Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Preguntar es una manera de filosofar (página 2)




Enviado por Luis Ángel Rios



Partes: 1, 2

Muchos docentes, estudiantes y padres de familia se
preguntan si tiene sentido mantener la asignatura de
filosofía en la educación básica secundaria
y media vocacional. "¿Se trata de una mera supervivencia
del pasado, que los conservadores ensalzan por su prestigio
tradicional pero que los progresistas y las personas
prácticas deben mirar con justificada impaciencia?
¿Pueden los jóvenes, adolescentes más bien,
niños incluso, sacar algo en limpio de lo que a su edad
debe resultarles un galimatías? ¿No se
limitarán en el mejor de los casos a memorizar unas
cuantas fórmulas pedantes que luego repetirán como
papagayos? Quizá la filosofía interese a unos
pocos, a los que tienen vocación filosófica, si es
que tal cosa aún existe, pero ésos ya
tendrán en cualquier caso tiempo de descubrirla más
adelante"[57]. Sin embargo, la filosofía
sigue preocupando a educadores comprometidos con el destino del
hombre y a estudiantes inquietos, porque es una asignatura
diferente, que despierta inquietudes capaces de involucrarlos en
una constante búsqueda de respuestas a los interrogantes
que afectan al hombre, cada vez más ávido de
encontrarle el horizonte a su incierta existencia.

"La experiencia de la Filosofía en el aula es la
experiencia que permite una comprensión intelectual,
reflexiva, afectiva y humana de nuestro entorno inmediato,
proyectándolo a hacia un compromiso vital con la historia;
es la posibilidad de la constitución de la
ciudadanía en su sentido profundo"[58]. La
esencia de las cuestiones filosóficas consiste en indagar
la última esencia, el significado extremo, la raíz
más profunda de una realidad. "La filosofía es el
preguntar mismo: la pregunta es búsqueda de respuesta -la
cual es el saber logrado- y la filosofía es un saber
buscado. Una pregunta a la cual se haya dado respuesta parece
dejar de ser con la respuesta filosófica. La
filosofía abre horizontes con la
pregunta"[59]. Con respecto al preguntar en
filosofía, el profesor Armando Mera Rodas señala
que "una de las formas más elementales de aproximar a los
estudiantes universitarios a la filosofía y a su quehacer
es la pregunta", y agrega que la pregunta "ha marcado el origen
de las ciencias y también el punto de partida de la misma
filosofía. La pregunta abre el inicio de todo discurso y
de toda interacción
humana…"[60].

La filosofía se hace las preguntas radicales,
aquellas que necesitamos responder para estar en claro, para
saber a qué atenernos, para orientarnos sobre el sentido
del mundo y de nuestra vida, para saber quiénes somos y
qué tenemos que hacer y qué podemos esperar,
qué será de nosotros. "Las preguntas definen las
tareas, expresan problemas y delimitan asuntos. Impulsan el
pensar hacia adelante. Las contestaciones, por otra parte, a
menudo indican una pausa en el pensar. Es solamente cuando una
contestación genera otras preguntas que el pensamiento
continúa la indagación. Una mente sin preguntas es
una mente que no está viva intelectualmente. El no hacer
preguntas equivale a no comprender…

Las preguntas superficiales equivalen a
comprensión superficial, las preguntas que no son claras
equivalen a comprensión que no es clara. Si su mente no
genera preguntas activamente, usted no está involucrado en
un aprendizaje sustancial… Cuestionar en una mente viva y
"aprendiz" nunca termina. Las preguntas se transforman. Las
preguntas generan más preguntas. Estimulan nuevas maneras
de pensar, nuevos caminos para seguir mientras nosotros
analizamos, evaluamos el pensar, mejoramos nuestro
pensamiento… Cada campo intelectual nace de un grupo de
preguntas esenciales que impulsan la mente en la búsqueda
de unos hechos y una comprensión particular… Cada
campo se mantiene vivo solamente hasta el punto que se generan
preguntas nuevas y éstas se toman en serio como la fuerza
que impulsa el pensamiento. Para pensar en algo y volver a
pensarlo, uno debe hacer las preguntas necesarias para pensar
lógicamente sobre eso, con claridad y
precisión…"[61]. El pensamiento
filosófico, de acuerdo con Walter Riso, vive y consiste
fundamentalmente en el intercambio de preguntas y de respuestas.
La pregunta se refiere a la última esencia y a las
más profundas raíces de una realidad. "Aunque las
preguntas y respuestas van juntas y cada una depende de la otra,
ambas se complementan y alteran dependiendo de la
situación: hay momentos en que la resolución de
problemas es fundamental para la supervivencia y hay ocasiones en
que las preguntas son más importantes que las
respuestas"[62].

Riso agrega que las preguntas fundamentales de la vida
(¿Quiénes somos o cómo hemos de vivir?)
siguen vigentes. Las preguntas fundamentales sobre la propia
existencia -señala Riso-, el sentido de la vida, la
felicidad, la libertad interior, la relación con el cosmos
no son una moda pasajera, son las preguntas que nos hacen humanos
y de las que no podemos prescindir. Con respecto a la libertad
interior, lo que nos da ésta frente a los intentos de
someternos a servidumbre espiritual "es nuestra decisión
de vivir en la verdad y de la verdad, consagrarnos a hacer el
bien, admirar la belleza y encarnarla en nuestra vida, practicar
la justicia incondicionalmente"[63].

El profesor Miguel Ángel Ruiz García
precisa que la filosofía consiste en la sana costumbre de
hacer preguntas y conservarlas. "La Filosofía tiene pues
un puesto importante en la existencia porque sirve para ella
misma, para sus propios fines. Y siendo libre de todo tipo de
servidumbre (poder, fama, prestigio), de su contemplación
desinteresada de la verdad surge su capacidad para romper
esquemas y hacer sujetos libres de los prejuicios de sus propias
teorías, suposiciones y supuestos científicos. Lo
que no pertenece a la filosofía no pertenece a la vida.
Cuando perdemos el sentido de la vida hemos perdido
también el sentido de la filosofía y cuando
perdemos el gusto por la filosofía, lo que en realidad
hemos perdido es el gusto por la elegancia de vivir, que es la
cosa verdaderamente útil que nos deberíamos
conceder. Pero, ¿cómo recuperar el gusto por la
filosofía si la gente se hastía porque no sabe
cómo llenar su vida cuando le toca esperar un
minuto?"[64].

El filósofo debe preguntarse, ya que el preguntar
filosófico es la actitud por la cual el hombre adquiere
distancia de lo cotidiano. Y la adquiere precisamente al
dedicarle mayor atención. En todo ello queda comprometido
el hombre que se admira, ya que este – al preguntarse – se cuenta
por lo que sobrepasa la cerrazón factual de su existencia.
Por su apertura a las cosas, bajo la formalidad de realidad, el
hombre puede interrogarse acerca de ellas y sobre él
mismo. El hombre es el único animal que se pregunta; vive
preguntándose y preguntando a los demás. Por ser el
hombre conciencia abierta a lo real, es esencialmente
preguntón. "No se puede vivir como persona sin pensar, sin
filosofía de preguntas, de respuestas o, al menos, sin la
búsqueda de respuestas"[65]. Sus preguntas
no son algo periférico. El Hombre queda envuelto en la
pregunta, es él mismo pregunta o interrogante siempre
abierto. "Filosofar, según Heidegger, consiste en
preguntar por lo extraordinario… y no sólo es
extraordinario aquello que se pregunta, sino el preguntar
mismo… Todo preguntar es un buscar. Todo buscar tiene su
dirección previa que le viene de lo buscado… El
preguntar tiene, en cuanto preguntar por… aquello que se
pregunta. Todo preguntar por es en algún modo preguntar
a…" Kart Rahner señala que "toda pregunta tiene un
de donde, un principio de una posible respuesta de ella misma".
La filosofía es pregunta y vive en la pregunta, "en la
incógnita alojada en la raíz de la vida, y en la
búsqueda de la sabiduría que es mucho más
que conocimiento", dice Alejandro Serrano
Caldera[66]y agrega que mientras haya pregunta
habrá filosofía. "Existen preguntas que para la
felicidad y satisfacción en la propia vida del ser humano,
son de gran importancia y que tan solo la filosofía puede
afrontar"[67].

El mundo moderno está más interesado en
las respuestas que en los procesos de pensamiento que hay tras la
respuesta. Este estilo de vida impide al hombre percatarse de su
triste condición humana, de su falta de libertad. No puede
desarrollar y fortalecer su conciencia crítica. La
conciencia crítica es el "carácter de una persona
cuyo hábito de conducta procede a una crítica de
los datos del problema antes de formular su opinión o de
actuar conforme a un fin. Se señala en oposición a
la idea de conciencia no crítica o vulgar, en la que se da
por sentado la "objetividad" del conocimiento sin más y en
la que los prejuicios sociales, como creencias, actúan
como evidencias cognoscitivas prácticas y fuente de
conocimiento y de la acción sin ponerlas en
cuestión respecto a un contenido
objetivo"[68]. ¡Eso sí, hay que
reconocerlo: la filosofía es una ciencia difícil!
Requiere esfuerzos. "Nada importante es regalado al hombre; antes
bien, tiene él que hacérselo, que construirlo",
sentenció el filósofo José Ortega y Gasset.
La filosofía comienza exigiendo un esfuerzo,
continúa exigiendo más esfuerzos y termina
exigiendo más esfuerzos. Donde casi todo se pone siempre
en tela de juicio, donde no rige ningún supuesto ni
método tradicional, donde hay que tener siempre ante los
ojos los complejísimos problemas de la ontología,
el trabajo no puede ser fácil. El estudio de la
filosofía requiere de un esfuerzo continuo para analizar,
interpretar y explicar de una manera lógica las creencias
y valores humanos.

Fernando Savater[69]aclara que a las
preguntas sobre la vida, la muerte, la verdad, el universo, la
libertad, la belleza, el conocimiento, el sentido de la vida,
etc., la filosofía no pretende darles una respuesta
definitiva, sino que sigue enseñando a plantearlas de
manera rica y significativa, mientras avanza respuestas
tentativas para ayudarnos a convivir racionalmente con ellas.
Walter Riso aclara que la filosofía no siempre brinda
soluciones concretas, pero abre puertas que conducen a nuevas
maneras de ver el problema. La filosofía -señala
José Luís Dell"Ordine- es el descubrimiento de un
horizonte de preguntas ineludibles. Volverse de espaldas a ellas
es renunciar a ver, aceptar una ceguera parcial, contentarse con
lo penúltimo. Significa, pues, la filosofía un
incalculable enriquecimiento del mundo. Es además una
disciplina moral: la exigencia de no engañarse, de no
aceptar como evidente lo que no lo es. (Sin que esto quiera decir
que hay que rechazar lo que no es evidente, porque muy pocas
cosas lo son.) Es sobre todo, una llamada a la lucidez, a ese
"señorío de la luz sobre las cosas y sobre nosotros
mismos", de que hablaba Ortega y Gasset. Y con ello, una llamada
a la autenticidad, a la verdad de la vida, a ser cada uno quien
verdaderamente pretende ser.

Entre muchas certezas y conocimientos, necesitamos una
certidumbre radical, tenemos que buscarla, si queremos vivir como
hombres lúcidamente, y no a ciegas o como
sonámbulos. "La filosofía nunca ha parecido
más urgente emprender una reflexión común
sobre la importancia de la filosofía y de la actividad
filosofante, que en el difícil contexto de una aguda
situación de crisis política y
social"[70].

Son muchas las preguntas que surgen a la hora de hablar
de "enseñar" filosofía:
"¿Enseñar filosofía aun cuando el mundo
parece que no quiere más que soluciones inmediatas y
prefabricadas, cuando las preguntas que se aventuran hacia lo
insoluble resultan tan incómodas? Planteemos de otro modo
la cuestión: ¿acaso no es humanizar de forma plena
la principal tarea de la educación?, ¿hay otra
dimensión más propiamente humana, más
necesariamente humana que la inquietud que desde hace siglos
lleva a filosofar?, ¿puede la educación prescindir
de ella y seguir siendo humanizadora en el sentido libre y
antidogmático que necesita la sociedad democrática
en la que queremos vivir?"[71]. A pesar de todos
estos interrogantes, la materia tiene demasiada importancia en el
proceso de formación del estudiante, debido a que lo
enseña a pensar crítica y reflexivamente. "Y la
filosofía, que por definición, por
etimología y por esencia, se describe a sí misma
como amor a la sabiduría, tiene el objetivo fundamental de
enseñarnos a pensar, a discurrir con la cabeza, a formar
criterio, a tener espíritu crítico y, por lo tanto,
a tener personalidad, a saber discutir con argumentos. Forma
mucho a la persona. La filosofía es la disciplina que nos
ayuda a buscar la verdad con el único concurso de la
razón natural. Porque la mayoría de las grandes
cuestiones (por no decir todas) que preocupan siempre a la
humanidad han sido pensadas y abordadas ya por los
filósofos: cada uno ha dado su respuesta, ha sido
rebatido, matizado, defendido o ampliado por otro, y conocer todo
esto nos ayuda enormemente a amueblar nuestra propia cabeza, a
formar nuestras propias ideas y actitudes con lo mejor de los
argumentos de unos y de otros.

Prácticamente todas las ideas de uno y otro signo
que encontramos hoy en la calle, más escépticas,
optimistas, etc., han sido dichas y discutidas también
años atrás (o siglos atrás) por los
filósofos, de modo que conocerlas todas nos aporta una
poderosa arma para la dialéctica, esto es, para saber
discutir con precisión e, incluso, para superarlas con
nuestro propio pensamiento. De manera que si usted desea ser un
buen retórico o un buen dialéctico, a lo mejor
tiene que empezar por ser un poco filósofo, por conocer
bien la filosofía"[72].

La falta de una sólida estructura
filosófica es la responsable de que la formación
filosófica de nuestra juventud se haya convertido en
reproche unánime y ya indiscutible. "La casi totalidad de
nuestros bachilleres se contentan con una muy superficial
ilustración filosófica, pues ella les basta para
superar con éxito un examen. Para casi todos, la
filosofía es, dentro del bachillerato, la asignatura
más tediosa, más difícil y hasta la
más inútil para su vida. Después, cuando el
joven se le planteen serios problemas que comprometen su
ideología y su credo religioso, lo vemos inseguro,
persuadido de que no puede discutir en filosofía y de que
lo aprendido en el bachillerato ya no vale. Sin fundamentos y
desorientado, opta por un escepticismo ruinoso, sin saber
qué defiende ni por qué sostiene determinada
doctrina"[73]. Entonces, es tanta la necesidad de
encontrar salidas mágicas a su existencia, que cualquier
escape le parece bueno. No le importa que tan delirante, tonta o
poco sustentada sea la alternativa; con tal de llenar el
vacío existencial, todo vale. Por esto no surge en el
joven un escepticismo sano y creativo del que investiga y no
traga entero. No surge en él la duda motivadora que lo
empuje a profundizar. No existe para él una
fluctuación momentánea que lo lleve a mirar el otro
lado de las cosas. No se advierte en él una duda racional,
que es inseparable de la auténtica libertad de
pensamiento, para que se atreva a discutir y a cuestionar las
opiniones establecidas. "La duda es el punto de partida de la
filosofía moderna, la necesidad de acallarla
constituyó un poderoso estímulo para el desarrollo
de la filosofía y de la ciencia modernas… La duda
misma no desaparecerá hasta tanto el hombre no supere su
aislamiento y hasta que su lugar en el mundo no haya adquirido un
sentido expresado en función de sus humanas
necesidades"[74].

Esta preocupante realidad insta a los intelectuales a
advertir que si nuestros jóvenes no quedan
sólidamente formados en filosofía, apenas
estarán capacitados para superar cualquier examen oficial,
el que muchas veces se limita a pedir nociones escuetas y
cuestiones insustanciales e inconexas que mal pueden significar
la contextura ideológica del alumno. "En cambio, quien
estuviere sólidamente fundado en filosofía
estará capacitado no sólo para dar cuenta de lo que
allí se pregunte, sino también para mostrar un
pensamiento consistente y personal; es decir, una
filosofía asimilada"[75]. Se recalca la
importancia de enseñar a pensar, a juzgar o valorar, a
discutir y a desentrañar el contenido de las ideas,
equipando la mente del estudiante con una actitud crítica
y abierta a la problemática actual. La filosofía le
debe permitir al discente "pensar, discurrir, juzgar y
sintetizar"[76].

A pesar de que muchos sostienen que de lo único
que podemos estar seguros es de la incertidumbre, porque lo
único que podemos afirmar es que nada podemos afirmar, es
en la incertidumbre en donde debemos buscar el valor de la
filosofía. "El hombre que no posee un gusto por la
filosofía va por la vida maniatado por los prejuicios que
provienen del sentido común, de las creencias habituales
de su generación o de su país, y de las
convicciones que se han arraigado en su mente sin la ayuda o la
conformidad de una razón deliberada. Para este tipo de
hombre el mundo tiende a ser definido, finito, obvio; las cosas
corrientes no le suscitan interrogantes, su mentalidad rechaza
desdeñosamente las posibilidades que no le son familiares.
Por el contrario, tan pronto como empezamos a filosofar,
descubrimos que aun las cosas cotidianas suscitan
filosofía, aunque incapaz de decirnos con certeza
cuál es la respuesta verdadera a las dudas que suscita,
puede sugerir muchas posibilidades que amplíen nuestros
pensamientos y los liberen de la tiranía de la
costumbre"[77]. Sólo quienes no desean
saber el porqué de las cosas desdeñan la
filosofía. "Un espíritu simplón puede
pasarse la vida extrañándose de las cosas
más banales y corrientes sin llegar nunca a filosofar. Es
verdad, el pensamiento filosófico está más
lejos de la conciencia rústica que se queda boquiabierta
ante los tranvías y las luces de neón de la ciudad,
que del hombre urbano cuya mente no es extraña al lenguaje
de la ciencia y, quizá sin saberlo, interprete la realidad
racionalmente gracias a las categorías de este
lenguaje"[78].

Aunque la filosofía es universal, no todas sus
respuestas y planteamientos ofrecen soluciones a las
problemáticas nacionales, regionales o locales. Cada
comunidad tiene sus interrogantes que la filosofía, si
quiere ser práctica y menos especulativa, debe responder
localmente, con el aporte universal que estructura y fundamente
el filosofar. No reflexionar sobre este punto de vista nos lleva
a emitir juicios erróneos sobre la practicidad de la
filosofía. La filosofía, como hija y como
conciencia crítica de una cultura, debe estar situada y
contextualizada, para que pueda buscar respuestas a la
problemática actual. La cultura, entendida como el
conjunto de "todos los productos de la vida humana creadora
(sociedad, lenguaje, costumbres, educación, vida, moral,
política, económica, técnica, arte, ciencia,
mito, religión, filosofía,
etc.)"[79], sirve de suelo nútrico para la
reflexión filosófica. "La actividad
filosófica se presenta siempre como una
manifestación inevitable de toda cultura que ha alcanzado
cierto desenvolvimiento. Esta persistencia del fenómeno
filosófico se comprende si recordamos que es una necesidad
para el hombre que ha arribado a determinado grado de
evolución, la explicación de la realidad como un
todo, en el que puede localizar la posición de sí
mismo"[80].

En el sentido en que Kant plantea el filosofar "se
torna, ya desde la escuela, en discusión libre sobre todas
las cosas, afectando el modo mental de la persona de situarse
frente al mundo, frente a los demás y frente a sí
mismo"[81]. Ante el sistema educativo imperante,
que educa para la minoría de edad (incapacidad de servirse
de su propio entendimiento sin la dirección de otro), para
la renuncia al uso autónomo del propio entendimiento, para
el placer de la obediencia, para la sumisión total a unos
tutores que ahorran la dificultad de decidir por pensamiento
propio, el pensador alemán sostiene que se requiere un
pensar por sí mismo, autónomo, un argumentar
crítico y analítico, sin dejarnos enajenar por los
demás; un pensar en el lugar del otro, un debatir
dialógico y tolerante, y un pensar consecuente. Plantea
que las reglamentaciones y las fórmulas son instrumentos
mecánicos que atan a una persona a su minoría de
edad. "Hay filosofía cuando los humanos asumen que deben
pensar por sí mismos, sin dogmas preestablecidos,
soportando la crítica y el debate con nuestros
semejantes"[82].

En opinión de Jean Piaget, el estudiante
aprenderá a hacer funcionar su razón por sí
mismo y construirá libremente sus propios razonamientos,
lo cual se logra mediante su participación activa en el
proceso de aprendizaje, que no sólo comprende el
qué sino el cómo, el contenido sino el cómo
lo aprende. El estudiante asume el compromiso de conquistar por
sí mismo un cierto saber a través de
investigaciones libres y de razonamientos propios, y de esta
manera aprenderá a no dejarse engañar por sí
mismo. "El engañarse así mismo es seguramente lo
peor que puede suceder; porque entonces el engañador es
uno con nosotros, y nos sigue por todas
partes"[83].

Leopoldo Zea invita a los hombres que aprendan a juzgar
por sí mismos para que aspiren a la independencia del
pensamiento. Quien piensa con independencia piensa
también, al mismo tiempo, del modo mejor y más
útil para todos. Kant decía que todo hombre
debería saber quién es, qué debe pensar y
qué debe hacer. Aprender a pensar filosóficamente
es prepararse para ver detrás de las apariencias, para
llegar al fondo de todo, a su ser, a lo que hace que sea lo que
es. La filosofía, señala Savater, es un instrumento
para ayudar a vivir a la gente o para suscitar inquietudes entre
la gente. La filosofía debe ser un saber riguroso en
procura de respuestas. "Antes de proponer teorías que
resuelvan nuestras perplejidades, debe quedarse perpleja; antes
de ofrecer respuestas verdaderas, debe dejar claro por qué
no le convencen las respuestas falsas. Una cosa es saber
después de haber pensado y discutido, otra muy distinta es
adoptar los saberes que nadie discute para no tener que pensar.
Antes de llegar a saber, filosofar es defenderse de quienes creen
saber y no hacen sino repetir errores ajenos"[84].
De nada sirve saber mucha filosofía como puro
conocimiento, si la teoría no se aplica a la
práctica de la vida, si ella no se convierte en un arte de
vivir, tal como lo aclara una "Guía del
Maestro
".

Frecuentemente se pregunta a los adultos ¿a
qué vinieron a este mundo? Y a los niños
¿qué quieren ser cuando grandes? Los "grandes"
enmudecen ante la dimensión de este interrogante tan
profundo y desconcertante, o responden "cualquier cosa" para
"salir del paso": realizarse, tener éxito, triunfar,
trabajar, progresar, tener una familia, hacer el bien al
prójimo, desarrollar nuestras potencialidades, cumplir la
misión para la cual estamos destinados, buscar la
excelencia, la perfección y la verdad, etc. Los
niños responden que quieren ser profesionales,
millonarios, poderosos, grandes deportistas, actores de cine,
etc. Algunos, jocosamente, dicen que cuando grandes quieren ser
pequeños. Son muy pocos los adultos y los niños que
contestan a estas dos preguntas como debe ser:
Venimos al mundo a ser felices! ¡Cuando seamos
grandes queremos ser felices
! He ahí las respuestas,
porque el fin supremo del a vida humana es la búsqueda de
la felicidad. "¡Qué desgraciados somos los que
tenemos una idea de felicidad y no podemos conseguirla, y tenemos
una idea de la verdad y no podemos conocerla!", sentenció
el filósofo Blas Pascal. A su vez, Goethe se
interrogó que ¿si tenía acaso la necesidad
de leer en los libros que "en todas partes se atormentaban los
hombres, que sólo acá y allá ha habido uno
dichoso?"[85], y un poco pesimista agregó
que el ser humano "con ávida mano escarba la tierra
buscando tesoros, y se da por satisfecho cuando encuentra
lombrices"[86]. Robert Spaemann se atreve a decir
que el hombre para ser feliz necesita filosofar. "Porque
¿cómo se puede ser feliz sin saber de dónde
vengo, a dónde voy, dónde me encuentro, qué
sentido tiene mi vida, que va a ser de mí, qué
caminos me pueden conducir a alguna
parte?"[87]

Como la verdadera naturaleza humana radica en la
posibilidad de generar pensamiento, el hombre debe filosofar en
procura de desentrañar y comprender la realidad y buscar
la felicidad, sin importar los esfuerzos que deba realizar y los
prejuicios que debe enfrentar en la cotidianidad de lo
establecido, lo convencional, lo rutinario y lo mediocre, como el
riesgo de ser tildado de loco. Según Goethe, la locura, a
veces, no es otra cosa que la razón presentada bajo
diferente forma. Este genial alemán pedía que se
oyera la fantasía con todos sus coros: "razón,
inteligencia, sentimiento y pasión; mas, advertidlo bien:
no sin locura"[88]. Pero no puede desistir de su
esfuerzo de filosofar, porque "tan acusado de locura es el
espíritu pequeño como el extremadamente grande;
sólo es buena la mediocridad; la mayoría ha
establecido esto, y muerde a quien intenta escapar de ellos por
algún extremo"[89]. Jalil Gibrán nos
invita a reflexionar cuando leemos lo siguiente:
"-¡Benditos! ¡Benditos sean los ladrones que me
robaron mis máscaras! Así fue que me
convertí en un loco. Y en mi locura he hallado libertad y
seguridad; la libertad de la soledad y la seguridad de no ser
comprendido, pues quienes nos comprenden esclavizan una parte de
nuestro ser"[90]. El "rebaño" no logra
entender la dimensión estética del genio, del
artista, del intelectual, del pensador, del filósofo. No
comprende la concepción schopenhaueriana en la que la vida
auténtica se expresa profundamente en el arte, en la
contemplación libre y desenfrenada. "El arte nos libera
pasajeramente de la individuación, de las miserias de la
vida, nos desliga de la voluntad y nos convierte en sujetos. La
esencia del arte consiste en la capacidad especial para la
contemplación. Por eso es obra del genio. La
fantasía es la cualidad fundamental del genio, de
ahí la estrecha relación entre el genio y la
locura"[91]. El genial Goethe pregunta que el
espíritu humano, en sus altas aspiraciones, "¿ha
sido acaso nunca comprendido por sus
semejantes?"[92].

Quienes no tienen el hábito del filosofar, del
pensar, acuden a salidas facilistas, a expresiones y juicios
populares; se limitan a repetir lo que los demás dicen y
han dicho, pero no tienen la capacidad de tener una palabra o un
decir propio. Por eso, cuando están en presencia de un
pensador, de un filósofo, de un razonador, de un
intelectual, lo tildan de loco, "chalado", chiflado, "chiflis",
orate o "rayado", al escuchar que éste, gracias a su
espíritu crítico, a su capacidad de pensar por
sí mismo y a su actitud irreverente, controversial,
iconoclasta, contestataría, dubitativa y libertaria,
piensa y se expresa de manera diferente a la del rebaño.
Al cuestionar y superar algunas tradiciones, convencionalismos y
costumbres acríticas se le pretende "encamisar" dentro de
los moldes establecidos como "loco[93]Para el
rebaño es más cómico y fácil acudir a
los rótulos cotidianos que al espíritu
crítico para entender y respetar las diferencias, y
comprender que el decir y el proceder, el hacer y el ser del
filósofo procede de la reflexión profunda, del
conocimiento y de la desinterpretación y la
reinterptretación de la realidad, debidamente sustentada
con los fundamentos epistemológicos, metodológicos,
científicos, sociológicos, sicológicos,
antropológicos y filosóficos. Si el rebaño
se concienciara del respeto por las diferencias, dejaría
de llamar "loco" al filósofo. "Uno no "enloquece" nunca
cuando no difiere del suyo el pensamiento de ningún otro
individuo… "Enloquece" porque su mente está en
oposición con la de todos los
demás"[94].

Con respecto al preguntar filosófico, a las
cuestiones filosóficas, veamos lo siguiente:

"Puede decirse que, en sentido general, el objeto
principal del conocimiento filosófico consiste en inquirir
la razón y el fundamento de todo aquello que se presenta
como de índole esencial para la vida humana y la
naturaleza. Especialmente, implica cuestionar muchos conceptos
que se dan por sabidos, por supuestos y por verdaderos a partir
de una percepción sensorial o primaria; en una actitud que
busca esclarecer si verdaderamente son como se presentan, y
cuál es el sentido de su propia existencia, en un intento
de alcanzar a comprender intelectualmente el significado
más profundo de todas las cosas.

Cabe preguntarse por los motivos que impulsan al
hombre a interrogarse acerca de la razón y el fundamento
primero y esencial del mundo en que vive, y de sí mismo.
Platón y también Aristóteles, postularon que
ello se debe a la capacidad de asombro, de admiración y de
extrañeza que siente el hombre ante la realidad que lo
rodea, y ante la conciencia de sí mismo y de algunas
circunstancias que lo afectan; que le suscitan un insaciable
deseo de saber más.

También es frecuente mencionar como uno de
los motivos que impulsan a filosofar, en el sentido de buscar una
comprensión íntima y convincente para uno mismo,
acerca de cuestiones que nos resultan trascendentales, el
enfrentar en la vida ciertas situaciones que resultan claves, o
situaciones límite para las facultades humanas, y que a
menudo implican la necesidad ineludible de tomar decisiones de
gran importancia: la muerte, el sufrimiento, el sentimiento de
culpa, la incomunicación o la soledad, la
decepción, la duda, el amor […].

Abocado a tratar de descubrir la razón de ser
esencial de las cosas, la primera cuestión que se suscita
al pensamiento filosófico es la del hombre mismo y su
realidad: qué es el hombre, cuál es su origen,
cuál la razón de su existencia como género y
como individuo. Si tiene un alma y en tal caso en qué
consiste y cuáles son sus relaciones con su cuerpo; si es
simple o compuesta, si es material o inmaterial, si se extingue
con la vida del cuerpo o es inmortal o por lo menos permanece
luego de la muerte corporal, cuáles son sus
propiedades.

Una similar categoría de interrogantes surgen
en relación al mundo en que el hombre habita: cuál
es su origen, por qué existe, en qué consiste en
definitiva, es eterno o tuvo un principio y puede tener un final,
es todo él viviente o no, en qué consisten la
materia y la vida, qué razón justifica lo que se
presenta al hombre como la existencia de leyes naturales y
armónicas que parecen regirlo. De todo ello emana
inmediatamente la interrogante de si lo que aparece al hombre
como un orden universal y armónico, por lo menos
comprensible para él en muchos aspectos de su
funcionamiento – la ciencia – obedece a algún plan
general, es obra de alguna inteligencia tan superior y poderosa
como para haber sido capaz de establecer ese orden; si esa
inteligencia tiene una esencia divina o es parte de la naturaleza
misma.

Frente a la indudable vastedad que la sola
enunciación de estas interrogantes representa, surge
necesariamente la de si el hombre es capaz de conocer realmente
toda la realidad, y de conocerla en su verdad total; si es capaz
de conocer no solamente la realidad que le circunda, sino si es
capaz de alcanzar un conocimiento verdadero de sí mismo.
Qué valor de verdad pueden esos mismos "conocimientos" que
emanan de sus reflexiones filosóficas. En qué
consiste y cómo funciona su propia capacidad de razonar
[…].

Dependiendo de los acontecimientos que sobrevienen a
cada persona en su vida familiar, cultural y profesional,
económica y de relación, habrán de
suscitarse diversas situaciones cotidianas con variable grado de
intensidad, que serán propicias a la aplicación de
una actitud filosófica; es decir, de un análisis
objetivo, sereno, racional, que busque un equilibrio de
argumentos lógicos y que permita determinar una forma de
razonar y de actuar"[95].

Con respecto a la pregunta en filosofía y para
qué sirve ésta, es procedente atender lo que nos
dice Darío Sztajnszrajber:

"Hacer filosofía es una manera de pensar, una
manera de pensar que busca fundamentar el sentido de las cosas
que se nos presentan como obvias. ¿Qué es
fundamentar? Es llevar la pregunta a su máxima
expresión. Preguntar el porqué del porqué
del porqué, y así al infinito. ¿Hay una
respuesta final para todas estas preguntas? Tal vez lo más
interesante es saber que la filosofía tiene que ver
más con las preguntas que con las respuestas. Una buena
manera de comprender qué es la filosofía es
diferenciarla de otra realidad, como el pensamiento cotidiano y
el pensamiento técnico… Con el pensamiento
técnico se busca entender cómo funcionan las cosas,
y eso ya supone un paso más allá del pensamiento
cotidiano… La filosofía comienza justamente
acá; si la ciencia se pregunta por el cómo, la
filosofía se pregunta por el qué.

Pensemos en la vida. La ciencia puede explicar a
través de la biología cómo sucede la
gestación de un bebé, qué mecanismos
intervienen, cómo se desarrolla un embrión,
cómo se desencadena el parto; pero lo que no puede
explicar es el hecho mismo de la vida, no puede explicar
qué es la vida: que la vida sea de este modo y no de
otro.

En nuestra vida cotidiana, generalmente nos
olvidamos hasta dónde podemos llevar el cuestionamiento
sobre las cosas. Detenernos en la pregunta por el cómo,
tiene respuestas; la pregunta por el qué, no, son
sólo indicios. Muchas veces creemos encontrar certezas
fundamentales, cuando en realidad lo que tenemos son certezas
funcionales sobre el funcionamiento de las cosas… La
filosofía nos agrega permanentemente nuevos problemas
[…].

Lo cotidiano funciona siempre bajo el criterio de la
utilidad: las cosas tienen que servir para algo. Pero la
filosofía lo cuestiona porque interpela lo cotidiano, y le
pregunta ¿por qué todo tiene que ser útil?,
¿por qué las cosas tienen que servir para algo?,
¿a quién sirve que las cosas sirvan?… Hoy, en
tiempos que la utilidad parece ser lo más importante, la
filosofía se vuelve un medio de cuestionamiento a los
poderes dominantes […].

Otra posible definición de la
filosofía, es entenderla como en análisis de lo
obvio. Algo obvio es algo que no se cuestiona; algo que no se
muestra como parte de la trama más general, algo que se
nos presenta como una verdad fundada… Pero la
filosofía muestra la contaminación en todas las
verdades, muestra que en todo siempre hay supuestos, que nada
existe de manera obvia, o al revés, que siempre que algo
se nos presenta de manera obvia hay que desconfiar… Hay en
el filósofo un deseo incesante de buscar la
sabiduría. Pero, ¿dónde poner el acento: en
alcanzar la sabiduría o en el ejercicio incesante de la
búsqueda? […].

Hacer filosofía es volver siempre sobre
nuevas preguntas… Haciendo filosofía tomamos
conciencia del carácter finito y limitado de nuestra
existencia… La filosofía puede servir para
desenmascarar una realidad de poder y de intereses que creemos
verdadera; una realidad en la que estamos inmersos sin darnos
cuenta, y a la que le somos, por eso mismo, funcionales…
Nietzsche dice que hay que adoptar una actitud de permanente
crítica con lo establecido y desestructurar una realidad
que se nos impone como verdad incuestionable
[…].

Amor a la sabiduría es, en definitiva, amor a
la pregunta; es apostar por la búsqueda como un fin en
sí mismo y no como un medio para otra cosa. La
filosofía no nos provee de certezas ni de respuestas
definitivas sobre los grandes cuestionamientos existenciales,
pero nos ejercita en la libertad de las preguntas y nos invita a
ser más libres, más abiertos, a ser más
sensibles con el mundo que nos
rodea
"[96].

Entre los múltiples detractores del filosofar hay
muchos que nunca han filosofado. ¿Con qué
fundamento o autoridad se oponen al filosofar, si no han
filosofado? Hay que sumergirse en las profundidades del a
filosofía y bucear en sus cristalinas y turbias aguas para
saber a qué "sabe" el filosofar. No se puede desconocer el
valiosísimo aporte de la filosofía en la
conformación de gran parte del fundamento de la
tradición occidental. La democracia, a pesar de sus
múltiples inconvenientes y deficiencias, las instituciones
políticas, los sistemas de pensamiento, los derechos
humanos, la filosofía del derecho, algunas
ideologías y doctrinas políticas se idearon,
germinaron, evolucionaron y desarrollaron en el apasionante y
extraordinario universo de la filosofía.

 

 

Autor:

Luis Angel Rios Perea

Licenciado en Filosofía y Letras.

2012

[1] EL HERALDO. La filosofía y las
preguntas más importantes en la vida.
www.elheraldo.hn

[2] COSTA, Ivana. ¿Para qué
sirve la filosofía? www. edant.clarin.com.

[3] FUENTES HERNANDEZ, María del
Rosario. Filosofía.
http://fuentesfilosofia.blogspot.com

[4] ARTO, Sandra Edith. Filosofía:
¿asignatura a enseñar o actividad a compartir?
www.consultoriafilosoficaintegral.blogspot.com.

[5] Estanislao Zuleta, en Derechos humanos y
diversidad de culturas. Conversaciones con Estanislao
Zuleta.

[6] PETER, Ricardo. Elogio de la inutilidad
¿Para qué "sirve" la Filosofía?
https://www.monografias.com

[7] CORNEJO, Miguel Ángel. Para
triunfar. www.todocaleta.com

[8] CRUZ VÉLEZ, Danilo.
Filosofía sin supuestos. Sudamericana, Buenos Aires,
1970, pág. 258.

[9] MARQUINEZ ARGOTE, Germán.
Filosofía de la religión, Usta, Bogotá,
1996, p. 178.

[10] Absurdo es lo carente de sentido.

[11] COLUSSI, Marcelo. Pensar es
difícil… y no quieren que pensemos.
http://www.aporrea.org

[12] LAWRENCE, David Herbert Richards. El
amante de Lady Chatterley. http://www.librodot.com

[13] CRUZ CRUZ, Juan. Filosofar hoy.

[14] PEÑALOZA FLÓREZ, Alfonso.
Filosofía. Bedout, Medellín, 1982, p. 15.

[15] FROMM, Erich. El corazón del
hombre. Fondo de Cultura Económica, México, 1985,
p. 137.

[16] VARIOS. Consultor literario. Prolibros,
1995, p. 143.

[17] BRENIFIER, Oscar.
http://www.brenifier.com

[18] GARCIA MORENTE, Manuel. Lecciones
preliminares de filosofía. Ediciones Nacionales,
Bogotá, 1984.

[19] http://www.liceodigital.com.
Introducción a la filosofía.

[20] SARAMAGO, José. Ensayo sobre la
ceguera. Alfaguara, México, 1996.

[21] MERA ROJAS, Armando. El arte de
preguntar en filosofía.
www.articulosusat.blogspot.com.

[22] GONZALEZ, Horacio. ¿Para
qué sirve un intelectual? http://edant.clarin.com

[23] SALAZAR, Rogelio. Qué importancia
tiene la filosofía. www.newmedia.ufm.edu.

[24] FEIMANN, José Pablo.
Filosofía aquí y ahora. Canal Encuentro TV.
Argentina.

[25] CIPRIAN PAJUELO, Alfonso.
Didáctica de la filosofía. Revista digital
Ciencia y Pedagogía No. 46.
http://www.enfoqueseducativos.es

[26] Diccionario de la Real Academia
Española.

[27]
http://es.thefreedictionary.com/preguntar.

[28] MARTÍNEZ ECHEVERRI, Leonor y
Hugo. Diccionario de Filosofía. Panamericana editorial,
Bogotá, 1998.

[29] PEREIRA, María Inés, y
FONROUGE, Juan Manuel. www.taringa.net.

[30] ESPINOSA PROA, Sergio. La pasión
por la pregunta. www.serbal.pntic.mec.es

[31] CABO, Carina. Enseñar
filosofía, enseñar a filosofar.
http://filosofiaisef.blogspot.com

[32] PIEPER, Josef. El misterio y la
filosofía.

[33] RIOS PEREA, Luis Ángel.
Poesía de un visionario.
http:///filologosiconoclasta.blogspot.com

[34] Ibídem.

[35] JIME. Filosofía, ¿para
qué?
http://jime-solosquenosnada11filosofia.blogspot.com/2011/03/filosofia-para-que.html

[36] PETER, Ricardo. Elogio de la inutilidad.
¿Para qué “sirve” la
filosofía? www.monografias.com.

[37] RUSSELL, Bertrand. Los problemas de la
filosofía. www.librostauro.com.ar.

[38] PEÑALOZA FLÓREZ, Alfonso.
Ob. Cit. p, 15.

[39] RODRIGUEZ GARCIA, Laura. ¿Para
qué sirve la filosofía? Sitio Buenas tareas

[40] SERRANO CALDERA, Alejandro. Las
preguntas de filosofía. www.archivo.laprensa.com.ni

[41] 3NRIQ3G. El giro hacia la subjetividad.
http://filosofiaoral.blogspot.com

[42] RESTREPO RAMIREZ, Luis Carlos. La trampa
de la razón. Arango editores, Bogotá, 1995, p,
113.

[43] KUNDERA, Milán. La insoportable
levedad del ser. RBA editores, Barcelona, 1984, p. 141.

[44] ELDER, Linda, y RICHARD, Paul. El arte
de formular preguntas esenciales. Basado en conceptos de
pensamiento crítico y principios socráticos.
Fundación para el pensamiento crítico, 2002.
www.criticalthinking.org.

[45] SPAEMANN, Robert. ¿Para
qué sirven los filósofos?

[46] GOETHE, Johann Wolfang. Fausto.
Colección “Los Clásicos”, W. M.
Jackson, INC, México, 1973 182.

[47] SPAEMANN, Robert. Ob. Cit.

[48] OROZCO DELCLOS, Antonio. ¿Para
qué sirve la filosofía? www. arvo.net.

[49] CRUZ VELEZ, Danilo. El Misterio del
Lenguaje. Planeta, Bogotá, 1995, p. 99

[50] GARCÍA MORENTE, Manuel. Ob.
Cit.

[51] Ibídem.

[52] Ibídem.

[53] HENSEN, Johanes. Teoría del
conocimiento.

[54] ALVA, Pepe. La pregunta
filosófica y la filosofía. www.autorneto.com.

[55] Ibídem.

[56] VIGNALE, Silvana. Quién hace
filosofía: fronteras de la filosofía y el pensar
con otros. www.vsites.unb.br.

[57] SAVATER, Fernando. Las preguntas de la
vida. Ariel, Barcelona, 1999, p. 15.

[58] CARAFI ÁVALOS, Eric.
¿Cuál es la experiencia de la enseñanza de
la filosofía en las aulas? www.comisionunesco.cl.

[59] PEÑALOZA FLÓREZ, Alfonso.
Ob. Cit. p, 16.

[60] MERA RODAS, Armando. El arte de
preguntar en filosofía.

[61] ELDER, Linda, y RICHARD, Paul. Ob.
Cit.

[62] RISO, Walter. El camino de los sabios.
Norma, Bogotá, 2009.

[63] LOPEZ QUINTAS, Alfonso.
Manipulación del hombre a través del lenguaje.
http://www.riial.org

[64] PETER, Ricardo. Elogio de la inutilidad
¿Para qué "sirve" la Filosofía?
https://www.monografias.com

[65] CIPRIAN PAJUELO, Alfonso. Ob. Cit.

[66] SERRANO CALDERO, Alejandro. Las
preguntas de la filosofía.www.laprensa.com.

[67] MACHUCA DE CRISTANCHO, Herminda.
Lenguaje y comunicación. IDEAR, Bucaramanga, p. 13.

[68] http://www.taringa.net. ¿Por
qué es importante tener conciencia crítica?

[69] SAVATER, Fernando. Las preguntas de la
vida. Ariel, Barcelona, 1999.

[70] JARAMILLO, Mónica Marcela.
Universidad Industrial de Santander, Bucaramanga, Colombia.

[71] VELEZ CORREA, Jaime. Curso de
filosofía. Bibliográfica colombiana,
Bogotá, 1965, p. 25.

[72] IRAGARAY SOTO, Miguel Ángel.
Filosofía, para qué? www.fluvium.org

[73] VELEZ CORREA, Jaime. Ob. Cit. p. 1.

[74] FROMM, Erich. El miedo a la libertad.
Paidós, Buenos Aires.

[75] VELEZ CORREA, Jaime. Ob. Cit. p. 2.

[76] Ibídem. p. 4.

[77] CARDONA LONDOÑO, Antonio, y SEEK
CHOUE, Young. La Ciudadanía Mundial. Planeta,
Bogotá, 1993, p, 41.

[78] SALAZAR BONDY, Augusto.
Iniciación filosófica. Editorial Arica, Lima,
1969, p. 16.

[79] MONDOLFO, Rodolfo. En los
orígenes de la filosofía de la cultura. Editorial
Imán, Buenos Aires, 1942.

[80] GARCIA TUDURI, Mercedes y Rosaura.
Introducción a la filosofía. Minerva brooks, La
Habana, 1973, P. 26.

[81] DEHÁQUIZ M., Jorge.
¿Enseñar filosofía o aprender a filosofar?
Editorial ASED, de Bucaramanga, en 1995. 18.

[82] SAVATER, Fernando. Ob. Cit. p, 204.

[83] PLATON. Cratilo. Librodot.com.

[84] VÉLEZ CORREA, Jaime. Ob. Cit. P
25.

[85] GOETHE, Wolfang. Ob. Cit. p. 25.

[86] Ibídem, p. 24.

[87] SPAEMANN, Robert. Ob. Cit.

[88] GOETHE, Johann Wolfang. Ob. Cit. p.
6.

[89] PASCAL, Blas. Pensamientos.
www.elaleph.com.

[90] GIBRAN, Jalil. El loco.
www.librodot.com

[91] SALAZAR RAMOS, Roberto José.
Filosofía contemporánea. Usta, Bogotá,
1995. P. 71.

[92] GOETHE, Wolfang. Ob. Cit. p, 52.

[93] Es procedente aclararles a los
detractores de la filosofía que la locura es un estado
en el que una persona pierde la prueba de realidad, se aleja de
los patrones del aquí y del ahora, no puede distinguir
lo interno de lo externo y, en forma irreversible, se aleja del
principio consensual de realidad (Definición desde la
psiquiatría). El filósofo, por el contrario, es
una persona lúcida: todo lo contrario a esta
definición.

[94] FROMM, Erich. El corazón del
hombre. Fondo de Cultura Económica, México, 1985,
p. 138 y 140.

[95] ANÓNIMO. Introducción a la
filosofía. http://www.liceodigital.com

[96] SZTAJNSZRAJBER, Darío. Mentira la
verdad. La filosofía.
www.xn––pens–8na.com/2012/05/mentira–la–verdad.html

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter