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Refranes y sabiduría popular. Psicoanálisis y folklore




Enviado por Fernando Romero



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    Refranes y sabiduría popular. – Monografias.com

    Refranes y sabiduría popular.
    Psicoanálisis y Folklore
    (Primera entrega)

    LA IMPORTANCIA DE DECIRLO.

    Dale al necio una cuerda y él se colgará.

    Viejo proverbio ingles.

    Ámame cuando menos lo merezca ya que

    Es cuando más lo necesito.

    Viejo proverbio chino.

    La mejor manera de aprender es asumiendo

    Una actitud humilde.

    Confucio.

    Hace ya más de una centuria, en "La interpretación de los sueños", Sigmund Freud (1900), creador del Psicoanálisis, aseveró que soñamos porque soñar es el "producto" de un trabajo mental; y es que aún cuando nos encontremos durmiendo y fuera del estado de vigilia, la mente continúa trabajando. A Freud debemos la posibilidad de interpretar los sueños a través de la técnica de las "asociaciones libres", porque el pensar ocurre justamente por asociación de ideas. Son estos dos elementos de un sistema netamente humano: pensamiento y lenguaje. Se interrelacionan, intercomunican y son interdependientes. Es decir, son un sistema, funcionan como una totalidad dinámica junto con la percepción y los diferentes tipos y formas de memoria. A esa grupalidad, podríamos denominarla, tal vez, como la base de la función yóica de "inteligencia".

    Freud encontró que los sueños eran ricos en simbolismos y eso le sirvió para fundamentar su técnica de "asociaciones libres" al interpretarlos agregando, en ocasiones según el contexto, el significado universal de los símbolos.

    Originalmente había propuesto las "asociaciones libres" para develar el significado de los síntomas; ante una dificultad suya para hipnotizar a sus pacientes les pedía que hablaran libremente de lo que se les ocurriese. Ahora pedía al soñante que hablara de lo que se le ocurriese a propósito de su sueño. Luego complementó la información así obtenida enriquecida con los significados simbólicos que siempre están presentes en los sueños y en el lenguaje. Esto lo condujo a una forma de interpretación más precisa y, de hecho, también de carácter universal.

    Se hace evidente que para la adecuada interpretación de los sueños, no se puede prescindir ni de las ocurrencias del soñante ni de las "asociaciones libres", porque es desde la propia historia del que sueña, donde surge la información mediante la cual se puede entender la particular manera como se emplearon la simbolización propia del lenguaje y los símbolos universales. El significado de los símbolos se ve determinado por la forma como los emplea cada quien, desde su inconsciente, al procesar información más o menos traumática y/ ó experiencias que constituyeron cierto grado de conflicto, mismo que aflora al soñar, con una intención resolutiva y/ o de "realización del deseo".

    Queda claro, entonces, que los símbolos en la vivencia onírica son estructuras de que se vale la psique en el proceso de figurabilización y "metabolización" de la información, a través de lo que Freud denominó: "trabajo del sueño", y no son producidos por el sueño mismo. Para Freud, es dentro del folklore de los pueblos, desde sus mitos, proverbios y refranes, donde se puede encontrar el ámbito por excelencia para abordar el estudio tanto del origen de los símbolos, como de su significado más general.

    Y a propósito de los refranes, recientemente los estudiosos de la lengua se han interesado a nivel mundial (Pérez, 2003) por el estudio de proverbios y refranes. Así, surgió la Paremiología como una parte de los estudios de la lengua que se ha abocado a investigarlos.

    Los refranes aluden mediante la palabra, a representaciones concatenadas, cuyo agrupamiento alcanza la categoría de simbolizaciones. Por su parte, las representaciones, unidades de estructuras simbólicas, son una función del Yo y son la base del sistema cognoscitivo. Las representaciones, decimos que son estructuras de carácter intelectual-verbal y al asociarse forman símbolos que se integran con otros y generan lo que podríamos denominar "guiones representacionales". A estos "guiones" llegó la gente común, el pueblo y su inventiva, a fin de poder "procesar" ciertas cantidades de energía capaces de provocar traumatismos; energía instintiva de un tipo que compartimos con todos los animales y que sólo poco a poco, con intención, y como tarea humana, se aprendió a domesticar.

    En el origen, por necesidad seguramente, y, quizás con ayuda de alguna mutación, un día se alcanzó la posibilidad de desarrollar el lenguaje. El ser humano, necesitado de convivir comunitariamente, en grupo, tuvo que "inventarlo" en aras de la supervivencia y con miramiento por la determinación y salvaguarda funcional de reglas, normas y requerimientos sociales que la habilidad para la comunicación, hizo posible en términos de organización social y comunitaria. Después de todo: "Hablando se entiende la gente".

    La palabra fue algo fundamental para ponerse de acuerdo respecto de lo necesario y conveniente, dada la desventaja evidente frente a los animales que estaban mejor dotados en lo físico y que, además, muchos de ellos son feroces.

    Quizás primero a través de gritos y gruñidos, ante estados de ansiedad y previos a la capacidad verbal vocal y pudiendo registrar la experiencia en una forma de memoria de imágenes susceptible de ser desarrollada, se hizo posible pensar. Seguramente que a la vuelta de miles de años y a través de un esfuerzo sistemático y constante, se logró al fin estructurar el lenguaje tal como lo empleamos hoy.

    Por tanto, la creación de refranes debe ser una práctica muy reciente, acaso de unos cuatro o cinco mil años, y se deduce en ellos la presencia de la energía necesaria y característica de la psique humana, aquella que se refiere a los procesos mentales: pensamiento, lenguaje, y luego, razonamiento.

    La energía psicológica, se obtiene en primera instancia, de la alimentación. Al metabolizarlos, esa energía es convertida en energía psíquica y se la "organiza". De hecho, después se la debe administrar. La energía "bruta" o de impulsos instintivos, la "convertimos" en el cerebro, tras una serie de complicados y complejos procesos mentales, en una forma depurada de energía para poder luego emplearla en funciones superiores como percepción, memoria, representación, pensamiento, lenguaje, motricidad fina y propositiva, etc., y después puede ser utilizada como, o en, conducta inteligente la cual es necesaria para enfrentar y resolver situaciones difíciles y aspectos dolientes propios de la realidad cotidiana en general y de las relaciones humanas en particular.

    Por eso es que nos parece útil emplear refranes para explicar diferentes hipótesis psicológicas y psicoanalíticas respecto de la conducta y las emociones. Con relativa facilidad se puede probar que proverbios y refranes, constituyen "herramientas" en función de las cuales se puede interpretar la realidad de instituciones y personajes involucrados desde los roles jugados como protagonistas. Asimismo, pueden ser aplicados como un recurso preliminar para la interpretación psicodinámica, en tanto que ayudan a superar algunas de las resistencias típicas que se observan en algunos pacientes durante el proceso terapéutico. Esto es porque funcionan dentro de la forma de estructuración más común del discurso, y, por tanto, como un complemento para la comunicación "emocional-vincular" que se emplea en la interpretación terapéutica de corte interaccional-interpersonal, para estimular la integración de lo emocional con lo lógico racional, ante situaciones en que hubo que echar mano de la disociación para no perder el control.

    Los conceptos psicoanalíticos más cercanos a esta tarea, se refieren a las funciones del Yo encargadas de representar, integrar y sintetizar la vivencia, desde lo energético-impulsivo-emocional y lo sensorial-perceptual-cognoscitivo, valiéndose de los mecanismos de defensa que por lo regular comanda el mecanismo de la proyección: poner en otro algo propio que provoca conflicto, para luego salvaguardarse uno mismo al satanizarlo en aquél sobre quien se hizo la proyección. Por ejemplo alguien que se metió en dificultades por beber en exceso, encuentra consuelo expresándose con dureza de quienes beben con frecuencia.

    A fin de integrar diferentes modelos teóricos, resulta útil buscar apoyo en los modelos cognoscitivistas; eso nos permitiría probar que el ser humano ha logrado a través de la heurística del refranero, organizar un importante montante de energía de impulsos instintivos que lo han preservado de "actuar" de manera reactivo-impulsiva. En ese proceso, ha sido de ayuda la "experiencia de vida", como un subsistema de vivencias sobre las cuales se ha podido reflexionar y se han convertido en vivencias yóicas registradas en la memoria. Se trata de información "archivada" en los diferentes tipos de memoria: "anecdótica" o "episódica" que alude a recuerdos afectivos y emocionales y otra "procedimental" o de las acciones, que guarda información de la motricidad. Toda esta información es pertinentemente organizada y estratificada (Ruiz Vargas, 1994) en función de lo cual no necesitamos hacer esfuerzo psíquico para recordar todo aquello que empleamos con frecuencia o que entra dentro de lo mecánico y/ ó habitual por realizarse sistemáticamente como andar en bicicleta una vez que ya se hubo aprendido. Ambos tipos están al servicio del desarrollo de la inteligencia lógica formal (Piaget, 1964) en donde, memoria e inteligencia, son estructuras "producto" del crecimiento: la madurez y el desarrollo.

    No olvidemos que sólo en cierta medida, y mínima por cierto, esos contenidos son conscientes. Por ejemplo, la experiencia emocional el Yo la "regula" reprimiendo su mayor parte y, enviándola al inconsciente. De no ser así, al recordar no se podría hablar de los recuerdos, nos veríamos inundados por los sentimientos y emociones correspondientes.

    Algo, no obstante un poco enigmático en lo que se refiere a la conducta motriz, es lo que entra dentro de un ámbito como de respuestas en automático: los hábitos. En su mayor parte son inconscientes, aún cuando impliquen conductas muy especializadas, por eso es que se puede hablar de una forma de memoria "declarativa" o semántica, y otra, que es "no declarativa" (Bleichmar, 2001) respectivamente. Parece que las diferentes formas de memoria han acumulado genéticamente, a su vez, diferentes tipos de información. De modo que la información se acrecienta como verdadero "bagaje" de la humanidad, en relación con los desarrollos culturales de todos los lugares y en todos los tiempos. Se puede pensar, por tanto, que los contenidos que se encuentran en los refranes, trascienden las propiedades intrínsecas del lenguaje, superan la dinámica y la economía típicas de lo consciente y explotan capacidades que han surgido como resultado del ejercicio de diferentes estructuras intrapsíquicas y funciones yóicas muy específicas. Es decir, como resultado del desarrollo evolutivo netamente humano. Y, entonces, como un producto de la inteligencia humana dentro del contexto social.

    Mao Tsetung (1971/ 1974), el filósofo, dijo que: "… la práctica social del hombre es el único criterio de la verdad de su conocimiento del mundo exterior", y que "Si el hombre quiere obtener éxito en su trabajo,… lograr los resultados esperados, tiene que hacer concordar sus ideas con las leyes del mundo exterior objetivo; si no consigue esto, fracasa en la práctica". Para nosotros es claro que acá el sabio alude al proceso de integración de los contenidos de información registrados en los dos tipos de memoria: la procedimental y la anecdótica, como requisito para el desarrollo intelectual. Y a partir de este juicio Mao explica el significado con un refrán: "El fracaso es madre del éxito" que se podría complementar con otro: "Paso a paso se va lejos" y uno más: "La prisa es enemiga de la perfección". Asimismo, valida una aseveración del mismo Mao, proferida simbólicamente: "Cada fracaso nos hace más listos". Después de todo, como dijera un día J. Lennon: "La vida es aquello que sucede mientras planeamos el futuro".

    Los refranes son sólo una de tantas "construcciones" prácticas que la gente, desde diferentes ámbitos y basándose en la experiencia cotidiana, desarrollaron con la mejor intención de procesar experiencias potencialmente "tóxicas" que se ven estimuladas ya por excitación ya por frustración, y que, antes del recurso creativo, fueron inductoras de reacciones más o menos impulsivas e irracionales.

    El deporte es otro recurso con intención similar, sólo que éste pertenece a otro ámbito, el de la inteligencia "cinético-corporal" (Gardner, 1994), y, el "nuevo circo romano" de los norteamericanos lo ha convertido en un "producto", en una mercancía; mientras que los refranes son creaciones de la inteligencia intelectual, lingüístico-verbal y emocional, bajo la presión social, jurídica y moral.

    En ese sentido, y como mencionamos antes, dichos y refranes informan del esfuerzo por procesar traumatismos: situaciones conflictivas y/ ó estresantes, cargadas de emociones, que impactaron y cuya energía tiende a ser descargada a través de actos impulsivos y/ ó a través de reacciones vegetativas sobre el propio cuerpo, como ocurre por ejemplo con los trastornos gastrointestinales frente al estrés o los fenómenos vasculares como los infartos, al corazón o al cerebro; la descompensación del páncreas ante impactos emocionales de cierta magnitud y que al último provocan diabetes.

    En efecto, algunos traumatismos, ante ciertas circunstancias, devienen manifestaciones o trastornos psicosomáticos. Pero siendo que dichos y refranes se ubican dentro de la forma de simbolización que caracteriza la palabra hablada, tienen un valor catártico inherente. Por otro lado, dichos y refranes, pueden ser vistos como sustitutivos de síntomas, ejemplos claros de "formaciones de compromiso" para el "drenaje" de energía instintiva. Formaciones de compromiso exitosas que si no alcanzan la categoría de sublimación están muy cerca de lograrlo: recursos del Yo útiles para recuperar equilibrios fisiológicos y emocionales, sin tener que descargar sobre el cuerpo la energía de emociones. Otto Fenichel, compilador y cronista de la psicopatología freudiana, observa al respecto del síntoma: "… el impulso censurable encuentra alguna vía sustitutiva de desahogo…", entonces "… puede ayudar a rechazar los restos del impulso originario" (Fenichel, 1966)

    En otra línea, el Yo encontró al crear refranes, una fórmula análoga a la que Freud observó en los chistes (1905) para recuperar una cierta cantidad de energía psíquica invertida en represión, gracias a que permite una descarga por vía sustitutiva. Así, logra optimizar la energía invertida en represión que es producto de un deseo reprobable, pero sin dejar de contener al impulso, y con la conveniencia de un menor "costo" energético. Algo muy parecido ocurre justamente con la sublimación que es la forma de actividad "inhibida en su fin" y/ o artística. La sublimación se expresa merced al ingenio y la creatividad en la investigación, el trabajo, el deporte, la espiritualidad y en el arte: de lo agresivo -como en el "Guernica" de Picasso o en el refrán "Pequeño y vil, como cerebro de piojo"- u otro de Proverbios en la Biblia "Su pan es pan de maldad y vino de violencia es su bebida" ; de naturaleza sexual -como en el arte erótico en general y como se puede observar en el refrán: "Borracho con tu tepache endulzado con tu panocha"- y la defensa psíquica por excelencia pero en una forma, por cierto, no patológica de la peligrosa proyección.

    En el síntoma –"formación de compromiso" parcial, "costosa", por fracasada o de éxito relativo, aún cuando en la fantasía y sólo en ella permita la "realización del deseo"- la diferencia es que se puede observar psicoanalíticamente el impulso y la defensa. Y, por lo general, "En el pecado se lleva la penitencia", pues implica un costo energético, en ocasiones, también en forma de inhibición. En el síntoma, son justamente las funciones de integración y síntesis las que se ven degradadas. Tanto en la organización emocional como en el desarrollo intelectual. Y, en ellos, en mayor o menor medida, la sublimación se ve trastocada, pervertida o de plano "brilla por su ausencia".

    El "ahorro" de energía se observa en la recuperación de una parte de la misma, mediante la investidura o energización de la representación por vía de la figurabilidad: integrar una imagen mental; y la condensación: comprimir la información, de diversos elementos presentes en la vivencia asociada al conflicto, de un modo similar a como ocurre con el trabajo del sueño: una imagen por lo común alude a un considerable contenido de información: "Una imagen dice más que mil palabras".

    Desde otra perspectiva, los refranes son un producto de la capacidad metarrepresentacional que propone la Psicología cognoscitiva contemporánea (Perner, 1988) Dicho proceso anoticia de la capacidad de discriminación y comprensión de representaciones y guiones representacionales como unos contenidos pensados, a lo sumo comunicados verbalmente, por contraposición con aquellos que fueron "actuados", y a los cuales sustituye, porque provocaron ciertas consecuencias trascendentemente desagradables en el pasado: en la realidad interna (sufrimiento emocional), o en la externa (abandono, rechazo, agresión o castigo)

    La capacidad metarrepresentacional, allana el camino a la manifestación simbólica de las situaciones de conflicto. Así, la mayor parte de energía psíquica referente a emociones, se descarga de la misma manera que en los sueños y los chistes.

    Esas vivencias, a juzgar por el significado simbolizado por el refrán, anteriormente devenían reacciones del tipo "acting": actos sin pensar, inducidos por ira u otro tipo de ansiedades proclives a ser descargadas mediante la acción. En tanto que impulsivas, sin ningún miramiento por la realidad, ni por sus costosas consecuencias. Tratándose de reacciones, por lo común, frente a situaciones cotidianas digamos "normales", dada su frecuencia en la vida diaria, sólo gradualmente parecen haber sido cuestionadas por la forma reactivo-impulsiva de "resolverse". De tal suerte, que el valor de los refranes radica en el hecho de que son una producción simbólica resultado de la "neutralización" de las energías sexuales y agresivas. Caso muy diferente del que ocurre con la inhibición que provoca la represión sola y que, no obstante, hace posible el "pensar serio" con el consabido riesgo de una sobrevaloración del pensamiento. Corrobórese, por ejemplo, con las ideas obsesivas que son más o menos conscientes y pueden llegar a resultar displacenteras y energéticamente "costosas". Sobre todo cuando la persona obsesiva "avanza" hacia temores fóbicos de contagio, compulsiones motrices, manía de duda, rituales y ceremoniales.

    Es diferente también de la energía mental que se descarga a través del humor, como sucede con el chiste; el cual, por lo común, posee un significativo contenido inconsciente, incluso en ocasiones simbolizado, pero de mínimo valor sublimatorio y cuya finalidad particular es la de procurarse una descarga compartida, social y culturalmente placentera aunque poco útil. En ese sentido, parafraseando al Freud de "El humor" de 1927, los refranes parecen ser más un producto del desarrollo de la capacidad de "sentido del humor": función del Superyó para atenuar el sufrimiento que la cultura y sus prohibiciones, que le significan renuncias al Yo en aras de la civilización.

    El refrán es, pues, una forma de sublimación paradójica: no es tan elaborado como la poesía, ni tan "poco importante" como el chiste. El creador de refranes logra cierto grado de sublimación y tanto él como el que lo aplica, "se proyectan", logrando una cierta descarga parcial de energía instintiva, al mismo tiempo que se contienen, en buena medida y con miramiento por la ley y lo moral, de reaccionar sin pensar. Además, resulta trascendente, transcultural y duradero por ser universal y de dominio público.

    Por populares, los refranes son mejor conocidos que varias obras poéticas, algunas de las cuales, suele ocurrir que fueron la "cuna" que los vio nacer por ejemplo: "Vamos pasando, luego entonces, los perros ladran", que, entre muchos otros, es un refrán que se encuentra en "El Quijote" de Cervantes.

    De la proyección se valen los tres recursos; la literatura, pues "objetiva" lo intrasubjetivo: toda obra es "autobiográfica"; el refrán porque su significado, así como la agudeza para aplicarlo oportunamente, refleja el ingenio, profundidad y experiencia del que lo aplica, aunque él mismo se proyecte, pues como dice el refrán: "El que da razón del camino andado lo tiene". El chiste, porque en la proyección, "tolerada" por consenso dado que se ve aprovechada por todos de manera vicaria, está implícita la descarga, misma que además logra evadir la prohibición, puesto que se trata de algo sancionado por las "buenas costumbres", ya por inmoral, ilógico, tergiversado; ya por "atrevido", y no necesariamente relacionado con algo que se pueda considerar culturalmente deseable.

    En el diccionario Larousse, (1992) se encuentran las siguientes definiciones: refrán: "proverbio sentencioso; luego, del latín proverbium: sentencia, adagio o refrán, expresado en pocas palabras". Y en seguida: "Los proverbios son el eco de las experiencias". Asimismo, se los considera como "sinónimo de pensamiento". Y en ese sentido, son un producto verbal del "trabajo mental", en la perspectiva de la función yóica de síntesis. Es decir, de neutralización de las energías instintivas, desarrollo cognoscitivo y entreveramiento con lo emocional concomitante.

    Acerca de los dichos: "del latín dictus participio pasado irregular de decir". "M. Frase o sentencia. Ocurrencia. Chiste". En esta acepción, considerados como "chistes", pareciera que se intenta atenuar, a manera de defensa, su contenido inconsciente relacionado con el conflicto que denuncia y que estimuló su invención.

    Quiere decir que los refranes procesan la vivencia en un nivel intermedio entre el pensar serio, el artístico elaborado y el que permite el chiste. Por eso es necesario que se los entienda como un medio o como una forma, vigente de hecho, que transmite experiencia de vida.

    A diferencia de los refranes los "dichos" son construcciones un poco menos profundas (Pérez, 2002), cuya intención parece específicamente jocosa u ornamental, expresiva, y con un toque agresivo; como según se observa en: "Qué cosas hace Dios para sus hijos y sus hijos tan pendejos", o en expresiones del tipo "¡Ay chaparros como abundan, parece que los escupen!" o "¡Y hay chaparras que hasta las manos arrastran¡". Sin embargo, y como observa Pérez (2002), de todas maneras, "lapidaria", como epitafios: frases u oraciones muy breves y concisas análogas a las que se inscriben en las lápidas, con el sentido de "fin", de "enterramiento". O como cuando en una discusión alguien, que ostenta algún poder, determina: "y punto final". Porque lo dicho es verdadero; no sería muy apropiado aplicar un dicho como el primero a una chica deforme o como los dos siguientes a una persona alta. En ese sentido, son confrontativos, critican, y, con frecuencia, resultan clara y abiertamente agresivos. Como sea, dichos y refranes, coinciden en que ambos sentencian: "-Del latín sententia: máxima, pensamiento corto, sucinto y moral-" (Larousse, 1992), porque están basados en la ponderación de al menos una premisa respecto de una realidad, situación o contexto, y en ese sentido son coherentes con el modelo retórico aristotélico, pues instrumentan la posibilidad de llegar a una sentencia concluyente, como en un juicio no formal, breve, pero lógico y verdadero.

    En suma, dichos y refranes denuncian, "acusan" y sentencian, tanto algunas características de personalidad por defectos, errores, faltas a la lealtad, la verdad, el respeto, la confianza, la justicia y los valores, como situaciones que los resaltan.

    Traslucen el conflicto inconsciente de quienes los crean, ya sea inseguridad, tristeza o coraje, por alguna sensación de injusticia y que se "procesa", en gran medida por una vía creativa y con intención de proteger o resarcir la autoestima. Por añadidura, facilitan el drenaje de remanentes de energía instintiva, merced al mecanismo defensivo de la proyección. La "desventaja", presente en quien se convierte en "blanco" del "ataque", puede ser natural o congénita. Tal es el caso de defectos físicos, alguna limitación mental o intelectual. Pueden ser cuestiones circunstanciales como la condición racial, ser rechazado o estar en el lugar equivocado; injustas como en ocasiones sucede cuando se es despedido sin razón o en algunas formas de engaño, etc., o como en ocasiones suele suceder, que se es despedido y además engañado. En situaciones así resulta apropiado un refrán como el que versa: "Le llovió en su milpita".

    Sin embargo, una experiencia así, puede servir para motivar a que alguien invente un refrán. Esto emparenta al creativo con el "blanco" de la aplicación. El que inventa un refrán, podríamos decir que a quien primero lo aplica es a sí mismo y la oportunidad para aplicarlo a otro y drenar la energía impulsiva por frustración o por un agravio sufrido, se presenta en cualquier momento.

    En el dicho: "¡Ay chirrión que tren tan largo, nomás el cabús le veo!", que quiere parecer, en principio, un piropo, resulta, en realidad, agresivo y vulgar. El cabús son las nalgas. Se le está diciendo ambiguamente a otro, mujer u hombre, dependiendo del tipo de impulso que se necesite descargar, que tiene la parte trasera muy grande; independientemente de que, el que lo diga pudiera estar agrediendo o "cachondeando".

    Pero entonces, por lo mismo, permiten una descarga parcial de energías particulares a ciertas emociones pues lo que nos pasa puede ser consecuencia de fallas en el juicio lógico o crítico; o bien producto de resentimientos, y puede terminar provocando culpa o tristeza, dependiendo, por un lado, de las circunstancias y por otro, de quién se hable: del que lo aplica o del que se lo aplican, puesto que sus sentencias aluden a fallas o características humanas más o menos frecuentes, de las que no escapa evidentemente y como ya vimos, ni el mismo creador del refrán. "Con la vara que midas serás medido". En eso se parecen a la interpretación psicoanalítica clásica, también de ella nadie escapa. Y aunque: "Mal de todos, consuelo de tontos", de ahí que parte de los remanentes de energía, encuentren trámite mediante la proyección.

    Además, comparten con la interpretación psicoanalítica, el hecho de que también tienen la particularidad de estimular para la reflexión y la toma de consciencia, pues advierten de la necesidad de conocernos mejor y aceptarnos. Asimismo, de la necesidad de reparar, como se observa implícitamente en algunos a veces pensados con mucha claridad para confrontar, como se observa en: "El que las hace no las tolera". Este podría ser un claro ejemplo técnico para la "confrontación", como según la propuso el psicoanalista: Ralph Greenson, (1967-1976)

    En alguna ocasión con un paciente bastante resistencial, que con frecuencia llegaba tarde, faltaba sin avisar, pedía cambios de horario, incluso de día de sesión, un día se me olvidó que tenía su sesión porque no era su horario normal, pero también porque ya me había contratransferencialmente molestado, todo su "juego" y yo aún no lo había hecho consciente. Cuando me percaté de que había "actuado la molestia", fue porque escuché su mensaje en la grabadora, en el cual me reclamó que vino y no estuve, y me confirmó que nos veríamos la siguiente sesión a su horario normal. Cuando lo vi me volvió a reclamar. Y simplemente se me ocurrió contestarle, algo que a mi mismo me había dicho en su momento mi analista: Pues si hombre, discúlpame, pero…es que pues "Una de cal por las que van de arena". Como yo, se rió y trató de defenderse. Pero la risa, igual que a mi, lo había delatado. En adelante, como conmigo en mi momento, y él ahora, se pudo trabajar mejor la resistencia al análisis.

    Otros proverbios reconocen o pregonan actitudes positivas, y de consuelo: "A Dios rogando y con el mazo dando" o como su variante: "Pide a Dios y a los santos, y echa estiércol a tus campos", que pueden ser utilizados al interpretar, para estimular a que un paciente contacte con su propia pasividad e incongruencia entre sus expectativas y sus acciones. O reconocer empáticamente un esfuerzo realizado: un insight, propuesta o reflexión logrados en relación con su actitud y la calidad de su propia actividad productivo-propositiva.

    Los refranes, pues, integran y sintetizan conocimiento de vida, experiencia acumulada. La integración y síntesis les otorgan a algunos, un claro matiz de espiritualidad práctica, "sabiduría" popular. De manera que cubren una función de carácter cultural al servicio de la civilización a la cual, no obstante, cuestionan desde sus contradicciones. Y con otra "bondad" desde la acepción vincular, pues de preferencia se transmiten por medios no formales, de manera oral y de generación en generación. Eso los hace "tolerables" y de dominio público. Se pueden decir cosas muy duras a otro a través de un refrán. Sólo se requiere tener razón en lo que se le dice. Y, en el mejor de los casos, que exista confianza suficiente para que, no obstante lo confrontativo, le signifique un aporte iluminador de su propio carácter al que se le dice.

    De esta manera es que se pueden emplear para interpretar diferentes situaciones y personajes contemporáneos, y complementar las interpretaciones con psicoanálisis aplicado. Otros pueden ser sustentados con base en las teorías de la inteligencia de Piaget, e incluso evaluarse a partir de los aportes recientes de la psicología cognoscitivista.

    Recapitulando, los refranes se observan como resultado de una actividad que privilegia estructuras y funciones yóicas. Por ejemplo, defensivas del tipo proyectivo, como en: "Piensa mal y acertarás", de Integración y síntesis como: "No porque hay lodo hay que atascarse" o: "Entre casados y hermanos, ninguno meta las manos"; y uno de los objetivos de las funciones yóicas, de integración y síntesis, consiste en depurar de incongruencias entre (Bellak, 1994; Hartmann, 1927-1939-1959) representaciones; por ejemplo, entre éstas y lo representado; las ideas, en su relación con las emociones y las conductas; la forma como se manifiestan, y, entonces, teniendo en cuenta consecuencias y realidad. Desde esta perspectiva se deduce el papel que desempeñan en la "prueba de realidad": capacidad para discriminar lo interno de lo externo, lo pensado o imaginado de lo real traducido o traducible en conducta. Pero otra forma de decirlo sería, que las funciones de integración y síntesis permiten "capitalizar" la experiencia, desde una perspectiva integral. Es decir, las conductas manifiestas, más las verbal-vocales, las gestual-corporales y actitudinales en su contexto intersubjetivo de intercambios relacional-afectivos, más la capacidad para ir "Aprendiendo de la experiencia" (Bion, 1963-1966)

    Algunos son, específicamente de un contenido agresivo más o menos justificado: "Una cosa es la amistad y otra cosa es Juan Domínguez". Que se complementa implícita o explícitamente con: "Una cosa es Juan Domínguez y otra cosa es no me chingues". O pueden no ser tan claros, indirectos: "El carnicero de hoy es la res de mañana", puesto que un día todos moriremos y pasaremos a ser "carne" de "otros" carniceros. O claro y directo como se observa en aquel que dice: "En manos de pendejos, ni la pólvora arde". Otros resaltan la sublimación y la conducta responsable como: "El camino del deber es el camino de la dicha", que es como un corolario de la necesidad de reparar como: "El buen hijo, es buen padre" o del proceso de ego-sintonización como: "El que no tranza no avanza" o su variante "El que agandalla no batalla". E incluso de formaciones reactivas, como se puede observar en otros como: "No hay cusca ni ladrón que no tengan devoción", ni "narcos", por eso se ha acusado a algunos curas de "lavar dinero".

    Muchos poseen un claro matiz poético, en otros sobresale el componente humorístico, a veces muy cercano a la forma del chiste (Freud, 1895-1900-1930), como es obvio en los refranes regionales: "Tres cosas come un poblano: cerdo, cochino y marrano", o "Tapatíos y zamoranos van cogidos de las manos".

    ¿La finalidad?: atenuar la ira, la impulsividad, la minusvalía, el temor, las dudas, etc., ligando la energía del impulso a través de la representación y la figurabilidad, permitiendo una descarga parcial sustitutiva y proyectando el remanente, cuando se puede ver la falla en los otros pues: "Es más fácil ver la paja en el ojo ajeno, que la viga en el propio".

    Al respecto, Joan Riviêre, (1937), en su artículo "Amor, odio y reparación" observa que "En todas las situaciones en que se utiliza la proyección, en que la maldad se admite en el otro y no en uno,… el rival,… receptáculo de nuestros rasgos indeseables y peligrosos, viene a transformarse, inconscientemente, en nuestra parte mala, en el ["ominoso" por tanto] de ese aspecto nuestro". Es decir, como se decía antes, siempre el acto denuncia dificultades típicas y fallas del quehacer social y cotidiano; de las relaciones amorosas, interpersonales y de la conciencia moral; problemas, en fin, comunes. Más adelante, continua diciendo la misma autora que "Es improbable que toleremos en los demás lo que no podemos tolerar en nosotros mismos. Al condenarlos, agregamos a la gratificación directa de descargar impulsos agresivos, la seguridad que obtenemos al obedecer y enaltecer cánones de rectitud y perfección. La justa indignación puede ser una de las formas más crueles y vindicativas de placer agresivo. Es dable observar esta importante expresión de impulsos agresivos en la vida civilizada". (Riviêre, 1937)

    Como cualquiera otra forma de construcciones psíquicas intelectuales o cognoscitivas, el refrán con sus respectivos matices emocionales, es susceptible de ser estudiado, analizado e interpretado, porque relaciona significantes y significados (Pérez, 2002), sentidos y referentes, así como contenidos inconscientes y conscientes. Es decir, latentes y manifiestos, como los presentes en los sueños (Freud, 1900) y en la fantasía inconsciente (Klein, 1935), a los cuales, además, puede interpretar, como en: "El león cree que todos son de su condición", puesto que los sueños son intentos de "realizaciones de deseos" del que sueña y en ellos está implícita la fantasía inconsciente. Pero, en último de los casos, todo lo presente en el sueño, escenificaciones, personas, lugares, situaciones y acciones, son representaciones de quien sueña, desplazadas, condensadas y simbolizadas.

    Las similitudes del refrán con el sueño se hacen evidentes, desde los procesos emocionales involucrados en su creación, hasta las situaciones social-interpersonales que sancionan. Situaciones que se asocian con diversidad de experiencias: deseos impuros que provocan excitación, afectos agresivos, sufrientes, dolorosos, culposos o enojosos, que, en ocasiones son producto de limitaciones personales o transgresiones; pérdidas, desilusiones, decepciones, ultrajes, fracasos y/ o humillaciones. Se abocan a depurar montantes de energía de investidura, con miramiento por el "ahorro" de energía invertida en la represión de representaciones que pudieron o no haber alcanzado la simbolización respecto de vivencias que resultaron dolorosas, traumáticas o cuasi-traumáticas. Otra forma de decirlo sería que persiguen de manera natural la posibilidad de "desempacharse" de emociones tóxicas, llevándolas, por el rumbo de lo intelectual, hasta la categoría de simbolizaciones. Este proceso, fuera del sueño, es posible por tres vías:

    a) El sentido del humor, como se observa en los chistes y algunos albures -En el diccionario se define al albur como un "retruécano, equívoco", es decir, "juego de palabras del folklore rural mexicano"- (Larousse, 1992); pero también los encontramos en el folklore citadino de barriada. –Hoy día hasta en la televisión

    b) La denuncia y/ ó sentencia no jurídica respecto de transgresiones, conflictos y dificultades de carácter social, político, económico, etc., como se observa de manera institucionalizada en la prensa y los diarios, de los cuales el refrán se apropia la función denunciante de una manera espontánea y no formal. Asimismo, presente también en otras prácticas artísticas populares, a la manera representada por merolicos y el "pelado de barriada" de las carpas, con sus chistes políticos y tendenciosos, y dentro de los cuales no podían faltar tampoco los albures. La intención de estos artistas es cubrir una función similar a la de la prensa, pero ridiculizando la figura de "importantes" abusivos, corruptos, injustos, tontos, etc., y una intención humorístico-elaborativa, drenando así un cierto montante de agresión producto de la indignación que provocan de manera, más o menos general.

    Y c) La más formal, del más alto nivel sublimatorio, la cual se vale de una mayor habilidad para la expresión, pues invierte reflexión, trabajo y esfuerzo sistemático al otorgar estructura poética y literaria a la forma de expresar las vivencias que son así simbolizadas, por medio de una creación artística. De hecho, muchos refranes están contenidos en la literatura y obras poéticas. Pero también es frecuente que el artista las tome del pueblo.

    Sin embargo, las representaciones "dolientes", en sí mismas, no son resueltas en ninguno de los tres casos, en un sentido estricto, porque todo trámite a través de la sublimación va dejando un cierto montante de energía instintiva, que se acumula y, tarde o temprano, demanda su descarga normal y directa.

    En la tercera forma, el nivel más alto que se refiere a poetas y literatos, sus creaciones se sustentan desde una habilidad especial para auto-observarse a profundidad, evaluar la realidad exterior, recrearla. En ocasiones, re-inventarla, ideal o irónicamente, y hacer traspolaciones metafóricas entre la realidad exterior y su realidad interna.

    Pero no se contentan con centrarse en sí mismos, sino que, con apoyo en su sensibilidad, y un mayor o menor talento, los escritores desarrollan una habilidad especial, para "describir", (del griego "descriptar", entonces, desenterrar y así develar desde sus raíces. Testimonio verbal del maestro Hugo Cansino. UIC. México, 2003) comprender, representar y simbolizar tanto problemas cotidianos como vicisitudes del vivir y de la naturaleza humana. En un segundo nivel se puede incluir a los creadores humorísticos, y a los "pensadores" ocasionales o populares. Eso, quizás, obedece sólo a las circunstancias.

    Para los estudiosos de la lengua, los refranes son el producto de una propiedad del lenguaje y para su estudio crearon la "Paremiología", según observa el Dr. Herón Pérez (2002) en los "Refranes del hablar mexicano en el siglo XX". Se podría agregar que por ciertas inhibiciones y limitaciones de diversa índole, como lo son la carencia económica, la falta de motivación y/ o de modelos de identificación en las familias, suelen quedar condicionadas las posibilidades de libertad y autonomía, tanto para tomar decisiones vocacionales, como para contar con oportunidades para la educación formal o académica. Cuando no es de talento para la expresión de lo que se carece, la falta de educación institucionalizada no es un impedimento determinante. Una capacidad promedio para la reflexión y la necesidad estructural y estructurante de "representar" virtualmente la realidad, permite a la mayoría acceder a la simbolización de lo, incluso, potencialmente "irrepresentado" por traumático y, entonces, por ende, "no simbolizado". Así, se estimula que, eventualmente, se pueda incluir el pueblo en general en la alternativa creativa, simbolizadora, en aras de la salvaguarda del equilibrio emocional, que hace posible la palabra hablada por vía de este tipo de construcciones.

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