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Comentario al evangelio de nuestro señor Jesucristo (página 9)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10

El Evangelista Marcos reseña: "Y trajeron a
Jesús al Sumo Sacerdote; y se juntaron a él todos
los príncipes de los sacerdotes y de los ancianos y los
escribas". Es en la casa de Caifás donde se reunieron los
miembros del Sanedrín esa noche, pero sin que se haya
convocado a José de Arimatea,[5] y en el
caso de que se le convocara, no se presentó, y si se
presentó, Lucas dice en su narración de los hechos
del Salvador: " Y he aquí un varón llamado
José, el cual era senador, varón bueno y justo, (el
cual no había consentido en el consejo ni en los hechos de
ellos), de Arimatea, ciudad de la Judea, el cual también
esperaba el reino de Dios." Se puede conjeturar que Nicodemo no
estuvo presente. De ambos miembros del Sanedrín haber
estado en esa sección ilegal, sus votos hubieran sido
contrario al resto de senadores.

Lo que se dijo del juicio preliminar y oficioso en el
palacio de Anás, se puede decir de este juicio ante el
Sanedrín, es ilegal, esta viciado. Y esto es así,
porque este tribunal colegiado, encargado de fallar los asuntos
religiosos en Israel, esta operando de manera irregular. El
Talmud expresa muy claramente: "El proceso no podrá ser
iniciado durante la noche, ni en Sábado, ni en día
festivo", y esta reunión nocturna se ha hecho con la
finalidad de fallar apresuradamente en esta sección, para
al día siguiente ratificar el fallo, y de esa manera hacer
una condena del acusado cuanto antes posible.

Por lo que dicen los Evangelios, el Jurado estaba
dispuesto a fabricar las pruebas con las que quería
condenar a Jesús. Marcos expresa: "Y los príncipes
de los sacerdotes y todo el Concilio buscaba testimonio contra
Jesús, para entregarle a la muerte. Mateo es mas
enérgico, mas directo, mas explicito cuando dice:
"…y todo el Consejo buscaba falso testimonio contra
Jesús…"

Es necesario fabricar las pruebas para que un inocente
sea condenado. Ante este Tribunal Jesús es inocente de
todo crimen que se quiera poner en su expediente acusatorio; por
lo cual era necesario buscar testigos que declarara en su contra.
Es por eso se expresa el animadversión que sentía
el Tribual, a tal punto de estar dispuesto a admitir cualquier
testimonio en contra del Maestro.

Los testigos de cargos eran necesario para los miembros
del alto Tribunal Colegiado, ya que de lo contrario, no
podrían recurrir al Gobernador Pilato no iba aceptar los
alegatos de criminalidad. En cualquier caso de acusación
contra una persona que implicara la muerte, los testigos
tenían que ser idóneos. La sustentación de
las pruebas eras un requisito Sine qua non.

R. B .Brown dice con mucho acierto: "El tribunal
Superior tenia la responsabilidad de reunir la evidencia, no de
manufacturarla". Y eso era lo que estaba haciendo, buscando
testigos que declararan en contra del acusado; también
estaba poniendo presión para que el acusado se inculpara.
No importa de donde viniera la prueba, en el tribunal era
bienvenida. Es por eso que estaban haciendo todo lo que estuviera
a su alcance. Es por eso que aparecen muchos que declaran contra
Jesús; pero entre todos, no pudieron aparecer dos testigos
que concordaran en sus testimonios. No había concordancia
entre muchos, y la Ley solo exigía que dos estuvieran de
acuerdo para que contara como verdad lo que ellos querían
que así parecieran; pero esos dos testigos no
aparecieron.

Por lo que dice Mateo, fue después de mucho
buscar, sobornar y por que no, amenazar: "Mas a la postre
vinieron dos testigos falsos". ¡Por fin! Encontraron lo que
estaban buscando. Podían tener pruebas contra
Jesús.

Si eso era lo que estaban buscando, lo que necesitaba,
lo querían, ya lo tenían. Dos testigos estaban de
acuerdo en sus testimonios. Con esta acusación
podían ellos fallar a su manera, y luego pedir a Pilato
que ratificara la sentencia. Ya tenían dos testigos que
estaban dispuesto a declarar que ellos habían oído
decir a Jesús: "Yo derribaré este Templo que es
hecho de mano, y en tres días edificaré otro hecho
sin mano".

Aunque es verdad que esas eran las palabras que
Jesús había dicho en su primera visita a la ciudad
de Jerusalem, según se encuentra en el Evangelio de Juan,
después de haber purificado el lugar santo. Como las
acusaciones eran infundadas, y buscaban un asidero
jurídico, ya se tenía a manos un dicho de su boca
que podía enlazarlo. Sus palabras podían ser
tenidas e interpretadas como un atentado al centro de su
religiosidad…pero todo no era tan fácil, ya que el
mismo Marcos dice: "Mas ni aun así se concertaba el
testimonio de ellos". No se podían poner de acuerdo, no
había corroboración entre el testimonio de uno y
del otro. ¡Qué frustración!

Si era cierto lo que los testigos decían, o si se
regaba la especie de que alguien había amenazado con
destruir el lugar mas santo de la tierra, el templo de Jerusalem,
hubiera recibido la muerte a manos de cualquier judío. Y
era legítima esa muerte, ya que el Templo era la
razón de ser de cada individuo y de la nación
entera. Ese Templo, que había sido construido por Herodes
el Grande, era el orgullo de una nación, y para mantenerlo
en funcionamiento, cada judío hubiese estado gustoso en
dar su sangre para que el altar del sacrificio no apagara sus
llamas, que ardían continuamente; y para que su figura
majestuosa permaneciera por las edades sempiterna en el Monte
Moriah.

Pero Jesús respetaba el Templo, nunca lo
había profanado. Luchó contra los que
querían variar el significado del culto, el cual tenia en
su centro la prefiguración de lo que Él
había venido a enseñar, y que era una sombra de lo
que Él mismo era la realidad. Como Caifás
comprendió que no podía hacer esa acusación
en contra de Jesús, no porque no entendiera que
Jesús se refiriera al templo de su cuerpo, sino porque su
petición seria denegada por el Gobernador, al considerarla
improcedente y mal fundada, buscó la manera de que
Jesús corroborara lo que los testigos decían. Esa
es la razón por la cual formula esta pregunta: "¿No
responde algo? ¿Qué atestiguan estos contra
ti?

Toda lucha era en vano. Si ellos querían
acusarlo, que lo acusaran, pero ya Él no estaba en
disposición de seguirle el juego. De sus labios no iba a
salir una sola palabra. Es en este momento que el blasfemo
Renán dice que en virtud de que la sentencia ya estaba
preparada, Jesús no tenía nada que decir. El
Maestro sabia que con el interrogatorio lo que se estaba buscado
era un pretexto, ya que toda defensa era inútil. Ellos que
argumente en su contra, que fabriquen pruebas, que levanten
calumnias. El iba a mantenerse callado. Su silencio, era un
silencio mortificante, era carcoma a los huesos y congrega en la
carne de sus acusadores.

El que no tiene la razón está propenso a
irritarse, a perder la paciencia, a gritar, a desesperar. Mateo
dice que Caifás se puso en pie y utilizó su
último recurso. Puso a Jesús bajo juramento: "Te
conjuro por el Dios Viviente, a que nos diga si tú eres el
Cristo, el Hijo de Dios Bendito". Esto le daba otro jiro al
caso.

Jesús, que estaba resuelto a no hablar nada ante
el Sanedrín, al ser puesto bajo juramento en el Nombre
Inefable del Eterno y Bendito, se decide a dar testimonio a favor
de la verdad. Va hablar de lo que Él sabe. Antes de quedar
como trasgresor al callar, toma la decisión de hablar, de
decir la verdad. Mateo dice que Jesús respondió
diciendo: "Tu lo has dicho", para agregar a renglón
seguido- "y aun os digo, que desde ahora habéis de ver al
Hijo del hombre sentado a la diestra de la potencia de Dios, y
que viene en las nubes del cielo".

Todo lo que ellos, altos dirigentes del pueblo de Dios
querían saber, ya Él lo había dicho:
Él era el Hijo del Bendito, y como una prueba de esto,
ellos, los que le estaban juzgando, iban a tener la oportunidad
de verlo en su verdadera majestad. Si lo querían
oír, pues entonces óiganlo. Era el Hijo del hombre
el que estaba delante de ellos. Pero Él no tenia
apariencia para que lo reconocieran, ya que a los suyos vino, y
los suyos no le recibieron.

Al decir Jesús estas palabras, la cadena de
violaciones al procedimiento jurídico agregó otro
eslabón. La actitud de Caifás,[6] de
rasgar sus vestiduras cuando oyó las palabras de
Jesús es contraria a la Ley levítica. Si es verdad
que el luto, el dolor o una gran pena, llevaba al afligido a
seguir la costumbre de rasgar, romper sus vestidos, como en el
caso de Rubén, cuando no encontró a su hermano
José en el fondo de la cisterna; también
está corroborado en el episodio en que el paciente Job, el
día en que recibió las infaustas noticias de sus
múltiples calamidades, el cual rasgo su manto como un
símbolo del dolor que apenaba su contrito corazón.
Otro ejemplo lo podemos encontrar cuando Rabsaces, mensajero de
Senachérih, rey de Siria dio su mensaje ante los muros de
Jerusalem, en esa ocasión los hombres del gobierno de
Ezechias rompieron sus vestiduras, y fueron en señal de
luto a dar la nueva a su señor; pero una persona que
vistiera los hábitos del sacerdocio, no le estaba
permitido, bajo ninguna circunstancia realizar semejante
acto.

En Levitico 10: 6, el Eterno le prohíbe a
Aarón, Eleazar e Ithamar rasgar sus vestidos bajo pena de
muerte, aunque estaban afligidos por las muertes de Nadab y
Abiú, con estas solemnes palabras: " Entonces
Moisés dijo a Aarón, ya Eleazar, y a Ithamar, sus
hijos: No descubráis vuestras cabezas, ni rasguéis
vuestros vestidos, porque no muráis, ni levante la ira
sobre toda la congregación: empero vuestros hermanos, toda
la casa e Israel lamentarán el incendio que Jehová
ha hecho En el mismo libro de Levítico 21: 10, se
establece esa misma disposición, le está prohibido,
cuando expresamente se establece: " Y el sumo sacerdote entre sus
hermanos, sobre cuya cabeza fue derramado el aceite de la
unción, y que hinchió su mano para vestir las
vestimenta, no descubrirá su cabeza, ni romperá sus
vestidos".

Esta actitud de Caifás lo inhabilita para ejercer
sus funciones. El que es juez, no se puede tornar en acusador. El
que tiene que cumplir el Derecho en este caso, lo violenta. Los
intereses personales están por encima de la justicia. Esta
fase del juicio agrega un acto más de ilegalidad al
proceso. Es por eso que el juez y acusador falla sin necesidad de
revisar la sentencia.

La blasfemia estaba de hecho probada. Ellos todos
habían escuchado a Jesús proferir la blasfemia; y
la Ley era mas que clara, diáfana y meridiana: "El que
blasfemare el nombre de Jehová, ha de morir". Levitico 24:
16.

Jesús había blasfemado, por declararse
Hijo de Dios, se estaba declarando que era de la misma naturaleza
y sustancia que el Padre. Para que mas testigos:
"¿Qué os parece?", fue la pregunto hecha por el
Pontífice, a lo que el conciliábulo
respondió a coro: "Culpable es de muerte". Esta era su
sentencia, con lo cual manifestaban cuales eran sus más
anhelados deseos.

Salvador Jorge Blanco nos dice: "La confesión se
consideraba como la prueba por excelencia, y cabía
más que nunca el principio: "confesión de parte
relevo de prueba"(19). Pero eso no es cierto, era todo lo
contrario, las pruebas tenían que ser suministradas, no
valía la confesión del reo. En el Derecho
judío, no se relevaba la prueba por la confesión
del reo, porque se entendía que este podía estar
encubriendo a otros culpables, lo cual es muy
plausible.

Los Evangelios dicen que Jesús fue torturado,
puesto en ridículo y maltratado antes de que el Tribunal
competente hiciera justicia. Como bestias salvajes, las
autoridades aullarían pidiendo que se apedreara al
blasfemo. Con los puños crispados, los dientes rechinando
y los ojos inyectados en sangre, la suerte del reo pendía
de un hilo.

El delito de blasfemia, que era causa de muerte en la
Legislación Judía, no lo era en el Derecho Romano.
Es por eso que lo que en este Tribunal de Primera Instancia, como
hubiese dicho un abogado dominicano, es muy probable que no
prosperara ante un tribunal de alzada. Pero eso no era todo. Los
jueces que durante la madrugada juzgaron a Jesús, estaban
en espera del alba para ratificar su sentencia de muerte, ya que
sabían que hasta el momento todo el proceso estaba
viciado.

Como el proceso hasta ahora era ilegal, en esta caso por
nocturnidad, Jorge Blanco, citando a Jacques Isorni, en su libro
"Los Casos de Conciencia del Abogado", el capitulo titulado: El
deicidio y la conciencia, anota que en las primeras horas de la
mañana del día siguiente, el Sanedrín se
reunió para confirmar la decisión que en de la
noche había tomado contra Jesús. (20). Así
es que era necesario enmendar lo que se había iniciado
mal. Es por eso que encontramos a esos mismos jueces reunido de
nuevo, pero esta vez con una sentencia ya preparada.

1.3. EL PROCESO DE JESÚS ANTE EL
SANEDRÍN, EN LAS PRIMERAS HORAS DE LA MAÑANA.
MARCOS 15: 1. LUCAS 22: 66-71.

. Y cuando fue de día, se juntaron los
ancianos del pueblo, y los príncipes de los
sacerdotes, y los escribas, y le trajeron a su concilio. Y
los príncipes de los sacerdotes, y los ancianos, y
todo el consejo, buscaban falso testimonio contra
Jesús, para entregarle a la muerte; y no lo
hallaron, aun que muchos testigos falsos se llegaban;
más a la postre vieron dos testigos falsos, que
dijeron: este dijo: puede derribar el templo de Dios, y en
tres días reedificarlo. Y levantándose el
pontífice, le dijo: ¿no respondes nada?
¿Qué testifican estos contra ti? Más
Jesús callaba. Respondiendo el pontífice, le
dijo: te conjuro por Dios viviente, que nos digas si eres
tu el cristo, hijo de Dios. Jesús le dijo: tu lo has
dicho: y aun os digo, que desde ahora habéis de ver
al hijo del hombre sentado a la derecha de la potencia de
Dios, y que viene en las nubes del cielo. Entonces el
pontífice rasgo sus vestidos, diciendo: blasfemado
ha: ¿Qué mas necesitad tenemos de testigos?
He aquí, ahora habéis oído en
blasfemia. ¿Qué os parece? Y respondiendo
ellos, dijeron: culpado es de muerte. Entonces le
escupieron en el rostro, y le dieron de bofetadas; y otros
le herían con mojicones.

 

En estos versículos tenemos claramente expresa la
intención del Sanedrín: acallar su propia
conciencia, dándole apariencia de verdad a un proceso en
el cual ellos habían puesto todos los vicios del
procedimiento. Pero lo que inicia mal, no debe terminar bien, a
menos que la enmienda que se introduzca no sea de dimensiones
históricas.

Era el deseo de estos príncipes que amaneciera lo
antes posible, para simular que procesaban al Maestro Galileo,
cuando en realidad, lo que estaban haciendo era ratificando la
sentencia ilegal de la madrugada anterior. La sentencia estaba
preparada. Lo que el Tribunal, lo mas que podía hacer, era
darle una lectura, y simular un justo juicio con todo lo de la
Ley. Todo estaba listo para el fin del acusado, cuyo delito era
no haber cometido ningún delito, por lo cual se
recomendaba su muerte.

Como es la tercera vez que Jesús es presentado
ante este Tribunal, bueno seria que se insertaran unas notas, en
cuanto a sus funciones y constitución. Por lo que el
Doctor Salvador Jorge Blanco nos dice, el Sanedrín estaba
integrado por dos Presidentes, veintitrés Sacerdotes,
veintitrés Escribas, y veintitrés Ancianos. Todo
esto nos da un total de setenta y un jueces. Esa era la
constitución del Tribunal Supremo Judío en materia
religiosa en los días en que Jesús fue sometido a
juicio.

Sobre los derechos y prerrogativas de ese Alto Tribunal,
la fuente principal de este trabajo, es el libro de Paul Winter,
titulado El Proceso a Jesús On the Trial of Jesus)(1995).
Winter era un abogado judío, nacido en Moravia, y en su
obra se empeña en limpiar al pueblo judío de toda
responsabilidad. Sus esfuerzos son ingentes, desde la misma
Introducción, para descalificar a los evangelistas, y a
los Evangelios, negándole categoría
histórica y veracidad.

Esto es en resumen, lo que Winter dice que era el
Sanedrín, en los días de Juicio de Jesús, y
que es la época en que los romanos gobernaban en
Palestina, por lo cual los asuntos militares y las relaciones
exteriores se hallaban en manos del representante del poder
soberano. El mantenimiento del orden público era
responsabilidad en parte romana y en parte judía; la
mayoría de los otros asuntos de carácter puramente
interno seguían en manos de las autoridades locales
judías.

Esta distribución del poder no estaba
explícitamente formulada en una constitución
escrita o un acuerdo contractual entre las dos naciones, ni tenia
que estarlo, ya que Israel era una tierra bajo ocupación,
y la aplicación de este acuerdo general sufría
variaciones de detalle, según la política del
gobernador que hubiera en el momento. Progresivamente, al ir
aumentando el control romano del país, los procuradores
tendieron todos ellos a arrogarse más funciones, funciones
que las autoridades judías nativas consideraban incluidas
en su propia jurisdicción. Este proceso desembocó
por fin en un levantamiento contra los romanos en el año
66 dC. Pero, en términos generales, los romanos, maestros
en el arte del control indirecto, se contentaban con permitir que
las autoridades locales instituidas, encabezadas por el
Sanedrín Supremo, siguieran actuando sin interferencias en
cuestiones que no afectasen a los intereses romanos.

Hay testimonios del período comprendido entre los
años 6 y 66 d.C. de casos judiciales por delitos que
entrañaban la pena capital (tanto ante los tribunales
romanos como ante los judíos), pero carecemos de un cuadro
claro y sistemático de normas en vigor y, sobre todo, de
los criterios que determinaban la división de poderes
entre la autoridad judicial romana y la judía. Aunque
Winter no ve clara la división, él, ni el pueblo
sometido tenia que verla, quien tiene que ver sus asuntos
internos claro, es el Emperador romano, y para eso designaba a
sus representantes, que actuaban como Pretores. Israel no
podía poner condiciones, solo tenia que acatar las ordenes
o revelarse, que fue lo que terminó haciendo.

Los judíos gozaban de autonomía en
cuestiones legales, excepto en el caso de delitos
políticos. Los romanos, indiferentes a las preocupaciones
religiosas de las poblaciones sometidas o asociadas, evitaban
meticulosamente intervenir en el ámbito jurisdiccional que
abarcaba el derecho religioso judío. Roma procuró,
en realidad, que siguiese aplicándose el derecho ancestral
judío y que estuviese protegido por el representante
imperial.

El Sanedrín (institución con poderes
judiciales y de otro género) es de mayor antigüedad
que la prerrogativa real en el período del Segundo Templo.
El Sanedrín era más antiguo que la
monarquía; continuó existiendo con ella y
sobrevivió a los reyes o etnarcas.

De la época de Julio César poseemos datos,
continua diciendo Winter, que nos permiten realizar una
valoración positiva de la persistencia de la autoridad y
las actividades del Sanedrín. César apoyó
los derechos de la institución cuando confirmó a
Hircano II como etnarca y sumo sacerdote. Estipuló que el
etnarca debía ejercer los poderes y gozar de los
privilegios que fuesen compatibles con el sistema jurídico
del país.' Más tarde, cuando Marco Antonio y el
Senado romano confirieron a Herodes el título de rey, el
Sanedrín no sufrió, en principio, ningún
recorte de sus privilegios constitucionales, pese a que Herodes
le trató, de hecho, en más de una ocasión
con indiferencia o liquidó a aquellos de sus miembros que
se oponían a su gobierno. Herodes el Grande se
arrogó el derecho de adjudicación de los casos
legales de carácter político. No interfirió,
sin embargo, en la autoridad del Sanedrín en cuestiones de
derecho religioso. Y es verdad, pero en parte, porque no
dejó de influir para designación en el puesto de
Sumo Sacerdote a los hombres que convinieran a sus intereses.
Durante todo el período de soberanía herodiana, el
Sanedrín siguió ejerciendo ciertos poderes,
incluido el de jurisdicción, y se hallaba en
posición de enviar delegados a Roma y expresar deseos
contrarios a los del dignatario regio o a los del aspirante al
poder regio. Así, en el año 4 aC, cuando
murió Herodes el Grande, el Sanedrín envió
delegados a Roma para informar a los romanos de que los
dirigentes judíos preferían la autonomía
bajo soberanía romana a ser gobernados por un hijo de
Herodes: " «Estaban deseosos de alcanzar su libertad y de
someterse a un gobernador romano». Esto presupone que
esperaban que un representante del Imperio mostrara más
consideración por sus derechos tradicionales de lo que lo
había hecho Herodes.

Según informa Josefo, incluso durante la
última etapa del sitio de Jerusalén, en el
año 70 dC, Tito, sobrecogido por la barbarie de la guerra,
alegaba que él había propuesto la
restauración del autogobierno judío
(a?t???µ?a) si los rebeldes deponían las armas." Tal
declaración presupone que los judíos de Palestina
(antes de que estallase la revuelta) gozaban realmente del
derecho de autodeterminación en asuntos de carácter
interno. Debemos hacer un alto aquí para resumir los
resultados de nuestra investigación. El Sanedrín,
descontento por las violaciones de sus derechos bajo Alejandro
Janeo, no disfrutó de mejores condiciones bajo la
soberanía herodiana. La esperanza de que se restaurase la
autoridad del Sanedrín a todos los niveles como
única institución judicial en territorio
judío quedó frustrada. Herodes el Grande
menospreció en numerosos casos la competencia del
Sanedrín y se arrogó el derecho de juzgar a todas
las personas que consideraba sospechosas de deslealtad. Cuando
fue depuesto Arquelao, el gobernador romano pasó a ocupar
el lugar del etnarca. La situación judicial no
volvió a la situación pre-herodiana. Los cambios
introducidos no podían abolirse del todo. Se
consideró que los delitos políticos debían
ser competencia del prefecto, mientras que otras cuestiones
judiciales lo serían del Sanedrín. Las cuestiones
legales de carácter político que habían
correspondido antes a Herodes y su hijo pasaron ahora a ser
competencia del gobernador. Pero el Sanedrín seguía
ejerciendo autoridad interina como un tribunal en cuestiones de
carácter no político. A los romanos no les
interesaba la jurisdicción interna judía. Cuando
enviaron, muy a regañadientes, un gobernador a Judea, lo
hicieron sólo con el propósito de pacificar el
territorio y salvaguardar la ruta terrestre de Siria a Egipto.
Querían evitar a toda costa una situación en la que
facciones judías descontentas pudieran buscar apoyo de
potencias ajenas al Imperio, como había sucedido durante
la lucha entre Hircano II y Aristóbulo II, en que se
solicitó ayuda a los partos. Herodes el Grande
había asegurado el mantenimiento de las vías de
comunicación a los romanos durante su reinado en Judea. Es
necesario reconocer, que los poderes el Sanedrín no
estaban definidos punto por punto frente a los de las autoridades
locales, pero se esperaba que las autoridades romanas respetasen
las costumbres judías y que procurase no intervenir en
cuestiones de derecho religioso. «Bajo los procuradores,
los judíos tenían más posibilidades de
resolver sus asuntos propios a su modo que bajo la
soberanía de Herodes. El gobierno romano necesitaba un
órgano representativo y responsable que hiciera de
intermediario entre él y el pueblo, y halló tal
órgano en el Consejo, o Sanedrín… Los conflictos
entre los judíos competían a sus tribunales
propios, desde los jueces de los pueblos hasta el Tribunal
Supremo de Jerusalén». «Roma seguía la
política general de dejar que las cuestiones locales las
resolviesen tribunales nativos, de acuerdo con el derecho del
lugar. Las cuestiones religiosas dependerían sin duda del
Sanedrín. Los romanos. Concedían al tribunal
indígena un amplio margen, que incluía
jurisdicción civil y penal, así como la puramente
religiosa. Las limitaciones impuestas a la autoridad judía
en casos que afectaban a no judíos, sobre todo a
ciudadanos romanos, afectarían, sin duda, a delitos de
pena capital, y a los que podemos calificar de delitos contra el
Estado romano o el emperador. Josefo no nos habla, por tanto, de
una limitación de los antiguos poderes del
Sanedrín, ni dice en ninguna otra parte que Augusto o sus
sucesores redujesen de algún modo el derecho de esta
institución a juzgar a judíos por delitos de pena
capital y a la ejecución de sus sentencias. Existen
abundantes pruebas de que, incluso después de la muerte de
Jesús, el Consejo Supremo de la nación judía
ejerció funciones de tribunal judicial procesando a
judíos por delitos de pena capital y aplicando dicha pena.
Hasta aquí lo que se ha extractado de la obra de Paul
Winter, El Juicio a Jesús, en lo concerniente a los
poderes y atributos del Supremo Tribunal Judío que
juzgó a Jesús.

Con esta sesión de la mañana, en un
día de Fiesta, lo que el Sanedrín buscaba, era:
"…un esfuerzo para hacer que la acción pareciera
legal. Pero ninguna ratificación de un mal puede
convertirlo en un", dice A.T. Robertson. El trabajo que se
realiza a la luz del día, lo que en Derecho se llama
Primera Jurisdicción, o el primer paso a seguir en todo
proceso que busca el camino de la Ley, esta llegando a su final.
En vista de que todo estaba preparado en contra de Jesús,
dice el abogado judío Yitzhak David, citado por Jorge
Blanco: "Jesús no recibió un juicio justo. El fue
llevado ante el Sanedrín en medio de un oído ciego,
y bajo acusaciones inventadas y no podía recibir un trato
justo".

Esta tercera fase del Juicio de Jesús ante el
Sanedrín, y que debe ser entendida como la fase oficial de
este Supremo Tribunal Judío, es prácticamente
desconocida entre comentaristas y tratadistas bíblicos.
Cualquier lector, por muy apercibido que sea, cree o presume, los
tres pasos son un solo, o a lo sumo dos. Jorge Blanco, el mas
hábil y aguzado de todos los juristas domínanos en
asuntos de procedimiento civil, se llega a confundir, a extremo
de decir: "Solamente en el Evangelio de San Marcos se recoge este
singular dato formalista con que el Sanedrín
prendió tranquilizar su conciencia de tribunal y legalizar
su juicio nocturno". Luego procede a citar a Marcos 15: 1. Y, es
que generalmente se confunde este acto de la mañana con el
juicio nocturno, que ya Jorge Blanco había aclarado, pero
quien trata este juicio en si, es Lucas en su
Evangelio.

El Medico Amado, registra, que cuando fue de día,
a Jesús lo presentaron ante el Concilio de Sacerdotes, y
Ancianos, y le espectaron esta pregunta: "Eres tú el
Cristo?". Y al igual que en la noche anterior, al ser puesto bajo
la fuerza del juramento, Jesús se vuelve a declarar el
Cristo, el Hijo del Bendito Dios. Esto explica porque
Jesús reprocha a sus inquisidores en la forma en que lo
hace: "Si os lo dijere, no creeréis; y también si
os preguntareis, no me responderéis, ni me soltareis: mas
después de ahora el Hijo del hombre se asentará a
la diestra de la potencia de Dios."

Ellos no podían contender con Jesús. No
tenían como responderle, y lo que era mas, el no tenia mas
nada que hablar con ellos, porque entendía que su
sentencia ya estaba firmada y sellada. El Tribunal todo lo
tenía preparado con antelación. Todo estaba
previsto, para presentar un caso de materia religiosa, como una
insubordinación política ante el Tribunal de
Alzada.

Como Jesús se había declarado hijo de
Dios, lo cual era una blasfemia, manejaron el asunto de tal
forma, que el mismo caso se viera también como un caso de
sedición. La declaración de hijo de Dios, era vista
como un caso de profanación, una soberana blasfemia, ya
que Él, siendo hombre, se estaba igualando con el Sublime
y Altísimo, con el Eterno, cuyo Nombre es Inefable, y que
mora en la oscuridad. Con decir que es hijo de Dios, se ha de
entenderse como sedición, ya que ser hijo de Dios, es
declarase el Mesías, el Rey de Israel; y al hacerse Rey,
estaba denegando el poder del César, ya que en esos
momentos, quien era rey en Israel, era Tiberio
César.

Con la acusación de blasfemia, se cierra el
proceso religioso, y la tercera fase de esta primera etapa del
juicio ante el Sanedrín. Con ella se cierra la Primera
Jurisdicción, para abrir un proceso maratónico. Es
necesario avanzar, que si el primer tribunal montó una
farsa, en lo que continua veremos una verdadera
tragedia.

Según la obra de José Pallés, La
Pasión del Redentor, esta fue la sentencia que el
Sanedrín preparó, para ser presentada ante el
Gobernador romano:

"el sanedrín de Israel reunido legalmente a la
sombra del santuario, para entender la causa de Jesús de
Nazaret, acusado de blasfemo y hacerse hijo del altísimo,
después de haber invocado la asistencia del eterno
justiciero, fuera del cual es imposible obrar en justicia y
proceder rectamente, condena por 65 votos contra 6, a muerte
ignominiosa de cruz, a Jesús de Nazaret, a cuyo fin se
pondrá desde luego en poder del pretor de roma, que es
poncio pilato, para que después de haber revisado la
causa, según el derecho y las leyes del imperio, mande
aplicarle el castigo que el tribunal del pueblo escogido,
inspirado por Jehová, ha tenido a bien imponerle, en justo
castigo de sus blasfemias y de sus trastornadoras
imposturas".

William G. Johnsson (2005) nos dice que los juicios que
le siguieron a Jesús en materia religiosa fueron una
parodia. Los líderes religiosos no tenían ni la
más mínima intención de examinar en forma
imparcial las pruebas, sino de fabricar acusaciones, que dieran
como resultado la condenación. A las conclusiones que
ellos habían llegado, eran decisiones tomadas desde mucho
antes de iniciar el proceso, ellos querían a Jesús
muerto. Fue con el fin de mantener las apariencias, que el
Tribunal fue convocado por la mañana, son las conclusiones
de Johnsson.

Es justo y necesario que se exponga en este momento,
antes de pasar a otra parte del Juicio, las razones por la cual
el proceso religioso fue ilegal desde su mismo inicio:

Primero: En el Proceso contra Jesús, había
miembros que no podían tomar parte en el mismo, debido a
que habían sobornado a testigos falsos, o habían
fabricado falsos testimonios. También el Tribunal
tenía miembros que habían colaborado conjuntamente
con Judas, el traidor, para cuya traición le habían
pagado.

Segundo: No se cumplió el precepto que
exigía un mínimo de dos testigos, y que esos dos
testigos estuvieran de acuerdo en sus declaraciones. Los testigos
que se presentaron no concordaban en sus testimonios.

Tercero: El proceso se comenzó de noche, y en un
día que era Festivo, lo cual anulaba todo lo que de
él pudiera resultar.

Cuarto: uno de los jueces, por lo menos el presidente
Caifás, hizo la función de acusador, lo cual no
estaba conforme al procedimiento. También el acto de
rasgar sus vestiduras, le impedía ser un testigo
idóneo en el juicio, ya que eso lo
inhabilitaba.

Quinto: Jesús fue arrestado en forma arbitraria,
ya que la Ley exigía que fuera detenido en flagrante
delito.

Jesús ante
el Tribunal Romano de Pilato

Mateo: 27: 2 y 11-14. Marcos 15: 1-5. Lucas: 23: 1-7.
Juan: 18: 28- 38.

Y llevaron a Jesús de Caifás al
pretorio: y era por la mañana: y ellos no entraron
en el pretorio por no ser contaminados, sino que comiesen
la pascua. Entonces salió pilato a ellos fuera, y
dijo: ¿Qué acusación traéis
contra este hombre: respondieron, no te le habríamos
entregado. Diceles entonces pilato: tomadles vosotros, y
juzgad según vuestra ley. Y los judíos le
dijeron: a nosotros no es lícito matar a nadie: para
que se cumpliese el dicho de Jesús que había
dicho, dando a entender de que muerte había de
morir. Así que, pilato volvió a entrar en el
pretorio, y llamo a Jesús, y díjole:
¿eres tu el rey de los judíos? respondiole
Jesús: ¿dices tu esto de ti mismo, o te lo
han dicho otro de mi? Pilato respondió: ¿soy
yo judío? Tu gente, y los pontífices, te han
entregado a mí: ¿Qué has hecho?
Respondió Jesús: mi reino no es de este
mundo: si de este mundo fuera mi reino, mis servidores
pelearían para que yo no fuera entregado a los
judíos: ahora pues, mi reino no es de aquí.
Dijole entonces pilato: ¿luego rey eres tú?
Respondió Jesús: tú dices que yo soy
rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al
mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es
de la verdad, oye mi voz. Dícele pilato:
¿Qué cosa es verdad? Y como hubo dicho esto,
salió otra vez a los judíos, y
díceles: yo no hallo en el ningún crimen. Mas
ellos porfiaban, diciendo: alborota al pueblo, comenzando
desde galilea hasta aquí.

Y Jesús estuvo delante del presidente; y el
presidente le pregunto, diciendo: ¿eres tú el
rey de los judíos? y Jesús le dijo: tu lo
dices. Y siempre acusado por los príncipes de los
sacerdotes, y por los ancianos, nada respondió.
Pilato entonces le dice: ¿no oyes cuantas cosas
testifican contra ti? y no le respondió ni una
palabra de tal manera que el presidente se maravillaba
mucho.

Se dice que contra el Sanedrín se han lanzado
muchas acusaciones, injurias y acrimonias a través de las
edades. A sus miembros le han hecho muchas y pesadas acusaciones;
pero no podemos decir que son acusaciones infundadas. El juicio
que se le celebró a Jesús fue ilegal desde el punto
de vista del procedimiento, y así tenia que ser, porque de
lo contrario, si las acusaciones hubiesen sido verdaderas, la
condenación hubiera sido según el Derecho y su
muerte merecida, entonces no hubiese muerto por los pecados de la
humanidad.

La gran mayoría, por no decir todos, pues
José, que era el Representante de Arimatea, y Nicodemo,
quien en ocasión de un juicio secreto que se le
quería seguir a Jesús fue capaz de defenderlo, es
por eso que se conjetura que ambos miembros no estuvieron
presentes. Ellos no hicieron coro en la falsa que se estuvo
montando. Pero una cosa es cierta, si perverso fueron los
nacionales que actuaron en la Primera Jurisdicción, esto
es en la Religiosa, el Juez de la Segunda Jurisdicción, el
cual tenia que conocer el expediente preparado por el
Sanedrín, el cual era el calificado y competente para
verter su veredicto, no era menos criminal, despiadado y
distanciado de la Justicia. Se ha llegado a decir, que la
infamia, el robo, la violencia, la corrupción y el abuso
de poder eran las notas características de la
administración de este Gobernante romano.

Era Poncio Pilato, el Procurador romano de la Provincia
de Judea, con su asiento en Cesárea, no la de Filipo, en
la cabecera del Jordán, sino la de Palestina, en la costa
del Mediterráneo. Si recordamos lo que nos dice Lucas,
sobre la muerte violenta que Pilato dio a los galileos, en el
mismo atrio del Templo, ya podemos tener una idea de lo violento
de su carácter, y al hacerlo en un lugar sagrado, es la
mayor prueba de su impiedad. Con esto se revela el odio que la
nación también podía sentir por este
Gobernador gentil. Un acto que hizo aumentar su impopularidad en
el pueblo, fue el traslado de los cuarteles y las tropas de
Cesárea a Jerusalem, ya que los estandartes, con la figura
del César, dios del Ejército, provocó que se
pidiera su remoción. La sola presencia de Pilato en el
pueblo era causa de disturbios, cual hacia que el ambiente de
sedición fuera la sangre del cuerpo.

Los jueces, que querían valerse de todos los
recursos habidos y por haber para conseguir la sentencia de
muerte de Jesús, cuando van del Palacio de Caifás,
al Pretorio, siendo fieles a la tradición, se niegan a
entrar en él, porque eso seria un motivo de
contaminación, que lo inhabilitaría para comer el
sacrificio del día. Pilato, que era un político
hábil en todo lo que estaba a su alcance, complacía
a los poderosos, y a esos dirigentes era bueno tenerlo de su
parte, accedió a su pedido. Pilato estaba cumpliendo con
el Tratado, el cual establecía que a los judíos se
les permitiera cumplir con todas sus tradiciones y costumbres;
por lo cual el no iba a entorpecer que esos dignatarios pudieran
tomar parte en sus celebraciones.

Los que no podían contaminarse, entrando en el
Pretorio, si podían pedir la sangre de un inocente, y
estar sin cargo de conciencia. Esa es la razón por la cual
el Gobernante sale ante ellos, para escuchar sus demandas. Es
estando en el balcón del Pretorio, que Pilato se encuentra
con Jesús, al cual habían conducido atado. Cual no
seria la actitud del Gobernador, cuando se encuentra por delante
a él a un hombre, posiblemente con el pelo revuelto, el
rostro amoratado por los golpes, la cabeza y la frente con
manchas de sangre, por la corona de espinas, y la mirada perdida
por la mala noche y la vigilia.

No falta quien diga, que cuando fue presentado ante
Pilato, Jesús tenía un porte sereno, gallardo y
majestuoso. Que tenía la apariencia de un militar y la
dignidad de un príncipe; que impresionó a Pilato.
Lo que si se sabe, es que Juan registra, que al ver Pilato a
Jesús, pregunta: "¿Qué acusación
traéis contra este hombre?"

Del grupo, el que tenia la voz cantante dijo: "Si este
no fuera malhechor, no te lo habríamos entregado". Si la
cosa era tan sencilla; y era un asunto que a primera vista, por
la fuente de donde procedía la acusación tenia
implicaciones religiosas, Pilato dice a los jueces religiosos:
"Tomadlo vosotros, y juzgadlo según vuestra
Ley."

A pesar de las sesiones maratónicas del
Sanedrín, y de la formulación que en su seno
había dicho de que Jesús era culpable del delito de
blasfemia, cuando llegan ante Pilato, el Alto Tribunal no tenia
formulado ningún carga contra el reo que presentaron atado
ante el juez. Es ante estas circunstancias, que Pilato les pide a
ellos que lo juzgue según la Ley y costumbre de su pueblo.
Como Tribunal, según el alegato de Pilato, ellos
tenían esa autoridad, ya que a ellos les está
permitido hacer juicios religiosos.

Los miembros del Consejo presumían que Pilato
sabia lo que ellos querían, y desde ya, quieren que este
condene al reo con la pena capital. es por eso que cuando el
Gobernador delega ante ellos, como Tribunal disciplinario, el
derecho a que juzguen a Jesús según la Ley de la
nación, le está reconociendo los poderes que tiene
el Sanedrín para Excomulgar a cualquier judío que
no esté obrando según las costumbres del pueblo.
Tenían derecho a infligirle el castigo de
flagelación, como ya le había hecho.

A pesar de lo que dice Winter, bajo ninguna
circunstancia, podía el Sanedrín acordar y aplicar
la pena de muerte. Si para esto Winter tiene que violentar la
Historia, el Derecho Romano, la orden de Tiberio, quitarle
poderes a Pilato, o contradecir a Flavio Josefo, pues lo
hará. He aquí sus palabras:

"Cuando Josefo dice que el emperador concedió al
gobernador poderes que incluían la aplicación de la
pena capital (µ???? t?? ?te??e?? ?aß?? pa?? ?a?sa???
????s?a? o sea (méchri tou kteínein
lavó_n pará kaísaros
éxousían
), se refiere a la autoridad
política y ejecutiva que Augusto, en su condición
de jefe del Estado romano, había delegado en Coponio.
Josefo no nos habla, por tanto, de una limitación de los
antiguos poderes del Sanedrín, ni dice en ninguna otra
parte que Augusto o sus sucesores redujesen de algún modo
el derecho de esta institución a juzgar a judíos
por delitos de pena capital y a la ejecución de sus
sentencias. Existen abundantes pruebas de que, incluso
después de la muerte de Jesús, el Consejo Supremo
de la nación judía ejerció funciones de
tribunal judicial procesando a judíos por delitos de pena
capital y aplicando dicha pena."

Aquí se ratifica de nuevo, el Consejo Supremo
Judío, el Sanedrín, no podía bajo ninguna
circunstancias aplicar la pena de muerte. Cualquier delito que se
cometiera en contra de la religión, que en la antigua
administración conllevara esa pena, como era el caso de la
blasfemia, este Tribunal podía solicitar esa
sanción al Gobernador, el cual podía o no
ratificarla. Es por eso que cuando tienen que hablar ante Pilato,
el delito no es de blasfemia, se varía la
calificación por el delito de sedición. Los voceros
del Alto Tribunal Eclesiásticos, presentan su
petición ante el Gobernador romano con estas palabras: "A
este hemos hallado que pervierte la nación, y veda dar
tributo a César, diciendo que él es el Cristo, el
rey".

Ernesto Renán, para quien el Sanedrín
buscaba la ratificación de la orden de muerte, bajo el
alegato de sedición, dice: "Por la mañana, los
jefes de los sacerdotes y los ancianos se reunieron de nuevo. Se
trataba de que Pilato ratificase la condena pronunciada por el
sanhedrín y que carecía de validez a consecuencia
de la ocupación de los romanos.

El procurador no estaba investido del derecho de vida y
de muerte, como el legado imperial. Pero Jesús no era
ciudadano romano; bastaba con la autorización del
gobernador para que la sentencia pronunciada contra Él
siguiera su curso. Como ocurre siempre que un pueblo
político somete a una nación en la que la ley civil
y la ley religiosa se confunden, los romanos se sentían
inclinados a prestar ala ley judía una especie de apoyo
oficial. El derecho romano no se aplicaba a los judíos.
Éstos continuaban sujetos al derecho canónico que
encontramos consignado en el Talmud, del mismo modo que los
árabes de Argelia se encuentran todavía regidos por
el código del islam."

No cave la menor duda de que esta acusación fue
un invento que le vino a ellos en ese mismo instante. En
ningún momento Jesús se negó a pagar el
tributo al César, o a oponerse a que se pagase; al
contrario, instó a que se hiciera, dando al César
lo que le correspondía como gobernante terrenal, como
también ordenó que ha Dios se le diera la honra y
el tributo debido. Lo que ellos buscaban con esa
acusación, era minar el ánimo del Gobernador
latino. Por lo que dice el relato sagrado, o Pilato no oyó
esta acusación, o se hizo que la oyó; lo que
sí se sabe es que no hizo caso lo que ellos
decían.

Los Evangelios dicen que el Gobernador interrogó
a Jesús sobre su alta investidura como Rey de la
nación de Israel. Es muy probable que Pilato tuviera su
idea sobre el Mesías; también es posible que
conociera lo que se decía del Reformador que iba a venir,
y que el pueblo esperaba, para poner la casa en orden. El
interrogatorio de Pilato a Jesús no esta formulado como un
aspirante al trono, como un rival del César, como si fuera
un monarca secular.

Si Pilato hubiera entendido que este Rey, lo era en el
sentido de Gobernador, no le hubiese formulado la pregunta en
estos términos: "¿Eres tú el Rey de los
Judíos?". Por lo cual la respuesta que recibe fue
cortante, y es posible que envuelva un reproche: "¿Dices
tú esto de ti mismo, o te lo han dicho otros de
mí?"

Vista desde esta perspectiva, que se puede entender lo
que la palabra Rey juega en esta conversación. Si se toma
la palabra Rey, al estilo judío, ese Rey es el
Mesías, el Reformador religioso; si se entiende del punto
de vista de los latinos, ese Rey era el gobernador, el brazo
armado, el poder civil. El sustantivo Rey es polisémico, y
dependiendo de que lado estemos en relación con la cultura
y la nacionalidad de los dos pueblos, tiene significado
diferente.

Ahora se puede entender, que lo que Pilato quiere
preguntar, es que si Él, Jesús, es el Reformador
que los judíos esperan, por lo cual en su asombro,
responde a Jesús con una pregunta, una aseveración,
y una segunda pregunta, con el deseo de tener luz sobre el
asunto: "¿Soy yo judío? Tú gente, y los
pontífices, te han entregado a mi: ¿Qué has
hecho?"

Se parafrasean estas palabras de Pilato, se puede
entender mejor lo que subyace en el fondo de la cuestión:
"¿Acaso soy yo judío para estar pensando en que ha
de de venir un Mesías? Es tú gente, los que son
como tú, los que te han traído hasta mí,
porque tú te has proclamado como Mesías:
¿Dime si es verdad que tú eres el Mesías? Y
de lo contrario, ¿Dime lo que tú has hecho para que
ellos te traigan hasta mi?"

Jesús entonces procede a testificar delante del
Gobernador romano, que sí, que Él es el
Mesías que Israel esperaba, con la siguiente
aclaración, para no intranquilizar a su juez:"Mi reino no
es de este mundo: si de este mundo fuera, mis servidores
pelearían para que yo no fuera entregado a los
judíos: ahora, pues mi reino no es de
aquí".

Las palabras de Jesús son claras,
categóricas. El no anda en procura de un reino
político, y por tanto de naturaleza terrenal. No le
interesa estar al frente del estado de Israel, porque de lo
contrario, sus oficiales se hubiesen puesto en disposición
de lucha para que los judíos no le hicieran ningún
daño, y mucho menos que lo entregaran en manos de sus
jueces. Es por eso que los oficiales de su ejército no
iban a luchar para rescatarlo de manos de sus enemigos, y Pilato
era uno de ellos; pero Pilato no debía temer, sus
seguidores no iban a empuñar las armas para establecer su
Reino.

Ante Pilato, Jesús negó que su Reino fuera
de este mundo; pero tampoco dijo de donde fuera. Sus
discípulos o seguidores no tienen que luchar en esta
tierra por quitar o por establecer ningún reino que pronto
será destruido por aquella Piedra que hirió los
pies de la estatua en el sueño de Nabucodonosor, y la hizo
polvo. Su predicación y empeño nunca estuvo
encaminado a establecer un Reino en competencia con otro ya
existente. Pero Pilato estaba intrigado con el giro que estaba
tomando la conversación, porque no se puede decir que era
un interrogatorio. Era una controversia seguida en dos planos, el
latino y el judío; por eso el Gobernante quiere saber si
Jesús era rey, y si lo era, en que sentido de la
palabra.

A la pregunta de Pilato: "¿Luego rey eres
tú?" Recibe esta respuesta que se encuentra en el
Evangelio de Juan: "Tú dices que yo soy rey. Yo para esto
he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de
la verdad. Todo aquél que es de la verdad, oye mi voz." Es
como si Jesús le dijera, en buen castellano: "Si, soy Rey.
Soy Rey del Reino de la Verdad. Todo aquél que es de la
verdad oye mi voz, la comprende y me sigue."

Con el interrogatorio llegó a este clímax,
es Jesús quien lleva el hilo conductor, no es el juez, es
el acusado. Los dirigentes judíos sabían que de
continuar de esa manera el Proceso, no se podría esperar
una sentencia condenatoria. Es en ese momento que Pilato,
asombrado a la manera platónica, quiere inquirir por la
relación que debe existir entre los hechos y la realidad
que se percibe, por lo cual pregunta: "Qué es la verdad?"
Cuando esta tratado esta conversación entre Jesús y
Pilato, el joven Jorge Friedrich Hegel, (1981) el 1793, a los 23
años de edad, y recién salido del Seminario de
Tubinga, y durante su permanencia en Berna, en los días
que escribía su Historia de Jesús; porque Hegel se
intereso en la Búsqueda del Jesús histórico,
dice "«¿Te tienes por rey -replicó Pilatos-,
pues que hablas de tu reino?» «Si así lo
quieres llamar, sí -respondi6 Jesús-. Creí
que había nacido para enseñar la verdad y ganar
partidarios para ella; creí que ése era mi destino
en el mundo, y quien la amaba escuchaba mi voz!»
«¿Qué es la verdad?», repuso Pilatos
con el gesto del cortesano que, superficialmente, condena las
cosas serias con una sonrisa, y tom6 a Jesús por un
visionario que se sacrificaba por una palabra, por una
abstracci6n que para e! alma de aquél carecía de
sentido, considerando todo como un asunto que sólo
tenía que ver con la religión de los judíos
y que ni constituía un crimen contra las leyes civiles ni
suponía un peligro para la seguridad del Estado.
Dejó solo a Jesús y salió fuera con los
judíos y les dijo que no encontraba culpable a aquel
hombre."

Pero la multitud estaba siendo agitada en la calle. Se
avecinaba un tumulto, y en el aire se escuchaban las acusaciones
contra Jesús. Pilato entonces se dirige a la multitud
ondeando la bandera de la verdad de sus pesquisas: "Ninguna culpa
hallo en este hombre." Y esa si era la verdad de su
veredicto.

Pero la multitud enardecida, dirigida por los dirigentes
religiosos, empezó a lanzar acusaciones, las cuales fueron
variando según la dirección del viento; desde la
religiosa de blasfemia, pasando por las civiles con implicaciones
políticas. Lo que se introdujo como un acto puramente
religioso, la blasfemia, por declararse hijo de Dios, en el calor
de la disputa se convirtió en sedición,
amotinamiento, resistencia civil, al negar pagar el tributo
divido al imperio.

En su tratado sobre el Juicio de Jesús, Jorge
Blanco dice de una manera muy acertada, que en una misma
Jurisdicción, después de ser rechazada una
acusación, no puede ser considerada la misma persona bajo
otra acusación. Pero eso es si se fuera aplicar el
Derecho, y la prisa es mala consejera. No importa que lo que se
diga sea cierto, lo importante es decir cosas, calumniar,
después de todo, algo queda de esa calumnia, y eso era lo
que se perseguía.

Las palabras de Pilato, de que no encontraba nada en
contra del acusado, son una prueba de que estaba buscando la
manera de cerrar el caso. Pero Pilato era un juez venal, y como
quería congraciarse con el populacho y los dirigentes, en
vez de dejar libre al inocente acusado, busca tener de su parte a
los que en un momento determinado podría
necesitar.

A pesar de lo dicho por Pilato, las acusaciones
continuaron. Jesús esta impertérrito, inconmovible,
inmutable. Jesús no contestó a las acusaciones,
aunque se le invitó a que se defendiera. Entre las
acusaciones que se lanzaban, el viento trajo una, que fue la
tabla de salvación momentánea para Pilato:
"Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando
desde Galilea hasta aquí."

Esto era lo que Pilato necesitaba para desembarazarse de
ese asunto. Como entendió que Jesús era galileo,
inmediatamente interpone su Incompetencia, se Inhibe, en
razón de la nacionalidad del acusado. Alegando la
Incompetencia Territorial, Pilato alega que él es
Gobernador de Judea, en cambio que el juez competente es Herodes
Ántipas, quien fungía como Tetrarca de Galilea.
Jesús era de Nazaret, lugar donde había vivido toda
su vida, por eso le llamaban Nazareno; así es que ha
llegado el momento de desapoderase del asunto, y que sea Herodes,
que se encontraba en esos días en la ciudad de Jerusalem,
el encargado del caso, ya que es el asunto estaba pasado de
castaño a marrón oscuro.

Alegando Incompetencia por la nacionalidad del acusado,
se cierra la Segunda Jurisdicción del Caso de
Jesús. Ahora se debe ver a Jesús cambiando de
Corte. Hay que conducirlo ante la presencia de su Juez natural,
Herodes Ántipas es quien debe juzgarlo.

Jesús ante
el tribunal de Herodes Ántipas

Lucas: 23: 8-12.

Entonces Pilato, oyendo de galilea, pregunto si el
hombre era Galileo. Y como entendió que era de la
jurisdicción de Herodes, le remitió a
Herodes, el cual también estaba en Jerusalén
en aquellos días. Herodes, viendo a Jesús
hólgose mucho, porque hacia mucho que deseaba verle;
porque había oído de el muchas cosas, y tenia
esperanza que le vería hacer alguna señal. Y
le preguntaba con muchas palabras; mas el nada le
respondió: y estaban los príncipes de los
sacerdotes y los escribas acusándole con gran
porfía. Más Herodes con su corte le
menosprecio, y escarneció, vistiéndolo de una
ropa rica; y volvíole a enviar a pilato. Y fueron
hechos amigos entre si pilato y Herodes en el mismo
día; porque antes eran enemigos entre si.

 

De no haber sido por el Evangelio de Lucas, nunca se
hubiera conocido de esta Tercera Jurisdicción en e Proceso
a Jesús; lo mismo hubiera sucedido si Juan no narrara el
Juicio Secreto y Nocturno de Jesús ante Anás. Pero
es gracia al Evangelio cuadriforme que conocemos cada una de las
instancias del Juicio mas grande de la Historia, "El caso
Dreyfuss de hace 2000 años", como se ha
designado.

Como las autoridades judías habían
declinado el ofrecimiento de Pilato, de que ellos mismos lo
juzgaran, porque a ellos no les estaba permitido en matar a
nadie, no estaban en capacidad de dictar una sentencia de muerte.
Ellos no podía dictar la sentencia de muerte, pero si
hacer una acusación que conllevara la pena de capital. En
otras circunstancias, cuando el acusado era sorprendido en el
flagrante delito de blasfemia, el Tribunal se las ingeniaba para
incitar a un linchamiento, lo cual era un crimen colectivo, como
pasó en el caso de Esteban. Es por eso que queriendo
librarse de este caso, Jesús es presentado ante Herodes
Ántipas.[7]

Cuando Jesús es presentado ante Herodes
Ántipas, este despiadado monarca que le había
acosado desde el principio de su ministerio, y a quien
Jesús denunció con la designación de zorra,
el Maestro estaba a merced de su juez. Herodes fue el sanguinario
y pusilánime que había segado la vida de Juan el
Bautista, y posiblemente la causa por la cual Jesús tuvo
que salir de las tierras de Israel, para refugiarse en la
región de Tiro y Sidón. También es posible
que el monarca se alegrara de ver a Jesús, pues por que se
decía de Él, Herodes esperaría verlo
realizar algún milagro. De Jesús se decían
muchas maravillas, y Herodes quería ser testigo de una de
ellas.

El astuto rey quería saber muchas cosas,
razón por la cual hizo una multitud de preguntas,
más como registra Lucas: "Mas él nada le
respondió."[8] Jesús no tenia que
responderle nada. Él estaba como una oveja muda delante de
sus trasquiladores; la luz había sido quitada de delante
del monarca pecador. No había porque dar las cosas santas
a los perros, y las perlas del mensaje Divino no iba a tener
ningún aprecio entre los cerdos inmundos.

Hasta la jurisdicción de Herodes llegaron los
acusadores, para acosarle. Eran sabuesos que no querían
dejar respirar a su presa. Una vez iniciada la
persecución, no iban a descasar hasta ver lo que para
ellos era un final feliz, la cruz.

Durante esta parte del Proceso, a Jesús fue
vejado y menospreciado. Es muy probable, que si Jesús
hubiese operado un milagro, para complacerlo como el rey
quería, solo para satisfacer una curiosidad, se hubiese
entendido como un acto de magia, un juego, una
entretención, un acto de feria; pero también
Jesús podía sembrar el terror entre ellos, ya que
aquel abrió los ojos de los cielos, también tenia
el poder de cegar a los que ven; como también podía
quitar la vida con tan solo una mirada, ya que el que
resucitó a los muertos, podía mandar al sepulcro.
Pero no hizo nada de esto. Fue en esta Corte, que como escarnio,
se le vistió con ropas blancas, como un símbolo de
la dignidad de los ancianos de Israel.

Lucas inserta un paréntesis, el cual es
difícil de comprender en nuestros días, pero que
seria vox populi en la época, la enemistad entre el
Gobernante romano y el monarca de Galilea. Posiblemente fuera por
la muerte de los galileos, cuya sangre Pilato mató en el
atrio del Templo. Pudo también haber sido una disputa
territorial, pero eso no es parte del Juicio.

Cuando Pilato envió a Jesús ante la
presencia de Herodes, le está reconociendo el Derecho de
juzgar a uno de sus súbditos, lo cual es una
condescendencia; como también una manera de quitarse la
responsabilidad de un caso en el cual, lo que mas influía,
era la intriga y el odio. Para el romano, Jesús era
inocente; pero la Justicia se escribe derecha en medio de los
renglones torcidos de las componendas.

Aunque Lucas dice que Jesús fue burlado,
encarnecido y maltratado en la Corte de Herodes, por éste
y sus oficiales, el Evangelista no dice que fuera condenado, que
fallara en su contra. Herodes no evacuó una sentencia
condenatoria, más bien hizo un descargo del acusado. Jorge
Blanco dice que Herodes no lo juzgó: "…como una
manifestación de desprecio hacia Jesús, y para
burlarse de él lo hizo vestir con una ropa blanca y lo
volvió a enviar a Pilato."

El argumento de Herodes seria que si bien es cierto que
él era el Monarca de Galilea, de donde Jesús era
natural, Jesús se encontraba en Jerusalem, en el
territorio de Judea, donde no era Monarca; por lo cual no
podía juzgar un caso en un territorio donde tenía
ninguna jurisdicción. Declara con esto su Incompetencia en
razón de la Territorialidad en que encuentra el acusado.
Pilato había declinado en razón de la Nacionalidad
del inculpado. Ambas Incompetencias eran validas.

Con el cierre de esta tercera etapa del Juicio a
Jesús, se manifiesta que el Juez no encontró nada
malo en el acusado; pero tampoco lo puso en libertad. De nuevo el
reo es remitido ante el Pretor romano, lugar de donde
había salido en un principio. Es con la remisión de
Jesús ante Pilato, que los dos Gobernantes se hacen
amigos, como se vera con la consumación de su
ejecución, que el genero humano sellará su amistad
con Dios, por medio del sacrificio de la cruz.

Renán, que en el capitulo XX1V de su obra trata
del arresto y la condena de Jesús, no encuentra como
ubicar el Juicio ante Herodes, inserta al pie de pagina, esta
cita, que es la numero 58 del capitulo mencionado: "Es probable
que ésta sea una primera tentativa de "armonizar los
Evangelios". Quizás Lucas tuvo ante los ojos un relato en
el que la muerte de Jesús se atribuía por error a
Herodes y para no sacrificar enteramente este dato puso las dos
tradiciones una tras otra, tanto más cuanto que talvez
sabía vagamente que Jesús (como nos lo dice el
cuarto Evangelio) compareció ante tres autoridades. En
muchos otros casos, Lucas parece tener una opinión alejada
de los hechos propios de la narración de Juan.
Además, el tercer Evangelio contiene, en cuanto a la
historia de la crucifixión, una serie de adiciones que el
autor parece haber tomado de un documento más reciente y
en el que era sensible e] arreglo con vistas a un fin
edificante."

4. JESÚS ANTE PILATO POR SEGUNDA
VEZ.

Mateo: 27: 15-26. Marcos: 15: 6-15. Lucas: 23: 13:-25.
Juan: 18: 39-40 y 19: 1-16.

Entonces Pilato, convocando los príncipes
de los sacerdotes, y los magistrados, y el pueblo, les
dijo: me habéis presentado a este por hombre que
desvía al pueblo: y he aquí, preguntando yo
delante de vosotros, no he hallado culpa alguna en este
hombre de aquellas de que le acusáis. Y ni aun
Herodes; porque os remití a el, y he aquí,
ninguna cosa digna de muerte ha hecho. Le soltare, pues,
castigado. Y tenia necesidad de soltarle uno en cada
fiesta. Mas toda la multitud dio voces a una, diciendo:
quita a este, y suelta a barrabas. (El cual había
sido echado en la cárcel por una sedición
hecha en la ciudad, y una muerte.) Y háblole otra
vez Pilato, queriendo soltar a Jesús. Pero ellos
volvieron a dar voces, diciendo: crucifícale,
crucifícale. Y estando el sentado en el tribunal, su
mujer envió a el, diciendo: no tenga que ver con
aquel justo; porque hoy ha padecido muchas cosas en
sueños por causa de el. Y les dijo la tercera vez:
¿pues que mal ha hecho este? Ninguna culpa de muerte
he hallado en el: le castigare, oyes, y le soltare.
Más ellos instaban a grandes voces, pidiendo que
fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los
príncipes de los sacerdotes crecían. Tomando
agua se lavó las manos delante del pueblo, diciendo:
inocente soy yo de la sangre de este justo: veréislo
vosotros. Y respondiendo todo el pueblo, dijo: su sangre
sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos. Entonces les
soltó a Barrabas: y habiendo acotado a Jesús,
le entrego para ser crucificado.

Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les
soltó a barrabas, y entrego a Jesús,
después de azotarle, para que fuese crucificado.
Entonces los soldados le llevaron dentro de la sala, es a
saber, al pretorio; y convocan toda la corte. Y le visten
de púrpura; y poniéndole una corona tejida de
espinas, comenzaron luego a saludarle: /salve, rey de los
judíos/ y le herían en la cabeza con una
caña, escupían en el, y le adoraban hincadas
las rodillas.

Entonces Pilato salió otra vez fuera y
díjole: he aquí, os le traigo fuera, para que
entendáis que ningún crimen hallo en el. Y
salio Jesús fuera, llevando la corona de espinas y
la ropa de grana y díceles Pilato: he aquí el
hombre. Y como le vieron los príncipes de los
sacerdotes, y los servidores, dieron voces diciendo:
crucifícale, crucifícale, díceles
Pilato: tomadle vosotros, y crucifícale; porque yo
no hallo en el crimen. Respondiéronle los
judíos: nosotros tenemos ley, y según nuestra
ley debe morir, porque se hizo hijo de Dios. Y como pilato
oyó esta palabra tuvo más miedo. Y entro otra
vez en el pretorio, y dijo a Jesús: ¿de donde
eres tú? Más Jesús no le dio
respuesta. Entonces dícele Pilato: ¿a mi no
me hablas? ¿No sabes que tengo potestad para
soltarte? Respondió Jesús: ninguna potestad
tendría contra mi, si no te fuese dado de arriba:
por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene,
desde entonces procuraba Pilato soltarle; mas los
judíos cualquiera que se hace rey, a cesar
contradice. Entonces pilato, oyendo este dicho, llevo fuera
a Jesús, y se sentó en el tribunal en el
lugar que se dice lithostrotos, en hebreo gabbatha. Y era
la víspera de la pascua, y como la hora de sexta.
Entonces dijo a los judíos: he aquí vuestro
rey. Mas ellos dieron voces: quita, aquieta,
crucifícale. Díceles Pilato: a que vuestro
rey he de crucificar: respondieron los pontífices:
no tenemos rey sino a cesar. Así que entonces lo
entrego a ellos para que fuese crucificado. y tomaron a
Jesús, y le llevaron.

Con el desapoderamiento de Herodes, y el nuevo
apoderamiento de Pilato, llegamos a la cuarta y ultima
Jurisdicción del Proceso seguido contra Jesús. En
ningún Derecho del mundo, cuando un Tribunal se declara
incompetente para el conocimiento de un hecho, el mismo Tribunal
se puede habilitar. En el caso que nos ocupa, Pilato no se
habilitó, sino que fue Herodes el que apoderó al
Gobernador romano para que recibiera el caso.

Con la llegada del reo por segunda vez ante su
presencia, Pilato busca la manera de librarse de él de la
forma más rápida posible. Es por eso que al ver a
Jesús, convoca: "A los príncipes de los sacerdotes,
y los magistrados, y al pueblo". La acusación que los
representante del pueblo mantiene es la de de corte religioso.
Pilato, que no ha encontrado ningún delito, por lo cual le
dice, de acuerdo al Evangelio de Lucas: "Me habéis
presentado a éste por hombre que desvía al pueblo:
y he aquí, preguntando yo delante de de vosotros, no he
hallado culpa alguna en este hombre de aquellas de le
acusáis. Y ni aun Herodes; porque os remití a
él, y he aquí, ninguna cosa digna de muerte ha
hecho. Le soltaré, pues, castigado".

Los Evangelios dicen que en cada Fiesta, Pilato le
soltaba, a manera de indulto a un preso, el que el pueblo
pidiera, pero en este caso, es Pilato que esta presentando su
candidato. Sobre esta costumbre, es mucho lo que se ha escrito,
sin que se conozca su origen. Lo más probable, es que el
mismo Pilato fue que introdujo la costumbre con su
administración, como una forma de congraciarse con la
multitud.

El romano esta mas que convencido, a pesar de su
crueldad, de la inocencia de Jesús, ya se lo
manifestó al pueblo, también esta buscando la
manera de soltarle. Él sabe que por envidia, es que el
Sanedrín ha traído al prisionero; y aun mas, lo
habían calumniado, con las acusaciones que le hacia. Es
por eso que como máxima autoridad, llama al pueblo a un
Plebiscito. En sus manos estaba el librarlo sin pedir
ningún tipo de autorización, pero no quería
hacerlo. Sentía cierto temor, su espíritu estaba
vacilante; aunque quería librarse del reo, no
quería enemistarse con los dirigentes de la
nación.

Es a esta altura del Proceso que se presenta el gran
dilema: los príncipes de Israel querían limpiarse
de la muerte de Jesús, por eso lo remitieron a Pilato;
Pilato no encontró nada digno de muerte, según sus
palabras, y lo envía a Herodes Ántipas, para que
este enfrentara el problema. Herodes se desapodera enviando a
Jesús de nuevo ante Pilato; pero cuando éste se
encuentra de nuevo con Jesús, frente a frente, no quiere
tener la obligación, y lo presenta ante el pueblo, para
que éste se el que escoja, si quiere o no la muerte de
Jesús, el Profeta de Galilea, el Rey de los judíos.
Con este protesto, busca la forma de desapoderarse de
él.

Sabiendo que estaba en la prisión
Barrabás, un sedicioso, rufián, ladrón y
asesino, que estaba en espera de la muerte, pone al pueblo a que
escoja. Posiblemente Pilato tiene en mente, que tan pronto se le
pidiera a la multitud, ésta no iba a titubear ni un
momento en elegir el mejor partido, a Jesús; pero mucho se
equivocaba el político y militar romano, buen maestro es
el pueblo, y mas cuando está reunido en multitud ciega
para escoger la peor de las cosas. No se sabe que
fascinación tienen los canallas, que siempre son aclamados
por las masas. El pueblo, de una forma histérica,
rechazó a Jesús, el mismo que una semana antes
había sido proclamado como Mesías, de una forma tan
estruendosa, que hacia temblar los muros de la ciudad.

La multitud escogió a Barrabás. El que
había sido tomado prisionera en una sedición,
debía ser liberado; y Jesús, el Príncipe de
Paz, debía morir. El que había sido la causa de una
muerte, se le perdonaba para que viviera; y el que era objeto de
vida, era presido que muriera. Esa es la elección que hace
el alma cuando se aparta de la voluntad de Dios.

El Gobernador romano, Poncio Pilato, se encuentra en una
disyuntiva: sabía que contra Jesús no
existía ninguna culpabilidad, pero el pueblo estaba
vociferando que muriera. Como juez que era, como gobernante,
estaba en el deber de mandar al ejército a dispersar a la
plebe que se agitaba en las calles, y poner al acusado en
libertad. Él mismo sabía que Jesús era
inocente, Herodes no encontró nada digna de muerte en
Jesús, los Príncipes lo acusaban por envidia, por
celos, y la multitud no sabia lo que pedía.

Aquí cabe la pregunta: ¿Por qué no
puso Pilato en libertad a Jesús?

Esta puede ser una pregunta que los cristianos se hallan
formulado en todos los tiempos; pero Jesús había
dicho de que tipo de muerte era preciso que muriera, y lo los
romanos podían condenarle a la muerte de cruz. La pena por
blasfemia, en el Derecho Judío, era la lapidación,
y los judíos habían perdido su independencia para
aplicar la pena capital. Ellos si podían hacer
recomendaciones, pero no ejecutarla.

Lo importante es que el intento de Pilato, para poner a
Jesús en libertad fue un fracaso rotundo. Lo que si
consiguió fue exasperar los ánimos en el pueblo, el
cual estaba siendo incitado por sus dirigentes. Es muy probable,
que si a Jesús le hubiesen liberado en ese momento, la
turba lo hubiese linchado.

Mateo escribe, que en ese momento, en el cual el pueblo
vocifera y Pilato titubea, es que llega una esquela de la esposa
de Pilato, Claudia Procla, o Procura, como dicen los latinos, en
la cual se expresa en estos términos concisos y
lapidarios, sin rodeos o ambages: "No tengas que ver con aquel
Justo; porque hoy he padecido muchas cosas en sueños por
causa de él." La esposa del Gobernador había
recibido una premonición, una revelación en
sueño le fue dada, y quiere advertir a su esposo de lo que
esta sucediendo, y le denomina justo.

En el apócrifo titulado Actas de Pilato, que son
los Apócrifos de la Pasión y Resurrección,
en los cuales, después de recibir la misiva antes copiada,
la Actas dicen: "Pilato entonces llamó a todos los
judíos y les dice: "Sabéis que mi mujer es piadosa
y que responde mas bien a secundaros en vuestras costumbres
judías." Ellos dijeron: "Si; lo
sabemos"…después de haberle leído el recado
de esposa, las actas continúan diciendo: "Pero los
judíos respondieron a Pilato diciendo: ¿No hemos
dicho que es un mago? Sin duda ha enviado un sueño
quimérico a tu mujer".

El mismo Apócrifo dice que, pidiendo Pilato a
Jesús que respondiera a esas acusaciones, el nada
contestó. Por eso, como nada ganaba el Gobernador, y
viendo que el pueblo había hecho su elección,
llegó a la cumbre máxima de la injusticia, al
proponerle, que como Jesús era inocente, primero le iba
hacer flagelar, y que luego le pondría en libertad. Siendo
inocente, debía ser castigado; pero el pueblo no
pedía eso, pedía la muerte.

Lo que Pilato proponía, la flagelación
romana, era una manera despiadada e inmisericorde de castigo. Los
azotes tenían unos aguijones de metal o de huesos, que
arrancaban la piel del que sufría esta tortura. Era
común que el flagelado muriera, ya que los golpes no
tenían limites, siendo esa la razón por la cual
ningún ciudadano romano podía ser condenado a la
flagelación; ese castigo estaba reservado a los esclavos y
para los extranjeros, a quienes los romanos veían con
desprecio. Cicerón llegó a decir, que cualquiera
que fuere llevado al tormento, si decía que era ciudadano
romano, se le debía facilitar la escapatoria o por lo
menos dulcificarle el tormento al que fuere sometido, pero que
nunca podía ser condena con este infamante
castigo.

Tres veces buscó Pilato la forma de liberar a
Jesús, pero el pueblo, incitado por sus líderes no
lo permitió. Los astutos Ancianos, habían
comprendido que el Gobernador estaba vacilante, que estaba
inclinado por la liberación, por eso, en un ultimo y
postrer recurso, a sabiendas de que las relaciones del Gobernador
con la Metrópolis no estaban en buena armonía,
tuvieron la feliz ocurrencia de poner al representante de Roma
contra la misma Roma, al insinuar que el mismo Gobernador se
podía convertir en un sedicioso, y enemigo del Emperador.
Con esto ponían al Pretor entre la espada y la pared, lo
tenían en sus manos.

Su consigna maestra fue: "Si a éste suelta, no
eres amigo de César: cualquiera que se hace rey, a
César se opone". Y ellos estaban para que ningún
representante de los poderes de ésta tierra se oponga a su
gobernante terrenal. Pilato tenía que regirse conforme a
sus deseos, porque ellos eran súbditos del
César.

Hegel, en su Historia de Jesús, ve el alboroto
del pueblo de esta manera: : "Cuando Pilatos vio que el ruido y
el alboroto se hacían cada vez mayores y que quizá
tendría que temer una sublevación, a la que los
judíos podrían dar una apariencia de celo por -la
gloria del César -cosa que seria muy peligrosa para
él-, y se dio cuenta de que la obstinación de los
judíos era invencible, hizo que le trajeran un recipiente
con agua clara, se lavó las manos delante del pueblo y
dijo: «¡Soy inocente de la sangre de este
justo.>>"

Todo romano de la época de Pilato sabia de sobra
que Tiberio no iba a titubear en desterrarlo, como pena
mínima, ya que los destierros estaban de moda.
También podía ser ejecutado, siendo Palestina una
región turbulenta; por lo cual una sedición que
procediera de un Gobernador romano, ningún Emperador lo
iba a tolerar. Webster y Wilkisonson, citados por Jamierson,
Fausset y Brown, dicen tocante a la acusación que los
funcionarios judíos le hacen a Pilato: "Esto fue
equivalente a una amenaza de acusación ante el Emperador,
la cual sabemos era muy temida por oficiales como por
procuradores, especialmente por hombres del carácter de
Pilato y Félix. También esto es la
consumación de la perfidia y desvergüenza de los
gobernantes judíos, quienes, con el propósito de
destruir a Jesús, se rebelan para fingir celo por un
príncipe extranjero." No había nada que hacer.
Pilato no podía irse contra Roma. Preferible era
sacrificar su conciencia y el sueño de su esposa. Por eso
saliendo al Lithóstrotos, esto es Gabbatha, y
señalando a Jesús dijo: "He aquí vuestro
Rey."

No faltan quienes pongan cierta ironía en estas
palabras; pero es posible que no contengan ninguna ironía.
Lo que estas palabras pueden encerrar en el fondo, si puede ser
una cruel venganza. El reconocimiento por parte del latino, del
Mesías que los judíos esperaban que llegara como
liberador.

Porque no decir que Pilato reconocía a
Jesús como Rey de los judíos. En presencia del
Gobernador Jesús había dicho que era rey, se
había declarado como Mesías, y los mismo dirigentes
del pueblo no habían aportado las pruebas de que Él
no lo fuera, por lo cual, Jesús era su Rey. Este es un
reconocimiento a la dignidad real del acusado.

El pueblo y sus dirigentes habían elegido su
destino. Su rey era el César, y habían elegido a
Barrabas en lugar de Jesús. Y lo que era mas aun,
había dicho, en una forma corporativa, que la sangre del
condenado cayera sobre ellos y sobre sus hijos; por esa
razón, Pilato flageló a Jesús, como un
preliminar de la crucifixión, y lo entregó en manos
de una guardia especial para que obrara según la voluntad
de los peticionarios.

El Juicio a Jesús había llegado a su
final. Solo faltaba que la sentencia fuera ejecutada. El acto de
Pilato de lavarse las manos no lo limpia de cargo, si no que lo
presenta ante la historia como Juez que juzgó a
Jesús, y que por falta de carácter y de voluntad,
torció la balanza de la Justicia. También tenemos a
Herodes Ágripa, como el juez que lo vejó y
encarneció, vistiendo con una túnica que
representaba dignidad.

La crucifixión de Jesús, bien pudo tener
sus circunstancias políticas,[9] como se ha
empeñado Winter en hacerlo aparecer, llegando a
legitimizar la decisión de Pilato. En un trabajo escrito
por René Alberto Esquinca Esquinca, titulado El Juicio de
Jesús, un Análisis Jurídico, disponible con
ese nombre en la Internet, el autor trata de reunir las
corrientes de opiniones del jurista francés Jean Imbert, y
del mexicano Ignacio Burgoa Orihuela. En el capitulo once,
Esquinca alega que con la sentencia condenatoria de Pilato, no se
puede decir que a Jesús se le celebró un Juicio, y
llega a estas conclusiones: "Aunque se alude a el término
juicio, pero si se examina la intervención de pilato a
consecuencia de la homologación que le exigió el
sanedrín  de la sentencia que se dictó contra
Jesús, se debe concluir que no hubo tal juicio." En el
Juicio seguido a Jesús, y por el cual fue condenado, no
existió base para acusarlo en base al delito
político de sedición; tampoco se le
reconoció ante el Tribunal de Pilato el delito religioso
de blasfemia, razón por la cual fue llevado por el
Sanedrín ante el Gobernador romano, sentencia que Pilato
homologó. El Sanedrín no tenía calidad para
un juicio político, por lo cual era
incompetente.[10]

Pero el pueblo pidió su sangre sobre ellos y
sobre sus hijos, sangre que fue derramada cuando ellos y sus
hijos se revelaron contra el rey que habían escogido.
Ellos habían elegido a Barrabas, por lo cual habían
renunciado a estar bajo los dictámenes de Dios. La sangre
de Cristo iba a ser la maldición que sobre el pueblo de
Israel a pesado por unos dos mil años. Cuando ese pueblo
vuelva a ver cara a cara al que despreciaron, le verán
como Rey de reyes y Señor de señores, sentado en el
trono de la majestad de Dios para juzgar a las
naciones.

Todo proceso que conllevara la pena de muerte de un
acuso, en los dominios de Roma, tenia que ser reportado por
escrito, por el Gobernador que dictó la sentencia, y ser
enviado a la Metrópolis una relación del caso.
Desde los orígenes del cristianismo se ha venido diciendo
que Pilato envió esa relación a Roma, y que la
misma fue conocida por los historiadores cristianos y por los
paganos. Un argumento a favor de esto, se extrae de los dicho por
Tácito, quien en sus Anales, Libro XV, cuando trata del
incendio de Roma por Nerón, se puede leer lo siguiente:
"…y comenzó (Nerón) a castigar con
exquisitos géneros de tormentos a unos hombres aborrecidos
del vulgo por sus excesos, llamados comúnmente cristianos.
El autor de este nombre fue Cristo, el cual imperando Tiberio,
había sido justiciado por orden de Poncio Pilato,
Procurador de Judea."

Justino Mártir, que escribió su
Apología por el año 150 de nuestra era, dice haber
conocido las Actas de Pilato. Tertuliano, en el año 200,
también de nuestra era, hace mención a la
Relación que éste Gobernador envió a
Tiberio, llegando estos escritos de Pilato a influir tanto en el
ánimo del Emperador, que pidió que a Jesús
se le incluyera entre los dioses de Roma, pero el Senado se lo
denegó.[11] Eusebio de Cesarea, que
escribió en plena persecución contra los
cristianos, entre los años 311 y 312 habla de unas actas
de Pilato, las cuales no son los Apócrifos que ya han sido
citadas, escritas en griego, y que seguramente son muy
posteriores a Pilato.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10
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