó el estado humano en esa fase,
expide o irradia rayos, vibraciones y ondas. Todo el Universo
puede llamarse como vibraciones o irradiaciones. Cada ser emite
aquello que posee. Dominado por las cosas espirituales irradia
mejores vibraciones, suaves, espirituales. Si es dominado por las
cosas materiales, irradia vibraciones más pesadas y
materializadas. Y existen entre decenas de tipos diferentes de
radiaciones o vibraciones, las radiaciones sexuales. Poderosas e
intensas y violentas. Ondas o rayos emitidos por unos alcanzan a
otros seres que con ellos se afinan. La afinidad es ley y rige en
todos los campos de la existencia humana.

A causa de eso un hombre recibe a veces violento impacto
sexual de una mujer que con él tiene afinidad, así
sea que ella pueda estar en el medio de una multitud de mujeres
bellas. Las otras centenas de mujeres bellas no impresionan a
aquel hombre y ni otros hombres impresionan a aquella mujer. Mas
las ondas sexuales de uno se confunden con las ondas sexuales de
otro y ellos se funden en un mismo ser. Pueden ser criaturas que
estuvieron ligadas en otras vidas y como pueden ser apenas
Espíritus que se ven por primera vez. A pesar de ser
éste último caso muy difícil de ocurrir.
Establecida la faja vibratoria que los une es fácil el
entendimiento espiritual a través del espacio. Así
sea que no se encuentren materialmente, se podrán
encontrar espiritualmente. Durante el sueño o igualmente
durante el día, despiertos, a través del
pensamiento se encontrarán. Basta un encuentro o un
reencuentro, una mirada, un gesto o una carta para establecer
poderosos lazos de ligazón. Con esas ligazones, el
Espíritu busca al otro a través del tiempo y del
espacio y pasan a convivir sostenidos por intensa
vibración. Se sienten, se perciben, se aman, así se
hayan visto solamente una vez, de lejos, o a distancia. Y hasta
se pueden buscar sexualmente.

Con ojos fijos en Eleuterio, yo iba de sorpresa en
sorpresa, acompañando su exposición.

Yo recibía las nuevas enseñanzas como un
coralino en el mar golpeado por las tempestades y los vientos. Lo
que decía era totalmente impresionante. En la realidad, yo
mismo ya sentía los impactos del sexo. Percibieran las
ondas que me envolvían en el valle libre y había
pasado por acontecimientos interesantes. Más saber que los
Espíritus se pueden ligar vibratoriamente y hasta pueden
mantener relaciones sexuales y vivir una vida dentro de la vida,
era, de estremecer. Eleuterio me abrazó con
cariño.

– Mi hijo, hay cosas peores.

– ¿Que hay cosas peores?

Eleuterio me aconsejó: – Espere un poco. Elmiro
luego saldrá y nosotros lo
acompañaremos.

– ¿Quien sería Elmiro? Me
pregunté.

El buen amigo, por eso, esclareció.

– Elmiro es el joven que vimos hoy y que se
imantó a aquellas mujeres.

Comprendí y esperé. No tardó y el
joven salió de la casa. Notamos que estaba solitario.
Nadie andaba con él. ¿Y las mujeres?

– Las mujeres se fueron, más usted verá
que él no tardará en llamarlas

¿Cómo?, ¿es él quien las
llama?

– Generalmente, él por el pensamiento les
envía dramáticos llamados y ellas vienen. Sin
embargo, si alguien hablara con él diciendo esa verdad,
él reaccionaría y negará el hecho.
Afirmará que su mayor deseo es liberarse de esos
espíritus que lo aman. Usted sabrá a pesar de todo,
que él sonríe de gusto cuando habla de ellas y se
complace en ese extraño apego.

Yo estaba sorprendido.

– Si, mi hijo El considera su caso una enfermedad y
quisiera curarse, más su inconsciente prende a esos
Espíritus al vehículo de Elmiro, y él, al
mismo tiempo se alegra, también sufre porque tiene en el
corazón el gran deseo de espiritualizarse y progresar.
Evidentemente, los Espíritus de las mujeres también
se complacen en esa pasión. Simbiosis perfecta, se aman
alocadamente y siempre lo hacen en grupo.

Elmiro se estaba distanciando y nosotros procuramos
alcanzarlo. Iba con paso firme y se inclinó por sendero
oscuro y fétido donde por poco lo perdemos de vista. En
breve se sumergía en extraño tugurio, donde una
joven mujer lo esperaba, una de esas mujeres que viven del
comercio sexual. Ella lo recibió con cortesía y se
le entregó espontáneamente.

Elmiro calmó por un momento su ansia sexual y
después salió. Nosotros lo acompañamos y
vimos que aún no había dado muchos pasos y una
bandada de pensamientos emitidos por su cerebro cortaba el
espacio en toda dirección. Parecían gritos de
angustia. Buscaban las mujeres amigas que lo querían
siempre. .

— Bien, – pregunté respetuoso – mas, ¡ya
no se satisfizo?

–No, – respondió Eleuterio – tristemente su
hambre sexual es sin límites.

Las vibraciones de esas mujeres lo acompañaban.
¡Observe!.

Presté atención a la orden de Eleuterio y
vi que algunos Espíritus de mujeres venían
rápidamente hacia Elmiro y lo besaban violentamente; se
acoplaron a los órganos sexuales como verdaderos vampiros
que lo succionaban, y Elmiro marchó calle afuera
conduciéndolas agarradas a su cuerpo como ostras en la
peña. Elmiro les sentía el calor y el placer pues
se sentía abrasado en todo su cuerpo Los labios sedientos
le buscaban la boca y él sentía extraño y
sensual calor que le corría por las piernas y por el
pecho. Intensa pasión de mujeres lujuriosas lo
perturbaban.

–¿Qué hacer con él? –
pregunté compadecido.

– Nada – respondió el instructor espiritual En
ese estado y en ese caso, nada podemos hacer por
él.

–¿y el pase? Interrogué ansioso.
.

–El pase aliviará un poco – esclareció
Eleuterio – mas en realidad solo la modificación de los
pensamientos de Elmiro podrá librarlo. El aparentemente
busca la liberación, como ya le dije, pero en el fondo de
su alma, en el subconsciente o en el inconsciente, él se
complace con esos actos.

Yo no sabría decir ni explicar la avalancha de
pensamientos que me dominaron el cerebro, pues aquél caso
requería numerosos y complicados estudios, al mismo tiempo
que lanzaba luz sobre muchos enigmas espirituales.

Elmiro entró en su casa y nosotros lo
acompañamos. Estaba cansado y se acostó. No nos
veía ni nos percibía la presencia espiritual. La
casa era modesta y los demás miembros de la familia
dormían aparentemente serenos.

Se acostó Elmiro y luego las mujeres
desencarnadas se acostaron con él. Una lo abrazó
cuerpo a cuerpo y sobre su vientre Elmiro respiró
profundo.

Intentó orar, pero sus pensamientos no se
aquietaban. Recordó a Jesús y la espiritualidad;
sin embargo, las fuerzas que emitía en el campo del
espíritu eran insignificantes, dada la fijación
mental que proyectaba en los dominios del sexo. Jamás
vencería la dualidad de pensamientos, pues .estaba en una
encrucijada. De un lado el Cristo y del otro lado el sexo.
Intentaba aproximarse al Cristo, mas solo lo conseguía
intelectualmente. El sexo le dominaba los centros de fuerza y el
subconsciente sutilmente lo conducía para el pasado
erótico, y él se lanzaba en las fajas vibratorias
de la pasión carnal. Era en la realidad terrible
batalla.

Eleuterio, compadecido, le aplicó un pase.
Pareció calmarse, eso le duró unas dos horas. Ojos
abiertos perdidos en el espacio, emitía seguidamente
imágenes femeninas que se proyectaban a nuestra vista,
luego en el espacio por encima de su cabeza. Veíamos las
figuras danzar delante de él. A veces sonreían, y
otras entraban en profunda tristeza.

De súbito, apareció en el recinto una
jovencita de rara belleza física y de gran belleza
espiritual. Elmiro la llamaba con el pensamiento. Vimos de
inmediato que era un Espíritu encarnado, que tal vez
dejara por momento el involucro carnal atendiendo el poderoso
llamado de Elmiro.

– No se olvide que él fue hipnotizador en otra
vida – explica Eleuterio – su fuerza mental en ese campo, es
grande y eficaz.

La joven resistía violentamente el llamado de
Elmiro. Se veía que el Espíritu no se
sometía a la insistencia del muchacho.

– No, no! – decía ella. – ¡No sirvo para
eso! Lo comprendo espiritualmente.

Elmiro la aseguró de manera espiritual por los
brazos, pues su cuerpo acostado había entrado en semi
trance y su pensamiento la arrastraba para nuestro plano. Por
otro lado, las mujeres que se apasionaban con Elmiro y que
aún estaba allí entraron en enorme gritería
acusándolo.

– Malo, perverso, ¡traidor!

– Yo la amo a usted – aclamaba. – Ven acá Adelia
– ¡no me abandones!

La joven levantó la cabeza y dijo:

– No me arrastre para ese camino. No puedo, ¡no
debo! – Así dijo ella y se fue.

Elmiro quedó allí afligido, adormecido, y
retornó de nuevo completamente al vehículo
físico. Las mujeres corrieron de nuevo para abrazarlo. El
no hace ningún gesto más para repelerlas, se les
entregó indiferente.

– Me gustaría conocer mejor su drama le
dije.

Eleuterio calló y explicó.

– Dramas como ese existen por millares. Ese apenas es un
ejemplo de los más escabrosos. Vamos ahora. Después
les mostraré el resto y le diré de las causas
más profundas que a él lo afligen.

Salimos. Allá afuera, la luna derramaba sus rayos
de plata sobre la tierra. Atestiguaba silenciosa los sufrimientos
de la humanidad.

La miré y comprendí la marcha inexorable
de los siglos que nos arrastran a través de los milenios y
de los tiempos.

CAPT. XXVII

El sueño
de Elmiro

El sueño de Elmiro era agitado y en las noches
subsiguientes nosotros tornamos a visitarlo. A su regreso siempre
llegaban los Espíritus sedientos de sexualidad. Le
acompañamos los problemas más íntimos y
comprendimos que su lucha era grande Los llamados que le
nacían en la casa mental atraían a las
sorprendentes figuras espirituales. En la vía, en el
servicio, en todas partes él se fijaba en alguna mujer que
le agradaba y en la noche, mentalizándolas, veía
que llegaban arrastradas por su poderoso magnetismo; muchas de
ellas rebeldes. Venían espiritualmente, y a todas ellas
quería someter a su atracción sensual en el campo
del espíritu.

Eleuterio me enseñara muchas cosas. Yo penetraba
en el reino fantástico de conocimientos ignorados por la
actual humanidad. Saber que Espíritus encarnados extienden
rayos y redes de fuerzas para prender a otras criaturas
arrastrándolas a la práctica de actos sexuales.
Era, en la realidad abrir puertas nunca abiertas.

Elmiro irradiaba fuerzas sexuales y el impacto de esas
fuerzas alcanzando a ciertas mujeres, algunas muy respetables,
les creaban terrible drama interno, pues al retornar al organismo
físico despertando en el mundo de la materia densa,
traían vagamente la impresión de los pasos que
había dado.

Noche tras noche, le estudiábamos el caso y no
teníamos en verdad, ninguna solución para
él.

– Elmiro, dice Eleuterio – es un caso que por ahora no
tiene solución. Deberá permanecer así hasta
que un día, libre de esas mujeres y viviendo en otra faja
vibratoria, alcanzará un clima diferente donde su
religiosidad crecerá. Por ahora, dejémoslo
entregado a sí mismo.

Contemplé a Elmiro acostado en la cama,
soñaba con la visión de las mujeres desnudas que
venían a acostarse con él como si fuesen criaturas
de carne y hueso. Claro que mi entendimiento aún luchaba
por entender mejor ese problema. Sin embargo, sentía que
en el universo, fuerzas desconocidas y poderosas gobernaban a los
Espíritus y comprendí también que el
Espíritu, encarnado o no, es centro de profunda
atracción, capaz de atraer a distancia a otros seres para
mantener con ellos, cuando la ley de afinidad preside sus
destinos, actos y relaciones sexuales en el plano de la materia
densa. ¿Cómo, pensaba yo, los hombres abrían
de recibir las primeras noticias sobre ese asunto? ¿ y
qué hacer?

Eleuterio me golpeó el hombro con cariño y
dice:

– Mi hijo, Dios que hace los cielos y los planetas del
universo, sabe por qué suceden esas cosas. En la ruta
infinita de las estrellas los mundos guardan muchos secretos
desconocidos para nuestra humanidad, en el gran
futuro.

Agradecí las palabras de Eleuterio y
partimos.

El caso de Elmiro, entrevisto apenas ahora,
guardaría por cierto más profundas revelaciones.
Infelizmente, no me sería permitido revelarlas.

Allá afuera la luna brillaba silenciosa y
amigable y las estrellas parecían encerrarnos en un campo
de trigo.

XXVIII

En el umbral del
submundo

El problema de Elmiro aún danzaba en mi mente. De
hecho, el descubrimiento de que por la simple
mentalización pudiera una criatura establecer
espiritualmente vínculos con otras criaturas, al punto de
arrastrarlas o traerlas a través del espacio, me causara
fuerte impresión. Pensar y luego realizar espiritualmente,
en parte, pasaba a ser la pregunta del momento.

Asunto decisivo

Eleuterio me condujo ahora para la zona bohemia de una
gran ciudad. Era de noche, y los hombres andaban por el barrio de
la diversión, buscando la solución para sus
problemas íntimos. Las calles feas y sucias, recordaban
algunas regiones espirituales. Mujeres de fisonomía
decadente y enflaquecida se exhibían en las puertas,
mostrándose humillantemente a la clientela insaciable.
Algunas bebían en los bares con sus infelices
compañeros. Por lo menos noté una multitud de
Espíritus que también deambulaban por
allí.

– ¡Cuanta gente! – exclamé.

Es común – respondió el benefactor — esa
cantidad de Espíritus en los lugares donde la
prostitución prolifera.

– ¿y qué es lo que hacen
ahí?

– Se mezclan con los hombres y las mujeres,
identificándose con ellos, acompañándoles
las sensaciones, se emocionan, gozan de la misma forma que los
matrimonios, el placer del acto sexual.

– ¿Y cómo? ¿Ellos asisten a
todo?

– Asisten no, se asocian y participan de todos los
lances del acto sexual. ¿Usted quiere ver?
acompañemos de cerca a esos dos.

Eleuterio me mostró una pareja que conversaba
bajito en la esquina del bar, por el lado de afuera.

Nos aproximamos y escuchamos la negociación del
hombre y la mujer en el entendimiento carnal. No se
decidían por cuestión del precio. Algunas entidades
sombrías, obscuras, escuchaban la conversación y
esperaban el negociado. Por fin, la mujer aceptó la
propuesta de poco valor, y ambos subieron para un segundo piso a
través de una escalera de madera antigua, y los
mencionados Espíritus también los siguieron. De
estos, pude distinguir que dos eran de figura masculina; los
otros no los pude identificar, porque su tipología ya no
expresaba cualquier aspecto humano. Cabelleras largas, que tanto
podían ser de hombres o mujeres. Los seguimos y no nos
percibieron la presencia, ya que nos encontrábamos en faja
vibratoria diferente, pero nosotros si los podíamos ver
perfectamente. Entraron a un cuarto horrible, oscuro y mal
oliente. Y luego fueron para la cama, tan pronto se unieron, las
dos entidades masculinas saltaron hacia ellos y envolvieron a
cada uno, y pasaron a participar del acto sexual en todos los
detalles.

– Observen bien – exclamo Eleuterio – los encarnados
ejecutan lo que los desencarnados desean. No son los
desencarnados los vampirizados, pero si los
encarnados.

De hecho verifiqué que el hombre y la mujer
seguían a través del pensamiento que les
fluía de sus asociados espirituales, todos los gestos y
artimañas que estos ejecutaban. En vista de eso, el acto
se prolongó exageradamente, mucho más de lo normal
y comprendí que cosa tan horrorosa, es el acto sexual
realizado entre cuatro.

– Eso es más común de lo que usted
está pensando – me enseñó el Instructor
Espiritual. No solamente en estos lugares. Personas de bien, pero
desprevenidas, dan también lugar a que criaturas de este
talante, penetren y hagan estas mismas cosas en su propio
hogar

— , Entonces, ¿no hay defensa? – pregunté
afligido

— Hay mi hijo, en los hogares bien constituidos donde
reina el verdadero amor y el respeto, existen los guardianes, es
decir Espíritus amigos, que la espiritualidad superior
sitúa allí para impedir la entrada de los vampiros
y boyeros, aprovechadores de sensaciones como esas.

Realmente, nosotros ya teníamos
información de los guardianes; ahora recordábamos.
Eran criaturas que se apostaban a la puerta de los hogares
más espiritualizados, o en la puerta de las alcobas de los
matrimonios e impedían cualquier intromisión. Todos
los hogares cristianos, o no cristianos que se mantengan dentro
de una moral pura, reciben ese beneficio y el amor es resguardado
con profundo cariño y respeto. Razón por la cual la
atmósfera de esos hogares irradia pureza, como si la casa
estuviese siempre lavada y limpia.

Salimos.

Un ruido de instrumentos de orquesta nos llamó la
atención. Allá afuera encontramos a un
Espíritu de elevado porte con quien Eleuterio
inmediatamente se puso en contacto.

¿Cómo va todo ahí Crispín? –
lo saludó el mensajero.

–Todo bien Eleuterio. Como siempre. Mucha gente, mucha
lucha.

Eleuterio me presentó.

–Este es el viejo Crispín, mi hijo. El fiscaliza
esta parte del barrio.

– ¿Fiscaliza?—me
sorprendí.

– Si fiscaliza. A veces aparecen por aquí
Espíritus que deberían seguir otros rumbos y que
deben buscar cosas mejores, y Crispín los ayuda. En otras
ocasiones, Espíritus que se quieren liberar de esta vida y
no tienen fuerzas para hacerlo, y nuestro amigo Crispín
les da fuerzas y coraje. Hay mucho servicio, más de lo que
se piensa. ..

–¿Cómo está el baile? –
interrogó Eleuterio, después de darme la
explicación.

— Mucha gente, el personal de la zona inferior
está todo allá.

Comprendí luego, que Crispín se
refería a Espíritus que observaban a los encarnados
en el baile, participando de las sensaciones de los que
aún viven como encarnados y se divierten.

–Voy a llevar a mi pupilo hasta allá –
manifestó Eleuterio.

— Puedo acompañarlos – manifestó
generosamente Crispín.

Entonces vamos.

El salón estaba lleno de gente de las dos
dimensiones. El entusiasmo era grande y vimos que los
Espíritus bailaban incorporados a las parejas, abrazados
con ellos y penetrándolos con sus vibraciones. La
ligazón era en algunos casos tan rigurosa, que las
personas que bailaban perdían la fisonomía, que era
sustituida por la de los acompañantes espirituales como si
fuese una mascara perfecta.

Ese hecho se podía comprobar cuando la
música barata, arrabalera, se silenciaba y los bailarines
se sentaban a descansar y a aplaudir, y se daba un cambio como
cuando el agua se retira de la esponja. Así retornaban
ellos al juego de la danza. Todas las impresiones que los hombres
y mujeres sentían en el abrazo o en el contacto, ellos
también los sentían o lo provocaban. Cara con cara,
pecho con pecho, piernas con piernas, era una verdadera
simbiosis. Me acordé de los Umbandistas, que decían
que el médium es el caballo y el desencarnado es el
jinete, entendí que la comparación no era tan
errada. Efectivamente allí los Espíritus cabalgaban
a los hombres. Las parejas bailaban zamba, conduciendo todo a la
sensualidad.

— Lo malo del baile, en cualquier circunstancia y en
cualquier lugar del mundo, mi hijo – afirmó Eleuterio – es
la conducción del pensamiento hacia los deseos sexuales.
Difícilmente, una danza no lleva al hombre a las
vibraciones sexuales Y como es lógico, aunque la mujer no
siempre dance con esa intención, siempre recibirá
las impresiones de los sentimientos del compañero.
Elemento más activo, el hombre despierta a las sensaciones
sexuales, y como es obvio, atrae de inmediato
compañías altamente interesadas en conducir el
asunto para el fondo de las sensaciones del sexo.

— Entonces, interrogué – ¿no hay amor sin
la presencia de esas criaturas tan indeseables?

–Si hay, cuando los corazones pulsan con pureza y la
mente vibra con Armonía y respeto a Dios. Solamente la
formación moral impide el avasallamiento de los
Espíritus. La moral y la piedad cristiana, son barreras
que no pueden traspasar los aprovechadores del sexo Se ama
verdaderamente dentro del respeto sagrado que el sexo merece, sin
compañías indeseables, cuando nosotros colocamos en
buena sintonía el Alma y el corazón La mente
fortificada en los pensamientos superiores será siempre
una barrera. Sucede sin embargo, que no siempre las parejas
están en las mismas condiciones. El amor dentro del hogar
como ya lo hemos dicho, goza de protección cuando reinan
en la casa los sentimientos de alta moralidad
cristiana.

Fuera de eso la plaza está abierta para la
invasión.

Miré a Eleuterio y agregó:

Salgamos pronto, porque dentro de poco recibiremos las
emisiones sexuales que vienen de esa gente. Me tomó del
brazo y partimos.

CAPITULO XXIX

Karla

Los vapores del alcohol, el humo del tabaco, y las ondas
de la sensualidad que emanaban de las personas encarnadas, como
también de los desencarnados que los acompañaban,
me habían perturbado un poco. Pero el frescor de la noche
me hacía sentir bien. Eleuterio me condujo hacia fuera de
la ciudad, ya en el campo, y en breve vimos una casa iluminada
donde las carcajadas alegres cortaban el aire.

– Ahí es la casa de citas de Karla –
esclareció el buen amigo. Algunas mujeres de la alta
sociedad reunidas por Karla reciben hombres de importancia y
pasan a ejercer el comercio carnal. El precio es elevado, mas
casi todos son hombres ricos. Magnates de la industria y el
comercio, nadie se mete con ellos, ni la policía. Y Karla
mi amigo, legisla con clase e imponencia, respetada y querida por
sus clientes. Es cierto que los habitantes de la ciudad la
consideran una prostituta, mas no la consideran vulgar.. Hablan
de sus orgías, etc. etc. Los jóvenes de la ciudad,
como los estudiantes aparecen por allá de vez en cuando, y
ella tiene la gentileza de tratarlos bien ofreciéndoles
buenos incentivos por su compañía.

Escuché sorprendido las palabras de
Eleuterio.

Aún guardé silencio.

Luego, estábamos en la puerta de la casa, en
realidad bonita y bien amoblada, donde la madera bien trabajada
al estilo colonial tenía su lugar de honra

Luego noté a la entrada, una linda jovencita, con
un poco más de dieciocho años, de ojos
soñadores, cabellos negros caídos sobre los
hombros. Tez morena. En la realidad parecía una hija de
familia..

–Parece, y es, – respondió Eleuterio. Karla
recluta a esas mozas en la ciudad y las aprisiona en este
confín. No pueden salir sin sus órdenes y obedecen
rigurosamente a sus instrucciones. El dinero que ganan le es
entregado puntualmente a ella en sus manos, y de esas sumas
solamente una pequeña parte es entregada a ellas, pues de
todos modos están cercadas de máximo confort y
suntuosidad.

De sorpresa en sorpresa, entré acompañado
del instructor y encontré una bellísima japonesa,
de short y piernas maravillosamente torneadas. Los ojos medio
abiertos y los labios sensuales le daban una nota diferente.
Entonces comprendí por qué los hombres la
solicitaban. Su nombre era Leda, pues quedé conmovido y
penalizado. Algo hablaba dentro de mi, sobre un antiguo amor, sin
saber dónde ni cuando. Ella pareció sentirme la
presencia, porque suspiró hondo, y me buscó con la
mirada. Entraba una moza bulliciosa y Leda le dice:

— María, no sé lo que me pasó
ahora, me pareció ver allí a un hombre rubio que me
miraba triste. Después desapareció. Tuve la
impresión de que ya lo conocía, más no
sé quien es. Sentí inmensa ternura por
él.

– No tengo duda, a veces pienso que usted se está
volviendo loca, cuando dice que quiere dejar esta vida, –
carcajeó María.

La japonesa quedó pensativa. Sus trazos, leves y
absolutamente femeninos le daban una expresión de
maravillosa pureza. La miré con cariño y
pasé. ¿dónde la encontré
yo?.

– Las vidas sucesivas explican perfectamente ese hecho –
habló Eleuterio. Las impresión de reconocernos con
alguien, de inmediato, cuando en la carne, las simpatías
espontáneas y las antipatías que brotan de
improviso denotan que encontramos un viejo amigo o un antiguo
enemigo. En el presente caso, mi estimado, usted se encuentra
delante de antigua conocida de París y del
Oriente.

– Si la buscara en la carne, ella sentiría por
usted un amor espontáneo y rápido. Probablemente
dirá ¡parece que yo ya lo conozco desde hace mucho
tiempo! ¿En donde?

– Usted naturalmente, no sabrá responder o
diría: ¡tal vez fue en otra vida!

Realmente, mi corazón palpitó más
intensamente delante de la Japonesa.

Pasé y vi que los cuartos estaban bien decorados,
con cortinas de riendas largas y todos ellos perfumados, que se
asemejaban a los aposentos de jovencitas educadas, de buena
familia. No faltaban como es lógico, los Espíritus
ligados al sexo que por allí andaban uniéndose a
unos y a otros.

Que esto era un burdel, ¡era! Pues es un burdel
para la alta clase social, mas los Espíritus que
allí estaban denotaban el mismo tenor vibratorio mental de
aquellos que se mantienen en el sexo y para el sexo, insaciables
y tristes. Rostros transfigurados, miembros sexuales de enormes
proporciones, miradas fusilantes y las manos semejantes a garras.
Era el amor libre, y el Espíritu, evidentemente se entrega
totalmente a las sensaciones que le dominan. Colocaba la mente en
indagaciones permanentes: ¿cómo podía el
sexo, que era sagrado, y el placer del sexo que era
creación de Dios, degenerar de aquella manera?
¿Sería degeneración, o todo aquello en el
orden universal de la naturaleza sería absolutamente
normal? Solamente Eleuterio me podría responder, pero
él se había apartado en la búsqueda de
Karla, y yo quedé con mis pensamientos. La japonesa
parecía verme porque sonreía.

Busqué a Eleuterio. Lo encontré. Karla
estaba acostada, descansando. Nuestra entrada en la casa parece
que cambiara el ambiente, por la vibración del gran
Espíritu. Aunque en la sala algunas parejas se divirtiesen
en el juego sexual, otras mujeres permanecían pensativas.
Pasando por los corredores, vi en los cuartos parejas que se
consentían, que se besaban o que se entregaban al
desvarío del sexo. El pensamiento de Karla fluctuaba como
balón que subiese lentamente. Recuerdos de mal gusto le
dominaban la mente.. se acordaba de la infancia, cuando era
niña pobre; de los padres, ahora viejos y que en aquel
tiempo nada le podían dar. En el joven bonito que la
desfloró, en todos aquellos años de sufrimiento
deambulando por los caminos de la prostitución, y en fin
la casa que montó con esfuerzo y que ahora se tornara en
aquel lugar de concentración de gente rica, que le
traía el dinero a sus manos. Ella, que se
acostumbró a ser dura, tuvo pensamientos de amor por las
niñas e hizo propósitos de ayudarlas
materialmente… sin embargo… ¡liberarlas
jamás!.

– Está viendo – habló Eleuterio. Ella es
sensible a nuestra aproximación, sin embargo, no desiste
de la esclavización. Las infelices permanecerán
aquí aún por mucho tiempo porque ella no
permitirá, que ellas conquisten una vida mejor.

Entidades perversas que dominaban a Karla, se apartaban
de ella cuando nos aproximamos. Aunque no nos viesen, murmuraban
entre sí:

– ¿Ustedes no sienten que hay cualquier cosa
desagradable en el ambiente? – decía uno.

– De hecho, habló otro. Se nota algo
extraño e indefinido. Parece que Karla cambió y
está pensando en regenerarse. Tenemos que estar vigilantes
porque no iremos a permitir eso!

– ¡No, no! afirmó un tercero. Abandonar
esta vida, no la abandonará! Después, es preciso
que sepa que esto también es nuestro!. ¿No fuimos
nosotros quienes la ayudamos a ella? si no fuese por nosotros
ella jamás hubiese tenido éxito; es verdad que a
cambio nosotros nos divertimos y vivimos la vida, unidos a esas
parejas. Mas la realidad es que sin nosotros Karla no
sería nadie

Escuchamos y quedamos admirados.

– Y así mismo, mi hijo – enseñó
mansamente Eleuterio. Ella esclaviza a las jóvenes y los
vampiros la esclavizan a ella. Ella comercializa la carne de las
muchachitas y ellos respiran sensaciones de este lado. A su vez,
ella no tiene coraje de salir de aquí y pasarán
años en esa situación, y ellos a la vez
también esclavizados en la propia armadilla que
crearon.

– Bien – me arriesgué en un pensamiento – mas un
día Karla y las jóvenes morirán, ¿no
es verdad? ¿ y ellos para donde irán?

– Para otro burdel, hasta que la ley los alcance.
Ahí entonces descenderán o entrarán en
terrible crisis. Podrán quedar locos y buscarán el
valle. O comenzarán a percibir la decadencia de la forma
periespiritual. De cualquier modo tendrán que enfrentar la
inexorabilidad de la ley que siempre funciona. No huirán a
la regla. Un día despertarán para el sentimiento
del infinito y verán el Alma desarrapada rezar en el altar
de Dios.

La brisa, allá afuera comenzaba a soplar y
nosotros resolvimos aspirar un poco el aire del campo.

CAP. XXX

La
japonesa

Con sorpresa observé allá afuera, que la
pequeña y bella japonesa contemplaba el jardín
alrededor de la casa con aire pensativo; inmensa ternura me
dominaba el corazón.

– Ella está pensando en desertar – dice el
instructor – y más que eso, piensa en huir de esa vida
licenciosa, ya no tiene sentido para ella.

– ¿Qué hay entre nosotros, Eleuterio? –
pregunté avergonzado. Profunda atracción me
arrastra hacia esa jovencita, y enorme piedad siento en mi alma
al verla.

Eleuterio sonrió comprensivamente.

– Son cosas de un pasado distante, mi hijo. Usted ya
vivió en el Oriente, fue también Mongol, de
cabellos lacios y bigotes largos caídos sobre la boca.
Comandante de legiones de los Hunos, asolaba la Tierra en su
corcel de muerte y por donde pasaba conducía a la
devastación. Las mozas que encontraba eran repartidas con
sus hombres. Escogía para sí la mejor. Esa es una
de aquellas que durante mucho tiempo, arrebatada de los padres
por su violencia, lo acompañó en las luchas y en
las guerras. Después, reencarnó muchas veces y lo
perdió de vista. Ella a pesar de todo, aún ama al
caballero audaz en el fondo de su memoria integral donde galopan
los corceles de la muerte

¿Quiere ver?

Diciendo eso, Eleuterio se aproximó a la muchacha
y le colocó la diestra en la frente. Inmediatamente, todo
aclaró y pasé a observar como un filme, vastos
campos donde caballeros en desbandada devoraban el espacio.
Pequeña aldea se aproximaba al frente de la brigada
salvaje, enorme huno o mongol cabalgaba bellísimo corcel.
En sus ojos brillaba la pasión de la guerra y la voracidad
sexual. Entraran en la aldea asesinando a sus habitantes a filo
de espada Las mujeres, por eso, secuestradas mediante la furia de
la invasión eran colocadas en el anca de los animales que
partían como relámpago. El jefe huno, entró
en la casa del jefe de la aldea, le arrebató la hija de
diez y ocho años de los brazos y se la llevó como
un demonio. No mató a sus padres, apenas les dijo: "nada
teman, soy el jefe y la voy hacer nuestra reina".

Otras escenas se sucedían, mas nosotros
estábamos chocados. ¿Aquel hombre salvaje era yo
¿sin embargo, cuándo?

Eleuterio me golpeó la espalda y me
confortó:

– No se preocupe mi hijo, todos nosotros venimos de la
inconsciencia para la conciencia, iremos de la inconciencia para
la razón humana y de la razón humana para la
razón Divina, a través de la Angelitud.

Agradecí la bondad del amigo. Mis ojos estaban
inundados de lágrimas y no pude sustraerme a lo imprevisto
arrodillándome delante de la mujer y besándole las
delicadas manos. Pareció percibir porque retiró la
mano rápido y retrocedió asustada. Miró por
todos lados y después dijo para si misma.

– No es nada, pensé que alguien me besaba las
manos y me pedía perdón.

¿Será que me estoy volviendo
loca?

Así dijo y corrió para adentro.

Permanecí allí, todavía
arrodillado. Sollozos pungentes me cortaban el pecho.

¿Era yo el causante de tanta infelicidad?
¿Y qué hacer para remediarla?

– No se desespere – se compadeció Eleuterio. –
Ella ya está en una actitud mental favorable. Iremos a
requerir el grupo de salvación de los Samaritanos para
acabar de liberarla Y en breve usted la reencontrará en
uno de nuestros hospitales.

Mis sollozos cesaron con las palabras del instructor y
comprendí por qué Eleuterio me llevaba hasta
allí, donde el pasado distante se me tornara un presente
terrible.

En realidad, yo sentía que me encontrara a mi
mismo con todas las miserias guardadas en el tiempo.

CAP. XXXI

Los
visitantes

Extrañas entidades penetraban en el hogar de
Karla. Grupos de Espíritus perniciosos llegaban junto con
los hombres que allí venían a buscar el placer y
tal vez el olvido de sus problemas.

Recibidos en la sala, se sentaban alrededor de
pequeñas mesas donde se divertían saboreando el
Whisky costoso de Karla, abrazados a las muchachas que pasaban a
rodearlos.

El dinero rodaba y la risa henchía el recinto.
Con ellos, los Espíritus reían,
divirtiéndose y se aficionaban de la misma manera que los
encarnados. No se diferenciaban de ellos. Envolvían a los
hombres, se abrazaban con las mujeres y seguían para la
cama en la locura del sexo.

Asistíamos a todos como los médicos
observan a los enfermos.

Pregunté: ¿hay crímen en
eso?

– No, esclareció el Espíritu, crimen no
hay. Lo que hay es desperdicio de una energía preciosa que
faltará al cerebro y debilitará al periespiritu. La
exageración y la permanencia demorada en el campo sexual
es lo que perjudica a la persona. Es de todas maneras un
perjuicio personal., que no afecta a Dios. Dios es Padre y Amigo
y tiene sus leyes que gobiernan al universo independientemente de
El. Después de creadas, sus leyes dirigen el
desenvolvimiento del ser a través de los milenios. No hay
crimen y no hay pecado. Hay apenas entorpecimiento del
periespíritu, hay disminución de las percepciones
espirituales, estacionamiento en el tiempo y en el espacio.
Podríamos decir que el Espíritu se atrasa
espiritualmente. Más allá de eso, como ya tuvimos
oportunidad de demostrar, adquieren amistades inconvenientes, y
asociándose a Espíritus inferiores, pueden caer en
las perversiones sexuales, que es capítulo aparte en el
estudio de la sexualidad.

–¿Usted no cree, Eleuterio – indagué
tímido – que el comercio sexual en la Tierra aún es
una necesidad?

–¿Usted dice el comercio normal de los
cónyuges o el entendimiento con las mujeres
perdidas?

–Con las mujeres prostitutas.

– Pues bien, nosotros opinamos que todavía se
constituye como una necesidad inaplazable, en fase del estado de
evolución del hombre, pues constituye de cierto modo
garantía para la sociedad. Es evidente que el ser humano
no podría de manera alguna soportar la abstinencia total.
Solo los inhibidos se mantienen en esa
posición.

Refrenar el comercio sexual en la fase actual de atraso
de la evolución humana, sería impedir la
expansión natural de los sentimientos sexuales, y el
hombre sería conducido a la practica de crímenes
horrendos, tales como el asesinato, la violación forzada y
otros delitos horrendos. El represamiento violento de las
energías sexuales llevan al hombre superior a la
realización de obras intelectuales, artísticas o
santificantes y de gran importancia para la humanidad, mas la
contención de esas energías en el hombre
común, lo pueden arrastrar a la violencia y al crimen.
Cada uno da lo que tiene. El hombre bueno pensará en usar
la energía atómica para visitar otros mundos, y el
hombre malo, pensará de inmediato a usar la misma
energía atómica para destruir países y
ciudades.

Lógicamente, la sorpresa se estampaba en mi
rostro. Eleuterio me apreció y sonrió.

– Mi hijo podría parecer que yo estuviese
estableciendo una nueva moral. Mas la verdad es esa. Hay casos
tan particulares y tan intrincados que solamente serán
resueltos con el tiempo y que envuelven la armonía de las
familias, sin embargo esos hogares se mantienen en unión
porque el hombre que no se entiende con su esposa encuentra
alguna satisfacían en el comercio carnal con esas
prostitutas. Hombres de enorme responsabilidad en la sociedad, en
las relaciones sexuales con estas pobres infelices mujeres,
calman sus pasiones. Es una fuga necesaria.

En la proporción que el Espíritu progresa,
se va liberando de esas situaciones. No olvidemos que
Jesús siempre trató con cariño a las
prostitutas, pero no las pudo redimir a todas. Después de
Él, el mundo siguió poblado de ellas. En verdad el
asunto es de difícil comprensión, y sé que
usted luchará con esas nuevas ideas. No hago en absoluto
apología de la sexualidad atormentada, apenas identifico
un fenómeno que existe, y que si no es solución
definitiva, es a pesar de todo, un mal necesario. El buen censo
eso nos indica.

Silenció Eleuterio. Mi mirada se perdía en
el infinito. Me era difícil comprender todo.

¿Cómo tendremos que hacer para alcanzar la
Suprema comprensión?

Eleuterio me golpeó las espaldas como era de
costumbre.

– Ni yo comprendo. En el mundo espiritual, grandes
entidades continúan estudiando el asunto. Evidentemente,
en breve, recogeremos mejores y mayores esclarecimientos. No se
olvide que solamente le estoy ofreciendo conclusiones solamente
mías, y de carácter personal. Es mi modo de
entender. Aquí en el plano del espíritu, cada uno
dice lo que sabe aunque también existen códigos y
estudios de las esferas más altas, que definen el
pensamiento general de la comunidad que los Espíritus de
determinadas fajas vibratorias habiten. En la medida que subimos
y pasamos a vivir en fajas superiores, disponiendo de nuevos
conocimientos, comprendemos más y la moral es otra, a
pesar que en sus líneas generales siempre permanezca el
pensamiento del Cristo. Y en este caso aún vale la
afirmativa del Maestro.

– "Aquel que estuviere sin pecado que tire la primera
piedra."

Tuve la impresión de que mis ojos se
abrían más comprensivos y sorprendidos ahora y mi
corazón recibía una marejada mayor de entendimiento
y de amor.

CAPT. XXXII

El
drama

Como tantas otras criaturas, Karla venía de
encarnación en encarnación administrando lugares de
prostitución como aquel. A través de las
civilizaciones y de las épocas más remotas.
Espíritu endeudado. Me causó pesar su
situación. Por eso, la observamos con interés.
Eleuterio, siempre atento a iluminarme con nuevos conocimientos,
no se sustraía a responder a mis llamados mentales.
Sentía y me comprendía perfectamente las
inquietudes como quien lee en un libro abierto.

– Mi amigo, Karla sintió nuestras vibraciones y
nuestra presencia. Hoy, es criatura con temor a Dios.

– ¿Cómo, esa criatura que mantiene tanta
gente esclavizada es temerosa a Dios, o respeta a
Dios?

– Si. Acata y respeta a Dios. Sabe que El existe y hace
sus oraciones habituales con mucho fervor, sin embargo,
aún no ha conseguido liberarse. Hay un drama en su alma.
Más allá de eso, está criando una
niña paralítica a la cual dedicó todo su
amor. ¿ quiere ver?

Diciendo eso, Eleuterio me llevó para el fondo
del jardín de la casa, donde una casita recubierta de
flores, entapetada en grama verde, daba otro colorido.

Entramos. Una criada desenvolvía allí sus
actividades al servicio de una criatura de trece a catorce
años que yacía paralítica en una silla de
ruedas.

El amigo murmuró bajito.

– Esa es Liana, hija adoptiva de Karla. Todo el dinero
que Karla recibe es canalizado para la cura de esa
niña.

Aún hablaba Eleuterio cuando entró la
japonesa y la abrazó con

cariño.

-¿Liana, mi amor, como lo ha
pasado?

Quedé perplejo. La moza besó y
abrazó a la niña con inmenso
cariño.

-Vea lo que yo traje para usted – le dice y
retiró de su bolsillo pequeña caja de bombones, que
le entregó. La niña sonrió con
placer.

– Qué bueno – exclamó feliz – yo ya la
venía extrañando a usted porque no venía a
verme. –¿Y el tío Pablo?

–¡Ah! ¡El tío Pablo no ha venido
más! Con certeza está viajando – respondió
la japonesa.

Comprendemos que hablaba de alguno de los jóvenes
que la visitaban, y que debería ser cliente de la
japonesa.

Observé las piernas de la niña y vi. que
eran atrofiadas, Asi como sus brazos, incapaces de sustentarla en
pie. El rostro, todavía era bello, ¡maravilloso! Su
mirar poseía profundo y sincero magnetismo.

— Está viendo, concluyó Eleuterio – Karla
se dedica de cuerpo y alma a esa niña y las otras mujeres
la adoran, por lo tanto, no siempre se puede juzgar a las
personas. Jesús siempre enseñó. "No
juzguéis para no ser juzgados". Como usted puede ver,
Karla está mejorando. A través de los siglos Karla
viene mejorando Algún día se redimirá. No
avalamos en absoluto su permanencia en el mundo de la
sensualidad, pero entendemos perfectamente que la casa, de cierta
forma, colabora para que el mundo sea menos infeliz, hasta que
los hombres alcancen mayor grado de evolución Si no
existieran esos antros, no habrían mujeres vírgenes
en la Tierra. La violencia carnal tan avasalladora del hombre,
haría del mundo un solo burdel, La naturaleza no da saltos
y nadie alcanza la evolución de un día para otro.
El Espíritu endurecido en la Tierra, lucha desesperado
consigo mismo para vencer las terribles barreras de sus propias
limitaciones Nos recuerda al jilguero dentro del huevo: romper la
cáscara para él es enorme sacrificio y él
solamente podrá hacerlo en la hora cierta y en los
límites del ciclo de empollamiento.

La mente humana es caso análogo. Madura despacio,
porque comprende despacio. Los genios son el resultado de los
milenios. No se alcanza la perfección a las carreras.
Realmente el ser puede acelerar su evolución volviendo su
pensamiento día y noche para las cosas espirituales, y en
nuestro planeta, siguiendo al Cristo. Fuera de eso, estará
lejos de la meta en el desespero de alcanzar esferas más
altas.

Escuché a Eleuterio, el gran Espíritu, y
contemplé la niña paralítica.
¿Qué extraño camino conduciría a
aquella mujer para dar su corazón a esa alma enferma y
organizar al mismo tiempo un templo de amor a los desconsolados y
locos?

— Son los misterios de los caminos hacia Dios – mi hijo
– respondió el Instructor – El Alma atraviesa las edades
como un pájaro que cruza los océanos, y en la
primera isla que encuentra posa para descansar, después
levanta vuelo de nuevo. Su objetivo por supuesto, es otro
continente. Posará en cuantas Tierras encuentre, hasta que
un día posará en puerto seguro. Y desde luego, el
puerto seguro es Dios.

Fuimos saliendo de la casita. Todo el entorno era bello.
Los insectos emitían sus sonidos, y las luciérnagas
encendían sus intermitentes luces..

Abracé fraternalmente a Eleuterio y le
dije:

— Eleuterio, Dios le pague por todo, usted es un gran
Amigo.

El sonrió como quien sabe que yo estaba, tal vez,
muy cerca de mi destino.

Le lancé una última mirada a la japonesa,
agachada sobre la niña paralítica y mis ojos se
inundaron de lágrimas de amor.

CAPITULO XXXIII

Perversión
sexual

– El plenilunio ponía un diáfano color de
plata sobre todas las cosas. La grama húmeda e iluminada
se tocaba de su tonalidad nostálgica.

Nos encontramos en pequeña elevación en
los alrededores de una gran ciudad, y Eleuterio surgía
ahora completamente diferente. No era más el
Espíritu con aspecto de ángel, ni yo recordaba que
habíamos estado con Diana.

Ahora era un hombre común con ropa verde oscura,
sin embargo de bella fisonomía.

– Usted también – dijo él – apague toda la
claridad, de manera que los humanos no perciban que ya
adquirió mayores posibilidades espirituales.

Me asusté con sus palabras

– Más ¿quién soy yo? – le dije a
Eleuterio – Un Espíritu endeudado, pobre en crecimiento
espiritual y sufrido. Nada tengo para ocultar porque nada
soy.

–Usted está engañado, mi amigo, los
tesoros del conocimiento que adquirió en esa
incursión en nuestro plano y otros, iluminaron y
transformaron su espíritu, y aunque usted no se percibe,
otros si lo registran.

Me sentí atemorizado. La simple mención de
nuestras responsabilidades espirituales me agitaba .el
corazón. Al final nunca supuse que pudiera merecer
cualquier distinción mayor. La alegría de
conquistar conocimientos, para nosotros, humildes seres de la
tierra, ya era una gloria. En todo caso, procuré obedecer
y considerarme de los más necesitados de la
Tierra.

Como hombres comunes, pasamos a recorrer las calles de
la gran metrópoli. La noche nos ayudaba. En vieja plaza,
en otrora importante y hoy renovada con arquitectura moderna,
estacionamos. Mucha gente. Hombres, mujeres, todos afanados
buscando conducirse a casa. Pasábamos entre ellos,
desapercibidos, como si nosotros no
existiéramos.

Noté hombres ridículos con los rostros
pintados, con cabelleras al estilo femenino, su indumentaria
señalaba sus tendencias, buscando con ansiedad a los
hombres

– Eso es lo que podemos denominar como sexo neutro,
tercer sexo o gay – esclareció Eleuterio. – Hacen parte de
una población minoritaria al margen de una
población normal. Viven una vida diferente y se mantienen
en un clima mental totalmente extraño para el mundo. No
son hombres ni son mujeres, sexualmente hablando. Evidentemente,
estudiaremos lo que son. Sumerjámonos en sus Almas si nos
fuere permitido.

El asunto es claro como estudio, y solo como estudio, me
interesó profundamente.

Penetrar en ese mundo desconocido de los homosexuales,
me parecía más que estudio, pues lo consideraba
como una gran aventura.

Las miradas sedientas de los homosexuales seguían
a los otros hombres y en ocasiones reían de gusto, cuando
alguien se detenía para observarlos. Hacían gestos,
enamoraban como si realmente fuesen mujeres. Ropas
nítidamente femeninas, pero de tallas masculinas, el
cabello y el maquillaje como los usados por las
mujeres.

Las miradas y las vibraciones de los hombres del tercer
sexo eran impresionantes. Se diferenciaban de las vibraciones de
las mujeres. Estaban llenas de ternura y de sensualidad. Se
veía que eran todo sexo. Cada uno de ellos expresaba
sexualidad por todos sus poros..

— No es tanto el deseo el que los esclaviza –
habló Eleuterio, más sÍ la
mentalización en el campo sexual, por la insistencia en
ser mujeres.

–¿Insistencia en ser mujeres? -interrogué
espantado.

–Sí, lo que caracteriza a ese grupo humano es la
preocupación de ser femeninos y competir con las mujeres
en la sensualidad, con personas del mismo sexo. Disputan ese
interés con uñas y dientes.

Mientras Eleuterio hablaba yo me aproximaba a un tipo
alto, bonito, blanco, excepcional.

–¿Cómo puede un hombre de ese porte
dedicarse al comercio sexual y mantenerse en ese camino?
¿No le sería más fácil inclinarse por
el otro género como sería lógico?
¿Qué es lo que los induce a ese
camino?—pregunté y esperé una respuesta de
parte de Eleuterio.

Él de inmediato no me respondió, y me
convido a seguirle.

-Para que usted pueda entender el asunto, de manera
más clara, acompáñeme.

El joven estaba en la puerta del edificio. Pasamos por
un lado de él, y seguimos para el segundo piso.
Allí penetramos a un apartamento de soltero donde algunas
cosas me llamaron de inmediato la atención. La
posición de los muebles con pequeño florero, las
cortinas en todas las puertas y ventanas, las sillas y divisiones
bien diseñadas, y la limpieza en general

Vi allí un toque femenino, lo que me hacia
deducir que una mujer debía habitar allí

– ¿Quién reside allí con el joven?
pregunté al instructor.

–Nadie – afirmó el amigo. – El vive solito y
cuida de las cosas con cariño.

–Si, ¡pero eso es legítimamente
femenino!

–Eso era lo que yo quería que usted
viese.

De hecho, otras cosas me llamaron la atención.
Libros de recetas, cuadernos con formulas de confites y dulces,
sobre la maquina de cocer una cajita con los utensilios de
costura.

–Mi hijo, usted puede verificar que un cortejo de
condiciones femeninas acompañan a nuestros hermanos que se
desvarían en el sexo, conforme la vieja expresión
del mundo. En verdad son apenas Espíritus de mujeres o
Espíritus que aún vibran en la faja femenina, y
reencarnaron con cuerpo de hombre. Mantienen a pesar de todo, los
quehaceres y manías del otro sexo.

– Pensé que esas criaturas eran desequilibrados
por cualquier motivo, por lo menos la ciencia terrestre
así lo considera.

– La ciencia de la tierra – continuó Eleuterio –
tendrá que rectificar permanentemente sus conceptos. A
medida que los conocimientos científicos avanzan, el
hombre va observando más lejos y con más claridad,
y va modificando todos sus conceptos. Ni nosotros que vivimos en
otras fajas vibratorias del Universo, retenemos la verdad
integral.

En la medida que hablaba Eleuterio, su tórax y su
cabeza se iluminaban. Entendí qué grande era su
conocimiento sobre los seres y las cosas.

— El sexo neutro o tercer sexo – dice él – no
significa dolencia o desvío, por el contrario, en cierto
aspecto es progreso. Para que el Espíritu humano pueda
alcanzar la Angelitud, tiene que liberarse del concepto vulgar
del sexo. Como usted ya sabe, el ángel ya no es hombre ni
mujer. Él engloba en la realidad los dos sexos en una
tercera forma viviente. Está por encima de aquello que
nosotros denominamos como Espíritu humano. Para que el
Espíritu humano haga las travesías, tiene la
necesidad de vencer los dos sexos, porque masculino o femenino,
apenas son expresiones de aquello que se determinó llamar
como sexo .o género.

Ver tema sobre homosexualidad en la obra, fuerzas
sexuales del alma,
Jorge Andrea.

CAPITULO XXXIV

Nexos del
pasado

Yo aún estaba bajo el impacto de las
revelaciones.

Cuando más penetraba en el misterio de la vida,
más comprendía que nada sabía en fase del
conglomerado de hechos, acontecimientos y lazos de la vida
eterna. El hombre, heredero de Dios, se sitúa en el plano
de los acontecimientos cósmicos. La ignorancia humana
alcanzaba las fajas oscuras de lo desconocido. ¿En verdad,
qué sabíamos nosotros? ¡Nada! En el vientre
de las sombras yacía cerrado y silencioso para los ojos y
los oídos humanos, el conocimiento sobre las cosas
maravillosas de Dios.

La noche nos atraía con su oscuridad
acogedora.

Mi mente, a pesar de todo trabajaba con la
preocupación del problema del homosexualismo. Eso de que
dos hombres o dos mujeres se unieran en vida conyugal, y que Dios
en el libre albedrío que le concedió al hombre, no
les impida amarse, me resultaba sorprendente

El amor espiritual nada tiene que ver con sexo, es
verdad, pero sí, a veces con un pasado milenario. Nadie se
encuentra en este mundo con alguien por primera vez. No hay acaso
y todo ocurre por la existencia de leyes inexorables e inmutables
dentro de las cuales el hombre vive. El amor verdadero,
espiritual, es como el perfume de la flor que transciende el
deseo de querer o no querer.

Esos pensamientos me dominaban la mente, recordando
viejas enseñanzas de Eleuterio.

El amigo, escuchándome en la acústica del
alma, me tomó del brazo amigablemente. El cielo estrellado
era una invitación al sueño. Ahora
caminábamos en la Tierra, bajo las estrellas. Paramos
allí para aprovechar la vibración del ambiente y
encontrar a un viejo amigo. Eleuterio me decía que nos
teníamos que rehacer para contar con energías para
el futuro. Después de aspirar energías bajo los
rayos lunares, penetramos en modesta casa, donde el
compañero nos esperaba.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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