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Modos de produccion



Partes: 1, 2

  1. Economía
    primitiva
  2. Modo de
    producción esclavista
  3. Modo de
    producción asiática
  4. Economía
    feudal
  5. Modo de
    producción capitalista
  6. Modo de
    producción socialista
  7. Desarrollo y
    subdesarrollo
  8. El crecimiento
    demográfico
  9. La
    industrialización de los países
    subdesarrollados

ECONOMÍA
PRIMITIVA

Por comunismo primitivo, comunidad primitiva, o modo de
producción primitivo, se entiende, en la teoría
marxista, una etapa del desarrollo de las formaciones
económico-sociales, caracterizadas por el bajo nivel de
desarrollo de las fuerzas productivas, la propiedad colectiva de
los medios de producción (la tierra y las herramientas
rudimentarias) y la distribución igualitaria de los
productos. Es el primero de los modos de producción que
Marx definió como estados de la evolución de la
historia económica.

En el comunismo primitivo los seres humanos estaban
organizados en grupos, dedicados a la caza, pesca y
recolección. La actividad productiva humana se basaba en
la cooperación simple. Para Marx, este tipo de
asociación cooperativa era una necesidad inexorable debido
al desamparo en que se encontraba el individuo aislado en la
naturaleza. Como consecuencia de su modo de vida, el humano
primitivo no concebía la posibilidad de la propiedad
privada de la tierra y de los demás medios de
producción; pero lo que sí concebía era lo
que Marx describió en sus Manuscritos
Económico-filosóficos de 1844
como "propiedad
privada general" que en el ejemplo de la comunidad de
mujeres
era una especie de propiedad sexual de la comunidad
hacia el cuerpo de la mujer, con el capitalismo esta se
transforma en la "propiedad privada exclusiva" que en este caso
se denominó "matrimonio". Tan sólo algunos
instrumentos y bienes les pertenecían en propiedad
personal.

En el comunismo primitivo la producción estaba
directamente definida por las necesidades colectivas, y entre el
acto sustancial de la creación y lo creado no había
ninguna mediación social y, por tanto, ninguna ruptura
epistemológica.

Esta forma de vida corresponde al periodo que los
prehistoriadores han denominado Paleolítico, y no fue sino
con el desarrollo de la agricultura y la ganadería,
realizado durante el Neolítico que permitió una
primera especialización y división social del
trabajo, como describe el historiador Vere Gordon Childe con sus
conceptos de Revolución neolítica (en la que las
aldeas campesinas aún conservaban buena parte del
igualitarismo social) y la posterior Revolución urbana
(cuando ya aparecen claramente las clases sociales y el poder
político y religioso).

El desarrollo primitivo de las fuerzas productivas no
creaba excedente alguno después de cubrir las necesidades
más perentorias, por lo tanto, era imposible la
acumulación de bienes. Como el desarrollo de las fuerzas
productivas era insuficiente para que el trabajo excedentario de
unas personas liberara a otras personas de la necesidad de
trabajar, también era imposible la
explotación.

Al ser una sociedad basada en el autoconsumo, todas sus
relaciones sociales eran comunitarias, y al no ser una sociedad
dividida en clases sociales no era necesario ninguna clase de
Estado para su regulación.

Este modo de producción fue sustituido,
dependiendo del lugar o la época, bien por el modo de
producción esclavista o bien por el modo de
producción feudal, ya fuera por desarrollo propio o como
resultado de la conquista.

· La división del trabajo se hacía
de acuerdo a la edad y al sexo, lo cual significa que los
niños y las mujeres realizaban trabajos que su estado
físico les permitiera.

· La teoría del matriarcado (hoy muy
puesta en cuestión y matizada por la antropología
moderna) consideraba que en este tipo de sociedad la autoridad
del grupo la representaban las mujeres. Lo mismo ocurría
con la práctica de la poliandria (múltiples
compañeros sexuales para cada mujer).

· Las herramientas de trabajo eran
muy rudimentarias, pues estaban hechas de piedra, madera o
hueso

MODO DE
PRODUCCIÓN ESCLAVISTA

El modo de producción esclavista es uno de los
modos de producción que Marx definió como estadios
de la evolución de la historia económica definidos
por un determinado nivel de desarrollo de las fuerzas productivas
y una forma particular de relaciones de
producción.

El modo de producción esclavista es propio de un
nivel de desarrollo de las fuerzas productivas netamente
preindustrial. El capital es escaso, no habiendo incentivos para
la inversión aunque se amasen inmensas fortunas (se
acumulan objetos de lujo, propiedades inmuebles y esclavos, no
interesando los bienes de producción como maquinaria); las
técnicas son muy rudimentarias y tradicionales, no
habiendo incentivo para mejora aunque pueda haber un espectacular
desarrollo intelectual precientífico (la filosofía
clásica). Tierra y trabajo son las fuerzas productivas
fundamentales.

En el modo de producción esclavista, la fuerza de
trabajo está sometida a esclavitud, es decir: no es
propiedad de los trabajadores que por tanto no tienen que ser
retribuidos (los proletariados del modo de producción
capitalista poseen al menos su fuerza de trabajo y han de ser
retribuidos con el salario). La reproducción de la fuerza
de trabajo queda así como responsabilidad del propietario
del esclavo, que por su propio interés alimenta e incluso
incentiva a la reproducción biológica de sus
esclavos (a diferencia de los esclavos, los proletarios han de
encargarse de ello por sí mismos con la retribución
salarial que reciben por su trabajo). En el modo de
producción esclavista, las relaciones sociales
están basadas en la propiedad y el derecho, que convierten
a unas personas en libres y otras en esclavas (en el modo de
producción feudal, la propiedad y el derecho, más
bien derechos y privilegios en plural, son términos
confusos que señores y siervos comparten). El
interés en la mejora de la producción corresponde
únicamente al propietario, pues el esclavo no se beneficia
ni se perjudica directamente por una mejor o peor cosecha (en el
modo de producción feudal ese interés corresponde
al siervo y en el capitalista al empresario
capitalista).

Si eso parece estar en contradicción con la
existencia de esclavos hasta el siglo XIX en los Estados del sur
de los EE. UU., por poner un ejemplo muy conocido, se debe dejar
claro, por un lado, que no hay que confundir modo de
producción esclavista con esclavitud, que es tan antigua
como la historia y continuó existiendo en todo el mundo
después de que el esclavismo fuera el modo de
producción dominante, sobreviviendo hasta que el
movimiento abolicionista la consideró una situación
socialmente inaceptable. Aún hoy en día reaparece
en algunos lugares de África. Por otro lado, hay que dejar
claro que distintos modos de producción pueden (de hecho,
suelen) coexistir al mismo tiempo combinándose en una
formación económico social concreta.

El modo de producción esclavista fue el
componente esencial de la formación económico
social de la civilización grecorromana y lo que le
proporcionó la base tanto de su éxito como de su
crisis. La historiografía materialista insiste en la
originalidad de ese hecho y su trascendencia (Perry
Anderson).

La esclavitud ya había existido en formas
diferentes en las civilizaciones del antiguo Oriente, pero
siempre había sido una condición
jurídicamente impura, que con frecuencia tomaba la forma
de servidumbre por deudas o de trabajo forzado, entre otros tipos
mixtos de servidumbre, y formando sólo una
categoría muy reducida en un continuo de dependencia y
falta de libertad que llegaba hasta muy arriba en la escala
social. La esclavitud nunca fue el tipo predominante de
extracción de excedente, sino un fenómeno que
existía al margen de la principal mano de obra rural. Los
imperios fluviales (Mesopotamia, Egipto), basados en una
agricultura intensiva y de regadío que contrasta con el
cultivo de secano de la civilización mediterránea
grecorromana, no fueron economías esclavistas, y sus
sistemas legales carecían de una concepción
estrictamente definida de la propiedad de bienes
muebles.

Las grandes épocas clásicas: Grecia en los
siglos V y IV a. C. y Roma desde el II a. C. hasta el II d. C.
fueron aquellas en las que la esclavitud fue masiva
y general entre los otros sistemas de trabajo. La decadencia de
la esclavitud, en el Helenismo o en la Roma de la crisis del
siglo III, significó la decadencia de ambas culturas
urbanas. El predominio de la ciudad sobre el campo se invierte
cuando el modo de producción esclavista es sustituido por
el modo de producción feudal.

Grecia : Las polis griegas fueron las primeras en hacer
de la esclavitud algo absoluto en su forma y sobre todo dominante
en su extensión, convirtiéndola un
sistemático modo de producción. Eso no quiere decir
que el mundo griego clásico se basara de forma exclusiva
en la utilización del trabajo de esclavos: los campesinos
libres, arrendatarios y artesanos urbanos siempre coexistieron
con los esclavos; pero el modo de producción dominante,
que rigió la articulación de cada economía
local y definió la civilización griega fue el
esclavista.

Las estimaciones numéricas son poco fiables y
varían enormemente. En la Atenas de Pericles la
proporción esclavos/ciudadanos libres era quizá de
3 a 2. En otras polis (Quíos, Egina, Corinto)
probablemente más. Aristóteles daba por supuesto la
necesidad de esclavos en abundancia y Jenofonte proponía
como proporción ideal 3 a 1. Lo verdaderamente importante
es que por primera vez los esclavos fueron utilizados de forma
habitual en la artesanía, la industria y la agricultura en
escala superior a la utilización doméstica, propia
de una concepción menos utilitaria y más de
ostentación.

Al tiempo que la esclavitud se hacía general, la
naturaleza de la esclavitud se hacía absoluta: ya no
consistía en una forma relativa de servidumbre entre otras
muchas, a lo largo de un continuo gradual, sino en una
condición extrema de pérdida completa de libertad,
que se yuxtaponía a una libertad nueva y sin trabas. La
libertad y la esclavitud helénicas eran indivisibles: cada
una de ellas era la condición estructural de la otra,
en un sistema diádico que no tuvo precedente
ni equivalente en las jerarquías sociales de los imperios
del Oriente Próximo, que no conocieron ni la
noción de ciudadanía libre ni la de
propiedad.

Roma : Las guerras interiores y exteriores a partir de
finales del siglo III a. C. (Guerras Púnicas, guerra
social y guerra civil) pusieron bajo el control de la
oligarquía senatorial grandes territorios, de forma
especial en el sur de Italia. Al mismo tiempo acentuaron
dramáticamente la decadencia del campesinado romano, que
en otros tiempos había constituido la sólida base
de pequeños propietarios de la pirámide social de
la ciudad. La movilización sin fin agotó a los
assidui, llamados año tras año a la
legión. Los que no morían eran incapaces de
conservar sus tierras, absorbidas por la nobleza ecuestre y
senatorial. Del año 200 al 167 a. C., el 10% o más
de todos los hombres libres y adultos de Roma estuvieron
alistados permanentemente en el ejército. Este gigantesco
esfuerzo militar sólo era posible porque la
economía civil en la que se apoyaba podía funcionar
hasta ese punto gracias al trabajo de los esclavos, que liberaba
las correspondientes reservas de mano de obra para los
ejércitos de la República. A su vez las guerras
victoriosas proporcionaban más cautivos-esclavos para
enviar a las ciudades y las fincas de Italia.

El resultado final fue la aparición de unas
propiedades agrarias, los latifundios cultivadas por esclavos, de
un tamaño hasta entonces desconocido. Los mayores
podían alanzar más de 80.000 hectáras.
Incluso siendo dispersos, sus fincas individualizadas
solían superar los 500 iugera (120
hectáreas) y no eran raros tamaños diez veces
superiores. Aumentó la combinación del cultivo de
vid y olivo con el de los cereales, y la superficie dedicada a la
ganadería. La comercialización estaba asegurada por
las vías terrestres (calzada romana) y las rutas
marítimas de un Mediterráneo pacificado que
llevaban la producción a las ciudades, la mayor la propia
Roma. A larga distancia las grandes metrópolis de Oriente
proporcionaban un comercio de lujo.

A finales de la República quizá el 90% de
los artesanos de Roma eran de origen esclavo. Se calcula que en
el 225 a.c. habría en Italia 4.400.000
personas libres frente a 600.000 esclavos. En el año 43
a.C. la población libre no habría
crecido, mientras que los esclavos serían 3.000.000 (cinco
veces más que en la fecha anterior).

La pax romana de Augusto y el Imperio no
podía significar el fin del expansionismo militar, pues si
se acababa el mecanismo antes descrito (conquistas que
proporcionen esclavos, que sustituyan a campesinos libres para
que puedan convertirse en ciudadanos con obligaciones militares
que vayan a conquistar más esclavos) el sistema entero
caería. El siglo II, en que los emperadores de la
dinastía Antonina combaten eficazmente en una frontera
cada vez mejor definida, ve la última conquista de una
provincia: la Dacia en tiempo de Trajano. La crisis del siglo
III, con su correlato de invasiones, anarquía militar y
crisis ideológica que conlleva la expansión y
posterior triunfo del cristianismo es en lo económico la
crisis del modo de producción esclavista. Los latifundios
empiezan a ser cultivados por colonos semilibres, y los esclavos
escasean. No se reproducen fácilmente, no se adquieren por
conquista (los bárbaros están pasando a ser la
fuerza principal del ejército romano), e incluso son
liberados, a veces por motivos piadosos, lo que no oculta el
interés que los propietarios tienen de convertirse en algo
parecido a lo que serán los señores feudales. Las
reformas de Diocleciano salvan el Imperio un siglo más,
pero empujan el sistema en un sentido definitivamente feudal (los
cargos públicos y oficios deben heredarse, la
presión fiscal hace opresiva la vida urbana). La ciudad
decae, al igual que la ciudadanía romana se extiende y
deja de ser atractiva (Caracalla la había concedido a
todos los hombres libres). Ciudadanía y libertad son
conceptos que se han devaluado definitivamente. Cuando ser libre
ya no signifique nada, nada significará ser esclavo. Son
otras relaciones de producción.

Existe un intenso debate entre historiadores respecto a
la cronología, las causas y las formas en que se produjo
la transición entre el modo de producción
esclavista y el modo de producción feudal, o
transición entre esclavismo y feudalismo. La
posición más clásica del materialismo
histórico, empezando por la del propio Karl Marx, es
situarlo en fechas tempranas, en la época de las
invasiones bárbaras del siglo V; la historiografía
materialista de mediados del siglo XX, como Perry Anderson,
realiza una inclusión más sofisticada en un proceso
de transición secular identificable con toda la
Antigüedad tardía en Europa Occidental (desde la
crisis del siglo III hasta el periodo post-carolingio -siglo IX-)
y por otro lado autores vinculados a la francesa Escuela de
Annales
como Georges Duby o Pierre Bonnassie, apoyados en
una ingente documentación, demuestran pervivencias
fundamentales del esclavismo en la Alta Edad Media, hasta el
siglo XI, en medio de la llamada revolución feudal.
Según este último autor el auge del esclavismo se
daría en el siglo VII.

MODO DE
PRODUCCIÓN ASIÁTICA

El despotismo hidráulico es un término
para un despotismo mantenido a través del control de un
recurso único y necesario. Fue creado por el
teórico alemán Karl A. Wittfogel en su obra
Despotismo oriental en 1957. En su forma original,
controlaba literalmente el agua. En el antiguo Egipto y en
Babilonia, y por extensión Wittfogel agregaba la
Unión Soviética y la República Popular
China, el gobierno controlaba los canales de irrigación.
Las personas leales reciben una abundante cantidad de agua para
sus cultivos, mientras que los menos leales reciben muy
poca o ninguna y, por lo tanto, sus cultivos mueren.

En la actualidad se discuten las posibles aplicaciones
del concepto, para las formas monopólicas y casi
monopólicas que caracterizan la circulación de
diversas mercancías bienes o servicios como el caso del
petróleo, las tecnologías, o la búsqueda de
una reedición de sistemas despóticos en casos como
la privatización del agua potable, la circulación
de la energía, la información, la educación,
la biotecnología, etc.

El concepto de despotismo oriental
ya había sido expuesto por Karl Marx en su cuaderno
Formaciones económicas precapitalistas (1858),
"resultado de 15 años de investigaciones", en el cual
establece las formas históricas diversas mediante las
cuales, la propiedad comunal original humana, en la cual no hay
propiedad privada de la tierra, pasó hasta la propiedad
privada del suelo y finalmente hasta la separación entre
el productor y la tierra, distinguiendo de la forma
antigua romana y de la germánica, una
forma asiática original. Para el autor la
comunidad misma representa la primera gran fuerza productiva. Las
condiciones objetivas impusieron la unidad de las comunidades
para empresas comunes como las canalizaciones de agua, las
vías de comunicación e intercambio o la guerra para
asegurar un territorio para la subsistencia. Esta unidad en la
medida que se perpetuó y se hizo indispensable,
apareció distinta y por encima de las muchas comunidades,
convirtiéndose como tal en el verdadero propietario de
todo. La unidad suprema terminó encarnada en el
déspota (Faraón, Emperador, Zar, Inca,
Rey, tlatoani), gran padre de numerosas comunidades, al que se
liga de una u otra manera a la divinidad. Entonces la unidad
suprema sistematiza la apropiación del plusproducto, que
toma la forma de tributo o de trabajos colectivos para el
déspota y la élite.

Este sistema llegó a su "perfección" y
expansión instaurado por centros soberanos tras
sucesivas guerras y conquistas, tanto en Asia, como en el antiguo
Egipto, México o Perú. John V. Murra (1955) estudio
la organización económica del estado Inca,
como un caso desarrollado y eficiente de despotismo comunal,
anotando no solamente la relación con las formas
asiáticas, sino con las economías y estructuras de
poder africanas ashanti, ruanda, dahomey o yoruba y aun con las
hawaianas. Destaca por ejemplo el descubrimiento del parecido
entre la dopkwe dahomeiana y la mita incaica
(aprovechada luego por los conquistadores
españoles).

Maurice Godelier (1966), Jean Chesneaux (1969) y Roger
Bartra, se han encargado de sistematizar los estudios de caso y
la teoría al respecto, dentro del concepto de modo de
producción asiático
, que para universalizar
algunos han llamado despotismo comunal. Hermes Tovar
(1974) a partir del estudio de la sociedad Muisca
desarrolló para determinadas formaciones sociales
indígenas americanas el concepto de modo de
producción precolombino
.

Sistematizadamente, este sistema económico,
contemporáneo del esclavismo europeo, consistía en
que un pueblo tenía que entregar un pago o tributo a su
soberano o a un pueblo conquistador, tributo que era
comúnmente bienes agrícolas, y en algunos casos
menos comunes, materiales de construcción.

El trabajo y la responsabilidad eran colectivos. El
laboreo se hacía en tierras comunales, ya que la comunidad
como un todo era la que entregaba el tributo.

La novela Dune de Frank Herbert establece un universo
centrado en un despotismo hidráulico: la especia
melange, esencial para, entre otras cosas, los viajes
espaciales. Se dice que "quien controla la especia controla el
universo".

En la película Desafío total, el aire en
Marte es controlado por una autoridad central, la cual
actúa como una déspota
hidráulica.

En la popular saga de videojuegos de rol de Squaresoft
"Final Fantasy", más concretamente en Final Fantasy 7, el
mundo es gobernado por una corporación que controla la
economía y destruye al planeta.

ECONOMÍA
FEUDAL

Las invasiones que sufre en Europa durante más de
cien años (normandos, musulmanes, eslavos) con la
caída del Imperio romano y el posterior debilitamiento del
Imperio carolingio frenarán la actividad económica
hasta las puertas del año 1000.

Es en este momento cuando se extienden modernas
técnicas agrícolas que, aún existiendo
anteriormente, habían quedado a escasos espacios
territoriales. Este proceso fue extraordinariamente lento, pero
se intensificó a partir del siglo XII con la mejora de las
comunicaciones y en los intercambios.

Entre los avances cabe destacar el aumento
en el uso de los molinos de agua como fuerza motriz para el trigo
y el aceite, que por una parte se extiende desde el norte de
Europa hacia la zona central, y por otra con las aportaciones de
los musulmanes en España desde el sur hasta Francia y de
las acequias para riego, extendiendo los cultivos y liberando
mano de obra que podía dedicarse a otras tareas más
productivas. Además, mejoran los métodos de
enganche de los animales, especialmente el caballo y el buey,
introduciendo la collera rígida y el yugo sobre los
cuernos. La cría del ganado de tiro aumenta de manera
notable y permitirá disponer de animales en abundancia.
También se cría el caballo de combate, que
cambiará las prácticas de la guerra en detrimento
de la infantería tradicional. Los instrumentos de uso
agrícola, como el arado o la azada, generalmente de
madera, son sustituidos por otros de hierro. Esto es
especialmente útil en el centro y norte de Europa, entre
el Loira y el Rin, donde la tierra turbosa y muy húmeda
era difícil de trabajar. Ahora el arado penetra
más, airea la tierra con mayor facilidad y permite la
obtención de cosechas en espacios antes baldíos.
Además, desde el norte de la actual Francia y el sur de
Alemania se extiende un sistema de barbecho distinto que
posibilita la rotación de suelos cada dos de tres
años mediante la quema de rastrojos, en vez de uno de cada
dos, y se abandona la práctica del cultivo itinerante. Al
mismo tiempo, las canalizaciones de agua facilitan el riego en
zonas como la Lombardía y en el sur de Europa garantizan
sacar adelante cosechas en terrenos de clima mediterráneo
seco.

El aumento de la producción como consecuencia de
las innovaciones supone una reducción de las prestaciones
personales de los siervos a sus Señores en cuanto a horas
de trabajo, sustituyéndose por el pago de una
cuantía económica o en especie. Se reducen las
tierras del Señor y se extienden los arrendamientos. Al
mismo tiempo los campesinos, disponiendo de más tiempo
para procurarse sus ingresos, incrementan sus rentas y ganan en
independencia. En algunos lugares, sólo son convocados a
trabajar para el Señor en los periodos de laboreo con gran
necesidad de mano de obra, como la siega. Todo ha sido
consumado.

El Señor pasa de obtener trabajo gratuito, a
recibir retribuciones en especie, que él muchas veces
elige, y oro o plata. Esto provoca una mayor
acuñación de moneda y el fluir del comercio.
Aparecen las primeras grandes fortunas y los Señores hacen
ostentación de sus bienes, muchos de ellos traídos
de Oriente (entre otras, a través de la "ruta de la
seda"). El Alto Clero comienza a disponer – a partir del
siglo XI – de recursos con los que edifica las iglesias,
catedrales y palacios episcopales.

Aumenta el número de tierras roturadas y comienza
el periodo de eliminación de los bosques europeos, drenaje
de las tierras empantanadas, extensión de los terrenos
arados lejos de las aldeas y la construcción dispersa de
casas campesinas. Aunque no sea rápidamente, el tiempo va
cambiando el paisaje y las costumbres. Las tierras de pastos en
las laderas más difíciles de arar y los terrenos de
labranza en el resto se hacen comunes en muchas zonas. Es el
tiempo en el que se extiende el cultivo de la vid, poco exigente
con las tierras que han sido ganadas al bosque. Las mejores zonas
atraen a una mayor masa de población y se producen
migraciones en todo el centro de Europa. El crecimiento
poblacional es notable a partir de 1050, llegándose a
duplicar la población de Inglaterra en 150 años y
triplicándose hacia el final de la Edad Media. En el siglo
XI las hambrunas han desaparecido. Este incremento se realiza a
costa de una mayor tasa de natalidad, si bien la de mortalidad se
mantendrá más estable.

El crecimiento de las tierras labradas es obra en su
mayor parte de los campesinos y no tanto de los Señores.
Conforme éstos se habitúan a recibir las
retribuciones en moneda o especie, van abandonando el deseo de
acrecentar los latifundios en beneficio de cederlos en arriendo.
El Señor controla muchas veces la venta de materiales y
aperos de labranza a sus campesinos, lo que le garantiza un
control importante sobre los siervos. Los campesinos
exigirán, y obtendrán muchas veces, la
fijación de una retribución no arbitraria al
Señor, que consistirá en una aportación fija
y otras variables en función de los resultados de las
cosechas del año.

A partir del siglo IX los excedentes facilitan el
comercio más allá de las fronteras del
señorío. Las actividades comerciales permiten que
surja una incipiente burguesía, los mercaderes, que en su
origen eran campesinos que aprovechaban los tiempos en los que no
era necesario el trabajo de la tierra para comerciar, y
para reproducirse ya que se sentian más
excitados y así uno y otro día sin descansar, y que
deberán realizar su trabajo pagando igualmente una parte
de sus beneficios en forma de tributos a los Señores. El
lujo al que aspiran los Señores con el incremento de las
rentas, favorece la aparición cada vez más
frecuente de artesanos. Las rutas de peregrinación son los
nuevos caminos por donde se abre el comercio. Roma,
Jerusalén o Santiago de Compostela son los destinos, pero
las comunidades situadas en sus vías de acceso florecen
ofreciendo hospedaje, comida y ropa. La venta directa al
consumidor permite a muchos campesinos aportaciones extras a sus
arcas. Se incrementan las tasas de tránsito, peaje y
mercados. Las ciudades, burgos, son al mismo tiempo
espacios de defensa y de comercio conforme avanza el tiempo y se
va gestando una nueva sociedad que despegará en los siglos
XIII y XIV.

MODO DE
PRODUCCIÓN CAPITALISTA

El modo de producción capitalista es uno de los
modos de producción que Marx definió como estadios
de la evolución de la historia económica definidos
por un determinado nivel de desarrollo de las fuerzas productivas
y una forma particular de relaciones de producción. Es el
siguiente al modo de producción feudal y, en la
predicción del futuro que implica las tesis marxistas, su
lógica interna le conducirá a su
desaparición y sustitución por un modo de
producción socialista.

Mientras que en la bibliografía no estrictamente
marxista el capitalismo suele definirse como un sistema
económico, para el materialismo histórico, el
capitalismo es un modo de producción.

Esta construcción intelectual es originaria del
pensamiento de Karl Marx (Manifiesto Comunista, 1848,
El Capital, 1867) y deriva de la síntesis y
crítica de tres elementos: la economía
clásica inglesa (Adam Smith, David Ricardo y Thomas
Malthus), la filosofía idealista alemana (fundamentan la
dialéctica hegeliana) y el movimiento obrero de la primera
mitad del siglo XIX (representado por autores que Marx calificaba
de socialistas utópicos).

La definición marxista del modo de
producción capitalista se centra en el establecimiento de
unas relaciones de producción basadas socialmente en la
existencia de proletarios que no poseen medios de
producción ya que pertenecen a los capitalistas, con los
que realizan un contrato de trabajo, mediante el cual venden su
fuerza de trabajo, que es la única propiedad que tienen, a
cambio de un salario, como única manera de conseguir los
medios necesarios para sus subsistencia. Es el capitalista el que
organiza la producción, que en su aspecto técnico
está determinada por un nivel de desarrollo
económico propio de la época industrial, en que el
capital ha adquirido el predominio sobre la tierra, que era la
fuerza productiva dominante en los modos de producción
anteriores (esclavismo y feudalismo). La clave de la
concepción marxista del capitalismo está en los
conceptos de alienación (el hecho de que el proceso y el
producto del trabajo devienen ajenos al trabajador); y de
plusvalía, o sea, el valor incorporado por el trabajador
asalariado al producto que excede en al valor que representa el
salario (teoría del valor-trabajo). En esa diferencia de
valor estriba para Marx el beneficio del capitalista, puesto que
es éste el que realiza el valor de lo producido mediante
la venta en el mercado, que genera un precio que ha de ser
superior al costo de producción si es que la actividad
económica ha sido exitosa.

La apariencia libre del contrato entre capitalista y
trabajador (que según la teoría liberal
habría de ser individual y sin interferencias de
negociación colectiva de sindicatos o legislación
protectora del Estado) apenas enmascara la presión a la
que está sometido éste por la existencia de un
ejército industrial de reserva, que es como Marx denomina
a los desempleados que están dispuestos a sustituirle. No
es original de Marx, sino de Ricardo y otros pensadores liberales
(Ferdinand Lassalle), la idea de que el funcionamiento libre del
mercado somete a los salarios a una ley de bronce que
impide que asciendan más allá del límite de
la subsistencia. Los proletarios deben de cuidar ellos mismos de
la reproducción de la fuerza de trabajo.

La crítica marxista al capitalismo sostiene que
este modo de producción contiene contradicciones
inherentes que provocan las crisis cíclicas. Karl Marx, en
su obra El Capital, fundamenta esta opinión
aduciendo que cada vez es más difícil para el
capitalista valorizar su capital. Las relaciones de competencia a
las que está sujeto el capitalista, obligan a éste
a implementar de manera constante y creciente nueva y mejor
maquinaria para incrementar la productividad del trabajo y, de
esta forma, vender sus mercancías a precio más bajo
que sus competidores directos. De este modo, disminuye el
componente "trabajo vivo" (la contratación de
trabajadores) dando lugar a lo que Marx denomina "ejercito
industrial de reserva" es decir, una considerable parte de la
clase obrera que queda a la espera de un trabajo. Esta espera
forzosa que impone el capitalismo a la clase obrera, hace que
este "ejercito industrial de reserva" se convierta, por un lado,
en una importante masa de pobres e indigentes, y, por otro lado,
en causa de la imposibilidad de que el salario ascienda
rápidamente (debido al excedente de oferta de fuerza de
trabajo).

MODO DE
PRODUCCIÓN SOCIALISTA

El socialismo es un régimen económico
– social basado en la propiedad social de los medios de
producción, y que se caracteriza por su decidida lucha por
dar satisfacción a las crecientes necesidades materiales y
culturales de toda la sociedad, y de cada uno de sus miembros,
sobre la base de desarrollar, de manera incesante y planificada,
la economía nacional, y de incrementar,
ininterrumpidamente, la producción del trabajo
social.

El socialismo tiene su fundamente filosófico en
los siguientes principios:

-CREENCIA EN EL PROGRESO

El hombre es esencialmente un "HOMO SOCIUS"
es decir un HOMBRE SOCIAL. El hombre esta en este planeta para
poder vivir en sociedad. No puede concebirse al ser humano en
forma aislada

Por tanto, la colectividad tiene prioridad
sobre el individuo, los intereses sociales tienen mayor
importancia que los personales.

La defensa de los auténticos intereses de la
colectividad

El socialismo se basa esencialmente en la PRODUCCION
SOCIAL de los medios de producción

Para el socialismo la propiedad privada de los medios de
producción es un robo

El desarrollo y el perfeccionamiento de la
producción social sirven para satisfacer, de manera cada
vez mas complot, las creciente necesidades
materiales y culturales de la sociedad

"Pienso que la tierra pertenece, para su
uso, una vasta familia de la cual muchos ya han muerto, unos
pocos viven, y son innumerables los que aun no han
nacido"

– Un miembro de una tribu indígena –

-MATERIALISMO

Para el socialismo, los valores materiales privan sobre
los valores espirituales.

En la vida social humana, el factor determinante en
última instancia es el económico

Es decir que las condiciones materiales de
existencia determinan el accionar, el pensamiento y ka conciencia
de los hombres.

-HUMANISMO

El socialismo es un humanismo que trata de crear una
serie de valores cuyo centro es el hombre

Existen leyes naturales y leyes
específicas de la vida social. La razón deber
imponerse sobre la naturaleza. Por tanto la justicia debe
imponerse sobre el egoísmo y el bienestar
individual.

Es un grave error considerar al hombre como un ente
natural, separado de la sociedad, olvidando su esencia social. Al
ser humano es necesario concebirlo dentro de las leyes objetivas
del desarrollo de la sociedad que son en realidad las que crean
la persona humana.

El socialismo, al desvalorizar la propiedad privada y no
aceptar la explotación del hombre para el hombre,
establece entre los individuos relaciones auténticamente
humanas, de tal manera que el hombre viene a ser EL AMIGO DEL
HOMBRE

Por tanto el socialismo persigue una
sociedad en la cual se debe eliminar toda desigualdad, y debe
quedar bien establecida la expresión de la justicia,
formulada en el principio que dice:

"De cada uno, según sus capacidades, a cada uno,
según sus necesidades"

-LIBERTAD CONCIENTE

Para el socialismo, la libertad es la necesidad de la
que se ha tomado conciencia.

Es decir que acepta como libertad, LA VOLUNTAD
determinada por las condiciones exteriores al
individuo

La necesidad existe en la naturaleza y en
la sociedad en forma de leyes objetivas, la necesidad objetiva es
lo primario, la voluntad y conciencia del hombre es secundario y
derivado.

La libertad humana está condicionada
por la dependencia en que los hombres se encuentran, no solo
respecto a la naturaleza, sino, además, respecto a las
fuerzas sociales que imperan sobre ellos

La libertad no consiste en una soñada
independencia de las leyes naturales y sociales, sino el
reconocimiento de esas mismas leyes, y en la posibilidad de
actuar según un plan y reconocimiento de las
mismas.

La libertad, por tato, de encuentra determinada….
aún más: PREDETERMINADA

EL ESTADO = EXPRESA LA VOLUNTAD DE TODA LA
SOCIEDAD

Para el socialismo, el estado debe velar por los
intereses de la sociedad. El trabajo no tiene valor

Para el socialismo, el trabajo tiene un valor tan grande
que no se le puede asignar ningún valor. Por tanto, para
el socialismo el trabajo es una acción gratuita y
voluntaria en bien de la sociedad sin poner condiciones sobre
remuneración

-LA ÉTICA ESTA DETERMINADA POR EL RÉGIMEN
ECONÓMICO SOCIAL

Las características de la economía
socialista son entre otras la aspiración hacia una
JUSTICIA SOCIAL, en lo referente a las relaciones sociales de
producción, la propiedad social de los medios de
producción, la prioridad del bien común sobre el
bien privado

El desarrollo de la economía
nacional se basa en la productividad del trabajo social, el cual
garantiza el progreso, entendido este como la satisfacción
de las necesidades materiales y culturales de toda la sociedad
Ciertamente, los miembros de la sociedad socialista,
además de necesidades individuales, tiene necesidades
sociales.

La satisfacción de estas necesidades sociales
exige obligatoriamente un plus producto.

Por tanto, el trabajo excedente, como trabajo por encima
de la medida de las necesidades inmediatas, tiene que existir
siempre, pero bajo el socialismo, el plus producto debe llegar a
las manos de todos los trabajadores de la sociedad socialista
estén interesados no solo en crear plus producto, sino
además en el incremento sin cesar

El plus producto, bajo la sociedad socialista, expresa
relaciones de colaboración amistosa y de ayuda
mutua entre los trabajadores de la sociedad
socialista

DESARROLLO Y
SUBDESARROLLO

El concepto de subdesarrollo, y sobre todo el de
país subdesarrollado, es un muy moderno. Aparece durante
la descolonización, en los años 50. Existe la
tendencia a enfocar el problema del subdesarrollo como un dato
estadístico y comparativo, entre los países ricos y
los pobres, por su renta per cápita o su producto interior
bruto. Sin embargo, no es lo mismo una sociedad no desarrollada
que una sociedad subdesarrollada. Aquella es una sociedad no
capitalista, sin los avances tecnológicos propios de la
sociedad occidental, pero perfectamente estructurada y que
responde a las necesidades de sus individuos y del medio. La
sociedad subdesarrollada tiene otros problemas, derivados de ser
una sociedad capitalista con un bajo de nivel tecnológico
y una renta mal repartida. Pero, además, es una comunidad
que no responde a las necesidades de sus individuos, que sufren
altos índices de paro, subempleo, delincuencia y
marginalidad, y que tampoco responde a las necesidades del medio,
ni está en sintonía con él.

El concepto de subdesarrollo se divulga durante los
años 60 gracias a los medios de comunicación de
masas, que lanzan como problema el hambre en el Tercer Mundo, las
guerras, las dictaduras, etc. Durante los años 60 el
subdesarrollo se entiende como una consecuencia del bajo consumo.
Por un lado está subdesarrollado, o es pobre, el que no
puede consumir; y por otro, la doctrina keynesiana vincula el
desarrollo y el crecimiento económico al consumo. Los
niveles de consumo de los países capitalistas
desarrollados son un estadio de civilización al que todo
el mundo está abocado.

La crisis económica de 1973 puso en duda que el
desarrollo económico por el consumo fuese ilimitado, ya
que los niveles de consumo tenían un límite. Se
hizo patente que las posibilidades de supervivencia del sistema
económico dependía de la buena distribución
de la renta.

Las desigualdades aparecen cuando existe gran diferencia
entre el número de consumidores y la capacidad del aparato
productivo. Esto se traduce, a escala local, en las diferentes
formas de posesión y uso de los recursos, y de los medios
de producción.

Los países subdesarrollados dependen industrial y
económicamente de los desarrollados. Son estos los
únicos capaces de acumular capital a costa de los recursos
ajenos. La inversión en un país subdesarrollado
tiene como objeto obtener unos beneficios, y por lo tanto detraer
capital de la zona. Los canales de comercialización
de los productos están en manos de los
países desarrollados. Es aquí donde mayores
capitales se acumulan, ya que tienen la función de poner
en el mercado los artículos.

Características de los países
subdesarrollados

Estas características son, frecuentemente,
explicaciones, y excusas, de porqué un país
está subdesarrollado.

En primer lugar, sus habitantes apenas disponen de lo
necesario. El concepto de lo necesario se amplía en la
sociedad capitalista de consumo de masas. Es la vieja
teoría que vincula el desarrollo y el consumo con el
crecimiento económico. Es un concepto relativo que se
amplía con el desarrollo económico.

Otra característica es la subproducción de
tipo capitalista. Los recursos no están aprovechados.
Según esto, sólo es posible producir en
fábricas al modo capitalista, consumiendo los recursos de
manera predadora. Pero el concepto de recurso es algo que cambia
con la tecnología, y las posibilidades que tiene una
sociedad para utilizarlo.

Otra, es su alto crecimiento demográfico, debido
a causas endógenas. Existe la creencia de que las altas
tasas de incremento de la población impide el desarrollo
económico. Esto, que puede ser cierto a escala familiar o
en el corto plazo, no lo es a escala nacional, ya que una masa de
población grande garantiza una mano de obra abundante y
barata, que, además, es consumidora. Si la
población es mayoritariamente dependiente, o está
en el paro, se debe a los bajos niveles de inversión, y no
a los altos índices de población.

Otra, es la dependencia económica del mundo
desarrollado, en un nuevo tipo de colonialismo, neocolonialismo,
según el cual la inversión industrial y los canales
de comercialización del producto están en manos de
los países ricos, frecuentemente las antiguas
metrópolis. La reducida inversión implica unos
bajos índices de industrialización, que
además depende del exterior, y que, en última
instancia, se lleva los beneficios del capital y las horas
trabajadas.

Partes: 1, 2

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