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Los padres de la Iglesia




Enviado por Agustin Fabra



Partes: 1, 2

  1. Origen de la
    palabra "Padre"
  2. Características de los Padres de la
    Iglesia y Doctores de la Iglesia
  3. Lengua de los
    Padres de la Iglesia
  4. Era
    Patrística
  5. Marco
    Histórico de la edad sub-apostólica y
    período
  6. Quiénes son
    los Padres Apostólicos
  7. Escritos de los
    Padres Apostólicos
  8. Biografía de
    los Padres Apostólicos, sus obras y sus aportes a la
    Iglesia
  9. Los Padres
    Apologistas: el marco histórico
  10. Marco
    Histórico de los Padres de la Iglesia del Siglo IV y
    V: la edad de oro
  11. Los Padres
    Occidentales o Latinos: Biografías y aportes a la
    Iglesia
  12. Conclusión

Los Padres de la Iglesia son los autores de los primeros
escritos cristianos y los pastores de la Iglesia de los primeros
siglos, cuyas enseñanzas, en sentido colectivo, son
consideradas por la Iglesia como el fundamento de la doctrina
ortodoxa cristiana.

Origen de la
palabra "Padre"

El nombre de Padre es de origen puramente
eclesiástico, y significa la expresión del amor y
de la veneración de las comunidades cristianas hacia sus
obispos, ya que a éstos correspondía el oficio de
enseñar la doctrina de la Iglesia. Por esto el
título de Padre fue aplicado inicialmente a
ellos.

Este nombre se daba en el siglo V en general sólo
a los obispos, pero San Agustín de Hipona rompió
esta barrera al citar un escritor eclesiástico que no fue
obispo, San Jerónimo, teniendo en cuenta su doctrina y
santidad de vida. Unos años más tarde, el Papa
Gelasio I hace el primer elenco de los autores cristianos que
tienen derecho al apelativo de Padres.

Definición de Patrística y
Patrología

Al estudio de los Padres se le llama
Patrística cuando está centrado en el
contenido teológico de sus escritos, como fuentes de gran
valor para los dogmas. Y Patrología cuando se
centra en su vida y obras, desde el punto de vista literario e
histórico.

Características de los Padres de la
Iglesia y Doctores de la Iglesia

Para que un escritor sea considerado Padre de la
Iglesia
debe tener estas características:

  • Haber pertenecido a la edad antigua de la
    Iglesia.

  • Santidad de vida.

  • Aprobación eclesiástica.

  • Doctrina ortodoxa, es decir, fiel comunión
    doctrinal con la Iglesia.

Entre los santos Padres, algunos adquieren un destacado
relieve por haber iluminado ampliamente todo el campo de la
revelación, y haber abierto nuevos caminos a la
teología de los siglos posteriores. La Iglesia reconoce en
ellos a los intérpretes autorizados de su doctrina y los
honra con el título de Doctor de la Iglesia o
Doctor eclesiástico.

Este título fue atribuido oficialmente en 1298
por el Papa Bonifacio VIII a los cuatro grandes Padres
occidentales o latinos, que son: San Ambrosio, San
Agustín, San Jerónimo y San Gregorio Magno.
Más tarde son contados también entre los Doctores
de la Iglesia otros Padres latinos, que fueron: San Hilario de
Poitiers, San Pedro Crisólogo, San León Magno y San
Isidoro de Sevilla.

También en la Iglesia de Oriente les fue
atribuido este título a: San Basilio, San Gregorio
Nacianceno y San Juan Crisóstomo. A esto se
añadió después San Atanasio, formando
así el grupo de los cuatro grandes Padres de la Iglesia
oriental. Más tarde, en 1883 y 1890, el Papa León
XIII declaró Doctores de la Iglesia a otros Padres
Orientales: San Cirilo de Jerusalén, San Cirilo de
Alejandría y San Juan Damasceno.

Pero el título de Doctor de la Iglesia no se da
sólo a los Padres. La Iglesia ha continuado dando este
título a escritores eclesiásticos de todos los
tiempos, quienes se han distinguido por su santidad de vida y su
eminente erudición. He aquí algunos ejemplos: San
Beda el Venerable, San Pedro Damián, San Anselmo, San
Bernardo de Claraval, Santo Tomás de Aquino, San
Buenaventura, San Antonio de Padua, San Alberto Magno, San Pedro
Canisio, San Roberto Belarmino, San Lorenzo de Brindisi, San
Francisco de Sales, San Alfonso María de Ligorio, Santa
Catalina de Siena, Santa Teresa de Ávila, San Juan de la
Cruz y Santa Teresita del Niño Jesús.

Así pues, el título de "Doctor" representa
la recomendación que la Iglesia hace a sus hijos sobre la
doctrina de estos santos, sobre todo en orden a la
enseñanza.

Lengua de los
Padres de la Iglesia

A comienzos de la era cristiana, tanto en Oriente como
en Occidente, el griego era la única lengua de la Iglesia,
y esta situación se prolongó durante siglo y medio.
Esta lengua, dado el alto grado de su desarrollo y su riqueza de
vocablos y de formas, constituía el órgano
más apto para dar a conocer las grandes verdades con las
que nos iluminaría el cristianismo. Tanto los autores del
Nuevo testamento como los Padres del primer período
patrístico escribieron, no en el griego clásico,
sino en un griego popular, que era la lengua corriente.
Será después Clemente Alejandrino quien
comenzará a escribir según las formas
clásicas, distanciándose de la lengua popular.
Más tarde, en el mismo Oriente, el griego fue sustituido
en parte por los idiomas de los diversos pueblos, especialmente
por el siríaco y el armenio.

La necesidad de una literatura en lengua latina
comenzó a sentirse cuando en la segunda mitad del siglo
II, el cristianismo se había difundido en Occidente entre
personas que no hablaban el griego. Para adecuarse a esta nueva
circunstancia, los Padres en Occidente comenzaron a escribir en
latín vulgar, hasta dejar más tarde por completo,
el griego. Es así como encontramos ejemplos de
célebres escritores latinos, como San Jerónimo,
quien tradujo las Sagradas Escrituras de sus lenguas originales:
hebreo, griego y arameo al latín vulgar, creando
así la traducción conocida como "La
Vulgata".

De esto se desprende la clasificación que se ha
dado a los Padres en griegos y latinos.

Era
Patrística

¿Qué período abarca el estudio de
los Padres de la Iglesia? La era Patrística comienza
inmediatamente después del período
apostólico, y abarca los 8 primeros siglos de la era
Cristiana, coincidiendo casi con la edad antigua de la Iglesia.
Isidoro de Sevilla, quien murió en el año 636, fue
el último de los Padres latinos, y San Juan Damasceno, en
el año 749, el último de los Padres
griegos.

Clasificación de los Padres de la
Iglesia

En orden a la antigüedad de los Padres,
identificamos tres períodos:

  • El de los Padres Apostólicos, quienes
    vivieron en el siglo I y parte del II, y que fueron
    discípulos de los apóstoles.

  • El de los Padres Apologistas, quienes vivieron desde
    mediados del siglo II hasta finales del siglo III.

  • La Edad de Oro de los Padres, que es el
    período comprendido entre el siglo IV y el
    VIII.

Marco
Histórico de la edad sub-apostólica y
período

En el año 70, con la destrucción de
Jerusalén por orden del emperador Romano Tito (sucesor de
Nerón), se marca el fin del judaísmo
político. La Iglesia se dispersa, sobre todo por el Asia
Menor, en donde se forman pequeñas comunidades seguidoras
de las enseñanzas de Jesús.

La separación con el judaísmo se va
haciendo cada vez más radical y evidente, por ejemplo, los
cristianos ya no observan el sábado, sino el
Día del Señor (Dominus Dei o
Domingo).

Por otra parte, en las regiones dominadas bajo el
imperio romano, en un principio y de manera providencial el
cristianismo pudo extenderse sin mayores dificultades debido a la
tolerancia y la libertad religiosa de la cultura
romana.

Por los años 70 los apóstoles
habían desaparecido ya casi todos, dejando a las
comunidades fundadas por ellos la responsabilidad de mantener
íntegra la fe recibida y vivir auténticamente el
compromiso que deriva de ella.

Las comunidades abrazaban la fe con gran fervor y
entusiasmo religioso, pero no faltaban los problemas internos
causados por los errores y discordias entre sus componentes. Para
responder a los peligros se hizo necesario exhortar al orden a
los cristianos y sobre todo dar una organización
más rígida a las comunidades.

Quiénes
son los Padres Apostólicos

Durante este período, es decir, desde el
año 70 al año 140, surgen los Padres
Apostólicos a quienes grandes evidencias los
señalan como discípulos y sucesores directos de los
Apóstoles. Hasta hoy se conservan algunos de los escritos
de quienes, además de haber fortificado la fe de las
primeras comunidades cristianas, fueran los primeros depositarios
de la Tradición Apostólica.

Principales Padres Apostólicos

En un principio no fueron más que cinco los
escritores a los que se les dio el título de Pater
Eavi Apostolici,
publicando sus obras. Tales escritores
eran: El autor de la Carta de Bernabé, San Clemente de
Roma, San Ignacio de Antioquía, San Policarpo de Esmirna y
el Pastor de Hermas. Más tarde se añadieron
también a éstos: Papías de Hierápolis
y los autores de la Didaké.

Escritos de los
Padres Apostólicos

Los escritos de los Padres apostólicos, por su
contenido y expresión, demuestran íntimas
relaciones con la Sagrada Escritura y, sobre todo, con las cartas
de los apóstoles. A semejanza de éstas,
están redactados en griego y tienen, en general, la forma
epistolar; por esta razón pueden clasificarse bajo la
denominación general de literatura pastoral de la
Iglesia primitiva. La gran unidad y relación entre todos
estos escritos se debe a su origen: un mismo Espíritu es
quien dicta.

Los autores se esfuerzan por explicar a los fieles, con
palabras claras y sencillas, la magnificencia de la obra
salvífica de Cristo; inculcan el deber de la obediencia
hacia los superiores eclesiásticos, y previenen contra el
peligro de la herejía y del cisma. Pero aún
está distante de los Padres apostólicos el
pensamiento de formular los principios fundamentales del
cristianismo en forma teológica, o la doctrina de un dogma
particular; esto será obra de los apologistas del siglo
II.

Los escritos que hasta hoy se conservan de los Padres
apostólicos son:

  • La Didaké,

  • La Epístola de San Clemente de Roma a los
    Corintios

  • Las siete cartas de San Ignacio de
    Antioquía

  • Los fragmentos de Papías de
    Hierápolis

  • La Epístola de San Policarpo de Esmirna a los
    Filipenses

  • El Pastor de Hermas

  • La Epístola de Bernabé.

Biografía
de los Padres Apostólicos, sus obras y sus aportes a la
Iglesia

Presentaremos a continuación una breve
reseña de los Padres Apostólicos, sus obras, sus
escritos y sus aportes a la Iglesia.

La Didaké o Doctrina de los doce
apóstoles

Aunque no conocemos su autor, la Didaké
figura por derecho propio en las colecciones de los Padres
apostólicos ya que varios de ellos, en sus escritos, la
mencionan y la citan. Es el escrito cristiano no canónico,
más antiguo que conocemos, anterior incluso a algunos
libros del Nuevo Testamento. La obra estuvo perdida durante
varios siglos y sólo se conocían algunos
fragmentos, hasta que en el año 1873 fue descubierta en
una biblioteca de Constantinopla por el arzobispo Filoteo
Briennios. Su fecha de composición es aproximadamente
entre los años 70 y 165. Dada la importancia de este
escrito, en el siglo III llega hasta ser citada por Clemente de
Alejandría como escritura divinamente
inspirada.

La Didaké consta de 16 capítulos que
podemos dividir en tres partes: La primera comprende los seis
primeros capítulos, y contiene lo que se llama el
documento de los dos caminos, según el cual hay
dos caminos, el de la vida y el de la muerte (en términos
de salvación). La segunda parte contiene una serie de
instrucciones litúrgicas, y la tercera contiene una
especie de manual de disciplina. (Pueden ver en este mismo
blog el artículo completo de "La
Didaké"
).

San Clemente de Roma

Fue el cuarto obispo de Roma entre los años 92 y
101, después de San Pedro, San Lino y San Anacleto.
Gozó de gran fama en la antigüedad cristiana, a pesar
de no conservarse más que una de sus obras: La Carta a
los Corintios
, que escribió en el año 96, y
que la Iglesia siríaca la consideró
canónica.

Su carta a los corintios exhala en ella piedad y bondad
y logra sus fines: reconciliar a los fieles de Corinto (Grecia)
con sus pastores. Es el primer documento en el que se ve a la
Iglesia romana intervenir con autoridad en los asuntos de otra
Iglesia. Dos puntos importantes se destacan en este escrito: el
primero es la exhortación a los cristianos de Corinto
contra la envidia y los celos, recomienda la humildad y la
obediencia, y remite a los modelos del Antiguo Testamento. El
segundo punto es la exposición del orden querido por Dios
para la Iglesia, que estaba prefigurado ya en el Antiguo
Testamento y establecido para nosotros por Cristo y los
apóstoles. Habla de la jerarquía
eclesiástica y muestra la necesidad de estar sometidos a
la autoridad de los presbíteros.

San Ignacio de
Antioquía

Nació en Siria y, siendo obispo de
Antioquía, fue conducido de Siria a Roma para ser
despedazado por las bestias en el anfiteatro. Durante este viaje
escribió siete cartas: tres desde Tróade y cuatro
estando en Esmirna. Desde Tróade escribió a la
Iglesia de Esmirna, a su obispo Policarpo, y a la Iglesia de
Filadelfia. Desde Esmirna escribió a las comunidades de
Asia menor: Éfeso, Magnesia y Tralles, con objeto de
darles las gracias por haberle enviado una delegación para
saludarle en el viaje hacia el martirio. Y luego escribió
otra carta a los romanos suplicándoles que no hiciesen
diligencia alguna ante el emperador para alcanzar su libertad, si
no que por el contrario, le permitiesen ser imitador de la
pasión de Cristo. Dice: "Por lo que a mí me
toca, escribo a todas las Iglesias y a todas les encarezco que yo
estoy pronto a morir de buena gana por Dios, con tal de que
vosotros no me lo impidáis. Yo os suplico: no
mostréis para conmigo una benevolencia oportuna.
Permitidme ser pasto de las fieras, por las que me es dado
alcanzar a Dios. Trigo soy de Dios, y por los dientes de las
fieras he de ser molido, a fin de ser presentado como pan
inmaculado de Cristo
". Murió en el año 107,
bajo la persecución del emperador Trajano.

San Ignacio de Antioquía fue el primero en
emplear la expresión: Iglesia Católica.
Después de San Pablo y de San Juan, San Ignacio es uno de
más antiguos teólogos, junto con San Ireneo de
Lyon, lo cual nos hace venerable esta voz no es tanto su
antigüedad, sino el tono personal, apasionado y penetrante
que la distingue entre todas las demás; voz que no ha
dejado de resonar a lo largo de los siglos.

Papías de
Hierápolis

Nació cerca de los años 70. Fue alumno de
San Juan y más tarde llegó a ser obispo de
Hierápolis, al Este de Éfeso. Pudo haber conocido a
Felipe, de quien dice la tradición que murió en esa
ciudad. Papías escribió hacia el año 130
cinco libros titulados: Explicación de los discursos
del Señor
, en el cual dice que cuidó de
preguntar a los antiguos las palabras exactas de Jesús. De
sus obras no quedan más que pequeños fragmentos,
uno de los cuales se refiere al origen de los dos primeros
Evangelios, y otros a sus grandes personajes, en los que menciona
dos veces a San Juan. Otros fragmentos contienen narraciones,
como por ejemplo, la de José, llamado Bernabé, que
bebió el veneno sin que le hiciese el menor daño, y
la del fin miserable del traidor Judas. Murió
aproximadamente en el año 155.

San Policarpo de Esmirna

Nació aproximadamente en el año 69 o 70 y
recibió el bautismo en la infancia. San Ireneo afirma que
Policarpo recibió las enseñanzas de los
apóstoles, y que éstos lo constituyeron obispo de
Esmirna hacia el año 110. Ignacio reconoció a
Policarpo como varón apostólico y le
recomendó su rebaño.

Policarpo fue de un temperamento suave y moderado, amigo
de la paz y de la mansedumbre, y así debieron ser sus
homilías al pueblo. Hay un solo pasaje en su carta en el
que muestra dureza: "El que niegue a Jesús y no lo
admita en el testimonio de su cruz, y el que tergiverse sus
palabras para satisfacer sus concupiscencias, procede del diablo
y es el primogénito de Satanás
".

Policarpo remitió a la Iglesia de Filipos las
cartas de San Ignacio y adjuntó la presente suya, de las
cuales decía: "podréis sacar gran provecho,
pues están llenas de fe, de paciencia y de toda
edificación en nuestro Señor
".

Meditó muchas veces el Evangelio, las cartas de
San Pablo, de San Juan y de San Pedro, y hasta leyó las de
San Clemente de Roma, y con citas de todas ellas
entretejió sus recomendaciones a los fieles de
Filipos.

En el año 154 viajó a Roma para discutir
con el Papa Aniceto sobre la fijación de la fecha de la
pascua cristiana; y en la persecución del emperador Decio
fue arrestado y llevado ante el gobernador y, al serle ofrecida
la libertad si maldecía a Cristo, contestó:
"Ochenta y seis años he servido a Cristo y Él
nada me ha hecho, sino el bien. ¿Cómo pues,
podría yo maldecirle a Él, mi Señor y
Salvador
?". Fue quemado vivo, y como las llamas lo
lamían sin querer quemarlo, fue preciso apuñalarlo
en la hoguera para terminar de darle muerte el 23 de febrero del
año 155.

El Pastor de Hermas

Entre los Padres apostólicos se incluye
también una obra de carácter apocalíptico
que se conoce como El Pastor de Hermas, y es la
más extensa en este grupo de escritos. Al parecer, Hermas
vivió a finales del siglo I y durante la primera mitad del
siglo II. Su obra consiste en una recopilación de
materiales procedentes de distintos períodos en su labor
como profeta o predicador de la Iglesia romana. La principal
preocupación de Hermas parece haber sido la falta de celo
y dedicación de algunos hermanos, pero sobre todo el
problema de los pecados post-bautismales, es decir, de aquellos
pecados cometidos después de la conversión y el
bautismo, pues eran muchos los que habían caído en
apostasía a causa de las persecuciones, aunque que luego
se habían arrepentido sinceramente de sus
flaquezas.

Para Hermas, el cristianismo parece ser antes que nada
una serie de preceptos que debemos seguir. Así, toda su
obra, inclusive sus visiones y sus parábolas, tiene el
carácter de mandamiento práctico. Aparece en Hermas
un gran énfasis en el pensamiento cristiano sobre la
doctrina de si "es posible hacer más de lo que
requiere el mandamiento de Dios, y así lograr una mayor
gloria
". (Pueden ver en este mismo blog el
artículo completo de "El pastor de
Hermas"
).

La Carta de Bernabé

Se asignó en un principio a San Bernabé y
gozó de mucho prestigio durante y dentro de la comunidad
primitiva. Sólo las investigaciones posteriores han dejado
claro que no se trata de Bernabé, y por lo tanto es de
autor anónimo. La carta fue redactada en
Alejandría, entre los años 130 y 131, ya que su
estilo literario de tendencia alegórica es muy propia de
los ambientes alejandrinos de aquellos tiempos.

Esta carta es un breve tratado destinado a poner en
guardia a los cristianos frente a los peligros de los
judaizantes, aquellos cristianos convertidos del judaísmo
que añoraban las prácticas de la ley mosaica, y que
pretendían exigirlas también a los seguidores de la
nueva ley. Con este motivo, el autor se detiene en la primera
parte a desentrañar las prefiguraciones de Jesucristo y su
misión, que estaban depositadas a manera de ejemplos en el
Antiguo Testamento, como por ejemplo: Jesús prefigurado en
Moisés, en Isaac y en la serpiente de bronce levantada en
el desierto. Hace además un gran énfasis en el
sentido que Dios quiso dar a las Escrituras y a la ley, que era
sobretodo el sentido espiritual y no el material y carnal, como
lo tomaron los judíos apartándose así del
verdadero Espíritu que contenían estos mandatos,
por ejemplo, "la verdadera circuncisión es la de los
oídos y la del corazón
". En la segunda parte
habla de la doctrina de los dos caminos, lo cual parece
tomado de la Didaké, a menos que ambos escritos tengan
como fundamento una misma fuente anterior.

Los Padres
Apologistas: el marco histórico

Desde la mitad del siglo II hasta finales del siglo III
surgen en la Iglesia los Padres Apologistas. Fueron los primeros
defensores públicos de la fe. Eran sabios cristianos que
con sus escritos defendieron la doctrina de la Iglesia y el culto
cristiano. Y así pusieron de manifiesto la Santidad de la
Iglesia.

Se trata de una época especialmente interesante,
puesto que estos hombres tuvieron que hacer frente a grandes
peligros que amenazaban, cada uno a su modo, la existencia misma
de la Iglesia. Un doble peligro, de carácter externo,
está representado por el rechazo del Evangelio por parte
de los judíos y por las cruentas persecuciones de las
autoridades civiles.

Los primeros cristianos tenían la conciencia de
ser los continuadores del verdadero Israel y de ser, a
su vez, el grupo en el cual se habían realizado plenamente
las antiguas promesas. San Justino dice acerca de los cristianos:
"Esta raza es nueva y antigua: es antigua, porque cuantos han
vivido antes de Cristo la han prefigurad;, es nueva porque todo
aquello que Dios había establecido comienza a
realizarse
". Las primeras persecuciones de la Iglesia en
Palestina fueron causadas por el odio de los judíos hacia
los cristianos, y en este período el judaísmo
conservaba su antigua actitud de enemistad, al mismo tiempo que
su doctrina y sus costumbres fueron penetrando en el campo
cristiano, haciéndose necesaria una actividad de defensa y
clarificación.

Por otra parte, se habían difundido entre los
gentiles perversas calumnias contra los cristianos
acusándolos de ateísmo, canibalismo, infanticidio,
incesto, hechicería, y muchas otras cosas, puesto que los
consideraban como un grupo cerrado en sí mismo y
practicante de extraños ritos, rígidos en su vida
moral y obstinados en el rechazo del culto a los dioses, por lo
cual atraían sobre sí la ira, el desprecio, el odio
y las calumnias del pueblo. Es así como en el ambiente
intelectual de la época, algunos filósofos y
escritores paganos, habiendo conocido mejor la naturaleza del
cristianismo, tomaron posición contra él, como por
ejemplo, el De morte peregrini, de Luciano de Samosata,
que es una caricatura de la situación de los cristianos,
en tono satírico, reduciendo a los cristianos a una secta
de ingenuos y de tontos que se dejan engañar de unos
cuantos embaucadores.

Además de la persecución externa, otro
peligro más insidioso y mucho más grave fue la
aparición de herejías en el seno mismo de la
Iglesia. Se trata fundamentalmente de dos errores: el gnosticismo
y el montanismo. El gnosticismo trataba de dar una
explicación racional de la fe, adaptándola a la
cultura de su tiempo y acogiendo los mitos de las religiones
orientales. Para esto no dudan en mutilar gravemente los libros
sagrados, rechazan arbitrariamente los pasajes que les estorban,
y se inventan revelaciones de las que sólo ellos
serían depositarios. El montanismo, que es llamado
así por su fundador, Montano, esperaba de un momento a
otro el fin de todas las cosas y proponía a los cristianos
el alejamiento completo del mundo, concebido como lugar de
perdición. Se mostraban muy rigurosos frente a los que
habían pecado, y quienes no se adherían a sus ideas
eran considerados como extraños a la Iglesia.

¿Quiénes son los Padres Apologistas y
cuáles son sus escritos?

En estas circunstancias, el Espíritu Santo, que
asiste invisiblemente a su Iglesia según la promesa de
Cristo cuando le dijo a Pedro: "Tú eres Pedro, y sobre
esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del
infierno no prevalecerán contra ella"
(Mt. 16, 18),
impulsó a algunos hombres cristianos que defendieran la fe
de la Iglesia con sus apologías, que eran escritos con el
propósito de deshacer las calumnias que se propagaban
acerca del cristianismo y de informar acerca de la verdadera
naturaleza de esta nueva religión. A diferencia de los
escritos de los Padres apostólicos, que iban dirigidos a
las comunidades cristianas para su instrucción y
edificación, estas apologías iban dirigidas
generalmente a un público no cristiano.

Estos autores se suelen agrupar bajo el nombre de
Apologetas, aunque no siempre su intención se
limitaba a la simple apologética o defensa del
cristianismo: en muchos de estos escritos hay además una
verdadera intención misionera y catequética, con el
propósito de ganar adeptos para el cristianismo entre
aquellas personas que se interesaban por el peculiar modo de vida
de los cristianos.

La apología se presenta en dos formas: en escrito
defensivo, dirigido directamente a las autoridades
políticas y al mismo emperador, e indirectamente a la
opinión pública, sobre todo a los paganos cultos; y
también en forma de diálogo, para resaltar las
diferencias entre el judaísmo y el cristianismo, y la
superioridad de este último.

Los apologistas, al pretender expresar el mensaje
cristiano de una manera clara y atractiva para los no cristianos,
lo hacen en lo posible según las características
mentales de la propia época. La apologética
representa así el primer intento de verter el cristianismo
a los modos de pensar de la cultura griega. En este intento de
adaptar el cristianismo a la mentalidad grecorromana, se les da
prioridad a aquellos aspectos que podrían ser comprendidos
con mayor facilidad dentro de esa mentalidad, como por ejemplo,
la bondad de Dios manifestada en el orden del universo, su
unicidad, la excelencia moral de la vida cristiana y la esperanza
de la inmortalidad. Por esta razón, los misterios de la
salvación por Cristo crucificado y resucitado, que los
paganos más difícilmente podían comprender,
quedan como en un segundo plano. De ahí que la
aportación más importante de la apologética
cristiana primitiva es la de que Dios es el Dios universal y
salvador de todos los pueblos, sin que ante Él exista la
distinción entre judíos y griegos. Los apologetas,
al recoger la doctrina del Dios único y salvador de todos
los hombres, aseguraron el triunfo definitivo del cristianismo
frente al politeísmo pagano.

Principales Padres Apologistas

Entre los Principales Padres Apologistas tenemos a: San
Justino, San Teófilo de Antioquía, San Ireneo de
Lion, y San Cipriano. A continuación detallamos una
pequeña reseña de San Justino, San Teófilo
de Antioquía, San Ireneo de Lion y San
Cipriano.

San Justino

Nació en el año 100, descendiente de una
familia helénico-pagana. Fue llamado el
filósofo y mártir por Tertuliano y otros
escritores antiguos. Filósofo, por su amor apasionado a la
verdad. Mártir, porque aceptó con absoluta
fidelidad la revelación divina y dio testimonio de ella
con la vida, con la palabra y después con su sangre. Es
considerado como el más grande apologista del siglo II.
Fundó una escuela en Roma, en la que tuvo por
discípulo a Taciano.

Justino estaba convencido de que el cristianismo era
odiado y perseguido porque era desconocido o mal conocido, por
eso buscó exponer la doctrina cristiana, y en sus dos
apologías, dirigidas una al emperador Antonino Pío
y otra a sus sucesores Marco Aurelio y Lucio Vero, suplicaba que
cuando juzgara a los cristianos se dejara llevar por la justicia,
la piedad y el amor a la verdad.

San Justino también escribió el
Diálogo de Trifón, dirigido a los
judíos que eran hostiles a la religión cristiana, a
la cual consideraban como una deformación de la
religión judía. Basándose en el Antiguo
Testamento, Justino buscó demostrar a los judíos
que su religión, aunque no es errónea, es
incompleta, porque no reconocieron en Jesucristo al Mesías
prometido. Fue decapitado junto con otros seis mártires en
Roma hacia el año 165 por orden de Junio
Rústico.

San Teófilo de
Antioquía

Nació junto al río Éufrates y fue
educado en la cultura helénica. Se convirtió ya
adulto al cristianismo y llegó a ser después obispo
de Antioquía. Escribió tres libros a
Autólico, en los que intenta mostrar a su amigo
la verdad del cristianismo. En el primer libro trata de la
esencia de Dios, de la providencia, de la fe en la
resurrección y de la necedad de la idolatría; en el
segundo de la interpretación del Antiguo Testamento; y en
el tercero habla de la excelencia moral del cristianismo.
Según Teófilo, sólo el alma pura puede
conocer a Dios. "El alma del hombre es como un espejo, que
sólo cuando está limpio refleja la imagen de quien
se coloca frente a él
". De los demás libros
que escribió no se conserva ninguno. Fue el primero que
utilizó la palabra Trinitas aplicándola a
la divinidad, y el nombre de Madre como título de
la Iglesia. Murió en el año 180.

San Ireneo de Lion

Nació cerca del año 130. Es uno de los
Padres más importante de los tres primeros siglos. Fue
discípulo de San Policarpo de Esmirna y, siendo
presbítero de la Iglesia de Lion, fue enviado a Roma para
tratar con el Papa San Víctor I algunas cuestiones
relativas al montanismo. A su regreso a Lion encontró que
Potino, su obispo, había sido víctima de la
persecución junto con otros conciudadanos, y fue nombrado
para sucederle como obispo de esa ciudad.

San Ireneo ha sido considerado como uno de los primeros
teólogos de la Iglesia, ya que fue uno de los primeros
escritores de la antigüedad cristiana que reflexionó
con una cierta sistematización los temas fundamentales de
la fe cristiana y elaboró una primera síntesis de
la doctrina cristiana. Se le conoce especialmente por sus
escritos contra los gnósticos. Escribió muchos
libros, pero sólo dos de ellos han llegado a nosotros:
Denuncia y refutación de la falsa gnosis, llamada
comúnmente Adversus Haereses; y
Demostración de la predicación
apostólica
, llamada también
Epídeixis. Murió en el año
200.

San Cipriano

Nació en Cartago, África, en el año
205. Después de su conversión al cristianismo,
hacia el año 246, decidió llevar una vida austera;
distribuyó sus bienes entre los pobres y se hizo
sacerdote. Fue elegido obispo cuando estaba a punto de estallar
la persecución de Decio en el año 250, por lo cual
tuvo que huir a un lugar seguro para continuar dirigiendo a su
comunidad a través de sus escritos y acciones. Se opuso a
la validez del bautismo administrado por los herejes.
Escribió muchas obras, entre las más importantes
están: Ad Donatum, Ad Demetrianum, De Ecclesiae
unitate, De Lapsi
, y alrededor 83 cartas.

El mayor aporte que Cipriano nos dio es su doctrina
sobre la Iglesia, a la cual consideraba como el único
camino de salvación, y la compara con el arca de
Noé y también con la multitud de granos que forman
un sólo pan Eucarístico. Sufrió el martirio
durante la persecución de Valeriano en el año
258.

Escritores Eclesiásticos
Apologistas

Existen también apologistas que no cumplen con
las cuatro condiciones para ser considerados Padres de la Iglesia
y son llamados escritores eclesiásticos, ya que
ayudan de gran manera a esclarecer el misterio de Cristo, como
por ejemplo: Tertuliano, Orígenes, Clemente de
Alejandría, Lactancio, Eusebio de Cesarea y Taciano, entre
otros. Entre estos sobresalen Clemente de Alejandría,
Tertuliano y Orígenes.

Clemente de Alejandría

Nació en el año 150 en Alejandría,
Egipto o, según otros, en Atenas. Era hijo de padres
paganos. Buscando algo que apagara su sed de conocer la verdad,
abrazó el cristianismo y viajó por Grecia, Italia,
Siria, Palestina y Egipto, estableciéndose por fin en
Alejandría, cautivado por un gran maestro de la doctrina
cristiana, San Panteno, jefe de la famosa Escuela
Catequística de aquella ciudad. Allí recibió
la ordenación sacerdotal, y al partir su maestro para las
Indias, Clemente le sucedió en la dirección de
aquella primera escuela cristiana en el año 189. Entre sus
discípulos se encontraba Orígenes, al que puso a
cargo de la Escuela cuando tuvo que huir bajo la
persecución de Septimio Saverio. Escribió la obra
Exhortación a los griegos, a los cuales se
propone convencer para inducirlos a la verdadera religión,
haciéndoles ver la estupidez de las creencias paganas.
Murió en el año 215.

Tertuliano

Nació alrededor del año 150, de padres
paganos, en Cartago, África. Llegó a ser un abogado
famoso en Roma y conocía perfectamente el latín y
el griego. Convertido al cristianismo a la edad de 40
años, regresó a Cartago y allí se
dedicó a la labor literaria poniendo todo su talento al
servicio de la nueva fe y defendiéndola de los ataques de
los perseguidores y de los herejes. Es el primer escritor latino
cristiano y fundador de la teología latina. Con Tertuliano
comenzó a forjarse el vocabulario teológico que
pasó a ser patrimonio de la Iglesia Occidental. Defiende
sin concesiones la pureza de las costumbres cristianas, pero
luego abandonó la comunión con la Iglesia
católica para hacerse montanista, que respondía a
su cristianismo muy rígido. Murió en el año
220.

Orígenes

Nació en el año 185 en Alejandría,
en donde su padre Leónidas padeció el martirio, y
durante treinta años dirigió la célebre
Escuela Catequística de Alejandría,
llevándola a su mayor florecimiento. Es, después de
San Agustín, el máximo representante de la antigua
literatura cristiana. Fue un prolífico escritor que
ocupaba a veces hasta veinte copistas. San Epifanio le atribuye
6000 libros, Eusebio más de 2000 y San Jerónimo
cita más de 800. Entre los más importantes tenemos:
Contra Celso, De principiis y Exhortación al
martirio
, dirigida a dos amigos a quienes exhortaba a
resistir con constancia. Orígenes murió en
Palestina como resultado de su encarcelamiento y tortura bajo el
emperador Decio, en el año 253.

Marco
Histórico de los Padres de la Iglesia del Siglo IV y V: la
edad de oro

El fin de la época de los Padres apologistas
comienza con un período de florecimiento que se inicia con
el Concilio de Nicea en el año 325, y concluye con el
concilio de Calcedonia en el año 451. Es la época
de un gigantesco esfuerzo por la completa evangelización
del mundo antiguo, a la cual se le llama Edad de oro de los
Padres
.

A comienzos del siglo IV nuevos panoramas se abren a la
vida de la Iglesia. Después de casi tres siglos de
persecuciones comienza un largo período de paz que
facilitó extraordinariamente la expansión y el
desarrollo del cristianismo. La fecha clave de este cambio se
sitúa en el año 313, cuando el emperador
Constantino, agradecido al Dios de los cristianos por la victoria
militar que le aseguró el dominio del Imperio romano,
promulgó el edicto de Milán con el que
quedaron revocadas las leyes contrarias a la Iglesia. A partir de
entonces, el cristianismo quedaba reconocido como religión
y se le permitía a sus adeptos trabajar en las estructuras
del estado. Más tarde, el emperador Teodosio, en el
año 380, prohibió el culto pagano y el cristianismo
fue declarado como religión oficial del imperio
Romano.

Con la llegada de la paz religiosa, los cristianos
pudieron edificar sus propias iglesias. Fueron levantadas las
grandes basílicas en Roma, como las de San Juan de
Letrán, San Pedro y San Pablo; y en Palestina, la
basílica de la Natividad en Belén, y las del Santo
Sepulcro y Monte de los Olivos, en Jerusalén. Al mismo
tiempo se emprendió la evangelización progresiva de
la gente del campo. En esta obra de evangelización
destacaron los monjes, como San Antonio Abad y San
Benito.

También fuera de los territorios sometidos al
Imperio Romano se propagó con fuerza el cristianismo, pero
luego se frenó por la proliferación de
herejías en torno a los dos grandes misterios centrales de
la fe: el de la Santísima Trinidad y el de la
Encarnación.

El misterio de la Santísima Trinidad se discute
en el siglo IV y comienzos del siglo siguiente contra el
arrianismo, el cual negaba la igualdad substancial entre el Padre
y el hijo, poniendo a Jesucristo inferior al Padre. Esta
herejía fue combatida en el Concilio de Nicea y en el de
Constantinopla I en los años 325 y 381.

El misterio de la Encarnación, se discute en el
siglo V contra el nestorianismo y el monofisismo. El
nestorianismo hacía de Jesucristo un hombre
perfectísimo, habitado por la divinidad, pero solo hombre.
Esta herejía fue condenada en el Concilio de Éfeso,
en el año 431, en donde se declara la divinidad de
Jesús y la maternidad divina de María.

El monofisismo afirmaba que tras la unión del
Verbo con la carne, la naturaleza humana de Cristo había
sido absorbida por el Verbo, o al menos disminuida, lo cual es
condenado en el Concilio de Calcedonia del año 451, en
donde se declara el dogma de la unión hipostática
de las dos naturalezas de Cristo: humana y divina, en la segunda
persona de la Santísima Trinidad.

Casi todas las grandes controversias teológicas
se originaron en el Oriente cristiano y allí, en efecto,
se resumieron en los cuatro primeros Concilios ecuménicos.
La única discusión teológica desarrollada en
occidente fue promovida por Pelagio, que negaba la existencia del
pecado original y afirmaba que la gracia no era necesaria para
hacer el bien. Esta herejía fue rebatida por San
Agustín, la cual fue condenada por un Concilio
provincial.

Gracias al influjo del Espíritu Santo sobre los
Santos Padres, de manera que pudieran cumplir con la
misión de defender y exponer la genuina fe de la Iglesia,
y a los Concilios ecuménicos en los que los obispos se
reunieron para dilucidar tan graves cuestiones teológicas,
la fe de la Iglesia salió indemne y fortalecida e hicieron
que fuera más consciente y vívida en la
práctica.

Los Padres Orientales

Son muchos los Padres de la Iglesia en este
período, pero los más importantes son aquellos a
los que se les atribuye el titulo de Doctor
eclesiástico,
tanto Padres Orientales como Padres
Occidentales o Latinos.

Los considerados como más destacados son los
siguientes:

San Basilio Magno

Nació en Cesarea de Turquía el año
329. Basilio significa Rey y perteneció a una
familia de santos. Estudió en Atenas y Constantinopla. Fue
retórico, monje y obispo de Cesarea; un gran predicador e
interprete de la Biblia, maestro de ascética y legislador
del monacato Oriental; por esto se le considera como el precursor
de la vida monástica en Oriente.

Después de haber recibido la ordenación
Sacerdotal, Basilio fue llamado a regir la diócesis de
Cesarea de Capadocia y tuvo que dedicarse a defender el dogma
cristiano contra el arrianismo, que se había vuelto
poderoso por el apoyo del emperador Valente. Basilio, al igual
que San Atanasio, supo apoyarse en la autoridad del Romano
Pontífice para desenmascarar este error.

El tema que trataba con más frecuencia y con
más fuerza era el de la caridad y el de la ayuda a los
hermanos necesitados. De San Basilio son aquellas famosas
palabras: "Óyeme cristiano que no ayudas al pobre:
tú eres un verdadero ladrón si pudiendo ayudar no
ayudas
". Pero no se contentaba sólo con las palabras:
en las puertas de Cesarea dio vida a una autentica ciudad de la
caridad con hospicios, orfelinatos, hospitales, laboratorios y
escuelas artesanales. Basilio murió en Capadocia,
Turquía, en el año 379.

San Gregorio Nacianceno

Partes: 1, 2

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