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¿Tiene la literatura sexo? (página 2)



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Otra exponente de nuestra Literatura es la autora
musical, poeta y declamadora Olga Navarro, que también
sufrió la marginación: "aquella sociedad que tanto
discriminaba a la mujer solo nos veía como adorno del
hogar, nuestro intelecto no era tomado en
cuenta"[14], dijo en una entrevista ofrecida a la
Revista "Mujeres" en el número 2/2002.

"Mis primeros escritos los llevé a la
Televisión, de la cual soy fundadora, pero ni siquiera los
leyeron y sucedió igual: me ofrecieron contrato como
modelo".[15]

Su obra poética ha calado hondo en la Literatura
cubana. Sus poemas se han escuchado en las voces de Luis
Carbonell, Mario Limonta, Diana Rosa Suárez, Sarita Reyes,
Pastor Felipe y otros declamadores.

Grandes Premios y trofeos atesora Olga Navarro como la
Distinción por la Cultura Nacional.

Esta senda también ha sido ocupada por la
escritura de las (novísimas) narradoras cubanas, nacidas a
partir de la década del sesenta y que han irrumpido, junto
a los novísimos, en el panorama literario de los
años ochenta y noventa. Vistos en conjunto, los textos de
estos (as) jóvenes han renovado la cuentística
nacional y han dado pie a antologías y una sostenida
atención de la crítica. Entre ellas, podemos
mencionar a Elvira García Mora, Rita Martín, Elena
María Palacio, Verónica Pérez Konina, Karina
Mendoza Quevedo, Ena Lucía Portela, entre otras. En todas
las novísimas se mantiene, aunque además de
diversos temas, el tema de la emancipación de la mujer,
elemento que sugiere la reacción a un proceso posterior a
1959 intenso y paradójico de incorporación de la
mujer a la vida social activa. El espacio de acción en los
textos de estas autoras, es un espacio cerrado, por lo que puede
interpretarse como la contraposición entre el
ámbito público y el privado. La circunstancia
histórico-puntual no es claramente reconocible, por el
predominio del absurdo, la ensoñación o
iluminación, por la amoralidad, la marginalidad que se
impregna a los personajes. "El sujeto femenino define sus
fronteras en lo de adentro para afirmarlo, pero también
para afectar a lo de afuera, para
desconstruirlo".[16]

Con los noventa se ha notado un nuevo florecimiento
también de la poesía cubana. Las dos tendencias
tradicionales de la poesía cubana comparecen en una
síntesis en las poetisas cubanas de hoy, herederas de la
pasión deslenguada de Gertrudis Gómez de
Avellaneda, del rigor del idioma de Dulce María Loynaz y
de la inquietud por la trascendencia de la vida humana de Fina
García Marruz.

Cuando la muerte le jugó la mala pasada, Ada Elba
Pérez ya era una de las voces más prometedoras de
las letras cubanas. Había nacido en Jarahueca, comunidad
del municipio espirituano de Yaguajay, el 20 de septiembre de
1961, y sin transcurrir aún la adolescencia sus padres la
llevaron a la capital donde cobró fuerza su
vocación por la Literatura y las Artes. Graduada en las
Escuelas de Arte laboró en la Casa de Cultura del antiguo
regional Plaza como instructora de Plástica, pero su
fuerte en términos de creación siempre fue la
poesía; aunque también cultivó la
crítica literaria y dominaba la guitarra, el piano y el
canto, además de componer canciones. Entre sus poemarios
publicados en vida o póstumamente figuran:
Identidad, de 1986; Apremios, de
1990; Premio Luis Rogelio Nogueras; Acecho en el
ritual
, de 1992 y La cara en el cristal,
de 1994. Su cancionero para niños devino un aporte de
considerable importancia a la literatura en estas edades, que
dejó títulos como "El cangrejo Alejo", "Ana la
campana", "El trencito y la hormiga", "Señor arcoiris",
"El tonto de papel", "La luna aburrida" y "El vendedor de
asombros"; asimismo compuso para adultos "La guayabita madura",
"El sitio de los ángeles", "Tonadas para el camino",
"Elegía triunfal" -dedicada a los cubanos caídos en
otras tierras- y "Siembra sembrador", que le valió el
Premio Abril, en 1990.

En unas declaraciones que pudieran considerarse su
testamento artístico declaró: "Creo poeta a todo
ser que reconoce el privilegio de vivir y siente, por tanto, la
deuda de pagar el aire que respira. El poeta es un medio
más, y para mí es el modo de entrar por otras
puertas al ser humano, o al menos de tocar en ellas."

La muerte accidental de Ada Elba Pérez nos
privó de una poetisa que hubiera llegado a tener una obra
vastísima; en 1988 se publicó un libro que
recopiló con paciencia Vivien Acosta durante todos estos
años.

También podríamos considerar la
décima como femenina, desde el lejano ejemplo de la
marquesa de Justiz de Santa Ana, ya antes mencionada, que narra
la toma de La Habana por los ingleses con sus decasílabos,
hasta chicas de hoy, pasando por innumerables figuras como
Carilda Oliver Labra, Serafina Núñez, Fina
García Marruz y Rafaela Chacón Nardi, así
como otras de diferentes generaciones. (Gertrudis Gómez de
Avellaneda también escribió
décimas).

La décima, para la literatura cubana, es algo
más que una estrofa literaria, constituye, sin dudas, un
signo de identidad. Hay modos expresivos del arte y la literatura
que conforman el gesto de una nación, la peculiaridad de
su voz, la manera en que sus habitantes construyen su historia.
En Cuba, no hay dudas de que es la música la que mejor nos
define. Y cuando hago esta afirmación no estoy pensando en
ritmos o melodías particulares sino en lo que ha
significado este lenguaje artístico para una
definición de nuestro ser nacional.

Y las mujeres han encontrado un espacio para demostrar
que la décima representa a los cubanos/ as, en los
encuentros nacionales "Décima al filo" que hoy cuenta con
la participación de más de 135 mujeres cubanas y
extranjeras que cultivan o estudian la décima.
"Según refiere Diusmel Machado, poeta de
Güáimaro y uno de los organizadores de la cita, su
inspiración está en los trabajos teóricos de
identificación, antologación, análisis y
promoción de la décima escrita por mujeres en Cuba,
principalmente llevados a cabo por la ensayista Mayra
Hernández Menéndez (Presidenta de Honor del Grupo);
y su materialización corresponde a los esfuerzos conjuntos
de un grupo de poetisas e investigadoras radicadas en
Guáimaro y Velasco, lideradas por Odalys Leyva Rosabal,
actual Presidenta del Grupo "Décima al
Filo".[17]

Mayra Hernández Menéndez en su ensayo
sobre la décima menciona, por supuesto, el fuerte
movimiento repentista que cuenta con nombres como Tomasita
Quiala, fenómeno de masas, o Vitalia Figueroa, una de las
más valiosas, sin desdeñar a la Gran Celina
González, ni a las conocidas y no menos importantes
María del Carmen Prieto y Elia Rosa Borges. También
incluye ejemplos de poetisas que, aunque en excepcionales
ocasiones, han escrito décimas, tal es el caso de Nancy
Morejón, Premio Nacional de Literatura 2002.

"La décima no solo es cubana, sino también
femenina.

Sinsonte que ya no es

A Dora Alonso

Toda la música queda

en ti, sinsonte cuajada.

Música libre, soleada.

Alto trino de aire y seda.

Desde el río a la
arboleda

iba tu canción erguida,

al silencio bien ceñida

y a la soledad negada

cuando de pronto baleada,

se apagó como tu vida.

Rafaela Chacón
Nardi"[18]

Con tantos ejemplos del quehacer femenino en este campo
de la cultura, y aún no podemos decir que los prejuicios
no están presentes: en determinados artículos que
revisé para realizar este trabajo encontré ejemplos
de sexismo lingüístico, que es uno de los modos
más solapados de discriminación. Sin más les
pongo el ejemplo directamente para que lo entiendan:

"En su imprescindible antología de la
poesía cubana José Lezama Lima incluye, entre
otros, los nombres de: Juan Miguel Castro Palomino,
médico; José Rodríguez Ucrés (Padre
Capacho), poeta satírico que nos legó, entre otras,
las décimas que relatan el "Viaje que hizo de la Habana a
Veracruz. También cita a la Marquesa Justiz de Santa Ana,
con sus decasílabos que narran la toma de la Habana por
los ingleses."[19]

Justamente el hecho de que la Marquesa Justiz de Santa
Ana no aparece en la enumeración inicial en la que todos
los nombres se separan por comas sino después de un
"también" que insinúa una adición no muy
convincente, es la manifestación de sexismo
lingüístico antes mencionado.

También queremos mencionar el quehacer de las
mujeres en el ámbito de la crítica literaria. De
los estudios femeninos sobre las mujeres que ejercen la
crítica, una primera etapa puede situarse a finales de los
ochenta y una segunda a partir de 1995; nombres como los de Nara
Araujo, Luisa Campuzano, Ana Cairo, Denia García Ronda,
Zaida Capote, entre otras, han realizado enjundiosos estudios de
corte académico (ensayos o artículos) en las
revistas culturales dentro de el período que hemos
enmarcado.

La producción crítico literaria de las
mujeres se ha instaurado junto al discurso reflexivo de los
varones y va abriéndose paso en las revistas culturales y
otros medios, librándose del confinamiento al que sin
proponérselo habían sido sentenciadas.

La marginación no está en el discurso de
las mujeres sino en la crítica, en la historia y en los
estudios de la Literatura. Tal marginación se evidencia en
la propia concepción de los programas de estudio de
nuestra enseñanza de la Literatura y en el discurso
oficial de las letras nacionales, incluso en los medios
universitarios. Solo a partir del curso 1993-1994 se
ofreció por primera vez en la Licenciatura de Letras de la
Universidad de La Habana, un curso sobre discurso literario
femenino, impartido por Nara Araujo.

La mujer cubana no se resigna al silencio y exige, y
además trabaja para que la historiografía literaria
reconozca nombres como los que ya hemos mencionado.

Con el surgimiento o creación de la Casa de las
Américas en 1959 por Haydée Santamaría y
siguiendo sus apasionadas y lúcidas orientaciones se
trazaron los que hasta hoy son sus lineamientos básicos.
La Casa ha cumplido una tarea esencial de afirmación,
defensa y difusión de los genuinos valores de nuestra
América. Su propósito es la unidad profunda de
América Latina a través de la cultura. Es un centro
activo en cuanto a la celebración de congresos literarios,
seminarios, eventos y exposiciones. También da nombre a
una editorial y a una serie de premios que gozan de un gran
prestigio internacional y que desde 1960 se conceden cada
año destacando creaciones en las modalidades de ensayo,
teatro, novela, literatura infantil y poesía.

Alguna de las galardonadas han sido mujeres en
diferentes años. Es válido notar que a partir de
1991 se ha hecho más frecuente la figura femenina laureada
con este tipo de Premio tan importante. Aspecto lógico, si
se tiene en cuenta que el nivel educativo de la población
económicamente activa femenina en los años noventa
en Cuba era más alto que el de la masculina. Las mujeres
han seguido siendo bastante más de la mitad (casi tres
quintas partes) de todos los estudiantes
universitarios.

Después del período especial supuestamente
debía reducirse el número de mujeres trabajadoras,
pero no ha sido así, muy por el contrario la mujer se ha
mantenido por diversas razones: sustento del hogar, siguiendo el
patrón de una madre trabajadora, etc. La mitad del
personal técnico-profesional en renglones de punta como la
biotecnología son mujeres.

Este es el contexto en que se mueven las escritoras
cubanas contemporáneas. Se convencieron de la necesidad de
fortalecer la autoestima de las cubanas. Así en abril de
1990 Casa de las Américas y el Programa Interdisciplinario
de Estudios de la Mujer (PIEM) de El Colegio de México
organizaron el primer congreso celebrado en Cuba, sobre
literatura escrita por mujeres. Once de los trabajos presentados
se publicaron en una amplia sección del número 183
de la Revista "Casa de las Américas". En marzo de 1991 se
produjo en México el segundo congreso en el que se
abordó el tema de las escritoras cubanas, cuatro de ellas
tuvieron la oportunidad de cursar como postgrado la especialidad
de Estudios de la Mujer en la (PIEM), convirtiéndose en
las primeras cubanas en adquirir esa calificación
académica.

En 1994 se convocó al Premio Extraordinario de
Ensayo sobre Estudios de la Mujer al que concurrieron más
de 50 obras y alcanzó el Premio Lucía Guerra, "La
mujer fragmentada: historias de un signo" que ha devenido en
bibliografía imprescindible para los estudios de
género.

Este programa del Premio concluyó con un congreso
en el cual se trazaron proyectos y estrategias encaminadas al
rescate y revisión de la historia y la cultura en las
mujeres latinoamericanas, trabajos en, los cuales ya se
están dando pasos importantes. Este evento, tanto como el
de las mujeres creadoras, tiene como sede La Habana y abordan
como tema central los problemas de la mujer.

En marzo de 1995 en el VI Congreso de la
Federación de Mujeres Cubanas, un tema resaltó y
fue el de la toma de conciencia de las mujeres de verse cada vez
más como productoras y no solo como reproductoras,
asumiendo plenamente su transformación de objeto en sujeto
de las medidas tomadas por la Revolución en su
beneficio.

Asimismo, por varios días en el año 2001,
intelectuales de diversas latitudes se reunieron en la Casa de
las Américas en el Coloquio "Mujeres Latinoamericanas y
Caribeñas, reescritura / reinvención de
pensamiento, historia y mitos en torno a lo femenino". Fueron
convocadas por el (PIEM), el cual ofreció una interesante
mesa redonda acerca de la escritora cubana Renée
Méndez Capote.

En el Coloquio se abrió un espacio para la
reflexión sobre cómo ha sido pensada, historiada y
mitificada la mujer por siglos de cultura patriarcal. Se
recogieron opiniones de cómo han trabajado y trabajan las
mujeres para romper viejos esquemas, exorcisar miedos, obsesiones
y hasta fantasmas de soledad.

Escritoras y poetisas latinoamericanas demostraron
capacidad crítica para reflexionar y ahondar en los temas
más profundos de su realidad y hacer visible la lucha por
la identidad femenina frente a la sociedad patriarcal que
aún sigue negándolas, no obstante el inusitado
triunfo editorial de sus obras.

Las mujeres alcanzan una presencia cada vez más
significativa en el discurso literario cubano. La XIII Feria
Internacional del Libro de La Habana mostró nuevamente su
peso cultural de esa presencia. Al protagonismo de nuestras
escritoras e investigadoras se unió la instancia
simultánea en Cuba de varias escritoras de otros
países del mundo hispanoamericano, consideradas entre lo
más representativo de la nueva narrativa
femenina.

"Y es que en la poesía cubana el discurso
femenino ha ido singularizándose y venciendo escollos, no
pequeños por cierto. La mujer ha asumido la doble tarea de
adquirir su libertad y de contribuir a que el hombre sea
más libre a su lado; ganándose el espacio no como
un don que se recibe mansamente, sino como fruto que se obtiene
del trabajo, del esfuerzo, del sacrificio y de los
desgarramientos".

"No podemos admitir, ni en tono de burla, que se ignore
la presencia de un discurso femenino en las letras cubanas, y
cómo este las ha enriquecido, con singular énfasis
en el ámbito de la
poesía".[20]

El discurso femenino, a pesar de los escollos, ha
sobrevivido y se presenta hoy con más fuerzas que nunca.
Hago mías las palabras de Mirta
Yáñez:

"Ante el desbarajuste del fin de milenio muchas de esas
discusiones -nominalistas- (por ejemplo: sobre si las mujeres
deben llamarse -poetas- o -poetisas-, si un tipo determinado de
literatura es o no -femenina- o -feminista-, si la literatura
tiene sexo, y otras del mismo lustre) me resultan, cuando menos,
un poco desgastantes. El meollo de la cuestión ha radicado
en que la mujer creadora, la escritora, ha salido a dar pelea, a
hacer ruido, a reclamar su puesto en el olímpico recinto
de la sabiduría".[21]

Conclusiones

Hace siglos que la mujer está luchando por lograr
su propia identidad y por que se reconozca como suya una manera
de decir. Muchas críticas ha resistido, pero aún se
mantiene en pie de lucha. Grandes figuras femeninas de la
literatura cubana marcaron pautas en este devenir.

Desde la Condesa de Merlín y la Marquesa de
Jústiz de Santa Ana, y después la genial poetisa
Gertrudis Gómez de Avellaneda, las intelectuales cubanas
han ido configurando un corpus del discurso femenino cuya
peculiaridad más notable es que nunca se concibió
aislado de la proyección social cubana en
general.

Al final del siglo XX, como a principios del XXI las
mujeres también ocupan un espacio merecido en el
ámbito de la literatura y la polémica nominalista
de sexo o género no constituye el aspecto principal de sus
intereses.

Escritoras conocidas o desconocidas, que han sido
víctimas de olvido o silencio, de críticas o
vejámenes, reclamaron y reclaman un puesto importante
dentro de la literatura cubana. Nuestra sociedad (dígase,
Gobierno y demás organizaciones interesadas) encamina sus
pasos hacia una mejor valoración del discurso femenino y
de la mujer en sentido general.

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Autor:

Ilaínde la Fuente Guinart

[1] Torrealday, Agurtzane. Hombre y Mujer.
Masculino y Femenino. Ed. Adarra. 1987. P. 85.

[2] Página Web de la Revista Mujeres.
Reflexiones sobre el Plan de Seguimiento a la Conferencia de
Beijing.

[3] Página Web de la Revista Mujeres.
Reflexiones sobre el Plan de Seguimiento a la Conferencia de
Beijing.

[4] Campuzano, Luisa. Ser cubanas y no morir
en el intento. Revista Temas. No. 5. 1996.

[5] Helgesen, Sally. La ventaja de ser mujer.
Ed. Verlap. S.A. 1992. Argentina.

[6] Santos Moray, Mercedes. El discurso
femenino en la poesía cubana: Mirta Aguirre y Fina
García Marruz. Revista Temas. No. 5. 1996. P.126.

[7] González Pagés, Julio
César. “Feminismo y masculinidad: ¿mujeres
contra hombres?. Revista Temas No. 37-38. 2004

[8] Loynaz del Castillo, Dulce María.
“Un paseo a caballo”, en www.archivos.cu.

[9] Rodríguez Sosa, Fernando.
Sección prólogo. “Dulce María
Loynaz”. Juventud Rebelde. 19 de diciembre de 2002.

[10] Cedeño Pineda, Reinaldo. Flor
Loynaz. ¿Una dama o una sombra? ¡Sabe Dios!.
Revista Mujeres. No. 2. 2002. P.17.

[11] Fernández Retamar, Roberto.
Permanencia de Haydée. Revista Mujeres. No. 4. 2002.

[12] Fernández Retamar, Roberto.
Permanencia de Haydée. Revista Mujeres. No. 4. 2002.

[13] Palabras de Carilda Oliver Labra en la
XIII Feria Internacional del Libro de La Habana, en
www.archivos.cu

[14] Mestas, María del Carmen. Con el
Alma Desnuda. Revista Mujeres. No. 2. 2002. P. 14.

[15] Mestas, María del Carmen. Con el
Alma Desnuda. Revista Mujeres. No. 2. 2002. P. 15.

[16] Araujo, Nara. El espacio otro en la
escritura de las (novísimas) narradoras cubanas. No.
extraordinario 16-17. 1999. P. 212.

[17] Borroto, María Antonia.
“Décima al filo”, en
www.adelantedigital.cu

[18] Hernádez Menéndez, Mayra.
“Ensayo sobre la décima”, en Revista Mujeres
No. 2. 2002.

[19] Guerrero Garay, Graciela.
“Orígenes de la Espinela”.
www.periodico26.cu

[20] Santos Moray, Mercedes. El discurso
femenino en la poesía cubana: Mirta Aguirre y Fina
García Marruz. Revista Temas. No. 5. 1996. P.126.

[21] Yáñez, Mirta (inventario e
introducción). Álbum de poetisas cubanas. Ed.
Letras cubanas. 2002.

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