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La envidia y su relación con el “mal de ojo” como un fenoméno psicosomática (página 4)




Enviado por Fernando Romero



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

La impotencia e indignación del oprimido despojado, también es lógico, encontró salida por la vía del resentimiento y, en ocasiones, del "pensamiento omnipotente", la envidia por las evidentes e injustas diferencias con respecto a los conquistadores en el poder, y la magia, la brujería en los que se sentían impotentes y temerosos. En otros, por los rumbos de la resistencia y el activismo, en aras de la recuperación de la independencia. Y en otros más, desde el deseo de venganza, dentro de una misma cultura, como en las guerras intestinas. Un producto contemporáneo de esto, son los fenómenos del secuestro y el terrorismo. O sea, son un "mal producto" de la humanidad.

La inconsciencia que inducen la ambición y el "ansia de poder" voraces, estimulan al surgimiento del odio y la envidia e inducen desorganización, destructividad y degradación de lo espiritual; a niveles individual, familiar, comunitario y social, en general. Esto va más allá de la "envidia del pene" o de la "envidia del pecho" y del sexo género. ¿Instinto de muerte?

2.1.7. F) Viñeta de un caso.

"B" es paciente de una colega que está en supervisión. Inicia en tratamiento hace dos años (octubre del 2000), el motivo de consulta es que está muy deprimida y angustiada debido a que le diagnosticaron cáncer en el cuello de la matriz. Su médico le explicó que era consecuencia de un contagio por virus del papiloma humano que no se atendió a tiempo. Ahora tiene 38 años y sigue siendo muy atractiva.

Es la primogénita de cuatro mujeres. Actualmente está divorciada; es madre de tres niñas preadolescentes de 10, 12 y 13 años. La relación con su madre siempre fue y sigue siendo difícil. "Consentida" de su padre, su madre y ella siempre "rivalizaron", "…como que se ponía de celos", a decir de ella misma.

De nivel socio-económico medio alto, empezó a trabajar hacia la edad de 17 años con consentimiento de su padre, "para no estar peleando" con su mamá. En esta experiencia, se enamoró de "Z" un amigo de su jefe, hombre mayor que ella por 17 años, casado y con hijos. Es su primera relación y con él tuvo también su primera experiencia sexual que la llevó a "enamorarse perdidamente". Se volvió muy celosa y se embarazó, con la intención de "forzar a Z" para que dejara a su esposa y se casara con ella. "Z" "decidió" que abortara.

Ella, "por no perderlo" aceptó. Pero quedó muy lastimada: "si sentía que lo seguía amando, pero también lo odiaba… fue horrible la experiencia del aborto". La relación se deterioró y terminó finalmente al cabo de seis años. Paradójicamente, cuando había conseguido que, finalmente "Z" se separara de su esposa. O sea, lo dejó como "Al perro de las dos tortas, sin una y sin otra". A tres meses de haber terminado con "Z", acepta casarse con "W" un antiguo pretendiente de la prepa que seguía buscándola. Procrean a su primera hija diez meses después del matrimonio.

Su relación con "W", nunca fue satisfactoria. No podía evitar estar "pensando que era -Z- con quien estaba haciendo el amor". Poco a poco la dinámica de su relación se torna del tipo víctima-victimario en donde su esposo siempre sacó la peor parte. Poco después que nació su hija menor, "… él quería tener relaciones sexuales y yo no, no me gustaba que siempre olía a alcohol, estuvo insistiendo hasta que accedí y cuando estaba teniendo orgasmo lo llame por el nombre de -Z- sin darme cuenta; él sabía de -Z-, cuando nos peleábamos yo le decía que no le llegaba ni a los talones". "W" se alteró enormemente, incrementó su consumo de bebida que, parece ser ya tomaba niveles claros de alcoholismo desde antes. Y unos días después, "muy tomado" discutieron. "Él se salió de la casa y se llevó a -E-", la bebé, y la "olvida" ó "pierde" no sabe en dónde ni cómo. La paciente dice haber entrado "como en un estado de locura". La buscaron por todos lados y todos los medios. Hasta que lograron recuperarla un mes después.

En breve, decide separarse de "W". Poco menos de un año después de la separación, ella empieza a establecer relaciones varias y efímeras, en las cuales se conduce siempre ejerciendo el control, más bien de manera sádica y rígida, incluso en la forma: "a algunos sólo les permitía penetraciones anales porque a mí me encantaba, procuraba satisfacerme yo, ellos no me importaban… y si se enamoraban, mejor… porque los botaba". Hace poco más de tres años, en su revisión ginecológica, el médico le dijo que notaba algo extraño, que necesitaba practicarle una colposcopía. "X" no le dio importancia y no regresó sino hasta un año después. El médico se alarmó al hacer la revisión y se acordó que hacía un año le había dicho que había que practicarle un estudio, "se molestó y entonces si me asusté". La sospecha del médico se confirma: "X" ha desarrollado cáncer en el cuello de la matriz. Le dice que hay que intervenir quirúrgicamente lo antes posible porque aún se puede detener y le sugiere que asista a psicoterapia.

Inicia tratamiento y trabaja un temor terrible a morir y dejar solas a sus hijas; así como un gran resentimiento con su madre, el duelo no elaborado de la muerte de su padre diez años atrás y síntomas y ansiedades de tipo paranoide. Refiere "gozar mucho las penetraciones de tipo anal" y no haberse cuidado, en ocasiones, de haber terminado con penetración vaginal con las consabidas infecciones que ella misma se trataba.

Tiene claro que se siente culpable de estar enojada con su padre porque murió: "No puedo evitar sentir que me abandonó" y, pues, con una madre que nunca pudo ser empática con ella.

Siente que aún está ligada a "Z": "…fue mi primer amor y siento que lo sigo amando y al mismo tiempo lo odio… me excita recordarlo y sentir al mismo tiempo amor y odio por él…".

A un mes de tratamiento realizó un acting "siniestro": buscó a "Z" poco antes de someterse a la intervención quirúrgica y tuvo sexualidad con él. No mencionó esto en el tratamiento sino hasta dos meses después de su operación. Seis meses más tarde lo vuelve a buscar y se entera, que en efecto, "lo había contagiado". Pero lo culpó a él y le dijo que por su culpa le había dado cáncer y que la habían tenido que "vaciar". Sin embargo, sentía mucho remordimiento por lo que hizo. En su análisis, después se encontró que, a nivel "inconsciente" había querido que se contagiara la esposa de "Z". No sabe si ocurrió.

Acá podemos observar como se degrada la capacidad intelectual y emergen componentes del tipo de pensamiento concreto, dereístico; disminuye la actividad psicológica como podemos deducir con la disminución de las identificaciones que son sustituidas por verdaderas inoculaciones concretas.

Con esta viñeta se puede ejemplificar la posibilidad del fortalecimiento de la teoría de la existencia del instinto de muerte, de su manifestación en términos de envidia destructiva y autodestructiva, disfrazada de celos, como repitiendo el rol de "tercero excluido" en la situación edípica original, pues la esposa de "Z" representa un "subrogado de la figura materna". Asimismo, la propuesta del Dr. Barriguete de la fantasía de "castrar al hombre"; la desorganización por culpa que provoca toda experiencia de aborto, así como una desorganización creciente asociada a la reactivación del afecto de "envidia primaria" de la cual la "envidia del pene", parece una forma bastante organizada y posterior de ese componente. Por otro lado, también se puede pensar en el "recurso" de la somatización, por el aspecto emocional de la enfermedad y su potenciación inconsciente a través de la práctica sexual riesgosa e irracional, como una forma de manifestación de la dilución de la capacidad de representacionar y la posterior simbolización que son funciones yóicas que salvaguardan la preservación de lo cognitivo y las funciones superiores del Yo como lo son el juicio crítico, el juicio lógico, la prueba de realidad, etc., de manera cohesiva e integrada y a las que se puede considerar como centrales para la supervivencia y la recuperación de equilibrios sanos.

CAPÍTULO III

Melanie Klein y los kleinianos

3.1 Concepto de "envidia primaria".

Envidia "primaria" para Klein (1929, 32, 46, 52, 55, 57), basada en el análisis de esquizofrénicos, es una manifestación de la dotación instintiva (temperamento), es innata y requiere del mecanismo de la escisión como una defensa desde el inicio, ya que opera desde el nacimiento. Discernió sus orígenes en etapas muy tempranas del desarrollo en niños de ambos sexos. Dentro de la fase oral, definió: "La envidia oral es una de las fuerzas motoras que llevan a los niños de ambos sexos a querer abrirse paso por entre el cuerpo de la madre y que despiertan el anhelo de conocimiento [impulso epistemofílico] asociado a esto" (Klein, 1932)

Cuando la técnica se vio favorecida para el abordaje de casos de esquizofrenia merced a los conceptos de "posición esquizo-paranoide" e "identificación proyectiva", la comprensión de la transferencia de estos pacientes llamó enormemente la atención hacia el concepto de envidia. Sus fantasías de -entrar en un objeto "bueno" y devastarlo, arruinar sus contenidos, son sobresalientes. Se considera que esta fantasía es una expresión primaria instintiva: del instinto de muerte. Para Freud (1920), el instinto de muerte (tendencia fundamental de todo ser vivo a volver al estado inorgánico) era, "por deflexión" desviado hacia afuera, más o menos al azar, porque la libido salía a su encuentro. Para Klein, los impulsos del instinto de muerte se dirigían específicamente hacia el objeto "bueno", con lo cual se quedaban confundidos los impulsos "buenos" y "malos" y los objetos "buenos" y "malos". Esta situación inevitable para el neonato, tiene que intentar resolverse de inmediato, implicando un esfuerzo, una lucha que dura toda la vida, para diferenciar lo bueno de lo malo, en uno mismo y en el mundo externo. Tal idea kleiniana deja implícita la tarea de un Superyó para la madurez, en el sentido kohutiano de "internalización transmutativa de la ley" (Kohut, 1971) E inclusive, un Superyó para la civilización, en el sentido de una responsabilidad deseable de salvaguarda de todo lo vital y del bienestar común, que pudiera contener la ambición desmedida y el ansia de poder a que parece tender el hombre por naturaleza.

A fines de la década de 1930 y durante la de 1940, los análisis de Klein con esquizofrénicos adultos, le permitieron ver que los problemas y transferencias que observaban eran herencia de las primeras etapas de la actividad psíquica, de los primeros momentos postnatales. Siempre partiendo de las hipótesis freudianas, (deflexión del instinto de muerte al nacer), observó, no obstante, una propensión al parecer innata al conflicto y la confusión, que llevaba al ataque del objeto "bueno" a causa de su bondad por lo cual concibió el concepto de "Envidia Primaria". Este fenómeno se repetía una y otra vez, de las maneras más primitivas, en las transferencias de esquizofrénicos adultos crónicos (Rosenfeld, 1947-1952; Segal, 1950) Y observó, asimismo, ciertos rasgos de esa "envidia primaria" que la diferencian de otros estados psíquicos como la frustración o la rivalidad:

La fantasía (asociada) es innata induce ataques dirigidos al objeto "bueno" a causa de su bondad. La consciencia de separación (self-objeto) que despierta envidia es intolerable; lo cual, a su vez, estimula el surgimiento de una necesidad imperiosa e inmediata de mantener separados objetos "buenos" y "malos" al igual que impulsos buenos y malos del infante. Forma de escisión "normal", que sin embargo se encuentra fracasada en el esquizofrénico; y que la intolerancia al estado de separación dependiente, conduce a una tendencia hacia la confusión (fusión) con el objeto "bueno" (proceso de "identificación proyectiva") que observa los rasgos de la posición esquizo-paranoide: dificultad de alcanzar un sentimiento de realidad y una organización de la personalidad potencialmente narcisista. (Rosenfeld, 1947, mencionado por Hinshelwood, 1989)

En relación con la frustración, no se encuentra la fantasía de atacar al objeto bueno, entrar en él y destruirlo simplemente por ser "bueno", como ocurre en otras formas de ataque y odio, diferentes de la envidia. En esencia, en la envidia no es el odio hacia un objeto frustrante que atesora lo que tiene, ni se desencadena la violencia por sentimientos contra un rival que desplaza y acapara al objeto bueno.

3.2. Envidia y "Reacción Terapéutica Negativa".

Ya en 1919, Abraham había llamado la atención con relación a pacientes difíciles con incapacidad de responder positivamente ante los esfuerzos y habilidades del analista, obstinándose en no dejarse asistir. Y Klein, en 1929, había considerado originalmente a la envidia, desde una perspectiva teórica, como una manifestación de sadismo oral. En 1936, Horney intentaba encontrar la relación entre la envidia y la reacción terapéutica negativa. La envidia es la devastación de algo bueno a causa de su bondad, no porque frustre rehusando su bondad (como argumenta Joffe, 1969) La reacción terapéutica negativa, a menudo surge no porque el analista haya rehusado su interpretación, sino justamente porque la ha dado al paciente. Como si, por (envidia y, entonces) confusión (como defensa ante el dolor "narcisista" de la bondad, capacidad y "conocimientos" del analista), se desplegaran sentimientos malos hacia un objeto bueno.

3.3. Envidia y Esquizofrenia.

En 1952 Rosenfeld empezó a investigar la idea encontrando material clínico de detalle para demostrar la existencia de envidia primaria en un paciente esquizofrénico: "[Al interpretarle] Dijo entonces [el paciente]: -El mundo es esférico-, y prosiguió decidida y tajantemente: -Aborrezco eso porque me siento incendiado por adentro-. Y para explicarlo mejor agregó: -amarillo-, -envidia-. Le interpreté que el mundo esférico me representaba, percibido como un pecho bueno, y que él aborrecía mi ser externo porque le despertaba envidia, a causa de que su envidia le hacía sentir deseos de matarme e incendiarme dentro de él mismo. Por eso no podía conservarme bueno y con vida, y sentía que me tenía como a algo malo y quemante adentro". (Rosenfeld, 1952) Y en 1957 aparece el trabajo de "Envidia y Gratitud" de Melanie Klein.

Comentando sobre la voracidad, en 1952, Klein decía: "Mi trabajo analítico me ha demostrado que la envidia (alternando con sentimientos de amor y gratificación) se dirige en primer lugar hacia el pecho amamantador. A esta envidia primaria se suman los celos cuando surge la situación edípica". Y advirtió que aunque característica de las primerísimas fases (sádico-orales), es responsable de formas de proyección en objetos: "… los caminos por los cuales las persecuciones internas influyen, proyección mediante, sobre la relación con objetos externos. La intensidad de su envidia y su odio [de su paciente Erna] dejaban ver de manera inequívoca que derivaban de la relación sádico oral con el pecho de la madre" (Klein, 1955) Este mismo año, en otro trabajo, presentó la envidia como uno de los motores principales de las fantasías agresivas: "…estas emociones empujan a Fabián a apoderarse de los bienes, materiales y espirituales, de otras personas; lo conducen irresistiblemente a lo que he definido como identificaciones proyectivas" (Klein, 1955) Atribuyó a la envidia considerable importancia como factor que promueve la identificación proyectiva.

La envidia fue uno de los últimos aportes a su esquema teórico. Derivó del trabajo realizado con su ensayo sobre la posición esquizo-paranoide (1946) y de toda la labor que hizo por conservarse apegada a la teoría del instinto de muerte y lo que significaba. Tomó de Freud (1926) la idea del apartamiento del instinto de muerte como un fundamento para su novedosa teoría del Superyó y la severidad del mismo en el niño muy pequeño (compárese con Piaget, 1964), era una prueba clínica del instinto de muerte que se manifestaba como consciencia moral sádica. (Klein, 1933)

3.4. Introyección del objeto "bueno", núcleo estabilizador del Yo.

La introyección del objeto bueno, núcleo estabilizador del yo, proporciona consistentemente satisfacciones básicas de los impulsos libidinales. El yo se integra situando en el centro la representación del objeto bueno y ahuyentando el instinto de muerte, el cual se experimenta como un perseguidor. Para Klein es mucho lo que está en juego en este proceso. Múltiples formas de desequilibrio en los sistemas de proyecciones e introyecciones pueden dejar secuelas desastrosas, propensiones de la personalidad a caer en fragmentación y psicosis en algún momento posterior de la vida (Klein, 1946)

3.5. Envidia y confusión.

Desde la perspectiva del concepto de envidia se encuentra la razón desde la cual entender por qué algunos niños sufren de problemas de integración. Para Klein la causa se encontraba en la confusión (primaria) innata de la cual el bebé no encontraba forma de salir. La envidia implica (y explica) la tendencia a establecer relaciones hostiles con el objeto bueno y no con el perseguidor malo y temido. Justamente el que satisface los impulsos libidinales, es el que se ataca, como por error, pero en realidad porque es bueno. Esta confusión en las relaciones con el objeto en el momento de nacer es genuinamente primordial y la considera innata. Una hipótesis de este tipo (potencial heredado especial que induce la confusión de los impulsos instintivos) guarda cierta coherencia con propuestas psiquiátricas con relación a la existencia de factores genéticos en la esquizofrenia.

En consecuencia, Klein consideró que la envidia era uno de tantos factores constitucionales. Y no le significaba que fuera inmodificable. Resalta en esquizofrénicos que no lograron modificarla. Pero el infante en el curso del desarrollo normal la modifica lo suficiente (organización exitosa de la energía) como para poder nutrirse y alcanzar un desarrollo normal. En perturbaciones mentales graves, se hace evidente que la capacidad para modificarla ha fallado y en algunos trastornos severos se mantiene primitivamente activa.

3.6. Envidia y escisión.

Sobre la base de la tendencia "normal" a atacar al objeto bueno, Klein propuso que el acto primero y necesario del yo era discriminar entre estados psíquicos buenos y malos y objetos buenos y malos. Forma de escisión que se erige como saludable, siempre y cuando no predomine una economía de odio, pues entonces se ve alterada y se fija la confusión entre impulsos y objetos buenos y malos en detrimento de la función de integración.

Si el pequeño no logra salvaguardar al objeto bueno, tampoco podrá introyectarlo adecuadamente, con seguridad y sin daño. No lo separará de los objetos malos de los cuales se siente amenazado e impulsado a escapar. Por lo tanto observará una incapacidad básica para introducir un orden primitivo, en tanto naciente, a sus experiencias. La escisión "normal" consigue separar al objeto bueno del malo en el desarrollo sano, pudiendo seguir su curso hacia la integración del yo cuya base está dada por la representación de un objeto protegido y amado. La envidia, el ataque a personas que poseen ventajas y atributos especiales de bondad, puede ser modulada poco a poco en celos y, finalmente, se logrará una cierta sensación de competencia más eficiente.

3.7. Envidia y ansiedad paranoide.

La envidia se realimenta con diferentes formas de ansiedades paranoides:

  • (1) Introyección forzada: Como consecuencia de la intrusión (proyección) envidiosa del Self en el objeto para ocuparlo y devastarlo, surgen fantasías temibles sobre una incursión de retorno y retaliativa (introyección forzada) que devaste al infante, una vez que este alcance el estadio de objetos independientes, que ya no posee ni están bajo su control omnipotente (representacionados, cuando ya no le resulta inminente recurrir a defensas maníacas) Esta introyección forzada (como la que ocurrirá cuando el bebé se niega a alimentarse por haber atacado al pecho pero se ve obligado a hacerlo por la intensidad del hambre), provoca una inhibición del incipiente reconocimiento de esa condición independiente (que podría ser preliminar al inicio del proceso de separación malheriano)

  • (2) Voracidad: La envidia es una fantasía (para Klein no es propiamente una representación, el neonato "materialmente" desde la forma de "pensamiento concreto" intrusa de "cuerpo entero", por decirlo de alguna manera, en el cuerpo del objeto) de ingreso forzado (por métodos proyectivos) en el objeto bueno y de ataque perpetrados en él, por el solo hecho de su bondad. Si la envidia es intensa, puede engendrarse una fantasía no menos omnipotente sobre una agresión introyectiva (por vía de la cual): se apodera del objeto con violencia dañina y lo destruye a través de una forma violenta (devoradora) de posesión y control. En tales casos, el estado interno permanece insaciado (a fuerza de ser un acto fantasmático) con un apetito nunca satisfecho. La voracidad puede tener por consecuencia una acumulación de objetos dañados (destruidos o despedazados), cada uno de los cuales provoque más ansiedad y hambre de apropiarse de un objeto bueno que mitigue el estado interno que no cesa de empeorar.

3.8. Envidia vs., gratitud.

La contrapartida de la envidia es el sentimiento de gratitud y la experiencia de gratificación lo que la sustenta. La gratitud es el sentimiento específico hacia un objeto fuente de gratificación. La gratitud no es lo mismo que la satisfacción, nace de ella y del disfrute (placer), a diferencia de Freud, para quien los instintos requieren satisfacción de un objeto; el objeto mismo no es más que un apéndice incidental de la satisfacción, mientras no la estorbe: "Si el disfrute tranquilo del amamantamiento es una experiencia frecuente, la introyección del pecho bueno se produce con relativa seguridad. Una gratificación plena con el pecho significa que el infante siente haber recibido de su objeto amado un don singular que desea conservar. Esta es la base de la gratitud" (Klein, 1957)

3.9. El objeto, intrínseco a la pulsión

Para Klein el objeto es, al menos, tan importante como la pulsión, lo consideró, en realidad intrínseco a ella. Por eso es experimentado de una manera muy específica: la percepción de un objeto disponible, que se da libremente despierta cuidado, consideración y gratitud hacia el objeto mismo como parte del instinto de vida. La envidia se dirige sobre el objeto que proporciona satisfacción y eso la diferencia del ataque al objeto que frustra. El sentimiento de gratitud hacia el objeto, caracteriza la teoría de las relaciones objetales y constituye un sentimiento de amor y aprecio que alcanza significado trascendental en la posición depresiva, en la dinámica de la relación con un objeto integrado y luego total.

3.10. Mecanismos de defensa contra la envidia.

Los que caracterizan la posición esquizo-paranoide: escisión, idealización, desmentida y omnipotencia. De manera sutil: "A menudo se observa una mezcla de la expresión efectiva de envidia y defensas. No siempre es posible decir si una reacción es un ataque envidioso o si es una defensa" Joseph, 1986) Específicamente de la envidia:

  • (1) confusión: "Caer en confusión con respecto a si un sustituto del objeto original es bueno o malo contrarresta en cierta medida la persecución, así como la culpa que se siente tras haber atacado y devastado al objeto primario por envidia" (Klein, 1957);

  • (2) huída respecto del objeto: "La huida desde la madre hacia otras personas, admiradas e idealizadas a fin de evitar sentimientos hostiles hacia ese objeto envidiado por excelencia, el pecho" (Klein, 1957);

  • (3) desvalorización del objeto: "El objeto que ha sido desvalorizado ya no necesita ser envidiado" (Klein, 1957);

  • (4) desvalorización del Self: "… toda vez que exista peligro de rivalidad con una figura importante… (si) desvalorizan sus propias dotes, consiguen desmentir la envidia y, al mismo tiempo, castigarse a causa de ella" (Klein, 1957);

  • (5) internalización voraz del pecho, con la consecuencia de que: "… en la mente del niño este pasa a ser su entera posesión, que controla por completo, con la sensación de apropiarse de todo lo bueno que le atribuye" (Klein, 1957);

  • (6) la envidia puede ser proyectada: "Un método frecuente de defensa, consiste en despertar la envidia en otros por el éxito, las posesiones y la buena suerte que uno tiene, invirtiendo así la situación" (Klein, 1957);

  • (7) la sofocación de sentimientos de amor y la intensificación correspondiente del odio: "… son menos penosos que soportar la culpa que nace de la combinación de amor, odio y envidia. Esto puede no expresarse como odio sino tomar el aspecto de indiferencia" (Klein, 1957);

  • (8) esta es una defensa que opera de manera específica para evitar que se elimine una división que hasta ese momento contrarrestó la envidia. Descrita originalmente por Rosenfeld (1952), constituye "… una actuación empleada para evitar la integración" (Klein, 1957);

  • (9) la segregación de la envidia, que trae por resultado un vaciamiento del yo: se trata en realidad de una identificación proyectiva (Segal, 1962)

3.11. La identificación proyectiva.

En 1946, Klein definió la identificación proyectiva como el prototipo de la relación objetal agresiva, que representa un ataque anal (con heces y gases) a un objeto por la vía de insertarle partes del yo (Self) a fin de apoderarse de sus contenidos o de controlarlo; ocurre en la posición esquizo-paranoide desde el nacimiento. "Fantasía alejada de la consciencia", supone la creencia de que ciertos aspectos del Self están localizados en otra parte, provocando una sensación de vaciamiento y debilitamiento del sentimiento de sí mismo y la identidad pudiendo llevar hasta la despersonalización; puede provocar profundos sentimientos de extravío o una sensación de aprisionamiento (dentro de otro)

Con el paso del tiempo, la envidia en los desarrollos de la teoría kleiniana ha sido desplazada a un segundo término por la identificación proyectiva. Y, ésta, ha sido objeto de una considerable ampliación, sin embargo, sin aportes trascendentes.

3.12. Confusión Self-Objeto.

Uno de los efectos más primitivos e inmediatos de la confusión de impulsos hacia el objeto "bueno" es la disolución de los límites entre el Self y el Objeto.

La fantasía que induce la envidia supone incursionar en el objeto y apoderarse de él para devastarlo. La omnipotencia que refleja esta fantasía destruye la condición independiente del objeto y, entonces, el dolor de envidiarlo. Rosenfeld (1965) encontró y reportó esta confusión omnipotente Self-Objeto en diversas formas de perturbación grave.

3.13. Envidia y narcicismo.

Conforme la destrucción del vínculo con un objeto "bueno" avanza en la fantasía, surge un estado narcisista omnipotente que puede organizarse (fijarse) como una estructura narcisista de la personalidad (Rosenfeld, 1987)

Klein no profundiza en su trabajo de 1957 acerca de los sistemas de fantasía del narcisismo. Hace hincapié en los detalles de observación de las defensas y expresa así una elaboración de la posición esquizo-paranoide. Y tratándose de un estado del yo, es una posición narcisista.

Segal, 1983, la llama justamente así: "la posición narcisista": "El hallazgo del objeto se convierte en una experiencia radicalmente frustrante solo si el sujeto desea ser el objeto en lugar de tenerlo… la intolerancia a las relaciones objetales implica envidia, y toda teoría que defina las relaciones objetales como frustrantes introduce subrepticiamente la envidia en la teoría" (Etchegoyen, 1987)

La envidia es un ataque a las mismas relaciones objetales, destinado a preservar la omnipotencia y la idealización del propio Self, no es simplemente un ataque al objeto a causa de su conducta que frustra. "Envidia y narcisismo se relacionan estrechamente como las dos caras de la misma moneda". (Etchegoyen, 1987)

3.14. Envidia e Instinto de Muerte.

Rosenfeld (1971), expuso con detalle una considerable cantidad de pruebas clínicas del instinto de muerte operando dentro de las relaciones objetales internas. Describió un objeto interno, el cual, como una banda mafiosa, domina e intimida a las mejores partes de la personalidad e idealiza la agresión y la destrucción.

Había descubierto este tipo de objeto interno (representación o estructura en un sentido epistemológico) en pacientes fronterizos. Localizó una vida de fantasía concerniente a un conflicto interno en que el instinto de muerte sigue siendo una fuerza poderosa que idealiza las partes malas del Self, sus impulsos y los objetos "malos" con los cuales se asocia.

Estos estados segregados de fenómenos cuasi-psicóticos fueron ampliados por Sydney Klein (1980), quien expuso fenómenos autistas aún en neuróticos y los recondujo a objetos internos que sobreviven como emparedados, rodeados por un caparazón.

Esta organización psicótica interna la retomó Steiner (1982), quien mostró la índole perversa de ciertos vínculos internos. Ya en 1971 y 75, Joseph había descrito manifestaciones clínicas del instinto de muerte en la forma de perversiones.

Específicamente, de una perversión del carácter (en contraposición a las perversiones sexuales) en la cual los aspectos destructivos están solapados, a menudo ocultos bajo el disfraz de aspectos buenos del Self y de relaciones objetales buenas.

La índole perversa impregna la transferencia y es en extremo importante en pacientes gravemente perturbados.

CAPÍTULO IV

Investigaciones afines recientes en psicoanálisis

En el lenguaje común, la gente tiende a hablar de enfermedades de la "pasión": maniáticos sexuales; enfermedad de "bajas pasiones", estar enfermo o lleno de "odio", de "ambición", de "ansia de poder".

En relación con las enfermedades por la pasión, se alude a disfunciones y padecimientos relacionados con la forma del ejercicio de la conducta sexual. Freud (1915) investigó exhaustivamente al respecto, creando la Teoría psicoanalítica de las neurosis: "estasis de la libido" por represión e inhibición, da lugar a síntomas como la anorgasmia, la impotencia, fantasías perversas, ciertas actitudes promiscuas, y cuadros neuróticos complejos como las histerias y la obsesión-compulsión. Ésta última por "necesidad" de "control" y "autocontrol" de impulsos y afectos, y dentro de éstos, principalmente los agresivos. Por otro lado, también sentó las bases para investigaciones, algunas de las cuales todavía no son abordadas. Pero que permitieron observar que las pasiones se desbordan o "se salen de control" por "des-neutralización de las energías instintivas" (Hartmann, 1964), cuyo riesgo implica una "mezcla" de energías que fueron ligadas pero que se separaron de sus representaciones regresando a no-ligadas o des-ligadas y que abren todo un abanico de posibles manifestaciones atípicas ó enfermas en la personalidad del ser humano.

Con relación a las enfermedades por el odio, la gente alude o se refiere a las dificultades propias de la relación humana, dentro de la subjetiva y compleja dinámica de la ambivalencia amor-odio. Esto demanda un esfuerzo constante y sistemático por preservar el equilibrio entre esas fuerzas, y, en el mejor de los casos, el predominio del amor sobre el odio. Una lucha interna provoca ansiedades de tipo persecutorio e induce actitudes de desconfianza, suspicacia e híper-alerta que motivan defensas y conductas agresivas de ataque que, en un momento dado, trascienden lo intrapsíquico y se manifiestan en la conducta propiamente tal: perseguir en lugar de ser o sentirse perseguido; agredir, adelantándose a la posibilidad de ser agredido y, después, tener que afrontar y enfrentar la tristeza, la depresión por la pérdida y/ ó el remordimiento, la culpa, de saberse el causante de la propia soledad. Klein (1935-1957) llevó esta dramática interna hasta la condición de Teoría psicoanalítica de las relaciones objetales, desde la cual se ha podido derivar, también, la Teoría psicoanalítica de las psicosis; y en ésta, afectos e impulsos como la envidia y la voracidad, son inductores de todo un mundo interno fantasmático, mismo que en el contexto de la enfermedad, se aleja de ser una representación fidedigna o coherente de la realidad exterior.

Respecto a las enfermedades por la ambición, las personas parecen aludir a elementos de la naturaleza humana y la realidad: la preocupación existencial entre "el ser y la nada", que están alcanzando su nivel más crítico en la realidad contemporánea, de sobrevaloración de la competitividad y el equiparamiento entre el "ser" y el "tener", que se asocia a la sensación de "baja autoestima" cuando las carencias materiales y acusadas diferencias en relación con el acceso a satisfactores, se "convierten" en parámetros de "valor humano" y que ante la rigidización de las estructuras en las jerarquías de "pudientes" o poseedores de la riqueza, a empujado a los menos agraciados hacia los brazos de la envidia, el resentimiento, la impotencia y ha orillado a la delincuencia, la violencia o a la exacerbación de autodestructividad y búsqueda de atenuantes en el consumo, uso y abuso de enervantes, como algo precedente a la dilución de los valores; que finalmente induce sensaciones de "vacío existencial". Aquí encuentran sustento psicológico la teoría del materialismo marxista, y las existencial-filosóficas como las de Heidegger y Kierkegaard, y las que otorgan base a la psicología de Frankl (1952), Boss (1959) y Binswanger (1973), entre otros, con la Teoría existencialista de la personalidad. Y, dentro del modelo psicoanalítico, la Teoría psicoanalítica del self de Heinz Kohut (1950-1978), la cual concibe al Self, con el status de estructura, conteniendo a las estructuras freudianas Yo, Ello y Superyó. La falta de cohesión en la estructura del Self, se asocia con el problema de labilidad en la autoestima.

4.1. Las nuevas ideas acerca del concepto de representación.

Por último, en relación con las enfermedades por el "ansia de poder", las personas se refieren también a un problema que en la época actual ha tomado dimensiones graves: una necesidad de dirigir, someter y controlar a otros sin miramiento ni consciencia alguna sobre la necesidad y el derecho de todo ser humano por tener un narcisismo propio. El deseo de un poder ilimitado e irracional, corre parejas con la enfermedad de la ambición, y juegan un papel central en la "necesidad" voraz y siniestra de estar "por encima" de los demás y tener en las propias manos las decisiones de sus destinos. Evidentemente, sin ninguna consciencia, ni miramiento alguno por el respeto y la preservación de la vida y la ecología. Situación que ha llevado a una dinámica social-mundial de corrupción y degradación de los valores, que ha infiltrado las instituciones. Quizá a eso se deba que padezcamos actualmente de ausencia de liderazgos verdaderos y narcotización de las economías más importantes del planeta. De manera tal, que las varias conflictivas de nuestro tiempo, demandan ser objeto de la preocupación, trabajo e investigación de grupos interdisciplinarios, como puede deducirse desde la perspectiva de la Epistemología de las totalidades. Paradójicamente, en la nación más poderosa del mundo, están surgiendo nuevas perspectivas: la Teoría de las inteligencias múltiples (Gardner, 1999), la Teoría de la mente representacional (Perner, 1990-1994), el ya no tan nuevo modelo de la Administración por participación, la Teoría matemática del caos, etc.; y cierta "consciencia" de la necesidad de atacar problemas a todos los niveles, de "integrar" perspectivas y modelos, que hasta hace un par de décadas parecían inconciliables. Quién se iba a imaginar, que los psicólogos cognoscitivistas norteamericanos iban a interesarse por los postulados ¡kleinianos! Ojalá sea indicio de consciencia de responsabilidad y compromiso honesto de trabajo incluyente.

4.1.1. Representaciones "cosa" y representaciones "palabra".

Freud en sus trabajos "Acerca de la concepción de las afasias" (1891) y el Proyecto de psicología para neurólogos (1895–1950) introdujo el concepto de representación: "representaciones híper-intensas" o que son sobre-investidas; "representaciones cosa", de la cosa en sí misma no simbolizada o situación traumática que hace fracasar los recursos intrapsíquicos, provocando la dilución de la capacidad de simbolización.

Las "representaciones cosa" preceden a las "representaciones palabra". O son su contrapartida, si reflexionamos su relación a trasluz de la nueva teoría de las representaciones (Perner, 1989), en la cual, siendo el lenguaje la forma de simbolización por excelencia, las "representaciones palabra" corresponden al ámbito de las "metarrepresentaciones" cuya característica principal supone la capacidad de pensar la mente como sistema de representaciones y, por ende, la capacidad de diferenciar los "sentidos" de los "referentes" (Perner, 1994) Las "representaciones cosa" son, para Freud, significantes pre-verbales que ocurren según las leyes del proceso primario, como los sueños figurabilizados, por lo tanto, están sometidas a la condensación y al desplazamiento y no necesariamente a la simbolización, por lo tanto son inconscientes. Desde aquí el cuestionamiento que le hace a Stekel (1909), ante su propuesta de poder prescindir de las asociaciones libres y las "ocurrencias", pudiendo interpretar los sueños sólo a partir de los símbolos.

Cuando las "representaciones palabra", se integran a partir de los restos diurnos (en la "claridad" del desarrollo posterior) y constituyen residuos recientes y "actuales" de percepciones, son tratadas como "representaciones cosa", no expresan pensamientos, ni se asocian a la verbalización y a la toma de consciencia.

Freud define las "representaciones cosa" como una catexis, no de imágenes mnémicas directas de la cosa, sino al menos "huellas mnémicas" más alejadas, derivadas de aquellas. (Laplanche y Pontalis, 1968)

Separaba las representaciones de los afectos: las representaciones eran susceptibles de ser reprimidas, los afectos podían ser suprimidos.

Las "representaciones palabra" (1895) enlazan la verbalización y la toma de consciencia: una "huella mnémica" puede adquirir el "índice de cualidad" específico de la consciencia, asociándose a una imagen verbal. En 1915 retoma: "La representación consciente engloba la representación de cosa más la representación de palabra correspondiente, mientras que la representación inconsciente es la representación de cosa sola". (Freud, 1915)

Con la concepción de La Mente Representacional de los psicólogos cognitivos y las investigaciones de Piaget, se puede ampliar la idea freudiana de las "representaciones cosa" equiparándola con las formas de "representación primaria" de Leslie (1987-1988) y la de representaciones de "modelo único" de Perner (1986-1990); estos investigadores coinciden en que, somos capaces desde el nacimiento, de desarrollar representaciones. Por tanto, en efecto, son formas de representación inconsciente, pre-reflexiva y pre-verbal que coinciden con la concepción freudiana de la "representación cosa" o de la "situación" y se "archivan" en la "memoria episódica" (Perner, 1990) Se regirán, en efecto, por las leyes del proceso primario y desde la economía del principio del placer. Y, probablemente, existen formas de "representaciones situación", en las cuales los afectos, constituirán la "figura" central de la inscripción en la memoria. Las "representaciones cosa", dijo Freud "… no se refieren a percepciones visuales en contraposición con percepciones auditivas… son catexis…" o sea, afectos y emociones que se asociaron a la imagen mnémica de la experiencia. Es lógico pensar que no hubiese sido "la cosa misma" lo trascendente a ser percibido, sino lo que significó en materia afectivo-emocional, producto de una pérdida momentánea del equilibrio o la aquiescencia, como lo son los cambios bruscos de temperatura, la sensación de vacío por hambre que despierta al neonato; la sensación de calidez de la leche en la laringe, los contactos táctiles cariñosos, generalmente, contingentes a palabras proferidas con afecto por las madres, pero también las experiencias más drásticas de cólico, ruidos demasiado fuertes, molestias por el dolor que provocan las rozaduras, etc. En este sentido el sistema de representaciones de tipo primario de Leslie y de modelo único de Perner, deberá de ser rico en emociones y se verá estimulado por diferentes canales de percepción, según el órgano de los sentidos a través del cual accedan: cenestésicas, vestibulares, auditivas, visuales, táctiles, olfativas o gustativas. Más aún, es probable que exista una especie de "centro" del sentido del afecto, que sería justamente aquel por vía del cual un bebé registra el rechazo más o menos sutil de una madre ambivalente, más o menos brutal de una madre esquizofrenogénica, como precedentes a la "necesidad" de "defenderse", y que son preliminares a problemas como el eczema o el autismo, por ejemplo.

En un segundo nivel de esta perspectiva del desarrollo de la capacidad representacional, los bebés alcanzan la capacidad de trascender las formas de "representación primaria" o de los "condicionamientos" del tipo capacidad de asociación de las relaciones causa-efecto, evidenciando un cierto grado de "comprensión" que los habilita para avanzar hacia la capacidad de "transformar" (Piaget, 1964), en cierta medida, algunos aspectos de la realidad propositivamente (ellos mismos están en proceso de transformación), actuando tras la persecución de ciertos fines o metas, por medio de conductas coordinadas e incidiendo en las conductas de sus madres. Es la época en que, aún sin poder hablar, "entienden" muchas de las palabras, porque ya entienden más de las reacciones y actitudes, gestos y estados afectivos. Manipulan a las madres y sus ansiedades, con cierto "provecho": vomitando ó reteniendo el alimento en la boca, reteniendo sus deposiciones, etc., y "observando" la reacción materna. Además, son "capaces" de, después de haberse alimentado, chupar un chupón y entretenerse haciéndolo, sin "esperar" obtener alimento de él. Es decir, discriminan ciertas situaciones y ciertas funciones de otras. Y no se equivocan, no confunden. Lo que pasa es que están pasando, después de haber optimizado, (como deduce Piaget según su concepto de "reacciones circulares" dentro de la dinámica "asimilación-acomodación"), del nivel de funcionamiento con "representaciones primarias" o de "modelo único" al de "representaciones secundarias" o de "modelos múltiples". En este nivel, el de representaciones secundarias, podríamos situar las "representaciones palabra" de Freud que no son equiparables al proceso de simbolización. Otra forma de verlo es que ya piensan propositivamente y empiezan a experimentar esa función con razonamientos que, probablemente, pudieran ser del tipo: "si yo hago esto, mamá va a reaccionar así". Después de todo, desde alrededor de los tres a cinco meses nos sorprendieron porque cuando tenían hambre lloraban o gritaban y al acercarnos hacían movimientos con la boca como mamando, o queriendo decir: "tengo hambre". Con este avance, se abre una amplia gama de posibilidades para drenar emociones: "si me siento enojado con mamá, puedo provocarle malestar al preocuparla con tal actitud: el rechazo del alimento por ejemplo. De ser así, aquí estaría "naciendo" la función de prueba de realidad: discriminación interno-externo, self-no self, realidad-representación. En este sentido, si no se puede justificar la idea de la existencia de representaciones de los afectos propiamente tales, tampoco se las puede separar (sin un alto costo) de los contenidos ideacionales como ocurre con el "aislamiento afectivo". Toda representación idea o imagen estará inextricablemente asociada con una emoción lógica y coherente con lo que fue la vivencia que se registró o inscribió en el inconsciente pre-reflexivo u originario (Bleichmar, 2001) Asimismo, se puede esperar que nos estuviéramos acercando a encontrar una continuidad lógica e integrativa entre las diferentes formas o grado de complejidad creciente de las representaciones, el desarrollo desde la perspectiva de las diferentes funciones del yo, la organización de los afectos concomitantes y su relación tanto con las necesidades fisiológicas y de relación de objeto, como con el desarrollo de las diferentes capacidades cognoscitivas e intelectuales.

El tercer nivel del desarrollo, lo sitúa Perner en el momento en que el niño toma cierta consciencia de que el mundo real es susceptible de "ser pensado". Es decir, es diferente en su concepción fantasmática virtual pensada, del mundo externo, real, concreto y tangible.

Apoyándonos nuevamente en Piaget, sería desde la pérdida de un equilibrio inductor, por ende, de displacer, lo que obligaría a tomar consciencia de la realidad como frustrante, que confronta con las propias limitaciones, dependencia y desventajas en relación con la rivalidad edípica freudiana, y la cada vez más invasiva, experiencia de excitación erótico-genital. La cual, no obstante, el pequeño deseante, "descubre" pronto que cuenta con el recurso de la fantasía, en cuya dinámica puede derrotar al padre y poseer sexualmente a la madre, como en una suerte de acción "reversible" (Piaget, 1964), pues solo ocurre justamente en la fantasía.

El niño estaría utilizando "representaciones" para "representacionarse" ciertas situaciones que pudieran generarle gratificación sin "consecuencias", por lo menos directas, si se me permite considerar que las neurosis, podrían ser unas consecuencias indirectas. Es decir, resultado de una falla, como caer en el propio engaño. Esto querría decir que los niños de estas edades se "mueven" (acción mental) en relación con una especie de "conocimiento" ya sea racional o entre racional e intuitivo, de que la mente es un sistema de representaciones y no la realidad misma. Si pensamos las cosas así, implicaría que el niño de entre tres y cuatro años, el niño edípico, puede utilizar su mente sin detrimento mayor de su relación con la realidad y sus objetos. Por otro lado, pero en la misma línea, también se puede pensar que el "Complejo de Edipo, es una falla o confusión. Kohut lo pensó así con respecto a la anempatía de los padres o del medio; agreguemos que, además, con una alteración de la capacidad para discriminar cabalmente la diferencia entre la realidad y la fantasía, como consecuencia de la inexperiencia o el exceso de excitación por cuestiones de temperamento heredado; después de todo, apenas se está echando a andar la capacidad "metarrepresentacional", y esta es estimulada, además, por las "necesidades" y excitación que induce el deseo. Esto implicaría un desvío o detenimiento del proceso en el cual debe desembocar la capacidad metarrepresentacional rumbo a la simbolización.

No negamos el postulado kohutiano de que el Complejo edípico pudiese ser resultado de la anempatía de los padres. Al contrario, la probabilidad es alta porque ¿quiénes no arrastramos pendientes de naturaleza edípica? Todos los padres estamos predeterminados en ese sentido por nuestra propia experiencia infantil de pasaje por la etapa edípica.

Es evidente el grado de complejidad creciente de la ya inminente necesidad de integrar las diferentes esferas de lo psicológico humano: lo impulsivo-instintivo, lo cognoscitivo-representacional, lo afectivo-emocional, lo psico-fisiológico y lo psico-somático, con lo relacional-interpersonal e intersubjetivo, lo social en el seno de una cultura que contiene la moral, lo deseable o lo perfecto, dentro de la concepción del término "civilización", en aras de la evolución y la supervivencia de la especie. No se puede soslayar el hecho de una creciente preocupación en relación con la necesidad de restitución de todo lo ético y lo moral. Sólo así se podría detener la destrucción ecológica y la amenaza de posible desaparición de la especie humana, sin caer en totalitarismos ni el establecimiento de sistemas de control coercitivos y robotizantes.

4.1.2. Ensayo de integración.

De "representaciones primarias" o de "modelo único", producto de registros e inscripciones en las "memorias procedimental y episódica" o emocional, -lo que son las estructuras del inconsciente pre-reflexivo u originario-, de actividad resultante del ejercicio de la "inteligencia sensorio-motriz", conductas que se trascienden a sí mismas por vía de las "reacciones circulares", el neonato avanza, en la organización emocional y el desarrollo de las capacidades cognoscitivas, en el contexto o a partir de unas capacidades innatas de relación e intercambio afectivo con el objeto, el cual complementa la limitación de la forma de representación primaria, realizando por el sujeto el papel de alter-ego según funciones del pensamiento y como "continente" de reacciones emocionales e impulsivo-afectivas, que le permiten internalizar dichas funciones al sujeto y desarrollar la capacidad para realizar "representaciones secundarias" ó de "modelos múltiples", a través de las cuales el bebé, logra aprehender a archivar y acceder a la información que se refiere a experiencias. Piénsese en el bebé de tres-cuatro meses, que según Klein, es capaz de integrar el objeto parcial en un objeto ambivalente. Ya discrimina perfectamente el biberón o el pecho del chupete y les da trato en consecuencia. En cuanto puede caminar se amplía enormemente el horizonte de potencial ejercitación de los muchos esquemas de acción que ya se han visto altamente enriquecidos por las reacciones circulares secundarias y terciarias. Finalmente, acercándose a los cuatro años, son capaces de metarrepresentacionar: acceder a la memoria de lo pasado (desde imágenes de gratificación erógena y afectiva con el pecho y luego con la madre), representarse cosas que no son reales pero que pueden ser deseables, tanto potencialmente hablando, como más o menos predecibles del tipo: "un día voy a ser tan grande como papá", y hasta representaciones erróneas del tipo: de la dificultad de discriminar un sueño de la realidad en el momento de despertar. Todo esto, pudiendo gradualmente pensar y percatarse de la diferencia entre realidad interna y realidad externa y pudiendo discriminar sentidos de referentes, lo cual permite deducir que se da cuenta cabal de que la mente es un sistema de representaciones.

Entonces, puede fantasear eróticamente con la madre y tener claro que es algo que no existe en la realidad. Simultáneamente puede representarse confrontándose y triunfando sobre la figura del padre, incluso pensar que en el futuro, cuando sea tan grande como él, será factible tal triunfo. Asimismo, podrá imaginarizarse en la situación opuesta, derrotado, con temor de retaliación, angustia y persecución en relación con la intención de protección y salvaguarda de la integridad de su pene, lo que manejamos como "angustia de castración". Y que, no obstante podemos pensar que puede, a su vez, "mentalizarlo" y discriminar que no son "hechos" en sí mismos, de ahí que la experiencia edípica no tenga por qué ser un "Complejo" propiamente tal si se logra su simbolización. Aunque hoy día parezca remoto, deben haber existido personas que verdaderamente pudieron "resolver" su propio Edipo, tanto como que hoy pareciera que nadie la libra, y no por involución sino porque, en gran medida, se ha deteriorado la función "organizadora" de la personalidad de la experiencia edípica.

4.2. Arnaldo Rascovsky

Poco crédito se le ha otorgado a este autor con respecto a su teoría del psiquismo fetal. Sin embargo, podemos notar la influencia que logran imprimir sus ideas en algunos psicoanalistas de la talla de José Luis González Chagoyán, dado que transmite una cierta sensación de continuidad con el modelo kleiniano. Y más recientemente, de manera sutil quizá, en Juan Vives y cols. (1991, 1992) por su coherencia con la teoría del apego. Vives menciona, desde el fantasear incrementado de la embarazada, futura madre, hacia el final del embarazo y como preparación emocional ante la inminente separación por la cercanía del parto, la reactivación de fantasías relacionadas con la posibilidad de daño o muerte, tanto de ella como de su bebé, y su contrapartida: las fantasías de un bebé maravilloso, "…un verdadero niño dios", mismas que pueden tornarse altamente persecutorias porque provocarán envidia y podrían intentar dañarlo a través del "mal de ojo". Y observa Vives al respecto: "…maligno movimiento mental gracias al cual, a través del pensamiento omnipotente, puede llegar a dañarse irremediablemente a la persona envidiada". Aclarando, enseguida como para que no quede duda de su postura: "…en este tipo de actividad fantasmática está operando la gestante desde un tipo de regresión yóica que le ha remitido a fases superadas desde hace mucho tiempo, en las cuales la pequeña niña pensaba que su pensamiento y su gesto eran omnipotentes y poderosos" (la cursiva es mía) La verdad es que toda fase "superada" puede ser objeto de regresión ante desequilibrios y alteraciones emocionales de diferente magnitud e intensidad. Más fácilmente entendible desde la teoría kleiniana de las posiciones.

Hace poco Julio Granel, psicoanalista argentino, elaboró un artículo relacionado con las ideas de Rascovsky. Sintetizando, lo cataloga como:

  • poseedor de una "intuición genial". Rascovsky hablaba de un "yo fetal", el cual:… se iba estructurando en una relación irrestricta a la manera de las Identificaciones Primarias con los contenidos del ello fetal, y (éste)… es portador de las -proto-fantasías- heredadas y de los patrones genéticos. [Para Rascovsky esos contenidos del ello]… constituyen el ideal del yo fetal que son imágenes luminosas bidimensionales, -objetos ideales-, en el sentido del eidón platónico. El -yo fetal- así constituido a través de este proceso ininterrumpido de transcripción, sería el -yo ideal- del neonato. En el -yo ideal- del neonato se van "materializando" contenidos, corporizando y adquiriendo tridimensionalidad. Sólo después del trauma del nacimiento se logrará la tetradimensionalidad a través del contacto con los objetos externos (pantalla de los internos) y con la aparición de la palabra (desarrollo del lenguaje y diferenciación del preconsciente), que con su sonido proporciona la dimensión -tiempo-.

  • El nacimiento instaura para Rascovsky, "la represión primaria", "constituyendo una barrera muy fuerte para el pasaje de los contenidos fetales al yo y al ello post-natales. Cuando esos objetos ideales -prenatales- se filtran, producen el efecto de lo siniestro; y, a veces, lo maravilloso. […] La percepción por parte del -yo fetal- se debería a un fenómeno óptico, por el funcionamiento de la –glándula pineal-, representante de un -tercer ojo- filogenético internalizado, presente en vertebrados inferiores. (Granel, 1995)

Con las investigaciones contemporáneas de las neurociencias, hoy se sabe que el sistema pineal tiene conexiones con la retina y el hipotálamo, y que estímulos lumínicos que no llegan a los centros corticales de la visión, desencadenan la secreción de melatonina, hormona que regula el ritmo circadiano y ciertos funcionamientos neuroendocrinos. Pero, veamos algo más de las nuevas neurociencias.

4.2.1. Bases biológicas de la identificación.

A diferencia de la imitación (fenómeno que ha maravillado a los investigadores cognoscitivistas por lo temprano que han detectado experimentalmente esa capacidad), a decir de Bleichmar, (2001), "… la identificación está impulsada por el deseo… el -otro- constituye un ideal, el sujeto anhela tener los rasgos de ese ideal -papel del narcisismo en la identificación-". Pero nuestra propuesta es que el narcisismo es una forma de defensa contra la "envidia primaria". Veamos lo que dice Bleichmar:

  • El neonato… desea mantener una estrecha relación con el objeto libidinal, porque necesita desmentir la separación. La identificación lo hace posible porque… crea una comunidad con ese "otro". La desmentida, entonces, fortalece el vínculo en el contexto de una relación bipersonal. Trasciende la motivación que para el sujeto puede tener desde la posibilidad de desarrollar una representación de sí mismo (self) o lo que desea ser. La identificación se convierte en instrumento intersubjetivo que busca algo en el otro, en el psiquismo del otro, que sea ese -otro- el que otorgue -ser- al sujeto, al verlo como un igual. […] El psiquismo se desarrolla no solo en la intersubjetividad, sino para la intersubjetividad, para asegurar al sujeto mantener la relación con el "otro". Esto constituye un avance respecto de modelos anteriores que consideraban que el sujeto se desarrollaba por progresión exclusiva de algo interno. El psiquismo se organiza a partir de la relación de objeto y en aras de la relación con el objeto u -otro- interpersonal:… al servicio del otro y… orientado a movilizar algo en ese otro, para influenciarlo afectivamente. Ahora ya no tenemos que conformarnos con la explicación de este proceso solo desde la noción del deseo. (Bleichmar, 2001)

4.2.2. Las "neuronas espejo"

Por otro lado, también como aporte de las neurociencias, se ha descubierto que hay en la corteza cerebral un grupo de neuronas que se encargan de descargar impulsos cuando se observa a otro realizar un movimiento, que el sujeto repite internamente. Estas neuronas forman parte de un sistema "percepción-ejecución", de manera que la simple observación de movimientos de la mano, la boca o el pié, activa las mismas regiones específicas de la corteza motora, como si se estuvieran realizando esos movimientos (Blakemore & Decetey, 2001), aunque esa activación motora no se convierta en movimiento visible, actuado.

De esta manera, se piensa que "… la evolución parece haber asegurado… las bases biológicas para favorecer los procesos de identificación esenciales para garantizar que el infante y (la madre) el cuidador(a), se -encuentren-,… que los caracteres del segundo puedan pasar a ser parte del primero; […] para que los movimientos del lactante puedan resonar en (la madre) el cuidador(a), quien pasará a sentirlos como propios" (Bleichmar, 2001) Ahora los investigadores sospechan, con fundamento, que "… este sistema integra un circuito que hace posible atribuir-entender las intenciones de los otros, que daría sustento a la teoría de la mente -suponer en el otro- intenciones". Las acciones, entonces, van acompañadas por la "captación" de las intenciones que impulsan su realización: "… cada intención queda asociada a acciones específicas que le dan expresión, y cada acción evoca las intenciones asociadas". (Bleichmar, 2001)

Cuando el objeto: la madre, cuidador(a), o algún observador que el neonato percibe, realizan una acción, por medio de la actividad de las neuronas espejo, ocurre en el cerebro del (bebé) sujeto que observa, la acción equivalente, como en realidad virtual. De ahí que el sujeto atribuya al objeto, la intención que tendría la acción si la realizase él mismo. Por tanto, "… la proyección (y las identificaciones: proyectiva e introyectiva) es estructural o estructurante, (fundante) en la intersubjetividad y no mero proceso defensivo". (Bleichmar, 2001)

Es un hecho comprobado experimentalmente, que son percibidos "… ciertos estado emocionales del otro, haciendo resonar estados equivalentes en el sujeto, y que -contagia-, -entona- y -genera-… mímica similar". (Hess & Blairy, 2001) La amígdala cerebral interviene en el reconocimiento de caras y de voces que expresan estados emocionales; asimismo en la coordinación entre modalidades visuales y auditivas de reconocimiento. (Dolan, Morris y Gelder, 2001) Es decir, reconocemos las emociones en otros, porque generamos representaciones internas somato-sensoriales, que simulan cómo el otro sentiría cuando despliega cierta expresión facial: "la observación de una cara expresando emociones, activa las áreas somato-sensoriales que corresponden en el observador a (las mismas) emociones". (Bleichmar, 2001) Pero, en realidad, Freud (1895), intentó demostrar esto desde el "Proyecto de Psicología". Quizá ahora "… los tiempos están maduros para un intercambio fructífero entre Psicoanálisis y neurociencias, intercambio y no-reabsorción de una disciplina por la otra". (Bleichmar, 2001)

4.2.3. "Trayendo agua a mi molino".

Con los descubrimientos arriba expuestos de las neurociencias, y las corroboraciones experimentales de los investigadores cognoscitivistas, se están sustentando una mayor cantidad de procesos que el Psicoanálisis ha venido utilizando, que los que Bleichmar asume. Desde el fundamento para el proceso transferencial y la consecuente contratransferencia, hasta la "razón" que podría tener un paciente para rechazar una interpretación transferencial, por ser, en realidad, contratransferencial desde la generación de representaciones somato-sensoriales. De alguna manera los fenómenos que surgen a partir de la dinámica transferencia-contratransferencia, cuando aparecen identificaciones proyectivas e introyectivas, que el analista no alcanza a dilucidar, provocan resultados muy parecidos a los que "el pueblo" denomina "mal de ojo", pudiendo inducir somatizaciones ya en uno ya en el otro de los participantes de la relación, porque en ambos puede "resonar" el contenido que no alcanza el estatus de representación. Probablemente sea más factible que para "dañar" a otro como puede ocurrir con los parasitajes transferenciales-contratransferenciales, es decir en uno y otro sentido, y a través del "mal de ojo", sea requisito indispensable que quien dañe presente una regresión severa o padezca un trastorno grave, y que la envidia y el odio, estén jugando un papel importante en el proceso. Desde el interjuego de "percepción-gestos-intenciones", su replicabilidad automática interna, mediante las "neuronas-espejo" y la condición de "irrepresentabilidad" de ciertas experiencias tempranas y/ ó traumáticas "actuales", en tanto no verbales o "no nombradas", que se colocan fuera de la "memoria declarativa", su "resonancia", en uno u otro, puede producir "el retorno de lo igual", desde el "inconsciente originario" del parasitado. E inclusive, es entendible que, al no haber representación, materialice en somatización.

4.2.4. Algo más sobre Rascovsky.

Vencer las resistencias al conocimiento, cruzando la barrera de la "represión primaria", proporciona al investigador científico, al psicoanalista, la posibilidad de penetrar en los arcanos del inconsciente, donde estarían, para Rascovsky, las claves del conocimiento humano, de la creatividad, de la comprensión de las psicosis, la patología somática y la génesis de la interpretación psicoanalítica. Pareciera que Rascovsky también se cuidó de no hablar, por ejemplo, del inconsciente colectivo jungiano, pero está implícito en sus ideas.

En el mismo año que Julio Granel, Susana Jallinsky y Raquel Zak de Goldstein (1995) escribieron también sobre Rascovsky y considerándolo "un pionero del Psicoanálisis en Argentina", lo calificaron como un "infatigable buceador del alma humana", que echó mano, para ello de, "las más diversas disciplinas científicas".

Las ideas de Rascovsky pueden calificarse como ideas de un hombre creativo con una inteligencia intuitiva excepcional y libre. Es lógico pensar que las estructuras intrapsíquicas tendrán un asiento en la genética, en un sentido anatómico y funcional propio de la especie humana, a partir del cual se organizan las experiencias que desde el seno materno son susceptibles de ser registradas. A partir del momento del parto, gradualmente asumirán una forma diferente de inscripción, porque también los canales de recepción de la información cambian, para dar inicio a la organización de "estructuras" en el sentido objetal psicoanalítico. Esas estructuras, tienen su génesis en la experiencia más o menos traumática del nacimiento y sus vicisitudes, y serán susceptibles de ser "digeridas" y utilizadas como cimiento de lo vincular, según la calidad de la relación temprana con el objeto, experiencia a partir de la cual se organizarán las primeras representaciones que darán forma a los diferentes sistemas representacionales, tantos como vías factibles de recepción de estimulación haya: la cenestesia y todos los órganos de los sentidos, y con la tarea de organizar los componentes reactivo-emocionales que dispara el contacto con la realidad, concomitante a la manifestación instintiva que se deduce al servicio de la detección de la pérdida de equilibrios, en el sentido piagetiano, y las respuestas "reflejas" complejas que conducen al "encuentro" con un -otro- que garantiza, afectivamente, la recuperación potencial del equilibrio y la supervivencia: el objeto.

4.3. La transferencia hoy día.

El Psicoanálisis es una teoría que investiga, analiza, comprende y explica cómo creamos significado personal y realidad psíquica interna (intrasubjetividad-intersubjetividad-transubjetividad), por medio del poder de las emociones, los afectos, los sentimientos; el término por excelencia que describe esta creación es la transferencia. En la transferencia, la proyección y la introyección abren la puerta a la fantasía inconsciente: "La transferencia es la hipótesis y demostración que nuestro mundo interno de realidad psíquica ayuda a crear, dar forma y sentido a los mundos inter-subjetivo, social y cultural que habitamos. Es el vehículo que nos documenta el poder de los sentimientos". (Chodorow, 1999, por Trad. de Garriga i Setó, 2002)

S. Mitchell (1993) dice: "… el mundo subjetivo del paciente está organizado como un prisma cuyas caras reflejan y dispersan la iluminación (nótese el parecido en las formas de expresión con Rascovsky) que les entra en longitudes de onda acostumbradas y familiares".

Valiéndose de experiencias y sentimientos pasados, la transferencia otorga significado parcial y forma, susceptibles de develarse, al presente y las dificultades personales del analizado. A través de ella, contemporáneas fantasías inconscientes, en el contexto de las emociones, dan sentido y forma a la experiencia consciente.

Para el Psicoanálisis contemporáneo, es a través de la transferencia que cada paciente trae a la situación analítica como un todo, los sentimientos por sus padres camuflajeados por defensas, e implícitos en sus estilos de relación e interacción. Por eso es que cada analizado refleja su realidad interna en todo lo que hace. Y por eso es que el objetivo es entender y traer a la consciencia de la manera más completa posible, el ser y la mente inconsciente del analizado al encuentro analítico. Así, cada paciente, de continuo, crea psicológicamente su experiencia del mundo inter-subjetivo, su mundo interno, su self, sus objetos y las interrelaciones entre ellos.

Para Loewald (1986) "el encuentro analítico se caracteriza por la transferencia y contratransferencia, la emoción y la fantasía del analista, reconocido o no por ambas partes, es un factor decisivo en el proceso curativo… Si la capacidad de transferencia es una medida de la analizabilidad del paciente… la capacidad de contratransferencia es una medida de la habilidad del analista para analizar… La transferencia y la contratransferencia son dos caras de la misma dinámica enraizada en los entramados inextricables con los otros, donde se origina y permanece la vida individual a lo largo de la vida de la persona en innumerables elaboraciones, derivados y transformaciones".

Según Winnicott y Ogden (1954), la situación analítica es como un "espacio potencial" en el cual paciente y analista crean desde sus realidades interna y externa, una realidad nueva, emergente e irreductible a ninguna de las dos realidades implicadas.

La transferencia es un concepto que hace posible el movimiento más allá del determinismo psíquico o cultural, y sostener el reconocimiento de la naturaleza continua y cambiante del proceso psíquico. Transferencia y contratransferencia son una dinámica constante y continua. Proceso creado mutuamente por paciente y analista.

La interacción, la conversación, el proceso transicional creado, ésta vida de fantasía y de creación de significado, emergen en el aquí y ahora del proceso intrapsíquico y la interacción inter-subjetiva. Ninguno de estos aspectos está fijado de una vez por todas en la infancia o en la niñez, en cada momento del encuentro analítico, se crea cada nuevo sentido. "… la transferencia es una función mental que puede ser la base de todas las relaciones humanas… una de las principales capacidades de la mente que hace surgir nuevas ideas y da nueva vida a las viejas". (Bird, 1972) Donde quiera hay transferencias, donde haya sentimientos, fantasías y significado emocional en relación con personas.

Dice Loewald (1960) "No existe ni tal cosa como la realidad, ni una relación real sin la transferencia. Cualquier -relación real- incluye la transferencia de imágenes inconscientes a los objetos actuales. De hecho, los objetos actuales son objetos, y por tanto reales,… sólo en la medida en que (el sujeto) realiza esta transferencia, en el sentido de interjuego transformacional entre inconsciente y preconsciente".

Chodorow (1999), va en la misma línea al pensar que el descubrimiento de la transferencia constituye, probablemente, "… la raíz del descubrimiento psicoanalítico", pues la emoción está siempre entreverada con la cognición, la percepción, el lenguaje, la interacción y la experiencia de la realidad social, física y cultural, al menos en las áreas de la vida que nos ocupan clínicamente.

4.4. Propuesta de una "Tercera Tópica"

Considerando los varios desafíos clínicos y teóricos que tiene que enfrentar el Psicoanálisis actual, Rubén Zuckerfeld propone la necesidad de hacer "… una revisión crítica del encuadre, un replanteo de las características de su campo y una revaloración adecuada de la conformación de sus fronteras". Son varias las áreas que él detecta como "problemáticas" y que motivan la propuesta de una "tercera tópica":

  • 1) la de la metapsicología freudiana y su relación con acercamientos psicodinámicos basados en otras perspectivas teóricas;

  • 2) la de la integración interdisciplinaria con otras prácticas vinculadas con la cura y los problemas metodológicos que implica; y

  • 3) la del contexto socio-cultural y su valor teórico-clínico, en la comprensión del funcionamiento psíquico y en la construcción de la subjetividad.

  • El concepto "tópico", representa una perspectiva que supone una Diferenciación en el aparato mental como sistemas dotados de características y funciones diferentes, dispuestas en un determinado orden, lo cual permite hipotetizar "lugares" psíquicos, que hacen posible que se puedan hacer representaciones espaciales de los fenómenos psicológicos: teorización de funciones que se representan en el espacio. Freud lo propuso y desarrolló, en su esquema de 1933, en el cual incluye todas las categorías conceptuales básicas de la metapsicología: puntos de vista dinámico, económico y estructural. [De aquí, Zuckerfeld enfatiza]:

  • a) Son los datos clínicos provenientes del estudio de los sueños y de las psiconeurosis lo que originan las tópicas. Su modificación y el pasaje de la primera (1900) a la segunda (1923), depende de esos observables. Por otra parte estos modelos ya constituidos y desarrollados se universalizan y adquieren un valor heurístico considerable.

  • b) En la clínica psicoanalítica actual se observa una extensa psicopatología que corresponde, básicamente, a una teorización post-freudiana. Parte de ella, se aprecia en las fronteras del Psicoanálisis, y su abordaje es a veces visto como sus extensiones. Pero la enorme incidencia de estas patologías "las más habituales del fin del siglo XX" (Zukerfeld, 1999), generó desarrollos teóricos y abordajes técnicos diversos y contradictorios, muchos de los cuales han sido señalados como transgresiones y desviaciones.

  • c) Existen en la obra freudiana numerosos avances teóricos, observaciones clínicas y aportes técnicos entre la representación de las tópicas primera y segunda y con posterioridad a esta última, que no tuvieron una integración coherente en los modelos. Ejemplo, los conceptos de doble elección objetal y la dinámica del Ideal que Freud presenta en Introducción del Narcisismo, los fenómenos vinculados con el doble y lo siniestro y, fundamentalmente, la noción de escisión del yo. Esta noción desarrollada en su trabajo inconcluso de 1938 y en el Compendio de Psicoanálisis, es diferente de otras spaltung freudianas y post-freudianas. Es habitual asignar a esta categoría cierta laxitud teórica desde el clivaje kleiniano hasta la separación mente-cuerpo o la explicación de las personalidades múltiples. Pero siguiendo cuidadosamente el texto freudiano y las revisiones de otros autores, quedan claras las siguientes características: a) es intra-sistémica, b) no transaccional, c) asociada a la desmentida, d) permite la coexistencia de dos actitudes contradictorias. Es decir que el yo del niño -como señala Green- admite dos juicios contradictorios al mismo tiempo. Esta operación es distinta de la represión y convive con ella, pero "En la represión, la relación del yo como representante de la realidad, y las demandas pulsionales como representantes del placer, es vertical. En la escisión esta relación es horizontal. La razón del yo y la razón de las demandas pulsionales coexisten en el mismo espacio psíquico".

(Zuckerfeld, 1999)

Freud explica, desde este concepto de la escisión del yo, íntimamente ligado a la desmentida, el fetichismo y las psicosis. Desde esta propuesta que Freud asume, Bergeret (1980) propone las diferencias entre estructuras: psicótica y neurótica y la "organización" fronteriza, trastornos que alcanzan una forma de adaptación "conveniente", pero que no constituyen "estructuras" propiamente tales.

El aparato psíquico final, segunda tópica, no da cuenta del fetichismo (1927), la escisión del yo no cabe en el modelo de la segunda tópica: no se pueden representar dos corrientes de la vida psíquica que subsisten paralelamente. Clínicamente ya había planteado el problema antes de la presentación formal del concepto de escisión, al explicar la neurosis y la psicosis (1924) desde la perspectiva de la segunda tópica. Adelantó que el yo podría evitar un desenlace perjudicial disociándose en algún caso. Se trata de un paralelismo con dinámica pero sin tópica. Existe un funcionamiento psíquico escindido que coexiste con otro reprimido del que la consciencia periódicamente se anoticia. Este inconsciente escindido daría dimensión tópica más clásica a la afirmación de Green sobre la relación horizontal entre el campo de la consciencia y el inconsciente, y sobre la coexistencia de la "razón del yo y la de las demandas pulsionales" porque existe otra estructura inconsciente que no ha sido reprimida.

Esta otra estructura Inconsciente no incluye un sistema Preconsciente ni una censura, por lo tanto no existen en ella representaciones palabra, sino solo huellas mnémicas activables y más o menos facilitadas, correlativas a demandas de excitación nunca ligadas.

Por lo tanto, partiendo del trabajo de Freud de 1938, Zuckerfeld propone:

  • 1) La escisión no es una defensa del yo que entra en función ante ciertas circunstancias. Es un hecho fundante del aparato psíquico que implica considerar el fetichismo no como patología sino como una condición del ser humano [cursiva agregada]. La escisión es lo que permite que coexistan procedimientos defensivos contra la realidad (desmentida) y otros como la pulsión del ello (que el yo, en efecto, reprime)

  • 2) Cada acto psíquico como producto final incluye algo que se reprime y algo que se desmiente, tanto en la percepción como en el recuerdo. Implica algo que se habla y algo que se actúa, algo del orden narrativo y algo inefable.

  • 3) El aparato psíquico tendría dos modos de funcionamiento coexistentes inevitablemente, sin relación transaccional y con una doble dinámica: "vertical" característica de la lógica de la represión y "horizontal" propia de la escisión, "que entendemos como tercera tópica… modificación del esquema último de 1933. (Zuckerfeld, 1999)

La organización a que da lugar la escisión del inconsciente, conserva una parte variable del yo que consideramos yo ideal. El Inconsciente reprimido corresponde a la estructura edípica conflictual universal y común ante la capacidad verbal; constituye, por la existencia de la represión: el pensamiento, las fantasías, los sueños, los síntomas psiconeuróticos, los actos fallidos y las transferencias. Se trata, entonces, de un conjunto de transformaciones progresivas y regresivas de alta complejidad, donde existe inestabilidad e instancias en conflicto.

El modo de funcionamiento del inconsciente escindido, es pensado como el de una organización narcisista nirvánica universal y común a todo sujeto vivo. Conviene entenderla en los siguientes niveles:

  • a) Como la de todos los mecanismos pulsionales no ligados que implican carga y descarga en el funcionamiento habitual del sujeto. Estos mecanismos son de carácter homeostático en tanto que mantienen un equilibrio perfecto y silencioso que solo da señales cuando se altera. En condiciones normales, esas alteraciones percibidas son investidas y semantizadas gracias al funcionamiento de la estructura del Inc. reprimido, en especial las comprenden las funciones biológicas que demandan comportamientos (acciones) para regularse, como el hambre.

  • Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8
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