Estudio psicoanalítico de los refranes,
conclusiones – Monografias.com
Estudio psicoanalítico de los
refranes, conclusiones
Su pan es alimento de maldad,
y vino de violencia es su
bebida.
Proverbios 4:17
Un refrán dice: "Dineros de
sacristán, cantando vienen y cantando se van", y, a su
favor, en tanto que denuncia a los curas "dinereros", tanto como
a los "sacristanes", que no necesariamente curas, y que "Se van
sobre la lana", existe otro refrán al mismo
propósito que versa: "El justo peca en el arca abierta",
para ello y siendo justo, sólo hace falta que tenga
hambre, que esté mal pagado o que se entere de los lujos
que, de limosnas, se da el párroco para que se le dispare
la envidia. Así es la política, y la "cabeza",
siempre "Da línea".
El pueblo lo sabe: "La política es
una vieja cochina" "y chismosa", el jerarca marca el camino como
el animal su territorio. Y a propósito de la línea
y del lío públicamente ventilado que se tuvieron el
ex-procurador Carpizo y el Cardenal Sandoval Iñiguez,
aprovecho, pues como hemos visto sirve de mucho el sentido del
humor, utilizarlo como pretexto para incluir algunos refranes con
el deseo auténtico de saber la verdad y poder contar con
la oportunidad de, no ya digamos corregir, sino simplemente
enriquecernos por la experiencia; incluyamos entonces
también el deseo de que se repitan estos dimes y diretes,
para que sepamos las verdades. Después de todo, dice la
sabiduría popular que "Zozobra la verdad, mas no se
ahoga".
En otro refrán se observa que:
"Peleénse las comadres, y salen las verdades". Pobreza y
corrupción, caldo de cultivo para la delincuencia, parecen
no haber dejado "Títere con cabeza", como que ya no hay
ninguna institución sin infiltrar. Por ejemplo, y a
propósito de la Iglesia, para el pueblo "Detrás de
la cruz está el diablo".
Siendo así, una sugerencia aunque
sea "Por pena ajena", también el pueblo la tiene:
"¿Pá qué tanto brinco estando el suelo tan
parejo?". O sea, tan infiltradas las instituciones de Estado como
las de la Iglesia. Es claro que, en realidad, el pueblo lo
registra todo. Otro refrán dice: "Entre broma y broma, la
verdad se asoma". Un buen estudio, con conocimiento y profundidad
de las instituciones sociales en general, ya es urgente y
constituye una labor titánica. Pero es una necesidad,
ocurre, en efecto, que para la sabiduría popular, nada
pasa desapercibido. Y es que es imposible, porque somos
precisamente el pueblo quienes los mantenemos y pagamos las
consecuencias. Aunque también jugamos nuestro papel al
tolerar tanta mentira. La situación tal cual, corrompe
porque resulta que, "Nos dan atole con el dedo" y en tanto que
"Ya se acabaron los indios que tiraban con tamales" y la
costumbre de "Amarrar a los perros con longaniza", nosotros lo
hemos permitido porque hay ciertas ventajas en la
corrupción.
Por ejemplo, cuando en alguna
ocasión fui a contratar la luz para mi primer consultorio
rentado y por fin me tocó turno dos horas más
tarde, el funcionario que me atendió me dijo que
tenía que revisar si no había un adeudo del
anterior consumidor, porque si lo había yo tenía
que liquidarlo. Pensé como en un viejo chiste de cuando
era niño "¡Ah chingá, chingá!, y yo
¿por qué?". Se fue, se tardó como quince
minutos, y aquello estaba lleno de gente. Por fin me dice, "Pues
si, hay un adeudo… y es de dos millones ochocientos mil
pesos… (Digamos… algo así como 2800 de hoy)
¿Usted renta ahí?, porque le puede decir al
dueño que lo pague él". Le dije que no creía
que lo hiciera. "Pues tiene que pagar… digo, si es que quiere
luz". Le dije que se me hacía algo totalmente injusto. Y
él simplemente contestaba que lo entendía. De
repente me dijo "Déjeme hablar con el gerente a ver que me
dice" y se volvió a ir otros quince minutos más o
menos. Se acercó uno de los de la cola, seguramente que
desesperado por mi falta de experiencia, y me dijo: "Le
está diciendo que hay un adeudo que usted tiene que
cubrir, ¿verdad?" le dije que sí. Me
preguntó entonces: "¿Qué nunca había
hecho un contrato de luz?". Y pues no. Yo, personalmente nunca lo
había hecho. Entonces me dijo: "No se va a librar de
pagar. Lo que más le conviene es negociar.
¿Cuánto dice que tiene que pagar?" le dije cuanto y
me dijo que le ofreciera quinientos. Me sentía enojado por
el hecho y harto, por el tiempo que ya llevaba ahí. Cuando
regresó el funcionario aparentemente, me ahorró
parte de la indignación que me iba a tener que tragar
porque resulta que –"Me doró la píldora"- me
dijo: "Ya hablé con el jefe y no quiere aflojar. Pero,
mire yo le voy a ayudar, págueme aquí quinientos,
porque eso es lo que quiere el jefe, y yo le hago el recibo de su
medidor y eso ya lo paga usté en la caja".
Con molestia y todo, acúsome de que
me tuve que tragar el resto. Me hizo mi recibo,
pagué y me fui con sentimientos encontrados, por un lado
me sentía como contento de poder retirarme y de haber
logrado un trámite que nunca había hecho, y por
otro lado, sintiéndome robado. Ahora que lo escribo,
pienso en por qué, no obstante, la privatización
tampoco sería una solución plena y rotunda, amenaza
tanto al SME como a los políticos de la escuela
priísta y se van a defender… "Como gatos boca
arriba". Y si, cuando finalmente desapareció el gobierno
Luz y fuerza del centro, lo tuvo que hacer el PAN y el PRD les
estuvo tolerando desmán y medio a los del SME.
Llegando al consultorio me esperaba un
amigo, abogado de profesión. Le comenté mi
indignación por lo ocurrido. Y él me dijo que, en
realidad, tenía una ventaja y una desventaja. Que de
alguna manera era tranquilizador que en México "todo" se
pudiera arreglar con dinero. Que las instituciones de Estado en
nuestro país, eran "para hacer negocios". Que lo viera
así. Luego me explicó algo que de alguna manera si
sabia: "Para cualquier trámite o proceso que tengo que
realizar, necesito llevar dinero porque son cincuenta para el MP,
diez o veinte para la secretaria del MP, diez para el de la
Oficialía de Partes, diez para el mensajero que notifica,
etc. Y en los Juzgados es más porque es más larga
la jerarquía y tiene que llegarle hasta al Juez,
dependiendo del caso". ¿Tendrá remedio?
La técnica de interpretación
psicoanalítica ha evolucionado desde la forma como Freud
la concibió inicialmente, (del alemán "Deutung" que
significa interpretación; y, como observara en 1915, se
interpreta con la finalidad de llegar a la "Bedeutung" o
significación), lo mismo que ha evolucionado la
teoría en general, merced a los varios "desarrollos"
sistemáticos. Laplanche y Pontalis (1968), definen la
interpretación en su "Diccionario de
Psicoanálisis", como "… la puesta en evidencia del
sentido latente de un material". En efecto, todo el modelo
teórico psicoanalítico, se observa actualmente muy
enriquecido por una gran cantidad de nuevos aportes. En la
premisa final: "Lo que ello era, yo deberá devenir",
más que con la precedente: "Hacer consciente lo
inconsciente", influida por la primera tópica, Freud se
ocupó, además, de aplicar los hallazgos de la
segunda tópica, de proponer medidas inspiradas por la
preocupación de que los analistas nóveles, pudieran
cometer errores. Desde ahí se puede entender la
rígida y fría, "abstinencia y neutralidad" que
exige la "ortodoxia" de la Psicología
Psicoanalítica del Yo y que aconseja que las
interpretaciones "deben" ser breves, concisas y completas: tocar
la resistencia y la defensa en relación con la
transferencia y develar el contenido profundo inconsciente y no
"reflejar" sino lo que el paciente refiere.
Hoy día, como no sea en
"análisis didácticos", lo típico son las
formas de interpretación que lo "vincular"
característico de los enfoques objetales han promovido.
Esta forma de interpretación está,
prácticamente, cimentada en las tempranas y muy criticadas
propuestas de Sandor Ferenczi (1921-1924-1926), y, actualmente
también se observan influidas por la "Psicología
psicoanalítica del Self" (Kohut, 1984) La
intención: proponerse ante el paciente como un "objeto
suficientemente bueno" y "empático" para el vínculo
transferencial, con la intención de proveerle de una
"experiencia emocional correctiva". La "actitud empática"
(Kohut, 1971-1977) debe regular el contenido y la forma de
interpretar.
Los equipamientos
temperamental-instintivos, y las experiencias tempranas tanto del
sujeto como del objeto en relación, es lo que, a mi
entender, hoy se propone como los espacios "intrasubjetivo",
"intersubjetivo" y transubjetivo" (Laks Eizirik, 2002), la mayor
parte de los cuales, es inconsciente. Pero no veo como
podríamos deslindar entre lo que pudiera corresponder al
"inconsciente originario", al "inconsciente reprimido", al
"inconsciente no-reprimido" o al "inconsciente colectivo". En tal
caso, quizás lo importante, por lo menos
clínicamente, sería percatarnos que lo
traumático y los traumatismos en general, -por no
simbolizados, por constituir modelos patológicos de
relación o por ser vivencias de contenidos no
representados, o mejor dicho, si representados pero
distorsionados- se ubican justamente en el espacio intrasubjetivo
e influyen al ínter y al transubjetivo. Quedan registrados
en el tipo de "memoria no declarativa" (Bleichmar, 2001;
Díaz Benjumea, 2002), pero a través del
análisis contemporáneo, puede, como observan los
Botella (2001) hacerse algo como para que, al menos se
figurabilicen ciertos contenidos y se estimule que puedan llegar
a ser "declarativos" y con ello curativos.
Santiago Ramírez decía que la
situación analítica implicaba un vínculo.
Que había que establecer un diálogo con el
paciente, entrar en confianza y platicar. Relacionarse con
él. (Testimonio verbal del Dr. Javier Romero. Facultad de
Psicología, UIC. México, 1988) La
interpretación, entonces y en esos términos, es el
resultado del intercambio en diálogo.
Evidentemente que no es "una charla de
café". El paciente está ahí porque le
aquejan dificultades y éstas le provocan sufrimiento. Y el
analista es un profesional. Cuenta con una formación
completa, larga y difícil. Su participación en el
diálogo no es meramente espontánea e informal.
Escucha, piensa, siente, recuerda, pregunta, asocia, pondera;
propone posibles significados a nivel de hipótesis, y, por
último, interpreta; con base en el conocimiento de las
teorías con las cuales comulga y contemplando una amplia
gama de "desarrollos" con los que cuenta el Psicoanálisis
actual. Pero también, y resulta no menos importante, con
base en la relación que ha establecido con su paciente.
Éste ha compartido con él su historia. Y sabemos
que ocurre dentro de una dinámica de intercambios.
También el analista siente y recuerda. Es una
dinámica amplia y compleja, tanto en contenidos como en
emociones. La habilidad para construir un ámbito en el
cual pueda fluir, lo más libre y espontáneamente
posible la comunicación y las emociones entre un analista
y su paciente, es lo que podríamos denominar
"empatía" (Kohut, 1971-1977) Y siendo un "método de
investigación" (Testimonio verbal del Dr. Antonio
Santamaría. Facultad de Psicología, UIC.
México. 1989), no puede sino ser el resultado del
entrenamiento y la práctica clínica. Es decir, de
la experiencia.
En "La estructura de la magia" Richard
Bandler y John Grinder (1975), antes de verse tan brutalmente
absorbidos por la ideología mercantilista norteamericana,
sugerían preguntar cuantas veces fuera necesario y luego
recapitular lo hablado con el paciente, hasta entender y
corroborar cuál era su problemática. En el proceso,
el mismo paciente se aclaraba en mucho, a fuerza de escucharse a
sí mismo. Y, por otro lado, permitía al
clínico comprender y ratificar que, en efecto, estaba
entendiendo lo mismo que el paciente quería comunicarle.
La "receta" es válida, aunque puede resultar aburrida o
molesta para algunos pacientes, pues es una estrategia que se
basa en la repetitividad. Y precisamente, en base a la
repetitividad, no de lo que le pide uno al paciente que repita,
sino de las conductas y reacciones, y sus consecuencias, pues
bueno, lo que se ataca es justamente la "compulsión a la
repetición" ("Wiederholungszwang" y
"Schickslszwang" o compulsión de
destino. Freud, 1897-1920-1938)
El trabajo vinculándose y el
conocimiento teórico, facultan al analista no sólo
para comprender e interpretar, sino para utilizar sus propias
emociones en la tarea. Por eso es que un adecuado análisis
didáctico resulta fundamental para no contaminar los
procesos.
El enfoque vincular de las teorías
de las relaciones objetales, orilla al analista para que, a
manera de los entrenamientos antiguos a que eran sometidos los
samurais, y que se les sugería "olvidar"
estratégicamente sus conocimientos técnicos, en
aras del desarrollo del "hábito" para las respuestas
automáticas, el analista también "olvida" en la
clínica la teoría y la técnica, para poder
establecer una relación auténtica y empática
con su paciente. De hecho, se dice desde esta forma de abordar la
clínica, que el paciente se "cura por el vínculo".
Es evidente que hay algo más en esta perspectiva, e
incluso, en la forma de decirlo, que en el original "Hacer
consciente lo inconsciente" (Freud, 1894) de la primera
tópica o la posterior basada en la segunda: "Lo que ello
era yo deberá devenir" (Freud, 1923) En ambas, pero
principalmente en la segunda, se sobrevalora el aspecto
intelectual por encima del vivencial. Y esto es consecuencia
lógica del tiempo en que surge el Psicoanálisis:
las Ciencias Naturales y el Método Experimental estaban
causando revuelo. La ideología positivista
entronizó el "Método Científico": y
éste aconsejaba deslindar todo tipo de emociones del
trabajo intelectual.
Probablemente a eso se deba que la
técnica clásica tenga muchas limitaciones para
abordar clínicamente los "estados psicóticos" y, en
general, el trastorno severo o la regresión
psicosomática. Estos son trastornos cuya etiología
se remonta a períodos de la vida en los cuales el
bebé no accedía aún a la palabra o a los
cuales regresa por la misma enfermedad. En esos momentos tan
tempranos y/ o primitivos lo principal al servicio de la
supervivencia sucede dentro del ámbito afectivo-intuitivo.
De ahí que entre 1921 y 1924 con su propuesta de "La
terapia activa", Ferenczi hubiera propuesto que los pacientes
podrían resolver más rápido sus conflictos
al develar los traumatismos que los sustentaban mediante la
facilitación de una especie de "transferencia
materna".
Los procesos cognoscitivos son de un
desarrollo más lento que los afectivos. Que un paciente
pueda acceder a comprender por qué tiende a ciertas
dificultades y a develar qué puede haber en el fondo de
algunas de sus reacciones irracionales, es muy importante. Con la
forma clásica de interpretar se estimula, en efecto, la
consciencia de responsabilidad y se "ajustan" las simbolizaciones
incompletas o distorsionadas. Significa que no se puede
prescindir de ella. Pero cuando los, ya no conflictos sino
traumas, se remontan a épocas anteriores a las del
desarrollo de la capacidad de simbolización: desde la
experiencia del parto y durante todo el primer año de vida
principalmente, pero que se prolonga hasta que se consolidan el
lenguaje y el proceso mahleriano de
"separación-individuación" (Mahler, 1968-1972),
resulta limitada la interpretación que "apuesta" al
intelecto.
En el origen de la capacidad consciente de
pensar, el proceso de pensamiento, debió haber sido el
resultado de la consolidación del nivel de
organización emocional y coordinación
sensoriomotriz. La actividad representacional previa habrá
sido del tipo de "representaciones primarias" de Leslie (1987) o
de "modelo único" de Perner (1988) La intuición,
como lo plantea Piaget para el período de entre los 2 y
los 7 años del niño, en realidad está
presente desde que ocurre la forma de representación del
tipo "modelo único", desde el nacimiento, y se traslapa
con la forma de "representación de modelos
múltiples", sólo que su eficiencia mayor parece
alcanzarse cuando se optimiza la forma intuitiva de inteligencia:
alrededor de los 3 años, cuando el paso inmediato
siguiente es conquistar la capacidad "metarrepresentacional". En
ese sentido, el nivel "prelógico" de actividad mental,
parece mucho más temprano que como lo plantea Piaget.
Probablemente, empieza antes de alcanzar una eficiencia
muscular-corporal, inmediatamente posterior al inicio de la
"conquista" del medio circundante, merced a la eficiencia motriz
que también se traslapa con la veloz aceleración de
los procesos del pensamiento. El desarrollo del lenguaje y el
cambio de la comunicación cuasi-telepática
madre-hijo hacia la forma de comunicación verbal,
consolida la capacidad de "diálogo interior". Y el
pensamiento evoluciona. Sin duda asociado con las acciones y la
posibilidad para el niño, de hacer cosas por él y
para sí mismo en la recuperación de equilibrios,
sin depender totalmente de los grandes: la madre y el
padre.
El analista tiene que comprometerse, de
hecho, profundamente en el proceso cuando su paciente no puede
evolucionar, y con más razón cuando éste no
cuenta con elementos experiencial-cognitivos contiguos a una
experiencia traumática, de manera que una
interpretación clásica le permitiera simbolizarla.
Winocur (1999) observa que esta limitación obedece al
hecho de que el trauma es producto o resultado de "experiencias
irrepresentadas". Cesar y Sara Botella (2001) proponen mejor
denominarlas "hoyos en el continuo de las representaciones" y
ésta forma de decirlo, es más apropiada y completa.
Porque de acuerdo con lo previsto por Freud en el "Proyecto"
(1895); las teorías cognitivas de la representación
(Leslie, 1987); (Perner, 1988) y de la memoria (Ruiz Vargas,
1994), así como los trabajos de integración con el
Psicoanálisis contemporáneo (Bleichmar,
1997-1999-2000-2001-2002-2003), el ser humano empieza a
"registrar" en forma de "representaciones", información y
experiencias sentidas ("sentimientos del self"), desde el momento
mismo del nacimiento.
Según los Botella, el analista debe
"permitirse hacer una regresión formal" para imaginar lo
que pudiera figurabilizar "algo", aquello que resultó
traumático y, entonces, "brincó" dejando "un hoyo"
en el "continuo de las representaciones". Lo que se imagine el
analista como susceptible de "rellenar" dicho "hoyo",
deberá proponerlo a su paciente como una hipótesis
tentativa, no de interpretación, sino como un elemento
potencial de continuidad. La posibilidad de acercamiento en lo
que hubiera propuesto, estimulará para que el paciente
complemente, de manera que entre ambos, puedan desarrollar una
especie de "guión representacional" coherente con el
concepto de "Construcciones en el análisis" (Freud,
1909-1937) pero al margen de la ortodoxia que aconseja la
"neutralidad" y la "abstinencia".
La simbolización es un producto del
desarrollo de la capacidad de representación, la cual,
pasando al menos por dos niveles previos, cristaliza en capacidad
para la metarrepresentación. Y sólo después
de establecida ésta, se puede acceder a la
simbolización. Si otorgamos crédito a Perner
(1988), esto ocurre alrededor del cuarto año, cuando el
niño es capaz de percatarse de que piensa y que pensar es
algo intrasubjetivo, "reversible" y muy diferente que "actuar" o
"hacer". Es algo que, por íntimo, no acarrea consecuencias
directas. Algo que puede hacer, sin "meterse" en conflicto con
los demás. Y lo sorprendentemente agradable es que
coincide con la observación que hiciera Freud, (1923) en
términos de que el Superyó es "El heredero del
complejo de Edipo", porque esa es una forma simbólica de
decirlo que da tiempo al niño para la renuncia del deseo
incestuoso y de la fantasía de actuación del
impulso.
Un símbolo es una estructura en la
cual un importante montante de emoción es reprimido a un
"bajo costo" energético, merced al papel que
desempeña el pensamiento lógico y procesos como la
figurabilidad, la condensación, el desplazamiento y la
proyección, entre otros. Es decir, sin detrimento o con un
mínimo detrimento de la energía necesaria para las
funciones mentales que demanda la vida
psíquica.
El ser humano cuenta con una gran cantidad
de símbolos, la mayoría de los cuales operan desde
el inconsciente o del preconsciente, a fuerza de ser "bagaje de
la humanidad". Asimismo, inconscientemente, los puede utilizar en
infinidad de situaciones. Tanto la invención de refranes
como su empleo en el discurso, son formas en que, evidentemente,
se ha empleado ese recurso. Si es así, no hemos errado el
camino al espontáneamente haberlos empleado en la
clínica. Sobre todo los símbolos universales,
podrían ser ubicados como cercanos a la "Autonomía
relativa primaria" y, después utilizados desde las
funciones al servicio de la sublimación (Hartmann,
1939-1964), muy cercana a la creación
artística.
Lo que me ocupó en este trabajo, fue
demostrar que refranes y proverbios son formas de construcciones
que se encargan de simbolizar una serie de experiencias,
más o menos traumáticas, para no tener que,
simplemente reprimirlas, pues la inversión
energética en el símbolo es considerablemente menor
que la que requiere la represión como defensa. Dicho sea
de paso, en 1915, el mismo Sandor Ferenczi se sintió
atraído por un proverbio, el cual se contentó
sólo ubicándolo como de naturaleza
erótico-anal: un paciente de Transilvania le dijo que en
su país solía decírsele a alguien con mucha
suerte: "Tiene tanta suerte como el que hubiera comido mierda en
su infancia". Y en 1916 hace un breve análisis del
proverbio "El silencio es oro" a propósito de un paciente
"parco en palabras y muy inhibido en cuanto a sus asociaciones"
el cual, no obstante, un día llegó muy
comunicativo. Ferenczi le hizo ver ese hecho y el paciente le
contestó con el refrán. A grandes rasgos, Ferenczi
maneja esta observación como un recurso al servicio del
diagnóstico: el obsesivo, finalmente, también
pretende "economizar" sus palabras. Pero como se pudo comprobar
que los refranes, además, permiten una descarga
sustitutiva, disminuyen la tensión interna producto de la
pulsión y procuran un "pequeño" placer de descarga.
Por lo demás, sin detrimento de la necesidad y pertinencia
del control que la realidad demanda contra la forma de reaccionar
impulsivamente. Porque el sujeto "verbaliza", y así ni
somatiza ni pasa al acto.
Desde la perspectiva técnica
kleiniana, la interpretación tiene como una de sus
premisas principales, y a partir de las primeras
representaciones, simbolizar lo no simbolizado. Porque la
experiencia que enferma, según este modelo teórico,
es diferente, más temprana y precaria que la expuesta en
el conflicto edípico freudiano. Las neurosis, en efecto,
giran al rededor del "complejo edípico no resuelto". Y
entre neuróticos, la capacidad para simbolizar está
preservada. Al neurótico la situación
triádica edípica se le convirtió en un
complejo por conflictos improcesables. Pero no trastocó su
capacidad para simbolizar. Sus traumatismos preverbales no son
tan severos.
A lo largo del trabajo se demuestra que, a
juzgar por los contenidos y significados simbolizados en los
refranes, se deduce que la gente "sabe" más de lo que
tiene consciencia de saber respecto de situaciones conflictivas
comunes. Algunos refranes, incluso, pudieron ser empleados para
fundamentar conceptos psicoanalíticos, perspectiva desde
la cual se pudo explicar a qué se refiere el pueblo cuando
aplica, a manera de "denuncia", ese tipo de construcciones. Poco
les falta para ser verdaderas interpretaciones analíticas
de una situación, un deseo, un rasgo, una reacción,
un impulso o una fantasía. Además, no fue
difícil observar que las energías en juego,
oscilaban entre las del tipo libidinal y las agresivas, en
ocasiones desentreveradas.
Igualmente se comprobó que los
refranes guardan una relación íntima con la forma
del chiste. Me siento facultado para aseverar que todo lo dicho
por Freud en "El chiste y su relación con el inconsciente"
(1905), es aplicable a los refranes, y algo más, porque
son de un nivel de construcción cuasi artística. Es
decir, más cercanos a la sublimación propiamente
tal.
El acercamiento, a manera de
"análisis aplicado", no obstante lo "desprestigiado" que
pudiera estar ese término, para interpretar situaciones
sociales, políticas y religiosas en relación con
las figuras protagónicas involucradas y complementando las
interpretaciones con las teorías psicoanalíticas,
también fue algo probado. Por ejemplo, permitió
deducir que hay una relación estrecha entre la
corrupción de autoridades e instituciones, la pobreza y la
injusticia social, para entender el fenómeno de la
delincuencia y de la violencia en general. Después de
todo, poco se puede esperar de la "Ley" porque los abogados "Son
personas que cobran por hacer la ley como acordeón", al
menos, eso se dice en "El periquillo sarniento". Es decir, los
abogados cobran por retorcer, encoger y estirar la
ley.
A propósito de la facilidad con que
se enferma el que busca el poder, los políticos nos evocan
un dicho que dice: "¡Válgame san Juan Bautista, /
también San Judas Tadeo!/ ¡No sé qué
tengo en la vista/ que puros cabritos veo!".
Que algunos pacientes incluyan por
sí mismos ciertos refranes, en función de la
cultura y gracias a las "asociaciones libres", demuestra lo dicho
por Freud (1900) respecto de los sueños, en
términos de que el contenido manifiesto es ya una
"interpretación" que el paciente hace inconscientemente de
ellos, durante y a través de lo que él llamó
la "elaboración secundaria" con el afán de
figurabilizar y darles una secuencia lógica y entendible a
los contenidos latentes representados pero no adecuada y/ o
necesariamente simbolizados. En otras palabras, los contenidos
manifiestos son simbolizaciones al servicio de la
metabolización de contenidos representacionales latentes.
Por tanto, la buena habilidad para develar los significados de
los símbolos, es fundamental para interpretar los
sueños. Por otro lado, también confirma lo
observado por los Botella (2001) pues en los sueños se
hace evidente la emergencia de contenidos que tienen que ver con
verdaderos "núcleos actuales" que siempre quedan en toda
estructura intrapsíquica "normal". A partir de
éstos, un traumatismo puede ser "absorbido" por el "campo
magnético" de un "hoyo" en el continuo de las
representaciones, acrecentando la posibilidad de que se
manifieste de manera "inentendible", en lo consciente, en forma
de reacción y/ o potenciando un proceso
psicosomático. Y un proceso como este, de "potencial"
manifestación consciente de un contenido inconsciente,
independientemente de que fuera "enfermo" o no, lo planteó
Jung con su concepto del "complejo", el cual como contenido en
una "red de vasos comunicantes", puede "crecer" al atraer
energía de contenidos "contiguos" o de paso y emerger
rumbo a la consciencia. Ya sea desde algún nivel de
profundidad del "inconsciente colectivo", pasando a "arrastrar"
otros contenidos del "inconsciente personal", o directamente
desde éste último. (Jung,
1926-1945-1958-1964)
Cuando la persona no puede simbolizar algo,
tampoco puede incluir en su discurso un refrán ad-hoc,
porque éste es una simbolización. El paciente de
Ferenczi, ese día "andaba generoso". Cuando Ferenczi
(1916) le relacionó el significado de su refrán con
el comportamiento intestinal, éste complementó
informando que generalmente padecía de
estreñimiento y que, curiosamente, ese día
había hecho una deposición abundante. Sin embargo,
puede haber simbolizaciones distorsionadas, "desviadas" o
"pervertidas", por la existencia de "patrones aprendidos", formas
de relación (espacios íntra e ínter
subjetivos) que al último fueron catalogados como
"normales".
En el WAIS se incluye, dentro de los tests
verbales, algún refrán como parte de la
medición de la inteligencia verbal. Tal vez sería
pertinente, también con fines diagnósticos,
investigar si la incapacidad para entender el significado de
algunos refranes, informa sobre una determinada patología
o si podría ser útil para predecir personalidades
pre-psicosomáticas, e incluso, el órgano de
inervación potencial.
Podría ser que parte de la
problemática actual de violencia intrafamiliar, y contra
la mujer en particular, pudiera pensarse mejor a través
del análisis de refranes que se refieren a la mujer y la
relación de pareja. La intención es que resulta
factible, asimismo, diseñar formas de intervención
como para que los "golpeadores" de mujeres y las mujeres
golpeadas, pudieran resignificar esos contenidos; pues parecen
asociados con una especie de "patrones" de formas de
relación impresas en sus sistemas representacionales, como
algo "normal". De no ser así no podrían haber sido
creados esos refranes. Quienes los inventaron, con cierta culpa
pero, parecen haber racionalizado que era lo "normal". Tan es
así que muchas mujeres terminaban peleando con alguien que
se metiera a defenderlas: "Usté no se meta, por algo es mi
marido". De hecho, también un viejo chiste se basaba en
ello: aquella mujer que reclama a su marido que ya no la quiere
porque ya no le pega.
Tanto para uno como para la otra, los
refranes denuncian que hubo un tiempo en que era vivido como algo
totalmente "normal". O peor aún, como si fuese una
manifestación de "amor". Asimismo, se requerirá que
la mujer también tome consciencia respecto de esos
patrones inscritos en sus espacios íntra e
íntersubjetivos. Habría que estimular en ambos,
mujeres y hombres, la reflexión en relación con
contenidos inconscientes que preservan esa forma de
relación. El hecho de que ocurran simbolizaciones
perversas, hace más probable que evolucionen en enfermedad
intrapsíquica y de las relaciones. Lo delicado de esto es
que, preservada la capacidad simbólica, también se
preserva la inteligencia, y esto torna más peligroso al
agresor. El problema pasa por un ámbito moral. Pero las
contradicciones en general son consecuencia de la natural "lucha
de contrarios" que ha hecho posible el desarrollo de la
inteligencia humana y la organización social. Y la moral,
función del superyó, es una de las funciones del
más alto nivel sublimatorio. Por eso es que ahí
precisamente se pueden encontrar las fallas más
frecuentes.
Groserías y palabras fuertes, por
razones obvias, no tuvieron remedio. Pero como en alguna
ocasión dijera Octavio Paz, si mal no recuerdo, "Las
groserías son las únicas palabras vivas en un
idioma de vocablos muertos".
Me quiero despedir con una frase de Alfred
Tennyson (1809/1892) que, en Psicoanálisis, nos evoca la
terminación de un proceso terapéutico:
"Cuando ya haya cruzado la
barrera,
Espero ver a mi Piloto cara a
cara".
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