El urgente cambio del viejo paradigma –
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El urgente cambio del viejo
paradigma
El agotamiento del viejo paradigma mecanicista
clásico, determinista, fundado en la concepción
estática del ser parmenídico, requiere que
adoptemos a nuestra realidad el nuevo paradigma relativista y
cuántico, indeterminista, que tiene sus fundamentos en la
concepción dinámica del ser heracliteo y de los
atomistas.
Desde diversas perspectivas intelectuales
contemporáneas se disiente de la concepción
parmenídica del ser (único, eterno, inmutable,
ilimitado e inmóvil), cuyo fundamento condicionó la
génisis y la dinámica del conocimiento, las
ciencias físico-matemáticas y la comprensión
del ser del hombre. Como consecuencia de esta concepción
del ser, como estático y permanente, el pensamiento
filosófico no puede ingresar "en regiones más
profundas que las regiones del ser"[1].
Parménides, al identificar el ser con el pensar y
el pensamiento con la realidad, afirma la existencia del ser en
general como uno, universal y siempre el mismo, y establece el
pensamiento como vía única hacia la verdad. "Los
principios de identidad o contradicción, modelos
básicos del ser y el pensar, son formas o imposiciones de
la razón, de la lógica, del
lenguaje"[2]. La preferencia del conocimiento
intelectual, el que se obtiene a través de la
razón, eclipsa el conocimiento sensible, y esta
preferencia gozará de la masiva atención en el
transcurso histórico de la filosofía desde
Parménides hasta nuestro tiempo. "Toda forma de
racionalismo en especial caminará por las formas
descubiertas por Parménides. Frente a Heráclito ha
mostrado Parménides el camino que lleva a las verdades
fijas, no siempre idénticas a sí mismas; es el
pensamiento abstractivo. Con ello fijamos un polo inmóvil
en el flujo de los fenómenos. Pero Parménides no
vio que todos los conceptos del pensamiento abstracto son una
artificial inmovilización y esquematización de
aspectos y lados parciales extraídos de una realidad
siempre fluyente y de infinita variedad, y como quiera que estos
aspectos y posiciones de realidad sean muchas veces
básicos y esenciales, por esto tomó
Parménides el mundo de los conceptos por el
auténtico y real. Y así vino a confundir el mundo
del logos con el mundo de la realidad, y desde esa base
estructuró de manera original su concepto de ser…
Sólo lo universal es para Parménides
esencial…"[3]. Vale aclarar que el logos de
Heráclito (quien se opone al ser de Parménides,
proponiendo el devenir), pieza fundamental de su
filosofía, "es lo común en la diversidad, la medida
en el avivarse y amortiguarse del eterno devenir, la única
ley divina que todo lo rige y de la que todas las leyes humanas
se alimenta… El logo es, pues, para Heráclito la
misma ley del mundo que regula el devenir"[4]. En
el mundo heracliteo, caracterizado por el devenir, nada se
detiene jamás. "Frente a la dialéctica de lo mismo
es necesario instaurar una manera de ver la realidad universal no
monista, es decir, alterativa, pero que tenga en cuenta los datos
científicos"[5].
El quehacer filosófico de la modernidad, que
cosificó al sujeto y que otorga primacía a la
razón, hasta convertirla en razón instrumental,
aplicó todas las caracterizaciones del ser
parmenídico a la totalidad del ser, y desde éste
fundamentó las ciencias, la ciencia de la vida y las
ciencias del hombre, bajo el imperio del iluminismo que
"endiosó" a la razón. "La concepción del
hombre como una esencia quieta, inmóvil, eterna y que se
trata de descubrir y de conocer, eso es lo que nos ha perdido en
la filosofía contemporánea, y hay que reemplazarla
por otra concepción de la vida, en que lo estático,
lo quieto, lo inmóvil, lo eterno de la definición
parmenídica, no nos impida penetrar por debajo y llegar a
una región vital, a una región viviente, donde el
ser no tenga esas propiedades parmenídicas, sino que sea
precisamente lo contrario: un ser ocasional, un ser
circunstancial, un ser que no se deje pinchar en un cartón
como la mariposa por el naturalista. Parménides
tomó el ser, lo pinchó en el cartón hace
veinticinco siglos y allí sigue todavía, pinchado
en el cartón; y ahora los filósofos actuales no ven
el modo de sacarle el pinche y dejarlo que vuele
libremente"[6].
Sobre el pensamiento Parmenídico y
Platónico, Descartes construyó su planteamiento que
da primacía al sujeto por encima del objeto. A partir de
éste se impuso el sujeto y la razón, dando origen
al paradigma de la mecánica clásica y al
surgimiento de la modernidad; el cogito cartesiano es el
fundamento de ésta. Sobre el famoso "pienso, luego
existo" y sus consecuencias en el mundo moderno, el
filósofo Roberto José Salazar Ramos señala
que:
"El horizonte unilateral del yo, encerrado en
sí mismo y existiendo como pensamiento, su
indubitabilidad, y la necesidad de su testimonio es primordial
para saber algo de las cosas o dar razón de ellas: es la
forma de afianzarse en la verdad. Es bien conocido el despliegue
de razones que Descartes utiliza para llegar a ese primer
fundamento: la duda. La finca en la percepción del ser
como dubitante: el ego cogito. Es el último eslabón
hasta donde conduce la duda universal, metódica,
calculadora, fría. Es el camino para asentar al cogito en
la única y radical perspectiva desde donde se
proyectará todo conocimiento, toda realidad y toda
existencia.
El cogito ergo sum es la fórmula sobre la
cual gira la modernidad; cogito que en el fondo es la
abstracción de la totalidad histórica europea como
imperio manifestada ahora en subjetividad. El ser aparece como
una manifestación esencial del pensar: somos porque
pensamos, en donde cada juicio o inferencia sobre algo, es un
juicio de existencia, pues si yo veo que marcho, infiero de
aquí que pienso. Esta totalidad cerrada, manifestada en el
cogito, contiene todos los elementos que justifican el saber, el
conocer, el querer, el sentir. De esta manera pasa a ser el
centro de la vida de la mundaneidad construida y representada
dentro del mismo círculo del cogito. Reconoce entonces
todas las cosas como gravitaciones que giran y caen bajo su
control: la realidad es una mera representación de la
reproducción del cogito, dado que la conciencia pone el
ser y lo integra a su dominio"[7].
El nuevo paradigma einsteniano y cuántico
(indeterminista y relativista) supera el caduco paradigma
mecanicista clásico (determinista y absoluto), fundado en
la concepción de un ser estático y eterno (en el
cual el verdadero ser de las cosas es permanente), producto de la
conciencia organizada unívocamente bajo los dictados de la
razón instrumental, operativa, que posibilita un modelo
socioeconómico de producción y mercado
estándar, según el cual la realidad de las cosas no
puede verse a la luz de un mundo determinado. El paradigma
cuántico y relativista, superador del modelo newtoniano,
"permite pasar de un tiempo y un espacio estables a un universo
de relaciones múltiples donde son posibles tantos sistemas
de referencias y autoconstrucción como velocidades soporta
la materia"[8].
Hoy nos enfrentamos a la realidad virtual. Entonces
estamos pasando del paradigma mecanicista a un paradigma
relativista y cuántico. Todo está relacionado con
todo, todo es un sistema compuesto por otros sistemas, incluido
todo lo que hay en el universo. Ese cambio nos exige que nos
sincronicemos y revisemos nuestra manera de ver y concebir el
mundo. Las relaciones de incertidumbre para muchos
filósofos constituyen una prueba de que existe
indeterminismo en el universo físico y que, más
allá de esto, se probaría que hay una especie de
principio de libertad. Con la revolución cuántica
queda en entredicho el principio lógico de identidad,
descubierto por Parménides y establecido por
Aristóteles (un elemento es igual a sí mismo), y el
mismo principio de no contradicción (una cosa no puede ser
y no ser al mismo tiempo).
En la mecánica clásica el concepto de
realidad está bien definido. Las cosas son buenas o son
malas. Una cosa puede ser negra o puede ser blanca. Si uno
está vivo no puede estar muerto. En la mecánica
cuántica hay un cambio fundamental, porque la realidad no
está bien definida. "Según la mecánica
cuántica, las propiedades de los objetos no tienen por
qué estar bien definidas mientras no los observamos. Por
ejemplo, si tengo una moneda en la mano y después de abrir
la mano veo que está en "cruz", esto no implica que antes
de abrir la mano la propiedad de la moneda (estar en cara o en
cruz) estuviera definida (fuera cruz). De acuerdo con la
mecánica cuántica, mientras no observamos, existen
situaciones intermedias entre la cara y la cruz (algo así
como "un poco de cara y un poco de cruz"), que se llaman
superposiciones cuánticas. En el momento que observamos,
la propiedad queda bien definida (cruz en este ejemplo). Por
supuesto, el demostrar que existen superposiciones parece
imposible, pues para obtener cualquier resultado siempre
tendremos que observar, y entonces… desaparece la
superposición"[9]. Las cosas son buenas y
malas a la vez. Son blancas y negras al mismo tiempo. Una
partícula cuántica puede seguir el camino de la
izquierda y el de la derecha simultáneamente. Esto es lo
que se conoce como el "gato de Schrödinger":
"Éste ilustra las diferencias entre
interacción y medida en el campo de la mecánica
cuántica. El experimento mental consiste en imaginar a un
gato metido dentro de una caja que también contiene un
curioso y peligroso dispositivo. Este dispositivo está
formado por una ampolla de vidrio que contiene un veneno muy
volátil y por un martillo sujeto sobre la ampolla de forma
que si cae sobre ella la rompe y se escapa el veneno con lo que
el gato moriría. El martillo está conectado a un
mecanismo detector de partículas alfa; si llega una
partícula alfa el martillo cae rompiendo la ampolla con lo
que el gato muere, por el contrario, si no llega no ocurre nada y
el gato continúa vivo. Cuando todo el dispositivo
está preparado, se realiza el experimento. Al lado del
detector se sitúa un átomo radiactivo con unas
determinadas características: tiene un 50% de
probabilidades de emitir una partícula alfa en una hora.
Evidentemente, al cabo de una hora habrá ocurrido uno de
los dos sucesos posibles: el átomo ha emitido una
partícula alfa o no la ha emitido (la probabilidad de que
ocurra una cosa o la otra es la misma). Como resultado de la
interacción, en el interior de la caja, el gato
está vivo o está muerto. Pero no podemos saberlo si
no la abrimos para comprobarlo. Si lo que ocurre en el interior
de la caja lo intentamos describir aplicando las leyes de la
mecánica cuántica, llegamos a una conclusión
muy extraña. El gato vendrá descrito por una
función de onda extremadamente compleja resultado de la
superposición de dos estados combinados al cincuenta por
ciento: "gato vivo" y "gato muerto". Es decir, aplicando el
formalismo cuántico, el gato estaría a la vez vivo
y muerto; se trataría de dos estados indistinguibles. La
única forma de averiguar qué ha ocurrido con el
gato es realizar una medida: abrir la caja y mirar dentro. En
unos casos nos encontraremos al gato vivo y en otros muerto.
Pero, ¿qué ha ocurrido? Al realizar la medida, el
observador interactúa con el sistema y lo altera, rompe la
superposición de estados y el sistema se decanta por uno
de sus dos estados posibles. El sentido común nos indica
que el gato no puede estar vivo y muerto a la vez. Pero la
mecánica cuántica dice que mientras nadie mire en
el interior de la caja el gato se encuentra en una
superposición de los dos estados: vivo y
muerto"[10].
El gato de Schrödinger es una especie de
parábola sobre la idea de la superposición
cuántica. "Superposición cuántica es la
aplicación del principio de superposición a la
mecánica cuántica. Ocurre cuando un objeto "posee
simultáneamente" dos o más valores de una cantidad
observable… Más específicamente, en
mecánica cuántica, cualquier cantidad observable
corresponde a un autovector de un operador lineal
hermítico. La combinación lineal de dos o
más autovectores da lugar a la superposición
cuántica de dos o más valores de la cantidad. Si se
mide la cantidad, entonces, el postulado de proyección
establece que el estado colapsa aleatoriamente sobre uno de los
valores de la superposición (con una probabilidad
proporcional al cuadrado de la amplitud de ese autovector en la
combinación lineal). Immediatamente después de la
medida, el estado del sistema será el autovector que
corresponde con el autovalor medido"[11]. El
principio de superposición o teorema de
superposición "es un resultado matemático que
permite descomponer un problema lineal en dos o más
subproblemas más sencillos, de tal manera que el problema
original se obtiene como "superposición" o "suma" de estos
subproblemas más sencillos. Técnicamente, el
principio de superposición afirma que cuando las
ecuaciones de comportamiento que rigen un problema físico
son lineales, entonces el resultado de una medida o la
solución de un problema práctico relacionado con
una magnitud extensiva asociada al fenómeno, cuando
están presentes los conjuntos de factores causantes A y B,
puede obtenerse como la suma de los efectos de A más los
efectos de B"[12].
En tanto que la física o mecánica
clásica veía al mundo como algo separado de
nosotros, que estaba "allá afuera", la
física o mecánica cuántica ve al universo
como participativo: todas las cosas están conectadas, y en
cierto modo, está "aquí adentro". "La presencia
física y la sensación que producen las cosas
materiales son producto de la mente y los sentidos. La forma y
sustancia del universo son el resultado de nuestro pensamiento;
por lo tanto, vivimos en un mundo mental. Todo tiene una
frecuencia vibratoria y nosotros tomamos esas vibraciones y les
damos forma y sustancia a través de los pensamientos y los
sentidos. Sin la mente y los sentidos, lo único que existe
es energía y espacio. La mente es la clave de la realidad.
La realidad de la vida comienza desde adentro, en la mente, y
luego toma su forma en el mundo material. Así se
manifiesta la espiritualidad: se manifiesta en las leyes
naturales del universo"[13]. El participante
(término que reemplaza al de observador) es quien
determina la realidad. "La mente es la clave de la realidad. La
realidad de la vida comienza desde adentro, en la mente, y luego
toma su forma en el mundo material… El hecho de que la
realidad sea una paradoja, de que todas las cosas contengan a su
opuesto, que los cuantos puedan ser ondas o partículas, no
resulta desconcertante para la naturaleza ni para el universo. De
hecho, la naturaleza y el universo están muy
cómodos con que las cosas sean así, porque son
así"[14]. La mecánica
cuántica nos dice que no debemos aferrarnos a nuestras
creencias y nos enseña a ver desde otras perspectivas. "El
entorno tal como lo percibimos es invención nuestra",
sentenció el científico Heinz von
Foerster.
En la mecánica cuántica se plantea la
hipótesis de los universos paralelos, en la que entran en
juego la existencia de varios universos o realidades
relativamente independientes. "En desarrollo de la física
cuántica, y la búsqueda de una teoría
unificada (teoría cuántica de la gravedad),
juntamente con el desarrollo de la teoría de cuerdas, han
hecho entrever la posibilidad de la existencia de
múltiples dimensiones y universos paralelos conformando un
multiuniverso"[15].
Para los físicos cuánticos, algo parece
claro: "El universo se mueve regido por la dialéctica de
los opuestos. Y en todo hay sincronía: dos relojes
colocados en una misma habitación, acompasarán
automáticamente sus ritmos (aunque sean a propósito
desacompasados); igualmente, dos mujeres que conviven
regularán al mismo tiempo su ciclo menstrual;
también los generadores colocados en paralelo… Los
átomos cantan al mismo tiempo: hay una formulación
matemática que organiza los ritmos"[16].
Pensando con el pensamiento tradicional se dificulta la
comprensión de estos fenómenos tan revolucionarios
en el mundo de la física. Los nuevos paradigmas pretenden
superar la pregunta sobre la idea del ser por la del sentido del
ser.
El nuevo orden de la realidad instaurado por el
paradigma relativista y cuántico (cimentado en una nueva
concepción del ser), allende de los ortodoxos dictados de
la razón iluminista y totalizadora, que ordena el mundo
según leyes universales y generalizaciones operativas,
posibilita el ser de lo multívoco, lo plurivalente, la
riqueza y la construcción simbólica, de la
dimensión estética del hombre y de un mundo
interhumano, en donde las personas "serán obras de arte
provocadoras de sentido, abiertas a los demás, intentando
siempre equilibrarse en la contradicción sin querer por
ello anular la fuente de su tensión y
movimiento"[17].
Las ciencias físico-matemáticas,
construidas sobre la concepción idealista y de la
metafísica de la subjetividad, heredera del pensamiento
estático de Parménides, se atuvieron sólo al
iluminismo de la razón, que opera según principios
y juicios fundados en leyes invariables de la naturaleza. La
caracterización de este tipo de ciencia concibe a la
naturaleza como una totalidad conexa de cuerpos en movimiento, la
cual es calculable matemáticamente en las dimensiones de
espacio y tiempo. "Dentro de este marco se establece lo que es el
ente físico: un objeto espacio-temporal móvil
según relaciones determinables matemáticamente. Lo
demás de la naturaleza no le interesa a la física
en el momento de la constitución. A dicho plan pertenecen
principios y juicios de la razón, que no son más
que las definiciones de los conceptos fundamentales de tiempo,
espacio y movimiento y de las reglas del cálculo, las
cuales fijan de una vez por todas, según leyes
invariables, la consistencia del ente
físico…"[18].
El paradigma einsteniano y cuántico, que rebasa
la concepción de un tiempo y un pensamiento vectorial
(bajo el imperativo de la racionalidad operatoria, de la
lógica operativa), permite la construcción de un
universo interhumano, de una estética interhumana. "Al
asumir la dimensión estética, desechamos al momento
la pretensión de usar al otro o reducirlo a un modelo
utilitario, pues ello iría contra nuestra propia belleza,
implicando instrumentalizarnos y que manipulamos a los
demás, dejar de ser obras de arte vivientes para
convertirnos en dispositivos funcionales… Acceder a un
universo con transponibilidad de relaciones es optar por una
estructura, negando la existencia de una realidad y verdad
universales, reconociendo que en el instante, el cuerpo y la
singularidad, se encuentra la clave privilegiada de acceso a la
libertad"[19].
En el siglo XX surge un nuevo paradigma
científico-filosófico conocido como la
mecánica o física cuántica, o sea la
exploración del universo subatómico, que hunde sus
raíces en el pensamiento de los filósofos griegos
Demócrito y Leucipo.
Como se sabe, la mecánica cuántica, que
reemplazó a la mecánica clásica, ha
planteado con mayor hondura problemas filosóficos como el
de la relación entre el sujeto y el objeto, el del
conocimiento y la realidad física, el de la causalidad y
la necesidad, el de determinismo e indeterminismo, el de la
evidencia física y el formalismo matemático, etc.
"La mecánica cuántica es la teoría
más satisfactoria que poseemos para explicar todo lo que
nos rodea, desde el origen del Universo (el Big Bang) hasta el
surgimiento de la vida en nuestro planeta. En este sentido, la MC
nos ayuda a comprender nuestro entorno, nuestro origen, nuestro
futuro y, por tanto, a nosotros
mismos"[20].
La mecánica cuántica, a pesar de su
complejidad física, química y matemática,
está al servicio de la interrogación
filosófica. Este nuevo paradigma contradice a la
mecánica clásica, determinista, que, según
Laplace, dice que "si en un instante determinado
conociéramos las posiciones y velocidades de todas las
partículas en el universo, podríamos calcular su
comportamiento en cualquier otro momento del pasado o del
futuro"[21]. Es por eso que quienes ignoran la
mecánica cuántica desconocen la idea de que el
estado del universo en un instante dado determina el estado en
cualquier otro momento.
Con la mecánica cuántica se suscita una
revolución epistemológica, por cuanto esta nueva
visión de la realidad teoriza que con el sólo hecho
de contemplar el objeto ocurre una alteración de
éste por parte del sujeto cognoscente. "Ahora sabemos
basados en la realidad cuántica que el observador es quien
modifica la realidad a partir de la conciencia, que existe un
vasto campo de probabilidades y el observador es el que decide
donde poner su atención e
intención"[22].
De acuerdo con el principio de incertidumbre, de
Heinsenberg, el objeto de estudio se modifica por el mero hecho
de la observación. La mecánica cuántica
afirma que el mundo diario que percibimos con los cinco sentidos
no es la realidad. Ha demostrado también que el espacio y
el tiempo son ilusiones de la percepción. Es por ello que
nuestros cuerpos no pueden ser realidad si ocupan un espacio. La
realidad no existe, es mera ilusión. "La mecánica
cuántica ha hecho un gran aporte al debate
filosófico al demostrar que el realismo ingenuo, que
propone que la realidad es tal cual como nosotros la percibimos,
es falso"[23]. La materia es sólo una
ilusión sensorial. La realidad objetiva no existe. La
realidad es aquello que parece ser. Lo que existe es
energía vibrando a distintas frecuencias. "La mayor parte
de la gente desconoce que la mecánica cuántica, es
decir, el modelo teórico y práctico dominante hoy
día en el ámbito de la ciencia, ha demostrado la
interrelación entre el pensamiento y la
realidad"[24]. En la mecánica
cuántica la realidad va en función de la
percepción que se tenga de ella, y esta forma parte de la
conciencia. "Nuestra conciencia actual es un condicionamiento de
nuestra visión del mundo actual y colectivo, es la que nos
enseñaron nuestros padres, maestros, la sociedad, gobierno
y religiones. A esta manera de ver y entender el mundo, pertenece
el antiguo paradigma. Se conoce como acondicionamiento social, a
la hipnosis de acondicionamiento, función inducida en la
que todos acabamos acordando participar, y a eso hay que sumarle
la herencia de nuestros ancestros, y toda la genética
incluida en la codificación de nuestro ADN,
(programación anexa a nuestro sistema operativo.) El mundo
físico, incluido nuestro cuerpo, es una reacción
del observador. Creamos el cuerpo según creamos la
experiencia de nuestro mundo. En su estado esencial
(microcósmico), el cuerpo está formado de
energía e información, y no de materia
sólida. Esta energía e información, surge de
los infinitos campos de energía e información que
abarcan todos los universos… La bioquímica del
cuerpo es un producto de la conciencia, las creencias, los
sentimientos, las emociones, los pensamientos e ideas, crean
reacciones que sostienen la vida en cada célula. La
percepción parece como algo automático, pero esto
es un fenómeno aprendido, si cambias tu percepción,
cambias la experiencia de tu, y por ende de tu
mundo"[25]. Para la mecánica
cuántica la realidad exterior no existe. "Afuera
sólo hay datos de luz e información inteligente
esperando ser interpretados por ti, el que
percibe"[26]. La revolución cuántica
nos dice que no existe ninguna realidad "ahí fuera",
independiente de la conciencia.
"Esto significa que la conciencia se mete en los
entresijos del mundo físico, afectándolos.
Más aún, parece abrirse camino la certeza de que la
conciencia es tal vez el único fenómeno que
efectivamente existe: toda la matriz materia-espacio-tiempo debe
a ella su existencia. Por lo que no puede hablarse del mundo
físico como algo "ahí fuera"… En cualquier
caso, aquí radica la transformación más
asombrosa de la visión del mundo, a partir de los
descubrimientos de la nueva física: La conciencia juega un
indudable papel en el llamado universo físico
[…].
Habitualmente, en nuestra visión de la
realidad, hemos venido funcionando con un mito, al que hemos dado
por absolutamente válido: Al acercarnos al exterior, todos
percibimos lo mismo. Es fácil, sin embargo, reconocer el
presupuesto en el que dicho mito se ha mantenido (y
todavía se mantiene para la gran mayoría de la
gente). Ese presupuesto no es otro que la creencia en que hay un
universo físico "ahí fuera". Y nos hemos
enseñado a nosotros mismos a estar de acuerdo sobre ello y
sobre los "objetos" de ese mundo "exterior"
[…].
Sin embargo, la física moderna viene a
asegurarnos que no existe algo "ahí fuera" de nosotros.
Todo se halla inextricablemente interrelacionado con todo, por lo
que el universo no es algo que exista "ahí fuera", y del
que el observador se encontraría separado. Más bien
al contrario, es un universo participativo… Por un lado,
sabemos que el observador altera lo observado por el mero acto de
su observación. Por lo que algunos científicos
abogan por reemplazar el término "observador" por el de
"participante" (J. Wheeler). Porque lo cierto es que no
"observamos" el mundo; participamos en él. Y, por otro,
sabemos también que eso que llamamos "ahí fuera" no
es como nuestros sentidos y nuestra mente creen que es.
"Ahí fuera" no hay ni luz ni color, sino solamente ondas
electromagnéticas; "ahí fuera" no hay sonido ni
música, sino solamente variaciones periódicas en la
presión del aire; "ahí fuera" no hay calor ni
frío, sino solamente moléculas que se mueven con
mayor o menor energía cinética media…, y
así sucesivamente. Lo que hay, tanto "fuera" como
"dentro", es un torbellino vertiginoso de ondas/partículas
en diferentes intensidades de vibración.
En lo que se refiere a "nosotros", podría
decirse que somos, a la vez, una expresión más de
ese mismo torbellino y la Conciencia que lo está
provocando o de la que está emergiendo… Sin embargo,
tal como insiste la nueva física, hay una
conclusión que parece irrebatible: no observamos el mundo
físico, participamos con él. Nuestros sentidos no
están separados de lo que llamamos "ahí fuera",
sino íntimamente implicados en un proceso de
realimentación notablemente complejo, cuyo resultado final
es crear efectivamente lo que está "ahí
fuera".
La conciencia es una parte integrante de la
realidad; eso significa que co-crea lo que observa. Si vemos un
árbol, en vez de un cúmulo de átomos
desorganizados, es porque la conciencia humana concede a la
realidad física estas características
particulares.
Por eso, mirado de cerca, el concepto de "ahí
fuera" resulta ridículo. Sólo podemos esperar
encontrar un "ahí fuera", porque creemos que existe. Por
eso, todas nuestras nociones acerca del carácter absoluto
del universo físico son erróneas.
¿A qué se debe entonces ese
engaño que nos lleva a afirmar la existencia de algo
"ahí fuera"? Al modo de operar de la mente, por su propia
naturaleza separativa. Para poder funcionar, la mente debe
forzosamente separar. A partir de la primera dicotomía
sujeto/objeto, para la mente, toda la realidad queda fraccionada.
Todo lo que no es "yo", está "fuera". Y puesto que pensar
es delimitar o "establecer fronteras", a la mente le resulta
fácil marcar un límite entre lo que llama "sujeto"
y todo lo demás: es sencillamente el límite o
frontera de la piel. Por eso, en cuanto la mente hace su
aparición en la historia humana, con ella aparece
también la idea de un "mundo exterior", de una realidad
"ahí fuera", separada y marginal.
Sin embargo, eso es sólo un engaño de
la mente, que se realimenta por el simple hecho de que lo hemos
creído a pie juntillas. Lo que llamamos "mundo exterior"
no está separado de nosotros y, de hecho, basta detener el
pensamiento para percibirlo así.
Todo constituye un conjunto unificado, sin
separaciones mentales, arbitrarias y artificiales, en un universo
participativo en el que todo interactúa en una
interferencia constructiva, en la que la Conciencia se va
desplegando en innumerables formas, como olas "únicas" y
hermosas en el océano común y
compartido"[27].
Todo es creación de la
conciencia. La física cuántica confirma que creamos
nuestra realidad. La materia-espacio-tiempo es un aspecto de la
misma. La materia consta básicamente de vacío. La
materia no existe; sólo existe la conciencia. La mente es
capaz de crear materia. "Para el físico cuántico es
claro que la materia carece de base física. Tras la
solidez aparente de la silla, se esconde en realidad el
superholograma de un torbellino de ondas/partículas. A ese
nivel, la conciencia es capaz de crear materia. Y eso constituye
la prueba final de que lo no físico, la conciencia, tiene
dominio sobre el mundo físico… La conciencia juega
un indudable papel en el llamado universo físico. Hasta el
punto de que, para la nueva física, el universo se parece
más a un gran pensamiento que a una gran
máquina… La "realidad última", en
opinión de la nueva física, se asemeja más a
un gran Vacío primordial, un "lugar" más
allá del tiempo y el espacio, del que brotan, en un
proceso increíblemente complejo y hermoso, todas las
formas que existen. En pocas palabras: las piedras y las
estrellas son meramente ondulaciones en la
nada"[28]. Los hallazgos del físico Alain
Aspect mostrarían que la realidad objetiva no existe y
que, a pesar de su aparente solidez, el universo es un fantasma
de corazón, un holograma gigante espléndidamente
detallado. "En su nivel más profundo, la realidad es una
especie de superholograma en el que tanto pasado como presente y
futuro coexisten simultáneamente. Esto sugiere que,
contando con las herramientas adecuadas, debería ser
posible incluso que algún día se accediese a un
nivel superholográfico de la realidad del que se
obtuviesen escenas de un pasado remoto"[29]. La
conciencia tiene dominio sobre el mundo físico. "Mi mente
y el mundo están compuestos de los mismos elementos. El
mundo me viene dado de una sola vez: no hay el mundo que existe y
el que es percibido. El sujeto y el objeto son solamente
uno…", expresó Erwin Schrödinger. "El papel
especial que juega el observador en la mecánica
cuántica tiene que ver con el carácter ondulatorio
de la materia que comentaba antes. Este carácter permite
que los objetos materiales estén en una combinación
o superposición de estados, lo que no es posible en el
mundo clásico. En el mundo clásico las cosas
están en un estado bien definido, blanco o negro, vivo o
muerto … En cambio, la mecánica cuántica nos
dice que un objeto puede estar simultáneamente en varios
estados y sólo cuando medimos u observamos dicho objeto,
se selecciona uno de esos estados"[30].
Según J. Pearce "la mente del hombre refleja un universo
que refleja la mente del hombre".
En opinión de Hawking, la física
cuántica "gobierna el comportamiento de los transistores y
de los integrados, que son los componentes esenciales de los
aparatos electrónicos, tales como televisores y
ordenadores, y también es la base de la química y
de la biología modernas"[31]. El mismo
científico nos invita a que nos interesemos más en
la mecánica cuántica puesto que es una imagen
completamente diferente del universo físico y de la misma
realidad. El nuevo paradigma muestra que, contrario a lo que
afirmaba Einstein, Dios si juega a los dados… Sin embargo,
ni el determinismo fuerte de Laplace ni el indeterminismo
relativo de Heisenberg o Prigogine, de acuerdo con la
concepción de Fernando Savater, pueden responder al
problema de la libertad humana, "porque el problema de la
libertad no se plantea en el terreno de la causalidad
física, sino en el de la acción humana en cuanto
tal, que no puede ser vista solamente desde fuera como secuencia
de sucesos sino que debe también ser considerada desde
dentro haciendo intervenir variables tan difíciles de
manejar como la voluntad, la intención, los motivos, la
previsión, etc."[32]. Según Sartre,
nada nos determina a ser tal o cual cosa, ni desde fuera ni
dentro de nosotros. La libertad humana nos exige poner algo de
nosotros mismos, existir auténticamente.
Para tener una mejor comprensión de lo anterior,
es procedente transcribir las siguientes diferencias entre la
mecánica clásica y la mecánica
cuántica:
En la mecánica clásica:
"Existe una "realidad objetiva", "ahí
fuera", que todos podemos observar de la misma manera, porque es
independiente de nuestras observaciones.
Esa "realidad objetiva" es determinista: se mueve
por el inexorable principio de causalidad.
A partir de Galileo, Kepler o Newton, el universo es
percibido como un diagrama en el que los fenómenos se
describen en términos matemáticos y
mecánicos. Se lo concibe como la maquinaria de un gran
reloj, que se podría descomponer y componer a partir de
esas partes descompuestas. El mundo constituye un sistema en
equilibrio. En esta visión, el caos es solamente una
complejidad todavía no desentrañada porque el orden
y la estabilidad del universo pueden ser explicados por las leyes
del movimiento de Newton.
Esa realidad objetiva consta de dos elementos:
objetos sólidos y vacíos.
Esa realidad es fundamentalmente material y sus
elementos básicos son los átomos.
La mente no es sino el resultado de un proceso de
complejificación de la materia (del
cerebro).
Oposición materia – conciencia
(mente).
La conciencia es relegada al ámbito de lo
"espiritual", y considerada como un epifenómeno (ilusorio)
de lo material.
En cualquier caso, mente (conciencia) y realidad
material constituyen dos realidades nítidamente separadas
y diferenciadas, si bien la segunda posee un estatuto más
firme.
En último término, para la ciencia
clásica sólo interesa lo que se puede medir
empíricamente. Para este paradigma, la realidad
"espiritual" no cuenta.
La parte prima sobre el todo: dualismo
separador"[33].
En la mecánica
cuántica:
"No puede existir el "observador" neutral, dado que,
inexorablemente, el observador altera lo observado (W.
Heisenberg). Por ello, sería preferible llamarlo
"participante" (J. Wheeler).
El final del determinismo. A nivel cuántico,
no existe nada parecido a la causalidad. Lo que rige las cosas es
el principio de la indeterminación (W. Heisenberg, 1927):
hemos pasado de un universo causalista a un universo
probabilístico (o estadístico). La física
clásica consideraba que las partículas y los
objetos eran seres independientes que, cuando interaccionaban,
producían un choque que provocaba una cadena causal de
sucesos. La física moderna niega las cadenas causales y
secuenciales de hechos. Es un mundo holístico, donde todo
está interconectado, y a veces las conexiones manifiestan
correlaciones implícitas por debajo de las superficies,
que modifican los sistemas.
El caos y la autoorganización. A partir de
los trabajos de Ilya Prigogine, parece indudable la tendencia
autoorganizadora global del universo. Clásicamente, se
asociaba el orden al equilibrio, y el desorden al no equilibrio.
Ahora sabemos que la turbulencia es un fenómeno altamente
estructurado, en cuyo seno millones de partículas se
insertan en un movimiento extremadamente coherente. La
conclusión es la siguiente: La producción de
entropía contiene siempre dos elementos
dialécticos: un elemento creador de desorden y otro
creador de un orden "mayor". Los dos elementos están
siempre ligados.
El vacío y la materia. Un modelo de
átomo muy aceptado por los físicos consiste en
imaginarlo como el de un núcleo y una nube externa de
electrones. La dimensión proporcional entre el
núcleo y el conjunto del átomo es aproximadamente
del orden de diez mil veces. Es decir, si el núcleo fuera
de un centímetro de diámetro, la nube de electrones
más externos estaría a una distancia de un
kilómetro.
Pero, si en último término, todo es
vacío, ¿cómo se explica que no se funda todo
con todo? Por el "Principio de exclusión" (W. Pauli,
1925): Dos fermiones idénticos no pueden encontrarse en un
mismo estado físico, así que cada uno tiene que
ocupar su lugar específico. Este "principio de
exclusión" es responsable de la estabilidad de la materia
a gran escala. Las moléculas no se aproximan
arbitrariamente entre sí, porque los electrones de cada
una no pueden entrar en el mismo estado que los electrones de las
demás moléculas vecinas. Pero no todas las
partículas son fermiones. Hay otras, denominadas bosones,
que no responden al principio de exclusión y pueden estar
en un mismo estado cuántico. En estos condensados, todos
los átomos son absolutamente iguales. No hay ninguna
medida que pueda diferenciar uno de otro.
No existe ninguna realidad "ahí fuera",
independiente de la conciencia. La misma materia consta
básicamente de vacío. En último
término, la materia no existe; sólo existe la
conciencia.
La mente es capaz de crear materia. La conciencia
tiene dominio sobre el mundo físico.
Todo es conciencia: hasta los electrones "saben" y
"se dan cuenta" de su entorno (experimento de Aspect, 1982). Por
lo que, "el Universo, tal y como lo vamos descubriendo, se parece
cada vez más a un gran pensamiento, en vez de a una gran
máquina" (James Jeans).
Se ha acabado la contradicción entre materia
y energía. De Broglie planteó que la luz participa
de la naturaleza de las ondas. Pero, a su vez, desde Einstein,
sabemos también que se comporta como una partícula.
Las consecuencias fueron "definitivas": se abolió para
siempre la división entre materia y energía: son lo
mismo. La materia es luz condensada (un quantum -en plural
quanta, de donde viene el nombre de la nueva física- es la
unidad más pequeña que constituye la luz); cada uno
de nosotros somos un sistema de energía en
vibración continua. Nuestra alma es nuestro cuerpo, y
nuestro cuerpo es nuestra alma. Es la conciencia la que crea
materia, expresándose a través de
ella.
No existe una división estricta entre la
realidad objetiva y subjetiva; la conciencia y el universo
físico están conectados por algún mecanismo
fundamental. Esta relación entre mente y realidad no es ni
objetiva ni subjetiva, sino "omnijetiva".
El orden implicado. Para la física moderna,
lo que se ve no es sino es el despliegue de lo que no se ve, la
"explicación" del "orden implicado" (David Bohm). La obra
de Bohm es una cosmovisión dinámica que integra la
conciencia en una unidad de energía, mente y materia.
Según él, la conciencia es el elemento integrador
que dota de unidad a cada organismo.
Bohm concibe los fenómenos como
manifestaciones de un holomovimiento que relaciona todo lo
existente en un proceso de pliegue y despliegue el que subyace un
"orden implicado". Todos los fenómenos están
interrelacionados en una red espacio-temporal. Lo que nosotros
percibimos, de entrada, es el "orden explicado" (desplegado), que
se manifiesta como campos y partículas separadas con sus
leyes propias, pero la realidad más profunda, el potencial
cuántico es lo que permite la interconexión, y
forma el sistema en el que se desenvuelve toda la realidad. "El
orden del todo está implícito en el movimiento de
cada parte".
Es decir, nos habían condicionado para creer
que el mundo externo era más real que el mundo interno. La
física cuántica dice justo lo
contrario.
El Todo es lo prioritario: holismo integrador: Todo
se halla interrelacionado con todo.
En cierto modo, podría decirse que la nueva
física es no-dual. A partir de experimentos contrastados
en el reino de las partículas elementales, viene a
concluir tajantemente que todo se halla interrelacionado con
todo, que no hay nada "separado" de nada. Y que todo lo que
percibimos, más allá de lo que nos hagan creer
nuestros sentidos y nuestra mente, no es sino "forma" o
"expresión" que remite a una Realidad primordial, que
algunos no dudan en nombrar como
Conciencia"[34].
Autor:
Luis Ángel Ríos Perea
[1] GARCIA MORENTE, Manuel. Lecciones
preliminares de filosofía. Ediciones Nacionales,
Bogotá, 1984, P. 83.
[2] RESTREPO TRUJILLO, Jorge.
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[3] HIRSCHBERGER, Johanes. Historia de la
filosofía. Herder, Barcelona, 1981, p. 58.
[4] Ibídem, p. 53.
[5] MARQUINEZ ARGOTE, Germán.
Metafísica desde Latinoamérica. Usta,
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[6] GARCIA MORENTE, Manuel. Ob. Cit. P.
84.
[7] SALAZAR RAMOS, Roberto José.
Filosofía contemporánea. Usta, Bogotá,
1995, p. 25.
[8] RESTREPO RAMIREZ, Luis Carlos. La trampa
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[9] CIRAC, Ignacio. La revolución
cuántica. http://www.elcultural.es
[10] GOMEZ, A. M. El gato de
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[11] http://es.wikipedia.org
[12] Ibídem.
[13] www.conlosbrazosabiertos.net
[14] Ibídem.
[15] Ibídem.
[16] MARTINEZ LOZANO, Enrique. La
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http://www.enriquemartinezlozano.com
[17] RESTREPO RAMIREZ, Luis Carlos. Ob. Cit.
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[18] CRUZ VELEZ, Danilo. Filosofía sin
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[19] RESTREPO RAMIREZ, Luis Carlos. Ob. Cit.
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[20] CUEVAS RODRIGUEZ, Juan Carlos. La
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¿Qué es la realidad cuántica?
http://djxhemary.wordpress.com
[26] Ibídem.
[27] MARTINEZ LOZANO, Enrique. La
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[30] CUEVAS RODRIGUEZ, Juan Carlos. La
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[31] HAWKING, Stephen La historia del tiempo.
Editorial Crítica. Barcelona, 1992.
[32] SAVATER, Fernando. Las preguntas de la
vida. Ariel, Barcelona, 1999.
[33] MARTINEZ LOZANO, Enrique. Ob. Cit.
[34] Ibídem.