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¿Existe el Purgatorio?




Enviado por Agustin Fabra



Partes: 1, 2

  1. Presentación
  2. El
    Purgatorio
  3. El Purgatorio en la
    Biblia
  4. Las religiones y el
    Purgatorio
  5. El Purgatorio en el
    Catolicismo
  6. Penas del
    Purgatorio
  7. Sufragios por las
    almas del Purgatorio
  8. Experiencias del
    Purgatorio
  9. Conclusión
  10. Bibliografía

"La obra de cada cual quedará al descubierto;
la manifestará el Día, que ha de revelarse por el
fuego. Y la calidad de la obra de cada cual la probará el
fuego. Aquel cuya obra construida sobre el cimiento resista,
recibirá recompensa. Mas aquel cuya obra quede abrasada,
sufrirá el daño. Él, no obstante,
quedará a salvo, pero como quien pasa a través del
fuego".

(1ª. Corintios 3:13-15)

Presentación

La muerte es el paso del ser humano a la eternidad,
donde le espera el juicio divino por sus actos acaecidos durante
su vida terrena. Si éstos han sido de acuerdo a las
enseñanzas divinas, en su nuevo estado alcanzará la
plenitud humana y divina en el amor, en la amistad, en el
encuentro y en la participación de Dios, en lo que
conocemos como Paraíso. Pero si es al contrario, si el
hombre no ha llevado su vida de manera ejemplar, de acuerdo a los
mandatos divinos, y muere contaminado por el pecado si haberse
arrepentido sincera y profundamente por las faltas por él
cometidas, el nuevo estado que adquirirá al abandonar el
alma su cuerpo físico será el del castigo eterno en
el Infierno.

Pero existe un tercer lugar, aquel donde va el alma que
carece ya de culpa pero que aún no ha eliminado totalmente
las huellas dejadas por el pecado. Éstas, al no haber sido
borradas totalmente en esta vida por la confesión, el
sincero arrepentimiento y la penitencia, constituyen una pena
temporal que debe ser purgada, ya que son el impedimento que hace
aún imposible la unión con Dios en el Cielo, y por
ello la retarda hasta que la purificación del alma sea
completa. No olvidemos las palabras del Apóstol Mateo
cuando dijo: "Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios"
(Mateo 5:8), y la
advertencia contenida en Apocalipsis: "En el Cielo no puede
entrar nada profano"
(Apocalipsis 21:27).

Ese lugar tiene un nombre propio, Purgatorio,
término que proviene del latín purgare,
que significa limpiar o purificar, y es una
condición de castigo temporal para aquellos que,
aún habiendo dejado esta vida en gracia de Dios, no
están completamente libres de faltas veniales, o no han
satisfecho completamente sus transgresiones en vida.

El motivo del presente estudio es el de analizar lo
más claramente posible en qué consiste el
Purgatorio, así como otros aspectos relacionados con el
mismo, y el significado que para cada religión tiene el
Purgatorio. Además, al final de este estudio se detallan
diversas experiencias que diferentes personas de renombre han
tenido con almas del Purgatorio.

El
Purgatorio

El teólogo Leonardo Boff en su libro Hablemos
de la otra vida
considera que el Purgatorio es un proceso de
plena maduración frente a Dios. En efecto, el Purgatorio
significa la posibilidad que, por la gracia de Dios, se concede
al ser humano para madurar radicalmente después de su
muerte.

El Purgatorio es el proceso, doloroso como todos los
procesos de ascensión y purgación, por medio del
cual el hombre actualiza todas sus posibilidades al morir y se
purifica de todas las marcas con las que el pecado ha ido
estigmatizando su vida, sea mediante sus pecados y su
consecuencias, o debido a sus malos hábitos adquiridos a
lo largo de su vida. Es una opción que Dios nos permite
por su gracia para que, en algún momento de la eternidad,
seamos dignos de estar en su presencia al haber sido limpiados
totalmente de los pecados cometidos durante nuestra vida, de los
cuales no nos habíamos arrepentido suficientemente de
manera concisa, siempre que dichos pecados no fuesen mortales
debido a la gravedad de los mismos.

Sin embargo hay personas que consideran que el
Purgatorio no es una gracia concedida por Dios, sino que para
ellos es un castigo o especie de venganza divina que mantiene
ante sí el pasado del hombre. Hay también otras
personas que señalan que el Purgatorio se vive aquí
en la Tierra, siendo experimentada la purificación
después de la muerte. Pero tanto para la teología
católica como para la copta, el Purgatorio es un estado
transitorio de purificación y de expiación donde,
después de la muerte, se purifica el alma de los pecados
veniales cometidos en vida, para así poder acceder a la
visión beatífica de Dios.

Debido a que todo aquel que entra al Purgatorio
terminará entrando al Cielo, el Purgatorio no es una
especie de Infierno de donde ninguna alma es liberada. El
Purgatorio es la purificación final de los elegidos; la
última etapa antes de gozar del Reino celestial. La
duración de la estadía de un alma en el Purgatorio
vendrá dada siempre por la gravedad de sus faltas, y
también por las oraciones que desde la Tierra se le
dediquen.

El Purgatorio en
la Biblia

A pesar de que para muchas religiones no existe el
concepto de Purgatorio en la Biblia, se encuentran
varios pasajes en la misma que definitivamente confirman la
existencia del Purgatorio. Los más destacados son los
siguientes:

  • "Cuando vas con tu adversario a presentarte
    antes el Magistrado, trata de llegar a un acuerdo con
    él en el camino, no sea que el adversario te lleve
    ante el Juez, y el Juez te entregue al guardia y éste
    te ponga en la cárcel. Te aseguro que no
    saldrás de ahí hasta que hayas pagado hasta el
    último céntimo"
    (Lucas
    12:58-59).

  • "A cualquiera que pronuncie alguna palabras
    contra el Hijo del hombre se le perdonará, pero el que
    hable contra el Espíritu Santo no tendrá
    perdón ni en este mundo ni en el venidero"
    (Mateo
    12:32).

  • "Pues de no esperar que los soldados
    caídos resucitarían, habría sido
    superfluo y necio rogar por los muertos. Mas si se
    consideraba que una magnífica recompensa está
    reservada a los que duermen piadosamente, era un pensamiento
    santo y piadoso. Por eso mandó hacer este sacrificio
    expiatorio a favor de los muertos, para que quedaran
    liberados del pecado"
    (2ª. Macabeos
    12:44-46).

  • "La obra de cada cual quedará al
    descubierto; la manifestará el Día, que
    aparecerá con fuego, y la calidad de la obra de cada
    cual la probará el fuego. Aquel cuya obra, construida
    sobre el cimiento, resista, recibirá la recompensa.
    Pero aquel cuya obra quede abrasada, sufrirá el
    castigo. Él, no obstante, quedará a salvo, pero
    como quien escapa del fuego"
    (1ª. Corintios
    5:16-17).

  • "Si alguno ve que su hermano comete un pecado
    que no es de muerte, pida y le dará vida -a los que
    cometan pecados que no son de muerte, pues hay un pecado que
    es de muerte, por ése no digo que pida-. Toda
    iniquidad es pecado, pero hay pecados que no llevan a la
    muerte"
    (1ª. Juan 5:16-17).

Las religiones y
el Purgatorio

Desde el punto de vista histórico la base
bíblica del Purgatorio ha sido un permanente punto de
fricción entre católicos y protestantes, por lo
cual desde el siglo XVI, en los inicios del protestantismo, los
católicos han buscado presentar el Purgatorio dentro de
una óptica de defensa de la fe.

Iglesia Protestante: Según la
proposición 37 de las tesis luteranas del año 1519,
condenadas por el papa León X, "el Purgatorio no puede
probarse por la Sagrada Escritura canónica"
(Disputa
de Leipzig 777). Esta tesis de Lutero se fundamenta en su
negación de la canonicidad de los dos Libros de Macabeos,
a los cuales consideró apócrifos.

Lutero, fundador del Protestantismo, describe el
Purgatorio como una invención humana que confunde al
hombre y le hace creer que hay perdón después de la
muerte por medio de la compra de indulgencias y otros medios
afines. Según los protestantes, una vez finalizada esta
vida ya no existe la fe, sino el conocimiento real de la
existencia de Dios, y certeza del Cielo y del Infierno, puesto
que según ellos, Cristo habría hecho
propiciación por todos aquellos que le aceptan, y los
habría limpiado completamente de todo pecado
santificándolos en sí mismo para su acceso al
Cielo. Sin embargo esta perspectiva es refutada por San Pablo
cuando manifestó: "Completo en mi carne lo que falta a
los sufrimientos de Cristo a favor de su Cuerpo, que es la
Iglesia"
(Colosenses 1:24).

Iglesia Ortodoxa: No acepta la existencia del
Purgatorio, aunque sin embargo tradicionalmente se ofrecen rezos
a favor de los difuntos, pidiendo a Dios que les muestre su
misericordia y su amor.

Iglesia Copta: Esta Iglesia, al igual que la
católica, acepta la existencia del Purgatorio. La
única diferencia es que utiliza otra palabra para
denominar esta realidad espiritual. La principal base
bíblica para afirmar la existencia del Purgatorio,
según los coptos, se encuentra en el Libro de Enoc, en sus
capítulos 6 al 36. Escritos antes del 160 a.C., estos
capítulos se centran en el tema de los Vigilantes y hacen
una detallada descripción del Infierno, del Purgatorio y
del Paraíso.

En la Iglesia Copta tradicionalmente se ofrecen
oraciones a Dios para que muestre su misericordia a las almas de
los difuntos que padecen en el Purgatorio, y así que
puedan entrar en la Gloria.

Islamismo: En el Islam existen conceptos
similares o compatibles con el catolicismo, como el
Barzaj, el lugar a período de tiempo por los que
el alma espera el Juicio Final, en lo que Mahoma describe como
"las peores horas de la vida de un hombre". Existe
también el Araf, un alto muro o barrera en el que
esperan los que han conseguido escapar del Infierno, pero que no
han sido autorizados aún a entrar en el Cielo
(Corán, Azora VII – 44).

El Purgatorio en
el Catolicismo

La doctrina del Purgatorio ha sido siempre una
enseñanza constante del Magisterio de la Iglesia.
Además de apoyarse para ello en la Biblia, la Iglesia se
apoya también en la tradición apostólica
para definir una doctrina. En el caso del Purgatorio, el
Catecismo Católico cita a diversos Padres de la Iglesia,
tales como San Gregorio Magno (540-604) y San Juan
Crisóstomo (347-407), además de citar a San
Cesáreo de Arlés (470-543), Tertuliano (155-230),
San Cipriano de Cartago (200-258) y a San Agustín de
Hipona (354-430), entre otros.

Además de las citas bíblicas en donde se
alude al Purgatorio, la Iglesia Católica se refiere al
mismo en el Catecismo Católico, diciendo:

  • "Los que mueren en la gracia y amistad de Dios,
    pero imperfectamente purificados, aunque estén seguros
    de su salvación eterna, sufren una purificación
    después de su muerte a fin de obtener la santidad
    necesaria para entrar en el gozo de Dios"
    (Catecismo
    Católico, numeral 1054).

  • "El Purgatorio es el estado de los que mueren en
    amistad con Dios pero, aunque están seguros de su
    salvación eterna, necesitan aún de
    purificación para entrar en la eterna bienaventuranza.
    En virtud de la comunión de los santos, los fieles que
    peregrinan aún en la Tierra pueden ayudar a las almas
    del Purgatorio ofreciendo por ellas oraciones de sufragios,
    en particular el sacrificio de la Eucaristía, pero
    también limosnas, indulgencias y obras de
    penitencia"
    (Catecismo Católico, numerales
    210-211).

Esta doctrina acerca de que muchos que han muerto
aún están en un lugar de purificación y que
las oraciones valen para ayudar a los muertos, es parte de la
tradición cristiana más antigua. Tertuliano, en
De corona militis, menciona las oraciones por los
muertos como una orden apostólica, y en De
Monogamia
aconseja a una viuda que ore por el alma de su
esposo, rogando por el descanso y la participación en la
primera resurrección. Además le ordena hacer
sacrificios por él en el aniversario de su
defunción, y la acusó de cometer infidelidad si
ella se negaba a socorrer el alma de su esposo.

Clemente de Alejandría había tratado de
resolver el problema del estado o condición del hombre que
"reconciliado con Dios en su lecho de muerte, no tuvo el
tiempo necesario para completar la penitencia debida a su
transgresión. La respuesta es que el creyente, a
través de la disciplina, se despoja de sus pasiones y pasa
a una mansión donde es mejor que el anterior; pasa por un
gran tormento, tomando con él la característica de
arrepentimiento por las faltas que pudo haber cometido
después del bautismo. Él es entonces torturado
aún más, no obteniendo aún lo que él
ve que otros han adquirido. Los mayores tormentos son asignados
al creyente, porque la virtud de Dios es buena y su bondad
correcta, y estos castigos cesan durante el curso de la
expiación y purificación de cada quien"

(Patrología Griega -P.G.- col. 332).

Con Orígenes la doctrina del Purgatorio es muy
clara. "Si un hombre deja esta vida con faltas
pequeñas es condenado al fuego que quema los materiales
pequeños, y prepara el alma para el Reino de Dios, donde
no puede entrar nada manchado. Es manifiesto que el fuego
destruye la madera de nuestras transgresiones y luego nos
devuelve con el premio de nuestras grandes obras"

(Patrología Griega -P.G.- col. 445,448).

Pero San Agustín es aún más claro y
directo. Él describe dos condiciones de los hombres:
"algunos son aquellos que han partido de esta vida no tan mal
como para no merecer misericordia, ni tan bien como para merecer
la felicidad inmediata"
(De Civitas Dei, XXI,
24).

La Iglesia Católica ha formulado la doctrina de
la fe relativa al Purgatorio principalmente en los Concilios de
Florencia (1239) y de Lyon (1274), que refutaron a los griegos
orientales: "Las almas que partieron de este mundo en caridad
con Dios, con verdadero arrepentimiento de sus pecados, antes de
haber satisfecho con verdaderos frutos de penitencia por su
pecados de obra y omisión, son purificados después
de la muerte con las penas del Purgatorio"

Más extensamente fue formulada la doctrina del
Purgatorio en el Concilio de Trento (1545-1563), que insiste:
"Cuiden como suma diligencia que la sana doctrina del
Purgatorio, recibida de los santos Padres y sagrados Concilios,
se enseñe y predique en todas partes, y se crea en ella y
se conserve por los fieles cristianos. Aquellas, empero, que
tocan a cierta curiosidad y superstición, o saben a torpe
lucro, prohíbanlas como escándalos y piedras de
tropiezo para los fieles
".

La Iglesia Católica no va más allá
en sus definiciones, sino que deben ser consultadas la
tradición de los Padres y la escolástica para
explicar las enseñanzas de los Concilios, y para dejar
clara la creencia y las prácticas de los
creyentes.

En la Constitución Dogmática Lumen
Gentium
(número 49), el Concilio Vaticano II describe
la realidad eclesial en toda su amplitud y coloca al Purgatorio
como uno de los tres estados eclesiales al decir: "Algunos de
sus discípulos peregrinan en la Tierra; otros, ya
difuntos, se purifican, mientras otros son
glorificados
".

Con todo lo mencionado anteriormente, consideramos que
queda en claro el significado esencialmente cristiano de la
doctrina del Purgatorio. Se trata de un proceso radicalmente
necesario para la transformación del hombre, gracias al
cual se hace apto para recibir a Cristo, apto para recibir a
Dios, y en consecuencia, apto para entrar en la comunión
de los santos.

Penas del
Purgatorio

Hay una sustancial diferencia entre Infierno y
Purgatorio, ya que el primero es eterno y el segundo temporal.
Queda claro en las Escrituras y por los escritos de los Padres de
la Iglesia que las almas de aquellos que van al Purgatorio quedan
temporalmente impedidas de la visión de Dios. Esta es la
postura católica proclamada por León X en la Bula
Pontificia Exurge Domine (Levántate, oh
Señor), la cual condena los errores de Lutero.

Besario, en el Concilio de Florencia de 1239
argumentó en contra de la existencia de un fuego real en
el Purgatorio. Pero en occidente la creencia en un fuego real en
el Purgatorio es común. San Agustín nos habla del
dolor que ese fuego produce, más severo que cualquier otro
sufrimiento pudiera soportar el hombre en esta vida
(Patrología Griega -P.G.- col. 37,3). San Gregorio Magno
habla de aquellos que, después de esta vida
"expiarán sus faltas con flamas del Purgatorio y el
dolor será más intolerable que ninguno en esta
vida"
(Patrología Griega -P.G.- Poenit n.
1).

Siguiendo los pasos de San Gregorio, Santo Tomás
de Aquino enseña que aparte de la separación del
alma de la contemplación de Dios, hay otro castigo: el del
fuego. Y San Buenaventura no sólo confirma las palabras de
Santo Tomás, sino que además agrega que ese castigo
con fuego es más severo que ningún otro castigo que
le llegue al hombre en esta vida.

Ninguno de los Padres y Doctores de la Iglesia puede
decirnos cómo afecta ese fuego a las almas que
están en el Purgatorio, pero de todas formas ya el
Concilio de Trento (1545-1563) advirtió a los Obispos
"excluir de sus sermones cuestiones difíciles y
perspicaces que no tienden a la edificación, y de cuya
discusión no aumenta ni la piedad ni la
devoción"
(Del Purgatorio, Sesión
XXV).

De esta tradición unánime de los Padres de
la Iglesia en cuanto al fuego del Purgatorio y su semejanza al
del Infierno, no ha sido necesario aún una
declaración dogmática al respecto, pero ya Santo
Tomás de Aquino explicaba que Dios no se vale de los
demonios para la administración de las penas del
Purgatorio (Del Purgatorio, Sup. A.5).

Pero existe también otra pena, la que la
Tradición teológica denomina pena de
daño
, que consiste en el aplazamiento del Cielo o
dilación de la Gloria, en la que el alma queda privada de
la visión beatífica de Dios mientras purga sus
pecados. Esta pena implica que la presencia en el Purgatorio no
puede prolongarse en el tiempo más allá del Juicio
Final.

Sufragios por las
almas del Purgatorio

Las Escrituras y los Padres de la Iglesia ordenan orar y
hacer oblaciones por las almas de los que han partido de este
mundo, y el Concilio de Trento (1545-1563) no sólo
confirma la existencia del Purgatorio, sino que agrega que
"las almas que están ahí retenidas son ayudadas
por los votos de los creyentes y, principalmente, por el
aceptable sacrificio del Altar"
(Del Purgatorio, Ses.
XXV).

La enseñanza cristiana más antigua es que
aquellos en la Tierra que están en comunión con las
almas del Purgatorio ayudan con sus oraciones a los que han
muerto. Ya en la época de Tertuliano (155-230) se
creía que las almas de los muertos son ayudadas por el
Santo sacrificio mientras la sagrada víctima yace en el
altar. San Agustín decía que "las oraciones y
limosnas del creyente y el Santo sacrificio del altar ayuda al
alma que partió y mueve al Señor a manejarla con
misericordia y bondad"
(Sermón XII, núm. 2).
Nuestras obras de satisfacción realizadas a favor de los
muertos les benefician puramente por la benevolencia y piedad de
Dios, ya que Él en justicia acepta nuestra
expiación sustitutiva.

De acuerdo a San Agustín todas las obras buenas
que se practican en estado de gracia santificante, o sea, el acto
heroico de caridad o voto de ánimas, tienen la virtud de
producir cuatro efectos: meritorio, propiciatorio, imprecatorio y
satisfactorio. El efecto meritorio aumenta la gracia de quien la
hace, y no puede cederse. Lo propiciatorio aplaca la ira de Dios,
lo imprecatorio inclina a Dios a conceder lo que se le pide y,
además, es satisfactoria porque ayuda a satisfacer o pagar
la pena por los pecados. Es este último acto satisfactorio
el que se cede a las almas del Purgatorio al ofrecer a Dios una
compensación por la pena temporal debida.

Algunos de los principales sufragios o ayudas que los
creyentes católicos ofrecen a las almas del Purgatorio,
son éstas:

  • Ofrecimiento de la Santa Misa, ya sea
    encargándole la dedicación a un sacerdote u
    ofreciéndola de corazón y de manera
    íntima y silenciosa por un difunto.

  • Ofrecimiento de la Comunión, debido a que en
    ella se encuentra realmente Jesucristo. Puede ofrecerse la
    Comunión por la reparación de las almas en el
    momento de comulgar.

  • Misas gregorianas, que son la serie de Misas en las
    que se debe interceder por un difunto durante treinta
    días, de forma ininterrumpida.

  • Indulgencia plenaria, ya que limpia de cualquier
    mancha que nos hayan dejado los pecados ya perdonados. Para
    ello es necesario realizar la acción indulgenciada
    uniéndola a la comunión, un acto de caridad,
    rezar por las intenciones del Papa y confesarse en ocho
    días. Las principales acciones indulgenciadas son el
    rezo y meditación del Santo Rosario en común,
    el rezo y meditación del Vía Crucis en una
    Iglesia, la lectura y meditación de un texto
    bíblico durante treinta días como
    mínimo, y la adoración al Santísimo
    Sacramento durante treinta minutos como
    mínimo.

Otros sufragios son el ofrecimiento de las penas y
alegrías, el olvido de los insultos recibidos, el
perdón de las ofensas ajenas, y el ofrecimiento de
oraciones, limosnas y otras obras de misericordia.

San Agustín de Hipona manifestó que
"las almas de los creyentes que han partido no están
separadas de la Iglesia, la cual es el Reino de Cristo, y por
esta razón las oraciones y los votos de los vivos son de
ayuda para los muertos"
(De Civitas Dei, XX, 9).

También es de sentencia común entre los
teólogos que los fieles difuntos pueden interceder por
nosotros aún estando en el Purgatorio. El Catecismo de la
Iglesia Católica enseña que nuestras oraciones por
las almas del Purgatorio "puede, no sólo ayudarlas,
sino hacer eficaz su intercesión en nuestro favor"

(Numeral 958). Y dice además que "la unión de
los miembros de la Iglesia peregrina con los hermanos que
durmieron en la paz de Cristo, de ninguna manera se interrumpe.
Más aún, según la constante fe de la
Iglesia, se refuerza con la comunicación de los bienes
espirituales"
(Numeral 955).

Experiencias del
Purgatorio

Santa Catalina de Génova (1447-1510), llamada
"la doctora del Purgatorio" por su obra "Tratado del
Purgatorio
", dijo que hay en las almas del Purgatorio un
gozo inmenso, parecido al del cielo, y un dolor inmenso,
semejante al del Infierno, que ni el lenguaje puede expresar ni
se entiende su dimensión, y el uno no quita el otro. Y San
Juan de la Cruz (1542-1591) dijo que "por más que el
alma se ayude, no puede ella activamente purificarse de manera
que esté dispuesta en la menos parte para la divina
unión de perfección de amor, si Dios no la toma de
la mano y la purifica en aquel fuego oscuro para ella"
(1
Noche 3, 3).

Pero no existe nada más impactante como el relato
propio de las experiencias de quienes han estado en el Purgatorio
y, de una forma u otra, lo han comunicado a personas que se
encontraban aún en esta vida, por lo general a santos de
la Iglesia, y que detallaremos a continuación, ya que ello
reafirmará nuestra fe en el Purgatorio sin duda
alguna.

1.- Tertuliano, en su libro "Actas del martirio de
Santa Felicidad y Perpetua
", cuenta lo que le sucedió
a Santa Perpetua en el año 202. Una noche, mientras ella
estaba en la cárcel, vio a su hermano Dinocrates, quien
había muerto a los siete años de edad a causa de un
tumor en el rostro. Santa Perpetua lo cuenta así: "Vi
salir a Dinocrates de un lugar tenebroso, donde estaban
encerrados muchos otros que eran atormentados por el calor y la
sed. Estaba muy pálido. En el lugar donde estaba mi
hermano había una piscina llena de agua, pero tenía
una altura superior a la de un niño, y mi hermano no
podía beber. Comprendí lo que mi hermano
sufría y por eso, orando con fervor día y noche,
pedía que fuera aliviado. Una tarde vi de nuevo a
Dinocrates, muy limpio y bien vestido y totalmente restablecido,
con su herida del rostro totalmente cicatrizada. Ahora sí
podía beber del agua de la piscina, y lo hacía con
alegría. Cuando se sació comenzó a jugar con
el agua. Me desperté y comprendí que había
sido sacado de aquel lugar de sufrimientos"
(VII, 3 –
VIII, 4).

2.- San Nicolás de Tolentino (siglo XIII) tuvo
una experiencia mística que le convirtió en patrono
de las almas del Purgatorio. Un sábado en la noche,
después de una prolongada oración, escuchó
una voz lastimera que le decía: "Nicolás,
Nicolás, mírame a ver si todavía me
reconoces. Soy tu hermano y compañero Fray Peregrino. Hace
tiempo que sufro grandes penas en el Purgatorio y por esto te
pido que ofrezcas mañana por mí la Santa Misa para
poder irme por fin libre al Cielo. Ven conmigo y mira
".
Nicolás le siguió y vio una llanura inmensa
cubierta de innumerables almas entre torbellinos de purificadoras
llamas, mientras le tendían sus manos llamándole
por su nombre y pidiéndole ayuda. Conmocionado por esta
visión, Nicolás la refirió al Superior del
Monasterio donde se encontraba, quien le dio permiso para dedicar
la Misa durante varios días por las almas del Purgatorio
y, especialmente por Fray Peregrino. A los siete días se
le apareció de nuevo Fray Peregrino, ahora resplandeciente
y glorioso junto con otras almas, para agradecerle y demostrarle
la eficacia de sus súplicas.

3.- Cuenta el Papa y Doctor de la Iglesia, San Gregorio
Magno (540-604) que, siendo aún Abad de un Monasterio
antes de ser nombrado Papa, había en el mismo un monje
llamado Justo, quien ejercía la medicina con el permiso
del Abad. En una ocasión Justo aceptó sin la
autorización de sus superiores una moneda de tres escudos
de oro, faltando así gravemente al voto de pobreza.
Después se arrepintió y le dolió tanto su
acto que se enfermó y murió al poco tiempo, pero en
paz con Dios. Sin embargo San Gregorio, con el fin de inculcar en
sus religiosos una gran aversión por ese pecado, hizo
sepultar a Justo en un basural que se encontraba fuera de los
muros del cementerio del Monasterio, donde también
echó la moneda de oro, haciendo repetir a los monjes las
palabras de San Pedro a Simón Mago: "Que tu dinero perezca
contigo". A los pocos días San Gregorio sintió que
quizás había sido demasiado estricto con su
castigo, y encargó al ecónomo celebrar treinta
Misas seguidas, sin dejar ningún día, por el alma
del difunto.

El ecónomo obedeció, y el mismo día
que terminaron de celebrarse las treinta Misas, se le
apareció Justo a otro monje llamado Copioso,
diciéndole que subía al Cielo, libre ya de las
penas del Purgatorio, gracias a las treinta Misas celebradas por
su alma. Estas Misas de intercesión son las llamadas
gregorianas, en honor de San Gregorio.

4.- En el año 1070 ocurrió un suceso
extraordinario en la vida de San Estanislao, Obispo de Cracovia,
en Polonia. Una persona de nombre Pedro Miles le había
regalado para la Iglesia antes de morir algunas tierras de su
propiedad. Sus herederos, conscientes de que tenían el
apoyo del Rey, sobornaron a algunos testigos y consiguieron que
San Estanislao fuera sentenciado a devolver dichos
terrenos.

Entonces Estanislao les dijo que acudiría al
difunto, muerto tres años antes, para que diera testimonio
de la autenticidad de su donación. Después de
treinta días de ayuno y oración, Estanislao se
dirigió con el clero y gran cantidad de fieles hacia la
tumba donde yacía Pedro Miles, y ordenó que fuera
abierta. Sólo encontraron en su interior los huesos del
fallecido y poco más.

Entonces San Estanislao pidió al difunto Pedro
que diera testimonio en nombre de Dios, y éste, por
milagro de Dios, se levantó de la tumba y dio testimonio
ante el Príncipe Boleslao, que estaba ahí presente
junto con los demás asistentes, de la veracidad de su
donación. El difunto solamente pidió a cambio a
Estanislao y a todos los presentes que hicieran muchas oraciones
por él para así poder liberarse de los sufrimientos
que estaba padeciendo en el Purgatorio. Esta hecho, absolutamente
histórico, fue atestiguado por muchas personas que lo
presenciaron.

5.- San Pedro Damiano (1007-1072), Cardenal y Doctor de
la Iglesia, cuenta que en su tiempo era costumbre que los
habitantes de Roma visitaran las Iglesias con velas encendidas
durante la noche de la Vigilia de la Asunción. Un
año sucedió que una noble señora estaba
orando en la Basílica María in Aracoeli cuando vio
delante suyo a una dama a la cual ella conocía bien, y que
había muerto hacía un año; se llamaba
Marozia y era su madrina de bautismo. Ella le dijo que estaba
sumergida en el Purgatorio por los pecados de vanidad de su
juventud, y que al día siguiente iba a ser liberada con
muchos miles de almas más en la fiesta de la
Asunción.

Marozia dijo que cada año la Virgen María
renueva este milagro de misericordia y libera a un número
tan grande de almas como la población de Roma, que en
aquella época rondaba los doscientos mil habitantes.
Siguió diciéndole: "Nosotras, las almas
purgantes, nos acercamos en esta noche a los Santuarios dedicados
a ella. Si pudieras verías a una gran multitud que
está aquí conmigo. En prueba de la verdad de cuanto
te digo, te anuncio que tú morirás de aquí a
un año, en esta misma fiesta
". San pedro Damiano
refiere que, ciertamente, esta piadosa mujer murió al
año siguiente, y que se había preparado bien para
ir al Cielo el día de la fiesta de la Virgen
María.

6.- La Beata Sor Ana de los Ángeles y Monteagudo,
religiosa dominica peruana del siglo XVI, cuenta que un
día las monjas pasaban hambre porque no había en el
Convento ningún alimento. Sor Ana pidió que le
trajeran el Breviario para rezar juntamente con las demás
monjas a las almas del Purgatorio para que les enviaran
alimentos. Y ocurrió que antes de terminar de rezar el
Oficio de difuntos, la mandaron llamar a la portería del
Convento y Sor Ana le dijo a Sor Juana, otra monja:
"¿No te he dicho que las almas del Purgatorio
mandarían de comer? Ve tú misma a la
portería y recibe lo que traen
". Allí estaba
un joven de buen aspecto que les traía panes, quesos,
harina y mantequilla.

7.- Santa Teresa de Jesús (1515-1582), hablando
de la fundación del Convento de Valladolid, dice
así: "Tratando conmigo un caballero principal, me dijo
que si quería hacer un Convento en Valladolid, que
él daría una casa que tenía con una huerta
muy buena. A los dos meses, poco más o menos, le dio un
mal tan acelerado que le quitó el habla y no se pudo bien
confesar, aunque tuvo muchas señales para pedir
perdón al Señor. Muy en breve murió y
díjome el Señor que había estado su
salvación en harta aventura y que había tenido
misericordia de él por aquel servicio que había
hecho a su Madre en aquella casa que había dado para hacer
un Convento de su Orden, y que no saldría del Purgatorio
hasta la primera Misa que allí se dijese, que entonces
saldría.

Estando un día en oración en Medina
del Campo me dijo el Señor que me diese prisa, que
padecía mucho aquella alma. No se puede hacer tan presto,
pero nos dieron la licencia para decir la Misa adonde
teníamos para Iglesia, y así nos lo dijeron.
Viniendo el sacerdote adonde habíamos de comulgar,
llegando a recibirle, junto al sacerdote se me presentó el
caballero que he dicho, con el rostro resplandeciente y alegre.
Me agradeció lo que había hecho por él para
que saliese del Purgatorio y fuese su alma al Cielo"

(Fundaciones, 10).

8.- Otra experiencia de Santa Teresa de Jesús fue
por la muerte de un provincial de su Orden, y ella lo que
explicó así: "Estando pidiendo por él al
Señor lo mejor que podía, me pareció
salía del profundo de la tierra a mi lado derecho, y vile
subir al Cielo con grandísima alegría. Él
era ya bien viejo, mas vile de edad de treinta años y
aún menos me pareció, y con resplandor en el
rostro"
(Vida 38, 26).

9.- También Santa Teresa de Jesús contaba
que "habíase muerto una monja en casa, hacía
poco más de día y medio. Estando diciendo una
lección de difuntos, la vi que se iba al Cielo. Otra monja
también se murió en mi misma casa; ella, de hasta
18 o 20 años, siempre había sido enferma y muy
sierva de Dios. Estando en las Horas, antes de que la enterrasen,
harían cuatro horas que era muerta, entendí salir
del mismo lugar e irse al Cielo"
(Vida, 38, 29).

10.- En vida de Santa Catalina de Ricci (1522-1590) se
dice que el 19 de octubre de 1587 murió asesinado
Francisco I, Gran Duque de Toscana y gran bienhechor de la santa
y de su Convento. Ella le pidió a Dios tomar sobre
sí misma todas las pruebas que él debería
sufrir en el Purgatorio y durante cuarenta días
ocurrió un fenómeno inexplicable para los
médicos. El cuerpo de Catalina parecía como de
fuego y no podían tocarla sin quemarse, hasta el punto que
su celda parecía que estuviera en llamas. Era un
sufrimiento verla padecer sin poder ayudarla. Cuando pasaron los
cuarenta días y todas las penas le fueron descontadas al
Duque, Catalina volvió a ser la persona normal de siempre.
Y el Duque se le apareció, glorioso y resplandeciente,
porque ya iba al cielo.

11.- La Venerable María de Jesús Agreda
(1602-1665) fue transportada varias veces al Purgatorio a visitar
las almas. En una ocasión oyó que le decían:
"María de Jesús, acuérdate de
". Era una mujer de la villa de Agreda, que se
llamaba María Lapiedra y que había muerto en
Murcia.

12.- En los documentos del proceso de
beatificación del Padre carmelita Domingo de Jesús
y María, muerto en 1630, se cuenta que cuando lo manaron
sus superiores a Roma, en su habitación del Convento
encontró el cráneo de una calavera que,
según la costumbre de entonces, le ayudaría a
pensar en la muerte. Uno noche oyó una voz que
salía de dicho cráneo que decía: "Nadie
se acuerda de mí
". El sacerdote se puso a orar,
echó agua bendita y escuchó: "Agua, agua,
misericordia, misericordia
". La voz del difunto le dijo que
era un alemán que había muerto en Roma mientras
visitaba los santos lugares. Le dijo además que estaba en
el Purgatorio y que nadie se acordaba de él. El Padre
Domingo oró mucho por él y a los pocos días
se le apareció el difunto lleno de belleza esplendorosa
para agradecerle su liberación.

13.- Santa Margarita María de Alacoque
(1647-1690) escribió a la Madre Sanmaise
explicándole lo siguiente: "Nuestra madre me
permitió a favor del las almas del Purgatorio pasar la
noche del Jueves Santo (15 de abril de 1683) delante del
Santísimo Sacramento, y allí estuve una parte del
tiempo toda como rodeada por estas pobres almas con las que he
contraído una estrecha amistad. Me dijo el Señor
que Él me ponía a disposición de ellas
durante este año para que les hiciera todo el bien que
pudiese. Están frecuentemente conmigo y las llamo
mis
amigas pacientes" (Carta 22).

14.- Susana María de Riants (1639-1724),
religiosa visitandina del Convento de L"Antiquaille de Lyon,
Francia, tenía el carisma de ser visitada frecuentemente
por las almas del Purgatorio. Ella cuenta que "un día,
durante la Misa, tuve la fuerte inspiración de pedir por
el alma de uno de mis amigos y bienhechores del Convento, quien
había muerto hacía poco más de diez
años. Cuando el sacerdote elevaba la Hostia, vi a
Jesús que oraba por él al Padre. El difunto estaba
presente en la Misa, prosternado y con un profundo agradecimiento
ante el Salvador. Por la tarde vino a decirme que iba a la gloria
del Cielo y me daba las gracias por mis oraciones.

15.- En la ida de Santa Crescencia de Hoss (1682-1794)
se cuenta que cuando murió su director espiritual, el
Padre jesuita Ignacio Vagener, el 18 de octubre de 1716, ella lo
vio en el Coro junto a ella como un fantasma blanco. Ella
rezó por él sin saber aún quién era,
aunque sí dándose cuenta de que era un alma
purgante. El día 21 se le apareció de nuevo y
entonces lo reconoció. Crescencia oró mucho por
él y el día 23 se le apareció otra vez, pero
ya lleno de esplendor, para agradecerle sus oraciones.

16.- La Venerable Ana Catalina Emmerick (1774-1824) tuvo
muchas experiencias con las almas del Purgatorio y explicaba que
todo lo que hacemos por ellas les causa una inmensa
alegría. Dice también que ha visto protestantes que
han vivido piadosamente en su ignorancia, pero están
abandonados porque carecen de oraciones. Ana Catalina dijo una
vez que el 13 de julio de 1821 vio "un jabalí muy
grande y espantoso que salía asomando de un lugar profundo
y maloliente. Yo temblaba y me estremecía. Era el alma de
una dama de París y me dijo que yo no podía rogar
por ella puesto que debía permanecer en el Purgatorio
hasta el fin del mundo, pero que debí rogar por su hija
para que se convirtiese y no cometiera pecados como
ella
".

17.- La Beata Isabel Canon Mora (1774-1825)
escribió en su Diario: "El 17 de junio de 1814 se me
presentó el Papa Pío VI, muerto en 1799, y me
pidió que rogara por él porque todavía
estaba en el Purgatorio. Me dijo que fuera a ver a mi padre
espiritual y que él me manifestaría lo que
debía hacer para obtener esa gracia para el Papa. A cambio
me prometió no abandonarme nunca y ser mi protector desde
el Cielo. Mi padre espiritual me dijo que fuera cinco veces a la
Iglesia de Santa María la Mayor a visitar el altar de San
Pío V y rezarle por la liberación de su sucesor. Al
día siguiente, a la hora de Vísperas, me fue
asegurado que el Papa Pío VI entraba en el Paraíso.
El 19 de junio, durante la Comunión, vi a este Sumo
Pontífice delante del trono de Dios
".

18.- Santa Gema Galgani (1878-1903) tenía hecho
el voto de ánimas a favor de las almas del Purgatorio, y
todos los días pedía especialmente por ellas.
Cuando murió la religiosa pasionista Madre María
Teresa el 16 de julio del 1900, Santa Gema oró mucho por
su alma y decía: "Hoy el Ángel de la Guarda me
ha dicho que Jesús quería que sufriera esta noche
unas dos horas por un alma del Purgatorio. Sufrí, de
hecho, dos horas como me había pedido Jesús por la
Madre María Teresa, y el día de la Asunción
de María me pareció que me tocaban en la espalda.
Me di media vuelta y vi a mi lado a una persona vestida de
blanco. Esta persona me preguntó: "¿Me conoces? Soy
la Madre Teresa y he venido para darte gracias por lo mucho que
me has ayudado. Prosigue aún unos días más y
estaré eternamente feliz". Finalmente ayer por la
mañana después de la santa Comunión,
Jesús me dijo que hoy, después de medianoche,
iría al Cielo la Madre Teresa. Y efectivamente, así
fue"
(Carta a Monseñor Volpi, 10 de agosto del
1900).

19.- Sor Lucía dos Santos (1907-2005), dice en
sus Memorias que en la primera aparición en de la Virgen
en Fátima el 13 de mayo de 1917 Lucía le
preguntó: "Está María Nieves en el
Cielo? Si está, repuso la Virgen. ¿Y Amelia?
Estará en el Purgatorio hasta el fin del mundo, dijo la
Virgen María
". ¿Qué pecado
podría haber cometido Amelia para estar en el Purgatorio
hasta el fin de los tiempos? Se preguntó Lucía,
¿El aborto?

20.- Santa Faustina Kowalska (1905-1938) dice en sus
escritos autobiográficos: "Un día vi a mi
ángel custodio, que me ordenó seguirle. En un
momento me encontré en un lugar nebuloso lleno de fuego y
en él una multitud de almas sufrientes que rezaban con
fervor, pero sin eficacia alguna para ellas mismas ya que
solamente nosotros podemos ayudarlas. Y les pregunté a
aquellas almas cuál era su mayor sufrimiento. Me
contestaron unánimemente que su mayor sufrimiento era la
añoranza de Dios y el gran deseo de amarle. Entonces
oí una voz que me dijo: Mi misericordia no quieres esto,
pero lo exige mi justicia"
(Cuaderno 1, número
7).

21.- A Teresa Neumann (1898-1962), la estigmatizada
alemana, se le aparecían almas del Purgatorio para pedirle
ayuda. Un día se le apareció el sacerdote que la
bautizó y dio su Primera Comunión, quien le
pidió que orara por él para poder salir del
Purgatorio. Igualmente la noche de Corpus Christi de 1931 se le
apareció su madrina Forster, muerta recientemente; Teresa
oró por ella y la vio brillantes subiendo al
Cielo.

Partes: 1, 2

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