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Bases psicoanalíticas y analíticas, sobre el folklore y sus derivados




Enviado por Fernando Romero



Partes: 1, 2, 3, 4

  1. Perspectiva libidinal freudiana
  2. Discusión y comentarios
  3. Perspectiva kleiniana del odio y la agresión
  4. Sobre el Inconsciente colectivo y otros conceptos junguianos
  5. Bibliografía

(Capítulo I)

"Y donde el humano suele enmudecer en su tormento,

Un dios me concedió el don de decir cuánto sufro"

Versos de la escena final de Torquato Tasso, que Goethe le hace decir a su poeta-héroe (En Freud, 1908)

"Sería como mandar a un baile a un feto femenino de seis meses"

Tomado de la carta 25 fechada el 22 de junio y que Freud envió a Flies

Con relación a su trabajo sobre El Proyecto. Tiene la estructura de un Refrán (Freud, 1895)

La simbolización es una función muy elaborada del Yo que resulta de todo un proceso: organización de impulsos instintivos y emociones, desarrollo cognoscitivo de representaciones y la ligazón, y entreveramiento entre los tres. En ese proceso, las funciones de organización, integración y síntesis juegan un papel central. El Yo al simbolizar encuentra la forma para descargas sustitutivas de la energía impulsivo-instintiva tanto agresiva como sexual, integrando diferentes representaciones que devienen en la capacidad para la abstracción y, al mismo tiempo, sientan la base para el inicio de la sublimación. O sea, el proceso implica un trabajo mental que "transforma" la actividad intrapsíquica en un sentido estructural y sistémico.

Para Freud (1895) las representaciones son primero, "cosa", y luego representaciones "palabra". Sus idea de entonces son complementarias con las de Piaget de 1964 y las de Perner de 1988) Ese proceso se deduce como algo necesario para simbolizar. Al "representar", se "liga" la energía instintiva libre o "no ligada", tanto libidinal como agresiva, a contenidos de información que, por esa vía, se inscriben en "lenguaje" psíquico. Antes de poder hacer eso, el neonato "inscribe" información "hiperintensa" en el cuerpo, con la intención de lograr equilibrios de naturaleza homeostática. Después se organizan la representaciones, ya investidas con un tipo y otro de energía, a fin de "neutralizarse" (Hartmann, 1964/1978)

La simbolización facilita unas descargas parciales las cuales, a manera de "válvulas de escape", reequilibran la presión de energías instintivas, otorgando tiempo a los procesos normales de descarga, "digestión" y "metabolización" de la experiencia emocional. Así, salvaguardan al individuo de "¿Lo irrepresentado?" (Winocur 1999), puesto que ciertos traumatismos, por resonancia, reactivan "núcleos actuales" a decir de Cesar y Sara Botella (2001) y éstos siempre son una posibilidad, incluso en el desarrollo más sano. Porque en la organización y estructuración intrapsíquica normal siempre quedan experiencias improcesables u "hoyos en el continuo de representaciones". A juicio de los Botella, el analista debe prestarse a una "regresión formal" para poder ayudar a la representación, digamos "palabra", de ese tipo tan temprano de experiencias las cuales primero se deben figurabilizar; con ello se potencia que se puedan nombrar y así objetivar al poder ser incluidas en el discurso significativo.

El proceso de simbolización de experiencias traumáticas, en tanto que un importante contenido emocional es reprimido, decrementa su persecutorio "carácter ominoso" (Freud, 1919) Por otro lado, ya sabemos que la sublimación puede resultar tanto de la actividad mental, como motora y que, en efecto, transforma y reequilibra pero trascendiendo lo interno. Porque transforma asimismo, la realidad exterior. Ya sea desde la creación artística o intelectual, la producción de productos o el dominio hábil y talentoso del propio cuerpo y los músculos, en el deporte, en actividades que requieren de ejecuciones motoras finas precisas y/ o trascendentes, como la escultura, la pintura o la cirugía y, por último, por vía de la espiritualidad en tanto que faculta a las personas para ser libres, con una forma de libertad responsable, respetuosa de la vida y fuerte como para no ser determinada por el ansia de poder ni de la ambición.

La capacidad simbólica informa del predominio de la libido sobre la agresión en la dinámica intrapsíquica y así como de la preservación de una economía de represiones, en contrapartida con una economía de escisiones que es más primitiva. La simbolización funciona como una válvula de descarga de energía instintiva cuando ésta es rechazada por la presión del Superyó sobre el Yo y/ o resulta imposible su descarga directa, desde el "poder" de decisión que ejerce el Yo sobre la motricidad, con miramiento por la realidad.

Al respecto del estudio y comprensión del simbolismo, Freud observa: "… ni siquiera fue descubierto por el psicoanálisis… Como descubridor del simbolismo en el sueño ha de mencionarse, si es que a toda costa se quiere asignarle un comienzo en los tiempos modernos, al filósofo K. A. Scherner (1861) El psicoanálisis ha corroborado el descubrimiento de Scherner, modificándolo de una manera a todas luces radical". Y, en efecto, "… requiere también de otras disciplinas, del folklore en particular", a juicio de Carvalho-Neto, (1956) y Ramos, (1940-1952) Observa Carvalho-Neto, parafraseando a Freud, "… los símbolos expresados por el sueño y por el inconsciente del individuo despierto aparecían en muchas piezas folklóricas". En palabras de Freud: "Hemos de observar que este simbolismo no pertenece exclusivamente al sueño, sino que es característico del representar inconsciente, en especial del popular…".

Es decir, de gente común que no ha tenido acceso a mayor formación académica. Freud agrega: "Se nos muestra en el folklore, los mitos, las fábulas, los modismos, los proverbios [cursiva agregada] y los chistes corrientes de un pueblo, mucho más amplia y completamente aún que en el sueño". (Tomado de Carvalho-Neto, 1956)

La simbolización, entonces, es una función para procesar la reacción emocional, empleando la capacidad intelectual al servicio de la recuperación de equilibrios y se refiere a formas de procesamiento de experiencias las cuales resultan o podrían resultar traumáticas porque la cultura, la moral, posibles consecuencias displacenteras, y las "buenas costumbres", les impiden una descarga directa. Comenta Freud que "Para dedicar al símbolo toda la atención que su importancia merece y discutir los numerosos problemas inherentes a su concepto, problemas no resueltos aún en su mayor parte, habríamos de traspasar considerablemente el tema de la interpretación onírica". (Freud, 1900-1901)

Perspectiva libidinal freudiana

En 1916, en las Conferencias de Introducción al Psicoanálisis, al resumir "La interpretación de los sueños", Freud dedica una página completa al análisis de símbolos en piezas folklóricas:

Convengo en que se trata de cosas un tanto asombrosas y que nos plantean múltiples interrogaciones, entre ellas las de cómo podemos conocer la significación de los símbolos de los sueños cuando el sujeto de los mismos no nos proporciona sobre ellos información ninguna o sólo harto insuficiente. A esta interrogación contestaré que dicho conocimiento lo extraemos de diversas fuentes, tales como las fábulas, los mitos, el folklore o estudio de las costumbres, usos, proverbios y cantos de los diferentes pueblos, y, por último, del lenguaje poético y del lenguaje común. En todos estos sectores encontramos el mismo simbolismo [simbolizaciones], que comprendemos a menudo sin la menor dificultad, examinando estas fuentes una tras otra, descubrimos en ellas un tal paralelismo con el simbolismo onírico, que nuestras interpretaciones adquieren en este examen comparativo una gran certidumbre. [Previene, Freud, que]… el concepto de símbolo no está por ahora deslindado con nitidez, se confunde con la sustitución, la figuración [representación], etc., y aún se aproxima a la alusión [función de un símbolo] (Freud, 1916)

Los Botella, (2001) observan que la "figuración", lo que para Freud sería la "figurabilidad": poner imagen a un contenido que puede ser una información captada por cualquier órgano de los sentidos, es un paso previo a la simbolización. A manera de "metabolización" y/ o traducción de dicho contenido en experiencia y, por tanto, a la posibilidad de su manejo verbal-intelectual.

En lo que sigue, se observa cómo de lo simbólico se derivan contenidos verbales ricos en experiencia, que las personas proferimos "sin saber" del todo, o conscientemente al menos, que sabemos su significado. Y, sin embargo, transmitiendo lo que queremos transmitir y que los demás comprenden:

La exposición en el agua y el rescate del agua desempeñan un sobresaliente papel. Rank los ha reconocido como figuraciones del nacimiento, análogas a las usuales en el sueño. Si alguien en el sueño rescata a una persona del agua, es que se convierte en su madre, o lisa y llanamente, en madre; en el mito, una persona que salva a un niño del agua se confiesa como la verdadera madre del niño. Hay un conocido chiste en que le preguntan a un inteligente muchacho judío: "¿Quién fue la madre de Moisés?", y él responde sin vacilar; "La princesa". "Pero no –se le recuerda-, ella solamente lo sacó del agua". "Eso dice ella", replica el muchacho, y así demuestra haber hallado la interpretación correcta del mito. (Freud, 1916) [O sea, Moisés era hijo ilegítimo de la princesa]

Por acá acostumbran decir entre adolescentes cuando se va a tener sexualidad "mojar la brocha": "vienes de mojar la brocha". O sea "meter la brocha al bote" de pintura. "Caja vieja", vasija, bote, en cuyo interior hay, además, agua o pintura, algo líquido. Podemos pensar que de ahí se derivan expresiones diversas. Cuando alguien anda bebiendo, en Mérida se acostumbra decir: "Anda en el agua". Aquí en la ciudad, por ejemplo, se dice "chupar". En ambos casos se puede interpretar que "se anda" en la fantasía regresiva del bebé: succionando; e incluso del feto: en el liquido, este último, amniótico. Existe, por cierto, un dicho que dice "Agua de las verdes matas, tu me tumbas tu me matas y me haces andar a gatas", o sea como un bebé. Elocuente ¿no?

El psicoanalista y psicopatólogo argentino Rafael Paz (1984), interpreta que la angustia de castración, no se circunscribe a la sensación de amenaza por perder una parte importante y valiosa del propio cuerpo, sino que simboliza el vehículo, nave o instrumento que permitiría recuperar o "regresar al paraíso perdido", regresión que se "instrumenta" en cada experiencia de coito. Desde esta perspectiva, incluye tanto lo que alude al erotismo genital como al oral. De vuelta con Freud:

El partir significa en el sueño morir. Es también usual en la crianza de los niños, cuando preguntan por el paradero de un muerto a quien echan de menos, decirles que se fue de viaje. De nuevo me opondría yo a la creencia de que el símbolo onírico proviene de este subterfugio a que se recurre con el niño. El dramaturgo [Shakespeare] se sirve de esta misma relación simbólica cuando habla del más allá como de una tierra no descubierta, una comarca de la cual ningún viajero regresa. También en la vida cotidiana es totalmente habitual que hablemos del último viaje. Todo el que conozca los ritos antiguos sabe cuan en serio, por ejemplo en las creencias del antiguo Egipto, se tomaba la idea de un viaje al país de la muerte. […] Desde que los enterramientos se separaron de las viviendas, el último viaje del difunto se convirtió en realidad.

El simbolismo genital es menos atribuible todavía al sueño solo. Todos ustedes habrán sido alguna vez tan descorteses como para denominar a una mujer "caja vieja" {alte Schachtel}, quizás sin saber que se valían de un símbolo genital. El Nuevo Testamento dice: La mujer es una vasija frágil. Las Sagradas Escrituras de los judíos, en su estilo tan próximo al poético, rebosan de expresiones de simbolismo sexual que no siempre se han comprendido rectamente y cuya exégesis, por ejemplo en el Cantar de los Cantares, ha llevado a numerosos malentendidos. En la literatura hebraica posterior, la figuración de la mujer como casa, donde las puertas subrogan a la abertura genital, está muy difundida. Por ejemplo, si halla que su mujer no es virgen, el hombre se queja de que ha encontrado la puerta abierta. También el símbolo mesa para mujer es conocido en esta literatura. La mujer dice de su marido: "Yo le tendí la mesa, pero él la revolvió". Niños tullidos nacerían cuando el hombre revuelve la mesa. Tomo estos documentos de un ensayo de L. Levy de Brno [1914] (Freud, 1916)

Un refrán popular dice "A la mesa y a la cama, sólo una vez se llama". "Revolver la mesa" parece tener que ver con el ser infiel o promiscuo y de las enfermedades venéreas devienen muchas taras y defectos, malformaciones. Más adelante comenta Freud:

El horno indica la mujer y su vientre nos lo corrobora la saga griega de Periandro de Corinto y su mujer Melisa. Según relata Herodoto, el tirano idolatraba a su esposa, pero la había matado por celos; cuando conjuró a su sombra para que le diese algún indicio de ella, la muerta se identificó diciéndole que él, Periandro, había introducido su pan en un horno frío, dándole así a entender encubiertamente un hecho que de ninguna otra persona podía ser conocido. (Freud, 1916)

Periandro tuvo sexualidad con Melisa en un acto necrofílico, después que la mató. Idolatrándola y celándola al grado de matarla, Periandro era un psicótico. Pero lo interesante de esto es observar que en el lenguaje popular contemporáneo contamos con formas análogas de expresión. Principalmente las mujeres cuando algo les preocupa acostumbran decir ante una broma o una proposición: "El horno no está para bollos". Literalmente, esto significa, "las cosas no están como para que vengas a querer meter tu bolillo al horno" (en occidente de México se le dice "virote" al pan de sal) Es decir, tener sexualidad. Más adelante comenta Freud:

En… Anthropophyteia… dirigida por F. S. Krauss leemos que en cierta comarca de Alemania se dice, de una mujer que ha parido: "El horno se le partió". La preparación del fuego y todo lo relativo a éste están penetrados hasta el tuétano por un simbolismo sexual. Siempre la llama es un genital masculino, y el lugar donde se enciende el fuego, el fogón, un vientre femenino. (Freud, 1916)

Igualmente, y en tanto que en los hornos cocinamos, cuando se quiere aludir al hecho de que dos ya se han entendido, el pueblo acostumbra decir "Ese arroz ya se coció". Y es curioso, porque pareciera que, por un lado, hay simbolismos en los cuales se privilegia la imagen que transmite la forma como se figurabilizó el mensaje que contienen y otros que tienen que ver más bien con las funciones o las características de los roles entre los involucrados. Por ejemplo, en el refrán: "La mujer es fuego, el hombre estopa, llega el diablo y sopla", se observa a la mujer como el fuego, representando el deseo y la pasión, en contraste a como observa Freud (1900) a la "llama" simbolizando al genital masculino. En el refrán el hombre es simbolizado por "estopa", material fácilmente consumible por el fuego. Sin embargo, existe una variante del mismo refrán que invierte los personajes: "El hombre es fuego, la mujer estopa, llega el diablo y sopla".

Ahora bien, con Freud, el diablo simboliza al padre "malo", amenazante, peligroso cuando se ve agredido o cuando se propone algo; cuando se transgreden sus prohibiciones o se evade su autoridad. En el refrán deducimos que el diablo simboliza la oportunidad o al instinto sexual irrefrenable que anula el razonamiento. Por lo demás, Freud llama la atención respecto al significado de algunas palabras: Zimmer que significa habitación, en el sueño se puede representar como Fraen-zimmer y se interpreta como mujer; explica Freud, "que la persona humana esté subrogada por el espacio destinado a ella". Por "Sublime puerta", Freud dice, "entendemos al Sultán y a su gobierno". Faraón "significa gran recinto", de alguna manera, lugar dónde, o, límites dentro de los cuales, se "conciben" las estrategias para gobernar, aunque, en ocasiones por la lentitud de los cambios, pudiera parecer que no se planea. Lo que pasa es que, dice otro refrán: "Las cosas de Palacio son despacio". Ciudad, ciudadela, castillo, fortaleza, son "otros tantos símbolos para la mujer". Y que no dejan de transmitir que son "posesión" de alguien: el rey, el presidente, o alguien con poder y privilegios.

El arado, desde los simbolismos del sueño, simboliza el genital masculino, con él se trabaja la tierra y se siembra la semilla. Hay un dicho que dice: "Ariles y más ariles, / ariles del carrizal; / me picaron las avispas, / pero me comí el panal". Por asociación, este refrán me trae al recuerdo un prospecto fallido de paciente de cuando empezaba en el difícil trabajo de la psicoterapia, y que fui, finalmente, "chamaqueado". Tratábase de un hombre de "poder", era un funcionario de gobierno de cierta jerarquía, venía a consulta porque estaba angustiado y se sentía muy culpable pues su esposa, mujer divorciada de un matrimonio previo, lo había descubierto en relación sexual con su hija, una adolescente de 16 años, "hijastra" del consultante. La mujer se impactó de tal manera, que lo primero que se le ocurrió fue irse a casa de su madre y enterar a ésta de lo ocurrido. Evidentemente que la suegra también se indignó, pero le aconsejó a su hija que le exigiera asistir a un terapeuta antes de tomar una decisión de separarse de él. En ese momento me pareció que la suegra pensó más en el escándalo y las comodidades a que habría que renunciar, que en su hija y en su nieta.

Se veía este hombre tan angustiado y deprimido, que parecía que era capaz de dañarse a sí mismo. Un desafortunado sentimiento de solidaridad con él me llevó a decirle, que finalmente no era su hija. Se tranquilizó visiblemente y no regresó. En efecto, el habría estado "trabajando" la "tierra": "ariles y más ariles", hasta que consiguió su objetivo "… me comí el panal" y el costo fue que "me picaron las avispas": tanto su esposa como su suegra, pero también sus propios remordimientos, aunque endebles, a juzgar por el desenlace (las "erinias" de la "Orestiada" o las moscas de Sartre); por lo demás, parece ser que, como buen político, este transgresor era un perfecto mentiroso y hábil manipulador. Hoy me parece que, en realidad, "actuaba" cuando se veía tan angustiado y mortificado por lo que había hecho. Y yo, pues demasiado inexperto.

La fidelidad es una restricción, primero, impuesta por la expectativa de posesión absoluta de la mujer por parte del hombre, y poco a poco fue siendo absorbida por esa parte de la cultura que se refiere a la moral. Pero de alguna manera se contrapone a la parte biológica, animal, del ser humano. Conforme se fueron emparejando los papeles y la mujer se fue liberando del yugo machista, empezó por exigir, y no solamente "esperar", correspondencia en materia de fidelidad, y luego, igualdad en la misma medida y expectativas del control masculino. La fidelidad, como la moral en general, son estructuras que tienen como objetivo, primero una forma de control y luego se constituyen, como muchas otras, en factores centrales del desarrollo al servicio de la civilización. Implican, renuncias impulsivo-instintivas y ofrecen a cambio sensación de orgullo, satisfacción de autodominio y en materia de autoestima: prestigio social -al avanzar en el terreno de lo intelectual hacia la ética– y, en el más alto nivel, significan desarrollo y crecimiento espiritual. Constituyen, entonces, un objetivo de funciones de la mejor lograda sublimación y, a su vez, funciones de un Superyó para la civilización.

Freud dice que el simbolismo "… es, junto a la censura onírica, un segundo factor de la desfiguración [disfraz] del sueño, y un factor autónomo. Pero es fácil suponer que a la censura onírica le resulta cómodo servirse del simbolismo… [Pues] le procura el mismo objetivo: la ajenidad y el carácter incomprensible del sueño". (Freud, 1916)

Con esto podríamos darnos por autorizados para interpretar desde perspectivas similares a las del sueño, los refranes: poseen contenidos latentes y manifiestos, motivados desde lo inconsciente y energizados instintivamente ya por lo sexual, ya por lo agresivo; auxiliándonos de la idea de la existencia de los mecanismos de la censura, símbolos universales y mecanismos defensivos: desplazamientos, condensaciones, desdoblamientos, proyecciones, etc.

A Freud le llamó la atención, comenta Strachey en la introducción de la traducción al ingles del "Chiste y su relación con lo inconsciente" (en las Obras Completas S. E.), la frecuencia con la cual, estructuras similares a las de los chistes aparecían figuradas en los sueños, (Strachey, 1960), o en las asociaciones que se hacen a los mismos. En el contenido de los refranes encontramos también algo o mucho de cómico, (quizás poco menos que en los "albures", como puede observarse en los anteriores refranes. Ya sea por su contenido o por el ingenio para captar un momento en el que alguien lo puede aplicar a otro. Quizá sea esto último, lo que más generalmente llega a resultar cómico, lo oportuno de la aplicación de un refrán, cuando, por algo específico, alguien se presta, por proyectivo o incongruente, para que le sea aplicado.

En psicoterapia de grupo, con relativa frecuencia ocurre que, algún paciente llega a confrontar a otro utilizando un refrán o un chiste. Eventualmente las oportunidades se presentan, y a los terapeutas nos resulta conveniente empezar el análisis de las resistencias, a manera de "confrontación", con un chiste o con un refrán.

Por ejemplo, en una ocasión en un grupo institucional, "A", un paciente bastante "Pagado de sí mismo", defensivo y controlador; muy manipulador, le costaba mucho hablar de sus problemas y, estando aislados de todas maneras se nos "desaparecía" cuando se hacía evidente que le iba a tocar hablar. Con un muy buen nivel cultural e intelectual, no obstante haber sido un "niño perverso" tanto en lo sexual, como en lo emocional. Lo caracterizaban sus "actuaciones" perversas. Verbalmente podía ser muy agresivo y asumía actitudes impositivas, mismas que, como es natural, desplegaba con habilidad frente a sus pares en la terapia grupal para "no dejarse tocar". Así se defendía y lo hacía como si le fuera de por medio la vida misma. Como por sistema "rebotaba" todo tipo de observaciones y cualquier cuestionamiento relacionado con sus problemas. Sobre todo respecto de la forma perversa de sus prácticas sexuales. En una ocasión se manifestó molesto, y, en un momento dado, muy enojado con otro paciente: "B", que a su vez había tenido muchas dificultades por la condición de las mujeres con las cuales se relacionaba. "B", invariablemente se veía en medio de situaciones peligrosas, pues era casi una regla en él relacionarse con mujeres casadas, algunas de las cuales, inclusive, eran esposas de sus jefes o superiores. En el grupo empezaron por decirle que parecía que andaba buscando que lo "cacharan" y hasta, probablemente, que lo mataran, pues había en su haber de conquistas, la esposa de un veterano de guerra de Vietnam cuando estuvo por motivos de trabajo durante varios años en el vecino país del norte; otra que era esposa de un presidente municipal de una población del centro de nuestro país y otra más que era esposa de un agente judicial. Su "atractivo", porque era un hombre más bien bastante feo, era que tocaba la guitarra, y muy bien por cierto, también cantaba con habilidad y armonía. "B" asumía una actitud "sui generis" cuando comentaba sus problemas (caracterológicamente las matizaba como "hazañas"), de manera que provocaba molestia en sus compañeros, por narcisista. Inducía confusión, algo contradictorio, él mismo era contradictorio en su discurso con respecto a su actitud. Quería parecer humilde pero con sus gestos e inflexiones, más bien parecía que presumía. Su actitud era prepotente. Proyectaba con gestos y expresiones, cierta gratificación narcisista. Y cuando el grupo intentaba "tocarlo", también asumía una actitud refractaria, agresiva y defensiva. Decía que no entendía qué se le quería decir, que se sentía enjuiciado y moralizado. Un día cansados de tratar de hacerle ver que no se lo estaba moralizando, sino tratando de transmitirle que, en ocasiones, exponía su vida con esas sus conductas bastante irracionales y riesgosas, "A", el otro paciente de repente muy molesto, le dijo: "Te defiendes como si te estuviéramos agrediendo, cuando en realidad lo que queremos es hacerte ver que, con tus ondas, " y, en general, que necesitaba poner algo de su parte para que le sirviera y sacara provecho de la terapia. No terminaba bien de decirle esto, cuando otro le dijo a él: "Si tú, El burro hablando de orejas". Todo el grupo nos reímos, incluyendo a los dos que se confrontaban. Más adelante, les comenté que me había parecido que ambos refranes habían sido aplicados con mucha oportunidad y pertinencia, porque, en efecto, cuando nos exponemos y arriesgamos de más, pareciera que andamos buscando quién nos ayude a purgar nuestras culpas. Y, por el otro lado, cuesta mucho menos trabajo ver y captar los problemas de los demás que los propios. Y agregué que me recordaban de hecho otro refrán que está mencionado en la Biblia: "Es más fácil ver la paja en el ojo ajeno, que la viga en el propio". Y es que caer en la cuenta de lo inconsciente impulsivo, irracional y peligroso que pueden llegar a ser nuestros actos, asociados a los conflictos que nos aquejan, resulta siempre doloroso, pues implica asumir la responsabilidad correspondiente en la justa medida.

Un cierto ingrediente impersonal de los chistes que también se encuentra en los refranes, incluso en los albures aunque no tanto, permite que podamos utilizarlos como alternativa en la interpretación y el análisis de resistencias. De tal manera que, con relativa tranquilidad, podemos quedar a salvaguarda de provocar una resistencia mayor o de la indeseable "Reacción terapéutica negativa", porque tanto los refranes como los chistes, estimulan para la descarga instintiva y emocional y eso, por lo regular, resulta gratificante. Los refranes, por lo que tienen de humorístico, también liberan energía invertida en represión y defensas.

Sabemos que cuando lo que se necesita interpretar forma parte de la estructura caracterológica, resulta más difícil que el paciente lo asuma, porque primero debe trabajarse su reconocimiento, a fin de que se haga egodistónico lo que, como caracterológico, es producto de la egosintonización e inductor de expectativas y actitudes de tipo aloplástico. Es aquí precisamente, cuando los refranes y las bondades del sentido del humor (los chistes), nos resultan de utilidad.

Evidentemente, los refranes no comparten idéntica estructura con los chistes: no se observa sentido en el sin sentido, –al menos no en todos, ni de manera tan clara- no los caracteriza el hecho de usar neologismos, usan, si, palabras condensadas pero sólo en parte o metafóricamente como en "Te aclimatas o te aclimueres"; pueden, en efecto, observarse contrastes entre representaciones; aparean desemejantes sólo traspolando aspectos sentido-referente o invirtiendo referente-sentido y provocan, también, una reacción de "desconcierto" seguida por otra de "iluminación". Lo que produce que resulten placenteros, como ocurre con el chiste, es que su significado profundo, disfraza algo o mucho de amargura la cual, sin embargo, se traduce en un contenido del que podemos reírnos porque induce una descarga que libera energía psíquica de investidura de representaciones reprimidas, displacenteras. Experiencias frustrantes, enojosas, inductoras de tristeza. Por otro lado, las proyecciones, principalmente las de aquél que se convierte en blanco posible de poder aplicarle un refrán, digamos del que "Se pone de pancita", pues coopera con lo suyo para que resulte chistoso. La proyección, a veces ingenua -por lo demás, presente tanto en el hablante como en el interlocutor- permite que se puedan resaltar "formaciones sustitutivas", (Freud, 1905), a partir de la incongruencia de las conductas de una persona, con respecto de su discurso y/ o sus actos. Lo mismo ocurre con los síntomas y los sueños.

Además, los refranes que poseen la particularidad de resultar chistosos ingeniosa y oportunamente aplicados, estimulan el aspecto saludable de poder desarrollar "sentido del humor", (Allport, 1968), de ese tipo que nos permite reírnos de nosotros mismos, sin que la autoestima decaiga. De hecho, Freud considera al humor como una función del Superyó cuya intención es proteger al Yo del sufrimiento que le provocan las prohibiciones de la realidad, la cultura y sus instituciones. (Freud, 1927)

Aplicado con fines técnicos, como ya veíamos, preliminares a, o preparatorios para, incluso, a veces hasta como, interpretaciones en toda la extensión de la palabra, el refrán comparte con el chiste, de la misma manera que Freud observó de éste, que "… la resistencia interna es vencida… y cancelada la inhibición", (Freud, 1905, Pp. 114 y SS.), esto último, por lo menos parcialmente, y, a diferencia de muchos chistes, estimulan la reflexión. El riesgo es que sin la prudente sensibilidad que presuponemos debe estar presente en un tratamiento en marcha en el cual es lógico que exista un vínculo terapéutico, el paciente podría reaccionar con molestia. Como si se lo estuviera criticando o juzgando. En el ejemplo de arriba, más bien funcionó al contrario. El paciente "B" se estaba sintiendo criticado y cuando "A" trata de hacerle ver su "resistencia", surgen los refranes y se estimula el iluminador sentido del humor que permitió la reflexión. En intervenciones grupales, en efecto, el riesgo disminuye dada la naturaleza del tipo de vínculos que caracteriza lo grupal, y el que las transferencias sean lateralizadas (O´Donnell, 1984) o múltiples (Kadis, Krasner, Winick y Foulkes, 1963-1969) Eso permite que entre pares, los pacientes puedan decirse las cosas de manera más directa y llana, pudiendo no solamente tolerarse unos y otros, sino sensibilizándose y enriqueciéndose ínter-personalmente.

Desde su perspectiva técnica, veamos algo directamente de Freud sobre el chiste:

Los procesos de condensación con formación sustitutiva y sin ella, de desplazamiento, de figuración por un contrasentido y por lo contrario, de figuración indirecta, etc., que según hallamos cooperaban en la producción del chiste, muestran muy amplias coincidencias con los procesos del "trabajo del sueño"; allí nos reservamos, por un lado, estudiar con mayor cuidado esas semejanzas y, por otro lado, explorar lo común entre chiste y sueño que así parece insinuarse. Nos facilitaría mucho el desarrollo de esa comparación que pudiéramos dar por sabido uno de los términos de ella –el "trabajo del sueño"-. Pero quizá mejor no hagamos ese supuesto; he recibido la impresión de que mi obra La interpretación de los sueños, publicada en 1900, produjo entre mis colegas más "desconcierto" que "iluminación", y sé que vastos círculos de lectores se han contentado con reducir el contenido del libro a una consigna "cumplimiento de deseos" que se retiene con facilidad y se presta a cómodos abusos. (Freud, 1905)

Válido todo lo anterior también para los refranes, igual provocan desconcierto pero siempre también "iluminación". Tal vez no se los ha estudiado sistemáticamente por su carácter "lapidario": los caracteriza un denunciar, cuestionar, confrontar y sentenciar, fundamentalmente intereses y valores institucionales distorsionados e ideologizados. Privilegian, por tanto, el drenaje y descarga de energía preferentemente agresiva y hasta en la práctica psicoanalítica se evade, con frecuencia, el trabajo de la pulsión agresiva. De hecho esa es una de las razones fundamentales para criticar el modelo kleiniano, pues este modelo se aboca al análisis del odio y el impulso agresivo. Pero, por lo mismo, tendrían derecho a ello, justamente porque en estos momentos que estamos viviendo, nos encontramos inmersos en una evidente crisis de valores y de anacronismos institucionales.

Strachey, observa que "… en las Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17) [Freud] sostiene ", se refiere al trabajo del Chiste y su relación con lo inconsciente, el cual, en momentos, le habrá provocado una sensación como de falta de seriedad científica. En las mismas Conferencias Freud observa que "El conocimiento de la significación de los símbolos, ignorada por el propio soñador, viene de diversas fuentes, de los cuentos y de los mitos, farsas y dichos populares [cursiva agregada], del folklore, es decir del estudio de las costumbres, usos, proverbios [cursiva agregada] y canciones populares, del lenguaje poético y del lenguaje común. […] en muchas ocasiones lo comprendemos sin la mayor dificultad".

Agrega Strachey que "… en la Presentación autobiográfica (1925d) afirma en tono levemente peyorativo que fue una [otra vez, como "acusando recibo" de las críticas que habrá provocado el trabajo del chiste] respecto de su obra sobre los sueños". [Y continúa] "Pero luego de un intervalo de más de veinte años, retomó [Freud] imprevistamente el hilo del asunto en su breve trabajo sobre (1927d), donde aplicó, para arrojar nueva luz sobre un oscuro problema, la concepción estructural de la psique, que había propuesto poco tiempo atrás". Se refiere al trabajo del "El Yo y el ello" de 1923, en el cual, el estudio del Superyó y el Yo, desde sus funciones de integración y síntesis, otorga una connotación diferente al "sentido del humor". Aplicable también a los refranes como construcciones con un valor conveniente para la salvaguarda del equilibrio emocional, artesanal, si es que no se pueden reconocer como verdaderamente artísticos, en tanto que permiten el trámite y descarga de ciertos montantes de energía impulsivo-instintiva por vía de su simbolización.

Freud comenta, en la parte teórica de su trabajo sobre el chiste, que "…un parece ser el secreto del efecto placentero del chiste tendencioso…" (Freud, 1905), se refiere al desbloqueo de energía instintiva, en el caso del chiste "de color", de naturaleza sexual y parece ser también el mismo de los refranes, solo que en estos, tiende a predominar una elaboración del tipo de las postuladas por Klein, (1935), para la posición depresiva: intentos de "reparación". En la reflexión sobre el chiste "inocente", Freud observa:

En un grupo de estos chistes (los juegos de palabras), la técnica consistía en acomodar nuestra postura psíquica al sonido y no al sentido de la palabra, en poner la representación-palabra {Wortvorstellung} (acústica) misma en lugar de su significado dado por relaciones con las representaciones-cosa-del-mundo [un ejemplo de este movimiento lo encontramos en aquel chiste-albur que dice que "No es lo mismo decir la cómoda de tu hermana, que acomódame a tu hermana"]: {Dingvorstellung}. Efectivamente, estamos autorizados a suponer que ello implica un gran alivio de trabajo psíquico y que al usar las palabras en serio un cierto esfuerzo nos obliga a prescindir de ese cómodo procedimiento: podemos observar que algunos estados patológicos de la actividad de pensar, en que la posibilidad de concentrar gasto psíquico en un punto probablemente se encuentre limitada, de hecho privilegian de esa manera la representación acústica de la palabra sobre el significado de ésta, y que esos enfermos en sus dichos avanzan siguiendo las asociaciones "externas" -según la fórmula en uso- , en lugar de las "internas", de la representación-palabra. (Freud, 1905)

Sin embargo, el refrán encuentra un punto intermedio. Pero, esto que observa Freud parece ir en la línea de dos fenómenos que reflejan la alteración en el proceso del pensamiento: primero el de los estados paranoides cuyo proceso del pensamiento es bizarro por sus fundamentos. Más adelante podremos ver como, a través de la identificación proyectiva, la persona en posición paranoide "piensa" usando ese tipo de defensa primitiva como recurso, a manera de una representación del tipo "modelos múltiples", en el sentido que le otorga Perner, (1988), a ese concepto (corrobórese con representaciones de "modelo único" y "modelos múltiples" en su trabajo: "Comprender la mente representacional"), como una forma de representación de complejidad superior a las que se forman a partir de los "registros neuronales" (Freud, 1895) como condicionamientos ("representaciones de modelo único"), en el origen de las estructuras mentales y que aún están lejos de la forma de "representaciones erróneas" (en investigación usamos este tipo de representaciones, por ejemplo, bajo el rubro de "hipótesis nula") que, en el origen, alguien, por ejemplo, deficiente visual puede desarrollar; lejanas también de aquellas que permiten discriminar los sentidos de los referentes como ocurre en la infancia. De tal manera que orillan al paranoide a una forma de "pensar-adivinar", –"Piensa mal y acertarás"-, lo que el otro piensa y las diferencias implícitas en ese "adivinar", dada la naturaleza de la "ansiedad persecutoria" que lo caracteriza, no tienen mayor importancia para él, con relación al pensar, digamos, sano; de ahí el alejamiento con respecto a la realidad que se observa en estos pacientes. La otra forma de alteración del pensamiento, es la que se observa en la esquizofrenia, en la cual, por ejemplo, terminaciones iguales o similares en el sonido de las palabras, ya sea en sus propios intentos de discurso o en forma de ecolalia respecto del discurso del otro, se ponen al servicio de su propia dificultad para comunicarse. El esquizofrénico parece afanarse tratando de conservar una misma o muy parecida acústica u homofonía, pero sin importar la lógica, el contenido ni la continuidad en las ideas. Esta forma de discurso lo hace parecer como una caricatura, por demás dramática, de la rima poética. Lo que viene a colación con lo que nos ocupa, es que la gente, captó la forma anterior de pensamiento, la del paranoide, cuando lo plasmó en el refrán: "Piensa mal y acertarás". Y, me parece, que otorga, asimismo, validez a la "Teoría de las posiciones" (Klein, 1925-1935), en tanto que no habrá sido un paranoico propiamente tal, el que hubiera podido tomar consciencia de la forma del pensamiento en cuestión, como para poder "diseñar" el refrán. Es decir, deberá haber sido alguien que habiendo podido reflexionar sobre sus propias experiencias de ansiedad persecutoria y pensamiento en "posición paranoide", la habrá notado de manera exagerada en un paranoico.

Con respecto a la posibilidad de observar contradicciones entre las expectativas de la cultura y la fuerza de las pulsiones, que pueden inducir estados alterados con posibilidad de enfermar, en "La moral sexual y la nerviosidad moderna", Freud (1908) revisa las definiciones de "la moral sexual" como "aquella bajo cuyo imperio un linaje humano puede conservarse duraderamente en estado de salud y aptitud vital"; y como "moral sexual cultural" la moral cuya observancia "acicatea a los seres humanos para un trabajo cultural intenso y productivo" y de esta, decía que:

Cada individuo ha cedido un fragmento de su patrimonio, de la plenitud de sus poderes, de las inclinaciones agresivas y vindicativas de su personalidad; de estos aportes ha nacido el patrimonio cultural común de bienes materiales e ideales. Además del apremio de la vida… los sentimientos familiares derivados del erotismo… movieron al individuo a esa renuncia. Y esta última fue progresiva en el curso del desarrollo cultural; la religión [católica] sancionó cada uno de sus progresos; cada fragmento de satisfacción pulsional a que se renunciaba era sacrificado a la divinidad, y el patrimonio común así adquirido se declaró "sagrado". Quien a consecuencia de su indoblegable constitución, no pueda acompañar esa sofocación de lo pulsional enfrentará a la sociedad como "criminal", como "outlaw" {"fuera de la ley"}, toda vez que su posición social y sus sobresalientes aptitudes no le permitan imponérsele en calidad de grande hombre, de "héroe" (Freud, 1908)

Partes: 1, 2, 3, 4

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