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Conocimiento ético




Enviado por Jesús Castro



  1. Introducción
  2. Posmodernismo
    criteriológico
  3. Posmodernismo y desahucie
  4. Conclusión

Este artículo pretende contestar lo más
eficaz y sencillamente posible la siguiente pregunta, basada en
los estudios profundos del Génesis: ¿Qué son
las normas éticas y por qué el ser humano es
incapaz de establecerlas con éxito en independencia de su
Creador?

Introducción.

Según la Wikipedia, la palabra "moral" tiene su
origen en el término latino "mores", cuyo significado es
"costumbre". Por lo tanto, "moral" no acarrea de por sí el
concepto de malo o de bueno; únicamente, estudia las
normas de conducta habituales de una determinada sociedad (como
la victoriana, por ejemplo) y señala al mayor o menor
grado de apego de tal o cual individuo, o grupo, a dichos
patrones costumbristas. Son, entonces, las costumbres las que
pueden ser valoradas como virtuosas o perniciosas mediante la
Filosofía Moral o Metamoral o Ética. Las morales
son muchas y diferentes, y se diferencian de la Ética en
que ésta última reflexiona racionalmente sobre las
morales con la finalidad de encontrar principios racionales que
determinen las acciones correctas y las incorrectas, es decir,
busca principios absolutos o universales, independientes de la
moral de cada cultura.

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Franco Crespi, italiano, graduado en Leyes en 1954, fue
profesor de Sociología en la Universidad del Estudio de
Perugia, así como director del Instituto de Estudios
Sociales y de la revista Cuadernos de Teoría Social. En su
artículo intitulado "Modernidad: La Ética de una
Edad sin Certezas" expone las características de la
época llamada "posmoderna". La sociedad humana llega a
esta etapa después de haber pensado que todo era
comprensible, que el hombre no tenía límites;
podría decirse que disfrutaba de la reciente "muerte de
Dios", la cual lo dejaba como dueño y señor del
mundo. Por otra parte, vale decir que la Posmodernidad se inicia
cuando el hombre se derrumba ante la evidencia de que
también el ser humano "ha muerto" y se da cuenta de que ni
siquiera es dueño de sí mismo, una etapa descrita a
partir de los siguientes cuatro aspectos:

1. El reconocimiento de los límites
del saber. Se da cuando la lógica y las ciencias formales
encuentran en sí mismas que su formalidad no abarca todo
lo percibible (las ciencias no formales nunca intentaron
explicarlo todo, y podríamos decir que desde ciertos
puntos de vista tienen una visión más completa de
lo perceptible). Ludwig Wittgenstein, al hablar del lenguaje y su
interpretación como el problema de la filosofía, y
Kurt Gödel, con su teorema de la incompletitud, marcan este
aspecto de la posmodernidad más notoriamente. El teorema
de la incompletitud de Gödel muestra que los intentos de
Russel y Whitehead por tener unas matemáticas limpias
basadas en la lógica formal son un fracaso, ya que
Gödel representa los axiomas de la teoría de
números con números, haciendo del sistema formal de
Russel una paradoja. El teorema no sólo muestra esto, sino
algo bastante obvio: que todo sistema formal basado en axiomas,
no podrá demostrar sus propios axiomas. Por lo tanto, todo
sistema formal es incompleto. No hay un sistema formal que pueda
abarcarlo todo, porque el todo no tiene principio, y un sistema
formal requiere de un principio.

2. Esto nos lleva al aspecto de la ausencia
de fundamento, o sea, que no sólo no se han
encontrado fundamentos absolutos que expliquen el
mundo sino que además no hay tal fundamento o por lo menos
es infinito (es como decir que el principio del círculo es
todo el círculo). Obviamente hay fundamentos personales.
Basándonos en Schopenhauer, la voluntad sería este
fundamento. Los axiomas de la mente individual serían las
creencias, pero uno primero necesita querer creer en ellos. Y es
después cuando uno puede razonar (las razones
serían los teoremas), pero basándose en sus
creencias.

3. La desaparición del "telos" (ver
NOTA a continuación). Así como se acepta que no hay
un principio absoluto, se acepta que no hay un fin último;
no hay principio ni fin, ni verdades absolutas finitas. Esto
lleva a que los medios cobren una mayor importancia que los
fines. Es como si la gente hubiera perdido la necesidad de un
fin, de una explicación para su existencia. El objetivo de
la gente es cómo vivir, y no para qué vivir. Antes
del modernismo, podemos decir que la mayoría aceptaba como
finalidad de su existencia la propuesta hecha por la
religión. Pero hoy día no es así, y la
escasa cantidad de personas que necesita una
explicación para su vida suele acudir a la religión
en busca de ella.

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NOTA:

¿Qué significa el término "Telos"?
Significa FIN o FINALIDAD. Es decir, la meta hacia la que se
dirige un proceso o hacia el que tiende algo que
evoluciona.

Una TELEOLOGíA, es un relato o discurso que
plantea que existe un FIN u objetivo ineludible para algo. Por
ejemplo: una concepción TELEOLóGICA de la historia
humana es aquélla que dice que la humanidad se dirige
hacia un determinado objetivo, sin importar si los individuos son
conscientes de ello o no. El Marxismo es un discurso
teleológico porque dice que inevitablemente la historia de
la humanidad se dirige al comunismo.

4. La disyunción entre la situación
existencial y social se da en todo su vigor, al no haber ni
principios ni fines absolutos. Se podría decir,
también, que no hay una respuesta social al sentido de la
existencia.

En los últimos años, todo parece indicar
que estos aspectos se han complicado aún más, dada
la diversidad de explicaciones que se le pueden dar al mundo.
Paradógicamente, a pesar de que se acepta
fácilmente que no hay verdades absolutas, en ciertos
sectores ha aumentado el fanatismo y la intolerancia. Esta
reacción pudiera quizás llevar a un retorno hacia
modelos totalitarios, o bien a una nueva modalidad de desarrollo
teórico en relación con la experiencia. Pero, en
todo caso, parece que la humanidad no va a poder deshacerse
completamente (por lo menos a corto o medio plazo) de las
características posmodernas. Crespi cree que la
dirección que tome el hombre dependerá de su
experiencia (religiosa, moral, estética y
política).

Sin embargo, para un estudioso del
Génesis todo este desenlace tiene su explicación
lógica. Es la inevitable consecuencia del derrotero
independiente de la criatura humana con respecto a su Hacedor. El
hombre, huérfano de Dios, se ha perdido y no sabe
encontrar el camino teleológico verdadero. Ha matado a su
Creador en su mente, y como respuesta automática ha
recibido la sentencia de muerte a través de su propio
intelecto. Adán y Eva quedaron condenados por su Hacedor y
por su conciencia, pero el hombre de la era posmoderna ha quedado
condenado mediante un proceso más largo y
subterráneo, a saber: su propio constructo, es decir, la
Ciencia.

Posmodernismo
criteriológico.

La revista LA ATALAYA del 1-12-2004,
páginas 3 a 7, publicada en español y otros idiomas
por la Sociedad Watchtower Bible And Tract, dice en
parte:

«Desde hace mucho, por lo general ha
sido la religión la que ha determinado las normas
éticas que la gente debe seguir. La […]
Biblia, ha sido una fuerza impulsora en muchas sociedades. Sin
embargo, un número creciente de personas han rechazado las
diversas normas religiosas por considerarlas poco
prácticas y han descartado el código moral de la
Biblia pensando que está anticuado. ¿Qué ha
ocupado ese vacío? El libro "Ethics in Business Life" (La
ética en los negocios) afirma que "el criterio seglar ha
[…] prevalecido sobre la autoridad que antes ostentaba la
religión". En vez de acudir a fuentes religiosas,
muchos buscan la guía de expertos en estudios
éticos. El especialista en bioética Paul McNeill
comenta: "Creo que los éticos son los sacerdotes seglares.
[…] La gente ahora expresa en términos de ética
lo que antes hubiera expresado en términos de
religión".

¿Quién tiene la potestad para
fijar las normas de lo que es bueno y lo que es
malo? Esta pregunta se planteó en el mismo principio de la
historia humana. Según el libro bíblico de
Génesis, Dios designó un árbol que
crecía en medio del jardín de Edén como "el
árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo"
(Génesis 2:9), y mandó a la primera pareja humana
que no comiera de su fruto.

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Adán y Eva debían tomar una
decisión: ¿aceptarían las normas de Dios
sobre el bien y el mal, o seguirían sus propias normas?
(Génesis 3:6). Optaron por desobedecer a Dios y comer el
fruto del árbol. ¿Qué implicó este
simple acto? Al no respetar los límites que Dios les
había establecido, demostraron que creían que a
ellos y a sus descendientes les iría mejor si
fijaban sus propias normas sobre lo que es bueno y
lo que es malo. ¿Cuánto éxito ha tenido la
humanidad en sus intentos por ejercer esta facultad
divina?

Tras repasar las enseñanzas de pensadores
eminentes que han vivido a lo largo de los siglos, la
Encyclopædia Britannica dice que desde la época del
filósofo griego Sócrates hasta el siglo XX ha
habido "muchos debates sobre la definición exacta de lo
que es el bien y la norma sobre lo que debe ser bueno o malo".
Por ejemplo, los sofistas, destacado grupo de maestros griegos
del siglo V antes de la EC, enseñaban que las normas sobre
lo bueno y lo malo se determinan en virtud de la opinión
popular. Uno de ellos dijo: "Lo que a cada ciudad le parece justo
y recto, lo es, en efecto, para ella, en tanto lo juzgue
así". Immanuel Kant, renombrado filósofo del siglo
XVIII, expresó una opinión diferente. La revista
"Issues in Ethics" comenta: "Immanuel Kant, entre otros, […] se
concentró en el derecho de cada persona a decidir lo que
debe hacer".

La Encyclopædia Britannica
señala en su apartado sobre la ética: "No parece
extraño que las personas conozcan sus deberes morales,
pero que de todas formas hagan lo que más les convenga.
Proporcionarles razones para hacer el bien ha sido uno de los
mayores problemas de la ética de Occidente"… La
opinión popular puede estar influida por fuerzas
invisibles [malvadas]. La Biblia no sólo nos ayuda a
distinguir el bien del mal, sino que también nos motiva a
hacer lo bueno».

Para el Materialismo científico y
filosófico no sólo lo real es material, sino que la
causa de todas las cosas del universo se explican exclusivamente
a partir de la materia y los cambios de esa materia en el
espacio. Materialista es aquella doctrina que afirma que toda
causalidad ha de ser remitida exclusivamente a un principio o
entidad material, es decir, que la única causa de las
cosas es la materia y la energía observables o
discernibles en el cosmos. Por lo tanto, nociones sobrenaturales
y religiosas que trascienden lo material son fuertemente
cuestionadas y finalmente rechazadas por el materialismo
doctrinal. Dentro de este esquema materialista se encuentran dos
importantes paradigmas criteriológicos: el modernismo
doctrinal y el posmodernismo doctrinal.

El Modernismo doctrinal es un concepto
filosófico, historiográfico y sociológico
que propone un mundo de metas o teleológico. En el
paradigma modernista cada ciudadano se propone sus metas (telos)
según su propia voluntad. Se alcanza la meta de una manera
lógica y racional (racionalismo), es decir, de forma
sistemática; y así se le da un sentido a la vida.
En cuestiones de manejo político y de poder, se trata de
imponer la lógica y la razón por encima de otros
criterios. Es posible prescindir de Dios en este sistema de
creencias, puesto que se prevé que el hombre por sí
mismo, auxiliado por la razón, será capaz de
encontrar las respuestas a todas las cuestiones triviales o
existenciales que se le planteen; y consecuentemente
alcanzará progresivamente la solución a todos sus
problemas.

El comienzo del Modernismo
criteriológico tiene lugar poco después de la
Revolución Francesa, y es potenciado
enormemente por toda la pléyade de intelectuales
racionalistas que surgieron a continuación. Su apagamiento
acontece tras la Primera Guerra Mundial, cuando el Teorema de
Gödel causa estragos en el punto de vista triunfalista del
racionalismo modernista. A partir de ese momento, se inicia el
Posmodernismo doctrinal.

La visión posmodernista hereda el punto de vista
materialista del modernismo doctrinal, junto con el destierro de
Dios de los esquemas criteriológicos; pero con el terrible
agravante de que la esperanza en el hombre y en una
teleología racionalista quedan reducidos a la nada. En
este estado de cosas contemporáneo, el posmodernismo no es
más que la constatación racional de la incapacidad
del ser humano y de sus constructos de salir airosos de un
callejón sin salida. En realidad, el posmodernismo plantea
importantes preguntas con respecto a las genuinas limitaciones
del hombre o sus prejuicios y a la postura problemática de
tener que creer solamente lo que sea absolutamente seguro desde
un punto de vista científico (pues, en realidad, la
Ciencia es un edificio humano en construcción, no
terminado). Sin embargo, en muchos aspectos, el posmodernismo
plantea preguntas conflictivas, demoledoras y generadoras de
profundas contradicciones: ¿cómo puede alguien
negar la verdad universal sin afirmarla de alguna manera
(¿es universalmente cierto que no existe la verdad?)?
¿Acaso no sería un hecho universal el que no
hubiera hechos universales? ¿Acaso la postura de que "todo
es cuestión perspectiva" no trata de afirmar más
que la perspectiva de alguien? ¿Acaso quienes ponen en
duda que podamos conocer las intenciones del autor no
están expresando por escrito sus propias intenciones muy
particulares? ¿Acaso el rechazo de los metarrelatos o
grandes historias (como el Génesis, por ejemplo) no es un
tipo de metarrelato en sí mismo?

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Así las cosas, irresolubles en el
modernismo criteriológico y aparentemente irresolubles por
vía del posmodernismo doctrinal, no queda ya
otra asunción materialista por delante. A nuestro juicio,
si se quiere salir de la depauperación mental provocada
por el inevitable tricotaje del pensamiento racional materialista
es necesario adoptar, al menos provisionalmente, una
criteriología diferente, no abyectamente materialista, y
probar prudentemente las excelencias de tal superación
criteriológica. El Génesis, por su parte, nos
provee (opinamos) un buen soporte para ello, pues sometido a
juicio imparcial se revela como inusitadamente útil y
fidedigno en todo su contenido.

Posmodernismo y
desahucie.

El postmodernismo se expresa de forma tan
polifacética que puede hacerse difícil de
comprender, y como huye de las categorías y distinciones
se hace más difícil determinarlo como una
cosmovisión. Aunque dividir la historia en períodos
de tiempo definidos no es una ciencia exacta, existen dos
transiciones históricas principales que pueden ayudarnos a
clarificar el surgimiento del postmodernismo:

(1) La transición del pensamiento medieval hacia
el modernismo, típicamente fechada alrededor de los
años 1700.

(2) La transición del pensamiento
contemporáneo apartándose del modernismo, la cual
empezó a finales del siglo XX.

La transición de lo que a menudo es llamado
"período pre-modernista" al "período modernista"
coincide con la influencia del pensamiento de la
Ilustración y la revolución científica.
Antes de la Era de la Ilustración, había una
creencia cultural dominante en la existencia de lo sobrenatural.
Esto se debió en gran parte al surgimiento del
cristianismo, y específicamente, a la Iglesia
Católica Romana como la presencia cultural más
poderosa en los tiempos medievales. Éste era un mundo de
autoridad, y la autoridad yacía en las manos
de instituciones tradicionales, especialmente la Iglesia, ya que
se atribuía la interpretación y comunicación
de esta verdad a la gente común.

Con la creencia en Dios vino una fuerte creencia en el
concepto de "revelación", de que Dios no solamente
existía, sino que se había revelado y había
revelado Su voluntad en la Biblia. Esta revelación era
considerada la fuente principal de la verdad, y podía
utilizarse con confianza para descifrar la metanarrativa de Dios
(o "Gran Historia") para el mundo (ver Nota a
continuación). El creer era el punto de partida del
conocimiento verdadero.

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NOTA:

Una "metanarrativa, metarrelato o macrorrelato" (o,
también, en plural, "grandes historias o narrativas") es
un esquema de cultura narrativa global o totalizadora que
organiza y explica conocimientos y experiencias particulares,
según explica Stephens. El prefijo "meta" significa
"más allá", y una "narrativa" es una historia (una
interpretación o visión global, que abarca como
casos particulares a las demás narrativas o visiones
acerca de la realidad). La metanarrativa será, por tanto,
una historia más allá de la historia, que es capaz
de abarcar otros "relatos menores" en su interior,
haciéndolo dentro de esquemas abarcadores, totalizadores,
trascendentes o universalizadores. Según el planteamiento
crítico de la metanarrativa, propuesto por Lyotard, los
metarrelatos son asumidos como discursos totalizantes y
multiabarcadores, en los que se sumergen la comprensión de
hechos de carácter científico, histórico y
social de forma absolutista, pretendiendo dar respuesta y
solución a toda contingencia (eventualidad que puede darse
dentro de un contexto global).

La creencia de que la "revelación" contenida en
la sagrada escritura ayudaba a componer una metanarración
fidedigna global fue aprovechada por la Iglesia para abusar
egoístamente de las masas humanas que la tenían por
depositaria y exegeta de dicha revelación, lo cual
llevó a una reacción de emancipación por
parte de los que se sintieron defraudados y manipulados. La
autoridad eclesiástica cayó durante la Era de la
Ilustración. Éste fue un movimiento entre
intelectuales europeos que se dio durante los siglos XVII y
XVIII. En las décadas que llevaron a este tiempo, la
autoridad de la Iglesia había sido desafiada con
éxito políticamente (reacciones contra la
corrupción), teológicamente (Lutero, Calvino y la
Reforma Protestante), filosóficamente (caída del
escolasticismo) y científicamente (Galileo,
Copérnico y el método Baconiano).

Durante la Era de la Ilustración, la autoridad
cambió de las instituciones tradicionales a la
razón humana. Un enfoque científico del mundo
produjo tremendos avances en la medicina, en la
tecnología, y en las comunicaciones, y desafió la
centralidad de la teología y de las creencias religiosas
como paradigma para el aprendizaje. Libre de los grilletes
restrictivos de las creencias tradicionales (de ahí
sobreviene el concepto de "modernismo"), el progreso
parecía inevitable.

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Cuando el período modernista hubo
comenzado, el creciente escepticismo con respecto a cualquier
cosa sobrenatural se igualó a la creciente fe en la
capacidad humana para conocer el mundo, controlarlo
y cosechar los beneficios inevitables. La "Gran Historia" del
mundo no fue dada ya por revelación; más bien,
debía ser descubierta y quizás hasta determinada
por la ciencia, la razón y la tecnología. Esta
importante transición fue el centro del período
modernista.

Sin embargo, desde nuestra perspectiva del
siglo XXI, es claro que las predicciones de utopía
garantizadas en el período modernista nunca se
materializaron. En vez de eso, los modernistas se desilusionaron
cuando la expansión militar trajo guerras mundiales,
cuando fallidas políticas de desarrollo condujeron a la
opresión de clases y al colonialismo, cuando el idealismo
económico terminó en comunismo, la Guerra
Fría, las mejores armas nucleares creadas por la ciencia y
la amenaza de una devastación global.

Los escritores postmodernistas, comenzando con
Nietzsche, empezaron a cuestionar la integridad de la
metanarrativa modernista. De hecho, la principal víctima
de una perspectiva postmodernista es la idea misma de
"metanarrativa". Los postmodernistas son escépticos a toda
afirmación de cosmovisión integral autoritaria, de
la verdad absoluta acerca de la realidad y de un propósito
integral en la historia humana. Los postmodernistas adoptan
narrativas locales, no metanarrativas;y una multitud de
historias, no una "Gran Historia".

En resumen, se podría decir que las
metanarrativas religiosas fueron desechadas por el modernismo, y
las creadas por el hombre fueron desechadas por el
postmodernismo. Esto es a lo que Myron Penner y otros se han
referido como "el giro postmodernista": el posmodernismo se
aparta de la certeza y optimismo del modernismo. Como
escribió Jean-François Lyotard: "Simplificando
hasta el extremo, defino el posmodernismo como la incredulidad
hacia las metanarrativas".

NOTA:

La incredulidad sistemática posmodernista deja
fuera de consideración tanto a los metarrelatos
útiles como a los inútiles. El Génesis y la
revelación procedente de la sagrada escritura
quedarían pasados por alto y hasta ridiculizados. La
ética sería reducida a un conglomerado de simples
utilidades moralistas de conveniencia arbitraria, según la
necesidad, siendo usadas a modo de herramientas de control en el
mejor de los casos, y resultando necio someterse a una
ética global (la cual sería vista como una
tiranía caprichosa, sobradamente ficticia). Pero usar la
teoría ética como reglas de juego arbitrarias es un
engaño y una manipulación de mentes humanas, que
busca controlar mediante el señuelo de la ética a
la misma gente que se ha instado a huir de la tiranía de
los metarrelatos. He aquí la tenebrosa confusión, y
el monumental resultado contradictorio, que emerge del
posmodernismo.

Podemos decir, pues, que la andadura
racional del hombre le ha conducido inevitablemente hacia el
posmodernismo; y no puede haber otro camino, ya que forma parte
de un proceso unidireccional. A su vez, el posmodernismo le ha
llevado hasta el absurdo, la inutilidad, la futilidad y la
desesperación. ¿Cómo interpretar este
resultado?

Desde nuestro punto de vista, la
interpretación la provee el Génesis: "Del
árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo no debes
comer, porque en el día que comas de él
positivamente morirás" (Génesis 2: 17). El
posmodernismo es una tumba, y el hombre ha sido llevado hacia
ella porque le ha dado la espalda a su Creador y ha optado por
eludir su guía y dirección.

Conclusión.

El posmodernismo es demasiado tenebroso como para
inmovilizar en la desesperación a todo intelecto humano.
Desde los tiempos remotos, siempre ha habido individuos que no se
han resignado ante la adversidad exterminadora y algunos de ellos
han tenido cierta medida de éxito. La búsqueda
desesperada, el anhelo de supervivencia y el deseo de
trascendencia han conducido a veces a hallazgos inesperados. Algo
debe existir en los entresijos de la mente, algún
software, que impulsa a algunas personas a buscar
titánicamente y a emerger de la completa y total
claudicación.

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El impacto fatal del postmodernismo es
debatido arduamente por varios pensadores y escritores,
quienes han ofrecido opiniones divergentes. Algunos lo ven
como una moda pasajera. Otros lo ven como un cambio duradero.
Algunos lo censuran como peligrosamente destructivo; otros
adoptan su destrucción como alternativa aceptable frente a
las estructuras opresivas del modernismo.

El postmodernismo ha creado una gran sombra
de escepticismo (y ha ofrecido una fuerte dosis de
humildad) sobre la creencia modernista en la eficacia y
casi infalibilidad de la razón humana. Como se vio durante
el período modernista, la razón humana puede ser
bastante productiva, especialmente en las arenas de la ciencia,
de la medicina, y de la tecnología. Sin embargo, la
razón humana también puede ser manipuladora y
destructiva, especialmente cuando produce ideologías
totalitarias (por ejemplo, comunismo, nazismo, colonialismo,
etc.).

El posmodernismo ha demostrado que la
objetividad y la certeza no son exclusivas del mundo de la
ciencia como era afirmado durante el período
modernista. De hecho, la ciencia a menudo es bastante parcial e
interesada en su agenda, y por lo tanto no está en
posición de afirmar ser el árbitro supremo en todos
los asuntos del conocimiento.

Para el postmodernista, ninguna historia
debe ser considerada como verdadera en el sentido absoluto,
más allá de cualquier otra historia, y las
proposiciones de una comunidad interpretativa son irrelevantes
para otros. Sin embargo, la sagrada escritura no presenta a un
Dios cuya historia es una entre muchas, sino a un Dios cuya
historia es la historia sobre todas las demás.

La negación postmodernista de toda
verdad objetiva es inaceptable. Más aún, es
importante notar que ninguna de las contribuciones
positivas del postmodernismo se originó con el
posmodernismo. De hecho, la cosmovisión bíblica
siempre ha atestiguado las limitaciones de la razón humana
por sí sola. El efecto de la caída del hombre en el
error, según el Génesis, minó su objetividad
y su certeza, y lo precipitó hacia un declive mental y
ético en el que la tendencia de los humanos a marginar a
otros no hizo más que comenzar a desarrollarse
infinitamente.

Pero la sociedad humana sin valores
absolutos en sentido ético se encuentra tan indefensa
frente a la desintegración como un organismo
biológico superior frente al cáncer. La falta de
unos valores éticos universales e incuestionables son de
capital importancia para la supervivencia del gran organismo
social, de la misma manera que para el organismo humano es
fundamental que exista una actividad celular saludable. Diversas
son las causas que pueden llevar a una célula a desviarse
de su sana funcionalidad, y variadas son las causas que pueden
llevar al individuo a desviarse de la ética universal
(ignorancia, torpeza mental, insensatez, rebeldía,
egoísmo, maldad, influencias corruptoras de la mente,
desaciertos teóricos).

Habitualmente, la importancia capital de la tenencia y
cumplimiento de una ética global fidedigna es
insuficientemente reconocida. Pero su ausencia es como un
cáncer incurable, que lleva hacia la corrupción
letal de todo el sistema social humano. Y todo parece indicar que
la adquisición de una tal ética es algo que
está más allá del hombre, por lo que
la única alternativa estriba en que nos sea revelada. El
Génesis aporta la información clave,
en este sentido: "Del árbol del conocimiento de lo bueno y
lo malo (es decir, de la ética) no debes comer (o sea, es
un alimento informativo inasequible a la mente humana salvo por
revelación), porque en el día que comas de
él (es decir, al desechar la guía divina y buscar
la ética humana miope) positivamente morirás"
(Génesis 2: 17).

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La revista DESPERTAD del 22-8-1983, páginas 14 a
16, publicada en español y otros idiomas por la Sociedad
Watchtower Bible And Tract, contiene una serie de ideas que
ayudan bastante a comprender el peligro global que supone carecer
de valores éticos fidedignos. La revista expresa con gran
discernimiento que los titulares de los periódicos y de
los medios de comunicación de masas hablan de amenazas
contra la seguridad mundial en la forma de desastres nucleares,
crisis económica, terrorismo, contaminación
medioambiental, etc., pero suelen pasar por alto que muchas
civilizaciones del pasado se enfrentaron en su época a
amenazas de similares características en cuanto a
peligrosidad y alcance local, pero curiosamente se vinieron abajo
por otros motivos. De hecho, cuando se hundieron todavía
funcionaban económicamente bien y eran capaces de combatir
los peligros externos. ¿A qué se debió su
caída?

NOTA:

Supongamos que un enfermo acaba de ingresar
en un hospital y fallece a las pocas horas. El médico que
estudia su caso se da cuenta de que el corazón, los
pulmones y el cerebro del paciente funcionaron relativamente bien
hasta el último momento, por lo que evidentemente descarta
la posibilidad de un fallo cardiocircularorio o cerebral como
causa primordial del deceso.

Tras numerosas pesquisas, descubre el
verdadero causante de la muerte; se trata de un envenenamiento
raro que no fue detectado a tiempo. De igual manera, la verdadera
causa primaria que pone en peligro de muerte a la actual
civilización mundial no es un fallo del motor
económico global, ni del sistema medioambiental ni del
estamento científico y tecnológico, sino un
envenenamiento que suele pasar desapercibido o minimizado en su
importancia por la gran mayoría de las personas.
¿En qué consiste dicho envenenamiento?

El Génesis lo explica: "Del
árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo no debes
comer, porque en el día que comas de él
positivamente morirás (es decir, perecerás
envenenado por tu propia ética)" (Génesis 2:
17).

En muchos casos, los historiadores atribuyen el
hundimiento de poderosas civilizaciones al derrumbamiento de las
normas morales, a la corrupción interna de la
civilización; es decir, a la pérdida de los valores
éticos. ¿Se está corrompiendo desde dentro
nuestra civilización? Los informes indican que
efectivamente así es.

Hoy día mucha gente es cínica y
está desilusionada. Esto se deja ver en las crueles
prácticas comerciales, la política poco
escrupulosa, y especialmente en el delito. "El delito está
aumentando en casi todo país alrededor del mundo. […]
Los delitos son cada vez más violentos […] sigue
aumentando la cantidad de jóvenes y mujeres que se dedican
al delito", informa U.S. News & World Report. ¿Son los
delincuentes tan sólo una pequeña minoría?
En absoluto. El delito ha llegado a estar entretejido en la
estructura de la sociedad.

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¿Qué son las normas éticas y por
qué el ser humano es incapaz de establecerlas con
éxito en independencia de su Creador?

Como respuesta, pudiéramos decir que
las normas éticas son aquéllas que sirven para dar
armonía a la vida en sociedad y bienestar a
la interacción del ser humano con el resto de los
vivientes. Debido a las limitaciones internas del razonamiento
humano, una de cuyas más evidentes manifestaciones son las
paradojas, se puede percibir con mayor evidencia la incapacidad
del ser humano para abarcar todo el conocimiento ético
necesario para su estabilidad social. Además, una
ética puramente humana, no revelada por el Creador,
carecería de suficiente autoridad para imponerse y siempre
estaría sometida a duras críticas destructivas por
aquellos individuos que estuvieran en desacuerdo con
ella.

NOTA:

El teorema de incompletitud de Gödel fue
especialmente devastador para la jurisprudencia, al cerrar la
posibilidad de construir una teoría ética
universal, coherente y completa, capaz de hacer frente a las
críticas destructivas procedentes de individuos
disidentes. Por consiguiente, al tener que contentarse con
éticas relativistas (limitadas por el espacio y el tiempo,
es decir, conjeturalmente válidas para una época
histórica particular y para una clase social particular,
sin poder asumir verdades definitivamente incuestionables), los
disidentes pueden ser entendidos como legítimos
impugnadores capaces de aportar nuevos enfoques enriquecedores
que eviten que el edificio teórico se haga inmovilista.
Sin embargo, no es difícil prever las consecuencias: dotar
de legitimidad a un disidente en materia de ética viene a
ser similar a dotar de legitimidad a una célula
cancerígena en materia de organización corporal.
Ahora bien, ¿Quién puede, con toda propiedad (por
derecho, poder y sabiduría), decidir si un disidente es
beneficioso o peligroso para la ética universal cuando
actúa contra una ética particular? No el ser
humano, por supuesto.

 

 

Autor:

Jesús Castro

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