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Análisis: La naturaleza de la riqueza



Partes: 1, 2, 3

  1. Introducción
  2. Naturaleza de la riqueza
  3. Definiciones ineludibles
  4. El
    ciclo económico
  5. Un
    ejemplo ilustrativo
  6. Los
    servicios
  7. Llamémos Le Indev
  8. El
    artificio místico
  9. Dinero, maldito dinero
  10. Indevaluable, previsible, constante,
    consecuente
  11. El
    capital es la riqueza
  12. El
    trabajo y el salario
  13. La
    competencia y el mercado, la oferta y la
    demanda
  14. Importación y
    exportación
  15. La
    propiedad y otros valores
  16. El
    Estado
  17. Conclusión

Introducción

El siguiente escrito no sólo trata sobre lo que
su título nos indica, sobre la naturaleza de la riqueza,
sino que también trata sobre la riqueza de la naturaleza.
Pues de una u otra manera se expresa una unidad entre las dos
frases. Ya que la naturaleza según lo estudiado conforma y
origina a la riqueza, pues únicamente desde ella
extraemos, transformamos, creamos y reponemos riqueza, desde la
que se forma nuestra propia riqueza y de la que nosotros mismos
formamos parte. Es la naturaleza dialéctica de la riqueza,
la riqueza dialéctica de la naturaleza.

El tema original surgió de la necesidad de
investigar la naturaleza del dinero. Que aunque parezca
irónico no tiene nada de natural, ya que fue creado por el
hombre. Pero lo más grave es que no está cumpliendo
la función para lo cual fue creado.

Por lo cual se investiga la implementación de un
nuevo sistema monetario, que fuera más apto a los
requerimientos actuales de la humanidad. Que tuviera un respaldo
concreto, que realmente representara algo tangible, verificable,
perceptible, para que su uso tenga un significado y un valor
precisos. Mas en los sistemas actuales el dinero no es una
mercancía (como históricamente se consideraba un
medio, un efectivo patrón de medida para todas las
actividades del hombre), pues no posee una característica
que lo defina, por lo que ahora no puede ser un fin en sí
mismo. A esto nos referimos cuando hablamos de lo
nuevo.

Pero no sólo debe ser un nuevo sistema monetario,
debe estar relacionado con la riqueza cimentadora de la vida
humana, la que nos alimenta, nos abriga, nos protege, nos
desarrolla como hombres y como seres vivos. Es decir, con la
naturaleza. En ella debe fundamentarse. Porque es la única
forma de ver y reconocer la realidad: la interrelación e
interdependencia de la actividad del hombre con el mundo que lo
contiene y rodea. Esa forma de ver es única porque
está (debe estarlo) por encima de los intereses o las
creencias del hombre: un sistema monetario debe apoyarse sobre lo
material. Así es como pierde, como cualquier otra
propuesta que pretende ser científica, su
sobrenaturalidad.

La naturaleza no está al servicio del hombre sino
que éste forma parte de aquélla: Por ello cabe
preguntarnos: si la actividad del hombre debe estar en
armonía con la naturaleza ¿por qué el
hambre? ¿Qué es lo que falla? Observando al mundo
vimos que (exceptuando los daños generados por la
actividad del hombre) los demás seres sobreviven sin
problemas mayores. La naturaleza es pródiga con ellos,
¿por qué no con nosotros? Y descubrimos la misma
acotación anterior: por la actividad del hombre, es decir,
la producción de los bienes necesarios y su
proceso.

El "Pachamama" explica que esa relación del
hombre con la naturaleza se conforma de un ciclo impuesto por
ella, no por nosotros, y con un orden diferente al que siempre
supusimos.

Vimos que ése ciclo debe ser cumplido necesaria y
obligatoriamente por la humanidad en la aplicación de todo
proceso productivo. La comprensión cabal del
funcionamiento de ese proceso cíclico es imprescindible y
fundamental de este escrito. Además, no es difícil
de entender, porque su reconocimiento y la importancia de su
función son empíricamente demostrables. Su
existencia es certeza: lo demostraremos en un apartado dedicado a
él exclusivamente.

En esa hipótesis se basa toda la obra. El autor
reconoce a priori que ella podría contener desaciertos o
inexactitudes en sus detalles, debidos exclusivamente a faltas
propias, pero sabe que lo dicho aquí en sus partes
fundamentales es absolutamente verificable. Porque ésta no
ha sido ninguna inspiración divina, ni revelación
milagrosa. Es una conclusión humana perfectible pero no
desacertada.

Además para su comprensión debemos conocer
los conceptos actuales de economía; del abandono de sus
imprecisiones e indefiniciones. Y a la inversa, este nuevo
concepto de economía necesita de la renuncia de todo
aquello que no haya exigido la comprobación experimental
de sus principios.

Se está proponiendo una forma diferente de "ver"
la economía, una forma basada en la materia,
científica. De manera que sea entendible y digerible para
la gran mayoría, nos proponemos que se la vaya tomando por
partes, analizándola paso a paso. Así podremos
cumplir con el objetivo de hacerla comprensible para la gran
mayoría.

Se basa en una teoría macroeconómica y
monetaria. Algunos de sus capítulos están dedicados
a describir sus postulados monetarios, en tanto que otros
tocarán temas más generales sobre economía,
incluyendo, obviamente, algunos relacionados directamente con los
de la teoría monetaria propuesta.

El sistema monetario de ésta teoría, no es
lo fundamental que se propone, sino sólo una de las
conclusiones que se derivaron del descubrimiento principal:
el estricto orden del ciclo económico que existe en la
naturaleza
, compulsorio para el ser humano, en todo sentido,
por encima de sus creencias o deseos, es un orden impuesto por la
naturaleza, es una ley natural, rigurosa, que no podemos torcer.
Así como cuando empezamos a contar aprendemos que el tres
está después del dos y este después del uno,
y aunque somos capaces de imaginar un orden "natural" distinto,
la empecinada realidad –más terca aún que
nosotros mismos- nos convence de cuál es el orden
verdadero.

El capítulo siguiente contiene una
síntesis general de lo que se expondrá. En un
primer momento se quiso ubicarlo al final del libro, pero se
concluyó que es más útil colocarlo donde
ahora esta.

Naturaleza de la
riqueza

UNA SINOPSIS

Durante años no ha existido ningún sistema
económico, por lo que entonces no se ha podido solucionar
el problema principal de la humanidad, es decir satisfacer la
necesidades del hombre; que son todas aquellas necesidades
materiales a lo que nos referimos. La definición de
necesidad que utilizamos se deriva de ése concepto
básico: una necesidad económica es la falta de algo
que otros poseen; por lo tanto, ya existe la forma de
satisfacerla.

Debido a la gran problemática que vive el hombre
con el sistema económico surgen unas series de preguntas
del porque está pasando esta incertidumbre: ¿Es
que, acaso, el hombre no ha luchado siempre y sigue luchando en
la búsqueda de la satisfacción general? ¿Es
que, para ello, todo su trabajo acumulado fue y es- insuficiente?
¿Es que acaso todas sus energías empleadas con ese
fin, todos sus esfuerzos han sido y son en vano? ¿Es que
acaso el hombre no tuvo ni tiene- suficiente capacidad como para
tan siquiera eliminar el hambre, su necesidad
primordial?

Si esto fuera seguro sería mejor para el mundo
que el hombre dejara de existir. Sería mejor que les
dejara a los animales y a los vegetales el disfrute de la vida,
porque éstos han demostrado que pueden sobrevivir
utilizando las escasas herramientas que la naturaleza les ha
brindado, a la inversa del hombre, que no ha sabido utilizarlas a
pesar de poseer muchas y mejores.

La realidad indica que no hay ser vivo con más
capacidad de adaptación a la naturaleza y con más
aptitudes de adaptarla a ella misma, que el hombre. Es
más, es el único que ha podido alcanzar esta
última posibilidad.

Se observa que diariamente, la capacidad del hombre (en
su carácter social, naturalmente) este se inclina en pro
de cualquier objetivo, por imposible que parezca, no sólo
es capaz de hacerlo sino que, aseguramos, podrá
hacerlo.

El capitalismo nunca, hasta ahora, se lo ha propuesto,
porque el vencer la pobreza, el vencer el hambre, es hoy
totalmente posible, tanto en términos productivos como en
la distribución de esa producción. En ése
sistema económico se da una regla: los más
necesitados son los menos posibilitados. Nos han hecho creer que
esa regla es "natural"; que esa contradicción existe y que
es irreversible. Pero una vez que reconocemos que tal
"afirmación" es una falsedad, podemos deducir muchas
certezas a partir de ella.

Como también se puede afirmar que hay otras
certezas que confirman que la demostración cabal de que es
totalmente falsa la "ley de la oferta y la demanda". Y en esta
ley es que se basa el sistema de "mercadolibre". Hoy existe una
enorme capacidad productiva y su correspondiente oferta de
comestibles como nunca antes).

No obstante mientras que en los países del
"tercer mundo" hay una enorme demanda de ellos, como tantas
veces, antes y ahora; como siempre. Se conoce que
empíricamente que esa ley, cimiento del capitalismo, es
que la oferta depende del precio que los demandantes están
dispuestos a pagar y que éste debe forzosamente
corresponderse con las dos ansias de que abusan los productores:
la ambición desmedida por el lucro, y el interés en
lograrlo más fácil, más rápido y
menos trabajosamente (crematística aristotélica).
Usan como explicación muy forzada y contradictoria, la
"necesidad" de la disminución de los costos; éstos
inevitablemente son mayores, siempre que se quieran aumentar las
ventas. No obstante, igualmente se deduce (y se demuestra) que la
demanda depende del poder adquisitivo.

Para nuestra teoría, derivada directamente del
ciclo económico, el precio, la oferta, los costos, la
producción y la demanda dependen exclusivamente del
poder

Adquisitivo de la población en su conjunto, como
benefactora de la economía. Ésa es la ley. La
capacidad de consumo se debe (y es posible) hacerla corresponder
con la capacidad productiva.

Antidogma: La "ley" de la oferta y
la demanda es una ilusión. La demanda es dependiente
del poder de compra, de la oferta y de su precio:
ésa es la ley
.

La demanda en el capitalismo, al igual que el
precio, depende sólo si el poder adquisitivo de la
población es alto- exclusivamente de la oferta. Si
los empresarios capitalistas quieren vender más
cantidad, venderán, utilizando estas dos
herramientas de su exclusiva propiedad: oferta y precio. Si
quieren aumentar sus beneficios, los aumentarán; si
quieren bajarlos, cosa difícil, los bajarán.
Si quieren aumentar o disminuir la oferta o los salarios lo
harán. Les importa un rábano la
opinión o la necesidad de los demandantes,
sólo su propio lucro. El ciclo económico no
les permite tal posibilidad, porque con él no existe
tal "ley" de la oferta y la demanda. Ahora, si el poder
adquisitivo es bajo, no podemos siquiera hablar
objetivamente de "demanda". Estaremos hablando solamente de
demanda de justicia distributiva.

En el socialismo se ha vencido al hambre. Incluso se
hizo mucho más que vencerlo. Pero le falta "algo": sus
pobladores no cuentan con el suficiente y merecido poder
adquisitivo, con una verdadera capacidad de compra y la
posibilidad de usarla. No sufren de necesidades materiales
vitales, pero adolecen de muchas de las que no lo son, esto es,
sufren de un tipo de pobreza económica que no les permite
saciar necesidades más superfluas o gustos o
caprichos.

Podemos empezar aseverando rotundamente que el principal
error cometido por las distintas teorías ha sido y lo
sigue siendo el uso generalizado y dogmático de errores
conceptuales, no materiales. No son errores producidos por
cambios generados por la naturaleza, externos a la voluntad del
hombre.

La invención del dinero fue la invención
de la cuadratura de la rueda, y obstinadamente aún la
utilizan todos los hombres, sin distinciones entre los dos
diferentes sistemas económicos que existen.

Uno de los errores también ha sido que sistema
económico en ciclo de la actividad humana, que no se le ha
visto cabeza abajo. El principal error ha sido de que toda
visión espejismo de que todo hecho económico
empieza en la "siembra", por lo que este ha sido el error base de
todo lo demás.

Con esos errores se ha fundado la idea de que el capital
nació en la acumulación de la producción
sobrante, sin tener en cuenta que necesariamente el motivo de
ello es que hubo una distribución insuficiente de esa
abundancia, y que ésta no fue nunca una causa natural sino
una decisión humana, cuyo resultado fue la
generación de necesitados que no pudieron acceder al
consumo de esa producción.

La existencia de una clase de gente con riqueza excesiva
y de otra clase de gente con necesidades insatisfechas; en
él se soporta la existencia de la lucha de clases; la
separación de la humanidad en clases no ya diferentes sino
antagónicas. Donde la existencia de una es la razón
de la existencia de la otra. Y la explicación de este
efecto la basan en la misma causa: el poseer y su opuesto, la
abundancia y la escasez, la propiedad y su falta.

La teoría capitalista concluyó
equivocadamente, a todo lo largo de su historia, que si se logra
que ese minúsculo grupo de personas que conforman su capa
más adinerada esté satisfecho, el resto
podrá estarlo también, más tarde o
más temprano, aunque no posean más que necesidades
y necesidades de más. Esa misma historia, sin embargo, ha
demostrado que todo esto ha sido y es falso de toda falsedad,
puesto que esta minoría ha sido y es cada vez más
pequeña y cada vez más enriquecida, a pesar de que
el número de seres humanos y el de su capacidad de
producción han sido multiplicados varias veces.

Debemos aseverar que el poseer (la propiedad sobre el
dinero y todo lo que éste permite), no es ningún
"pecado" si es alcanzada por todos, absolutamente todos, los
hombres. Es más, debe necesariamente ser accesible a
todos, para eliminar así la miseria, la pobreza, el
hambre. Y esto se puede lograr al concretar lo abstracto que
tiene su origen, basándolo en una fórmula
matemática, independizándolo de las clases
sociales, generalizándolo, socializándolo.
Así se elimina, de hecho, la existencia de clases que lo
posean y otras que no lo posean. La socialización de su
propiedad (algo que ni siquiera en el capitalismo se discute) es
la tarea que nos queda por hacer: la tarea de implantar el
"indev", el dinero del ciclo económico.

En el socialismo se ha concluido, también en
error, que la falta está en el efecto y no en la causa;
han creído que el problema está casi
excluyentemente en la propiedad sobre los medios de
producción. Esto, dentro del capitalismo, es algo muy
cierto e inocultable.

No obstante la realidad indica que el motivo de todos
los males de la mayoría de la humanidad está en la
condición de propiedad y uso sobre el medio de consumo,
sobre el dinero; tal propiedad es la causa y el origen de todos
los otros medios de carácter económico.

Como se conoce que el uso del dinero se puede utilizar
como medio de pago, compra o venta, en otras palabras es el medio
de adquirir y poseer los medios de producción; así
es usado para adquirir más dinero. De allí se
induce que el capitalista es capitalista antes de poseer el medio
de producción. La propiedad sobre el medio de consumo es
lo que lo hace capitalista.

El ciclo nos asegura que la definición precisa
sobre la propiedad de los medios de producción no
sólo no es fundamental para la propuesta que estamos
exponiendo, sino que es absolutamente prescindible, despreciable;
aunque a través de ella se mantengan las
características subrayadas por los clásicos, sean
del capitalismo como del socialismo. Para el ciclo
económico es indiferente que el propietario de un medio de
producción sea un solo individuo o lo sea el propio
Estado, o cualquiera de las posibilidades intermedias a
éstas.

Lo que realmente importa es que se reconozca la
existencia del ciclo económico y se cumpla con él,
y que se utilice una moneda con las características del
indev, puesto que ambos hacen que cada uno de los hombres tenga
la posibilidad de adquirirlo todo, y el derecho inalienable de
propiedad sobre lo que adquiera. Ya no importa quién posee
qué cosa, sino que todos puedan acceder a todas. No existe
filosofía que niegue que el objeto de toda actividad
humana (entre ellas la economía) debe ser el saciar las
necesidades de los que las sufren.

Toda acción económica debería
dirigirse a darle a los necesitados la posibilidad y la certeza
de que dejen de serlo. De esa manera, la economía
debería hacer que todo necesitado (un consumidor en
potencia) pudiera llegar a ser un consumidor auténtico. Se
debe reconocer que esto sólo puede lograrse a
través del aumento de su poder adquisitivo, del
crecimiento de su ingreso. Y no olvidemos algo fundamental: todos
somos un consumidor, incluso los integrantes de esa
minoría que no sufre necesidades.

Se alcanza reconociendo que sin esa doble actividad,
tanto sea cuando toma la forma de trabajo productivo o sea en la
forma de ingreso que permite el consumo de lo producido (y que
son una unidad dialéctica: uno es la medida y la
razón de ser del otro) nada sería posible, ninguna
economía de ningún tipo sería posible. Es
más, la vida no sería posible.

Se ha descubierto que toda actividad humana que produzca
un objeto (tangible o no), con el fin de ser consumido o
usufructuado, forma y conforma un proceso cíclico
económico que se inicia necesariamente con la
extracción por parte del hombre de la riqueza natural de
la zona que habita, y que termina forzosamente en la
reposición de ésa riqueza extraída, para que
así pueda iniciarse otro ciclo similar.

El hombre continuamente ha tomado prestado de la
naturaleza esa riqueza original, como el imprescindible "capital
inicial", con que ha comenzado, construido, soportado y mantenido
todo hecho y acto económico a lo largo de la historia. No
sólo utiliza esa riqueza original en forma directa para su
propio bien (algo que siempre hizo), sino que puede y debe
aumentarla, continuamente, a través de su propia actividad
(es lo que resta por hacer en las teorías
primitivas).

Dicho de otra manera: toda actividad productiva humana
válida (no destructiva, no negativa), nace con el objeto
de ser consumida; para ello debe cumplir un ciclo natural externo
a la voluntad del hombre, que se conforma por las etapas de
extracción, producción, comercialización y
reposición de la riqueza que existe (natural o creada), en
ese orden y como una unidad.

Veremos que el cumplimiento de ese ciclo es la
única condición indispensable, ineludible,
obligatoria, para alcanzar el bienestar de toda la humanidad; sin
distinciones de raza, creencia, sexo o clase. Es más, para
ese ciclo sólo existe una clase: la de los seres humanos.
Todos los hombres cumplimos el rol de consumidores y reponedores
(consumidores, reponedores), y a su vez, todos debemos cumplir el
rol de productores y reponedores, (productores, reponedores), de
la riqueza natural.

La producción de bienes para el consumo o el
usufructo necesariamente utiliza, transforma y destruye distintos
tipos de insumos (además de la materia prima
básica), a lo largo del ciclo productivo, que sólo
pueden ser repuestos al ser accedidos por el consumidor al que
están dirigidos; éste es quien paga o financia todo
el proceso productivo. Otra forma de la etapa de
reposición de la riqueza original destruida, todo hombre
como consumidor tiene todos los derechos sobre lo que la
humanidad produce; incluido el derecho de propiedad sobre ese
bien, pues ése fue y es el objetivo de haberlo
producido.

El ciclo económico nos enseña dos
realidades concluyentes: una, que una distribución justa
de la riqueza no sólo es una obligación moral sino
una necesidad económica; dos, que la economía del
ciclo no sólo obliga a realizar esa distribución
sino que la hace totalmente posible. Hay en el libro un
capítulo exclusivo dedicado al ciclo
económico.

Nos deja claro también que no hay
producción ni reposición de riqueza sin trabajo y
que éste no es otra mercancía.

Hemos utilizado el principio de la conservación
de la energía, que nos dice que aunque la energía
puede transformarse no se puede crear ni destruir. Vemos
así que es totalmente aplicable a la actividad vital,
productiva y consumidora, del hombre, y a su vez, que no cumple
con los requisitos de la definición de
mercancía.

Debemos decir que esa afirmación no es
arbitraria: la energía, definida científicamente,
es la capacidad de un sistema físico para realizar un
trabajo; la materia posee energía como resultado de su
movimiento o de su posición relativa con las diferentes
fuerzas que actúan sobre ella. Para la sociedad
capitalista el trabajo es una mercancía que se utiliza
como medio de producción de otras mercancías. Sin
embargo, la naturaleza nos indica claramente que cualquier
actividad (entre ellas la productiva) necesita no sólo de
un empuje inicial (energía) para quitarla del reposo, para
activarla, para hacerla producir, sino que la necesita para
mantener el movimiento.

El ciclo económico nos dice que el trabajo,
definitivamente, no es una mercancía. Pero la idea de que
su fuerza de trabajo no es una mercancía es
muchísimo más clara al considerar el trabajo humano
creativo, cuyo resultado puede ser tangible o no, pero que
ciertamente es generador de riqueza nueva, que antes de esa
actividad no existía.

El objeto de cualquier actividad humana es el
mantenimiento y el mejoramiento de la vida, propia o ajena; no lo
es por sí misma sino por ése resultado. La
producción de mercancías es importante, pero es
sólo una de las actividades del hombre.

Mostramos así que naturalmente (esto es, por
encima de las ideologías o los intereses del hombre)
existe un ingreso individual mínimo, un ingreso
indispensable para el mantenimiento de la vida biológica y
social de cada ser humano y quienes lo rodean, y que -a la
inversa de todo lo aceptado hasta ahora, debe representar y ser
la cifra fundamental de la economía. Porque el poder
adquisitivo de la gente es el termómetro que utiliza el
ciclo económico para medir la salud de su economía:
hemos dicho que el objeto de esta ciencia es la
satisfacción de necesidades, el bienestar del hombre. Esa
cifra, el ingreso mínimo indispensable para lograr el
bienestar, ha de ser la unidad de un nuevo patrón de la
medida de la actividad creadora y transformadora del hombre, que
sirva como base real y medio real de todo cálculo
económico; ha de ser la unidad de la moneda. La unidad del
indev.

Nuestro medio de consumo se posa sobre esa cifra
fundamental, el ingreso mínimo vital y natural, que
permita una vida digna, una vida de bienestar; debe
necesariamente estar relacionado con la cantidad de seres humanos
de un país, sin importar edades o sexos, y con la riqueza
del territorio que ellos habitan.

Por dos razones fundamentales: primera, porque todo
hombre (sin importar ni considerar diferencias reales o
imaginarias), es un consumidor, y segunda, porque el hombre, como
cualquier otro ser o cosa, puede existir y sobrevivir solamente
si es capaz de obtener sus materiales indispensables desde y en
su propio ambiente, sin dañarlo y sin agotarlo. Porque si
así no fuera, no tendría sentido vivir ni la
posibilidad de sobrevivir en, con y desde ese espacio que ha
elegido.

El capitalismo sobrevive gracias a la lucha de dos
clases diferentes, opuestas, contradictorias; la existencia de
una es la explicación de la otra, tal como son entre
sí la luz y la sombra. La observación sin emociones
del ciclo económico, nos muestra que cada ser humano
cumple dos roles; en uno, en su papel de productor, se mantienen
las diferencias individuales; en otro, en el rol de benefactor,
se eliminan todas las diferencias. Y estos dos roles no dividen a
los hombres en clases opuestas, sino que son dos "estados de
oscilación", dos "cuantos" que asume un mismo hombre, en
una "frecuencia" voluntaria, que sólo él ordena. El
ciclo no sólo demuestra la eliminación de esa
contradicción entre grupos (la eliminación de las
clases), sino que la hace imprescindible para lograr un
funcionamiento propio efectivo: para el ciclo económico no
existen hombres más benefactores que otros.

La forma correcta de interpretar y entender esta tesis
(de captarla en plenitud), es considerarla como una nueva
teoría económica, distinta, diferente. Pero para
ello se necesita del olvido de todos esos conceptos y principios
que se manejan en el capitalismo y sus variantes, adquiridos
desde el aprendizaje de la economía primitiva. Para
ingresar a ésta teoría habría que asumir en
forma plena, parafraseando la frase que colocó "Dante
Alighieri"

"A las puertas del infierno: "abandonar todo
prejuicio o preconcepto aquel que entre".

Por el contrario, el ciclo económico natural nos
hace decir que la naturaleza posee todo lo necesario para el
mejoramiento de la vida del hombre (mediante la producción
y el consumo), y esa riqueza la pone a disposición de la
humanidad.

Esta última puede y debe beneficiarse de todo lo
disponible, a través, únicamente, de lo que ella
puede aportar: el trabajo, que no es una mercancía
más sino una forma de energía natural, cuya
función principal e ineludible es reponer a la naturaleza
la destrucción que el hombre le hace, con los mayores
beneficios y mejoras que todo el conocimiento adquirido a lo
largo de la historia pueda aportar, con el objeto de que esa
riqueza sea accedida por todos los hombres, sin distinciones de
especie alguna, y sin que se la agote. Que no sólo importa
la producción sino también su consumo.

Definiciones
ineludibles

Iniciamos con las definiciones indispensables que se
necesitan para lograr una justa compresión de lo que se
quiere exponer. Estas definiciones han de entenderse como propias
de la economía, aunque parezcan que la sobrepasan. Son
abiertas, no exhaustivas, pero inmodificables en su concepto
fundamental, no por capricho del autor, sino porque su propia
naturaleza así lo obliga.

Se define naturaleza o pachamama en sentido
económico como la zona específica, delimitada
geográfica, temporal y políticamente, que comprende
un ambiente ecológico, pasado, presente y futuro. Puede
ser una comarca, una provincia, un estado, un país, el
planeta, la galaxia, el universo, según el
caso.

La riqueza, por ella, con ella y hacia ella transcurre
la vida. No es ni debe ser, por tanto, considerada un recurso ni
un medio ni un fin, en algo exterior a la vida, sino en parte
integrante de ella, y que puede transformarse para hacer que la
vida sea mejor. La propia humanidad forma parte de esa riqueza,
pues la humanidad es naturaleza. La vida es la mayor
riqueza.

Definimos como artificial, en puro sentido
económico, a la transformación, por la mano del
hombre, de algo natural en algo no natural. Así, lo
artificial es derivado de lo natural.

Toda producción humana tiene por función
esencial el ser consumida, sin importar la diferenciación
de su origen entre esas dos formas de relacionarse con la
pachamama. Pero la forma de producción social (la actual,
la que utiliza lo que llaman la división del trabajo) es
la única que necesaria y forzosamente debe llegar al
hombre como consumidor, debido tanto al cometido de dicha
función esencial como por la forma destructiva en que
ésta se genera.

Llamamos vida, en un sentido puramente económico,
a la riqueza principal de la naturaleza. La terminación
natural de una vida es una transformación de riqueza; es
una etapa más de ambas. En cambio, la terminación
no natural de una vida es una pérdida irreparable, un
cataclismo. Cualquier terminación no natural de vida es
pura destrucción, es perjuicio, es ruina. La muerte de un
ñu por una manada de leones es una transformación
natural de riqueza, es una muerte que genera vida.

El concepto de riqueza social, se puede decir que el
todo aumento de vida, mantenimiento de vida, el mejoramiento de
la vida, todo esto es riqueza.

Toda la vida del hombre es productiva. No podemos
definir la actividad del hombre tal como se ha hecho hasta hoy,
en que se considera al ser humano como un eterno empleado de un
patrón eterno.

Una vida que tenga asegurada su alimentación, su
salud, su educación, su esparcimiento, su vivienda, su
libertad, su independencia, su dignidad… alcanzables a
través de un ingreso mínimo de magnitud suficiente.
Ese ingreso pasa a ser entonces un derecho humano. Por ello a ese
ingreso mínimo fundamental también le llamaremos
"ingreso natural".

Llamamos perjuicio a toda actividad humana que destruye
riqueza y que no cierre el ciclo de ésta o ciclo
económico-. Se logra mediante: el consumo de lo producido
(la reposición de lo consumido) y la restitución de
lo destruido (la resiembra), únicas formas de devolver el
"préstamo".

Definimos que el valor de la riqueza está
determinado por la satisfacción cuantitativa del trabajo
social necesario para producir y reponer y, conjuntamente, por el
nivel de necesidad de consumo que ésa producción
satisface.

El valor de una riqueza de fácil
reposición es menor que el de otra de más
difícil reposición. Todo valor de reposición
está dado por la cantidad del trabajo social contenido en
él, más, si cabe, el valor de irreparabilidad, esto
es, el valor derivado del perjuicio ocasionado, calculable a su
vez por el trabajo social que se necesitará para suplirlo,
en el futuro, de alguna manera.

Llamamos productor, como término absoluta y
únicamente aplicado a la economía, a todo ser
humano en edad productiva, cualquiera sea su actividad, por
intermedio de la cual produce o crea un bien como objeto,
tangible o no, que mejora la existencia de su mundo, su comunidad
y la suya propia.

Definimos edad productiva como la edad en la que un
productor ejerce tal actividad. Un bebé es un productor
dentro de la actividad que pueden ejercer los bebés. Un
anciano es un productor dentro de la actividad que pueden ejercer
los ancianos.

El objeto de cualquier actividad económica de un
ser humano es la producción de un bien que satisfaga una
necesidad, propia o ajena. El objeto de ese bien no puede
considerarse, entonces, como un intermediario para la
obtención un beneficio o ganancia para quien lo produce o
lo genera, sino como una obligación de la sociedad para
con el que lo está necesitando; porque la
eliminación definitiva de toda necesidad es la meta de la
actividad humana productora y productiva: es el fin de la
economía.

Definimos un bien económico como un objeto que
suple una necesidad y que ocupa un lugar en el espacio y/o un
momento en el tiempo. A la calidad de ocupar un lugar en el
espacio se le llama tamaño; a la calidad del momento que
ocupa en el tiempo se le llama durabilidad.

Definimos ingreso como todo beneficio representable
numéricamente, medible matemáticamente, verificable
económicamente, que únicamente se obtiene y se
alcanza al completarse definitivamente el ciclo económico
que le atañe.

La necesidad de un bien es lo que lo hace útil.
Dicho de otra manera: la utilidad de un bien se la da la
necesidad que exista por él, que es una propiedad
intrínseca del bien. Es por ese motivo que se lo produce:
para existir como objeto de consumo o usufructo.

Precio de venta final: su costo social de
producción. Éste se transforma, en el momento de
pagar su monto el benefactor, en riqueza social.

De esa manera, el costo social de producción (que
no encarna ningún beneficio, ni general ni particular) se
transforma en un valor social (en beneficio social) sólo
por obra del benefactor. Cada benefactor es propietario de todo
bien que adquiera y que haya sido producido mediante el
cumplimiento del ciclo económico.

Definimos el trabajo justamente de esa manera; al
haberse convertido en un componente inseparable de la vida
humana, es toda actividad que genere un objeto tangible o no- que
aumenta la riqueza de la sociedad humana, integrante y
conformadora de la naturaleza, o de ésta
directamente.

El trabajo social consiste en crear, transformar y
reponer riqueza. De allí que el trabajo puede existir
solamente dentro del ciclo económico.

Definimos al dinero, a grandes rasgos, como un
patrón de medida de la riqueza social total (la suma de la
riqueza natural y de la artificial, generadas mediante el
trabajo).

El concepto de escasez es clave en la economía de
"libre mercado". Pero el ciclo define a la escasez como falta de
riqueza, como falta de previsión, como
perjuicio.

A través del cumplimiento del ciclo
económico haremos posibles la libertad y la
liberación, la igualdad y la justicia, la solidaridad y el
enriquecimiento. Todo dentro de la independencia real y
definitiva.

El ciclo
económico

El proceso cíclico está conformado por la
naturales de la riqueza como producción y consumo, social
o individual, de bienes o mercancías. Son totalmente
dependientes de la capacidad de trabajo social del hombre;
capacidad que es una actividad intencional y es la energía
que mueve y empuja dicho proceso.

Únicamente genera, que se restituya y aumente la
riqueza si en dado caso que la humanidad cumpla con ese ciclo
dado por la naturaleza. Así, mediante el cumplimiento
efectivo y completo de ese proceso, es que se distribuye, entre
todos los integrantes involucrados, la riqueza que se usa, se
crea y se repone.

El resultado de la actividad humana, (las
mercancías o bienes producidos) tienen objeto de ser,
razón y sentido, solamente, si son accedidas por el
benefactor. Además de ser éste el objeto de todo
acto económico, respaldado por la anterior
aseveración, el benefactor es quien paga todos los costos
de cualquier actividad, a la vez que transforma los costos
sociales en beneficio general.

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La actividad humana es siempre destructiva;
aunque puede y debe no ser irreversible.

El ciclo económico natural que corresponde a la
humanidad se conforma de tres etapas bien diferenciadas:
producción (extracción e industrialización),
comercialización y reposición o reparación.
Así es toda actividad que realmente transforma, crea y no
agota la única riqueza a la que puede acceder para su
propio bien la riqueza de origen natural.

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La producción es la primera etapa del ciclo y es
totalmente artificial en su forma y contenido. Mediante ella se
le agregan diferentes valores a los bienes que se van
produciendo: se agregan costos y beneficios. En una palabra, se
agrega riqueza racional. La ejecuta la actividad humana a
través del trabajo; en ella no interviene en absoluto la
naturaleza más que en su forma de ser humano. La materia
prima que se usa, se transforma o se consume en esta etapa, fue
(pero ya no es) un producto natural: por definición es un
bien artificial. Esta etapa consta de dos partes: la
extracción y la industrialización. Puede contener,
si se quiere, una subetapa seudo-productiva: la de los servicios
(éstos se definen en un capítulo
propio).

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La producción en su forma extractiva es la etapa
que inicia el ciclo y que, ella misma, comienza con la toma en
consignación, con la toma en préstamo (un anticipo
que no es gratuito) por parte del hombre productor, de la riqueza
que existe en la naturaleza, de la que todos y cada cosa formamos
parte, destruyéndola como tal, y transformándola en
materia prima.

Un productor que por motivos de su actividad necesita
adquirir una mercancía que no consume en provecho propio,
sino que la utiliza como insumo de su actividad productiva,
cumple un papel parecido al de un benefactor en el ciclo
económico propio de aquella mercancía.

Todo bien producido ha de ser alcanzado por el
benefactor (consumido o usufructuado según su
carácter) para que la humanidad y la naturaleza no sufran
un daño irreparable, pero principalmente, para que se
cumpla con el objeto de toda esa actividad y el de la propia
economía.

Para terminar de cerrar el ciclo es imprescindible, como
mínimo, la reposición total de la riqueza
extraída. Pero inicialmente es conveniente el aumentarla.
Esta reposición se conforma de dos partes mutuamente
necesarias, incompleta la una sin la otra. Pueden darse en un
orden cualquiera, no específico, pero ambas deben ser
cumplidas obligatoriamente, para que no exista un perjuicio a la
naturaleza y un daño evidente a la economía. Lo que
implicaría que todo el trabajo realizado haya sido sea en
vano.

El ciclo nos enseña que todo proceso productivo
comienza con la extracción de una parte de la riqueza
natural. Es una toma destructiva, depredadora y deliberada de
riqueza, de la que se apropia el productor, adquiriendo
éste un "capital" que, por las características de
ésa apropiación, se adeuda. Es un préstamo
que necesariamente debe ser devuelto, debe ser repuesto,
especialmente para poder continuar con su tarea.

El trabajo de la humanidad tiene valor y sentido en
función de la obligatoria necesidad de devolver a la
naturaleza la riqueza de ella extraída y destruida por la
actividad del hombre y de la dificultad o facilidad con que
ésta se realice. Los costos de reparación del
daño son los costos de cada ciclo económico para
cada uno de los bienes producidos por el hombre, y sólo se
pagan mediante el trabajo social (la verdadera actividad
colectiva), y el consumo, conjuntamente, que es la
auténtica actividad del hombre tomado individualmente. Y
esta es otra demostración de que lo finalizan, de que no
lo comienzan.

Todo bien mientras recorre su ciclo va cambiando de
estado económico ininterrumpidamente hasta alcanzar al
benefactor, cambios que pueden ser medidos en su magnitud,
usualmente utilizando como medida una moneda.

Otro concepto fundamental derivado del ciclo
económico que nos dice El beneficio económico real
sólo se obtiene desde el consumo o usufructo por parte del
benefactor del bien producido. Eso es lo que justifica todo el
proceso destructivo, productivo y reparador, pues el benefactor
es el único integrante del ciclo que realmente paga los
costos de su producción y el que tiene la capacidad de
devolver a la naturaleza parte de su riqueza extraída,
cuando ésta ya adquirió la forma final de
mercancía.

De esa manera, podemos asegurar que ningún hombre
en su papel de productor puede considerarse propietario del bien
que ha producido (solamente lo tuvo en una especie de
consignación mientras este recorre la etapa que le
corresponde del ciclo) pues ese bien no finaliza su propio ciclo
hasta ser adquirido por el benefactor.

En síntesis: toda producción de bienes o
mercancías tiene por objeto el ser alcanzada por el
benefactor, para que éste satisfaga una necesidad
específica mediante su consumo o usufructo. Su costo
social de producción (que comprende todos los costos y
beneficios generados en dicho proceso productivo) se representa
en su precio de venta. Éste es transformado de costos
social en beneficio social por el consumidor, de allí que
sea el benefactor de la economía.

Un ejemplo
ilustrativo

Se muestran distintas cifras teóricas, que son la
relación de lo ya expuesto anteriormente, para demostrar
la ideas de y para darle un soporte matemático.

Supongamos una pachamama con forma de isla, desierta de
seres humanos, similar a tantas otras, habitable, aunque
podría no serlo. Hace bastante tiempo se enviaron a ella a
un grupo de científicos para que estudiaran las
posibilidades de su explotación.

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La isla fue estudiada con el objeto de analizar su
riqueza, la extensión de su espacio vital, y su capacidad
de explotación. Se lo hizo en un sentido tridimensional,
no solamente superficial.

Esta representación piramidal tridimensional del
diagrama da una idea de ese espacio vital, que contiene y
representa una cantidad desconocida de riqueza potencial, que la
representaremos con una Y, cuya magnitud es enorme, tanto que se
puede decir que tiende al infinito. Esa riqueza Y era en aquel
momento, antes de la llegada de los científicos, igual a
una cifra que llamaremos riqueza natural Q.

Q = X + R

Esta cifra Q se conforma a su vez de dos componentes de
magnitud también desconocida y diferenciados: una riqueza
X, que por razones

Históricas, técnicas o
tecnológicas, aun es inaccesible al hombre o que
todavía no tiene o no se conoce su valor de
explotación, y una riqueza propia R que puede ser accedida
inmediatamente por la humanidad para ser utilizada en su
beneficio.

Vemos así que si la magnitud de Q puede
considerarse que tiende al infinito; la magnitud de X
también lo será, en tanto que para R (aunque su
magnitud no es la de Q), tanto su explotación concreta
como la potencial, en manos del hombre ambas, pueden llegar a ser
tan grandes como la propia Q.

La riqueza R actualmente accesible para el hombre, se
conforma a su vez de dos integrantes: la riqueza N, (los
"recursos naturales", de donde el hombre toma sus materias
primas) y la riqueza A de origen humano o artificial, conformada
por los bienes que han sido o serán producidos por el
propio hombre a partir de N. Ambos integrantes de R pueden
explotarse, únicamente, mediante la actividad creadora y
transformadora fundamental del hombre (la llamaremos T),
entendida como conjunción de trabajo y conocimiento, la
que está en acción permanente.

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Partes: 1, 2, 3

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