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¿Qué tipo de alabanza demanda Dios?



  1. Engrandecer el reino de los
    cielos
  2. La
    Anatomía de los Profetas
    Falsos

Desde tiempos remotos hasta nuestros
días, el hombre ha disfrutado de una "invención"
meramente divina, esto es, la música.

La Biblia menciona en Ezequiel 28:13: "…los
primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para
ti en el día de tu creación".

Este pasaje se refiere a la creación de Luzbel
(el diablo), y debo mencionar que, contrario a lo que alguna
gente cree respecto a que la música e instrumentos
musicales celestes se crearon exclusivamente para la
creación de Luzbel, debo decir que es incorrecto.  La
Palabra de Dios menciona que fueron "preparados", y no "creados"
estos instrumentos para dicha ocasión.

Con esto digo que mucho antes de la creación de
Luzbel la música ya existía en el cielo.

Después de haber dejado en claro lo anterior,
veamos lo siguiente.

Cuando Luzbel se rebeló contra Dios y fue lanzado
al abismo, recibió el nombre de Satanás
(engañador), y desde ese entonces se ha dedicado
precisamente a engañar al mundo entero.

Una de las mejores armas de Satanás es la
música.  Él sabe el poder que existe en el
llamado "lenguaje universal", que por ser precisamente un
lenguaje, puede expresar el mensaje que él quiera con un
alcance inimaginable.

Satanás ha usado siempre esta "herramienta" para
estorbarle al hombre en su encuentro con Dios, ya sea a
través de fiestas, celebraciones, o en propios salones de
baile (o en "antros", como se les llama ahora), a través
de movimientos sensuales que combinados con la música
pueden producir placer y deseo sexual.

También a través de la música,
Satanás envía mensajes de odio, rebeldía,
desamor, tristeza, sexo, inmoralidades de todo tipo, y por si
fuera poco, mensajes de suicidio y muerte.

A Satanás no le interesa el tipo o género
musical, sino el que su mensaje destructivo sea escuchado en cada
rincón del planeta y así controlar la vida de cada
ser humano.

Ahora bien, veamos la otra parte, ya que no todo es
negativo.

El libro de los Salmos nos habla de cantos dedicados a
Dios; ya sea de adoración, de agradecimiento, de clamor en
medio de angustia, de arrepentimiento, e incluso, salmos
proféticos sobre el Mesías.

Sus autores tales como el rey David, Salomón,
Moisés, los hijos de Asaf, y otros más, expresaban
a través de estos cantos las maravillas y misericordias
del Dios Altísimo, y lo hacían a través de
la música e incluso con la danza.

El salmo 150 menciona:

"Alabad a Dios en su santuario;

Alabadle en la magnificencia de su
firmamento.

Alabadle por sus proezas;

Alabadle conforme a la muchedumbre de su
grandeza.

Alabadle a son de bocina;

Alabadle con salterio y arpa.

Alabadle con pandero y danza;

Alabadle con cuerdas y flautas.

Alabadle con címbalos resonantes;

Alabadle con címbalos de
júbilo.

Todo lo que respira alabe a Jehová".

Como podemos ver, este salmo habla de alabar a Dios con
todo tipo de instrumento musical, lo que nos lleva a pensar que
es correcto alabar a Dios con todo género
musical.

Hasta aquí lo único que hemos visto es que
tanto el diablo como el hombre pueden usar la música
así como los distintos géneros musicales que
resulten.   Ambos lo usan, pero con propósitos
diferentes: el diablo para destrucción, y el hombre, debe
usarlo para adorar a Dios.

Existe una corriente evangélica que dice que "no
debe alabarse a Dios con música, ya que el nuevo
testamento no hace mención ni de la música ni de
instrumentos musicales, que eso es mas bien en el antiguo
testamento".

Lo curioso de esto es que en el nuevo testamento Pablo
dice: "hablando entre vosotros con salmos, con himnos y
cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor
en vuestros corazones". (Efe. 5:19); y algo similar en colosenses
3:16 que menciona: "…cantando con gracia en vuestros
corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos
espirituales".

Pablo nos dice que las alabanzas que cantemos sean de
corazón y con propósitos espirituales, y que no
cantemos solo por cantar, pero en ningún momento
prohíbe el uso de la música en la
alabanza.

Jesús mencionó: "Dios es Espíritu;
y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario
que adoren".  (Jn. 4:24)

De este pasaje podemos aprender que Dios lo que demanda
es que le adoremos "en espíritu y en verdad"; sea que
cantemos con música o sin ella, la actitud hacia Dios debe
ser la misma.

La alabanza tiene tres principios
fundamentales:

1- Dar gloria a Dios por sobre todas las
cosas   (Salmo 150)

2- Ser de edificación propia y crecimiento
espiritual   (Col. 3:16)

3- Ser de bendición para los
oyentes   (Hch. 16:25)

El primer punto debe hablar de la fidelidad, el amor, la
misericordia, la grandeza y el poder de Dios, así como
todo aquello que ponga a Dios en un nivel por encima de todo lo
existente.

El segundo punto debe hacer ver que mi vida está
siendo tocada por el Espíritu Santo a través de la
alabanza, es decir, que el Espíritu Santo me edifique con
cantos que me inviten a consagrar totalmente mi vida a
Dios.

Finalmente el tercer punto debe hablar del amor de
Cristo a aquellos que no le conocen e invitarlos a entregar sus
vidas a Él.

No necesariamente un canto pueda incluir los tres
puntos, pudiera darse uno o dos, pero el propósito de toda
alabanza es inalterable:

Engrandecer el
reino de los cielos

Así que mientras que la alabanza que cante o
ministre cumpla con lo anterior, sabrá que Dios
escuchará y aceptará como olor fragante dicha
alabanza, sin importar el instrumento musical ni género ni
ritmo, si es que lo hace con un corazón y un
espíritu dispuesto a engrandecer el nombre precioso de
Dios.

DISCIPLINA ESPIRITUAL VERSUS
DISCIPLINA CARNAL

En algunas congregaciones cristianas es común
escuchar que tal o cual hermano fue o ha sido "disciplinado" por
haber incurrido en alguna falta.  Ya sea que haya
quebrantado una regla de la iglesia, o bien, haya estado en
desacuerdo con alguna disposición, dicho hermano recibe
una "disciplina".

Pero, ¿qué significa "disciplinar" a
alguien?  ¿Se aplica Bíblicamente o
según el criterio de alguien más?

Yo siempre he dicho que si la Palabra de Dios es
más cortante que espada de dos filos, debemos tener mucho
cuidado al usarla, ya que podemos lastimarnos y lastimar a los
demás.

Toda congregación debe tener principios y normas
necesarios para el buen desarrollo de sus servicios y
ministerios, para mantener el orden y armonía entre sus
miembros, y para guardar la reverencia a Dios en cada culto que
se celebre. Ahora bien, en algunas ocasiones dichas normas o
reglas se convierten en leyes que ocupan un lugar igual o
más importante que la propia Palabra de Dios haciendo con
esto un "fariseísmo colectivo" entre gran parte de los
miembros.

Desafortunadamente muchas iglesias hoy en día
presumen de una supuesta "espiritualidad" basada en el
cumplimiento de esas reglas y principios que son leyes para ellas
y creen que por cumplirlas están bien delante de Dios. El
problema comienza cuando uno de sus miembros quebranta una de
estas "leyes", ya que la "espiritualidad" de la iglesia (o del
Pastor) queda en entredicho, y por supuesto es motivo de
indignación.

El "pobre hermano" que no pasó al altar a orar
cuando fue la invitación, o que aplaude durante el
período de la alabanza, o que danza glorificando a Dios, o
no se viste de tal manera, o expresa su descontento u
opinión sobre algo que no está bien, o está
en desacuerdo con disposiciones de los líderes de la
iglesia que a veces (no siempre) son necedades, o que
tiene alguna relación de amistad con personas contrarias
al Pastor, y etc., etc., recibirá un "juicio" de parte de
la congregación y tendrá una disciplina que por lo
general consiste en lo siguiente:

1)     Se le deja de
hablar

2)     Se le pide se vaya de la
iglesia

3)     Se suspenden sus
ministerios

4)     Se le tacha de
rebelde

5)     Se considera un "infiltrado
de Satanás", etc., etc.

Esto ocurre cuando una persona cae de la "gracia" de la
congregación (o de alguien mas), pero, ¿qué
ocurre cuando verdaderamente algún hermano que no ha sido
instruido correctamente, o bien, ya con algunos años de
cristiano incurre en uno o más pecados poniendo realmente
en peligro su propia vida espiritual y la de toda la
iglesia?

¿Qué dice la Biblia?

"Hijitos míos, estas cosas os escribo para que
no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos
para con el Padre, a Jesucristo el justo".  (1ª Jn.
2:1)

En otro pasaje, el apóstol Pablo mencionaba que
si se tenia problemas con algún miembro de la iglesia, el
asunto se tratara en privado; si el hermano no entendía,
se hiciera con testigos la amonestación; y si
insistía en su mala conducta, se le tuviera como "gentil y
publicano", es decir, alguien que necesita de Cristo, ya que su
conducta refleja la falta del amor y de la Palabra de Dios en su
vida.

Pablo nunca dijo: "Si no entiende, ridiculízalo;
o búrlate de él.  Ya no le prediques, ni ores,
ni intercedas por él".   Pablo menciona que
no nos juntemos con aquél que "disfrazado de oveja
siendo un lobo" quiera destruir la obra de Dios;
pero con
aquél que es débil, que le falta ser discipulado,
debemos restaurarle pronto.

Gálatas 6:1-2; 10 menciona: "Hermanos, si
alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois
espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre,
considerándote a ti mismo, no sea que tú
también seas tentado.  Sobrellevad los unos las
cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. 
Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a
todos, y mayormente a los de la familia de la fe".

Basado en este pasaje, las recomendaciones que me
permito hacer para aplicar una disciplina son las
siguientes:

1) Orar pidiendo sabiduría y discernimiento
para enfrentar y resolver el problema

2) Orar por la persona en conflicto

3) Tratar el asunto discretamente

4) Mostrar amor y buena voluntad con la persona en
conflicto

5) Hacerle ver el pecado y sus consecuencias a
quien lo haya cometido

6) Mostrar una buena solución después
de haber orado juntos

7) La persona debe arrepentirse y confesar su
pecado a Dios

8) No consentir a la persona, pero tampoco
rechazarla

9) Cuidar que no se convierta en chisme la
situación de la persona afectada

Hermanos, restauremos a los caídos, porque usted
puede ser "juez" ahora, pero mañana…quizás
sea el acusado.   Dios les
bendiga. 

La
Anatomía de los Profetas Falsos

Hemos de ser celosos por la verdad del
llamamiento profético.  Si la iglesia está
edificada sobre el fundamento de apóstoles y profetas
entonces nunca podremos ser lo suficientemente cautelosos al
considerar este tema.  ¿Nuestros profetas de hoy en
día hablan desde sus propios corazones y
espíritus?  ¿Vienen a hablarnos después
de haber estado en el lugar secreto con Dios? 
¿Con qué formación proporcionada por la
relación con los miembros del Cuerpo de Cristo vienen
estos profetas? 
¿Han sido nutridos
apropiadamente, no sólo por el don, sino por el
carácter de hombres proféticos, antes de que
ministren a la iglesia?  ¿Por cuánto tiempo y
qué tan bien han sido parte de una iglesia o comunidad
local?  ¿Han sido ellos enviados por dicha comunidad
en un envío que es más que un asunto
ceremonial?  Es más, ¿sabemos lo que es un
envío verdadero?

Los profetas falsos se validan entre
sí, donde uno aplaude, afirma y establece al otro, pero no
es una comunidad lo que los ha avalado.  Ellos no han sido
levantados por el trabajo orgánico de Dios, como en la
iglesia de Antioquía.  En lugar de eso, ellos rinden
tributo y cumplidos a sus colegas, especialmente a aquellos que
están fluyendo en lo mismo.  ¿Cuál es
la fuente de su hablar profético?  ¿De
dónde obtiene el profeta su palabra?  Si no es del
concilio de Dios, el lugar secreto, ¿cómo puede ser
la palabra de Dios?  Si los hombres afirman tener una
comisión, tenemos el derecho de pedir evidencia que lo
confirme. 

En Jeremías capítulo 23, Dios
nos brinda una poderosa declaración acerca de los profetas
verdaderos y los falsos.  Es una cosa el tener una
acusación contra Israel, pero cuando se comienza a acusar
a los profetas de Israel, lo mejor y lo más
noble, entonces debe de tratarse de un símbolo de la baja
condición de la nación antes de su
juicio.

"Porque tanto el profeta como el
sacerdote son impíos; aun en mi casa hallé su
maldad," dice Jehová
(v.11).

Es notable cómo este asunto de
servirse recíprocamente se manifiesta en los
líderes de movimientos, comunidades o iglesias locales y
los profetas falsos, y cómo están a gusto uno con
el otro y cómo se afirman entre sí.  La gente
tiene una aprobación no declarada para con sus
ministros: "Ustedes nos presentan un mensaje
bíblico.  Nosotros pagamos las cuentas y tendremos un
servicio el domingo que mantendrá nuestras vidas libres de
cualquier clase de demanda que verdaderamente toque
nuestros más importantes intereses y tesoros.  No
deseamos un mensaje que vaya a confrontar aquello en lo que
nuestro corazón realmente está." 
Como es el sacerdote, así es el pueblo.  Como es el
pastor o el predicador, así es la
congregación.  En esa clase de situaciones debemos
ser proféticos— ¡y muy probablemente
apedreados!

"Por tanto, su camino será como
resbaladeros en oscuridad; serán empujados, y
caerán en él; porque yo traeré mal
sobre ellos en el año de su castigo," dice
Jehová
(v.12).

Eso implica que no hay un juicio inmediato,
sino un tiempo señalado en el cual Dios juzga a aquellos
que profanan su casa—incluso a aquellos que originalmente
tuvieron llamamientos auténticos y santos.  Bien
pudiera ser esa la razón por la cual el Señor sigue
permitiendo que continúe aquello que es llamado
profético y que es tan popular, pero para ellos,
así como para los sacerdotes y profetas de antaño,
habrá un año de visitación o un tiempo
cuando Dios les ponga un alto.

En los profetas de Samaria he visto
desatinos; profetizaban en nombre de Baal, e hicieron errar
a mi pueblo de Israel
(v.13).

Hay una consecuencia para el ministerio
profético falso.  Afectará a la nación
entera y por lo tanto a la iglesia entera si se sigue el
mismo principio.

Y en los profetas de Jerusalén
he visto torpezas; cometían adulterios, y andaban en
mentiras, y fortalecían las manos de los malos, para que
ninguno se convirtiese de su maldad; me fueron todos ellos
como Sodoma, y sus moradores como Gomorra
(v.
14).

Su perspectiva de la verdad y de Dios
está corrompida por su forma de vida sensual e
impía.  Caminar en mentiras y cometer adulterio va de
la mano.  Si vas a cometer adulterio, entonces hay una forma
en la cual debes de justificarte internamente, y eso es solamente
posible a expensas de la verdad de Dios.  También en
el hecho de que fortalece las manos de los hacedores de
maldad.  No hay nada en su proclamación que cause
arrepentimiento, sino una condonación para aquellos que
están en un lugar de oposición contra Dios. 
Se trata de algo como con los jueces hoy en día que no
pueden enunciar una sentencia contra los transgresores.  No
pueden traer la severidad de la ley contra el delincuente, porque
su propia vida es en sí una trasgresión.

Por tanto, así ha dicho
Jehová de los ejércitos contra aquellos profetas:
He aquí que yo les hago comer ajenjos, y les haré
beber agua de hiel; porque de los profetas de Jerusalén
salió la hipocresía sobre toda la tierra
Así ha dicho Jehová de los ejércitos: No
escuchéis las palabras de los profetas que os
profetizan…
(vs. 15-16a).

¡Nótese que Dios
todavía los llama profetas! La razón es que los
dones y llamamientos de Dios son irrevocables.  Ellos
todavía retienen su título oficial, pero lo que
están llevando a cabo bajo ese título es una
abominación a los ojos de Dios.  No hay algo
más profano que lo sagrado que no es auténticamente
sagrado.  Cuando tomamos la frase "Así dice el
Señor" y la empleamos meramente como un artificio para
ganarse la atención de nuestra audiencia, estamos
profanando lo sagrado.  Si lo hacemos así,
¿qué podemos esperar?  Si no somos semejantes
a un pueblo de sacerdotes que enseña la diferencia entre
lo santo y lo profano, ¿qué esperanza tiene el
mundo?

Os alimentan con vanas esperanzas;
hablan visión de su propio corazón, no de la boca
de Jehová.  Dicen atrevidamente a los que me irritan:
Jehová dijo: Paz tendréis; y a cualquiera que anda
tras la obstinación de su corazón, dicen: No
vendrá mal sobre vosotros
(vs. 16b-17).

Ésta debe de ser la quintaesencia de
lo que es un profeta falso, poniéndole nombre, el dar una
falsa seguridad de paz que no tiene en cuenta la verdad de las
condiciones que deben de enfrentarse.  Es una
indisposición a traer una palabra dura.  Las cosas
que se profetizan son normalmente aduladoras y suaves para la
carne, en lugar de ser amenazantes o llamar a una
confrontación o reto.  Históricamente, los
profetas falsos han hablado de paz cuando no hay paz. 
"No nos sobrevendrá calamidad alguna" es
desgraciadamente la clase de declaración profética
que se hace todos los días, especialmente en Israel. 
Estos hombres están dando un consuelo engañoso a
aquellos que no están correctamente alineados con
Dios.  Humanamente hablando, no veríamos a estas
personas como quienes desprecian a Dios.  Dios los ve, sin
embargo, como quienes le desprecian a Él, y
nosotros necesitamos ver las cosas como Dios las
ve.  Los profetas falsos traen consigo una palabra de
aliento y ánimo para aquellos que están
presentemente fuera de una relación correcta con
Dios y les dan la garantía de que su relación con
Dios está en orden.

Porque ¿quién estuvo en
el secreto de Jehová, y vio, y oyó su
palabra?  ¿Quién estuvo atento a su palabra y
la oyó?
(v. 18).

Aquí está el verso
clave.  Cualquier cosa en Dios, en el último
análisis, se trata de un asunto de relación. 
Él nunca otorgará nada independientemente de la
relación.  Cuando Dios llamó a Moisés
al monte para recibir las tablas de la ley para que las
enseñara, Moisés tuvo primeramente que subir y
estar allí.  ¿Cómo es que los
que no hemos estado en el concilio de Dios y escuchado Su palabra
nos atrevemos a decir, "Así dice el Señor"? 
Creo que es imposible par un ministro dado a buscar su propio
beneficio y a ganarse a su audiencia por encima de todo lo
demás, pueda siquiera estar en ese lugar. 
Para poder estar en el concilio de Dios, se requiere de humildad
verdadera, de quebrantamiento verdadero, de dependencia ulterior
hacia el Señor, de capacidad genuina para esperar y de
separación del interés propio, fama, fortuna y
reconocimiento.  Hombres abandonados a esas cosas no
pueden
estar en el concilio del Señor, ¡y
aún así son los primeros saltar y decir,
"Así dice el Señor!"

La característica predominante de
los ministros hoy en día es su inclinación a
separar el ministerio de la relación.  Hemos hecho
del ministerio una cosa en sí misma.  Hablamos de
adorar al Señor, pero de alguna forma hacemos solo una
actuación.  La relación no es la clave
solamente para el otorgamiento de dones o para recibir las tablas
de la ley, sino también para obtener la habilidad de
enseñar esa ley correctamente.  Una vez que se
secciona la relación del ministerio, se está
maniobrando sobre terreno sumamente peligroso.  El
ministerio fluye de la vida y la vida fluye de la
relación, y si rompemos esa conexión e
independizamos el ministerio de ella, entonces tendremos un
ministerio que Dios no reconoce, honra o
emplea.

Porque ¿quién estuvo en
el secreto (concilio) de Jehová…?

Esta frase implica una cercanía a
Dios.  ¿Cómo es que, entonces, estos profetas
quienes hablaban tan pródigamente a la nación con
gran influencia guiándola al mal, no estaban en ese
lugar
?  ¿Por qué no obtuvieron la palabra
de Dios en su secreto (concilio) y en Su presencia? 
¡El que haya un pequeño momento de titubeo para
contestar esta pregunta dice muchísimo acerca de
nosotros!  Ellos eran adúlteros y caminaban
en mentiras, y por tanto, ¿cómo podrían
estar en el concilio de Dios?  Éste
Dios es santo y no es posible acercarse a esa presencia
en esa condición.  Ni siquiera hay
deseos de acercarse a ese lugar en esa
condición.  Esa es la razón por la que
obtenemos nuestras palabras de otros o inclusive de dentro de
nuestras propias cabezas.  Pararse delante de Dios requiere
de santificación.  Requiere algo de nuestra propia
condición que permita esa clase de relación
íntima.

Es estando en el consejo de Dios y
estando en la presencia de Dios que la palabra puede
venir, pero el hacer de la palabra y su obtención la
razón y la condición para entrar en esa presencia,
ya hemos salido de la tierra santa.  Se trata de un
acercamiento en un espíritu utilitario y no en el
espíritu de devoción a Dios por lo que
Él es
.  ¡A Moisés se le dijo que
subiera al monte y que permaneciera ahí, no por
el beneficio de lo que obtendría por el hecho de subir,
aún tratándose de beneficio ministerial, sino
simplemente por que Dios es Dios!  Él es el Creador y
nosotros su creación.  Se requiere que
estemos ahí, y si no hay palabra, entonces no hay
palabra.  Si acudimos buscando una palabra en ese sentir
utilitario que tenemos, entonces ya no es tierra santa.  Se
trata del espíritu del mundo y su premisa no escrita de
que uno debe de hacer esto para obtener
aquello.  Sencillamente no conocemos qué
significa "hacer" o "estar" por amor a Él solamente. 
Si nunca hemos llegado primeramente al lugar donde Dios
está, ¿cómo podremos salirles con eso a los
demás hombres?  Por tanto, existe un desvarío
en todo lo que hacemos y decimos que no tiene origen en la
presencia de Dios, a donde no puede entrarse en el
espíritu utilitario.

La búsqueda de Dios es algo
extraordinariamente difícil de llevar a cabo y pocos son
los que tienen la iniciativa.  Se trata de un sufrimiento, y
de hecho, si hemos de ser rudamente honestos, es la muerte
Vivir en la tierra, en la carne, en el tiempo y en el mundo, y
tener compañerismo y comunión con Dios es un logro
inigualable.  Si puedes alcanzarlo, entonces mantenlo, pues
no querrás tener que volver a comenzar desde cero. 
Estamos hablando de algo crítico.  ¿Qué
diremos entonces de ese gran número de profetas que se han
levantado en un período tan corto en años
recientes?  ¿Están hablando lo que escucharon
en el Secreto de Dios?  El juicio de parte de Dios para los
que fracasan en obtener Su palabra en el lugar indicado es
severo:

He aquí que la tempestad de
Jehová saldrá con furor; y la tempestad que
está preparada caerá sobre la cabeza de los
malos
(v. 19).

La palabra "malos" (más
correctamente "perversos") se usa casi exclusivamente para
referirse a aquellos quienes deberían de conocer
mejor.  Se trata de quienes profesan conocer a Dios y que
debieran conocer a Dios y aún así,
intencionalmente, actúan incorrectamente. 
Eso es maldad.

No se apartará el furor de
Jehová hasta que lo haya hecho, y hasta que haya cumplido
los pensamientos de su corazón; en los postreros
días lo entenderéis cumplidamente
(v.
20).

Nótese que el juicio es
demorado.  No es inmediato, pero sobrevendrá luego a
causa de aquello que constituye una ofensa para Dios ahora,
poniéndole nombre, las concesiones de Sus profetas y la
manera en la que ello ha afectado a la nación.

No envié yo aquellos profetas,
pero ellos corrían; yo no les hablé, mas ellos
profetizaban.  Pero si ellos hubieran estado en mi secreto,
habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y lo
habrían hecho volver de su mal camino, y de la maldad de
sus obras
(vs. 21-22).

Es posible saber cuándo la
palabra viene del secreto de Dios por sus efectos
salutíferos.  Afectará a la nación o la
comunidad para que se vuelva a Dios, en lugar de hacer que se
alejen de Él, y hará que dejen sus malos caminos y
obras.  Hablando en términos generales, cuando los
hombres invocan la frase, "Así ha dicho el Señor,"
es casi un testimonio del hecho de que el Señor no ha
dicho nada.  Si Él ha dicho, entonces no
tenemos que ornamentar la declaración para hacerla
legítima.  La declaración misma vibrará
con la verdad de Dios y el sentir de Dios.  ¿Es una
declaración avivada por Dios de un tipo original que
necesitamos escuchar en el lugar de crisis en el que estamos, o
es alguna clase de ornamentación para darle una
aprobación carismática a nuestras reuniones? 
¡Si es lo segundo, tendrá el efecto de abaratar la
integridad de aquello que es profético y lo
convertirá en una cosa trivial y grosera que cualquiera
puede y ofrece a voluntad!

Cuando los profetas de Israel dijeron,
"Así dice el Señor," entonces sabemos que lo que
sigue a continuación será un juicio terrible, donde
Dios confirma las palabras usadas para comunicarlo, porque son
palabras de un juicio ulterior.  Por lo tanto, debe de
quedar claro desde el principio del mensaje que el profeta no
está hablando de sí mismo.  Hemos heredado la
profecía escrita, como aquella que afectó la
historia de Israel.  Pero tratándose de
profecía hablada contemporánea, necesitamos
discernir si es en efecto el Señor quien está
hablando, y la marca de agua para verificar su autenticidad no es
que nos la presenten etiquetada, sino su unción y
autoridad.

El llamamiento al profeta es el llamamiento
a la Cruz.  Es una forma frecuente, si no es que continua,
del más tremendo y exquisito sufrimiento.  ¿Es
posible decir, "Así dice el Señor" sin articular
esas palabras o sin hacer que estén implícitas en
nuestra declaración, a menos que nuestras palabras vengan
a través de la Cruz?  Es a través de una
muerte.  No es nuestra propia palabra, sino la Suya, la cual
solamente puede provenir de un lugar en el que la Cruz sea el
epicentro.  Eso era verdad para los profetas antes del
advenimiento de la Cruz.  Elías precedió la
Cruz históricamente, pero conocía la muerte
inherente a ella cuando dijo, "…no habrá lluvia
ni rocío en estos años, sino por mi
palabra." 
Jesús conoció la Cruz antes de
pender de ella.  La Cruz solamente ejemplificó e hizo
visible aquello a lo cual Su vida estuvo siempre
sumisa.

¿Se ocultará alguno, dice
Jehová, en escondrijos que yo no vea?  ¿No
lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?  Yo he
oído lo que aquellos profetas dijeron, profetizando
mentira en mi nombre, diciendo: Soñé,
soñé
(vs. 24-25).

El corazón de la ofensa que
constituye ser falso delante de Dios es que todo ello toma lugar
como si Él no estuviera viendo, ni entendiera, ni se
enterara de lo que se está haciendo.  Es una
presunción enorme, la cual Dios nota.  De hecho, se
trata de una completa ausencia del temor de Dios o de la
reverencia a Dios como Dios.  ¡Aquellos que
lo hacen realmente creen que están escuchando de Dios y
que lo que están comunicando es el secreto de
Dios!  Han llegado a tal engaño, que están
persuadidos de ello y de que cuando dicen, "Así ha dicho
el Señor," es por cierto Dios quien habla.  Podemos
llegar a esa condición a través de una
erosión gradual, un poquito cada vez, tal sutilmente que
no se posible notarlo, de tal forma que cuando el proceso
concluye, no solamente se es falso, sino que se piensa
que se es genuino.  Se requiere de vigilancia continua sobre
los asuntos del corazón para que el engaño no
culmine su obra, en donde el hombre engañado piensa que
está en lo correcto mientras guía a muchos a la
perdición.  Esta es la razón por la cual Dios
nos insta a exhortarnos los unos a los otros diariamente mientras
todavía hay tiempo, porque mañana será
demasiado tarde.

…hacen que mi pueblo se olvide
de mi nombre con sus sueños que cada uno cuenta a su
compañero…
(v. 27a).

En otras palabras, se comunica un sentir de
Dios que no es de Dios, y hace que aquellos que lo escuchan
piensen que es Dios porque viene etiquetado con el nombre de
Jesús.  Las cosas proféticas falsas y las
cosas que son engañosas afectarán la manera en la
que la gente percibe y entiende a Dios, especialmente cuando
éstas los confirman en su superficialidad.  Dios no
puede sino sufrir pérdida.  Profetizan "en el nombre
del Señor," pero ya que es falso, el efecto es que la
gente "olvide Su nombre," les hace perder el sentir de Dios como
Dios, de lo que Él es majestuosamente en Él
mismo.

Podemos saber si la palabra es de Dios
cuando ésta es como la que se expresa en el verso
29:

¿No es mi palabra como fuego,
dice Jehová, y como martillo que quebranta la
piedra?

En otras palabras, "Mi palabra irrumpe
hasta lo profundo; derrumba y consume."  Si quieres
distinguir entre la palabra profética que viene de Dios y
entre la palabra profética de los hombres, salida de su
propia mente e imaginación, y que es falsa, aquí
está la diferencia: La palabra de Dios es como
fuego.  Su palabra consume y es como un martillo que hace
pedazos la roca.  Es devastadora y tiene un efecto que
contiene el poder para romper y quemar hasta lo profundo. 
Nunca será la jalea inocua que nos confirma en el lugar
donde estamos, especialmente cuando nuestra vida es sucia y
débil.  Su palabra ha de abrasar el corazón,
revelando su verdadera condición, y no la que
nosotros pensamos que tiene.

Toda palabra genuina hace una demanda, y si
no respondemos, significa que no hemos escuchado realmente. 
"Si oyereis hoy Su voz, no endurezcáis vuestros
corazones
(He. 4:7b)."  Si hemos escuchado, debe de
haber una respuesta de nuestra parte.  No responder es
endurecerse.  No existe tal cosa como neutralidad. 
Cuando la palabra de Dios es la palabra de Dios
tendrá consecuencias para bien o para mal. 
Jamás debemos ignorarla o permitirla pasar y asentir con
la cabeza diciendo, "Sí, eso fue una palabra buena e
interesante.  Hasta me gustó."  Demandará
y obtendrá algo de nosotros o nos endurecerá, y esa
es la razón por la cual encontramos tanta gente
endurecida, y es entonces cuando Dios llegará al extremo
de usar un clamor profético, el cual tiene que ser como un
martillo golpeando contra la roca, rompiendo hasta que haya
arrepentimiento y liberación.

Por tanto, he aquí que yo estoy
contra los profetas, dice Jehová, que hurtan mis palabras
cada uno de su más cercano.  Dice Jehová: He
aquí que yo estoy contra los profetas que endulzan sus
lenguas y dicen: Él ha dicho.  He aquí, dice
Jehová, yo estoy contra los que profetizan sueños
mentirosos, y los cuentan, y hacen errar a mi pueblo con sus
mentiras y con sus lisonjas, y yo no los envié ni les
mandé; y ningún provecho hicieron a este
pueblo, dice Jehová
(vs. 30-32).

Existe cierta atmósfera casual que
prevalece en las conferencias y sesiones donde hombres que no han
sido enviados por Dios, han tenido la oportunidad de hablar como
si hubieran sido enviados de Dios.  Lo triste es que grandes
cantidades de cristianos en el mundo jamás han escuchado
una palabra profética genuina hablada en la autoridad de
Dios, y todo lo que han escuchado lo suponen como la norma. 
No tienen plataforma para hacer una comparación.  Sin
embargo, escuchar tan solo una vez esa palabra, es ser
arruinado para siempre por cualquier cosa que sea menos que
ella.  Por tanto, hay una gran necesidad de que esa
palabra y esa autoridad lleguen a la tierra, de tal
forma que la iglesia pueda ser "arruinada" y que sus miembros
sean candidatos para la verdad.  Se trata de la palabra que
se ha convertido en un "evento."

Los profetas falsos roban las palabras de
Dios los unos de los otros, y a menudo hablan
idénticamente.  Si analizamos los últimos
treinta y cinco años, ¿no ha habido una
sucesión de novedades, modas y panaceas a las que nos
apegamos?  Hay una manera en la que uno puede hacer un
análisis alzando el índice y diciendo: "¿En
qué dirección está soplando el viento? 
¿Qué es lo corriente?  ¿Qué es
popular en éste momento?  Sé que si hablo
acerca de la fe, a la gente le va a encantar; o de
oración o de alabanza o del crecimiento de la iglesia, o
de evangelismo."  Parece que tenemos la tendencia de
pasar por períodos en donde ciertos temas han alcanzado un
lugar de popularidad, y uno simplemente se adapta; entonces
tomamos lo que otros están diciendo, y luego uno
comienza a decirlo.  Es mucho más fácil
escuchar la palabra de otros hombres y repetirla, sabiendo que
ésta ha sido aceptada y aprobada.  Necesitamos
escuchar desesperadamente del corazón de Dios; y el
único que puede comunicárnoslo es aquel que
está en estrecho contacto con Su corazón a
través de comunión consistente.  Hay una
puerta de muerte a la reputación, nombre y
aceptación, y es la misma que nos lleva al lugar del
secreto de Dios; pero es solamente en ese lugar que
la palabra de Dios será otorgada—y en ningún
otro lado.

 

 

Autor:

Jorge Alberto Vilches
Sanchez

 

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