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El Mysterion




Enviado por Agustin Fabra



  1. Presentación
  2. Los
    Sacramentos en la patrología
  3. Los
    Sacramentos en la escolástica
  4. El
    Concilio de Trento
  5. Los
    Sacramentos en la Iglesia Católica
    actual
  6. Los
    siete Sacramentos
  7. Aclaración

Presentación

El primer término teológico que los
primeros Padres utilizaron para designar los ritos cristianos en
general fue el de mysterion. Al parecer, la
expresión proviene del ámbito griego y se relaciona
con el designio hacia la salvación por medio de los
misterios del Reino de Dios
. Es decir, la voluntad de Dios
de que todos los hombres se salven, ya que esta salvación
es ofrecida por Cristo a través de su sacrificio en la
cruz. Es también cuanto realizó por salvar a los
hombres y, por ende, su cuerpo místico, que es la Iglesia.
En la medida en que los gentiles participan de esta
salvación y de la Iglesia, aceleran la plenitud final de
la salvación.

El término latino sacramentum es una
traducción de mysterion, según consta
también en la Vulgata, que casi invariablemente traduce el
término griego mysterion por
sacramentum, que en español equivale a
sacramento. Por consiguiente, mysterion o
sacramento son signos y prodigios que realiza la
voluntad divina para que todos los hombres se salven por medio de
la Iglesia, actualizando el signo y prodigio fundamental: Cristo
en su encarnación, muerte y
resurrección.

Los Sacramentos
en la patrología

Los escritores de los siglos I y II identificaban la
palabra mysterion como evento de
salvación
, mientras que San Ignacio de
Antioquía (35-98) la interpretaba como los hechos
salvíficos de la vida de Cristo
. San Justino
(103-165) aplicaba el término mysterion a las
figuras y profecías del Antiguo Testamento, comparando los
ritos cristianos con los mysteria de las religiones
mistéricas, que son aquellas que presentan misterios que
no se plantean explicar.

Pero los Padres alejandrinos del siglo III identificaron
mysterion con la relación oculta entre imagen y
arquetipo, que era revelada al iniciado por medio de una
enseñanza o mystagogia. Así se
aplicó a los ritos cristianos y a los hechos
salvíficos, teniendo siempre presente el designio de Dios
para la salvación humana y las figuras que la liturgia
ofrece para significarlos.

Clemente de Alejandría (150-213) utilizaba
mysterion para indicar los ritos de culto cristianos, y
Orígenes (186-254) la usaba con un sentido
platónico, es decir, como símbolo de la
salvación en cuanto Cristo está presente en ella.
Precisamente a Orígenes se debe la definición de
signo, la cual sería utilizada por San
Agustín de Hipona (354-430) en la teología
sacramental: signo es una realidad sensible que enlaza con
una realidad invisible
.

En la misma época se popularizó la
definición sacramentum para la palabra
mysterion, aunque también se utilizó la
voz latinizada mysterium. Tertuliano (160-220),
partiendo de la noción jurídica que la
expresión sacramentum tenía en la cultura
romana, o sea, un juramento de fidelidad con carácter
religioso, lo aplicó al bautismo pues, según su
criterio, a través de este último se realiza un
pacto entre Dios y el bautizado, pero también aunó
la noción griega de mysterion aplicándola
a los demás ritos cristianos.

Debido a la decadencia del paganismo, el término
mysterion fue popularizándose. San Atanasio de
Alejandría (296-373) dio al término el sentido de
un designio salvífico que se realizó en el pasado y
que se celebra en la liturgia. Así, el mysterion
del designio de salvación se distribuye entre los tres
hechos principales de esa elevación: Encarnación,
Pentecostés y Eucaristía. Por ello, las catequesis
mistagógicas de Cirilo de Jerusalén (315-386) y de
San Juan Crisóstomo (347-407) son una introducción
a la vivencia de los principales ritos: Bautismo, Unción y
Eucaristía.

Con Pseudo Dionisio el aeropagita (siglo V y VI), tal
identificación de mysterion con los ritos propios
de la Iglesia se vuelve sistemática. En primer lugar
define mysterion como las acciones rituales que por
medio de la invocación de la Iglesia al Espíritu
Santo, la gracia salvífica de Dios actúa sobre las
personas o cosas. Luego distingue tres aspectos de
mysterion: las consagraciones (Bautismo, Comunión
y Unción), los consagrantes (obispo, sacerdote y
diácono), y los consagrados (inferiores, purificados y
terapeutas o monjes).

En dicho período la expresión
sacramentum o sacramento era empleada con el
mismo sentido de mysterion, relacionado con los actos de
culto de la Iglesia. Pero San Agustín de Hipona hizo la
diferenciación al emplear la palabra sacramentum
para significar los ritos de la Iglesia, y mysterium,
una derivación de mysterion, para significar lo
escondido y lo oculto, de acuerdo con el sentido griego
antiguo.

Pero también San Agustín reconoce que
tales signos sagrados han de tener un elemento material y una
palabra que los complemente, y que permita la aplicación
de la idea del memorial del culto hebreo. Así ofrece una
definición en su carta a Januario (Carta 55), donde
relaciona el Sacramento con una conmemoración, diciendo
que quien se hace garante de la eficacia de tales Sacramentos es
el propio Cristo, a través de los ministros del culto. En
teología luego se llamará signum o
signo al elemento externo válido, y res
a la gracia vinculante.

Los autores posteriores, como León I el Magno
(390-461) y Gregorio Magno (540-604), trataron mysterium
y sacramentum como sinónimos, dándoles el
alcance general que tenían en la teología
griega.

Los Sacramentos
en la escolástica

La escolástica es el movimiento
teológico y filosófico que intentó utilizar
la filosofía grecolatina clásica para intentar
comprender la revelación religiosa del
cristianismo.

Durante la primera Edad Media y tras las invasiones
germánicas, la filosofía neoplatónica que
servía de base a la reflexión de los Padres fue
perdiendo influencia. La noción de mysterion se
empezó a aplicar solamente para la Verdad revelada que
exige un asentimiento de fe. El término
sacramento quedó para indicar un signo concreto
por el que Dios actúa. En la medida en que la
noción de signo perdió consistencia y se
trasladó al nivel de pura referencia, se produjeron
problemas para la correcta comprensión del dogma acerca de
la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Por ello se
hizo necesaria una reflexión más profunda acerca de
la noción de sacramento que permitiera establecer
adecuadamente su virtualidad.

Hugo de San Víctor (1096-1141) fue el primero en
escribir un tratado sobre los Sacramentos en su libro De
sacramentis christianae fidei
, que traducido significa
Los Sacramentos de la fe cristiana, en el cual
ofrecía su propia definición tomando en cuenta toda
la historia de la salvación, aunque reduciendo el
ámbito.

Al tiempo que los Sacramentos van tomando forma como
ritos, se inicia la reflexión acerca de lo esencial de la
ceremonia o aquello que no puede faltar para que el Sacramento
sea válido. La noción de causa y la
distinción entre materia y forma enriquecieron de manera
notable la reflexión sobre los Sacramentos. A
través de la noción de causa, Pedro Lombardo
(1100-1160) introdujo la eficacia del Sacramento que,
según él decía, será causa de la
gracia, que es la imagen
. Así se pudo fijar el
número de siete Sacramentos. Hugo de San Caro (1200-1264)
introdujo la distinción entre materia y forma en el
Sacramento a partir de la definición de San Agustín
de Hipona.

En sus obras, Santo Tomás de Aquino trató
extensamente acerca de los Sacramentos, asumiendo que los
Sacramentos son medicina para el pecado, pero que además
es un acto de culto. Y en la Summa Teológica
propone los Sacramentos como comunicación y
aplicación de la salvación de Cristo para la
santificación de los hombres. Para Tomás de Aquino
la eficacia del Sacramento depende en buena medida de la fe, a lo
cual él denomina carácter sacramental.

El Concilio de
Trento

El Concilio de Trento (1545-1563) dedicó su
sesión séptima a tratar el tema de los Sacramentos.
Aunque no ofreció una definición formal del
término sacramento, fijó la ya tradicional
expresión de Berengario de Tours que se detalla en el
encabezamiento del presente estudio: forma visible de la
gracia invisible
, estableciéndose además el
número de siete Sacramentos, de los cuales sólo
cuatro conferían carácter y, por consiguiente,
sólo podían ser recibidos una sola vez: Bautismo,
Confirmación, Orden y Matrimonio.

Los Sacramentos
en la Iglesia Católica actual

La reflexión del Concilio Vaticano II se
vería influenciada por el movimiento litúrgico y el
patrístico, gracias a lo cual se recuperó la
noción de mysterion que se aplicó en la
Iglesia. Por otra parte, al subrayar el aspecto histórico
esencial del cristianismo, los Sacramentos son vistos como
eventos de salvación; como memoriales de la
Pascua de cristo.

Tres tendencias de reflexión ha seguido la
Teología post-conciliar:

  • Profundiza en el modo en que cada Sacramento es un
    encuentro con Cristo.

  • Recoge la centralidad de la Eucaristía,
    sacando las conclusiones de ello.

  • Relaciona los Sacramentos con la sacramentalidad de
    la Iglesia.

EL CATECISMO CATOLICO Y LOS
SACRAMENTOS

En el Catecismo Católico promulgado por el Papa
Juan Pablo II se menciona con todo detalle la definición
teológica de cada uno de los Sacramentos.

Desde el numeral 1113 al 1130 trata de la
relación entre el Misterio Pascual y los Sacramentos.
Desde el 1135 al 1186 los encuadra en la Liturgia de la Iglesia
y, finalmente, la sección segunda de la segunda parte
está dedicada a los siete Sacramentos.

TEOLOGIA CATOLICA DE LOS SIETE
SACRAMENTOS

El Sacramento católico es un acto ritual
destinado a los fieles a fin de que ellos reciban la gracia de
Dios. Está destinado también a conferir sacralidad
a ciertos momentos y situaciones de la vida cristiana.

Los Sacramentos fueron instituidos por Jesucristo como
señales sensibles y eficaces de la gracia, mediante los
cuales nos es concedida la salvación, y que fueron
confiados a la Iglesia. A través de estos signos divinos,
Cristo actúa y comunica la gracia, independientemente de
la santidad personal del ministro que los imparte, aunque los
frutos de los Sacramentos dependen también de las
disposiciones de quien los recibe.

Al celebrar cada uno de los Sacramentos, la Iglesia
Católica, por medio de las palabras y de los elementos
rituales, alimenta, expresa y fortifica su fe y la de cada uno de
sus fieles. Como se dijo anteriormente, los Sacramentos son
necesarios para la salvación de los creyentes porque
confieren la gracia de Dios, el perdón de los pecados, la
adopción como hijos de Dios, la conformación a
Cristo Señor, y la pertenencia a la Iglesia.

La Iglesia Católica celebra los siguientes siete
Sacramentos:

  • Bautismo

  • Confirmación o Crisma

  • Eucaristía

  • Reconciliación o Penitencia

  • Unción de los enfermos

  • Orden

  • Matrimonio

Estos siete Sacramentos son considerados como
señales:

  • Señales sagradas, porque expresan una
    realidad espiritual y sagrada.

  • Señales eficaces, porque además de
    simbolizar un cierto efecto, en realidad lo
    produce.

  • Señales de la gracia, porque transmiten
    diversos dones de la gracia divina.

  • Señales de fe, no solamente porque suponen la
    fe en quien los recibe, sino también porque nutren,
    robustecen y expresan su fe.

Además los Sacramentos marcan distintas etapas
importantes de la vida cristiana de los creyentes, y que se
dividen en tres categorías:

  • Sacramentos de la iniciación cristiana:
    Bautismo, Confirmación y Eucaristía.

  • Sacramentos de curación: Confesión o
    Penitencia y Unción de los enfermos.

  • Sacramentos al servicio de la comunión y la
    misión: Orden y Matrimonio.

El Bautismo, la Confirmación, el Matrimonio y el
Orden dejan una marca indeleble en quien los recibe y sólo
pueden ser administrados una sola vez al creyente, como se
indicó anteriormente. Los demás Sacramentos pueden
ser administrados reiteradamente.

Los siete
Sacramentos

Los Sacramentos se administran en distintos momentos de
la vida del cristiano y, simbólicamente, la abarcan por
entero desde el Bautismo hasta la Unción de los
enfermos.

La mayoría de los Sacramentos sólo pueden
ser administrados por un sacerdote ordenado, aunque el Bautismo,
en ocasiones excepcionales, puede ser administrado por cualquier
seglar que tenga el propósito de hacer con el signo lo que
la Iglesia hace.

Seguidamente entraremos a analizar y detallar cada uno
de los siete Sacramentos.

1.- BAUTISMO

El Bautismo es entendido como el Sacramento que abre las
puertas de la vida cristiana al bautizado, incorporándolo
a la comunidad católica y al gran Cuerpo Místico de
Cristo, que es la Iglesia en sí misma. Este ritual es
hecho normalmente con agua por medio de la inmersión,
efusión o aspersión, utilizando las palabras del
Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica.

Dios, por medio del Bautismo, perdona el pecado original
y todos los pecados personales, así como el castigo debido
al pecado, y confiere también las virtudes teologales y
los dones del Espíritu Santo. Una vez bautizado, el
cristiano es por siempre un hijo de Dios y un miembro inalienable
de la Iglesia, perteneciendo por siempre a Cristo.

En la Iglesia Católica el Bautismo se da tanto a
niños como a adultos convertidos y preparados debidamente,
siempre y cuando no hayan sido bautizados antes
válidamente. De todas formas se insiste en que es
preferible ser bautizados desde niños porque, habiendo
nacido con el pecado original, necesitan ser liberados del poder
del maligno y ser transferidos al reino de la libertad de los
hijos de Dios.

Son varios los símbolos que posee el Sacramento
del Bautismo en la Iglesia Católica, pero de ellos cuatro
son básicos: el agua, el aceite, la vestimenta blanca y la
vela, y cada uno de ellos representa un misterio en la vida de
los bautizados. Además de estos cuatro símbolos, el
rito romano establece también la sal, aunque este
símbolo es utilizado únicamente de acuerdo con las
instrucciones pastorales de cada una de las iglesias.

En sí mismos, este es el significado de cada uno
de los cuatro símbolos:

Agua: representa el paso de la vida pagana a
una nueva vida. Tiene el factor de la purificación,
limpiándonos del pecado original.

Aceite: representa la fortaleza del
Espíritu Santo. Antiguamente los luchadores usaban el
aceite antes de la lucha para dejar sus músculos
rígidos y así lograr la victoria. En la nueva vida
adquirida por el Bautismo, el aceite tiene la misma
función: revestir al bautizado para las luchas cotidianas
contra las asechanzas del maligno.

Vestimenta blanca: representa la nueva vida
adquirida por medio del Bautismo. Cuando tomamos un baño
nos vestimos con ropa limpia, y no podría ser distinto en
el Bautismo. Somos lavados en el agua y vestidos de una vida
nueva.

Vela: representa que por el Bautismo somos
revestidos de una gran variedad de gracias, y la principal es la
del Espíritu Santo, pues seremos unidos a Dios como hijos
para ser santificados, y esta santificación es realizada a
través del Espíritu Santo. Además significa
que recibimos el don de la fe, que es un don fundamental para
nuestra vida, a través de la cual reconocemos a Dios y por
ella recibimos la gracia.

2.- CONFIRMACION o CRISMA

El Sacramento de la Confirmación o Crisma es
cuando el bautizado reafirma su fe en Cristo, siendo ungido
durante la ceremonia para recibir los siete dones del
Espíritu Santo: sabiduría, inteligencia, consejo,
fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios (Catecismo de la
Iglesia Católica, numeral 1831). La unción es hecha
con aceite bendecido el Jueves Santo, y es hecha por el Obispo o
por un sacerdote autorizado para ello.

Este Sacramento se instituyó principalmente para
que los niños bautizados de muy pequeños, y que no
entraron en la vida cristiana por su propia voluntad, confirmen
el deseo de ser miembros de la familia cristiana dentro de la
Iglesia Católica, reafirmando su compromiso después
de alcanzar la edad de la razón.

Por ello, la ceremonia de Confirmación es la
renovación de las promesas bautismales por medio de las
preguntas del Obispo o del sacerdote que preside, y que hace en
voz alta, respondiendo de igual manera la persona que va a
recibir la Confirmación.

Debido a que la ceremonia es un acto de
confirmación de los compromisos, la persona no puede
recibir el crisma si dejan de confirmar sus
compromisos.

3.- EUCARISTIA

Es la celebración en memoria de Cristo, por la
que se recuerda la Santa Cena, así como su Pasión y
Resurrección, y en la que el cristiano recibe la hostia
consagrada, que es el Cuerpo del propio Señor. Es el
Sacramento culminante, el que da a los fieles la oportunidad de
recibir e ingerir el pan y el vino consagrado por el sacerdote,
que con ello se transforma en el Cuerpo y en la Sangre de
Jesús.

Para poder recibir la Eucaristía, el fiel debe
estar en estado de gracia, o sea, haberse confesado previamente
de sus pecados y recibir el perdón divino por medio del
sacerdote.

La Eucaristía es considerada como el Sacramento
de la acción de gracias, en la acepción de la
palabra original griega eukharistia.

4.- PENITENCIA O RECONCILIACION

Es la confesión de los pecados ante un sacerdote,
que impone una penitencia de acuerdo a la gravedad de los pecados
cometidos para que, una vez cumplida ésta, propicie la
reconciliación con Cristo Jesús. En otras palabras,
es el Sacramento que da al cristiano la oportunidad de reconocer
sus faltas y, si muestra su arrepentimiento por ellas, ser
perdonado por Dios a través del sacerdote confesor, quien
en aquel momento es el intermediario entre Dios y el fiel que se
confiesa, y por medio del sacerdote Dios le concede su
perdón. Inmediatamente después de la
reconciliación, el confesado debe rezar el acto de
arrepentimiento
, retirándose después para
cumplir la penitencia que le ha sido impuesta.

El sacerdote tiene rigurosa y totalmente prohibida la
revelación de lo escuchado por los fieles en el
confesionario, por el debido secreto de
confesión
. El incumplimiento de este deber es
considerado uno de los más graves pecados que un sacerdote
puede cometer, y le sujeta a severas penalidades impuestas por la
Iglesia Católica.

5.- UNCION DE LOS ENFERMOS

Es el Sacramento por el cual el Sacerdote ora por los
enfermos y les unge para estimularles la sanación
espiritual, pidiendo también por su mejora física
mediante la fe. También el sacerdote escucha la
confesión del enfermo y Dios les concede su
perdón.

Este Sacramento puede ser dado a cualquier persona que
se encuentre enferma y no pueda trasladarse a la Iglesia, y no
solamente a quienes estén en peligro de fallecer en
cualquier momento.

6.- ORDEN

El Sacramento de la Ordenación concede autoridad
para ejercer funciones y ministerios eclesiásticos
referidos al culto a Dios y a la salvación de las
almas.

Está dividido en tres grados:

Episcopado : Confiere la plenitud de la orden y
convierte al candidato en legítimo sucesor de los
apóstoles, siéndole confiados los oficios de
enseñar, dirigir y santificar.

Presbiteriado : Configura al candidato al
Cristo sacerdote y Buen Pastor, capacitándole para actuar
en nombre de Cristo como administrador del culto
divino.

Diaconado : Confiere al candidato la orden para
el servicio a la Iglesia a través del culto divino, la
predicación, orientación y caridad.

7.- MATRIMONIO

Es el Sacramento que, estableciendo y santificando la
unión entre un hombre y una mujer, funda una nueva familia
cristiana. Es el casamiento o unión celebrado en la
Iglesia y santificado en la indisolubilidad y en la fidelidad
mutua.

Es uno de los Sacramentos que imprimen carácter,
aunque de forma distinta al Bautismo, la Confirmación y el
Orden. Estos tres últimos dejan en el fiel que los recibe
una marca indeleble que le compaña para toda la eternidad,
pero el Matrimonio imprime carácter en la pareja que se
está formando, siendo por ello indisoluble doctrinalmente.
El carácter impreso por el matrimonio sólo se
disolverá con el fallecimiento de uno de los
cónyuges.

Otro rasgo distintivo del Sacramento del Matrimonio no
es el mostrado por el sacerdote, sino por la propia pareja,
quienes realizando el Sacramento en la Iglesia, piden y reciben
del sacerdote la bendición para la nueva familia que se
está creando.

Aclaración

Así como la Iglesia Católica, la Iglesia
ortodoxa celebra también estos siete Sacramentos. Pero
para las Iglesias Reformadas dichos símbolos manifiestan
la gracia, pero no la confieren.

 

 

Autor:

Agustin Fabra

 

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