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La sierra nevada del norte de Boyacá y su gente




Enviado por sebastian sanabria



    INTRODUCCIÓN.

    Este trabajo comienza en el bus con destino a El Cocuy,
    subiendo el Altiplano Cundiboyacense, luego trepando
    páramos y atravesando las áridas tierras del
    encuentro amoroso del río Chicamocha con el río
    Nevado, en fronteras con Santander; para finalmente escalar la
    cordillera, mirando con temor los abismos que pasan por las manos
    del intrépido conductor del volante. Esta
    etnografía describe las relaciones de los habitantes de
    los municipios de El Cocuy y Güicán con la Sierra
    Nevada de la Cordillera Oriental de Colombia.

    Llegué en horas de la noche. Me recibió
    una pequeña urbe verdiblanca llamada El Cocuy. Detenida en
    el tiempo, estacionada en una hermosa arquitectura colonial y
    republicana. Un frondoso parque central, con vivas y coloridas
    flores. Es inevitable voltear a ver la colorida iglesia que rompe
    y complementa la estructura pintoresca del pueblo, entre
    amarillos y rojos pasteles. Las calles tranquilas, decoradas por
    una inmensa multitud de ruanas; que entre esquinas y tiendas se
    preparan para aguardar muy temprano en sus casas. Ya a las 8 de
    la noche se convierte en un pueblo solitario.

    Me invadió una gran ansiedad, recuerdos de mi
    infancia vinieron a mi mente. Debo confesar, que llevo en el alma
    estos majestuosos paisajes. Yo nací en El Cocuy, y aunque
    no crecí aquí, si viví mis primeros
    años junto a mi abuela. Recuerdo que desde pequeño
    me contaba historias sobre el Nevado, orgullo para los habitantes
    de estos municipios. Con algo de miedo ella relataba cuando el
    duende en el Nevado se llevaba y perdía turistas,
    enseñándome que es un lugar de respeto, donde los
    más experimentados escaladores y arrieros pierden la vida.
    Siempre se han contado tragedias de alpinistas sepultados por
    gigantescos bloques de hielo, en su hazaña por acariciar
    estos intocables techos, o de los negociantes de la sal
    congelados en los páramos. La Sierra Nevada es
    expresión de lo natural, y su aspecto agreste.

    Todas estas imágenes han habitado en mí
    desde muy pequeño, es una necesidad de la Montaña,
    de la nieve y del páramo. Noté aún
    más esta atracción cuando estuve lejos de
    Boyacá, y empecé mis estudios universitarios en
    Popayán-Cauca. Cuanto más me alejaba, más se
    aferraba un sentimiento de pertenencia a estas tierras. Me di
    cuenta entonces, que regresaría y realizaría mi
    tesis de pregrado sobre las gentes de esta región y su
    relación con la Sierra Nevada, para comprender la manera
    como estas personas entienden y apropian estas
    montañas.

    Si recorremos todo el territorio nacional y ponemos
    cuidado a las historias que cuentan las personas que habitan
    estos paisajes montañosos, vemos que desde tiempos
    inmemorables, nuestros abuelos han levantado su mirada para ver y
    adorar las montañas. Por dar unos ejemplos, podemos ver el
    templo sagrado de la Sierra Nevada de Santa Marta, custodiado por
    cuatro ejércitos ancestrales: los Kogi, los Wiwa, los Ika
    y los Kancuamos; el hogar de las ánimas de los Guandos que
    habitan los Volcanes de los Coconucos; el "bravo" Cerro Broncaso
    en el Cauca; los gigantes que habitan el Cerro de los Avechucos
    en el Tolima; y por supuesto las andadas del diablo sobre el
    Púlpito del Diablo, en la Sierra Nevada del Cocuy y
    Güicán. Volcanes, cerros y nevados son escenarios de
    la visión de mundo de estas gentes. Son seres que
    conviven, y muestran su personalidad con un bramido, una
    erupción, con una neblina o con una gran
    nevazón.

    Precisamente un gran escenario cultural sobre la
    geografía colombiana está en el Norte del
    Departamento de Boyacá. Este techo de la Cordillera
    Oriental de Colombia sube a más de 5.000
    msnm, donde se puede admirar en épocas de verano, la
    majestuosidad de los Llanos Orientales y los Santanderes. Hoy en
    día sólo encontramos glaciares en El Cocuy,
    Güicán y Tame. El actual cambio climático ha
    disminuido significativamente el área de extensión
    de los nevados. Se destaca de los municipios boyacenses una
    tradición cultural construida por la gente a través
    de estas montañas, lo que no tiene el municipio llanero de
    Tame en Arauca. Aunque tiene parte administrativa, no encontramos
    elementos identitarios relevantes, ni una fuerte
    tradición campesina de alta montaña. En este
    trabajo me centraré en dos municipios que aún
    conservan glaciares, El Cocuy y Güicán.

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    Foto 1. El Cocuy (Sebastián
    Sanabria 2010).

    La información de este trabajo se recopiló
    con las personas de los cascos urbanos y el camino hacia la
    Sierra Nevada, que son tres veredas. La primera por el Valle de
    Lagunillas, su parte sur; en el centro, por la vereda la Cueva,
    donde está el sitio de peregrinación a la Cueva de
    Cuchumba; y hacia el Norte, la vereda de Tabor. La Cueva y Tabor
    son veredas de Güicán, mientras Lagunillas es de El
    Cocuy. La información recogida se hizo a través de
    personas de avanzada edad, con el fin de tener una idea global de
    la etnohistoria del territorio y las concepciones de larga
    duración de la Sierra Nevada. También fueron de
    suma importancia las entrevistas con los guías
    turísticos, quienes en su mayoría son
    arrieros y campesinos1 que viven en las faldas del
    Nevado. No hay que olvidar la relación con el
    ente gubernamental, Parques Nacionales; ya que fue muy
    importante su aval y colaboración en el proceso de
    socialización y recolección de la
    información.

    Otra etapa de la investigación fue la visita, con
    el acompañamiento de personas de la región, a los
    lugares relevantes del páramo y el Nevado; su registro
    fotográfico y etnográfico en torno a su
    significación, donde se discutían las
    preocupaciones ambientales, sobre todo el descongelamiento de los
    glaciares.

    El trabajo de campo se realizó en dos etapas. La
    primera de finales de enero a finales de mayo; tiempo en el cual
    viví en El Cocuy. La finalidad de esta primera etapa fue
    hacer la etnografía de la apropiación de la gente
    con el Nevado, e ir a la fiesta de la Virgen Morena de
    Güicán; donde gentes de todos los municipios se
    desplazan para asistir a las fiestas patronales. Subir a la
    Sierra Nevada fue prioritario desde el principio, acercarme a las
    personas de las veredas cercanas, a las cabañas de
    turismo, a los guías, escaladores, y hasta los
    foráneos que iban de paso. En Lagunillas don Miguel
    Herrera, Alejandro Herrera, don Laurentino Herrera y don Pastor
    Correa; fueron mis principales colaboradores.

    Entre mediados de septiembre y mediados de noviembre
    desarrollé la segunda etapa del trabajo; tiempo en el que
    viví en el municipio de Güicán. En este lugar
    fue muy importante la convivencia con las familias
    Ibáñez y Carvajal; las cuales me permitieron entrar
    en la cotidianidad de los Güicanes; fuera del rol de
    "entrevistador", fueron mis amigos. En otros momentos del trabajo
    salía a visitar las casas de las veredas, donde realizaba
    entrevistas semiestructuradas. Las personas de la región
    en general son muy amables con el foráneo, hace más
    de una década que el turismo entró en sus
    cotidianidades y compartir con extraños no es algo
    difícil.

    En este texto describo cómo se han relacionado
    histórica y territorialmente las personas de El Cocuy y
    Güicán con la Sierra Nevada. Tomo como eje el tiempo;
    a través del cual, se han heredado unas territorialidades
    específicas de los pueblos que históricamente han
    habitado la región.

    En el primer capítulo describo la Sierra Nevada
    en sus contextos geográficos. Pretendo argumentar que
    está influenciada por múltiples cambios
    paisajísticos, debido al clima en sus estados glaciares.
    La historia glaciar no sólo ha influenciado a los nevados,
    sino que también a toda la estructura ecológica de
    los Andes Septentrionales. Esta influencia ha modificado y
    moldeado la relación de los pueblos con la Sierra Nevada;
    influenciando sus sistemas productivos y
    cosmogónicos.

    En el segundo capítulo, profundizo sobre la
    relación histórica de las comunidades que a lo
    largo del tiempo se han asentado al costado occidental de la
    Sierra Nevada; específicamente en lo que hoy es El Cocuy y
    Güicán. Comienzo desde lo más antiguo,
    partiendo del conocimiento histórico y arqueológico
    de las culturas precolombinas. Luego cruzo la conquista y la
    colonia; y lo que involucró el contacto de dos culturas,
    la europea y la amerindia.

    En el tercer capítulo me ubico en el Siglo XX, y
    las implicaciones del fin de la Pequeña Edad Glaciar. El
    ascenso del campesino a los páramos y el Nevado, su
    tránsito por la cordillera y la colonización de las
    tierras baldías del costado oriental de la Sierra
    Nevada.

    El cuarto capítulo lo dedico a revisar las
    apropiaciones territoriales del campesino de la parte alta; sus
    concepciones religiosas y míticas, dentro de las cuales
    abordo dos muy importantes, la Virgen Morenita de
    Güicán y la sal de Sácama. Del mismo modo,
    destaco el cambio de estas relaciones territoriales con la
    llegada de nuevos discursos como el ambiental; que
    conformó el Parque Nacional.

    Mapa 2. LA SIERRA NEVADA DEL COCUY Y
    GÜICÁN

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    CAPÍTULO 1.

    1. LA SIERRA
    NEVADA DEL NORTE DE BOYACÁ.

    1.1. La Sierra Nevada.

    La Cordillera Oriental de Colombia presenta una
    geografía única en los Andes tropicales. Consiste
    de un vasto altiplano sobre los 2.500 msnm, páramos
    extensos, y una gran Sierra Nevada al Norte de Boyacá, al
    occidente de Arauca y al occidente de Casanare. La cadena
    montañosa que incluye esta Sierra Nevada es la más
    alta en la Cordillera Oriental. También es la más
    extensa de Colombia; y además en los trópicos
    septentrionales, que se extienden entre el Trópico de
    Cáncer y la línea ecuatorial. La cordillera esta
    principalmente formada por rocas areniscas cuaternarias; al
    contrario de otras cadenas montañosas colombianas como la
    Sierra Nevada de Santa Marta, que es una formación
    granítica. En la Cordillera Oriental no se presenta
    volcanismo; muy al contraste de la Cordillera Central, que es
    básicamente de formación volcánica. La
    Cordillera Oriental ha sido hogar y sustento de muchas culturas y
    pueblos desde el final del Pleistoceno y el principio del
    Holoceno; como lo indican los hallazgos de Abra (Correal et. Al
    1969) y Tequendama (Correal y Van Der Hammen 1977), estimados
    entre 11.000 y 12.500 años AP. La región de nuestro
    interés principal es la Sierra Nevada del Cocuy,
    Güicán y sus alrededores.

    El extenso macizo que culmina en la Sierra Nevada, hoy
    en día pertenece políticamente a los siguientes
    municipios: en el lado occidental, que pertenece a Boyacá,
    encontramos los municipios de Chita, El Cocuy, Güicán
    y Chiscas. Lo que anteriormente fue el territorio del municipio
    de Güicán se extendía también a las
    faldas orientales de la Sierra Nevada. En el año de 1965
    se formó el nuevo municipio de Cubará, gran parte
    habitado por la comunidad U"wa; Cubará hoy en día
    ocupa la parte de Boyacá, en el lado oriental de la Sierra
    Nevada. Se puede decir que la ocupación humana de la
    Sierra Nevada proviene de Boyacá; desde Arauca y Casanare
    no se ha penetrado la cordillera y no se han fundado
    asentamientos.

    La parte sur del costado oriental es jurisdicción
    de Tame-Arauca y la Salina-Casanare. Sin embargo, el contacto de
    los habitantes de estos municipios con la parte alta de la
    montaña no es tan frecuente, ni ha constituido una
    tradición. Caso contrario, los campesinos boyacenses se
    asentaron sobre las faldas occidentales, y orientales. Sobre las
    orientales no se establecieron poblados importantes, tan
    sólo fincas ganaderas y de explotación
    maderera; fincas que fueron denominadas " Tras de la
    Sierra"2.

    El camino desde El Cocuy y
    Güicán hacia estas fincas, se podría decir,
    aún es de difícil acceso.

    El flanco oriental de la Sierra Nevada se caracteriza
    por su poca presencia humana. Hasta hace pocas décadas, el
    paso por la cordillera estaba cerrado por la cubertura glaciar
    que se extendía desde el municipio de Chita hasta el
    municipio de Chiscas. El deshielo desde la fase final de la
    Pequeña Glaciación3 (1850), abrió varios
    pasos que permiten la penetración de la cordillera, tanto
    por la gente como sus animales. Los principales pasos son el
    Boquerón de Cusirí, el Boquerón de
    Cardenillo y el Paso de la Sierra.

    Los picos actualmente cubiertos por glaciares, en la
    cadena oriental, que conforman esta cadena montañosa de
    sur a norte, son: los Cerros de la Plaza (4.850 msnm) y el pico
    del Castillo (5.100 msnm). Las montañas más
    extremas para el montañismo son: el pico Blanco, el pico
    de Antonio, y el Triángulo del Sur; van desde 4.100 hasta
    4.900 msnm. Al Norte, encontramos los Picos Sin Nombre (5.000
    msnm); junto a ellos viven los picos: La aguja, Manaba y Equino
    (4.800 msnm).

    En el ramal occidental encontramos: el Campanillas
    Blanco (4.900 msnm) y Campanillas Negro (4.800 msnm), el Pan de
    Azúcar (5.120 msnm), el Toti (4.800 msnm), Portales (4.800
    msnm), el Cóncavo (5.200 msnm) y el Concavito (5.100
    msnm); luego San Pablín Norte (5.200 msnm) y San
    Pablín Sur (5.180 msnm); mas adelante los Picachos
    (5.030 msnm); luego sigue la mayor elevación
    de la cordillera, el Ritacuba Blanco (5.330 msnm), seguido por el
    Ritacuba Negro (5.300 msnm) y el Ritacuba Norte (5.200
    msnm).

    Más hacia el Norte, desconectado de esta cadena
    glaciar, se encuentran los Nievecitas (4.800 msnm) y los
    Sínsigas (4.600 msnm), que conservan todavía
    pequeñas manchas glaciares; como ocurre también en
    una gran variedad de picos al oriente de la Sierra Nevada. Los
    picos que en la actualidad conservan glaciares tienen una altura
    entre 4.800 y 5.400 msnm.

    Nos dedicamos ahora a la descripción del relieve.
    Toda la cordillera se presenta como ramplas, que ascienden con
    inclinaciones más o menos suaves desde el occidente, para
    formar en el flanco oriental abismos verticales. El más
    alto de esos abismos es la pared oriental del Ritacuba Blanco,
    con 800 mts de altura. Abismos parecidos se encuentran a lo largo
    de toda la cordillera occidental de la Sierra Nevada; abismos que
    forman un muro continuo desde el Boquerón de Cusirí
    hasta el Boquerón de Cardenillo. La formación del
    flanco oriental muestra una tectónica más diversa y
    aún más joven; se deja mostrar en el plegamiento de
    la cordillera con estratos replegados entre sí, pero sigue
    la tendencia de un ascenso más suave desde el Occidente,
    con una caída hacia el Oriente. Mientras la cadena
    occidental es continua, la cadena oriental está partida
    por diferentes valles.

    Empezamos con el valle del Playón en el Sur;
    seguido por el valle del Mortiñal, que parte el macizo de
    los cerros de la Plaza, de los cerros del Castillo. El Castillo,
    a su vez, está separado de los Picos Sin Nombre, por el
    Valle del Blanquiscal. Estos pequeños valles fueron las
    tierras denominadas "Tras de la Sierra"; colonizados sobre la
    segunda mitad del Siglo XX, por los campesinos
    boyacenses.

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    Foto 2. Relieve cortado de las caras
    orientales de la cordillera. Tomada de

    Internet:
    http://www.mariusztravel.com/zdjecia/kolumbia/33_kolumbia_sierra_nevada_cocuy.JPG
    [Consult. 13/03/2012].

    Los Picos Sin Nombre desaguan al río
    Cobugón que desemboca al río Casanare. Mientras el
    río Playón, tiene todavía un flujo
    claramente hacia el Oriente; los ríos más al Norte,
    tienden a reemplazar ese eje Occidente-Oriente, por un flujo que
    se dirige más y más hacia el Nororiente. Todos esos
    valles son una clara muestra de la obra de los hielos de las
    glaciaciones, son clásicos valles en forma de U, con
    paredes verticales. También podemos decir lo mismo de los
    ríos que descienden de la cadena occidental hacia el
    Occidente; el mejor ejemplo es el Cañón del
    Cóncavo.

    Los ríos del flanco oriental son afluentes del
    río Casanare y del río Arauca, mientras todos los
    ríos que descienden de la cadena occidental hacia el
    Occidente, desembocan al Chicamocha. Entre esos ríos los
    más importantes son: el río Chiscas, el río
    Lagunillas, el río Pantano Grande, el río Mosco y
    el río Chita. Fuera del río Chita, todos los
    ríos del flanco occidental se unen en el río
    Nevado; anteriormente llamado el río Guacamayas.
    Guacamayas en Quechua quiere decir río sagrado,
    posiblemente la huella de los alcances del Quechua (Faust 2004:
    27).

    Podemos concluir que el relieve es más suave
    hacia el occidente y sumamente agreste hacia el oriente de la
    cordillera, lo que permitió a la masa principal de
    glaciares una mejor adherencia sobre el flanco occidental; del
    mismo modo, la penetración y el asentamiento de las
    poblaciones humanas. Este hecho hizo que las entradas principales
    a la Sierra Nevada estén en El Cocuy al suroccidente y en
    Güicán al noroccidente.

    1.1.2. La
    historia glaciar de la Sierra Nevada.

    Las montañas colombianas se han cubierto de
    extensos glaciares en sus cordilleras más altas en el
    transcurso de los siglos. Los estudios geográficos nos
    cuentan que el proceso de avance y retroceso de los glaciares,
    son ciclos que vienen y van. A diferencia de muchos territorios,
    la Sierra Nevada es un espacio geográfico con una
    importante característica, el cambio. Un Cambio
    visible y notorio para su definición, concentrado en el
    elemento del hielo, que aparece y desparece a lo largo del
    tiempo. Hoy en día, la constante es el retroceso y la
    desaparición del hielo glaciar, fenómeno que es
    interpretado por la gente.

    El último gran enfriamiento de la tierra
    comenzó hace unos 116.000 años AP. Más
    recientemente se tiene registro de un proceso mundial de
    glaciación ubicado en 70.000 años AP, donde
    posiblemente los nevados colombianos empezaron a surgir
    residualmente. La historia glaciológica colombiana empieza
    con el periodo llamado Pleniglacial, entre 45.000 y 14.000
    años AP, en donde los glaciares llegaron a su plenitud
    máxima, con procesos constantes de avances y retrocesos.
    Las condiciones fueron muy húmedas y frías, lo que
    hicieron crecer los glaciares colombianos en su límite
    inferior, muy por debajo de la actualidad. En el Cocuy,
    estuvieron en el occidente a 2.900-3.000 msnm, y en el oriente
    entre 3.000 y 2.700 msnm (Van der Hammen 1973). Es decir, las
    lenguas de los hielos llegaban a la altura, que hoy es el
    municipio de Güicán; y cubriendo el cerro de Mahoma
    en El Cocuy. Indudablemente tapaba el municipio de Chita, que es
    uno de los municipios a más altura en Colombia, superando
    los 3.000 msnm.

    Figura 1. La Extensión de los
    glaciares de la Sierra Nevada durante el Pleniglacial, la
    Pequeña Edad

    Glacial y el estado
    actual.

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    (Tomado de: Flórez
    1991).

    La forma de la montaña no dependió en esta
    edad glacial, como hoy en día, en que los glaciares
    más extensos estuvieran en el costado occidental. En
    aquellos tiempos era tan extenso el hielo, que bajó por
    ese costado oriental, superando la geografía vertical de
    sus caras cortadas. Pero la masa glaciar no sólo
    cubrió el Norte de Boyacá, sino casi toda la
    cordillera sobre los 3.000 msnm. Parte de la línea
    continua glaciar, empezaba desde el sur de la Laguna de Tota,
    hasta el páramo actual de Sutamarchán, en
    intermediaciones de Boyacá con Santander.

    El mínimo de temperatura de esta primera era
    glaciar llegó hace unos 18.000 años AP.
    Paradójicamente el frío extremo no fue suficiente,
    condiciones de poca humedad no permitieron el aumento de los
    glaciares. (Van der Hammen et al. 1980). Esta humedad en nuestra
    cordillera está con más fuerza en el Oriente, una
    zona despoblada, con grandes extensiones de bosques. Sin embargo,
    el glaciar como ya dijimos, está adherido en las caras
    occidentales, paradójicamente siendo el costado menos
    húmedo; por sus pendientes suaves, el hielo se
    adhirió mejor que en sus empinadas cumbres.

    Estas condiciones de Humedad se presentaron con
    más intensidad al final de esta era, llamada Tardiglaciar;
    entre 14.000 y 10.000 años AP. Estas permitieron
    nuevamente el avance progresivo de los glaciares. Hacia este
    periodo, el hielo se podía observar subiendo desde
    Lagunillas y lo que hoy es la vereda la Cueva y Tabor en
    Güicán (Van der Hammen et al. 1980). Evidencia de
    este proceso, lo vemos en las actividades agrícolas de los
    campesinos, al lidiar con las antiguas morrenas que dejó
    el glaciar en su retroceso; respecto a la limpieza y el arado de
    la tierra, les duplica el trabajo. Sin embargo, con estas rocas,
    se hicieron grandes corrales ovejeros y la delimitación de
    las fincas. Este paisaje está pintado por esta
    arquitectura de pastores.

    Nuestra era geológica actual es llamada
    Interglaciar, que va desde 10.000 AP hasta la última
    glaciación de nuestros tiempos, ocurrida precisamente
    después de la llegada de los europeos a América.
    Antes de este pequeño enfriamiento, hay que anotar, la
    temperatura tuvo un constante aumento, llamado el Máximo
    Bioclimático, lo que fundió aún más
    los glaciares colombianos. Hacia 6.500 años AP, la
    temperatura era levemente más alta que la actual; la
    época del Imperio Romano (27 AC-476 DC) tuvo unos grados
    más de temperatura. A lo largo de este periodo, los
    glaciares colombianos en general retrocedían y se
    recuperaban.

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    Foto 3. Antiguo cercado en el Valle
    de los Frailejones. (Sebastián Sanabria
    2010)

    Sobre esta era Interglaciar uno de los avances
    más conocidos y que toca toda nuestra era moderna
    alrededor del mundo, ocurrió desde 1550 hasta 1850. Es
    conocida como la Pequeña Edad Glaciar. En esta
    pequeña edad de hielo los glaciares del Norte de
    Boyacá crecieron gracias al enfriamiento mundial. El
    área cubierta por los glaciares fue de 148.7 km2 (14.870
    ha), con un volumen aproximado de 4.964 millones de metros
    cúbicos. Las lenguas glaciares bajaron por debajo de
    muchas lagunas importantes que tenemos hoy en día, como la
    Laguna Grande de la Sierra y la Laguna de la Plaza. Hay fuertes
    evidencias en relacionar la Pequeña Edad Glaciar y el
    encuentro de las culturas americanas y las europeas en el Siglo
    XV.

    Algunos investigadores piensan que este gran
    enfriamiento mundial fue causa del colapso demográfico,
    producto de la conquista en los Siglos XV, XVI y XVII (Faust Et
    al. 2006). Este encuentro trajo consigo, no solo la
    devastación de las poblaciones americanas en el orden
    militar, sino también en lo biológico. Al no tener
    defensas contra las enfermedades europeas, los amerindios
    sucumbieron ante las enfermedades y plagas traídas por
    el foráneo. Gran parte de las comunidades
    nativas fueron arrasadas, lo que rompió la estructura
    orgánica de estas sociedades y su relación con el
    medio ambiente, fuertemente mediada por la agricultura, que
    ocupaba grandes extensiones de tierra. Consecuencia de la
    mortalidad, producto de este contacto, los campos quedaron
    vacíos, siendo nuevamente cubiertos por bosques. De norte
    a sur, a lo largo del continente, los bosques crecieron de nuevo.
    Esta reforestación permitió, gracias a la
    disminución significativa de CO2 en la atmósfera,
    el apaciguamiento del efecto invernadero, y posteriormente la
    disminución de la temperatura entre -1 y -2 grados (Faust
    Et al. 2006). Los frondosos bosques del trópico guardaron
    gran cantidad de humedad, favoreciendo la
    evapotranspiración, y el aumento de la humedad y las
    precipitaciones, condiciones perfectas para el avance de los
    glaciares tropicales y el surgimiento de la Pequeña Edad
    Glaciar.

    Sobre esta era glacial, las lenguas de los nevados
    bajaron hasta la Cueva de Cuchumba, un lugar mitológico
    por excelencia; curiosamente donde aparece la Virgen Morenita de
    Güicán en el Siglo XVIII, en la plenitud de la
    Pequeña Edad Glaciar (1770). La gente del sector es
    consciente de esta relación, y describen la época
    colonial como una etapa de la historia donde el Nevado
    llegó hasta esta pequeña Cueva, formada por las
    antiguas morrenas del glaciar en retroceso.

    La disminución de la cobertura glaciar, a partir
    de esta pequeña era, ha sido el paisaje dominante en la
    cordillera. Tenemos información que el retroceso de los
    glaciares a partir de 1930, año en que se tienen los
    primeros registros, ha sido aún más vertiginoso.
    Anualmente los glaciares retroceden cada vez más a su
    año anterior. En promedio 12m por año desde 1985,
    es decir 1.5 % por año; cifra que sigue en aumento
    actualmente. Se calcula que la Sierra Nevada tiene unos 17km2,
    con una taza de retroceso de 17 y 24m por año
    (Flórez 1991). Los estimativos son de un 1m3 trimestrales
    de pérdida de espesor. Las matemáticas calculan,
    que si el proceso sigue a esta velocidad, entre el 2021 y el 2031
    este glaciar tendrá sus últimas manchas de hielo.
    Este hecho es muy significativo para la gente, quienes explican
    el fenómeno desde sus tradiciones culturales.

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