Monografias.com > Uncategorized
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Las piruetas de la vida (página 2)




Enviado por Maite Valderrama



Partes: 1, 2

Pero según la doctrina eclesiástica, el
hombre lleva en sí otra herencia, que es el pecado
original. Dice que esta herencia ha venido a nosotros los hombres
a través de los ángeles caídos y los
primeros hombres mediante la "reproducción". Y a causa de
la así interpretada "unidad del género humano"
(Tomás de Aquino), este pecado original le es
atribuído a cada hombre también como "culpa
personal", siendo este proceso un "misterio", "que no podemos
comprender completamente" (versión alemana del Catecismo
de la Iglesia Católica, Nr. 404, p. 134).

De acuerdo con las doctrinas eclesiásticas, esta
culpa se liquida mediante el bautizo, también en el caso
del recién nacido (según p.ej. los Escritos
Confesionales Protestantes, Ap. II).

Al mismo tiempo "se sella" que es lo mismo que se
documenta (Ep. XI), que el bautizado ya pertenece a los que
están predestinados para la gloria, -y habría que
añadir- mientras que no abandone la iglesia más
tarde. De esto se reconoce cómo en las iglesias
institucionales todo está relacionado: El bautismo y la
gloria eterna o el pecado original y la condenación
eterna.

Repuesta del profeta:

¿Y cómo puede comprender esto un hombre
que busca a Dios? No se puede entender con la razón, y
todavía menos con el corazón. ¿No es
así entonces que al feligrés no le queda otro
remedio que acogerse "callada y humildemente" a la chispa de fe
que le queda? Más de uno se confiará con su fe al
cura, al sacerdote y al pastor que le habían transmitido
esto, en la esperanza de que este por lo menos lo comprenda y
posea la visión de todo. El hecho de que este no
desenredará a su feligrés la madeja ni
levantará el velo del misterio ¿no le convierte en
una especie de guardián del secreto o del tesoro? Y con
tal nimbo ¿no se está procurando más
poder?

A cualquiera que piense razonablemente le tienen que
surgir preguntas, a no ser que la persona ya se haya acostumbrado
a no seguir preguntando o incluso a no pensar más. Por
ejemplo ¿por qué un alma, supuestamente
recién creada por Dios está cargada al mismo tiempo
con el pecado original? ¿Y qué Dios es ese que
además de estas pésimas condiciones de partida
pésimas prevé a condenación eterna? Aunque
no la determinara para unos y otros sino solamente la previera
desde el momento de la creación de Su criatura
recién nacida, ¿no sigue siendo esto una
contrariedad para el individuo amenazado de ser
condenado?

El amigo de Cristo:

Por eso Martín Lutero advirtió de no
ocuparse demasiado de estas preguntas. Mejor sería,
hablando según el sentido de lo que dijo, creer en haber
sido elegido uno mismo para la salvación y anclarse a
ello.

El profeta:

¿Para qué entonces todas estas
interpretaciones? ¿Para qué por ejemplo el bautizo
de los recién nacidos con el fin de anular el pecado
original, teniendo en cuenta que, como Lutero enseña, unos
ya están previstos para la reprobación eterna y
otros para el Cielo? ¿Para qué han de pagar el
impuesto a la iglesia los que ya están destinados a ser
reprobados eternamente si de todas formas serán entregados
a la reprobación, esto es a la condenación eterna?
Y a todos aquellos que Dios hubiese previsto para el Cielo no les
haría falta ya la institución eclesiástica,
puesto que Dios de partida ha predestinado para ellos el
Cielo.

¿Para qué entonces la fe en Dios si El ya
lo ha predestinado todo? ¿Para qué rezar a ese Dios
que distingue entre estos dos grupos? ¿Para qué
desarrollar valores éticos y morales si la suerte de uno
de los grupos de almas ya está echada para la
reprobación y condenación eterna y el otro grupo va
de todas formas al Cielo? ¿Por qué hacer uso de los
sacramentos, cuando por los "designios" del Eterno todo ya
está predestinado, tanto el destino como el Cielo? Si
entonces Dios ha dictado supuestamente la sentencia para cada uno
de nosotros en el momento de la creación del alma, o por
lo menos lo ha previsto así, ¿para qué
tienen que creer los hombres en la misericordia?

Si todo esto nos está predestinado sin que el
individuo pueda hacer algo para cambiarlo, sería
preferible que cada uno disfrutara de la vida como pueda, sin
frenarse, obteniendo beneficio, ventajas y toda clase de placeres
intentando engañar a los demás, ya que para el
condenado todo lo agradable se terminará de todas formas
al final de su vida terrenal.

El amigo de Cristo:

Los escritos confesionales protestantes me han aclarado
que no puedo orientarme ni por la "razón" ni por la "Ley
de Dios" sino de que Dios quiera apiadarse de "todos". Y por
último podría referirme a Pablo, quien apela
primeramente a la "penitencia" y a la "obediencia a Dios" antes
de hablar de la "elección eterna" de Dios, según la
cual al fin y al cabo no todos están elegidos para la
salvación (Ep.XI).

Respuesta del profeta:

Con lo que dices la confusión sería
perfecta. Según mi entender todo esto carece de
lógica. Sin embargo, Dios es lógico, pues El es el
logos y con ello la Sabiduría. Dios no ha colocado a
ningún hombre un pecado original en su cuna o ha admitido
el que a uno de Sus hijos se le implantara esta carga desde un
principio y encima sea culpable por ello. Repito: Cada hombre
lleva en sí la herencia divina. En un sentido muy amplio
se podría considerar como pecado original el
ensombrecimiento de la luz divina como una cierta culpa parcial
de la caída, en el momento en que un ser puro va a
encarnarse o un ser de la caída se ha apartado de
Dios.

Dios ha dado a Su hijo la libertad para pecar contra Su
herencia divina o para esforzarse en recuperarla dejando el
pecado paso a paso y entregándose a los mandamientos de
Dios. Esto es la ley del libre albedrío.

El amigo de Cristo:

Dices que Dios ha dado a Su hijo la ley del libre
albedrío, pero en la enseñanza protestante leo otra
cosa. La iglesia protestante dice que solamente tengo el libre
albedrío en las cosas "que entiende la razón"
(Confesión XVIII de Augsburgo). Sin embargo en cuestiones
de fe y salvación no tengo libre albedrío. O bien
el Espíritu Santo produce en mí la recta fe o no la
produce. La confesión protestante cita aquí otra
vez a Pablo que escribió: "El hombre natural no percibe
las cosas del Espíritu de Dios" (1. Cor. 2,14).

También Martín Lutero se remite, como ya
se ha dicho, a Pablo, comparando al hombre con un "animal de
monta", que es montado o bien por Dios o por Satanás. En
este contexto anuncia también para un grupo la
predestinación divina a la gloria eterna y para el otro
grupo la predestinación divina a la condenación
eterna. No posee pues la libre voluntad para decidirse por uno de
los dos jinetes.

Lutero lo escribe literalmente así: "Y no tiene
la libertad de decisión para correr hacia uno de los
jinetes o buscarlo, sino que los jinetes mismos se disputan para
sujetarlo y poseerlo". (De servo arbitrio, Edición alemana
de Weimar, p. 635).

Y siguiendo a Lutero la iglesia luterana protestante
enseña la falta del libre albedrío en cuestiones de
fe. Sólo sobre la predestinación de algunos
individuos para la condenación eterna algunos escritos
confesionales de la iglesia suavizan la enseñanza del
fundador y enseñan sólo la "providencia". Por
consiguiente Dios no predestina a nadie a la condenación
eterna, pero El ve por adelantado -según la
argumentación por parte de la iglesia- todo lo que ocurre,
así pues también al fin y al cabo quién
será condenado eternamente.

Respuesta del profeta:

Oigo decir que Lutero ha enseñado y que sus
seguidores confesionales han suavizado su enseñanza.
¿Qué significa eso? ¿Se ha equivocado
Lutero? Entonces hay que cuestionar el contenido de verdad de lo
que ha enseñado Lutero. ¿Qué partes de su
enseñanza pueden ser en consecuencia también
erróneas? ¿Hasta qué punto es veraz la
enseñanza de la iglesia?

El Espíritu de Dios nunca se equivoca. Lo que
enseñó y volvió a enseñar a
través de Su hijo, que siendo Jesús
enseñó desde la ley de Dios, es lo mismo ayer y
hoy, porque es la verdad. Dios es el Eterno, Absoluto, y Su ley
es eterna y absoluta, invariable. Eso es la seguridad, y de ello
podemos fiarnos.

Aunque en este mundo la equivocación y el
engaño sean muy grandes, hay Uno que nunca Se equivoca ni
Se deja engañar. Y por eso tampoco El nunca será
una desilusión para aquel que se dirija a El como Su hijo
que le llama y que da los pasos que El nos indicó a
través de Jesús, por ejemplo en el Sermón de
la Montaña.

Si es verdad lo que has expuesto sobre la
enseñanza protestante luterana, entonces para mí
está muy alejada de la verdad, de la realidad
auténtica. Día tras día experimento la Voz
del corazón. Ella es amor, bondad, benevolencia y ayuda, y
dice: todos, absolutamente todos, volverán a Dios, nuestro
Padre eterno, a través de Cristo, nuestro Redentor. Sin
embargo cada uno es responsable de lo que piensa, dice y hace. A
través del amor eterno de Dios y a través del
destello redentor en cada alma todos reconocerán
algún día su verdadero origen, que es la libertad y
que desemboca en Dios. Algún día aspirará a
esta libertad, incluso aunque tenga tras de sí muchos
golpes del destino y encarnaciones.

Cada hombre que cree en Dios y no en el Dios de las
instituciones eclesiásticas, algún día
reconocerá que el contenido de los mandamientos de Dios y
del Sermón de la Montaña son el camino al reino de
los Cielos. Quien aspira a cumplir los mandamientos de Dios y el
Sermón de la Montaña experimenta que él es
el templo de Dios y que Dios, el gran amor, vive en El. Para ello
no es necesaria la aparatosa pomposidad de las instituciones
eclesiásticas.

No es de extrañar que cada vez haya más
ateos, pues quien ponga en funcionamiento su sensatez para
reflexionar sobre lo que las instituciones eclesiásticas a
veces enseñan, pierde la fe en Dios. Yo me fijé por
primera vez en la enseñanza de la predestinación
por una pregunta. Ahora comprendo cada vez más por
qué el Cristo de Dios ha fundado Su obra mundial fuera de
las instituciones eclesiásticas. El, el gran
Espíritu del infinito, quiere alcanzar a muchos hombres
con su enseñanza sencilla y simple del amor a Dios y del
amor al prójimo y de los valores espirituales y morales,
para quitarles el miedo a la predestinación o a la
previsión de la condenación eterna, del infierno
eterno, así como también del castigo de
Dios.

Queridos hermanos, queridas hermanas, si lo que ha
expresado el amigo de Cristo corresponde a la verdad, es decir,
se puede corroborar, cada uno debería actuar según
su conciencia y no según la tradición antigua. Me
ha horrorizado el que se haya pensado y transmitido oficialmente
algo semejante sobre Dios, el Padre del amor. Ahora
también comprendo por qué las instituciones
eclesiásticas califican a los cristianos originarios de
"no cristianos". En verdad, los cristianos originarios no tienen
nada que ver con ese cristianismo institucional. El Cristo de las
instituciones eclesiásticas no es el Cristo que el Padre
eterno nos envió a nosotros los hombres.

El amigo de Cristo:

A parte de las enseñanzas de las iglesias
protestantes luteranas están las enseñanzas de las
iglesias evangélicas reformistas. Estas iglesias se basan
en Calvino, que incluso reafirmaba la predestinación con
más fuerza que Lutero. Esa iglesia está extendida
sobre todo en Suiza, en Holanda y en Escocia y además en
algunas regiones de Alemania, y en ella se cultivó durante
mucho tiempo la creencia de Calvino, que la predestinación
para la gloria o para la condenación también se
podría interpretar como el éxito en la vida de cada
uno.

Si en la tradición de esa fe algunos hombres se
han esforzado en cumplir los mandamientos divinos, entonces su
forma de actuar la han interpretado con frecuencia como una
señal de predestinación a la gloria, y a su vez se
han asegurado de no pertenecer a los condenados.

En 1973, es decir, más de 400 años
después de la muerte de Calvino, la iglesia de los
reformistas evangélicos en Europa suavizó la fe de
Calvino y admitió que ya no existe "un designio eterno de
Dios para la definitiva condenación de ciertas personas".
Pero se ayudaron con el guardar el debido respeto ante " el
misterio de la forma de actuar de Dios" (Acuerdo de Leuenberg,
Art. 24f.)

El profeta:

Un fundador de una religión expone entonces una
enseñanza, formula máximas de fe, que
después se revisan; lo que era válido como
verdadero y obligatorio, ahora ya no vale, está
anticuado.

De ahí se puede deducir: lo que hoy, aún
es válido y es defendido, ¿qué valor
tendrá mañana aún?

En relación a esto pienso en muchos que con
motivo de la dura formulación de la enseñanza de la
predestinación se reconocieron como condenados por Dios.
¿No se tuvieron que sentir como los más miserables
entre los miserables? ¿Cómo podían creer
aún en un Padre que era justo, y no digamos en un Padre
misericordioso? ¿De dónde iban a sacar la confianza
hacia El y la fe en Su amor? ¿Sí, acaso no fueron
presa de la desesperación, de la dolorosa
resignación? ¿Los tentados, tan dignos de
lástima, no tenían acaso otra alternativa que caer
en la pasividad, sin estímulo alguno de esforzarse por una
vida en el cumplimiento de los mandamientos divinos, ya que todo
era en vano e inútil?

¿No podría eventualmente ser esa una de
las causas de la pasiva y resignada postura de fe de muchos
cristianos, de la servidumbre y la ciega obediencia, pero
también de la desesperación, de la frialdad de
corazón y de la falta de amor?

El amigo de Cristo:

De forma parecida ocurre en la iglesia católica
romana. Esta ha explicado en decisiones de los concilios por una
parte que nadie está predestinado a la condenación
eterna; sin embargo sí que enseña por otra parte
que existe la posibilidad de la condenación eterna:
ésta está predestinada para todo aquel que muera en
el estado de "pecado capital" (Diccionario de teología e
iglesia, tomo 8, 1963, p.669 en idioma alemán) que ella
misma define: quien no la siga está condenado: Y Dios lo
ve esto ya en la creación del niño recien nacido, y
a pesar de ello lo crea.

El profeta:

No puedo creer que sea así como lo has explicado
tú. Mi sentido de la justicia dice que católicos y
protestantes que quieran revisar algunas de esas
enseñanzas pueden leer la literatura correspondiente de su
iglesia, y no preguntar a un funcionario eclesiástico, que
quizá con justificaciones, con sus propias ideas,
descripciones y disimulos, cuente muchas otras cosas de lo que es
dado como auténtico. Al respecto no quiero hacer
ningún comentario. Para mí reulta simplemente
terrible que se difundan tales enseñanzas bajo el manto de
Jesús, el Cristo. Mi único deseo sería que
te hayas equivocado. Yo no creo en la enseñanza
católica, luterana o calvina de la condenación o de
la predestinación, porque puedo experimentar a Dios en mi
corazón. Ningún hombre puede indagar en el gran
Espíritu, pero todos pueden experimentarle si cumplen paso
a paso los Diez Mandamientos y el Sermón de la
Montaña. Entonces experimentan que Dios nos ama a todos y
que El nos ha dado el regalo más grande: la ley del amor y
de la libertad, a través de la cual nos hemos convertido
en herederos de la existencia pura. Todos los herederos del reino
de Dios volverán a aceptar Su herencia: esto es inmutable.
Nosotros volvemos a regresar al lugar de donde hemos venido, a
Dios, nuestro Padre eterno, a través de Cristo, nuestro
Redentor.

El amigo de Cristo:

Lo que explicas aquí en las enseñanzas de
las iglesias se cuenta y se rechaza como la "enseñanza de
la reconciliación universal", aunque cada vez más
personas, también católicos y protestantes,
sospechan, saben y experimentan que es así como tú
dices. Las instituciones eclesiásticas tampoco dicen a sus
creyentes que el proceso de limpieza y purificación de
cada alma continúa en los mundos del más
allá y eventualmente en otras encarnaciones. Ellos
"prohiben" a los hombres incluso "contar de principio con una
reconciliación y reparación para todos y para todo,
no importa lo que hagamos o dejemos de hacer" (Tratado del
sínodo católico, "Nuestra Esperanza" de 1975;
citado de la revista alemana Weltbild 20/96). Entonces apelan al
sentido de justicia de los hombres y dicen -ateniéndose al
sentido de lo que expresan- que personas "buenas" y "malas" al
final no podrían "estar ante Dios sin ser diferenciadas"
(revista alemana "Weltbild" 20/96, pág. 24)

Pero a la vez se teme dar a conocer abiertamente y
predicar las propias enseñanzas sobre los determinados
casos predestinados de condenación eterna prevista por
Dios. ¿Se quiere evitar tal vez que más gente se
retire de la iglesia? Así los párrocos y los
periodistas de las iglesias están principalmente ocupados
en ponerle cosmética a la enseñanza de la iglesia.
Tras la fachada, los teólogos científicos
continúan sin embargo planteándo siglo tras siglo
las enseñanzas aterrorizantes de la iglesia sin
maquillaje, con la finaciación del Estado. Como estas
enseñanzas son muy complicadas, después de largos
años de estudios muchos teólogos han podido obtener
el título de doctor. Seguro que con ello no podrán
despertar la confianza en Dios. Pues cómo voy a confiar en
un Dios, al que uno de sus "misterios" pertenece el que muchos
hombres y almas tienen que sufrir horrosas torturas por toda la
eternidad y en todos los tiempos; aunque este "misterio" se pueda
minimizar presentándolo con palabras de color rosa.
¿Acaso en este tema se puede hablar de un "misterio de
Dios"? O ¿enseñó Jesús aquí un
"misterio" de Dios?

Respuesta del profeta:

Una enseñanza tal no es cierta; eso lo sé
yo porque mi corazón está lleno de Aquel que ama a
todos los hombres y almas, de Dios, nuestro Padre eterno. La
enseñanza de Jesús, del Cristo, era y es sencilla y
simple, porque es la verdad. Esta enseñanza era y es el
centro de todos los cristianos sin confesión.

El amigo de Cristo:

¿En qué creen esos cristianos sin
confesión y en qué creyeron los primeros
cristianos?

Respuesta del profeta:

Los primeros cristianos conocían el camino de la
reencarnación, es decir, de las repetidas encarnaciones
del alma en un cuerpo terrenal. Sabían que en la brevedad
de la encarnación el volver es una posibilidad en lo
temporal de reconocer, arrepentirse, purificar y no volver a
hacer más lo pecaminoso, o sea, los comportamientos
erróneos. También los cristianos originarios de los
siglos siguientes conocían la reencarnación, que
también está en los escritos apócrifos, y
que Jerónimo sacó a sabiendas porque trabajaba por
encargo de su iglesia. También un gran número de
cristianos católicos y protestantes cree hoy en la
reencarnación y en la misericordia de Dios, de dar en la
escuela de la Tierra los pasos de aprendizaje necesarios para
volver al reino de Dios, del cual procede cada ser. Nosotros
estábamos en Dios, nosotros somos acogidos en Dios y
volvemos a Dios, nuestro Padre eterno, cuando hayamos dado
nuestros pasos de aprendizaje. Esto lo creían los
cristianos de los comienzos, y lo creen los cristianos
originarios de la actualidad.

Así pues, mirándolo bien, cada hombre,
cada alma, no importa cuan pesada o ligera sea su carga
pecaminosa actual, está predestinado a lo divino. Estamos
predestinados a ser herederos del infinito porque tarde o
temprano cada uno aceptará su herencia divina, a
través de Cristo, que nos proporcionó a todos
nosotros y a todo lo que parecía estar perdido la vuelta
el camino al hogar.

Cristo, el Hijo de Dios, vino al vestido terrenal, para
mostrarnos el camino al hogar eterno, para hacernos de nuevo
conscientes de que Dios, nuestro Padre eterno, nunca se se aleja
ni siquiera de una sola alma, tampoco nunca condena ni siquiera a
uno de Sus hijos, pues entonces se condenaría a El
mismo.

Ha llegado el tiempo de que muchos despierten de la
dependencia, de la indiferencia, tristeza y desesperación,
en la que cayeron muchos que por ejemplo no pudieron comprender y
soportar lo que dice la enseñanza de la
predestinación y en consecuencia tampoco su propio
destino, perdiendo la fe de corazón y la confianza interna
en su Padre celestial. Así más de uno perdió
la firmeza interna que sólo se puede encontrar en Dios, y
se hizo siervo de los que enseñaban que la gloria y la
entrada al Padre, al hogar eterno, estaba en sus manos.
Así más de uno perdió el valor y el
estímulo de volverse activo por sí mismo, de
reconocerse en los impulsos pequeños o más grandes
de la energía del día, de purificar y a partir de
entonces cunplir los mandamientos de Dios, para enfrentar al
destino de forma correcta.

Jesús cuidó de los débiles, de los
míseros, de los enfermos y de los pecadores. Con Su vida
El es un ejemplo para nosotros y a la vez el garante del amor
absoluto de Dios. Como el Hijo del hombre demostró que el
camino a Dios, a través del seguimiento paulatino de los
Diez Mandamientos y de Su enseñanza, es viable y conduce a
la meta, al ser eterno.

Fuente autora Gabriele Witteck

Texto traducido del
alemán

Vida Universal

www.editorialvidauniversal.com

 

Autor :

Maite Valderrama

La hoja de la verdad «El
Profeta»

©
www.EditorialVidaUniversal.com

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter