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Evangelios y Evangelistas




Enviado por Agustin Fabra



  1. Los
    Evangelios: etimología y origen
  2. Los
    evangelios sinópticos y los
    canónicos
  3. Las
    fuentes evangélicas
  4. Redacción de los evangelios
    sinópticos
  5. Armonización y
    concordismo
  6. Los
    símbolos de los cuatro evangelistas
  7. Conclusión

"Estas son aquellas palabras
mías que os dije cuando todavía estaba con
vosotros"

(Lucas 24:44)

Los Evangelios:
etimología y origen

Etimológicamente la palabra Evangelio
proviene del griego y significa buen mensaje, que es la
buena nueva del cumplimiento de la promesa hecha por Dios a
Abraham, Isaac y Jacob de que redimiría del pecado a su
descendencia por medio de su Hijo unigénito, Jesús,
quien murió en expiación por el pecado de toda la
humanidad, y que resucitó el tercer día para el
arrepentimiento y perdón de los pecados de todo aquel que
crea en Él.

El Evangelio fue escrito por los primeros
discípulos a finales del siglo I y principios del II,
recogiendo las primeras predicaciones y la vida de Jesús
de Nazaret, y cuyo núcleo central es su muerte y
Resurrección. La palabra Evangelio fue empleada
por primera vez por Pablo de Tarso en los escritos a las primeras
comunidades cristianas en la primera carta a los Corintios
(1ª. Corintios 15:1).

En total, el término Evangelio es usado
en 76 ocasiones en el Nuevo Testamento, de las cuales 60 se
encuentran en las Cartas de San Pablo. Sin embargo no existe
ninguna mención de esa palabra en el Evangelio de Juan ni
en el de Lucas, aunque aparece en los Hechos de los
Apóstoles, cuyo autor fue Lucas.

Se ha comentado sobre el hecho de que las comunidades
helenísticas adoptaron el término
Evangelio a partir del culto al emperador Alejandro
Magno, ya que existe en la ciudad de Priene, cerca de la costa de
Caria en Jonia, en la actual Turquía, una
inscripción fechada en el año 9 a.C., en la que
aparece la palabra Evangelio con un sentido muy similar
al que después le darían los primeros cristianos.
Además esta palabra fue frecuentemente utilizada en la
literatura griega clásica y en la primera
traducción de la Biblia por parte de los Setenta, conocida
como la Septuaginta.

Debemos tener presente que antes de ser puesto por
escrito, los Evangelios se transmitieron oralmente. Lo primero
fue la predicación oral de los Apóstoles, centrada
en torno al kerigma o anuncio sobre la muerte
redentora y la Resurrección del Señor. Iba dirigido
a los judíos a quienes había que demostrar,
mediante el testimonio de los Apóstoles sobre la
Resurrección, que Jesús era efectivamente el
Mesías anunciado por los antiguos profetas, y
concluía con un llamado a la conversión. Y aquellos
que se convertían había que darles una
instrucción más completa sobre la vida y
enseñanzas de Jesús. Sin embargo esta
tradición oral sobrepasaba las posibilidades de la
memoria, por lo que hubo que recurrirá la
documentación escrita.

Los evangelios
sinópticos y los canónicos

Los análisis de los estudiosos bíblicos se
han centrado en lo que se denomina problema sinóptico, es
decir, las relaciones literarias existentes entre los tres
Evangelios sinópticos: Mateo, Marcos y Lucas, ya que el
cuarto Evangelio, el de Juan, no es considerado sinóptico
debido a que no sigue el esquema de los otros tres y dispone de
fuentes propias. Sin embargo los cuatro Evangelios son
considerados como canónicos por la Iglesia
Católica, la cual, en la Constitución Dei
Verbum
del Concilio Vaticano II, señala que la
Iglesia siempre ha defendido y defiende que los cuatro Evangelios
tienen origen apostólico, pues lo que los Apóstoles
predicaron por mandato de Cristo, luego, bajo la
inspiración del Espíritu Santo, ellos y los varones
apostólicos nos lo transmitieron por escrito, fundamente
de la fe, es decir, el Evangelio en cuatro redacciones,
según Mateo, Marcos, Lucas y Juan
. Del elevado
número de Evangelios escritos en la antigüedad,
sólo estos cuatro fueron aceptados por la Iglesia y
considerados, por consiguiente, dentro del canon de la Iglesia
Católica, o sea, canónicos.

El testimonio más antiguo que tenemos sobre la
composición de los Evangelios canónicos es el de
Papías, obispo de Hierápolis, en Frigia
(Turquía), quien escribió hacia el año 130
d.C. una Interpretación de los Oráculos del
Señor
en cinco libros. Esta obra se perdió con
el paso de los años, pero el historiador Eusebio de
Cesárea nos ha conservado de ella dos pasajes, siendo el
primero el siguiente: "Y el anciano decía: Marcos, que
fue el intérprete de Pedro, puso por escrito
cuidadosamente todo aquello que guardaba en la memoria, aunque
sin ajustarse al orden de las cosas que el Señor
había dicho y realizado. En efecto, a quien él
escuchó y acompañó no fue al Señor,
sino a Pedro más tarde, como ya he dicho. Éste
procedía según las conveniencias de la
enseñanza, y no como si quisiera dar la ordenanza de los
Oráculos del Señor. Por tanto, no se puede censurar
a Marcos el haberlos redactado del modo como él los
recordaba. Su única preocupación fue la de no
omitir nada de lo que había oído, sin permitirse
ninguna falsedad en ello
". Inmediatamente después,
Eusebio añade el segundo testimonio de Papías sobre
Mateo: "Mateo, pues, puso en orden los Oráculos, en
lengua hebrea; cada uno los interpretó como
podía"
(Hist. Eccl. III, 39, 15-16).

Otro testimonio sobre la composición de los
Evangelios nos lo da Clemente de Alejandría, a su vez
citado por Eusebio de Cesárea: "En los mismos libros
también, se cita una tradición de los Ancianos
relativa al orden de los Evangelios, que es ésta:
decía que los Evangelios que contienen las
genealogías fueron escritos primero, y que el de San
Marcos lo fue en las circunstancias siguientes: Después
que Pedro hubo predicado públicamente la doctrina en Roma
y expuesto el Evangelio guiado por el Espíritu, sus
oyentes, que eran muchos, animaron a Marcos, como que él
era el que lo había acompañado desde hacía
tiempo y guardaba en su memoria sus palabras, a transcribir lo
que aquél había dicho; así se hizo y
transcribió el Evangelio a los que se lo habían
pedido. Al enterarse de ello Pedro, no emitió consejo en
ningún sentido, ni para impedírselo ni para
recomendárselo"
(Hist. Eccl. IV, 14, 5-7).

Al igual que el de Papías este testimonio se
remonta a los Ancianos, es decir, a hombres de la segunda
generación cristiana. Toda la tradición posterior,
tanto la griega, latina e incluso siríaca, no hará
sino repetir, añadiendo algunos detalles, estos
testimonios fundamentales para el cristianismo.

Para Papías, Mateo habría escrito
después de Marcos, pero según Clemente, Marcos
escribió después de Mateo y de Lucas, cuyos
Evangelios contienen una genealogía de Cristo. La
tradición posterior, desde Irineo de Lyon, retendrá
el orden Mateo, Marcos y Lucas.

Los textos evangélicos utilizados actualmente se
fundamentan en los dos antiguos manuscritos: el
Sinaítico, que proviene del Monasterio de Santa
Catalina del Sinaí, conservado actualmente en el Museo
Británico y, sobre todo, el Vaticano, conservado
en la Biblioteca Vaticana. Ambos datan de mediados del siglo IV,
pero la autenticidad del texto que nos ofrecen puede ser
atestiguada de distintas maneras.

Desde comienzos del siglo XX se han descubierto en Nag
Majadi, en Egipto, un buen número de papiros con textos
del Nuevo Testamento. Uno de los más importantes es un
Códice que contiene alrededor de cuatro quintas partes de
Lucas e importantes fragmentos de Juan, que han sido datados de
comienzos del siglo III. Es propiedad de la Biblioteca Bodmer, en
Cologny, cerca de la ciudad suiza de Ginebra. Su texto es muy
cercano al que nos da el manuscrito Vaticano.

Por su parte, en la colección Chester Beatty de
Dublín, Irlanda, se conservan numerosos fragmentos de los
cuatro Evangelios, pertenecientes a un Códice datado de
mediados del siglo III. A este testimonio de los manuscritos
griegos hay que añadir el de las versiones
antiguas.

Las traducciones más antiguas de los Evangelios
fueron traducidas desde finales del siglo II al latín en
Cartago, norte de África, así como al
siríaco. La versión copta se remonta al siglo II.
Hay que tener presentes las numerosas citas evangélicas
hechas por los Padres antiguos: Irineo de Lyon, Clemente de
Alejandría y Orígenes entre los griegos, Tertuliano
y Cipriano entre los africanos, Afrates y Efrén entre los
sirios. Todo esto forma un conjunto de testimonios concordantes
que nos permiten afirmar que los Evangelios estaban ya compuestos
desde mediados del siglo II, e incluso probablemente desde fecha
aún más antigua, en la forma en que ahora los
conocemos.

Las fuentes
evangélicas

Pero, ¿cómo explicar a la vez las
semejanzas y las divergencias que existen entre los tres
Evangelios sinópticos en la forma en que hoy los
conocemos? La teoría que goza de mayor aceptación
es la de las Dos Fuentes. Elaborada hacia mediados del
siglo pasado, hoy es aceptada por la gran mayoría de los
exégetas, tanto católicos como protestantes. Una de
las fuentes en cuestión es Marcos, de quien
dependerían Mateo y Lucas en todos los relatos que tienen
en común. Mateo y Lucas contienen también bastantes
secciones, especialmente de los dichos de Cristo,
desconocidos en Marcos.

Como, según la teoría de las Dos
Fuentes
estos dos Evangelios son independientes entre
sí, habría que admitir que ambos se sirvieron de
otra fuente, la denominada Q, que es la inicial de la
palabra alemana Quelle, que significa fuente.
En cuanto a las secciones propias, tanto de Mateo como de Lucas,
provendrían de Fuentes secundarias que conocerían
cada uno de ellos. Presentada de esta forma, la teoría de
las Dos Fuentes se presta a una seria objeción.
Mateo y Lucas ofrecen entre sí no pocas concordancias
contra Marcos, tanto positivas como negativas, más o menos
importantes.

Si es verdad que un cierto número de estas
concordancias puede explicarse como reacciones naturales de Mateo
y Lucas en su esfuerzo por mejorar el texto un poco Tosco de
Marcos, queda aún otra porción de ellas que es
difícil de explicar. En vista de ello algunos
exégetas han perfeccionado la teoría suponiendo que
Mateo y Lucas dependerían, no de Marcos tal como ha
llegado a nosotros, sino de una forma anterior ligeramente
diferente del Marcos actual. Sea lo que fuere acerca de este
ultimo punto, es cierto que la teoría de las Dos
Fuentes
, relativamente simple, permite justificar un gran
número de hechos sinópticos. Por otro lado
concuerda en parte con el dato tradicional heredado de
Papías en cuanto a que la prioridad es otorgada a
Marcos.

Desde hace varias décadas algunos exégetas
han querido rescatar una teoría propuesta hace algo
más de dos siglos por el critico bíblico
evangélico alemán Johann Jakob Griesbach
(1745-1812)que tendría la ventaja de evitar el recurso a
una fuente hipotética como la de la fuente Q. Esa
teoría se apoya en la tradición de los Ancianos
referida por Clemente de Alejandría: el primer Evangelio
sería el de Mateo, Lucas dependería de Mateo, y
Marcos dependería unas veces de Mateo y otras de Lucas, a
los que habría simplificado.

Pero otros exégetas argumentan que la
teoría de las Dos Fuentes, a pesar de sus
ventajas, es demasiado simple para poder explicar la totalidad de
los hechos sinópticos. Surge entonces la hipótesis
según la cual las relaciones entre los Sinópticos
habría que considerarlas, no ya al nivel de los
Evangelios, sino al nivel de redacciones más antiguas que
podrían llamarse pre-Mateo, pre-Lucas y pre-Marcos, sin
perjuicio por los demás de que todos estos documentos
intermedios pudieran depender de una fuente común, la cual
no sería otra que el Mateo escrito en arameo y traducido
después al griego de diferentes maneras, de lo cual habla
Papías.

Esta hipótesis daría cuenta también
de un hecho apuntado desde finales del siglo XIX: algunos autores
antiguos, en particular el apologista Justino y otros
después de él, citan los Evangelios de Mateo y
Lucas bajo una forma un poco diferente de las que nosotros
conocemos, y a veces aún más arcaica. Estudios de
detalle han mostrado igualmente que Lucas y Juan ofrecen entre
sí estrechos contactos, sobre todo en lo que se refiere a
los relatos de la Pasión y de la Resurrección, que
podrían explicarse por la utilización de una fuente
común ignorada de Mateo y de Marcos.

Pero existe igualmente la hipótesis agustiniana
que sostiene que el de Mateo fue el primer Evangelio, seguido de
los de Marcos y Lucas, y que cada evangelista utilize el
precedente como fuente. Esta es la teoría más
próxima a los planteamientos de los Padres de la Iglesia y
la más frecuente en la tradición
católica.

Redacción
de los evangelios sinópticos

La fecha de redacción de los Evangelios
sinópticos es muy difícil de precisar ya que
depende directamente de a solución que se acepte acerca
del problema sinóptico.

En la hipótesis de la teoría de las
Dos Fuentes la composición de Marcos se
situaría un poco antes de la muerte de Pedro, según
Clemente de Alejandría, o un poco después, de
acuerdo a Ireneo de Lyon. Pedro falleció entre el
año 64 y el 70, no después de esta fecha dado que
no parece suponer que la destrucción de Jerusalén
se haya consumado ya. Las obras de Mateo en griego y de Lucas
serían posteriores a Pablo de Tarso, lo cual se
confirmaría por el hecho de que, con toda probabilidad,
Mateo y Lucas suponen que la ruina de Jerusalén es ya un
hecho consumado (Mateo 22:7 y Lucas 19:42-44 y
21:20-24).

De acuerdo a lo anterior, su fecha estaría
entonces entre el 75 y el 90, pero hay que reconocer
también que este último argumento no es definitivo.
Para una datación tardía del Evangelio de Mateo en
griego sería más procedente tener en cuenta ciertos
detalles que denotan una polémica contra el
judaísmo rabínico salido de la asamblea de Yammia,
la cual tuvo lugar por el año 80. Y si se admite que los
Evangelios sinópticos fueron compuestos en etapas
sucesivas, la datación de su última
redacción deja abierta la posibilidad de fechas aún
más antiguas para las redacciones intermedias, y con mayor
razón para el Mateo en arameo, que estaría en el
origen de la tradición sinóptica.

Por lo general, los exégetas bíblicos
consideran que las fechas más aceptables de
redacción son las siguientes:

  • Evangelio de Marcos: 68 al 73

  • Evangelio de Mateo: 75 al 90, a pesar de que algunas
    teorías lo sitúan antes del año
    70.

  • Evangelio de Lucas: 80 al 100, más
    concretamente alrededor del año 85.

  • Evangelio de Juan: 90 al 110.

El propósito de los evangelistas fue más
teológico y misionero que simplemente histórico.
Los redactores evangélicos que después de ellos
consignaron y reunieron sus testimonios, lo hicieron con el mismo
afán de honesta objetividad que respeta las fuentes. Los
Evangelios se distinguen de los modelos paganos por su seriedad
ética, su finalidad religiosa y su convicción de la
superioridad mesiánica de Jesús.

Armonización y
concordismo

La armonización fue un recurso utilizado cuando
se buscaba la forma de forzar textos evangélicos
que parecen contradecirse, o que no están totalmente de
acuerdo entre sí, para que parezca que expresan lo mismo.
De ahí el calificativo de problema
armónico
con el que se refería a la dificultad
para reunir los cuatro relatos evangélicos en uno
solo.

Uno de los ejemplos más famosos fue el
Diatéssaron, nombre griego que podría
traducirse como formado por cuatro. Se trata de una obra
griega escrita entre los años 165 y 170 por el autor sirio
Taciano, y que consiste en un solo Evangelio compuesto con
elementos tomados de los cuatro Evangelios canónicos y,
posiblemente, también de alguna fuente apócrifa.
Taciano eliminó las repeticiones y armonizó los
textos con el fin de ocultar las posibles discrepancias que se
encuentran en los Evangelios.

Esta obra tuvo mucha popularidad en la Iglesia de lengua
aramea, hasta llegar a convertirse en el Evangelio de las
Iglesias de Siria entre el 306 y el 373. Pero por las
armonizaciones y omisiones, la obra de Taciano no refleja
totalmente el texto de los Evangelios. Por otra parte, al mostrar
un Evangelio único no permite ver el mensaje propio que
ofrece cada uno de los evangelistas. Por esta razón, en el
siglo V se ordenó que se volvieran a leer los Evangelios
por separado.

El concordismo fue otro recurso que se
utilizó cuando ciertos textos bíblicos en general
fueron presentados de manera forzada para que expresen lo mismo
que dice la ciencia en la actualidad, cuando los conceptos
científicos de las épocas en que se escribieron los
Evangelios estaban mucho menos desarrollados.

Los
símbolos de los cuatro evangelistas

Tradicionalmente se suele representar a los cuatro
evangelistas mediante los siguientes símbolos:

  • Mateo: el ángel (un hombre con
    alas).

  • Marcos: el león.

  • Lucas: el buey.

  • Juan: el águila.

El significado de cada uno de estos símbolos
aplicados a los diferentes evangelistas es el
siguiente:

MATEO

Se simboliza con un ángel u hombre con alas
porque su Evangelio comienza con la lista de los antepasados de
Jesús, el Mesías (Mateo 1:1-16). Esta lista es de
gran valor para este Evangelio porque presenta a Jesús
como descendiente de la estirpe de Davis y de Abraham. Mateo
pretende con ello afirmar que Jesús lleva a su
perfección la historia de su pueblo al mostrar que
desciende de Abraham, el padre del Pueblo de Dios, y de David, el
más importante de los reyes.

Esta lista contiene símbolos que identifican tres
períodos generacionales (3: número perfecto), y
cada uno de los períodos se compone de catorce
generaciones (7+7, número perfecto). Las mujeres
también juegan un papel destacado en esta
genealogía. Se trata de Tamar, Rajab (la esposa de
Urías o Betsabé) y María. Las tres mujeres
están comprometidas con la justicia divina.

MARCOS

Se simboliza con un león porque su Evangelio
empieza con la predicación de Juan el Bautista en el
desierto, donde había animales salvajes. Su Evangelio
supuestamente fue el primero en escribirse y sirvió como
texto catequético para quienes se preparaban para recibir
el Bautismo.

Es el Evangelio más corto, y el hecho de que
empiece presentando a Juan el Bautista en el desierto es de suma
importancia, ya que para el pueblo de entonces el desierto
representaba, entre otras cosas, el lugar donde se generan nuevos
proyectos. Esto es lo que hizo el pueblo de Dios en el
Éxodo de Egipto. Juan el Bautista se da a conocer en el
desierto, lo cual pone de manifiesto que está preparando
al pueblo para la gran novedad que supone la vida y las
enseñanzas de Jesús.

Basados en la cita bíblica del Profeta
Amós: "Ruge el león, ¿quién no
temerá? Habla el Señor Yahvé,
¿quién no profetizará?"
(Amós
3:8), podemos afirmar que la voz de león simboliza la voz
de los profetas que denuncian la violación de los planes
de Dios, lo cual nos lo confirma Apocalipsis: "Y gritó
con fuerte voz, como ruge el león"
(Apocalipsis
10:3). Por lo tanto, Juan el Bautista es el profeta que denuncia
la injusticia y que anticipa la novedad que aportará
Jesús.

LUCAS

Se simboliza por medio de un buey o un toro porque su
Evangelio empieza con la visión de Zacarías en el
Templo, donde se sacrificaban bueyes, terneros y
ovejas.

El Evangelio de Lucas comienza y termina en el Templo, y
los hechos de los Apóstoles constituye la segunda parte de
su Evangelio. Si en el Evangelio encontramos el camino que nos
marca Jesús, en los Hechos tenemos el camino de las
comunidades que siguieron a Jesús. El Libro de los Hechos
de los Apóstoles termina al llegar Pablo a Roma, ciudad
que para Lucas significa los confines del
mundo
.

JUAN

Su símbolo es un águila con la mirada
dirigida hacia el sol porque su Evangelio empieza con la
contemplación del Jesús-Dios: "En el principio
existía la Palabra, la Palabra estaba junto a Dios, y la
Palabra era Dios"
(Juan 1:1).

El Evangelio de Juan fue el último en aparecer y
se redactó durante largos años por Juan y sus
discípulos. Una de las características de
Jesús en el Evangelio de Juan es el hecho de que
Jesús nos conoce a cada uno de nosotros mejor de lo que
nos conocemos a nosotros mismos: "… y no tenía
necesidad de que se le diera testimonio acerca de los hombres,
pues Él conocía lo que hay en el hombre"
(Juan
2:25).

LOS CUATRO EVANGELISTAS

MATEO

Nombre: Leví ben Alfeo

Venerado en: Iglesia Católica, Ortodoxa y
Copta.

Festividad: 21 de septiembre (rito romano)

16 de noviembre (rito bizantino)

Nacimiento: Cafarnaúm (Galilea)

Fallecimiento: 24 de enero

Mateo el Evangelista, cuyo nombre original era
Leví ben Alfeo (Leví hijo de Alfeo) fue uno de los
Apóstoles elegidos por Jesús de Nazareth, adoptando
el nombre de Mateo al aceptar el llamado de
Jesús. Etimológicamente el nombre Mateo
proviene del griego Mathaios, y éste del arameo
Mattai, y significa regalo de Dios.

El cambio de nombre se interpreta como que, al abandonar
su oficio de cobrador de impuestos en donde todos le
conocían como Leví, quiso adoptar un nuevo
nombre, el de Mattai, para que le identificaran
así en su nueva vocación cristiana. En el Evangelio
de Lucas se le denomina con su nombre original de
Leví, pero en el de Marcos se le da el nombre de
Mateo en la lista de los apóstoles, pero es
llamado Leví cuando relata la historia de su
vocación.

Según los tres Evangelios sinópticos,
Mateo dejó su función de cobrador de impuestos para
los romanos cuando recibió el llamado de Jesús con
su frase de "ven y sígueme". Inmediatamente Mateo
organizó un gran almuerzo donde el invitado de honor fue
Jesús y los Apóstoles.

Desde entonces Mateo fue siempre al lado de Jesús
presenciando sus milagros, oyendo sus sermones y colaborando en
la prédica y catequización de los pueblos.
Después de la resurrección y Ascensión de
Jesús, Mateo permaneció algún tiempo con los
otros Apóstoles en Palestina, impartiendo el mensaje de
Cristo con tanta fuerza y convicción que los judíos
le propinaron 39 azotes por predicar que Jesús
había resucitado.

Según Eusebio de Cesárea, después
de 15 años de apostolado en Palestina y al estallar la
terrible persecución contra los cristianos, Mateo
decidió trasladarse a Etiopía, donde
confirmó su predicación con multitud de milagros,
entre los cuales sobresalió la resurrección de una
hija de Egipo, rey de Etiopía, quien junto a su familia
abrazó la religión cristiana, la cual se
extendió rápidamente por todo el reino.

Después de la muerte del rey Egipo, su sucesor
Hirtaco pretendió casarse con Epigenia, hija de Egipo.
Pero ella, habiendo consagrado su virginidad por consejo de
Mateo, no aceptó a casarse con Hirtaco ni éste
logró que Mateo persuadiera a Epigenia para la boda. Por
ello Hirtaco ordenó dar muerte a Mateo en plena
celebración cristiana.

El objetivo del Evangelio de Mateo es claro: demostrar a
los judíos que en Jesucristo se cumplen todas las
profecías del Antiguo Testamento relacionadas con el
Mesías.

MARCOS

Nombre: Juan, de sobrenombre Marcos.

Venerado en: Iglesia Católica y Copta.

Festividad: 25 de abril.

Fallecimiento: 68 d.C. en Alejandría,
Egipto.

Marcos, autor del segundo Evangelio, y el primero en
escribirse, fue un judío de Jerusalén. Todo parece
indicar que Jesús tuvo una estrecha amistad con los padres
de Marcos, lo cual permitió que éste escuchara en
muchas ocasiones desde pequeño las enseñanzas de
Jesús. Marcos fue uno de los primeros bautizados por el
Apóstol Pedro.

María, la madre de Marcos, era también
judía pero con gustos helénicos. Marcos
tenía por entonces dos nombres: Juan para los
judíos y Marcos para los grecorromanos. Marcos era una
persona muy preparada en cuanto a organización, servicio e
idiomas, hablando correctamente arameo, hebreo, griego y
latín, lo cual supuso una gran ayuda para Pedro en sus
posteriores viajes misioneros.

Hacia el año 44 Marcos ya era mayor de edad y
decidió acompañar a su primo Bernabé y a
Pablo en sus recorridos apostólicos por Antioquía
de Siria y otras ciudades, pero se separó de ellos en
Perga y regresó a Jerusalén debido a los peligros
que existían en los caminos de aquella época. En el
segundo viaje misionero Pablo rehusó aceptar a Marcos como
compañero de viaje, lo cual molestó a
Bernabé e hizo que se separara de Pablo en sus viajes
misioneros posteriores. En cambio Bernabé eligió a
Marcos como acompañante, y juntos viajaron a
Chipre.

Marcos es considerado por la tradición cristiana
el autor del Evangelio que lleva su nombre. Puesto que él
no fue discípulo directo de Jesús, basó su
relato en las enseñanzas de Pedro, de quien era su
secretario y traductor. El autor más antiguo que
asignó a Marcos la autoría de este Evangelio fue
Papías de Hierápolis en la primera mitad del siglo
II, de acuerdo a un testimonio citado por Eusebio de
Cesárea.

La primera parte del Evangelio se desarrolla en Galilea,
la provincia natal de Jesús, mientras que la segunda parte
es en Judea y Jerusalén. Es el más breve de los
cuatro Evangelios, lo cual fue motivado porque Marcos dio a su
Evangelio los mismo límites que los Apóstoles
habían asignado a la catequesis primitiva, ya que no
pretendían dar todo lo que los creyentes querían
saber, sino que querían transmitir lo esencial de lo que
Jesús había dicho y hecho.

Marcos llegó a ser el hombre de confianza de
Pedro. Como escuchaba siempre sus sermones, Marcos fue
aprendiéndolos completamente, hasta el punto de que a
pedido de los cristianos de Roma fue poniéndolos por
escrito. Es el reflejo de lo que Pedro presenció y que
quedó grabado en la memoria de Marcos. Hasta tal punto
llegó la confraternización entre Marcos y Pedro que
este último se refería a Marcos como "mi
hijo"
(1ª. Pedro 5:13).

Marcos se hallaba en Roma cuando murieron Pedro y Pablo.
Después de ello Marcos se trasladó a
Alejandría, en Egipto, donde no sólo
evangelizó a sus habitantes, sino que realizó
diversos milagros y estableció allí una iglesia y
una escuela cristiana, nombrando a un obispo, tres
presbíteros y siete diáconos, siendo él
mismo el primer Obispo de Alejandría. Según la
tradición, la Iglesia Copta de Etiopía tiene su
origen en las prédicas de San Marcos, quien llevó
en cristianismo a Egipto en la época del emperador
Nerón.

Los Hechos de San Marcos, un escrito de mediados del
siglo IV, refieren que San Marcos fue arrastrado por las calles
de Alejandría, atado con cuerdas en el cuello.
Después lo llevaron a la cárcel y al día
siguiente volvieron a aplicarle el mismo martirio, hasta que
falleció el 25 de abril del año 68. Luego echaron
su cuerpo a una hoguera en llamas, pero los fieles lograron
sacarlo, evitando así la destrucción de su
cuerpo.

En el año 828 las reliquias de San Marcos fueron
sacadas de Alejandría por unos navegantes italianos,
quienes los trasladaron a Venecia. Actualmente se conservan
ahí, en la Basílica de San Marcos de aquella
ciudad, construida expresamente para conservar los restos de San
Marcos.

LUCAS

Nombre: Lucas o Loukás, que significa
luminoso o iluminado.

Venerado en: Iglesia Católica, Ortodoxa, Copta y
Luterana.

Festividad: 18 de octubre.

Nacimiento: Antioquía de Siria

Fallecimiento: año 84 en Beocia,
Grecia.

Lucas nació en Antioquía de Siria, de
padres paganos. Recibió la fe en el año 40 y
dirigió su mensaje a gentiles cristianos, siendo el
único evangelista no judío. Estaba emparentado con
el diácono Nicolás, un prosélito de
Antioquía. Lucas fue el autor del tercer Evangelio y del
libro de los Hechos de los Apóstoles que, inicialmente,
formaban un solo libro.

La formación cultural de Lucas y sus estudios
médicos se nota por el estilo de sus libros: su Evangelio
está escrito en un griego sencillo, limpio, bello y rico
en términos, lo cual no tienen los otros tres Evangelios.
En sus escritos podemos ver que el temperamento de Lucas es el de
un hombre conciliador, discreto y dueño de sí
mismo; suaviza o calla expresiones que hubieron podido herir a
algún lector, con tal de que esto no vaya en perjuicio de
la verdad histórica. Lucas es el evangelista de la Navidad
y el biógrafo de la Virgen María y de la infancia
de Jesús.

Un escrito del siglo II, el Prólogo
antimarcisionista del Evangelio de San Lucas
, sintetiza su
perfil biográfico del siguiente modo: "Lucas, un sirio
de Antioquía, de profesión médico,
discípulo de los Apóstoles, más tarde
siguió a San Pablo hasta su martirio. Sirvió
incondicionalmente al Señor, no se casó ni tuvo
hijos. Murió en el año 84 en Beocia, Grecia, lleno
del Espíritu Santo
".

Lucas conoció a Pablo de Tarso en
Antioquía, y en el transcurso de los años fue
asimilando poco a poco las enseñanzas de San Pablo. Es por
ello que el Evangelio de Lucas ofrece tantos puntos de contacto
literarios y doctrinales con los escritos de Pablo, hasta el
punto de que podría hacerse efectiva la frase de
tertuliano: "Pablo, iluminador de Lucas".

Pablo lo describe como "Lucas, el médico
querido"
(Colosenses 4:14), y desde su prisión en
Roma, Pablo dice a su discípulo Timoteo: "Sólo
Lucas queda conmigo"
(2ª Timoteo 4:11). En los hechos
de los Apóstoles, Lucas se incluye en los viajes de Pablo
de Tarso al decir "fuimos a…", "navegamos
hacia
…". Y va narrando con todo detalle los
impresionantes sucesos que le ocurrieron a San Pablo en sus
viajes. Lucas acompañó a Pablo cuando éste
estuvo prisionero, primero dos años en Cesárea y
después otros dos en Roma.

El poeta Dante Alighieri le dio a San Lucas el apelativo
de "el que describe la amabilidad de Cristo". En efecto, en el
Evangelio de Lucas se muestra a Jesús prefiriendo siempre
a los pequeños, a los enfermos, a los pobres y a los
pecadores arrepentidos, al tiempo que demuestra una gran
estimación y verdadera comprensión por la
mujer.

Al revelarnos los detalles de la Anunciación, de
la Visitación y de la Navidad, Lucas nos da a entender que
posiblemente conoció personalmente a María, la
Madre de Jesús, gracias a los cual cita tantos momentos de
la infancia de Jesús, hablando además de los
sentimientos de María. Algún exégeta avanza
la hipótesis de que fue la propia Virgen María
quien le transcribió el himno del
Magníficat que ella elevó a Dios en un
momento de exultación en el encuentro con su prima
Isabel.

Para la elaboración de su Evangelio, Lucas hizo
una detallada investigación entrevistando a personas que
fueron testigos directos de los hechos que cuenta. Es el
Evangelio más largo y el más humano de los cuatro
Evangelios, destacando en él cuatro temas: el
kerigma o primer anuncio evangélico, la
catequesis o esclarecimiento sistemático de la fe, la
formación de las pequeñas comunidades, y la
misión encarnada principalmente en la figura de San
Pablo.

El estudio detallado del Evangelio de Lucas confirma su
destinación gentil. Apenas cita el Antiguo Testamento,
suprime las expresiones que podrían molestar a los
gentiles y explica los usos y costumbres de los judíos de
aquella época. Pero, sobretodo, resalta la universalidad
de la salud mesiánica sin condicionarla nunca al
cumplimiento de la Ley judía. Lucas trata de que los
lectores de su Evangelio perciban a través de un relato
seguido desde el principio, la solidez y la firmeza de lo que han
oído en la predicación oral.

Lucas murió en Beocia, Grecia, y fue enterrado en
Tebas. En tiempos de las Cruzadas las reliquias del santo
llegaron a Padua, Italia, y desde entonces se conservan en la
Iglesia de Santa Justina en aquella ciudad. En 1354 el
cráneo de San Lucas fue trasladado a Praga por voluntad
del emperador Carlos IV, y actualmente se encuentra en la
Catedral de San Vito de dicha ciudad.

JUAN

Nombre: Juan el Zebedeo

Venerado en: Iglesia católica, Copta, Ortodoxa y
Anglicana.

Festividad: 24 de junio

Nacimiento: 6 d.C. en Betsaida, Galilea.

Fallecimiento: 100 d.C.

El Apóstol Juan era natural de Betsaida, Galilea,
en la ribera norte del Mar de Tiberíades. Su nombre
significa Dios es misericordioso. Sus padres eran
Zebedeo y Salomé, y su hermano Santiago el Mayor. Formaban
una familia acomodada de pescadores que, al conocer al
Señor, no dudaron en ponerse a su total
disposición. Juan y Santiago, en respuesta a la llamada de
Jesús, le siguieron dejando a su padre Zebedeo en la barca
con los jornaleros. Salomé, la madre, siguió
también a Jesús sirviéndole con sus bienes
en Galilea y Jerusalén, y acompañándole
finalmente hasta el Calvario.

Juan fue discípulo del Bautista cuando
éste enseñaba en el Jordán, hasta el
día en que pasó por allí Jesús y el
Bautista dijo: "He ahí el Cordero de Dios". Al oír
esto Juan y Santiago fueron tras el Señor y pasaron con
Él aquel día. Este encuentro, que Juan no pudo
olvidar jamás, ocurrió alrededor de la hora
décima, o sea, las cuatro de la tarde. Fue el encuentro
más decisivo de su existencia.

Juan regresó a su casa de Betsaida y al trabajo
de pesca. Poco después el Señor, tras haberle
preparado desde el primer encuentro, le llama definitivamente a
formar parte del grupo de los Apóstoles. A pesar de sus
escasos años de edad Juan aceptó la llamada del
Señor, y lo hizo con un amor y convicción sin lugar
a dudas. Toda la vida de Juan estuvo centrada en el Maestro, y en
su fidelidad a Jesús encontró el sentido de su
vida.

A Juan y a su hermano Santiago les puso Jesús el
sobrenombre de hijos del trueno. Esto se debió a
que un día fueron ambos a pedir hospedaje en un pueblo de
Samaria, y al ser ellos judíos, nadie se lo quiso
proporcionar por la rivalidad entre ambos pueblos. Entonces Juan
y Santiago, de carácter fuerte, le pidieron a Jesús
que hiciera caer rayos sobre aquel pueblo de samaritanos, y
Jesús tuvo que recordarles que aún no
comprendían que Él había venido a hacer el
bien, no a causar mal a nadie. Más tarde, al recibir la
efusión del Espíritu Santo, ambos hermanos se
volvieron sumamente humildes, amables y bondadosos.

Junto con Pedro, Juan recibió del Señor
particulares muestras de amistad y de confianza. Juan se cita a
sí mismo como el discípulo amado, a pesar
de que en ninguna parte de la Biblia se menciona a Juan como tal.
Es posible que este título de discípulo
amado
se lo hayan adjudicado sus discípulos de la
Comunidad Joánica de Éfeso, quienes redactaron en
su nombre la segunda y la tercera Carta de Juan y, posiblemente,
hayan también finalizado su Evangelio, ya que se ha
propuesto para este Evangelio una redacción de entre los
años 140 al 170 d.C., mientras que la muerte de Juan
ocurrió el año 100 con toda
probabilidad.

Juan el Zebedeo fue el único de los
Apóstoles que estuvo presente en el Calvario al morir
físicamente Jesús, y recibió de Él el
encargo de cuidar a su Madre María. Por ello podemos
imaginar la gran influencia que la Virgen María
ejerció en el alma del Apóstol Juan.

San Ireneo de Lyon, quien fue discípulo de San
Policarpo, quien a su vez fue discípulo de Juan, afirma
que éste se estableció en Éfeso
después del martirio de Pedro y Pablo en Roma, en donde
Juan fue llevado y salió incólume de un intento por
quitarle la vida. Después fue desterrado a la isla de
Patmos donde, supuestamente, recibió las profecías
contenidas en el Libros del Apocalipsis. Posteriormente,
después de la muerte del emperador Domiciano en el
año 96 d.C., Juan pudo regresar a Éfeso.

Dice San Jerónimo que cuando Juan era ya muy
anciano, se hacía llevar a las reuniones cristianas, ya
que él no podía hacerlo por sí mismo. Lo que
decía siempre reiteradamente a los asistentes era:
"hermanos, ámense los unos a los otros". Y cuando
le preguntaron por qué decía esto, aclaró
Juan: "es el mandato de Jesús y, si lo cumplimos, todo
lo demás vendrá por
añadidura
".

Juan, el hijo del Zebedeo, murió
pacíficamente en Éfeso hacia el tercer año
del reinado del emperador Trajano; es decir, en el año
cien de nuestra era, cuando según San Epifanio, Juan
contaba con 94 años de edad.

Conclusión

Las fechas en que se escribieron los Evangelios son
fechas aproximadas sobre las que no existe un consenso
definitivo. El propósito de los Evangelios no es el de dar
fechas y datos exactos de los acontecimientos que estaban
sucediendo o que iban a suceder, sino más bien presentar a
la persona de Nuestro Señor Jesucristo como el
Mesías esperado. Cada evangelista escribió pensado
en un público en particular, pero el Espíritu Santo
que los motivó a escribir quiso que fuesen para todos los
humanos de todos los tiempos.

No debemos olvidar el aspecto comunitario de los
Evangelios, ya que nacen de la experiencia del Señor
resucitado en las comunidades que se van formando. Su
redacción es una etapa final que normalmente se le
atribuye al líder espiritual de la comunidad, tanto si
sigue vivo como si ha fallecido, pero la misma es la
expresión o formulación de lo que se vivió
en esa época apostólica y post-apostólica
para seguir transmitiendo fielmente el kerigma o buena
nueva.

La hermenéutica actual no hace tanto
énfasis en el autor individual de cada Evangelio como a la
dinámica espiritual (tradición) que el
Espíritu de Cristo va desarrollando en la fe de la
comunidad.

 

 

Autor:

Agustin Fabra

 

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