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El origen de las especies (página 2)




Enviado por MARCOS



Partes: 1, 2, 3

El hombre conserva y hace cría de un
individuo cor, alguna pequeña particularidad de
estructura, o pone más cuidado que de costumbre al aparear
sus mejores animales, y de este modo los perfecciona hasta que
los ya mejorados poco a poco se esparcen por las
cercanías. Cuando ya están mejorados por el mismo
procedimiento lento y gradual, se esparcen aún más,
hasta llegar a ser reconocidos como algo distinto y apreciable;
es entonces cuando probablemente reciben por primera vez un
nombre que podríamos llamar provincial. En los
países semicivilizados, en donde las comunicaciones son
escasas, sería un procedimiento lento la
propagación de cualquier nueva subraza. Una vez
reconocidos los puntos más interesantes en esta materia,
el principio de selección que hemos llamado inconsciente
tenderá siempre, y tal vez más en un período
que en otro, según esté más o menos de moda
la raza, tal vez más en una localidad que en otra, y
según el estado de civilización de los habitantes,
a aumentar poco a poco los rasgos característicos de la
raza, cualesquiera que estos puedan ser. Pero será
infinitamente pequeña la probabilidad de que
se conserve memoria alguna de los cambios lentos e
insensibles por los que pasan los individuos.

CIRCUNSTANCIAS FAVORABLES A LA FACULTAD DE
SELECCIÓN DEL HOMBRE. La extremada variabilidades
evidentemente favorable en esta materia, puesto que libremente da
los materiales con los que trabaja la selección. No
queremos decir que las meras diferencias individuales no sean
más que suficientes para permitir con extremo cuidado la
acumulación de una gran suma de modificaciones por todas o
casi todas las vías apetecibles, sino que como las
variaciones manifiestamente útiles o agradables al hombre
aparecen solamente de vez en cuando, no hay duda de que
aumentarán mucho las probabilidades, en presencia de un
gran número de individuos. Por lo tanto el número
será de importancia para el éxito. No podrá
obtenerse un gran número de individuos de un animal o de
una planta, sin que sean favorables las condiciones para su
propagación. Cuando los individuos escasean, hay que
permitir que todo el mundo críe, sea cual fuere la calidad
de los ejemplares que posean, lo cual impide prácticamente
la selección. Pero el elemento más
importante en esta materia es conocer qué animal o planta
es más apreciado por el hombre, que dedica la más
prolija atención aun a las desviaciones más
insignificantes de las cualidades o estructura del objeto de su
estudio, porque sin esa atención nada puede hacerse. La
fresa comenzó a variar justamente cuando los jardineros
empezaron a prestarle cuidados a esa planta. Cruzando distintas
especies, aparecieron las muchas y admirables variedades de la
fresa que se han visto durante los últimos cincuenta
años.

Respecto de los animales, la facilidad para
impedir los cruzamientos es un elemento importante en la
formación de nuevas razas, al menos en los países
que ya poseen otras antiguas. En este concepto, los cercados del
terreno influyen sobremanera en el resultado.

Lo que más nos importa es que las variedades
domésticas de la misma especie se diferencian unas de
otras en casi todos los rasgos que el hombre ha atendido en la
selección, más de lo que se diferencian las
distintas especies del mismo género.

Resumamos cuanto queda dicho sobre el
origen de nuestras razas domésticas de animales y plantas:
los cambios de las condiciones de vida son muy importantes al
causar la variabilidad, ya sea por la acción directa en la
organización o porque indirectamente afectan el sistema
reproductivo. No es probable que sea la variabilidad un efecto
inherente y necesario en todas las circunstancias. La mayor o
menor fuerza de herencia y la propensión a retroceder
determinará si las variaciones han de mantenerse. La
variabilidad está regida por muchas leyes desconocidas,
entre las cuales el incremento correlativo es probablemente la
más importante. Algo, aunque no sepamos cuánto, hay
que atribuirle a la acción definida de las condiciones de
vida. Algún efecto, quizás grande, puede atribuirse
al uso o desuso de las partes. El resultado final es, pues,
infinitamente complejo.

En algunos casos parece que ha tenido parte
importante en el origen de nuestras castas el intercruzamiento de
distintas especies primitivas. Cuando diversas razas ya se han
formado en cualquier país, su cruzamiento casual,
favorecido por la selección, ha contribuido mucho, sin
duda, a la formación de nuevas subrazas; pero la
importancia del cruzamiento ha sido muy exagerada, tanto
tratándose de animales, como de las plantas que se
propagan por medio de semillas. Respecto de las que se propagan
por injertos, retoños, etc., la importancia del
cruzamiento es inmensa, porque el cultivador puede en este caso
olvidar la extrema variedad de las mezclas y su esterilidad, pero
las plantas que no se propagan por semilla son de poca
importancia para nosotros, porque su duración es solamente
temporal. Sobre todas estas causas de cambio, parece predominar
la acción acumulada de la selección, aplicada
metódica y prontamente, de un modo inconsciente y lento,
aunque más eficaz.

Capitulo II

La
variación en la naturaleza

VARIABILIDAD. Antes de aplicar a los seres
orgánicos en estado natural los principios a los que hemos
llegado en el último capítulo, nos es preciso
discutir brevemente si estos seres están o no sujetos a
alguna variación; por lo cual, para tratar este asunto con
propiedad, deberíamos dar aquí un largo
catálogo de hechos áridos que reservaremos para una
obra futura. Tampoco discutiremos aquí las varias
definiciones que se han dado ya del término
especie, pues ninguna ha satisfecho a todos los naturalistas.
Generalmente, esta palabra encierra el elemento desconocido de un
acto distinto de la creación. El término variedad
es también de difícil definición, pero en
él se sobreentiende casi universalmente la comunidad de
origen, aunque rara vez pueda ser probada. Tenemos también
las llamadas monstruosidades, que son cierto grado de las
variedades, pero presumimos que por monstruosidad se da a
entender alguna desviación considerable en la estructura,
y que generalmente es nociva o de ninguna utilidad para la
especie.

Puede dudarse de que las rápidas y considerables
desviaciones de estructura, tales como las que a veces vemos en
nuestras producciones domésticas, y más
especialmente en las plantas, puedan propagarse permanentemente
en el estado natural, porque casi todas las partes
de los seres orgánicos están tan admirablemente en
relación con las condiciones complejas de su vida, que
parece tan improbable que nazca repentinamente cualquier
parte perfecta, como que el hombre hubiera inventado ya en
el estado perfecto una máquina completa. En la
domesticidad ocurren algunas veces monstruosidades que parecen
estructuras normales de animales completamente
distintos.

DIFERENCIAS INDIVIDUALES. Las muchas aunque
ligeras diferencias que aparecen en las crías procedentes
de los mismos padres, o que podemos presumir que han tenido un
mismo origen por haber sido observadas en individuos de la misma
especie confinados a una misma localidad, pueden ser llamadas
diferencias individuales. No hay nadie que suponga que todos los
individuos de la misma especie han sido fundidos,
digámoslo así, en el mismo molde. Sus diferencias
individuales son de la mayor importancia para nosotros, porque,
como todo el mundo sabe, casi siempre son heredadas, dando, por
consiguiente, materiales para que la selección natural
obre y las acumule de la misma manera en que el hombre lo hace en
una dirección dada con sus producciones domésticas.
Las diferencias que nos ocupan afectan generalmente a las que los
naturalistas consideran como partes de escasa importancia; pero
podríamos demostrar, por medio de un largo catálogo
de hechos, que aun las partes que deben llamarse importantes,
tanto desde el punto de vista fisiológico como de
clasificación, varían también en los
individuos de la misma especie.

Hay un punto relacionado con las diferencias
individuales, que es en extremo dificultoso: nos referimos a
aquellos géneros que se han llamado "proteos" o
"polimorfos", en los cuales las especies presentan cierta
desordenada variación. Con respecto a muchas de estas
formas, apenas hay dos naturalistas que convengan en si han de
clasificarlas entre las especies o entre las
variedades. En la mayor parte de los géneros polimorfos,
algunas de las especies tienen caracteres fijos y definidos. Los
géneros que son polimorfos en un país, parecen ser,
con pocas excepciones, polimorfos en otro, y de igual manera en
épocas anteriores, a juzgar por los moluscos
braquiópodos. Estos hechos desconciertan, porque parecen
demostrar que esta clase de variabilidad es independiente de las
condiciones de la vida. Nos inclinamos a sospechar que vemos, al
menos en algunos géneros, variaciones que no sirven ni
perjudican a la especie, y que, por consiguiente, no han sido
fijadas ni convertidas en definitivas por la selección
natural, como se explicará más adelante.

Individuos de la misma especie presentan a
menudo, como todos saben, grandes diferencias de estructura
independientemente de la variación, como ocurre en los dos
sexos de varios animales, en las dos o tres castas de hembras
estériles u obreras entre los insectos, y en los estados
imperfectos y larvales de muchos animales inferiores.
También hay casos de dimorfismo y trimorfismo en los
animales y en las plantas.

Al principio causa ciertamente gran
sorpresa que la misma mariposa hembra tenga poder para producir
al mismo tiempo tres formas distintas de hembras y un macho, y
que una planta hermafrodita produzca de la misma cápsula
seminal tres formas hermafroditas distintas, que
encierran otras tantas clases diferentes de hembras, y no
sólo tres, sino hasta seis clases distintas de machos. Sin
embargo, estos casos no son más que exageraciones del
hecho común de que la hembra produce machos y hembras, que
algunas veces se diferencian entre sí de un modo
extraordinario.

ESPECIES DUDOSAS. Las formas que poseen en
gran escala el carácter de especies, pero que al mismo
tiempo son tan semejantes a otras formas, o están tan
estrechamente unidas a ellas por graduaciones intermedias, que
los naturalistas no han querido clasificarlas como especies
distintas, son por varios conceptos las más importantes
para nosotros, porque tenemos sobradas razones para creer que
muchas de estas formas dudosas, estrechamente parecidas, han
conservado permanentemente sus caracteres por tanto tiempo como
las buenas y verdaderas especies. En la práctica, cuando
un naturalista puede unir por medio de eslabones intermedios dos
formas cualesquiera, considera la una como una variedad de la
otra y coloca la más común, y algunas veces la que
primero fue descripta, como la especie, mientras que a la otra la
presenta como variedad. Pero surgen a veces casos de
gran dificultad, que no enumeraremos aquí, cuando debemos
determinar si hay que clasificar o no una forma como variedad de
otra, aun cuando están muy unidas por lazos intermedios,
sin que pueda resolver la dificultad la naturaleza de las formas
intermedias que se suponen comúnmente
híbridas.

¡Cuántos pájaros e
insectos de América del Norte y de Europa, que se
diferencian poquísimo unos de otros, han sido clasificados
por un eminente naturalista como legítimas especies y por
otro como variedades, por lo que frecuentemente se llaman razas
geográficas! Mr. Wallace demuestra que pueden clasificarse
estas variedades en cuatro categorías: formas variables,
formas locales, razas geográficas o subespecies y especies
verdaderamente representativas. Las formas variables
varían mucho sin salir de la misma isla. Las formas
locales son bastante constantes y distintas en cada isla, pero
cuando se comparan juntas todas las de las diversas islas, se ve
que las diferencias son tan pequeñas y graduadas, que es
imposible definirlas o describirlas, aunque al mismo tiempo sean
suficientemente distintas las formas extremas. Las razas
geográficas o subespecies son formas locales completamente
fijas y aisladas, pero como no se diferencian unas de otras
en caracteres importantes y muy marcados, no queda
más que la opinión individual para determinar
cuáles entre ellas han de ser consideradas como especies y
cuáles como variedades. Por último, las especies
representativas ocupan el mismo lugar en la economía
natural de cada isla, que las formas locales y subespecies; pero
como se distinguen unas de otras por mayor cantidad de
diferencias que las existentes entre las formas locales y
subespecies, son casi universalmente clasificadas por los
naturalistas, entre las verdaderas especies. Sin embargo, no es
posible dar un criterio cierto, por el cual se reconozcan las
formas variables, las formas locales, las subespecies y las
especies representativas.

Mr. B.D. Warlsh, distinguido
entomólogo de los Estados Unidos, ha descrito lo que
él llama variedades y especies fitófagas. La mayor
parte de los insectos que se alimentan con vegetales viven en una
clase o grupo determinado de plantas.

Ciertamente, todavía no se ha
trazado línea alguna que sea clara acerca de la
separación que media entre especies y subespecies o entre
las formas que, en opinión de algunos naturalistas,
están muy cerca del rango de especies, pero no llegan
enteramente a serlo; ni tampoco entre subespecies y variedades
bien marcadas, o entre variedades menores.

Así es que, por nuestra parte, consideramos las
diferencias individuales como de la mayor importancia para
nosotros, por ser ellas los primeros pasos hacia esas
pequeñas variedades que rara vez se consideran dignas de
figurar en las obras de historia natural.

Por las observaciones anteriores se
verá que consideramos la palabra especie como
arbitrariamente y por pura conveniencia dada a una
colección de individuos muy semejantes los unos a los
otros, sin diferenciarse esencialmente del término
variedad, que se aplica a formas menos distintas y más
fluctuantes. La palabra variedad también, en
comparación con meras diferencias individuales, es
arbitrariamente aplicada por cuestión de
comodidad.

LAS ESPECIES COMUNES MUY EXTENDIDAS SON LAS
QUE MÁS VARÍAN. Alfonso de Candolle y otros han
demostrado que las plantas que tienen distribución muy
extensa presentan generalmente variedades, lo cual era de
esperar, puesto que están expuestas a diversas condiciones
físicas y entran en competencia con diferentes clases de
seres orgánicos. Pero nuestras tablas demuestran
también que en cualquier país limitado las especies
que son más comunes, esto es, que abundan más en
individuos, y las que están más extensamente
difundidas dentro de su propio país, darán muy a
menudo lugar a variedades bien y suficientemente marcadas como
para haber sido anotadas en las obras de botánica. De
aquí que las especies más florecientes, o como
podría decirse, las especies dominantes (aquellas que
ocupan grandes regiones, que son las más difundidas en su
propio país y cuyos individuos son más numerosos)
son las que más frecuentemente producen variedades bien
marcadas, o según nuestras consideraciones, especies
incipientes. Y esto podía haber sido previsto, porque como
las variedades, para llegar a ser permanentes en cualquier grado,
tienen que luchar contra los otros habitantes del país,
las especies que son ya dominantes serán las que
probablemente se reproducirán, y su descendencia, aunque
un tanto modificada, heredará todavía aquellas
ventajas que hicieron a sus padres ser dominantes sobre sus
coetáneos.

LAS ESPECIES DE LOS GÉNEROS MAYORES
EN CADA PMS VARÍAN CON MAS FRECUENCIA QUE LAS ESPECIES DE
LOS GÉNEROS MENORES. Si se dividieran en dos partes
iguales las plantas de un país descritas en cualquier
flora y se colocaran a un lado todas aquellas que pertenecen a
los géneros mayores, esto es, aquellas que comprenden
muchas especies, y en el otro lado todas las de los
géneros menores, la primera división
incluiría un número algo mayor de las especies muy
comunes y muy difundidas o dominantes.

Por considerar las especies solamente como variedades
muy marcadas y bien definidas, nos vimos inducidos a anticipar
que las especies de los géneros mayores en cada
país presentarían variedades más a menudo
que las especies de los géneros más
pequeños, porque dondequiera que muchas especies
íntimamente relacionadas, es decir, especies del mismo
género, se hayan formado, deben, por regla general, estar
formándose muchas variedades o especies
incipientes.

Muchas de las especies incluidas en los
géneros mayores se parecen a las variedades, debido a que
están muy íntimas aunque desigualmente,
relacionadas unas con otras, y a que tienen distribución
limitada. Hay otras relaciones dignas de notarse entre las
especies de los géneros grandes y sus variedades ahora
observadas. Las especies de los géneros mayores se parecen
a las variedades más que las especies de los
géneros más pequeños. O poniendo el caso de
otra manera, puede decirse que en los géneros mayores, en
los que se está manufacturando un número mayor que
el ordinario, de variedades o especies incipientes, muchas de las
especies ya formadas se parecen hasta cierto punto, a las
variedades, porque difieren unas de otras en una cantidad de
cosas menor que la acostumbrada.

Además, las especies de los
géneros mayores están relacionadas entre sí
del mismo modo en que las variedades de cualquier especie lo
están unas con otras. Ningún naturalista pretende
que todas las especies sean igualmente distintas unas de otras,
sino que generalmente pueden ser divididas en subgéneros o
secciones, o en grupos menores.

Finalmente, las variedades no pueden
distinguirse de las especies, si no es, primero, por el
descubrimiento de formas intermedias eslabonadas entre sí,
y segundo, por cierto grado indefinido de diferencia entre ellas:
porque dos formas que se diferencian muy poco son generalmente
clasificadas entre las variedades, aun cuando no puedan ser
enlazadas estrechamente, sin que por esto sea posible definir el
grado de diferencia que se considera necesario para dar a dos
formas cualesquiera el nombre de especies. En los géneros
que en cualquier país tienen un número
de especies mayor que el señalado por el término
medio, las especies cuentan con un número de variedades
mayor que el asignado por dicho término medio. En los
géneros grandes, las especies están unidas
íntima, aunque desigualmente, formando grupos
pequeños alrededor de otras especies. Las especies muy
inmediatas a otras tienen aparentemente extensión
limitada. En todos estos conceptos, las especies de los
géneros grandes presentan gran analogía con las
variedades. Y podemos comprender claramente estas
analogías si las especies existieron en algún
tiempo como variedades, y así se organizaron, mientras que
son completamente inexplicables dichas similitudes si las
especies son creaciones independientes.

Hemos visto también que las especies
más florecientes o dominantes de los géneros
mayores dentro de cada clase son las que por término medio
poseen mayor número de variedades, y estas, tienden a
convertirse en nuevas y distintas especies. Así los
géneros considerados mayores tienden a serlo aun
más, y en la naturaleza, las formas de vida hoy dominantes
tienden a serlo todavía más, dejando muchos
descendientes modificados y dominantes. Pero por pasos que se
explicarán más adelante, los géneros mayores
tienden a descomponerse en géneros más
pequeños. Y así las formas de vida en todo el
universo quedan divididas en grupos subordinados a otros
grupos.

Capítulo III

La lucha por la
existencia

SU RELACIÓN CON LA SELECCIÓN
NATURAL. Antes de entrar en el asunto de este capítulo,
preciso es que hagamos algunas observaciones preliminares, para
demostrar el alcance de la lucha por la existencia sobre la
selección natural. Se ha visto en el último
capítulo que, entre los seres orgánicos en estado
natural, hay alguna variabilidad individual. Pero la mera
existencia de variabilidad individual y de algunas pocas
variedades bien marcadas, aunque es necesaria como
fundamento para nuestro trabajo, nos ayuda muy poco a comprender
cómo brotan de la naturaleza las especies,
Pero, ¿cómo -se preguntarásucede que
las variedades que hemos llamado especies incipientes llegan a
convertirse, por último, en especies legítimas y
distintas, que en la mayor parte de los casos se diferencian de
la misma especie? ¿Cómo nacen esos grupos de
especies que constituyen los llamados géneros distintos y
que se diferencian unos de otros más que las especies del
mismo género? Todos estos resultados son consecuencia de
la lucha por la existencia. Debido a esta, las variaciones, por
pequeñas que sean, y cualquiera que sea el origen del que
provengan, si en algo son provechosas a los individuos de
una especie en sus relaciones infinitamente complejas con
otros seres orgánicos y con sus condiciones físicas
de vida, tenderán a la conservación de dichos
individuos, y serán generalmente heredadas por la
descendencia. De este modo tendrán también mayor
probabilidad de sobrevivir, pues de los muchos individuos de una
misma especie que nacen periódicamente, sólo un
reducido número puede conseguir este privilegio. Hemos
llamado al principio por el cual se conserva toda
variación pequeña, cuando es útil,
selección natural, con el fin de hacer ver su
relación con la facultad de selección del hombre.
Hemos visto que el hombre puede producir por la selección
grandes y positivos resultados y adaptar seres orgánicos a
usos propios, acumulando variaciones pequeñas pero
útiles, que recibe de manos de la naturaleza.

EL TÉRMINO "LUCHA POR LA EXISTENCIA"
SE EMPLEA EN SENTIDO AMPLIO. Debemos advertir ante todo, que
usamos esta expresión en sentido amplio y
metafórico, el cual incluye la dependencia de un ser
respecto de otro, y lo que es más importante, incluye no
solamente la vida del individuo, sino también el
éxito al dejar progenie.

Dos animales caninos, en tiempo de hambre,
luchan mutuamente por conseguir el alimento que necesitan; pero
la planta que nace en los linderos del desierto lucha por la
existencia contra la sequía, aunque con más
propiedad se diría que depende de la humedad. De una
planta que produce anualmente mil semillas, de las cuales
solamente una, por término medio, llega a la madurez,
puede decirse con más exactitud que lucha con las plantas
de la misma clase y con las otras que ya ocupaban el terreno en
que ella se levanta. El muérdago depende del manzano y de
otros pocos árboles, pero solamente en sentido muy
artificial puede decirse que lucha con estos árboles,
porque si en el mismo árbol crecen muchos de estos
parásitos, el árbol languidece y muere. Pero de
algunos muérdagos que producen semillas y que crecen
juntamente en la misma rama puede decirse con

más razón que luchan entre
sí. Y como el muérdago es diseminado por los
pájaros, de estos depende su existencia, pudiendo
metafóricamente decirse que luchan contra otras plantas
fructíferas, para tentar a los pájaros a que los
consuman y que de este modo esparzan su semilla. En estos
diversos sentidos, en que se funden los unos en los otros,
creemos conveniente usar el término general "lucha por la
existencia".

RAZÓN GEOMÉTRICA DEL
CRECIMIENTO. Luchar por la existencia es inevitable consecuencia
de la elevada proporción en que tienden a aumentarse todos
los seres orgánicos. Todo ser que durante el tiempo
natural de su vida produce varios huevos o semillas, necesita
sufrir destrucción durante algún período de
su vida y durante alguna estación o en alguno que otro
año, porque de otro modo, por el principio del aumento
geométrico llegaría pronto su número a ser
tan desordenadamente grande, que no habría país
capaz de soportarlo. De aquí que, como se producen
más individuos de los que es posible que sobrevivan, tiene
que haber forzosamente en todos los casos lucha por la
existencia, ya sea del individuo con otro de la misma especie o
con los de especies distintas, o con las condiciones
físicas de la vida. Esta es la doctrina de Malthus
aplicada con múltiple fuerza al conjunto de los reinos
animal y vegetal, porque en este caso no hay aumento artificial
de alimento y limitación prudente de enlaces de los dos
sexos. Aunque en la actualidad algunas especies aumenten en
número, con más o menos rapidez, todas no pueden
hacerlo así, porque no cabrían en el
mundo.

Esta regla no tiene excepción,
porque todo ser orgánico se aumenta naturalmente en tan
alta proporción que, si no se lo destruyera pronto, la
tierra estaría cubierta por la progenie de una sola
pareja. Aun el hombre, que es lento para reproducirse, se duplica
en veinticinco años, y en esta proporción, en menos
de mil años su descendencia no tendría literalmente
sitio en el mundo para estar de pie.

Casi toda planta silvestre en pleno
desarrollo produce anualmente semilla, y entre los animales hay
poquísimos que no se aparean todos los años. Este
hecho nos hace asegurar con confianza que todos los animales y
plantas tienden a aumentar en proporción
geométrica, que todos se reproducirían
rápidamente en toda estación en la que de cualquier
modo pudiesen existir, y que es menester que dicha tendencia
geométrica de crecimiento sea detenida por la
destrucción, en algún período de la
vida.

Al mirar la naturaleza es necesario no
olvidar que cada ser orgánico está luchando con
todos sus esfuerzos para aumentar su número; que cada uno
vive merced a la lucha en algún período de su vida;
que la destrucción severa cae inevitablemente, tanto sobre
el joven como sobre el viejo, durante cada generación o
con intervalos que se repiten. Aligérese un
obstáculo cualquiera, mitíguese la
destrucción por poca que sea, y el número de las
especies crecerá casi instantáneamente hasta
alcanzar una suma que no podrá menos que
sorprendernos.

NATURALEZA DE LOS OBSTÁCULOS AL
AUMENTO. La cantidad de alimento para cada especie da
naturalmente el límite extremo al que puede llegar en su
crecimiento; pero con mucha frecuencia no determina el
número medio de una especie el alimento que pueda obtener,
sino el que sirva o no de presa a otros animales.

El clima desempeña también un
papel importante en la determinación del término
medio del número de una especie, y parece ser que de todos
los obstáculos, los que más efectos causan son las
estaciones periódicas de frío o de sequedad
extremas. La acción del clima obra
principalmente reduciendo el alimento, lo que causa la lucha
más severa entre los individuos, ya sea de la misma, como
de distintas especies que usan la misma alimentación.
Más aun cuando el clima obra directamente, por ejemplo,
cuando reinan intensos fríos, los individuos son menos
vigorosos, y por consiguiente, los que menos alimento tienen al
avanzar el invierno son los que más sufren. Cada especie,
aun en el sitio en que más abunda, sufre una
constante y enorme destrucción en algún
período de su existencia, a causa de los enemigos que
compiten por la zona y el sustento. De modo que si estos enemigos
o competidores son favorecidos en grado íntimo por
cualquier ligero cambio de clima, aumentan en número, y
como cada área está ya completamente cubierta de
habitantes, preciso es que las otras especies
disminuyan.

Cuando una especie, por efecto de
circunstancias muy favorables, aumenta desordenadamente su
número en un pequeño trecho de terreno, se producen
las epidemias. Así ocurre generalmente con nuestros
animales de caza, porque este obstáculo limita su
número independientemente de la lucha por la
existencia.

LAS RELACIONES COMPLEJAS DE LOS ANIMALES Y
PLANTAS ENTRE SÍ, LIMITA EN LA LUCHA POR LA EXISTENCIA.
Muchos casos se registran que demuestran cuán complejos e
inesperados son los obstáculos y relaciones existentes
entre los seres orgánicos que tienen que luchar juntos en
un mismo país; pero aquí sólo daremos un
ejemplo, que, aunque sencillo, nos interesa que se conozca. En
Staffordshire, en la finca de uno de nuestros parientes,
contábamos con grandes medios de investigación y
dimos con un gran brezal, estéril en extremo, que nunca
había sido tocado por la mano del hombre, aunque unos
cuantos centenares de terreno exactamente igual habían
sido cercados veinticinco años 'antes para ser plantados
de pinos. El cambio en la vegetación natural
de la parte plantada del páramo fue notabilísimo, y
mayor del que generalmente se ve al pasar de un terreno a otro
completamente distinto. Pues bien: no sólo el
número proporcional de las plantas del brezal había
cambiado por completo, sino que dos especies de plantas, no
incluyendo entre ellas hierbas ni cárices,
florecían en las plantaciones, y en vano se
las hubiera buscado en el terreno baldío. El efecto sobre
los insectos debió haber sido aún mayor, pues eran
muy comunes en la parte plantada seis clases de pájaros
insectívoros que no se veían en la inculta,
frecuentada por dos o tres clases distintas de los
mismos.

Vemos también, por ejemplo, que el ganado
determina absolutamente la existencia del pino, así como
en algunas partes del mundo los insectos determinan la existencia
del ganado.

LA LUCHA POR LA EXISTENCIA ENTRE INDIVIDUOS
Y VARIEDADES DE LA MISMA ESPECIE ES LA MÁS ENCARNIZADA.
Como las especies del mismo género suelen tener, aunque no
invariablemente, mucha semejanza en hábitos,
constitución y siempre en estructura, la lucha será
generalmente más severa entre ellas si llegan a estar en
competencia unas con otras, que si se trata de especies de
géneros distintos. Lo vemos en la extensión
recientemente tomada en algunas partes de los Estados Unidos por
una especie de golondrina que ha causado la disminución de
otra especie, y en el reciente crecimiento del tordo en algunas
localidades de Escocia, causando la disminución del
zorzal. Podríamos ver la razón de la mayor
severidad de la lucha entre formas próximas que ocupan
más o menos el mismo lugar en la economía de la
naturaleza; pero probablemente en ningún caso nos
sería permitido decir precisamente por qué una
especie fue vencedora en la gran batalla de la vida.

Sin embargo, se puede deducir que la
estructura de todo ser orgánico está relacionada de
la manera más esencial, aunque a menudo oculta, con la de
todos los demás seres orgánicos con los que entra
en competencia a causa de los alimentos o residencia, o los que
tiene que evitar, o a los que debe buscar para convertirlos en su
presa.

Todo lo que podemos hacer es conservar
constantemente la idea de que todo ser orgánico se
esfuerza por aumentar su proporción geométrica, y
que en algún período de su vida, durante alguna
estación del año, durante cada generación o
con intervalos, tiene que luchar por la vida y sufrir una gran
destrucción. Cuando reflexionamos acerca de esta lucha,
nos podemos consolar con la plena creencia de que la guerra de la
naturaleza no es incesante, de que no se siente el miedo, de que
la muerte es generalmente pronta, y de que los seres
vigorosos, saludables y felices sobreviven y se
multiplican.

Capítulo IV

La
selección natural o la supervivencia de los más
aptos

SELECCIÓN NATURAL. No podemos dudar
que los individuos que tengan alguna ventaja sobre los
demás, por pequeña que esta sea, tendrán las
mayores probabilidades de sobrevivir y de reproducir su especie.
También podemos estar seguros de que cualquier
variación en el más pequeño grado
perjudicial sería rígidamente destruida. Esta
conservación de las variaciones y diferencias individuales
favorables, y la destrucción de aquellas que son nocivas,
es lo que hemos llamado selección natural o supervivencia
de los más aptos. Las variaciones que no son útiles
ni perjudiciales no son afectadas por la selección
natural, quedando como elemento fluctuante, como vemos en ciertas
especies polimorfas, o tornándose fijas, según la
naturaleza del organismo y la de las condiciones que lo
rodean.

Tenemos razones para creer, según se
demostró en el primer capítulo, que los cambios en
las condiciones peculiares de la vida originan tendencia a mayor
variabilidad y, en los casos que hemos citado, se ve que han
cambiado las condiciones, lo cual sería manifiestamente
favorable para la selección natural, por otorgarnos una
probabilidad más de que ocurran variaciones aprovechables,
ya que cuando estas no tienen lugar, la selección natural
nada puede hacer. Nunca se olvide de que en el término
variaciones van incluidas las meras diferencias individuales; y
como el hombre puede producir grandes resultados en los animales
y plantas domésticas, al acumular en una dirección
dada diferencias individuales, del mismo modo podría
hacerlo la selección natural, aunque mucho más
fácilmente que nosotros, puesto que se le concede tiempo
incomparablemente mayor para su obra.

La naturaleza puede actuar sobre cada
órgano interno, en cada sombra de diferencia
constitucional, en la totalidad de la maquinaria completa de la
vida. El hombre escoge sin más miras que su propio bien,
Sentras que la naturaleza busca solamente á bien del ser a
quien atiende. Todo carácter selecto es plenamente formado
por ella, como lo implica el hecho de haber sido
escogido.

Puede decirse metafóricamente que la
selección natural está haciendo diariamente, y
hasta por horas, en todo el mundo, el escrutinio de las
variaciones más pequeñas; desechando las que son
malas, conservando y acumulando las que son buenas, trabajando
insensible y silenciosamente donde y cuando se presenta una
oportunidad, en el mejoramiento de todo ser orgánico en
relación con sus condiciones orgánicas e
inorgánicas de vida. No vemos estos pequeños y
progresivos cambios hasta que la mano del tiempo marca el sello
de las edades, y aun entonces tan imperfecta es nuestra vista
para alcanzar las épocas geológicas remotas, que lo
único que vemos es que no son hoy las formas de vida lo
que en otro tiempo fueron.

La selección natural puede modificar
la larva de un insecto y adaptarla a una porción de
contingencias completamente distintas de las que conciernen al
insecto ya maduro, y estas modificaciones pueden afectar por
correlación la estructura del adulto. Así
también, por el contrario, las modificaciones de este
pueden afectar la estructura de la larva; pero en
todos los casos, la selección natural asegurará que
dichas modificaciones no sean en manera alguna nocivas, ya que si
lo fueran la especie se extinguiría.

La selección natural
modificará la conformación del hijo con
relación al padre y del padre con relación al hijo.
En los animales gregarios adaptará la estructura de cada
individuo al provecho de toda la comunidad, si esta puede ganar
con el cambio selecto; pero la selección natural no puede
modificar la estructura de una especie, sin darle ninguna
ventaja, para provecho de otra especie; y aunque existan en las
obras de historia natural manifestaciones que tienden a echar por
tierra nuestro aserto, no hemos podido obtener en la
práctica un solo caso que haya dado resultado.

SELECCIÓN SEXUAL. Esta forma de
selección depende de la lucha entre individuos de un mismo
sexo, y generalmente entre los del masculino, para llegar a la
posesión de las hembras. El resultado para el competidor
vencido no es la muerte, sino poca o ninguna
progenie, siendo por lo tanto la selección sexual menos
rigurosa que la selección natural. Generalmente, los
machos más vigorosos o aquellos que están mejor
preparados para ocupar sus puestos en la naturaleza
dejarán mayor descendencia; pero en muchos
casos,

la victoria depende no tanto del vigor
general como de poseer los seres en cuestión, las armas
especiales limitadas a los machos. La guerra más severa
tiene lugar entre los machos de los animales polígamos,
que muy a menudo están provistos de armas especiales, y
los machos de los animales carnívoros también se
presentan bien armados, aunque a ellos y a otros pueda darles la
selección sexual especiales medios de defensa, como la
melena al león, la mandíbula de gancho al
salmón, pues el escudo puede ser tan importante para la
victoria como la espada o la lanza.

Entre las aves, la contienda es con
frecuencia de carácter más pacífico, pues
hay gran rivalidad entre los machos de muchas especies para
atraer a las hembras, por el canto; o despliegan hermosos
plumajes para verse de la mejor manera posible. También
hacen extrañas y grotescas figuras, y luego las hembras
espectadoras escogen al compañero que más
atractivos les ofrece.

SOBRE EL CRUZAMIENTO DE LOS INDIVIDUOS.
Todos los animales vertebrados, todos los insectos y algunos
otros grandes grupos de animales, se aparean para cada
nacimiento. La investigación moderna ha disminuido mucho
el número de los supuestos hermafroditas; de
los verdaderos, un gran número se aparea, es decir, dos
individuos se unen regularmente para la reproducción, que
es todo lo que nos importa.

En primer lugar, hemos reunido un gran
número de casos y hemos hecho muchos experimentos para
demostrar, de acuerdo con la opinión casi universal de los
criadotes, que en los animales y en las plantas el cruzamiento
entre diferentes variedades o entre individuos de la misma
variedad, pero de otra estirpe, da vigor y fecundidad a la
descendencia; así como, por otra parte, las crías
íntimas entre individuos de la misma familia
disminuyen en vigor y fecundidad. Guiados por estos
hechos, sólo nos inclinamos a creer que es ley general de
la naturaleza que ningún ser orgánico se fertilice
a sí mismo durante una perpetuidad de generaciones, sino
que es indispensable que de vez en cuando, y quizás con
largos intervalos, tenga lugar el cruzamiento de un individuo con
otro.

Con la creencia de que esta es una ley de
la naturaleza, no podemos, a nuestro juicio, entender diferentes
y extensas clases de hechos, de otro modo inexplicables. Volvamos
por un momento a los animales, de los cuales varias especies
terrestres son hermafroditas, tales como los moluscos de tierra y
las lombrices, aunque de todos, estos últimos se aparean.
Hasta ahora no hemos encontrado un solo animal de este
género que se fecunde a sí mismo. Este hecho
notable, que tanto contrasta con las plantas terrestres, puede
comprenderse por la opinión de que es indispensable el
cruzamiento ocasional, porque debido a la naturaleza del elemento
fertilizador, no hay medios análogos a la acción de
los insectos y del viento con respecto a las plantas para que se
efectúe el cruzamiento entre los animales terrestres sin
el concurso de dos individuos.

De los animales acuáticos hay muchos
hermafroditas que se fecundan a sí mismos; pero en este
caso, las corrientes de agua ofrecen el medio directo para el
cruzamiento accidental. Después de consultar a una de las
más grandes autoridades, el profesor Huxley, no hemos
podido descubrir un solo animal hermafrodita cuyos órganos
de reproducción estuviesen tan perfectamente encerrados
que pudiese demostrarse ser físicamente imposible el
acceso desde afuera ni la influencia ocasional del individuo
distinto. Por mucho tiempo, nos pareció que bajo este
punto de vista los cirrípedos presentaban un caso de gran
dificultad; pero, por una feliz casualidad, hemos podido probar
que algunas veces se cruzan dos individuos, aunque ambos sean
hermafroditas que se fertilicen a sí mismos.

Debe haber sorprendido a la mayor parte de
los naturalistas, como extraña anomalía que, tanto
en los animales como en las plantas, algunas especies de la misma
familia y hasta del mismo género, aunque
conformándose íntimamente unas con otras en el
conjunto de su organización, sean hermafroditas y algunas
unisexuales. Pero si de hecho todos ¡os hermafroditas se
cruzan de vez en cuando, la diferencia entre ellos y las especies
unisexuales son muy pequeñas en lo que a esta
función hace referencia.

De estas varias consideraciones y de los
muchos hechos especiales que hemos reunido, se deduce que en los
animales y en las plantas es ley de la naturaleza, muy general,
si no es universal, el cruzamiento accidental entre individuos
distintos.

CIRCUNSTANCIAS FAVORABLES PARA LA
PRODUCCIÓN DE NUEVAS FORMAS POR MEDIO DE LA
SELECCIÓN NATURAL. Este es un asunto sumamente intrincado.
Gran cantidad de variabilidad, en cuyo término van siempre
incluidas las diferencias individuales, será evidentemente
favorable para el objeto. Un gran número de individuos,
por las probabilidades que dan dentro de un período
determinado para la aparición de variaciones ventajosas,
compensará la menor cantidad de variabilidad en cada
individuo, siendo, a nuestro juicio, un elemento de gran
importancia para el éxito. Aunque la naturaleza concede
largos períodos de tiempo para el trabajo de la
selección natural, no concede un período
indefinido, porque como todos los seres orgánicos se
esfuerzan para ocupar todos los sitios en la economía de
la naturaleza, si hay una 'especie que no se modifique y mejore
en 'grado correspondiente con sus competidores será
exterminada. Nada puede hacer la ¡selección natural
sin que las variaciones `favorables se transmitan por herencia,
por lo menos a algunos de los descendientes. En la naturaleza,
dentro de un área limitada, todos los individuos que
varíen en buen sentido aunque en grados diferentes,
tenderán a conservarse. Las variedades intermedias que
habiten localidades también intermedias a la larga
serán suplantadas generalmente por una de las variedades
adyacentes. El cruzamiento afectará principalmente a
aquellos animales que se unen para cada nacimiento, que andan muy
errantes y que no crían con mucha rapidez.

El cruzamiento desempeña un papel
muy importante en la naturaleza porque conserva a los individuos
de la misma especie o de la misma variedad fieles y uniformes en
carácter. Así obrará evidentemente con mucha
más eficacia en aquellos animales que se unen para cada
nacimiento; pero, como ya se ha dicho, tenemos razones para creer
que en todos los animales y plantas hay cruzamientos ocasionales.
Si cambian las condiciones de vida y sufre modificación la
forma, puede comunicarse la uniformidad de carácter a la
modificada descendencia, conservando la selección natural
solamente a las variaciones favorables semejantes.

El aislamiento también es un
elemento importante en la modificación de las especies por
medio de la selección natural. En un área limitada
o aislada, si no es muy grande, serán generalmente casi
uniformes las condiciones orgánicas e inorgánicas
de la vida, de modo que la selección natural
tenderá a modificar de la misma manera a todos los
individuos que varíen en la misma especie. Así se
impedirá también el cruzamiento con los habitantes
de las localidades próximas.

El mero transcurso del tiempo no influye en
pro o en contra de la selección natural, y decimos esto
porque erróneamente se ha afirmado que dábamos a
este elemento gran importancia en la modificación de las
especies, como si todas las formas de la vida estuvieran
necesariamente sufriendo cambios por ley innata. El tiempo es
solamente importante, y en este concepto su importancia es
grande, porque aumenta las probabilidades de que
surjan variaciones ventajosas, que lleguen a ser escogidas,
acumuladas y fijadas, así como tiende a aumentar la
acción directa de las condiciones físicas de vida
con relación a la constitución de cada
organismo.

Finalmente, nos atrevemos a deducir que; aunque las
regiones pequeñas y aisladas han sido en algunos conceptos
altamente favorables para la producción de nuevas
especies, el curso de las modificaciones habrá sido por lo
general más rápido en regiones grandes, y
lo que es más importante, que las nuevas formas
producidas en áreas extensas, y victoriosas sobre muchos
competidores, serán las que más se extiendan y den
lugar a mayor número de variedades y especies nuevas,
desempeñando así el papel más importante en
la historia del cambio del mundo inorgánico.

De acuerdo con esta idea, en una isla
pequeña habrá sido menos severa la lucha por la
existencia y habrá habido menos modificaciones y menos
exterminio. Todos los depósitos de agua dulce sumados
constituyen un área pequeña, comparada con la del
mar o con la de la tierra. En consecuencia, la competencia en las
producciones de agua dulce habrá sido menos rigurosa que
en otras partes; nuevas formas se habrán producido
más lentamente y las formas antiguas se habrán
exterminado aún con más lentitud.

En conclusión, diremos que para las
producciones terrestres, toda región continental grande
que haya pasado por muchas oscilaciones de nivel habrá
sido la más favorable a la producción de muchas
formas nuevas de vida, propias para durar por largo tiempo y para
extenderse considerablemente.

Mientras el área existiese como
continente, los habitantes habrán sido numerosos en
individuos y clases, y habrán estado sujetos a una
rigurosa competencia. Y cuando se haya convertido el continente
por inmersión en grandes islas separadas, todavía
habrán existido muchos individuos de la misma especie en
cada isla. El cruzamiento en los confines del dominio de cada
especie nueva habrá quedado interrumpido; y después
de cambios físicos de cualquier clase, la
emigración no habrá sido posible, de modo que los
lugares nuevos en la conformación de cada isla
habrán tenido que ser ocupados por modificaciones de los
antiguos habitantes, existiendo tiempo suficiente para que se
modifiquen y perfeccionen las variedades. Siempre
que por alguna nueva elevación del terreno las islas
volviesen a ser región continental, habría una
competencia rigurosísima, podrían extenderse las
variedades más favorables o mejoradas, se
extinguirían muchas de las formas menos mejoradas y otra
vez cambiaría la proporción relativa del
número de los varios habitantes en el continente reunido,
abriéndose otra vez ampliamente para que la
selección natural mejorara todavía más a los
habitantes, produciendo de esta manera nuevas
especies.

Admitimos por completo que la
selección natural obra generalmente con lentitud extrema,
y que puede funcionar solamente cuando existen lugares en la
economía natural de un distrito que pueden ser mejor
ocupados por la modificación de algunos de sus habitantes
existentes, y cuya existencia depende con frecuencia de cambios
físicos que por lo general se verifican de un modo muy
lento, siendo imposible la inmigración de formas mejor
adaptadas. Como algunos pocos de los habitantes antiguos se
modifiquen, las relaciones mutuas de los otros se
perturbarán, creando así lugares aptos para ser
ocupados por formas mejor adaptadas, lo cual, sin embargo, se
irá verificando muy lentamente. Aunque todos los
individuos de la misma especie se diferenciasen entre sí
en algún pequeño grado, pasaría mucho tiempo
antes de que pudiesen ocurrir diferencias ventajosas en varias
partes de la organización. El resultado se
retardaría a menudo por el cruzamiento libre, y aunque
muchos opondrán que estas diversas causas son más
que suficientes para neutralizar el poder de la selección
natural, lejos de concederlo, creemos que la selección
natural obrará generalmente con mucha lentitud,
sólo por grandes intervalos de tiempo y en pocos
habitantes de la misma región, así como no dudamos
que estos resultados lentos e intermitentes concuerdan muy bien
con lo que la geología nos dice de la manera y velocidad
con que han cambiado los habitantes del mundo.

Por lento que sea el procedimiento de la
selección, si el hombre débil puede hacer mucho por
medio de la selección artificial, no alcanzarnos a ver el
límite del total de cambios, de la belleza y la
complejidad de las muchas coadaptaciones, ya sea con todos los
seres orgánicos o con sus condiciones físicas de
vida, y que pueden haberse efectuado en el largo
curso de los tiempos por el poder de selección de la
naturaleza, esto es, por la supervivencia de los más
aptos.

EXTINCIÓN CAUSADA POR LA
SELECCIÓN NATURAL. La selección natural obra
solamente por medio de la conservación de las variaciones
que son en algún concepto ventajosas. Podemos comprender
que cualquier forma representada por pocos individuos
correrá mucho riesgo de quedar completamente extinguida
durante grandes fluctuaciones en la naturaleza de las estaciones
o por crecimiento temporal en el número de los enemigos
naturales. Pero podemos ir más lejos todavía,
porque cuando se producen nuevas formas, a menos que admitamos
que las específicas puedan seguir aumentando
indefinidamente en número, tienen que extinguirse muchas
ya antiguas, y como claramente la geología nos dice que el
número de las formas específicas no ha crecido
indefinidamente, ahora sólo intentaremos demostrar por
qué el número de las especies en el mundo no se ha
hecho inconmensurablemente grande.

Debido a que las especies raras se modifican o mejoran
con menor rapidez, son derrotadas en la lucha por la existencia
por los descendientes modificados y mejorados de las especies
más comunes.

Por estas diferentes consideraciones
creemos inevitable que, al formarse en el curso del tiempo nuevas
especies por medio de la selección natural, se hacen otras
cada vez más raras hasta que finalmente se
extinguen.

Podemos suponer que en un período
remoto de la historia, los hombres de una nación o
localidad necesitaban caballos más veloces, mientras que
los de otras necesitaban caballos más fuertes y de
más cuerpo. Al principio serían muy pequeñas
las diferencias; pero con el correr del tiempo, por la continuada
selección de los caballos más veloces en un caso y
de los más fuertes en otro, se harían las
diferencias bien marcadas y se anotarían los resultados
como formando dos subcastas.

Al cabo de siglos, estas dos subcastas se
convertirían en castas bien establecidas y distintas; y al
hacerse mayores las diferencias, los animales inferiores con
caracteres intermedios que no fueran ni muy veloces ni muy
fuertes no serían empleados para la cría, y de este
modo tenderían a desaparecer. Aquí, vemos en las
producciones del hombre lo que puede llamarse principio de
divergencia, causando diferencias al principio escasamente
apreciables, pero siempre crecientes, así como a las
crías diferenciarse en carácter tanto entre
sí como con el tronco común.

EFECTOS PROBABLES DE LA ACCIÓN DE LA
SELECCIÓN NATURAL POR MEDIO DE LA DIVERGENCIA DE
CARÁCTER Y DE LA EXTINCIÓN SOBRE LOS DESCENDIENTES
DE ANTECESORES COMUNES. Los descendientes modificados de
cualquier especie prosperarán mejor cuando más
diversificados lleguen a ser en estructura, estando así en
disposición de apropiarse lugares ocupados por otros
seres. Veamos ahora cómo este principio del beneficio
obtenido por la divergencia de carácter tiende a obrar
alternando con los principios de la selección natural y de
la extinción.

Por medio del diagrama podremos comprender
este problema, que es harto complicado. Supongamos que
están representadas desde A hasta L las especies de un;
gran género en su propio país, se supone: que estas
se parecen las unas a las otras en grados desiguales, que es lo
que sucede generalmente en la naturaleza, y se indica en el
diagrama por la colocación de letras, a distancias
desiguales. Ahora bien; sea A: una especie común,
extensamente difundida y variable, perteneciente a un
género grande de su propio país. Las líneas
de puntos que podrían formar la ramificación y
divergencias con tamaños desiguales procedentes de A
pueden representar su variable descendencia. Se supone que las
variaciones son en extremo ligeras, pero de naturaleza
diversificada, y que todas no aparecen simultáneamente,
sino a menudo después che largos intervalos, sin durar
períodos iguales. Sólo se conservan o se escogen
naturalmente aquellas variaciones que de algún modo son
ventajosas; aquí entra en juego la importancia del
principio de ventaja que deriva de la divergencia de
carácter, porque esta generalmente conducirá a que
las variaciones más diferentes o divergentes
(representadas por líneas de puntos exteriores) se
conserven y acumulen por la selección natural. Cuando una
línea de puntos llega a una de las horizontales, marcada
por una letra pequeña con números, se supone que se
ha acumulado la cantidad suficiente de variación como para
formar una variedad bien pronunciada y digna de ser consignada
como tal en cualquier trabajo sistemático. Cada uno de los
intervalos existentes entre las líneas horizontales del
diagrama puede representar mil o más generaciones, y
después de este período de tiempo se supone que la
especie A ha producido dos variedades perfectamente marcadas, a
saber: al y ml. Estas dos variedades estarán aún
expuestas a las mismas condiciones que hicieron variables a sus
progenitores, y la tendencia a la variabilidad será en
sí misma hereditaria; por consiguiente, tenderán
igualmente a variar por lo común, casi del mismo modo en
que lo hicieron sus padres y siendo sólo dos formas
ligeramente modificadas, tenderán a heredar aquellas
ventajas que hicieron a su padre A más prolífico
que a la mayor parte de los otros habitantes del mismo
país. Además, también heredarán
aquellas ventajas más generales que hicieron que el
género al que pertenecía la especie madre fuera
grande en el país natal. Todas estas son circunstancias
favorables a la producción de nuevas
variedades.

Entonces, si estas dos formas son
variables, se conservarán generalmente durante las
primeras mil generaciones como las más divergentes de sus
variaciones, y después de este intervalo
supondríamos en el diagrama que la variedad al ha
producido la variedad a2, que por el principio de
divergencia se diferenciará más de A que de la
variedad a1. Se supone que la variedad m1 ha producido dos
variedades, m2 y s2, que se diferencian la una de la otra, y
más considerablemente aún, de su padre común
A. Podemos continuar el procedimiento por pasos semejantes en
cualquier extensión de tiempo. Algunas de las variedades
después de cada mil generaciones producen solamente una
variedad, pero en condición cada vez más
modificada, así como otras producen dos o tres variedades
y otras dejan de producirlas en absoluto. De este
modo, las variedades o descendientes modificados del padre
común A irán generalmente aumentando en
número y divergiendo en carácter. En el diagrama se
podría representar el procedimiento hasta la
generación diez mil, y en forma condensada y simplificada
hasta la generación catorce mil.

Después de diez mil generaciones se
supone que la especie A ha producido tres formas, a10, f10, ml0,
las cuales, por haber divergido en carácter durante las
generaciones sucesivas, habrán llegado a diferenciarse
mucho, aunque quizá tan desigualmente unas de otras como
de su padre común. Si suponemos que es excesivamente
pequeño el cambio entre cada línea horizontal de
nuestro diagrama, estas tres formas serán todavía
tan sólo variedades bien marcadas; pero basta suponer que
son más numerosos o mayores en cantidad los pasos en el
procedimiento de modificación, para convertir primero
estas tres formas en especies dudosas, y por
último, en especies bien definidas. Así el diagrama
nos enseñaría los pasos por los cuales las
diferencias pequeñas que distingue a las variedades van
creciendo hasta constituir las diferencias más grandes que
distinguen a las especies. Continuando el mismo procedimiento por
número mayor de generaciones, como se ve en el diagrama de
una manera condensada y simplificada, tenemos ocho especies
marcadas con las letras que van de a14 a m11, todas descendientes
de A. Así creemos que se multiplican las especies y se
forman los géneros.

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Es probable que tratándose de
géneros grandes varíe más de una especie;
por esto en el diagrama hemos supuesto que una segunda especie,
ha producido, por análogos pasos, después de diez
mil generaciones, tanto dos variedades bien marcadas, w10 y z10,
como dos especies, según la cantidad de cambio que se
suponga estar representado entre las líneas horizontales.
Después de catorce mil generaciones se supone que han sido
producidas seis nuevas especies, marcadas por las letras de n14 a
z14. En cualquier género las especies, dado que son muy
diferentes entre sí en carácter, tenderán
generalmente a producir el mayor número de descendientes
modificados. Estos tendrán las mayores probabilidades de
apoderarse de nuevos lugares completamente diferentes en la
economía de la naturaleza, y por eso en el diagrama hemos
escogido la especie extrema A, y la casi extrema I como las
más variadas y que han dado origen a nuevas variedades y
especies. Las otras nueve especies, marcadas con letras
mayúsculas, de nuestro género original, pueden
continuar transmitiendo descendientes sin alteración
durante períodos largos, aunque desiguales, y esto se
representa en el diagrama-por líneas de puntos prolongadas
desigualmente hacia arriba.

Pero durante el procedimiento de
modificación representado en el diagrama, otro de nuestros
principios, a saber, el de la extinción, habrá
desempeñado un importante papel. En efecto, como en cada
país completamente poblado la selección natural
obra porque la forma selecta tiene alguna ventaja sobre las otras
en la lucha por la existencia, habrá una tendencia
constante en los descendientes mejorados de cualquier especie, a
suplantar y exterminar, en cada período de la
sucesión, a sus predecesores y a su progenitor original.
Porque hay que recordar que la competencia será
generalmente más vigorosa entre aquellas formas que
estén relacionadas entre sí por hábitos,
constitución y estructura. De aquí que todos las
formas intermedias entre los primeros estados y los
últimos, esto es, entre los estados de una misma especie
menos mejorada y más mejorada, como también la
misma especie madre original, tenderán generalmente a
extinguirse, lo cual probablemente sucederá en muchas
líneas colaterales enteras de sucesión, que
serán conquistadas por otras posteriores y adelantadas.
Si, no obstante, la descendencia modificada de una especie llega
a un país distinto, o se adapta prontamente a algún
paraje nuevo, en el cual la descendencia y el progenitor no
entren en competencia, ambos pueden continuar
existiendo.

Si se supone entonces que nuestro diagrama representa
una suma considerable de modificación, la especie A y
todas las primeras variedades se habrían extinguido,
siendo reemplazadas por ocho especies nuevas, desde a14 hasta
m14, y la especie I por seis especies nuevas, de n14 a
z14.

Pero podemos ir todavía más
lejos en nuestro estudio. En efecto, se ha supuesto que las
especies originales de nuestro género se parecían
entre sí en grados desiguales, como sucede generalmente en
la naturaleza. Ahora bien; la especie A está relacionada
más de cerca con B, C y D que con las otras especies,
así como la especie I con la G, H, K y L más que
con las otras. Se supuso también que estas dos especies A
e I eran muy comunes y que estaban tan extensamente
difundidas, que debieron en su origen haber tenido alguna ventaja
sobre la mayor parte de las otras especies del género. Sus
descendientes modificados, que son catorce en la
generación catorce mil, habrán heredado
probablemente algunas de las mismas ventajas; habrán sido
también modificados, mejorados en manera diversa en cada
período de sucesión, de modo que habrán
llegado a adaptarse a muchos lugares relacionados entre sí
en la economía natural de su país. Parece, por lo
tanto, extremadamente probable que hayan ocupado los lugares, y
por consiguiente, exterminado no sólo a sus padres A e I,
sino de igual modo a alguna de las especies originales que
estaban más estrechamente relacionadas con sus
progenitores. Por esta razón, muy pocas de las especies
primitivas habrán transmitido descendencia a la
generación catorce mil, y podemos suponer que solamente
una, F, de las dos especies E y F, menos
íntimamente unidas a las otras nueve especies
originales, ha transmitido descendientes hasta este último
período de sucesión.

Las nuevas especies de nuestro diagrama,
descendientes de las once especies dichas, serán ahora
quince, y por causa de la tendencia divergente de la
selección natural, la suma extrema de diferencia en
carácter entre las especies a14 y z14 será mucho
mayor de la existente entre las más distintas de las
especies originales. Las nuevas especies, además,
estarán unidas unas con otras en modo enteramente
diferente, y de las ocho descendientes de A, las tres marcadas
con a14, q14, p14 estarán inmediatamente relacionadas por
ser ramificaciones recientes de a10, así como b14 y f14,
por haberse separado en un período anterior de a5,
serán en algún grado distintas de las tres especies
primero nombradas. Por último, o14, e14 y m14
estarán inmediatamente relacionadas entre sí; pero
por haber divergido desde el principio del proceso de
modificación, serán muy diferentes de las otras
cinco especies, constituyendo un subgénero o género
distinto.

Los seis descendientes de I formarán
dos subgéneros o dos géneros; pero como la especie
original I se diferenciaba mucho de A, siendo casi los dos
extremos del género original, los seis descendientes de I,
sin atender más que a la herencia, se diferenciarán
considerablemente de los ocho descendientes de A, además,
se supone que los dos grupos han seguido divergiendo en
direcciones diferentes. Las especies intermedias (y esta
consideración es muy importante) que enlazaban las
especies originales A e I, se han extinguido todas excepto F y no
han dejado descendencia. De aquí que habrá que
clasificar como géneros muy distintos, y aun como
distintas subfamilias, a las seis especies nuevas derivadas de I
y a las ocho descendientes de A.

Así es, a nuestro juicio, como se producen dos o
más géneros por descendencias con
modificación de dos o más especies del mismo
género. Y se supone que las dos o más especies
madres descienden de una sola perteneciente a un género
anterior. En nuestro diagrama esto estaría indicado por
las líneas interrumpidas que hay debajo de las letras
mayúsculas que convergen en subramas hacia un solo punto
interior, el cual representa una especie supuesta, progenitora de
nuestros diversos géneros y subgéneros
nuevos.

En el diagrama se ha supuesto hasta ahora
que cada línea horizontal representa mil generaciones:
pero, como es fácil concebir, cada una puede representar
un millón de ellas, y aun más, también una
sección de las capas sucesivas de la corteza terrestre que
incluyen restos extinguidos.

Hemos visto que en cada país las
especies que pertenecen a los géneros mayores son las que
más frecuentemente presentan variedades o especies
incipientes, y en verdad, debía esperarse que así
sucediera; porque como la selección natural obra por medio
de una forma que tiene alguna ventaja sobre otras en la lucha por
la existencia, obrará principalmente en aquellas que ya
tienen alguna ventaja, y la magnitud de cualquier grupo demuestra
que sus especies han heredado de algún antecesor en
común cierta ventaja común. Por esto la lucha por
la producción de descendientes nuevos y modificados se
sostendrá principalmente entre los grupos mayores que
tratan de aumentar su número. Un grupo grande
conquistará poco a poco a otro, reducirá su
número, y de este modo disminuirán las
probabilidades de ulteriores variaciones y mejoras. Dentro del
mismo grupo grande, los subgrupos últimos y mejor
perfeccionados, por ramificarse y apoderarse de muchos lugares
nuevos en la economía de la naturaleza, tenderán
constantemente a suplantar y destruir a los subgrupos primitivos
y menos mejorados, hasta que, finalmente, desaparezcan los grupos
y subgrupos pequeños e interrumpidos. Mirando al porvenir,
podemos predecir que los grupos de seres orgánicos que
ahora son grandes y triunfantes y menos interrumpidos que los
otros, esto es, que han pasado por menos extinción,
continuarán aumentando durante un período largo.
Pero lo que nadie puede predecir es qué grupos
prevalecerán al fin, porque sabemos que muchos que en
otros tiempos se han desarrollado notablemente, hoy han
desaparecido. Y escudriñando aún más
íntimamente en el futuro, podremos ver que, a causa del
aumento continuado y fijo de los grupos más grandes, una
multitud de los más pequeños se extinguirá
por completo, sin dejar descendientes modificados. Por
consiguiente, de las especies que vivan en un período
dado, muy pocas serán las que transmitan descendientes a
las lontananzas del remoto porvenir.

Podemos añadir que, según la
opinión que considera muy escasas a las especies
más antiguas que han transmitido descendientes a nuestros
días, y que, como todos los descendientes de la misma
especie, forman clase, podemos entender la existencia de tan
pocas clases en cada división principal de los reinos
animal y vegetal. Aunque pocas de las especies más
antiguas hayan dejado descendientes modificados en los lejanos
períodos geológicos, la tierra puede haber estado
casi tan bien poblada como ahora lo está de especies de
muchos géneros, familias, órdenes y
razas.

SOBRE EL GRADO EN QUE TIENDE A AVANZAR LA
ORGANIZACIÓN. La selección natural obra
exclusivamente conservando las variaciones que son ventajosas en
las condiciones orgánicas e inorgánicas a las que
toda criatura está expuesta en todos los períodos
de la vida. Su último resultado es que cada una tienda a
mejorar cada vez más en relación a sus condiciones.
Este mejoramiento conduce inevitablemente al adelanto gradual de
la organización del mayor número de los seres vivos
en todo el mundo. Pero aquí entramos en asunto harto
intrincado, porque los naturalistas no han definido a
satisfacción de todos lo que se entiende por progreso en
la organización. Entre los vertebrados es claro que se
trata del grado de inteligencia y de la aproximación de su
estructura a la del hombre. Podría pensarse que la
cantidad de cambios por los que pasan las diversas partes
y órganos en su desarrollo desde el embrión a
la madurez, bastaría como tipo de comparación; pero
hay casos, y entre ellos el de ciertos crustáceos
parásitos, en los cuales varias partes de la estructura
llegan a ser menos perfectas. El criterio más extensamente
aplicable y que parece preferible en esta materia es el de von
Baer, que establece la suma de diferencia de las partes del mismo
ser orgánico (en estado adulto, añadiríamos
nosotros), y su especialidad para funciones
diferentes; o como Milne Edwars se expresaría, el
perfeccionamiento de la división del trabajo
fisiológico.

Si tomamos como criterio de la
organización más elevada la suma de diferencias y
de especialidades de los diversos órganos en cada ser
adulto (lo cual incluirá el adelanto del cerebro para los
fines intelectuales), la selección natural nos lleva clara
mente hacia él, porque todos los fisiólogos admiten
que las especialidades de los órganos, dado que en este
estado llenan mejor sus funciones, son ventajosas para cada ser,
y de ahí que la acumulación de variaciones que
tienden hacia la especialidad esté dentro del campo propio
de la selección natural. Por otra parte, teniendo presente
que todos los seres orgánicos se esfuerzan en aumentar en
gran proporción, y por apoderarse de todo lugar desocupado
o menos bien ocupado en la economía de la naturaleza,
podemos entender que es completamente posible para la
selección natural adaptar gradualmente a un ser a una
situación dada, en la cual serían
superfluos o inútiles algunos órganos, en cuyo caso
habría retroceso en la escala de la
organización.

Pero puede objetarse que si todos los seres
orgánicos tienden así a elevarse en la
escala, ¿cómo es que en todo el mundo
existe todavía una multitud de formas inferiores?
Y, ¿cómo es que en cada gran clase hay
algunas formas más desarrolladas que otras? ¿Por
qué las primeras no han suplantado ni exterminado a las
otras en todas partes?

Lamarck se inclinó a suponer que
continuamente están produciéndose formas nuevas y
simples por generación espontánea. La ciencia no ha
probado todavía la verdad de esta creencia. En nuestra
teoría no ofrece dificultad la existencia continuada de
organismos inferiores, porque la selección natural o
supervivencia de los más aptos, no implica necesariamente
desarrollo progresivo, sino que solamente aprovecha la ventaja de
aquellas variaciones que surgen y son de utilidad a cada criatura
en sus complejas relaciones de vida.

Creemos, finalmente, que muchas formas de
organización inferior existen aún en el mundo, por
varias causas. En algunos casos, porque nunca han surgido
variaciones o diferencias individuales de naturaleza favorable
para que la selección natural obrara y las acumulara.
Probablemente en ningún caso ha bastado el tiempo para
acumular la mayor suma posible de desarrollo, y en ciertas,
aunque en pocas circunstancias, ha habido lo que debemos llamar
retroceso de organización

Volviendo la vista a la primera aurora de
la vida, cuando todos los seres orgánicos, según
creemos, presentaban la estructura más simple, se ha
preguntado: ¿cómo nacieron los primeros pasos en el
adelanto o diferencias de las partes? Mr. Herbert Spencer
probablemente contestaría que tan pronto como el simple
organismo unicelular llegó por crecimiento o
división a ser un compuesto de diversas células o
se unió a cualquier superficie de apoyo, entraría
en juego su ley de que "las unidades análogas de un orden
cualquiera se diferencian proporcionalmente a medida
que sus relaciones con fuerzas incidentes se hacen diferentes".
Pero como no tenemos hechos que nos guíen, la
especulación sobre el asunto es casi inútil. Es,
sin embargo, un gran error suponer que no habría lucha por
la existencia, y en consecuencia selección natural, hasta
que hubieran sido producidas muchas formas, puesto que las
variaciones en una sola especie que habite una región
aislada podrían ser ventajosas, y por ende, modificada la
masa entera de individuos.

Finalmente, bajo condiciones variables de
vida, los seres orgánicos presentan diferencias
individuales en casi todas las partes de su estructura, y esto no
puede disputarse; si hay una lucha rigurosa por la existencia
debido a la proporción geométrica de aumento en
alguna época, estación o año, esto tampoco
puede disputarse seriamente. Considerando la infinita complejidad
en las relaciones de todos los seres orgánicos entre
sí y con sus condiciones de vida, origen de infinita
diversidad de estructura, constitución y hábitos
que han de ser ventajosos, sería un hecho
extraordinario que jamás hubieran ocurrido variaciones
útiles para el propio bienestar de cada ser, de la misma
manera que han ocurrido tantas variaciones útiles para el
hombre. Pero si estas ocurren alguna vez para cualquier ser
orgánico, seguramente los individuos que los posean
tendrán las mayores probabilidades de conservarse en la
lucha por la existencia; y por el principio de la herencia
tenderán a producir descendencia semejantemente
caracterizada. A este principio de conservación, o a la
supervivencia de los más aptos, hemos llamado
selección natural, que conduce al mejoramiento de cada
criatura con relación a sus condiciones orgánicas e
inorgánicas de vida, y en consecuencia, en la
mayoría de los casos, a lo que pudiera considerarse como
adelanto en la organización. A pesar de todo, las formas
simples e inferiores tendrán una gran duración si
están bien adaptadas a sus propias condiciones de
vida.

La selección natural, de acuerdo con
el principio de que las cualidades se heredan en edades
correspondientes, puede modificar al huevo, a la semilla o al
cachorro tan fácilmente como el adulto. Entre muchos
animales, la selección sexual habrá prestado su
ayuda a la selección ordinaria, asegurando a los machos
más vigorosos y mejor adaptados, el mayor número de
descendientes. La selección sexual dará
también caracteres útiles a los machos solamente en
sus luchas o rivalidades con otros, y estos caracteres
serán transmitidos a un sexo solo o a los dos,
según la forma de herencia que prevalezca.

Si la selección natural ha obrado
así realmente, para adaptar las varias formas de vida a
sus diferentes condiciones y estaciones, habrá que
juzgarlo por el tenor general y por el número de las
pruebas dadas en pro y en contra. Pero ya hemos visto cómo
ella implica la extinción, y la geología claramente
declara cuánto ha hecho la extinción en la historia
del mundo. La selección natural también conduce a
la divergencia de carácter, porque cuanto más
diverjan los seres orgánicos en estructura, hábitos
y constitución, tanto más podrá sostenerse
un número grande de individuos en la misma región;
de lo cual tenemos una prueba con sólo mirar a los
habitantes de cualquier espacio pequeño y a las
producciones naturalizadas en tierra extranjera. Por lo tanto,
durante la modificación de los descendientes de una
especie cualquiera, y durante la incesante lucha de todas las
especies para hacerse más numerosas, cuanto más
diversificados sean los descendientes, tantas más
probabilidades tendrán de conseguir el triunfo en la
batalla por la vida. Y de este modo, las diferencias
pequeñas que distinguen a las variedades de la misma
especie tienden firmemente a aumentarse, hasta que igualan a las
diferencias más grandes que hay entre especies del mismo
género y aun de géneros distintos.

Las especies comunes extensamente
difundidas y que ocupan vastas regiones, pertenecientes a los
géneros mayores, dentro de cada clase, son las que
varían y tienden a transmitir a su modificada descendencia
aquella superioridad que ahora las hace dominantes en sus propios
países. La selección natural, como acaba de
observarse, conduce a la divergencia de carácter y a mucha
extinción de las formas menos adelantadas e intermedias.
Por estos principios puede explicarse la naturaleza de las
afinidades y las distinciones, generalmente bien definidas entre
los innumerables seres orgánicos de cada clase en
todo el mundo. Es verdaderamente un hecho maravilloso, por
más que la familiaridad nos haga no maravillarnos de
él, que todos los animales y todas las plantas en todo
tiempo y en todo el espacio estén relacionados unos con
otros en grupos subordinados a grupos, de la manera que en todas
partes los vemos, a saber: variedades de la misma especie
más íntimamente relacionadas; especies del mismo
género menos íntima y desigualmente relacionadas,
formando secciones y subgéneros; especies de distintos
géneros mucho menos relacionadas; géneros
relacionados en diferentes grados, formando subfamilias,
familias, órdenes, subclases y clases. Los diferentes
grupos subordinados en una clase no pueden ser colocados en una
sola fila, pero parecen apiñados alrededor de puntos, y
estos alrededor de otros, y así sucesivamente, en
círculos casi interminables. Si las especies hubieran sido
creadas independientemente, no habría explicación
posible para esta clasificación, que hoy se explica por la
herencia y por la acción compleja de la selección
natural, de la que resulta la extinción y la
divergencia de carácter, como podríamos verlo
gráficamente en las líneas que hemos ido trazando
en el diagrama.

Algunas veces, las afinidades de todos los
seres de la misma clase han sido representadas por un gran
árbol, y creemos que esta idea es bastante verdadera. En
efecto, los renuevos verdes y florecientes pueden representar las
especies que existen; y los producidos durante años
anteriores pueden representar la larga sucesión de
especies extinguidas. En cada período de crecimiento,
todos los retoños han tratado de ramificarse en todas las
direcciones y de sobresalir y sofocar a las ramas y renuevos que
los rodean, de la misma manera en que las especies y los grupos
de especies han dominado en todos los tiempos a otras especies en
la gran batalla por la vida. Los troncos divididos en grandes
ramas, y éstas en otras cada vez más
pequeñas, fueron también en otro tiempo, en la
juventud del árbol, retoños florecientes; y esta
conexión de los brotes antiguos y actuales en los
ramificados brazos puede representar a las mil maravillas la
clasificación de todas las especies extinguidas y vivas en
grupos subordinados a otros grupos. De los muchos retoños
que florecieron cuando el árbol era un mero arbusto,
solamente dos o tres, que hoy son las ramas grandes, sobreviven y
soportan a las otras, y asimismo, de las especies que vivieron
durante períodos geológicos hace mucho tiempo, muy
pocas han dejado descendientes vivos y modificados. Desde el
primer crecimiento del árbol, más de una rama de
todos los tamaños se ha deteriorado y caído, y
estas pueden representar aquellas órdenes, familias y
géneros enteros que no tienen representantes vivos y que
no son conocidos únicamente en estado fósil. Del
mismo modo que de vez en cuando vemos una ramita solitaria
saliendo por la parte baja del tronco de un árbol, que por
alguna circunstancia ha sido favorecida y todavía vive en
aquel sitio, se nos presenta también un animal, como el
ornitorrinco o el pez de légamo, que en grado
pequeño enlaza por sus afinidades a dos grandes ramas de
vida, y que en la apariencia se ha salvado de la competencia
fatal, por haber habitado en un paraje protegido. Como los
retoños dan por el crecimiento lugar a otros
retoños, y estos, cuando son vigorosos, se ramifican y
dominan por todos lados a muchas ramas más débiles,
creemos que es eso lo que ha sucedido con el gran árbol de
la vida, que llena con sus ramas muertas y rotas la
corteza de la tierra, cuya superficie cubre con sus restantes
ramificaciones, siempre hermosas y crecientes.

Capítulo V

Partes: 1, 2, 3
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