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Diarios de campo recopilados en 2013



Partes: 1, 2

  1. La realidad de la
    ficción (una historia ficticia basada en la
    realidad)
  2. Antecedentes de una
    pulga frente al Imperio
  3. Desapareció
    un pez

La realidad de la
ficción (una
historia ficticia basada en la
realidad)

(enero de 1972)

Ya lo habían amenazado en diferentes ocasiones.
Era conductor del autobús de su padre que tenia
línea en los servicios urbanos, le pedían una
cantidad fija diaria para no matarlo. A él le
parecía excesiva e injusta, pero confiaba en que las
amenazas no serían cumplidas.

Muy de mañana la noticia corrió como
reguero de pólvora por las calles de su colonia.
Había sido muerto adentro del autobús. Dejaba en la
orfandad a cuatro hijos y sin sustento a su viuda. Ella, como
muchas otras mujeres guatemaltecas, debía hacerse cargo de
los gastos del hogar, casa, alimentos, escuela, ropa, zapatos y
alguna pequeña diversión.

Su muerte no fue investigada, aun cuando había
indicios acerca de la identidad del su asesino. Quienes se
encargan formalmente de la persecución de la delincuencia
se cuidan de hacerlo solo cuando esta toca poderes facticos
superiores. En general, se cuidan mucho de enemistarse de manera
personal con las organizaciones criminales.

Un día se acercó a la viuda una joven que
dijo conocerla.-Te tengo un negocio sumamente fácil que se
que lo harás porque también se que te encuentras
muy necesitada de dinero. A todo esto la viuda recordó.
por los chismes del barrio, que se trataba de la hermana de quien
había ultimado a su esposo. -Y, ¿de que se trata
ese negocio?, preguntó. -Es muy sencillo, solo queremos
que marques este teléfono y le digas a la persona que te
conteste que lo esperas en este lugar para que te entregue el
dinero, una vez realizada la entrega te ganas el 10%. Y
-¿Por qué no lo llamas tú?
–Indagó la viuda. -Porque ya conocen mi voz y no
quiero que me identifiquen.

Pensando que si se negaba, el hermano podría
seguir su ruta de muerte con ella o con sus hijos, aceptó
la oferta.

No en balde la habían empujado. La persona objeto
de la extorsión a la que había llamado tenía
su teléfono intervenido por la policía, avisada por
el mismo. Convenido el lugar de reunión, al momento del
supuesto pago, apareció una patrulla. Allí si
fueron muy eficientes. Ella fue conducida a la cárcel,
sabiéndola indefensa; se le acuso del delito mencionado y
fue recluida en la cárcel tres años. No se le pudo
comprobar nada más que el hecho de la llamada, pero al
salir se encontró con sus derechos socialmente limitados y
con enormes dificultades para encontrar trabajo. No solo
había perdido a su esposo del que nunca se investigo el
origen de su muerte y el nombre de sus victimarios, sino,
también, gracias a la manera como se estila la ley en
Guatemala, cuando se trata de personas inocentes, pasó a
formar parte de la historia delictiva de los asesinos.

Antecedentes de
una pulga frente al Imperio

(Enero de 1971

CARLOS ENRIQUE LOPEZ GARCIA

III PARTE

2. ANTEDEDENTES de UNA PULGA FRENTE AL
IMPERIO

CARLOS ENRIQUE LOPEZ GARCIA

Mi estancia en Chile

Debido a una situación migratoria no
resuelta… "me vi forzado a abandonar México,
refugiándome, junto con quien sería mi esposa, en
la Republica de Chile. Salí hastiado del trato
gubernamental que se me había dado, donde lo mejor que me
había pasado era la recomendación de la
Secretaría de Gobernación, de que consiguiera
documentación mexicana ya que mi situación legal
nunca seria resuelta con el status de asilado político. Me
quedó la sospecha que esto se debía a una
petición del gobierno guatemalteco al mexicano. Mientras
tanto, me había inscrito, sin ese reconocimiento, en la
Universidad Nacional Autónoma de México, incluso,
había logrado una beca en el Instituto de Investigaciones
Sociales, adscrita a la Facultad de Ciencias Políticas y
Sociales aun cuando yo me había matriculado en la Facultad
de Economía de la misma universidad. En ese Instituto
conocí a quien sería la compañera de mi
vida, una joven mexicana de 20 años de edad a quien su
familia le prohibió mi compañía. Así
como yo salí huyendo de la persecución
política, ella salió huyendo de la
incomprensión familiar. Ambos decidimos ir a Chile, yo
aprovechando que había asumido el poder la Unidad Popular,
con Salvador Allende en la presidencia, y ella porque Chile
significaba lo más alejado de la oposición de su
familia. Estando allí nos casamos. Lo hicimos justo cuando
habíamos decidido el regreso. Esta decisión
surgió por el seguimiento de un hecho insólito.
Sucedió que fui informado de la visita a Chile que
realizaba el rector de la UNAM de ese entonces, el Dr. Pablo
González Casanova, con quien guardaba una relación
de amistad debido a mi posición política y a la
suya. Además, su hermano, Henrique, se había
convertido espontanea y solidariamente en mi padrino, en ello fue
decisiva la relación que ambos guardaban con Luis Cardoza
y Aragón, quien me conoció a través de
Rodrigo Asturias Amado, a la sazón representante del
movimiento revolucionario guatemalteco ante el gobierno cubano.
González Casanova se hospedaba en un hotel cercano y
decidí llamarle, con tan buena suerte que el contacto se
realizo casi de inmediato. Hablamos brevemente por
teléfono, el suficiente para que me reprochara por haber
salido de México sin notificárselo y para invitarme
a desayunar al día siguiente en el hotel donde se
hospedaba. Se lo comunique de inmediato a mi compañera y
juntos fuimos a la cita.

Llego por nosotros un vehículo de la embajada
mexicana en Chile y una persona, de la misma embajada, que nos
esperaba al frente del mismo, nos condujo hacia donde se
encontraba el Dr. González Casanova. Cuál no
sería nuestra sorpresa debido a que en la misma mesa, en
un lugar exclusivo y apartado del Hotel, junto al Dr., se
encontraba también el presidente de México de ese
entonces, Licenciado Luis Echeverría Álvarez. Se
trataba de una visita de Estado, para mostrar su apoyo al
presidente Allende, que se había realizado en un marco de
discreción suficiente para que los medios de
información no le dieran mayor publicidad.

En ese marco, Echeverría se hizo acompañar
del Dr. González Casanova. Aun no repuestos de la
sorpresa, saludamos a los anfitriones y Echeverría dio la
orden para que se nos sirviera el desayuno a los cuatro. A
quemarropa GC me disparo: ¿por que razón se vino de
México y por qué razón no me avisó?
Luis Echeverría permanecía en silencio, con una
mirada penetrante y directa sobre mi persona, esperando mi
respuesta como si él hubiera formulado la pregunta. "-Me
da mucha pena decírselo pero la persecución de que
era objeto por parte de la Secretaría de
Gobernación me obligo a hacer lo que hice. Cualquier
incidente que se realizaba contra el gobierno era suficiente para
que me buscaran como presunto responsable, incluso, lo que yo
entendí como un acto intimidatorio fue que algunos agentes
le dijeron al Licenciado Ernesto Capuano que me andaban buscando
y que habían distribuido mi fotografía a los
servicios de seguridad.

El licenciado Capuano me dijo que no me preocupara
porque la fotografía carecía de nitidez, en un
razonamiento de elevada candidez y solidaridad que siempre le
caracterizo. Yo le dije que ellos sabían donde
vivía puesto que habían ido ya al departamento que
ocupaba y sabían también que estudiaba en la
entonces Escuela de Economía de la UNAM. Que oficialmente
no constaban ambas circunstancias porque se habían negado
las autoridades a concederme el asilo político.
Justamente, había sido el Rector de la UNAM, allí
presente, quien me había facilitado primero una beca para
costear mis estudios y posteriormente otra un poco mayor en el
Instituto de Investigaciones Sociales. Continúe comentando
más aspectos de mi situación en México y
detalles que consideraba importantes. El presidente mexicano me
observaba fijamente mientras yo hablaba y miraba también
de vez en cuando, de manera discreta, a mi compañera. Los
tres permanecían en silencio. De pronto, el Presidente se
dirigió a mi, mirándome a los ojos: "-pero, en
donde desea vivir usted, ¿en México o en Chile? La
pregunta me sorprendió un poco y voltee la mirada hacia mi
compañera, ella susurro apenas audible, en México.
Yo me envalentone y le dije, también mirándole a
los ojos: ¡en México!

De inmediato llamo a su ordenanza y le dio una corta
nota para el embajador mexicano en Chile,
-acompáñelo, me dijo. El embajador me
recibió de inmediato, leyó la nota y me dijo,
-¿cuándo desea viajar? le pedí que me
esperara unos días porque debía hacer unos
trámites urgentes. El asintió y decidimos esperar
una semana.

En esa semana, logre conseguir pasaporte guatemalteco
contándole una historia truculenta al embajador que ni yo
me la creí, pero note cierta simpatía hacia mi
persona que facilitó las cosas. Con ese documento, que
sustituyó el de mi entrada a Chile, mi compañera y
yo nos casamos en una forma inusual: sucedió que para las
autoridades municipales chilenas, debíamos dar direcciones
que se encontraran en el área de la única sede que
tenia disponibilidad para hacerlo. Por un fenómeno social
que ignoro su origen, la mayoría de las bodas en Chile se
realizan en Septiembre, dimos la dirección donde
efectivamente vivíamos como domicilio de quien
sería mi esposa, y, la mía, la tome al azar en el
área de circunscripción municipal al que acudimos.
Invitamos a un conocido guatemalteco que había ocupado
importantes cargos en el gobierno revolucionario de 1944-54 en
Guatemala, y a su esposa, para ser nuestros padrinos, a lo que
accedieron gustosamente. Se llego la ansiada fecha pactada y nos
presentamos elegantemente vestidos. No olvido el precioso ramo de
flores con el que apareció nuestra presunta madrina, el
cual mantuvo en sus manos todo el tiempo. Nos pasaron a la salita
de espera. De pronto salió una persona que supongo era la
secretaria del Juez, y dirigiéndose a mí,
dijo:"-Usted no puede casarse, por mentiroso… (Por fracciones
de segundo pensé en el pasaporte de entrada al
País, versus el recién adquirido)…, yo vivo
enfrente del domicilio que manifiesta y ese es un terreno
baldío. Se cancela la ceremonia".

Entre confundido y avergonzado pedí disculpas a
mis presuntos padrinos. Ella me dijo: no tenga pena, yo lo
entiendo. El, un hombre longevo por cierto, me dijo: -Que
vergüenza compañero, eso no se hace, eso no es digno
de un revolucionario, nosotros nos retiramos. Ella lo observo
ligeramente, dirigía su mirada hacia nosotros y hacia
él alternativamente, mientras salíamos del edificio
municipal, sostenía en sus manos el ramo de flores sin
saber que hacer con ellas. El dijo, nosotros nos retiramos, ella
dijo adiós pero sin soltar el ramo de flores,
alejándose los dos con rumbo opuesto al nuestro. Varios
años después me entere de su separación,
así como del fallecimiento posterior de el, hace pocos
años. Ella no había aguantado la rigidez de sus
ideas y de su comportamiento. Mas por alejarnos
rápidamente del lugar que por alguna prisa para llegar a
nuestro domicilio, abordamos un taxi. Mi compañera, que
había guardado silencio todo el tiempo, lucía un
rostro de tristeza enorme, yo me sentía como una cucaracha
fumigada.

El taxista percibió nuestro pesar y nos pregunto:
Que les sucede? Mi compañera que siempre ha sido
ingenuamente franca, le confió todo el episodio al
desconocido taxista. –ah, eso es, no se preocupen, si
ustedes lo desean yo los llevo a un lugar en donde los casaran de
inmediato, todo se los arreglo por 500 escudos. –y
¿Dónde queda ese lugar?, inquirió mi
compañera. – no es lejos, se llama Palo Alto.
– Vamos, dije yo. –Allí siempre hay testigos
disponibles que por unos cuantos escudos comparecerán ante
la jueza, yo se los llamare. Efectivamente, todo sucedió
como el taxista había dicho, no dejamos de estar nerviosos
y preocupados ante el titubeo de los "testigos" a la hora de
asegurar en donde vivíamos y de pronunciar los apellidos
de mi compañera. La jueza se les quedo viendo con la casi
certeza de adivinar que mentían pero nos miraba a nosotros
con indulgencia y comprensión de nuestro difícil
momento. Finalmente, sin haber sido engañada, pero
ejerciendo una increíble bondad, nos declaro marido y
mujer. El taxista nos regreso a Santiago debidamente casados, le
dimos los 500 escudos añadiendo una discreta propina. Ya
antes habíamos pagado otros 200 escudos a nuestros
testigos-padrinos de boda, quienes nos dieron su
bendición. Pareciera que nuestra vida en pareja
estaría legalizada por este tipo de situaciones. Ya nos
había sucedido, en el principio de ese año, antes
de salir de México, en Chetumal, Quintana Roo, que unos
albañiles, que trabajaban en la remodelación del
edificio municipal, habían sido nuestros padrinos en
nuestra primera boda, previa propina. Visto de una manera
legalista, mi esposa y yo somos bígamos.

Con esa nueva papelería acudimos a la Embajada de
México para que nos dieran los documentos de
internación. El embajador me entrego un sobre lacrado, de
regular grosor y me advirtió: -entregue este sobre a las
autoridades de migración junto con su pasaporte y este le
será sellado debidamente. Su esposa no tiene ningún
problema. En esta nueva etapa, ignoro obviamente el contenido del
sobre pero sospecho que contenía la decisión del
Presidente Echeverría, todos los trámites ante
Gobernación fueron de manera rápida y favorable.
Logré una situación estable, se legitimaron mis
estudios de licenciatura y obtuve el titulo, después los
de maestría y, finalmente, mi doctorado. Al contrario de
varios grupos de izquierda mexicanos y de algunos guatemaltecos
que condenan a Echeverría y a su gobierno, yo le guardo
agradecimiento. Supongo que los chilenos emigrados a causa del
golpe de Estado, propinado un año después de mi
salida, al gobierno de Allende, también le están
agradecidos. No solo les dio un caluroso recibimiento, similar al
que dio México a los emigrados españoles
republicanos, sino que emitió un acuerdo por el cual basto
la palabra de los ciudadanos chilenos para reconocerles su grado
académico y conseguirles ocupación en las distintas
universidades mexicanas y en todo tipo de instituciones
nacionales. Meses después de mi llegada a México,
en una reunión con el presidente y los representantes
estudiantiles de todo el país, en la que me toco
representar a la escuela de economía de la UNAM, por
designación de su director, intercambié unas breves
palabras con Echeverría, quien me saludo efusivamente. No
puedo olvidar algo que me dijo, muy orondo. –"la
ideología de un político se conoce cabalmente
cuando ejerce el poder, no cuando aspira al puesto que pretende
desempeñar…

REGIS DEBRAY

Otro episodio interesante ocurrido durante nuestra
permanencia en Chile, fue el encuentro con Regis Debray y quien
en ese tiempo era su esposa, Elizabeth Burgos. A ambos los
había conocido en Cuba, en ocasión en la que Regis,
junto con Otto René Castillo, realizaron su entrenamiento
militar en la Isla, en 1966. Comenzó con una cena a
temprana hora y terminó muy entrada la noche, amaneciendo,
con una reserva especial de vinos que proporcionaron los
anfitriones, Regis y Elizabeth. Por una razón que ignoro,
Regis y Elizabeth consideraban que yo era o había sido uno
de los guerrilleros mas lucidos de Guatemala. -Combinas la
practica con la teoría en lo que se conoce
teóricamente como praxis. Yo comentaba sobre mi
participación en la Ciudad, mi papel en la montaña
y las condiciones existentes en los últimos cuatro
años, corría el año de 1972. El me
manifestó que con mi aporte podría concluir los
libros que tenía iniciados sobre la Crítica de las
armas. Mi esposa lo oía y lo veía con profunda
admiración, nunca más he descubierto esa mirada a
lo largo de nuestra relación. Mi esposa y yo
acudíamos a la Universidad Católica de Chile a
cursos de especialización y maestría a los que nos
permitieron acceso aun antes de concluir la licenciatura. Ella
aprovecho inteligentemente su estancia en Chile para entrevistar
a gente vinculada estrechamente con la nueva posición de
la iglesia católica, en ese tiempo, sobre la
revolución social necesaria en América Latina, lo
que le permitió escribir su tesis de sociología que
presento un año después en la Escuela de Ciencias
Políticas y Sociales de la UNAM. Un año más
tarde me tocaría el turno de hacerlo en la Facultad de
Economía de la misma universidad.

EL DIRECTOR DE LA CIA PARA AMERICA LATINA

Una vez resueltos mis problemas legales en
México, mi esposa y yo logramos conseguir trabajo en un
proyecto de Naciones Unidas que tenía su sede en
Guadalajara, México. Mi nueva situación
económica me permitió también intentar el
regreso a Guatemala, al que me referiré después.
Cuando se acercaron las fiestas navideñas, un
compañero de trabajo nos pregunto que en donde
pensábamos pasarlas, que si nos reuniríamos con la
familia. La familia de mi esposa es de otra religión y no
celebra estas fiestas. Yo tenía mi familia disuelta entre
Guatemala y los Estados Unidos, a los que paradójicamente
llegaron por la persecución que sufrían en
Guatemala. La mayoría de quienes laboraban en el proyecto
viajarían hacia Europa y USA. Los originarios del lugar se
reunirían con sus familias, nosotros dos nos
quedábamos solos, sin saber a dónde ir en esas
largas vacaciones. Y, ¿por que no visitan a su familia en
USA? Comento un compañero metiche. Mi esposa contaba con
visa permanente pero yo ignoraba si podría obtenerla. Por
supuesto que nuestra respuesta al metiche fue, -pues,
sería bueno!. Para nuestra sorpresa, el director del
proyecto, que nos apreciaba, extendió, sin
pedírselo, una solicitud para que se me diera la visa en
el consulado estadunidense de la ciudad de Guadalajara. Fui
citado por el cónsul pocos días después,
quien me recibió en su oficina. –Señor, lo
siento mucho, no puedo extenderle visa por su historial anterior.
Yo, armado de cierto tipo de ironía y broma que a veces me
sirven en momentos difíciles, le respondí: -bueno,
dirigiéndome también a mi esposa, -tendremos que
viajar a los Alpes Suizos. El se me quedó viendo
fijamente, checó mi pasaporte y el de mi esposa e
inesperadamente, respondió: "-si ya tenían planeado
el viaje no quiero ser aguafiestas, le voy a dar una visa por 5
años, quiero que entienda que no le puedo dar una visa
similar a la de su esposa. –muchas gracias, le
respondí y le extendí la mano. Salimos del
edificio, yo con una visa que realmente no esperaba y mi esposa
feliz según ella de que había dejado atrás
mi pasado.

Transcurrieron los cinco años rápidamente.
Yo me encontraba laborando en otra dependencia de Naciones
Unidas, incluso más importante que la anterior.
Pedí la documentación necesaria que me acreditaba
como funcionario internacional y me dirigí a la embajada
de USA, muy confiado de obtener la ampliación de la visa
anterior. Cuando me presente en la embajada me dijeron que yo no
tenía por que hacer la larga cola en la que ya estaba el
resto de personas, que podía pasar de inmediato con el
cónsul para entregarle mi pasaporte y obtener la dichosa
visa. Así fue en efecto, el cónsul me
atendió muy cortésmente pero de pronto me dijo,
-señor, antes de ponerle el sello me piden que acuda a la
oficina de uno de los funcionarios de la Embajada para una charla
rápida pero necesaria. –con mucho gusto,
respondí. Una persona me condujo por los laberintos del
enorme y lujoso edificio de la Avenida La Reforma. De pronto me
vi en una oficina amplia, con sillones de cuero, en uno de los
cuales se me invitó a sentarme. Lo que discordaba con lo
ordenado y amplio de la oficina era la actitud de quien la
ocupaba quien echado en su respaldo de la silla tenía los
pies sobre el escritorio. Se paro para saludar y reiterar la
invitación a que yo me sentara. Sin mayor preámbulo
me dijo, mostrándome mi pasaporte. –¿Habla
ingles? Sí, pero no perfecto, prefiero el español,
si gusta, hábleme usted en ingles, que entiendo todo, y yo
le contesto en español para no errarle. -Hemos decidido,
dijo, darle una visa permanente. Creo que ya no debe regresar
cada cierto tiempo a solicitarla. El único favor que le
pido es que me dé el nombre de sus contactos de la
guerrilla en México y el de esos mismos contactos en
Guatemala. Me sentí sorprendido sobremanera, no bastaban
ni su amabilidad ni la decisión de darme visa permanente
para la petición formulada. Me pare y le dije, -tengo, con
este año, 5 de no tener un solo contacto con la guerrilla
ni aquí, en México, y menos en Guatemala, a donde
no viajo, de lo que seguramente ustedes están informados,
para que usted me haga semejante petición, además,
si los tuviera, también debiera saber que nunca se los
proporcionaría. –sabemos lo que usted dice, pero
también sabemos que usted es una persona muy hábil
que ha burlado a nuestros servicios de inteligencia para mantener
esos contactos. –pues, están errados y los informes
que poseen deben ser de burócratas que si no los redactan
pierden el empleo. Así que informan cualquier cosa que se
les ocurre. –mire señor, yo soy el director de la
CIA para América Latina y se de lo que le hablo y tengo
mano libre para darle la visa permanente o para negársela
para el resto de su vida. Nosotros manejamos las políticas
del departamento de Estado para conceder o negar las visas de
naturaleza política, así que o colabora con
nosotros o lo dejaremos impedido por siempre de viajar a USA.
–pues, planteado así, no me queda más que
prescindir de la visa, hay otros lugares en Europa y
América que me interesa conocer. Creo que es todo dije, ya
bastante molesto.

-Claro que es todo, me respondió, visiblemente
molesto, devolviéndome mi pasaporte y llamando a un
corpulento marine para que me condujera a la puerta de
salida.

Muchos años después y en el marco de la
firma de la paz y la apertura política que instauró
gobiernos civiles en Guatemala, fui nombrado en un importante
cargo de la diplomacia guatemalteca. El personal de la embajada,
ignorante de mi historia personal y en ocasión de mi
regreso a Guatemala, me sugirió pasar por USA, por la
diversidad y la comodidad de los vuelos que por allí
pasaban y por la oportunidad de ver a mi familia en Nueva York,
arreglaron la papelería oficial que firmé y
hablaron a la embajada de USA para hacer la solicitud de visa.
Respondieron que fuera un día después, que me
identificara en la puerta para no hacer cola y que me dirigiera
directamente a la oficina consular en donde se me
extendería la visa. Me recibieron muy amablemente, la
cónsul me dijo que el trámite duraría
aproximadamente 5 minutos. Transcurrió más de media
hora, de pronto apareció la cónsul con los
pasaportes de mis hijos y el mío. –señor,
estoy profundamente contrariada, tuve que hablar al Departamento
de Estado porque en la computadora, a la par de su nombre
había esa instrucción. Me dijeron que no se le
puede otorgar la visa. Yo creo que es injusto pero no lo puedo
arreglar desde aquí y de manera inmediata. Tendría
que esperarse algunos días para que se realice mi
gestión. –le agradezco mucho su gestión y su
amabilidad. Creo que regresaré a mi país por una
vía más directa. Hasta pronto. Este hecho inspiro
mis recuerdos: ¿que puede hacer una pulga frente al
Imperio más poderoso de la tierra?

DOLOR INTERMITENTE (20-|0-2012)

Un día, en las calles de la ciudad de
México, me encontré a una antigua compañera.
¿No le da vergüenza? me dijo, ¿Qué? Le
respondí. -Estar vivo, me soltó de inmediato.
Añadiendo, -casi todos los compañeros están
muertos, menos usted. –Le juro que he hecho todo lo posible
por morirme pero, por alguna razón desconocida, no lo he
logrado: Una vez me metieron seis tiros y por algunos
milímetros no terminó mi vida. Otra, me balearon la
rodilla. En otras ocasiones únicamente escuché el
zumbido de las balas pero solamente rompieron los vidrios del
automóvil en el que me encontraba o las ramas de los
arboles de la vereda donde pasaba, otros, simplemente pasaron
arriba de mi cuerpo o de mi cabeza. –le juro que no es mi
culpa estar vivo. En mi primera recuperación
física, jugo papel determinante Adolfo Mijangos,
facilitándome las gestiones para ser atendido en un centro
especializado. También fue decisivo en mi
recuperación emocional, por su medio, y debido a que era
su admirador número 1, supe del talento de Chabela Vargas.
El se encargó de organizar la velada en la que junto a
Rolando Collado y otros exiliados guatemaltecos, fuimos a verla
al teatro de la colonia Del Valle, donde se presentaba.
Años más tarde, a su regreso a Guatemala, fue
asesinado de la más vil y cobarde forma, en su silla de
ruedas y por la espalda. Tal vez por eso no dejo de pensar en la
pléyade de guatemaltecos cercanos a mi historia de vida,
con quienes conviví, que siempre soñaron con una
Guatemala mejor. Tal vez por eso me persigue la sonrisa bonachona
del chino Marco Antonio Yon Sosa, el dirigente guerrillero que
más me ha impactado, muerto a traición cuando
había llegado a un pequeño oasis en México.
La seria mirada del coronel Augusto Vicente Luarca Argueta, de
los poquísimos leales a Jacobo Arbenz, muerto en combate,
en una casa de seguridad. La casi inocente mirada del papo,
Ricardo Ibarra, no lo vi pero me contaron que había volado
en pedazos experimentando con explosivos, junto con el rata.
Después, muy tempranamente, cayó Julio Edgar Ibarra
Mazariegos: recuerdo la sonrisa confiada y bonachona del
"chucho", Rocael Muñoz. De Mario botzoc Hércules,
el estudioso guerrillero de origen quekdhi, la aparente
despreocupación de Chimino, Rogelia Cruz, quien fuera
reina de belleza, física y síquica, torturada y
violada cobardemente. Nayito, Leonardo Castillo Johnson,
vendiendo cara su vida, desesperadamente, al enterarse de la
muerte de Rogelia. Carlos Ordoñez, el comandante Camilo,
también sometido a torturas hasta la muerte, Otto
René Castillo y Nora Paiz, torturados también hasta
la muerte. Ya antes habían pasado por lo mismo Fantina
Rodríguez, Iris Yon, David Aguilar Mora, un mexicano
solidario, y Eunice de Aguilar Mora. También otros 28
guatemaltecos de primera que fueron muertos y lanzados al mar,
también cobardemente. Luis Trejo Esquivel y el Tío
Moy, muertos en combate, a pocos kilómetros de donde yo me
encontraba. La picara sonrisa de Rodolfo Payeras con sus
atigrados ojos, perseguido por sicarios hasta darle muerte junto
a una paradójica zanja. También Luis Turcios, el
legendario comandante en jefe, quien tenía los ojos de
Tigre, los gestos, la astucia y el valor, su muerte marcó
el destino de nuestra lucha. Otro tigre de menor tamaño
pero igual de bravo era José de Jesús jurado
Sánchez, muerto apenas al cumplir 17 años.
Efigenio, Mario Lemus Chavarría, fue muerto después
de una implacable persecución y se necesitó
más de un pelotón para lograr ese objetivo. Antes
había sido asesinado Ricardo Miranda Aldana, mano e tigre,
bragado combatiente guerrillero. Muchos años
después murió Mario Robles Villatoro, quien afronto
la muerte con una enorme sangre fría, con un enorme valor.
Supo más o menos cuando llegaría esta y nunca se
arredró. Me invito a despedirlo con una copa de whisky en
la mano. Todos ellos, y muchos más que no recuerdo o no
conocí, son quienes darán base a una nueva alborada
en Guatemala, pienso que vivirán por siempre en el
recuerdo de la patria. Son la semilla que un día germinara
para siempre.

GUATEMALA: LA DISPUTA POR LA NACION.

(CRIMEN EN LA CUMBRE DE ALASKA)

Han transcurrido más de 500 años desde la
llegada por primera vez de los españoles a suelo
americano. El parto de la nueva nación de la tierra
descubierta por los peninsulares surgió básicamente
como problema de propiedad. ¿A quién
pertenecían las tierras descubiertas y
¿¡"conquistadas"? ¿a quién pertenecen?
¿A quiénes les pertenecerán? La
población venia incluida con la tierra. Era como la
tierra, un accidente geográfico. El repartimiento derivado
de ese hecho consistió básicamente en subir, de
acuerdo a una estratificación preconcebida, a los lugares
más altos disponibles y desde allí lanzar la vista
sobre lo que se podía poseer, selvas, ríos, lagos,
gente. Durante mucho tiempo les asaltó la duda, a los
nuevos propietarios, si la gente era realmente gente, si eran
humanos, como ellos. Sesudas discusiones dieron paso a sus dudas.
Quienes descubrieron que si era gente también
descubrieron, a la par, que podían explotarla, como a la
tierra, como a los ríos, como a los lagos, como al mar
mismo. Les pertenecían. Pero las necesidades primarias se
impusieron; en su enorme mayoría los conquistadores
pertenecían al género masculino y descubrieron
entre los habitantes americanos también la riqueza de
jóvenes y bellas mujeres. Sexualmente también les
pertenecían. Y las poseyeron como tales, como propiedad
incluida. Poseyeron así sus ríos, sus bosques, sus
lagos, sus mares, el subsuelo, su trabajo, sus mujeres. Pero esta
ignominia les llevo a descubrir algo profundo, su cultura. Y
descubrir también la necesidad de destrozarla. Para ello
contaron con la religión… y con las armas. Estas
herramientas habían funcionado y funcionaban en el viejo
mundo, deberían funcionar también en el nuevo, con
más razón. Los pobres, los desheredados, los
marginados deben tener un lugar en donde puedan gozar de todo,
mucho amor, espacios inmensos, infinitos, armonía
perfecta… ¿y que mejor lugar que el cielo? Un buen
comportamiento en la tierra garantiza un lugar en el cielo, y ese
buen comportamiento pasa por la aceptación sin chistar, de
su destino, de las cosas como son porque no pueden ser de otro
modo. Y si algunos piensan diferente pues no queda más
recurso que utilizar la fuerza, la fuerza de las armas,
básicamente, de aquí la necesidad de formar
ejércitos que cuiden de que la nueva cultura pueda ser
aceptada sin cuestionamientos de fondo. Pero nuevas formas de
vida se fraguaron en los intersticios de la sociedad colonial, se
consolidaron los peninsulares, aparecieron los criollos, se
formaron los mestizos, en contrapartida, dialécticamente,
se identificaron mejor las culturas ancestrales. Todo ello
irrumpiendo a contrapelo de los planes de dominio originales. Se
replanteo la pregusta, ¿a quién pertenece la
propiedad de la nación? Los peninsulares pactaron con los
criollos en relativa calma y renunciaron a tributar para la
corona. La iglesia, no obstante, aseguro su diezmo. Los criollos
se convirtieron en los máximos poseedores de bienes,
formaron su gobierno y disciplinaron su ejército y su
religión en ese sentido. Pero fueron los mestizos los
integrantes principales de la oficialidad de las armas y de las
formas primarias de gobierno, y no tardaron en reclamar su parte
del pastel. Cubiertos por el liberalismo, garantes del statatus
quo, avanzaron en la estratificación social. Legitimaron
la propiedad de grandes extensiones de tierra, y se erigieron
como nuevos conquistadores, cuidando de preservar las
canonjías de los ya caducos criollos. Ahora comenzaban a
fraguarse las empresas y los gremios, aparecía con
claridad la mano de obra rural y los atisbos de la mano de obra
urbana. La riqueza de la tierra, por si no era suficiente,
había que disponer también de la riqueza de la mano
de obra y actuar en consecuencia. Mientras tanto, al mismo tiempo
que se repartía la nación, se repartía el
mundo. Y las cuotas nacionales enriquecieron las cuotas
internacionales, llegaron primero los alemanes, después
los gringos, había que realizar acuerdos cupulares con
ambos, a su tiempo. Solo así podrían mantenerse las
prebendas de un grupúsculo encargado de esas relaciones.
Mientras tanto, el sentimiento de patria también se
desarrollaba en las capas sociales dependientes, los mestizos
reclamaban una patria para ellos, los indígenas
reconstruían los restos de su cultura y sentían la
necesidad de su afirmación nacional. Se produjo entonces
la Revolución de Octubre, iniciada el 20 de Octubre de
1944. Los indios ya no serian solo fuerza de trabajo y parte del
paisaje, se convertían en seres humanos dueños de
su destino. Las fuerzas armadas tuvieron su prueba de fuego
debiendo decidir al servicio de quienes estarían. No
habiendo ya posibilidades de guerras internacionales, su
misión de proteger a la patria los convertía en
formadores de la nueva nación o en ejército de
ocupación de su propio país. Después de 10
años decidieron, en su cúpula, ser cómplices
de la barbarie. Se invento una cruzada anticomunista para darle
sentido a su existencia, el mismo Reagan, pronuncio un discurso
en el que condicionaba el mantenimiento de su democracia al
abatimiento de la guerrilla en Guatemala. Así, una fuerza
externa conspiraba contra la patria y había que
defenderla, esa fuerza externa, extrañamente, se
disfrazaba de fuerza interna en forma de campesinos
indígenas y de obreros, liderados por intelectuales que
eran fruto del nuevo mundo. Había que reprimirla,
destruirla hasta sus cimientos dejando regadas las
montañas con cerca de 400 mil muertos, recordando lo hecho
al principio de la "¿¡conquista y
colonización?" con las etnias indígenas. Un
día se rindieron formalmente las armas pero el armisticio
no sirvió para encontrar acuerdos sobre la disputa de la
nación. Para los herederos de los beneficios desarrollados
por generaciones enteras de ejercicio dominante, la guerra
había sido ganada por ellos y el gran botín era la
nación misma, la tierra, los frutos del trabajo, la
superficie y lo profundo de la misma, sus bosques, sus
ríos, sus montañas, sus lagos sus mares y hasta el
aire que se respira. La paradoja estriba en que, si se gano la
guerra… ¿A dónde fueron a parar los
comunistas que no fueron aniquilados, porque… ¿si
ya no hay comunistas… ¿Qué hacemos con el
ejercito salvador de ellos… para que nos sirve?
Así, el ejército fue asumiendo progresivamente su
rol de ejército de ocupación, para lo que fue
creado y concebido. Alaska solo es un episodio más de la
disputa por la nación.

¿Por que vivía sola mi
abuela?

(12-09-2012)

Yo nací, y crecí, es un decir, en la
Colonia Landivar. Soy landivariano, asistí a la escuela de
párvulos, Vicenta Laparra de La Cerda, a pocas cuadras de
mi casa. Luego, ingresé a la escuela primaria
número 36, José Martí, soy martiano de hueso
colorado. Por estos días. Entre los años
párvulos y los iniciales de la primaria, mi madre
acostumbraba visitar casi cada fin de semana a mi abuela,
Cayetana García Álvarez, mama tana para sus nietos,
la tía tana para sus conocidos, la Cayeta para sus primos.
Doña Tana para el público en general. Algunas
veces, mi hermano Oscar y yo nos fugábamos de nuestra casa
a la casa de la abuela, aprovechando el viaje de alguna carreta
de bueyes que había llevado víveres a mi casa y que
en su recorrido de regreso a S Juan Sacatepéquez y S
Raymundo, pasaba al frente de la casa de mi abuela. Para nuestra
fantasía de nuestros 5 o 6 años de entonces, era
una gran aventura que era premiada por nuestra abuela con
tortillas recién salidas del comal que enrollaba
cuidadosamente con queso fresco adentro y que lograba mezclar
parte de la masa con el mismo, dándole un sabor
inigualable. Debo decir que la distancia entre nuestra casa y la
de la abuela era de aproximadamente diez cuadras o un kilometro.
Nosotros vivíamos casi al frente del hospital Roosevelt y
ella al poniente sobre la carretera a san Juan. Ella, al igual
que mi madre y mi tía Martha, tenía una fonda que
recibía principalmente a pequeños comerciantes que
se desplazaban por los poblados circunvecinos. Con la
construcción del hospital Roosevelt también
comenzaron a acudir los empleados y obreros de esa obra. Mi
tía Martha tenía su restaurante donde hoy se
encuentra el trébol, al inicio de la avenida Simón
Bolívar, también soy bolivariano por ello. Mi otra
tía, Graciela, era la más pobre, la más
joven y la más bonita. Quizás por ello no le
faltaban los novios, quizás por ello, también, no
tenia domicilio fijo, algunas veces vivía en pareja, otras
con mi tía Martha, las mas de las veces con nosotros, pero
nunca en casa de su mama, mi abuela. Ella, por alguna
razón, vivía sola, acompañada
únicamente por las personas que le ayudaba en la fonda y
por ocasionales pensionados a quienes daba alimentación y
vivienda. El papa de mi mama, mi abuelo, tenía muchos
años de haber sido muerto por haberse rebelado contra el
gobierno de turno. Desde entonces, aunque aventuras no han de
haberle sido ajenas, mi abuela decidió vivir sola. Un
día, después del velorio, por nuestra casa se
asomó un carruaje muy elegante halando un féretro,
con el cadáver de mi abuela, las lloronas y las rezadoras
le hicieron valla para descansar un rato en mi casa, la misma
operación se realizo en la casa de mi tía Martha,
unas cuadras más adentro de la Colonia Landivar, luego
continuo el cortejo, a pie, detrás del carruaje tirado por
briosos corceles hasta el cementerio general en la zona 3. Nunca
supe porque mi abuela había decidido vivir sola en una
casa que se me hacia enorme en aquellos tiempos.

Las lloronas y las rezadoras estuvieron toda la noche
del velorio. Después de 100 rosarios casi ininterrumpidos,
Doña Nata, la jefa de las rezadoras, aviso que ya les
sirvieran la cena, que era la forma como se pagaban esos
servicios. Las lloronas solo tomaron un refrigerio pero
consumieron bebidas alcohólicas y se quedaron al desayuno
del día siguiente, también era la forma de
retribuir sus servicios de llanto. Decía mi mama que, una
vez se rezara suficiente y se llorara también suficiente,
el alma de mi abuela podría irse al cielo.

II. EL LADRON

Como era costumbre en las casas de habitación a
mediados del siglo xx, las puertas de la entrada principal de las
mismas se atrancaban por las noches, una pequeña viga que
las atravesaba por dentro, a la altura de un tercio o de una
cuarta parte de su altura, servía de soporte de las
trancas que se acuñaban en el piso. La casa de mi abuela
no era la excepción. Pero una noche, por alguna
razón, la tranca quedo un poco suelta. En la madrugada, un
ladrón que pasaba advirtió el descuido y ni lerdo
ni perezoso introdujo un brazo por la puerta entreabierta para
quitar del todo la tranca y penetrar en la casa. Pero aun con el
sigilo propio de su profesión, hizo el ruido suficiente
para despertar a mi abuela. Esta bajo con más sigilo aun y
tomando la tranca procedió a dar de trancazos en el brazo
del maleante. La policía se presento con relativa rapidez.
Cuentan los vecinos que acudieron por los gritos del
ladrón que se quejaba de los golpes y de no poder zafar su
brazo que se había quedado aprisionado entre las dos
franjas de la puerta en donde mi abuela lo tenía asido y
golpeaba. Fue él quien demando a mi abuela por haberlo
golpeado tan fieramente. Mi abuela se limito a decir: a ver si
así se le quitan tan feas mañas.

III. la venta de la fonda

En cierta ocasión mi abuela se quedo muy escasa
de dinero y con deudas muy grandes para la época.
Decidió, para solventar sus deudas y otros gastos de
urgencia, vender su pequeño restaurante. No le fue
difícil porque era un buen negocio. Una vez resueltos sus
adeudos y cubiertas sus necesidades urgentes, se dio cuenta que
venían tiempos aun mas difíciles así que
decidió abrir un nuevo negocio. Al hacer cuentas y pensar
en el nuevo negocio lo único que pensó fue que lo
que ella sabía hacer, lo suyo era el negocio de los
alimentos, así que decidió abrir un restaurante.
Quiso la suerte que le rentaran una casa ad hoc vecina a la suya,
donde había funcionado durante años su restaurante.
Y ahí lo instalo. Sucedió que todos sus antiguos
clientes regresaron con ella y abandonaron a la nueva
dueña. Esta, con justa razón le reclamo. El arreglo
final fue la cancelación de la venta anterior por el mismo
valor pactado, la diferencia fue que mi abuela cubrió el
monto en pagos diferidos. Así, salió de sus deudas
y recupero su negocio.

Desapareció un pez

(1-09-2012)

Partes: 1, 2

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