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Socialismo, deporte y constitución



  1. Introducción
  2. Una
    Precisión Necesaria Socialismo Democrático Vs.
    Socialismo Autoritario
  3. Constitución
    y deporte
  4. Propuesta de
    reforma constitucional [10]
  5. Consideraciones
    finales
  6. Notas

Introducción

El propósito de este documento es el de
contribuir a la elaboración de una plataforma
democrática social para Venezuela. La voluntad expresada
por el Presidente de la República de llevar el país
hacia un "socialismo del siglo XXI" requiere respuestas por parte
de las fuerzas progresistas o de centroizquierda -llámense
socialistas democráticos, socialdemócratas o de
izquierda democrática- que coinciden en la búsqueda
de una democracia social auténtica, que combine el valor
de la libertad con el de la justicia social y responda
eficazmente a las necesidades y anhelos del pueblo venezolano. En
la pugna que existe desde hace largo tiempo, en el mundo, en
Latinoamérica y en Venezuela, entre "dos izquierdas" -una
autoritaria y otra democrática- el autor de este documento
se identifica con la segunda y rechaza la primera.

Una Precisión
Necesaria

Socialismo Democrático Vs. Socialismo
Autoritario

1. Evolución histórica de la lucha
democrática social

En el mundo

1. Desde la Antigüedad hasta nuestros días,
diversos sistemas de opresión social y política han
engendrado movimientos e ideas de reforma o de revolución,
tendientes al logro de un orden de mayor libertad y mayor
justicia. No siempre han ido mano en mano las luchas por estas
dos aspiraciones básicas del ser humano: algunos impulsos
progresistas han enfatizado el ideal de la libertad del individuo
por encima de la aspiración a la justicia social, en tanto
que otros colocaron ésta última en primer plano,
por considerar que, sin un marco de equidad colectiva, la
libertad queda restringida al disfrute de unos pocos
privilegiados y no se convierte en bien común.

2. Aquellos pensadores y luchadores que consideran la
conquista de la equidad social como condición
imprescindible para la liberación humana han recibido,
desde la Revolución Francesa en adelante, el apelativo de
"socialistas". En su aceptación más amplia y
general, el "socialismo" puede ser moderado o radical,
paternalista o revolucionario, autoritario o democrático.
Durante la antigüedad y la Edad Media aparecieron dos
prototipos de impulso "socialista" esencialmente
antagónicos (aunque a veces se tratara de conciliados en
una misma doctrina). Por un lado Platón, filósofo
vinculado a la aristocracia ateniense y enemigo del bando
democrático, predicó un modelo de colectivismo
elitesco y paternalista. Por el otro, la corriente
profética y mesiánica judeo-cristiana
-Isaías, Amós, Jesucristo, Santiago y los padres de
la Iglesia-tuvo contenido democrático, de censura a los
ricos y enaltecimiento de !os pobres, sirviendo de
estímulo a movimientos emancipadores de esclavos y de
siervos.

3. La Edad Moderna se inició con utopías
colectivistas como las de Moro y Campanella, e impulsos
socialistas en las alas radicales de las revoluciones burguesas
de Holanda, Inglaterra y Francia. Finalmente, la
Revolución Industrial, que durante el siglo XIX se
irradió desde Inglaterra al resto del mundo, creó
la base para el movimiento socialista internacional basado ahora
en una clase obrera disciplinada por el trabajo fabril y
organizada en sindicatos y partidos. Pero pronto
reapareció la división entre corrientes
autoritarias y democráticas. La Primera Internacional,
fundada en 1864, se desgarró entre los partidarios del
socialismo político y democrático y los del
anarquismo conspirativo y terrorista.

4. La Segunda Internacional, nacida en 1889, estuvo bajo
influencia predominante del marxismo, interpretado de maneras
diversas. Para los socialistas democráticos o
socialdemócratas, se justifica la lucha armada contra
regímenes despóticos, pero una vez logrado un
sistema de libertades políticas se debe recurrir a
métodos no violentos -parlamentarios y sindicales- para
transformar las estructuras a través de la
acumulación de reformas parciales. Al mismo tiempo, debe
practicarse en todo momento la más abierta y transparente
democracia interna en el seno del movimiento obrero, tanto en su
rama sindical como en la política. En cambio los
socialistas de vocación voluntarista y violenta –
discípulos, no de Marx sino de Augusto Blanqui- desprecian
la democracia representativa y pregonan la toma del poder por la
violencia incluso en sociedades abiertas. A tal fin abogan por la
creación de una "vanguardia" integrada por
"revolucionarios a tiempo completo" que ejerzan la "dictadura del
proletariado" en supuesta "representación" de las
mayorías laboriosas [1].

5. La Primera Guerra Mundial dividió tajantemente
las dos corrientes. En Rusia, Lenin y el Partido Comunista
(bolchevique) empujaron la revolución democrática
de 1917 hacia una" dictadura del proletariado" ejercida por una
vanguardia minoritaria a la manera de Blanqui. Desoyendo las
advertencias de Rosa Luxemburgo, de que una revolución sin
democracia interna está condenada a degenerar y perecer
[2], Lenin ilegalizó toda oposición y
posteriormente exigió que los demás partidos
comunistas del mundo, coaligados en la Comintem, adoptasen el
mismo sistema vertical y represivo. A consecuencia de ello, el
régimen comunista fue una dictadura, no del proletariado
sino sobre el proletariado y todo el pueblo, ejercida primero por
el partido oficial, después por el buró
político del mismo, y finalmente por un solo caudillo
todopoderoso. Pese al heroísmo de comunistas sinceros y
convencidos de su causa, que fueron luchadores ejemplares contra
el fascismo, y no obstante los logros soviéticos iniciales
en materia de modernización, culturización y
equidad distributiva, Stalin y sus sucesores impusieron un
sistema de intolerable supresión de la libertad personal y
violaciones criminales y masivas de los derechos humanos. Bajo su
amparo se formó y ascendió al poder una nueva clase
o casta burocrática que, como propietaria colectiva de los
medios de producción estatizados, explotó el
trabajo humano con máxima brutalidad. Eventualmente, el
inmovilismo de esa casta dominante la volvió incapaz de
adaptarse a un mundo cambiante, y condujo al anquilosamiento y la
desmoralización de la sociedad post-estalinista ya su
colapso en 1989-91.

6. En cambio, en los países de mayor desarrollo
socioeconómico e institucional, la mayoría
trabajadora y popular dio inconfundible respaldo a la
fórmula socialista democrática. Los primeros
intentos de construir democracias sociales, que combinasen la
libertad con la justicia, fracasaron ante los embates de la
crisis económica mundial de 1930 y de la agresión
nazi-fascista. Durante esa época, los
socialdemócratas del mundo generalmente lucharon con
valentía, dentro de frentes populares o bloques
democráticos antifascistas, contra los enemigos esenciales
de la humanidad. Después de la Segunda Guerra Mundial,
fuerzas socialistas democráticas ejercieron el poder en
países tales como Inglaterra, Suecia, Noruega, Dinamarca,
Finlandia y otros, y realizaron transformaciones profundas, de
impacto estructural, en el sentido de la regulación de la
economía por el poder público democrático,
la redistribución equitativa del ingreso, la igualdad
social y una mayor participación ciudadana en la
gestión de la sociedad. En su política exterior
apoyaron el proceso de descolonización, el
multilateralismo y la búsqueda de la paz y el desarme
mundiales. En 1951 los partidos socialistas democráticos
se unieron en una nueva Internacional Socialista que, en su
declaración de principios, condenó a la vez al
capitalismo y al comunismo estalinista, como dos sistemas de
opresión, el primero por su inequidad económica y
social y el segundo por su tiranía política. Frente
a ambos modelos, el socialismo democrático asumió,
y sigue ejerciendo exitosamente, un rol de "tercera fuerza"
sintetizadora de la libertad política con la justicia
social. Al mismo tiempo, los socialistas democráticos
niegan la existencia de un modelo de "socialismo"
dogmáticamente predeterminado y "final". Para ellos, el
socialismo no es un sistema o régimen, sino un camino sin
fin hacia niveles cada vez más altos y universales de
libertad, justicia y solidaridad. El proceso de avance hacia una
nueva sociedad más justa requiere -según la
Declaración de Francfort de la Internacional
Socialista-"La contribución personal de todos sus
partidarios. Contrariamente a los regímenes totalitarios,
el socialismo democrático no impone al pueblo un papel
pasivo. Por el contrario, no puede realizarse sino con la
participación activa del pueblo. Es la Democracia en su
forma más elevada." [3].

7. A fines de la década 1960-70, nuevas
evidencias del carácter opresivo y antipopular de la URSS
y sus Estados vasallos -en particular, su intervención
militar contra el "socialismo con rostro humano" de
Checoslovaquia en 1968-, causaron una vasta rebelión
política de comunistas sinceros en Europa occidental,
América y el mundo entero [4]. Revisando su doctrina y sus
programas, los disidentes rechazaron el centralismo autoritario y
abrazaron la causa del socialismo democrático: sólo
en el marco de la libertad política se puede avanzar hacia
la justicia social auténtica. Estos nuevos movimientos
enriquecieron la Internacional Socialista, que los acogió
con espíritu fraternal.

8. En los Estados Unidos, la lucha por la democracia
social no se canalizó por la vía de un gran partido
socialista democrático, sino a través del ala
progresista del Partido Demócrata que une en su seno a
corrientes de centro y de izquierda y hoy mantiene relaciones de
amistad y diálogo con la Internacional Socialista. En la
práctica, la mayor aproximación a cambios
estructurales importantes que vivió la sociedad
norteamericana, fue el "New Deal" (Trato Nuevo) de Franklin D.
Roosevelt entre 1933 y 1945, que sirvió de
inspiración a la doctrina capitalista social de John M.
Keynes y conllevó algunas iniciativas netamente
socialdemócratas. En épocas posteriores, los
programas "Nueva Frontera" de John F. Kennedy y "Gran Sociedad"
de Lyndon B. Johnson continuaron esa tendencia.

9. El colapso del modelo estalinista en 1989-91
introdujo una etapa de aparente triunfo incuestionable del bloque
occidental dirigido por los Estados Unidos, con la
implantación universal de los principios del llamado
"Consenso de Washington": globalización económica
neoliberal (con las correspondientes "reformas" liquidadoras del
"Estado de Bienestar" keynesiano), y democracia representativa
como marco político. Las corrientes de democracia social
en su conjunto fueron objeto de duros ataques y se vieron
obligadas a revisar ideas y políticas. Al observar el
desastre del modelo comunista, la socialdemocracia se
tornó más crítica con respecto al estatismo
económico y más inclinada a reconocer la validez de
la economía de mercado. Sin embargo, se mantiene firme en
su crítica al neoliberalismo económico y en su
insistencia de que la economía de mercado debe ser
orientada hacia propósitos de justicia social, mediante
regulaciones por parte del poder público
democrático y de la sociedad civil organizada. Desde el
año 2001 en adelante han aparecido nuevas evidencias de la
fragilidad e inequidad intrínseca del sistema de la
globalización liberal, y las fuerzas de la democracia
social se sienten optimistas con respecto al futuro.

En América Latina

10. En nuestra región, el socialismo
democrático o socialdemocracia tiene dos orígenes
distintos. En países de fuerte inmigración europea,
como Chile, Argentina y Uruguay, desde fines del siglo XIX fue
importado el modelo socialdemócrata del viejo mundo,
plasmado en partidos socialistas y radicales, de contenido
principalmente obrero los primeros, y de clase media
democrática 10s segundos. En cambio, en los países
tropicales y semitropicales de carácter menos europeizado,
la corriente socialdemócrata surgió de movimientos
calificados de "populares y nacional revolucionarios", basados en
"alianzas orgánicas de clases oprimidas": capas medias,
campesinado y clase trabajadora. Estas corrientes se inspiraron
parcialmente en el ejemplo de la Revolución Mexicana
iniciada en 1910, Y encontraron su primera expresión
ideológica en el pensamiento de Víctor Raúl
J. Haya de la Torre, fundador del APRA peruano (1924). Sus
programas contemplaban: a) la democracia política
pluralista; b) la liberación de hegemonías
neocoloniales; c) profundas reformas sociales en el marco de
economías mixtas (mercado-Estado), y d) políticas
de solidaridad "indoamericana" e internacional [5]. A partir de
1960, la Internacional Socialista" (1.5.) descubrió" a
estos partidos populares latinoamericanos y los persuadió
a que se uniesen a ella. En tercer término, también
en Latinoamérica -con Venezuela a la cabeza-
apareció la nueva corriente socialista democrática
desprendida del tronco comunista, que a su vez se acercó a
la Internacional Socialista (1.5.).

11. A partir de la crisis económica mundial de
1930, en América Latina se produjo una transición
del "liberalismo oligárquico" decimonónico a
diferentes formas de "populismo", autoritario o
democrático, orientado hacia el dirigismo estatal y el
nacionalismo económico. El fascismo, el comunismo y en
menor grado la socialdemocracia de Europa influyeron en la vida
política latinoamericana. La Segunda Guerra Mundial
estimuló grandemente las tendencias democráticas y
de izquierda en la región. Sin embargo, a partir de 1948,
la Guerra Fría produjo un refortalecimiento de los
autoritarismos de derecha, ahora abrigados bajo el concepto de la
"defensa del Occidente" en alianza con !os intereses
estratégicos y también económicos de 105
Estados Unidos. La rivalidad que había existido entre
movimientos latinoamericanos socialdemócratas y comunistas
desde tos años treinta se profundizó y se
convirtió en enemistad a veces violenta, sobre todo a
partir del triunfo y el viraje prosoviético de la
Revolución Cubana entre 1959 y 1961. Sólo
después de 1968, cuando cundió la distensión
Este-Oeste, acompañada de una incipiente
polarización Norte-Sur, en ciertos casos
socialdemócratas y comunistas actuaron como aliados
tácticos.

12. Aparte de sus permanentes combates -muchas veces
heroicos- contra las dictaduras oligárquicas de derecha, y
sus enfrentamientos con los partidos comunistas, la
socialdemocracia latinoamericana se ha visto amenazada por los
populismos autoritarios y militaristas que aparecieron en
países como Brasil, Argentina y Perú desde 1930 en
adelante. Surgiendo donde aún no existen eficaces
movimientos populares democráticos, o donde éstos
han perdido su efectividad, los populismos militaristas propagan
una demagógica mezcla de consignas socialistas y fascistas
y por momentos logran arrastrar a grandes masas aglutinadas en
torno a caudillos carismáticos tales como Perón,
Velasco Alvarado y otros. Estos autócratas ejercieron una
suerte de mediación personal entre sectores populares,
nuevas burguesías y oligarquías tradicionales y, a
pesar de pretensiones de nacionalismo y de justicia social, no
efectuaron transformaciones estructurales sólidas
[6].

En Venezuela

13. En Venezuela, los partidos y movimientos
democráticos y revolucionarios se generaron en la
resistencia clandestina contra la dictadura de Juan Vicente
Gómez, y reflejaron la inquietud social de un país
en transición del orden agrario terrateniente al petrolero
y capitalista-rentístico. De 1936 en adelante se
perfiló, en el seno de la izquierda venezolana, la
rivalidad histórica entre un movimiento
nacional-revolucionario de tendencia socialdemócrata y
otro comunista. La experiencia del "trienio adeco" de 1945-48,
por encima de controversias valorativas, significó un
importante avance objetivo en términos de
incorporación del pueblo a la actividad política.
La resistencia a la dictadura militar de los años 1948-58
constituyó otra experiencia valiosa para la
formación de política y moral de los
demócratas venezolanos y particularmente para la
izquierda, tanto democrática como comunista.

14. Posteriormente, los cuarenta años de
régimen democrático representativo, pluralista y de
"conciliación de elites" (1958-98) constituyó el
marco político para un proceso de modernización en
todas las esferas de la vida política, económica,
social y cultural. Se desarrolló un sistema
económico mixto, entre industrias básicas estatales
y un diversificado y próspero sector privado. Se
elevó el nivel de vida general y se formó una
amplia clase media. En el ámbito de las ideologías
y programas políticos, Acción Democrática
(AD), pese a ser objeto de ataque armado por factores de extrema
izquierda apoyados desde Cuba, logró mantener una conducta
democrática y socialreformista, y fue invitada a ingresar
a la Internacional Socialista a fines de la década de los
sesenta, al mismo tiempo que el Movimiento Electoral del Pueblo
(MEP), fundado por disidentes de AD. Por otra parte, el fracaso
de la rebelión armada contra los gobiernos de
Rómulo 8etancourt y Raúl Leoni ocasionó
profundas crisis en la izquierda leninista y castrista, con
divisiones y subdivisiones del (Partido Comunista de Venezuela)
(PCV), del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)
(agrupación desprendida de AD en 1960) y de otros grupos.
La invasión de Checoslovaquia en 1968, Y otras evidencias
de) carácter dogmático y opresivo del llamado
"socialismo real" fueron motivo para la formación, a
partir de 1969, de un nuevo partido socialista
democrático: el (Movimiento al Socialismo) (MAS), creado
por disidentes del PCV.

5. Pese a los avances políticos y sociales
logrados sobre todo en las dos primeras décadas del
período democrático, se conservó una marcada
inequidad del ingreso y, por insuficiente diversificación
productiva, a partir de 1980 se agravó el contraste entre
ricos y pobres. Un marcado deterioro de los liderazgos
democráticos, el aumento de la corrupción y una
injustificable indiferencia de las élites ante el
crecimiento de la pobreza, combinado con la influencia negativa
de factores externos, condujo a la derrota de los partidos
tradicionales venezolanos en las elecciones de 1998.

16. Es preciso señalar que la política
social del régimen democrático representativo de
los años 1958-98 no alcanzó en ningún
momento el nivel de una sistemática promoción de la
calidad de vida mediante fa participación universal en
busca de una equidad siempre creciente, sino que tuvo un
carácter "universal-asistencialista" más bien que
participativo [7]. Ello se explica en buena parte por el hecho de
que Venezuela, como todos los demás países
latinoamericanos, se encontraba en la etapa del desarrollo
productivo que condiciona (e históricamente suele
preceder) etapas en las cuales se priorizan la equidad social y
la calidad de vida

Política: Democracia representativa y
participativa

17. Los socialistas democráticos y demás
promotores de la democracia social se deslindan tajantemente de
todas las formas políticas autoritarias por considerar
indispensable, para cualquier progreso social futuro, la
creación previa de un marco de democracia política
representativa, con sólidas garantías
constitucionales y seguridad jurídica, derechos humanos y
libertades ciudadanas, pluralismo de ideas y
descentralización del poder. Históricamente, las
revoluciones liberales han precedido e inaugurado las etapas de
lucha por la democracia social. Cuando los sectores populares se
dejan persuadir a confiar su "representación" a un
caudillo, pierden su libertad y el prometido "poder del pueblo"
se transforma en "poder sobre el pueblo". En Venezuela deben
rescatarse experiencias positivas, acumuladas durante los
últimos cincuenta años en materia de democracia
política, añadiéndoles mejoras
jurídicas, institucionales y humanitarias. El esfuerzo
debería cubrir los temas siguientes:

Estado de Derecho

18. Los demócratas sociales rechazan la
noción de que el moderno Estado de Derecho, surgido del
pensamiento de la Ilustración y de las revoluciones
liberales del pasado, represente un fenómeno
histórico pasajero y un mero reflejo de los intereses de
la clase burguesa. Consideramos que el Estado de Derecho (dominio
de la Ley, igualdad jurídica de los ciudadanos,
garantía de los derechos humanos y cívicos, etc.)
forma parte de la civilización humana universal y no
está sujeto, en su esencia, a los cambios de
hegemonía de clases o bloques sociales en el seno de la
sociedad. Sin duda, en la medida en que crezcan la justicia y la
igualdad social, el Estado de Derecho estará sujeto a
revisiones, ampliaciones y mejoramientos, pero no se
cuestionará su validez histórica
fundamental.

19. En el mismo orden de ideas, un gobierno inspirado en
los postulados de una izquierda progresista, debería
impedir la concentración de poderes en el Ejecutivo, lo
cual exige una revisión y reforma de la
Constitución de 1999 [8]. Los poderes del Presidente de la
República deben ser objeto de revisión, así
como también el fuero de la Fuerza Armada.

20. La soberanía, que reside en el pueblo, debe
ser ejercida a través de las instituciones pertinentes,
sin perturbaciones personalistas o tumultuaria. En la futura
democracia política venezolana debería prohibirse e
impedirse la injerencia de funcionarios públicos en 105
procesos electorales y la utilización de recursos del
Estado para fines políticos partidistas. La
administración pública y el poder judicial deben
ser políticamente neutrales, al servicio de la
Nación y del orden constitucional, y es imprescindible la
profesionalidad e independencia política de 105 jueces y
de todo administrador público. En un Estado de Derecho el
gobierno debe asumir una actitud de imparcialidad en las
coyunturas electorales y debe estar garantizada la
composición pluralista y equilibrada de la autoridad
electoral.

21. Es imprescindible la separación de los
poderes legislativo, ejecutivo, judicial, ciudadano y electoral,
así como una descentralización geográfica y
funcional efectiva del poder público en su conjunto. El
Estado de Derecho democrático exige, asimismo, la estricta
institucionalidad de las Fuerzas Armadas y la
subordinación del estamento militar a la autoridad civil
electa por el pueblo en conformidad con la Constitución.
La justicia debe ser asequible para todos los ciudadanos. Deben
ser claras y firmes las garantías de las libertades y
derechos de los ciudadanos, así como la
delimitación legal entre la esfera pública y la
privada.

Representación y
participación

22. Los regímenes autoritarios -estalinistas o
populistas militaristas–, al tratar de justificar sus
violaciones del Estado de Derecho y su recurso a la arbitrariedad
y la demagogia, suelen invocar la idea de una supuesta
oposición intrínseca entre la "democracia
representativa" y la "democracia participativa". La primera
-dicen–, es "burguesa" o "formal" ya que sólo llama a la
ciudadanía a periódicos procesos electorales y no a
tomar parte en una permanente gestión y supervisión
de la cosa pública. Además la acusan de basarse en
una "igualdad" ciudadana ficticia, ya que no existe igualdad de
condiciones reales entre un poderoso empresario multimillonario y
un paupérrimo obrero desempleado. Por esas deficiencias y
falsedades -prosiguen–, la actual democracia "representativa"
debería ser sustituida por una forma nueva,
"participativa", que asegure la actuación decisoria y
fiscalizadora permanente de las mayorías populares en la
gestión política, económica y social del
país.

23. Sin duda hay algo de verdad en esas afirmaciones,
pero es una grave equivocación presentar el problema en
términos de disyuntiva entre dos fórmulas
contrapuestas e irreconciliables. Es cierto que una democracia
meramente representativa y formal, en la cual el papel del pueblo
se limite a acudir a las urnas ocasionalmente, y el ejercicio de
la soberanía quede enteramente delegado en manos de
representantes, sería una democracia incompleta, deformada
y manipulada por elites. Es necesario que, además de
elegir a sus gobernantes, el pueblo soberano participe en forma
constante en el debate público a todos los niveles, asuma
responsabilidades directas, y ejerza una supervisión
efectiva sobre la ejecución y administración de la
voluntad general. Además es deseable que su
participación no se limite a la toma y al control de las
decisiones públicas, sino que también se extienda
al ámbito de la sociedad civil. Y por último, todos
los ciudadanos deben llegar a participar de modo efectivo y real
en el disfrute del bien común, a través de un orden
de creciente igualdad y justicia en el acceso a la riqueza
material y espiritual de la colectividad. Estos dos aspectos de
la democracia, el representativo y el participativo, no son
antagónicos sino complementarios. La democracia social, en
Venezuela como en el mundo entero, debe esforzarse siempre por
fortalecer la democracia representativa y por darle un contenido
cada vez más participativo y, por lo tanto,
auténtico y humano.

Pluralismo y tolerancia

24. Hasta en sociedades armoniosas, que hayan logrado
atenuar los conflictos de intereses grupales o clasistas, siempre
existirán múltiples opiniones divergentes acerca de
la naturaleza de los problemas y la manera de resolverlos. La
verdadera solidaridad social requiere el perdurable
reconocimiento de la pluralidad de criterios y doctrinas y la
más completa libertad para que el pluralismo florezca
dentro de un marco de paz, legalidad y tolerancia mutua. Ninguna
sociedad que, de hecho o de derecho, imponga un régimen
monopartidista puede avanzar en la vía del socialismo
democrático ni ser considerada como auténtica
democracia social.

25. Una democracia social en Venezuela debería
garantizar la libertad de cultos y el pleno respeto a todas las
comunidades religiosas, así como el cumplimiento de los
compromisos contraídos con ellas por el Estado. Asimismo
respetará todas las ideologías políticas,
morales y sociales, con la sola excepción de las que
prediquen el odio racial, étnico o confesional.

Derechos humanos y ciudadanos

26. Los derechos humanos tradicionales, definidos por la
Ilustración y las revoluciones liberales, tienen
carácter permanente y deben quedar incorporados para
siempre en la Constitución venezolana. Pero una democracia
social no puede tolerar que estos derechos en buena parte
sólo aparezcan en el papel y no sean respetados en la
práctica. Los abusos policial es, los maltratos y torturas
a personas detenidas, así como las condiciones infernales
que prevalecen en el sistema penitenciario venezolano (tal vez el
peor del mundo) deben ser objeto de medidas de altísima
prioridad por parte de un futuro gobierno de democracia
social.

27. La libertad de pensamiento, de expresión, de
asociación y de movimiento, la inviolabilidad de la vida,
de la integridad física y del hogar, así como el
derecho a la propiedad privada, serán reafirmadas y
garantizadas. A estos derechos tradicionales, de carácter
liberal, se agregarán nuevos derechos de contenido social
y económico, pero en ningún caso será
admisible que los nuevos derechos fuesen invocados para menoscabo
de los tradicionales.

Constitución y
deporte

Un tema que merece especial atención es de la
constitucionalización del deporte. La reciente
aparición de este el algunos textos constitucionales no es
un acontecimiento espontáneo , sino que responde a una
evolución de los derechos y deberes públicos muy
conectada, por otra parte, con la transformación sucesiva
de las tareas y cometidos de los poderes públicos frente a
la sociedad.

La aparición en el mundo constitucional de los
derechos sociales y económicos responde, tanta por las
fechas de su aparición (oleada inicial, después de
la segunda guerra mundial, y posterior, tras la segunda guerra
mundial) como por la idea que los ampara, el llamado Estado del
bienestar.

En ambas fases la postura de los poderes públicos
ante la persona en el campo de las libertades es clara; en la
primera, se limitan a ofrecerle la posibilidad, para los menos
afortunados económicamente solo teórica, de
disfrutar de un conglomerado de libertades políticas, y,
en la segunda, dichos poderes públicos aspiran ya a
facilitar a todos los ciudadanos un nivel de vida
decoroso.

Sin embargo, las transformaciones del Estado
contemporáneo no se agotan una vez que se llega al Estado
bienestar. Se piensa que hay que dar un paso adelante y trocar el
mero desarrollismo por un desarrollo más cualitativo,
entendiendo el bienestar en todas sus facetas y no exclusivamente
en la material. Con ello nos colocamos en una fase nueva y
distinta en la evolución estatal. Se busca el crecimiento
pero el crecimiento equilibrado; se aspira al bienestar, pero
entendido en su plena concepción, sin agotarse en
contenidos meramente materiales. En suma, se supera el simple
desarrollismo.

En esta visión general hay que emplazar algunas
de las novedades que el constitucionalismo más reciente ha
incorporado en la materia de los derechos y libertades. Esto
está en íntimo contacto con la trayectoria estatal,
y así como han sentido su influencia en otros momentos, en
la fase del posdesarrollo también ésta se refleja
en el reconocimiento de nuevos derechos de los ciudadanos en los
que se traduce una nueva forma de entender la actitud estatal.
Acceden de tal manera al máximo texto normativo la
protección del medio ambiente –el gran esquilmado
por el desarrollismo-, el acceso de los ciudadanos a la cultura,
la conservación y mejora del patrimonio artístico
de la nación, la defensa de los consumidores, el derecho a
la calidad de vida, etc. y como una manifestación
más en este sentido se produce la progresiva
incorporación del deporte al marco constitucional. El
deporte aparece en este campo muy ligado a una concepción
de lo que debe ser la actuación de los poderes
públicos y el bienestar que éstos deben deparar a
sus ciudadanos. Surge, por tanto, como uno de los elementos que
sirven para transformar el significado tradicional y meramente
cuantitativo del desarrollo. En consecuencia, se convierte, y de
ahí su respaldo constitucional y la postura del Estado al
respecto, en uno de los puntos básicos donde se plasma la
transformación del bienestar cualitativo. En suma, el
deporte constituye un aspecto señero de la idea de calidad
de vida, tan relacionada con toda esta visión.

La nueva concepción de las tareas del Estado
contemporáneo florece en la doctrina y en la mente de los
políticos en los años sesenta de nuestro siglo. El
constitucionalismo no se pudo hacer eco de ello hasta bien
entrada dicha década. Por lo cual la incorporación
del deporte, de una o de otra forma, al contenido constitucional
es casi de nuestro días.

Para ilustrar lo antes planteado, hemos escogido la
Constitucion de la Republica de Venezuela, a la que abordamos con
un estudio minucioso del tratamiento al deporte que se hace en la
misma. El objetivo principal que se persigue es el de delimitar
hasta donde ha sido posible que reconozcan el derecho al
deporte.

REPUBLICA DE VENEZUELA

La Constitución Bolivariana de Venezuela,
aprobada el 17 de noviembre de 1999 [9], expresa, lo que se puede
considerar técnicamente una declaración bastante
avanzada sobre el derecho al deporte. Esto lo hace en el
Capítulo VI "Derechos Culturales y Educativo", que en su
Artículo 111, dice:

Toda persona tiene derecho al deporte y la
recreación como actividades que beneficien la calidad de
vida individual y social".

El Estado asumirá el deporte y la
recreación como política de educación y
salud y garantizará los recursos para su
utilización. La educación física y el
deporte cumplen un papel fundamental en la formación
integral de la niñez y la adolescencia. Su
enseñanza es obligatoria en todos los niveles de la
educación pública y privada hasta el ciclo
diversificado, con las excepciones que establezca la ley. El
Estado garantizará la atención integral de los y
las deportistas sin discriminación alguna, así como
el apoyo al deporte de lata competición y la
evaluación y regulación de las entidades deportivas
del sector público y privado, de conformidad con la
ley.

La ley establecerá incentivos y
estímulos a las personas, instituciones y comunidades que
promuevan a los y las atletas y desarrollen o finalicen planes,
programas y actividades deportivas del
país.

Ciertamente, nos encontramos ante lo que podemos
considerar como un modelo en la técnica normativa: primero
el reconocimiento efectivo del derecho de todos los individuos al
deporte y a la recreación; posteriormente, el enunciado de
los deberes del Estado para garantizar los mencionados derechos,
los cuales serán el presupuesto para la condicionalidad
material del derecho y, finalmente, como garantía
suplementaria la reserva de ley orgánica o especial, como
modelo auxiliar para lograr una eficacia real en la sociedad del
mismo.

Sin embargo, no podemos dejar de mencionar cuatro
deficiencias que aparecen en el precepto. Una es relativa al
encuadramiento sistemático, dentro de la
Constitución, del artículo, ya que creemos que el
mismo debe aparecer recogido dentro de los derechos sociales, de
forma autónoma, y no engarzada con la cultura o la
educación. La otra insuficiencia que encontramos es en lo
concerniente al reconocimiento del derecho a la educación
física, en el primer párrafo del artículo,
por entender la gran importancia que tiene la misma así
como su estrecha vinculación al deporte.

La tercera tiene que ver con la limitación de la
obligatoriedad del deporte hasta el ciclo diversificado de
educación, excluyendo al sector universitario, lo cual es
una limitación injustificable, ya que este derecho esta
plasmado en la Ley Orgánica de
Educación.

La cuarta deficiencia tiene que ver con no haber
expresado en forma clara y terminante la autonomía
federativa si no por el contrario dejan abierta una puerta de
amenaza con la regulación en las entidades
deportivas.

Propuesta de reforma
constitucional [10]

Artículo…. Todas las personas tienen
derecho a la Educación Física, al Deporte y a la
Recreación como actividades que beneficien la calidad de
vida individual y social. La Educación Física, el
Deporte y la Recreación cumplen un papel fundamental en la
formación integral del ser humano. Se enseñanza es
obligatoria en todos los niveles y modalidades del sistema
educativo.

Artículo… El sistema de
organización deportiva venezolano está fundamentado
en principio de Democracia, autonomía,
participación, autogestión,
descentralización y solidaridad.

Artículo… Se reconoce y garantiza la
autonomía plena del Deporte Federado a través de
sus organismos rectores: Comité Olímpico
Venezolano, Federaciones Deportivas Nacionales, Asociaciones,
Ligas y Clubes.

Artículo… El Estado organizará,
desarrollará, supervisará, evaluará la
política del sector a través del Ministerio del
Deporte y la ley respectiva.

Artículo… Es deber del Estado el fomento y
la promoción de la Educación Física, el
Deporte y la Recreación. Para tal efecto se
destinará una asignación presupuestaria no menor al
tres por ciento (3%) del Producto Interno Bruto
(P.I.B.)

Artículo… El Estado garantizará el
apoyo a los programas de deporte para todos y de alta
competencia, así como la atención integral de los y
las deportistas, sin discriminación alguna hasta la
obtención del título académico universitario
respectivo y su incorporación al mercado
laboral.

Artículo… Es Estado es responsable de la
formación de los recursos humanos en las diferentes
profesiones relacionadas con las actividades de Educación
Física, Deporte y Recreación.

Artículo… El Deporte Profesional
regirá su actuación de acuerdo con lo establecido
en la Ley Orgánica del Trabajo, el Código de
Comercio, la Ley del Deporte, los Estatutos y Reglamentos de la
federación a la cual estén asociados.

Consideraciones
finales

Primera: El reconocimiento del deporte como
DERCHO FUNDAMENTAL no aparece establecido en todas las
constituciones. Recordemos que en la órbita comparada
existen dos tendencias: la tradicional y más extendida es
la que impone al Estado la obligación de fomento y
protección del deporte; el ciudadano no era contemplado
directamente, solo aparecía como recipiendario de la
acción de fomento público-deportivo. La segunda,
más avanzada, es la que concede al ciudadano un derecho al
deporte en sentido estricto aquí el ciudadano es observado
directamente, y se configura de esta manera a través del
deporte un nuevo derecho humano. [11]

Esta última tendencia proclama el derecho
ciudadano al deporte, sin dejar de reconocer la trascendental
tarea que a los poderes públicos corresponde en orden a la
promoción de la cultura física y
deportiva.

Segunda: Si el reconocimiento del derecho de toda
persona al deporte nos parece importante, no lo es menos el
derecho a la Educación Física. Esta es una de las
bases del desarrollo integral de la persona humana cada vez
más es condición indispensable para que la misma
logre su plenitud.

Sostiene el Dr.Carlos Felice Castillo que:

Si el deporte es un elemento destacado de los que
componen lo que hemos llamado calidad de vida, la
educación física es una forja auténtica del
joven. Por lo tanto, aquí más que en ninguna otra
materia hubiera estado justificada la
constitucionalización de un derecho a la educación
física, pues el mero fomento público de la misma no
cuadra con su importancia y con los cometidos que ha de
desempeñar en la sociedad moderna. [12]

Tercera: El derecho constitucional a la seguridad
social abre un amplio espectro de posibilidades para materializar
de una vez por todas el derecho a la Recreación, aspecto
este que está relacionado con la calidad de vida y
representa uno de los subsectores de la seguridad
social.

Cuarta: El deporte al ser reconocido
internacionalmente como un DERECHO inalienable del individuo,
debe gozar de un tratamiento como DERECHO SOCIAL en las
constituciones políticas de los ESTADOS.

Quinta: Solo la toma de conciencia acerca del
valor de la Educación Física, el Deporte y la
Recreación como elementos fundamentales para elevar la
calidad de vida hará posible que los contenidos
constitucionales no se transformen en letra muerta.

Notas

  • 1. Cole, G.D.H. (1958): Historia del
    Pensamiento socialista. Vol. II, Marxismo y anarquismo 1850
    – 1890. FCE, México.

  • 2. "La Libertad es, siempre, la libertad del
    que piensa distinto". Luxemburg, Rosa (1922): Die Russishe
    Revolution; eine Kritische Wuerdigung. Herausgegeben und
    eingeleitet von Paul Levi. Verlag Gesellschaft und Erziehung,
    Berlin, p. 109.

  • 3. Buró Coordinador de la Internacional
    Socialista en América Latina (1956): Internacional
    Socialista; información, declaraciones de Frankfort y
    Oslo, partidos miembros. Apartado del Buró,
    Montevideo, pp. 8-9.

  • 4. En Venezuela; Petkoff, Teodoro (1969)
    Checoeslovaquia; el socialismo como problema. Editorial
    Domingo Fuentes, Caracas.

  • 5. Haya de la Torre, Víctor Raúl
    (1976): El antiimperialismo y el APRA 5ª edición.
    Editorial Centauro, Caracas.

  • 6. Di Tella, Torcuato S. (19939: Historia de
    los partidos políticos en América Latina, siglo
    XX. FCE de Argentina, Buenos Aires.

  • 7. D`Elia, Yolanda (2005): Las políticas
    sociales desde el enfoque de promoción de la calidad
    de vida. ILDIS, Caracas, pp. 33-38

8. E. Buggel Solidaridad
Olímpica

Publicación Comité
Olímpico Internacional. 1976

9. Republica Bolivariana de
Venezuela

Gaceta Oficial Noviembre 17,
1999.

10. Elorza, Jesús Politica y
Deporte

Publicación de la Universidad
Pedagógica de Maracay 2009.

11. Cazorla Prieto, Luis Deporte y
Estado

Editorial Labor 1979.
España

12. Castillo, Felice Visión Integral
del Deporte. Caracas 1995.

 

 

Autor:

Jesús Elorza Garrido

Universidad del Zulia Enero 2007

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