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Enseñando al estilo de Jesús



  1. Jesús lograba conectarse con la
    gente
  2. Jesús cautivaba desde el primer
    momento
  3. Jesús procuraba la máxima
    participación de las personas
  4. Jesús y Pablo ilustraban sus conceptos
    por medio de historias, objetos y
    parábolas
  5. Jesús usaba continuamente la
    repetición
  6. Conclusión

El ministerio de Jesús es el modelo
perfecto de cómo transmitir la verdad eterna a personas
pecadoras e imperfectas. Una de las mejores inversiones que
podemos hacer en nuestros ministerios es la de estudiar su estilo
de enseñanza, para luego imitarlo.

Principios y prácticas del Maestro de Galilea y de
otros grandes comunicadores de la palabra

Las multitudes no se cansaban de escuchar a
Jesús. En ocasiones los sorprendía la noche y aun
así la gente se gozaba con sus enseñanzas. En
más de treinta años de ministerio he conocido pocos
maestros que no se vuelvan tediosos ¡al cabo de una sola
hora! ¿Qué podemos aprender de cómo
enseñó Jesús? Él es el maestro
perfecto, la más clara ilustración de la forma en
que Dios se comunica con las personas. Su ministerio es el modelo
perfecto de cómo transmitir la verdad eterna a personas
pecadoras e imperfectas. Una de las mejores inversiones que
podemos hacer en nuestros ministerios es la de estudiar su estilo
de enseñanza, para luego imitarlo.

Ningún maestro debe olvidar que el
contenido del envase es más importante que el envase
mismo. Por ello, una parte esencial de nuestro proceso de
aprendizaje debe ser entender cómo hizo Jesús para
«envasar» el contenido de manera que fuera atractivo
y comprensible para las multitudes. Asimismo, es también
muy productivo analizar el estilo del apóstol Pablo y de
otros grandes comunicadores en la historia de la Iglesia.
¿Qué podemos aprender de ellos? Permítame
sugerir algunos principios y prácticas que han resultado
de mis observaciones del ministerio de Jesús, como
también de otros grandes maestros de la
Palabra.

Jesús
lograba conectarse con la gente

Jesús constantemente interactuaba
con los individuos en formas muy personales. Gran parte del
contenido de los evangelios no es más que el registro de
esos intercambios que Jesús tuvo con individuos y
pequeños grupos. Su ministerio a las multitudes
fluía de esas relaciones individuales.

De esta observación se desprende
entonces un principio importante: cuanto más
sentida es la conexión entre las personas y el
maestro, más eficaz será la comunicación.
Uso la palabra «sentida» porque esta conexión
es emocional y subjetiva. Una máquina puede ser excelente
y eficaz, pero si no está enchufada (conectada), no
funcionará, no será más que un objeto que
ocupa espacio inútilmente. De la misma forma, un maestro
puede tener un excelente mensaje para compartir, con tremendo
potencial para cambiar las vidas, pero si no logra conectarse con
la gente, lo que comparta con ellos va a tener muy poco impacto
sobre sus vidas.

Debemos preguntarnos, entonces,
¿qué es lo que hace que las personas perciban una
conexión entre ellos y el maestro?

A. Apertura del maestro hacia las
personas

Cuanto más acceso tengan las
personas al maestro, más llegará el maestro a
ellos. En otras palabras, el grado de apertura que tienen las
personas a las enseñanzas del maestro está
directamente relacionado con la accesibilidad que ellos perciben
de parte del maestro.

Si las personas sienten que pueden hablar
con usted, hacerle preguntas, compartir sus problemas y ser
comprendidos, se creará en ellos una gran apertura a las
enseñanzas que usted les comparte. Jesús siempre
demostró esta apertura: aceptaba que las personas le
hiciesen preguntas, le trajesen sus niños, lo invitaran a
cenar y le compartieran sus necesidades. Vemos en él una
franca disposición a escuchar a los que estaban a su
alrededor.

B. Amor del maestro por las
personas

El fundamento de la observación que
acabo de compartir radica en un principio aun más
profundo: cuando el maestro demuestra, con palabras y hechos, que
está más interesado en las personas que en lo que
va a enseñar, la gente responde al mensaje de otra forma.
Es decir, el amor del maestro por sus alumnos pesa más que
sus actividades de enseñanza. A la mayoría de las
personas no les interesa tanto nuestros «programas»
como la relación que podamos sostener con ellos.
Recordemos que nuestro programa de enseñanza es para el
beneficio de ellos, no para cumplir un currículo o cubrir
un tema predeterminado. Jesús constantemente
manifestó su amor profundo por las personas tomando el
tiempo necesario para escucharlos e involucrarse en la
resolución de sus problemas.

C. Interacción del maestro con
las personas

Cuando la comunicación se da en
ambas direcciones —del maestro a los alumnos y de los
alumnos al maestro— la gente responde mejor. Jesús
nunca estaba tan ocupado como para no tener tiempo para esta
interacción, la cual formaba una parte esencial de su
ministerio. Una realidad que vemos en Jesús es que tomaba
tiempo para cenar con las personas, para estar en sus casas, y
conversar con ellos fuera del «aula».

D. Identificación del maestro con
las personas

Jesús usó el lenguaje del
pueblo: escogía sus ilustraciones de la realidad cotidiana
del pueblo. Su mensaje nunca dejó en las multitudes la
impresión de que era un hombre sofisticado, dado a
complejidades que estaban alejadas del mundo de ellos. He
observado que cuanta mayor educación posea una persona,
más fácil se le hace complicar el mensaje y
confundir a las personas con temas que tienen poca
relación con su experiencia cotidiana. El resultado de
esto no es mayor profundidad, sino mayor confusión en
torno de la Palabra.

E. Interés del maestro en las
preocupaciones de las personas

Jesús no solamente se
preocupó por las personas, sino que también
mostró interés en lo que formaba parte de sus
vidas. Así lo hizo con Pedro al sanar a su suegra. Cuando
las personas ven en su maestro una genuina preocupación
por la totalidad de sus vidas (aun aquellos aspectos que no
tienen que ver con el aula o el curso), responden activamente a
sus enseñanzas, porque se sienten apoyadas.

Jesús
cautivaba desde el primer momento

De nada vale hablar si las personas no
escuchan. Los primeros treinta segundos de una prédica o
enseñanza deben captar la atención de las personas,
llevarlas a que se interesen por lo que usted va a compartir e
integrarlas al mensaje. Por esta razón es de suma
importancia la primera frase o declaración que usted hace.
Observe cómo Jesús comenzó el sermón
del monte: «Bienaventurados los pobres… felices,
sumamente afortunados son los pobres…». Todos los
pobres presentes (que eran la mayoría) inmediatamente
pensarían: « ¿cómo es esto?
¡Háblame más de este tema! Yo quiero saber
cómo yo, que soy pobre, puedo ser feliz…». Lo
mismo hizo Jesús con Nicodemo. Su primera frase fue breve,
directa e impactante. Hizo contacto con el anhelo profundo del
corazón de Nicodemo.

Le animo a buscar las respuestas a las
siguientes preguntas cuando esté elaborando el arranque de
su mensaje:

  • ¿Por qué debe la
    gente escuchar este mensaje?

  • ¿Cuáles pueden ser
    los resultados de esta predicación?

  • ¿Cuáles son las
    necesidades reales de mi gente frente a estas
    verdades?

  • ¿Por qué es relevante
    este tema a la situación de ellos?

Una vez que haya encontrado las respuestas,
procure elaborar una frase, una pregunta o una declaración
que le permita arrancar con fuerza. Esto es como el despegue de
un avión. El aparato requiere de máxima potencia,
en ese instante, para levantar vuelo. La mayoría de los
comunicadores, sin embargo, andan dando vueltas por las pistas y
nadie sabe con certeza ¡cuándo van a levantar vuelo!
Las personas que lo escuchan a usted tienen deseos de volar, no
de dar vueltas sobre la pista. Observe cómo la gente
quedaba atrapada por las primeras palabras que Jesús
hablaba en sus predicaciones y enseñanzas. A
continuación le ofrezco algunas recomendaciones
prácticas.

A. Piense en su primera
frase

Esto requiere que no improvisemos a la hora
de comenzar nuestra predicación o enseñanza.
Debemos deliberadamente pensar en cuáles van a ser
nuestras primeras palabras o frases que compartamos con nuestros
oyentes. Nuestra preocupación debe ser: «
¿cómo logro levantar vuelo y no estar carreteando
para siempre sobre la tierra?, ¿cómo puedo hacer
que dejen de pensar en otras cosas, para que pongan toda su
atención y energía en acompañarme en este
viaje?». La mayoría de comunicadores no piensan en
la importancia de las primeras palabras que hablan y
¡terminan perdiendo a sus pasajeros antes de que haya
comenzado el vuelo! Requiere de trabajo y reflexión
preparar esta frase clave pare el desarrollo del
mensaje.

B. Vaya directamente al
punto

Sus primeras palabras deben también,
ir directamente al grano, sin faltar el respeto ni dejar de lado
la amabilidad. Por eso debemos tener siempre presente que las
personas no quieren perder su tiempo, nos han regalado de su
tiempo y nosotros tenemos obligación de recompensar la
atención que nos dan. Si usted tiene acceso a los
programas radiales «Mensaje a la conciencia» del
hermano Pablo, lo ánimo para que los escuche. A mi juicio,
es uno de los mejores ejemplos que conozco acerca de cómo
arrancar un mensaje con fuerza.

C. Gánese el derecho a ser
escuchado

Nuestra tarea es captar la atención
y el interés, no exigir que las personas presten
atención. Cuando un maestro tiene que decirle a la gente:
«presten atención, por favor», está
demostrando la mediocridad de su metodología, pues no sabe
captar el interés de las personas sin solicitarlo
abiertamente.

D. Explique la relevancia de su
mensaje

Recuerde que, en general, las personas no
prestan atención a lo que no consideran relevante para sus
vidas. Esto no quiere decir que lo que comparto no es importante,
pues toda la Palabra de Dios es relevante al ser humano. La gente
muchas veces no sabe esto. Mi tarea, por lo tanto, es ayudar a
que las personas vean la relevancia de lo que voy a compartir y
valoren su contenido.

Jesús
procuraba la máxima participación de las
personas

Cuanto más participen las personas
más aprenden. Jesús no se dedicaba exclusivamente a
predicar, sino que constantemente abría el camino para el
diálogo e invitaba a la participación activa de las
personas en este proceso. Se tomaba el tiempo necesario con la
gente para escucharla y tocar su vida. Esto no ocurre
automáticamente. Por muchas razones diferentes, las
personas no siempre sienten libertad de compartir. Jesús
utilizó, con gran eficacia, una serie de herramientas para
estimular el diálogo. Entre ellas, podemos resaltar las
siguientes:

A. Preguntas:

Las preguntas constituyen la forma
más eficaz de estimular a las personas a que piensen en lo
que se ha compartido y producir en ellos una respuesta a la
Palabra. Gran parte de las palabras de Jesús están
contenidas en preguntas, las cuales dirigía a quienes se
le acercaban. De igual forma el apóstol Pablo, en Romanos
3, formula diecisiete preguntas en un solo capítulo.
¡El buen maestro sabe hacer buenas preguntas!

La utilidad de una buena pregunta se ve en
los siguientes puntos:

1. Aunque la mayoría de las personas
no expresan la respuesta a la pregunta, sí las hace
pensar, y cuanto más piensen, más posibilidades hay
de que aprendan. Las preguntas estimulan sus mentes para elaborar
una respuesta personal.

2. Permiten que las personas tomen
conciencia de lo que saben y no saben.

3. Nos ayudan a nosotros, como maestros, a
discernir qué saben y qué no.

4. Abren las puertas para que el maestro se
refiera a lo que realmente necesitan escuchar y no a lo que ya
conocen.

B. Desafíos
prácticos
:

Jesús envió a los doce y a
los setenta a realizar diferentes misiones. En el proceso, los
discípulos hicieron muchos descubrimientos, incluso hasta
de las áreas donde necesitaban mayor capacitación.
Por tanto, la práctica es un componente esencial en el
proceso de aprendizaje. Cuanto más formas encontramos para
que las personas se ejerciten en lo que han escuchando,
más van a aprender.

  • Jesús envió a sus
    discípulos a hacer el trabajo solo, optando por no
    acompañarlos. No obstante, no los envió solos
    sino de dos en dos. Esto es muy importante. Las personas
    deben tener la oportunidad de ver al maestro trabajando y
    también de realizar el trabajo solo. Cuando van
    acompañados se pueden ayudar y apoyar
    mutuamente.

  • Cuando Jesús los envió a
    realizar la misión, fue absolutamente
    específico en cuanto al propósito del viaje y a
    la manera que debían realizar esa tarea. Por eso, es
    importante que las personas siempre tengan claridad sobre lo
    que esperamos de ellos.

  • Cuando los discípulos
    regresaron, Jesús se tomó el tiempo necesario
    para escucharlos y evaluar la experiencia vivida. Este
    proceso es fundamental. A muchos se les enseña y
    encomienda una tarea, pero nadie los ayuda a analizar lo que
    están aprendiendo.

Jesús y
Pablo ilustraban sus conceptos por medio de historias, objetos y
parábolas

Gran parte de la enseñanza de
Jesús se produjo con parábolas e historias, de
hecho, cuarta parte de las palabras de Jesús, registradas
en el evangelio de Marcos, consiste en parábolas. En el
Evangelio de Lucas encontramos que la mitad del contenido de sus
palabras están contenidas en parábolas.

Existen dos tipos de parábolas: la
primera consiste en comparaciones cortas, de las cuales hay
veintiocho registradas. La segunda se refiere a historias
más largas, de las cuales hay veinticinco.

  • A. Las características
    en las de Jesús

¿Cuáles son las
características de las parábolas e historias de
Jesús?

  • Realizan comparaciones entre
    acontecimientos de la vida cotidiana y alguna verdad
    espiritual.

  • Algunas de ellas son muy cortas: Por
    ejemplo, «Médico, cúrate a ti
    mismo.».

  • En ocasiones se comparan elementos de
    la vida cotidiana con principios espirituales, como el trigo
    y la cizaña. La gente del campo, a quienes hablaba
    Jesús, conocían bien lo difícil que era
    distinguir entre el trigo y la cizaña. La
    lección era evidente.

  • Otras consisten en historias
    ilustrativas que claramente contienen la verdad en el relato
    mismo. Un ejemplo de esto es la historia del fariseo y el
    publicano que subieron al templo para orar.

  • Hay unas que contienen alegorías
    donde la verdad espiritual está relacionada con
    elementos de la naturaleza, como el uso de la vid y los
    pámpanos en Juan 15. En una alegoría, los
    elementos de la naturaleza toman características
    humanas y sirven para ayudar a las personas a entender
    cómo funciona una verdad.

  • Con frecuencia, Jesús se
    sirvió también de objetos que estaban a la
    vista en el mismo momento de la enseñanza. Tal es el
    caso del niño que Jesús tomó para hablar
    sobre la humildad (Mt 18.2).

Observe la calidad y diversidad de las
ilustraciones de Jesús (véase el
recuadro).

El contenido de las 61 parábolas
contenidas en los evangelios

Elementos

Cantidad

Porcentaje

Objetos

16

26%

Plantas

7

11.5%

Animales

4

7%

Humanos

34

55.5%

TOTAL

61

100%

¿Se ha preguntado alguna vez por
qué Jesús usó más ilustraciones
basadas en personas que en otros temas? Es probable que esto le
diera a sus enseñanzas una característica
más humana y menos científica. Resulta evidente que
Jesús, como maestro, tenía muchos intereses. Sus
pensamientos eran dinámicos, no estáticos. Era un
ávido observador de la vida, y esta le proveía de
permanente material para su ministerio de
enseñanza.

  • B. Las características
    en las de Pablo

Si nos tomamos un momento para examinar el
estilo de Pablo como maestro y predicador encontraremos,
también, características muy
interesantes:

  • Usaba ilustraciones de la vida real,
    bien conocidas por sus oyentes, tal es el caso del soldado,
    el atleta o el cuerpo.

  • Su teología estaba insertada en
    sus ilustraciones de tal manera, que hoy las usamos como si
    estas fueran la teología. Considere, por ejemplo, la
    analogía del cuerpo de Cristo, la iglesia como la
    novia del Señor o la vida espiritual como un
    enfrentamiento militar. Gracias a estas analogías
    encontramos los mejores ejemplos del impacto de la
    ilustración sobre el proceso de comunicación y
    aprendizaje, pues las personas recuerdan, junto con la
    ilustración, la teología
    enseñada.

  • La mayoría de las historias de
    Pablo eran breves. No perdía mucho tiempo en contar
    largos relatos como suele ocurrir con muchos predicadores y
    maestros hoy. Sus ilustraciones tenían poder
    precisamente porque eran cortas. Al igual que un diamante,
    una buena ilustración asombra por la diversidad y
    brillo que contiene a pesar de ser tan
    pequeña.

Una ilustración cumple con una
función muy específica dentro de la
enseñanza o la predicación: ayuda a las personas a
visualizar lo invisible. En este sentido, hay dos clases de
visualizaciones:

Una especie de dibujo o cuadro mental.
Mediante el uso de palabras e historias ayudamos a las personas a
ver y experimentar lo que no han visto. Por eso una buena
historia logra que la persona viva como propio lo
relatado.

Objetos reales. Por el uso de ellos se
ayuda al alumno a que vea en lo material una lección
espiritual.

Jesús usó los dos medios de
visualización. Hoy, además de estos medios,
contamos con otros recursos como pizarras, proyectores de varios
tipos y páginas impresas. Todos estos elementos ayudan
enormemente a las personas en el proceso de aprendizaje. El
maestro perezoso, no obstante, invierte poco tiempo en la
preparación necesaria para aprovechar estas herramientas,
y aunque se trate de una predicación formal, no debemos
dejar de considerar cómo aprovechar estos recursos para
mejorar nuestra comunicación.

Sin duda las parábolas e historias
de Jesús son las herramientas principales de su
metodología didáctica. Por tanto, como maestros de
la Palabra, no solamente debemos explicar las enseñanzas
de las parábolas sino también aprender a usarlas
como herramienta fundamental para la comunicación
eficaz.

Jesús
usaba continuamente la repetición

Jesús deliberadamente repetía
los conceptos más importantes que deseaba grabar en el
corazón y la mente de sus discípulos. La
repetición es una herramienta tremendamente eficaz, pero
ha sido muy mal usada por los maestros. Mi madre, quien fue
directora de una escuela, me enseñó a ver la
diferencia entre un excelente maestro y uno regular. El excelente
maestro posee la capacidad de decir la misma verdad de muchas
maneras diferentes, de tal forma que el alumno no solamente llega
a entenderlo a la perfección sino que ¡nunca
más lo olvida! El maestro regular repite tantas veces lo
mismo que acaba por aburrir al estudiante.

El maestro experto además, echa mano
de una diversidad de herramientas para volver una y otra vez
sobre la misma verdad, como lo hizo Cristo. Observe cómo
Jesús hizo esto en el capítulo 15 de Lucas.
Él deseaba que sus oyentes realmente comprendieran el gozo
que experimenta el Padre cuando los pecadores se arrepienten y
vuelven a él y para esto, contó tres historias o
parábolas:

  • La oveja perdida.

  • La moneda perdida.

  • El hijo perdido.

Aunque las tres historias son diferentes,
cada una de ellas señala la verdad central mediante el uso
de ejemplos reales que las personas podrían identificar.
El resultado fue que no cansó a sus oyentes y logró
que la verdad quedara bien grabada en sus corazones.

Conclusión

Enseñar como los grandes no es para
cualquiera. Es para quienes están dispuestos a esforzarse
para asegurar que el contenido correcto, en el envase más
conveniente, llegue a los corazones de las personas y cumpla su
misión de transformación. No podemos, de ninguna
manera, justificar que nos dediquemos a aburrir a la gente con un
mensaje que no hace resplandecer la verdad ni tampoco a la
persona de nuestro Salvador. Hemos recibido perlas y tesoros de
inestimable valor y nuestra tarea es exponerlas con claridad de
tal forma, que las personas estén dispuestas a vender todo
lo que tienen para tenerlas para sí mismos.

Jesús, Pablo y otros grandes
comunicadores en la historia del pueblo de Dios pueden
enseñarnos valiosas lecciones acerca de la
proclamación de la Palabra. ¡Acerquémonos a
ellos para aprender de su ejemplo!

 

 

Autor:

Jorge Alberto Vilches
Sanchez

 

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