Monografias.com > Historia
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Memoria histórica de Frasco



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9

  1. En la
    Alta Axarquía Malacitana
  2. El
    nuevo trabajo en la costa
  3. De
    vuelta a la Alta Axarquía
  4. Los
    comienzos de la II República en Málaga y sus
    alrededores
  5. Frasco
    se enfrenta al duro comienzo, una vez
    más
  6. Frasco
    mejorando su finca
  7. Ambos
    hermanos se ponen en marcha
  8. Agrupación familiar en el
    campo
  9. Joseico y Mariano
  10. Buscando el mejor
    acuífero
  11. Juan
    viaja al pueblo, recoge sus cosas y hace las
    compras
  12. La
    vida se desarrollaba sin grandes
    contratiempos
  13. Las
    cosas empezaron a ponerse duras
  14. Tres
    años después
  15. Pisando las uvas, haciendo el mosto y el
    pasero
  16. La
    muerte de Haxparcol, como resultado de su
    carrera
  17. Alfonso es reclutado
  18. El
    final de la Guerra y los Maquis
  19. La
    esperanza de una reencarnación
    pactada
  20. Aquellos amigos de entonces
  21. Los
    que aún sueñan…

Los hechos de este relato coinciden con la
verdad de los vividos en primeras personas o en las distintas
versiones, que me contaron directamente sus protagonistas; aunque
no los nombres de algunos de ellos, para no abrir viejas heridas
del pasado-. Tanto han cambiado los tiempos, que la sociedad se
ha amalgamado y ha ido saturándose de compromisos,
llegando a olvidarse de muchos de ellos. Muchas veces
influenciados por las conveniencias del momento político,
otras: porque traer a la palestra, los acontecimientos y andanzas
de otros tiempos, nunca fueron mejores alternativas para el
futuro; pero lo cierto es: que una sociedad que va ocultando sus
actos vergonzosos, sus actitudes inhumanas o tergiversando los
hechos de su pasado: nunca encontrará el camino de la
perfección, que posibilite: su acercamiento a la verdad; a
su propia historia y a la hermandad entre sus hijos.

Quisiera indagar en los pozos de la
sabiduría e impregnarme del saber suficiente para tocar y
analizar temas -que durante mi existencia- siempre han
constituido metas inalcanzables. Seguro estoy, de no llegar a
razonar lo suficiente para ello y mucho menos, a captar o
entender el puente, que une, lo material con lo espiritual y,
jamás, a poder o saber transitarlo.

Aunque no haya llegado a adquirir los
suficientes conocimientos -por mi precaria preparación
formativa o educacional- y, mucho menos goce de la autoridad
suficiente -ante otras personas- para ello; quisiera andar por
las rutas de la realidad, indagando el pasado de algunos hechos
acontecidos, que puedan cimentar, firmemente mi pasado… Es
justo querer emprender ese camino, desde estas líneas:
para mí en penumbra, que no tiene razón de ser, si
es: transitorio solamente.

No pretendo dar clases de conocimientos, ni
aplicar los métodos a seguir en este emprendimiento;
sólo deseo conseguir la estabilidad personal pretendida.
Me complacerá: dar pasos firmes sobre él, para
llegar al propio convencimiento y, acercarme lo más
posible a ese puente de la verdad, aunque no sea capaz de
cruzarlo nunca.

No creo que esté prohibido hacer
intentos de acercamientos, al conocimiento de nuestro pasado, y
mucho menos, cuándo el tiempo que se emplea es el
propio.

¡Quizás sirva!, nada
más: para que alguien se sienta enganchado, como
observador en el dilema y, también quiera: emplear parte
de sus momentos, en esta sugerente indagación, que, por
absurda que pudiera parecer: siempre formará parte del
tesoro de nuestra existencia o como yaga permanente de nuestras
heridas.

Voy a tratar de arrancar mis pasos, en el
tramo más apto del camino, dejando para otros más
meritorios, doctos y capacitados, que yo: las partes oscuras y
dificultosas del mismo, por donde me sentiría totalmente
perdido.

Avanzar por ese camino tenebroso, siguiendo
los pasos que dieron los hombres, incluso desde que aparecieron
sobre la faz de la tierra, se hace sumamente dificultoso para
cualquiera y, es tarea más apropiada de científicos
-paleo antropólogos, historiadores, periodistas o
escritores- que se dedican a estudiar nuestros orígenes,
actuaciones y evolución; que para un neófito
aprendiz, interesado y curioso hombre de la calle, como me
considero.

El camino es hartamente dificultoso y
habrá que aplicar muchos conocimientos adquiridos -sobre
el tema; pero intermitentemente: se me aparece en el horizonte de
mis últimos momentos, como la parcela de una vida, que se
dio muy diferenciada a las demás, de las que he conocido,
que fue segada sin granar su espiga: por culpa de la maldad de
otros, que a su vez: estaban seducidos por las ideas, de un mal
que siempre nos acompaña.

Empiezo a sentir la seducción de
iniciar la marcha, para que, mi propio yo se fortalezca y anime,
a dar los pasos necesarios, encaminados a cruzar ese puente, tan
ojeroso y macabro. Parte de mi conciencia acomodaticia: -en casi
todos los aspectos- me lo está negando, pero al mismo
tiempo: no deja de arrastrarme, en muchos de sus consejos, para
que mis actos, se encaminen, al menos someramente, a auto
clarificarse las actuaciones del hombre, en un período
-lleno de dudas y tan transcendental para mi generación,
como ha sido, y es: la Guerra Civil Española. La
perversión que siempre ha mostrado el ser humano en sus
depredaciones, la incapacidad de su mente -para asimilar las
enseñanzas, como resultado de su conducta errónea
en muchos de sus actos- me encamina a acelerar la marcha, para
contribuir -con mi grano de arena- a conseguir cruzar ese puente
tan temido e ignorado.

Se debiera constituir, un compromiso o voto
formal, que: gravase a cada individuo en su frente, para tener
siempre presente el significado de HUMANIDAD; cuyo calificativo
nos debe distinguir y diferenciar de entre los demás seres
que pueblan el Planeta Tierra. Debe existir entre los hombres: la
verdadera hermandad, dejando al margen los errores y envidias,
que hemos heredado del homo sapiens.

Dejar al margen algunos conceptos
básicos y lógicos de nuestras metamorfosis, para
alcanzar y fomentar: el bienestar social, la comprensión y
esa repetitiva hermandad, que todos deseamos tener para ser
felices.

Podría iniciar mi andadura por otro
camino, menos espinoso; de sentimientos sin heridas y de
pavimento asfaltado, quizás trazado para novatos y
atrevidos, como yo; carente de las mieles del sufrimiento y el
reto de las dificultades que se necesitan para poder expresar lo
que se siente, cuyo éxito está encerrado en la
constancia y en el saber. Sin dudas, sería mucho
más fácil de transitar, con mejores
panorámicas y donde las expresiones no tienen que ser tan
rigurosas, porque las licencias estarían permitidas y las
aseveraciones estarán muchas veces carentes de
lógica, basadas en lo imaginativo y aventurero sin tener
muy en cuenta, todo el rigor científico, que para ello se
demanda. Iré, solamente basado, en los relatos escuchados
de seres protagonistas y de algunos hechos significativos de la
época, que siempre llamaron mi atención. Soy un
individuo -tan sólo- preocupado en relatar fielmente los
hechos que voy a tocar, pero es tan intenso el deseo de circular
por los pasos que dieron otros, para aclarar algunos conceptos y
cumplimentar un deseo interior que me consume; dando luz al
archivo que encierra mi subconsciente, sobre la corta vida un
tío carnal, que nunca conocí, como consecuencia de
la actuación torpes de algunos perversos republicanos de
entonces.

El desafío se hace enfermizo y la
adicción, va creciendo a más, cada vez que la mente
choca con la idea.

Es una aventura inigualable para mí
y considero, que: ni el más osado y preparado de los
mortales, podría vivirla: sin haber caído en
múltiples errores: no sólo por su atrevimiento, si
no, por ser contradictorias: a las ideas que se empleaban en el
tiempo que les tocó vivir y por haber dejado sus vidas en
el empeño, en la mayoría de las ocasiones; pero no
se debe fomentar el distanciamiento de la sociedad, yendo contra
corriente, al analizar los momento en que sucedieron aquellos
hechos; sobre todo, por la cantidad de versiones -muchas de ellas
contradictorias- que se han expresado desde entonces, dependiendo
del color político con se las mire.

Mi intención no es otra, que: la de
viajar a lo largo del camino, recorriendo aquellos pasos -que
dieron otros-; imaginando esos tiempos, momentos y lugares;
basándome -especialmente- en la sabiduría que
-anteriormente- aportaron otros: cuyos relatos directos, no
tuvieron la influencia de algunos escritos -divulgados -, ni
llegaron a alcanzar el pretendido significado o reconocimiento,
ante los demás. Llevando -como notas en mi cuaderno- la
verdad de gente llana del pueblo, que vivió los hechos
acontecidos en primera persona; donde afloraban las
lágrimas a sus ojos, causadas por el recuerdo, que se les
venía, con cada momento, al describirlos. Los
científicos que estudian nuestros orígenes son
mentes privilegiadas y en la mayoría de los casos, que
emplean sus vidas de forma altruista, sin recibir ningunas
compensaciones materiales a cambio; a veces: tan sólo, un
somero reconocimiento por sus trabajos; pero nunca llegaron a
vivir de cerca: las emociones, los gestos y los sentimientos de
aquellos hombres de carne y hueso, que ahora yacen desparramados
por toda la piel del toro. Éstos, muy bien podrán
expresar los hechos acaecidos, que fueron filtrando bajo el
prisma de su sabiduría, pero dejaron atrás las
granzas que sostuvieron en sus cañas, el bien preciado
grano, que formaba la gente llana del pueblo y los sufridos
campesinos. Nunca fui político y jamás sentí
simpatía por ningún bando o color; tan sólo
me siento patriota acérrimo de un país, en el que:
los más ociosos y sin escrúpulos lo están
vilipendiando por sus cuatro costados todavía y
lamentablemente no han llegado a aprender con los resultados del
pasado, aún no lejano. Aquellos paleontólogos, que
se ocupan de nuestros orígenes, nunca llegaron a imaginar
las torpezas y vilezas del hombre que estudian. (Y mucho menos
del hombre actual). Sólo, nos estudian en algunas de
nuestras diferenciaciones físicas, las modificaciones que
hemos sido capaces de llevar a cabo, para adaptarnos al medio en
el que nos hemos desenvuelto y otras características de
nuestra transición evolutiva. (Casi siempre, se equivocan
al tratar de su carácter o inteligencia).

Por ellos sabemos: -Que constituimos una
sola especie animal muy diferenciada de las demás; que
apareció sobre el Planeta, durante el último
millón y medio de años, que nos calculan en la
Tierra, como homo erectus, es decir: andábamos sobre las
extremidades inferiores. ¡Quizás para ahorrar
energías!… -Al desarrollo de esta especie evolutiva, la
denominaron Homo Sapiens y,-aunque sus ancestros se remonten a
unos 40 o 50 millones de años antes-, es a partir de
fechas más recientes y debido -fundamentalmente a su
capacidad de retener los hechos que le van ocurriendo (en lo que
denominamos memoria), es cuándo su evolución se
hace más patente y progresiva; (pero parece ser: que nunca
aprendieron de los errores que van cometiendo -tantas veces
demostrados-). -El poder recordar esos hechos (archivados con
anterioridad) y aplicarlos a nuevos acontecimientos, es la fuente
de la diferenciada facultad intelectiva ante otros seres vivos,
(que en la mayoría de las situaciones, se muestran
más inteligentes). -De los buenos o malos resultados
obtenidos al aplicar los conocimientos archivados en esa memoria,
sacados de las nuevas vivencias acontecidas, se le
originó, lo que se dio en llamar: un estado de conciencia
o la formación de su estado anímico, como archivo
de sus vivencias en su memoria creciente, (el homo sapiens, va
perdiendo su conciencia…,¿la tuvo alguna
vez…?) -Sin precisar fechas y sabiendo que
incurriré en múltiples errores, considero que la
memoria, la inteligencia y la conciencia, se dieron en el ser
humano en ese orden cronológico, con toda probabilidad;
pero esos mismos paleontólogos, deberían estudiar
al hombre -en su época más moderna- cuando va
perdiendo gran parte de sus virtudes en un estado de conciencia
beligerante). (¿Siempre se mataron los hermanos entre
sí…?. ¡Ah, es cierto: dicen algunos textos
que Caín mató a Abel!) Se dice que el homo sapiens
proviene de una familia de primates -los hominoideos- y que
aparecieron en el Centro de Garganta de Olduvai, -que vista desde
el espacio: está situada en África, en el norte de
Tanzania y noroeste del Zanguereti, a 2° 59´latitud Sur
y 35° 31´ longitud Este, según la coordenada
satelital, sacada del programa Google Earth. (¿No
será erróneo…, y más bien,
aparecieron en la Garganta del Diablo…?)

Estos primates homínidos en su
escala evolutiva llegaron a modificar la articulación del
dedo pulgar de ambas manos, llevándolas a ser -en su
diferenciación-:"triples y completas", lo cual quiere
decir, que: puede desplazar el dedo pulgar hasta llevarlo a
oponerse a los demás dedos de la mano, -únicamente
existente en esta especie-. (Pero se quedaron miopes). Con esta
capacidad, desarrollada en su evolución a lo largo de
miles de años, fue adquiriendo: capacidades,
conocimientos, desarrollando sus sentidos y en definitiva
evolucionando hasta alcanzar su estado actual; dotado de todos
los atributos, que le hacer ser muy superiores a los demás
seres vivos… (Le falta la bondad y algunas
más…)

Su sistema nervioso se fue ampliando y
desarrollando a la vez que sus exigencias biológicas lo
demandaban. (Su demanda de poder…) La larga historia del
hombre sobre la tierra es apasionante en todos sus aspectos y
mucho más valor adquiere el analizarla con detenimiento.
(¿Merecerá la pena…?)

Comparando las características de
nuestros antepasados y las variaciones que ha sufrido hasta
llegar a los momentos actuales, debemos diferenciar la de los
primeros homínidos no humanos y el comportamiento del homo
sapiens. (Es muy mediocre…) Desde que apareció el
hombre sobre la faz de la tierra hasta los momentos actuales, el
camino ha sido muy largo y su estudio es muy complejo y laborioso
para las personas dedicadas a ello. (Se perdió mucho
tiempo)

Todavía más complejo, es: el
estudio de su comportamiento, su idiosincrasia y especialmente
las relaciones con los demás. (Es cierto)

La creación o aparición del
hombre, para nada tienen que ver con su evolución
posterior, donde el medio por el que ha ido pasando a lo largo de
miles de años ha ido transformándole y adaptan su
personalidad hasta llegar ser el hombre actual y las
características que lo califica diferente a los
demás seres. (¡Y tan diferente…!

Conocer sus orígenes, además
de ser un tema apasionante -intelectualmente hablando-, es:
totalmente imposible separarlo de las características del
hombre actual, aunque entiendo, que: nunca llego a tener el
hombre, tan desarrollado, su instinto de perversión, falta
de valores morales e irresponsabilidad, como el que tiene en los
momentos actuales y a los hechos me remito -opresiones, guerras,
etc.-. (Es su pasión…) El homo sapiens
empezó a tener capacidades desconocidas, como: la memoria,
las emociones, las percepciones, el raciocinio, la
imaginación, etc., y en los momentos actuales se va
olvidando de ellos, o lo que es lo mismo: marcha hacia
atrás, en ellos. (Por desgracia…) Puso un poco de
orden en su vida utilizando la voluntad para hacer las cosas y
razonando por medio de sus capacidades los momentos y lugares
más adecuados para obtener mejores resultados en sus
emprendimientos, (ahora los destruye).

Mentalmente se fue adentrando en muchos
aspectos del entendimiento y de la conciencia, desarrollando sus
neuronas, perfeccionando sus capacidades y dando lugar a
pensamientos personales, como producto y actividad del yo
personal. (Poco usa su conciencia…) Indudablemente se fue
adentrando en un maremágnum de conceptos nuevos que le
exigían pronunciamientos propios, sentimientos diversos,
creencias, temores, etc. (Ahora parece ser: que todas las
virtudes y conceptos nuevos, le aburren y los destruye). Al
sentirse empequeñecido ante los fenómenos
grandiosos de la naturaleza se volvió creyente e
imaginativo; (actualmente parece mucho más
incrédulo). En sus periodos evolutivos se iba
perfeccionando en todos los aspectos -tanto físicos como
espirituales-, con la desgracia de llegar a cataclismos
inesperados e insospechados, que estaban a punto de aniquilarle (
cataclismo naturales, contra los que tenía que luchar para
su supervivencia; (hoy él mismo los provoca).
Acontecimientos que se producían -casi siempre- por
cambios climáticos radicales e inesperados ajenos a su
voluntad, como: las glaciaciones y des glaciaciones, etc. La
raíz que nutre el progreso y la evolución del ser
humano sobre la tierra es directamente proporcional a las
bondades del medio en el que vive y al buen uso que demos a esos
medios que, la naturaleza tan gentilmente nos proporciona…
(Desgraciadamente el abuso continuado de las bondades que nos
proporciona la Madre Naturaleza, nos está llevando a
vislumbrar un final apocalíptico de la vida).

CAPÍTULO I.

En la Alta
Axarquía Malacitana

Monografias.com

Monografias.com

Una mañana luminosa y apacible de la
Alta Axarquía Malacitana, parecía que el Ojo de
Dios, se estaba asomando por el oriente, tratando de favorecer:
los viñedos para que diesen, los dulces caldos en sus
vinos moscateles, en sus almendros florecidos, para que cuajasen
sus allozas y en el faenar de sus hijos que empezaban las labores
terrizas y agropecuarias, por aquellos pechos de belleza
inigualable, para que les cundieran y fuesen provechosas sus
labores. El verdor de algunos cañadones de las
umbrías, aún no habían entristecido al gris
opaco de las solanas limítrofes, ni había tomado
sus temperaturas ambientales. Hacía tiempo que no
llovía, ni una sola gota de agua, por aquellas tierras:
pizarrosas, pendientes y semirojizas, de viñedos y
almendrales; salpicados de olivos; pero aún: se
mantenían los pastos verdes y frescos en las
mañanas; localizados en las zonas más arcillosas y
menos expuestas al sol de un junio transparente.

Haxparcol, había saltado muy
temprano de su jergón de granzas de cebada, para ir a
ayudar a su tío Pepe (cabeza de familia), que empezaba a
ordeñar la veintena de cabras, que eran fundamentales y
constituían el sustento de toda la familia; formada por:
Josefita (la esposa, que estaba esperando su tercer hijo),
Antonio (hijo mayor de 5 años, y Francisco (segundo hijo
de 3 años). Todos ellos conformaban una unidad familiar,
muy bien avenida, que dentro de las estrecheces del momento
social por el que se atravesaba -en general- durante los
últimos años de la II República
Española, llegaban a mantener una buena armonía -en
su conjunto- y, un excelente comportamiento cívico social,
en relación con los demás miembros locales.
Haxparcol, que a la sazón tenía -recién
cumplidos los siete años-, se manifestaba, como un
niño muy avispado e inteligente.

Era el único hijo varón de
María Meléndez y de Frasco Infante, que
vivían con el resto de la familia, sus tres hijas:
María de 17, Antonia de 15 y Salvadora de 13 años,
en otro lagar denominado actualmente -la Fuente de la Teja-
heredad de la familia paterna-; situada: más hacia el
noreste; a unos doce kilómetros de distancia; subiendo y
bajando aquellos pechos de rozas y cahorrales que formaban las
primeras vertientes del río Vélez, en la Alta
Axarquía Malacitana. Frasco y su cuñado Pepe,
había acordado, desde el verano pasado, que: Haxparcol
estuviese durante algún tiempo guardando las cabras de su
Pepe, en la finca de éste, denominada Las Encinillas;
situada al este de la N-321-carretera, que por entonces, era la
única vía de comunicación asfaltada entre
Málaga con Madrid -también se la denominaba la
carretera de Bailen: seguramente por pasar por esa
población jienense-.

A pesar de la corta edad del niño,
muy probablemente, los dos cuñados, habían ideado
ponerlo de cabrero, para así: cubrir ese puesto y
descargar el mucho trabajo que Pepe tenía; pues
venía soportando a sus espaldas, todas las tareas
agropecuarias del lagar, ya que, sus dos hijos eran
todavía pequeños; y, para procurar llevar el lagar
Encinillas medianamente atendido; por otra parte, Frasco
así, se descargaba un poco de tantas bocas, como
tenía que alimentar; no habiéndose repuesto
todavía del traslado y la pérdida de su trabajo de
guarda, que ejercía en la costa antes de la llegada de la
II República. Fuese como fuese, lo cierto es que ambos
dieron ocupación al chiquillo, bastante alto para su edad
y que además era: muy despierto y obediente.

Ya llevaba más de un año
ejerciendo las tareas encomendadas por su tío y
había adquirido en ese tiempo, bastante soltura y agilidad
en todos sus comportamientos; estaba muy curtido por sus andanzas
diarias, detrás del pastoreo de una treintena de animales
-veinte cabras, seis chivas, un macho cabrío, dos ovejas y
una burra-.

Algo delgaducho, pero fuerte, por el
continuo ejercicio que hacía diariamente detrás del
ganado y por la inquietud que siempre le llevaba a trepar por los
árboles de los aledaño, buscando frutas y en
algunas ocasiones nidos de pajarillos, tan sólo por
observarlos, porque su tío le había advertido, que
los nidos nunca se deben tocar, porque peligran los
pichoncitos.

Era de piel blanca -tostada por el sol en
las zonas poco protegidas, con el pelo castaño y los ojos
azules, como los de su madre María, la hermana menor de
Pepe. Sus padres vivían en la parte alta de las
estribaciones de los montes que se divisaban al este; como a una
distancia -en línea recta de unos 8 ó 9
kilómetros; (el lagar de sus padres -en los días
claros, como el de hoy- se lo podía ver en la
lejanía, muy blanco, resaltando sobre los demás
colindantes). Siempre que hacía un día claro con
luminosidad, él se quedaba traspuesto, mirando hacia el
lugar donde vivía su familia y sus tres hermanas; todas
ellas más mayores que él y que lo llenaban de mimos
en cuanto tenían ocasión de verle.

Se le iban las horas enteras, contemplado
los caminos y alrededores que conducían a su casa y muchas
veces cerraba los ojos y se imaginaba: ir recorriendo el camino,
recordando mentalmente -con todos los pelos y señales-:
los obstáculos, curvas y encuentros que se le
podrían presentar, si tuviese que ir hacia
ellos.

Algunos días de nubes bajas o
nieblas caídas, se entristecía porque no alcanzaba
a divisar el lugar donde estaban sus padres y sus hermanas;
entonces imaginaba, verlos pulular por los alrededores del lagar,
ocupados en las faenas normales de la vida rústica. Su
padre (Frasco), habría salido al amanecer -apenas sin luz
diurna- poniéndose en marcha, para alcanzar el sitio de
trabajo, a la salida del sol.

Él trabajaba por su propia cuenta,
pero a destajo personal (que él mismo se fijaba)
perforando aquellos pechos y rozas, tratando de encontrar los
manantiales, que le encargaban sus convecinos, para conseguir
agua potable para las casas salpicadas del entorno. Su madre
(María), estaría preparando la masa de harina y
confeccionando los panes (unas 6 piezas), mientras sus hermanas:
arrimaban y preparaban el horno de leña, hasta calentarlo
adecuadamente, para luego cocer el pan.

La hermana mayor (que se llamaba
también María, como su madre) y la segunda hermana
(Antonia en honor a su abuela paterna); después de arrimar
la leña del horno, irían a la mina para traer agua
fresca en sendos cántaros, y así, poder abastecer
las necesidades del día; mientras la menor de sus hermanas
Salvadora, ayudaba a la madre y cuidaba del prendimiento del
horno. Cada día transcurría sin grandes
contratiempos en la casa del tío Pepe, pues Haxparcol
estaba muy pendiente de los animales, para que no hiciesen
daño a los árboles, por donde pululaban en sus
careos. Llevaba siempre -a raja tabla- las indicaciones y normas
que le había dictado su tío Pepe, quien al final de
cada jornada, siempre le pedía que le informase de todo lo
acontecido durante la jornada y, si alguna cabra, se había
subido -con las manos- a la cepa de un almendro para alcanzar
-más cómodamente el ramaje- él tenía
la obligación de darle cuenta del hecho a su tío.
El ganado, siempre estaba pastando dentro del recinto, conformado
por terrenos de aquella finca, propiedad de su tío- y
nunca tuvo que soportar las quejas de los vecinos
limítrofes, pues el chico que los guardaba era muy
responsable, a pesar de su corta edad; por todo ello y por los
lazos de familiaridad era muy querido. Pepe estaba siempre muy
contento con su sobrino Haxparcol. A la hora del almuerzo,
siempre le permitía que encerrase al ganado en los
corrales, para sestear durante un par de horas: cuando el sol
más apretaba y, durante ese descanso, además de
almorzar: jugaba con sus dos primos menores que él y les
ayudaba en las tareas, que el maestro rural, les imponía,
para los realizaran hasta que: corregiría a su vuelta, en
el próximo día de clases. A veces, tenía un
rato para estar entretenidos por la casa en aquello, que
más le agradase; para él, casi siempre era tallando
-con su navaja- alguna figura sobre un palo seco; se había
aficionado, seriamente, por iniciativa propia a la talla de
objetos y en muchas ocasiones constituía su principal
pasatiempo, sobre todo, cuando estaba con el ganado pastoreando
por los campos. Hacía unos arados de palitos, que se
asemejaban muy exactamente a los de verdad; algunos
biérgol, palas, amocafres, que tenían mucho
parecido. Algunas mesas y sillas, alcanzaban -en miniaturas- la
perfección que no tenían en la realidad. Ya estaba
incluso haciendo algunos cuerpos de animales, con los que
convivía a diario y no distaban mucho de su
parecido.

La burra, que ya había
confeccionado, se parecía muchísimo.

Cada tarde, después de sestear, se
acercaba a los aledaños de la ruta pavimentada, que
colindaba con los terrenos del lagarillo, por su parte oeste;
buscando el pasto de las cunetas, de los bordes o terraplenes,
donde siempre corría una ligera brisa que venía del
mar Mediterráneo, lamiendo las colinas repletas de vides,
salpicadas de alcornocales y trayendo los aromas de bolinas,
ulagas y cantuesos de aquellas serranías.

Varias veces había distinguido el
mar, en la lejanía, mucho más azul oscuro, que el
azul del cielo, pero en la mayoría de las ocasiones, ambos
espacios parecían del mismo color, estando confundidos o
tapados por una ligera niebla, que casi siempre, se levantaba en
la lejanía. Al mar, se le veía siempre, al filo de
las crestas de los montes, hacia la parte sureste, como si fuese
un velo de tul fantástico y misterioso. En las tardes
claras, de poca atmósfera, podía llegar a
distinguir, bastante bien, las vertientes de Sierra Tejeda, con
sus cumbres afiladas en forma de dientes de sierra, aplastando al
pueblecito de Alcaucín y alejándose hasta los
abismos del mar, donde se perdía la vista en el horizonte
y, también se distinguía, como unas motitas
plateadas -a veces brillantes-: muchos pueblos, blanqueando sus
figuras en el fondo grisáceo de los campos, pero
sólo aparecían con los días claros.
Aún no podía distinguir por sus propios nombres
aquellos pueblos, de los que se sentía nostálgico y
que: deseaba conocer más de cerca; se conformaba,
diciéndose, que: cuando fuese algo mayor, los
visitaría y conocería mucho mejor.

Su tía Josefita, le había
prometido meses antes: pedirle -en su nombre- a los Reyes Magos
-el 6 de enero- para que éstos le regalasen -si era muy
bueno- : un libro, donde pudiese conocer, con todo lujo de
detalles, aquella zona que veía en la lejanía, con
tantos pueblos blancos; incluso se esforzaría al
máximo para que el libro, trajese muchas fotos, donde
él pudiera imaginarse, que andaba por aquellas calles
pueblerinas; claro estaba, que él: se tenía que
comportar muy bien con todo el mundo, ser muy obediente y
cuidadoso con los animales; procurando siempre no maltratarlos,
ni tirarles piedras -como solía hacer, cuando trataban de
ramonear en los árboles y sobre todo no interrumpir a las
personas mayores cuando hablan.

La misma mañana que se
despertó al día de Reyes Magos -06-01-1.936-,
tenía su libro de los pueblos blancos debajo de su
almohada; fue tal su sorpresa, alegría y se distrajo tanto
mirando el libro, que el tío Pepe: tuvo que venir a
buscarlo a la casa para que saliese con el ganado, que él,
ya había dejado atrás, saliendo de los corrales e
iban subiendo hacia el abrevadero y estaban ya en los campos
abiertos. Haxparcol… Haxparcol, le llamaba a gritos: no te
entretengas que los animales ya están saliendo de los
corrales y no quiero que hagan destrozo, ni en la huerta, ni en
los árboles que la rodean; pronto se te irán a la
pila del abrevadero y no podrás alcanzarlos. Si voy
enseguida tío…, -le contestó- y
trincó el libro bajo el brazo, mientras la tía
Josefita le alargó una pequeña bolsa con algunas
cosillas de comida y fruta, para que se entretuviese hasta
llegada la hora del almuerzo, -a la que él
correspondió con un sonado beso-. Salió corriendo,
como alma que lleva el diablo, procurando que el tío Pepe
no se enojara con él. Afortunadamente: nadie le
regañó más, ni le aconsejaron que dejase el
libro en la casa, como esperaba que su tía Josefita le
indicase, pero no lo hizo y eso incrementó mucho
más su alegría, pues podría estar todo el
tiempo hojeándolo.

Esa posibilidad de llevarse el libro
consigo, constituyó un gran éxito para él:
abriéndolo, en cuanto pudo apaciguar un poco al ganado, en
el terraplén del este de la carretera N-321 (era la que
subía de Málaga por los montes y atravesando muchos
pueblos llegaba hasta la capital de España -según
oyó decir al maestro, en la clase de un viernes,
dirigiéndose a sus primos- y desde allí se
podía ir a cualquier parte del mundo. Empezó a
buscar la carretera en el libro de sus Reyes Magos, sin dar con
ella; pero su perseverancia era tan tenaz, que cuando, ya se
acercaba la hora de egresar a casa para comer y sestear, dio con
la línea azul, que se marcaba sinuosa en el recuadro del
mapa: había tenido que irse al mar y buscar Málaga
en la costa, para subir por la línea azul hasta el pueblo.
Aquellas imágenes se le gravaron para siempre en su
memoria y empezaba de divagar con ellas. Aquella
explicación: de que la carretera llegaba desde
Málaga hasta Madrid pasando por Bailen, se le quedó
gravada a él mucho mejor que a sus primos, porque eran
algo más pequeños y que según recordaba
-porque lo estuvo repitiendo mucho tiempo, desde que lo
oyó, la otra punta, se llamaba Madrid y pasaba por Bailen.
Lo aprendido, le sirvió mucho para encontrar la carretera.
Estuvo toda la mañana pendiente del contenido de libro;
primero miraba las fotografías que traía y que a
él le parecieron muy pocas y se recreaba en algunos
dibujos y nombres bajo unos puntitos negros, con los nombres de
las poblaciones a las que correspondía. Entre tanto, no
dejaba, ni un momento de vigilar los animales -especialmente las
cabras- pues si se acercaban a algún árbol y lo
mordían, luego, cuando pasara por allí su
tío, lo notaría y le regañaría
fuertemente y hasta sería posible que le quitasen el
libro, al que tanto empezaba a amar y eso, nunca podría
soportarlo.

Había sido muy perseverante en
aprender, todo aquello que escuchaba del maestro de pago, que
venia dos veces por semana a dar sus clases a los dos primos
Antonio y Francisco y sobre todo, procuraba estar presente
cuando, esas dos veces por semana, llegaba el maestro rural
Segismundo, casi anochecido, para dar las correspondientes
lecciones a sus primos y él nunca se perdía nada de
lo que decía. En algunas ocasiones, cuando al maestro se
le hacía muy tarde para volver a su casa en Colmenar y al
día siguiente tenía que seguir con las clases a
otros niños, por otros lagares de la zona, se quedaba a
cenar y a dormir en un jergón que le ponía la
tía Josefita, en la misma cámara donde Haxparcol
dormía y éste no dejaba de preguntarle por cosas
interesantes y desconocidas, hasta entonces, para él. En
muchas ocasiones, era él quién les resolvía
a sus primos, algunas de las tareas que el profesor, les dejaba,
para que estuviesen ocupados y siempre las tenían que
tener listas y aprendidas, para el repaso de la próxima
visita.

Casi sin darse cuenta y solamente por el
interés que mostraba en ello, había aprendido
muchísimas cosas, aunque ya sabía leer y escribir,
bastante bien cuando llegó a la casa de sus tíos,
porque su hermana Salvadora, le había instruido muy bien y
sus primos siempre recurrían a él, ante cualquier
dificultad que encontrasen en sus tareas, pues ninguno de ellos,
quería quedar mal delante del maestro: eso
constituiría un gran bochorno y les causaría
muchísima vergüenza, aparte del castigo que
podrían recibir de su padre, si lo consideraba un acto de
negligencia.

Así que las dificultades, siempre
las tenía que resolver él, que aunque tenía
apenas siete años, pero aparentaba un cuerpo, como de
catorce y se sentía bastante instruido, al menos,
más que muchos de aquellos hombres que él
conocía hasta entonces y que no eran pocos. En muchas
ocasiones, sus tíos, cuando tenían alguna visita,
casi siempre gente de la zona: procuraban que Haxparcol, no se
acercase a ellos, porque siempre salía con algún
tema de conversación y muchas preguntas, en los que
algunos visitantes quedaban en ridículo: casi siempre
referente a las labores del campo o al cuidado de los animales y
el pequeñajo, cuando se aprendió el libro de
geografía, como muchas veces su tía le
decía, quería siempre sobresalir con sus
sabidurías y, como también solía decir:
apabullando a los visitantes, que se acercaban de cumplidos por
la casa, para después de cualquier percance de esos, nunca
más volvían a visitarlos. No hacía, ni un
año que Haxparcol estaba cuidando las cabras de su
tío, claro está sin cobrar nada, sólo por el
mantenimiento de su persona, pues cuando más niño
había estado siempre en la casa de sus padres: donde se
había criado, con el esmero, cariño y cuidados de
su madre y de sus tres hermanas -todas más mayores que
él- y a las que añoraba muchísimo.
Especialmente echaba de menos a los suyos, cuando el día
era luminoso y podía alcanzar a ver el puntito blanco de
la casa de sus padres en la lejanía del horizonte y porque
siempre guardaba muy buen recuerdo de todos los acontecimientos
que compartían, donde a él siempre lo consideraban
como el rey de la casa, llegando a ser el centro de
atención de todos los suyos. Todos los mimos y caricias de
las cuatro mujeres se volcaban en él y su padre en todo el
tiempo que estaba en casa, lo tenía a su lado y lo trataba
de igual a igual, hablándole tan ásperamente -como
la vida misma- sin cortedades, ni revueltas; ya que, cómo
él siempre le decía: la vida es dura, pero hay que
saber afrontarla de frente y sin dejarla que le crezcan las
espinas.

Sus tres hermanas habían estado un
tiempo en colegio de monjas -cuando vivían en la costa- y
habían sido niñas muy aplicadas, porque su madre
María, siempre estuvo muy pendientes de ellas,
especialmente en todo lo referente, a: aseo personal, respeto
hacia todas las personas, aplicación en los estudios,
normas de urbanidad, saber oír y procurar hablar poco,
cuando hay personas que saben hacerlo mejor, etc. Cuando sus
padres tomaron la decisión de volver a la finca -heredad
de su familia paterna- dejando su padre, trabajo en la costa, la
familia se vio obligada a irse a vivir al lagar semi-abandonado,
denominado La Fuente de la Teja, en el Término Municipal
de Colmenar, situado en medio de los Montes de Málaga o en
los Altos de la Axarquía Malacitana y enclavado en una
ladera de colinas, que casi todas, daban hacia el oeste; para
evitar las revueltas que se estaban organizando. Los pocos
dineros existentes en aquellos días, la escasez de trabajo
por cuenta ajena para ganarlos e iniciar la actividad en un campo
tan agreste, que aunque no había sido abandonado del todo,
por los cuidados que le prodigó el tío Juan, desde
hacía años, mientras esperaron las primeras
cosechas de almendras y aceitunas, pusieron a la familia entera
en órbita, para subsistir.

Pronto la madre se hizo con cuatro
gallinas, comprando dos al recovero, que pasaba por allí
cada semana y consiguió un gallo de su hermana Antonia -la
del lagar de la Justa- que le regaló cuando iban camino de
la heredad de su marido, más las dos que le regaló
su cuñada de cuando estuvo en las Encinillas, a su vuelta
de la costa, ya tenía algunas ponedoras y el comienzo de
su gallinero, que le daban huevos para ir preparando una nidada y
echar una clueca, en poco tiempo. Fue guardando con mucho cuidado
los huevos que pudo, hasta llegar a tener como unas dos docenas y
cuando una de las gallinas se quedó clueca, le puso todos
los huevos para empollarlos; así -poco a poco- se hizo con
un buen corral de gallinas que llegaban a abastecer las
necesidades de la casa y aún dejaban varias docenas de
huevos semanalmente, para vender al recovero o cambiar por otras
cosas necesarias: ropa, algunos comestibles e incluso
herramientas para Frasco, etc.

A su hermana mayor María, le
regalaron una pareja de conejos caseros, cuando fue de visita a
la casa de los vecinos del lagar limítrofe del Villena,
-algo más abajo y cercano al río- y, se
cuidó de que nunca le faltase la hierba fresca y el agua
-el padre les preparó unas conejeras, hechas con lajas de
piedras echadas contra la pared y cubriendo las yagas con una
masa de barro- y empezaron a criar, tan rápidamente, que
en poco tiempo tenían que estar todos buscando cerrajas y
carrillones, para que no les faltase comida, claro que a ellos
tampoco les faltaba. Los conejos, llegaban a beberse, casi un
cántaro de agua, que cada mañana temprano
traían las hermanas de la mina, distante como a un
kilómetro de la casa, en la cañada de enfrente.
Más de media docena de aquellos conejos: eran vendidos o
cambiados al recovero y otros tres o cuatro eran consumidos a la
semana por la propia familia, en buenas fritadas de tomates,
pimientos, patatas o berenjenas, que el padre cuidaba en el
propio huerto, formado por tres tablas de terreno, que
había preparado un poco más debajo de la mina; con
lo que podía regarlos del resumidero de la propia mina e
incluso los sábados, completaba el riego total de las
tablas, cuando desocupaba toda la perforación de la mina.
Aquél manantial, era muy antiguo, pero inicialmente,
sólo existía un pequeño chorreadero, sobre
una poza, que permanecía húmedo casi todo el
año. Su padre -al poco de establecerse en la finca: estuvo
con su hermano Juan, unos días cavando un zanja en
horizontal, siempre siguiendo el hilo de agua, que le
servía de guía, para hacer aquella mina.
Consiguió descolgar el chorrito de agua, que estaba
alojado en la cepa del sauce: -llevándolo delante de si,
mientras cavaba-; de esta forma: llegó a hacer una gran
brecha, que se fue internando tierra adentro, hasta alcanzar unos
veinte metros de largo, por dos de alto y unos ochenta
centímetros de ancho, con lo que consiguió
almacenar unos 32 m3 de agua, posteriormente, hizo una pared de
contención a la entrada, dejándole un desagüe
redondo en la parte baja, que taponó con un trozo de
corcho al que lió algunos trapos y colocándolo por
dentro del murete, resultó: que al día siguiente la
brecha de perforación horizontal estaba llena de agua y
casi rebosaba por un pequeño aliviadero que le
había dejado en la parte superior, con una teja clavada en
el mortero que utilizó -formado con arena, arcilla y cal-,
de forma que el agua que manaba aquella mina, soltaba un hilo de
agua por el filo de la teja. Antonia tuvo la iniciativa de coger
un enjambre que se había parado en la cruz de un olivo
verdial y, una noche que hacía bastante frío, se
fue acercando con mucho cuidado -provista de un guisopo, que al
prenderlo soltaba mucho humo- y que, ella misma había
confeccionado con una mezcla de aceite del candil, algunos trozos
de tocino y todo ello liado en un palo; con su propia mano: fue,
con mucha suavidad desplazando las abejas dentro de un caldero de
cinc; cuando estuvieron todas las avispas dentro, lo tapó
con unas taramas de retama y sin darle golpes se los llevó
hasta un tronco hueco de corcho -sacado en una pieza, como
corteza del tronco de un alcornoque- e introdujo el cubo dentro
-dándole la vuelta con mucho cuidado- hasta que
consiguió deslizar todos los insectos en él.
Recuerdo que previamente le había puesto unos palos dentro
en forma de cruz, en la parte central de aquella corteza sin vida
y unas cuantas hojas de higuera, que los cubrían o
dividían en dos la parte iguales, colocó una gran
piedra delgada encima y otras más gruesas, como para que
no las volara el viento; desde luego, había colocado su
colmena algo alejada de la casa, al abrigo de un terraplén
y dentro de la cueva -que alguien habría hecho,
hacía mucho tiempo- al socavar el hueco de una calera en
tierra para hacer un horno de cal viva.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9

Página siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter