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El concepto de status social y la educación de hoy




Enviado por Obed Góngora



  1. Resumen
  2. La
    influencia del concepto de status social en las
    prácticas educativas de hoy
  3. Referencias

RESUMEN

El concepto de status social es un fenómeno
perceptible en cualquiera de los ámbitos actuales de la
vida humana. Cada nuevo postgrado que se ofrece, cada nueva
tecnología que sale al mercado o cada nueva cirugía
estética no son sino formas disfrazadas de un esfuerzo por
subir de status, en una dinámica fatigante que envuelve a
la sociedad de hoy. Nuestra juventud afronta esta realidad como
una parte inherente de sus vidas y grupos sociales.

La educación no es ajena a este proceso. Cada uno
de los alumnos que ingresan a nuestra aula de clases posee un
concepto de status social propio, concepto que a su vez se
convierte en una matriz de sus pensamientos, conductas y
proyecciones. El docente comprometido con una educación
integral no puede ser indiferente a esta realidad, sino que debe
esforzarse por comprenderla, de modo que también pueda
realizar actividades con miras a modificarla.

Como filósofos y como educadores estamos
comprometidos a encontrar la convergencia entre el status social
y las prácticas educativas de hoy. Encontrarla
podría llegar a tener un alto impacto en nuestra
concepción educativa, pues nos revelaría esa fuerte
línea de conexión que existe entre lo cotidiano y
lo educativo. Con esto se contribuirá a que la
enseñanza de la filosofía sea mucho más
relevante y pertinente, haciendo de los alumnos filósofos
críticos de su realidad, y no simplemente conocedores de
la historia de la filosofía. Es decir, tomando palabras
prestadas de Kant, a que en nuestras instituciones no se
enseñe filosofía, sino se enseñe a
filosofar.

LA INFLUENCIA DEL
CONCEPTO DE STATUS SOCIAL EN LAS PRÁCTICAS EDUCATIVAS DE
HOY

La investigación en torno al concepto del status
social reviste una importancia primordial en los inicios del
siglo XXI. En la presente época – denominada por
algunos pensadores como capitalismo tardío –
el
honor y el valor social dado a una persona tienen una
trascendencia vital en la existencia de la misma, pues dicho
status le permite o le niega el acceso a diferentes bienes,
privilegios, prerrogativas o simplemente símbolos de poder
que se encuentran socialmente asociados a dicho
status.

Por tal motivo, es incuestionable que el status social
tiene una influencia en la vida de las personas. La gran
mayoría de las conductas que asumimos cotidianamente son
resultado de la internalización del status: creemos que
por pertenecer a determinado nivel social nos corresponde actuar
de la respectiva forma. De igual modo, muchas de las proyecciones
que realizamos en nuestra vida tienen como propósito
fortalecer o cambiar sustancialmente nuestro status, en procura
de alcanzar un mejor estilo de vida y una mayor aceptación
y honra de los demás. Como lo afirma Max Weber en su
famoso ensayo Class, Status, Party: "En contenido, el
honor del status es normalmente expresado por el hecho que, ante
todo, un específico estilo de vida puede ser esperado de
todos aquellos quienes desean pertenecer al círculo."
(Weber. 1946, pág 187, trad. personal).

El concepto de status social requiere
primeramente una definición precisa, pues su
significado verdadero parece estar oscurecido por diversos
matices semánticos. Ya desde la época antigua vemos
que Aristóteles emplea el status como una de sus
categorías metafísicas1. Bajo esta categoría
encierra el Estagirita la condición del ser, i.e. cual es
su posición o las circunstancias en que se encuentra.
Vemos entonces que el status, desde un punto de vista
metafísico, representa el estado del ser, visto como un
accidente que denota su condición presente y las
circunstancias que le rodean.

La significación básica del concepto de
status social la podemos encontrar en la enciclopedia virtual
Wikipedia: "en sociología, estatus social describe la
posición social que una persona ocupa dentro de una
sociedad o en un grupo social de personas
." (Wikipedia,
2012). Se nos presenta, entonces, el status social como un nivel
o posición social determinado para una persona. A dicho
status social se le asocia un grado de prestigio determinado,
exteriorizado en el reconocimiento de ciertas prerrogativas, o en
el uso de ciertos símbolos de poder. El honor se
convierte, entonces, en el elemento diferenciador entre los
diferentes niveles sociales. En palabras de Weber
(1946):

"En contraste con las clases, los grupos de status
son normalmente comunidades. Ellos son a menudo, no obstante, de
una clase amorfa. En contraste con la puramente determinada

situación de clase, queremos designar como
situación de status todo componente típico de
la vida o destino de los hombres que está determinado por
una específica, positiva o negativa, estimación
social del honor" (
pág. 186-87)

Pero, entendido el concepto de status social como el
honor que se atribuye a un grupo social, la pregunta que se nos
despierta es si el concepto de status social tiene una existencia
objetiva, o si simplemente es un consideración subjetiva,
propia de cada quien. Para muchos, el status social es un
concepto con existencia propia, que ejerce su poder
coercitivo sobre la vida de las personas. Es una especie de
hecho social, en el sentido en el que lo planteaba
Emil Durkheim2. De este modo, el status social, como hecho
social, sería independiente de sus
repercusiones individuales, y tendría como una de sus
características la facultad de poder ejercer
un dominio o coacción sobre las personas, más
allá de la decisión o volición propia de
cada quien.

Tal definición de status se nos presenta un poco
problemática. Y esto, básicamente, porque dicha
manera de considerar el status social deja de lado la posibilidad
subjetiva de intervenir y transformar nuestro propio concepto de
status. Podemos, entonces, argumentar como contraparte que el
status, sin dejar de ser social, es un concepto primariamente
personal, y que cada quien, dentro de su autonomía,
construye su propio concepto de status. El status es un
constructo social, un imaginario colectivo, que por lo mismo
puede ser alterado o intervenido de manera particular. Podemos
simplemente aceptarlo o renunciar a él. Sólo
así podríamos, por ejemplo, entender lo que algunos
autores denominan la movilidad social, entendida como la
posibilidad de cambiar de status social.

Enfocándonos, pues, por esta última manera
de considerar el status social, podemos proceder a crear nuestro
propio concepto sobre el mismo. Podemos definirlo así:
"el status es un constructo social que pretende dar honor
a una persona o grupo social por encima de otros, con base en
criterios de honor socio-económicos
determinados
". Es un constructo social que intenta
clasificarme en un nivel humano determinado y por lo mismo
pretende dar un posicionamiento socio-económico a
determinadas personas en comparación con otras. En otras
palabras, es un esfuerzo por clasificar a las personas en
estructuras sociales.

El status ha estado presente durante todas las
épocas de la historia de la humanidad. Por ejemplo,
durante la Edad Media se puede observar fácilmente
la presencia de una estratificación social,
como resultado de la estructura económica
imperante en la época. El famoso feudalismo
generó una escala social basada en lo
económico, la cual puede verse como un tipo de
status social para la época. La
diferenciación entre nobles, clérigos,
militares, libres y siervos representaba no sólo una
posición económica, sino también un estilo
de vida representativo ante los demás.

Sin embargo, no en todos los períodos de la
historia, el concepto de status social ha estado relacionado
únicamente con el aspecto económico, i.e. a mayor
posesión de dinero, mayor honor social. A raíz de
los fenómenos propios de la postmodernidad, los factores
aportantes de status social se han multiplicado de muchas
maneras. Cada uno de ellos es una especie de plataforma
que sostiene el status, pues el mundo cambiante en que vivimos
requiere que mantengamos una facultad o atributo que justifique
el honor que recibimos. Es importante destacar que todas estas
plataformas están relacionadas con el dinero (por eso se
habla en la definición de criterios
socio-económicos), pero en la mayoría de los casos
dicho dinero viene como resultado de poseer el status. En otras
palabras, el aumento en los ingresos económicos ya no es
el origen del status, sino es más bien resultado del
mismo. Estas plataformas de status nos generan, entonces,
diferentes tipos de status. Algunos ejemplos
serían:

· Económico
puro
: el único factor determinante es el
dinero.

· Geográfico:
según el lugar donde se vive.

· Físico o
estético:
según un estereotipo de
atributos corporales.

· De Habilidad:
determinado por los conocimientos y capacidades para hacer
algo.

· Académico:
definido por los títulos y estudios realizados.

· Poder puro: la
imposición simple del honor por medio de la
fuerza.

· Mediático:
alcanzado a través del control directo o indirecto de los
medios.

· Simbólico:
determinado por el uso de símbolos de poder
específicos.

Otra forma de diferenciar los tipos de status es
según su origen. La enciclopedia virtual
Wikipedia (2012), por ejemplo, nos presenta la siguiente
clasificación del status3:

· Estatus adscrito o
asignado:
Son aquel status que resulta por medio de
factores sociales previos tales como raza,
género, edad, ciclo de vida, clase, casta, entre
otros.

· Estatus adquirido: Resulta de
la asignación a la persona basándose en
méritos o acciones. Ejemplos son las estrellas de
música, los actores, atletas o deportivas,
científicos, etc., pero también podríamos
incluir el de padre, madre, jefe, licenciado, son todas aquellas
posiciones que el individuo adquiere a lo largo de su vida, no
van ligadas a su nacimiento.

· Estatus objetivo: Estatus
asignado por la sociedad, la cultura o por el grupo particular en
donde se desenvuelve la persona y que es adquirido cumpliendo
alguno o varios de los criterios que lo determinan.

· Estatus subjetivo: Estatus que
una persona cree tener sin poseer ninguna aprobación
social o cultural y sin cumplir algún criterio que soporte
el estatus del cual hace alarde.

El status no es "statu quo"; más bien es
dinámico, cambiante. Mantener el status requiere un
esfuerzo agobiante, enfocado en sostener la plataforma del
status. Si el status es académico, se necesita realizar
nuevos postgrados; si es económico, requiere mantener
grandes ingresos; si es estético, requiere mantener la
belleza, entre otros ejemplos.

Otro aspecto importante a considerar es que el concepto
de status es, fundamentalmente, discriminatorio. Su objetivo es
establecer diferencias entre las personas y los grupos sociales.
Vemos, por ejemplo, el uso del vocablo "exclusivo", que hoy en
día se usa mucho como atributo de ciertos lugares o
actividades sociales. Este adjetivo proviene del verbo excluir, y
hace por tanto referencia a ciertos sitios y actividades
permitidas para algunos y vedadas para otros, como
aplicación de un constructo social que diferencia entre
los grupos humanos.

Ahora bien, ¿de qué manera puede verse
reflejada esta situación dentro del ámbito
educativo? La respuesta en sí es muy amplia, pues el
status social como concepto igualmente personal y colectivo
afecta a quienes componen la comunidad educativa. Su
influencia puede verse en la actitud de los profesores
hacia los alumnos, en la manera como se dirige la
institución o en el desempeño académico de
los educandos. La escuela, como colectivo de
personas o comunidad social, no está exenta de los efectos
del concepto de status social.

Las políticas gubernamentales en cuanto a la
educación en nuestro país han propiciado un
concepto de status social educativo que no es el adecuado. El
Estado no garantiza a sus ciudadanos una educación de alta
calidad accesible a todos los estamentos sociales, y ha remediado
dicha falla con permitir el surgimiento de diversas instituciones
de carácter privado. En nuestro imaginario colectivo
subyace, entonces, la idea que estudiar en una universidad o en
un colegio de renombre (que normalmente es privado y costoso) es
la única manera de acceder a una educación de
calidad y apropiada. Procedemos entonces a crear un
ránking de las mejores universidades y
colegios existentes4, para finalmente definir a
quien estudia en una de las universidades mejor
calificadas como mejor preparado que otros. ¿En
dónde queda, pues, el esfuerzo personal y la capacidad
cognitiva de cada persona? ¿Debemos conformarnos con
clasificaciones colectivas que, sin duda, omiten las facultades
individuales que se puedan observar? Pareciera que no es
suficiente el desarrollo del raciocinio para ser filósofo,
sino que es preciso estudiar en Harvard o en la Javeriana para
poder lograrlo.

Indiscutiblemente, la educación está
siendo capturada por el concepto de status social. No solamente
los colegios y las universidades son clasificadas en escalas "de
calidad", sino ahora también los docentes pretenden ser
organizados según un status social. Ya no se observa tanto
el desempeño didáctico del maestro para determinar
su aptitud educativa, sino que el factor determinante actual es
cuantas especializaciones y postgrados ha estudiado, y en
especial en que universidades las ha realizado. Dado que dicho
factor también es relevante a la hora de establecer la
remuneración monetaria del docente, se hace imposible que
no terminemos pensando la labor docente en términos
de una escala de status social.

Pero quizá el fenómeno
más preocupante es la relación que tiene el
concepto de status social con la falta de
interés de los alumnos en la enseñanza de la
filosofía. Dicha falta de interés se
hace cada vez más notoria en los educandos de hoy. Por
ejemplo, los alumnos de Educación Media se tornan reacios
a manifestar su opinión particular sobre cualquier tema, y
prefieren asumir como suyo el pensamiento de alguien
"calificado". Asimismo, los educandos son poco dados a
desarrollar competencias comunicativas, en especial la lectura y
la escritura, dado que dichas competencias requieren el
desarrollo de un pensamiento autónomo. Y que decir del
escaso interés que tienen los discentes de hoy por
escuchar noticias, leer artículos, conocer sobre su
realidad y llegar a reflexionar sobre la misma. En opinión
de ellos, el mundo ya está hecho, y lo que
nosotros podamos decir o pensar carece de importancia. La
realidad de la educación hoy en día (no solo en la
educación media sino también en la educación
superior) es que el interés por un pensamiento
filosófico ha sido relegado a un segundo plano, desplazado
por otros intereses más triviales, y que devolverle a un
lugar importante es una tarea cada vez más
difícil.

Porque, a la par de lo anterior, se hace notorio en el
mundo de hoy un creciente interés por el concepto del
status social. Los jóvenes de hoy viven interesados en la
ropa de marca, en los sitios que están in, en la
última tecnología salida al mercado y en todo
aquello que les pueda proporcionar una mejor imagen ante los
demás. Es fácilmente observable en las aulas de
clase que los alumnos viven en un mundo de aceptación
social, y por ello un alto porcentaje de sus intereses
están relacionados con todo aquello que incremente y
proyecte su status social. Surge entonces, de nuevo, la pregunta
inquietante:

¿Cuál es la relación entre dicho
concepto de status social y el interés por la
filosofía? Si bien sabemos que somos seres sociales por
naturaleza, es importante saber de que modo dicho ambiente social
influye en el desarrollo personal y autónomo de un
pensamiento filosófico, pensamiento al que todos como
seres racionales estamos llamados.

Por ello, analizar la influencia del status social sobre
los estudiantes es un trabajo fructífero, pues nos permite
determinar hasta que punto en una comunidad las situaciones
sociales afectan el desempeño académico. No
sólo nos interesa lo que hace el alumno,
sino también lo que es el alumno. En
procura de lo que pudiéramos llamar una
macroeducación, el docente
se interesa por la situación social del discente, sus
orígenes, su economía, su cultura,
entre otros. Pero a partir de allí, el maestro puede
empezar a trabajar en el educando un cambio en su concepto de
status, de modo que a la vez haya cambios en su interés
por el pensamiento filosófico. De este modo, el
análisis de la influencia del status social podrá
desembocar en procesos de mejoramiento en la enseñanza de
la filosofía. Es la tarea de los filósofos y los
educadores de hoy hacer del status social un motor que impulse el
desarrollo del pensamiento filosófico, en vez de permitir
que sea un obstáculo para formar los buenos pensadores del
mañana.

REFERENCIAS

Ø Durkheim, Emil. (1986). Las
reglas del método sociológico
; Fondo de
Cultura Económica.

Ø Enciclopedia virtual Wikipedia,
bajo la entrada "Estatus social"
(http://es.wikipedia.org/wiki/Estatus_social)

Ø Virtual Enciclopedy Wikipedia,
bajo la entrada, "Social status"
(http://en.wikipedia.org/wiki/Social_status)

Ø Weber, Max. (1946). From Max
Weber: Essays in Sociology. Class, Status, Party,

Oxford University Press, New York

NOTAS:

1 Aristóteles menciona sus
categorías en el libro que lleva el mismo nombre,
CATEGORÍAS, capítulo 4.

2 El propio Durkheim nos define su concepto
de hecho social. "Nuestra definición abarcará,
pues, todo lo definido si decimos: un hecho social es toda manera
de hacer, establecida o no, susceptible de ejercer sobre el
individuo una coacción exterior; o también, el que
es general en la extensión de una sociedad determinada
teniendo al mismo tiempo una existencia propia, independiente de
sus manifestaciones individuales" (DURKHEIM, 1986, págs.
51-52)

3
http://es.wikipedia.org/wiki/Estatus_social#Tipos

4 Dichas clasificaciones incluso se pueden
encontrar en muchas revistas educativas y sociales de
hoy.

 

 

Autor:

Obed Góngora
Picón

UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA Y A
DISTANCIA

CEAD SANTA MARTA

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