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El amor de los conquistadores



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    El amor de los conquistadores – Monografias.com

    El amor de los
    conquistadores

    Dos seres misteriosos se descubren en esta
    vida: Dios y el hombre.

    Nuestra vida puede ser pintada y escrita,
    sin que nosotros nos demos cuenta de esta proeza.

    El amor puede conquistar con el pincel y la
    espada.

    El Autor.

    Como caído del cielo, Dios me dio la
    oportunidad de inspirarme en una obra colonial que representa el
    matrimonio de un noble español(Martín Loyola) con
    una ñusta incasca,lienzo de 1,715, para pintar el cuadro
    de "El amor de los conquistadores"y a la vez escribir el cuento
    novelesco que estás leyendo, donde solamente usted, amigo
    lector, me hace famoso con su propia lectura.

    Me imaginé que Martín Loyola
    decía:"Dios es quien ha querido que nos casemos. Su ley
    divina es la que me ha traído hasta estas tierras para
    encontrar el amor que no lo pude descubrir en mi lejana
    España".

    Como no voy amarte

    India hermosa,

    si tus besos,

    nunca los encontré en
    Tolosa.(Declama un poema mío)

    Mi padre no tenía buenas relaciones
    afectivas con el propietario de la quinta en que vivíamos,
    porque era andino y ambicioso. Por otro lado mi hermano mayor,
    tampoco tenía buenas relaciones con su esposa de ese
    entonces, porque asociaba sus defectos humanos a su raza
    andina.

    Estas dos influencias racistas
    confundían mi romances de adolescente al inclinar mis
    sentimientos hacia jovencitas de etnia serrana, aunque
    acriolladas a la limeña. Al entrar a la juventud, me
    valía de las pobres cholitas para pasar el
    tiempo.

    Pero nunca hay que decir:"De esta agua no
    he de beber". Muchas veces me apasioné de bellezas
    serranas e idealicé hasta los cielos. Yo era un
    soñador. Me sentía un inglés por mi origen
    materno. Para justificar mis sentimientos por las
    tawantinsuyenses, solía decir:

    "Pero si a lo mejor, una de esas cholitas,
    es descendiente de la nobleza incaica.Tal

    vez de una reina colla o una princesa
    ñusta. Entonces estamos en el mismo nivel de noble a
    noble(Hecho real).

    Preguntaba por unos óleos en un
    acogedor pasaje miraflorino, cuando descubrí, abrigado
    entre sus colores primos, un acrílico dorado.
    Instantáneamente mentalicé:"Este es el dorado que
    necesito para la lira y la coronilla de mi Santa Cecilia".
    Ahí me acordé que ese era el dorado de la
    técnica del estofado de la Escuela mestiza
    cusqueña. En esta escuela también predominó
    el café. Un café colonial que irradiaba paz,
    recogimiento, veges acogedora y un no se qué, que no dejo
    de saborearlo.

    Otros recuerdos que coronaron mi corona
    principesca(Cabeza) fue la pintura de un amigo. que acabó
    con su vida.Con su hermano acordamos venderla,en la creencia que
    era auténtica, pero los mercaderes anticuarios nos
    revelaron el secreto de la modernidad.

    El fraterno deudo se apenó por no
    lograr obtener el dinero ambicionado. Le cambié el
    panorama de su monetarismo con la "Visión de los
    artistas"_Jorge tienes una reliquia en las manos. Es la herencia
    histórica de tu hermano. No importa que sea una
    réplica.

    Jorge me miró entre triste y
    sorprendido. Me dio la mano. Decidió regalárselo a
    su madre, que hoy en día está disfrutando la gloria
    con mi amigo.

    Entre mis hojas cerebrales
    sobresalió un dibujo de un libro de historia colonial que
    siempre me llamó la atención. Era una
    reproducción de una oleografía, del famoso cuadro
    del "Matrimonio de Martín Loyola con una
    ñusta"(1,715) en el Chusco,donde se puede apreciar a los
    novios, transfondadas por las familias reales de ambos consortes
    y por los personajes religiosos, concelebrantes del sacramento.
    En mi interior alguien me habló:"Neko esa es la pintura
    que tienes que hacer". Algo me detenía. Tal vez ese temor
    terioso que tenemos todos los artistas.

    Finalmente la orden vino providencialmente
    del cielo, cuando cayó el pincel que traspasó mis
    dudas,y abrió una luz por el agujero que había
    creado. Mi colega Santiago Muñoz, profesor de literatura
    del colegio donde yo enseñaba, me mostró unas
    fotografías de las pinturas de su papá sobre La
    Escuela mestiza cusqueña."Todo está
    claro.

    Órdenes son órdenes. Tengo
    que pintar ese matrimonio".

    Días después seleccionaba a
    la pareja matrimonial y al obispo celebrante, quitándole
    la calavera al otro cura. En mi boceto agregué un cupido
    moreno al Dios padre. Abajo, el altar de candelabros, ofrendas
    florales y dos cuadritos: Uno con la carabela en los mares y el
    otro, de un paisaje andino. No quize poner a las familias de los
    novios, porque noté mucho la discriminación racial
    que se le hizo a nuestros antepasados. Los artistas somos muy
    sensibles.

    En los tiempos libres paseo por las
    galerías miraflrorinas, y contemplo el dorado de los
    santos y los arcángeles para saborear mejor ese "Estofado"
    y aprender a digerirlo en el momento que celestialmente tenga que
    aplicarlo.

    Al terminar de pintar "El Amor de los
    conquistadores", pensé en las manos indígenas, o
    mestizas, del artista anónimo que hizo esta grandiosa
    obra.¿Qué de semejante o de diferente sintió
    con respecto a mi en esta creación estética? Me
    hubiera gustado conocerlo para escribir juntos esta obra. Una
    amistad de pluma y pincel.

    Me acuerdo que años atrás mis
    pinturas religiosas eran atacadas por un amigo,que
    aliándose doctrinalmente con la hija de un pastor
    evangélico, tildaban de idolatría a las
    imánes católica. Mi amigo y la joven protestante se
    sentían atraídos románticamente. El le
    declaró románticamente sus sentimientos. No lo
    rechazó, pero la última respuesta la tenía
    Dios. Había que esperar la respuesta del Padre eterno a
    las oraciones de los fieles, presididos por el pastor.

    A mi amigo se le consumía la
    paciencia por la incertidumbre de la respuesta divina. Por esos
    días cambió su posición iconoclasta:"Neko yo
    no creo en tus santos,pero rézale por si acaso, para que
    me den una mano". Tuve que ayudarlo, pidiendo misericordia divina
    por sus ataques sacrílegos". Ni el Dios de los
    católicos, ni el Dios de los protestantes quizieron la
    realización de su romance.

    En una pequeña asamblea de fe, el
    pastor ,en presencia de la amada comunicó a mi amigo que
    él no era el elegido por Dios para ser pareja de su hija.
    Los hermanos evangélicos no sintieron la voluntad divina
    en esa relación afectiva.

    Mi amigo coléricamente
    abandonó la asamblea. Constantemente renegaba de la fe
    protestante y de la fe católica. Un día me trajo el
    diario donde decía que el Pastor, padre de su amada, fue
    sorprendido en amores con su secretaria.

    _Yo se lo voy a enseñar a ella para
    que me diga "Donde está la fuerza de oración de su
    padre". Seguramente Dios ha separado a ese corrupto de su madre,
    como él nos separó a nosotros.

    Logré disuadir su propósito
    de venganza.

    Pintando el cuadro del "Matrimonio de
    Martín Loyola y la Ñusta", recuerdo con pena ese
    romance frustado entre mi amigo y la hija del bígamo
    pastor.

    Nelson le tuvo devoción a la imagen
    que pintó. Le rezaba, pidiéndole a Dios
    éxito en todas sus realizaciones humanas. También
    rezaba por las almas difuntas de los novios, del sacerdote y del
    anónimo pintor. Quería que todas estas almas
    pasaran rápido al cielo, si es que se encontraban en el
    purgatorio. Practicó los ejercicios espirituales de San
    Ignacio de Loyola. Contemplaba y contemplaba el cuadro,
    saboreando los colores, formas , sombras y el dorado del
    estofado. Le daba mucha paz. Se imaginaba como uno de
    los personajes de la pintura. Se sentía Don
    Martín Loyola, orgulloso noble español, buen mozo
    digno de una ñusta de la corona incaica. Ponía de
    ñusta a todas aquellas enamoradas que lo amaron con
    frenesí. Otras veces se imaginó como el obispo
    celebrante.

    La obsesión se desplazó a su
    colegio. Organizó un concurso de "Mis Ñusta" para
    las alumnas de etnia indígenas. Algunos colegiales de raza
    blanca, que las pretendían, quisieron ser "Mister
    conquistadores".

    En un colegio limeño, donde
    enseñaba religión, una alumna huarasina contrastaba
    con la criollada de un discipulado bullicioso y vulgar. Ella muy
    silenciosamente tomaba atención a mis clases de fe.
    Presentaba una conducta tímida y misteriosa. Otras veces
    agresiva.En una oportunidad se peleaba a golpes con su
    condiscípula en el suelo del patio del plantel. Por
    intentar separarlas me caí encima de ellas.

    Una mañana practicamos en el colegio
    los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola. Al
    figurarnos a Cristo y a la Virgen María, con los ojos
    cerrados, ella se puso a llorar. El salón de clase se
    burló de la discípula asustada. Minutos
    después, confidencialmente, me reveló lo que
    supuestamente le decía el demonio:"Ven acá. Te
    quiero mucho. Tú tienes que ser mía".

    En otra oportunidad cuando dirigí un
    test vocacional, me dio a conocer que quería ser monja. Un
    alumno descubrió el secreto, al hurtar su ficha personal.
    Otra vez el aula de clase comenzó a burlarse de ella. Le
    decían:_¡Loca! ¡Monja loca! ¡Chola Santa
    Rosa!

    ¡Santa chola!_ calmé el
    escándalo con un parte disciplinario a la
    dirección.

    Al poco tiempo soñé, que
    estando acolitando una misa con el capellán del colegio,
    mi cuerpo ensotanado se elevó unos metros y mis manos se
    ensangretaron a lo igual que los estigmas de San Francisco. Las
    gotas de sangre caían sobre el blanco mantel del altar.
    Todos los alumnos gritaban:

    _¡Milagro! ¡Milagro!
    ¡Milagro!_la alumna no despegaba sus labios. Solamente me
    miraba con lágrimas en los ojos. Estaba vestida con el
    hábito de monja franciscana.

    Esa misma semana del sueño, la
    mamá de la alumna fue al colegio y me culpó,
    delante de la directora, de haber influído para que su
    hija abandonara la idea de ser arquitecta para convertirse en
    religiosa. Tiempo después me enteré que siendo
    novicia había sido sido envenenada en su propia
    congregación.

    Mis clases de Historia del Arte en el
    Taller de Federico Esquerre, fueron para mí muy
    trascendentes en mi creatividad artística. Alucinaba a
    Federico Esquerre como un joven cobrizo de La Escuela Mestiza
    cusqueña, que había llegado a ser maestro de arte
    de un discipulado español y mestizo de la colonia. Ese
    alucinamiento lo volcaba tambien hacia los profesores de etnia
    incaica de la facultad de arte de la católica. Los
    soñaba como Amautas que enseñaban arte a un cuerpo
    discente exclusivamente español en la referida escuela
    colonial.

    Providencialmente, por esos tiempos,
    conocí a mi amigo el anticuario Julio Gonzales.
    Recuaíno que me dio la gran oportunidad de dictar
    conferencias de arte y declamar poesías. Tenía las
    fuentes de inspiración en sus pinturas y
    antigüedades. No sé porque tenía la idea de
    una comunicación del pasado al contemplar sus vetustas
    colecciones y leer sus añejos libros. Julio era para
    mí, otro de los supuestos descendientes de La Escuela
    Mestiza cusqueña.

    Siempre estuve agradecido de La Casa
    Gonzales, por privilegiarme con su literatura artística.
    Igualmente del Taller de Federico Esquerre, por haberme dado la
    oportunidad de enseñar historia del arte.

    Simultáneamente al Taller de
    Federico Esquerre, enseñé Historia del Perú
    y Universal en academias y colegios. Mi error fue enseñar
    lo que a mí me gustaba y no lo que debería
    enseñar.

    Unos de mis alumnos inevitablemente se tuvo
    que casar. Al pie del altar puso una réplica del cuadro de
    "Martín Loyola y la Ñusta" que él mismo
    había pintado. En las felicitaciones connubiales me
    preguntó

    _¿Profe con qué música
    bailaron los novios del cuadro: Con huayno o con un vals
    español, porque en esa época aún no estaba
    compuesto el Danubio azul?

    El profesor Nelson Nataniel Cornejo Jones
    continuaba olvidándose de lo señalado en los
    programas curriculares. Se sentía extasiado al
    enseñar sobre El heroísmo de Juana de Arco, La
    creación de la vida por Dios o Las cinco pruebas de Santo
    Tomás de Aquino.

    En otros casos un tema de historia que se
    tenía que enseñar en un solo día(dos horas
    escolares) lo dictaba en dos o tres días. Al cabo de un
    tiempo lo volvía a repetir. Una vez se pasó cerca
    de un mes hablando sobre las cruzadas y el feudalismo.
    Contrariamente, los temas que no le gustaba:O muy poco los
    enseñaba o no los enseñaba.

    Los alumnos no protestaban por la
    simpatía que le tenían al docente y por lo
    interesante que les resultaba su clase. Sin embargo a los
    directores no les pareció bien su conducta, y
    después de constantes advertencias fue finalmente
    expulsado de los claustros estudiantiles. Otras de las
    expulsiones se debieron al frecuente olvido de la letra del Padre
    nuestro y del Himno nacional en plena actuación
    escolar.

    En su intento por sobrevivir en esta tierra
    alejada del paraíso terrenal, el profesor se metió
    de modelo en la facultad de arte de la Universidad
    Católica. Entre modelaje y modelaje intentaba vender su
    cuadro "El Amor de los conquistadores" a los discípulos
    que lo dibujaban. Fue exiliado de esta casa de estudios, por
    confundir su actividad de modelo con la de mercader
    pictórico, y a la vez distraer la atención del
    alumnado de la clase de modelado, tan importante para los futuros
    artistas.

    Triste y decepcionado por su
    situación de Caballero de poca fortuna, estuvo a punto de
    quemar su pintura, culpándola de su pérdida de
    trabajo. Quiso hacer lo mismo con los libros de la obra de arte,
    ya que tampoco pudo venderlos.

    Se embriagaba con el vino de la misa que
    compraba en la librería Salesiana. Pensó que por
    ese medio el espíritu de Dios lo ayudaría. Fumaba
    cigarrillos árabes, fantaseando que si no era Jesucristo,
    sería Mahoma.

    Supuestamente, tiempo después, una
    luz providencial lo sacó de las tinieblas. Por esa
    época su único entretenimiento era ver por las
    noches el programa TV.U.S.A de "Beyond James Van Praght" en canal
    80 infinito. Este personaje se comunicaba con los
    espíritus de los muertos, por solicitud del
    público. Y fue así que viendo a James
    comunicándose con una señora por telefonía
    televisada, se sorprendió como este individuo podía
    contactarla a la señora con los espíritus de sus
    propios familiares,estando ella a cientos de kilómetros de
    distancia del canal. Solamente le bastaba al médium verle
    la cara televisada y escucharle la voz. Recordó, por
    asociación, que meses atrás vio en el mismo canal
    un programa esotérico donde una persona se comunicaba con
    el alma de un pintor fallecido y con la de los personajes de su
    pintura que vivieron hace siglos.

    Buscó el correo electrónico
    de James Van Praght, y al cabo de dos días ya estaba
    comunicándose con el vidente. Mediante un traductor le
    envió la imagen impresa de la obra auténtica que
    había reproducido de una enciclopedia de historia del
    Perú.

    James le dio a conocer que era muy
    difícil un contacto tan indirecto. Se tenía que
    tener presente que la obra era anónima, ya que estaba a
    nombre de una escuela de arte, y que los personajes de la
    pintura, de hace tres siglos, no eran familiares de él.
    Pero de todas maneras lo iba a intentar.

    _Lo tomo como si fuese un reto para mi
    realización de clarividente del más allá,
    delante de este público que me mira a mí y a la
    pintura_asumió su responsabilidad el médium con un
    cierto nerviosismo e inseguridad.

    Minutos de silencio apagaron la voz de
    Nelson, en el Perú, y la de James en los Estados
    Unidos.

    James contemplaba absorto la pintura, y
    cada minuto miraba a Nelson, que parecía otra pintura
    impresa en la pantalla. No se movía. No pestañaba.
    Su corazón latía de esperanza y su cara estaba roja
    como una ciruela.

    Al fin el pequeño James
    rompió el silencio.

    _Hay una persona de etnia indígena
    que me dice que es el pintor del cuadro, pero no me quiere dar su
    nombre porque sino se perdería la tradición del
    anonimato de la Escuela mestiza cusqueña. Ahora me dice
    que está al lado de sus modelos. Los novios y el cura, que
    tiene la calavera en la mano, me dicen que están contentos
    con tu trabajo artístico de la nueva pintura
    transfigurada. El pintor, los novios y el cura, manifiestan estar
    de acuerdo en que no hayas incluído ,en tu obra, a las dos
    familias connubiales, porque nunca aceptaron ese matrimonio.
    Tampoco lo estuvo el obispo, ni el otro cura que está con
    el pergamino. Me dan a conocer que no es digno que lleve la
    aureola de santo. Solamente el cura amigo debió tenerla.
    El pintor se las puso en honor a San Ignacio de Loyola, ya que
    los curas son Jesuitas. Los novios piensan que el
    obispo celebrante del matrimonio debió ser el cura amigo.
    Me informan que fue una buena elección, ponerle a
    él la mitra episcopal en tu pintura. Los otros personajes
    de la pintura no se encuentran presentes porque se encuentran
    aún en el purgatorio y otros se han condenado en el
    infierno. Se están enterneciendo con el angelito de etnia
    negra, porque fue una raza, a lo igual que la indígena,
    muy sufrida en la colonia. Ahora todos te hablan en coro:"Tu vida
    estará oscilando entre la fe religiosa, el arte, la
    literatura y la historia". Eso es lo único que me han
    dicho. Se fueron tus amigos del tiempo. Gracias Nelson por
    concederme esta maravillosa oportunidad.

    El público presente del canal lo
    aplaudía estruendosamente a James. El médium
    lloraba por su gran logro metafísico, mientras Nelson
    sollosaba por todo lo maravilloso que había experimentado.
    Los dos se agradecieron mutuamente.

    Nelson no estaba muy seguro si había
    hecho bien o mal al comunicarse con el alma de los muertos. El
    Espiritismo no lo acepta la iglesia católica. Solamente
    acepta la comunicación con las almas difuntas, si es que
    es la voluntad divina. Entonces se justificó
    intrigadamente._Y si a lo mejor cuando se me cruzó la idea
    de recurrir a James, fue la voluntad de Dios que ingresó a
    mi alma.¿Quién sabe? ¿Debo rezar por las
    almas difuntas de aquellos que tuvieron en contra de ese
    matrimonio? ¿Habré caído en el pecado de la
    idolatría? ¿No será el demonio el que ha
    hecho hablar a James?

    En algún momento pensó en
    tener el cuadro en sus manos para recibir milagros, pero a la
    misma vez le asustaba la idea. Ante tanta confusión le
    pidió a Dios, en oración, que su vida fuera de la
    voluntad divina, y que si pudiera lo ayudara en su difícil
    existencia de conseguir logros espirituales, intelectuales y
    económicos.

    Nadie sabe si fue Dios con su providencia o
    James, o tal vez las leyes de la naturaleza, o simplemente el
    esfuerzo de él mismo, el que lograra algunos cambios
    significativos en su vida, llenos de contratiempos pero libres de
    rutinas y ricos de aventura.

    Conoció a una pareja de esposos que
    eran artistas. Sus obras sagradas significaban para ellos
    símbolos providenciales o mensajes divinos de acuerdo a lo
    que estaban viviendo.

    Se vio motivado a pintar más obras
    religiosas. Escogió al consorte varón como su
    padrino de confirmación.

    En sus tiempos libres visitaba, en una
    tienda de ropa, a una joven morena. Le llamaba la Atención
    su gracia femenina e inocente. Tenía un polo con la imagen
    impresa de "La Creación del hombre por Dios" de Miguel
    Angel, pero que solamente detallaba el encuentro de los dedos
    índices del creador y del creado. Tuvo una estrecha
    amistad con esa doncella, y ella terminó
    eligiéndolo su padrino de confirmación.

    Poco a poco fue recuperando algunos
    dictados de historia. Las clases del heroíco pasado le
    daban fuerza y energía para seguir viviendo.
    Regresó al taller de Federico Esquerre y continuó
    dando conferencias de arte en la Casa Gonzales de la cuadra
    cuatro de la Avenida Larco. Tiempos aquellos de nunca
    olvidar.

    Conoció a un amigo actor de teatro
    que le llamaban Bachi. Le presentó a una colega actriz de
    nombre Esperanza. El racismo y el clasismo perseguía a la
    histriónica. No quería papeles donde ella saliera
    de chola, pobre o sirvienta.

    El camino de la amistad se deslizaba
    misteriosamente. Inició una amistad con su exalumna
    predilecta. Ella había dejado temporalmente el convento.
    Ahora tenía costumbres muy liberales y estaba en busca de
    emociones muy intensas. Pintaban y pintaban.

    De pintura en pintura se fueron hasta las
    serranías. Ella tenía unas ideas muy raras.
    Quería morirse para conocer el más allá.
    Pero no tenía el valor para matarse. Por eso renegaba
    ásperamente. Dentro de sus estrambóticos planes
    estaba el volverse loca para saber como era la locura. Sus ansias
    de sabiduría la hacían pensar también en
    volverse prostituta, lesbiana y drogadicta. Vivía tanto la
    experiencia del cine, que una vez al ver que clavaban a Cristo,
    gritó llorando:¡No! ¡No! ¡No!

    Después supe que de atea
    volvió a ser creyente. Fui padrino de un segundo bautizo
    que ella se imaginó. Luego inventó su propia
    confirmación. De novicia repetitiva pasó a ser
    loca. Ella fue una de las personas más extrañas que
    conocí en mi vida.

    Me acuerdo que cuando le conté que
    había visto sonreír la imagen de la Virgen de
    Lourdes en la casa de mi padrino, ella quizo también ver
    sonreír a los personajes de mi pintura. Pasaba por su lado
    con los labios alegres. Una vez la encontré
    haciéndole cosquillas a uno de mis santos. Me decía
    que los había escuchado caminar en mi atellier cuando
    estábamos en la sala de abajo. Después me
    decía que no creía en nada de eso. Se sentía
    orgullosa de ser contradictoria porque la sacaba de la
    monotonía de la verdad absoluta. Siempre estaba
    intranquila por conocer el misterio de la
    confusión.

    En un impulso de entusiasmo quizo llevar el
    lienzo del " Amor de los conquistadores" a la Procesión
    del Señor de los Milagros para exhibirlo como emblema
    religioso, pero le disuadí la idea. Se contentó con
    llevar una pequeña mano de cerámica, que se
    había encontrado, y que creía que le
    pertenecía a una imagen de Santa Rosa de Lima.

    Me encontraba en el Cusco, gracias a mis
    ahorros. Quería conocer personalmente la pintura del
    matrimonio de Martín Loyola y la Ñusta, para
    encontrar nuevos mensajes del más allá y orientar
    mi confundida vida.

    Planifiqué ir a la misa del
    santuario colonial de la Compañía de Jesús y
    pedirle a Dios alguna luz, para comunicarme con los personajes
    del cuadro y luego realizar el ejercicio espiritual respectivo al
    contemplar la pintura. Pero como los planes de Dios o tal vez de
    las leyes naturales, no son los del hombre, las cosas se
    transfiguraron en el teatro de mi vida. La tragicomedia se hizo
    presente.

    Al final de la misa me encontré,
    después de un largo tiempo, con mi amiga
    Esperanza.

    Era toda una actriz esotérica y
    nerviosa. Me presentó a su novio, un rubio inglés
    que apenas hablaba el castellano. Estaban en el Cusco de paseo
    turístico y al día siguiente se iban a
    Machupicchu.

    Me contó que dos de mis amigas, que
    les había presentado, las encontró en Lima, juntas
    como hermanas. Le cayeron algo antipáticas, porque
    según ella la morena y la monja indígena de cara de
    loca, así la calificó, habían mirado con
    deseo a su gringo idolatrado.

    _¿No será lo
    contrario?_intuí con cierta sorna.

    _No. El es muy fiel a su novia blanca,
    rubia y peruana. Ja-ja-ja-ja-ja_respondió con su
    típico orgullo tradicional y su risa burlesca.

    La risa la cortó tajantemente, al
    contarme que me había visto comunicándome con las
    almas de la pintura colonial en el programa de James Van Praght.
    Como ella se encontraba, en ese entonces, en los Estados Unidos,
    fue al mismo canal del programa para pedirle una
    comunicación con el alma de su padre. Lamentablemente
    James la decepcionó.

    Le dijo que los mensajes de su padre eran
    solamente de los últimos años de su vida que
    compartió con ella, y no le decía nada de la vida
    en el más allá. Tampoco la ponía en contacto
    con las almas de los faraones y de María Antonieta. Menos
    aún con la Virgen María y el mismo Dios. Con
    más razón, ni se le pronosticó el futuro.
    James le había dicho que más no se podía
    hacer.

    _¿De aquí qué vas
    hacer?_me preguntó.

    _Voy a contemplar espiritualmente la
    pintura que viste en el programa_le repondí
    inmediatamente. No sé porqué tenía algo de
    vergüenza.

    _Vamos pues. Si se puede_me
    respondió entre burlona, seria y pensativa.

    El silencio de mi visualización era
    interrumpido con las interrogantes, en inglés, del
    anglosajón, y las apreciaciones racistas de Esperanza con
    respecto a la ñusta. La comparaba con una antigua empleada
    de su casa. Su risa y sus burlescas impresiones etnicistas,
    acabaron con desconcentrarme. Propuse una cristiana retirada.
    Pensé:"Mañana vengo solo".

    _¿No te has molestado,
    verdad?

    _No_ le respondí_.Tú siempre
    fuiste alegre.

    Me invitó a almorzar, y ostentando
    su lingüística inglesa, para que la vieran los
    turistas y los connacionales, le hablaba fuerte al
    británico sobre todas mis cualidades intelectuales, que
    luego me traducía, como para que yo me sintiera bien ante
    el disgusto que me habían provocado sus ridículas
    interrupciones en la contemplación del cuadro.

    Quizo regresar otra vez al
    templo.

    Entre los pasadisos , la portada y las
    gradas del santuario, me contó un problema muy grande que
    tenía. Su alma la sentía atormentada con visiones
    extrañas. Se le presentaban indígenas
    diabólicos y ñustas poseídas, que con voces
    de dolor le pedían que se matara. Las depresiones eran
    horrorosas. Por las noches veía caras diabólicas de
    negros esclavos. También llegó a ver la escultura
    de su gordo Buda de tamaño gigantesco. Los vecinos, que
    eran protestantes en su mayoría, atribuían estos
    malestares satánicos a sus prácticas
    esotéricas que realizaba, fundamentadas en los libros que
    leía.

    Pero la supuesta endemoniada rechazaba la
    propuesta de conversión, argumentando que era una
    cristiana esotérica, víctima de una posesión
    luciferiana.

    Ella había leído que los
    jesuitas eran especialistas en exorcizar, y ya que estaban en la
    parroquia respectiva, quería aprovechar la ocasión
    para que un cura de la Compañía de Jesús le
    expulsara el demonio. Como a mí me gustaba sentirme
    importante en el drama que se estaba viviendo, quien sabe,
    identificado con el padre Carras de la película del
    Exorcista, acepté ir con ella al despacho parroquial para
    solicitar una entrevista con un sacerdote disponible.

    Pasamos a una oficina oscura, donde nos
    atendió un padre jesuita de nacionalidad francesa, pero
    hablaba bien el castellano. Yo hice la introducción del
    problema de mi amiga, y ella dilató su situación
    con centenares de ejemplos infernales vividos dentro y fuera de
    su alma. El inglés solamente miraba.

    El padre nos aconsejó que primero se
    tenía que recurrir a la ciencia humana, porque el problema
    podía ser sicológico, siquiátrica,
    orgánico o sociológico. Si después de estos
    análisis profesionales se agotaban las causas evidentes,
    entonces se recurría a la oración o a una misa de
    sanación. Solamente en casos muy extremos se recurre al
    exorcismo.

    Nos dijo que los exorcismos en la iglesia
    se han realizado muy poco, menos aún en los últimos
    tiempos que la ciencia está muy desarrollada.

    Esperanza se molestó mucho. Yo
    trataba de calmarla. Insistió para que el sacerdote la
    exorcisara en ese momento. El alegó que no era exorcista y
    que encontrarlo en la congregación no sería
    fácil. Se levantó enfurecida y gritoneó al
    despedirse

    _¡Muchas gracias padre por ayudarme!
    ¡Buenas tardes!_salió violentamente de la oficina,
    seguida

    por el forastero. Le pedí que me
    esperara afuera un momento.

    Me disculpé ante el padre, que
    estaba sorprendido, y como para calmar las aguas bravas le
    conté que había tenido un sueño en donde se
    abría una gran puerta de tallado colonial, y en el fondo
    oscuro de la habitación ví una cruz, formada por
    estrellas, y escuché una voz que decía:"Yo soy el
    padre Mojica"

    _¿Me habrá querido decir algo
    ese futuro santo, padre?_el religioso apretando los labios, para
    contener la risa, me respondió:

    _mire joven los santos o futuros santos no
    suelen hablar entre sueños. Es sólo un
    sueño.

    Con esta simple repuesta, ya no le quise
    contar al cura sobre mi relación trascendental con la
    pintura. Me despedí, sintiéndome ridículo y
    avergonzado.

    Saliendo del templo acordamos de mutuo
    acuerdo con Esperanza, no hablar nada del a sunto para no
    terminar discutiendo y arruinando el turismo cusqueño. En
    otras oportunidades habíamos peleado hasta quitarnos el
    habla.

    Paseamos por algunas callejuelas. El gringo
    compró artículos de artesanía incaica. Al
    pasar por la puerta de una discoteca, que estaba cerrada,
    decía:"Esta noche fiesta de Halloween, ven con tu
    disfraz".

    Esperanza se alocó de
    alegría_yo quiero ir a esa fiesta.¿Buscamos tienda
    de disfraces?

    Le expliqué que no tenía
    plata para alquilar un disfraz y menos para entrar a la
    discoteca. Me miró sarcásticamente de arriba abajo.
    Le habló al inglés. Ya no tenía porque
    preocuparme. El día de la canción criolla lo
    celebraríamos a nuestra manera.

    El Británico escogió uno de
    conquistador español. Tenía morrión, coraza,
    calzas y botas. Yo escogí uno muy parecido al de
    Martín Loyola, es decir del siglo XVIII. Me ayudaba el
    cabello largo. Ella no encontró ni el de Cleopatra, ni el
    de María Antonieta.Triste, colérica y de compromiso
    escogió uno de bruja medioeval. Al menos le calmaba un
    poco los ánimos, ya que iba con sus creencias
    ocultistas.

    En la noche fui a recogerlos al hostal.
    Esperanza no se había levantado de la cama. Decía
    que estaba cansada del paseo de la tarde, y que la disculparan.
    Ella no iría a la fiesta porque quería dormir.
    Manifestó que no tendría ningún problema, si
    el británico solamente fuese conmigo al
    Halloween.

    Siempre me acordaré que nuestra
    caminata disfrazada por las calles del Cusco, fue todo un
    espectáculo de admiración pública. Un
    provinciano al vernos expresó:_otra vez nos van a
    conquistar los gringos. Ja-ja-ja-ja-ja-ja.

    La fiesta fue fascinante. Adentro era todo
    un castillo que se confundía entre lo medioeval y lo
    terrorífico. En medio de telas de arañas,
    murciélagos y calaveras, sobresalían por sobre los
    humos mortuorios, los personajes disfrazados, prevaleciendo
    más conquistadores españoles, como el
    anglosajón, tapadas limeñas y ñustas
    incaicas.

    Era una verdadera obra de arte, donde los
    elementos humanos salían de sus cuadros para alegrarse con
    los bailes de la festividad. Se tocaba más la
    música del huayno rock del grupo Ushpa. Tres etnias
    fraternizaban en el jolgorio:Gringos foráneos, mestizos
    criollos e indígenas cusqueñas. Se veía a un
    Perú danzando. Se espectaba una Escuela mestiza
    cusqueña, en movimiento, que enseñaba a pintar la
    alegría compartida.

    Pensaba y pensaba en el cuadro de Don
    Martín Loyola y la Ñusta_Como no están
    aquí para bailar con ellos. Nos alegraríamos los
    tres. Mañana tengo que verlos.

    Los turistas conquistadores cortejaban a
    las ñustas. Los limeños a sus tapadas. A mí
    no me hacían caso ni las ñustas, ni las tapadas,
    entonces bailé con una monja pero esta se fue temprano.
    Seguramente su convento la estaba solicitando.

    Por último terminé bailando
    sólo. El británico se olvidó de Esperanza.
    Toda la noche lo ví en un apasionado romance con una
    bonita ñusta, auténtica de raza. El se quiso quedar
    en la fiesta. Solitariamente regresé a mi
    hospedaje.

    A las siete de la mañana me llamaron
    por teléfono a mi posada_Es urgente_me apuró la
    empleada. Era Esperanza. Me contó la triste historia de la
    infidelidad que yo presencié en la fiesta. El
    británico se había enamorado de la ñusta
    como el capitán Smith de Pocahontas. Decidió romper
    su noviazgo con mi amiga. Ya no regresaría a Lima con
    ella.

    Recogió su equipaje. Entre
    cóleras y llantos me pidió que la fuera a ver al
    hostal al mediodía. Cuando fui a verla a esa hora, su
    recámara estaba llena de policías, periodistas y
    turistas. Yacía muerta en la cama. Era el día de
    todos los santos y de los santos difuntos. El diagnóstico
    médico fue: Un paro cardiaco producido posiblemente por
    los excesivos Somníferos, cigarros y sorbos de licor que
    consumió en sus últimas horas de vida.

    ¡No! Había muerto por
    cólera de orgullo, más que por amor y tristeza. No
    soportó perder la batalla ante los ejércitos
    incaicos. El triunfo del Tawantinsuyo eclipsó su
    corazón de conquistadora derrotada.

    Después de unas declaraciones
    policiales, fui a la iglesia a rezar por el alma de mi amiga, y
    continuar con mis ejercicios espirituales del cuadro. Pero estaba
    muy triste, nervioso y confundido. No pude concentrarme. Me
    sentí incómodo de estar en el Cusco por lo que
    había ocurrido. Decidí regresar a Lima.

    Llegué a la Ciudad de los Reyes. Fui
    a verlo a Bachi. Ya estaba enterado de la noticia.

    La iba a inmortalizar presentando una obra
    dramática de tragicomedia. Ella aparecía en las
    tablas, viviendo sus últimos momentos en el Cusco. Por eso
    participaban personajes que representaban al inglés, al
    jesuita y al que les habla.

    Busqué a Angela, mi ahijada de
    confirmación. Ella fue la morenita que me sirvió de
    modelo para pintar a la Angelita Cupido. Me contó que
    Esperanza las había mirado con discriminación, pero
    que si reconocía que se quedó estuperfacta con la
    belleza del Adonis británico, y que también se
    impactó la siquiátrica Bony.

    _¿Cómo que
    siquiátrica?_me sorprendí con la
    calificación.

    _Es una historia muy larga, pero hay que
    contarla_en mi atellier empezó el relato.

    _Encontré un trabajo de celadora o
    guardiana de locas jovencitas en el manicomio del Larco Herrera.
    Ahí me sorprendió verla a Bony. Ella no me
    reconoció. De ti si se acordaba por las pinturas de tu
    casa, las iglesias que visitaban y los viajes que
    emprendían.

    Solía decir:"Mi amigo el pintor. Mi
    amigo el creyente. Mi amigo el viajero".

    Simpatizé con ella. En su ficha
    personal decía que después de haber estudiado
    Educación física en la Universidad Villareal, tuvo
    diversos trabajos. Le gustaba el cine. Llegó a bautizarse
    y confirmarse. Tardíamente ingresó como novicia en
    el convento de las Clarisas de Lima, pero su enfermedad
    sicosomática del hígado, conocida como
    Encefalopatía hepática, la había llevado a
    la demencia. La congregación, con autorización de
    su familia, se vio obligada a internarla en este manicomio.
    Cuando le quisieron quitar el hábito, gritó y
    agredió como una fiera. Entonces tuvieran que internarla
    con su hábito. Su imagen de religiosa calmaba las
    alteraciones de algunas dementes. Se convirtió en una
    especie de santa de los loquitos. Al manicomio le convenía
    tenerla. Pero ella lloraba con frecuencia porque quería
    regresar a la congregación. La madre superiora
    decía que tenerla en el convento significaba un gran
    problema porque en cualquier momento se le presentaban sus
    ataques de irascibilidad.

    Su familia simpatizó conmigo desde
    el primer momento que me conoció. Me converti en su
    confidente. Más supe de Bony por su familia, que por ella
    misma que estaba loca. Al cabo de un tiempo la madre superiora se
    compadeció de Bony. Decidió regresarla a la
    congregación, poniéndola en una celda especial. Fui
    contratada para cuidarla en su convento. Hasta ahora trabajo
    ahí. Estoy de lunes a sábado de ocho de la
    mañana a las seis de la tarde. A las ocho de la noche la
    hacían dormir con agua de wawasana. Ya de todo eso se
    encargan las mismas monjas.

    Bony ya no es religiosa, pero le hacen
    creer que lo sigue siendo. El hábito le ayudó a
    vivir esa fantasía. Un siquiatra la visita de vez en
    cuando. Con su medicamento está tranquila. Le gusta leer,
    orar y pintar. Esta actividad la relaja bastante, a lo igual que
    la música clásica que escucha. Eso sí, no
    comparte la vida comunitaria con las hermanas clarisas. Algunas
    de ellas le tienen miedo.

    Su celda está llena de todas las
    pinturas que tú le regalaste. Casi todas son
    religiosas.

    Es una gran devota de Santa Clara, la
    fundadora, de Santa Rosa de Lima, de San Francisco de Asís
    y Santa Juana de Arco. Por eso ha pintado muchos cuadros sobre
    estos santos. Ora ante estas imágenes. Últimamente
    está pintando arcángeles de la Escuela mestiza
    cusqueña.

    Pero el problema siquiátrica se
    recrudeció cuando vio, en una enciclopedia de arte, la
    oleografía del Matrimonio de Martín Loyola con la
    ñusta.

    _Yo quiero tener un novio así, noble
    europeo, porque yo soy una ñusta.

    Entonces intenté cambiarle la
    idea_Pero tú eres una monja. Las monjas no se pueden
    casar. Además las monjas franciscanas no pueden aspirar a
    las vanidades de los ricos.

    _¿Y cómo las ñustas se
    casaban? Las ñustas eran las princesas, hijas del Inka. Un
    Inka era considerado un dios o un supremo sacerdote. Entonces las
    ñustas eran religiosas.

    Luego rompió a llorar y
    exclamaba:¡Yo soy una ñusta! ¡Soy una
    religiosa!¡Hija de Dios y esposa de Cristo!_asi eran los
    comienzos de sus rabietas.

    Luego se calmaba y yo aprovechaba otra vez
    para hacerla entrar en razones.

    _¿Pero si eres esposa de Cristo, no
    puedes casarte?

    _No, no, el Señor me ha dicho que
    tenga un novio, pero que no me case.

    Como las hermanas en ese momento, se
    encontraban en la parte del fondo del convento, haciendo sus
    oficios religiosos, le sugerí que no llorara porque sino
    se iban a enterar del asunto, especialmente la madre superiora, y
    podían regresarla al Larco Herrera. Mi suplicó
    guardar el secreto y así creamos el
    tabú.

    Con Bony salimos algunas veces a la calle.
    Era parte de la terapia siquiática. Ibamos a las iglesias
    antiguas de Lima. Paseábamos por el Jirón de la
    Unión, Miraflores, el Parque de Lima y otros lugares de
    recreación.

    En una de esas salidas me encontré
    con tu amiga. Bony miraba y miraba al inglés. Al
    despedirnos me dijo:_Ese inglés se parece a mi amigo Neko.
    El será mi novio. Con él me voy a
    casar_traté de transfigurar sus desquisamientos, pero se
    obsesionó y constantemente repetía:_Neko es mi
    novio. Mi novio es Neko. El es Martín Loyola.

    Consultando al siquiatra, comprendí
    que ella llamaba novio a un amigo muy querido. A un amigo de amor
    de hermano. Tal vez nunca lo había tenido.

    Partes: 1, 2

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