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En torno a los Instrumentos del poderío nacional de los EE.UU




    En torno a los Instrumentos del poderío nacional de
    los EE.UU. – Monografias.com

    En torno a los Instrumentos del
    poderío nacional de los EE.UU.

    Los instrumentos fundamentales del poderío
    nacional y de la política exterior y de seguridad de los
    EE.UU. se articulan en lo fundamental, por los instrumentos
    militares, políticos, económicos,
    diplomáticos, ideológicos, culturales e
    informacionales.

    Estos se desarrollan a partir de las prioridades que
    establece el EstadoNación para lograr sus objetivos
    estratégicos a nivel internacional. Mediante su
    combinación efectiva se logra ejercer influencia no
    sólo con el uso de la fuerza (militar) o la amenaza de la
    misma, sino también a través del empleo a fondo de
    los instrumentos diplomáticos, políticos e
    informacionales. En este sentido se conforma la política
    exterior y de seguridad de los EE.UU. para lograr sus objetivos
    estratégicos.

    El uso o combinación de estos instrumentos suele
    estar condicionado por la coyuntura política,
    económica o militar que afronte el país, así
    como por los instrumentos que hayan delineado como preponderantes
    cada Administración. No obstante, siempre existe una
    continuidad entre un gobierno y otro, independientemente de que
    el partido que este al frente sea demócrata o republicano.
    A fin de cuentas la clase dominante, la elite de
    poder[1]es la que impone sus intereses
    prioritarios y en función de ello es que se articulan los
    instrumentos del poderío nacional.

    Por otra parte, cada administración debe trabajar
    en base al legado dejado por su antecesor, de modo que al
    término del gobierno de W. Bush, Obama debió
    esforzarse por emplear instrumentos políticos,
    diplomáticos e informacionales que mejoraran la
    credibilidad y la imagen exterior de ese país, sin
    prescindir por ello de la fuerza militar. Los instrumentos del
    poderío nacional se combinan y complementan como un
    complejo de herramientas a utilizar en cada momento, atendiendo a
    las circunstancias específicas que se afrontan.

    Valorando las situaciones, los objetivos e intereses de
    la elite de poder, así como el contexto interno y las
    circunstancias internacionales, se aplican los instrumentos,
    atendiendo a las prioridades que se establecen en la
    conformación de la política exterior.

    El proceso de conformación de la política
    exterior se comprende, según puntualiza la Dra. Soraya
    Castro como "(…) el complejo patrón de
    interacciones entre organizaciones, mecanismos e instituciones
    del sistema político, que dan origen a decisiones y
    líneas de acción específicas, tomando en
    cuenta las orientaciones y objetivos del Estado. Este proceso
    refleja la esencia y naturaleza del Estado, en el cual se
    evidencian las ideas y concepciones de las clases que ostentan el
    poder político del país en cuestión y la
    interrelación existente con otras clases de la
    sociedad."[2]

    Debe precisarse que el uso de un instrumento no
    discrimina a otro, de modo que lo que más se aprecia en la
    actualidad es la combinación de los instrumentos claves
    del poderío nacional para hacer posible el liderazgo
    internacional, buscando la consolidación
    hegemónica. La hegemonía vista como reto y
    objetivo, se comprende como una necesidad para alcanzar un mayor
    poderío nacional. Esta se entiende como la "(…)
    capacidad de la clase dominante de obtener y mantener su poder
    sobre la sociedad, no sólo por su control de los medios de
    producción económicos y de los instrumentos
    represivos, sino sobre todo porque es capaz de producir y
    organizar el consenso y la dirección política,
    intelectual y moral de la misma".[3]

    En el empleo de instrumentos que posibiliten lograr el
    consenso sin la necesidad del uso de la fuerza, se crean un
    conjunto de valores y condicionamientos morales y
    socioculturales, impuestos directa o indirectamente por la clase
    dominante. Esta clase cuenta con un poder cultural que le
    posibilita imponer ideas y matrices de opinión, para lo
    cual se vale no sólo de un control sobre las instituciones
    y órganos represivos sino también de los centros de
    pensamiento y los grandes medios de comunicación. El
    alcance de los patrones políticos-ideológico y
    morales de esa élite de poder resulta inmedible, en una
    era donde la revolución
    científico-tecnológica hace llegar la
    información a cualquier lugar del mundo en fracciones de
    segundos. Con este poder informacional, el ejercicio de
    influencia rebasa las fronteras nacionales, pretendiendo
    internacionalizar patrones político ideológicos que
    faciliten el consenso.

    En esta dinámica se aprecia como el soft power y
    su interrelación con la ideología y la cultura
    dentro del sistema de dominación estadounidense, busca
    consolidar y mantener el liderazgo y hegemonía de los
    EE.UU. a nivel global. Para ello establecen una
    interrelación entre organizaciones, mecanismos e
    instituciones del sistema político
    estadounidense.

    El sistema político de los EE.UU. debe ser
    entendido como un conjunto de instituciones, organizaciones,
    mecanismos y normas de clase, constituido por elementos
    organizativos del sistema, así como de Instituciones
    políticas. El mismo, se concibe como un aparato de poder
    político de las clases dominantes; como un sistema de
    coerción, de cooptación y clientelismo.

    El sistema político también puede
    concebirse como el estudio de las relaciones de poder. El objeto
    de estudio son las relaciones políticas y el estudio de
    los sistemas. Para el caso de EE.UU. resulta necesario el
    conocimiento de los instrumentos claves del sistema
    político no como un ente aislado sino como un país
    que se entiende como primera potencia mundial. Desde este
    presupuesto, el sistema político no sólo concibe la
    necesaria estabilidad política al interior del
    país, sino también en los lugares de interés
    allende a sus fronteras. Desde esta perspectiva, es que se
    analizan las herramientas mediante las cuales se construye su
    hegemonía.

    El soft power, según J. Nye, pretende cambiar el
    rostro militarista de dominación de los EE.UU. por otro
    que busca un mayor consenso y participación, que le
    conceda diplomáticamente la cortina del multilateralismo.
    De esta forma su participación pretende el liderazgo pero
    no bajo la imposición declarada sino en
    coordinación –al menos formal- con otros
    países.

    El soft power puede entenderse como el dominio de los
    espacios en construcción y reproducción de las
    ideas, cuyo objetivo se centra en lograr el respaldo de los
    intereses de la clase dominante. Con ello se ansia el apoyo de la
    sociedad civil a nivel internacional. En el actual contexto
    internacional, donde los EE.UU. atraviesan una se sus más
    graves crisis, que parte de la economía pero se extiende a
    la política, la cultura y los valores; el desarrollo de
    otras formas de influencia resulta imprescindible.

    La clase dominante entiende la necesidad de aplicar
    efectivamente instrumentos del poderío nacional como
    multiplicador de sus intereses y, por tanto; le brindan su apoyo
    a partir del control que poseen sobre las transnacionales, las
    ONGs, las fundaciones, los centros de pensamiento, la
    instituciones internacionales, los grandes medios de
    comunicación y las Tecnologías de la
    Informática y las Comunicaciones (TICs).

    Un ejemplo de estos programas multiplicadores de
    ideologías fue el Proyecto Democracia de Reagan en 1983,
    cuando se centraliza en la Casa Blanca la Dirección de la
    Diplomacia Pública. Dentro de los temas priorizados en los
    instrumentos del poderío nacional se destacan: los
    derechos humanos, la democracia, la gobernabilidad, la seguridad
    (narcotráfico, el terrorismo internacional, el medio
    ambiente etc.) Estos temas se ubican en la opinión
    pública global, impulsados por el uso de los instrumentos
    informacionales, políticos y diplomáticos, que
    condicionan las matrices de opinión.

    Con el propósito de darle seguimiento a varios de
    estos temas, surgen instituciones como la USAID, que le de un
    respaldo político diplomático al verdadero rostro
    imperial. Los instrumentos del poderío nacional tienen
    como encargo vincular la ideología, los valores, la
    cultura e información de la sociedad con la diplomacia y
    el poderío militar, para lograr los objetivos de
    interés de la elite de poder. En este sentido, en la
    actualidad pudieran incluirse a las Empresas Privadas de
    Contratación como otros elementos del poderío
    nacional, en tanto su utilización les arroja menor
    compromiso político-diplomático.

    El instrumento diplomático ha sido tan efectivo
    que ya el propio Departamento de Estado -a partir de la
    asesoría de eminentes ideólogos- incorporó
    el concepto de Diplomacia Transformacional, como una necesidad de
    los nuevos tiempos. En esta "nueva" forma de hacer diplomacia se
    prepondera el instrumento informacional, a conciencia de su
    efectividad para llegar a sectores poblacionales que
    comúnmente no tienen una alta participación
    política. Con este objetivo se utiliza las TICs como
    complemento de los medios de comunicación convencionales,
    para una efectiva propaganda de la diplomacia pública y la
    ayuda al exterior.

    Teniendo en cuenta que los intereses del poderío
    nacional pretenden preservar el liderazgo y hegemonía de
    los EE.UU. a nivel global, se refuerzan instrumentos claves como
    el económico, el diplomático, la fortaleza del
    Complejo de Seguridad Industrial, el poder
    cultural[4]y el informacional.

    El poder informacional tiene un gran impacto en las
    guerras culturales y en la dominación ideológica
    por parte de los EE.UU., particularmente hacia
    Latinoamérica y el Caribe. La evidente asimetría
    tecnológica, posibilita que el control y las formas de
    transmitir la información por los grandes medios,
    faciliten la demonización de los procesos políticos
    contestatarios que se viven en Latinoamérica.

    Dentro de los instrumentos diplomáticos pueden
    incluirse aspectos de seguridad y economía que adquieren
    un matiz diplomático. Un ejemplo claro de esta
    instrumentación se evidencia en la llamada diplomacia de
    las drogas, donde se encausan proyectos de dominación
    tomando por justificación este flagelo. Belén
    Boville Luca (2007) define que: "La Diplomacia de las drogas
    constituye una doctrina político y diplomática que
    se ajusta perfectamente a los cometidos y las necesidades de los
    Estados Unidos en su especial relación política,
    social con América Latina, y sustituye la
    percepción ideologizada de los presupuestos de la guerra
    fría."[5]

    Ciertamente la complementación de los
    instrumentos posibilita la construcción de fachadas
    político-diplomáticas que intentan encubrir el
    verdadero rostro imperial del poderío nacional de los
    EE.UU.

    El Poder Nacional de acuerdo a la teoría realista
    desarrollada por Hans Morgenthau en "Política entre las
    Naciones. La lucha por el poder y la paz"[6] es el
    conjunto de elementos que determinan la capacidad de influenciar
    los acontecimientos que tiene una nación. Asimismo el
    poder nacional, que constituye la fuerza de un
    Estado-Nación, se compone según Hartman por siete
    elementos: el geográfico, el demográfico, el
    económico, el científico-tecnológico, el
    histórico sociológico y el organizativo
    administrativo.

    Para el caso estadounidense el Complejo Militar
    Industrial, pudiera ampliarse al complejo de Seguridad
    Industrial, (véase: Soraya Castro) pues dentro de los
    aspectos de seguridad se incluyen otros instrumentos no militares
    que comprenden el entramado de la seguridad informacional, donde
    se incluyen las TICs y los medios de comunicación
    convencionales, enfatizando la compleja interdependencia entre
    los instrumentos del poderío nacional.

    Matías Marini precisa que los "(…)
    países pueden valerse de sus recursos de soft power
    (comunicación, información, cultura, medios) para
    intentar modelar la agenda informativa y orientar las
    preferencias de otros actores.[7] J Nye por su
    parte, define entre los medios: la coerción con al amenaza
    o uso de la fuerza (militar), los instrumentos económicos
    y la atracción a partir del soft power.

    El soft power y el Smart power intentan re-articular las
    fortalezas del poderío nacional estadounidense, para el
    cumplimiento de sus intereses estratégicos. En este
    afán se emplean los instrumentos que ejerzan una
    hegemonía simbólica, intelectual y culturalmente,
    sobre la llamada aldea global, en un intento de internacionalizar
    los valores estadounidenses.

    En esta "suerte" de globalización de los
    estereotipos estadounidenses, debe considerarse la
    evolución de los instrumentos del poderío nacional
    a tono con los cambios que se producen en la arena internacional.
    La complejidad de las relaciones demanda de una interdependencia
    compleja -al decir de Keohane- y, por ello, los instrumentos
    políticos, diplomáticos, culturales e
    informacionales juegan un rol crucial en la construcción
    de matrices de opinión, que generen consensos y obtengan
    el apoyo de terceros países.

    Entre los motivos que han generado esta evolución
    en los usos de los instrumentos del poderío nacional debe
    señalarse como fundamental, la revolución de las
    comunicaciones, que ha generado nuevas formas de hacer la
    diplomacia, producto de la importancia que la opinión
    pública gana, y las disímiles vías que se
    crean para su condicionamiento. Bajo las actuales circunstancias,
    el liderazgo internacional no se resume al predominio militar,
    político o económico; sino que es preciso
    condicionar la mente de los hombres y es en este espacio donde
    juega un rol esencial el instrumento informacional.

    Esta situación hace más compleja la
    emisión de consensos y la falacia de la democracia se
    complejiza, en las enrevesadas proyecciones de los instrumentos
    del poderío nacional. Mediante su combinación se
    construyen enemigos imaginarios, se sobredimensionan peligros
    foráneos y se acentúan otros latentes, que
    posibiliten continuar acelerando los gastos militares y la
    canalización de fondos hacia programas como los de
    USAID.

    A partir de estos instrumentos se hilvanan
    ideologías como el Smart power, para la
    consolidación de la política exterior y de
    seguridad del Hegemón, a partir aspectos claves como la
    diplomacia y el desarrollo como complemento de la defensa (las
    tres D). La posibilidad que tienen los medios de incluir temas en
    la agenda internacional, a partir de las mediaciones y la
    construcción de consensos los convierten en un actor de
    peso en las dinámicas político-diplomáticas,
    al punto tratarse de una diplomacia de los
    medios.[8]

    En este contexto histórico, los usos de los
    instrumentos del poderío nacional recuerdan las premisas
    de Hans Morgenthau, al definir la diplomacia como el arte de
    combinar los distintos elementos del poderío nacional de
    mayor impacto en el interés nacional.[9] Lo
    tristemente célebre, es que este interés,
    instrumentado por el poderío de los EE.UU. suele atentar
    contra la soberanía, la integridad territorial y la
    autodeterminación de otros pueblos.

    "La intervención a Afganistán primero y la
    intervención y ocupación de Irak para marzo de 2003
    demostró que la fuerza militar y su variable
    tecnológica como dispositivo cardinal del poderío
    nacional estadounidense, renace como el instrumento de poder
    más notable en la política exterior y de seguridad
    contra aquellos que, unilateralmente, el gobierno de los Estados
    Unidos define como ´estados
    villanos´."[10]

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    del poder.
    Fondo de Cultura Económica, México,
    (e.o., 1956/1987).

     

     

    Autor:

    Alejandro L. Perdomo Aguilera

    [1] “El camino para comprender el poder
    de la minoría norteamericana no está
    únicamente en reconocer la escala histórica de
    los acontecimientos ni en aceptar la opinión personal
    expuesta por individuos indudablemente decisivos. Detrás
    de estos hombres y detrás de los acontecimientos de la
    historia, enlazando ambas cosas, están las grandes
    instituciones de la sociedad moderna. Esas jerarquías
    del Estado, de las empresas económicas y del
    ejército constituyen los medios del poder; como tales,
    tienen actualmente una importancia nunca igualada antes en la
    historia humana, y en sus cimas se encuentran ahora los puestos
    de mando de la sociedad moderna que nos ofrecen la clave
    sociológica para comprender el papel de los
    círculos sociales más elevados en los Estados
    Unidos.” Véase en: Charles Wright Mills. La elite
    del poder. Fondo de Cultura Económica, México,
    (e.o., 1956/1987), p.12.

    [2] Soraya Castro Mariño. El sistema
    político y el proceso de conformación de la
    política exterior. en: El proceso de conformación
    de la política exterior de los Estados Unidos, 1998, p,
    13. En:
    http://www.uh.cu/centros/ceseu/BT%20-%20Estados%20Unidos%20y%20los%20Procesos%20Sociopol%EDticos/ISC07.pdf

    [3] Jorge Luis Acanda. 2002. Sociedad Civil y
    Hegemonía. La Habana: Centro de Investigación y
    Desarrollo de la Cultura Cuba “Juan Marinello”.
    pp.251

    [4] Véase: Michel Foucault.
    Microfísica del poder. Madrid, 2ª edición de
    las Ediciones de la Piqueta, 1979. Y Foucault, Michel. Un
    diálogo sobre el poder. España, Madrid, Editorial
    Alianza (Alianza Editorial, s.a.) 1995.

    [5] Belén Boville Luca de Tena: La
    Diplomacia de las drogas en las relaciones Estados Unidos-
    América Latina. En Diálogo. 2007, No.10 Center
    for Latino Research, p.28.

    [6] Hans Morgenthau. “POLÍTICA
    ENTRE LAS NACIONES”. La lucha por el poder y la paz.
    Grupo Editor Latinoamericano, GEL, Sexta edición
    revisada por Kenneth W.Thompson, Buenos Aires, 1992.

    [7] Matías Marini: La dimensión
    comunicativa del poder en las relaciones internacionales. En:
    http://www.diplomacia-publica.org/?p=16

    [8] El italiano Alberto Bruzzone (2005),
    comprende a la diplomacia pública tanto para actividades
    culturales, como de información y de propaganda
    internacional. “La política pública
    coordinada desde un gobierno que diversifica su rol de
    transmisor a través de los actores privados. Se promueve
    el interés nacional del país mejorando su
    percepción exterior; su destinatario es la
    opinión pública de naciones extranjeras que
    formen parte de un selecto grupo para los intereses del Estado
    emisor. Asimismo, esta diplomacia propende a establecer y
    mejorar el diálogo entre los ciudadanos de dos o
    más países.”

    [9] Hans Morgenthau. Política entre
    las naciones. La lucha por el poder y la paz. Grupo Editor
    Latinoamericano, GEL, Sexta edición revisada por Kenneth
    W.Thompson, Buenos Aires, 1992.

    [10] Soraya Castro Mariño. Las
    relaciones entre Cuba y los Estados Unidos después de la
    invasión a Iraq. En: Los EE.UU. a la luz del siglo XXI.
    La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2008, p.435.

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