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¿Y tú que sabes? Descubriendo las infinitas posibilidades (II parte)




Enviado por Carlos Gomez




    ¿Y tú qué sabes? Parte II –
    Monografias.com

    ¿Y tú qué sabes?
    Parte II

    Descubriendo las infinitas
    posibilidades
    para modificar nuestra realidad
    cotidiana

    Monografias.com

    Pregunta: Analizar los cuestionamientos hechos en
    la segunda parte del libro ¿Y tú qué
    sabes?
    de los autores: Arntz, W., Chasse, B., y Vicente, M.
    (2006).

    Tesis: En general, los autores buscaron, definir
    qué se observa y quién es él observador.
    Analizar la conciencia y el cerebro, y la acción de la
    mente sobre la materia. Corroborar si la conciencia crea la
    realidad, o creamos nuestra propia realidad. Definir la
    concepción de la vida del ser humano, para responder:
    ¿por qué estamos aquí?, sus emociones y
    adicciones. Y por último, examinar el
    deseo-elección-intención-cambio y su
    relación.

    En la segunda parte del ensayo se divide en, definir los
    conceptos de: ser humano, conciencia, mente, cerebro, la materia
    (cuerpo), emociones, adicciones, deseo, elección,
    intención y cambio. Para establecer, las causas y los
    efectos de la mente sobre la materia; si la conciencia crea la
    realidad, o si creamos nuestra propia realidad. Para comparar y
    contrastar el deseo-elección-intención-cambio, las
    emociones y adicciones en el ser humano; y así responder:
    ¿por qué estamos aquí?.

    Para entender el todo del concepto "ser humano" se
    requiere entender las partes que lo integran, comprendiendo su
    origen y su acción, aquello que lo hace semejante o
    diferente de otros. Aristóteles buscará definir al
    "ser humano" en su Metafísica, la cuál es
    retomada por Calvo, T. (2000) en su libro Aristóteles:
    Acerca del Alma
    , donde postulará al alma
    como entidad, es la entelequia, llamada
    así, la entelequia primera o la entidad
    definitoria
    de un cuerpo organizado, es decir, la esencia
    del cuerpo natural, que posee tal cualidad. Dado que, la
    esencia, es el contenido de la definición del
    hombre como "viviente-animal-racional".
    Mostrándose como, aquel ser que nace, se
    alimenta, crece, se reproduce, envejece y muere, y
    definiéndose como, ser viviente. Igualmente, se
    manifiesta con una facultad en su ser donde siente,
    apetece y se desplaza, determinándose como ser
    animal. Asimismo, se presenta una facultad en su
    ser que, intelige, razona y habla,
    identificándose así como ser
    racional.

    En consecuencia, Aristóteles afirmará que
    en la definición no se incluye las partes materiales del
    compuesto, sólo las formas específicas, las cuales
    son el eídos. El eídos, es
    traducido como la forma, que en griego es
    morphé, siendo éste, el conjunto de las
    funciones que corresponden a una entidad natural. Este conjunto
    de funciones establecen la esencia de la entidad natural, por
    cuanto, constituye el contenido de su definición de
    hombre.

    Con respecto al alma del "ser humano",
    Martínez, A. en su Educación del
    carácter / Educación moral: Propuestas educativas
    de Aristóteles y Rousseau
    , (1998) asume la
    concepción de Aristóteles quien afirmará
    que, el alma, no es la vida, sino principio de vida o principio
    de todas las operaciones vitales en el ser humano. De esta
    manera, es acto primero del viviente y las operaciones,
    intervienen las potencias, las cuales posibilitan el actuar
    vital, las cuales serán denominadas facultades. Por
    consiguiente, la concepción teleológica de
    naturaleza presenta al alma, como aquello, que impregna las
    potencias y como una finalidad intrínseca, para alcanzar
    su perfección. Por eso el alma, reserva en sí esa
    unidad, y como consecuencia, da unidad al cuerpo, siendo
    necesaria la integración por la finalidad del movimiento,
    el alma causa final de sí.

    Al esclarecerse la acción del alma para que se
    genere el cuerpo, como resultado. Obviamente, se esclarece el
    elemento material definido por Aristóteles como
    cuerpo natural, siendo éste, dotado de vida por
    el alma, considerándose el alma una substancia, la
    ousía, como composición de una materia y
    principio de información. En definitiva, el
    cuerpo será para Aristóteles, el "???????"
    designa dos cosas diferentes; por un lado el individuo concreto
    existente, es un cuerpo, una substancia, y por otra parte, es la
    materia que entra en la composición o constitución
    de ese compuesto que es el organismo o el cuerpo vivo. Por eso,
    el filósofo estableció que, el alma, es aquello por
    lo que vivimos, sentimos, razonamos primaria y radicalmente.
    Siendo el alma, el primer principio de las operaciones, donde
    existirá congruentemente una unión entre las
    definiciones de esencia o la naturaleza, como principio de las
    operaciones o facultades.

    La conciencia es fundamental para todo lo que hacemos
    arte, ciencia, relaciones, la vida misma-; es la constante de
    nuestro vivir. Y con motivo de encontrar la relación entre
    la conciencia, el cerebro y el cuerpo; Arntz, W., Chasse, B.,
    Vicente, M., (2006) en su libro ¿Y tú
    qué sabes?
    se vislumbra un ejemplo sobre el cuerpo y
    la conciencia. Cuando el cuerpo de una persona deja de funcionar
    de forma temporal (cuando ésta anestesiado), su conciencia
    puede quedar abierta a la experiencia que lo rodea. Los autores
    postulan tres corrientes filosóficas con diversidad de
    criterios en: El materialismo:

    "La materia es primaria; la conciencia, sea lo que
    fuere, es secundaria. La conciencia es tan sólo un efecto
    de la actividad del cerebro. No existe tal cosa como la
    "conciencia" propiamente dicha; no tiene realidad propia, sino
    que es simplemente un producto de nuestra biología, de
    redes neuronales e interacciones electroquímicas." (p.
    133).

    El dualismo:

    "La conciencia y la materia son dos realidades que
    existen. No obstante, son tan diferentes (una sólida y
    tangible, la otra abstracta e intangible) que funcionan en reinos
    enteramente distintos, no relacionados. Será Descartes
    quien divide el mundo en res cogitans y res extensa -el
    reino del espíritu y del pensamiento (cogitans)
    frente al reino de la materia y de las cosas (res
    extensa
    ). El mundo material, incluidos los minerales,
    plantas, animales y seres humanos, es todo maquinas, regidas por
    las leyes absolutas de la causalidad. No puede hacer
    acción recíproca entre el mundo abstracto del
    pensamiento puro, que vaga libremente, y el reino denso y
    localizado de la materia. Son dos sustancias absolutamente
    distintas." (pp. 133-134).

    El idealismo:

    "La conciencia es la realidad fundamental. Todo es
    expresión de la conciencia. Viva, fluida y en
    autorrenovación constante, se expresa a sí misma en
    un continuo de niveles o estratos, desde la conciencia pura
    más "suave" y abstracta, pasando por todos los niveles
    sutiles más "sustanciales" hasta la materia más
    sólida. En este continuo, todo está conectado y
    relacionado; todo es la misma cosa, que se manifiesta en
    diferentes frecuencias, niveles vibratorios o densidades." (p.
    134).

    En definitiva en la primera corriente, la conciencia no
    está definida, relegada a un segundo plano, es incorporada
    a las actividades del cerebro por no tener una realidad propia.
    Mientras que, en la segunda corriente se le otorga una realidad y
    un reino separada de otras y distintas entre si, se observa que.
    En conclusión, la primera y la segunda corriente, la
    conciencia queda separada del mundo material. A diferencia de la
    tercera corriente, la conciencia y el cuerpo se encuentran
    entrelazados y conectados; pudiéndose explicar como dos
    aspectos de la misma "cosa" en autorrenovación.
    Pudiendo coincidir con el "monismo neutral" del matemático
    y filósofo Russell, B., quien postuló que, una
    entidad subyacente común da lugar tanto a las cualidades
    físicas como a las mentales.

    Con respecto a si la conciencia crea la realidad;
    Goswami, A. dirá que "Todos tenemos el hábito de
    pensar que todo a nuestro alrededor es ya una cosas, que existe
    sin mi participación, sin mi elección". Pero desde
    el descubrimiento de la física cuántica Goswami, A.
    postulará que, "tenemos que desterrar esa clase de
    pensamiento". Y que en cambio, debemos reconocer que el mundo
    material que nos rodea, son posibles movimientos de la
    conciencia. En consecuencia, nosotros podemos elegir, a cada
    momento, entre esos movimientos para manifestar nuestra
    experiencia real. Aquí se observa la muerte del dualismo;
    porque ya no es "la mente sobre la materia", es "mente=materia";
    no es "la conciencia crea la realidad", sino
    "conciencia=realidad".

    Con la muerte del dualismo, ya no hay conexión o
    causa, es decir, un cerco que los separa, ya que, ahora todo es
    la misma cosa, de manera, interdependiente.

    El poder rechazar la idea de si "yo creo la realidad"
    está sostenida a sucesos que se encuentran fuera de
    nuestro control y que jamás pensarían crear. Cabria
    preguntarnos, ¿Yo creo mi propia realidad?
    tendríamos que, expandir nuestra conciencia hasta que
    seamos conscientes de todas nuestras creaciones. El aceptar que
    "soy yo quien crea" es el camino para ésta
    expansión. Si se rechaza la parte creadora de la realidad
    en el hombre, se estará negando la parte de sí
    mismo, dándose una fragmentación continua en
    él. Para los iluminados, la mitad espiritual del hombre
    crea la realidad con el fin de llegar a ser un todo. Por lo que,
    el hombre debe experimentar esas cosas para crecer, no siendo su
    primera elección de su ego/personalidad.

    No obstante, la concepción de que "Todo es la
    misma cosa. Todo es independiente" es la afirmación de los
    exploradores. Mientras que Goswami, A. postuló, una
    diferente visión porque para él, es difícil
    mantenerse en esa idea de pensamiento, porque contradice nuestra
    experiencia diaria. Y como consecuencia, lo observó como,
    un único pensamiento radical, difícil de mantener,
    por nuestra tendencia a pensar constantemente de que el mundo ya
    está allá fuera, y que es, independiente de mi
    experiencia.

    Los autores Arntz, W., Chasse, B., Vicente, M., (2006)
    expondrán sobre el cerebro que está formado por
    células nerviosas denominadas "neuronas", y que utilizan
    conexiones para estructurar redes entre sí, es decir, que
    las células nerviosas integradas o conectadas constituyen
    las "redes neuronales", representando así un pensamiento,
    una habilidad, un recuerdo, una información entre otras
    cosas. Al encontrarse interconectadas, se elaboran las ideas
    complejas, recuerdos, emociones. Teniendo cada una de ellas su
    propia colección de experiencias y habilidades,
    representadas en las redes neuronales en el cerebro. Como
    consecuencia, todas las experiencias desde lo neurológico,
    teje lo que está pasando en nuestra percepción y en
    nuestro mundo.

    Igualmente, los autores presentan al Dr. Dispenza, J.
    quien afirmó, que al recibir estos estímulos de
    nuestro ambiente, algunas aspectos de las redes neuronales llegan
    a conectarse o desconectarse, produciendo así cambios
    químicos en el cerebro. De igual manera, estos cambios
    químicos producen reacciones emocionales, matizando la
    percepción y condicionando la respuesta a otras personas y
    acontecimientos de la vida. El cerebro aprende de dos formas: una
    es, a través de datos fácticos, intelectuales, que
    pueden ser dominados y memorizados. La otra es, a través
    de la experiencia dada en la práctica. Por cuanto, el tipo
    de método para el aprendizaje origina la
    integración de redes neuronales a la creación de
    nuevas redes.

    Con respecto a las emociones, Dr. Dispenza, J.
    dirá que, "Las emociones son las química destinada
    a reforzar una experiencia, desde el punto de vista
    neurológico." A su vez la Dra. Pert que con el
    diseño de mapas detallados de los receptores se
    logró observar los opiáceos y otros péptidos
    alojados en el cerebro donde se miden las emociones. Por eso, la
    Dra. Pert aceptará que, los investigadores pensaron en los
    neuropéptidos y sus receptores como moléculas
    de emoción
    . En resumen, para Arntz, W., Chasse, B.,
    Vicente, M., (2006) todo cuanto sentimos, es decir, cada
    emoción, producirá un químico o una variedad
    de químicos específicos, neuropéptidos o
    moléculas de emociones (MOE) los cuales,
    serán una cadena de aminoácidos, conformados por
    proteínas, formada en el hipotálamo, en ella, se
    producen ciertos químicos que se corresponden con ciertas
    emociones que sentimos, dirá la Dra. Pert.

    Uno de los problemas con las emociones estará,
    cuando los patrones y respuestas se repiten ya sin que pensemos
    en ellos se habrá creado una red (trampa) que nos
    orientará a un círculo de conducta repetitiva y
    hasta viciosa, es decir,
    estímulo-respuesta-respuesta-estímulo-estímulo-respuesta,
    esto podrá ir hasta el infinito sin encontrar
    solución o fin, porque, siempre habrá algo antes
    como causa que origine lo segundo como efecto. En la
    concepción de Aristóteles sería identificado
    como, la causa y el efecto de las cosas:
    causa-efecto-efecto-causa-causa-efecto, para responder al origen
    de las cosas para entender así cosas como su
    efecto.

    La genuina certeza de que hombre está vivo, es su
    capacidad de vivir con su sentir y sus emociones. Este sentir de
    emociones, conducirían al hombre a un evolucionar, desde
    lo espiritual, no desde lo físico. El Dr. Dispenza, J.
    buscó definir el "alma" como, un registro de
    todas las experiencias que poseemos desde lo emocional; aunque
    conduce a una reducción del "alma" a sólo grabar o
    guardar las actividades o acontecimientos emocionales del hombre.
    Mientras que, Martínez, A. (1998) asumirá la
    afirmación de Aristóteles sobre el "alma"
    donde, no es la vida, sino principio de vida o principio de todas
    las operaciones vitales. Como acto primero del viviente y las
    operaciones, intervienen las potencias, las cuales posibilitan el
    actuar vital, las cuales serán denominadas
    facultades.

    En el capítulo primero la Concepción del
    Alma de mi tesis: Paideía un proceso educativo para
    las virtudes dianoéticas en el hombre según
    Aristóteles desde la Ética Nicomáquea

    (2011). El autor Calvo, T. (2000) confirma la concepción
    de Aristóteles sobre el "alma", la cual, posee
    diversas funciones y facultades, y que serán, los
    sentidos, los receptores de las experiencias externas y
    promotores de diversas sensaciones o emociones, siendo estos,
    experimentados internamente antes de exteriorizarlas (de dar
    respuesta), por el ser humano. En Aristóteles, el
    "alma" ejerce, una triple causalidad respecto del
    cuerpo. Es causa eficiente mediata de las operaciones, por ser un
    principio remoto; es causa formal y causa final intrínseca
    puesto que el desarrollo del cuerpo, se genera en la
    gestación del ser humano y se prolonga hasta su
    maduración del mismo, dispuestas en el organismo como su
    fin último.

    El impulso de la evolución estará
    enfocado, en esa, posibilidad de adquirir una gama de emociones
    nuevas y atractivas al ser humano, llegando a seducirlo y
    cautivarlo desde las propias potencialidades. Abbagnano, N., y
    Visalberghi, A. en su Historia de la pedagogía
    (201022), presentan al filósofo Aristóteles
    identificando el devenir, como el paso de lo que es en potencia a
    lo que es en acto. Por un lado, el acto es, la realidad plena y
    entera del ser. Por otro, la potencia es, la simple capacidad de
    producir tal ser. Por consecuencia, Aristóteles
    afirmará, el acto precede a la potencia, es decir, el
    niño no podrá nacer sino por un hombre ya adulto,
    que le precede, o la semilla que contiene una planta en potencia,
    y que le precede una planta.

    En relación, a las adicciones Arntz, W., Chasse,
    B., Vicente, M., (2006) aseguraron que, las drogas externas
    tendrán una reacción interna en el cuerpo, donde el
    cuerpo, reconoce, responde y se hace adicto a estas drogas. Las
    adicciones son para Ramtha, un sentimiento de influjo
    químico vertido en el cuerpo a través de una
    completa diversidad de glándulas, incluso las de
    secreción interna; pudiendo ser las "fantasía
    sexual". Los efectos biológicos de las adicciones, pueden
    ser a largo plazo.

    El libro en línea de Azcárate, P.,
    Moral a Nicómaco, (1973) destaca a
    Aristóteles al referirse a la virtud y el vicio son
    voluntarios diciendo:

    "Siendo el fin a que se aspira el objeto de la voluntad,
    y pudiendo estar sometidos a nuestra deliberación y a
    nuestra preferencia los medios que conducen a este fin, se sigue
    de aquí que los actos que se refieren a estos medios son
    actos de intención y actos voluntarios; y esta es
    precisamente la esfera en que se ejercitan en realidad todas las
    virtudes. Por lo tanto, no ofrece la más pequeña
    duda que la virtud depende de nosotros, y en igual forma el vicio
    depende también de nosotros, porque, en efecto, si depende
    de nosotros el obrar, lo mismo depende el no obrar, y donde
    podemos decir no, lo mismo podemos decir
    sí. Por consiguiente, si ejecutar un acto, que es
    bueno, depende de nosotros, de nosotros dependerá
    también no ejecutar un acto que es vergonzoso; y a la
    inversa, si no hacer el bien depende de nuestra voluntad, hacer
    el mal dependerá igualmente." (pg. 68)

    Aristóteles con ésta afirmación
    sobre el fin que aspira el objeto de la voluntad, le otorga la
    plena práctica al hombre, ya que, sólo
    dependerá del hombre en igual medida para su obrar o el no
    obrar, para decir, si o no, y para los actos buenos o malos. El
    filósofo, llamará a los actos: de intención
    y los voluntarios, por corresponder estos a la realidad de todas
    las virtudes en el hombre.

    Para Abbagnano, N., y Visalberghi, A. (201022)
    Aristóteles evidencia sus virtudes éticas y
    dianoéticas en el hombre. Donde las éticas son: la
    templanza, justo medio entre la cobardía y la temeridad.
    La liberalidad, justo medio entre la avaricia y la
    disipación. La mansedumbre, justo medio entre la
    irascibilidad y la indolencia: justicia distributiva donde se
    realiza una exacta proporción, y la justicia conmutativa o
    correctiva tiende a compensar las ventajas o las desventajas
    entre dos contratantes para una igualdad. La equidad es, una
    corrección de la ley mediante el derecho natural. Mientras
    que, las virtudes dianoéticas son: la ciencia, capacidad
    demostrativa. El arte, capacidad de productora de objetos. La
    cordura, capacidad de actuar convenientemente en relación
    con los bienes humanos. La sabiduría es, la más
    alta de las virtudes dianoéticas y comprende la ciencia
    como, facultad de demostrar y la inteligencia como, facultad de
    intuir los principios de la demostración. Y por
    último, la amistad que no se funda, ni sobre la utilidad
    ni sobre el placer recíproco, sino sobre el bien y la
    virtud; y como tal es estable y eterna.

    El deseo, la elección, la intención y el
    cambio se darán según Aristóteles en el alma
    del hombre desde las operaciones y las facultades donde se
    observan como accidentes, y el alma es, aquello que constituye al
    ser vivo como sustancia. Las facultades son sus principios
    próximos. Establecer cuántas y cuáles son
    las facultades del alma debe ser considerado desde las diversas
    operaciones y sus objetos, las potencias se ordenan a los actos y
    éstos se especifican por sus objetos, donde se pueden
    diferenciar los diversos órganos corporales y las
    distintas potencias operativas. Gómez, C. (2011) presenta
    la manera que son dadas en los seres vivos es desde lo
    nutritivo, sensitivo, desiderativo e
    intelectivo, y constituyen o son una parte del
    alma.

    La facultad nutritiva constituye la potencia
    primera y común del alma, se presenta en los seres
    considerados perfectos, es decir, completos, esto se observa
    cuando un viviente genera a otro semejante a él. El alma,
    causa del movimiento y de la nutrición, nada se alimenta a
    no ser que participe de la vida, siendo así, que lo
    alimentado será el cuerpo animado. En el alimento se
    distinguen dos poderes: el de nutrir, pues alimenta en la medida
    que es individuo y entidad. Y el de hacer crecer, en la medida en
    que el ser animado posee cantidad, es así que el alimento
    es, principio de la generación.

    La facultad sensitiva tendrá lugar
    cuando el sujeto es movido y padece una afección, pudiendo
    ser cierta alteración. Calvo, T. (2000) establece que
    quien posee el saber pasa a ejercitarlo, no siendo en absoluto
    una alteración, por ser este un proceso hacia sí
    mismo y hacia la entelequia, pudiendo ser otro género de
    alteración. La sensación en acto ha de considerarse
    análoga al acto, su diferencia está en los agentes
    del acto, que son objetos sensibles exteriores y los objetos
    individuales, que el alma misma. Los objetos sensibles
    podrán ser clasificados de tres formas, donde dos son
    sensibles por sí, como los propios y comunes, el tercero
    será por accidente. El propio de cada sensación,
    será aquel objeto que no puede ser percibido por ninguna
    otra sensación, no pudiendo sufrir error. Es común,
    en cuanto, no es propia de ninguna sensación en
    particular, sino comunes a todas. Y por accidente, se dice,
    aquello que está asociado accidentalmente a lo que se
    percibe. En definitiva los sensibles por sí, apropiados
    serán los propios ya que en función de ellos
    está naturalmente constituida la entidad de cada
    sentido.

    Platón en la República hace
    mención que el equivalente griego órexis
    significa tendencia hacia, ansia, impulso a la actividad; y el
    latín appetitus significa inclinación
    hacia algo que se toma como bueno y provechoso. Es un movimiento
    interno hacia algo que perfecciona al sujeto; una
    inclinación a la realización de la propia
    naturaleza; la actividad de la forma del sujeto, que tiende a
    desplegarse y perfeccionarse. Platón expondrá que,
    el hombre tiene una triple función de actividad:
    intelectual, que estará en la cabeza; irascible, en el
    pecho: y por último, la actividad concupiscible, que se
    encuentra localizada en el estómago, fuente de las
    apetencias más bajas de la sensualidad.

    La facultad desiderativa pone de manifiesto dos
    principios que serán causantes del movimiento local, es
    decir, el deseo y el intelecto, el cual conlleva, al intelecto
    práctico, siendo aquél que razona con vistas a un
    fin, por cuanto, se diferencia del teórico. Tanto el fin
    como el objeto deseado, serán en sí mismo el
    principio del intelecto práctico, mientras que la
    conclusión del razonamiento constituye el principio de la
    conducta.

    El objeto deseable llega a mover y mueve el pensamiento
    al ser su principio el objeto deseable. El intelecto no
    podrá mover sin deseo. El deseo puede mover infringiendo
    el razonamiento, porque el apetito es otro tipo de deseo. De esta
    forma, lo que causa el movimiento, será siempre el objeto
    deseable, por ser lo bueno o lo que se presenta como bueno, es el
    bien realizable desde la acción, aun cuando se anuncie de
    otra forma a como es. Es así que la potencia motriz del
    alma será llamada deseo.

    El apetito se somete a lo inmediato, porque el placer
    inmediato se vislumbra como placer absoluto y bien absoluto, al
    perderse de vista el futuro. Por eso, el que mueve
    moviéndose es la facultad desiderativa, y el que desea se
    mueve en tanto que desea, por ser el deseo un movimiento. El
    animal es capaz de moverse a sí mismo en la medida en que
    es competente de desear y la facultad de desear no se da sino por
    la imaginación, siendo racional o sensible. La
    imaginación sensitiva puede darse en los animales
    irracionales, mientras que la deliberativa sólo se
    dará en los racionales. Los seres naturales, son seres
    ordenados a un fin o sencillamente acontecimientos vinculados a
    seres ordenados a un fin.

    Téllez, E. – Cruz, J., Tomás de
    Aquino: Cuestiones disputadas sobre el alma, (
    20012),
    presentaron la concepción de Aquino, T. quien
    afirmó en su Suma Teológica, que el
    apetito natural no consiste propiamente en un movimiento del
    apetente, sino en una inclinación o peso "pondus"
    de la naturaleza del apetente, orden o relación
    trascendental de una entidad hacia otra. Sigue a la forma
    natural, innata, del apetente. Tal es el apetito de la materia a
    la forma, de la voluntad al bien, del entendimiento a la verdad.
    No puede ponerse en marcha por un acto distinto del de las
    demás facultades. De este modo, Aquino, T. postuló
    el apetito elícito, como prolongación y complemento
    de la facultad cognoscitiva: el conocimiento no serviría
    de nada si el sujeto cognoscente no pudiera abandonar su
    indiferencia hacia el objeto. Por eso, la razón del
    apetito conviene propiamente al apetito elícito: tendencia
    hacia lo conocido como fin. El apetito elícito puede ser
    sensitivo o intelectivo, según que el origen de la
    apetencia sea una facultad cognoscitiva sensible o
    intelectual.

    Continúan, Téllez, E. – Cruz, J.,
    (20012) exponiendo el pensamiento de Aquino, T., en
    relación al apetito concupiscible que está, en
    función del bien deleitable, en orden al mantenimiento en
    la existencia, a la perfección y a la fruición del
    sujeto; tales bienes son el sexo y a los alimentos. El apetito
    irascible se lanza hacia los bienes difíciles de
    conseguir. Y sobre el apetito intelectual, es el correspondiente
    al conocimiento intelectual en el hombre. Y afirmará que
    es, el más perfecto de los apetitos, por cuanto tiende al
    bien general bajo todos los aspectos. Como lo que capta el
    entendimiento es inmaterial, el objeto del apetito intelectivo es
    lo inmaterial. Este apetito es llamado voluntad, en
    relación al dominio que ejerce sobre el apetito sensitivo,
    no de forma absoluta; ni despótico, sino político;
    consiste el dominio en la espontaneidad del apetito sensitivo, el
    cual puede escapar del influjo de la voluntad según las
    disposiciones de su órgano correspondiente.

    En conclusión, el apetito sensitivo, es
    concupiscible, es decir, que desea lo deleitable y agradable. El
    apetito concupiscible actúa bajo el influjo de la
    imaginación y de la sensación. El apetito
    irascible, para Aristóteles su misión es evitar o
    quitar los obstáculos para alcanzar así el bien y
    el goce al que tiende. Este apetito se guía por la
    estimativa y por la memoria. Propondrá a su vez, el
    apetito intelectivo, el cual está vinculado al
    entendimiento práctico. En éste, la voluntad
    está sometida al entendimiento, que es el que determina
    resistir o dar cauce al impulso. La voluntad busca el fin, pero
    es el entendimiento práctico el que escoge los medios. Es
    por ello que defiende totalmente la libertad moral: "En nuestro
    poder se halla la virtud y también el vicio."

    Gómez, C. (2011) expone la concepción de
    Aristóteles en relación a la facultad
    intelectiva
    , la cual, es impasible, pero puede ser capaz de
    recibir la forma, y ser en potencia tal como la forma, pero sin
    ser ella, siendo considerada en lo inteligible algo
    análogo a lo que es la facultad sensitiva en
    proporción a lo sensible. El intelecto es inteligible, de
    la misma manera que lo son sus objetos. Cuando son seres
    inmateriales lo que intelige y lo inteligido, se pueden
    identificar. A su vez, los seres que tiene materia, los objetos
    inteligibles, estando sólo presentes en ellos
    potencialmente. En los seres que poseen materia no hay intelecto,
    ya que el intelecto que los asume como objeto, es de potencia
    inmaterial, es decir, que el intelecto sí posee
    inteligibilidad. Se debe observar así los órganos
    sensoriales de la facultad sensitiva y facultad intelectiva, por
    cuanto, no son del mismo tipo. El sentido, no es capaz de
    percibir, luego de haber sido afectado por un objeto, que sea
    fuertemente sensible. El intelecto, es capaz de inteligirse a
    sí mismo, y es separable del objeto que llega a
    inteligir.

    Con la explicación de las cuatro facultades del
    alma: la nutritiva, sensitiva,
    desiderativa e intelectiva, quedan constituidas
    por la concepción de Aristóteles, en que son parte
    del alma; en ellas se vislumbran el deseo, la elección, la
    intención y el cambio. La facultad nutritiva,
    está en el hombre para nutrirlo con el alimento y ayudarlo
    en su crecimiento corporal; los agentes del acto son los hombres,
    por cuanto, los objetos sensibles se le presentan de una manera
    común, propio y por accidente. La facultad
    sensitiva
    , se encuentra el apetito como inclinación
    hacia algo beneficioso y su triple actividad en el hombre son: lo
    intelectual, encontrándose en la cabeza; irascible, en el
    pecho; y la actividad concupiscible, dándose en el
    estómago, siendo de las apetencias más bajas de la
    sensualidad. La facultad desiderativa, tiene dos
    principio el deseo y el intelecto, donde el objeto deseable llega
    a mover y mueve el pensamiento al ser su principio el objeto
    deseable. Por consecuencia, el intelecto no podrá mover
    sin deseo. La facultad intelectiva, el intelecto
    sí posee inteligibilidad; y el sentido, no logra percibir,
    luego de se afectado por un objeto sensible. Mientras que, el
    intelecto, logra inteligirse a sí mismo, siendo separable
    del objeto que llega a inteligir.

    El ¿por qué estamos aquí?, se
    responde a través, de la tesis aristotélica
    presentada por Bastons, M. en su libro: El saber
    práctico según Aristóteles
    (1984),
    donde, el hombre no está constituido según su
    naturaleza como un ser "acabado", sino que deberá
    completarse, no sólo en la actualización de lo que
    en su naturaleza se le ha entregado como posibilidad, sino en
    aumentar desde sí y para sí mismo esa posibilidad.
    La dotación de potencias no fija ni definitiva, la
    actualización no es sólo revelación
    explícita de lo contenido implícitamente en la
    potencia. En el hombre se actualiza en cada momento según
    sea su apetito por algo.

    La influencia de la praxis sobre su misma
    posibilidad, permite dar la medida de su transcendencia sobre la
    naturaleza no se realiza en términos de "creación"
    sino en términos de "optimación". El fin del operar
    humano no puede ser la consecución de la humanidad, sino
    su perfección. La actividad del hombre, en relación
    a la educación, será un proceso de
    optimización de posibilidades que le son entregadas desde
    la naturaleza, encontrando conexión y apoyo en la
    realidad. La posibilidad práctica se origina en la
    naturaleza no está sujeto a necesidad, y está
    limitada por necesidad, ante la potencialidad
    práctica.

    Aristóteles en su Ética Eudemia,
    reconoce, pues, que la felicidad es el mayor y mejor de los
    bienes humanos, y decimos humanos porque a lo mejor la felicidad
    podría ser propia de un ente superior aún al
    hombre, como un dios. Por consecuencia, el bien es el fin de las
    acciones humanas, por cuanto en ellas se busca una razón
    de bien. Aristóteles dirá que el bien que se busca
    por sí mismo y la felicidad coinciden, y considera que el
    quid consiste en determinar cuál sea el bien
    propio del hombre o en qué consiste la felicidad; un mismo
    hombre coloca la felicidad en una cosa u otra, según las
    circunstancias. La misión del hombre estará
    orientada a lograr su bien y en obrar conforme a su
    realización, desde esta perspectiva se puede observar un
    proceso continuo por alcanzar el bien, donde el hombre se realiza
    a sí mismo, confiriendo la significación y
    finalidad a su propia vida.

    Por consecuencia, Aristóteles explicará en
    su Ética Nicomáquea que, el bien humano es la
    virtud de forma amplia, donde se incluirá la
    virtud moral "areté", la sabiduría
    práctica "phrónesis" y la sabiduría
    teorética "sophía" no aludiendo
    explícitamente alguna de ellas. Porque dentro del obrar
    del hombre, será propio el obrar conforme a la
    razón, por cuanto su perfección como agente reside
    en la perfección de su obra, aquello que es propio de
    quien al obrar persigue el bien, sólo podrá ser la
    actividad del alma dirigida por la virtud.

    En conclusión, en el segundo ensayo del libro
    ¿Y tú qué sabes? de los autores:
    Arntz, W., Chasse, B., y Vicente, M. (2006). Al definir los
    diversos conceptos, se vislumbró al ser humano desde dos
    perspectivas diferentes: lo inmaterial (alma) y lo material
    (cuerpo), siendo contrarios entre sí, pero que a su vez,
    uno anima al otro. Que en la mente y el cerebro, se llegan a
    construir diversas imágenes de la realidad pero en
    abstracto logrando modificarla a cada momento sin ser esta la
    realidad de las cosas. Las emociones, nos darán la certeza
    de estar vivo, conduciéndonos a un evolucionar, desde lo
    espiritual; mientras que, las adicciones, ocasionan efectos
    negativos en nuestro cuerpo a largo plazo. Al comparar y
    contrastar los conceptos de: el deseo, la elección, la
    intención y el cambio, se observó que están
    en las facultades del alma, donde el hombre al no estar acabado
    en su naturaleza podrá adquirirlas, ejercitarlas y
    perfeccionarlas desde la educación que ofrece las virtudes
    éticas o dianoéticas para que él alcance su
    fin o bien último que es, la felicidad; desde las
    dimensiones: personal, académica y profesional que son
    requeridas en cualquier sociedad.

    BIBLIOGRAFÍA:

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      Historia de la pedagogía, FCE.,
      vigesimosegunda reimpresión, México,
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      1998. en: GÓMEZ, C., Paideía un proceso
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    • TÉLLEZ, E. – CRUZ, J.,
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      NAVAL, C., Educar ciudadanos: La polémica liberal
      – comunitarista en educación, Eunsa,
      Pamplona, 20002.

     

     

    Autor:

    Carlos Enrique Gomez
    Chirinos

    Seminar Administrative Development I
    "D"

    Signature

    ATLANTIC INTERNATIONAL
    UNIVERSITY

    HONOLULU, HAWAII

    OCTUBRE DEL 2012

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