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El bonapartismo de Liniers



  1. Cuadro
    de situación general
  2. Relación de amistad y comercial entre
    Liniers y Sassenay
  3. El
    marqués de Sassenay llega a Buenos
    Aires
  4. Bibliografía General

Cuadro de
situación general

En este comentario, referido exclusivamente al
bonapartismo de nuestro Virrey Liniers, intentaré explicar
los movimientos políticos de Liniers entre 1808-1809,
donde veremos diversas gestiones oscilantes del personaje que
tratamos de definir.

Producido el levantamiento cívico popular de
Madrid del 2 de mayo de 1808, (1) y los levantamientos inmediatos
en otras ciudades españolas, Napoleón se vio
apremiado a hacer aceptar por ambos monarcas, Carlos IV y
Fernando VII, padre e hijo, presos en Francia, el acuerdo de que
su hermano Don Pepe, fuese el Rey de España. Así se
hizo. Pero el verdadero temor de Napoleón, era que la
rebelión se extendiera a las colonias americanas y que
estas se unieran con Inglaterra. El levantamiento de la
Metrópoli no lo asustaba en absoluto, incluso su
opinión era peyorativa sobre ese aspecto, según
dijo: "He dominado toda Europa, con mis imbatibles
ejércitos y no voy a ser detenido por un pueblo de
cobardes, de gentes a las que un simple gesto de amenaza
hará inclinarse, que no se mantendrá un día
en la revuelta y que en caso necesario se calmaría con
cuatro tiros".

Es peligroso hacer declaraciones temerarias de este tipo
en medio de una guerra de liberación. Estas palabras
estaban escritas en cuanto libelo se imprimía en
España y se encontraba en los bolsillos de los
combatientes.

Wellington mucho más político y a la larga
se vio que mejor conductor de ejércitos que
Napoleón, definió en una sola frase lo que
ocurriría a los pocos años: "Si la guerra de
España dura, Europa está salvada".

Efectivamente España no fue el vencedor definitivo de
Napoleón en ningún campo de batalla, a lo sumo
presentó batallas de un incierto resultado, donde los
autores españoles mencionan como vencedor a España
y los franceses afirman lo contrario, pero como lo menciona Luis
G. de Valdeavellano (2) "Si España no fue el
sepulturero del absurdo sueño bonapartista, por lo menos
cavó la fosa".

Napoleón se daba cuenta, que si los ingleses
apoyaban los diversos levantamientos americanos, que es lo que
nosotros estudiamos como el "proceso juntista", las
riquezas de América serían inglesas, y él no
podría evitarlo pues no podía cruzar el
Atlántico con sus numerosos ejércitos, dado que
carecía de la flota necesaria, que si contaban los
ingleses. Pero en el imaginario
político-diplomático de Napoleón, el contaba
con Buenos Aires que tenía un Virrey francés de su
parte. Veamos lo que tiene Vicente Sierra para informarnos sobre
este tema: (3) "Liniers acababa de expresarle su
adhesión en términos categóricos y amplios;
y por su comportamiento contra los ingleses gozaba de enorme
prestigio. Era preciso sumarlo a sus planes para lo cual
sólo necesitaba un buque ligero para burlar el bloqueo
inglés y un amigo de Liniers que lo recibiera
inmediatamente. La nave fue una recién construida: "Le
Consolateur", el amigo, el marqués de
Sassenay."

"Sassenay llegó a Bayona el 29 de mayo
(1808) y de inmediato fue recibido por el Emperador el cual
lo interpeló con su brusquedad habitual.

-¿Estais vinculado con M. de Liniers? le
preguntó

-Si Sire, respondió el
marqués

-Es lo que me había dicho Maret. Ministro de
Napoleón, continuó el Emperador.

-Puesto que ello es así, voy a encargarle una
misión ante el virrey del Plata.

-Estoy a las órdenes de Vuestra Majestad,
replicó el viejo aristócrata.

-Pero Vuestra Majestad tendrá a bien
permitirme volver a mi casa para poner mis asuntos en orden antes
de emprender tan largo y tan peligroso viaje.

-Es imposible. Fue la respuesta.

-Es necesario que partas mañana mismo. No
teneis más que veinticuatro horas para prepararos. Haced
testamento. Maret se encargará de hacerlo llegar a vuestra
familia. Entre tanto, id a buscar vuestras instrucciones. Y con
un gesto, Napoleón despidió a su aterrado
interlocutor".

Relación
de
amistad y comercial entre Liniers y Sassenay

Sassenay, como tantos otros representantes de la nobleza
francesa, había conocido el exilio en Inglaterra, con
motivo de la Revolución de 1789, formando parte en los
primeros ejércitos que lucharon contra aquel
levantamiento. Actuó posteriormente en la campaña
contra los sublevados en la Isla de Santo Domingo que derrotaron
a las fuerzas inglesas de las que formaba parte el regimiento de
caballeros franceses que integraba Sassenay: Los dragones de
Humpesch. Sassenay pasó a vivir en Lancaster, estado de
Pensylvania, donde se casó. Al permitirse en los dominios
españoles de Sudamérica el comercio con neutrales,
Sassenay expidió tres grandes cargamentos destinados al
Río de la Plata. En el navío de uno de ellos se
embarcó en persona y estuvo en Buenos Aires, desde febrero
a julio de 1800, período en el que trabó amistad
con Liniers y efectuaron varias transacciones comerciales juntos
de las que derivó una estrecha amistad personal. Ya con el
apoyo en Buenos Aires de Liniers, Sassenay estuvo en otro viaje
comercial entre septiembre de 1801 a mayo de 1803.

Estando en Buenos Aires, el Senado de Paris
promulgó una amnistía general a la cual Sassenay se
acogió y volvió a Francia para 1804.

Pero volvamos a las instrucciones que Napoleón le
ordenó a Sassenay debía recibir de manos de Maret.
Este no lo recibió, lo atendió otro de sus
ministros, Champagny, quien le proveyó de las
instrucciones a que debía ajustar su conducta, las que en
lo esencial decían. Siguiendo nuevamente a Sierra:
"Mr. de Sassenay (4) entregará al general
Liniers los pliegos de que está encargado. El sabe lo que
debe decirle del estado actual de Europa. No hará
más que contarle lo que ha oído en Bayona;
podría no ser más que el eco fiel del idioma actual
de los españoles, que se felicitan al presente de un
cambio de dinastía obrada de un modo tan pacífico
que promete a la patria el remedio a tantos abusos tantos males
de que ella se quejaba ha tanto tiempo y le da la esperanza de
ver renacer la antigua gloria y prosperidad."

"Hablará de esta Asamblea convocada en
Bayona, para empezar esta útil regeneración y de la
esperanza que ella hace nacer en toda España, cuyos
pueblos piden con ardor el soberano prometido, José
Bonaparte, rey de Nápoles y de Sicilia. Mr. De Sassenay
hará conocer en la América esta gloria de la
Francia, que llena a toda Europa y que influencia el genio
poderoso que la gobierna, y ejerce sobre Europa, a la cual dicta
sus leyes".

Al margen del viaje de Sassenay y de las instrucciones
que recibiera; tema sobre el cual continuaremos en el siguiente
comentario, existe una contradicción que no deja de tener
un aspecto irónico en toda esta situación y es que
los bonapartistas terminarían afirmando que Liniers les
había dilatado su respuesta, los había hecho perder
tiempo; y no era hombre de confiar.

Los pro borbónicos españoles, tanto los
Juntistas (Fernado VII) como los Carlotistas lo acusaron de
bonapartista y de enemigo de sus partidos.

Los partidarios pro anglófilos, que los
había y en gran cantidad, lo odiaban a muerte.

Los partidarios radicalizados de la primera hora de
mayo, directamente lo arcabucearon.

Siempre sostuve que Liniers fue un meritorio y notable
personaje histórico, héroe de La Reconquista, pero
con unas circunstancias desfavorables que hacía que la
mayoría de sus acciones se volvieran en su contra.
Atraía enemistades políticas como un imán.
Coincidentemente, Martín de Alzaga el héroe de la
Defensa, también murió ejecutado a los pocos meses,
por supuesto por causas políticas diferentes, pero
también muere igual que Liniers, ejecutado por gobiernos
auto denominado revolucionarios. Ambos destacados triunfadores de
las invasiones inglesas terminaron ejecutados por los que se
supone fueron los beneficiados por esos triunfos contra los
británicos. A no ser que no hayan sido tan beneficiados
como uno supone.

Muchas, demasiadas calles de Buenos Aires, están
bautizadas con los nombres de pro anglófilos que actuaron
en las invasiones del lado inglés; y algunas de ellas
directamente con los nombres de agentes, pagos por supuesto, del
British Foreign Office. Debe ser caso único en los anales
de la Historia Universal, donde la ciudad capital de un
país, muestre calles y avenidas con los nombres de los
espías y agentes al servicio del país que los
invade.  

El marqués
de Sassenay llega a Buenos Aires

Cuando "Le Consolateur" luego de evadir durante treinta
y dos días a las fragatas inglesas, que tenían su
base en Río de Janeiro, llega al Río de la Plata,
intentando escapar a sus perseguidores desembarcó de apuro
a Sassenay en el atracadero de Maldonado. Luego puso proa a
Montevideo pero su suerte se había terminado. Fue
sorprendida por dos fragatas inglesas que la obligaron a embicar
y finalmente encalla en la costa, donde los ingleses se
apoderaron de todo el equipaje y la carga, liberaron a la
tripulación y hundieron la flamante "Le
Consolateur".

Casualmente se encontraba anclado en el puerto de
Montevideo, Luís Liniers, hijo de nuestro Virrey, que con
la zumaca "Belén" de su propiedad, había
arribado en uno de sus habituales viajes comerciales.
Aprovechando esta circunstancia, Elío Gobernador de
Montevideo, le encargó a Luís Liniers que recogiera
a Sassenay de Maldonado y lo llevara a Buenos Aires. A
Luís Liniers, Elío le entregó una carta para
su padre indicándole varias medidas, que como veremos
Liniers se esmeró en cumplimentar: "Debería
pensar muy bien en el apuro en que aquel negocio le ponía,
que no olvidase que era francés, que recibiese al enviado
en una junta y se usase de la mayor franqueza no ocultando nada
al pueblo, si no quería exponer su vida y que, incluso,
diera a entender que estaba pronto a abandonar el cargo de
Virrey".

Arribado a Buenos Aires, Luís Liniers
desembarcó primero con las novedades y a la mañana
siguiente lo hizo Sassenay.

Liniers al enterarse del arribo de Sassenay, en
carácter de enviado personal de Napoleón, ya
conocía sobre los sucesos ocurridos en Madrid y en otras
ciudades españolas, como para darse cuenta de que, en su
calidad de francés, se encontraba en una posición,
institucional y personal, altamente comprometida. No debemos
olvidar que Liniers en ese momento era el Virrey del Río
de la Plata -desde el 10 de febrero de 1807 hasta el 30 de junio
de 1809- y que representaba las potestades regias en este lugar
del Rey de España Carlos IV, el que lo había puesto
en su cargo. Y en este caso puntual el Rey Carlos IV era el mismo
soberano que había estado preso en Francia en manos de
Bonaparte, siendo éste último el mandatario del
delegado que Liniers recibiría con el objeto de entrar en
tratativas por lo menos inciertas. ¿A favor de quien: del
monarca que le había delegado sus potestades
nombrándolo Virrey? ¿De su hijo Fernando VII? o
¿De su patria de nacimiento representada por
Napoleón Bonaparte?. Pareciera toda una trama redactada
por un autor con inclinaciones al surrealismo argumental. A
partir de ese momento sus oscilaciones, su duplicidad y sus
condiciones de hombre político debieron extremarse al
máximo, y como ya mencionamos en la Primera Parte de este
comentario, estas gestiones no conformaron a ninguna de las
partes involucradas y solo sirvieron para esmerilar los gloriosos
méritos logrados en las invasiones inglesas. Si alguien
pretende encontrar los antecedentes políticos de su
trágico final en Cabeza de Tigre, Cruz Alta,
Córdoba, Virreinato del Perú, (5) el 26 de agosto
de 1810, debe comenzar a partir del estudio de esta frustrada
misión de Sassenay.

Para recibir al delegado bonapartista, siguiendo las
sugerencias de Elío, Liniers convocó a miembros del
Cabildo (tradicionales opositores) y a los integrantes de la Real
Audiencia (todos pro hispánicos) a la reunión que
se realizó en el Salón de Acuerdos de la Real
Fortaleza. En representación del cuerpo municipal
(Cabildo) asistió el alcalde de segundo voto Matías
de Cires, y el regidor primero Juan Antonio de Santa Coloma. De
la Real Audiencia acudieron el oidor Juan Bazo y Berri y los
fiscales Manuel Genaro Villota y Antonio Caspe y
Rodríguez.

Liniers le responde las sugerencias de Elío el 20
de agosto de 1808, donde narra las reuniones que ocurrieron entre
el 13 y el 19 agosto entre Sasseney, Liniers y los representantes
del Cabildo, y de la Audiencia. Los representantes del Cabildo
expusieron a partir del 13 de agosto y nos quedan como fuente
documental la respuesta de Liniers a Elío y el acta que
los representantes del Cabildo y de la Real Audiencia tuvieron la
previsión de redactar.

Dice Liniers: "Sassenay comenzó a hablar en
francés pero yo le contesté que lo haga en
castellano, cuyo idioma entiende y habla regularmente,
diciéndole que en este lance no le conocía como
amigo sino como emisario de Napoleón. Sassenay
abrió un maletín y procedió a revisarlos y a
dar cuenta de los mismos".

Reitero que de esta reunión los cabildantes y los
fiscales participantes en la misma, tuvieron la previsión
de redactar un acta, la que por razones de espacio y para no
cansar a los señores lectores, reproduciré los
parágrafos que considero más sustanciosos. Como
veremos oportunamente en los detalles del acta, la misión
de Sassenay no se circunscribía al Río de la Plata
y a Liniers, como habitualmente se estudia en nuestro medio, sino
que tenía alcances continentales, pues su misión
era desde México incluido, hacia el Sur, pasando por todas
las posesiones españolas de Las Indias. Además de
las Filipinas.

Acta del 13 de agosto 1808. "Sassenay nos
presentó unos paquetes con oficios para Manila,
México, Chile, Habana, Santa Fe de Bogotá, Lima y
todas las capitales del Continente americano, para los Virreyes,
Intendentes, Arzobispos, Obispos y presidentes de Audiencias, sin
comprender a Cabildo alguno; otros para este Virreinato, entre
los cuales se hallaron varios papeles impresos en Bayona y en
Burdeos, contraídos: unos a la abdicación de Carlos
cuarto en Fernando Séptimo; otros a la renuncia de Carlos
cuarto a favor de Napoleón, el día ocho, en Bayona;
otro a la renuncia que hicieron de la Dinastía a favor del
mismo Napoleón, con fecha veinte y uno en Burdeos,
Fernando Séptimo y los Serenísimos Infantes Don
Carlos y Don Antonio; otros a oficios de Champagne, Ministro que
dice ser de Relaciones Exteriores de Francia en que a nombre de
Napoleón previene al Señor Virrey
(Liniers),
que habiendo Carlos cuarto y demás de la Real Familia
renunciado a la Dinastía a favor de su amo

(Napoleón), espera el cumplimiento de lo que contienen
los impresos presentados, y los recomienda a un Pueblo que se ha
portado con la mayor energía y fidelidad."

"Otro oficio del señor Azansa, Ministro de
Real Hacienda en España, fechado en Madrid a trece de
mayo, previniendo se suspenda proclamar a Fernando Septimo, de
orden del Duque de Berg, Teniente Gobernador del Reino, y
acompañando varias otras reales órdenes entre ellas
la de que se ponga en el papel sellado: "Valga para el gobierno
del lugarteniente del reino el gran Duque de Berg"; otra de
carácter reservado del propio Sr. Azansa de fecha 15 en
Madrid, reducida a ratificar lo que resulta de los impresos a
manifestar que aunque la Dinastía concluía, no
concluía la Monarquía, y a prevenir se guarde el
buen orden, la tranquilidad pública, y la observancia de
las leyes, anunciando al mismo tiempo, estar acordada la renuncia
de Napoleón a favor de su hermano José, rey de
Nápoles, o que este venía a recibir el reino de
España."

"Otro oficio correspondía a un papel sin
firma, pero de la misma letra que los oficios redactados por el
Ministro de Relaciones Exteriores en que se anuncia un Congreso
en Bayona para el quince de junio, con 150 diputados de las
Provincias de España, a fin de arreglar el Gobierno de la
Nación , y varios otros papeles impresos en Francés
y en Español, que particularmente el Emisario Sassenay, de
carácter sediciosos y seductivos contra la
monarquía española, los cuales fueron echados al
fuego de la chimenea
(era pleno invierno) de manera
inmediata".

Este acta lleva las firmas de los cabildantes
Matías de Cires y Juan Antonio de Santa Coloma; y la del
oidor Juan Bazo y Berri y la de los fiscales Manuel Genaro
Villota y Antonio Caspe y Rodríguez. Pero
extrañamente Liniers, que es el Virrey, no la
firma.

A partir de ese momento, del acuerdo o no del texto del
acta, Liniers incurre en algunos gestos y actitudes por lo menos
desconcertantes que denotan una duplicidad poco definidas en su
posición política.

Antes de finalizar la reunión, con el acuerdo de
todas las partes, se resolvió que Sassenay regresara a
pasar la noche a la zumaca "Belén" que como ya
mencionamos pertenecía a Luis Liniers y que la
difusión del acta y de las noticias que Sassenay
presentó, recién se darían a conocer al
día siguiente. Pero Liniers tomó la iniciativa y a
primera hora del día 14 de agosto, lejos de mantenerlo
aislado a Sassenay en la "Belén", lo
regresó como invitado a su casa y lo homenajeó con
un almuerzo con toda la familia. De lo que se conversó en
este almuerzo no quedaron actas firmadas, pero lo que no
previó Liniers fueron las memorias de Sassenay, publicadas
por primera vez, incluso luego de su fusilamiento, donde nuestro
héroe de las invasiones inglesas no sale bien parado.
Sobre este tema de lo conversado en el almuerzo en la casa de
Liniers, lo resumiré en la tercera parte del
comentario.

(5) No se trata de un error de tipeado, son tan
deficientes e incompletos nuestros planes de estudio dictados en
los institutos especializados en esta materia, que seguramente
esta información nadie la debe haber estudiado ni debe
haber sido informado de ella. Este documento no se menciona en la
Historia Argentina, sencillamente porque su texto da por tierra
con la fábula difundida por Mitre y su Academia respecto
al mito de "La máscara de Fernando VII). No
existió ninguna máscara, los porteños
beneficiados con el contrabando con Brasil, vía Colonia
del Sacramento, querían independizarse de la
Metrópoli por que la misma no les redituaba
económicamente nada. Reparemos como responde Fernando VII
a la Junta de Buenos Aires, que utiliza su nombre para desplazar
a su Virrey.

Como inmediata respuesta al Cabildo Abierto del 25 de
Mayo de 1810, realizado en nombre y apoyo de Fernando VII (el que
tenga dudas puede leer las actas del mismo), la Junta Central
Suprema de Madrid, en ese momento con residencia en Sevilla, bajo
la presidencia de Vicente Joaquín Osorio de Moscoso y
Guzmán Álvarez de Toledo, Marqués de Astorga
(el presidente anterior el Conde de Floridablanca había
fallecido el 30.12.1808) y actuando en nombre y por mandato de
Fernando VII, no mordió el anzuelo y como respuesta le
ordenó al Virrey del Perú, avanzar sobre Buenos
Aires y reducir el territorio del Virreinato que esa ciudad
encabezaba, a la mínima expresión de la Intendencia
de Buenos Aires, que de hecho fue la única ciudad que se
pliega al movimiento juntista. Copia del documento en
cuestión por razones de espacio y para no cansar a los
señores lectores lo reproduciré en la Tercera Parte
de este trabajo que intento abreviar al máximo
posible.

Ya mencionamos que el Marqués de
Sassenay redacta unas imperdibles memorias, que se menciona en la
Bibliografía General, en las que narra sus observaciones
sobre Liniers y sobre la conversación que mantuviera con
el Virrey, en su casa, en el almuerzo ofrecido para desagraviarlo
por lo poco amables que habían sido el día anterior
las autoridades del Cabildo y de la Real Audiencia, que
terminaron quemando en la estufa los oficios que portaba el
enviado de Bonaparte.

Sassenay en esas memorias menciona: "Él
(Liniers) se excusó sinceramente de la manera como me
habían recibido, diciéndome que su posición
así lo exigía, que no tenía tropas
regulares,
(en realidad tropas tenía, pero no
cobraban) que su autoridad no consistía sino en su
propia opinión y que toda adhesión que se
experimentaba por él caería en el momento en que se
separara de la opinión general de la gente. Lo que me
convenció todavía más de esta
aserción fue la dependencia en la que vi estaba del
Cabildo o Cuerpo Municipal, para tener el dinero con que pagar
sus tropas".

"Me aseguró que no deseaba más que ver
cambiar un gobierno que no había tenido reconocimiento
hacia él por los servicios que había prestado,
puesto que se lo había dejado virrey interinamente en
lugar de que se lo confirmara en propiedad, pero que era
necesario obrar con prudencia y esperar que las circunstancias le
permitiesen pronunciarse;
(a favor de Napoleón)
que hasta entonces él aguardaría mejor
ocasión; que me procuraría los medios para volverme
inmediatamente a fin de dar cuenta de su situación y ver
de que manera podría recibir algún socorro de
hombres y armas
(francesas) que le faltaban , y que
recién entonces podría tener éxito en lo que
él deseaba; que su interés y la alta estima que
tenía por el Emperador
(Bonaparte) lo unía
más a la nueva dinastía con la cual su suerte
sería fijada, en lugar del estado de incertidumbre en el
que vivía."

En otro párrafo continúa Sassenay
escribiendo: "Estoy pues persuadido de que si (Liniers)
hubiese tenido medios o tal vez más audacia y que yo
hubiese podido regresar a Europa de inmediato para entrevistarme
con el Emperador, los acontecimientos hubiesen tomado otro curso.
La proclama que dio después de mi llegada en la que se
instaba a los pueblos a la tranquilidad y a esperar los
resultados de los acontecimientos de la guerra de
sucesión, prueba de una manera irrevocable que sus
intenciones eran servir al Emperador, pero que ha estado impedido
para ello por las circunstancias que se daban."

Daré la opinión del doctor Vicente D.
Sierra, quien fuera profesor del suscripto; y al que no me
atrevería a cambiarle una coma de su interpretación
sobre el particular: "Las palabras de Sassenay son una
acusación concreta contra la conducta de Liniers, y
aclaran un hecho que alcanzó significativa trascendencia
en el desarrollo posterior de la historia de la Argentina, y es
que, para la inmensa mayoría de los funcionarios civiles y
militares, y aún de la jerarquía
eclesiástica, los sucesos de la península no eran
cuestiones de su interés personal, sino que se
debía seguir recibiendo órdenes desde la
Metrópoli, de Carlos IV, de Fernando VII o de las Juntas
que lo representaban, con la fidelidad propia de los vasallos de
la dinastía española."

"En tales circunstancias, Liniers que además
era francés y admirador de Bonaparte, no podía
menos que ver con íntima satisfacción que la corona
de España pasara, con la anuencia del pueblo
español, a un monarca compatriota suyo. Pensar otra cosa
de él sería agraviar su memoria. Y de que esa era
su posición quiso Liniers que fuera Sassenay su mensajero
ante Bonaparte".
(Ver Vicente D. Sierra en la
Bibliografía General)

En relación al tema que habíamos dejado
pendiente, sobre la segregación del territorio del
Virreinato del Río de la Plata, inmediatamente
después del 25 de mayo de 1810, son tan deficientes e
incompletos nuestros planes de estudio dictados en los institutos
especializados en esta materia, que seguramente esta
documentación nadie la debe haber estudiado ni debe haber
sido informado de ella. Este documento no se menciona en la
Historia Argentina oficial, sencillamente porque su texto da por
tierra con la fábula difundida por Mitre y su Academia
respecto al mito de "La máscara de Fernando VII).
No existió ninguna máscara, los porteños
beneficiados con el contrabando con Brasil, vía Colonia
del Sacramento, querían independizarse de la
Metrópoli por que la misma no les redituaba
económicamente nada. Reparemos como responde Fernando VII
a la Junta de Buenos Aires, que utiliza su nombre para desplazar
a su Virrey.

Como inmediata respuesta al Cabildo Abierto del 25 de
Mayo de 1810, realizado en nombre y apoyo de Fernando VII (el que
tenga dudas puede leer las actas del mismo), la Junta Central
Suprema de Madrid, en ese momento con residencia en Sevilla, bajo
la presidencia de Vicente Joaquín Osorio de Moscoso y
Guzmán Álvarez de Toledo, Marqués de Astorga
(el presidente anterior el Conde de Floridablanca había
fallecido el 30.12.1808) y actuando en nombre y por mandato de
Fernando VII, no mordió el anzuelo y como respuesta le
ordenó al Virrey del Perú, avanzar sobre Buenos
Aires y reducir el territorio del Virreinato que esa ciudad
encabezaba, a la mínima expresión de la Intendencia
de Buenos Aires, que de hecho fue la única ciudad que se
pliega al movimiento juntista.

Por esa orden se segregan del Virreinato del Río
de la Plata y se agregan al de Perú, los dominios que se
mencionan en el siguiente documento que pasaré en letras
de imprenta para su mejor lectura sin corregir a la
ortografía actual: "Don José Fernando de
Abascal y Souza, Caballero del Habito de Santiago, Teniente
General de los Reales Exercitos, Virrey, Gobernador y Capitan
General del Perú, Superintendente Subdelegado de Real
Hacienda, Presidente de la Real Audiencia de Lima,
ESTABLECE".

"El espíritu de engaño y
seducción, fomentado en el continente de Europa, por el
tirano usurpador de la Francia; ha esparcido sus amortiguadas
llamas, en las pacíficas posesiones de la América
del Sur. Hombres destinados por la naturaleza, a solo vegetar en
la obscuridad y abatimiento, sin el enérgico
carácter de la virtud, y con la humillante debilidad de
todos los vicios, aspiran a lograr la vil efímera
representación, con los execrables delitos, señala
a los grandes criminales. No hay País alguno en la tierra,
que no esté expuesto a sufrir la desgracia de abrigar en
su seno, esos abominables monstruos, que enmascarados, con el
simulado disfraz, de amor por su Rey,
(Fernando VII) de
amor de la Religión, de la Patria y del bien
público, solo intentan por su particular interés
comercial, la desorganización, la anarquía y el
desorden. El fiel pueblo de Buenos Ayres, que ha dado tan
recientes pruebas de su constancia, generosidad y adhesión
a la Madre Patria;
(en las dos invasiones inglesas)
acaba de padecer esa triste experiencia: un corto
número de individuos, proclamando haber cesado la suprema
soberanía, por la instalación del nuevo Consejo de
Regencia, ha atentado a las legítimas autoridades,
formando a su antojo una Junta de Gobierno. El Excmo.
Ayuntamiento, el Síndico Procurador en nombre de aquel
común, y los vecinos mas recomendables, por su providad y
circunstancias, han protestado contra una conmoción,
excitada con tan infundado pretexto. ¿Por qué si a
los principios de la desgraciada época en que se halla la
España, por solo el sagrado objeto, que animó a la
inmortal asociación de Sevilla, fue reconocida con
aplauso, como depositaria de la suprema autoridad? Si la Junta
Central ha sido juramentada y obedecida como representante de
nuestro suspirado Monarca el señor Don Fernando VII
¿Cómo no ha de tributarse la mas profunda y rendida
sumisión al Consejo de Regencia; deseado por todos los
buenos españoles, como menos expuesto a la lenta
complicidad de las resoluciones; establecido con el más
generoso desprendimiento, por los dignos vocales interpretes en
la Central de la voluntad de todas las Provincias; y en que se ve
hoy la América representada, por uno de sus ilustres
hijos, con igual proporción, y los mas vivos deseos de
cimentar su esplendor y prosperidad? Así pues aislados
esos perversos, en el corto recinto de la Capital
(Buenos
Aires) que oprimen, no han podido conmover las fieles y ricas
Provincias que componen su distrito, antes si enardecidas de tan
criminal conducta, le han manifestado su desprecio y
aversión, ocurriendo a esta Superioridad, no solo por
auxilios para rechazar cualquier hostil empresa a que pudiera
arrastrarlos la ilusión y ceguedad; sino también a
una formal agregación a este Gobierno, del mismo modo que
lo estaba antes de la erección de aquel Virreynato;
así lo han solicitado por los mas expresivos oficios el
Señor Presidente de Charcas, su Real Audiencia, M. R.
Arzobispo, I. Ayuntamiento, la Imperial Villa de Potosí,
la ciudad de La Paz y Córdoba del Tucumán, y siendo
obligación estrecha de los principales Jefes, ocurrir al
pronto remedio de los males que amenazen a los fieles vasallos de
S. M. por todos los medios que dice la justicia: he venido a
acceder a esa solicitud declarando quedar hasta que se
restablezca en su legítimo mando al Excmo. Señor
Virrey de Buenos Ayres,
(Baltasar Hidalgo de Cisneros) y
demás autoridades legalmente constuidas, agregadas a este
virreynato
(Peru) las expresadas Provincias que
dependían de la gobernación del Río de la
Plata, en todos los ramos de Hacienda, Guerra, Política y
Justicia, ocurriendo las Partes en los contenciosos a sus
respectivos tribunales, salvos los recursos que en sus
correspondientes casos, prescriben las leyes pertenecer al alto
Gobierno. Y para que así conste y llegue a noticia de
todos se publicará por Bando en esta Capital,
circulándose por las de las Intendencias de ambos
virreynatos.

Lima 13 de Julio de 1810. José Fernando de
Abascal y Souza.

Para poder dimensionar el territorio segregado,
solamente una de las Intendencias perdidas, la de Córdoba
del Tucumán, representa las actuales Provincias de La
Rioja, San Juan, Mendoza, San Luis, La Pampa, el oeste de la
Provincia de Santa Fe y el Oeste de la de Buenos
Aires.

Tampoco se puede ignorar que para mayo de 1810, si bien
es verdad que Carlos IV ya había finalizado sus reclamos
de abdicación a favor de su hijo Fernando VII, la
situación política española era un verdadero
rompecabezas. Además del rey Carlos IV que había
abdicado y luego se retracta, se encontraba el nuevo monarca
Fernando VII, quien gobernaba por medio de las diversas Juntas
Centrales de diversas ciudades españolas, y que a su vez
respondían a la Junta Suprema Central de Madrid. Por si
fueran pocos monarcas, y pocos los que emitían
órdenes, además se encontraba entronizado en
España Don Pepe Botellas, el hermano mayor de
Napoleón Bonaparte, que también era rey de
España y de Las Indias. Si toda esta caótica
situación política peninsular fuese poca,
además a la Primera Junta y al Virreinato del Río
de la Plata lo habían reducido a un tercio de su
territorio original. Queda reducido a la Intendencia de Buenos
Aires.

Este documento se encuentra reproducido en cualquiera de
las obras mencionadas a continuación.

Luís Antonio Eguiguren Escudero (1887-1967)
"El Derecho y el Perú Virreynal". Lima,
1964.

Arturo García Salazar (1880-1958) "Historia
de la Diplomacia Peruana".
Tercera edición, Lima,
1978.

Eugenio Larrabure y Unanue (1884-1926) "Manuscritos
y Publicaciones sobre la Historia del Perú
". Lima,
1946.

Manuel de Mendiburu (1805-1885) "Diccionario
Histórico y Biográfico del Perú".

Imprenta de J. Francisco Solís. Lima, 1917.

Por otra parte gracias al adelanto informático
que representa el conocimiento documental a nivel masivo que se
edita por Internet, este documento ignorado por la
bibliografía argentina, se puede encontrar en varios
sitios que permiten guardarlo y reproducirlo. Las mentiras y los
ocultamientos históricos cada vez tienen las patas mas
cortas, en este caso solo se debe requerir a Internet por el
buscador que cada uno utilice.

Bibliografía General

Marqués de Sassenay. "Napoleón I y la
Fundación de la República Argentina".

Colección B. E. A. Volumen Nº 10, Biblioteca
Enciclopédica Argentina, Editorial Huarpes S. Buenos
Aires, 1949.

Vicente D. Sierra. "Historia de la Argentina".
Fin del Régimen Virreinal e Instalación de la Junta
de Mayo de 1810, Tomo IV, Libro Segundo, Editorial
Científica Argentina, Buenos Aires, 1974. Páginas
225 a 463.

(1) A ese levantamiento cívico militar del 2 de
mayo de 1808, corresponden la serie de óleos que Francisco
de Goya y Lucientes diera a conocer en 1814, con el título
"2 y 3 de mayo de 1808".

(2) Luis G. de Valdeavellano. "Historia de
España".
Revista de Oriente, 2 Tomos, Madrid, Cuarta
Edición, 1968.

(3) Vicente Sierra, en su Historia Argentina,
toma los datos publicados por "DOCUMENTOS DE LA
COMISIÓN NACIONAL DEL CENTENARIO", Documentos del Archivo
de Tucumán, Invasiones Inglesas y Revolución de
Mayo".
Buenos Aires, 1910.

(4) Mr. Es la abreviatura francesa de
marqués.

 

 

Autor:

Roberto Antonio Lizarazu

 

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